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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
ESPERA NO ENTENDI LAS MIRADAS DE NICOLE Y PAUL... QUE TIENE QUE VER NICK EN ESTO?????.. Y AAAIII SOLO 7 BUENO PERO AUN ASIII SIGUELA PORFAAAAA
chelis
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
WOW me ENCANTO el maraton ! no puedo creer que ya le falten tan poquitos capis para terminar ....:( bueno S.I.G.U.E.L.A prontis ;)
JUSTINLOVE11
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
next to you escribió:Oh por Diossssssssssssss
porfinnnn
estan juntos y y y.. :oops:
y me encantaaaaaa
esta de lo mejor
se dijeron te amo :arre:
siguelaaa
y son hermoso :')
y ya quiero saber que ahi con el pasado de la rayis
eso intriga
siguela
si intriga mucho el pasado de nikky pero muy pronto lo sabras!! :D
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
chelis escribió:ESPERA NO ENTENDI LAS MIRADAS DE NICOLE Y PAUL... QUE TIENE QUE VER NICK EN ESTO?????.. Y AAAIII SOLO 7 BUENO PERO AUN ASIII SIGUELA PORFAAAAA
Las miradas entre Nikky y Paul es por algo que solamente ellos dos saben y eso ya muy pronto lo sabran uds! ;)
Tiene ke ver muuuxo!!
muy pronto lo sabras xk nick konfundio a nikky! 8)
Siii solo kedan 7 caps! :(
ya la sigo!! :)
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
JUSTINLOVE11 escribió:WOW me ENCANTO el maraton ! no puedo creer que ya le falten tan poquitos capis para terminar ....:( bueno S.I.G.U.E.L.A prontis ;)
AAAHHHH KE BNO KE TE ENCANTO!!! :cheers: :bounce:
SIII YA POCO LE FALTA A LA NOVE PARA TERMINAR :z: :sad:
YA LA SIGO!!! :jeje:
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
Capítulo 41
Lágrimas
Lágrimas
Siguieron bailando otro rato más, sin ser conscientes de lo que les rodeaba. Cuando la pieza terminó, sin ganas, se detuvieron y caminaron tomados de la mano hacia la mesa donde estaban Lola y Pancho platicando con otras personas.
― ¿Y por qué esa cara, Lola?
Lola bufó y la miró con sus ojos centellando de rabia e indignación.
― Tiene horas que le pedí a un muchacho un vaso con hielo. Y no me lo han traído. Es el colmo. Tendré que ir por él yo.
Hizo el ademán de caminar hacia donde los meseros, pero Nicole la tomó de la mano.
― Quieta señora. Órdenes de arriba. Voy yo.
― Pero…
― Pero nada. Tú espera.
Nicole caminó hacia el catering, y les preguntó por el hielo, y le dijeron que si les daba unos minutos, porque estaban muy atareados, se lo llevarían a su mesa. Nicole, recordando la cara de Lola, declinó la oferta y fue a buscarlo al Cuartel. Entró por la puerta principal y caminó hacia la cocina, donde el refrigerador y se acercó. Estaba a punto de abrir, cuando un sollozo a su espalda la detuvo.
Se giró para encontrar a una joven muchacha escondida entre las sombras llorando en la esquina de la cocina. Estaba sentada sobre una especie de moqueta que cubría unas cajas. Al parecer no la había visto, porque siguió llorando desconsoladamente. Nicole dejó el trasto que había tomado para los hielos y caminó hacia ella.
― Disculpa, ¿te encuentras bien?
La muchacha pegó un brinco y se giró para mirarla. Nicole la reconoció. Era una de las chicas que ayudaba a Lola en la cocina. ¿Cómo se llamaba? Repasó los nombres en su mente, ¿Felipa? ¿Fernanda? ¡Felicity!
― Felicity, ¿estás bien?
La muchacha a quien no le calculaba más de veinte años se limpió el rostro apresuradamente y se limpió el moquillo que deslizaba por su nariz. Nicole se giró y fue por unas servilletas y se las dio a la joven. Trató de hablar pero Nicole no entendía nada, así que le pidió que se calmara, y respirara y le contara lo que le pasaba.
― Oh, señorita Nicole. Lo siento mucho, es sólo que… yo… lo siento… sólo déjeme aquí unos minutos.
― Oh vamos, estás bien. ― Sabiendo lo que hace falta en momentos de tristeza, extendió sus brazos y encerró a la muchacha en ellos ― Ven.
El abrazo volvió a desbordar lágrimas en la pobre joven y esperó simplemente a que se calmara y le contase.
― Es que… mi vida… todo está arruinado…
Nicole deslizó la mano por su cabellera oscura y dejó que se tranquilizara.
― Sé que no nos conocemos mucho, pero si quieres hablar de ello, algunas veces ayuda. ― miró a Felicity y le dio una tierna sonrisa ― Y si en mi está poder ayudarte, lo haré encantada.
― Estoy embarazada ― y se soltó a llorar abrazando fuertemente a Nicole.
― Oh pequeña... ― Nicole no sabía si era el destino o que, pero casi pudo verse abrazándose a sí misma.
― Y él… ― paró para agarrar aire y serenidad, quería hablar de ello, necesitaba hacerlo ― Él dice que no es suyo. Que soy una cualquiera, y… eso no es cierto. Usamos protección, pero se ha de haber roto o algo fallo. Así que dice que le estoy queriendo encargar el bebé de otro hombre. Y mis papás…
― Oh pobre criatura, ven.
― Lo siento, lo siento…
― Tal vez podríamos pedirle a Joe o…
― ¡No! Por favor, por favor… ― gritó despavorida y vio el pánico en la mirada de Felicity. Ella entendía mejor que nadie que era ese sentimiento ― Por Favor. ¡No! Nadie debe de enterarse.
Es sólo que no sé que hacer. Yo no sé si quiero tenerlo, aún hay tiempo, o quizás…
― Eres aún joven, te entiendo. Estás asustada, y eso justifica tus pensamientos. Estoy segura de que encontraremos una solución. Existen alternativas para ti.
― Pero señorita….
― Calla. No pienses.
Salió de la cocina varios minutos después, asegurándose de que la muchacha, que había salido por la puerta trasera, se fuera a su casa, una de las pequeñas casas que estaban cerca del Cuartel. Llevaba los hielos en la pequeña bandejita, segura de que Lola estaría echando humo, ahora por su culpa. Todavía tenía presente las lágrimas de Felicity, y sin saber, chocó contra un pecho y casi se voltean los cubitos. Alzó la mirada y vio a Joe y le sonrió.
― ¡Hey! Lo siento, no había hielos allá y vine a la cocina…
― ¿La instaste a abortar?
La sonrisa de Nicole se congeló y sintió una sacudida por todo su cuerpo, como escalofríos, y no era por los hielos que llevaba. Era la mirada dura de Joe y el tono cruel de sus palabras.
― ¿Qué?
Joe la tomó sin delicadeza del brazo y le hizo daño, pero no era nada comparado con el dolor de su corazón.
― ¡Contéstame maldita sea! ¿Le aconsejaste que abortara?
― Creo que se ha convertido en un vicio tuyo el oír conversaciones ajenas. ― contestó fríamente Nicole, sintió que Joe apretaba su brazo aún más fuerte pero no le importó, ella no se iba a quejar. ― No voy a contestar a eso. Es un asunto privado, y ella merece que se le respete su intimidad.
― No sé como puedo amar a una mujer que tiene tan poco respeto por la vida.
Si la hubiera golpeado, el efecto no habría sido nada comparado con lo que sentía en esos momentos. Apretó los labios, no iba llorar, no ahí, y no frente a él.
― ¿Es eso lo que piensas de mí? ― susurró.
― Una vez lo hiciste. Ya tienes experiencia en ello, supongo.
Joe se masajeó su cabello, y Nicole vio que ya no la tenía agarrada. Ni siquiera se había dado cuenta. Su cuerpo estaba entumecido, pero ojala fuera lo mismo con su corazón y su alma. Él lo sabía. Y ella pensando en contarle todo cuando él ya la había juzgado.
― ¿Desde cuando lo sabes?
― Desde el comienzo. La primera vez que te conocí, hubo una tormenta, ¿recuerdas? Y te oí hablar con mi padre.
Sintió los ojos nublarse pero parpadeó con fuerza. Aún no se iba a quebrar. Tenía que ser fuerte.
― Así que escuchar a escondidas no es algo nuevo para ti. ― Tuvo que retroceder un paso cuando Joe se volvió hacia ella furioso. Jamás lo había visto así.
― ¡Esta no es una jodida broma!
― Tienes razón. No sé lo que es. Dime, ¿todo este tiempo, has pensado que aborté a mi hijo?
― le costó poder mantener su voz firme, sin titubeos, cuando lo que deseaba era derrumbarse y llorar ― Te acostaste conmigo a pesar de pensar que era maldita mujer asesina, y que cómo tú dijiste, no respeta la vida. Me dijiste que me amabas, pero estabas esperando el momento en que demostrara que no era digna.
― Porque pensé que habías cambiado, pero… no creo… ― Le dio la espalda y Nicole sintió como un muro fue apartándolos ― No creo poder amarte por completo. No así.
Eso era, pensó Nicole, todo lo que deseaba oír. Ahora sabía porque no habían hablado de compromisos. Él nunca había estado del todo seguro de ella. Y ahora sabía por qué. Confío en ti, y una mierda pensó agriamente Nicole. Su labio inferior estaba empezando a temblar, tenía que salir de ahí, antes de hundirse frente a él.
― Ya veo. ― Dejó la taza con los hielos la mesita que tenía cerca, y agradeció que Joe estuviera de espaldas, para que no viera su mano temblar, y no era de frío. ― Por favor, llévale el hielo a Lola, yo iré después.
Se dio la vuelta para escapar, pero Joe la tomó de la mano.
― ¿No tienes nada que decir? ¿No me vas a explicar tus razones?
Si tan sólo pudiera odiarlo, pensó Nicole con tristeza. Haría las cosas más fáciles. Pero no podía. Lo amaba, pero ahora ese amor no era suficiente. Tragó con fuerza saliva y lo miró directamente a los ojos. Verde contra verde. Y en ambos bosques, una tormenta desatándose.
― Creo que tú ya lo has decido todo.
Nicole se soltó sin problema del agarre de Joe, dio la vuelta y salió por la puerta por la que Felicity había salido antes.
Respiraba con dificultad, y sentía una opresión en el pecho, un nudo en la garganta y una daga en el corazón. Necesitaba estar sola, pero se encontraba con personas, y todos saludando y sonriendo. Ella no quería sonreír, ella quería llorar, pero sola.
― Nicole ― Se detuvo al oír a Alex. Trató de aguantar, sólo un poco más. Y alzó la mirada pero a él no le pasó desapercibido su expresión ― Oye… ¿te sientes bien?
― ¿Porque no debería de estarlo? ― preguntó ella, tratando de sonreír, pero entonces las lágrimas la abordaron. Alex estaba ya empezando a tomarla entre sus brazos, pero ella no quería eso. ― Por favor, por favor, necesito estar sola. Sola. Yo…
Se soltó y siguió caminando.
― Espera.
Se dio la vuelta y alzó la mano para detener a Alex.
― No, después Alex. Estaré bien.
Sin saber como, había llegado a las caballerizas. Los caballos ya estaban en sus respectivos corrales. Las luces estaban prendidas pero no había nadie ahí. Caminó y se situó enfrente del corral de Blackshadow. En cuanto la percibió, salió de las sombras y se acercó a ella, acercando su rostro para acariciar el de ella. Nicole no pudo evitar las lágrimas salir. No esa vez. Ahí estaba sola, y nadie podía ser testigo del dolor que consumía su alma. Abrazó a Blackshadow del largo cuello y enterró su cara en él. Estuvo así un par de minutos, y Blacky ni se movió. Era como si entendiera que ella necesitara desahogarse. Se limpió las lágrimas y miró al ecuestre animal y sonrió. Entonces se percató de que todavía tenía puesta la silla de montar. Nicole estaba horrorizada. ¡Esa cosa en su espalda! Pero entonces otra idea entró en su mente.
― ¿Te apetece dar una vuelta?
Dio un paso atrás y abrió la rejilla, sacó a Blackshadow y después cerró el corral. Acarició su suave crin y tantos recuerdos vinieron a su mente, tan rápido como las lágrimas. Sin necesidad de un soporte, apoyó su zapatilla y de un impulso subió. Gracias al cielo el vestido era suelto, sino jamás lo habría conseguido. Tomó las riendas e hizo que Blackshadow saliera adelante. Al principio sintió la resistencia del animal a seguir sus órdenes, pero le habló y como si entendiera, hizo lo que le había pedido. Salieron de las caballerizas y a lo lejos, podía ver las luces, oír a la multitud, y casi con el pensamiento, pudo sentir a Joe y su corazón sangró.
Con la rienda, le dio un tiro e hizo que Blacky fuera en la dirección contraria. Ella quería estar sola, salir de ahí, olvidarse de ese mundo, olvidarse de esa noche y más que nada, olvidar las duras palabras de Joe. Cuando empezaron a trotar, sintió la fría brisa chocar contra su rostro, su pelo suelto se empezó a mover al ritmo de esta. Y su alma sintió un poco de calma, solo un poco.
― Vamos hermoso, corre más rápido.
Obligó a Blackshadow a correr en la negra noche, sin saber hacia donde se dirigían. El viento fue golpeando cada vez más fuerte y más fuerte, y Blacky acrecentaba el paso. Las lágrimas salieron, pero no llegaban a deslizarse por sus mejillas pues apenas brotaban de sus ojos, el fuerte viento se las llevaba con ella. Mejor. Pasó por el lago, donde hacían las fiestas y domingos familiares, donde apenas ese día en la mañana había jugado con sus sobrinas y él le había dicho que la amaba.
― ¡Estúpida, estúpida, estúpida…! ― se regañó Nicole.
Todas las palabras que Joe le había dicho. Cada una de ellas, su amor, todo…. Todo había acabado. Jamás había sentido tanto dolor en su vida, como al ver la mirada de desprecio, de asco que Joe le había dado en el Cuartel.
“No creo que pueda amar a una mujer que tiene tan poco respeto por la vida”.
Ella no le había pedido tal cosa a Felicity, muy al contrario. Quizás Joe sólo escuchó una parte de la plática, porque ella no le había pedido eso a la muchacha.
― Sé que ahora mismo estás pensando en interrumpir tu embarazo. No te apenes por ello, te entiendo. Es algo tan natural, cuando sientes que todo se te viene encima. Pero piensa en esto, ¿Qué culpa tiene esa pequeña criatura de los errores de los padres? Y cuando hablaba de alternativas quería decir que bien existía la adopción. Sí al correr los meses, sigues pensando que no puedes con el bebé, puedes darlo en adopción. Miles de familias, amorosos padres, se sentirían bendecidos con un bebé. Pero al final, la decisión es tuya. Por mi parte jamás te juzgaré. La decisión es únicamente tuya. Intenta hablar con tu novio una vez más, y si no te hace caso, es que entonces no vale la pena.
― Muchas gracias, señorita Nicole.
― No, muchas gracias a ti.
Eso era lo que había hablado con Felicity. Ella se lo podría haber dicho, pero ¿de qué serviría?
Él ya había dicho todo. Dobló hacia la casa. Buscaría sus cosas, tomaría su camioneta y se iría de ahí. Esa noche si era necesario. Nada de despedidas, ya no. Pero entonces sus pensamientos se fueron por otro camino. Uno más doloroso. Habían pasado la casa y ni cuenta se dio.
Un sollozo fue lo primero que salió y después otro hasta que se convirtió en un grito de desgarro y dolor. Ella ni siquiera había visto el camino por el que habían viajado. Blackshadow había bajado el ritmo de su marcha y hasta que ella sintió que se había detenido por completo.
Tenía sus manos aferradas a su cuello, y su cara escondida ahí. Tenía que descansar. Bajó del animal y miró a ambos lados. Ni siquiera sabía donde…
El reflejo de la luna sobre el pequeño lago cambió todo. Sabía donde estaba. Era el lago escondido, donde ella y Joe habían hecho el amor. Se derrumbó en el piso, sus pies ya no soportaban su peso, se quitó una sandalia y se percató de que la otra se había perdido en el viaje. A ella ya no le importaba más. Se abrazó a si misma, y lloró tanto como sus ojos la dejaron, gritó, tanto como sus pulmones le permitieron, y cuando quedó vacía, aún así, seguía llorando.
Las semanas que había pasado viviendo en un cuento de hadas habían terminado en menos de un minuto. Sólo una frase y todo su castillo se había venido a bajo. El viento frío se caló por sus huesos y se abrazó con fuerza, sollozando. Blackshadow se inclinó a un costado de ella, como si le ofreciera su calor. Ella se arrinconó a él, y lo abrazó como lo había hecho en las cuadras.
Se quedó mortalmente cansada, exhausta y dolida, que sabía no podía volver a montar a su amigo. Cerró los ojos, para ver si solo así podía descansar unos segundos, que las voces que se repetían en su cabeza se callaran. Cerró los ojos y se durmió, y para cuando estuvo completamente dormida, no pudo apreciar como el claro reflejo de la luna iba desapareciendo y una nube morada cubrió el cielo.
Los segundos pasaron, los minutos también, pero ella no sintió ninguno de ellos. Se despertó levemente desorientada. Sus ojos le escocían y sentía la boca marga. Sus pies tocaron la tierra, y la arena se empezó a adherir a sus pies y piernas. Blackshadow salió y se acercó a ella y entonces lo recordó todo, y aunque su corazón deseaba llorar y llorar, sus ojos ya no podían sacar más lágrimas. Alzó la vista al cielo y con horror comprobó que el cálido cielo azulado y oscuro era ahora gris, púrpura y violeta.
Cuando sintió la primera gota sobre su cuerpo, ésta cayó sobre su mejilla. La segunda sobre su frente, la tercera sobre su brazo y después ya no pudo seguir contando. La tormenta se había desatado tan mortal y tan vasta, que apenas si tuvo tiempo de reaccionar. La tierra firme se estaba volviendo lodosa y blanda. Cuando intentó montar a Blacky, su pie se resbaló varias veces, y cuando por fin pudo montarlo, tembló. Un rayo partió el cielo y la luz que dejó a su paso dejó a Nicole quieta.
Una tormenta… había sido una tormenta… Su bebé… su hermoso ángel.
Después de todo, aún podía llorar, porque sintió sus ojos arder, y no era por el agua. Trató de mantener el control del animal, pero estaba tan asustada. Había sido una tonta al salir así del Cuartel. Otro relámpago y tres segundos después el trueno llegó. Gritó tan fuerte, de miedo, y de dolor por el rayo, que asustó a Blackshadow, y éste, siendo un animal no pudo evitar reaccionar. Se alzó sobre sus patas traseras y relinchó con fuerza. Nicole no tuvo ningún momento para reaccionar. Salió disparada hacia el piso, y su cabeza golpeó contra algo, y entonces, no le importó ninguna tormenta, ni las palabras de Joe.
La oscuridad la había atrapado.
― ¿Y por qué esa cara, Lola?
Lola bufó y la miró con sus ojos centellando de rabia e indignación.
― Tiene horas que le pedí a un muchacho un vaso con hielo. Y no me lo han traído. Es el colmo. Tendré que ir por él yo.
Hizo el ademán de caminar hacia donde los meseros, pero Nicole la tomó de la mano.
― Quieta señora. Órdenes de arriba. Voy yo.
― Pero…
― Pero nada. Tú espera.
Nicole caminó hacia el catering, y les preguntó por el hielo, y le dijeron que si les daba unos minutos, porque estaban muy atareados, se lo llevarían a su mesa. Nicole, recordando la cara de Lola, declinó la oferta y fue a buscarlo al Cuartel. Entró por la puerta principal y caminó hacia la cocina, donde el refrigerador y se acercó. Estaba a punto de abrir, cuando un sollozo a su espalda la detuvo.
Se giró para encontrar a una joven muchacha escondida entre las sombras llorando en la esquina de la cocina. Estaba sentada sobre una especie de moqueta que cubría unas cajas. Al parecer no la había visto, porque siguió llorando desconsoladamente. Nicole dejó el trasto que había tomado para los hielos y caminó hacia ella.
― Disculpa, ¿te encuentras bien?
La muchacha pegó un brinco y se giró para mirarla. Nicole la reconoció. Era una de las chicas que ayudaba a Lola en la cocina. ¿Cómo se llamaba? Repasó los nombres en su mente, ¿Felipa? ¿Fernanda? ¡Felicity!
― Felicity, ¿estás bien?
La muchacha a quien no le calculaba más de veinte años se limpió el rostro apresuradamente y se limpió el moquillo que deslizaba por su nariz. Nicole se giró y fue por unas servilletas y se las dio a la joven. Trató de hablar pero Nicole no entendía nada, así que le pidió que se calmara, y respirara y le contara lo que le pasaba.
― Oh, señorita Nicole. Lo siento mucho, es sólo que… yo… lo siento… sólo déjeme aquí unos minutos.
― Oh vamos, estás bien. ― Sabiendo lo que hace falta en momentos de tristeza, extendió sus brazos y encerró a la muchacha en ellos ― Ven.
El abrazo volvió a desbordar lágrimas en la pobre joven y esperó simplemente a que se calmara y le contase.
― Es que… mi vida… todo está arruinado…
Nicole deslizó la mano por su cabellera oscura y dejó que se tranquilizara.
― Sé que no nos conocemos mucho, pero si quieres hablar de ello, algunas veces ayuda. ― miró a Felicity y le dio una tierna sonrisa ― Y si en mi está poder ayudarte, lo haré encantada.
― Estoy embarazada ― y se soltó a llorar abrazando fuertemente a Nicole.
― Oh pequeña... ― Nicole no sabía si era el destino o que, pero casi pudo verse abrazándose a sí misma.
― Y él… ― paró para agarrar aire y serenidad, quería hablar de ello, necesitaba hacerlo ― Él dice que no es suyo. Que soy una cualquiera, y… eso no es cierto. Usamos protección, pero se ha de haber roto o algo fallo. Así que dice que le estoy queriendo encargar el bebé de otro hombre. Y mis papás…
― Oh pobre criatura, ven.
― Lo siento, lo siento…
― Tal vez podríamos pedirle a Joe o…
― ¡No! Por favor, por favor… ― gritó despavorida y vio el pánico en la mirada de Felicity. Ella entendía mejor que nadie que era ese sentimiento ― Por Favor. ¡No! Nadie debe de enterarse.
Es sólo que no sé que hacer. Yo no sé si quiero tenerlo, aún hay tiempo, o quizás…
― Eres aún joven, te entiendo. Estás asustada, y eso justifica tus pensamientos. Estoy segura de que encontraremos una solución. Existen alternativas para ti.
― Pero señorita….
― Calla. No pienses.
Salió de la cocina varios minutos después, asegurándose de que la muchacha, que había salido por la puerta trasera, se fuera a su casa, una de las pequeñas casas que estaban cerca del Cuartel. Llevaba los hielos en la pequeña bandejita, segura de que Lola estaría echando humo, ahora por su culpa. Todavía tenía presente las lágrimas de Felicity, y sin saber, chocó contra un pecho y casi se voltean los cubitos. Alzó la mirada y vio a Joe y le sonrió.
― ¡Hey! Lo siento, no había hielos allá y vine a la cocina…
― ¿La instaste a abortar?
La sonrisa de Nicole se congeló y sintió una sacudida por todo su cuerpo, como escalofríos, y no era por los hielos que llevaba. Era la mirada dura de Joe y el tono cruel de sus palabras.
― ¿Qué?
Joe la tomó sin delicadeza del brazo y le hizo daño, pero no era nada comparado con el dolor de su corazón.
― ¡Contéstame maldita sea! ¿Le aconsejaste que abortara?
― Creo que se ha convertido en un vicio tuyo el oír conversaciones ajenas. ― contestó fríamente Nicole, sintió que Joe apretaba su brazo aún más fuerte pero no le importó, ella no se iba a quejar. ― No voy a contestar a eso. Es un asunto privado, y ella merece que se le respete su intimidad.
― No sé como puedo amar a una mujer que tiene tan poco respeto por la vida.
Si la hubiera golpeado, el efecto no habría sido nada comparado con lo que sentía en esos momentos. Apretó los labios, no iba llorar, no ahí, y no frente a él.
― ¿Es eso lo que piensas de mí? ― susurró.
― Una vez lo hiciste. Ya tienes experiencia en ello, supongo.
Joe se masajeó su cabello, y Nicole vio que ya no la tenía agarrada. Ni siquiera se había dado cuenta. Su cuerpo estaba entumecido, pero ojala fuera lo mismo con su corazón y su alma. Él lo sabía. Y ella pensando en contarle todo cuando él ya la había juzgado.
― ¿Desde cuando lo sabes?
― Desde el comienzo. La primera vez que te conocí, hubo una tormenta, ¿recuerdas? Y te oí hablar con mi padre.
Sintió los ojos nublarse pero parpadeó con fuerza. Aún no se iba a quebrar. Tenía que ser fuerte.
― Así que escuchar a escondidas no es algo nuevo para ti. ― Tuvo que retroceder un paso cuando Joe se volvió hacia ella furioso. Jamás lo había visto así.
― ¡Esta no es una jodida broma!
― Tienes razón. No sé lo que es. Dime, ¿todo este tiempo, has pensado que aborté a mi hijo?
― le costó poder mantener su voz firme, sin titubeos, cuando lo que deseaba era derrumbarse y llorar ― Te acostaste conmigo a pesar de pensar que era maldita mujer asesina, y que cómo tú dijiste, no respeta la vida. Me dijiste que me amabas, pero estabas esperando el momento en que demostrara que no era digna.
― Porque pensé que habías cambiado, pero… no creo… ― Le dio la espalda y Nicole sintió como un muro fue apartándolos ― No creo poder amarte por completo. No así.
Eso era, pensó Nicole, todo lo que deseaba oír. Ahora sabía porque no habían hablado de compromisos. Él nunca había estado del todo seguro de ella. Y ahora sabía por qué. Confío en ti, y una mierda pensó agriamente Nicole. Su labio inferior estaba empezando a temblar, tenía que salir de ahí, antes de hundirse frente a él.
― Ya veo. ― Dejó la taza con los hielos la mesita que tenía cerca, y agradeció que Joe estuviera de espaldas, para que no viera su mano temblar, y no era de frío. ― Por favor, llévale el hielo a Lola, yo iré después.
Se dio la vuelta para escapar, pero Joe la tomó de la mano.
― ¿No tienes nada que decir? ¿No me vas a explicar tus razones?
Si tan sólo pudiera odiarlo, pensó Nicole con tristeza. Haría las cosas más fáciles. Pero no podía. Lo amaba, pero ahora ese amor no era suficiente. Tragó con fuerza saliva y lo miró directamente a los ojos. Verde contra verde. Y en ambos bosques, una tormenta desatándose.
― Creo que tú ya lo has decido todo.
Nicole se soltó sin problema del agarre de Joe, dio la vuelta y salió por la puerta por la que Felicity había salido antes.
Respiraba con dificultad, y sentía una opresión en el pecho, un nudo en la garganta y una daga en el corazón. Necesitaba estar sola, pero se encontraba con personas, y todos saludando y sonriendo. Ella no quería sonreír, ella quería llorar, pero sola.
― Nicole ― Se detuvo al oír a Alex. Trató de aguantar, sólo un poco más. Y alzó la mirada pero a él no le pasó desapercibido su expresión ― Oye… ¿te sientes bien?
― ¿Porque no debería de estarlo? ― preguntó ella, tratando de sonreír, pero entonces las lágrimas la abordaron. Alex estaba ya empezando a tomarla entre sus brazos, pero ella no quería eso. ― Por favor, por favor, necesito estar sola. Sola. Yo…
Se soltó y siguió caminando.
― Espera.
Se dio la vuelta y alzó la mano para detener a Alex.
― No, después Alex. Estaré bien.
Sin saber como, había llegado a las caballerizas. Los caballos ya estaban en sus respectivos corrales. Las luces estaban prendidas pero no había nadie ahí. Caminó y se situó enfrente del corral de Blackshadow. En cuanto la percibió, salió de las sombras y se acercó a ella, acercando su rostro para acariciar el de ella. Nicole no pudo evitar las lágrimas salir. No esa vez. Ahí estaba sola, y nadie podía ser testigo del dolor que consumía su alma. Abrazó a Blackshadow del largo cuello y enterró su cara en él. Estuvo así un par de minutos, y Blacky ni se movió. Era como si entendiera que ella necesitara desahogarse. Se limpió las lágrimas y miró al ecuestre animal y sonrió. Entonces se percató de que todavía tenía puesta la silla de montar. Nicole estaba horrorizada. ¡Esa cosa en su espalda! Pero entonces otra idea entró en su mente.
― ¿Te apetece dar una vuelta?
Dio un paso atrás y abrió la rejilla, sacó a Blackshadow y después cerró el corral. Acarició su suave crin y tantos recuerdos vinieron a su mente, tan rápido como las lágrimas. Sin necesidad de un soporte, apoyó su zapatilla y de un impulso subió. Gracias al cielo el vestido era suelto, sino jamás lo habría conseguido. Tomó las riendas e hizo que Blackshadow saliera adelante. Al principio sintió la resistencia del animal a seguir sus órdenes, pero le habló y como si entendiera, hizo lo que le había pedido. Salieron de las caballerizas y a lo lejos, podía ver las luces, oír a la multitud, y casi con el pensamiento, pudo sentir a Joe y su corazón sangró.
Con la rienda, le dio un tiro e hizo que Blacky fuera en la dirección contraria. Ella quería estar sola, salir de ahí, olvidarse de ese mundo, olvidarse de esa noche y más que nada, olvidar las duras palabras de Joe. Cuando empezaron a trotar, sintió la fría brisa chocar contra su rostro, su pelo suelto se empezó a mover al ritmo de esta. Y su alma sintió un poco de calma, solo un poco.
― Vamos hermoso, corre más rápido.
Obligó a Blackshadow a correr en la negra noche, sin saber hacia donde se dirigían. El viento fue golpeando cada vez más fuerte y más fuerte, y Blacky acrecentaba el paso. Las lágrimas salieron, pero no llegaban a deslizarse por sus mejillas pues apenas brotaban de sus ojos, el fuerte viento se las llevaba con ella. Mejor. Pasó por el lago, donde hacían las fiestas y domingos familiares, donde apenas ese día en la mañana había jugado con sus sobrinas y él le había dicho que la amaba.
― ¡Estúpida, estúpida, estúpida…! ― se regañó Nicole.
Todas las palabras que Joe le había dicho. Cada una de ellas, su amor, todo…. Todo había acabado. Jamás había sentido tanto dolor en su vida, como al ver la mirada de desprecio, de asco que Joe le había dado en el Cuartel.
“No creo que pueda amar a una mujer que tiene tan poco respeto por la vida”.
Ella no le había pedido tal cosa a Felicity, muy al contrario. Quizás Joe sólo escuchó una parte de la plática, porque ella no le había pedido eso a la muchacha.
― Sé que ahora mismo estás pensando en interrumpir tu embarazo. No te apenes por ello, te entiendo. Es algo tan natural, cuando sientes que todo se te viene encima. Pero piensa en esto, ¿Qué culpa tiene esa pequeña criatura de los errores de los padres? Y cuando hablaba de alternativas quería decir que bien existía la adopción. Sí al correr los meses, sigues pensando que no puedes con el bebé, puedes darlo en adopción. Miles de familias, amorosos padres, se sentirían bendecidos con un bebé. Pero al final, la decisión es tuya. Por mi parte jamás te juzgaré. La decisión es únicamente tuya. Intenta hablar con tu novio una vez más, y si no te hace caso, es que entonces no vale la pena.
― Muchas gracias, señorita Nicole.
― No, muchas gracias a ti.
Eso era lo que había hablado con Felicity. Ella se lo podría haber dicho, pero ¿de qué serviría?
Él ya había dicho todo. Dobló hacia la casa. Buscaría sus cosas, tomaría su camioneta y se iría de ahí. Esa noche si era necesario. Nada de despedidas, ya no. Pero entonces sus pensamientos se fueron por otro camino. Uno más doloroso. Habían pasado la casa y ni cuenta se dio.
Un sollozo fue lo primero que salió y después otro hasta que se convirtió en un grito de desgarro y dolor. Ella ni siquiera había visto el camino por el que habían viajado. Blackshadow había bajado el ritmo de su marcha y hasta que ella sintió que se había detenido por completo.
Tenía sus manos aferradas a su cuello, y su cara escondida ahí. Tenía que descansar. Bajó del animal y miró a ambos lados. Ni siquiera sabía donde…
El reflejo de la luna sobre el pequeño lago cambió todo. Sabía donde estaba. Era el lago escondido, donde ella y Joe habían hecho el amor. Se derrumbó en el piso, sus pies ya no soportaban su peso, se quitó una sandalia y se percató de que la otra se había perdido en el viaje. A ella ya no le importaba más. Se abrazó a si misma, y lloró tanto como sus ojos la dejaron, gritó, tanto como sus pulmones le permitieron, y cuando quedó vacía, aún así, seguía llorando.
Las semanas que había pasado viviendo en un cuento de hadas habían terminado en menos de un minuto. Sólo una frase y todo su castillo se había venido a bajo. El viento frío se caló por sus huesos y se abrazó con fuerza, sollozando. Blackshadow se inclinó a un costado de ella, como si le ofreciera su calor. Ella se arrinconó a él, y lo abrazó como lo había hecho en las cuadras.
Se quedó mortalmente cansada, exhausta y dolida, que sabía no podía volver a montar a su amigo. Cerró los ojos, para ver si solo así podía descansar unos segundos, que las voces que se repetían en su cabeza se callaran. Cerró los ojos y se durmió, y para cuando estuvo completamente dormida, no pudo apreciar como el claro reflejo de la luna iba desapareciendo y una nube morada cubrió el cielo.
Los segundos pasaron, los minutos también, pero ella no sintió ninguno de ellos. Se despertó levemente desorientada. Sus ojos le escocían y sentía la boca marga. Sus pies tocaron la tierra, y la arena se empezó a adherir a sus pies y piernas. Blackshadow salió y se acercó a ella y entonces lo recordó todo, y aunque su corazón deseaba llorar y llorar, sus ojos ya no podían sacar más lágrimas. Alzó la vista al cielo y con horror comprobó que el cálido cielo azulado y oscuro era ahora gris, púrpura y violeta.
Cuando sintió la primera gota sobre su cuerpo, ésta cayó sobre su mejilla. La segunda sobre su frente, la tercera sobre su brazo y después ya no pudo seguir contando. La tormenta se había desatado tan mortal y tan vasta, que apenas si tuvo tiempo de reaccionar. La tierra firme se estaba volviendo lodosa y blanda. Cuando intentó montar a Blacky, su pie se resbaló varias veces, y cuando por fin pudo montarlo, tembló. Un rayo partió el cielo y la luz que dejó a su paso dejó a Nicole quieta.
Una tormenta… había sido una tormenta… Su bebé… su hermoso ángel.
Después de todo, aún podía llorar, porque sintió sus ojos arder, y no era por el agua. Trató de mantener el control del animal, pero estaba tan asustada. Había sido una tonta al salir así del Cuartel. Otro relámpago y tres segundos después el trueno llegó. Gritó tan fuerte, de miedo, y de dolor por el rayo, que asustó a Blackshadow, y éste, siendo un animal no pudo evitar reaccionar. Se alzó sobre sus patas traseras y relinchó con fuerza. Nicole no tuvo ningún momento para reaccionar. Salió disparada hacia el piso, y su cabeza golpeó contra algo, y entonces, no le importó ninguna tormenta, ni las palabras de Joe.
La oscuridad la había atrapado.
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
Oh por Dios Oh por DiosOh por Dios!!!
como puede dejarla ahi no puedo creer que todo este llendo tan mall
awwwwwwww
siguela
como puede dejarla ahi no puedo creer que todo este llendo tan mall
awwwwwwww
siguela
next to you
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaiiiiiiiiiiiiii!!! ese joe... por que no puede pensar primero antes de reaccionar!!!!!!
mira lo que nicole esta pasando por culpa de el!!!!!!..
per...pero yo quiero saber que le paso en verdad a su bb de ella!!!!!
porfaaa pon otro capis
mira lo que nicole esta pasando por culpa de el!!!!!!..
per...pero yo quiero saber que le paso en verdad a su bb de ella!!!!!
porfaaa pon otro capis
chelis
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
Aaa joe es un tonto que no se da cuenta que nicole si lo ama? Ni siquiera le dejó explicarle.. Ya quiero saber lo que le pasará pon capi porfa (:
JUSTINLOVE11
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
MUCHAS GRACIAS POR SUS COMENTARIOS CHICAS!!! :D
Y MIL DISCULPAS POR NO HABER SUBIDO CAP ANTES PERO ES QUE NO HE TENIDO MUCHO TIEMPO ESPERO ME COMPRENDAN!! :lol: :o
Y MIL DISCULPAS POR NO HABER SUBIDO CAP ANTES PERO ES QUE NO HE TENIDO MUCHO TIEMPO ESPERO ME COMPRENDAN!! :lol: :o
Capítulo 42
Valle de sombras
Valle de sombras
La fiesta hubiera seguido hasta más altas horas, pero el anuncio de una fuerte tormenta hizo que todos empezaran a retirarse muy a su pesar.
Demi se había dejado caer sobre una de las sillas forradas de tela y gritó con éxtasis, alzando las manos al cielo.
― ¡La fiesta fue un éxito!
Todos concordaron con ello. Todos menos Joe, que se había mantenido al margen después de la pelea con Nicole. ¿Por qué no había dicho nada? ¿Por qué no le había explicado sus motivos? ¿Y por qué rayos le dolía el corazón cuando recordaba la última mirada que ella le había dado?
Había dicho muchas cosas, pero se arrepentía de ellas. Y aún así, saber que había alentado a la pobre chica a que abortase le había roto el corazón. No podía creer que la mujer que amaba a sus sobrinas con todo su ser, pudiera jugar así con la vida de un inocente. La amaba, por Dios que lo hacía, pero a veces, el amor tenía sus límites. Pero pensar en que ella se fuera de Angels Ranch, de su casa, de su vida, dividía en mil pedazos su alma.
― ¿Joe, estás bien?
Joe miró a Nick. A pesar de la diferencia de edades, Joe y Kevin con casi treinta y Nick con treinta y siete años, la amistad que ellos tenían era muy fuerte. Tanto como para saber cuando uno de ellos estaba pasando un mal momento. El hecho de que Nick fuera el que se atreviera a preguntarle algo, era quizás una señal.
― Nick, ¿Cómo saliste a delante cuando Miley se fue?
Joe pudo ver el cambio en el rostro de su amigo. Hablar de su esposa, que lo había abandonado le era muy duro para su amigo, y aún después de tantos años, él podía ver que no la había olvidado. Nick enfocó sus ojos en el piso, como si no pudiera aguantar la profundidad de sus sentimientos. Oyó a su amigo suspirar, con dolor. Y lo miró, y por la fuerza de su mirada, Joe supo que venía desde el fondo de su ser.
― Nunca lo hice Joe. Nunca lo pude hacer.
Ambos hombres se quedaron callados, soportando cada uno su dolor. Ahora Joe sabía que nada volvería a ser igual. El viento sopló con fuerza y levantó algunos manteles. El servicio se había puesto a recoger todo con más prisa, ya que los nubarrones púrpuras anunciaban una fuerte lluvia.
― Vamos, hace mucho frío. Y parece que ya va a empezar a llover.
Entraron en la casa, y la lluvia se desató, como si hubiera esperado a que estuvieran dentro para empezar. Nada de una leve llovizna, sino todo lo contrario, y grandes masas de agua caían. Alguien habló pero Joe era sordo a todo. No quería moverse. No quería hacer nada. Sólo deseaba poder regresar el tiempo, y vivir una y otra vez las semanas anteriores.
― ¿Alguien ha visto a Nicole? ― preguntó Paul, preocupado. ― Tiene un rato que no la veo.
― No, tiene horas que no sé de ella. ― contestó Demi.
― Yo tampoco. ― contestó alguien.
― Yo menos. ― Y todos fueron contestando negativamente. Se miraron unos a otros, tratando de recordar cuando habían visto a Nicole por última vez, pero nadie daba con ella.
El primer trueno sonó por todos lados. Joe oyó a sus sobrinas gritar a lo lejos, y sin querer, pensó en Nicole. Ella también le había tenido miedo a las tormentas, aunque desde que habían compartido su habitación, ella no había tenido ninguna pesadilla. ¿Dónde estaría? Lo más seguro es que estuviera buscando consuelo con el doctorsin. Tampoco lo había visto desde hacía rato, y pensar en Nicole siendo consolada por Alex fue como un golpe en el pecho. Duro, frío y mortal.
Alex entró en la estancia, venía platicando con Margot y con el jefe de Ariana, Archer, sonriendo con mucha familiaridad. Alex y Joe apenas su cruzaron miradas y él miró a Elizabeth.
― Eli, ¿has visto a Nikky? Me gustaría despedirme de ella.
― ¡Estás loco! ― gritó Elizabeth, siempre tan franca ― La tormenta está en su apogeo. No puedes conducir con este clima. ― Y tomando la mano de Richard inconscientemente, lo miró ― Además, no sabemos donde está Nicole.
― ¿Qué quieres decir? ― Alex se movió, preocupado por la respuesta de Elizabeth, y caminó hacia ella, pero chocó contra el cuerpo de Joe.
― Tú mantente al margen. Esto es cosa de la familia.
― ¡Joseph Jonas! ¡Compórtate! ― le gruñó Margot, y los separó mientras que Archer, se ponía a su lado, protegiéndola por si los golpes se soltaban.
― ¡Tú! ― acusó Alex y tomó del cuello de la camisa a Joe, a pesar de las quejas de Margot. ― ¿Donde esta?
― Yo no sé. Pensé que estaba contigo.
― Pues como podrás ver no es así ― Lo soltó con fuerza y casi se van a los golpes, pero Richard y Kevin tomaron a Joe y Walter y Paul a Alex y los alejaron. Soltaron a Alex, que parecía haberse controlado y miró a las mujeres ― La vi hace más de una hora, saliendo de aquí y estaba muy alterada, pero no me dejó acompañarla.
Todos empezaron a susurrar y a imaginar cosas en voz alta. Ariana se percató de que Joe había sido el único que no decía nada. Se acercó a él y le tocó el hombro. Su cara mostraba una lucha interna, pero Ariana no sabía a que se debía.
― Joe, ¿tuvieron una discusión? ¿Tú y Nicole?
― No es de tu incumbencia. ― contestó con frialdad Joe.
― Pero Joe… ― insistió Ariana y se tuvo que agarrar del respaldo de un asiento para no tambalearse cuando Joe se giró con rabia hacia ella.
― ¡Déjalo Ariana! ¡No trates de meterte en mi vida, como si en verdad me conocieras! ¡Apenas acabas de regresar, no me conoces y no trates de fingir que te importa algo de mi puñetera vida!
Todo mundo se quedó callado y nadie era capaz de decir nada. Joe observó como los ojos de su hermana se empañaron y se odio a si mismo, lo que aumentó su rabia y su enojo. Su cuñado llegó al lado de su esposa y la abrazó, alzándose como un escudo para guardarla. Envolvió a Ariana entre sus brazos, y miró a Joe como si quisiera arrancarle la cabeza y hacerlo trizas.
Bien, pensó Joe. Alguien te ha ganado, Dave.
― Creo, Joe que te has pasado de la raya. ― arrulló a Ariana, quien estaba conteniendo las lágrimas. ― Cariño, vamos con las niñas.
Observaron a la pareja salir. Todos le enviaban miradas reprobantes a él. Excepto Nick, quien se mantenía al margen. Se pasó la mano por los cabellos, frustrado. Empezó a caminar en dirección por donde David y Ariana habían salido cuando Chris entró en la salita con un impermeable amarillo, mojado y blanco como una hoja de papel.
― ¡Blackshadow no está!
― ¿Qué? ― gritaron Joe, Nick y Kevin en distintos tonos, y por distintos motivos.
Chris se acercó y se limpió las gotas de lluvia que caían de su sombrero, enturbiando su vista.
― Fui a comprobar las caballerizas, y él no está. Es el único que hace falta. Se lo han robado.
No, pensó Joe. Eso no era lo que había pasado.
― Nicole. ― susurró y sintió que el vértigo se adueñaba de su cuerpo.
Kevin lo había oído y se giró para mirarlo a los ojos.
― ¿No puedes creer que ella…? ― Pero no pudo terminar la pregunta. Conocían al caballo. Si había salido sin hacer ruido, y sin quejarse, sólo había una persona que podía lograr tal cosa. ― Cuando salió no estaba lloviendo, quizás se perdió.
― ¿Dónde podría haber ido? ― preguntó alguien, pero a Joe no le interesó saber quien había sido. Otro trueno lo sacó de su aturdimiento y reaccionó. Empezó a caminar hacia la salida trasera, pero Kevin lo tomó del brazo.
― Joe, espera. Todos debemos…
Pero Joe se soltó con fuerza del agarre de su mejor amigo.
― No puedo esperar. Tengo que encontrarla.
Salió corriendo hacia su camioneta. Una vez más, estuvo feliz de no tener el estúpido yeso. Si aún lo tuviera, jamás se habría podido mover. Giró la llave y el motor se encendió. Ni siquiera le dio tiempo de calentarse, y arrancó sin rumbo. Su primera parada era su propia casa. Tal vez había ido ahí, y se había quedado… tal vez…
Cuando llegó ni siquiera apagó el auto, se bajó y corrió. Tenía seguro. Maldijo por lo bajo y tuvo que regresar en medio del aguacero para buscar la llave. Su camioneta estaba ahí, así que no se había ido. Entró y prendió el interruptor que tenía al lado.
― ¡Nicole!
Mucho antes de subir las escaleras, ya sabía que no la encontraría ahí. Un sexto sentido le confirmó lo que comprobó después. Que ella no estaba en la casa. Salió apresuradamente, sin cerrar las puertas de su casa. Miró a todos lados, pensando en donde se podría haber metido. Fue a caminar hacia su camioneta cuando las luces del auto, encendidas, hicieron que algo brillara en la oscuridad. Como si fuera papel metálico, fue caminando hacia ahí, hechizado y como un puñal atravesándole, vio la zapatilla de Nicole llena de barro.
¿Habría pasado por ahí? ¿Pero entonces, dónde estaba?
― ¡Nicole! ― gritó una vez más, pero no obtuvo respuesta. Miró por todos lados, pero no veía nada. Y su mismo instinto le dijo que tenía que seguir adelante. Corrió hacia su auto y sin importarle que estuviera empapado, se montó en él y dirigió hacia arriba. La lluvia apenas si lo dejaba ver, y el calor de aire climatizado empañaba su vidrio. Con una mano limpió el cristal y trató de ver algo a través de la cortina de gotas. Abrió la ventana de su lado y gritó su nombre una vez, dos veces y nada. Entonces lo oyó.
Era Blackshadow relinchando. Y sabía donde estaba. El carro no podía entrar hasta esa ruta, por eso habían tomado los caballos ese día. Se maldijo por haberle enseñado ese lugar a Nicole, que ahora la apartaba de él. Gritó su nombre pero ella no contestaba. El pánico estaba invadiendo cada fibra de su ser, sin dejar ningún lugar sin tocar. Bajó del auto, tomando una lámpara de la guantera y se echó a correr. Corrió, corrió como si su vida se fuera en ello. Se guío por los ruidos del caballo. Entonces lo tuvo que llamar a él. Blackshadow, como si entendiera la situación, empezó a hacer más ruido y Joe al fin los pudo localizar. Pero no estaba preparado para lo que encontró.
Un rayo iluminó el cielo y vio al caballo, pero no era eso lo que le había dejado así. Apuntó la lámpara a lo que el caballo tenía debajo de su gran dorso. Era Nicole, que estaba tendida en la tierra fangosa, inconsciente. Su vestido blanco era ahora café, y su pelo estaba regado por todos lados, tapando su cara. Corrió hacia ella, temeroso de esperar lo peor. Ella no podía… no ella. Pero con sólo romperse el cuello, su vida habría acabado. Blackshadow se hizo a un lado, y por primera vez, no se molestó en tenerlo tan cerca. Tomó a Nicole entre sus brazos. ¡Dios! Estaba tan fría.
Sus ojos se empezaron a empañar y no era por el agua cayendo del cielo. Le tomó el pulso, pero no encontró nada. Entonces la dejó en el piso y le aplicó respiración de boca a boca. Contaba hasta cinco e invadía sus pulmones con una bocanada de aire.
― Nikky, vamos cariño, abre tus ojos, respira. ― gritaba Joe, llorando ― ¡Nicole, despierta, maldición!
Entonces la sintió temblar entre sus brazos. ¡Estaba viva! No pudo sonreír abiertamente por ello. La tomó entre sus brazos y la alzó como una muñeca frágil. Su piel seguía tan fría como la nieve. Caminó hacia la camioneta, olvidándose de la lámpara, y la introdujo dentro del asiento del copiloto. Cerró la puerta y vio que Blackshadow estaba a un lado de él.
― Vamos chico. Sígueme.
Arrancó con fuerza. No había tiempo que perder. Bajó hacia su casa, y el carro estuvo apunto de quedarse atorado en una hendedura de lodo. Aceleró con fuerza, y tomó la mano de Nicole. Su pulso se estaba debilitando. Le dio suaves cachetadas en la mejilla. No se podía dormir.
― Nikky, oh dios. Nicole, cielo, vamos despierta. ― la atrajo hacia su cuerpo, para brindarle un poco de calor ― Vamos nena, abre tus ojos.
― Ángel… Angelina… ― susurraba Nicole. Joe no tenía idea de que estaba hablando y en esos momentos no le interesaba en lo absoluto. Cuando salió del bache, se dirigió a su casa, y cuando llegó a ella, se alegró de ver que había autos afuera. En esos momentos necesitaba la ayuda de todos.
Aparcó donde pudo y bajó de la camioneta para rodearla y abrir la puerta. La tomó entre sus brazos, pero ella ni siquiera se inmutó por eso.
― Ángel… Ángel… Angelina… No…
Su piel estaba fría como un témpano de hielo, y su vestido empapado. Los susurros eran apenas audibles, pero eso le reconfortaba. Estaba viva. En el porche estaban todos esperándolo y por primera vez en su vida, se alegró de ver a su peor enemigo. Ni siquiera le importó que todos vieran que estaba llorando. Su orgullo no valía la pena si Nicole…
― Alex, ayúdala.
Todos gimieron sorprendidos, pero ni Joe ni Alex les importó. Joe entró y caminó hacia las escaleras, seguido de Alex.
― Está fría. Y creo que tiene una conmoción. Está hablando entre ratos.
― A la bañera, agua caliente. Ahora. ― ordenó Alex.
Elizabeth, Margot y Demi lo siguieron sin importar las quejas de los demás. Joe entró a su habitación y se dirigió rápidamente a la artesa. Depositó con sumo cuidado a Nicole que seguía hablando entre su inconciencia, pero no entendían nada. Abrió el grifo de la bañera y dejó que caer el agua sobre ella. Elizabeth, o Demi, no estaba seguro de quien, abrió la regadera y reguló el agua para que limpiara el cuerpo de Nicole. Tenía lodo y basura por sus piernas y brazos. Mojó su mano para limpiarle la cara. No veía sangre por ningún lado, pero eso no excluía las heridas internas. Pasó sus manos por su cabeza y sintió un chichón en la parte trasera.
― No tengo nada a la mano. Busca tu botiquín, y, al doctor de aquí, el que me presentaron en la fiesta, que venga y traiga todo lo que pueda. ― gritó Alex en una orden firme a Joe, pero este no se podía mover.
Joe miró a Demi y en una mirada silenciosa, como comunicándose por telepatía, ella entendió el favor que le estaba pidiendo. Salió estrepitosamente y oyó sus pasos por las escaleras.
― Hay que cambiarla y quitarle esa ropa mojada, Joe ― dijo Elizabeth.
Joe gruño al pensar en la desnudez de ella a la vista de los demás.
― Joe. ― la voz de Margot fue una advertencia de que no cometiera una estupidez.
Fue por una toalla y se inclinó ante ella. Demi regresó con el botiquín de primeros auxilios y Alex trató de ver que le servía en esos momentos. Joe buscó el cierre del vestido, hundido ahora en el agua caliente, y lo empezó a bajar. E imaginar que hacia unas horas había pensado en quitarle ese vestido, deslizándolo por su cuerpo lentamente, pero nunca se imaginó que sería bajo esas circunstancias. Nicole seguía llamando a un ángel cuando le quitó el vestido, la cubrió con la toalla y dejó que Alex se acercara a hacer su chequeo.
― Sal Joe. Vamos. ― Le pidió Elizabeth. ― Yo me quedo con ella.
― De aquí no me mueve nadie.
― Ahora mismo, tú y yo sólo estorbamos hijo. ― le dijo Margot y lo abrazó con fuerza ― Deja que ellos se encarguen.
Salió del baño pero no bajó. Se quedó apoyado en la pared al lado del baño, esperando, eso era lo más lejos que podían moverlo. Se veía tan pálida. Sólo podía recordarla tirada en la tierra, con Blackshadow cubriéndola de la lluvia. Si el caballo no hubiera hecho ruido, si la hubiera dejado sola, jamás la habría encontrado. Se tapó la cara con las manos. Philip llegó en ese momento acompañado de Kevin.
― ¿Dónde están? ― preguntó Philip. Joe se levantó y Philip ya había entrado en el baño.
Esperó otra rato más. Margot y Jack estaban con él en la habitación, en silencio. Abajo se oían los pasos de gente merodeando de un lado a otro, pero Joe sólo quería saber que pasaba con Nicole.
Al cabo de unos minutos, la puerta se abrió y Alex tenía a Nicole entre sus brazos. Joe estuvo a punto de quitársela, pero Alex fue rápido y la dejó en la cama, tapándola.
― Necesita ropa.
Joe se movió y sacó su pijama de barquitos que le había visto con anterioridad. Nicole no era de camisones sexys, o era eso o nada. Le dio la pijama a Elizabeth y a Margot, y por la mirada que le dio a los hombres en la habitación, entendieron su mensaje y se dieron la vuelta y esperaron a que las mujeres tuvieran a Nicole vestida. Cuando terminaron, la arroparon y la taparon con más mantas.
― ¡Dios! ― exclamó Elizabeth. Joe se dio la vuelta apresuradamente.
― ¿Qué pasa?
― Tiene fiebre. ¡Está ardiendo!
Alex y Philip se acercaron a ella, y lo comprobaron. Joe también. Y era cierto. Si antes había estado fría como el hielo, ahora estaba tan caliente como una hoguera. Su piel estaba enrojeciéndose y estaba empezando a sudar, y sin embargo, temblaba como si se estuviera congelando. Empezó a hablar una vez más.
― Está delirando ― susurró Alex ― Necesitamos paños de agua fría.
Elizabeth corrió al baño y atendió las órdenes del doctor. Philip sacó un estetoscopio de su maletín y lo colocó sobre el pecho de Nicole. Alex estaba mientras tanto sacando una venda y un ungüento para la cabeza de Nicole. Y él no podía hacer nada, salvo tomarle la mano a Nicole.
― Traed agua y aspirinas, paracetamol si tienen. Yo tengo que ir a la casa por algunas jeringas. ― Philip salió de ahí velozmente, seguido de Kevin pisándole los talones.
― ¿Cómo está? ― preguntó Joe a Alex que había terminado de colocarle la venda.
― Es muy pronto. Hay que bajarle la temperatura.
Elizabeth llegó con una paila y agua y unas toallas húmedas que colocó sobre la cabeza de Nicole. Philip llegó después e inyectó a Nicole algún sedante, ya que se durmió plácidamente. Habían acordado que no tenía heridas internas, y sólo era la hinchazón en la cabeza y la fiebre. Nadie durmió esa noche. Todos se acomodaron como pudieron en la casa de Joe, algunos iban de la casa de Kevin y de Nick, pero a Joe no le importó nada de eso. Cerca del amanecer había cambiado la tarea con Elizabeth y había sido él el que colocaba los paños fríos en la frente de Nicole. Después Margot lo había remplazado y le pidió que bajara con su padre unos momentos. Para el anochecer Nicole aún tenía fiebre y no habían logrado que pusiera consciente. Alex se había acercado y les había dado el informe.
― La fiebre se le está bajando. Pero continúa delirando. Habla alguien. Angeline, Ángel. Dice tantas cosas.
Paul sólo escuchó a Alex, pero no comentó nada. Él sabía quienes eran esas personas, pero no tenía derecho a revelar nada. Miró a su hijo, que daba señales de estar sumamente cansado.
― Alex, ¿ella…? ― Pero Joe no pudo seguir con la pregunta. Alex negó con la cabeza, y sintió pena por él.
― No lo sé Joe. Sólo podemos rezar.
Era el segundo día cuando por fin habían logrado que la fiebre bajara por completo. Ella despertaba entre ratos y al parecer no tenía ningún daño cerebral. Y para la noche de ese mismo día, Alex y Philip al fin le dieron buenas noticias.
― Está mejor. El susto ha pasado. Ahora sólo tiene que dormir. Mañana amanecerá mejor. Puede comer líquidos. Está bien, pero está muy cansada. ― comunicó Philip con una sonrisa en el rostro y varios de los presentes exclamaron aclamaciones de felicidad. ― Lamenta mucho habernos preocupado. Fue lo primero que dijo.
― Quiero… ― hizo un ademán de subir por las escaleras pero Alex lo detuvo firmemente.
― Creo que es mejor que esperes. Aun esta débil.
Pero Joe leyó en sus ojos la respuesta que tanto había temido.
― No quiere verme, ¿verdad?
Alex no contestó.
Al tercer día, Joe no sabía que hacer, ella había hablado con todos, menos con él. Sentía que vivía en un valle de sombras. Veía movimientos, oía pláticas, y sin embargo, nada de eso le importaba. Su cerebro no reaccionaba ante nada de ello. ¿Puede un ser humano sentirse desvanecer en tres días? La respuesta era sí.
Cada vez que cerraba los ojos, revivía la imagen de Nicole tirada en la hierba, estática. Y como siempre que lo recordaba, su corazón se detenía, sentía el vértigo recorrer cada fibra de su ser. Todos le decía que le diera tiempo, pero él ya no podía aguantar la incertidumbre un día más. Sólo quería verla y comprobar que estaba bien. Tomarla en sus brazos y rogarle que le perdonase. Ella merecía saber su parte de la historia, pero ¿cómo se la diría si ella se negaba a verlo?
Salió al porche, mortalmente cansado. Estaba exhausto, no había dormido en días, su barba había crecido y tenía ojeras, y aunque le doliera reconocer, estaba entristecido. Sabía que ella no deseaba verlo, pese a que todos le decían que estaba recuperada. Bueno, si él pudiera, tampoco se vería a sí mismo, pero no podía elegir eso. Su hermana salió y se quedó parada a su lado, simplemente dándole apoyo. Se sintió como una rata.
― Ari, lo siento mucho, Por lo del otro día.
― No te preocupes. ― contestó Ariana y se encogió los hombros.
― No, claro que debo de preocuparme. Estaba molesto y lo pague contigo. ― ninguno de los dos dijo nada por unos segundos. Joe entonces se volteó para mirarla ― ¿Sabes? Tú siempre te culpaste de la muerte de mamá por tantos años, y yo, te culpaba también.
Observó a Ariana quedarse congelada. Casi nunca hablaban del pasado. Su madre había muerto cuando ellos eran unos niños, y hasta hacia un par de años, se habían enterado de que había tenido un tumor cerebral. Esa no había sido la causa exacta de su muerte, pero como si lo fuera. Desde que su madre había fallecido, y sólo hasta que se habían enterado de toda la verdad, Ariana nunca había regresado. Y por eso había pagado con ella.
― Joe… ― Pero Joe la abrazó y le hizo un ademán de que se callara.
― Te culpaba porque no quería culparme a mí. ¿Recuerdas esa noche? ― Ariana asintió. Jamás había olvidado esa noche. Pero ahora, la recordaba de otra manera, menos dolorosa, y más melancólica ― Tú me gritaste que corriera, pero no lo hice. Que me fuera con Tía Margot, pero no pude moverme, y tú tuviste que llevarnos. ¿Te das cuenta de que si yo me hubiera puesto en movimiento, las cosas habrían pasado de otra manera?
Al fin había sacado uno de sus mayores dolores enterrado en las profundidades de su corazón. Esa culpa siempre lo había gobernado por años. Sintió entonces la mano de su hermana en su barbilla y alzó la cabeza para mirarla tal como ella lo pedía.
― Joe, sí yo ya lo he aceptado, tú también lo tendrás que hacer. Mamá estaba enferma, y lo que pasó esa noche, no fue culpa de nadie. Al final, tú sabes que mamá… que ella habría muerto. Fue horrible como pasó. Pero hay que dejarla descansar. Tú no tuviste la culpa, nadie, nadie la tuvo.
Joe se acercó a ella y la abrazó, tanto como su vientre hinchado lo dejó.
― Jamás he dejado de quererte, hermanita.
― Me vas a hacer llorar. ― contestó Ariana, ya llorando. Se separaron pero no se soltaron.
― Parece que es el único efecto que estoy causando en las mujeres en estos días. ― contestó con una sonrisa amarga.
― Oh Joe…
― Estoy bien. ― Trató de sonreír pero salió una sonrisa tan fingida que mejor dejó de hacerla. Miró hacia el rancho, a cualquier lado menos a Ariana. ― Ella no quiere hablar conmigo.
Ariana asintió y esperó unos segundos para preguntar.
― ¿Fue muy dura la pelea?
Joe asintió, y después suspiró fatigado.
― Es sólo que, la he visto, la conozco, y algunas de mis ideas se contradicen tanto.
Ni él ni Ariana dijeron más. Estuvieron tomados de la mano unos minutos, cuando su padre salió y lo miró a él.
― Nicole quiere hablar contigo. ― Había soñado con esas palabras en días, Al fin la podría ver, y entonces la duda le embargó. Había tenido tiempo para pensar en que le iba a decir, y ahora que por fin la vería, no sabía que hacer. ¿Pero que le podía decir? ¿Qué la amaba? Ella lo sabía. ¿Qué lo perdonara por sus palabras? Dudaba que lo fuera a hacer. Joe entró con su padre, y cuando iba a comenzar a subir las escaleras, Paul lo retuvo ― Sólo escúchala, Joe. Esto no va a ser nada fácil para ella.
Había Algo en las palabras de su padre que le decían que él sabía más cosas, pero no le iba a decir absolutamente nada. Subió las escaleras y miró la puerta de su propia habitación, pero que no había pisado en días. Alzó las manos y con los nudillos tocó la puerta.
― Adelante. ― Se quedó parado deleitándose con esa dulce voz. Y pensar que había estado a punto de perderla en la tormenta. ― Pasa.
Joe entonces despertó y giró del picaporte y entró.
Demi se había dejado caer sobre una de las sillas forradas de tela y gritó con éxtasis, alzando las manos al cielo.
― ¡La fiesta fue un éxito!
Todos concordaron con ello. Todos menos Joe, que se había mantenido al margen después de la pelea con Nicole. ¿Por qué no había dicho nada? ¿Por qué no le había explicado sus motivos? ¿Y por qué rayos le dolía el corazón cuando recordaba la última mirada que ella le había dado?
Había dicho muchas cosas, pero se arrepentía de ellas. Y aún así, saber que había alentado a la pobre chica a que abortase le había roto el corazón. No podía creer que la mujer que amaba a sus sobrinas con todo su ser, pudiera jugar así con la vida de un inocente. La amaba, por Dios que lo hacía, pero a veces, el amor tenía sus límites. Pero pensar en que ella se fuera de Angels Ranch, de su casa, de su vida, dividía en mil pedazos su alma.
― ¿Joe, estás bien?
Joe miró a Nick. A pesar de la diferencia de edades, Joe y Kevin con casi treinta y Nick con treinta y siete años, la amistad que ellos tenían era muy fuerte. Tanto como para saber cuando uno de ellos estaba pasando un mal momento. El hecho de que Nick fuera el que se atreviera a preguntarle algo, era quizás una señal.
― Nick, ¿Cómo saliste a delante cuando Miley se fue?
Joe pudo ver el cambio en el rostro de su amigo. Hablar de su esposa, que lo había abandonado le era muy duro para su amigo, y aún después de tantos años, él podía ver que no la había olvidado. Nick enfocó sus ojos en el piso, como si no pudiera aguantar la profundidad de sus sentimientos. Oyó a su amigo suspirar, con dolor. Y lo miró, y por la fuerza de su mirada, Joe supo que venía desde el fondo de su ser.
― Nunca lo hice Joe. Nunca lo pude hacer.
Ambos hombres se quedaron callados, soportando cada uno su dolor. Ahora Joe sabía que nada volvería a ser igual. El viento sopló con fuerza y levantó algunos manteles. El servicio se había puesto a recoger todo con más prisa, ya que los nubarrones púrpuras anunciaban una fuerte lluvia.
― Vamos, hace mucho frío. Y parece que ya va a empezar a llover.
Entraron en la casa, y la lluvia se desató, como si hubiera esperado a que estuvieran dentro para empezar. Nada de una leve llovizna, sino todo lo contrario, y grandes masas de agua caían. Alguien habló pero Joe era sordo a todo. No quería moverse. No quería hacer nada. Sólo deseaba poder regresar el tiempo, y vivir una y otra vez las semanas anteriores.
― ¿Alguien ha visto a Nicole? ― preguntó Paul, preocupado. ― Tiene un rato que no la veo.
― No, tiene horas que no sé de ella. ― contestó Demi.
― Yo tampoco. ― contestó alguien.
― Yo menos. ― Y todos fueron contestando negativamente. Se miraron unos a otros, tratando de recordar cuando habían visto a Nicole por última vez, pero nadie daba con ella.
El primer trueno sonó por todos lados. Joe oyó a sus sobrinas gritar a lo lejos, y sin querer, pensó en Nicole. Ella también le había tenido miedo a las tormentas, aunque desde que habían compartido su habitación, ella no había tenido ninguna pesadilla. ¿Dónde estaría? Lo más seguro es que estuviera buscando consuelo con el doctorsin. Tampoco lo había visto desde hacía rato, y pensar en Nicole siendo consolada por Alex fue como un golpe en el pecho. Duro, frío y mortal.
Alex entró en la estancia, venía platicando con Margot y con el jefe de Ariana, Archer, sonriendo con mucha familiaridad. Alex y Joe apenas su cruzaron miradas y él miró a Elizabeth.
― Eli, ¿has visto a Nikky? Me gustaría despedirme de ella.
― ¡Estás loco! ― gritó Elizabeth, siempre tan franca ― La tormenta está en su apogeo. No puedes conducir con este clima. ― Y tomando la mano de Richard inconscientemente, lo miró ― Además, no sabemos donde está Nicole.
― ¿Qué quieres decir? ― Alex se movió, preocupado por la respuesta de Elizabeth, y caminó hacia ella, pero chocó contra el cuerpo de Joe.
― Tú mantente al margen. Esto es cosa de la familia.
― ¡Joseph Jonas! ¡Compórtate! ― le gruñó Margot, y los separó mientras que Archer, se ponía a su lado, protegiéndola por si los golpes se soltaban.
― ¡Tú! ― acusó Alex y tomó del cuello de la camisa a Joe, a pesar de las quejas de Margot. ― ¿Donde esta?
― Yo no sé. Pensé que estaba contigo.
― Pues como podrás ver no es así ― Lo soltó con fuerza y casi se van a los golpes, pero Richard y Kevin tomaron a Joe y Walter y Paul a Alex y los alejaron. Soltaron a Alex, que parecía haberse controlado y miró a las mujeres ― La vi hace más de una hora, saliendo de aquí y estaba muy alterada, pero no me dejó acompañarla.
Todos empezaron a susurrar y a imaginar cosas en voz alta. Ariana se percató de que Joe había sido el único que no decía nada. Se acercó a él y le tocó el hombro. Su cara mostraba una lucha interna, pero Ariana no sabía a que se debía.
― Joe, ¿tuvieron una discusión? ¿Tú y Nicole?
― No es de tu incumbencia. ― contestó con frialdad Joe.
― Pero Joe… ― insistió Ariana y se tuvo que agarrar del respaldo de un asiento para no tambalearse cuando Joe se giró con rabia hacia ella.
― ¡Déjalo Ariana! ¡No trates de meterte en mi vida, como si en verdad me conocieras! ¡Apenas acabas de regresar, no me conoces y no trates de fingir que te importa algo de mi puñetera vida!
Todo mundo se quedó callado y nadie era capaz de decir nada. Joe observó como los ojos de su hermana se empañaron y se odio a si mismo, lo que aumentó su rabia y su enojo. Su cuñado llegó al lado de su esposa y la abrazó, alzándose como un escudo para guardarla. Envolvió a Ariana entre sus brazos, y miró a Joe como si quisiera arrancarle la cabeza y hacerlo trizas.
Bien, pensó Joe. Alguien te ha ganado, Dave.
― Creo, Joe que te has pasado de la raya. ― arrulló a Ariana, quien estaba conteniendo las lágrimas. ― Cariño, vamos con las niñas.
Observaron a la pareja salir. Todos le enviaban miradas reprobantes a él. Excepto Nick, quien se mantenía al margen. Se pasó la mano por los cabellos, frustrado. Empezó a caminar en dirección por donde David y Ariana habían salido cuando Chris entró en la salita con un impermeable amarillo, mojado y blanco como una hoja de papel.
― ¡Blackshadow no está!
― ¿Qué? ― gritaron Joe, Nick y Kevin en distintos tonos, y por distintos motivos.
Chris se acercó y se limpió las gotas de lluvia que caían de su sombrero, enturbiando su vista.
― Fui a comprobar las caballerizas, y él no está. Es el único que hace falta. Se lo han robado.
No, pensó Joe. Eso no era lo que había pasado.
― Nicole. ― susurró y sintió que el vértigo se adueñaba de su cuerpo.
Kevin lo había oído y se giró para mirarlo a los ojos.
― ¿No puedes creer que ella…? ― Pero no pudo terminar la pregunta. Conocían al caballo. Si había salido sin hacer ruido, y sin quejarse, sólo había una persona que podía lograr tal cosa. ― Cuando salió no estaba lloviendo, quizás se perdió.
― ¿Dónde podría haber ido? ― preguntó alguien, pero a Joe no le interesó saber quien había sido. Otro trueno lo sacó de su aturdimiento y reaccionó. Empezó a caminar hacia la salida trasera, pero Kevin lo tomó del brazo.
― Joe, espera. Todos debemos…
Pero Joe se soltó con fuerza del agarre de su mejor amigo.
― No puedo esperar. Tengo que encontrarla.
Salió corriendo hacia su camioneta. Una vez más, estuvo feliz de no tener el estúpido yeso. Si aún lo tuviera, jamás se habría podido mover. Giró la llave y el motor se encendió. Ni siquiera le dio tiempo de calentarse, y arrancó sin rumbo. Su primera parada era su propia casa. Tal vez había ido ahí, y se había quedado… tal vez…
Cuando llegó ni siquiera apagó el auto, se bajó y corrió. Tenía seguro. Maldijo por lo bajo y tuvo que regresar en medio del aguacero para buscar la llave. Su camioneta estaba ahí, así que no se había ido. Entró y prendió el interruptor que tenía al lado.
― ¡Nicole!
Mucho antes de subir las escaleras, ya sabía que no la encontraría ahí. Un sexto sentido le confirmó lo que comprobó después. Que ella no estaba en la casa. Salió apresuradamente, sin cerrar las puertas de su casa. Miró a todos lados, pensando en donde se podría haber metido. Fue a caminar hacia su camioneta cuando las luces del auto, encendidas, hicieron que algo brillara en la oscuridad. Como si fuera papel metálico, fue caminando hacia ahí, hechizado y como un puñal atravesándole, vio la zapatilla de Nicole llena de barro.
¿Habría pasado por ahí? ¿Pero entonces, dónde estaba?
― ¡Nicole! ― gritó una vez más, pero no obtuvo respuesta. Miró por todos lados, pero no veía nada. Y su mismo instinto le dijo que tenía que seguir adelante. Corrió hacia su auto y sin importarle que estuviera empapado, se montó en él y dirigió hacia arriba. La lluvia apenas si lo dejaba ver, y el calor de aire climatizado empañaba su vidrio. Con una mano limpió el cristal y trató de ver algo a través de la cortina de gotas. Abrió la ventana de su lado y gritó su nombre una vez, dos veces y nada. Entonces lo oyó.
Era Blackshadow relinchando. Y sabía donde estaba. El carro no podía entrar hasta esa ruta, por eso habían tomado los caballos ese día. Se maldijo por haberle enseñado ese lugar a Nicole, que ahora la apartaba de él. Gritó su nombre pero ella no contestaba. El pánico estaba invadiendo cada fibra de su ser, sin dejar ningún lugar sin tocar. Bajó del auto, tomando una lámpara de la guantera y se echó a correr. Corrió, corrió como si su vida se fuera en ello. Se guío por los ruidos del caballo. Entonces lo tuvo que llamar a él. Blackshadow, como si entendiera la situación, empezó a hacer más ruido y Joe al fin los pudo localizar. Pero no estaba preparado para lo que encontró.
Un rayo iluminó el cielo y vio al caballo, pero no era eso lo que le había dejado así. Apuntó la lámpara a lo que el caballo tenía debajo de su gran dorso. Era Nicole, que estaba tendida en la tierra fangosa, inconsciente. Su vestido blanco era ahora café, y su pelo estaba regado por todos lados, tapando su cara. Corrió hacia ella, temeroso de esperar lo peor. Ella no podía… no ella. Pero con sólo romperse el cuello, su vida habría acabado. Blackshadow se hizo a un lado, y por primera vez, no se molestó en tenerlo tan cerca. Tomó a Nicole entre sus brazos. ¡Dios! Estaba tan fría.
Sus ojos se empezaron a empañar y no era por el agua cayendo del cielo. Le tomó el pulso, pero no encontró nada. Entonces la dejó en el piso y le aplicó respiración de boca a boca. Contaba hasta cinco e invadía sus pulmones con una bocanada de aire.
― Nikky, vamos cariño, abre tus ojos, respira. ― gritaba Joe, llorando ― ¡Nicole, despierta, maldición!
Entonces la sintió temblar entre sus brazos. ¡Estaba viva! No pudo sonreír abiertamente por ello. La tomó entre sus brazos y la alzó como una muñeca frágil. Su piel seguía tan fría como la nieve. Caminó hacia la camioneta, olvidándose de la lámpara, y la introdujo dentro del asiento del copiloto. Cerró la puerta y vio que Blackshadow estaba a un lado de él.
― Vamos chico. Sígueme.
Arrancó con fuerza. No había tiempo que perder. Bajó hacia su casa, y el carro estuvo apunto de quedarse atorado en una hendedura de lodo. Aceleró con fuerza, y tomó la mano de Nicole. Su pulso se estaba debilitando. Le dio suaves cachetadas en la mejilla. No se podía dormir.
― Nikky, oh dios. Nicole, cielo, vamos despierta. ― la atrajo hacia su cuerpo, para brindarle un poco de calor ― Vamos nena, abre tus ojos.
― Ángel… Angelina… ― susurraba Nicole. Joe no tenía idea de que estaba hablando y en esos momentos no le interesaba en lo absoluto. Cuando salió del bache, se dirigió a su casa, y cuando llegó a ella, se alegró de ver que había autos afuera. En esos momentos necesitaba la ayuda de todos.
Aparcó donde pudo y bajó de la camioneta para rodearla y abrir la puerta. La tomó entre sus brazos, pero ella ni siquiera se inmutó por eso.
― Ángel… Ángel… Angelina… No…
Su piel estaba fría como un témpano de hielo, y su vestido empapado. Los susurros eran apenas audibles, pero eso le reconfortaba. Estaba viva. En el porche estaban todos esperándolo y por primera vez en su vida, se alegró de ver a su peor enemigo. Ni siquiera le importó que todos vieran que estaba llorando. Su orgullo no valía la pena si Nicole…
― Alex, ayúdala.
Todos gimieron sorprendidos, pero ni Joe ni Alex les importó. Joe entró y caminó hacia las escaleras, seguido de Alex.
― Está fría. Y creo que tiene una conmoción. Está hablando entre ratos.
― A la bañera, agua caliente. Ahora. ― ordenó Alex.
Elizabeth, Margot y Demi lo siguieron sin importar las quejas de los demás. Joe entró a su habitación y se dirigió rápidamente a la artesa. Depositó con sumo cuidado a Nicole que seguía hablando entre su inconciencia, pero no entendían nada. Abrió el grifo de la bañera y dejó que caer el agua sobre ella. Elizabeth, o Demi, no estaba seguro de quien, abrió la regadera y reguló el agua para que limpiara el cuerpo de Nicole. Tenía lodo y basura por sus piernas y brazos. Mojó su mano para limpiarle la cara. No veía sangre por ningún lado, pero eso no excluía las heridas internas. Pasó sus manos por su cabeza y sintió un chichón en la parte trasera.
― No tengo nada a la mano. Busca tu botiquín, y, al doctor de aquí, el que me presentaron en la fiesta, que venga y traiga todo lo que pueda. ― gritó Alex en una orden firme a Joe, pero este no se podía mover.
Joe miró a Demi y en una mirada silenciosa, como comunicándose por telepatía, ella entendió el favor que le estaba pidiendo. Salió estrepitosamente y oyó sus pasos por las escaleras.
― Hay que cambiarla y quitarle esa ropa mojada, Joe ― dijo Elizabeth.
Joe gruño al pensar en la desnudez de ella a la vista de los demás.
― Joe. ― la voz de Margot fue una advertencia de que no cometiera una estupidez.
Fue por una toalla y se inclinó ante ella. Demi regresó con el botiquín de primeros auxilios y Alex trató de ver que le servía en esos momentos. Joe buscó el cierre del vestido, hundido ahora en el agua caliente, y lo empezó a bajar. E imaginar que hacia unas horas había pensado en quitarle ese vestido, deslizándolo por su cuerpo lentamente, pero nunca se imaginó que sería bajo esas circunstancias. Nicole seguía llamando a un ángel cuando le quitó el vestido, la cubrió con la toalla y dejó que Alex se acercara a hacer su chequeo.
― Sal Joe. Vamos. ― Le pidió Elizabeth. ― Yo me quedo con ella.
― De aquí no me mueve nadie.
― Ahora mismo, tú y yo sólo estorbamos hijo. ― le dijo Margot y lo abrazó con fuerza ― Deja que ellos se encarguen.
Salió del baño pero no bajó. Se quedó apoyado en la pared al lado del baño, esperando, eso era lo más lejos que podían moverlo. Se veía tan pálida. Sólo podía recordarla tirada en la tierra, con Blackshadow cubriéndola de la lluvia. Si el caballo no hubiera hecho ruido, si la hubiera dejado sola, jamás la habría encontrado. Se tapó la cara con las manos. Philip llegó en ese momento acompañado de Kevin.
― ¿Dónde están? ― preguntó Philip. Joe se levantó y Philip ya había entrado en el baño.
Esperó otra rato más. Margot y Jack estaban con él en la habitación, en silencio. Abajo se oían los pasos de gente merodeando de un lado a otro, pero Joe sólo quería saber que pasaba con Nicole.
Al cabo de unos minutos, la puerta se abrió y Alex tenía a Nicole entre sus brazos. Joe estuvo a punto de quitársela, pero Alex fue rápido y la dejó en la cama, tapándola.
― Necesita ropa.
Joe se movió y sacó su pijama de barquitos que le había visto con anterioridad. Nicole no era de camisones sexys, o era eso o nada. Le dio la pijama a Elizabeth y a Margot, y por la mirada que le dio a los hombres en la habitación, entendieron su mensaje y se dieron la vuelta y esperaron a que las mujeres tuvieran a Nicole vestida. Cuando terminaron, la arroparon y la taparon con más mantas.
― ¡Dios! ― exclamó Elizabeth. Joe se dio la vuelta apresuradamente.
― ¿Qué pasa?
― Tiene fiebre. ¡Está ardiendo!
Alex y Philip se acercaron a ella, y lo comprobaron. Joe también. Y era cierto. Si antes había estado fría como el hielo, ahora estaba tan caliente como una hoguera. Su piel estaba enrojeciéndose y estaba empezando a sudar, y sin embargo, temblaba como si se estuviera congelando. Empezó a hablar una vez más.
― Está delirando ― susurró Alex ― Necesitamos paños de agua fría.
Elizabeth corrió al baño y atendió las órdenes del doctor. Philip sacó un estetoscopio de su maletín y lo colocó sobre el pecho de Nicole. Alex estaba mientras tanto sacando una venda y un ungüento para la cabeza de Nicole. Y él no podía hacer nada, salvo tomarle la mano a Nicole.
― Traed agua y aspirinas, paracetamol si tienen. Yo tengo que ir a la casa por algunas jeringas. ― Philip salió de ahí velozmente, seguido de Kevin pisándole los talones.
― ¿Cómo está? ― preguntó Joe a Alex que había terminado de colocarle la venda.
― Es muy pronto. Hay que bajarle la temperatura.
Elizabeth llegó con una paila y agua y unas toallas húmedas que colocó sobre la cabeza de Nicole. Philip llegó después e inyectó a Nicole algún sedante, ya que se durmió plácidamente. Habían acordado que no tenía heridas internas, y sólo era la hinchazón en la cabeza y la fiebre. Nadie durmió esa noche. Todos se acomodaron como pudieron en la casa de Joe, algunos iban de la casa de Kevin y de Nick, pero a Joe no le importó nada de eso. Cerca del amanecer había cambiado la tarea con Elizabeth y había sido él el que colocaba los paños fríos en la frente de Nicole. Después Margot lo había remplazado y le pidió que bajara con su padre unos momentos. Para el anochecer Nicole aún tenía fiebre y no habían logrado que pusiera consciente. Alex se había acercado y les había dado el informe.
― La fiebre se le está bajando. Pero continúa delirando. Habla alguien. Angeline, Ángel. Dice tantas cosas.
Paul sólo escuchó a Alex, pero no comentó nada. Él sabía quienes eran esas personas, pero no tenía derecho a revelar nada. Miró a su hijo, que daba señales de estar sumamente cansado.
― Alex, ¿ella…? ― Pero Joe no pudo seguir con la pregunta. Alex negó con la cabeza, y sintió pena por él.
― No lo sé Joe. Sólo podemos rezar.
Era el segundo día cuando por fin habían logrado que la fiebre bajara por completo. Ella despertaba entre ratos y al parecer no tenía ningún daño cerebral. Y para la noche de ese mismo día, Alex y Philip al fin le dieron buenas noticias.
― Está mejor. El susto ha pasado. Ahora sólo tiene que dormir. Mañana amanecerá mejor. Puede comer líquidos. Está bien, pero está muy cansada. ― comunicó Philip con una sonrisa en el rostro y varios de los presentes exclamaron aclamaciones de felicidad. ― Lamenta mucho habernos preocupado. Fue lo primero que dijo.
― Quiero… ― hizo un ademán de subir por las escaleras pero Alex lo detuvo firmemente.
― Creo que es mejor que esperes. Aun esta débil.
Pero Joe leyó en sus ojos la respuesta que tanto había temido.
― No quiere verme, ¿verdad?
Alex no contestó.
Al tercer día, Joe no sabía que hacer, ella había hablado con todos, menos con él. Sentía que vivía en un valle de sombras. Veía movimientos, oía pláticas, y sin embargo, nada de eso le importaba. Su cerebro no reaccionaba ante nada de ello. ¿Puede un ser humano sentirse desvanecer en tres días? La respuesta era sí.
Cada vez que cerraba los ojos, revivía la imagen de Nicole tirada en la hierba, estática. Y como siempre que lo recordaba, su corazón se detenía, sentía el vértigo recorrer cada fibra de su ser. Todos le decía que le diera tiempo, pero él ya no podía aguantar la incertidumbre un día más. Sólo quería verla y comprobar que estaba bien. Tomarla en sus brazos y rogarle que le perdonase. Ella merecía saber su parte de la historia, pero ¿cómo se la diría si ella se negaba a verlo?
Salió al porche, mortalmente cansado. Estaba exhausto, no había dormido en días, su barba había crecido y tenía ojeras, y aunque le doliera reconocer, estaba entristecido. Sabía que ella no deseaba verlo, pese a que todos le decían que estaba recuperada. Bueno, si él pudiera, tampoco se vería a sí mismo, pero no podía elegir eso. Su hermana salió y se quedó parada a su lado, simplemente dándole apoyo. Se sintió como una rata.
― Ari, lo siento mucho, Por lo del otro día.
― No te preocupes. ― contestó Ariana y se encogió los hombros.
― No, claro que debo de preocuparme. Estaba molesto y lo pague contigo. ― ninguno de los dos dijo nada por unos segundos. Joe entonces se volteó para mirarla ― ¿Sabes? Tú siempre te culpaste de la muerte de mamá por tantos años, y yo, te culpaba también.
Observó a Ariana quedarse congelada. Casi nunca hablaban del pasado. Su madre había muerto cuando ellos eran unos niños, y hasta hacia un par de años, se habían enterado de que había tenido un tumor cerebral. Esa no había sido la causa exacta de su muerte, pero como si lo fuera. Desde que su madre había fallecido, y sólo hasta que se habían enterado de toda la verdad, Ariana nunca había regresado. Y por eso había pagado con ella.
― Joe… ― Pero Joe la abrazó y le hizo un ademán de que se callara.
― Te culpaba porque no quería culparme a mí. ¿Recuerdas esa noche? ― Ariana asintió. Jamás había olvidado esa noche. Pero ahora, la recordaba de otra manera, menos dolorosa, y más melancólica ― Tú me gritaste que corriera, pero no lo hice. Que me fuera con Tía Margot, pero no pude moverme, y tú tuviste que llevarnos. ¿Te das cuenta de que si yo me hubiera puesto en movimiento, las cosas habrían pasado de otra manera?
Al fin había sacado uno de sus mayores dolores enterrado en las profundidades de su corazón. Esa culpa siempre lo había gobernado por años. Sintió entonces la mano de su hermana en su barbilla y alzó la cabeza para mirarla tal como ella lo pedía.
― Joe, sí yo ya lo he aceptado, tú también lo tendrás que hacer. Mamá estaba enferma, y lo que pasó esa noche, no fue culpa de nadie. Al final, tú sabes que mamá… que ella habría muerto. Fue horrible como pasó. Pero hay que dejarla descansar. Tú no tuviste la culpa, nadie, nadie la tuvo.
Joe se acercó a ella y la abrazó, tanto como su vientre hinchado lo dejó.
― Jamás he dejado de quererte, hermanita.
― Me vas a hacer llorar. ― contestó Ariana, ya llorando. Se separaron pero no se soltaron.
― Parece que es el único efecto que estoy causando en las mujeres en estos días. ― contestó con una sonrisa amarga.
― Oh Joe…
― Estoy bien. ― Trató de sonreír pero salió una sonrisa tan fingida que mejor dejó de hacerla. Miró hacia el rancho, a cualquier lado menos a Ariana. ― Ella no quiere hablar conmigo.
Ariana asintió y esperó unos segundos para preguntar.
― ¿Fue muy dura la pelea?
Joe asintió, y después suspiró fatigado.
― Es sólo que, la he visto, la conozco, y algunas de mis ideas se contradicen tanto.
Ni él ni Ariana dijeron más. Estuvieron tomados de la mano unos minutos, cuando su padre salió y lo miró a él.
― Nicole quiere hablar contigo. ― Había soñado con esas palabras en días, Al fin la podría ver, y entonces la duda le embargó. Había tenido tiempo para pensar en que le iba a decir, y ahora que por fin la vería, no sabía que hacer. ¿Pero que le podía decir? ¿Qué la amaba? Ella lo sabía. ¿Qué lo perdonara por sus palabras? Dudaba que lo fuera a hacer. Joe entró con su padre, y cuando iba a comenzar a subir las escaleras, Paul lo retuvo ― Sólo escúchala, Joe. Esto no va a ser nada fácil para ella.
Había Algo en las palabras de su padre que le decían que él sabía más cosas, pero no le iba a decir absolutamente nada. Subió las escaleras y miró la puerta de su propia habitación, pero que no había pisado en días. Alzó las manos y con los nudillos tocó la puerta.
― Adelante. ― Se quedó parado deleitándose con esa dulce voz. Y pensar que había estado a punto de perderla en la tormenta. ― Pasa.
Joe entonces despertó y giró del picaporte y entró.
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
waaaaaaaaaaaaa
ya le va acontarrr veradd???
aaaa que bien yo ya quiero saberr
siguelaa
yo no quiero se se alejen
ojala todo se arregle pronto :)
siguela me encanta
ya le va acontarrr veradd???
aaaa que bien yo ya quiero saberr
siguelaa
yo no quiero se se alejen
ojala todo se arregle pronto :)
siguela me encanta
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