Sons of the Rock.

Como siempre había despertado en una casa casi destrozada, veía las paredes pintadas y botellas vacías por todo el piso, los ceniceros estaban hasta el tope de cenizas y no era precisamente de cigarro, suspire pesadamente mientras caminaba tratando de no pisar ninguna de las sustancias que se encontraban en el piso, tarea que resulto casi imposible.
Seguí avanzando hasta llegar a la zona de la cocina, abrí el refrigerador solo para encontrarlo casi vacío y con el único contenido de yogur pasado, comida congelada y alcohol, regrese a mi cuarto y cubrí mi cuerpo con la ropa más holgada que pude encontrar, un viejo suéter café que había pertenecido a mi padre y unos jeans ajustados, tome las llaves de la casa y salí a la calle con una cajetilla de cigarros y encendedor.
Puse el pequeño cigarrillo entre mis labios y le di una larga calada llenando mis pulmones de su amarga y tóxica sustancia, pensé en el reality no estaba especialmente emocionada, sin embargo alejarme de mi madre por unos meses sería un descanso genial, el único problema es que no podría mantener mis vicios sin que todas las personas del país se enteraran.
Regrese a la casa y saque una cerveza del refrigerador tomando un gran sorbo, no había desayunado ni planeaba hacerlo ¿cuál era el punto? Sabía perfectamente lo delgada que estaba, sin embargo poco me importaba lo que pasara con mi cuerpo o con mi vida.
Termine mi cerveza y mis cigarros para salir a comprar algo de comer, sabía perfectamente que cuando mi madre despertara de su fiesta tendría hambre y al no haber comida se desquitaría con el único blanco disponible. Yo.
Caminaba por los pasillos del supermercado con mis audífonos colocados en mis orejas tocando Nirvana al volumen máximo, no pude evitar sentir como mis ojos se llenaban de lagrimas, mi padre se había quitado la vida cuando yo era una pequeña, dejándome al cuidado de mi madre, quien después de su muerte se volvió un poco loca, dejando que los sentimientos la invadieran y olvidándose completamente de que también era mi padre.
Lo que más dolía era verme al espejo todos los días, el parecido era notable, por lo cual procuraba no mirarme demasiado en los espejos, mi cara se notaba demacrada y mis ojos contenían círculos violáceos por debajo, leer su carta antes de dormir puede que no fuera mi mejor idea, pero me aferraba a ese arrugado papel y lloraba hasta quedarme profundamente dormida.
caminaba lentamente buscando las cosas necesarias para hacer la comida de mi madre, agitaba esporádicamente mi cabello negro mientras pensaba que comprar -habito nervioso que siempre había tenido-
Termine de hacer las compras y pague con un par de billetes arrugados sin esperar a que la cajera me diera el cambio, con el reality y los recuerdos de mi padre aun más presentes sentía como el brazo me daba picazón, sabia perfectamente que no era un habito muy bueno, pero que podía hacer, a nadie le importaba.
No me gustaba usar autos, por alguna extraña razón siempre me ponían nerviosa, misma razón por la cual nunca intente manejar, me trasladaba a todas partes por medio de mi bicicleta o en su defecto mi patineta, tenía también una moto, pero en rara ocasión la ocupaba, está vez usaba la bicicleta, aun era temprano y el clima era exquisito, días así me hacían añorar una familia.
No tarde mucho en llegar a mi casa y darme cuenta que mi madre seguía completamente dormida, rápido hice algo de comer y lo serví en una bandeja para llevarlo a su cuarto.
Entre sin tocar y puse la comida a un lado de su cama, después salí y camine a mi cuarto, la única parte de la casa que era sagrada para mi, en un pizarrón de corchos pegado a la pared derecha se podían ver las fotos de mi madre y mi padre cuando eran jóvenes y junto a ellas estaban las mías con mi padre y las mías con mi madre, las fotos donde éramos familia.
me acurruque en la cama y coloque los viejos videos que mi madre había tomado de mi padre y yo juntos, no pude evitar llorar y sin estar realmente consciente corte mis brazos, como siempre lo solía hacer cuando me sentía sola, cuando sentía la oscuridad consumirme y llenarme completamente.
Le coloque pausa a los videos y fui al baño, veía la sangre roja hacer el perfecto contraste contra el lavabo blanco, tiñendo el agua, mi propia sangre escurrir por las puntas de  mis dedos ¿qué había hecho? Llore un poco más y limpie mis brazos, forcé una sonrisa partida de mis labios y limpie mi cara hasta que todo el rastro de debilidad desapareció de ella.
Escuchaba a mi madre comer desde su cuarto, comer y llorar, la misma rutina de siempre, comer, tomar, drogarse y llorar, nada cambiaba nunca y entonces surgió lo inesperado.
Un ligero golpeteo en mi puerta me hizo levantar la vista y ahí del otro lado se encontraba mi madre, con los ojos rojos inyectados de sangre, siempre que entraba a mi cuarto después de llorar, tomar o drogarse era para golpearme, por lo que junte mis rodillas al pecho solo para verle la expresión enfurecida, sin embargo la expresión que portaba su cara era distinta, una expresión que no le había visto en los años que siguieron la muerte de Kurt.
— ¿Puedo pasar linda? —pregunto desde el portal.
—Claro pasa —asentí un poco renuente.
—Quiero disculparme por tantos años de maltrato, quiero que me disculpes —su voz se quebró en este punto y lo que continuo no fueron más que tristes balbuceos— eras mi bebé y estuve demasiado tiempo concentrada en mi sufrimiento que nunca noté el tuyo, es como si se me hubiera olvidado que él era tu padre también. —ese fue el momento más sincero que la había visto en años, estaba muda, completamente muda —entiendo que no vas a disculparme de día a la mañana, pero quiero ser tu mamá otra vez, te quiero hija.
Mi madre beso mi frente y después salió de mi cuarto con lagrimas aun en sus mejillas, yo estaba congelada en mi cama sin saber como actuar, una parte de mi deseaba golpear a mi madre, deseaba odiarla, pero no podía, simplemente no podía, entendía perfectamente a mi madre.
Corrí hacia su cama descalza y la vi sentada en ella, con los ojos rojos e hinchados, corrí y la abrace con todas mis fuerzas, la bese y espere a que ella respondiera el gesto, cosa que hizo acompañada de lagrimas.
—En serio lo lamento tanto, mi pequeña Bean —mi corazón se estremeció al escuchar el nombre que mi padre había escogido para mi, yo era la pequeña Bean, porque la primera vez que me habían visto eso parecía, yo era un frijol.
Esa noche cenamos juntas en la sala, mi madre me ayudo a limpiar la casa y pidió pizza a domicilio, vimos algunas películas en la tele y buscamos a mis compañeros del programa, mi madre me peinaba el cabello cuando la foto del hijo Lennon salió en la pantalla, mi corazón se prendió en ese momento del azul de sus ojos.
Sin dudas ya deseaba que comenzara este programa.

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