Las cuatro puertas. |NC|

Ficha de la serie

Creo seré la primera en comentar, primero amo el tema te quedo perfecto May, el code de cabecera  , creo no hay adjetivo es demasiado fghljkhgjlk es precioso. Morí con la sinopsis es demasido genial,jajaja bueno creo que lograste algo imposible dar intrucciones para usar un code y ser entendida,en fin hahahaha hiciste que me emocionara y tuviera más ganas de seguir leyendo, ¿ya dije que muero por empezar?
En fin, me encnato todo

[...]

Desperté como cada día de mi corta vida, escuchando el sonido de las aves. Mantuve mis ojos sin abrirse mientras me concentraba solo en aquel sonido tan armonioso, tan irritante para quienes no acostumbran a oírlo, pero tan necesario para mi vida. Oír a los pájaros, me recuerda que es un día más de mi existencia, todavía estoy acá, todavía resisto. No tengo idea de cómo, pero siempre me sorprende saber que sigo viva, sigo creciendo y respirando.
Desde que estoy en este bosque, trato de cuidarlo, de darle el respeto que se merece. Es mi forma de agradecerle por permitirme acobijarme en su manto, ocultarme en sus árboles, vivir de sus tierras y ríos. ¿Qué sería de mí sin aquellas plantas comestibles? ¿Sin el agua pura de este río? Creo que por eso, mis padres me dejaron aquí, sabían que tendría modos de sobrevivir, el resto debía ponerlo yo. Como la fuerza y la perseverancia para seguir adelante.
No sé qué día es hoy o la hora, tampoco cuando es mi cumpleaños o cuando es un año nuevo, simplemente sé que debo tener unos dieciocho o diecinueve años y que está amaneciendo, por lo que probablemente sean las seis de la mañana. Me oriento como puedo, dejando rastros de barro en los árboles o aprendiéndome de memoria algunos objetos especiales, como aquel viejo neumático que alguien arrojo al río y pude conseguir. Al menos, papá y mamá no me dejaron sin nada, hay una vieja cabaña en donde duermo, cocino y paso el rato. En las noches de frío hago fogatas y en los días de calor me paso el día entero metida en el agua, que es en donde también me baño.
En cuanto a ropa, tengo aquella de cuando tenía diez, que fui confeccionando para que me anduviera, aunque es medio difícil estar completamente vestida y abrigada. No tengo zapatillas o algo para cortar mi cabello pelirrojo; sobrevivo como puedo, rebusco y creo cosas con lo que encuentro, intento usar la imaginación.
Finalmente me pongo de pie de aquel colchón delgado, estiro mis miembros y bostezo, así comienza mi cotidiana vida salvaje, no puedo dormir mientras el sol golpea mi cara.
Camino hasta la sala y saludo al enorme perro negro que duerme en el sofá todo sucio y gastado con los años, él es  “Negro”, el del nombre original. Lo encontré un día mientras recorría el bosque y desde entonces somos compañeros, como mejores amigos; siempre me cuida y siempre lo cuido. Es lo más cercano tengo al cariño, al amor incondicional. La cotorra se posa sobre el umbral de la ventana y suelta un sonido estridente, ella no tiene nombre, usualmente le digo Bonita de cariño. Es extraño, porque no la considero mi mascota, no la tengo encerrada o presa de su libertad, pero ella siempre vuelve, no importa cuántos días desaparezca, siempre encuentra el camino a casa.
Después está el león, que espero no esté tan grande como la última vez. Siempre temo que esta clase de animales me lastime, pero Negro lo mantiene a raya.
Busco algo de agua que tengo en una botella y tomo un poco, dejándole algo a Negro y Bonita en sus respectivos bebederos y después, decido que voy a darme una ducha y buscar algo para comer.
Tomo un vestido que consiste en un montón de telas cosidas unas con otras, que me logran cubrir bastante y lo llevo para cambiarme luego del baño.
Es increíble cómo años atrás, yo me encontraba siendo una persona completamente diferente a esta.
Tenía una casa enorme, demasiado para solo tres personas. También tenía millones de juguetes y mucha ropa. Todo lo que deseaba, lo obtenía en un segundo y ahora… Bueno, no solo el estilo de vida cambio, también mi forma de ver la vida, mi conciencia es más fuerte y ahora valoro cosas que antes nunca me hubieran interesado.
Ahora realmente desearía volver a tener amigos, poder abrazar a mis padres una última vez, poder decir que los amo y agradezco todo lo que me dieron. Si… Lo que daría por tener una día más con ellos.
Camino junto a Negro por el bosque, pisando la tierra mojada por la lluvia del día anterior y observo a los arboles moverse con el viento. El paisaje es hermoso, maravillaría a cualquier persona que supiera apreciarlo y yo lo amo cada día más.
Acaricio un trozo de tronco de árbol, en donde puse mis iniciales para recordar el camino de regreso. AR. Mi nombre es Alma, es lo único que recuerdo de mi misma, no se mi número de documento o el teléfono de mi casa, no recuerdo la dirección o de dónde vengo. Tampoco se mi apellido y apenas recuerdo el nombre de mis padres: John y Aurora.
Decidí que mi apellido fuera River, porque recordé que en ingles la palabra significa Río o algo por el estilo y como era lo poco que mi mente podía recordar del pasado, me pareció correcto.
Alma River, la chica de los bosques.
Me deshice de la ropa que tenía y me metí a bañar, lavando mi cabello y el cuerpo, sintiendo el agua helada pero refrescante. El sol iba subiendo de apoco desde su horizonte y se reflejaba en el agua a mi alrededor. ¿Soy feliz? Esa pregunta a veces me inundaba, en los momentos más extraños, como ahora. ¿Realmente me había acostumbrado a esto y creía ser feliz así? No sé, pero de algo estaba segura, no quería volver a la vida de ciudad, a todo ese ruido y caos. No quiero el dolor que estar rodeada de personas me provoca. Mi soledad es perfecta, así soy feliz, tal vez no mucho. Pero todavía vivo, ¿no?
—Bueno, a buscar comida –dije luego de haberme bañado y cambiado.
Habían plantas comestibles muy cerca de acá y si conseguía prender fuego, podía preparar sopa.
Hice el camino de regreso y junto al enorme perro, buscamos todo lo que pudimos, guardándolo en la olla vieja y jugando un rato mientras volvíamos a casa.
En el fondo me preguntaba que sería volver a tener amigos, una familia, un amor… ¿Qué sería tener esa vieja vida devuelta? Ni siquiera sé cómo será todo ahora, ¿todavía hay televisión? Mire a negro y me puse melancólica, ojala el pudiera hablar, sería más llevadero. No me sentiría tan vacía, incluso podría gustarme del todo estar acá, en vez de tener peleas internas conmigo misma. No cambiaria de opinión todo el tiempo, “quiero estar acá, me gusta” o “no, mejor no quiero”. Soy tan complicada. Amo y odio mi marginalidad, así de rara.


Luego de haber hecho la cena y haber comido. Negro y yo nos acostamos en el pórtico de la entrada para mirar el cielo, los arboles grandes lo cubrían un poco, pero divisábamos nubes blancas y retazos de cielo azul. Hoy es un día hermoso, como aquellos que pocas veces vez, pero que agradeces que sucedan.
—¿Qué crees que haya al final del bosque, Negro? –pregunte, mientras el perro me miraba ante su mención, con ojos curiosos–. ¿Un pueblo, una ciudad, mas ríos?
—¡Guau!
—No, no creo que haya una ciudad, tienes razón –respondí, como si de verdad le entendiera–, si no alguien ya hubiera venido por nosotros, pero nunca nadie nos buscó, ni siquiera cuando prendo fuego en las noches. Nadie quiere buscarnos, encontramos… Estamos solos –suelto un suspiro y acaricio su cabeza.
Odiaba tener estos días deprimentes en donde no tenia en que ocupar mi mente y empezaba a pensar en lo que no tengo. Debía hacer algo pronto, antes de terminar volviéndome loca, el suicidio es algo que recuerdo muy bien de la gran ciudad, no quiero que aquella necesidad me inunde, debo ser más fuerte.
—Buen Negro, es hora de dar un paseo, ¿Qué dices?
El perro ladro y ambos nos pusimos de pie. Observe que mis pies seguían desnudos, quisiera tener un par de zapatillas y correr libremente por el bosque, pero la última vez que lo intente, termine lastimando. Caminamos lentamente y siguiendo la dirección del sol.
Fue en ese momento, que no sé porque, Negro se puso bastante ansioso, inquieto, corría de un lugar a otro, ladraba y miraba al cielo, como si sintiera o viera algo que yo no.
—¡Basta Negro! –me queje, cuando rodeo mis piernas y casi me hizo caer–. ¿Qué? ¿Qué pasa? ¡NEGRO!
Se había ido corriendo, persiguiendo no sé qué cosa. No es que no confiara en su olfato y orientación para volver conmigo, pero soy yo, la que no quiere estar sola justo ahora, así que lo seguí. Corría mientras sentía mis pies pisando piedras o suelo enlodado, salpique mi vestido y mi cara, pero no me detuvo. ¿A dónde iba ese perro? Llame su nombre pero no volvió, me estaba cansando y mareando, supongo que el desayuno de hoy no era suficiente para mi organismo y todavía tenía hambre, por lo que me mareaba; di un paso tambaleante y seguí el camino. ¿Y si me pierdo yo por su culpa? Estaba pensando en cómo lo regañaría cuando lo encontrara y lo vi, rasguñando el tronco de un inmenso árbol a unos pasos de mí, mientras me aturdía con su fuerte ladrido.
—¿Me puedes explicar porque saliste corriendo así? ¡Deja en paz a esos pájaros!
Entonces sucedió, no tengo idea de cómo esa persona llego allí, pero cayó desde el árbol, a los pies de Negro, quien empezó a lamer su rostro y yo solté un grito asustado, ¿Quién es esta persona y que hace acá? Me acerque con miedo, mientras tomaba una rama desde el suelo para protegerme, empezaba a temblar porque pasaron años desde mi último encuentro con otra persona, era muy raro.
—No soy un pájaro –fue lo primero y último que dijo, con una media sonrisa en el rostro, antes de que mi primera reacción fuera golpearlo en la cabeza con la rama y dejarlo inconsciente.
—¡Lo mate! –grite completamente aterrada, mientras soltaba la rama y me acercaba a Negro–. ¡Negro, mate al chico! ¿Qué hago ahora?
Él no se movió y yo seguí mirando, su cabello era color castaño muy oscuro, casi negro, lo poco que mire sus ojos, eran como el cielo y parecía un poco mayor que yo pero… ¿de dónde había salido? ¿Del árbol? ¿Cayo del cielo? ¿Quién era ese chico y porque aparecía frente a mi como por arte de maga? Mire hacia arriba y solté un suspiro, si lo mate o no, creo que necesito averiguarlo. Tal vez pueda amarrarlo con sogas en la casa y si despierta, interrogarlo. Sí, eso es lo que voy a hacer. Necesito saber quién es y qué es lo que está buscando.
—Vamos, llevemos al medio muerto a la casa –indique al perro.
No sé si tenerle miedo o curiosidad a este tipo, pero mejor apago mis pensamientos y actuó, antes de que me arrepienta de llevar a un extraño a casa.
Que pase lo que tenga que pasar.

¡May! amé el capítulo, la personalidad de Alma, es fascinante, rei mucho con esa última parte no sé porque recordé una pelicula animada de disney enredados xD, but nos debes un cap más largo okno.
Me encariñé ya con Negro, y eso que a penas llevas un cao nada más. Admiro como Alma día a día lucha y se goza(de cierta forma) su selva, yo no sobreviviria ni un día xD, en fin hahahahaha se encontro con Ian no pueedo esperar a saber que pasara

Es mi turno *o* antes del viernes estoy subiendo mi capítulo...Por cierto ya me paso por el muro