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Mensaje por yessi jobrOss Jue 08 Dic 2011, 6:28 pm

Capítulo 7 1/2


Despertar interés en un hombre es como dirigir
una subasta. Si hay un poco de competencia
se lanzan a toda carrera.
Aforismo de _____


Le tocó el labio inferior con la lengua; luego se la hundió dentro, con un toque sensual y seductor. El calor renació en _____ y corrió hacia arriba, desde los pies hasta las mejillas. Él le chupó el labio para metérselo en la boca, incitante, desafiándola a responder. Su beso decía: «Dame, reina».
Instintivamente, ella le deslizó la lengua en la boca y sintió que él se la atraía muy hacia dentro. Sus pezones se convirtieron en botones duros contra el pecho tenso de Nick. Mareada de pronto, agitó las manos en busca de algo sólido y estable. Al encontrar los brazos de su compañero ciñó con los dedos el bulto de los bíceps.
Él dejó escapar un gruñido grave que vibró dentro de ella, en tanto frotaba la pelvis dura contra la suya. La sangre de la muchacha se acumuló en lugares sensibles.
Su cuerpo respondió al de él con la celeridad de un gatillo sensible. Fue rápido, fuerte, vertiginoso. «¿Qué es esto?», pensó, confundida. No estaba habituada a perder el dominio de sí, salvo cuando decidía que había llegado el momento de dejarse llevar. Estaba acostumbrada a controlar el timón. ¿Qué diab…?
Apartó la boca de la de Nick y respiró hondo.
—Si no te apartas, te rompo tus joyas de la corona.
—No te ha gustado que te besara —dijo él, incrédulo. Y bajó la mano para tocar un pezón rígido.
Ella se tragó el gemido.
—Anda, di la verdad.
—Puedo asegurarte que no me gusta lo que me has hecho —confirmó ella, pero su voz necesitaba mucho más vigor para ser convincente.
—Puedo aprender. ¿Qué es lo que no te ha gustado? —preguntó Nick, bajando la boca abierta hacia su cuello.
¡Qué fácil le había resultado incitarla a corresponder! _____ respiró hondo para despejarse la mente, pero absorbió una vaharada de loción para después del afeitado. Su cuerpo imploraba permiso para portarse muy mal, pero algún extraño sentido de autodefensa le pedía a gritos que se echara atrás.
Con los dientes apretados, cambió un poco de posición y alzó bruscamente la rodilla hacia la entrepierna endurecida de su vecino. Él se puso rígido, pero no de placer, y retrocedió con un juramento.
—De acuerdo —reconoció; de sus ojos se borraba la turbia excitación—. Creo que me lo merecía.
—Estabas advertido —apuntó ella, asombrada al notar que aún estaba excitada y molesta.
—Es cierto —dijo él, pensativo—. Pero has respondido a mi beso.
Como la verdad la incomodaba, ella se encogió de hombros.
—Llevo algún tiempo sola.
Nick enarcó las cejas en un gesto de sorpresa, como si le costara imaginarla privada de sexo más de dos días seguidos.
—¿De verdad?
—De verdad. Pero francamente, tú no eres mi tipo.
—Tú tampoco eres el mío —apuntó él—. Habría que preguntarse qué pasaría si los dos actuásemos contra la costumbre.
_____ casi podía oír el crepitar de un incendio de matorrales. Tras la experiencia de su madre siempre había evitado a los hombres ricos y muy instruidos, aunque albergaba la curiosidad por lo prohibido.
Algo rebotó contra el suelo de la cocina, seguido por un chillido alegre. «Willy», pensó ella, con una sonrisa irónica. Su llave de control sexual. Los dos corrieron a ver. El bebé tenía la cara y el pelo cubiertos de puré de judías y estaba jugando con un puñado de la pasta verde.
Nick rio entre dientes. Era un sonido grave, sensual. _____ pasó por alto la reacción que le provocaba.
—Qué guarrada —dijo, mientras echaba mano del paño de cocina—. Claramente necesita un baño.
—Que te diviertas —dijo su vecino. Como ella lo miraba con aire ceñudo, enganchó los pulgares en los téjanos para poner su pelvis a la vista—. Tengo que ponerme un poco de hielo.
_____, que estaba humedeciendo el paño, puso los ojos en blanco.
—No te ha golpeado tan fuerte como para causarte dolor. Sólo para que me prestaras atención.
—Tendré que ver cómo anda. Es la primera vez que una mujer me clava la rodilla.
Ella contrajo los labios.
—Conque he sido la primera… Creo que eso me gusta.
—Pues sí —confirmó él, seco—. Se puede decir que sacas a relucir lo peor de mí.
—Si eso era lo peor… —comenzó ella. Pero se interrumpió. Un vistazo a su vecino le hizo comprender que la había pillado. Bueno, qué más daba.
—Quién sabe —la provocó él—. Si hubiésemos continuado podría haber salido algo mucho peor. Buenas noches, señorita _____.
Ella se obligó a no seguirlo con la vista mientras él caminaba hacia la puerta, pero no pudo resistir la tentación de echar una mirada furtiva. Nick tenía un trasero muy bonito. ¿Cómo sería desnudo?



Nick había sido convocado al despacho de la casa paterna para una crítica sesión de consulta con su padre y su hermano Joe.
Su progenitor, que mantenía un físico excelente, de hombros anchos pese a que se acercaba a los sesenta años, sacó tres puros y le dio uno a cada hijo. Nick no encendió el suyo. Los cigarros no le gustaban demasiado. En cambio aceptó un buen whisky escocés.
—Tienes todo a tu favor —dijo Paul Jonas a Joe—. Sólo falta una cosa para completarlo: un compromiso. Hay que sentar cabeza.
Era uno de los muchos motivos por los que Nick había querido escapar de Texas. Al observar la expresión molesta de su hermano comprendió que si no hubiese estudiado en la Costa Este, a esas horas estaría en el pellejo de Joe. En realidad, a su vuelta su padre había comenzado por sugerirle la posibilidad de meterse en política, idea que él había rechazado con firmeza.
—No sé, papá —dijo, para arrojar un salvavidas a su hermano—. Es probable que Joe pueda aprovechar a fondo el hecho de ser uno de los diez solteros más codiciados de Houston.
Su padre lo fulminó con la mirada, como para decirle que lo había llamado para que apoyara su postura.
—Tonterías. A los votantes les gustan los hombres estables y asentados. Y un compromiso agregaría color a la campaña. Sobre todo si se comprometiera con una mujer como Demi Bradford. Su padre era bastante bruto, pero la madre era texana pura hasta que volvió a casarse y se mudó a Nueva York, hace algunos años. Además, Demi tiene dinero de sobra.
Joe movió los hombros como para aliviar la tensión.
—Demi es simpática y bonita, pero…
—Pero ¿qué? —interpeló Paul—. ¿Qué le falta?
—No sé si la amo o no.
El padre dejó escapar una risa ahogada.
—No hace falta que la ames desde ahora mismo. El amor puede venir con el tiempo. Y si no, se rompe el compromiso y se busca a otra persona. Después de las elecciones, por supuesto.
Joe, ceñudo, dejó el cigarro.
—No sé, papá. Demi no tiene mucha experiencia. Tal vez lo pasaría muy mal si nos comprometiéramos y yo después la abandonara.
Para Nick era un alivio ver que su hermano exhibía un poco de consideración. Era señal de que su padre no había corrompido por completo su manera de pensar. En realidad, lo había pulido hasta tal punto que costaba reconocerlo. Durante sus años juveniles, Joe había sido catalogado como empollón; por defenderlo, Nick había tenido que liarse a tortas más de una vez. Costaba creer que en otros tiempos hubiera sido un niño tímido, desgarbado y retraído, siempre sepultado en sus estudios y en el Canal Histórico. Una vez que el hermano mayor partió, el padre dedicó toda su atención al menor y produjo una transformación asombrosa. Sólo cabía esperar que ese cambio no resultara similar al de Frankenstein.
Paul rodeó con un brazo los hombros de Joe.
—Si más adelante rompes el compromiso, ya verás cómo ella lo superará. Como todas.
—Pero no estoy preparado para dar un paso así.
Paul soltó el tristemente célebre suspiro diseñado para provocar culpa.
—Joe, hay mucha gente trabajando duramente por ti. Tú también tienes que hacer algún sacrificio.
—Pero ¡casarme! Quiero encontrar a la mujer adecuada.
—La mujer adecuada es Demi, puedes creerme. Sería muy bueno para nuestras arcas que ella hiciera una donación para la campaña.
—¿Tú te casaste con mamá por dinero? —preguntó Nick en voz baja.
Su padre le dirigió una mirada cortante.
—No, por supuesto. Para conquistarla tuve que luchar contra diez o doce candidatos. Bien lo sabes.
—Es decir, estabas enamorado de ella —continuó Nick.
—Desde el día en que la rescaté de un romeo borracho en una fiesta.
—Eso es lo que quiero —intervino Joe—. Y no es lo que siento por Demi. ¿Qué opinas tú, Nick?
Nick bebió otro poco de whisky disfrutando del sabor.
—Opino que si puedes vivir sin ella, no debes casarte.
Paul soltó una exclamación de disgusto.
—No le hagas caso, Joe. —Y apartó la cara para decirle mudamente a su hijo mayor, marcando las palabras con los labios: «A ver si ayudas».
Él se encogió de hombros y bebió otro poco de whisky.
—Está amargado por la ruptura de su compromiso —continuó su padre, señalándole—. Y mira los moratones que tiene en la cara. Ni siquiera ha tenido el buen tino de mudarse a casa hasta que sus cosas se arreglen. Vive en un vecindario donde hay matones que lo golpean.
Nick sabía que su barrio era uno de los más seguros de Houston, pero como no era la zona donde vivía George Bush Sénior, para su padre era como si estuviera en los arrabales. Se levantó.
—Ya he dado mis mejores consejos —dijo, dando una palmada a su desconcertado hermano menor—. Sé qué harás lo correcto. Y papá no querrá manipularte para que actúes contra tus principios. —Lo agregó más para su padre que para Joe.
—No tienes por qué huir así —objetó Paul.
—¡Pero si no huyo! Me voy, simplemente —le corrigió Nick, mientras dejaba la copa vacía en la bandeja, sobre el escritorio de su padre.
—Deja que te acompañe. Volveré en un momento, Joe.
Él podría haber hallado la puerta de la calle con los ojos cerrados; obviamente, su padre quería decirle algo en privado.
Paul cerró la puerta a sus espaldas.
—¿Estás seguro de no querer presentarte como candidato?
Nick lo miró como si lo creyera loco.
—No puedo hacer eso. Has recibido el respaldo de grupos que se han comprometido a apoyar a Joe. Además…
—Te preferirían a ti —lo interrumpió su padre, bajando la voz—. Todo el mundo comenta que había muchas esperanzas de verte entrar en política. Joe se esfuerza, pero no tiene esa combinación tuya de sesos y agallas.
Él sintió náuseas.
—El candidato es Joe, no yo. No quiero presentarme. Nunca he querido.
—Pero dime, ¿qué piensas hacer? ¿Enseñar? —Lo pronunció con desdén—. Podrías llegar a presidente.
Nick ahogó un gruñido; afortunadamente faltaban sólo tres pasos para llegar a la puerta.
—No quiero ser presidente. No seré candidato a ningún cargo político, papá. Jamás.
Paul agitó el índice.
—Nunca digas nunca.
—Pero si no lo he dicho. He dicho «jamás». Es que no escuchas. Oye, deja de presionar a Joe, que bien podría darte una sorpresa. Hasta luego.
—Ten cuidado con ese garaje. Tu cara es un horror.
—Gracias, papá. Tú también. —Sabía que su padre tardaría un momento en captar ese ambiguo insulto. Cerró la puerta tras de sí. Ya iba por la mitad de la escalinata cuando oyó la voz de su padre.
—¡Qué ingenio tienes! Acabas de decirme que soy un horror, ¿no? —comentó con una risa ronca—. Eres listo, hijo. Si te dedicases a la política los tendrías a todos a tus pies.
—Lo dejo para ti y para Joe. Cuídate, papá.
Subió a su coche. Trataba de que las pullas de su padre no se le atascaran en la garganta, pero la verdad era que ya había perdido bastante tiempo en lamerse las heridas. Era hora de resolver qué haría en adelante.


okii chikas aki mas capi :D
Muchas gracias por comentar eso me alegra mucho ''Ella quiere ser mala'' (Nick & tu) Adaptada-TERMINADA - Página 4 88550944
Comenten por fiss :roll:
Se les kiere :hug:
yessi jobrOss
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Mensaje por Sunny Jue 08 Dic 2011, 7:01 pm

Me encanto!Siguela!
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Mensaje por chelis Jue 08 Dic 2011, 9:36 pm

siempre son los padres ,,, jjejeje siguela porfaaa
chelis
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Mensaje por Dorin Vie 09 Dic 2011, 8:59 am

siguelaa =)
Dorin
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Mensaje por Maly Vie 09 Dic 2011, 9:49 am

HOLA :D soy una nueva lectora y me gusta mucho esta adaptacion, siguela plis quiero un capitulo YA xD
Maly
Maly


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Mensaje por chelis Vie 09 Dic 2011, 10:32 am

esperando capis
chelis
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Mensaje por aranzhitha Vie 09 Dic 2011, 3:23 pm

aww me encanto el capi :)

mas la parte donde la rayis dice que

nick tiene un buen trasero :twisted:

ya me lo imagino :twisted:

lo siento por mi momento de lujuria :oops:

seguila pronto :lol!:
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por chelis Vie 09 Dic 2011, 6:43 pm

esperando capis
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Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Sáb 10 Dic 2011, 10:26 am

wow Qe caps tan lindos!!!
Siguela!
Vanee LovatoD'Jonas
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Mensaje por yessi jobrOss Sáb 10 Dic 2011, 5:49 pm

Capitulo 7 2/2

Demi, de pie ante la oficina de _____, la escuchaba hablar con su secretaria.
—Dos aspirantes a niñera lanzadas al retrete. Sólo quiero una Mary Poppins moderna. ¿Es mucho pedir?
Sara rio entre dientes.
—Si usted quiere, puedo cuidar a Willy por la noche, de vez en cuando.
Demi inclinó la cabeza a un lado, pensativa. ¿Niñera? Al parecer _____ pensaba estar con el niño durante un tiempo. Con un fruncimiento de cejas se preguntó por qué, si esa mujer no tenía nada de maternal. Sólo se dedicaba a seducir a viejos ricos como su padre.
Con el corazón endurecido por la cólera, levantó el mentón. Estaba allí para inspeccionar la marcha de las cosas.
Sólo porque podía.
Dio un paso más, atenta a la charla de las mujeres.
—No permitiré que te quedes en casa con un bebé. Ahora eres libre, Sara. Tienes el mundo entero para divertirte. Debes salir, tratar con hombres, lograr que intenten conquistarte. A los hombres les encanta conquistar —decía _____, en tono de confidencia.
Demi se detuvo. «A los hombres les encanta conquistar.» Joe no necesitaba intentarlo. Ella siempre estaba a su disposición.
—No sé qué misterios tienen en la cabeza —continuaba su socia—, pero primero tienes que mostrarte disponible y después inalcanzable. Si no, te dan por segura. Y siempre, siempre, tener más de uno en el candelero. Es como una subasta: el valor estimado de un bien se eleva hasta las nubes cuando lo quiere más de una persona…
Demi arrugó la nariz. Las palabras de _____ estaban dando demasiado cerca del blanco. Se las sacudió con un encogimiento de hombros y entró en la oficina dando grandes zancadas.
—Hola. He venido a inspeccionar la marcha de las cosas.
_____ parpadeó. Estaba balanceando a Willy sobre la cadera.
—¿Qué cosas?
—Los negocios.
Ella intercambió con Sara una mirada sufrida.
—Vale. Pasa a mi despacho. ¿Qué quieres saber?
—Para comenzar, me gustaría saber si tu secretaria cuida a ese bebé en horario de trabajo.
El bebé le sonrió. Demi tuvo que fruncir los labios para no sonreírle también.
—Sara me ayuda sólo por ahora, hasta que pueda organizarlo todo de otra manera —dijo _____—. No tienes por qué preocuparte.
—Si tu vida personal afecta a tu labor en el instituto, está claro que debo preocuparme.
Los ojos de _____ se convirtieron en hielo.
—Mi vida personal jamás afectará a mi labor aquí, en el instituto. Si tuviera doce niños más y las dos piernas rotas, aún sería la mejor directora para la empresa. ¿Quieres ver un detalle de los servicios que prestamos la semana pasada? Establecimos un nuevo récord de grupos de Botox y tratamientos faciales. A ver, sujeta a Willy mientras busco el informe en mi escritorio.
Y le plantó al niño en los brazos. Demi se quedó mirándolo.
El bebé se retorció y alargó una manita para tirarle del pelo. Después le dedicó una sonrisa luminosa.
—No, no —susurró ella, tratando de desenredar el puño de su pelo. Willy saltó en sus brazos, entre gorgoritos, y ella no tuvo valor para detenerlo, aunque estaba tirando con demasiada fuerza.
_____ giró hacia ellos con un fajo de papeles en la mano.
—Aquí tienes el… —Se interrumpió al ver que Willy tenía la mano enredada en el pelo de la muchacha—. Venga, Romeo, que te hemos pillado. Conque te gustan las rubias… —dijo con una sonrisa—. Las rubias bonitas y de pelo largo. Ya veo que muy pronto deberé vigilarte en ese aspecto. —Después de liberar el mechón de Demi se lo montó en la cadera—. Disculpa. Aquí tienes el informe. —Le entregó el fajo de papeles—. Creo que eso te dejará más tranquila con respecto a nuestros beneficios.
Demi se encogió de hombros. Ver a _____ con un bebé le provocaba desasosiego.
—Lo estudiaré con mucha atención —dijo.
—Muy bien. —En la voz de _____ había un marcado dejo de diversión.
Demi no soportaba que esa mujer tuviera tanta seguridad en sí misma cuando a ella le faltaba. Estaba claro que su educación no había incluido excelencias tales como una carrera universitaria, pero desbordaba seguridad en sí misma. Y ella se la envidiaba.
—De ahora en adelante quiero verificarlo todo —informó.
—Pues claro, mujer. —_____ hizo un gesto despreocupado con la mano—. Pero es raro que tengas tiempo para estas cosas. Yo creía que Joe Jonas ya se te había declarado y que estarías ocupada con la campaña.
A Demi se le encendieron las mejillas. Sin saberlo _____ acababa de herirla en su punto más vulnerable. Además de ser tan segura de sí, se encarnizaba.
—Eso es asunto mío —replicó.
La otra dilató los ojos.
—Vale, sí, perdona. Es que ya daba todo por hecho. Ya veo que Joe es algo más lento de lo que yo pensaba.
Inmediatamente la muchacha se lanzó a defenderlo.
—Joe es hombre de integridad y honor. Él nunca tomaría una decisión así a la ligera.
_____ asintió.
—Vale, comprendo. Ha de ser genético —murmuró—. Por asombroso que parezca y por muy honorables que sean, no conviene dejarles pensar que una se pasa las horas esperando junto al teléfono. Pero supongo que eso ya lo sabes.
—Por supuesto —aseveró Demi, con mucha más firmeza de la que sentía—. Bueno, supongo que nos veremos pronto.
_____ esbozó una sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Sin duda. —Y sonrió a Willy con más naturalidad—. Dile adiós a la tía, bonito.
Willy agitó la manita. Había que ser de piedra para no responderle con el mismo gesto. Después de echar la cabellera hacia atrás, Demi se encaminó hacia su Beemer. Por mucho que la detestara, esa comehombres acababa de darle involuntariamente algunas ideas para tratar con Joe.
En su móvil sonó la Quinta de Beethoven. Ella alargó instintivamente la mano, pero echó un vistazo a la identidad de quien llamaba. Joe. Probablemente para invitarla a una cena, en el último momento. Arrugó la nariz. Ella y los buenos perros tenían mucho en común.
Su dedo quedó suspendido sobre el botón de respuesta, mientras en su mente resonaban las palabras de _____: no estar siempre disponible. No atender la llamada la estaba matando. Para cuando el aparato dejó de sonar ya casi resoplaba de nervios. No estaba segura de tener madera de comehombres. No parecía estar hecha para el papel. El mero hecho de no atender una llamada la ponía tan nerviosa que necesitaba correr al cuarto de baño.
¿Y si Joe no llamaba nunca más? ¿Y si invitaba a otra a acompañarlo al club campestre, al acto organizado para reunir fondos? Sudorosa, cerró los ojos e irguió la espalda. Todo eso era ridículo.
Si _____ Montague había sido capaz de manejar a su astuto padre con el dedo meñique, bien podría ella enlazar a Joe Jonas. Posiblemente sólo hacía falta un pequeño empujón.
Con la sensación de ser toda una diablesa, escuchó el mensaje grabado por Joe. Tal como suponía, la invitaba a la fiesta de recaudación que se celebraba esa misma noche. Ella marcó el número del albacea de su padre y le preguntó si podía recomendarle un compañero para la velada. Quince minutos después tenía una cita.
Ojalá su vejiga sobreviviera a la fiesta. Tendría que poner una bolsa de papel y un valium en el bolso.
yessi jobrOss
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Mensaje por yessi jobrOss Sáb 10 Dic 2011, 5:49 pm

Capítulo 8 1/2

De media, una persona besa apenas durante dos
semanas en toda su vida. Si la media de vida es de
76’9 años, eso significa que malgastamos
muchísimo tiempo.
Aforismo de _____

Joe Jonas había saludado a tanta gente que las caras empezaban a volverse borrosas. Cuando vio a Demi la cogió de la mano, sonriente.
—¡Demi! —exclamó, con una mezcla de sorpresa y alivio—. Ya pensaba que no vendrías.
Pero la mano estaba rígida. Ella parecía arrebolada.
—¿Qué pasa? ¿No te sientes bien? —preguntó él. Eso explicaría que no le hubiera devuelto la llamada.
—Estoy perfectamente. No recibí tu mensaje hasta… —Se interrumpió con un encogimiento de hombros—. He venido con…, eh… —Carraspeó—. Joe, te presento a Greg Weatherby. Nos ha presentado el albacea testamentario de mi padre.
Él alargó automáticamente la mano hacia el joven que acompañaba a Demi, pero su cerebro se había detenido.
—Encantado de conocerte, Greg. Es un placer tenerte esta noche aquí.
—Para mí ha sido un placer que Demi pudiera acompañarme —respondió Greg, sonriendo a la muchacha.
Muy en el fondo Joe experimentó una extraña molestia, como si alguien, sin avisarle, hubiera cambiado de lugar los muebles de su dormitorio. Por el momento no tenía tiempo para analizar ese sentimiento.
—¿Te gusta el golf? —preguntó. Los meses de campaña lo habían vuelto experto en formular preguntas inocuas.
—Mucho. Estoy tratando de acabar tres veces seguidas bajo el par. El problema es el trabajo.
—¿A qué te dedicas? —inquirió Joe como al desgaire, consciente de que estaba dedicando al compañero de Demi algo más que los tres minutos recomendados. Lo evaluó. Era un consuelo comprobar que era más bajo. Pero qué extraño…
—Soy abogado. Estoy especializado en propiedades. Trabajo para Long y Forrester.
Conque abogado… Joe se irguió un poco más.
—¿Sí? ¿Dónde estudiaste?
—En Yale. ¿Y tú?
—Soy texano hecho y derecho —respondió él, distraído por un raro impulso competitivo—. En la Universidad de Texas. Bien, espero que os divirtáis, Demi. —Después de saludarlos con la cabeza se acercó a la pareja siguiente.
Esa noche debía pronunciar un discurso conmovedor, pero también entretenido, y había supuesto que tendría a Demi consigo. No se podía decir que sintiera por ella una pasión abrumadora, no, pero confiaba en ella. Su padre presionaba y presionaba siempre. Él comprendía que era por el deseo de ganar las elecciones, pero su trato no le resultaba tranquilizador. A veces, al separarse de él, sentía la necesidad de beber una o dos copas. Cuando era niño su madre atribuía a esa presión paterna el hecho de que él siguiera orinándose en la cama.
Demi no pretendía mucho de él. Lo adoraba sin exigencias y no le causaba ningún dolor. Si bien su compañía no era muy estimulante, al menos resultaba un alivio.
Echó un vistazo rápido al otro lado de la sala y la vio allí. Conversaba con su acompañante haciendo girar una copa de vino en la mano. Esa molesta sensación volvió a retorcerse dentro de él y le arrancó un gesto ceñudo.
Un codazo en la espalda hizo que se volviera. Allí estaba su padre.
—¿Qué diablos te pasa, hijo? —preguntó en voz baja—. Tienes que circular por ahí e inspirar donaciones. Esta gente está forrada.
Joe sintió crecer su irritación.
—No he hecho otra cosa más que saludar y saludar.
—Pues continúa, hombre. ¿Estás listo para el discurso?
—Estoy listo —confirmó el joven; pero su mirada buscó nuevamente a Demi.
—¿Por qué no está contigo esa chica? —inquirió William.
—Hubo una confusión. Cuando recibió mi mensaje ya era demasiado tarde.
Su padre suspiró.
—Como arruines esa oportunidad…
La frustración escocía.
—Ya basta, papá. No he arruinado nada.
Y decidió beber una copa. Esa noche debía mostrarse encantador y persuasivo, pero no estaba de humor. Eso no tenía nada que ver con Demi, se dijo, mientras bebía un whisky. Ella no tenía tanta importancia, desde luego.
Pronunció su discurso con desenvoltura. Era hábil para competir. Aunque no fuera como su hermano (a veces tenía la sensación de haberse pasado toda la vida a la sombra de Nick), había soñado y practicado para el momento en que su padre comprendiera, por fin, que él era su mejor candidato para la política. No era tan guapo como Nick, claro; no tenía sus dotes naturales. Pero podía ser igualmente decidido. Más, quizá. Se había curtido en tantos años de salir siempre derrotado en las comparaciones.
En ocasiones, los celos lo habían llevado casi a odiar a su hermano. Pero ya no. Era evidente que Nick no quería meterse en política. Su retorno a Houston lo había puesto algo nervioso; no obstante, su hermano parecía dispuesto a rechazar las eternas presiones paternas, destinadas a demostrar al mundo que los Jonas eran muy superiores. Nick estaba decidido a hacer su propia vida y él no podía dejar de admirarlo por la forma en que se rebelaba contra su padre. Esa misma noche se había presentado apenas unos minutos, lo mínimo como para demostrar su apoyo y escabullirse después.
Después de pronunciar su discurso, Joe aceptó cordialmente las enhorabuenas y las promesas de apoyo. Sonrisas y caras se mezclaban borrosas; se sentía algo mareado. De pronto cayó sobre él la presión de ese último mes como un nudo corredizo. Entonces salió disimuladamente al balcón para respirar una bocanada de aire fresco. Al mirar a su alrededor, le sorprendió encontrar allí a Demi, que contemplaba los bien iluminados terrenos del club.
—¿Qué haces aquí fuera? —preguntó, acercándose—. ¿No hace demasiado frío para ti?
Ella negó con la cabeza.
—No. Ahí dentro me sentía sofocada.
—Demasiado aire caliente, sí.
—No he dicho eso.
—No, lo he dicho yo —replicó él, seco—. Esto es un acto político. Con el aire caliente que hay aquí dentro se podría llenar un globo para que llegara a China.
Ella se echó a reír.
—No es para tanto. Tu discurso ha estado muy bien, como siempre.
—Gracias. —La presencia de Demi lo serenaba—. Se te ve muy bien esta noche.
El color floreció en las mejillas de la chica.
—Gracias.
Entonces Joe recordó que había ido acompañada; una oleada de irritación corrompió su sensación de paz.
—¿Dónde está tu compañero?
—Organizando una partida de golf. Por eso he salido a respirar.
Él asintió.
—¿Puedo llamarte más tarde, cuando acabe el acto?
Ella tragó saliva y se mordió los labios.
—Es que… —Encogió un hombro, indefensa, y su mirada se escabulló hacia otra parte—. Es posible que regrese tarde a casa. Greg quiere que vayamos a bailar.
—¿A bailar? —repitió Joe, con un gesto ceñudo—. No sabía que te gustara bailar.
Él agitó la mano, con una sonrisa tensa.
—Estás tan ocupado que quizá no se te ha ocurrido preguntar.
Totalmente confundido por los estallidos emocionales que le circulaban dentro, Joe se limitó a asentir.
—Será mejor que entremos —advirtió Demi—. Me alegro mucho de haberte visto. Has estado estupendo, como siempre.
—Gracias —murmuró él. Pero se preguntaba por qué tenía la sensación de haber recibido una patada en la boca.


Demi debía sentirse complacida. Era obvio que eso de ir a bailar había desconcertado a Joe por completo. Al parecer el consejo de _____ daba resultado. Bien podía sentirse triunfadora.
Pero se sentía a punto de vomitar.
Comenzaba a dudar seriamente de tener el valor necesario para ser una diablesa manipuladora. En la discoteca, el ritmo de la música le palpitaba en el cerebro. Le dolía la cara de tanto sonreír y los pies de tanto bailar. Una pieza lenta se deslizaba por la pista; Greg la cogió en sus brazos.
Ella lo permitió, pero se sentía angustiada. Habría querido estar allí con Joe. Habría preferido estar en casa, esperando su llamada, antes que bailando con Greg. Era bastante simpático, pero no era Joe.
Incapaz de soportar otro minuto de disimulo, se echó hacia atrás.
—Creo que ya debería volver a casa. Mañana temprano tengo un compromiso y estoy cansada. ¿Te importa?
—No, claro. ¿Salimos el martes a cenar?
«No», quería decir ella, pero se tragó la negativa. Le habría gustado creer que ahora Joe la miraría de otra manera, pero no podía estar segura.
—Me apetece, sí.
—Bien —dijo él. Su mirada cayó sobre Demi con interés sensual—. Y te prometo que entonces no hablaré de golf.
La semilujuria que vio en sus ojos la cogió por sorpresa. Demi nunca se había hecho ilusiones sobre su atractivo sexual. La cosmética, la ortodoncia y un buen corte de pelo le habían brindado un aspecto agradable, pero ante la mera idea de seducir a alguien se sentía desorientada y torpe.
—Te tomo la palabra —dijo ella, con ligereza.
—Puedes tomarme siempre que quieras —replicó Greg, sugerente.
Demi parpadeó ante la ola caliente que la recorría. Miró nuevamente a su compañero y suspiró. Realmente no quería que Greg la deseara. Lástima que Joe no la mirase así.
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''Ella quiere ser mala'' (Nick & tu) Adaptada-TERMINADA - Página 4 Empty Re: ''Ella quiere ser mala'' (Nick & tu) Adaptada-TERMINADA

Mensaje por yessi jobrOss Sáb 10 Dic 2011, 5:49 pm

Capitulo 8 2/2

Willy soltó otra sarta de aullidos, aunque _____ se paseaba acunándolo. Ella también habría querido aullar. Los berrinches iban y venían (por lo general venían) desde hacía dos horas, a partir de las diez de la noche.
Empezaba a desesperar. Su mente, privada de sueño, buscaba algo que lo hiciera callar. Algo que aún no hubiera intentado.
Esa noche el columpio tampoco daba resultado. Ella había llegado a la conclusión de que ese columpio era el invento de un ángel. Normalmente conducía a Willy a un estupor babeante. Era tan efectivo que lo habría dejado allí hasta que Willy cumpliera un año.
Sólo había otra manera de que no llorara: en el coche.
Echó un vistazo a su camisón; luego a la cara desdichada de Willy.
—Vale, amiguito. Iremos a dar un paseo nocturno. No sé si por la mañana podré usar la cabeza, pero eso no será ninguna novedad.
Se puso un largo abrigo negro y un par de zuecos de ante. No se detendría en ninguna parte; nadie la vería. Si lograba que él se durmiera tal vez ella también podría dormir un poco. Cogió las llaves del coche de un manotazo y salió por la puerta. Un aullido de Willy resonó por todo el pasillo. ¡Ay, Dios mío!, pensó con una mueca; ese niño gritaba tanto que tal vez llegaría a romper los cristales.
Se apresuró a pulsar el botón del ascensor.
Se oyó el ruido de una puerta al abrirse. Era Nick, que se asomaba al pasillo.
—¿Adónde vas?
—A pasear en coche —respondió ella.
Él echó un vistazo a su reloj.
—¿A estas horas de la noche?
—Es que el columpio no da resultado. En el coche no llora. —El ascensor anunció su llegada con un campanilleo—. Vaya, ya vienen por mí. Ad…
—Iré contigo.
Ella lo miró fijamente mientras las puertas se abrían.
—¿Para qué?
Nick se encogió de hombros con expresión irritada.
—Siempre lo olvidas. No puedo dormir. Y ya no puedo usar mis herramientas eléctricas por la noche; mi vecina me mataría.
—¡Ah! —exclamó ella, con una sonrisa de satisfacción—. Esa vecina vengo a ser yo.
—Será mejor que te acompañe. Espera a que coja mi chaqueta.
Ese ofrecimiento era consolador e inquietante al mismo tiempo. Le preocupaba cómo había respondido ante Nick hacía dos noches. Ese hombre le hacía sentirse extraña. Miró primero a Willy; luego, a las puertas del ascensor, que continuaban abiertas.
—Está bien. No nos pasará nada —dijo. Entró. Pulsó el botón del garaje.
Con un suspiro de alivio, balanceó a Willy hasta que las puertas del ascensor volvieron a abrirse. Mientras caminaba deprisa hacia su plaza de aparcamiento, abrió las puertas de su coche con el control remoto. Cuando puso a Willy en el asiento para bebés de la parte trasera aumentó el volumen de los aullidos; eso entorpeció su trabajo con las hebillas.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Nick desde atrás.
_____ estuvo a punto de explotar. Giró bruscamente en redondo. Él estaba allí, a un paso.
—No hagas eso —protestó, con los nervios de punta.
—Sólo quería cumplir con mi promesa de ayudar —explicó él, inocente.
Pero _____ no se dejó engañar. Ése era el mismo hombre al que le habían bastado noventa segundos para excitarla, después de meterle un duro muslo entre las piernas.
—¡Pero si esta vez no te he pedido ayuda! —objetó.
—Me pediste ayuda en general, para cuidar de Willy hasta que lo tuvieras todo arreglado.
Como si le hubieran dado una señal, el bebé lanzó un chillido de disgusto.
—Y no me parece que tengas todo arreglado.
Ella le arrojó las llaves del coche y fue hacia el asiento del pasajero.
—Vale. Ya que estás, ayuda. Pero yo escogeré la música.
—A media noche hay ópera en la emisora de música clásica —apuntó él, mientras se sentaba en el asiento del conductor y lo ajustaba para acomodar sus largas piernas.
—Es comprensible que dejen la ópera para la medianoche —murmuró _____ mientras ponía un disco compacto de blues, su favorito—. Nadie que esté despierto querría escucharla. —Después encendió la calefacción y, con la cabeza apoyada en el respaldo, comenzó a contar—. Apuesto a que no tardará más de noventa segundos. Uno, dos, tres…
—¿Para qué cuentas?
—Para ver cuánto tarda Willy en dejar de llorar. Cuatro, cinco, seis, siete…
Se detuvo en treinta y tres, pues ya no emanaban más ruidos del asiento trasero. Echó una mirada cautelosa al bebé; tenía los ojos cerrados; se había dormido. La invadió un sentimiento extraño, empalagoso. Probablemente se relacionaba con la privación de sueño y la calefacción que le calentaba el trasero.
—Hemos batido otro récord —dijo—. Treinta y tres segundos.
—¿Quieres que regresemos para acostarlo?
_____ se retorció ante la idea.
—De ninguna manera. No hace tanto que se ha dormido. Se despertaría otra vez y gritaría hasta quedarse sin voz. —Parpadeó—. Oye, no es mala…
—Para eso tendría que gritar mucho, quizá más de lo que puedas soportar. Los bebés tienen una resistencia asombrosa.
Ella volvió a apoyar la cabeza en el respaldo.
—Vale. Adelante, Jarvis.
—¿Algún destino en particular?
—Cancún —dijo ella con los ojos cerrados; mentalmente ya iba hacia allí—. O Gran Caimán. Aunque Dinero me dijo que allí todo es terriblemente caro. Decía que los agentes de aduanas tienen una aspiradora para absorberte los billetes del bolsillo en cuanto llegas al país.
Nick rio entre dientes. El sonido vibró dentro de ella.
—Un tipo pintoresco.
La muchacha suspiró.
—Ya lo creo. —Sintió un poco de nostalgia por su buen amigo, pero se la sacudió. Esa noche no quería lloriquear. Al aspirar con los ojos cerrados captó un vaho de la loción de Nick—. ¿Qué te has puesto?
—La camisa y los pantalones que he llevado a un acto político de mi hermano, en el club de campo. La corbata no; me la he quitado al llegar a casa.
—No me refería a la ropa, sino a… —Aspiró otra vez—. A tu olor. ¿Es colonia o loción para después del afeitado?
—Loción.
—Hummmm.
—¿Te gusta o no?
Ella asintió con la cabeza y preguntó:
—¿Qué es?
—No sé.
_____ le echó una mirada.
—¿Cómo que no sabes?
Su vecino se encogió de hombros.
—Mi novia la hizo elaborar especialmente para mí.
—Qué original.
Él rio entre dientes.
—Sí, pero después no le gustó el aroma.
—¿Es una broma? —preguntó ella, incrédula.
—No. ¿Por qué? —Nick la miró a los ojos.
_____ se sintió algo incómoda por la tensión que parecía vibrar entre los dos, pero de inmediato descartó la idea. No sucedería nada. ¡Pero si tenían un bebé en el asiento trasero!
—Porque es deliciosa. Me hace la boca agua.
—¿De verdad?
—Sí. El perfume.
—Pero yo no.
—No sé. —Ella volvió a cerrar los ojos—. Claro que tienes ese defecto.
—¿Cuál?
—Ser demasiado dominante. —Ella agitó la mano como para descartarlo—. Ahora deja que vuelva a Cancún.
—Demasiada gente —objetó Nick.
Ella frunció el entrecejo sin abrir los ojos.
—Con mi fantasía hago lo que quiero. Pero soy flexible. Iré a Gran Caimán. El sol abrasa. Sopla una brisa contra mi cuerpo perezoso, tendido en una tumbona bajo una sombrilla. Un camarero me trae una bebida tropical. Viene un quiropráctico a darme un masaje. Manos fantásticas, cuerpo fantástico… —Suspiró—. Un regalo para la vista.
—Pero no huele como yo —la provocó Nick.
_____ se negó a contestar. Imaginó en cambio el rumor de las suaves olas que lamían la costa… mientras inhalaba el delicioso aroma de su vecino. Se adormeció.
Algo la despertó una hora después. Cambió de posición en el asiento, parpadeando. El coche se había detenido. Estaba aparcado. Miró por el parabrisas. Luego, a Nick.
—¿Qué hacemos aquí?
—Es uno de mis lugares favoritos desde hace años —explicó él. Había empujado el asiento hacia atrás y tenía la cabeza apoyada en el respaldo, el pelo revuelto de un modo muy atractivo. Estiró las piernas—. Buena vista, ¿no? —comentó, señalando el parabrisas con la cabeza.
Después de mirar por segunda vez, _____ estuvo de acuerdo. Desde lo alto de la colina se veían las luces de Houston centelleando como diamantes.
—Es bonita. ¿Desde cuándo vienes aquí?
—Desde que tengo carné de conducir. —Él le arrojó una sonrisa perezosa.
Al notar que no había ningún otro coche en los alrededores, _____ enarcó una ceja.
—Algo me dice que no siempre te concentrabas tanto en el panorama.
—Eso dependía de que viniera solo o con alguien. Desde que volví a Houston no había venido. —Meneó la cabeza—. Llevaba años sin venir. Este lugar es tan tranquilo…
—Mientras no se despierte Willy —acotó _____, echando un vistazo al asiento trasero.
—Dormirá como un tronco.
—¿Cómo lo sabes?
—Intuición masculina.
Ella lo miró de soslayo.
—Seguro —murmuró, sin molestarse en disimular su escepticismo.
—Ya verás. Deja de obsesionarte y disfruta del paisaje.
_____ abrió la boca para protestar, pero volvió a cerrarla. No podía negar que últimamente no había tenido un momento de paz. Su mente se alejó hacia las cuestiones del instituto.
—Deja de pensar —susurró Nick.
Ella lo miró con fijeza.
—¿Cómo sabes que estoy pensando? Podría tener la mente en blanco.
—Lo dice tu cuerpo. Te has puesto tensa.
La muchacha le buscó los ojos en la oscuridad. Ese hombre le provocaba una sensación extraña. No era exactamente lo que parecía; además, tenía la espeluznante facultad de leerle el pensamiento. Y siendo tan inteligente no debería tener tanta sensualidad.
Por otra parte, besaba de una manera que aflojaba rodillas. Hacía mucho tiempo que nadie le despertaba tanta curiosidad. Con tantas responsabilidades en el instituto no había tenido tiempo para esas cosas. Ahora tampoco, pero no le faltaba curiosidad.
Su cuerpo zumbaba como si fuera una cerca electrificada. Tenía por principio no involucrarse con hombres como Nick. Demasiado instruido y bien educado. Sin duda buscaba la emoción de los arrabales. Su interés sería fugaz. Encariñarse con él sería… Claro que ella siempre ponía mucho cuidado en no encariñarse; no se podía contar con los hombres. Kevin había sido la única excepción de la regla; él era diferente.
—Sucederá —dijo Nick.
_____ parpadeó, con la cara encendida por un azoramiento desacostumbrado. Por un momento temió que él le hubiera leído la mente, pero no era posible.
—¿Qué es lo que sucederá?
Él se inclinó para acercarse un poco más.
—Tú y yo.
Ella tragó saliva y respiró honda, bruscamente. El aroma de la loción se le infiltró en el torrente sanguíneo. Necesitaba un antídoto.
—Puede que tú sucedas solo, pero tú y yo no sucederemos jamás.
Él le tocó el labio inferior con el pulgar.
—En eso tienes razón —dijo, con atractiva ironía—. Mientras tú y yo no sucedamos juntos, tendré que suceder solo.
Una candente imagen de Nick dándose placer le quemó la mente; sintió como si ardiera desde dentro hacia fuera. No debía excitarse. De ningún modo debía excitarse.
—Vale, pero ten cuidado de no quedarte ciego —le dijo.
Él rio por lo bajo. Fue un sonido grave e íntimo, demasiado sugerente. Ese tono decía: «Ven a pasarlo bien conmigo». Pero _____ no tenía tiempo para pasarlo bien. Desde que había abandonado la casa paterna siempre se había repetido, como un mantra, que nada era tan grave o tan terrible como para que una no pudiera divertirse un poco. Ahora, entre la muerte de Kevin, las presiones del instituto, Willy y el repugnante Guy, vivía demasiado exigida y abrumada.
—Si tuviera tiempo quizá podría dedicarte un poco —admitió—. Pero en estos días tengo demasiadas cosas que hacer. Me falta tiempo para jugar.
—Todo el mundo necesita jugar un poco, _____.
—Estoy de acuerdo. Y ya jugaré, puedes creerlo.
«Con un hombre que sea más fácil de manejar», pensó.


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Mensaje por yessi jobrOss Sáb 10 Dic 2011, 5:52 pm

Muchas gracias por sus comntet chikas :D
se los agradesco mucho :roll:
y quiciera preguntarles si kieren maratón?? :jeje:
ok.......sigan comntando plisss
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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Sáb 10 Dic 2011, 8:59 pm

mee encantoooooooo!
hahah esa pregunta NO se pregunta! claro que queremos! :D
HeyItsLupitaNJ
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Mensaje por Maly Dom 11 Dic 2011, 10:02 am

ME HAN ENCANADO TODOS LOS CAPITULOS! :D en fin....como puedes preguntar tal barbaridad!!!! CLARO QUE QUEREMOS!!!!!!!!! jajajajajaja asi que ya sabes cuando puedas a subir esa maraton :D
Maly
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