Broken Wings ||NC

Saqué la cabeza por la puerta del corredor buscando a algún guardia con la mirada. Nada. El pasillo estaba vacío y las puertas a cada lado de las paredes estaban cerradas, garantizando una broma bien jugada.

Salí de mi escondite detrás de la planta en la esquina de la habitación y salí hasta el corredor encaminandome a la puerta negra al final del pasillo que tenía escrito en lo alto “STAFF”. Miré hacia ambos lados, justo como debía hacerlo al cruzar la calle… claro que yo particularmente no lo hacía nunca.

Giré la manija y con una sonrisa malevola, abrí la puerta.

La habitación estaba vacía, las luces apagadas, pero aún así se podían distinguir los muebles de cuero contra la pared, en la cual también se encontraba una mesa llena de lo que parecían ser snacks.

Subí el volumen a la musica que explotaba en mis oidos, alejándome de el ruido que había usualmente después de nuestros desfiles, gente gritando, camaras por todas partes, paparazzi metiéndose a nuestros vestidores y yo… haciendole bromas a los muchachos de seguridad, igual que lo hacía siempre después de los desfiles.

-You're only happy when I'm wasted, I point my finger but I just can't place it, feels like I'm falling in love..-canté bajito, sabiendo que cualquier ruido sospechoso me delataría, y aunque no sabía en que pasillo me encontraba, no sería una Buena idea ser atrapada con las “manos en la masa”. Lentamente caminé de puntitas hasta detrás del sofá mas cercano, me saqué la mochila de la espalda y la abrí, sacando la crema batida, la leche pasada y la harina para pasteles.

Primer paso: Crema Batida.

Saqué la tapa y sacudí el contenedor rapidamente mientras caminaba hacia el baño a mi lado, buscando con la mirada la crema para afeitar y encontrándola justo detrás del espejo. La tome y vacié el contenido en la vasija, asegurandome de que no quedara nada dentro y empezando a vertir la crema batida en el contenedor de crema para afeitar.

Primer paso: Listo

Segundo Paso: Leche Pasada.

Sostuve el carton de leche en las manos, pensando en cual de todas mis ideas usar. La leche siempre funcionaba en los zapatos, en mochilas y de vez en cuando, en ductos de ventilación. Decidí la mas sencilla y con el carton bajo el brazo, caminé hasta el pequeño armario que estaba empujado entre un sofa (otro) y una pared, abriendo las puertas silenciosamente y sacando los primeros zapatos que estaban a la vista, unos kicks rojos marca Supra. Bufé, oh que cliché. Tape mi nariz con los dedos y lentamente vertí el contenido del carton en el zapato. Ahora eso dejaría olor.

Segundo Paso: Listo.

Tercer Paso: Harina Pastelera.

La bolsa estaba abierta por una esquina, haciendo mi trabajo mucho mas fácil al no tener que salir a buscar algo para cortar, asi que me subí a un taburete cercano y con algo de ayuda de la linterna de mi iPhone, esparcí la harina sobre las élices de el ventilador.

Captan a donde quería llegar? Ellos, muy confiados de que todo estaría bien, prenderían el ventilador y todo caería sobre ellos como blanca navidad. Genial.

Tercer Paso: Listo.

-Genial, genial, genial. –canté mientras guardaba mis cosas en la mochila negra y saltaba alrededor de la habitación. Cerré la mochila y silenciosamente salí de el vestidor, no debían tardar en llegar y yo tenía que estar con las chicas para no levantar sospechas.

Los pasillos seguían vacios, gracias a Dios, y la luz verde que debía estar prendida sobre las camaras de seguridad, estaba en color rojo, significado: estaban apagadas. Mas genial todavía.

Había sido un buen día, y luego yo había despertado. ¡Soy genial perras!

-Rayos, vieron esos bikinis? Eran tan ajustados que pensé que servirían como parches de ojo. –Una voz dijo a la vuelta de la esquina, rápidamente me escondí detras de una planta.

-Los rosados eran lindos, apuesto a que te verías precioso con uno de esos, Lucas – ahogué una risa, quien quiera que fuera Lucas, el chico tendría pesadillas logrando que los pezones no se le salieran por los bordes, Dios sabía que yo tenía problemas con eso.

-Apuesto a que me vería cuatro veces mejor que todas ellas. –se hizo un silencio y todos estallaron en risas, al parecer eran mas de dos personas. –Diablos, nunca había dicho una mentira tan grande, créanme chicos, no quieren verme en tanga. –las voces se acercaron y se volvieron a alejar.

Salí de mi escondite y me alejé de aquel pasillo, doblando en la esquina y caminando hacia la puerta rosa que tenía escrito en grandes letras blancas “MODELOS”.

Los gritos se oían desde kilometros atras, me preocupaba el hecho de que ningún jefe de seguridad hubiera pasado para asegurarse de que todavía estaban todas las chicas vivas.

Bah, mejor para mi si se morían todas.

Al abrir la puerta del vestidor no me sorpendí al ver a casi todas las chicas matandose a gritos. Siempre peleando por las mismas cosas banales. Gritandose cosas tan pateticas como “¡¡Estas gordisima!!”, ninguna entendía que el hecho de ser modelos nos hacía iguales a todas.

-Leah, gracias a Dios que llegas. Ve a buscar a Maya. –asentí, la mejor manera de tratar con todas estas tías era no hablarles. –Esta en el baño.

Caminé hasta la pared de al final del vestidor y toqué dos veces.

-Maya, necesitamos irnos ahora. –canté su nombre a traves de la madera de la puerta.
-Ya voy. –respondió agresivamente, sabía que le molestaba ser apurada, porque a mi tambien me molestaba.
-Te damos cinco. Si no estas lista nos vamos sin ti. –me reí internamente mientras me alejaba de la puerta.

Ahora iríamos a celebrar el primer desfile de la temporada, lo que significaba beber mucho, sexo descontralado y mucha mucha droga, y no es que me molestara.

Este tipo de fiestas se hacían en bares reconocidos por las peleas nocturnas y por la cantidad de famosos que se reunían allí para celebrar cualquier estupidez, fuera plicula o un nuevo miembro en la familia (el cual 9 de cada 10 veces era un animal).

-Chicas dejemos a Maya. –dijo una pelirroja que nunca había visto antes. –no es como si fuera muy importante, igual. –la golpeé mentalmente.
-De acuerdo.
-Si.
-Genial. –todas las chicas eran unas putas. Cuando estuve en el orfanato por lo menos intentabamos cuidar de los otros, claro que eso no me había alejado de los malos vicios.

Las chicas salieron de la habitación y por fin pude escuchar el silencio. Rompiendo mis tímpanos con su fuerza, pero calmando mis músculos con su tranquilidad. Era casi la misma sensación que me provocaba aquel polvo blanco que se encontraba dentro de mis zapatos, sobre la suave almohadilla de mi tacón de aguja, los cuales me alzaban por lo menos unos 15 centimetros mas allá de mi metro setenta y ocho.

Salí de la habitación, caminando hasta los estacionamientos que estaban detras de el edificio de entrevistas. Habían varios fotografos, asi que puse mi mejor cara de poker y me subí a mi hermoso Porsche Amarillo. Pasé el seguro y mi auto ronroneó al prenderlo, dándome cosquilleos en la espalda y moviendo mi cabello alrededor mientras el aire frío de la noche golpeaba mis maquilladas mejillas.

Al llegar fuera del edificio me bajé, dejando mi auto a un par de metros de la entrada. Lo aseguré y caminé moviendo mis caderas hacia la entrada. No necesitaba identificación, al igual que las otras chicas, ya el mundo entero sabía que vendríamos y que teníamos toda la intención de ser tratadas como la maldita realeza.

-Permiso. –dije róncamente en el oido al chico de seguridad, asegurándome de presionar mis pechos contra su brazo musculoso. Era un lindo chico, unos 20 más o menos, brazos fuertes, espalda musculosa, cabello negro y ojos verdes.
-Adelante cariño. –repondió, apretando discretamente mi cintura a través de mi ceñido vestido azul oscuro.

La sala era oscura, habían muchas personas y la mayoría estaba bastante borracha o drogada, asi que a nadie le importaría lo que estaba a punto de hacer. Busqué con la mirada los baños y lentamente hice mi camino hacia ellos, pasando al lado de la sección VIP y viendo la cantidad de cerveza en las mesas. Un maldito botín.

Abrí la puerta de los baños y me saqué el zapato derecho rapidamente, encontrando mis bolsitas y sacando la tarjeta de crédito de mi cartera. Vertí el polvito en la mesa de los lavamanos y con la tarjeta hice una delgada línea. Me arrodillé enfrente de ella y con ayuda de mis dedos, tapé una de mis fosas nasales, inhalando el paraiso. Al terminar, lave mis manos y pasé una toalla de papel sobre la superficie eliminando los restos y guardándolos de nuevo en la bolsita.

La cocaina era carísima para estarla desperdiciando.

Guardé todo e inhalé de nuevo. Algo del polvo se había pegado a las paredes de mi nariz, asi que con los dedo índice y medio, golpeé la naríz un poco, sacando residuos e inhalandolos de nuevo.

La usual sensación de ‘euphoria’ se fue apoderando de mi cuerpo y pude sentirme abrir la puerta del baño saliendo de este y empujando a las personas a mi alrededor, caminando hacia la pista de baile.

La canción cambió y pude reconocer No Handz de Waka Flocka, este era un remix de CRNKN, podía reconocerlo porque yo tenía la canción en mi telefono.

Empecé a mover mis caderas al ritmo de la voz del cantante. Esta era una de mis canciones favoritas y bailar siempre se me había dado bien, así que no me costó mucho atrapar un par de miradas. No me molestaban, pero hacían que mi cabeza diera mas vueltas de lo normal.

La canción llegó a el punto donde era solo techno y me sorprendí al tomar la mano de la persona mas cercana a mi y colocarlo justo detras de mi, moldeando mi trasero a el zipper de sus pantalones. El chico misterioso tomó mis caderas en sus manos y empezó a moverme contra él, la fricción era exquisita, sus manos se movían de arriba hacia abajo de mi cuerpo y la sensación me hacía querer voltear la cabeza y hacer cosas privadas en frente de todo el mundo. El pecho del chico se amoldó a mi espalda y sentí sus labios justo debajo de el lóbulo de mi oreja.

-Girl drop it to the floor I love the way yo booty go –cantó en mi oido, su voz era ronca, pero tenía el tinte necesario para que mi espalda se arqueará contra sus pantalones -All I wanna do is sit back and watch you move and I'll proceed to throw this cash. –su respiración caliente se mezcló en mi cabello y fui sorprendida cuando el chico me volteó por las caderas y me miro intensamente a los ojos, mandando escalofríos por mi espalda. Sus ojos eran azules, de un azul que parecía casi imposible, las luces del lugar hacían que su cabello rubio se tintara de morados, rosados y azules, haciéndolo ver como una criatura de cuentos de hadas. Su piel era perfecta y, quizá era la droga, pero un aura de perdición se apoderó de mi y de repente quise pasar mi lengua por su mandibula, llegar a sus labios y morder el piercing que los adornaba.

-Leah Holztmann –me presenté, cautivada por su olor, una mezcla de tierra mojada, especias y agua de mar. Su mirada dejó la mia y se movió a mis labios entreabiertos.
-Luke Hemmings –y esa fue mi perdición.

NatalieFox