death characteres | colectiva

Capítulo 03

❝ You used to be my solid ground, now I'm drowning in the sea.❞

Releía la misma oración, una y otra vez, y a pesar de haberse aprendido cada una de las letras, su mente aún no quería dar crédito a lo veía. Prefería mantenerse en la ignorancia, pero muy dentro sabía que era verdad. Ella había muerto.

Un sentimiento de sofoco se alojó en su pecho, dificultándole la respiración. Arrojó el comic al otro lado de la habitación, ahora no le importaba que fuera original, la cantidad de dinero que gastó en el o las horas de arduo esfuerzo que tuvo que trabajar para comprarlo. Nada le importaba.

Se jaló el cabello hacia atrás y apoyó su cabeza en sus manos. Sintió las primeras gotas que comenzaban a mojar sus manos, aunque luchaba por detener las lágrimas, el esfuerzo era en vano. El dolor en su pecho rogaba a gritos ser liberado, no hay nada que pudiera hacer para evitarlo. A pesar de todo, se negaba a romper en llanto al igual que se negaba a perderla.

No sabía cuánto tiempo había pasado en la misma posición, pero comenzaba a sentir el dolor en su espalda, debido a la inclinación, y el dolor en su cabeza, pero aún no lograba descifrar si era por retener el llanto o por la fuerza con la que sus manos tiraban de las hebras de su cabello. Un sollozo escapó de sus labios y movió una mano a su boca para retener el siguiente, pero mientras más pensaba en lo que recién había leído, más difícil le era retener las lágrimas que ahora bajaban con más velocidad.

Se levantó de la silla de su escritorio y se tiró en la cama que estaba al lado, escondiendo su cabeza y sus lamentos en la almohada.


El silencio que había perdurado por el último par de horas se vio levemente opacado por los murmullos que comenzó a escuchar en la planta baja. Sus sentidos se pusieron alerta y apretó la almohada contra su cara, intentando ocultar su apariencia, al escuchar la puerta de su habitación abrirse.

– Ha estado así todo el día –  reconoció la voz de su madre, luego, más silencio.
Escuchó como la puerta se cerraba de nuevo, pero esta vez, sabía que no estaba solo.  Sintió como la cama se hundía a su lado y luego un suave tacto que recorría su mano, un tacto que reconoció inmediatamente.
– Terminarás muriendo si no quitas la almohada y respiras un poco. – le regaño Ava, su mejor amiga, pero él se mantuvo en la misma posición.
– Bien.
– ¿Puedes decirme al menos que te sucede? – a pesar de notar un atisbo de exasperación en su voz, igual mantenía un tono calmado.

Levantó un poco la almohada para mirar a la castaña. Sus ojos lo miraban con preocupación y tanto su mandíbula como sus hombros se encontraban tensos. El soltó un poco el aire y habló decidido.

– Ha muerto Ava. – Se limitó a decir, e incluso esas palabras revivieron el dolor que había logrado calmar luego de un largo tiempo.
– ¿Quién? – preguntó y quitó la almohada completamente del rostro del chico.

Jai miró el comic que estaba tirado en el piso y Ava siguió su vista. Él miró como ella detallaba el nombre en la portado y vio como la tensión de sus hombros desaparecía al mismo tiempo que un suspiro escapaba de sus labios.

– Yo pensé, pensé… – habló mirándolo de nuevo.
– ¿Pensaste qué?, ¿Qué era algo “importante”? – espetó sentándose rápidamente. Ella tartamudeó y antes de poder hablar, él continuó. – ¿Sabes qué? No es mi maldito problema si me entiendes o no. Puedes creer que es una jodida niñada, no me interesa. Puedes irte si…
– Cállate ¿Quieres? – le interrumpió ella esta vez. – Dios Jai, no soy tu enemiga, has estado insoportable últimamente.

Él sostuvo su mirada por unos segundos y luego la apartó. Ella tenía razón. Desde que se estrenó la segunda película todos habían estado hablando de la lastimosa muerte de Gwen Stacy. El amor que le había adquirido a ella desde el primer comic le impidió creer en todo lo que los demás decían y provocaron que siempre se irritara al más mínimo comentario. Obviamente se había negado a ver el filme, pero había hecho todo lo que estaba en sus manos para conseguir el siguiente comic, uno que ahora yacía en el piso de su habitación. Pero no por eso se tenía que desquitar con ella, con los demás le importaba poco si le perdonaban luego, pero Ava era diferente.

– Tienes razón. Lo siento, es que sólo, no puedo creer que muriera. – Ella miró como las lágrimas comenzaban a acumularse de nuevo en los ojos del pelinegro y las limpió antes de que salieran.
– Despreocúpate. ¿Vamos a dar una vuelta? – él simplemente asintió y tomó la mano que ella le tendía.


Llevaban más de media hora caminando a paso lento. Extrañamente ninguno de los hablaba, cada uno iba encerrado en su pequeño mundo. La fría brisa les provocaba escalofríos, pero no parecía molestarles.

– ¿Lo siento? – habló ella luego de otros minutos de silencio, pero con cierta duda en su voz. Él sólo la miró y frunció el ceño. – Yo fui la que te regaló el primer comic, supongo que de no ser por eso, ahora no estarías sufriendo por la muerte de Gwen.
– Nunca repitas eso – paró y la tomó del brazo para que ella parara y lo mirara también. – Ava, fue el mejor regalo y uno de los que más atesoro hasta la actualidad. No sólo me regalaste un comic – suspiró – aunque lo creas estúpido, me diste una ilusión y gracias a ese regalo logré aprender lo que amar significa.
Ella bufó y continuó caminando. Jai la miró dolido pero no caminó con ella.
– ¿Te quedarás ahí? – le preguntó Ava volviéndose un poco y él pudo notar la incredulidad en su voz.
– No espero que lo entiendas Ava. Sí, estoy enamorado de Gwen Stacy y…
– Estás enamorado de una maldita ilusión Jaiden. – gritó volviéndose completamente. Él pudo apreciar el arrepentimiento en su mirada y como sus manos viajaron a su boca al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta. – Yo, yo… – tartamudeó de nuevo.
– Cállate, sólo cállate, déjame en paz. – Jaiden se volvió y comenzó a caminar para el lado contrario.

Luego de irse de ahí y asegurarse de que Ava no lo siguiera, entró en el bosque que adornaba la parte trasera del parque. Era un mundo totalmente diferente, uno donde no existían normas ni estereotipos. Sus pies comenzaron a quejarse debido al esfuerzo de seguir caminando y sin dudarlo dos veces se sentó apoyando su espalda en el tronco de un árbol. Por un momento, quiso olvidar las palabras de su amiga y soñar por un momento que podía estar con ella, con su Gwen.


Al despertarse, en lugar de encontrarse en el suelo del bosque, se encontraba acostado en una mullida cama. Frotó sus ojos y apoyándose en su antebrazo, evaluó el resto de la habitación. Las paredes eran blancas y los muebles de color caoba, muy parecida a su habitación, lo único que la diferenciaba era la ausencia de sus carteles.

Se concentró en el sonido que lo había despertado desde un principio y encontró su teléfono al lado del reloj en la cómoda. Bufó debido a que el aparato marcaba la una de la mañana.

Al tomar su teléfono revisó el nombre en el identificador de llamada y su corazón se detuvo por unos momentos.


Antes de contestar la llamada, algo en la cómoda llamó su atención, eran tres niños. Pero no eran los niños de la foto en sí lo que llamó lo que hizo que la mirara, si no los nombres de ellos. Harry, Peter & Jai.

– ¡Esto tiene que ser una broma!

El cap casi me hace llorar no solo por lo hermoso que escribes, btw es impresionante, sino también por la muerte de Gwen aún me niego a creerlo.
Todos entendemos el dolor de Jai, yo... ni siquiera puedo hablar me pone triste volver a pensar en su muerte.