► Lago Azul | n.c.

Capítulo 004

Capítulo 005

La alarma de incendios comenzó a sonar y las luces se apagaron de la nada, dejándome en una completa oscuridad.
No podía distinguir nada de nada en la habitación y lo único que sentía era calor.
Unas luces rojas se prendieron en los pasillos y gracias a una de ellas mi habitación se ilumino un poco. Jadee y me puse de pie.
Tome todo lo que pude y lo metí en una pequeña mochila para después salir de mi camarote con una simple sudadera puesta debajo de un short y una camisa de tirantes, que consistía en mi pijama.
La cubierta estaba repleta de gente, niños, bebés, adultos, ancianos y adolescentes que estaban dispersados en grupos, unos lloraban y otros trataban de contener el llanto. Mientras yo no tenía ni idea de lo que pasaba.
 
—Señorita —susurró una voz a mi lado—, usted valla con los jóvenes, por favor.
Gire para ver quien me había llamado, pero detrás de mi ya no se encontraba nadie, salvó unas señoras que estaban de espalda a mi.
Tome mi mochila del suelo y la coloque en mi hombro derecho para irme con mi grupo, por las instrucciones que me dio la voz desconocida.
Llegue del lado sur de la cubierta y tome asiento en el suelo. Cerré mis ojos y use mi mochila como almohada, sabiendo que por esta acción llamaría la atención seguí así cuando unos murmuras se escucharon a mis espaldas. 
No tenía idea de lo que ocurría, por lo que seguí tirada en el suelo mientras los demás lloraban.
—¿Porqué demonios lloran? —pregunte mientras me levantaba ya que no me dejaban conciliar el sueño—, ¿qué ocurre?
Las miradas de todos los que estaban alrededor y me escucharon se posaron en mi. Un poco intimidada por eso me encogí pero al instante me puse derecha.
—¿No sabes? —pregunto asombrada y a la vez molesta una chica con cabello azabache y por arriba de los hombros. Sus ojos oscuros me analizaban como sí fuese una especie de monstruo y fruncía su ceño.
—No tengo idea de que es lo que hacemos acá. ¿Un simulacro? ¿Una broma para un programa de televisión? —respondí con una mueca—, no me gusta para nada.
—¡No es una broma! ¡No te tomes esto así de fácil! ¡Estamos en peligro! —grito la chica haciendo que yo la mirara divertidamente.
—¿Peligró? Eso es mentira, este barco nunca se hunde, e estado viajando año tras año en este crucero para visitar a mi abuela en Alemania y nunca a pasado nada malo.
—¡Pues ahora sí! ¡Las alarmas sonaron y todos fuimos evacuados hasta acá! ¿Porqué razón? ¡No creo que sea una broma!
—Esta bien —hable pasivamente y extendí mis manos en su dirección en señal de calma—, tranquila. ¿Cuantos años tienes? ¿Cuarenta? 
—¡No!
—¡Entonces tomate todo a la ligera! Si morimos, ¿qué importa? De igual manera moriremos, ¿no?
Alce mis brazos en señal de diversión y sonreí a la morena que me fulminaba con la mirada aún. 
Estaba por decir algo cuando el barco hizo un sonido extraño y se sacudió, todos comenzaron a gritar y yo me aferre a mi mochila para no perderla de vista.
La chica que anteriormente estaba mirándome feo se encontraba gritando y se abalanzó hacia adelante en una sacudida más. Rápidamente me aferre a la barandilla que se encontraba enfrente de mi y me agache, de forma que estaba sentada en el suelo. Por debajo de mi sentí como el suelo comenzaba a temblar.
Cerré los ojos con fuerza y mordí mi labio inferior. 
De un segundo a otro se escucho el sonido de algo que explotaba y el suelo dejo de temblar para después sentir como mi cuerpo se inclinaba hacia la derecha de poco a poco. 
Mis párpados se abrieron y la imagen de toda la cubierta destrozada y en llamas se presentó ante mi. Tome unos segundos para pensar, pero cuando volví a la realidad me levanté del suelo, aún sin soltarme del pasamanos y observe más allá del humo que bloqueaba mi vista. 
Un sollozo trato de salir de mi garganta pero lo detuve y sin pensarlo otra vez me monte en la barandilla de hierro para después lanzarme al mar.
Mientras caía tome una gran bocanada de aire y espere por mi aterrizaje en el agua,  que nunca llego, ya que caí en un pedazo de madera lo bastante grande para mantener a dos personas en el. 
Por encima de mi cabeza las llamas crecían cada vez más y lo único que se me ocurrió fue usar mis manos como remos para avanzar lo más lejos posible del barco, que no tardaría en hundirse. 
Remaba y me mordía el interior de mi mejilla para evitar llorar. Gritaba de pánico, más no lograba soltar una sola lágrima, por más que yo quisiera era inútil llorar en esos momentos. Llevaba así unos minutos y no encontraba sentido a nada.
Mis ojos comenzaban a cerrarse mientras el cielo seguía estrellado y la luna iluminaba una parte de la estela que dejaba mi improvisada barca. Mi boca estaba seca y mis manos cansadas, no tenía esperanza alguna de escapar de esta situación, hasta que alza la mirada y divise la sombra de una isla. Avance más rápido y cuando llegue a la arena me tire en ella para dormir.

(...)

Me quite los lentes de sol y los deje a mi lado con cuidado.
Tarareaba una canción mientras metía mis pies en el agua y los movía de adelante hacia atrás. El sol estaba encima mío y reflejaba sus rayos en el cristalino río al cual acudía siempre a la misma hora.
Me adentre en el agua de un brinco y me estremecí por la temperatura de esta, era fresca pero no fría, ideal para tomar un baño con el calor de aquí.
Aparte de el sonido de la corriente de agua y mi respiración se podía escuchar a lo lejos otros sonidos, parecidos al de los animales, pero diferentes.

—¿Ahora qué pasa? —pregunte mientras ponía los ojos en blanco— ¿No puedo tomar un baño sin que hagan ruido?
Los sonidos cesaron y solté un suspiro de satisfacción.
—¡Gracia muy amable de su parte! —grite usando las manos como megáfono.
Seguí tomando mi baño mientras tarareaba otra canción. 
Una vez que termine tome la toalla que estaba dentro de mi ya gastada mochila y seque mi cuerpo con cuidado. Saque de la mochila ropa interior, unos shorts cortos, una camiseta corta y unas zapatillas algo gastadas. No toda la ropa que tenía era mía, pues días después del accidente en el barco me empeñe por traer cada una de las cosas que sobrevivieron de la explosión para usarlas, y si que valió la pena mi esfuerzo.
Con mis dedos desenrede mi cabello aún sentada en la orilla del río. Me importaba mucho mi apariencia, a pesar de que estuviera sola, y por eso siempre trataba de verme bien. Apliqué maquillaje saqueado de las maletas que estaban en "casa" y tome mi mochila para marcharme.
De nuevo se escucharon los sonidos que parecían chillidos, pero esta vez estaban más cercas, y ya no parecían chillidos, si no voces.
Coloque la mochila en mi hombro y me puse de puntillas para ver si lograba ver algo entre las palmeras que estaban bloqueando mi vista. Una tela negra se hizo presente en mi vista y me esforcé un poco más por adivinar que era el signo que tenía aquella tela, y cuando lo descubrí me quede helada. Era una calavera, eran piratas.
Corrí hasta la casa del árbol que yo misma había construido tres años atarás y me escondí ahí. 
Desde el primer día que amanecí en esta isla deseaba salir de aquí, pero había perdido todas las esperanzas, ahora que esos saqueadores están aquí deseo que se marchen y me dejen aquí sola.
Tape la puerta con las maletas y demás para que no pudiesen pasar los bandidos, se escucharon voces por abajo y me asome por la ventana para lograr ver algo.
Tres hombres charlaban animadamente, sin darse cuenta de que arriba de ellos estaba una casa hecha con madera en la que vivía una chica, de seguro y estarían ciegos.
El más alto de todos comenzó a susurrar y los otros dos se acercaron a el para después alejarse soltando una sonora carcajada. 
Los tres observaban a su alrededor son dejar de reír, más no se percataban de mi presencia. Se callaron de golpe y miraron con recelo a su derecha, no tenía idea de que fue lo que vieron, y entonces salió de la nada un chico.
El tenía puestos unos pantalones ajustados y una camiseta blanca con mangas sin abotonar. Era sumamente atractivo, y a la vez peligroso.
El chico dijo algo a los hombres y ellos salieron corriendo de ahí, haciendo que el atractivo joven soltara una carcajada y levantara la mirada al árbol.
Sus ojos se posaron en mi y dejo de reír, frunció el ceño y yo me escabullí lejos de la ventana.

—Me atrapo —digo para mi misma en voz baja.
Procuro no moverme de donde estoy pero la curiosidad me consume lentamente y rápidamente me acerco a la ventana. Me desilusiono cuando el chico no está abajo y lentamente me alejó de la ventana.
—¿Qué buscabas muñeca? —pregunta en un ronroneo alguien a mi lado. 
Salto del susto y me encuentro con el chico pirata que ahora esta en mi casa y a mi lado. Mis mejillas toman color por la forma en la que me mira con una sonrisa, rápidamente trató de alejarme de él y gritar, pero es más rápido y coloca una de sus grandes manos en mi boca para silenciarme.

Ay hola: