Double Rainbow

Tesa, no sé si estar feliz o frustrada porque subiste y ahora me toca a mí.

Dilema de mi vida

Pero dejando eso de lado, adore tu cap
Estoy curiosa, *muy* curiosa, porque no tengo la menor idea de cuál es la historia concreta de Douglas, ya que es un pj nuevo y no leí su ficha. De todos modos, con lo que has dejado dicho en el cap, se me hace una idea más o menos. Y la verdad es que entiendo completamente sus razones de irse. No es cobarde ni nada, que ni se le ocurra verse como un cobarde
Porque el lio es que en un lugar donde todos son metiches y lo quieren saber todo sobre todos, eso frustra y ugh ugh :kptza: yo me habría ido mucho antes

Tessa escribió: Aunque para su madre era entretenido estar al pendiente de todos los chismes que sucedían, para Douglas era un poco frustrante y estresante que supieran su vida entera.

Solo a un idiota le puede gustar estarle llevando la vida al otro la madre de Douglas que se ofenda, es la verdad

Tessa escribió: Echaba de menos a la que creía su conciencia, su hermana había sido su mayor apoyo después de lo que le hizo Giselle.

Esta Giselle no me cae bien U.U presiento que no me caerán bien muchos personajes de esta nc, pero solo un poquito U.U es que son demasiado idiotas. El mundo está lleno de idiotas que no aprecian a los demás, a la hoguera deberían mandarlos a todos
Su hermana y su madre suenan bonitas personas :’) Excepto por el instinto chismoso de la madre, pero eso suele pasar. Lamentablemente no se puede ser tan perfecto(?

Tessa escribió: — En primera ella es una perra en su totalidad y en segunda debes de recuperar al menos un trozo de tu vida.

Asi se habla, ninia

Tessa escribió: — Créeme, solo no quiero aumentar tu ya elevado ego.
— ¿Un hola aumenta el ego?
— ¿Vendrás a cenar sí o no?

JAAJAJAJAJAJAJJA me gusta su relación de hermanos
Es divertida, me los imagino discutiendo por estupideces como esa y aawwwwww bonita relación de hermanos
Eso de que a su hermano siempre lo dejan de una forma horrible y bizarra no me da buena espina ¿Por qué también las mujeres son unas perras a veces? ¿eh???? Aunque bueno, es la supervivencia que las ha llevado a ser eso.
…creo.
Como sea, me dejas intrigada Teph y eso no es lindo

Tessa escribió: Soltó un alarido lleno de rabia, aventó un pequeño vaso que sufrió las consecuencias de su ira. Ella podía ser la persona más tranquila y pacífica que te puedes encontrar en la vida, pero la traición y el enfado la cegaban[..]

Eso me hizo recordar una frase que, a pesar de no recordar bien como decía, es sobre algo así: “no hay nada más temible que un hombre pacífico y () cuando está verdaderamente enojado.” Algo así y es verdad
Las personas simpáticas y amables cuando se enojan son como Hades irritado al 10000000000000%

Tessa escribió: Uriah veía lentamente como las personas pasaban a su lado, sentía que era alguien sin rumbo, todos en esa ciudad tenían algo que hacer, algo por lo que moverse de un lado a otro, pero él en ese momento no tenía nada que hacer, o incluso no tenía un propósito para estar ahí[..]

Uriah me agrada, hay algo de el que llama(? Quiero tramas con el :’)
Y eso de su hermana y su “marido”…créeme, comprendo mucho de lo que hablas. Hay cosas como esas que unos tiene que aguantárselas o mejor largarse de ahí para no crear conflictos porque ugh ugh personas estúpidas de nuevo U.U

Tessa escribió: Ambas se quedaron viendo la película por media hora, era increíble que Melany se hubiera acabado el helado en ese tiempo, Abby tenía que recordar que su amiga cuando se deprimía era terrible.

Esas amigas son las mejores :’) que se aparecen cuando lo necesitas y se quedan ahí contigo animándote y escuchando lo que sea que tengas por decir, eso es hermoso :’)
Trenton es un putísimo mierdero que se vaya a lamer pus de vaca

Me encanto tu cap, nena, en serio
Y ahora sigo yo no pensé que llegaría tan rápido mi turno *le sigh*

donde. estan.
???????

—¡No! —chilló a la televisión, inconscientemente y sin importarle que no cambiaria nada porque lo hiciese.

Había pasado toda su tarde viendo episodios de la tercera temporada de NCIS. Otra vez. Pero no podía evitarlo, era una de sus preferidas. Aunque era triste el hecho de que mataran a Kate, nada podía superar lo genial que le parecía la introducción de Ziva al equipo y como ella y Tony hicieron clic en el instante. Aunque no se dieran cuenta.

Mientras se reía al momento de Abby hacerle un chequeo al trasero de Tony, luego de que les dispararan, hecho un vistazo a la hora en su celular. Ese día lo había tenido libre en el café debido a que Dominic, su jefe, la necesitaba en el servicio de buffets. Al parecer requerían de sus servicios en una fiesta que se  daría en honor a los médicos meritorios de la Universidad. O algo así. Según lo que Ava le había hecho saber a la pelirroja, lo más seguro era que todo formaba parte de la política del Decano para tener más votos al ser candidato a la nueva rectoría de la Universidad.

Hizo una nota mental de que apagaría la televisión al terminar de ver ese episodio. Debía cambiarse y prepararse para llegar a Ragsdale y de ahí partir hacia su destino de hoy. Tenían que llegar un poco más temprano para hacer bocadillos de entrada con el tiempo adecuado, para que estuviesen listos para servir y ser comidos al comienzo del evento.



Llevaba su cabello en una alta cola de caballo y muy poco maquillaje, solo el que era pedido por el protocolo. Pantalones de seda negros, zapatos balerinas y la camisa blanca con magas hasta los codos, con el nombre de ‘Ragsdale catering’ bordado en letras doradas en el lado izquierdo del pecho. Colgó una cartera en un hombro con sus identificaciones, dinero y celular en ella y partió hacia la estación de buses.

Realmente debía tratar de convencer a sus padres de que le ayudaran a comprar un vehículo, se estaba hartando de tener que ir en bus o en tren a todas partes. La razón principal era que en ocasiones debía levantarse más temprano solo para llegar a tiempo a tomar el tren. Si tuviera auto propio, podría dormir un poco más.

En cuestión de minutos estuvo en el local, con algunos minutos de anticipación. Aun así, podía ver como gran parte del equipo ya estaba allí. En la van se podía ver como Dominic le ordenaba a Elliot y a Miguel cargar las cajas de comidas y bebidas al baúl del vehiculo.

—Llegas temprano —espetó Ava cuando ve a su amiga.
—¿Qué insinúas, pulga? —Hattie entrecerró los ojos y se cruzó de brazos.
—Oh, no, nada —la pequeña chica sacudió la cabeza y se rio torpemente cuando Hattie la miró mal— Ven y ayúdame con estos sándwiches, quiero terminarlos antes de que nos vayamos.

Los sándwiches pequeños con aderezo nunca fallaban en servir de muy buen bocadillo para las personas. En la mañana había preparado la masa para las empanadas y pastelitos, que se freirían en tanto llegaran al local y se instalaran en la cocina. El sitio era un salón de hotel y no quedaba tan lejos.

—Hattie, te quiero preparando de esos ricos brownies con maní desde que lleguemos, ¿bien? —le indicó Dominic cuando la vio trabajando con Ava— Nada de ponerte a ayudar a los demás.
—¿Y cómo voy a freír tantas empanadas yo solo? —se quejó Elliot de inmediato, apareciendo en la escena.

El y Hattie habían estudiado en la misma Universidad y graduado el mismo año. Diferían en que Hattie quería especializarse en repostería y Elliot en panadería. Y trabajaba igual que ella, en el café y en el servicio de bufetes. Miguel, de descendencia mexicana, trabajaba solo en el catering. Al igual que Ava y el resto del staff.

—Conseguiré a alguien para que te ayude, deja de quejarte —el hombre de unos cuarenta y cuatro años palmeo en la espalda del delgado chico con fuerza.

El rostro pecoso de Elliot se deformó por el dolor y Hattie se mordió los labios para no reírse.

—Yo puedo ayudar —intervino Miguel.
—No, no puedes, tienes que estar atento a los invitados —lo señaló con el dedo índice, gesto que siempre hacia cuando quería dejar algo bien claro.
—¿Dónde está Mika? Ya casi es hora de irnos —habló Ava, mientras terminaba de cubrir con plástico la bandeja de los sándwiches, para que no se moviesen de su lugar.
—Mika nunca llega temprano, ya deberías saberlo.
—Pero-
—¡Aquí estoy, no me dejen! —chilló una voz y a lo lejos, se podía ver una muchacha con cabello rubio-rosado, corriendo hacia el parqueo del local.



Al llegar al hotel, todo comenzó con su usual caos. Se suponía que deberían estar acostumbrados a eso, incluso hasta los más viejos (como la señora García), o eso era lo lógico a considerar. Pero uno nunca terminaba de acostumbrarse a tener todo organizado para un número específico de personas, donde se tenía que considerar cuanto podría comer alguien y la calidad de cada uno de los bocadillos y bebidas a servir. Encima de todos estos factores, se encontraba el hecho de que algo siempre salía mal. O diferente de como se había planeado originalmente. Y cuando ocurría eso, Dominic simplemente enloquecía. El hombre no era ni muy paciente ni muy relajado de por sí, así que cuando ocurría algún desastre su personalidad empeoraba por mucho.

—¿Alguien me puede decir dónde carajos esta la salsa de barbacoa? ¿Eh? —bramó el ‘jefe’ mientras ataba un delantal blanco por encima de sus pantalones kaki— La dejé encima de la carne ¡y la necesito!
—¿Está seguro de eso, jefe? No la veo por aquí —le dijo Miguel, revisando una y otra vez encima, detrás  y debajo de las cacerolas donde estaban las carnes.

La parrilla ya estaba encendida y la técnica de Dominic usaba la salsa al comienzo y al final de freír las carnes. Hattie se encontraba preparando la masa de sus brownies con toda la paciencia del mundo. Por otro lado, Elliot y la señora García se ocupaban de las empanadas mientras Ava colocaba en las bandejas los postres y bocadillos listos. Con la ayuda de los meseros en servicio del hotel que fueron enviados a colaborar, las mesas estuvieron preparadas más rápido de lo acostumbrado.

—¡La salsa, chico!
—¡No soy un chico! —le grito de vuelta— Ya le dije que no la veo, hombre.
—Si eres un chico, mi hijo de 15 es más grande que tu —Dominic chasqueó la lengua y rodó los ojos. Se escucharon risas de los demás— Si no encuentro la salsa, será tu culpa, chico.
—¡Pero…!
—Ya dije.



Hattie había salido para tomar un poco de aire y descansar, pues por el momento no se necesitaba cocinar más postres para los estudiantes. Sin embargo, no estuvo sola por mucho tiempo.

—¿Qué hace esta bella dama tan sola? —cuestionó una voz masculina detrás de ella.

No tuvo que girarse para saber que el hombre estaba borracho. Al hacerlo, se encontró con alguien más o menos de su edad. Tenía cabello castaño y unos ojos azules brillantes —no sabía decir si era por efecto del alcohol o porque sus ojos eran así.

No le respondió. El chico, en cambio, la miró de pies a cabeza, hasta detener sus ojos en la cabeza de la pelirroja. Volvió a mirar sus ojos y frunció el ceño.

—¿No eres un poco joven para ser chef? —preguntó curioso y dio un sorbo a su baso.
—¿No eres muy coqueto para ser un “serio y honrado” estudiante de medicina? —replicó ella.
—No soy muy coqueto.
—Pues yo tampoco soy muy joven.
—No, no quise ofenderte —toda la actitud del castaño cambió radicalmente— Es solo que…
—Tranquilo, no me ofendí —se encogió de hombros.
—Soy Gordon —le sonrió ladinamente— ¿Y tú, cómo te llamas?
—¿No deberías estar ahí dentro?¿Disfrutando?
—Prefiero disfrutar aquí —se relamió los labios y comenzó a avanzar hacia la chica.

No obstante, no se percató de donde estaba pisando y terminó tropezando con un pequeño escalón que los dividía. Como resultado, el resto de su bebida terminó empapando y tiñendo de un leve rosado la camisa de Hattie. Ahora el coqueto-borracho Gordon era un histérico-borracho y torpe Gordon.

—¡Oh por Dios! Lo siento, yo no-no quise hacer eso ¬—balbuceó nervioso, sin saber qué hacer con sus manos: recoger el paso o limpiar a la chica.

Tampoco ayuda el hecho de que Hattie poseía su máscara de calma e inexpresividad, debido a que Gordon lo estaba relacionando con que aquella era su forma de acumular la ira antes de explotar. Y al explotar, iba a arremeter contra él. Y sería carne muerta. Las mujeres enojadas no son algo digno de ver.

—¡Lo siento, de verdad! —seguía disculpándose, sin prestar mucha atención a la chica delante de él.

Y es que Hattie se encontraba mirándolo divertida, con una media sonrisa en el rostro.

—¿Vas a seguir disculpándote hasta que se me seque la mancha o qué? —Inquirió, alzando una ceja— Porque puedo limpiarme allá dentro —señaló hacia la cocina.

Entendimiento cruzo por la expresión de Gordon. Cerró la boca y asintió levemente. Hattie se rio sin remordimiento, más cuando noto como un leve rubor aparecía en las mejillas del chico.

Aun con una sonrisa en el rostro, caminó alrededor de el para irse a limpiar y cambiar la camisa por otra. ¿Qué cocinero no está preparado para ocasiones así? Es tan normal como ir a pasear a su perro todos los días, el hecho de ensuciarse (de una manera u otra) cuando estaba cocinando. Gordon caminó detrás de ella, todavía avergonzando por haber comenzado a disculparse así en vez de buscar una solución al problema. El alcohol lo volvía un poco torpe.



El resto de la noche se la paso detrás de ella. Muy a pesar de que la chica le dijo que ambos tenían cosas que hacer: estar atenta a la comida y estar disfrutando de la fiesta que fue realizada en su honor. No obstante, Gordon parecía divertirse más viendo cómo era la situación en la cocina y las discusiones entre Dominic y Miguel. Además de que Hattie terminó por ser una conversadora muy entretenida.

—Entonces, terminaste aquí porque le embarraste la bebida encima —repitió Mika, tratando de comprender por qué el apuesto chico de ojos azules no estaba en la fiesta gozándosela.

Ella estaba segura de que lo haría si estuviese en su posición. Pero no, hoy tuvo que dejar la salida que tenía con sus compañeras de apartamento para venir a trabajar. Horrible.

Pero la pobreza era peor.

—Algo así —afirmó Gordon apenado, rascando la parte de atrás de su cabeza y sonriendo sin mostrar los dientes.
—Oh vaya —Ava aguantó una carcajada, de solo imaginarse la escena y la reacción del chico ante la frialdad de Hattie. La gente no tendía a reaccionar bien cuando su respuesta para todo era inexpresividad, aunque por dentro estuviese sintiendo de tres emociones en conjunto.
—¿Alguien me quiere decir por qué tengo tres mujeres sin hacer nada y a un chico con esmoquin en mi cocina, eh? —escucharon una voz firme y con deje de irritación en su voz.

Dominic caminaba hacia el grupo con un semblante amenazante. Gordon tragó audiblemente al observar al cuchillo bien filoso que sujetaba con su mano derecha. Por un momento se preguntó qué pasaría si el chef resultaba ser un maniático con un desorden mental y una fijación por cortar carne humana como cortaba la carne de los cerdos.

—Es uno de los médicos, Dominic, tranquilo —se apresuró a decir Hattie, la única que se había quedado a su lado.

Ava y Mika habían desaparecido tan pronto captaron de reojo el brillo del filo del cuchillo. Mika ya estaba saliendo de la cocina, con destino a atender a algunos invitados si es que deseaban algo más de comida. Ava se encontraba junto a la señora García, sirviendo cocteles en vasos de cristal.

—¿Y por qué estás aquí, niño? —cuestionó, frunciéndole el ceño al castaño.

Había encontrado solo un pote de salsa para las carnes. Eso no era suficiente. Ya tenía demasiado aguantando las excusas del chico Miguel y el caos en la cocina, para ahora tener que aguantar a un doctorcito que se confundió con el salón de fiestas.

—Eh…yo…
—Tengo un montón de carne esperando por asarse allí, para que todos allí adentro (donde deberías estar) coman; además de que quedan más bebidas por servir y postres que hacer. Muchas bocas que alimentar —decía cada palabra con autoridad y sin dejar que nadie interrumpiese— Así que si no tienes un título con honores en culinaria, te sugiero que dejes de distraer a mi repostera y saques tu trasero de mi cocina.

Silencio.

—¿Capisce?

Cuando Hattie volteó la mirada, Gordon ya estaba saliendo apresurado del lugar. Dejando su billetera encima de la mesa.



—Donner —llamó firmemente y en cuestión de segundos, su flat-coated retriever negro apareció en la cocina.

Sonrió al ver el movimiento ansioso de su cola, ya sabía lo que venía. Termino de tomarse el vaso de jugo, para después amarrar la correa al collar de su hermoso perro. Lo había comprado poco tiempo antes de mudarse, ya que Luckie se quedaría con sus padres en Springfield.

—Vamos a dar un paseo —le habló mientras le acariciaba el cuello. Realmente comprarse un perro fue lo mejor que pudo haber hecho.

Aun recordaba todas las insistencias de sus padres para que se mudara junto con Kayden, su hermano, en vez de vivir sola en un apartamento. Pero cuando Hattie se decidía por algo, eso era. No cambiaria de opinión ni ahora ni nunca. Y por mucho que amase a su hermano, no se veía viviendo con en el armonía y paz. Kayden era muy ruidoso, desorganizado y poco higiénico. Y nunca la dejaba ver lo que quería en la televisión. Prefería su relación como estaba: yendo a visitarse mutuamente varias veces en la semana o cuando tuvieran tiempo libre.

Mientras caminaba por las calles de Chicago, agradeciendo que era domingo en la mañana, por lo que no había mucha gente en la calle, fue difícil evitar que los recuerdos de hace poco la invadieran de nuevo. No había pasado tanto tiempo desde que salió de su casa. Y aunque no quería admitirlo, le seguía doliendo. Aún estaba afectada.

Donner estaba extasiado de estar fuera del departamento y lo expresó sin restricciones, ya que comenzó a aumentar la velocidad al punto de que Hattie se vio obligada a correr  para no quedarse atrás o terminar soltando la cuerda. Este era el único tipo de ejercicio que hacia —descontando el trabajo de sus brazos mientras amasaba y mezclaba ingredientes al cocinar o al limpiar su hogar.

Nunca en su vida llegó a pensar que alguien la traicionaría. Es decir, apenas tenía un amigo y él se había largado a Europa tan pronto se graduaron. Y según su criterio, las personas traicionan cuando se ven amenazadas por alguien. Extremadamente amenazadas. ¿Qué le había hecho a su hermana para que le hiciera aquello?

Bien, está de más decir que ella y Jannie nunca se llevaron del todo bien. Sin embargo, nunca fue por inicios de Hattie. Ella solo quería tener una hermana con la cual contar. Lamentablemente, esa hermana le salió el peor enemigo de todos.

—¿En serio creíste que él te amaba de verdad? —el tono burlesco de su hermana dejaba ver lo increíblemente bien que se la estaba pasando.

La pelirroja solo estaba de pie, a metros de la escena, con la quijada en el suelo y el corazón en la garganta. No sabía cómo reaccionar, que pensar, con que ojos mirar.

¿Cómo con que ojos? ¡Te traicionaron! ¡Los dos!

No sabía a quién mirar por más tiempo. Su hermana sonreía con esa mueca que siempre cargaba cada vez que la iba a molestar —es decir, a insultarla, decirle lo gorda e inservible que siempre ha sido. En cambio, Dexter…a él ni siquiera quería verlo. Ya no quería ni pensar en su nombre.

Así que con un único pensamiento y deseo de no tener más nada que ver con ninguno de los dos por el resto de su vida, tomo una bocanada de aire y dijo:

—Ustedes dos son de la peor clase de personas que existen. Tienen tan poca moral y respeto por sí mismos y por los demás que dan pena, asco y ganas de nunca respirar en la misma habitación que ustedes. Permiso.

Claro que aquello fue lo más valiente y fría que pudo mantener delante de la gente. Porque al encerrarse en su habitación, colocó el álbum completo de Imagine Dragons y lo subió al máximo volumen con el fin de que nadie escuchara sus llantos y lamentos.

El ladrido de Donner la sacó abruptamente de sus pensamientos. Rápidamente, se percató de sus alrededores y paro de caminar justo antes de chocar con un poste de luz. Bajó la mirada y le brindó una enorme sonrisa a su perro. La inteligencia de estos animales nunca dejaba de sorprenderla. Se agachó y tomó al perro entre sus brazos, acariciándolo y jugueteando con él.

—Vaya que me saliste inteligente, peque —le dijo, acariciando el lugar detrás de su oreja izquierda.

Como respuesta obtuvo un lamido en su antebrazo.



—¿Estás seguro de eso, Jedd? —le preguntó su mejor colega hasta ahora.

Roger y el habían congeniado bien desde su primer día trabajando en el banco AIB. Durante estos últimos años, Roger había sido lo más cercano a una familia que ha tenido. A pesar de que seguía manteniendo la comunicación con sus padres y su hermana (aunque con esta última más limitada), no era lo mismo cuando se trataba de apoyo moral. Aunque quiso aparentar que todo estaba normal con él, muchas veces terminó derramando un montón de lágrimas en el departamento de su amigo.

—Muy seguro —afirmó, asintiendo con la cabeza— Puede que me la encuentre, sí; pero eso no me importa mucho. Chicago es mi hogar, después de todo.

Y sabía que extrañaría a Roger demasiado una vez que no estuviesen juntos. Sin embargo, por igual tenia por cierto que él y Roger volverían a verse más pronto de lo que imaginaban. Aun no tenía previsto cuando ni donde, pero el momento vendría.

Una vez en su departamento, se vio a si mismo sentado en el suelo de la sala, mirando a su alrededor. Estaba teniendo un argumento interior. A pesar de haber estado seguro cuando le respondió la pregunta a Roger, aún existían un sinfín de cuestiones en su interior. Los “y si” lo atormentaban mucho, aunque al final optaba por dejar de preocuparse y saltar a lo desconocido y ver que obtendría al hacerlo.

La vida es una sola y tengo que vivirla dignamente.

Y extrañaba demasiado a su familia. Y a sus amigos —aunque pocos, pero verdaderos. Chicago como estado, en si, por más irracional que sonara o pareciera. Pero era difícil mantenerse tan alejado de tu hogar por tanto tiempo. Y ya tenía el plan perfecto.



Tenía el celular en la oreja derecha mientras sacaba el cereal del gabinete y la leche de la nevera. Hoy no tenía ánimos de cocinar algo (de lo poco que sabía) o de pedir comida. La aplicación ‘line’ era lo mejor que podía haberse creado. Llamadas gratis internacionales.

La línea sonó monótonamente tres veces antes de ser atendida.

—Miren quien ha decido recordar que tiene una hermana —la voz de la chica estaba llena de emoción sarcástica.
—Jordan, tampoco es que tú me llamas todo el tiempo —rodó los ojos.
—Soy una chica que tiene sus responsabilidades —Jedd se rio entre dientes por tal excusa.
—Si hablaremos de responsabilidades, puedo apostarte que tengo un montón más que tú. Mucho más tediosas.
—Pues-
—Y lo sabes —puntualizó.
—Ya, okey. ¿Qué deseas, querido exiliado? —preguntó con dramatismo.
—No soy un exiliado. Visito en navidad y en pascua —enumeró con los dedos de su mano— Siempre tienes que saltar con algo incoherente.
—Y tú eres demasiado aburrido —replicó su hermana, pudo incluso imaginarse como le sacaba la lengua.
—Infantil.
—Sentido del humor seco.
—Vaya, que creativa —dijo con sarcasmo.
—Irlanda te ha puesto más burlón —la sonrisa de Jordan se podía escuchar.
—No, eso es por ti.
—Touché. Pero en serio, ¿pasa algo?
—¿Qué acaso no puedo conversar con mi hermana favorita? —preguntó haciéndose el ofendido.
—Soy tu única hermana, gaznápiro.
—Y también has estado leyendo el diccionario, me alegra ver que te nutres, hermanita —ahora fue su turno de usar la emoción falsa.
—Voy a cortarte, Jedd.
—Y con eso le dices adiós a tus suvenires irlandeses, Jordan.
—¿Ya te he dicho cuanto te extraño?



La campanita que con su tintinar anunció que alguien más entraba al café. Típico de las mañanas en los días de semana y para el beneficio de todos —mientras más personas apreciaran el rico desayuno ofrecido en Ragsdale Sweet Corner, mucho mejor. Hattie observo a Elliot ocupado atendiendo a un par de adolescentes que lo miraban con sonrisas “dulces”, por lo que se apresuró a salir de la cocina para ir detrás del mostrador. Una sonrisa curvó su redondo y cachetudo rostro cuando reconoció al chico delante de ella.

—¡Killian, cuanto tiempo! —exclamó emocionada.

El chico, junto con su novia y su bebe (la personificación de ternura), visitaban el café constantemente. Le agradaba tanto cuando los clientes se convertían en aquellos que van todas las semanas, inter-diario o diario —estilo Zeth, al que no había visto desde su última charla sobre la firma de los papeles del divorcio, ahora que lo pensaba. Por lo que se había desanimado un montón cuando el trío dejó de visitar el café por un tiempo.

—Hola, Hattie —el rulos le dedicó una sonrisa de lado— Quisiera un especial de la casa, por favor.
—Claro, lo tendrás en un momento —anotó el código en la caja registradora y le pasó el cambio. Tomó la factura y la colocó en el mostrador que estaba entre el principal y la cocina— ¿Cómo están Zarina y Harlow?

El cambio de actitud fue instantáneo. Y en cuestión de segundos, Hattie se dio cuenta de que no debió haber preguntado aquello. Su sonrisa fue eliminada de su rostro y estudió la expresión de Killian.

—Lo siento, ignora que hice esa pregunta —se apresuró a decir.

Detestaba hacer sentir a las personas mal.

—Ni siquiera sabes lo que paso —comentó el chico, rodando los ojos, en un fallido intento por aligerar la tensión entre ambos.
—Reconozco esa mirada —confesó sin siquiera pensarlo y se encogió de hombros.

Killian subió la mirada y la miró sorprendido por unos momentos, sin decir nada. Hattie estuvo tentada a decir “hay muchas cosas que no conoces de mí” pero optó por el silencio. El “tín tín” de la otra campana, que anunciaba que había una orden lista, interrumpió el silencio entre ambos. La pelirroja se dio la vuelta para tomar el desayuno del chico y segundos después colocó la bandeja en frente de él.

—No tienes que decírmelo, tranquilo —lo alentó.

Pero para su sorpresa, Killian se movió hacia su izquierda y se sentó en una de las sillas altas en frente al desayunador que era toda la parte lateral del mostrador principal. Tomó su bandeja y después de darle un sorbo al café, dijo:

—Creo que hablarlo contigo me hará más bien que mal. Si no te molesta, claro.
—Tengo todo el tiempo del mundo —replicó ella.

Y a medida que el chico fue relatando su rompimiento con Zarina y lo vacío que se sentía sin ella y sin Harlow, comenzó a preguntarse que estaba mal con el mundo. Primero Zeth y Faith, ahora Killian con Zarina y Harlow; sin mencionar que ella no tenía la experiencia más digna de recordar en cuanto a relaciones se refiere.

El amor era mucho más complicado de lo que se creía. Mucho más.