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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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O W N :: Novelas colectivas :: Novelas colectivas :: Novelas Colectivas :: Inscripciones / audiciones
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Re: Disconnected |resultados
Representantes: Colton Haynes & Chloë Grace Moretz.
Nombres: Thomas Lee White & Rachel O'Neill
Edades: 19
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Nombres: Thomas Lee White & Rachel O'Neill
Edades: 19
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Robin.
Re: Disconnected |resultados
Claro hermosa c:O'neill escribió:Una pregunta chicas, ¿Puedo dejar un capitulo escrito especialmente para esto? Aun no tengo nada. Por lo menos no con este usuario.
baekhyun.
Re: Disconnected |resultados
Harley. escribió: Representantes: Colton Haynes & Chloë Grace Moretz.
Nombres: Thomas Lee White & Rachel O'Neill
Edades: 19
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¡aceptada!
Suerte
baekhyun.
Re: Disconnected |resultados
Antes que nada quiero decir que si mis padres me llegan a hacer algo como eso yo misma me encargo de degollarlos, bc, con mi internet no se juega ok?
Segundo: esta idea es vida,bai.
Hola Dani y Karly, soy Fer, y supongo que no nos conocemos porque soy nueva, pero idk.
Dejare mi ficha en algún momento <3 (sera un escrito hecho especialmente para esta nc porque como dije soy nueva y tengo nada;-;)
Solitude
Re: Disconnected |resultados
Karls de mi vedah c: bueno como te quiero tanto tanto, ahre, y vi tu firma, has always, y esta idea es droga para mí intentaré audicionar yes yes yesssssssss. Besasos y ¡hola Dani! Un gusto soy Daiana, argentina, 15, pushhhhh. Dejo reglas, oka
byers.
Re: Disconnected |resultados
Representantes: Alex Pettyfer | Vanessa Hudgens.
Nombres: Kaidan Donovan | Julianne Welling.
Edades: 19 | 18.
Escritos: Preferiblemente link
Nombres: Kaidan Donovan | Julianne Welling.
Edades: 19 | 18.
Escritos: Preferiblemente link
- Spoiler:
- Capitulo 1:
- Posiblemente esto no iba a funcionar. Por más que siguiera intentado, no podía encontrar el atuendo adecuado para mi primer día de trabajo, y realmente quería dar una buena impresión. No podían permitir que me echaran al segundo día como mi anterior trabajo.
Los Horan eran una familia bien, tenían dinero de sobra... Su casa extremadamente grande y el monto que me iban a pagar por ser la niñera del pequeño Elliot lo demostraban. Y si no necesitara ese dinero para pagar las cuentas que ya tenia en rojo de tantos meses adeudados, y sobretodo, poder cómprame la cámara fotográfica que necesitaba para mi curso, no hubiese aceptado.
Necesitaba lucir acorde... A la situación, y a la mujer que me había contratado. Estirada, elegante, sofistica, y todo lo contrario a mi.
El vestido color crema ajustado a la cintura con una fina cinta negra no estaban a la altura de la rubia alta de hermosa sonrisa que me había citado para revisar los últimos detalles.
Suspiré resignada, y me puse unas bailarías a juego que me había regalado mi padre la navidad pasada, intentando convencerme a mi misma sobre que eso era lo mejor que podía hacer.
Arrastre mis pies hasta la cocina para prepararme una buena taza de café. A pesar que había insistido, Allison, una de mi mejores amigas y compañera, me había obligado a salir la noche anterior con la intención de festejar mi nuevo trabajo, y como buena obstinada que era, había aceptado a pagarme todo lo que yo consumiera si salía con ella.
Ahora, mis parpados pesaban y reclamaban una buena dosis de café con urgencia, aunque posiblemente debería estar almorzando en este momento.
Una vez lista, tome mi bolso, y salí disparaba de mi pequeño departamento, del cual pronto me echarían sino conseguía pagar la deuda a final de mes.
-¡Sam!-soltó el portero cuando llegue a la planta baja, luego de bajar tres piso por las escaleras gracias a mi fobia inexplicable a los ascensores.
-Robert, juro que pagare la renta... Solo dame tiempo, estoy a punto de ir a mi nuevo trabajo. La paga es muy buena, y a fin de mes podré pagarte la mayor parte de lo que te debo, esta vez será definitivo. No me echaran esta vez. Lo prometo-dije rápidamente, mientras corría hacia las puertas que daban a la cochera, intentado evadir cualquier conversación con el hombre que ya me había sentenciado.
Mi viejo y destartalado auto rojo se encontraba a unos pocos metros, esperando para llevarme directo a mi salvación. Nuevamente, no era el mejor auto en el mundo, pero era mío, totalmente mío. Lo había comprado con los ahorros que había obtenido gracias a mi trabajo de verano, hace ya dos años. Papá no se podía dar el lujo de comprarme un auto, y tampoco iba a permitir que se desviviera para conseguirme uno. Éste era perfecto. Todo lo que quería y necesitaba.
Luego de media hora, estacione frente a la lujosa casa con hermosos jardines y caminos adoquinados. Era tan hermosa por fuera como por dentro. Los espacios eran grandes, modernos y acogedores. Tenían una enorme chimenea que invitaba a cualquiera a acurrucarse en frente bebiendo una enorme taza de chocolate caliente, y una cocina que sería el placer de cualquier chef. Mi padre la amaría de seguro.
Una hermosa castaña salio disparada de la puerta principal hasta el convertible que estaba estacionado en el camino frente al garaje, antes que decidiera bajarme. Por su cara, estaba enojada. Demasiado diría yo...
—Te arrepentirás Horan, te juro que te vas a arrepentir—gritó ella mientras se subía a su lujoso auto y salía del camino para perderse en la calle como si estuviese huyendo del mismísimo diablo. ¿Qué rayos estaba pasando?
Respiré hondo y bajé del auto, intentando lucir lo más tranquila posible. Venía a trabajar, solo eso. La vida de esa familia no me interesaba en lo absoluto, salvo el pequeño Elliot. A él cuidaría, e intentaría permanecer lo más alejada posible de sus padres. Ése era mi objetivo.
Caminé hasta la entrada, repasando mentalmente mi cronograma. Hoy tenía una clase en cuanto terminara con mi turno. Se suponía que el señor Horan llegaría su casa alrededor de la cinco de la tarde, y mi clase comenzaría a las seis. Tendría el tiempo suficiente. Todo saldría perfecto y mi vida volvería a ser normal.
La puerta seguía abierta para cuando llegué hasta ella. Un hombre joven, demasiado joven se encontraba apoyado en el marco, con una enorme sonrisa de satisfacción en su rostro. Su cabello rubio, alborotado y húmedo, hacían resaltar aun más sus ojos azules que pasaron de mirar a la chica de vestido escotado, a mi. Eran tan profundos que tranquilamente, podías perderte en ellos. Unos de sus perfiles estaba salpicado por pequeños lunares que se extendían hasta su cuello y llevaba puesto unos pantalones de chandal grises y una bata negra atada a su cintura. Parecía recién salido de la ducha.
—Por fin llegaste—su voz interrumpió mi análisis detallado de su persona haciendo de dirigiera mi mirada directamente a sus labios, tan rosados y perfectos.
"Detente Samantha", me regañe mentalmente. Pensar eso no era correcto.—Pensé que Candy me había mentido.
Su prima era la que me había contratado. Ella me explico la situación, me mostró la casa, y acordó el pago. El señor Horan era tan hermoso como ella, y posiblemente, Elliot no se quedaría atrás.
—Samantha Miller—me presenté extendiendo mi mano en forma de saludo.
—Se quien eres—dijo, ignorando por completo mi mano. La dejé caer para que volviera a su lugar original, intentando con todas mis fuerzas no sentir vergüenza. El hombre me estaba humillando—Niall Horan—se presenté, para luego ingresar a la casa, haciendo una seña con su mano para que lo siguiera— Siéntate, ponte cómoda, mientras yo subo a cambiarme—dijo antes de cerrar la puerta de entraba y comenzar a subir las escaleras hasta el segundo piso.
Me deje caer en uno de los sillones de la sala mientras que esperaba que el mi nuevo jefe con problemas de caballerosidad bajara de su habitación, ya vestido y presentable para poder mantener una conversación coherente sobre lo que debía y no hacer. Niall Horan no era la persona que me había descrito Candy en uno de nuestro encuentros. Él no se parecía nada al modelo de empresario recto.
Esto seria difícil. Con un jefe como él todo podía suceder.
Dejé que mi mente vagara por la habilitación, posiblemente una de mi preferidas en toda la casa, para despejarme un poco. Eso podría dañar mi salud mental, aun más.
Los sillones de cuero negro combinaban perfectamente con la mesa ratona del centro, circular y de vidrio, pulido en las esquinas evitando así, que alguien pudiera cortarse con la misma. Un par de cuadros descansaban sobre la chimenea. Puede distinguir a Niall y Candy en algunos... Y por supuesto al pequeño Elliot. Los pisos eran de madera oscura y un enorme ventanal cubría una de las paredes por completo dejando ver el jardín delantero. Esa habitación era simplemente hermosa y relajante. Excepto por...
¡Oh mi Dios! ¿Qué se suponía que era eso?
Me removí en mi asiento intentando agudizar la vista hacia la parte trasera de uno de los sillones. Un pequeño objeto de encaje rojo se encontraba tirado resaltando sobre el piso oscuro. ¿Qué clase de pervertido era Niall Horan?
—Oh—lo escuché decir mientras caminaba hasta la prenda para levantarla y meterla en su bolsillo. Se había vestido, por suerte, con un traje gris y camisa blanca.
Mi cara de asco era notable, lo puede notar por la enorme sonrisa arrogante que se había dibujado en sus labios.
—Anabella se toma muy enserio nuestra relación... Esto no es demasiado importante Samantha, deja de mirarme así, lo que haga o deje de haber no es de tu incumbencia-soltó. Por supuesto que no era de mi incumbencia pero que mas podía hacer ante eso. ¡Habían tenido sexo en la sala! Estaba completamente loco.
—¿Y Elliot?—me limité a decir, cambiando rápidamente de tema antes que mis neuronas explotaran.
—Esta en el jardín. Mi prima lo traerá en unos minutos. A partir de mañana sera tu obligación ir a retirarlo del jardín de niños... Te daré la dirección luego. No me gustan las irresponsabilidades, que lleguen fuera de hora, ni las faltas de respeto... Mantente fuera de eso y conservaras el trabajo—Dios, ya lo odiaba. Cinco minutos junto a ese hombre eran suficientes para darme cuenta de lo frío que era. Asentí en forma de respuesta, incapaz de dejar salir ninguna palabra de mi boca. Mi lengua era demasiado terca cuando se lo proponía y posiblemente dejaría salir un par de verdades que me mandarían directo a la calle como la castaña de vestido escodado y dueña de las bragas—Una cosa más, no te vayas hasta que llegue... No quiero que Elliot se quede solo en ningún momento, y mi trabajo es algo demandante—dijo, para luego caminar hacia la puerta de salida, agitando sus laves en su mano.
Ya deseaba ver al pequeño y sostenerlo entre mis brazos para darle todo el amor y cariño. Yo no había tenido una madre, pero mi padre se había encargado de mimarnos por parte de los dos. Pero Elliot no tenia esa misma suerte. Ese hombre no era capaz de amar. Se notaba.
Solté un suspiro de alivio, como si hubiese estado conteniendo la respiración durante todo este tiempo. Definitivamente este trabajo seria difícil.
—Veo que ya conociste a mi primo-dijo Candy haciéndome sobresaltar. Llevaba una par de bolsas de comestibles en una de sus manos y en la otra a un pequeño niño que se escondía detrás de sus largas piernas.
—Si, creo que ya conocí a Niall Horan.
—No dejes que te intimide, es así con todo el mundo. A veces me da pena... pero es demasiado terco para entender. Solo mantente en el limite y todo saldrá bien... Ya lo veras—explicó Candy, dejando las bolsas sobre una pequeña mesa que se encontraba junto a la puerta.
—Eso espero, realmente necesito el trabajo—ella sabia cual era mi situación, había tenido que explicárselo en una de las tantas entrevistas.
—Lo sé... Samantha, déjame presentarte a Elliot, el pequeño hombre de la casa—dijo ella dando un paso hacia el costado dejando ver al niño. Me acerqué para poder verlo mejor.
Elliot Horan tenia los mismo ojos que su padre, tan azules y tan profundos, pero a diferencia de los de él, estos eran inocentes y brillaban con esperanza y alegría. Una hermosa sonrisa se formo en su rostro mientras yo caminaba hacia él.
—Hola Elliot. Mi nombre es Samantha, pero puedes decirme Sam...—dije agachándome un poco para quedar a su altura. Era realmente adorable, y ya lo amaba sin conocerlo. No me importaba cuan revoltoso o maleducado pudiese ser, ese niño tenia algo que me recordaba a mi misma a su edad.
—Elliot, ella te cuidara. Vendrá todos los días y se quedara contigo hasta que tu papá llegue del trabajo-le explicó Candy. Ella me había contado que desde que la ultima niñera había renunciado, ella había sido la que tenia que cuidarlo. Pero ya no podía hacerlo. Había empezado la Universidad y eso le quitaba mucho tiempo.
—Espero que nos llevemos bien—dije sin poder despegar mis ojos del niño. Quería protegerlo. Necesitaba hacerlo.
Sentí los pequeños brazos enroscarse alrededor de mi cuello, mientras que su pequeña cabeza se escondía en mi pecho.
—Mi papi trae a muchas mamis a casa ¿O no tia Candy?—preguntó el pequeño— Pero tú eres la mas hermosa. Espero que papi no se enoje contigo rápido, quiero que seas mi mami siempre—dijo Elliot escondiéndose aun mas entre mis brazos.
La vulnerabilidad del pequeño me hizo sentir un nudo en la garganta. Ese pequeño necesitaba amor. Mucho amor.
—Voy a mostrarte mi habitación mami... Verás que soy ordenado y que me porto bien, seguro que querrás quedarte entonces. No soy malo y me lavo los dientes antes de dormir—dijo Elliot, saliendo de mi abrazo para comenzar a subir las escaleras, no sin antes asegurarse que lo seguía.—¿Puedes quedarte? Yo quiero que te quedes.
—Me quedaré Elliot, yo voy a cuidarte pequeño.
—¿Es muy pronto para decirte que te amo?—preguntó inocentemente. Miré a Candy que ya estaba lista para irse y levantó los de hombros, para luego regalarme una sonrisa y agitar su mano derecha en forma de saludo.
—Te diré algo Elliot—dije volviendo mi vista hacia el pequeño. Escuché la puerta cerrarse detrás nuestro y el auto de Candy arrancar— Nunca es demasiado temprano o demasiado tarde para amar—Nuevamente, sus brazos se enroscaron en mi cuello mientras que susurraba un pequeño y dulce "te amo".
Elliot Horan acababa de hacerme sonreír con dos simples palabras, luego de que su padre me atacara con su frío temperamento.
Espero que les guste el capitulo. Es de una nc que nunca llego a completarse. Pero bueno.
Última edición por O'neill el Vie 10 Oct 2014, 8:25 am, editado 1 vez
wang.
Re: Disconnected |resultados
Representantes: Harry Styles| Nina Dobrev.
Nombres: Elliot Osborne | April Hoodchild
Edades: 19 | 18.
Escritos:
Nombres: Elliot Osborne | April Hoodchild
Edades: 19 | 18.
Escritos:
- here:
April resoplo fuertemente, sentía como la desesperación comenzaba a oprimir su pecho, casi ahogándola. Estaba enojada, no. Más que eso: estaba furiosa. Sus dedos inquietos golpeteaban sobre su pantalón –ahora sucio- de mezclilla, pareciendo impacientes y listos para teclear, pero no podía; porque no tenía en donde, porque al parecer sus padres le habían dejado varada en medio de la nada. Estaba molesta, cansada y hambrienta, y por supuesto que esa no era para nada una buena combinación.
Sus ojos picaban amenazando con lagrimear en cualquier momento, no había cosa que April detestara más que llorar –a excepción de la pérdida de sus apreciados aparatos electrónicos-. Pero en este momento ni siquiera le importaría si alguien la viese hacer una pataleta.
Estaba perdida, perdida en un estúpido bosque con insectos apestosos y sin ninguna manera de contactar a sus padres o a la civilización.
Arboles, los malditos arboles eran lo único que veía, los malditos arboles que le hacían sentir que solo recorría el lugar en círculos y no obtenía ningún avance. Se detuvo en seco y pateo el árbol más cercano con bastante fuerza, como si la pobre victima tuviera la culpa, pero en seguida se arrepintió soltando un chillido de dolor y saltando sobre su pie izquierdo en un intento de sostener el derecho y así disminuir el dolor.
— ¿Estas bien? — Escucho una voz ronca a sus espaldas.
April se giro con rapidez, afinando su postura y colocando su pie lastimado en el suelo, error.
—No te incumbe. — Farfullo forzadamente en un intento de contener otro chillido.
Por un momento había olvidado el hecho de que no era la única persona en el lugar, no era la única sufriendo, pero era bastante egoísta como para considerar a las otras personas o mejor dicho, compañeros de escuela, ella podía reconocer algunos rostros, pero no recordaba haber visto al chico antes.
Su cabello era bastante curioso, rizado, pero cada punta parecía apuntar hacia un lado diferente dándole un aspecto despeinado o más bien lo estaba, April comenzó a dudar de que tan si quiera el supiera de la existencia de los cepillos.
El chico rodo los ojos.
—Solo me estaba asegurando, pudiste haberte roto el pie, para la próxima vez ten más cuidado y patea piedras pequeñas, no nos conviene tener a nadie herido. — Le aclaro cruzándose de brazos.
—Ahórrate tus preocupaciones, no las necesito. — Le aclaro colocando sus manos en su cintura.
Su pie pulsaba, pero por supuesto que no iba a mostrar rastros de debilidad, ella había visto en uno de esos programas de supervivencia que el más débil siempre era el primero en morir –algo bastante obvio- y que quizás en un punto, cuando todos tengan hambre, se convertirían en carnívoros y comenzarían a atacarse uno contra uno, y definitivamente ella no quería ser comida. Lo más efectivo que se le ocurría en ese momento era apartarse de ellos antes de que eso ocurra, pero el bosque era grande y ella era pequeña y ciertamente temerosa, y aun mantenía la esperanza de que todo eso fuera una broma y que sus padres regresarían pronto, después de todo, ¿Qué tipo de padres le harían esto a sus propios hijos? No podía imaginar a sus padres haciéndole eso, ¡se supone que ellos la adoraban!
Por supuesto que esto era una broma de mal gusto.
— ¡Muy bien, estoy harta! — Grito de repente sobresaltando al rizado, quien la miro como si hubiera perdido la cabeza. — ¡Ya fue suficiente! ¿¡Me escuchan!? ¡Ya fue suficiente!
April busco con desesperación algún rastro de cámaras o de sus padres; nada. No puedo encontrar nada más que miradas extrañas dirigidas hacia su persona.
— ¿Y ustedes qué demonios están mirando? — Ladro. — ¿¡En donde están las malditas cámaras!?
—April. — El chico la tomo del brazo y ella frunció el ceño.
— ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Me acosas en la escuela o qué?
El chico volvió a rodar sus ojos, parecía que su paciencia se estaba acabando.
—No, más de la mitad de la escuela lo sabe. Tu blog es famoso, ¿recuerdas?, ahora vamos, necesitas agua y que te chequen el pie. — La halo con ligereza para que comenzara a caminar, pero April no mostro señales de que lo fuera a hacer.
—No necito tu ayuda. — Repitió.
—Deja de ser tan malditamente obstinada y ven conmigo, joder, pareces más agradable en internet. — Bajo el volumen de su voz en la última frase, pero fue inútil.
—Te escuche. —Le informo acusadoramente. — Y para tu información soy agradable, pero solo con mis amigos.
—Bueno, vamos señorita agradable. — Volvió a tirar de su brazo y esta vez ella cedió, pero caminar le lastimaba. — Pasa tu brazo por mis hombros y recárgate en mí. — Le ordeno y sorprendentemente April acepto, estaba bastante cansada y a su parecer había tenido suficiente por hoy y eso que aun les faltaba encontrar un lugar a donde dormir, pero ninguno parecía tener la intención de moverse de ese punto, quizás porque aun mantenían la esperanza de que regresaran por ellos y terminaran su tortura.
Solitude
Re: Disconnected |resultados
Solitude escribió: Representantes: Harry Styles| Nina Dobrev.
Nombres: Elliot Osborne | April Hoodchild
Edades: 19 | 18.
Escritos:
- here:
April resoplo fuertemente, sentía como la desesperación comenzaba a oprimir su pecho, casi ahogándola. Estaba enojada, no. Más que eso: estaba furiosa. Sus dedos inquietos golpeteaban sobre su pantalón –ahora sucio- de mezclilla, pareciendo impacientes y listos para teclear, pero no podía; porque no tenía en donde, porque al parecer sus padres le habían dejado varada en medio de la nada. Estaba molesta, cansada y hambrienta, y por supuesto que esa no era para nada una buena combinación.
Sus ojos picaban amenazando con lagrimear en cualquier momento, no había cosa que April detestara más que llorar –a excepción de la pérdida de sus apreciados aparatos electrónicos-. Pero en este momento ni siquiera le importaría si alguien la viese hacer una pataleta.
Estaba perdida, perdida en un estúpido bosque con insectos apestosos y sin ninguna manera de contactar a sus padres o a la civilización.
Arboles, los malditos arboles eran lo único que veía, los malditos arboles que le hacían sentir que solo recorría el lugar en círculos y no obtenía ningún avance. Se detuvo en seco y pateo el árbol más cercano con bastante fuerza, como si la pobre victima tuviera la culpa, pero en seguida se arrepintió soltando un chillido de dolor y saltando sobre su pie izquierdo en un intento de sostener el derecho y así disminuir el dolor.
— ¿Estas bien? — Escucho una voz ronca a sus espaldas.
April se giro con rapidez, afinando su postura y colocando su pie lastimado en el suelo, error.
—No te incumbe. — Farfullo forzadamente en un intento de contener otro chillido.
Por un momento había olvidado el hecho de que no era la única persona en el lugar, no era la única sufriendo, pero era bastante egoísta como para considerar a las otras personas o mejor dicho, compañeros de escuela, ella podía reconocer algunos rostros, pero no recordaba haber visto al chico antes.
Su cabello era bastante curioso, rizado, pero cada punta parecía apuntar hacia un lado diferente dándole un aspecto despeinado o más bien lo estaba, April comenzó a dudar de que tan si quiera el supiera de la existencia de los cepillos.
El chico rodo los ojos.
—Solo me estaba asegurando, pudiste haberte roto el pie, para la próxima vez ten más cuidado y patea piedras pequeñas, no nos conviene tener a nadie herido. — Le aclaro cruzándose de brazos.
—Ahórrate tus preocupaciones, no las necesito. — Le aclaro colocando sus manos en su cintura.
Su pie pulsaba, pero por supuesto que no iba a mostrar rastros de debilidad, ella había visto en uno de esos programas de supervivencia que el más débil siempre era el primero en morir –algo bastante obvio- y que quizás en un punto, cuando todos tengan hambre, se convertirían en carnívoros y comenzarían a atacarse uno contra uno, y definitivamente ella no quería ser comida. Lo más efectivo que se le ocurría en ese momento era apartarse de ellos antes de que eso ocurra, pero el bosque era grande y ella era pequeña y ciertamente temerosa, y aun mantenía la esperanza de que todo eso fuera una broma y que sus padres regresarían pronto, después de todo, ¿Qué tipo de padres le harían esto a sus propios hijos? No podía imaginar a sus padres haciéndole eso, ¡se supone que ellos la adoraban!
Por supuesto que esto era una broma de mal gusto.
— ¡Muy bien, estoy harta! — Grito de repente sobresaltando al rizado, quien la miro como si hubiera perdido la cabeza. — ¡Ya fue suficiente! ¿¡Me escuchan!? ¡Ya fue suficiente!
April busco con desesperación algún rastro de cámaras o de sus padres; nada. No puedo encontrar nada más que miradas extrañas dirigidas hacia su persona.
— ¿Y ustedes qué demonios están mirando? — Ladro. — ¿¡En donde están las malditas cámaras!?
—April. — El chico la tomo del brazo y ella frunció el ceño.
— ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Me acosas en la escuela o qué?
El chico volvió a rodar sus ojos, parecía que su paciencia se estaba acabando.
—No, más de la mitad de la escuela lo sabe. Tu blog es famoso, ¿recuerdas?, ahora vamos, necesitas agua y que te chequen el pie. — La halo con ligereza para que comenzara a caminar, pero April no mostro señales de que lo fuera a hacer.
—No necito tu ayuda. — Repitió.
—Deja de ser tan malditamente obstinada y ven conmigo, joder, pareces más agradable en internet. — Bajo el volumen de su voz en la última frase, pero fue inútil.
—Te escuche. —Le informo acusadoramente. — Y para tu información soy agradable, pero solo con mis amigos.
—Bueno, vamos señorita agradable. — Volvió a tirar de su brazo y esta vez ella cedió, pero caminar le lastimaba. — Pasa tu brazo por mis hombros y recárgate en mí. — Le ordeno y sorprendentemente April acepto, estaba bastante cansada y a su parecer había tenido suficiente por hoy y eso que aun les faltaba encontrar un lugar a donde dormir, pero ninguno parecía tener la intención de moverse de ese punto, quizás porque aun mantenían la esperanza de que regresaran por ellos y terminaran su tortura.
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Representantes: Taylor Momsen, Emma Stone
Nombres: Jessica Johnssons & Lola Jacksons
Edades: 17 & 18
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michael escribió: Representantes: Taylor Momsen, Emma Stone
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jackson.
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Weed. escribió:Karls de mi vedah c: bueno como te quiero tanto tanto, ahre, y vi tu firma, has always, y esta idea es droga para mí intentaré audicionar yes yes yesssssssss. Besasos y ¡hola Dani! Un gusto soy Daiana, argentina, 15, pushhhhh. Dejo reglas, oka
Dai de mi corazón esperamos tu ficha
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Representantes: Harry Styles | Vanessa Hudgens.
Nombres: Ethan James Styles | Annalise Rose Connor.
Edades: 19 | 17.
Escritos:
Nombres: Ethan James Styles | Annalise Rose Connor.
Edades: 19 | 17.
Escritos:
- Suicide:
- Sentada en el piso del baño de su casa, escuchando el sonido de su banda favorita saliendo de su habitación, lloraba compadeciéndose de si misma. Cuestionándose el hecho de cómo diablos pudo llegar a este punto, a este momento.
La presión le ganó y, el haber pensado en hacerlo mucho antes, le dio el coraje que necesitaba. Sus hermanos, la única razón para no haberlo hecho tiempo atrás, ahora ya no importaban, ya no le hacían caso. Ya no la necesitaban. Antes le parecía un acto egoísta, cobarde y una ofensa a Dios. Pero cuando llegue allí, a Su lado, ajustarían cuentas frente a frente.
A él le dejó claro todo, a él, la única persona además de ella en el mundo terrestre que sabe sus más profundos secretos, miedos, anhelos y verdaderos sentimientos; él que la escuchó en todo momento sin importar la crudeza del tema, él que la quiso ayudar a pesar de que ella lo trataba como basura cuando lo intentaba, y él sabía que ella estaba así, ahora.
Miró las profundas cortadas de navaja en sus muñecas, las cortadas por debajo de su antebrazo. Emanaban sangre como si no hubiera fin. Sus piernas, en el muslo derecho escrito con la misma navaja, con letra tosca y apenas legible por la sangre que no dejaba de salir como agua de una fuente eléctrica, decía «perfecta». Esta por el contrario, no era muy profunda debido al dolor que sentía en cada corte. Su muslo izquierdo estaba trazado por pequeños cortes que dejaban a la vista carne magullada y ultrajada.
Las lágrimas de rabia, dolor y sufrimiento escondían su rostro desvelado y cansado de la vida. Su cuerpo, al que le dolía el atravesar del oxígeno de cada día, estaba debilitado debido a la gran cantidad de sangre que ahora adornaba el piso del baño principal de su casa de un color rojo brillante y opaco a la vez.
Los párpados comenzaban a pesarle, sentía sus ojos tan grandes como dos pelotas de tenis. Un ruido en la puerta principal la alertó, pero no luchó por levantarse del lugar donde estaba sentada. Se apoyó dejando todo su peso en la reluciente pared color blanco, con pequeñas flores amarillas y verdes que la detallaban.
Los ruidos se oían cada vez más lejos, el cuarto comenzaba a darle vueltas como un carrusel o peor, estaba llegando el momento y lo sabía. Ahora todo lo que sus ojos distinguían era una fina línea que le dejaba ver por última vez recuerdos de su vida, de su insignificante vida: desde que comenzó a ser consciente de sus actos, de los buenos y de los malos; de las personas que entraron en su vida para quedarse y de las que solo pasaron por ella como en un paseo de visita a un conocido. Hasta ese día que lo conoció, a ese hombre que la revolvió e incitó hasta lograr que ella desprendiera su verdadera esencia al mundo, a ese extraño al cual ella odió apenas lo conoció y, ahora, quiere de una forma inexplicable y demasiado profunda para que su cuerpo, alma, mente y corazón puedan soportar. Todo eso lo vio en unos segundos infinitos, se logró ver a ella misma tirada en el piso con las piernas extendidas a lo largo y sus brazos caídos como si fueran de plomo; con cortes por las extremidades de su cuerpo, el conjunto de pijama bañado en sangre seca que se mojaba una y otra vez por la que seguía saliendo de las heridas que se produjo ella misma, el suelo de cerámica, que solía ser de color amarillo crema, a su alrededor era de color rojo brillante.
Una lágrima cayó por su mejilla, su respiración ya casi inexistente comenzaba ha ahogarla. Cerró los ojos e intentó levantar las comisuras de sus secos y pálidos labios en un intento de sonrisa burlona y perdida, pero todo lo que consiguió fue que un quejido saliera de ellos.
La puerta, que se encontraba medio abierta, se abrió por completo haciendo que un ruido estruendoso retumbara por toda la edificación a la cual ella llamaba hogar. Sus párpados apenas se levantaron lo suficiente como para poder distinguir a la figura masculina que era iluminada por la luz del sol que entraba por la puerta principal. Era él, claro que lo era, esa silueta no la confundiría nunca.
Cerró sus ojos para, por fin, perderse en el propósito de sus actos. Sintió su voz llamándola y las maldiciones que él lanzaba al ver el estado en que ella se encontraba. Entonces se dio cuenta que en su interior una parte de ella se arrepentía de esto.
Sin embargo ya no podía hacer nada, no había vuelta atrás y ella lo sabía.
Mientras su cuerpo era alzado y, junto con su alma, era arrastrado a un mejor intento de vida; comenzó a recordar, como si estuviera viendo una película, cómo fue el comienzo de su fin.
byers.
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Weed. escribió: Representantes: Harry Styles | Vanessa Hudgens.
Nombres: Ethan James Styles | Annalise Rose Connor.
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- Suicide:
Sentada en el piso del baño de su casa, escuchando el sonido de su banda favorita saliendo de su habitación, lloraba compadeciéndose de si misma. Cuestionándose el hecho de cómo diablos pudo llegar a este punto, a este momento.
La presión le ganó y, el haber pensado en hacerlo mucho antes, le dio el coraje que necesitaba. Sus hermanos, la única razón para no haberlo hecho tiempo atrás, ahora ya no importaban, ya no le hacían caso. Ya no la necesitaban. Antes le parecía un acto egoísta, cobarde y una ofensa a Dios. Pero cuando llegue allí, a Su lado, ajustarían cuentas frente a frente.
A él le dejó claro todo, a él, la única persona además de ella en el mundo terrestre que sabe sus más profundos secretos, miedos, anhelos y verdaderos sentimientos; él que la escuchó en todo momento sin importar la crudeza del tema, él que la quiso ayudar a pesar de que ella lo trataba como basura cuando lo intentaba, y él sabía que ella estaba así, ahora.
Miró las profundas cortadas de navaja en sus muñecas, las cortadas por debajo de su antebrazo. Emanaban sangre como si no hubiera fin. Sus piernas, en el muslo derecho escrito con la misma navaja, con letra tosca y apenas legible por la sangre que no dejaba de salir como agua de una fuente eléctrica, decía «perfecta». Esta por el contrario, no era muy profunda debido al dolor que sentía en cada corte. Su muslo izquierdo estaba trazado por pequeños cortes que dejaban a la vista carne magullada y ultrajada.
Las lágrimas de rabia, dolor y sufrimiento escondían su rostro desvelado y cansado de la vida. Su cuerpo, al que le dolía el atravesar del oxígeno de cada día, estaba debilitado debido a la gran cantidad de sangre que ahora adornaba el piso del baño principal de su casa de un color rojo brillante y opaco a la vez.
Los párpados comenzaban a pesarle, sentía sus ojos tan grandes como dos pelotas de tenis. Un ruido en la puerta principal la alertó, pero no luchó por levantarse del lugar donde estaba sentada. Se apoyó dejando todo su peso en la reluciente pared color blanco, con pequeñas flores amarillas y verdes que la detallaban.
Los ruidos se oían cada vez más lejos, el cuarto comenzaba a darle vueltas como un carrusel o peor, estaba llegando el momento y lo sabía. Ahora todo lo que sus ojos distinguían era una fina línea que le dejaba ver por última vez recuerdos de su vida, de su insignificante vida: desde que comenzó a ser consciente de sus actos, de los buenos y de los malos; de las personas que entraron en su vida para quedarse y de las que solo pasaron por ella como en un paseo de visita a un conocido. Hasta ese día que lo conoció, a ese hombre que la revolvió e incitó hasta lograr que ella desprendiera su verdadera esencia al mundo, a ese extraño al cual ella odió apenas lo conoció y, ahora, quiere de una forma inexplicable y demasiado profunda para que su cuerpo, alma, mente y corazón puedan soportar. Todo eso lo vio en unos segundos infinitos, se logró ver a ella misma tirada en el piso con las piernas extendidas a lo largo y sus brazos caídos como si fueran de plomo; con cortes por las extremidades de su cuerpo, el conjunto de pijama bañado en sangre seca que se mojaba una y otra vez por la que seguía saliendo de las heridas que se produjo ella misma, el suelo de cerámica, que solía ser de color amarillo crema, a su alrededor era de color rojo brillante.
Una lágrima cayó por su mejilla, su respiración ya casi inexistente comenzaba ha ahogarla. Cerró los ojos e intentó levantar las comisuras de sus secos y pálidos labios en un intento de sonrisa burlona y perdida, pero todo lo que consiguió fue que un quejido saliera de ellos.
La puerta, que se encontraba medio abierta, se abrió por completo haciendo que un ruido estruendoso retumbara por toda la edificación a la cual ella llamaba hogar. Sus párpados apenas se levantaron lo suficiente como para poder distinguir a la figura masculina que era iluminada por la luz del sol que entraba por la puerta principal. Era él, claro que lo era, esa silueta no la confundiría nunca.
Cerró sus ojos para, por fin, perderse en el propósito de sus actos. Sintió su voz llamándola y las maldiciones que él lanzaba al ver el estado en que ella se encontraba. Entonces se dio cuenta que en su interior una parte de ella se arrepentía de esto.
Sin embargo ya no podía hacer nada, no había vuelta atrás y ella lo sabía.
Mientras su cuerpo era alzado y, junto con su alma, era arrastrado a un mejor intento de vida; comenzó a recordar, como si estuviera viendo una película, cómo fue el comienzo de su fin.
¡aceptada!
Suerte
jackson.
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