Work bit*h. {Cancelada

Capítulo 002

Eran cerca de las tres y cuarto de la madrugada, los pies me dolían, las piernas me temblaban, mis ojos se cerraban por si solos, y mi cerebro estaba completamente desconectado de la realidad. Estaba absoluta e irremediablemente cansada, quizá debería dejar de salir tanto, o quizá sea el hecho de que estoy en una ciudad que es completamente desconocida, sola, sin el apoyo de nadie y llevo cerca de cinco meses tratando de sobrevivir. Solté un enorme suspiro cuando escuché el llamado del maldito gordo obeso, y sí, estoy redundando, pero es que en serio era enorme y desagradable al ojo humano, siempre sudado y sucio, me daba asco de tan solo escucharlo... Él era mi jefe, y creo que me estaba regañando por ignorar a un par de clientes por estar pensando en la nada así que volví a mi realidad, esa en la que yo trabajaba casi que 24/7 con tal de poder medio pagar una habitación en algún recóndito lugar de la ciudad y comer. O algo así, volví mi mirada hacía la barra que estaba impecable y solté el paño que había usado para limpiarla, el bar ya casi estaba cerrando, pero mi trabajo apenas y empezaba pues era a mí a la que le tocaba limpiar todo el desastre que quedaba, hice una mueca y tomé mis audifonos, si había algo que mejoraba todo, cualquier situación or muy mala que fuese, para mí, eran la música. La adoraba con toda mi vida, y no estaba dispuesta a hecer otra cosa que no fuera ser música y esa era la razón por la cual estaba ahí. Por la cual tenía tres trabajos, por la cual no dormía, por la cual me había fugado de casa, por la que no había ido a la universidad, por la cual mis padres no me hablaban, y por la cual a ellos no les importara que estuviese aquí trabajando la gota grda, como quien dice, por algo que no vale la pena según ellos.

  La música resonó en mis oidos y escuché algo parecido a un bufido de despedida del gordo obeso de mi jefe, el cual no respondí, en su lugar tome una escoba y empecé a limpiar y recoger todo lo que había por ahí, pero antes me saqué los tacones que cargaba y recogí mi larga melena pelirroja en un gran rodete desprolijo, logrando el aspecto de una pordiosera con estilo. sonreí ante mi absurdo pensamiento, y seguí en lo mío perdiendome en la música y letra de cada canción que se reproducía y n sé cuánto tiempo exactamente había pasado o si era demasiado tarde, solo sabía que en ese momento se reproducía a todo volumen Roar de Katy perry, y esa canción de alguna manera me hacía poner muy sentimental, porque yo en verdad la sentía, y era por eso que seguía sin importar que cada persona que me escucha hablar de mi sueño diga: "Jamás lograrás nada, no tienes talento". Y sus palabras me herian tanto, pero yo podía, lo sabía. De algún modo lo conseguiría, no había soportado tanto para nada, ¿no? Era una ganadora, y jugaría a morir. Antes de darme cuenta ya había terminado y tomando mis taconesen una mano y mi bolso en a otra salí del bar, el cielo comenzaba a aclarecer, probablemente no dormiría sino la hora que me llevaba llegar a casa pues dentro de poco tendría que arreglarme denuevo para aslair a otro trabajo. Suspiré, y mientras caminaba hacía la parada del autobus empecé a tararear  Part of Me de Katy también, ¿acaso no he mencionado que la amo? ¿No? Bueno pues es así, la amo. Es una de mis cantantes favoritas y casi todas sus canciones me llegan de una forma sobre natural. El utobus llegó y como era de esperarse venía vacío, a esas horas de la mañana quién realmente sadría de su casa. Me monté en el y tome un asiento hasta la parte de atrás y menos de dos segundos ya me había quedado profundamente dormida. El chofer del autobus me despertó al final del camino, ahí en el medio del todo feo, donde vivía. Le agradecí y pague antes de bajarme y caminar un par de cuadras hasta quedar frente a la puerta de un pequeño edificio de unas tres plantas, con pintura abonbada y una estructura arquitectónica tan antigua que cualquiera diría que estaba a punto de derrumbarse. Subí hasta la ultima plata y abrí la puerta numero 306 quera un mini departamento tipo estudio, donde en una sola habitación estaba el baño, el cuarta, la sala y la cocina. sí, ahí vivía yo. Los muebles eran escasos y aún así todo estaba amontonado, al entrar al pequeño departamento cerre con seguro pues no era, exactamente la zona más segura de toda la ciudad, pero era un techo y eso bastaba ¿no?, en el piso cerca de la ducha había un monton de sobres esparcidos, los tome y les di un vistazo pese a que sabía que su contenido no traería nada grato para mí, eran cuantas. Cuantas y más cuantas, la del agua, la de la luz, de arrendamiento, resoplé y lo tiré sobre la pequeña mesada de la "cocina" y desponjandome de mis ropas prodecí a darme una reajante ducha de aqua fría, porque ¿adivinen qué? no tenía calentador. ¡Que divertido!, abrí la llave y básicamente di brinquitos hasta que de un momento a otro ya me encontraba debajo del chorro de agua. Lave mi cabello y mi cuerpo y una vez que me había acustumbrado a la gélida temperatura del agua, logré relajarme casi por completo y digo casi, pues mi teléfono sonó interrumpiendo mi pequeña burbuja de descanso. Salí de la ducha envolviéndome el cuerpo en una toalla y caminé hasta mi cama para tomar mi teléfono, el nombre de Matt apareció en el idetificador de llamadas, bufé.

— ¿Qué diablos quieres? — bufé nolesta, él pordría ser mi mejor amigo pero acababa de interrumpir los pocos minutos de relajación que tengo en todo el día.

— Uy, qué humor — se quejó, rodé los ojos. — ¿Mala semana? — preguntó, suspiré y me senté en el borde de la cama.

— De las peores, ¿por qué llmas? — repondi, juraría que lo escuché sonreír

— Adivina quien es el mejor amigo del mundo y acaba de conseguirte una pequeña audición en frente de uno de los más importantes dueños discográficos de todo el mundo. — inquirió, y yo me tensé por completo.

— ¿Ah? — pregunté un tanto aturdida y él rió.

— Acabo de colgar con el mismísimo Nathan Stark y me dijo que quería verte en persona. — eso me descolocó por completo. El silencio se hizo presente entre nosotros, y no sé si e´l esperaba que yo dijera algo o algo, pero la verdad es que me había quedado muda, paralizada, mi mente completamente en blanco, tratando de procesar lo que acababa de decirme.

— Hop... — llamó, no respondí. — Hop... — intentó de nuevo. — ¡Hopiness!— gritó y yo salí de mi trance.

— ¡¿Qué?! — pregunté un tanto sobresaltada por su grito, el rió.

— Nathan stark quiere verte. Hoy. A. Las. Diez. — dijo todo sumamente pausado, miré mi reloj, 9:45 am, ¡Mierda!

— Matt te adoro pero te dejo. ¡Nathan Stark quiere verme hoy a la diez! — chillé emocionada y antes e que cortara escuché que me volvió llamr — ¿qué? — pregunté un tanto fastidiada, aún tenia que arreglarme y m quedaba muy poquito tiempo.

— Aun no te he dicho donde quedamos, ¿o sí? — me sonrojé, aunque sabía que el no podía verme, no dije nada y lo escuché reír, poco después me dijo donde era, un café. El café más lujoso de toda la ciudad, tenía que vestirme a la altura del lugar, ¿no? Me apresuré a rebuscar entre toda mi ropa, (que tampoco era tanta), algo más o menos presentable y termine optando por un top crop negro que resaltaba mi busto, y llegaba hasta mis costillas, y una falda de tiro alto negra igual, que en la caderas era un poco suelta, con unos tachones, unos tacones rojos, que combinaban con la chaqueta de cuero roja, y recogí mi cabello en una coleta de caballo alta, dejando algunos mechones sueltos al frente, y mi maquillaje no era más que rimel, un poco de delineador y pintura de labios rojo escarlata, porque adoraba ese color.

Tomando mi bolso, teléfono y llaves salí despavorida de mi departamento, pues tenia solo unos 5 minutos para llegar a tiempo, y no lo iba a hacer. Madlije en mi interior llevaba casi una hora de retraso y cuando por fin logré llegar al frente del café lo vi salir con el ceño fruncido y mirando su reloj de muñeca. ¡Mierda, mierda, mierda! Él caminó unos cuantos pasos lejos de mi, y lo vi subirse a un lujoso, que digo lujoso, lujosísimo auto, y sin pensarlo dos veces, cuando estuvo a punto de arrancar me lancé hacía el. Frenó justo a tiempo y por acto reflejo mis manos se estrellaron contra el capó del vehículo en un ruido sordo. él se bajo de golpe.

— ¿Acaso está loca? ¿cómo te lanzas así? — exclamó mirandome como si estuviese desquisiada.

— Perdón, perdón, perdón... — casi supliqué, y di un par de pasos hasta quedar delante de él, ¡dios! este hombre era hermoso, con sus cabellos rubios, y ese rostro... y esos bellísimos ojos azules, que matarían a cualquiera, y esos labios, ¡Dios esos labios! El hombre no pasaba los treinta, mordí mi labio inferior tratando de controlar mis hormonas, él me miro, y me miro, y me miro, de pies a cabeza y viceversa, sus ojos quemaban cada parte de cuerpo que analizaba, y jamás me había sentido tan nerviosa en mi vida.

— ¿Qué quieres niña? — preguntó con una mueca de desagrado, inspiré profundo y enfoqué todas mis fuerzas en decir lo que debía decir. Y no en lanzarme encima de el y besarlo porque el muy condenado tenía unos labios que provocaba deborar. Agité mi cabeza y alejé esos pensamientos inapropiados del que podría ser mi futuro jefe, me sentía como si de nuevo tuviese 16.

— Yo quería disculparme y hablar con usted. — murmuré y miré mis manos un tanto nerviosa, volví a mirar sus preciosos ojos. — Yo... llegué muy, demasiado, horrendamente tarde y en verdad lo siento, lo siento mucho. Es que todo me tomo por sopresa y yo no sabía nada de la cita, Matt me lo dijo hace poco y yo apenas estaba llegando a mi casa y vivo lejos, y solo tenía muy... yo, no es excusa porque debí ser puntual y en verdad lo lamento y si usted es tan amable de darme una segunda oportunidad estaría verdadera y eternamente agradecida porque me regalaría unos minutullos y así podría probar que quizá no estoy aquí solo por capricho sino porque de verdad es mi destino y... — me vi interrumpida cuando su mano se estampó contra mi boca en un intento de que me callara porque hablaba demasiado rápido y mucho.

— Déjame ver, ¿tú eres Hopiness? — preguntó, con una mueca, yo asentí y llevé mis manos a su mano para quitarla de ahí y senti como una corriente electrica me recorria por completo, mientras mis hormonas enloquecian. — Eres mucho más joven de lo que esperaba, y más bonita debo admitir. — comentó y retiró su mano de mi rostro, baje la cabeza casi de inmediato sintiendo mis mejillas arder por su cumplido.

— Gracias. — musité apenas audible, vi el intento de una sonrisa tirar de la comisura de sus labios.

— ¿Qué edad tienes niña? — fruncí un poco el ceño, no era una niña pero tampoco muy vieja, aún así se podía considerar que era joven.

— Cumpliré veinte dentro de dos meses. — respondí con una mueca, y una media sonrisa se dibujó en sus rostro, y ¡diablos, esa sonrisa debería ser ilegal! Es demasiado tentadora. Todo en él era jugar a tentar.

— Oh. — comentó como si aquello hubiese sido un alivio o una muy buena noticia. — Pues entonces vamos, aun estamos a tiempo de tomarno un café. — dijo, señalando con la cabeza hacía el local, sentí que todo era demasiado bueno para ser verdad, y juro que podía medio chillar. Asentí y lo seguí al interior del café, una vez ahí nos sentamos en una mesa para dos y pedimos, él un frapuchino de vainilla y yo un mocachino.

— Señor Stark muchas gracias por esta oportunidad en serio. — murmuré un poco apena, él me sonrió y sus ojos me escanearon una vez más, su mirada se detuvo un momento sobre mis pechos y siguió su recorrido hacia abajo, y después la regresó a mis ojos. Me sentía un oquito incómoda y muy emocionada.

— De nada, pero soy Nathan, casi nadie me dice "señor Stark" — comentó con una mueca demasiado adorable como para que alguien fuese capaz de realizarla. — ahora, cuentame un poco de tu historia. — pidió y yo hice una mueca, hablar de mivida no era algo que me emocionara mucho.

— Eh... yo... pues bueno. — suspiré. — Nací en Ámsterdam, pero mis padres eran américanos y aunque viví gran parte de mi vida ahí, hace unos cinco o seis años nos mudamos a estados unidos y hace excatamente cinco meses casi seis, me vine para acá. Persiguiendo mi sueño y tratando de sobrevivir en el intento. — comenté y tomé un pco del café que ya nos habían traido, él asintió y se relamió los labios, en un acto muy provocador.

— No fue fácil. — afirmó y yo negué.

— No, no lo fue, no lo es, y creo que no lo será. Hasta ahora esto es lo más cerca que he estado de intertar lograr algo con mi vida. — resoplé y el sonrió un tanto picarón, o no sé si su sonrisa era así por naturaleza. — Adoro cantar, siempre lo he hecho y la música es prácticamente mi vida, pero mis padre jamás me han apoyado y la vida misma parece estar en mi contra. — me quejé un poco frustrada, solo un poco, él rió inclinadose sobre la mesa hacía a mi, su rostro  invadiendo un poco de mi espacio personal, el corte de distancia fue tan brusco que me quedé en blanco, parpadeé un par de veces sorprendida, sus ojos se fijaron en los míos y después bajaron a mis labios, y viceversa.

— Pues ahora estás aquí, ¿no? — sonrió socarrón, no respondí, me limité a sentir como una boba, y casi suelto un chillido cuando sentí algo rozar mi pierna por debajo de la mesa, solo unos segundos me bastaron para descubrir que esa era su mano, él me estaba tocando, ¡Tocando! su mano subió un poco más por mi pierna y aunque parte de mi quiso moverse y estamparle una cachetada por tal atrevimiento la otra, y la que se apodero de mí, no sabía exactamente como reaccionar pero no le digustaba la situación solo era... extraña. — Eso debería darte una señal, ¿no? — susurró y sus labios estaban cada vez más peligrosamente cerca de mí, su mano subió un poco más y sus dedos rozaron la parte más intima d mi ser, por acto reflejo apreté mis muslos y sentí su sonrisilla ligeramente burlona y divertida. Esto se estaba subiendo de tono, se me estaba yendo de las manos.

— ¿Qué estarías dispuesta hacer por cumplir tu sueño? — sus labios rozaron los míos, y su mano se adentró más en mi entre pierna encendiendo en mi algo que no sabía que existía, un ligero gemido se escapó de entre mis labios y se perdió al chocar contra los suyos.

— Todo — suspiré y él sonrió.

— Eso era todo lo que quería escuchar. — murmuró y estampó sus labios contra los míos en un beso agresivo, como si quisiera deborarme vivam y quizá lo haga.

 

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