Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Un Lugar Para Joe"
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 12 de 18. • Comparte
Página 12 de 18. • 1 ... 7 ... 11, 12, 13 ... 18
Re: "Un Lugar Para Joe"
Awwwww ho tmpoco qiero q se vaya
Pero la rayis es muy testarurad
Joe tiene razon debe vender las tierras pfff
Sigel si? Esta buenisim!!!!
Pero la rayis es muy testarurad
Joe tiene razon debe vender las tierras pfff
Sigel si? Esta buenisim!!!!
Heaven.Foster
Re: "Un Lugar Para Joe"
andreita escribió:si pagina 12 :)
siguelaaaaaaaaaaa
oh gracias
recompensa 2 caps y quedan como 10 capitulos o 9, aun no e pensado q adaptacion subir ademas tengo q seguir la otra nove q la e tenido muy abandonada :lol: :o
y gracias de nuevo por las pag y comentarios
pd: hiciste q me pusiera a escuhar cancion de los jonas yeah! bueno mejor pongo los caps
Suzzey
Re: "Un Lugar Para Joe"
Capítulo 19
Joe empezó a evitarla. A lo largo de las dos semanas que siguieron, encontró un sinfín de excusas para estar tan alejado de ella como fuera posible. Terminó de arreglar el tejado y empezó a reparar el porche dedicando todo su tiempo a esa tarea. Cuando acabó con eso, cortó toda la maleza que estorbaba en el jardín de alrededor de la casa, y después empezó a reparar los edificios de fuera.
Las lecciones de lectura de las noches se acabaron. Ya sabía leer suficientemente bien como para valerse por sí mismo, pero _____ las echaba de menos. Echaba de menos sentarse en su compañía en la mesa de la cocina, sorbiendo té y charlando.
No quedaba mucho tiempo antes de su marcha, y lo que más quería era pasar los pocos días que faltaban junto a él. Sólo quería mirarlo, escuchar su voz, estar cerca de él, hasta que todo él quedase grabado en su mente. Cuando se fuese, su recuerdo era lo único que le quedaría. Pero él no quería su compañía. _____ sólo lo veía en las comidas o cuando lo observaba trabajar sin que él se diese cuenta.
Puso la plancha en el fuego y fue hasta la ventana de la cocina. Apretó la nariz contra el cristal y observó la luz del candil que salía de la puerta del establo. Joe iba cada noche allí, pero ella no lo había vuelto a seguir. Él había dejado bien claro que quería que lo dejasen solo. Sin embargo, _____ encontraba excusas para quedarse despierta, trabajando en los vestidos para el baile de la cosecha, planchando o lavando las tazas, cualquier cosa que le permitiese quedarse en la cocina hasta su vuelta. Nunca se iba a la cama antes que él, pero él siempre pasaba a su lado murmurando buenas noches y se iba directamente a su habitación sin decir nada más.
______ bajó la vista hacia la camisa que estaba planchando, una camisa para él que había pertenecido a Stuart. Él también se había ido. Mamá, Stuart, Charles, papá. Todos se habían marchado.
De otro modo, Joe también se marcharía. Pensó en todos los días que le quedaban por delante y le parecieron vacíos. Pensar en su marcha la llenaba de una tristeza tan honda que le dolía el pecho. Una lágrima le resbaló por la mejilla y cayó sobre el algodón blanco.
Oyó sus pisadas en el porche de atrás y se limpió sus inútiles lágrimas con un rápido movimiento. Cogió la plancha y no levantó la vista cuando él entró. Mantuvo la espalda erguida y los ojos fijos en lo que estaba haciendo.
—Buenas noches, ____ —dijo Joe al pasar.
—Buenas noches, Joe.
Pero las lágrimas le volvieron a nublar la vista mientras él salía de la cocina. Joe rechazaba todo lo que para _____ era querido, y ella no podía curar sus heridas.
«Haz que se quede. Por favor, encuentra un modo de que se quede.»
Era una plegaria fútil. No había nada que pudiera hacer que se quedase. Absolutamente nada.
Cuando _____ fue a recoger agua a la mañana siguiente, encontró un gato muerto junto al pozo. Se quedó mirando a la pobre criatura a la que, evidentemente, habían disparado y habían puesto allí de forma deliberada. Otro mensaje muy claro de Nick. Podía haberles dicho a sus chicos que dejasen al animal muerto dentro del pozo y haber envenenado así el agua, pero no lo había hecho. En lugar de eso, le había hecho saber a _____ lo fácil que le resultaría hacerlo si seguía siendo tan terca.
Apretó los labios mientras miraba el cadáver rígido y sangriento del animal, y se puso furiosa. Se acordó de la amenaza de Joshua de quemar su melocotonar y sus chulescos intentos de intimidarla. Se preguntó cuánta gente habría vendido sus tierras a Nick a base de amenazas.
Se dirigió al establo para coger una pala y sus gruesos y grandes guantes de cuero. Enterró el gato en el bosque y regresó a casa. Subió al ático y estuvo removiendo todos los baúles hasta que dio con el que contenía los rifles, las pistolas y la munición de su padre y hermanos. Escogió el rifle del ejército de Stuart, pensando que era el que tenía el aspecto más intimidador de todos. Después dejó caer la tapa del baúl y bajó con el rifle.
Cuando Joe se despertó y fue a la cocina, se encontró a _____ de pie en el porche de atrás con el rifle en la mano. Al oír sus pasos atravesando la estancia, ella se dio la vuelta y lo miró a través de la puerta abierta. Al ver la decisión en su cara, él intuyó que había ocurrido algo.
—He encontrado un gato muerto junto al pozo —explicó ella como si hubiese oído su pregunta no formulada—. Le habían disparado.
Joe sabía lo que eso significaba y podía ver que ella también. Miró el rifle.
—Así que va a haber guerra, ¿verdad, ______?
—Sólo estoy tomando precauciones, eso es todo.
—¿Sabes usar eso? —le preguntó.
Ella negó con la cabeza.
—¿Y tú? —le preguntó.
Miró fijamente el arma pensando en Sean y en los rifles americanos.
—Sí, sí que sé —contestó.
—¿Me enseñarás a disparar?
—¿Por qué no les vendes la tierra? No merece la pena esta lucha, ______, no merece la pena.
Ella se puso tensa.
—Si tú no me enseñas, tendré que aprender yo sola.
Joe vio cómo _____ le daba la espalda y sopesaba el rifle experimentalmente con las manos, levantándolo como para apuntar el blanco. Estaba más claro que el agua que no tenía ni idea sobre armas. Si no le enseñaba cómo manejar el rifle, acabaría haciéndose daño.
—Maldita sea —murmuró y salió al porche. Pasó la mano por encima del hombro de ______ y bajó el cañón para que apuntase al suelo.
Ella volvió la cabeza y lo miró con curiosidad.
—¿Estás preparada para disparar a alguien, quizás para matarlo? —preguntó—. ¿Crees que puedes?
—Si tengo que hacerlo…
Joe estudió su serio semblante un momento y después asintió.
—Está bien. Entonces será mejor que aprendas cómo hacerlo.
Le quitó el rifle de las manos y lo estudió. Era un Henry 44, no muy apropiado para disparar a distancia, y un poco pesado para una mujer, pero una buena arma.
—¿Cuándo fue la última vez que se utilizó?
—En el sesenta y tres. Era de mi hermano Stuart.
Joe se aseguró de que no estaban cargadas ni la cámara ni la recámara y después levantó el arma. La amartilló, apuntó hacia el poste derecho del tendedero y apretó el gatillo.
El percutor cayó con un clic vacilante.
—Primero le hará falta una buena limpieza —le dijo bajando el arma—. Necesitaré algunos trapos, un cubo de agua hirviendo y una baqueta. ¿Tienes aceite para lubricarlo?
—Aceite dulce.
—Nos servirá. ¿Tienes cartuchos?
—Sí, una caja entera.
—Tráelos.
Ella asintió y entró en casa.
Joe miró fijamente el arma que tenía en las manos. No podía hacerlo. Lo más inteligente que podía hacer ______ era vender la tierra, coger el dinero y las niñas y empezar de nuevo en otro lugar. Pero sabía que no iba a hacer lo más inteligente.
En unas semanas, él no iba a estar allí para protegerla si esos hombres venían a por ella en medio de la noche. Lo menos que podía hacer era proveerle de los medios para protegerse.
—Mierda —murmuró.
Después del desayuno, Joe llevó a _____ a uno de los campos que antes habían servido para cultivar algodón, pero que entonces estaban en barbecho invadidos por las malas hierbas. A las niñas sólo les habían dicho que ______ quería aprender a disparar e insistieron en presenciar su primera lección. Ella no estaba convencida de que fuese buena idea, pero él señaló que era mejor que supiesen exactamente dónde estaban las niñas mientras hacían las prácticas de tiro.
Se había provisto de un montón de latas de hojalata, y Joe las puso en fila sobre la valla. Les ordenó a las niñas que estuviesen unos metros por detrás de ellos y les dio una buena charla sobre el peligro de las armas.
—No penséis que esto es un juguete —dijo con severidad—. No lo es.
Se desabrochó el primer botón de la camisa y se agachó para que Carrie y Miranda pudieran ver la cicatriz circular que tenía en el hombro.
—Esto me lo hizo una bala, niñas, y casi acabo muerto. Las pistolas pueden ser muy peligrosas.
_______ lo observó y pensó nostálgica que podría ser un buen padre. Y eso a pesar de que no se había tomado el asunto del beso entre Becky y Jeremiah tan en serio como debería haber hecho. Al recordarlo, pensó en su propia experiencia primera en el tema y un escalofrío le recorrió el cuerpo de la cabeza a los pies.
—¿Cómo ocurrió? —le preguntó Carrie, tocando la cicatriz del hombro de Joe con el dedo.
—Un chiquillo que se creyó que el arma era un juguete me disparó sin querer —se irguió y se abrochó la camisa—. Así que ni se os ocurra tocar este rifle bajo ningún pretexto. ¿Lo habéis entendido?
—Sí, señor —contestaron con los ojos muy abiertos las dos.
—Buenas chicas.
Joe volvió donde estaba _____ y le cogió la caja de cartuchos de la mano, después se agachó y los amontonó en el suelo.
—Es un rifle de repetición del calibre cuarenta y cuatro y de quince balas —le dijo y se puso en pie tomando un montón de cartuchos—. Eso quiere decir que puede disparar hasta dieciséis balas del cuarenta y cuatro, quince en la recámara y una en la cámara. Cargas los cartuchos a través de la recámara, aquí.
_____ observó atentamente mientras él le enseñaba cómo cargar el arma. Metió quince cartuchos a través de una abertura tubular que había en la parte frontal del gatillo debajo del cañón y después le tendió el rifle y se puso detrás de ella.
—Sujétalo apoyando la culata en tu hombro —le ordenó rodeándola con los brazos desde atrás y colocando el rifle en la posición correcta—. Así tendrás mejor control, relájate —añadió—. Estás demasiado tensa.
______ lo intentó, lo intentó de verdad, pero en lo único en lo que podía pensar era en lo maravilloso que sería apoyar la espalda contra él y disfrutar de la sensación de sus brazos rodeándola. La idea de que realmente era capaz de hacer algo así la intimidó.
Las manos de Joe tomaron las suyas por encima del cañón, haciendo que con ellas bajase una palanca que había detrás del gatillo y la colocase en su sitio.
—Esto carga el arma —le explicó—, y eso quiere decir que la primera bala ya está en la cámara y el rifle está listo para ser disparado. Cada vez que vayas a disparar tienes que cargarlo.
Le quería preguntar cómo apuntar con el rifle, pero cuando volvió la cabeza para mirarlo, la pregunta se le fue de la cabeza. Estaba tan cerca de ella que con un solo movimiento, sus bocas se habrían tocado. Se puso tensa y se pasó la lengua por sus labios repentinamente secos. Vio cómo la sonrisa de Joe desaparecía y sus ojos azules se nublaban.
Dijo lo primero que le vino a la cabeza.
—¿De verdad esa cicatriz te la hizo un niño? —susurró.
—Diablos, no —murmuró él—. Me disparó un granjero protestante cuando tenía quince años. Estaba intentando hacerme con una de sus ovejas.
______ ahogó una carcajada procurando poner cara de desaprobación.
—¿Hacerte con…? Querrás decir robar.
Él le sonrió.
—Bueno, no podía decírselo a las niñas, ¿no? ¿Qué ejemplo sería para sus impresionables mentes?
El comentario le recordó que las tres impresionables niñas los estaban observando. Él también pareció darse cuenta porque bajó las manos y dio un paso hacia atrás alejándose de ella. _____ encaró la valla que estaba a varios metros y procuró centrar sus pensamientos en lo que tenía que hacer.
—Esto lo tengo que utilizar para apuntar, ¿verdad? —preguntó tomando el rifle con el dedo para señalar la pestaña de metal que sobresalía del cañón.
—Sí, se llama la mira. Lo único que tienes que hacer es apretar el gatillo, pero ya sabes, hazlo con suavidad, no bruscamente. Y…
La fuerte detonación le interrumpió. La fuerza del disparo hizo que la culata del rifle golpease el hombro de _____ lanzándola hacia atrás. Cayó pesadamente sobre Joe, que estaba justo detrás de ella. Él la aguantó sin inmutarse, como si hubiese estado esperándolo, y la tomó en sus brazos.
—Y —continuó divertido— un rifle del calibre cuarenta y cuatro tiene su retroceso, así que debes estar preparada.
______ bajó el rifle y, apoyándose en Joe, se frotó el hombro.
—Lo recordaré la próxima vez —dijo apesadumbrada mirando hacia la valla. Se dio cuenta de que la lata de hojalata a la que había apuntado estaba en el suelo—. ¡Por lo menos, le he dado! —exclamó orgullosa.
Joe asintió con gesto de aprobación.
—No ha estado mal, nada mal, para ser una chica.
______ le golpeó con el codo, estiró los brazos, cargó el rifle, apuntó y otra lata de las que estaban sobre la valla saltó volando por los aires.
Joe era inteligente y no hizo ningún otro comentario burlón sobre sus habilidades como tiradora.
Siguieron dos semanas de mucho trabajo. Después de varias lecciones de tiro, _____ pudo olvidarse momentáneamente del arma y la dejó en la estantería más alta de la despensa de la cocina, junto con dos cajas de cartuchos, pensando que era el lugar más adecuado para guardarla. Siguiendo la sugerencia de Joe, cogió otro rifle del baúl y después de que él lo hubiese limpiado, lo dejó debajo de su cama y en el cajón de su mesilla, depositó una caja de cartuchos. Pero afortunadamente no hubo ningún incidente que le obligara a usarlo.
Mientras Joe seguía trabajando en la finca, _____ se preparaba para la cosecha. Sacó las cestas grandes, las limpió de telas de araña, trasladó las escaleras y se aseguró con cuidado de que no se habían estropeado con la carcoma después de un año.
Fue al pueblo y llegó a un acuerdo con Grady McCann para alquilarle dos mulas y dos carromatos que le pagaría después de la cosecha. Necesitaría los carromatos para llevar los melocotones hasta Monroe y venderlos, y Grady era el dueño de las caballerizas, uno de los pocos negocios en Callersville que no había podido comprar Nick.
A su paso por el pueblo, se detuvo en el aserradero para coger serrín y toneles con los que trasladar la mercancía. Nick todavía estaba fuera, pero Joshua le informó fríamente de que no podía hacerle ningún préstamo.
—Órdenes de Nick —le dijo sonriendo con presunción.
______ le vendió entonces el ternero a Oren Johnson y compró lo que necesitaba con el dinero obtenido de la venta. También le pidió a Oren que alimentase sus animales y vigilase la granja mientras ella estuviese fuera. Él le prometió que así lo haría.
En casa de los Johnson, estuvo arrullando a su bebé y charlando con Kate, quien le aseguró que las niñas podrían quedarse aquel año también en su casa mientras ella iba al mercado de Monroe a vender los melocotones. Cuando Kate le preguntó cómo iba a arreglárselas aquel año para recolectar la fruta, _______ le dijo que había encontrado un temporero para la cosecha y se marchó antes de que la mujer pudiera hacerle más preguntas.
Cuando no estaba ocupada con los preparativos de la cosecha, se dedicaba a preparar a las niñas para la vuelta al colegio, justo después. Deshizo las costuras de todos sus vestidos, añadió volantes a los dobladillos para alargarlos, remendó todos los calcetines agujereados, y le vendió a Lila suficientes tarros de melocotones en almíbar del año anterior como para poder comprar zapatos para todas. Planchó los uniformes y los lazos para el pelo. Aunque Nick dijese que eran unas huérfanas y que no tenían ropa decente, _______ siempre se aseguraba de que las niñas fuesen al colegio limpias y pulcras, y aquel año no era ninguna excepción.
Daba gracias por tener tantas cosas que hacer y mantenerse ocupada. Así no pensaba en el hecho de que la cosecha implicaba la partida de Joe. Los húmedos y calurosos días de agosto fueron desvaneciéndose, y cuando _____ paseaba por el melocotonar y veía las frutas madurando rápidamente, deseaba que el tiempo se detuviese para no verlo marchar.
Pero eso no ocurrió, claro está. Los melocotones maduraron y llegó el día en que _____ supo que había que recogerlos.
Joe y las niñas la acompañaron al melocotonar provistos de cestas y escaleras. Chester los siguió y al llegar al campo se tumbó cómodamente a la sombra de un árbol a observar. Becky y Carrie cogieron una cesta y una escalera cada una, escogieron una hilera de árboles y se pusieron manos a la obra inmediatamente, sin hacer demasiado caso de las advertencias de _____ de que tuvieran cuidado.
—Por el amor de Dios, mamá —dijo Carrie apoyándose en la escalera y frunciendo el ceño—. Deja de preocuparte.
Y miró a Joe con cara de sufrimiento.
—Cada año igual —le dijo poniendo los ojos en blanco.
Él miró a _______, pero ésta no le estaba mirando, tenía los ojos puestos en Carrie. Joe vio su expresión de preocupación.
—Todo irá bien, ______ —le dijo—. No se harán daño.
—Lo sé —contestó, pero siguió mirando a su hija hasta que la niña hubo dejado firmemente la cesta entre las ramas y se hubo instalado cómodamente en una de ellas. Después se giró hacia Joe.
—¿Has cogido melocotones alguna vez?
Él hizo un gesto negativo con la cabeza.
Miranda tiró de la falda de ____.
—Mamá, ¿puedo coger yo también?
—Este año no, cariño. Quizás el año que viene.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó la niña decepcionada.
—Bueno, vamos a ver —dijo _____ ladeando la cabeza—. Primero tenemos que enseñarle a Joe cómo coger fruta. Después podemos empezar a poner los melocotones en los barriles. ¿Qué te parece?
—Bueno.
Le dio la mano a la niña y miró a Joe.
—¿Listo?
Él asintió.
—¿Qué haremos cuando los hayamos recogido? —le preguntó siguiendo a ______ y a Miranda hasta otra hilera con la escalera en una mano y una cesta en la otra.
—Tú y yo los llevaremos a Monroe —le contestó—. Es un día entero de viaje desde aquí. Las niñas se quedarán en casa de los Johnson mientras estemos fuera. Tendremos que pasar una noche en Monroe. Te pagaré habitación y comida mientras estemos allí, claro está. —Lo último que quería era malentendidos, así que añadió ásperamente—: Es lo mínimo que puedo hacer teniendo en cuenta que me estás ayudando.
—No me debes nada por esto, ______. Yo correré con mis gastos. Pero mientras estemos allí, deberíamos ir a cenar a algún sitio bonito.
—No es necesario.
—Los dos tendremos que comer —dijo él apoyando la escalera en un árbol y sujetando la cesta con la cadera—. Venga, ahora explícame cómo se cogen los melocotones.
_____ abrió la boca para protestar, pero la cerró acto seguido. Señaló el árbol y dijo:
—Lo primero que tienes que saber, es que sólo puedes coger los que están maduros.
Alargó el brazo y rodeó un melocotón con los dedos.
—Este está maduro. Lo sabes porque no tiene ninguna zona verde. La piel tiene un fondo de color amarillo y está algo sonrosada. Lo coges así con los dedos y lo arrancas del árbol con un simple giro de muñeca. Si tienes que hacer mucha fuerza, es que no está maduro; si lo arrancases, se estropearía.
Joe pensó que los melocotones eran como las mujeres. Mujeres inocentes, pensó, viendo cómo ______ arrancaba la pieza del árbol. No había sido muy delicado en la cocina con ella aquella tarde cuando la había besado y sintió cierto remordimiento. La próxima vez lo haría de otro modo. Pero aquel pensamiento le produjo un agudo dolor. No habría próxima vez.
Había algo en ella, algo en la forma inexperta pero apasionada en la que se había movido bajo sus manos, en los sonidos suaves de sorpresa que había emitido, que había derribado todas sus defensas y lo había encendido como si fuera pura dinamita. Y aquella noche en el establo, cuando lo había estado observando mientras boxeaba, su mirada parecía tener una fuerza indefinible, más potente que las cadenas, y su caricia le había turbado más que una jarra entera de aguardiente. Sabía que no debía tocarla de nuevo. Pero quería hacerlo. La miró mientras mordía el melocotón y se relamía el jugo de su labio inferior. Se sintió arder en deseos. Dios, cómo quería hacerlo.»
_____ levantó la vista y lo sorprendió mirándola. Joe supo que ambos estaban pensando lo mismo. «Ay —pensó, viendo cómo se le sonrojaban las mejillas—, los melocotones son, sin duda, como las mujeres.»
—Un buen restaurante —le dijo con firmeza—. Y ponte ese vestido rojo de seda. Me gustaría verte vestida con algo que no sea gris ni marrón, para variar.
Aquella noche _____ se despertó con el ruido de cristales rotos y los ladridos de Chester. Después oyó un chillido de terror y supo al instante que era Miranda. Apartó deprisa las sábanas y saltó de la cama. Fuera había un tremendo alboroto. Los ladridos de Chester y los gritos de Miranda se acrecentaron. Corrió al pasillo y casi atropello al perro. Al mismo tiempo, las niñas salieron corriendo de sus habitaciones.
Miranda fue la primera en alcanzarla.
—¡Mamá! ¡Mamá! —La niña se agarró a _____ rodeándole las piernas con los brazos—. ¡Alguien ha roto mi ventana! —gimoteó—. Han tirado una piedra a mi ventana.
_____ cogió a la niña en brazos.
—Tranquila, cariño —dijo abrazándola con fuerza—. Tranquila.
—¿Mamá?
Notó el brazo de Carrie sujetándola y le acarició el pelo para tranquilizarla. Fuera continuaban los gritos y podían oír el ruido de piedras golpeando la casa. Chester seguía ladrando y corría adelante y atrás por el pasillo como si no supiese si quedarse cerca y protegerlas o bajar abajo y destrozar a los asaltantes.
—¿Quiénes son? —preguntó Becky en un susurro.
Antes de que pudiera contestar, oyó la voz de Joe que venía de abajo.
—¡______!
Con Miranda en sus brazos y Chester justo detrás de ella, corrió hasta las escaleras y se encontró con él que subía con un candil en la mano.
—Estamos bien —le gritó, y Joe se detuvo a medio camino—. Pero han roto la ventana de Miranda.
—¡Que no bajen! —les ordenó dándose la vuelta para volver abajo.
—Venga, niñas —_____ aupó a Miranda, cogió la mano de Carrie y corrió a la habitación de Becky. Chester las siguió.
—Voy a ayudar al señor Joe —le dijo a su hija mayor, dejando a Miranda en el suelo—. Quiero que cerréis la puerta con llave cuando salga. Después os tumbáis en el suelo y os quedáis ahí hasta que yo vuelva a buscaros. Y no os acerquéis a la ventana, ¿de acuerdo?
—Sí, mamá —dijo Becky asintiendo.
_____ se dirigió hacia la puerta.
—¿Mamá?
Se dio la vuelta al oír la voz asustada de Miranda y se agachó para darle un beso en la mejilla.
—Todo irá bien, cariño, te lo prometo. Ahora quedaos aquí.
Cerró la puerta al salir y corrió hacia su habitación, encendió el candil, se arrodilló junto a la cama y cogió el rifle, dando gracias por haber hecho caso a Joe y haber dejado una segunda arma arriba.
A través de la ventana abierta, podía oír las voces y los gritos de los hombres que rodeaban la casa. Pudo oír también el ruido de cascos y supo que iban a caballo. Se puso en pie, abrió el cajón de su mesita de noche y cogió un montón de cartuchos. Después se sentó en el borde de la cama para cargar el arma. Intentó darse prisa, pero las manos le temblaban y manejó con torpeza los cartuchos. Le pareció que tardaba una eternidad.
El estampido de un disparo le hizo ponerse en pie de un salto. Rezó para que el disparo hubiese salido del arma de Joe, puso el último cartucho en la recámara del rifle, abrió las cristaleras de su habitación que daban a la terraza de arriba y salió afuera.
En esos momentos, la Luna salió de detrás de las nubes y con su resplandor pudo ver a tres jinetes que daban la vuelta a la casa. Estaba demasiado enfadada como para ser consciente de lo que hacía, así que fue hasta el final de la terraza, se apoyó contra la barandilla que le llegaba a la altura de la cintura y miró a los tres jinetes. Apuntó a la cabeza del primer hombre que, en ese momento, levantó el brazo y lanzó una piedra contra la casa. El ruido de cristales rotos le hizo saber que habían destrozado otra ventana y ____ apretó el gatillo. El sombrero del hombre salió despedido y ella sonrió. Se estaba convirtiendo en una buena tiradora.
—¡Vámonos de aquí! —gritó el hombre. ______ habría jurado que era la voz de Joshua Harlan. Cuando levantó de nuevo el arma, los hombres se perdían en lo profundo del espeso bosque que rodeaba la finca.
Cargó y apuntó, pero la Luna se había ocultado tras una nube y los jinetes se habían perdido ya entre los robles y la oscuridad. Bajó el arma y se dejó caer sobre la barandilla, tomando aire rápida y entrecortadamente mientras el ruido de cascos se desvanecía. Tenía la frente sudorosa y la apoyó en la fría barandilla de hierro forjado.
—¿______?
Se incorporó y se dio la vuelta con el rifle levantado. Joe estaba en el marco de los ventanales, con el otro rifle en las manos y la luz proveniente del candil de la habitación iluminaba su enorme y oscura silueta. ______ dio un suspiro de alivio y bajó el rifle.
—¿Estás bien? —le preguntó caminando hacia ella.
Ella asintió.
—¿Y tú?
—Perfectamente. —Le cogió el rifle de las manos y lo dejó en el suelo. Después le acarició el rostro y pasó el dedo pulgar por su labio inferior.
—Estás sangrando.
Joe apartó la mano y ______ se llevó un dedo a su labio, dándose cuenta de que se lo debía haber mordido mientras estaba disparando.
—Vaya —dijo notando la herida por primera vez.
Joe recordó el día en que _____ le había confesado su miedo a las alturas y cómo era incapaz de pasear por la terraza del primer piso.
—¿Te das cuenta de dónde estás? —le preguntó.
_____ echó un vistazo por encima de la barandilla y vio el suelo allá abajo.
—Oh, Dios mío —susurró apartando la mirada. Se llevó la mano a la boca y se quedó allí clavada incapaz de moverse, cerrando los ojos con fuerza—. Creo que voy a devolver —dijo con voz ahogada.
Él dejó su rifle y la cogió en sus brazos, apoyándola contra él.
—Ya te tengo —dijo—. Ya te tengo.
La llevó hasta su habitación, la sentó en el borde de su alta cama y se quedó de pie frente a ella.
—Pon la cabeza entre las piernas —le ordenó— y coge aire en bocanadas cortas y rápidas.
—¿Dónde están las niñas?
Joe empujó la cabeza de _____ con la mano e hizo que la bajase hasta el regazo.
—Están bien. Un poco asustadas, pero nada más. Están en la habitación de Becky, les he dicho que se queden allí.
______ hizo fuerza contra la mano de Joe, intentando sentarse.
—Deben estar muertas de miedo. Será mejor que vaya.
Joe la forzó a seguir con la cabeza agachada.
—Quédate así —murmuró acariciando ligeramente su nuca con los dedos.
La soltó y se dio la vuelta en dirección a la puerta, pero _____ se irguió y alargó el brazo para tomar su mano.
—Gracias por estar aquí —susurró.
Joe empezó a estirar el brazo para desasirse, pero de pronto se detuvo y tomó la pequeña mano de ______ en la suya mucho más grande. No podía evitar preguntarse si los acontecimientos de aquella noche le habrían hecho cambiar de opinión con respecto a la decisión de vender su tierra, pero no se lo preguntó.
Finalmente la soltó.
—¿Estás segura de que estás bien? —Cuando ella asintió, se dio la vuelta—. Yo iré a por las niñas.
Cuando las niñas y Chester entraron en la habitación de ______, ésta extendió los brazos y todas corrieron hacia ella. Las tomó en sus brazos con besos y caricias.
—¿Estáis bien? —preguntó sin estar segura hasta que hubo hecho la misma pregunta una docena de veces.
Becky subió a la cama junto a ______.
—¿Quiénes eran, mamá?
—¿Qué querían? —preguntó Carrie.
Miranda tiró del camisón de ______ para que le prestase atención:
—¿Por qué me han roto la ventana?
Ella extendió los brazos para que Miranda se pusiese en su regazo.
—Bueno —contestó— hay unos hombres que quieren que venda la granja para que ellos puedan construir una vía de ferrocarril. Y yo no quiero venderla porque es nuestro hogar. Así que están intentando que nos vayamos tirándonos piedras, rompiendo los cristales y gritando —miró hacia Joe—. El señor Joe y yo los hemos asustado y se han ido, pero puede que vuelvan.
Carrie se puso de pie y golpeó el hombro de su madre.
—No te preocupes, mamá —dijo. Se dirigió hacia Joe y lo miró con una expresión de adoración y completa confianza en su rostro de pilla. Lo cogió de la mano y se dio la vuelta para mirar a su madre—. Todo irá bien, ya lo verás, el señor Joe no dejará que nos pase nada malo.
Él no podía respirar. Sintió que en la habitación hacía un calor sofocante y que tenía que salir.
—Es tarde —logró decir—. Lo mejor es que os vayáis a dormir.
Se soltó de la mano de la niña y notó una presión en el pecho. Se dio la vuelta y salió al pasillo, cerrando la puerta tras de sí.
Empezó a bajar las escaleras, pero se detuvo en el rellano. Miró la oscuridad del vestíbulo, la oscuridad que lo rodeaba. No quería que nadie confiara en él, ni que nadie lo necesitara o lo mirara con fe. No podría estar nunca a la altura. No se lo merecía. Joe hundió el rostro en las manos con una sensación de pánico.
falta uno
Joe empezó a evitarla. A lo largo de las dos semanas que siguieron, encontró un sinfín de excusas para estar tan alejado de ella como fuera posible. Terminó de arreglar el tejado y empezó a reparar el porche dedicando todo su tiempo a esa tarea. Cuando acabó con eso, cortó toda la maleza que estorbaba en el jardín de alrededor de la casa, y después empezó a reparar los edificios de fuera.
Las lecciones de lectura de las noches se acabaron. Ya sabía leer suficientemente bien como para valerse por sí mismo, pero _____ las echaba de menos. Echaba de menos sentarse en su compañía en la mesa de la cocina, sorbiendo té y charlando.
No quedaba mucho tiempo antes de su marcha, y lo que más quería era pasar los pocos días que faltaban junto a él. Sólo quería mirarlo, escuchar su voz, estar cerca de él, hasta que todo él quedase grabado en su mente. Cuando se fuese, su recuerdo era lo único que le quedaría. Pero él no quería su compañía. _____ sólo lo veía en las comidas o cuando lo observaba trabajar sin que él se diese cuenta.
Puso la plancha en el fuego y fue hasta la ventana de la cocina. Apretó la nariz contra el cristal y observó la luz del candil que salía de la puerta del establo. Joe iba cada noche allí, pero ella no lo había vuelto a seguir. Él había dejado bien claro que quería que lo dejasen solo. Sin embargo, _____ encontraba excusas para quedarse despierta, trabajando en los vestidos para el baile de la cosecha, planchando o lavando las tazas, cualquier cosa que le permitiese quedarse en la cocina hasta su vuelta. Nunca se iba a la cama antes que él, pero él siempre pasaba a su lado murmurando buenas noches y se iba directamente a su habitación sin decir nada más.
______ bajó la vista hacia la camisa que estaba planchando, una camisa para él que había pertenecido a Stuart. Él también se había ido. Mamá, Stuart, Charles, papá. Todos se habían marchado.
De otro modo, Joe también se marcharía. Pensó en todos los días que le quedaban por delante y le parecieron vacíos. Pensar en su marcha la llenaba de una tristeza tan honda que le dolía el pecho. Una lágrima le resbaló por la mejilla y cayó sobre el algodón blanco.
Oyó sus pisadas en el porche de atrás y se limpió sus inútiles lágrimas con un rápido movimiento. Cogió la plancha y no levantó la vista cuando él entró. Mantuvo la espalda erguida y los ojos fijos en lo que estaba haciendo.
—Buenas noches, ____ —dijo Joe al pasar.
—Buenas noches, Joe.
Pero las lágrimas le volvieron a nublar la vista mientras él salía de la cocina. Joe rechazaba todo lo que para _____ era querido, y ella no podía curar sus heridas.
«Haz que se quede. Por favor, encuentra un modo de que se quede.»
Era una plegaria fútil. No había nada que pudiera hacer que se quedase. Absolutamente nada.
Cuando _____ fue a recoger agua a la mañana siguiente, encontró un gato muerto junto al pozo. Se quedó mirando a la pobre criatura a la que, evidentemente, habían disparado y habían puesto allí de forma deliberada. Otro mensaje muy claro de Nick. Podía haberles dicho a sus chicos que dejasen al animal muerto dentro del pozo y haber envenenado así el agua, pero no lo había hecho. En lugar de eso, le había hecho saber a _____ lo fácil que le resultaría hacerlo si seguía siendo tan terca.
Apretó los labios mientras miraba el cadáver rígido y sangriento del animal, y se puso furiosa. Se acordó de la amenaza de Joshua de quemar su melocotonar y sus chulescos intentos de intimidarla. Se preguntó cuánta gente habría vendido sus tierras a Nick a base de amenazas.
Se dirigió al establo para coger una pala y sus gruesos y grandes guantes de cuero. Enterró el gato en el bosque y regresó a casa. Subió al ático y estuvo removiendo todos los baúles hasta que dio con el que contenía los rifles, las pistolas y la munición de su padre y hermanos. Escogió el rifle del ejército de Stuart, pensando que era el que tenía el aspecto más intimidador de todos. Después dejó caer la tapa del baúl y bajó con el rifle.
Cuando Joe se despertó y fue a la cocina, se encontró a _____ de pie en el porche de atrás con el rifle en la mano. Al oír sus pasos atravesando la estancia, ella se dio la vuelta y lo miró a través de la puerta abierta. Al ver la decisión en su cara, él intuyó que había ocurrido algo.
—He encontrado un gato muerto junto al pozo —explicó ella como si hubiese oído su pregunta no formulada—. Le habían disparado.
Joe sabía lo que eso significaba y podía ver que ella también. Miró el rifle.
—Así que va a haber guerra, ¿verdad, ______?
—Sólo estoy tomando precauciones, eso es todo.
—¿Sabes usar eso? —le preguntó.
Ella negó con la cabeza.
—¿Y tú? —le preguntó.
Miró fijamente el arma pensando en Sean y en los rifles americanos.
—Sí, sí que sé —contestó.
—¿Me enseñarás a disparar?
—¿Por qué no les vendes la tierra? No merece la pena esta lucha, ______, no merece la pena.
Ella se puso tensa.
—Si tú no me enseñas, tendré que aprender yo sola.
Joe vio cómo _____ le daba la espalda y sopesaba el rifle experimentalmente con las manos, levantándolo como para apuntar el blanco. Estaba más claro que el agua que no tenía ni idea sobre armas. Si no le enseñaba cómo manejar el rifle, acabaría haciéndose daño.
—Maldita sea —murmuró y salió al porche. Pasó la mano por encima del hombro de ______ y bajó el cañón para que apuntase al suelo.
Ella volvió la cabeza y lo miró con curiosidad.
—¿Estás preparada para disparar a alguien, quizás para matarlo? —preguntó—. ¿Crees que puedes?
—Si tengo que hacerlo…
Joe estudió su serio semblante un momento y después asintió.
—Está bien. Entonces será mejor que aprendas cómo hacerlo.
Le quitó el rifle de las manos y lo estudió. Era un Henry 44, no muy apropiado para disparar a distancia, y un poco pesado para una mujer, pero una buena arma.
—¿Cuándo fue la última vez que se utilizó?
—En el sesenta y tres. Era de mi hermano Stuart.
Joe se aseguró de que no estaban cargadas ni la cámara ni la recámara y después levantó el arma. La amartilló, apuntó hacia el poste derecho del tendedero y apretó el gatillo.
El percutor cayó con un clic vacilante.
—Primero le hará falta una buena limpieza —le dijo bajando el arma—. Necesitaré algunos trapos, un cubo de agua hirviendo y una baqueta. ¿Tienes aceite para lubricarlo?
—Aceite dulce.
—Nos servirá. ¿Tienes cartuchos?
—Sí, una caja entera.
—Tráelos.
Ella asintió y entró en casa.
Joe miró fijamente el arma que tenía en las manos. No podía hacerlo. Lo más inteligente que podía hacer ______ era vender la tierra, coger el dinero y las niñas y empezar de nuevo en otro lugar. Pero sabía que no iba a hacer lo más inteligente.
En unas semanas, él no iba a estar allí para protegerla si esos hombres venían a por ella en medio de la noche. Lo menos que podía hacer era proveerle de los medios para protegerse.
—Mierda —murmuró.
Después del desayuno, Joe llevó a _____ a uno de los campos que antes habían servido para cultivar algodón, pero que entonces estaban en barbecho invadidos por las malas hierbas. A las niñas sólo les habían dicho que ______ quería aprender a disparar e insistieron en presenciar su primera lección. Ella no estaba convencida de que fuese buena idea, pero él señaló que era mejor que supiesen exactamente dónde estaban las niñas mientras hacían las prácticas de tiro.
Se había provisto de un montón de latas de hojalata, y Joe las puso en fila sobre la valla. Les ordenó a las niñas que estuviesen unos metros por detrás de ellos y les dio una buena charla sobre el peligro de las armas.
—No penséis que esto es un juguete —dijo con severidad—. No lo es.
Se desabrochó el primer botón de la camisa y se agachó para que Carrie y Miranda pudieran ver la cicatriz circular que tenía en el hombro.
—Esto me lo hizo una bala, niñas, y casi acabo muerto. Las pistolas pueden ser muy peligrosas.
_______ lo observó y pensó nostálgica que podría ser un buen padre. Y eso a pesar de que no se había tomado el asunto del beso entre Becky y Jeremiah tan en serio como debería haber hecho. Al recordarlo, pensó en su propia experiencia primera en el tema y un escalofrío le recorrió el cuerpo de la cabeza a los pies.
—¿Cómo ocurrió? —le preguntó Carrie, tocando la cicatriz del hombro de Joe con el dedo.
—Un chiquillo que se creyó que el arma era un juguete me disparó sin querer —se irguió y se abrochó la camisa—. Así que ni se os ocurra tocar este rifle bajo ningún pretexto. ¿Lo habéis entendido?
—Sí, señor —contestaron con los ojos muy abiertos las dos.
—Buenas chicas.
Joe volvió donde estaba _____ y le cogió la caja de cartuchos de la mano, después se agachó y los amontonó en el suelo.
—Es un rifle de repetición del calibre cuarenta y cuatro y de quince balas —le dijo y se puso en pie tomando un montón de cartuchos—. Eso quiere decir que puede disparar hasta dieciséis balas del cuarenta y cuatro, quince en la recámara y una en la cámara. Cargas los cartuchos a través de la recámara, aquí.
_____ observó atentamente mientras él le enseñaba cómo cargar el arma. Metió quince cartuchos a través de una abertura tubular que había en la parte frontal del gatillo debajo del cañón y después le tendió el rifle y se puso detrás de ella.
—Sujétalo apoyando la culata en tu hombro —le ordenó rodeándola con los brazos desde atrás y colocando el rifle en la posición correcta—. Así tendrás mejor control, relájate —añadió—. Estás demasiado tensa.
______ lo intentó, lo intentó de verdad, pero en lo único en lo que podía pensar era en lo maravilloso que sería apoyar la espalda contra él y disfrutar de la sensación de sus brazos rodeándola. La idea de que realmente era capaz de hacer algo así la intimidó.
Las manos de Joe tomaron las suyas por encima del cañón, haciendo que con ellas bajase una palanca que había detrás del gatillo y la colocase en su sitio.
—Esto carga el arma —le explicó—, y eso quiere decir que la primera bala ya está en la cámara y el rifle está listo para ser disparado. Cada vez que vayas a disparar tienes que cargarlo.
Le quería preguntar cómo apuntar con el rifle, pero cuando volvió la cabeza para mirarlo, la pregunta se le fue de la cabeza. Estaba tan cerca de ella que con un solo movimiento, sus bocas se habrían tocado. Se puso tensa y se pasó la lengua por sus labios repentinamente secos. Vio cómo la sonrisa de Joe desaparecía y sus ojos azules se nublaban.
Dijo lo primero que le vino a la cabeza.
—¿De verdad esa cicatriz te la hizo un niño? —susurró.
—Diablos, no —murmuró él—. Me disparó un granjero protestante cuando tenía quince años. Estaba intentando hacerme con una de sus ovejas.
______ ahogó una carcajada procurando poner cara de desaprobación.
—¿Hacerte con…? Querrás decir robar.
Él le sonrió.
—Bueno, no podía decírselo a las niñas, ¿no? ¿Qué ejemplo sería para sus impresionables mentes?
El comentario le recordó que las tres impresionables niñas los estaban observando. Él también pareció darse cuenta porque bajó las manos y dio un paso hacia atrás alejándose de ella. _____ encaró la valla que estaba a varios metros y procuró centrar sus pensamientos en lo que tenía que hacer.
—Esto lo tengo que utilizar para apuntar, ¿verdad? —preguntó tomando el rifle con el dedo para señalar la pestaña de metal que sobresalía del cañón.
—Sí, se llama la mira. Lo único que tienes que hacer es apretar el gatillo, pero ya sabes, hazlo con suavidad, no bruscamente. Y…
La fuerte detonación le interrumpió. La fuerza del disparo hizo que la culata del rifle golpease el hombro de _____ lanzándola hacia atrás. Cayó pesadamente sobre Joe, que estaba justo detrás de ella. Él la aguantó sin inmutarse, como si hubiese estado esperándolo, y la tomó en sus brazos.
—Y —continuó divertido— un rifle del calibre cuarenta y cuatro tiene su retroceso, así que debes estar preparada.
______ bajó el rifle y, apoyándose en Joe, se frotó el hombro.
—Lo recordaré la próxima vez —dijo apesadumbrada mirando hacia la valla. Se dio cuenta de que la lata de hojalata a la que había apuntado estaba en el suelo—. ¡Por lo menos, le he dado! —exclamó orgullosa.
Joe asintió con gesto de aprobación.
—No ha estado mal, nada mal, para ser una chica.
______ le golpeó con el codo, estiró los brazos, cargó el rifle, apuntó y otra lata de las que estaban sobre la valla saltó volando por los aires.
Joe era inteligente y no hizo ningún otro comentario burlón sobre sus habilidades como tiradora.
Siguieron dos semanas de mucho trabajo. Después de varias lecciones de tiro, _____ pudo olvidarse momentáneamente del arma y la dejó en la estantería más alta de la despensa de la cocina, junto con dos cajas de cartuchos, pensando que era el lugar más adecuado para guardarla. Siguiendo la sugerencia de Joe, cogió otro rifle del baúl y después de que él lo hubiese limpiado, lo dejó debajo de su cama y en el cajón de su mesilla, depositó una caja de cartuchos. Pero afortunadamente no hubo ningún incidente que le obligara a usarlo.
Mientras Joe seguía trabajando en la finca, _____ se preparaba para la cosecha. Sacó las cestas grandes, las limpió de telas de araña, trasladó las escaleras y se aseguró con cuidado de que no se habían estropeado con la carcoma después de un año.
Fue al pueblo y llegó a un acuerdo con Grady McCann para alquilarle dos mulas y dos carromatos que le pagaría después de la cosecha. Necesitaría los carromatos para llevar los melocotones hasta Monroe y venderlos, y Grady era el dueño de las caballerizas, uno de los pocos negocios en Callersville que no había podido comprar Nick.
A su paso por el pueblo, se detuvo en el aserradero para coger serrín y toneles con los que trasladar la mercancía. Nick todavía estaba fuera, pero Joshua le informó fríamente de que no podía hacerle ningún préstamo.
—Órdenes de Nick —le dijo sonriendo con presunción.
______ le vendió entonces el ternero a Oren Johnson y compró lo que necesitaba con el dinero obtenido de la venta. También le pidió a Oren que alimentase sus animales y vigilase la granja mientras ella estuviese fuera. Él le prometió que así lo haría.
En casa de los Johnson, estuvo arrullando a su bebé y charlando con Kate, quien le aseguró que las niñas podrían quedarse aquel año también en su casa mientras ella iba al mercado de Monroe a vender los melocotones. Cuando Kate le preguntó cómo iba a arreglárselas aquel año para recolectar la fruta, _______ le dijo que había encontrado un temporero para la cosecha y se marchó antes de que la mujer pudiera hacerle más preguntas.
Cuando no estaba ocupada con los preparativos de la cosecha, se dedicaba a preparar a las niñas para la vuelta al colegio, justo después. Deshizo las costuras de todos sus vestidos, añadió volantes a los dobladillos para alargarlos, remendó todos los calcetines agujereados, y le vendió a Lila suficientes tarros de melocotones en almíbar del año anterior como para poder comprar zapatos para todas. Planchó los uniformes y los lazos para el pelo. Aunque Nick dijese que eran unas huérfanas y que no tenían ropa decente, _______ siempre se aseguraba de que las niñas fuesen al colegio limpias y pulcras, y aquel año no era ninguna excepción.
Daba gracias por tener tantas cosas que hacer y mantenerse ocupada. Así no pensaba en el hecho de que la cosecha implicaba la partida de Joe. Los húmedos y calurosos días de agosto fueron desvaneciéndose, y cuando _____ paseaba por el melocotonar y veía las frutas madurando rápidamente, deseaba que el tiempo se detuviese para no verlo marchar.
Pero eso no ocurrió, claro está. Los melocotones maduraron y llegó el día en que _____ supo que había que recogerlos.
Joe y las niñas la acompañaron al melocotonar provistos de cestas y escaleras. Chester los siguió y al llegar al campo se tumbó cómodamente a la sombra de un árbol a observar. Becky y Carrie cogieron una cesta y una escalera cada una, escogieron una hilera de árboles y se pusieron manos a la obra inmediatamente, sin hacer demasiado caso de las advertencias de _____ de que tuvieran cuidado.
—Por el amor de Dios, mamá —dijo Carrie apoyándose en la escalera y frunciendo el ceño—. Deja de preocuparte.
Y miró a Joe con cara de sufrimiento.
—Cada año igual —le dijo poniendo los ojos en blanco.
Él miró a _______, pero ésta no le estaba mirando, tenía los ojos puestos en Carrie. Joe vio su expresión de preocupación.
—Todo irá bien, ______ —le dijo—. No se harán daño.
—Lo sé —contestó, pero siguió mirando a su hija hasta que la niña hubo dejado firmemente la cesta entre las ramas y se hubo instalado cómodamente en una de ellas. Después se giró hacia Joe.
—¿Has cogido melocotones alguna vez?
Él hizo un gesto negativo con la cabeza.
Miranda tiró de la falda de ____.
—Mamá, ¿puedo coger yo también?
—Este año no, cariño. Quizás el año que viene.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó la niña decepcionada.
—Bueno, vamos a ver —dijo _____ ladeando la cabeza—. Primero tenemos que enseñarle a Joe cómo coger fruta. Después podemos empezar a poner los melocotones en los barriles. ¿Qué te parece?
—Bueno.
Le dio la mano a la niña y miró a Joe.
—¿Listo?
Él asintió.
—¿Qué haremos cuando los hayamos recogido? —le preguntó siguiendo a ______ y a Miranda hasta otra hilera con la escalera en una mano y una cesta en la otra.
—Tú y yo los llevaremos a Monroe —le contestó—. Es un día entero de viaje desde aquí. Las niñas se quedarán en casa de los Johnson mientras estemos fuera. Tendremos que pasar una noche en Monroe. Te pagaré habitación y comida mientras estemos allí, claro está. —Lo último que quería era malentendidos, así que añadió ásperamente—: Es lo mínimo que puedo hacer teniendo en cuenta que me estás ayudando.
—No me debes nada por esto, ______. Yo correré con mis gastos. Pero mientras estemos allí, deberíamos ir a cenar a algún sitio bonito.
—No es necesario.
—Los dos tendremos que comer —dijo él apoyando la escalera en un árbol y sujetando la cesta con la cadera—. Venga, ahora explícame cómo se cogen los melocotones.
_____ abrió la boca para protestar, pero la cerró acto seguido. Señaló el árbol y dijo:
—Lo primero que tienes que saber, es que sólo puedes coger los que están maduros.
Alargó el brazo y rodeó un melocotón con los dedos.
—Este está maduro. Lo sabes porque no tiene ninguna zona verde. La piel tiene un fondo de color amarillo y está algo sonrosada. Lo coges así con los dedos y lo arrancas del árbol con un simple giro de muñeca. Si tienes que hacer mucha fuerza, es que no está maduro; si lo arrancases, se estropearía.
Joe pensó que los melocotones eran como las mujeres. Mujeres inocentes, pensó, viendo cómo ______ arrancaba la pieza del árbol. No había sido muy delicado en la cocina con ella aquella tarde cuando la había besado y sintió cierto remordimiento. La próxima vez lo haría de otro modo. Pero aquel pensamiento le produjo un agudo dolor. No habría próxima vez.
Había algo en ella, algo en la forma inexperta pero apasionada en la que se había movido bajo sus manos, en los sonidos suaves de sorpresa que había emitido, que había derribado todas sus defensas y lo había encendido como si fuera pura dinamita. Y aquella noche en el establo, cuando lo había estado observando mientras boxeaba, su mirada parecía tener una fuerza indefinible, más potente que las cadenas, y su caricia le había turbado más que una jarra entera de aguardiente. Sabía que no debía tocarla de nuevo. Pero quería hacerlo. La miró mientras mordía el melocotón y se relamía el jugo de su labio inferior. Se sintió arder en deseos. Dios, cómo quería hacerlo.»
_____ levantó la vista y lo sorprendió mirándola. Joe supo que ambos estaban pensando lo mismo. «Ay —pensó, viendo cómo se le sonrojaban las mejillas—, los melocotones son, sin duda, como las mujeres.»
—Un buen restaurante —le dijo con firmeza—. Y ponte ese vestido rojo de seda. Me gustaría verte vestida con algo que no sea gris ni marrón, para variar.
Aquella noche _____ se despertó con el ruido de cristales rotos y los ladridos de Chester. Después oyó un chillido de terror y supo al instante que era Miranda. Apartó deprisa las sábanas y saltó de la cama. Fuera había un tremendo alboroto. Los ladridos de Chester y los gritos de Miranda se acrecentaron. Corrió al pasillo y casi atropello al perro. Al mismo tiempo, las niñas salieron corriendo de sus habitaciones.
Miranda fue la primera en alcanzarla.
—¡Mamá! ¡Mamá! —La niña se agarró a _____ rodeándole las piernas con los brazos—. ¡Alguien ha roto mi ventana! —gimoteó—. Han tirado una piedra a mi ventana.
_____ cogió a la niña en brazos.
—Tranquila, cariño —dijo abrazándola con fuerza—. Tranquila.
—¿Mamá?
Notó el brazo de Carrie sujetándola y le acarició el pelo para tranquilizarla. Fuera continuaban los gritos y podían oír el ruido de piedras golpeando la casa. Chester seguía ladrando y corría adelante y atrás por el pasillo como si no supiese si quedarse cerca y protegerlas o bajar abajo y destrozar a los asaltantes.
—¿Quiénes son? —preguntó Becky en un susurro.
Antes de que pudiera contestar, oyó la voz de Joe que venía de abajo.
—¡______!
Con Miranda en sus brazos y Chester justo detrás de ella, corrió hasta las escaleras y se encontró con él que subía con un candil en la mano.
—Estamos bien —le gritó, y Joe se detuvo a medio camino—. Pero han roto la ventana de Miranda.
—¡Que no bajen! —les ordenó dándose la vuelta para volver abajo.
—Venga, niñas —_____ aupó a Miranda, cogió la mano de Carrie y corrió a la habitación de Becky. Chester las siguió.
—Voy a ayudar al señor Joe —le dijo a su hija mayor, dejando a Miranda en el suelo—. Quiero que cerréis la puerta con llave cuando salga. Después os tumbáis en el suelo y os quedáis ahí hasta que yo vuelva a buscaros. Y no os acerquéis a la ventana, ¿de acuerdo?
—Sí, mamá —dijo Becky asintiendo.
_____ se dirigió hacia la puerta.
—¿Mamá?
Se dio la vuelta al oír la voz asustada de Miranda y se agachó para darle un beso en la mejilla.
—Todo irá bien, cariño, te lo prometo. Ahora quedaos aquí.
Cerró la puerta al salir y corrió hacia su habitación, encendió el candil, se arrodilló junto a la cama y cogió el rifle, dando gracias por haber hecho caso a Joe y haber dejado una segunda arma arriba.
A través de la ventana abierta, podía oír las voces y los gritos de los hombres que rodeaban la casa. Pudo oír también el ruido de cascos y supo que iban a caballo. Se puso en pie, abrió el cajón de su mesita de noche y cogió un montón de cartuchos. Después se sentó en el borde de la cama para cargar el arma. Intentó darse prisa, pero las manos le temblaban y manejó con torpeza los cartuchos. Le pareció que tardaba una eternidad.
El estampido de un disparo le hizo ponerse en pie de un salto. Rezó para que el disparo hubiese salido del arma de Joe, puso el último cartucho en la recámara del rifle, abrió las cristaleras de su habitación que daban a la terraza de arriba y salió afuera.
En esos momentos, la Luna salió de detrás de las nubes y con su resplandor pudo ver a tres jinetes que daban la vuelta a la casa. Estaba demasiado enfadada como para ser consciente de lo que hacía, así que fue hasta el final de la terraza, se apoyó contra la barandilla que le llegaba a la altura de la cintura y miró a los tres jinetes. Apuntó a la cabeza del primer hombre que, en ese momento, levantó el brazo y lanzó una piedra contra la casa. El ruido de cristales rotos le hizo saber que habían destrozado otra ventana y ____ apretó el gatillo. El sombrero del hombre salió despedido y ella sonrió. Se estaba convirtiendo en una buena tiradora.
—¡Vámonos de aquí! —gritó el hombre. ______ habría jurado que era la voz de Joshua Harlan. Cuando levantó de nuevo el arma, los hombres se perdían en lo profundo del espeso bosque que rodeaba la finca.
Cargó y apuntó, pero la Luna se había ocultado tras una nube y los jinetes se habían perdido ya entre los robles y la oscuridad. Bajó el arma y se dejó caer sobre la barandilla, tomando aire rápida y entrecortadamente mientras el ruido de cascos se desvanecía. Tenía la frente sudorosa y la apoyó en la fría barandilla de hierro forjado.
—¿______?
Se incorporó y se dio la vuelta con el rifle levantado. Joe estaba en el marco de los ventanales, con el otro rifle en las manos y la luz proveniente del candil de la habitación iluminaba su enorme y oscura silueta. ______ dio un suspiro de alivio y bajó el rifle.
—¿Estás bien? —le preguntó caminando hacia ella.
Ella asintió.
—¿Y tú?
—Perfectamente. —Le cogió el rifle de las manos y lo dejó en el suelo. Después le acarició el rostro y pasó el dedo pulgar por su labio inferior.
—Estás sangrando.
Joe apartó la mano y ______ se llevó un dedo a su labio, dándose cuenta de que se lo debía haber mordido mientras estaba disparando.
—Vaya —dijo notando la herida por primera vez.
Joe recordó el día en que _____ le había confesado su miedo a las alturas y cómo era incapaz de pasear por la terraza del primer piso.
—¿Te das cuenta de dónde estás? —le preguntó.
_____ echó un vistazo por encima de la barandilla y vio el suelo allá abajo.
—Oh, Dios mío —susurró apartando la mirada. Se llevó la mano a la boca y se quedó allí clavada incapaz de moverse, cerrando los ojos con fuerza—. Creo que voy a devolver —dijo con voz ahogada.
Él dejó su rifle y la cogió en sus brazos, apoyándola contra él.
—Ya te tengo —dijo—. Ya te tengo.
La llevó hasta su habitación, la sentó en el borde de su alta cama y se quedó de pie frente a ella.
—Pon la cabeza entre las piernas —le ordenó— y coge aire en bocanadas cortas y rápidas.
—¿Dónde están las niñas?
Joe empujó la cabeza de _____ con la mano e hizo que la bajase hasta el regazo.
—Están bien. Un poco asustadas, pero nada más. Están en la habitación de Becky, les he dicho que se queden allí.
______ hizo fuerza contra la mano de Joe, intentando sentarse.
—Deben estar muertas de miedo. Será mejor que vaya.
Joe la forzó a seguir con la cabeza agachada.
—Quédate así —murmuró acariciando ligeramente su nuca con los dedos.
La soltó y se dio la vuelta en dirección a la puerta, pero _____ se irguió y alargó el brazo para tomar su mano.
—Gracias por estar aquí —susurró.
Joe empezó a estirar el brazo para desasirse, pero de pronto se detuvo y tomó la pequeña mano de ______ en la suya mucho más grande. No podía evitar preguntarse si los acontecimientos de aquella noche le habrían hecho cambiar de opinión con respecto a la decisión de vender su tierra, pero no se lo preguntó.
Finalmente la soltó.
—¿Estás segura de que estás bien? —Cuando ella asintió, se dio la vuelta—. Yo iré a por las niñas.
Cuando las niñas y Chester entraron en la habitación de ______, ésta extendió los brazos y todas corrieron hacia ella. Las tomó en sus brazos con besos y caricias.
—¿Estáis bien? —preguntó sin estar segura hasta que hubo hecho la misma pregunta una docena de veces.
Becky subió a la cama junto a ______.
—¿Quiénes eran, mamá?
—¿Qué querían? —preguntó Carrie.
Miranda tiró del camisón de ______ para que le prestase atención:
—¿Por qué me han roto la ventana?
Ella extendió los brazos para que Miranda se pusiese en su regazo.
—Bueno —contestó— hay unos hombres que quieren que venda la granja para que ellos puedan construir una vía de ferrocarril. Y yo no quiero venderla porque es nuestro hogar. Así que están intentando que nos vayamos tirándonos piedras, rompiendo los cristales y gritando —miró hacia Joe—. El señor Joe y yo los hemos asustado y se han ido, pero puede que vuelvan.
Carrie se puso de pie y golpeó el hombro de su madre.
—No te preocupes, mamá —dijo. Se dirigió hacia Joe y lo miró con una expresión de adoración y completa confianza en su rostro de pilla. Lo cogió de la mano y se dio la vuelta para mirar a su madre—. Todo irá bien, ya lo verás, el señor Joe no dejará que nos pase nada malo.
Él no podía respirar. Sintió que en la habitación hacía un calor sofocante y que tenía que salir.
—Es tarde —logró decir—. Lo mejor es que os vayáis a dormir.
Se soltó de la mano de la niña y notó una presión en el pecho. Se dio la vuelta y salió al pasillo, cerrando la puerta tras de sí.
Empezó a bajar las escaleras, pero se detuvo en el rellano. Miró la oscuridad del vestíbulo, la oscuridad que lo rodeaba. No quería que nadie confiara en él, ni que nadie lo necesitara o lo mirara con fe. No podría estar nunca a la altura. No se lo merecía. Joe hundió el rostro en las manos con una sensación de pánico.
falta uno
Suzzey
Re: "Un Lugar Para Joe"
Capítulo 20
LUÍOCHÁN
Lurgangreen, Irlanda, 1867
El tren llegaba tarde.
Joe caminó por encima de la densa maleza que había al lado de las vías del tren hasta llegar a la altura de Adam McMahon.
—Donnelly está listo con el carro —dijo suavemente bajando la voz.
—Estupendo —respondió Adam—. ¿Dónde está el maldito tren? Hace un frío de mil demonios aquí.
Joe juntó las manos y se sopló los dedos helados mirando al cielo, dando gracias porque no hubiese luna en aquella noche de enero. Tardarían por lo menos dos horas en sacar los rifles del escondite bajo el falso suelo del vagón del tren, cargarlos en el carromato y llevarlos hasta la granja de Dooley, y un poco más si algo iba mal. Dios, si no llegaba pronto aquel tren, se verían obligados a vaciar un cargamento entero de rifles en medio de County Louth a plena luz del día.
Aquél era el décimo envío, el décimo encuentro a media noche. Las entregas habían sido meticulosamente planeadas en la diminuta habitación que había encima del pub de McGrath, y lo que era más sorprendente, los planes se habían llevado a cabo nueve veces a lo largo de dos años sin ninguna dificultad. Joe confiaba en que la suerte les acompañase sólo un poco más.
Novecientos rifles americanos de Sean —bendita la generosidad de sus compatriotas al otro lado del océano— estaban a buen resguardo escondidos por toda Irlanda. Sólo Joe, Sean y Adam sabían las localizaciones exactas de aquellas armas y la manera en la que habían llegado hasta allí.
Joe sabía que el Consejo estaba preparando algo gordo, a lo mejor un auténtico levantamiento, pero no le habían dicho nada todavía. También sabía que no se hacía una guerra con mil rifles, y tenía miedo de que el Consejo estuviese yendo demasiado deprisa. Se habían organizado campos de entrenamiento de tal modo que cada joven irlandés pudiese aprender cómo utilizar armas que nunca antes habían tenido oportunidad de tocar, pero una cosa era tirar latas de un muro de piedra y otra muy distinta acabar con el Ejército británico.
Había intentando convencer a Sean de que era demasiado pronto, pero sólo dos semanas atrás habían sido detenidos en Belfast nueve camaradas, haciendo que el fervor patriótico irlandés se encendiese en el Ulster, la región donde los fenianos eran más débiles, y probablemente el Consejo quería aprovecharse de ello antes de que el incidente se transformase en otra canción trágica y otro sueño perdido. O'Bourne no había dicho todavía quién había sido el informador, pero Joe había jurado partirle el cuello con sus propias manos en cuanto lo descubriese.
A lo lejos, vio el resplandor de una luz. Al fin, pensó, acercándose más a las vías al ver la señal de la linterna de Dooley. Adam le siguió. Protegidos por la espesa maleza, los dos hombres esperaron a que el tren de mercancías frenase y entrase en la diminuta estación de paso que no era más que un banco y un alero de madera.
Los dos hombres corrieron hasta el tren en el mismo momento en que se detenía. Joe sacó una llave inglesa de su bolsillo, se metió entre las ruedas del tren y empezó a quitar los tornillos que fijaban el tablero del falso suelo, mientras Adam se dirigía hacia la locomotora a charlar con el conductor.
Su grito de advertencia cortó el frío de la noche como un viento gélido.
—Luíochán! emboscada
Joe se dio la vuelta y vio dos pares de botas lustrosas del Ejército británico en el suelo junto a él.
—Luíochán! ¡Joe, emboscada, corre! —gritó de nuevo Adam esta vez con dolor—. ¡Oh, Dios!
Joe intentó escabullirse por debajo de las ruedas hacia el otro lado, pero el acero frío del cañón de una pistola contra su nuca lo dejó helado e inmóvil.
—No hagas ningún movimiento, irlandés —le ordenaron en voz baja—, a no ser que quieras ver tus sesos esparcidos por las vías.
Joe lanzó un suspiro que sonó como un silbido. Se les había acabado la suerte.
LUÍOCHÁN
Lurgangreen, Irlanda, 1867
El tren llegaba tarde.
Joe caminó por encima de la densa maleza que había al lado de las vías del tren hasta llegar a la altura de Adam McMahon.
—Donnelly está listo con el carro —dijo suavemente bajando la voz.
—Estupendo —respondió Adam—. ¿Dónde está el maldito tren? Hace un frío de mil demonios aquí.
Joe juntó las manos y se sopló los dedos helados mirando al cielo, dando gracias porque no hubiese luna en aquella noche de enero. Tardarían por lo menos dos horas en sacar los rifles del escondite bajo el falso suelo del vagón del tren, cargarlos en el carromato y llevarlos hasta la granja de Dooley, y un poco más si algo iba mal. Dios, si no llegaba pronto aquel tren, se verían obligados a vaciar un cargamento entero de rifles en medio de County Louth a plena luz del día.
Aquél era el décimo envío, el décimo encuentro a media noche. Las entregas habían sido meticulosamente planeadas en la diminuta habitación que había encima del pub de McGrath, y lo que era más sorprendente, los planes se habían llevado a cabo nueve veces a lo largo de dos años sin ninguna dificultad. Joe confiaba en que la suerte les acompañase sólo un poco más.
Novecientos rifles americanos de Sean —bendita la generosidad de sus compatriotas al otro lado del océano— estaban a buen resguardo escondidos por toda Irlanda. Sólo Joe, Sean y Adam sabían las localizaciones exactas de aquellas armas y la manera en la que habían llegado hasta allí.
Joe sabía que el Consejo estaba preparando algo gordo, a lo mejor un auténtico levantamiento, pero no le habían dicho nada todavía. También sabía que no se hacía una guerra con mil rifles, y tenía miedo de que el Consejo estuviese yendo demasiado deprisa. Se habían organizado campos de entrenamiento de tal modo que cada joven irlandés pudiese aprender cómo utilizar armas que nunca antes habían tenido oportunidad de tocar, pero una cosa era tirar latas de un muro de piedra y otra muy distinta acabar con el Ejército británico.
Había intentando convencer a Sean de que era demasiado pronto, pero sólo dos semanas atrás habían sido detenidos en Belfast nueve camaradas, haciendo que el fervor patriótico irlandés se encendiese en el Ulster, la región donde los fenianos eran más débiles, y probablemente el Consejo quería aprovecharse de ello antes de que el incidente se transformase en otra canción trágica y otro sueño perdido. O'Bourne no había dicho todavía quién había sido el informador, pero Joe había jurado partirle el cuello con sus propias manos en cuanto lo descubriese.
A lo lejos, vio el resplandor de una luz. Al fin, pensó, acercándose más a las vías al ver la señal de la linterna de Dooley. Adam le siguió. Protegidos por la espesa maleza, los dos hombres esperaron a que el tren de mercancías frenase y entrase en la diminuta estación de paso que no era más que un banco y un alero de madera.
Los dos hombres corrieron hasta el tren en el mismo momento en que se detenía. Joe sacó una llave inglesa de su bolsillo, se metió entre las ruedas del tren y empezó a quitar los tornillos que fijaban el tablero del falso suelo, mientras Adam se dirigía hacia la locomotora a charlar con el conductor.
Su grito de advertencia cortó el frío de la noche como un viento gélido.
—Luíochán! emboscada
Joe se dio la vuelta y vio dos pares de botas lustrosas del Ejército británico en el suelo junto a él.
—Luíochán! ¡Joe, emboscada, corre! —gritó de nuevo Adam esta vez con dolor—. ¡Oh, Dios!
Joe intentó escabullirse por debajo de las ruedas hacia el otro lado, pero el acero frío del cañón de una pistola contra su nuca lo dejó helado e inmóvil.
—No hagas ningún movimiento, irlandés —le ordenaron en voz baja—, a no ser que quieras ver tus sesos esparcidos por las vías.
Joe lanzó un suspiro que sonó como un silbido. Se les había acabado la suerte.
Suzzey
Re: "Un Lugar Para Joe"
omj me encanta esta nove :)
jajaja si esa cancion lo pone a bailar a uno jajaja
9 caps :(
esta nove es muy linda enserio
noq ueiro que se acabe
vale te seguire en la otra
jajaja si esa cancion lo pone a bailar a uno jajaja
9 caps :(
esta nove es muy linda enserio
noq ueiro que se acabe
vale te seguire en la otra
andreita
Re: "Un Lugar Para Joe"
Ame los caps...pobre joe
Le toco una vida muy dura
Y pobre rayis con esos matones
Me encanto
Siguela plisssss
Sube maraton!!!!
Por aquello de año nuevo
Para iniciar con una de las mejores novelas que he leido
Siiiii!b!!????? Maraton!!!!!
Te kieroooooooooo
Le toco una vida muy dura
Y pobre rayis con esos matones
Me encanto
Siguela plisssss
Sube maraton!!!!
Por aquello de año nuevo
Para iniciar con una de las mejores novelas que he leido
Siiiii!b!!????? Maraton!!!!!
Te kieroooooooooo
Julieta♥
Re: "Un Lugar Para Joe"
Maratón siii el lunes :) y que pasen un muy feliz año a todas las lectoras del foro
Suzzey
Re: "Un Lugar Para Joe"
Igual feliz año nuevo que sea mejor que este
Me encantaron los capss
Graciassssss
Ahaha. Ojala tengas mañana un buen dia ;D y q recibas tu beso de año nuevo ! Haha
Sigela pronto pleaseeeeee!!
Me encantaron los capss
Graciassssss
Ahaha. Ojala tengas mañana un buen dia ;D y q recibas tu beso de año nuevo ! Haha
Sigela pronto pleaseeeeee!!
Heaven.Foster
Página 12 de 18. • 1 ... 7 ... 11, 12, 13 ... 18
Temas similares
» [One Direction y tu] ¡Tengo que tomar una decisión YA!
» Lugar para héroes. audiciónes ab.
» "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
» Un Lugar Llamado Londres (Audiciones Abiertas) NECESITO CHICA PARA ZAYN URGENTE!
» La luz en mi vida. | 1er lugar
» Lugar para héroes. audiciónes ab.
» "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
» Un Lugar Llamado Londres (Audiciones Abiertas) NECESITO CHICA PARA ZAYN URGENTE!
» La luz en mi vida. | 1er lugar
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 12 de 18.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.