Sons of the Rock.

El volumen alto de la música hizo que salga de mi sueño; malhumorada y con dolor de cabeza me giré hacia la mesa de luz y tomé mi celular para fijarme la hora. Mis ojos se abrieron al tope máximo al leer "10:46 a.m.", ¿era enserio? ¿Qué clase de idiota ponía música fuerte a esa hora de la mañana? Bufé y me tapé los oídos con la almohada tratando de volver a dormir, tras diez minutos así llegué a la conclusión de que no lo lograría y era mejor levantarme. 
Salí de mi cama sin ganas y luego de estirarme, me dirigí al baño arrastrando los pies. ¿Se notaba que odiaba levantarme temprano? Miré mi rostro en el espejo y maldije al ver que mis ojos estaban completamente negros. «Mierda, debí quitarme el maquillaje, parezco un maldito panda.» Abrí la llave del agua para que se templara en el tiempo que eliminaba el maquillaje restante de la noche anterior; una vez que ya no quedaba ningún rastro de sombra y delineador, me deshice de mis prendas y me metí bajo la ducha. Al terminar, envolví mi cuerpo en una toalla y mi cabello en otra, salí del baño y comencé a buscar la ropa que usaría. Opté por unos jeans negros, una remera negra de Slipknot y unos botines estilo militar también negros. Dejé que mi cabello se secara por sí solo mientras me maquillaba nuevamente. 
Una vez lista, abandoné mi habitación y bajé hacia la cocina. La música estaba cada vez más alta a corde me acercaba, al llegar pude ver que los causantes de semejante ruido eran mi padre y mi tío Lars. 

—Allí está mi sobrina favorita, ¡ven a darme un abrazo! —exclamó Lars abriendo sus brazos, no pude evitar sonreír y obedecer aquella "orden", lo quería mucho— ¿Cómo estás, pequeña?
—Primero, no soy pequeña y segundo, mal porque alguien, o mejor dicho algunos, me despertaron con su música —mi padre rió al escuchar eso.
—Lo sentimos, es que ya nos conoces, siempre estamos con música. 
—Sí, lo sé, pero... ¿por qué estás aquí, tío? ¿Viniste con la familia?
—Hoy es domingo, linda, "almuerzo familiar". Pues no, de hecho sólo vine con... 
—Oh, ya se despertó la molesta —pude escuchar una voz a mis espaldas. «Christopher Idiota Ulrich».
—Buenos días, Brooklyn, ¿cómo amaneciste? Oh bien, Christopher, ¿y tú? —contesté con sarcasmo mientras giraba para verlo, cómo era de esperarse, esa sonrisa de "yo lo sé todo" estaba pintada en su odioso rostro.
—Hola, idiota.
—Hola, estúpido.
—Ya, ya, no empiecen, ¿si? Es demasiado temprano para sus peleas —dijo mi padre, rodé los ojos y bufé.
—Cómo sea, ¿dónde están mamá y los chicos? 
—Tu madre y tus hermanos fueron al centro comercial a comprar lo necesario para el almuerzo, así que... ¿Desayunamos? Porque me estoy muriendo de hambre —comentó Christopher, al fin algo en lo que estábamos de acuerdo. Mi padre y mi tío bajaron el volumen para luego dirigirnos todos a la cocina.

Preparamos el desayuno en conjunto, y por ende lo terminamos rápido. Estábamos ya terminando de desayunar cuando aparecieron mis hermanos junto a mi madre, con bolsas en las manos. Me levanté para ayudarlos a guardar y acomodar todo eso.

***

Habían pasado un par de horas desde el desayuno, eran casi las dos de la tarde y estábamos por almorzar. La casa estaba llena, los Hetfield y Ulrich reunidos cómo todos los domingos. Mis hermanos y mis primos estaban jugando en la piscina, ya que era un día caluroso mientras que yo veía televisión en mi pieza. Me llevo bien con los Ulrich, salvo con Christopher, pero todos estaban ocupados y ni en sueños le hablo a Chris. 
Unos golpes en mi puerta me distraen y antes de que pueda responder, alguien entra. Bufé al ver de quién se trataba.

—¿Por qué no eres más sociable y bajas? —cuestionó sentándose en el piso, lo miré por unos segundos pero volví mi atención al televisor— Oh, ya entiendo, no quieres hablar conmigo. De acuerdo, ¿cómo va tu día?
—Iba bien hasta que entraste.
—Uy, qué humor. Así nunca conseguirás un novio, los espantas con tu carisma.
—¿Para qué voy a querer un novio? ¿Para dramas, celos, discusiones y decepciones? Na, gracias.
—También sirve para coger, te vendría bien.
—Vete a coger tú, a mí no me interesa eso. Además no soy una puta cómo tu "novia", o eso cree ella cuando en realidad sólo es un juguete para ti. ¿O me equivoco? 
—Grr, la rubia tiene carácter —le pegué con un cojín— ¡Auch! Y es agresiva también.
—¿Por qué no te largas? 
—Pues... me encanta molestarte y hacerte enojar, cómo ahora mismo lo estoy logrando. Cuando empiezas a crujir los dientes es porque te estás enojando. 
—Aja, cómo digas, sal de mi cuarto, imbécil.
—A ver, déjame pensarlo... Mmmm no. Estoy aburrido y nada me divierte más que enojarte. 
—Para tu información, no soy entretenimiento de nadie y muchísimo menos tuyo. Ahora, sal de mi cuarto antes de que te patee el trasero.  
—¿Y si en vez de patearmelo, lo besas?
—Sigue soñando, eso nunca pasará. ¡Y ya lárgate de mi cuarto, engendro con inteligencia reducida! —me levanté de mi cama y lo tomé del brazo para que se fuera, se soltó de mi agarre y comenzó a reír.
—Ay, Brooklyn, tendrás que aprender a soportarme. Te recuerdo que estaremos juntos en un reality show... por un largo tiempo —guiñó su ojo derecho y salió finalmente de mi habitación. Tenía razón, pero era demasiado orgullosa cómo para admitirlo.
—¡Te odio, maldito imbécil! 

El día continuó con normalidad, no era nada distinto a los demás domingos familiares; Christopher y yo nos la pasamos peleando: en el almuerzo nos pateamos por debajo de la mesa, luego me empujó y caí en la piscina —obviamente lo tiré también—, le eché helado a la cara y el me volcó todo un vaso con gaseosa en mi pelo. Nuestros padres se reían pero sabía que estaban hartos de que no pudiéramos ni vernos el uno al otro, pero yo no tenía la culpa, si él no hubiera hecho eso años atrás, hoy no estaríamos actuando como perro y gato. Ay Dios... quizá dentro dos minutos agarre un cuchillo y se lo clave en el pecho, bueno tan así no. Lo que sí, no se si matarlo a él para que no me joda, o matarme a mí misma para no tener que soportarlo. 
Siendo honesta, ni yo sé cómo voy a soportarlo por unos cuántos meses...

— ¡Nath! —Golpee la puerta de su habitación— ¡Dios mío, abre la puerta! ¡Hace media hora que mamá te está llamando a almorzar!
Mi hermano era la persona más genial, amable y cariñosa de este mundo; pero a veces podía ser alguien idiota con nuestra vida cotidiana. Su apariencia de chico ruda atraía a muchas mujeres, incluyendo a las de mi edad y cuando estaba con una, tardaba mucho tiempo en volver a estar arreglado. Que su cabello, que su ropa y bla bla bla; simplemente no podía aguantarlo cuando le atacaba su “soy hermoso no me toquen”.
Pero era mi hermano y lo amaba.
—Estoy aquí, no hay por qué gritar Blue—salió de su habitación con una sonrisa, para luego besar mi mejilla.
—Lo que sea, mamá nos está esperando y tenía la esperanza que en este almuerzo familiar estarías bien vestido—me levanto las cejas—lo digo en sentido en que uses colores variados. No todos podemos aguantar el negro por siempre.
—Iré así, los tíos me cuestionan aunque me vista como sea. —se encogió de hombros—Lo hacen contigo y con todos.
Y era verdad. Berta y Tom, nuestros tíos, siempre estaban cuestionando nuestra vestimenta, nuestra forma de pensar, nuestros colores favoritos, nuestros estudios. ¡Lo que sea! Pero Nath y yo estábamos bastante acostumbrados a sus chillonas voces y a nuestros primos, esos pequeños que eran más diabólicos que el infierno entero. 
Suspire y tome a mi hermano del brazo, llevándolo a las escaleras. Los colores pasteles hacían que no pudiera ver con claridad por donde pisaba, mi mamá tenía muy mal gusto para los colores y los colores blancos y pasteles en las escalera hacían que nosotros nos llenáramos de moretones ¿Acaso ella no se daba cuenta? Desde que papá murió, ella había cambiado por completo. Menos salida, más limpieza y más belleza; nada de plata para los discos y distanciación con los hijos.
Por eso me había sorprendido esa mañana, había corrido a mi cuarto, se había tirado sobre mí—que no estaba en la mejor posición, así que me había roto casi todos los huesos— y luego de eso me había chillado unas palabras que tenían que ver con “almuerzo”; “tíos” y “amigos de la familia”; luego de eso se bajó, me dio un beso en la mejilla y salió corriendo. En eso me reí, casi se había caído con esos tacos típicos de ellos.
Una vez abajo, tomamos un vaso de zumo que nos había dado María—la sirvienta—mientras nos sentábamos en el sofá a mirar televisión. Habíamos oído que iban a pasar una entrevista que nos habían hecho porque ambos habíamos salido en el nuevo video musical de Paul McCartney—el mejor amigo de nuestro padre—que nos había contactado feliz porque había oído que ambos queríamos dedicarnos a la música. Fue algo que desfrute.
Hice callar un poco a mi hermano, el cual me respondió con un manotazo cuando trate de robarle el zumo.
—Eres un tarado—reí cuando me beso la mejilla—Pero aun así te amo.
—Y yo a ti—dijo mientras me guiñaba el ojo.
Puse mi vista en la pantalla, mientras la entrevistadora que no tenía nada de ser una—vestido cortísimo, zapatos de prostituta, labial hasta las orejas y todo lo que lleva una bailarina exótica—nos sonreía y nos leía las preguntas que nos habían hecho.
—Bien, chicos, hemos visto en el video que ambos hacen de pareja—nos sonrió— ¿Eso fue incómodo para los dos?
—En realidad no—contesto Nath—Fue unas cuantas sonrisas, abrazos y fingir un enamoramiento. Pura actuación, es mi hermana, no es alguien desconocido.
—Tenemos en claro que tú eres la mayor Blue—me enfocaron, reí por eso, estaba haciendo muecas, dios, a veces la cámara me ponía incomoda— ¿Que se siente estar a cargo del negocio de música de tu padre?
—La verdad que no me siento incomo…
La televisión se apagó. Fruncí el ceño, estaba mirando eso; mire hacia el costado donde estaba mi madre con el control remoto y con una cara de pocos amigos, sosteniendo dos bolsas color café. ¿Otra vez compras? Ayer había salido a comprar casi todo el centro comercial y parecía que había salido nuevamente por dos cosas ¡Mi madre no tenía remedio alguno!
—Estaba mirando eso, mamá. —le apunte el televisor.
—No me interesa, quiero que te pongas esto—me tiro las bolsas—Ya, ahora, no “ahora voy”, ya, quiero que subas a cambiarte. —me tomo de los brazos y me empujo a las escaleras.
Gruñí. Mi madre y sus locuras, como odiaba que hiciera eso.
Subí los escalones de mala gana, maldiciendo en voz baja y mirando entre las bolsas. Un par de tacones pasteles se distinguían, y una tela del mismo color ¿Tacones? Hace un año que no los usaba, dios como mi madre me pusiera un vestido arriba de la rodilla, la mataba. Ella era capaz de vestir a su hija como puta y que se viera “elegante” ¿Qué clase de elegancia tenía cuando llevas algo arriba de la rodilla? Ninguna.
Abrí las bolsas una vez que me despoje de mis vaqueros y mi camisa, quedando en ropa interior. Un vestido color crema, hasta la rodilla—le agradecía a dios—y los zapatos no muy altos y cómodos; rebolee los ojos mientras me ponía el vestido color pastel, unas medias piel y los zapatos del mismo color del vestido. Me maquille delicadamente y me hice solo una coleta simple, no parecía yo.
—Santa mierda…—susurre cuando oí el timbre.
Suspire, acomodándome el vestido y cerrando la puerta de mi habitación. Definitivamente, iba a ser un día muy largo.

hola: