Los Mejores Amigos [ Logan Lerman] 2da Parte

- Bella, hija. Abre la puerta por favor – rogó mi madre detrás de mi puerta.

- Déjame sola – musite intentando no llorar.

Mi madre siguió insistiendo con sollozos que le abriera, que habláramos pero ¿De qué íbamos a hablar? ¿De qué ya habían pasado tres días de mi cumpleaños número 16 y que no había rastros de mi padre? Si, Wow. Qué lindo tema de conversación.

Jamás pensé que me abandonaría, jamás pensé que se olvidaría de mi cumpleaños. Esperaba ese golpe duro de todos pero menos de él, menos de mi papa. Sabía que no podía echarle la culpa a mi mama, ella no había hecho nada. El solo prefirió a la otra mujer, más hermosa, mas glamorosa, con dineros y con hijos que podía soportar. Era la barbie mali vu perfecta para cualquier hombre, y eso incluía a Víctor.

Pensar que casi toda mi vida fui su preferida, la niña de sus ojos y después, de la noche a la mañana, me abandono y también a mi hermano pequeño, además de a mi mama y a Anahí. Gladys sola lucho para sacarnos adelante sin ayuda de nadie, sin ayuda de Víctor.

Como lo odiaba en estos momentos, como deseaba que se muriera de una maldita vez. Hace un año y medio que no lo veía, hace cinco meses que no hablaba con él, pero ni siquiera una llamada. Ni siquiera un mensaje de feliz cumpleaños, ni una tarjeta. Nada. Yo no le importaba, yo para el no existía.

Una fuerte punzada en mi corazón, un grito, un corte. Sangre.

Sostenía con fuerza el cúter en mi mano intentándome concentrar en el dolor físico. Prefería mil veces eso, mil veces antes de soportar el horrible dolor que había dentro. Puede que pareciera estúpido e inmaduro, pero las punzadas eran fuertes, el dolor se extendía por todo mi cuerpo provocando llamas en mi alma. Nadie entendía eso, nadie comprendía lo que era preferir el dolor físico cuando no se puede controlar el dolor emocional. Este era peor que el primero.

- ¡Detente, Bella! – grito mi madre llorando – no te hagas daño hija, por favor…

- ¡Abre esa maldita puerta, Isabella! – grito Grace enfurecida.

- ¡Lárguense!- grite con fuerzas tirando la botella de alcohol vacía contra la puerta.

No quería escucharlas, no quería verlas. Quería estar sola, conmigo misma y con mi dolor. Ya no tenía fuerzas para seguir adelante. Todo se había vuelto cada vez más difícil al cabo del tiempo. Estaba tan decepcionada de la vida que ya no veía sentido seguir sintiéndola.

Las manchas de sangre trazaron un camino sobre mis brazos cayendo hacia el suelo y en el cubrecama. El aroma de la sangre fresca invadió mi sentido del olfato y me deje llevar por el exquisito olor.

Volvieron a golpear con fuerza, hicieran lo que hicieran, no podrían derribar la puerta, no podrían abrirla. Solo yo tenía la llave.

- ¡Isabella Evans! - exclamo enojada mi hermana Anahí – No hagas ninguna estupidez.

- ¿Qué demonios sucede? ¿Por qué tantos gritos? – escuche preguntar a Annie.

- Tu hermana está encerrada con alcohol y con un cúter – contesto Georgiana - ¡Abre, Bella! – golpeo con fuerza.

¿Qué era lo que querían de mí? Nunca antes se habían volteado a ver si yo estaba bien, nunca antes me habían protegido de todo el mal que me pasaba. Solo se interesaban en ellas y me dejaban de lado. Yo era la oveja negra ¿No lo recordaban? Era la rebelde, la inútil de la familia. ¿Por qué se interesaban en mí? ¿Acaso tenía que llegar a este punto para que me prestaran atención? Me enfurecí demasiado. Yo no hacia esto por lograr su maldita atención, yo no lo hacía porque nadie se fijaba en mí, no lo hacía porque de una buena vez voltearan a verme. Yo lo hacía porque prefería concentrarme en dos dolores que en uno.


Otro golpe, otro grito, otro corte. Sangre.

- ¡Annie! Llévate a los niños al cuarto de Connor – le ordeno Grace.

- ¿Qué hacemos? – pregunto con la voz quebrada Anahí.

- Llamen a Peter – sugirió mi madre.

- ¿Para qué lo llamaremos? - mascullo furiosa Georgiana, la mayor de todas.

- Quizás el pueda hacerla entrar en razón.

Dejaron de golpear mi puerta por suerte. Me habían dejado tranquila, claro hasta que viniera Peter a obligarme para que saliera. No lo iba a hacer de todas maneras, no iba a salir. Quería que me dejaran sola, como toda mi vida lo habían hecho.

Al único que quería escuchar era a Logan, pero no… no podía llamarlo. El estaba en una cita importante con los socios de sus padres, el estaba ocupado en algo más importante que mis estupideces. Ansiaba que me llamara contándome lo alegre que estaba porque la junta terminara, que me dijera con su voz llena de preocupación que vendría a mi casa, que me protegiera de mi misma y de los demás. Lo quería ahí conmigo, en ese momento.

Punzada. Grito. Corte. Sangre.

- ¡Isabella! – grito con fuerzas Georgiana - ¿Piensas que eso te hace bien, estúpida?

- ¡Púdrete! – le conteste enojada.

Puse la música a lo más alto escuchando “You love is a lie” de Simple Plan. Comencé a cantar entre susurros mientras me tapaba los oídos para no escuchar lo que los demás decían. ¿Por qué se había ido? ¿Por qué me abandono? ¿Por qué no fui lo suficiente para él? ¿En verdad era tan poco?

Sujete con fuerza el cúter provocando otro corte. No grite esta vez, ya no dolía como antes. Ya me estaba acostumbrando al gran dolor que me estaba provocando.

- ¡Bella! – grito Peter pateando con fuerza la puerta

- ¡No te voy a abrir la puerta, así que lárgate! – le grite con dolor a mi novio.

- ¡Sabes que no me iré hasta que me abras! – replico mientras seguía golpeando con fuerza.

- ¡Claro que te irás! ¡Te irás como todos los demás! – espete parándome y tirando todas las cosas a mi alrededor – Todos me van a dejar sola, a nadie le importo… ¡Ni siquiera te importo a ti, Peter!

- ¡Eso no es verdad, maldita sea! ¡Sabes que te amo!

- ¡El amor se acabara de todas formas! ¡Nada dura para siempre!

Peter dejo de hablar, quizás me había pasado pero… pero era lo que pensaba. Esa chica soñadora que era antes estaba dejando de existir dentro de mí, ya estaba dejando de creer en los sueños, ya estaba abandonando a todos y a todo lo que amaba. La vida ya no tenía sentido. El sentido había abandonado a mi vida.

-Tengo una idea – dijo Peter.

- ¿A dónde te vas? – pregunto molesta Grace.

- A hablar por teléfono. – contesto el – Bella, estaré en la otra habitación. No me iré hasta que abras la puerta y te encuentres bien. Y recuerda que te amo.

Llore con más fuerzas. ¿Qué clase de persona era? Había lastimado a Peter, me había descargado contra el que no tenía nada que ver. Yo lo amaba con todo mi corazón, el me había enseñado a volver a amar, me había ayudado cuando más lo necesitaba, y aunque siempre peleábamos, siempre trataba de solucionarlo. El quería que estuviéramos mucho tiempo, ya era un año del tiempo en que estábamos juntos. El me hizo tan feliz, y yo lo trataba como si fuera una basura.

La culpa me enviado con fuerza provocando que vomitara todo el almuerzo.

Me mire al espejo grande de mi habitación, estaba hecha un desastre, mi pelo todo desordenado y arañado, mis ojos rojos e hinchados. Mis brazos llenos de moretones y cortaduras que sangraban sin parar. Simplemente no me reconocí al espejo, no supe quien era la que estaba delante de mí. Recordé mi sonrisa, mis ojos marrones verdosos llenos de brillo, mis brazos pálidos como el color de mi piel, y mi cabello ordenado y liso. ¿Esa era la Bella Evans consumida por el dolor y la soledad? ¿Esa era yo realmente? ¿O siempre había fingido ser alguien que no era?

Canciones siguieron pasando y yo seguía mirándome al espejo. Nunca me conformaba con nada. Cuando estaba con unos kilos de más había llegado a tal punto de que me internaran por padecer bulimia y anorexia. Y cuando pude recuperarme me había dado cuenta no estaba tan gorda como pensaba, no estaba obesa como cuando me miraba en el espejo.

Yo sabía que estaba enferma, muy enferma.

- Yo también sufro ¿Sabes? – dijo Anahí con la voz rota – El también es mi padre, Bella. Se lo que sientes. Te entiendo mejor que nadie. – cerré los ojos con fuerzas derramando mas lagrimas – Ni Grace, ni Annie , ni Georgiana pueden entendernos a ti, ni a mí, ni a Connor, porque no era su padre, porque ellas no lo amaron como nosotros si lo hicimos. Aun así, yo no cometo estupideces, yo no llego a este punto en el que tu estas, yo no…

- ¡Tú no estás enferma, estúpida! – grite furiosa - ¡Yo si lo estoy! ¡Siempre fuiste la perfecta! ¡Perfectos amigos, perfectas notas, novios perfectos! Eres la menos indicada para darme sermones a mí.

Anahí se quedo callada. No dijo nada en un buen rato, y así era lo mejor. Ella me llevaba cinco años solamente, pero era con la que más me comparaban, era con la que siempre me ponían como ejemplo.

Tome el control remoto del equipo de música y subí aun más alto. Agarre la otra botella de cerveza que estaba en el suelo y comencé a beber a sorbos largos y algo pausados. No tenía nada en el estomago y sabia que me haría mal pero ¿Peor aún podía estar?

Mire el reloj y me sorprendí al ver qué hora era, las nueve y media. Logan aun estaba en la maldita reunión y no saldría hasta las once. Logan, lo extrañaba tanto. Recordé sus ojos azules intensos, su sonrisa que provocaba sensaciones inexplicables dentro de mí, esa risa contagiosa que me hacía reír a carcajadas, esos abrazos reconfortantes que llenaban mi alma vacía. Mi mejor amigo. El mejor de todos.

Llore con fuerza tomando el cúter, y mirándome la muñeca. Ahora si era el final, ahora si no iba a ser un estorbo mas. Ahora si podía sentirme libre del dolor y de cualquier sufrimiento.

- ¡Hey, Bells! – exclamo la voz que tanto esperaba escuchar.

Los ojos se me llenaron de lágrimas, pero no de tristeza, sino de alegría. El corazón dio un brinco de felicidad al escucharla, al sentirlo tan cerca mío. El cúter se me cayó de las manos

- ¿Estás viva? ¿O ya vino el viejo de la bolsa a tomar tu cadáver y sepultarte? – bromeo y largo una risita ligera.

- No estamos para bromas, Logan – le espeto Peter enojado.

- Cállate, lo hare a mi manera – replico Logan molesto – Bells, ábreme.

- No quiero – mentí. Me moría por abrirle, por darle un fuerte abrazo, pero no podía… el me mentiría igual que todos los demás.

- ¿Y por qué no? – pregunto haciéndose el ofendido – Ya sé que no soy Orlando Bloom para entretenerte con mi belleza, pero podemos jugar monopolio si quieres – sugirió.

Sonreí levemente. Siempre sacaba una sonrisa en los peores momentos. Una gran virtud de Logan.

- No sé por qué demonios viniste, no estás haciendo nada – le espeto furiosa Georgiana.

- Déjenme adivinar ¿Le estuvieron golpeando la puerta todo el tiempo? ¿Le hablaron de lo difícil que también son sus vidas pero que igual siguen adelante? SI la conocieran bien, sabrían que esas cosas para ella son estupideces. Así que cierren las bocas, todos.

La habitación quedo en silencio por un buen tiempo. Logan me conocía bastante bien sin dudarlo. Volví a sonreír.

- ¿Por qué no estás en la reunión de tu familia? - pregunte con timidez con la voz rota.

- Estaba todo muy aburrido. La señora Morgan llevo a su insoportable caniche, así que... imagínate. Para colmo, su hija menor quería acostarse a cualquier forma conmigo.

- ¿Y por qué no lo hiciste? – pregunte dejándome caer sobre la puerta.

- Porque no me cae bien ¿Sabes lo odiosa que es? Algún día te la presentare – me aseguro.

- Si es tan insoportable como dices, entonces no. – replique divertida.

- Va a salir la nueva película de Piratas del Caribe – comento alegre - ¿Vamos a verla juntos? Hace tiempo que no tenemos un día puro "Bella y Logan."

- Claro que si, Logan – respondí llorando de la alegría – claro que sí.

Logan se quedo un rato en silencio, volvió a golpear la puerta con delicadez.

- Bells.

- ¿Qué sucede?

- “Donde tu entres, yo entro. Donde tú salgas, yo salgo. Donde tú estés, yo estaré. Donde tú no estés, yo no estaré”. – rompí al llanto al escucharlo. Logan tenía razón - Acá están las personas que te aman Bella. Tu mama, las locas de tus hermanas, el insoportable de tu novio. Y yo, el más increíble, único y perfecto Logan Lerman – dijo engreídamente, solté una risita – No sé de qué te ríes, yo estoy hablando enserio – replico haciéndose el ofendido. – Siempre estaré contigo, Bells. Y lo sabes muy bien. Ahora, ábreme la puerta, por favor.

Me pare con rapidez y abrí la puerta que estaba con llave. Me lance con fuerza a los brazos de Logan llorando en su hombro. El me acariciaba el pelo susurrándome que todo estaba bien, que él siempre iba a estar conmigo. Y era verdad, por más que todos me dieran la espalda, algo me decía que el jamás lo haría. El no me abandonaría, el no me reemplazaría. Logan estaría por siempre conmigo.