death characteres | colectiva

Capítulo 04

❝ fictional characters are sometimes more real than people with bodies and heartbeats❞

“Jaime Lannister os envía recuerdos”. Ni bien terminé de leer aquella frase mi corazón se rompió, podía jurarlo, lo escuché romperse por más dramático que esto suene.
El nudo ya antes formado por leer como Catelyn Stark pedía piedad por la vida de su hijo, rogando a éste que se marchara de aquel lugar me ahogaba. Cerré el libro y lo empujé con el pie debajo de mi cama.

Una sensación de vacío me aprisionó, tomé una almohada y aplasté mi rostro contra ella ahogando los sollozos. «Ya no importa nada», pensé.
Ellos no son reales, Rayla, tu sí, yo soy real, lo que tenemos es real. Son creación de la imaginación del autor. ¡No son reales! Podía escuchar a mi novio Peter repetirlo una y otra vez en mi cabeza, inclusive unos minutos después recibí un mensaje de él con una frase similar.

¿Qué vas hacer, revivirlos? ¡Ha! leí el otro mensaje de Peter, odiaba como se mofaba así de mí yo no entendía su estúpida obsesión con los juegos de vídeo y nunca le criticaba. «Tal vez revivirlos no sea tan mala idea».



—¿Todo listo? —pregunté dejando el bolso en el piso. —Sí, claro, solo falta que te unas al circulo. Obedecí a mi abuela. Mi mamá, mi tía y otras mujeres a las que me fue difícil ver su rostro por lo oscuro de la noche estaban ya tomadas de la mano alrededor del viejo roble y de el colgaba un antiguo espejo.

Las mujeres de mi familia pertenecían a un coven desde hace diez generaciones, en lo personal, esa "tradición familiar" no era algo que me gustará, claro en mis años de adolescencia me parecía extraordinario, sin embargo, con el pasar de los años me aleje más de lo pensado.

—Colócate frente al espejo —me susurro una de las mujeres.

En el centro del ovalado espejo estaba dibujado un pentagrama, un viento despavorido golpeo mi semblante y el miedo mi invadió,  un sentimiento me llevó hasta ese momento y por un instante pensé en dejar todo pero antes de decir nada un grito desgarrador de una mujer sacudió mis pensamientos cobardes, ninguno de los presentes se inmuto, luego se oyó como la misma mujere gritaba "Robb" asegurándome que los alaridos provenían de mi imaginación. Ahora estaba más segura de mis acciones en ese momento.

Mi abuela entono un hechizo y las demás poco a poco la acompañaron en el canto. Yo seguía frente al arcaico espejo con los ojos cerrados. «Robb, no asistas a la boda, no lo hagas, es una trampa... todo es una maldita trampa» repetía para mí. Me concentre en en Robb, no podía ni quería sacarlo de mi mente.

Ellas no sabían la verdadera razón del ritual, pensaban que yo quería invocar al espirito de un un viejo amigo y bueno, la verdad era más o menos así, Robb se sentía como un amigo al que deseaba rescatar, no importaba nada inclusive iría a dónde George R. R. Martin, suplicando para que devolviera a Robb, aunque posiblemente si hacía eso él mataría al resto de los Stark de una buena vez.

El helado viento golpeaba con más fuerza. No sé con exactitud por cuanto tiempo estuve frente espejo pero mis piernas comenzaban a temblar si era el cansancio o el frió no quise saber, preferí ignorar todo a mi alrededor justo antes de escuchar como las misteriosas mujeres se marchaban una por una y musitaban entre ellas. Yo persistí, mi madre trato de persuadirme para entrar a la casa pero yo ignoré a todos.

Ya nada de lo que hacía me parecía ilógico, ilógico era no tener a Robb con vida reclamando el Norte. Mis dientes castañeteaban, me encontraba exhausta físicamente como mentalmente y el frío se volvía insoportable con cada oleada de viento.



Los tambores retumbaban y retumban, el violín sonaba con delicadeza y a su vez un par de mujeres coreaban "Las lluvias de Castamere". Abrí mis ojos y me levante de golpe. Observé mi entorno; había un árbol frente a mí pero este era un pino silvestre, noté que no había señal del espejo victoriano.

El coro cantaba con más fuerza, «debe ser una maldita broma» pensé, guiada por el sonido del tambor encontré de donde provenían el coro, ellos cantaban desde un balcón.

Me sentí mareada, tenía sensación extraña en el estomago, todo me daba vueltas y cuando pensé que las cosas no se podían tornar más extraños una enorme e imponente criatura se situó justo enfrente de mí , no me tomó ni un minuto en distinguir a Nymeria, el lobo huargo de Arya Stark.

Nymeria y yo intercambiamos miradas, posteriormente se echó a correr sin pensarlo dos veces fui detrás de ella. Nymeria se detuvo al igual que yo, le hice un gesto y se acercó a mí; la palpé para comprobar si no esto no era un sueño un juego de mi imaginación. Ella era real, se sentía real pasar mi mano por su pelaje.

—No puedo creerlo, debo estar alucinando —pronuncié aún tocando a Nymeria.
—¿Tú eres la me ha llamado? —oí decir voz masculina detrás de mí, giré mi cabeza para verlo mejor. Me puse de pie y examine el rostro del joven. Cabello marrón rojizo, ojos azules y lo acompañaba otro lobo huargo; Viento Gris. Estuve apunto de desmayarme en ese momento. —Soy Robb Stark, heredero de Invernalia —hizo una pausa y me sonrió—. Respóndeme, eres tu la chica que me ha llamado —ordeno, pero yo estaba estupefacta aunque quisiera responder fui incapaz de articular palabra. —Ven conmigo—dijo con voz suave tomándome de la mano.

Mis manos temblaban y mi corazón casi salía de mi pecho, conforme él me guiaba yo solo quería gritar «huye, no estás a salvo», no obstante esos pensamientos no los podía manifestar de la forma que quería no podía ni hablar ¿cómo decirle que iba morir? ¡¿cómo?!  

Capítulo 05

❝you wanna ride nagito? you better not bitch❞

Miró la pantalla una y otra vez. La sangre rosa a los ojos del jugador marcaba la brutal muerte del personaje más odiado del juego, mas sin embargo su favorito. Las marcas en las piernas, las sogas en sus muñecas y tobillos, sus ojos bien abiertos y el pedazo de cinta adhesiva que cubría su boca abierta; todo le causaba tal impresión que parecía sacado de un juego gore censurado. Pausó el juego, dejando que la pantalla volviera al menú y quitara esa horrible imagen... pero no, el aparente suicidio de Komaeda seguía en su mente.

Ella sabía que no era suicidio, sabía que había sido Nanami la que lo había asesinado, aunque fuera todo un plan de Komaeda y no fuese hasta el final que Nanami siquiera se dio cuenta de que era ella la asesina. Puede que aún no llegara a esa parte del juego, pero la sabía al pie de la letra luego de los múltiples spoilers en línea. Sabía que en realidad Komaeda estaba en coma y no muerto, pero aún así... nunca despertaría. Su mente estaba muerta, su espíritu, su alma, y eso no es algo de lo que puedas despertar como si fuera un simple sueño.

Tiró el mando en algún lugar de la habitación, sin importarle que pudiera haberse roto en el proceso. Se arropó bien en las mantas que traía sobre sus hombros y volcó caprichosamente el bol de palomitas que había traído para disfrutar el clímax del penúltimo capítulo del juego.

No es como si le afectase... no, claro que no, después de todo Nagito Komaeda era el personaje más odiado de todo el juego, de ambos se atrevía a decir —este y su precuela—, y todos esperaba que muriera. Incluso podría decir que se merecía una muerte tan sádica como la que tuvo...

Diablos, no. Nadie merece eso, y ella amaba a Komaeda.

—¡Lizzie! —entró su hermano al escuchar todo el estruendo.

—Qué diablos quieres —dijo, mirándolo con todo el odio que había en su interior.

—¿Estás bien?

Su hermano menor se acercó, parando sólo para mirar el juego en pausa antes de suspirar con cierto cansancio.

—¿Cosas del juego?

Lizzie no contestó. Dave —el pequeño irresponsable, que no hacía nada más que molestar alegremente la vida de su hermana, cuestionando todo lo que ella hacía de una forma fraternalmente divertida— volvió a suspirar antes de dirigirse nuevamente hacia la puerta.

—¿Murió tu favorito? —corroboró, aún decidido a irse.

Lizzie no respondió a ninguna pregunta, simplemente hundió su cabeza entre sus piernas mientras se cubría todo su cuerpo con la colcha, protegiéndose del mundo.

—Si te sirve de consuelo, el favorito siempre muere —y sin más, Dave salió del cuarto, dejando a su hermana con todo el rencor del mundo. No es que le afectara mucho la muerte del chico de cabello blanco, pero no podía evitar enojarse al pensar su historia y todo lo que había atravesado para que simplemente terminara así. Definitivamente, encontraría al creador del videojuego y lo mataría, así tuviese que viajar a Japón sólo para hacerlo.

Y así paso el resto de la noche, entre un montón de telas y pensamientos hirientes hacia el creador, los guionistas, las personas, los animales y básicamente al mundo entero; hasta a ella misma, por sentirse así. Pero, rayos, ¿qué quería que hiciera? Komaeda era su personaje favorito desde el inicio, cuando parecía amable, y lo siguió amando hasta cuando reveló su verdadera personalidad al final del primer capítulo, cuando jugó a la ruleta rusa con 6 balas y cuando comenzó a ser un imbécil arrogante que conocía todos los secretos detrás del juego. Ella no podía simplemente aceptar su muerte así como así... no, no debía. Lizzie no debía aceptar nada. Rayos, ¿por qué no se le ocurrió antes?



—¿Lista?

Key, su mejor amigo, sostenía con cierto nerviosismo el faro con una de sus manos mientras que con la otra sujetaba firmemente la mano de la chica.

—Completa y absolutamente lista.

Lizzie le sonrió rápidamente antes de adentrarse al bosque. Había oído de un rumor en su escuela de baile que si recorrías el bosque en luna llena y pedías un deseo, este se cumplía. Casualmente, esa noche era una bella noche despejada con luna llena, pero aún así eso no garantizaba que el deseo se cumpliría; allí entraba Key, su mejor amigo desde pequeños y firme apoyo en todo. El trabajo de Key consiste en acompañarla, mientras él deseaba que el deseo de ella se cumpla. No era el mejor plan, pero había doble chance de que el deseo sea concebido, y no había nada que perder.

—¿Estas segura? Si todo funciona, no te veré en un rato.

Lizzie había oído sobre varias leyendas donde personas, luego de intentar esto, desaparecían. Según había investigado, todos los deseos de esas personas se cumplieron, a pesar de que hubiesen desaparecido. Si esas desapariciones se relacionaban directamente con el hecho de que sus deseos se hicieran realidad, entonces había una alta probabilidad de que eso también le sucediera a ella.

—Encontraré la manera de que volvamos a estar juntos, Key, no te preocupes —le sonrió, prometiendo algo que no estaba segura de si podría cumplir.

Comenzaron a caminar en la oscuridad, iluminando su camino con el faro que había encontrado Lizzie en el viejo garage de su casa, entre un montón de cajas vacías y suciedad de hace años. Key se lo había pasado a ella, dejando que ella guiara el camino. Ninguno hablaba, simplemente se concentraban en desear y desear y desear. Por Dios sabe cuánto tiempo estuvieron así, caminando sin rumbo y con la misma frase en la cabeza, repitiéndola una y otra vez. En realidad, lo de Key era fácil, ya que sólo debía desear que el deseo de Lizzie se cumpliera, pero Lizzie era otra cosa. Su deseo era bastante complicado. No era algo simple como "Deseo que mi favorito regrese a la vida", porque vamos, ¿cómo lo haría? ¿Renacería de la nada? ¿Reencarnaría en un atún? Vamos, estas cosas necesitan argumento. Lizzie deseaba que Komaeda despertara del coma. Eso era algo fácil, pero en realidad ese no era su deseo. En el fondo, Lizzie deseaba que pudiera ser ella quien lo salvara... no podía evitar imaginarse a Hinata y los otros, desconectando los cuerpos de sus amigos. No, ella no quería eso. Aún si Komaeda no despertaba, lo quería con vida, por eso deseaba con todas sus fuerzas que pudiera salvarlo, aún si ni ella se daba cuenta.

Sintió frío en su mano. No sabía en qué momento el faro se había apagado y Key ya no estaba tomándola de su muñeca, pasando a la mano de a ratos y entrelazando sus dedos, antes de volver a la muñeca y repetir el ciclo. No se había dado cuenta pero el bosque se había compartido en... ¿un parque de diversiones? Le recordaba al del juego... ¡El juego! ¿Y el deseo? ¿Qué había pasado?

—¿Qué rayos...?

No pudo evitar soltar una gran exhalación al ver que era el mismo parque que el de una de las tantas islas del juego. La única diferencia era que no había tanta ambientación en Monokuma, pero aún así, había hasta peluches de ese oso... un escalofrío recorrió su espina dorsal al ver a una nena de y con suerte 6 años abrazar tan cariñosamente a un peluche de ese oso... si supiera lo que había hecho... No, no debería estar pensando en eso; ¿qué diablos estaba pasando?

Antes de poder si quiera pronunciar un grito —algo que se esperaría en esta situación—, una risa o lo que sea, le llamó la atención un anciano leyendo un periódico. Se acercó rápidamente a este y, sin preocuparse por lo que el viejo o la gente a su alrededor pensara, tomó el diario y comenzó a leer la portada.

"Niños Danganronpa preparan la desconexión de sus compañeros en coma"

No se preocupó en leerlo todo, simplemente buscaba una fecha. ¿Cuándo había sido eso? ¿Ya pasó? ¿Aún tenía tiempo? No pensaba en nada, sólo buscaba lo que sea, cualquier indicio de que esos chicos siguieran con vida...

...Nada.