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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Las cuatro puertas. |NC|
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Re: Las cuatro puertas. |NC|
Sophie! Lloro libros T___T okno e.e jaja que alegria saber de ti<3
Cualquiera de las chicas que faltan y quieran subir pueden hacerlo.
Patry o Auri!
Patry dijo que intentaría subir el suyo así que la esperare, así iniciamos con la segunda ronda y subo el mio (el cual sigo modificando D:) y bueno, Auri no me dijo si subiría o no D:
Creo que cambiare la regla sobre subir capitulo cada tantos días, es decir, podrán tener mas de una semana cada una o intercambiar turnos cuando no puedan, para ser justas con todas por igual, sino, creo que seria injusto que luego yo les este reclamando que suban rápido, cuando ni yo subo rápido xD
Cualquiera de las chicas que faltan y quieran subir pueden hacerlo.
Patry o Auri!
Patry dijo que intentaría subir el suyo así que la esperare, así iniciamos con la segunda ronda y subo el mio (el cual sigo modificando D:) y bueno, Auri no me dijo si subiría o no D:
Creo que cambiare la regla sobre subir capitulo cada tantos días, es decir, podrán tener mas de una semana cada una o intercambiar turnos cuando no puedan, para ser justas con todas por igual, sino, creo que seria injusto que luego yo les este reclamando que suban rápido, cuando ni yo subo rápido xD
TheGirlImpossible
Re: Las cuatro puertas. |NC|
CAPITULO 05 ✎ Escrito por: lavigne. [patry] ♂ ♀ Narrador por: Narrado por tercera persona |
Annabeth habia vivido miles de veces en la tierra, y quizas volver a ella no era una gran alegria, pero tener de nuevo una mision, sí. El amor que Annabeth sentia por otras personas la inundaba de felicidad y deseo por ayudar a todos los demas, sabia como los humanos se comportaban, eran egocentricos y frios, algunos se salvaban pero odiaba el comportamiento de aquellos humanos. Era hora de que la mision comenzara, su alma se dispero, Annabeth cerro los ojos a sentir de nuevo la sensacion de viajar entre los planetas. Las preguntas llegaron pero lentamente se dispersaron.
Los pies de Annabeth tocaron firme por fin, se encontraba en un gran balcon del que su humano se iba caer de un momento, pero rápidamente extendio la mano haciendo que el chico no cayera. Annabeth ayudo a sujetarse haciendo que ambos quedaran a pocos metros mirandose a los ojos.
—¿Estas bien?—Annabeth le pregunto suavemente aquel chico
—Ahora que vos estas aqui, estoy perfectamente—el chico sonrio mostrando toda su dentadura.
—Ah bueno. casi te matas pero a ti lo unico que te importa es ligar—dijo un poco molesta, quizas su mision fuera a ser dura.
—Pelonas, me gustan demasiado—dijo sonriendo de nuevo—¿Queres ir a mi cuarto?
—Acaba de caerse de un trozo de esta casa y.. ¿Solo piensas en llevarme a tu cuarto?—dijo molesta, y se fue a buscar una forma de bajar de allá. Annabeth fruncio levemente el ceño, haciendo que su cara tornara a una aspecto gracioso.
Quizas eso era lo que odiaba de aquel mundo, sus personas, la forma de pensar y de vivir que tenian, totalmente diferente a la suya y a la de otros aliados, consiguio bajar por algun sitio aunque no sabia muy bien por donde pero llego a la planta baja donde la gente seguia con la fiesta, Annabeth se enfurecio más. Quizas si ella hubiera nacido humana haria lo que ellos estaban haciendo, disfrutar, pero Annabeth era un ser de luz, habia nacido a sí y lo entendia, pero a la raza humana nunca la comprendio eso si le gustaba visitar el planeta, y digo gustaba por que desde que la tecnologia comenzo a aflorar el planeta humano era horrible.
Salio de la casa, que estaba aparentemente en un bosque, aunque a unos pocos metros detras de "el bosque" se encontraba la carreterra, no sabia que hacer ni a donde ir, asi que volvio a entrar en la casa al menos tendria cerca a su mision, y se cercioraría que nada malo le pasara. Entro y nada habia cambiado, la gente seguia bailando y bebiendo ignorando todo lo que sucediera a su alrededor. Sintio unos brazos rodearla y vio a su mision detras de ella.
—¿Aún sigues aqui?—pregunto el chico sonriendo de nuevo.
—Si te molesta seguire aqui todo el tiempo que pueda—dijo Annabeth bastante seria.
—Tu presencia no me molesta pequeña—sonrio acercandose poco a poco a Annabeth—Soy Ethan Rumsfeld, supongo que conozcas mi nombre.
—Realmente no me interesa, pero yo soy Annabeth—le contesto presentandose y alejandose a la vez que él se acercaba a ella
—¿Y tu apellido?—pregunto Ethan volviendo acercandose.
—¿Importa?—Annabeth coloco su mano como separación—Has de saber que yo no soy como las demas
—Te estas muriendo por besarme—Ethan se acerco a ella muy peligrosamente—Y lo vas a hacer pequeña.
Ethan intento besar a Annabeth, pero ella esquivo aquel beso haciendo que el chico solo besara su mejila, los labios de Annabeth rozaron la oreja de Ethan donde le susurro.
—Tendran que pasar mil años para que eso pase—susurro Annabeth en su oreja, dicho esto Annabeth salio de la fiesta.
Ethan se quedo parado por un minuto, mirando como se alejaba la chica, pensando en que la iba lograr conquistar, luego se giro y se metio de nuevo en la fiesta.
Los pies de Annabeth tocaron firme por fin, se encontraba en un gran balcon del que su humano se iba caer de un momento, pero rápidamente extendio la mano haciendo que el chico no cayera. Annabeth ayudo a sujetarse haciendo que ambos quedaran a pocos metros mirandose a los ojos.
—¿Estas bien?—Annabeth le pregunto suavemente aquel chico
—Ahora que vos estas aqui, estoy perfectamente—el chico sonrio mostrando toda su dentadura.
—Ah bueno. casi te matas pero a ti lo unico que te importa es ligar—dijo un poco molesta, quizas su mision fuera a ser dura.
—Pelonas, me gustan demasiado—dijo sonriendo de nuevo—¿Queres ir a mi cuarto?
—Acaba de caerse de un trozo de esta casa y.. ¿Solo piensas en llevarme a tu cuarto?—dijo molesta, y se fue a buscar una forma de bajar de allá. Annabeth fruncio levemente el ceño, haciendo que su cara tornara a una aspecto gracioso.
Quizas eso era lo que odiaba de aquel mundo, sus personas, la forma de pensar y de vivir que tenian, totalmente diferente a la suya y a la de otros aliados, consiguio bajar por algun sitio aunque no sabia muy bien por donde pero llego a la planta baja donde la gente seguia con la fiesta, Annabeth se enfurecio más. Quizas si ella hubiera nacido humana haria lo que ellos estaban haciendo, disfrutar, pero Annabeth era un ser de luz, habia nacido a sí y lo entendia, pero a la raza humana nunca la comprendio eso si le gustaba visitar el planeta, y digo gustaba por que desde que la tecnologia comenzo a aflorar el planeta humano era horrible.
Salio de la casa, que estaba aparentemente en un bosque, aunque a unos pocos metros detras de "el bosque" se encontraba la carreterra, no sabia que hacer ni a donde ir, asi que volvio a entrar en la casa al menos tendria cerca a su mision, y se cercioraría que nada malo le pasara. Entro y nada habia cambiado, la gente seguia bailando y bebiendo ignorando todo lo que sucediera a su alrededor. Sintio unos brazos rodearla y vio a su mision detras de ella.
—¿Aún sigues aqui?—pregunto el chico sonriendo de nuevo.
—Si te molesta seguire aqui todo el tiempo que pueda—dijo Annabeth bastante seria.
—Tu presencia no me molesta pequeña—sonrio acercandose poco a poco a Annabeth—Soy Ethan Rumsfeld, supongo que conozcas mi nombre.
—Realmente no me interesa, pero yo soy Annabeth—le contesto presentandose y alejandose a la vez que él se acercaba a ella
—¿Y tu apellido?—pregunto Ethan volviendo acercandose.
—¿Importa?—Annabeth coloco su mano como separación—Has de saber que yo no soy como las demas
—Te estas muriendo por besarme—Ethan se acerco a ella muy peligrosamente—Y lo vas a hacer pequeña.
Ethan intento besar a Annabeth, pero ella esquivo aquel beso haciendo que el chico solo besara su mejila, los labios de Annabeth rozaron la oreja de Ethan donde le susurro.
—Tendran que pasar mil años para que eso pase—susurro Annabeth en su oreja, dicho esto Annabeth salio de la fiesta.
Ethan se quedo parado por un minuto, mirando como se alejaba la chica, pensando en que la iba lograr conquistar, luego se giro y se metio de nuevo en la fiesta.
- Holiwi :
- Hola chicas, lamento el capitulo tan cortito pero es que no se me ocurria nada que poner o decir.
james
Re: Las cuatro puertas. |NC|
OH MY GOD, preciosa ame tu capítulo, me pone muy feliz que lograras subir.
Estuvo hermoso (:
Estuvo hermoso (:
#Sky
Re: Las cuatro puertas. |NC|
Wiii te funciono lo del encabezado*-*
estooooooy feliz<3 por tu capitulo!!
OMG ese Ethan es un loco pervertido :O y Annabeth es muy linda, es tan buena y determinada en lo que piensa y quiere, me agrada demasiado*-* sdvjhsvd ademas de como piensa sobre los humanos, la adoro por eso xD ella es un ser de luz heeeeeeeeermoso<3
Al menos ya se conocieron y lo enfrento y todo*-* de verdad que ella tiene fortaleza, es que para no besar a Ethan*-* aunque sea un ser despreciable... No se si me resistiría, pero ella es fuerte!
So... gracias por el capitulo Patry! Fue cortito pero al menos ya estas dentro de la primera ronda!! :D Solo falta auri y ya entraríamos a la segunda! ñ__ñ besos!!
estooooooy feliz<3 por tu capitulo!!
OMG ese Ethan es un loco pervertido :O y Annabeth es muy linda, es tan buena y determinada en lo que piensa y quiere, me agrada demasiado*-* sdvjhsvd ademas de como piensa sobre los humanos, la adoro por eso xD ella es un ser de luz heeeeeeeeermoso<3
Al menos ya se conocieron y lo enfrento y todo*-* de verdad que ella tiene fortaleza, es que para no besar a Ethan*-* aunque sea un ser despreciable... No se si me resistiría, pero ella es fuerte!
So... gracias por el capitulo Patry! Fue cortito pero al menos ya estas dentro de la primera ronda!! :D Solo falta auri y ya entraríamos a la segunda! ñ__ñ besos!!
TheGirlImpossible
Re: Las cuatro puertas. |NC|
Síguela esta muy buena!
Pasate por mi nueva novela: https://onlywn.activoforo.com/t86100-solo-fue-una-noche-zayn-malik-y-tu#4930492
Pasate por mi nueva novela: https://onlywn.activoforo.com/t86100-solo-fue-una-noche-zayn-malik-y-tu#4930492
._MatuDirectioner_.
Re: Las cuatro puertas. |NC|
._MatuDirectioner_. escribió:Síguela esta muy buena!
Pasate por mi nueva novela: https://onlywn.activoforo.com/t86100-solo-fue-una-noche-zayn-malik-y-tu#4930492
¡Hola linda, gracias por comentar y leer! :D
Esta novela la escribimos entre varias chicas :)
besos!!
TheGirlImpossible
Re: Las cuatro puertas. |NC|
CAPITULO 08 ✎ Escrito por: TheGirlImpossible [May.] ♂ ♀ Narrador por: Omnisciente. |
Alma deseaba no haberse alejado tanto de su casa, explorar nunca fue tan indeseable como en ese preciso momento. Bien, tenía curiosidad más que miedo, pero a la vez, también conservaba un poco de incomodidad. Hacia tantos años que no tocaba a otro ser humano…
Su mente viajo a los cariñosos abrazos de su madre y a los besos de buenas noches de su padre, por las noches pedía que le trajeran un hermano con quien compartir o al menos una mascota y soñaba con tener millones de amigos nuevos. Ahora… Bueno, los sueños no siempre se tienen que cumplir, ¿cierto? Era la parte fea de la realidad. No todo lo que pidas habrás de tener, a veces, obtener lo que deseas costara más de una lagrima y desilusiones.
La muchacha soltó un quejido y desligo al muchacho, haciendo que este cayese al suelo; la mitad de su cuerpo, en realidad. ¿Por qué los hombres pesaban tanto? Quería gritar y quejarse con el cielo por haberle enviado algo que ella no pidió. ¿Qué haría ahora? El muchacho era bastante pesado para su cuerpo y se estaba cansando de arrastrarlo por el bosque. Negro soltaba ladridos para animarla a que continuaran, pero si el perro apenas auxiliaba un poco.
—Lo único que haces es arrastrarlo por la pierna –bufo su compañera, cruzada de brazos y con el ceño ligeramente fruncido.
El perro lanzo un ladrido en protesta e hizo reír a Alma. Si supiese hablar, pensó ella, ¡cuántos insultos inapropiados diría en su defensa! Negó con la cabeza mientras intentaba volver a su humor feliz de siempre y se inclinó hacia abajo, dispuesta a sostener a aquel hombre por los brazos y volver a arrastrarlo hacia su casa.
Entre empujones, algunos magullones y quejidos en voz baja, logro llegar hasta el porche. Lo dejo recostado sobre las escaleras y se sentó a su lado, recobrando su respiración y mirando hacia al frente. El bosque lucia tan tranquilo y normal como siempre. Por lo general, creía que el día en que alguien viniese a rescatarla, armaría gran revuelo. Los pájaros saldrían volando, la naturaleza brillaría o quizá… Tal vez, se quejaría en protesta porque no querrían que se marchara.
“No soy necesitable”, pensó. Porque era verdad. Sus padres no la necesitaban, sino, hubieran ido a buscarla; tampoco el resto de su familia parecía notar su enorme ausencia. “Quizá Negro sea el único dependiente de mi”. Aunque en el fondo discernía, que aquel perro callejero era un alma libre, siempre sabría cómo arreglárselas por su cuenta.
Miro al chico a su lado con creciente curiosidad. Si él hubiese estado despierto, seguro tendría miedo, pero dormido no presentaba amenaza alguna, incluso parecía pacifico.
—Las apariencias engañan –recito las palabras que le dijo su padre una vez. “Ten cuidado, una simple sonrisa tiene el poder de engañar fácilmente”.
Hizo una mueca y lo observo de pies a cabeza. ¿Será que todos los hombres malos lucirán como él? ¿Parecerán lobos disfrazados de ovejas? Noto que sus tobillos estaban descubiertos y con pequeños rasguños por las ramas que le rozaban cuando lo traía hacia acá. También tenía unas pequeñas heridas en los brazos y se preguntaba si habría roto su cráneo cuando lo libero varias veces por tropezar con troncos de árboles. Bueno, no era su problema si se lastimaba, él se desmayó. “Pero porque tú lo golpeaste”. Hum, odiaba esa voz extraña en su cabeza, siempre diciéndole las cosas que no quería oír. Es verdad, ella le golpeo y si no lo hubiera hecho, él habría podido caminar por su cuenta pero si eso sucedía, también habría podido atraparla y tal vez lastimarle. No, no podía arriesgarse, tuvo que dejarlo inconsciente por su seguridad.
Se acercó más a su rostro y noto algunas líneas de expresión en la frente, parecía estarse quejando en sueños y movía un poco la boca. Con un palito que encontró en el suelo, Alma se acercó nuevamente y pincho su mejilla derecha, el individuo movió la cara un poco, pero siguió sin reaccionar. Dejo el palito en el suelo y decidió probar con su mano. Se detuvo unos segundos antes de llegar a su cara. ¿Y si hacia mal? Tocar está mal, tal vez tiene algún virus y la contagia y muere. O quizá se da la vuelta en ese momento y la muerde… Cualquier cosa podría suceder con lo que no conoces, ¿pero cómo saber a qué peligro te enfrentas si no haces nada al respecto?
Intento calmar a su corazón, que latía desbocado y soltó una leve respiración temblorosa.
“Bien, solo es un toque, nada más. Un toque y lo dejas”. Acerco su mano nuevamente al semblante del chico y pincho con su dedo nuevamente la mejilla inmóvil.
Nada. No sucedió absolutamente nada.
—¡Bah, que aburrido! –Soltó, chasqueando la lengua–. ¿No hace nada interesante?
Negro libero un ladrido, si pudiera hablar seguramente habría dicho: “¿Qué, piensas que es un juguete?” incapaz de aceptar que nada pasase, volvió a pinchar el rostro del desconocido, pero esta vez, sostuvo su mano por más tiempo y comenzó a dibujar cada contorno facial, como si fuese un cuadro que estaba dibujando ella misma. Sonrió sin pretendérselo, inundada de aquellas sensaciones raras que recorrían su estómago y hacia que su mano hormigueara. Pero cuando llego a sus labios se detuvo, casi como si supiera que aquello era cruzar una línea peligrosa. Su rostro se ensombreció y se alejó, poniéndose seria.
—Ayúdame a llevarlo a dentro, Negro –limpio sus manos y se puso de pie–, vamos a asegurarlo antes de que oscurezca… O despierte.
Entre los dos –perro y chica–, llevaron al desconocido hasta la casa, pisando algunas hojas de la estación pasada sobre la madera y esquivando la mesa de la cena. Finalmente lo dejaron sobre un viejo sofá remendado, donde solía dormir Negro si Alma se lo permitía y ella fue en busca de sogas para poder atarle las piernas y las manos.
Por alguna razón, no quiso maniatarlo a una silla, sentía que él estaría incómodo y no podía ser tan malvada, fue un día extraño para sí misma y sus emociones.
Mientras la tarde caía y el muchacho seguía dormido, fue a por agua y también por ramas sueltas para el fuego, consiguió algo de frutos secos para la cena y puso a hervir el líquido para hacer alguna sopa especial, mientras cortaba algunos “vegetales”. De vez en cuando olvidaba a su inesperado invitado y tenía que voltear a verle para asegurarse de que seguía allí, vivo. Parecía un día común, normal en su vida, por eso era difícil recordar que algo nuevo había pasado, que ese día todo era diferente.
Negro volvió y entro por la puerta, agitando su cola alegremente, Alma se preguntaba a donde habría ido pero decidió no preguntar, después de todo el pobre no puede responderle. Agrego los frutos al agua hirviendo y escucho ruidos. Se giró hacia el animal pero este estaba con el muchacho, que comenzaba a moverse en el sofá queriendo despertarse.
Alma dio un respingo y sostuvo un cucharon oxidado en sus manos blancas, viendo desde lejos.
Negro lamió al pobre chico en la cara y este hizo una mueca, en poco tiempo, se había despertado y miraba a su alrededor con asombro, cayendo poco a poco en la realidad, dándose cuenta de su condición física. Estaba atado a un viejo y sucio sofá, mientras un perro enorme le miraba a la cara y… ¿Una jovencita sostenía con pánico una cuchara de cocina? Pensó que tal vez el golpe lo había dejado mal, ahora que volvía a ser un humano, seguro era posible. Pero no, conocía aquel semblante asustado, era la muchacha que le había golpeado en la cabeza cuando cayó del cielo. ¡Qué mala caída fue esa! Él se había entregado completamente a aquella misión y así le pagaban, ni siquiera podían asegurarle que caería sano y salvo o al menos, sobre un suave colchón. Quiso moverse y recordó que unas sogas mohosas le envolvían las manos, piernas y luego el resto del cuerpo. Deseo reírse con ganas, soltar una sonora y feliz carcajada. “Esta chica no sabe hacer nudos”, pensó alegremente, mientras se acomodaba un poco bajo las estrictas miradas de sus anfitriones. No le iba a decir que podía soltarse fácilmente si quería, porque prefería jugar al juego que ella quisiera, él que le resultara más beneficioso para ganarse su absoluta confianza.
Isis lo había dicho precisa, tenía que ganarse su confianza para poder llevarla a la gran ciudad, su misión se cumpliría allí, cuando se reuniera con los otros elegidos y unieran lazos. Las guerras no se ganan porque una sola persona lucho en ellas, se ganan porque se formaron alianzas, equipos… y ellos debían formar el suyo. Jóvenes descendientes y humanos elegidos, la profecía lo declaro.
Alma se acercó lentamente, pegada a la pared lo más que podía, mientras esquivaba cosas en el suelo y algunos muebles. “¿Por qué no habla?” se preguntó, tal vez se había quedado sumiso, seguro temía a que le hiciera daño. Ella o el perro, que le respiraba prácticamente en la cara.
—Ne-Negro –balbuceo–. Déjalo, va a pensar que no te doy de comer.
Ian soltó una sonrisa, no pudo evitarlo. El animal se alejó un poco, acercándose a su dueña, pero mantuvo sus ojos perrunos en él. Alma estaba asombrada, quizás un poco maravillada también, el chico estaba sonriendo y hace tantos años que no veía a alguien hacerlo… Apenas se acordaba de cómo hacerlo, porque veía su reflejo sonreírle en el río, cuando iba a nadar o a buscar agua y ahora tenía a este humano, sonriendo abiertamente.
—¿Quién eres? –se animó a preguntarle.
—Soy Ian –respondió con seguridad en su mirada–. ¿Y tú?
—Yo… ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estabas en el árbol?
—Porque quería saber que tan lejos estaba, pensé que si me subía y veía desde allí encontraría mi camino.
—¿Te perdiste? –pregunto con curiosidad, mientras sus ojos se ampliaban.
Ella trato de subir una vez a la sima de un árbol para ver si encontraba civilización, pero tenía mucho miedo de subir demasiado lejos y hasta donde sabia, los terrenos a donde se animó a recorrer, solo terminaban en más bosques.
Ian miro hacia el techo y pensó en aquella mentira que apenas tuvo tiempo para pensar en decirle a esta ingenua chica pelirroja. Él sería un excursionista, un joven amante de la naturaleza que salió a recorrer un bosque y se perdió, pediría ayuda a Alma para volver a su ciudad y así, la llevaría consigo. Si, parecía perfecto, solo que cualquier cosa podría fallar.
—Sí, me perdí. ¿Crees que podríamos platicar sin violencia?
—¿Di-disculpa?
—El cucharon –sus ojos viajaron al arma asesina–. Después de todo estoy amarrado, no iré a ningún lado si tú no lo quieres y no voy por los bosques atacando mujeres solitarias con perros guardianes.
Alma sentía un poco de simpatía por el humor de su rehén, era bastante mandado para decirle esas cosas a una chica que recién había conocido pero tampoco quería que le cayese bien demasiado pronto. Las apariencias engañan y él podría usar esa táctica para que ella le crea. Tal vez si iba por los bosques atacando a chicas indefensas.
Sin embargo, al ver sus ojos color cielo mirándole, decidió dejar el cucharon en el suelo, pero sin bajar la guardia y manteniendo distancia, se sentó en el suelo, cruzando sus piernas y apoyando sus manos en sus rodillas. Ian la examino detenidamente, parecía dispuesta a escuchar una historia muy larga por cómo se había acomodado y sintió curiosidad por ella, aunque sabía que preguntar no sería bueno por el momento.
¿Por qué Alma River, termino viviendo en aquella miseria? Viviendo de la tierra, del bosque, de los vientos… ¿Cuándo podía subsistir rodeada de personas en un lugar mejor? ¿Y sus padres? Él sabía que aquel misterio debía resolverlo pero… ¿Cómo empezaba si ni la muchacha debía saber que fue de ellos?
Se enterneció con la escena frente a sus ojos. Alma estaba tranquila, esperando su relato y el perro junto a su dueña, aun sacudía su cola, elevando un poco sus orejas de murciélago.
—Escucha –comenzó–, no sé quién eres tú y tú… Bueno, sabes mi nombre. Solo quiero que sepas que no voy a atacarte, soy un excursionista y estoy desde hace semanas viviendo en un pueblo cercano pero me perdí y no sé dónde estoy, lo único que quiero es volver por mis cosas, mi material de trabajo…
—¿Hay un pueblo por aquí?
—Tal vez, quizá me aleje demasiado.
—¿Entonces vas a irte? ¿No le dirás a nadie que estoy aquí, verdad? No pueden encontrarme.
—¿Por qué no?
Pero un ruido raro los interrumpió, Alma dio un brinco asustada y tomo de nuevo el cucharon, Ian creyó que lo golpearía, así que cerro sus ojos esperando el impacto que no llegó, la muchacha se guió hacia el lado opuesto.
—¡La sopa! –Chillaba, corriendo para sacar la olla del fuego–. ¡Negro, no me avisaste de la sopa!
El pobre animal elevo sus orejas, mirándola ligeramente desde el suelo en donde aún estaba recostado, no parecía interesado por la cena en lo absoluto. Alma dejo que se enfriara un poco el contenido y no regreso a ver a su no invitado. ¿Sería cierto lo que decía? ¿Era solo un tipo lleno de curiosidad por los bosques que se había perdido, pero quería volver a casa? Miro de soslayo y le recibió contemplando el techo, casi sintió lastima por aquel tipo –Ian–, seguro debe ser aburrido estar de rehén por una muchacha que camina descalza y apenas tiene que comer. Luego, sintió lastima de sí misma. Si había un pueblo, ¿Por qué nunca se animó a buscarlo? Fue tan cobarde todo este tiempo… Tanto, que se dio cuenta solo por la llegada de un extraño, tal vez se sentía rara porque sabía que coexistía vida más allá de la suya, que había otros humanos y nunca ambiciono reconocerlo, pensó que la vida terminaba con su encierro en aquel bosque y que lo demás no existía. Pero el resto de las personas vivía, vivía mejor que ella y tenía sueños y los cumplía. ¿Y ella que hacia? Absolutamente nada. Sobrevivía a duras penas en un bosque y su único compañero no era capaz de devolverle las conversaciones. ¿Cuán en el fondo podía caer el ser humano? Aislándose a sí misma, presa de su soledad, de sus miedos. Temiendo a lo desconocido, a mirar más allá.
Seguro Ian estaba sintiéndose mal por Alma, por la condición en la que subsistía y quien sabe cuántas cosas más… Seguro lucia frágil y desprolija, casi como un cavernícola. Alma la cavernícola, la que se quedó atrás en el tiempo, siendo humana sin realmente saber serlo. La chica que se apedillo River por no poder recordar su apellido.
Soltó un suspiro y sirvió la sopa, con el corazón encogido y millones de cosas en su cabeza. Sirvió tres cuencos y camino hasta el otro lado para darle uno a Negro –quien comenzó a beberlo rápidamente–, y los otros para ella e Ian.
—Voy… –comenzó, nerviosa–. Te ayudare a sentarte.
Ian avizoraba sus movimientos en silencio, dejándola trabajar tranquila. Alma le sostuvo por los hombros y sus manos temblaron de nervios, tocar su rostro mientras dormía era distinto a que él esté viendo cada cosa que hace, no le gustaba la sensación, se sentía apenada, casi avergonzada y su cara comenzaba a calentarse. Oh dios se pondría colorada, ¡y delante de una persona! Frunció el ceño y torpemente, coloco sus manos bajo los brazos del muchacho y tiro hacia arriba, él ayudo también para que ella no lidiara sola con el peso de su cuerpo –suponiendo que ya lo hizo cuando lo trajo aquí– y finalmente quedo sentado, pero aun atado de manos y piernas. Alma sintió el calor en sus manos, atrapadas en su cuerpo y con torpeza las quito de allí. También despojo la soga que envolvía su cuerpo y solo le dejo atado en sus miembros restantes, camino hasta el cuenco con sopa y se lo dejo sobre su regazo, a la vez que ella toma el suyo y se sentaba en frente, junto a Negro.
Ambos dieron comienzo a la cena en silencio e Ian aprovecho para volver a admirarla mientras cómo podía, tomaba su sopa. Estaba rica y calientita, ni siquiera pareciera hecha de cosas raras del bosque. Notó los cortes en los pies de Alma, cuando ella los estiro en el suelo y también que conservaba manchas de tierra en su vestido, su cabello pelirrojo llegaba a su espalda y su rostro poseía tantas pecas que no podría contarlas todas desde la distancia que los separa. Desvío la mirada hacia su plato y termino de comer, preguntándose si el resto de los descendientes habría ido ya con su misión y como les estaría yendo, ¿Alguno estaría secuestrado como él?
“Vamos Ian, ya has sido humano incontable de veces”, se dijo a sí mismo, “¿Qué tiene de especial esta misión?”. Tal vez, que es la única que recordaba, sus vidas pasadas eran un borrón en su memoria, todo era tan confuso para él… ¿Quién fue antes de morir? ¿Antes de ir al planeta del cual descendió hasta que fue llamado nuevamente por Isis?
Alma tocio un poco y se acercó en silencio.
—¿Terminaste? –pregunto mirando el plato.
—Sí, gracias, estuvo estupenda.
—Gracias –susurro, tomando el plato y caminando hacia la cocina–. Lamento dejarte dormir amarrado pero… Pero si no intentas escaparte y sigues así para mañana en la mañana, prometo que te soltare y te dejare ir.
Ian se preguntó qué tan buena era Alma cumpliendo promesas. Aunque creyó saber la respuesta, si aun proseguía en este bosque, seguro era muy buena en ello. Asintió despacio, comprendiendo que se ganaría su confianza si permanecía encarcelado con sogas que podía quitarse de encima sin esfuerzo, pero a su vez, que si ella le dejaba irse, no tendría más excusas para seguirse quedando y llevarla consigo… Tendría que crear un plan.
—Hum, bueno entonces… Eh… Descansa –balbuceo, mientras la noche había caído y el frío se colaba por la ventana–. Por cierto, soy Alma River.
Ian sonrió y la contemplo marcharse hacia su cuarto, mientras su fiel compañero pisaba sus talones. ¿Qué tan solitaria era la vida de Alma? Se estaba volviendo loco y eso que llevaba solo horas ahí encerrado, ¿es que no le carcomían los pensamientos? Su mente no dejaba de pensar en millones de cosas, el vacío, el silencio, la soledad… Este bosque podría ser natural y todo lo que quisieran, pero también era triste si no tenías con quien compartirlo y el perro no hablaba, así que Alma posiblemente estaría medio enloquecida. Era de comprender porque le ataco cuando le vio, perdió el hilo de la comunicación con personas desde hace muchísimo tiempo.
¿Sería fácil volver a conectarlo?
Soltó un bostezo y se recostó de lado en el incómodo sofá, sintiéndose triste. Su primer día como humano y se sentía triste. ¿Por qué unos padres le harían esto a su hija? Prometió que como fuera, así tuviera que vender su alma al enemigo, se llevaría a la chica con él a la ciudad, con personas reales, con amigos… No la dejaría sola, no volvería a pisar este encierro que promete libertad, protección, vida… Prometía con su existencia, que Alma River jamás retornaría a sentirse sola y abandonada, el encontraría la forma de asegurarlo.
Su mente viajo a los cariñosos abrazos de su madre y a los besos de buenas noches de su padre, por las noches pedía que le trajeran un hermano con quien compartir o al menos una mascota y soñaba con tener millones de amigos nuevos. Ahora… Bueno, los sueños no siempre se tienen que cumplir, ¿cierto? Era la parte fea de la realidad. No todo lo que pidas habrás de tener, a veces, obtener lo que deseas costara más de una lagrima y desilusiones.
La muchacha soltó un quejido y desligo al muchacho, haciendo que este cayese al suelo; la mitad de su cuerpo, en realidad. ¿Por qué los hombres pesaban tanto? Quería gritar y quejarse con el cielo por haberle enviado algo que ella no pidió. ¿Qué haría ahora? El muchacho era bastante pesado para su cuerpo y se estaba cansando de arrastrarlo por el bosque. Negro soltaba ladridos para animarla a que continuaran, pero si el perro apenas auxiliaba un poco.
—Lo único que haces es arrastrarlo por la pierna –bufo su compañera, cruzada de brazos y con el ceño ligeramente fruncido.
El perro lanzo un ladrido en protesta e hizo reír a Alma. Si supiese hablar, pensó ella, ¡cuántos insultos inapropiados diría en su defensa! Negó con la cabeza mientras intentaba volver a su humor feliz de siempre y se inclinó hacia abajo, dispuesta a sostener a aquel hombre por los brazos y volver a arrastrarlo hacia su casa.
Entre empujones, algunos magullones y quejidos en voz baja, logro llegar hasta el porche. Lo dejo recostado sobre las escaleras y se sentó a su lado, recobrando su respiración y mirando hacia al frente. El bosque lucia tan tranquilo y normal como siempre. Por lo general, creía que el día en que alguien viniese a rescatarla, armaría gran revuelo. Los pájaros saldrían volando, la naturaleza brillaría o quizá… Tal vez, se quejaría en protesta porque no querrían que se marchara.
“No soy necesitable”, pensó. Porque era verdad. Sus padres no la necesitaban, sino, hubieran ido a buscarla; tampoco el resto de su familia parecía notar su enorme ausencia. “Quizá Negro sea el único dependiente de mi”. Aunque en el fondo discernía, que aquel perro callejero era un alma libre, siempre sabría cómo arreglárselas por su cuenta.
Miro al chico a su lado con creciente curiosidad. Si él hubiese estado despierto, seguro tendría miedo, pero dormido no presentaba amenaza alguna, incluso parecía pacifico.
—Las apariencias engañan –recito las palabras que le dijo su padre una vez. “Ten cuidado, una simple sonrisa tiene el poder de engañar fácilmente”.
Hizo una mueca y lo observo de pies a cabeza. ¿Será que todos los hombres malos lucirán como él? ¿Parecerán lobos disfrazados de ovejas? Noto que sus tobillos estaban descubiertos y con pequeños rasguños por las ramas que le rozaban cuando lo traía hacia acá. También tenía unas pequeñas heridas en los brazos y se preguntaba si habría roto su cráneo cuando lo libero varias veces por tropezar con troncos de árboles. Bueno, no era su problema si se lastimaba, él se desmayó. “Pero porque tú lo golpeaste”. Hum, odiaba esa voz extraña en su cabeza, siempre diciéndole las cosas que no quería oír. Es verdad, ella le golpeo y si no lo hubiera hecho, él habría podido caminar por su cuenta pero si eso sucedía, también habría podido atraparla y tal vez lastimarle. No, no podía arriesgarse, tuvo que dejarlo inconsciente por su seguridad.
Se acercó más a su rostro y noto algunas líneas de expresión en la frente, parecía estarse quejando en sueños y movía un poco la boca. Con un palito que encontró en el suelo, Alma se acercó nuevamente y pincho su mejilla derecha, el individuo movió la cara un poco, pero siguió sin reaccionar. Dejo el palito en el suelo y decidió probar con su mano. Se detuvo unos segundos antes de llegar a su cara. ¿Y si hacia mal? Tocar está mal, tal vez tiene algún virus y la contagia y muere. O quizá se da la vuelta en ese momento y la muerde… Cualquier cosa podría suceder con lo que no conoces, ¿pero cómo saber a qué peligro te enfrentas si no haces nada al respecto?
Intento calmar a su corazón, que latía desbocado y soltó una leve respiración temblorosa.
“Bien, solo es un toque, nada más. Un toque y lo dejas”. Acerco su mano nuevamente al semblante del chico y pincho con su dedo nuevamente la mejilla inmóvil.
Nada. No sucedió absolutamente nada.
—¡Bah, que aburrido! –Soltó, chasqueando la lengua–. ¿No hace nada interesante?
Negro libero un ladrido, si pudiera hablar seguramente habría dicho: “¿Qué, piensas que es un juguete?” incapaz de aceptar que nada pasase, volvió a pinchar el rostro del desconocido, pero esta vez, sostuvo su mano por más tiempo y comenzó a dibujar cada contorno facial, como si fuese un cuadro que estaba dibujando ella misma. Sonrió sin pretendérselo, inundada de aquellas sensaciones raras que recorrían su estómago y hacia que su mano hormigueara. Pero cuando llego a sus labios se detuvo, casi como si supiera que aquello era cruzar una línea peligrosa. Su rostro se ensombreció y se alejó, poniéndose seria.
—Ayúdame a llevarlo a dentro, Negro –limpio sus manos y se puso de pie–, vamos a asegurarlo antes de que oscurezca… O despierte.
Entre los dos –perro y chica–, llevaron al desconocido hasta la casa, pisando algunas hojas de la estación pasada sobre la madera y esquivando la mesa de la cena. Finalmente lo dejaron sobre un viejo sofá remendado, donde solía dormir Negro si Alma se lo permitía y ella fue en busca de sogas para poder atarle las piernas y las manos.
Por alguna razón, no quiso maniatarlo a una silla, sentía que él estaría incómodo y no podía ser tan malvada, fue un día extraño para sí misma y sus emociones.
Mientras la tarde caía y el muchacho seguía dormido, fue a por agua y también por ramas sueltas para el fuego, consiguió algo de frutos secos para la cena y puso a hervir el líquido para hacer alguna sopa especial, mientras cortaba algunos “vegetales”. De vez en cuando olvidaba a su inesperado invitado y tenía que voltear a verle para asegurarse de que seguía allí, vivo. Parecía un día común, normal en su vida, por eso era difícil recordar que algo nuevo había pasado, que ese día todo era diferente.
Negro volvió y entro por la puerta, agitando su cola alegremente, Alma se preguntaba a donde habría ido pero decidió no preguntar, después de todo el pobre no puede responderle. Agrego los frutos al agua hirviendo y escucho ruidos. Se giró hacia el animal pero este estaba con el muchacho, que comenzaba a moverse en el sofá queriendo despertarse.
Alma dio un respingo y sostuvo un cucharon oxidado en sus manos blancas, viendo desde lejos.
Negro lamió al pobre chico en la cara y este hizo una mueca, en poco tiempo, se había despertado y miraba a su alrededor con asombro, cayendo poco a poco en la realidad, dándose cuenta de su condición física. Estaba atado a un viejo y sucio sofá, mientras un perro enorme le miraba a la cara y… ¿Una jovencita sostenía con pánico una cuchara de cocina? Pensó que tal vez el golpe lo había dejado mal, ahora que volvía a ser un humano, seguro era posible. Pero no, conocía aquel semblante asustado, era la muchacha que le había golpeado en la cabeza cuando cayó del cielo. ¡Qué mala caída fue esa! Él se había entregado completamente a aquella misión y así le pagaban, ni siquiera podían asegurarle que caería sano y salvo o al menos, sobre un suave colchón. Quiso moverse y recordó que unas sogas mohosas le envolvían las manos, piernas y luego el resto del cuerpo. Deseo reírse con ganas, soltar una sonora y feliz carcajada. “Esta chica no sabe hacer nudos”, pensó alegremente, mientras se acomodaba un poco bajo las estrictas miradas de sus anfitriones. No le iba a decir que podía soltarse fácilmente si quería, porque prefería jugar al juego que ella quisiera, él que le resultara más beneficioso para ganarse su absoluta confianza.
Isis lo había dicho precisa, tenía que ganarse su confianza para poder llevarla a la gran ciudad, su misión se cumpliría allí, cuando se reuniera con los otros elegidos y unieran lazos. Las guerras no se ganan porque una sola persona lucho en ellas, se ganan porque se formaron alianzas, equipos… y ellos debían formar el suyo. Jóvenes descendientes y humanos elegidos, la profecía lo declaro.
Alma se acercó lentamente, pegada a la pared lo más que podía, mientras esquivaba cosas en el suelo y algunos muebles. “¿Por qué no habla?” se preguntó, tal vez se había quedado sumiso, seguro temía a que le hiciera daño. Ella o el perro, que le respiraba prácticamente en la cara.
—Ne-Negro –balbuceo–. Déjalo, va a pensar que no te doy de comer.
Ian soltó una sonrisa, no pudo evitarlo. El animal se alejó un poco, acercándose a su dueña, pero mantuvo sus ojos perrunos en él. Alma estaba asombrada, quizás un poco maravillada también, el chico estaba sonriendo y hace tantos años que no veía a alguien hacerlo… Apenas se acordaba de cómo hacerlo, porque veía su reflejo sonreírle en el río, cuando iba a nadar o a buscar agua y ahora tenía a este humano, sonriendo abiertamente.
—¿Quién eres? –se animó a preguntarle.
—Soy Ian –respondió con seguridad en su mirada–. ¿Y tú?
—Yo… ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estabas en el árbol?
—Porque quería saber que tan lejos estaba, pensé que si me subía y veía desde allí encontraría mi camino.
—¿Te perdiste? –pregunto con curiosidad, mientras sus ojos se ampliaban.
Ella trato de subir una vez a la sima de un árbol para ver si encontraba civilización, pero tenía mucho miedo de subir demasiado lejos y hasta donde sabia, los terrenos a donde se animó a recorrer, solo terminaban en más bosques.
Ian miro hacia el techo y pensó en aquella mentira que apenas tuvo tiempo para pensar en decirle a esta ingenua chica pelirroja. Él sería un excursionista, un joven amante de la naturaleza que salió a recorrer un bosque y se perdió, pediría ayuda a Alma para volver a su ciudad y así, la llevaría consigo. Si, parecía perfecto, solo que cualquier cosa podría fallar.
—Sí, me perdí. ¿Crees que podríamos platicar sin violencia?
—¿Di-disculpa?
—El cucharon –sus ojos viajaron al arma asesina–. Después de todo estoy amarrado, no iré a ningún lado si tú no lo quieres y no voy por los bosques atacando mujeres solitarias con perros guardianes.
Alma sentía un poco de simpatía por el humor de su rehén, era bastante mandado para decirle esas cosas a una chica que recién había conocido pero tampoco quería que le cayese bien demasiado pronto. Las apariencias engañan y él podría usar esa táctica para que ella le crea. Tal vez si iba por los bosques atacando a chicas indefensas.
Sin embargo, al ver sus ojos color cielo mirándole, decidió dejar el cucharon en el suelo, pero sin bajar la guardia y manteniendo distancia, se sentó en el suelo, cruzando sus piernas y apoyando sus manos en sus rodillas. Ian la examino detenidamente, parecía dispuesta a escuchar una historia muy larga por cómo se había acomodado y sintió curiosidad por ella, aunque sabía que preguntar no sería bueno por el momento.
¿Por qué Alma River, termino viviendo en aquella miseria? Viviendo de la tierra, del bosque, de los vientos… ¿Cuándo podía subsistir rodeada de personas en un lugar mejor? ¿Y sus padres? Él sabía que aquel misterio debía resolverlo pero… ¿Cómo empezaba si ni la muchacha debía saber que fue de ellos?
Se enterneció con la escena frente a sus ojos. Alma estaba tranquila, esperando su relato y el perro junto a su dueña, aun sacudía su cola, elevando un poco sus orejas de murciélago.
—Escucha –comenzó–, no sé quién eres tú y tú… Bueno, sabes mi nombre. Solo quiero que sepas que no voy a atacarte, soy un excursionista y estoy desde hace semanas viviendo en un pueblo cercano pero me perdí y no sé dónde estoy, lo único que quiero es volver por mis cosas, mi material de trabajo…
—¿Hay un pueblo por aquí?
—Tal vez, quizá me aleje demasiado.
—¿Entonces vas a irte? ¿No le dirás a nadie que estoy aquí, verdad? No pueden encontrarme.
—¿Por qué no?
Pero un ruido raro los interrumpió, Alma dio un brinco asustada y tomo de nuevo el cucharon, Ian creyó que lo golpearía, así que cerro sus ojos esperando el impacto que no llegó, la muchacha se guió hacia el lado opuesto.
—¡La sopa! –Chillaba, corriendo para sacar la olla del fuego–. ¡Negro, no me avisaste de la sopa!
El pobre animal elevo sus orejas, mirándola ligeramente desde el suelo en donde aún estaba recostado, no parecía interesado por la cena en lo absoluto. Alma dejo que se enfriara un poco el contenido y no regreso a ver a su no invitado. ¿Sería cierto lo que decía? ¿Era solo un tipo lleno de curiosidad por los bosques que se había perdido, pero quería volver a casa? Miro de soslayo y le recibió contemplando el techo, casi sintió lastima por aquel tipo –Ian–, seguro debe ser aburrido estar de rehén por una muchacha que camina descalza y apenas tiene que comer. Luego, sintió lastima de sí misma. Si había un pueblo, ¿Por qué nunca se animó a buscarlo? Fue tan cobarde todo este tiempo… Tanto, que se dio cuenta solo por la llegada de un extraño, tal vez se sentía rara porque sabía que coexistía vida más allá de la suya, que había otros humanos y nunca ambiciono reconocerlo, pensó que la vida terminaba con su encierro en aquel bosque y que lo demás no existía. Pero el resto de las personas vivía, vivía mejor que ella y tenía sueños y los cumplía. ¿Y ella que hacia? Absolutamente nada. Sobrevivía a duras penas en un bosque y su único compañero no era capaz de devolverle las conversaciones. ¿Cuán en el fondo podía caer el ser humano? Aislándose a sí misma, presa de su soledad, de sus miedos. Temiendo a lo desconocido, a mirar más allá.
Seguro Ian estaba sintiéndose mal por Alma, por la condición en la que subsistía y quien sabe cuántas cosas más… Seguro lucia frágil y desprolija, casi como un cavernícola. Alma la cavernícola, la que se quedó atrás en el tiempo, siendo humana sin realmente saber serlo. La chica que se apedillo River por no poder recordar su apellido.
Soltó un suspiro y sirvió la sopa, con el corazón encogido y millones de cosas en su cabeza. Sirvió tres cuencos y camino hasta el otro lado para darle uno a Negro –quien comenzó a beberlo rápidamente–, y los otros para ella e Ian.
—Voy… –comenzó, nerviosa–. Te ayudare a sentarte.
Ian avizoraba sus movimientos en silencio, dejándola trabajar tranquila. Alma le sostuvo por los hombros y sus manos temblaron de nervios, tocar su rostro mientras dormía era distinto a que él esté viendo cada cosa que hace, no le gustaba la sensación, se sentía apenada, casi avergonzada y su cara comenzaba a calentarse. Oh dios se pondría colorada, ¡y delante de una persona! Frunció el ceño y torpemente, coloco sus manos bajo los brazos del muchacho y tiro hacia arriba, él ayudo también para que ella no lidiara sola con el peso de su cuerpo –suponiendo que ya lo hizo cuando lo trajo aquí– y finalmente quedo sentado, pero aun atado de manos y piernas. Alma sintió el calor en sus manos, atrapadas en su cuerpo y con torpeza las quito de allí. También despojo la soga que envolvía su cuerpo y solo le dejo atado en sus miembros restantes, camino hasta el cuenco con sopa y se lo dejo sobre su regazo, a la vez que ella toma el suyo y se sentaba en frente, junto a Negro.
Ambos dieron comienzo a la cena en silencio e Ian aprovecho para volver a admirarla mientras cómo podía, tomaba su sopa. Estaba rica y calientita, ni siquiera pareciera hecha de cosas raras del bosque. Notó los cortes en los pies de Alma, cuando ella los estiro en el suelo y también que conservaba manchas de tierra en su vestido, su cabello pelirrojo llegaba a su espalda y su rostro poseía tantas pecas que no podría contarlas todas desde la distancia que los separa. Desvío la mirada hacia su plato y termino de comer, preguntándose si el resto de los descendientes habría ido ya con su misión y como les estaría yendo, ¿Alguno estaría secuestrado como él?
“Vamos Ian, ya has sido humano incontable de veces”, se dijo a sí mismo, “¿Qué tiene de especial esta misión?”. Tal vez, que es la única que recordaba, sus vidas pasadas eran un borrón en su memoria, todo era tan confuso para él… ¿Quién fue antes de morir? ¿Antes de ir al planeta del cual descendió hasta que fue llamado nuevamente por Isis?
Alma tocio un poco y se acercó en silencio.
—¿Terminaste? –pregunto mirando el plato.
—Sí, gracias, estuvo estupenda.
—Gracias –susurro, tomando el plato y caminando hacia la cocina–. Lamento dejarte dormir amarrado pero… Pero si no intentas escaparte y sigues así para mañana en la mañana, prometo que te soltare y te dejare ir.
Ian se preguntó qué tan buena era Alma cumpliendo promesas. Aunque creyó saber la respuesta, si aun proseguía en este bosque, seguro era muy buena en ello. Asintió despacio, comprendiendo que se ganaría su confianza si permanecía encarcelado con sogas que podía quitarse de encima sin esfuerzo, pero a su vez, que si ella le dejaba irse, no tendría más excusas para seguirse quedando y llevarla consigo… Tendría que crear un plan.
—Hum, bueno entonces… Eh… Descansa –balbuceo, mientras la noche había caído y el frío se colaba por la ventana–. Por cierto, soy Alma River.
Ian sonrió y la contemplo marcharse hacia su cuarto, mientras su fiel compañero pisaba sus talones. ¿Qué tan solitaria era la vida de Alma? Se estaba volviendo loco y eso que llevaba solo horas ahí encerrado, ¿es que no le carcomían los pensamientos? Su mente no dejaba de pensar en millones de cosas, el vacío, el silencio, la soledad… Este bosque podría ser natural y todo lo que quisieran, pero también era triste si no tenías con quien compartirlo y el perro no hablaba, así que Alma posiblemente estaría medio enloquecida. Era de comprender porque le ataco cuando le vio, perdió el hilo de la comunicación con personas desde hace muchísimo tiempo.
¿Sería fácil volver a conectarlo?
Soltó un bostezo y se recostó de lado en el incómodo sofá, sintiéndose triste. Su primer día como humano y se sentía triste. ¿Por qué unos padres le harían esto a su hija? Prometió que como fuera, así tuviera que vender su alma al enemigo, se llevaría a la chica con él a la ciudad, con personas reales, con amigos… No la dejaría sola, no volvería a pisar este encierro que promete libertad, protección, vida… Prometía con su existencia, que Alma River jamás retornaría a sentirse sola y abandonada, el encontraría la forma de asegurarlo.
* * *
Alma aquella noche soñó con sus padres, en la fría mañana en que la dejaron, en que decidieron decirle adiós. Sus mejillas estaban empapadas por el llanto y las manos cálidas de su madre envolvían las suyas por última vez, mientras su padre decía cosas incomprensibles para sus oídos. ¿Irse? ¿A dónde? ¿Por qué era peligroso que fuese con ellos? ¿Por qué no dejarle una niñera, en vez de abandonarla en el bosque? Pero el auto se alejaba, se marchaba y no se detenía. Sus padres lo habían hecho, la habían dejado.
Sus ojos se abrieron en aquella oscuridad, apenas iluminada por la luna. Sus pupilas contemplaron la fría habitación y limpio las lágrimas que caían por su rostro. Odiaba tanto soñar con aquel día…
Negro dormitaba en el suelo, a su derecha y sintió que no podría adormecerse fácilmente, ¿habría sido por la llegada de aquel chico? Sabía que no estaba sola y con tantas cosas en las cuales pensar… Era difícil no tener dudas, no sentirse impulsada a lo desconocido. Después de todo, Ian viene de aquellos lados y no parece dañado, incluso luce amable y divertido. Tal vez no todo lo desconocido era malo.
Se puso de pie y tanteo en la negrura, caminando hacia el resto de la casa, tomo un poco de agua en la cocina y se giró a ver a Ian temblando un poco por el frío. Fue en busca de un abrigo y camino hasta el sofá, para cubrirlo con el manto, como cuando Negro era pequeño y necesitaba ese tipo de cuidados. Envolvió al muchacho con el cobijo y lo contemplo mientras soñada.
“¿Por qué la vida te habrá puesto en mi camino? ¿Sera esta una señal de ustedes, papá?”. Sus padres le habían prometido que en unos años, cuando ella creciera no estaría sola, que la protegerían y cuidarían, que la tristeza se iría. ¿Se referían a esto… a este chico?
Se alejó de él y camino hasta la entrada, saliendo por la puerta y acercándose al pórtico, admirando la oscuridad del bosque, la brisa zarandeando sus ramas y hojas, acariciando su largo cabello. Escucho el sonido de los animales nocturnos y se sintió en calma, pero también en soledad. Se sentó en las escaleras y abrazo a sus rodillas con firmeza. ¿Cuán desesperada debió haber estado, como para darse cuenta ahora que tiene una presencia humana en casa, que quiere salir a conocer el mundo? ¿Qué no quiere estar más sola?
Su cuerpo cansado fue dando lugar al sueño y ni el frío de la noche pudo despertarla. Alma se durmió contemplando lo único que conocía desde que tenía recuerdos, su vida antes del bosque no existía, no podía recordarla, por lo tanto, se adormeció con la vista en el bosque y el corazón en otro lado. ¿Podría algún día recuperar su antigua existencia? ¿Podría Ian ayudarle a encontrar su anterior casa? Moría silenciosamente por saberlo.
¡Pero no! Se negaba a aceptarlo en voz alta, nunca necesito de alguien para sobrevivir, ¿de verdad comenzaría ahora?
Sus ojos se abrieron en aquella oscuridad, apenas iluminada por la luna. Sus pupilas contemplaron la fría habitación y limpio las lágrimas que caían por su rostro. Odiaba tanto soñar con aquel día…
Negro dormitaba en el suelo, a su derecha y sintió que no podría adormecerse fácilmente, ¿habría sido por la llegada de aquel chico? Sabía que no estaba sola y con tantas cosas en las cuales pensar… Era difícil no tener dudas, no sentirse impulsada a lo desconocido. Después de todo, Ian viene de aquellos lados y no parece dañado, incluso luce amable y divertido. Tal vez no todo lo desconocido era malo.
Se puso de pie y tanteo en la negrura, caminando hacia el resto de la casa, tomo un poco de agua en la cocina y se giró a ver a Ian temblando un poco por el frío. Fue en busca de un abrigo y camino hasta el sofá, para cubrirlo con el manto, como cuando Negro era pequeño y necesitaba ese tipo de cuidados. Envolvió al muchacho con el cobijo y lo contemplo mientras soñada.
“¿Por qué la vida te habrá puesto en mi camino? ¿Sera esta una señal de ustedes, papá?”. Sus padres le habían prometido que en unos años, cuando ella creciera no estaría sola, que la protegerían y cuidarían, que la tristeza se iría. ¿Se referían a esto… a este chico?
Se alejó de él y camino hasta la entrada, saliendo por la puerta y acercándose al pórtico, admirando la oscuridad del bosque, la brisa zarandeando sus ramas y hojas, acariciando su largo cabello. Escucho el sonido de los animales nocturnos y se sintió en calma, pero también en soledad. Se sentó en las escaleras y abrazo a sus rodillas con firmeza. ¿Cuán desesperada debió haber estado, como para darse cuenta ahora que tiene una presencia humana en casa, que quiere salir a conocer el mundo? ¿Qué no quiere estar más sola?
Su cuerpo cansado fue dando lugar al sueño y ni el frío de la noche pudo despertarla. Alma se durmió contemplando lo único que conocía desde que tenía recuerdos, su vida antes del bosque no existía, no podía recordarla, por lo tanto, se adormeció con la vista en el bosque y el corazón en otro lado. ¿Podría algún día recuperar su antigua existencia? ¿Podría Ian ayudarle a encontrar su anterior casa? Moría silenciosamente por saberlo.
¡Pero no! Se negaba a aceptarlo en voz alta, nunca necesito de alguien para sobrevivir, ¿de verdad comenzaría ahora?
* * *
Ian despabilo temprano por la mañana con el sonido de los pájaros y los arboles agitándose desde afuera. Soltó un bostezo y restregó sus ojos con sus manos. Se dio cuenta de que algo pesado le cubría el cuerpo y noto que era un abrigo. ¿Pero cómo…? Antes de que se quedara dormido eso no estaba ahí, ¿habría sido Alma? Se sintió positivo de solo pensarlo, si ella había sentido pena por alguien más, si había decidido ayudarlo al verlo muerto de frío… Tal vez su corazón no estaba tan vacío como pensó que lo era solo por el hecho de vivir en un bosque. Lamentablemente los seres de su planeta no sueñan, por lo que su noche fue en blanco, hubiera sido tan interesante tener algún sueño como cuando fue humano…
Se preguntó, mientras se sentaba en el sofá, si se habría quedado dormida y por eso no vino a verle. Quizá se levantaba más tarde y le daba tiempo a estirar un poco los miembros y luego volver a anudarse las manos y piernas. No quería sentirse preso ni un segundo más… Necesitaba a su cuerpo libre.
Le hecho una mirada a su alrededor y lo decidió, se deshizo de las sogas y las dejo en el suelo, estiro sus brazos y piernas, sobo sus tobillos y muñecas, se puso de pie y camino un poco. ¡Se sentía tan entumecido! Admiro desde la ventana principal el impotente bosque a su alrededor y luego al cielo, tan celeste y esponjado como lo recordaba. Camino hasta la puerta delantera y fue allí, que la distinguió tirada durmiendo sobre el sucio suelo, su respiración calmada, su pecho subiendo y bajando. Este lugar la hacía sentirse segura, estimar que no necesitaba nada más que a sí misma.
Camino hasta la pelirroja preguntándose si podría cargarla hasta su cuarto sin que lo advirtiera, tal vez su sueño era pesado. Pero tan pronto comenzó a sostenerla entre sus brazos y adentrarse en la casa, ella abrió sus ojos. Ian se sorprendió de lo directo que estos le miraron, como si se abrieran solo para él. Los sentidos de Alma se sorprendieron y sus mejillas enrojecieron al contemplar lo que acontecía. Ian la estaba cargando, se hallaba sosteniendo su cuerpo sin preguntarlo y lo que es peor, se había desecho de su amarre. Sus miradas llenas de curiosidad se apreciaron una a la otra hasta que Alma se movió inquieta, queriendo salir de sus brazos.
—¿Qué…? –comenzó, mientras Ian la dejaba en el suelo, procurando no asustarla–. ¿Qué hacías?
—Te vi dormida en las escaleras, pensé que sería incomodo así que te llevaba a tu cuarto.
—¿Qué tu qué? –no caía del asombro, ¿este tipo pensaba meterse en su cuarto sin preguntarlo? No quería sonar tan santa pero vamos, que nunca vio a otro hombre que no fuese su padre–. ¿Y cómo te has soltado?
—Yo… –Ian balbuceo, rompió la condición, ella no confiaría nunca–. Perdona pero quería… Ir al baño.
—Oh…
Claro, lo había olvidado. Así como Negro, ella y todos los animales del bosque necesitan hacer sus necesidades, Ian también lo requería. ¿Cómo pudo ser tan estúpida de olvidarlo? Se puso colorada, sin saber dónde meterse por el bochorno, ¿y si el pobre chico se hacía encima por su culpa?
—¡Lo siento, lo siento mucho!
—No, no te preocupes, no quiero que creas que soy una mala persona pero… No pude evitarlo.
—No importa, de todas formas no creo que seas tan malo.
—¿Tan? –enarco una ceja.
—Haré algo de desayunar y si quieres, luego puedes marcharte.
Le dio la espalda y comenzó a trabajar en la cocina, mientras él no sabía que hacer exactamente. Pidió permiso para ir a buscar su mochila, la cual seguro quedo en algún lugar cercano en el bosque y fue a por ella. Y también al baño.
Alma no sabía que le pasaba, porque sentía confianza y la vez desconfianza, porque se sentía atraída a lo desconocido pero a la vez con miedo. Porque es que este chico le simpatizaba pero no se permitía que lo hiciera del todo. ¿Por qué su cabeza pedía a gritos que se fuera con él y a la vez que se quedara? ¿Podría algún día estar preparada para marcharse de su hogar? Siempre pensó que envejecería allí, pero a la vez, soñaba con formar una familia algún día, enamorarse y tener hijos. Pero no conseguiría aquello si se quedaba. ¿Podría volver si se iba y no le gustaba lo que encontraba afuera? No le deleitaba estar en guerra consigo misma, sentir de pronto ganas de irse lejos, ganas de vivir otra realidad. Y mucho menos, sentir que dependía de Ian, ¿desde cuándo ha dependido ella de un hombre? No desde que vive en su bosque y no le agrada la idea de depender de él. Que Ian la lleve lejos, que le muestre como vive en su pueblo, que la guíe por otro camino. ¿Acaso no puede hacerlo por su cuenta? Alma River es independiente, no necesita de nadie… Y sin embargo, quiere que alguien dependa de ella. ¿Ven a que se refiere? Guerra consigo misma.
Ian regreso y desayunaron en silencio, acompañados por un hiperactivo Negro, que ya deseaba salir a explorar.
—¿Encontraste tu mochila? –pregunto al ojitos azules.
—Sí, tengo algunas de mis pertenencias y también encontré un mapa, no me había dado cuenta de que lo tenía.
—¿Un mapa?
—Un papel que te indica donde está la ciudad, el camino a donde debo ir –explico, sembrando curiosidad en la muchacha.
—¿Y está muy lejos a dónde iras?
—Algo…
Saco el trozo de papel de la mochila y se lo enseño, había mucho color verde que indicaba el bosque, Ian marco donde se encontraban ellos. El río seguía un camino largo cuesta abajo y hostigaba rodeando una pequeña colina, luego, habían carreteras largas y curvilíneas que daban hacia la gran ciudad; en donde Ian marco la llegada.
—Me tomara unos días, tal vez una semana –se encogió de hombros–, pero no puedo quedarme aquí para siempre.
—¿Qué tiene de malo eso? –pregunto ofendida la pelirroja, mirando con desconfianza el largo trayecto hasta la civilización.
—Que no podemos huir para siempre de los demás o de lo que nos hace daño, a veces hay que enfrentarlo. ¿Nunca has enfrentado tus miedos?
Sus ojos miraron con descaro los suyos, retándola a que se atreviera y dijese lo contrario, a que se defendiera y excusara pero Alma no lo hizo. Desvió la mirada y miro al bosque.
—¿Enfrentarlos sin tener miedo?
—No, tendrás miedo cuando los estés enfrentando, pero este se ira, solo cuando hayas comprobado que no hay peligro. Pero solo si lo compruebas.
Su mente se quedó pensativa, quieta, expectante. Si enfrentaba su miedo a irse y se daba cuenta de que no era malo, entonces ya no se inquietaría tanto… Pero si lo enfrentaba y se daba cuenta de que si era malo… ¿Qué pasaba entonces? Se giró para mirarlo, para formular la pregunta, pero cuando él la encontró lo intuyo en solo segundos.
—Y si es malo –comenzó–, entonces estaré a tu lado para cuidarte, los miedos se enfrentan mucho mejor cuando no estás solo.
Sus palabras la sorprendieron, ¿Ian quería cuidarla? ¿Le aseguro que si se iba con él, lo haría? No, no podía estarle insinuando eso a ella, ¡apenas se conocen hace un día! Sintiéndose mareada por tanta fidelidad de su parte, por tanta cercanía se puso de pie y llevo los platos a la cocina. Tenía que hacer algo pronto o se comería entero el cuento de que podía irse con él, que podía tener otra vida, una mejor. No va a depender de este chico su decisión, no va a cambiar su rutina de años, no va a desmoldar su vida solitaria o sus pensamientos. ¡NO! No debe tener ese derecho solo con llegar y decir unas cuantas palabras. ¿Quién se cree que es?
—Será mejor que te vayas, entonces –dijo con severidad–, el camino es largo. ¿No? No querrás atrasarte otro día.
—¿Qué?
—Fue un gusto, Ian. Buena suerte.
Dejo lo que hacía en la cocina, le miro por última vez, a su asombro dibujado en su rostro y en sus ojos azules y se escabullo por la puerta, corriendo hacia su cuarto.
No podía creer que casi cae, que casi le pide a ese chico que la lleve consigo, ¿Cómo pudo pensar en dejar su lugar seguro, su lugar a salvo? Les prometió a sus padres que se quedaría, que los esperaría.
¿Qué si se marchaba y ellos llegaban a buscarla? Quiso llorar por la oportunidad que estaba perdiendo de largarse, de dejar atrás la soledad, de hacer un amigo, pero se tragó la amarga tristeza.
Esto era lo mejor, no debe confiar en las personas extrañas, no debe dejar su casa, sus padres van a venir a buscarla tarde o temprano.
—Lo prometieron –susurro, agarrándose al viejo portarretratos de su mesa de luz–. Lo prometieron…
Una lagrima cayo y mojo la fotografía, e Ian que escuchaba tras la puerta, entendió que había fracasado, tendría que irse.
Alma River seria siempre de los bosques, nunca sería suya, no sería de nadie y moriría ante la espera de una promesa, que claramente nunca se cumpliría.
Se preguntó, mientras se sentaba en el sofá, si se habría quedado dormida y por eso no vino a verle. Quizá se levantaba más tarde y le daba tiempo a estirar un poco los miembros y luego volver a anudarse las manos y piernas. No quería sentirse preso ni un segundo más… Necesitaba a su cuerpo libre.
Le hecho una mirada a su alrededor y lo decidió, se deshizo de las sogas y las dejo en el suelo, estiro sus brazos y piernas, sobo sus tobillos y muñecas, se puso de pie y camino un poco. ¡Se sentía tan entumecido! Admiro desde la ventana principal el impotente bosque a su alrededor y luego al cielo, tan celeste y esponjado como lo recordaba. Camino hasta la puerta delantera y fue allí, que la distinguió tirada durmiendo sobre el sucio suelo, su respiración calmada, su pecho subiendo y bajando. Este lugar la hacía sentirse segura, estimar que no necesitaba nada más que a sí misma.
Camino hasta la pelirroja preguntándose si podría cargarla hasta su cuarto sin que lo advirtiera, tal vez su sueño era pesado. Pero tan pronto comenzó a sostenerla entre sus brazos y adentrarse en la casa, ella abrió sus ojos. Ian se sorprendió de lo directo que estos le miraron, como si se abrieran solo para él. Los sentidos de Alma se sorprendieron y sus mejillas enrojecieron al contemplar lo que acontecía. Ian la estaba cargando, se hallaba sosteniendo su cuerpo sin preguntarlo y lo que es peor, se había desecho de su amarre. Sus miradas llenas de curiosidad se apreciaron una a la otra hasta que Alma se movió inquieta, queriendo salir de sus brazos.
—¿Qué…? –comenzó, mientras Ian la dejaba en el suelo, procurando no asustarla–. ¿Qué hacías?
—Te vi dormida en las escaleras, pensé que sería incomodo así que te llevaba a tu cuarto.
—¿Qué tu qué? –no caía del asombro, ¿este tipo pensaba meterse en su cuarto sin preguntarlo? No quería sonar tan santa pero vamos, que nunca vio a otro hombre que no fuese su padre–. ¿Y cómo te has soltado?
—Yo… –Ian balbuceo, rompió la condición, ella no confiaría nunca–. Perdona pero quería… Ir al baño.
—Oh…
Claro, lo había olvidado. Así como Negro, ella y todos los animales del bosque necesitan hacer sus necesidades, Ian también lo requería. ¿Cómo pudo ser tan estúpida de olvidarlo? Se puso colorada, sin saber dónde meterse por el bochorno, ¿y si el pobre chico se hacía encima por su culpa?
—¡Lo siento, lo siento mucho!
—No, no te preocupes, no quiero que creas que soy una mala persona pero… No pude evitarlo.
—No importa, de todas formas no creo que seas tan malo.
—¿Tan? –enarco una ceja.
—Haré algo de desayunar y si quieres, luego puedes marcharte.
Le dio la espalda y comenzó a trabajar en la cocina, mientras él no sabía que hacer exactamente. Pidió permiso para ir a buscar su mochila, la cual seguro quedo en algún lugar cercano en el bosque y fue a por ella. Y también al baño.
Alma no sabía que le pasaba, porque sentía confianza y la vez desconfianza, porque se sentía atraída a lo desconocido pero a la vez con miedo. Porque es que este chico le simpatizaba pero no se permitía que lo hiciera del todo. ¿Por qué su cabeza pedía a gritos que se fuera con él y a la vez que se quedara? ¿Podría algún día estar preparada para marcharse de su hogar? Siempre pensó que envejecería allí, pero a la vez, soñaba con formar una familia algún día, enamorarse y tener hijos. Pero no conseguiría aquello si se quedaba. ¿Podría volver si se iba y no le gustaba lo que encontraba afuera? No le deleitaba estar en guerra consigo misma, sentir de pronto ganas de irse lejos, ganas de vivir otra realidad. Y mucho menos, sentir que dependía de Ian, ¿desde cuándo ha dependido ella de un hombre? No desde que vive en su bosque y no le agrada la idea de depender de él. Que Ian la lleve lejos, que le muestre como vive en su pueblo, que la guíe por otro camino. ¿Acaso no puede hacerlo por su cuenta? Alma River es independiente, no necesita de nadie… Y sin embargo, quiere que alguien dependa de ella. ¿Ven a que se refiere? Guerra consigo misma.
Ian regreso y desayunaron en silencio, acompañados por un hiperactivo Negro, que ya deseaba salir a explorar.
—¿Encontraste tu mochila? –pregunto al ojitos azules.
—Sí, tengo algunas de mis pertenencias y también encontré un mapa, no me había dado cuenta de que lo tenía.
—¿Un mapa?
—Un papel que te indica donde está la ciudad, el camino a donde debo ir –explico, sembrando curiosidad en la muchacha.
—¿Y está muy lejos a dónde iras?
—Algo…
Saco el trozo de papel de la mochila y se lo enseño, había mucho color verde que indicaba el bosque, Ian marco donde se encontraban ellos. El río seguía un camino largo cuesta abajo y hostigaba rodeando una pequeña colina, luego, habían carreteras largas y curvilíneas que daban hacia la gran ciudad; en donde Ian marco la llegada.
—Me tomara unos días, tal vez una semana –se encogió de hombros–, pero no puedo quedarme aquí para siempre.
—¿Qué tiene de malo eso? –pregunto ofendida la pelirroja, mirando con desconfianza el largo trayecto hasta la civilización.
—Que no podemos huir para siempre de los demás o de lo que nos hace daño, a veces hay que enfrentarlo. ¿Nunca has enfrentado tus miedos?
Sus ojos miraron con descaro los suyos, retándola a que se atreviera y dijese lo contrario, a que se defendiera y excusara pero Alma no lo hizo. Desvió la mirada y miro al bosque.
—¿Enfrentarlos sin tener miedo?
—No, tendrás miedo cuando los estés enfrentando, pero este se ira, solo cuando hayas comprobado que no hay peligro. Pero solo si lo compruebas.
Su mente se quedó pensativa, quieta, expectante. Si enfrentaba su miedo a irse y se daba cuenta de que no era malo, entonces ya no se inquietaría tanto… Pero si lo enfrentaba y se daba cuenta de que si era malo… ¿Qué pasaba entonces? Se giró para mirarlo, para formular la pregunta, pero cuando él la encontró lo intuyo en solo segundos.
—Y si es malo –comenzó–, entonces estaré a tu lado para cuidarte, los miedos se enfrentan mucho mejor cuando no estás solo.
Sus palabras la sorprendieron, ¿Ian quería cuidarla? ¿Le aseguro que si se iba con él, lo haría? No, no podía estarle insinuando eso a ella, ¡apenas se conocen hace un día! Sintiéndose mareada por tanta fidelidad de su parte, por tanta cercanía se puso de pie y llevo los platos a la cocina. Tenía que hacer algo pronto o se comería entero el cuento de que podía irse con él, que podía tener otra vida, una mejor. No va a depender de este chico su decisión, no va a cambiar su rutina de años, no va a desmoldar su vida solitaria o sus pensamientos. ¡NO! No debe tener ese derecho solo con llegar y decir unas cuantas palabras. ¿Quién se cree que es?
—Será mejor que te vayas, entonces –dijo con severidad–, el camino es largo. ¿No? No querrás atrasarte otro día.
—¿Qué?
—Fue un gusto, Ian. Buena suerte.
Dejo lo que hacía en la cocina, le miro por última vez, a su asombro dibujado en su rostro y en sus ojos azules y se escabullo por la puerta, corriendo hacia su cuarto.
No podía creer que casi cae, que casi le pide a ese chico que la lleve consigo, ¿Cómo pudo pensar en dejar su lugar seguro, su lugar a salvo? Les prometió a sus padres que se quedaría, que los esperaría.
¿Qué si se marchaba y ellos llegaban a buscarla? Quiso llorar por la oportunidad que estaba perdiendo de largarse, de dejar atrás la soledad, de hacer un amigo, pero se tragó la amarga tristeza.
Esto era lo mejor, no debe confiar en las personas extrañas, no debe dejar su casa, sus padres van a venir a buscarla tarde o temprano.
—Lo prometieron –susurro, agarrándose al viejo portarretratos de su mesa de luz–. Lo prometieron…
Una lagrima cayo y mojo la fotografía, e Ian que escuchaba tras la puerta, entendió que había fracasado, tendría que irse.
Alma River seria siempre de los bosques, nunca sería suya, no sería de nadie y moriría ante la espera de una promesa, que claramente nunca se cumpliría.
- Hola!:
- Creo que les tomara un mes leerlo, okno xD pero ahora si desearan no haberme pedido cap tan largo
Espero les guste y aun estén con ganas de la novela!
Se que es muy largo pero tomen su tiempo, yo tratare de contactar a Soph, ya que hace tiempo no sabemos nada de ella, espero este muy bien<3
TheGirlImpossible
Re: Las cuatro puertas. |NC|
¡May!, bueno creo que es mi turno. Chicas lamento haber estado tan ausente, es que no tuve internet durante diéciseis, hasta ahora es que pude conectarme. Ya me pongo al corriente con los últimos capítulos subidos. Espero poder subir capítulo este fin de semana, ya casi estoy de vacaciones y... El lunes 1 de diciembre cumplo años :3
Invitado
Invitado
Re: Las cuatro puertas. |NC|
Hola Andy!! Oh te extraño muchooo!! :'(
que mal que no tuvieses internet u.u no te preocupes, de todos modos creo que todas estamos algo perdidas xD jaja asi que no hay problema y no se si ande por aqui para el 01/12 asi que ¡FELICIDADES ADELANTADAS! :D te quiero mucho<3 y te deseo lo mejor :D somos sagitarianas (wuju) yo los cumplo el 7 de diciembre!! :D
que mal que no tuvieses internet u.u no te preocupes, de todos modos creo que todas estamos algo perdidas xD jaja asi que no hay problema y no se si ande por aqui para el 01/12 asi que ¡FELICIDADES ADELANTADAS! :D te quiero mucho<3 y te deseo lo mejor :D somos sagitarianas (wuju) yo los cumplo el 7 de diciembre!! :D
TheGirlImpossible
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