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El muchacho de los ojos tristes. {HS}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Hola Nadia, gracias<3333.marmalade. escribió:Bueno, sinceramente quería esperar a que subieras todos los capítulos para poder comentar, pero se me hace inevitable. Leeré todos los capítulos otra vez, porque como te dije, amo esta novela. Ya quiero leer el doce, estoy muy feliz que estés aquí de nuevo cuídate y besos.
El doce espera ser leído. me di cuenta que agregaron nuevos smileys.
gracias, gracias, yo igual estoy feliz, igualmente<333.
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Capítulo 09.
❛❛—this is not just a dream.
—Esto está muy triste sin Niall —suspiró Martha, recargándose en el mostrador.
Hice un sonido con la garganta, asintiendo.
Eran las tres de la tarde y había mucho sol, por lo cual la cafetería estaba un poco vacía. Y estoy consciente de eso, yo también preferiría salir a un parque y disfrutar del calor en pleno invierno en vez de estar en una cafetería. El único ruido que había era el de los coches afuera, en la avenida, y la música que se le ocurrió poner a Megan.
—¿No tienes calor, rulos? —preguntó ella—. Ese suéter es enorme —apuntó.
—No.
Si bien ella y yo nunca hemos congeniado, cuando hace calor la soporto menos.
Es como que el clima influye en mi estado de ánimo; si hace frío estoy feliz y si hace calor estoy irritable. No soporto el sol, la luz fuerte, el calor o cualquiera que tenga que ver con eso, prefiero los días fríos donde puedo ponerme un sin fin de suéteres, gorros, guantes, me gusta el humo que desprende la boca al hablar, el olor a café y chocolate, las sopas calientes y eso.
La chica chasqueó la lengua por mi respuesta tan cortante, le arremedé cuando se fue a atender a otro cliente recién llegado. Martha se rió, y pienso que fue por mi gesto aunque también pudo haber sido algo en su celular porque no quitó la vista de allí.
El reproductor empezó a sonar con 'Chocolate' de The 1975, me gusta esa canción.
—Creo que ahora si podrás matarla sin interrupciones —susurró mi jefa para que nadie más escuchara—; Niall ya no podrá detenerte.
—¿Ah? ¿Por qué lo haría, y por qué Niall me detendría? —pregunté cerrando mi libreta de apuntes.
—No me digas que nunca te diste cuenta —sonrió irónicamente. Negué—. Niall gustaba de Megan, y viceversa, pero ninguno dijo nada —se encogió de hombros, regresando a su celular.
¿Niall? ¿Mi pequeño teñido platinado gustaba de ese ser maligno con buen gusto musical?
Esto me dejó pensando por mucho tiempo, no podía ser que yo ni en cuenta de eso, más aparte ¿Megan quería algo con mi amigo? ¿por qué nunca lo dijo?
La información me dejó con la boca abierta durante lo que restaba del día, y cuando llegué a casa estaba igual.
Entré la cocina por un vaso de agua pensando en las posibilidades de que Niall y Megan hayan salido... no, sería horrible para mi, pero por más que quiera, yo no hubiera podido negar a Niall salir con aquella chica sólo porque a mi no me gustaba. Pero tampoco hubiera apoyado esa relación, creo que le hubiera hecho como con casi todo; me alejo y cierro mi burbuja dejándolos fuera. Si, eso sería lo que hubiera hecho.
Mi mamá entró un poco después con la pijama puesta y sospeché que ya habían cenado sin mi. Mejor, no tengo ni una pizca de hambre, debe haber sido por el calor.
—¿Por qué llegaste tan tarde, jovencito? ¿No sabes que tienes horario? —chasqueó la lengua, dándome a entender que en verdad estaba enojada. —Son las diez y tu toque de queda es a las nueve.
Me dieron ganas de llorar, literalmente, y es que no encuentro razón alguna.
Di media vuelta, fingiendo buscar algo en los cajones, pestañeando varias veces par que el sentimiento se vaya. Expulsé un largo suspiro y tomo aire para contestar.
—No me di cuenta —respondí rápidamente, pero aún así pude sentir mi voz quebrada—. Quise ayudarle a la señora Martha a limpiar la cocina porque Nick había ido a recoger el carro y se me fue el tiempo.
No era verdad, pero tampoco mentira, era un verdad a medias porque si ayudé a Martha con la limpieza, pero no exactamente porque Nick haya ido por su auto, sino que el limpiar me tranquilizaba tanto y hacía que me perdiera de todo.
Y ahora sólo quiero tirarme en mi cama, fumar uno, o dos, tres, quizá cuatro cigarrillos y sentir un pequeño metal en mis brazos. Sólo eso.
—No sé por qué no te creo —empezó, pero di la vuelta y la miré con la cara más decaída que pude—, te ves cansado. Te dejé empanadas, y calienta leche si tienes hambre.
Movió su silla hacia mí, pero fui más rápido y me acerque a ella. Le dí un beso en la frente y dejé que ella me diera uno también.
—Buenas noches —dijo y se fue.
Exhale y moví la boca para que las ganas de llorar se fueran, le di masajes a mi quijada y traté de pensar en otras cosas pero aún así sentía que pronto comenzaría a hacerlo. Un dolor en mi pecho se instaló, haciendo que mi cuerpo pesara veinte kilos más.
Cerré la puerta de mi habitación detrás de mi, le puse seguro y caminé entre la oscuridad hasta llegar a la lampara que está en el escritorio. Me senté en mi cama y sin querer me fui de espaldas cayendo encima de mis cuadernos y libros. Me siento tan terriblemente cansado que ahora mismo deseo dormir y no despertar nunca.
Sentía que caía en el sueño, pero mi boca comenzó a protestar en busca de su único calmante. Me levanté de la cama con las pocas fuerzas que tenía y fui por mi pequeño escape del mundo, quité mis horribles botas viejas y gastadas de los pies en el camino. Regresé a la cama con la caja ya abierta y un cigarro en una mano, lo puse en mi boca, lo prendí y di la calada más grande que nunca había hecho. El humo tocó mis pulmones que ya aclamaban el veneno metiéndome en un estado de relajación que no había sentido en todo el día.
No podía describir cómo me sentía, era tan bien, tan relajante, tan ver-un-amanecer-desde-la-hermosa-casa-de-Sunshine pero multiplicado por diez. Me sentía tan lejano a lo que pasaba a mi alrededor, ajeno a las preguntas estúpidas que aún vagan en mi cabeza del tan raro recibimiento de Sunshine en la madrugada, ajeno de la pelea que se estaba llevando a cabo afuera de mi casa, ajeno de lo que me había dicho hace horas mi jefa, ajeno de esos ojos azules que no lograba sacar de mi cabeza desde hace dos semanas.
Sacudí la cabeza en un acto reflejo, intentando alejar todo eso de mi. Di otra calada al cigarrillo mientras buscaba mi mochila y sacaba la hermosa laptop que me regaló Liam hace unos días. Tenía mi propio computador, pero era de hace cuatro años y era más lento que el infierno, entonces Liam tan buen amigo me regaló una laptop semi-usada que tenía guardada por ahí y gracias a la beca de la Universidad no me preocupo por las cuentas del internet u otras cosas escolares, es un alivio. Aunque casi no lo ocupo, hoy quería entrar a tumblr porque lo tenía muy olvidado, eso es muy raro en mi.
Estoy muy cansado, pero quiero ver que hay de nuevo por ahí.
Prendí el computador y puse la contraseña que me pedía, "músicaychocolate". ¿A quién se le ocurre esa contraseña?
Después de revisar las pocas carpetas que tenía y eliminar cosas que a mi no me interesaban en lo más mínimo abrí el navegador en mi página favorita, me dí cuenta que tenía tres mensajes y casi salto en mi cama por los veinte nuevos seguidores que tenía, de no haber sido porque estaba desecho. Fui directo a la bandeja y respondí el primero y segundo con un saludo, porque no podía escribir más, pero el tercero...
¿Tu familia sabe que tienes depresión?
El humo del cigarro que había inhalado antes se me atoró en la garganta haciéndome toser fuertemente. Nadie nunca me había preguntado eso, o algo parecido y yo nunca me había puesto a pensarlo.
Yo no tengo depresión, sólo que me gusta sentir dolor, soy algo así como extremadamente masoquista, además, yo merezco sufrir. No quiero morir, no soy de esas personas que se entristecen por cualquier cosa, no doy pretextos a mis actos contra mí mismo y lo más importante, no estoy triste, ¿es que acaso no me ven sonreír todo el tiempo? ¿Cómo se atreven a llamarme depresivo sin siquiera conocerme?
Cerré fuertemente el aparato, me pregunté si no se había roto la pantalla, o dañado algo, pero el mensaje abarcaba casi toda mi cabeza que el pensamiento se esfumó rápidamente. Mi boca se sentía rara así que di otra calada aguantando el humo en mi organismo lo más que pude y lo expulsé. Tal vez eso me ayude a pensar mejor.
Me recosté mirando el techo de mi habitación, poniendo los pies encima de los tubos casi oxidados que sostenían el colchón de lado de la cabecera.
En realidad yo no sé mucho acerca de esas cosas, pero puedo asegurarme a mí mismo que no tengo nada de eso.
Miré a mi lado la caja abierta. ¿Lastimarse a sí mismo es depresión? No, no lo es. Lastimarse a sí mismo es una forma de sacar el dolor que uno tiene dentro, así no sentirse mal todo el tiempo, y supongo que las personas que no lo hacen si están deprimidas. Uhm, ya me revolví.
Cerré los ojos en un intento de alejar mis pensamientos de esas cuchillas —por lo menos una vez— e inhale por última vez de mi cigarro. El humo me ayudaba a alejarme de las confusas preguntas que me hacía, dejando un pequeñísimo hilo de pensamientos a flote que no alcanzaba a descifrar. Y es por esto que me encanta fumar; me relaja tanto...
Mi mente se fue oscureciendo y adentrándose más en mis sueños borrosos donde predominaban mis recuerdos de cuando era niño, cuando era feliz.
Desperté sudado y con el corazón a mil, de nuevo. Esa pesadilla donde Sunshine veía mis brazos apareció de nuevo pero esta vez fue en su casa, y raramente, ella me decía 'cariño'. Miré el reloj en el escritorio, eran las tres de la madrugada, igual que ayer. No de nuevo, me quejé.
Aún estaba con los pies en la cabecera de mi cama, mis libros esparcidos abajo de mi y las cuchillas estaban regadas alrededor de la caja, con la cajetilla de cigarros abierta. Que raro, por lo general yo no me muevo mucho en sueños, pero éste no es un simple sueño.
Tallé mis ojos porque los sentía pesados, una sensación mi instaba a tomar una de las cuchillas, sabía que si luchaba contra el impulso perdería, pero aún así lo hice. Terminé con el filo en mis manos temblorosas y sudadas, de nuevo esa sensación de llorar se agrandó dentro de mi, logrando que soltara las primeras lagrimas. ¿De que lloraba? No lo sabía, pero quería hacerlo. Soy una maldito llorón que no sabe ni el por qué del llanto, y por si fuera poco, la gente dice que tengo depresión.
No, no de nuevo con eso.
Respiré hondo al darme cuenta que mi llanto había incrementado, iba a despertar a mi tía. Entonces sentí algo cayendo en mi abdomen, levanté mi cabeza para ver y me sentí pésimo al descubrir mi brazo con la manga del suéter arriba del codo, unas gotas de sangre cayendo de mi nuevo corte y la navaja en mi otra mano que temblaba horriblemente.
¿Qué hice?
Hice un sonido con la garganta, asintiendo.
Eran las tres de la tarde y había mucho sol, por lo cual la cafetería estaba un poco vacía. Y estoy consciente de eso, yo también preferiría salir a un parque y disfrutar del calor en pleno invierno en vez de estar en una cafetería. El único ruido que había era el de los coches afuera, en la avenida, y la música que se le ocurrió poner a Megan.
—¿No tienes calor, rulos? —preguntó ella—. Ese suéter es enorme —apuntó.
—No.
Si bien ella y yo nunca hemos congeniado, cuando hace calor la soporto menos.
Es como que el clima influye en mi estado de ánimo; si hace frío estoy feliz y si hace calor estoy irritable. No soporto el sol, la luz fuerte, el calor o cualquiera que tenga que ver con eso, prefiero los días fríos donde puedo ponerme un sin fin de suéteres, gorros, guantes, me gusta el humo que desprende la boca al hablar, el olor a café y chocolate, las sopas calientes y eso.
La chica chasqueó la lengua por mi respuesta tan cortante, le arremedé cuando se fue a atender a otro cliente recién llegado. Martha se rió, y pienso que fue por mi gesto aunque también pudo haber sido algo en su celular porque no quitó la vista de allí.
El reproductor empezó a sonar con 'Chocolate' de The 1975, me gusta esa canción.
—Creo que ahora si podrás matarla sin interrupciones —susurró mi jefa para que nadie más escuchara—; Niall ya no podrá detenerte.
—¿Ah? ¿Por qué lo haría, y por qué Niall me detendría? —pregunté cerrando mi libreta de apuntes.
—No me digas que nunca te diste cuenta —sonrió irónicamente. Negué—. Niall gustaba de Megan, y viceversa, pero ninguno dijo nada —se encogió de hombros, regresando a su celular.
¿Niall? ¿Mi pequeño teñido platinado gustaba de ese ser maligno con buen gusto musical?
Esto me dejó pensando por mucho tiempo, no podía ser que yo ni en cuenta de eso, más aparte ¿Megan quería algo con mi amigo? ¿por qué nunca lo dijo?
La información me dejó con la boca abierta durante lo que restaba del día, y cuando llegué a casa estaba igual.
Entré la cocina por un vaso de agua pensando en las posibilidades de que Niall y Megan hayan salido... no, sería horrible para mi, pero por más que quiera, yo no hubiera podido negar a Niall salir con aquella chica sólo porque a mi no me gustaba. Pero tampoco hubiera apoyado esa relación, creo que le hubiera hecho como con casi todo; me alejo y cierro mi burbuja dejándolos fuera. Si, eso sería lo que hubiera hecho.
Mi mamá entró un poco después con la pijama puesta y sospeché que ya habían cenado sin mi. Mejor, no tengo ni una pizca de hambre, debe haber sido por el calor.
—¿Por qué llegaste tan tarde, jovencito? ¿No sabes que tienes horario? —chasqueó la lengua, dándome a entender que en verdad estaba enojada. —Son las diez y tu toque de queda es a las nueve.
Me dieron ganas de llorar, literalmente, y es que no encuentro razón alguna.
Di media vuelta, fingiendo buscar algo en los cajones, pestañeando varias veces par que el sentimiento se vaya. Expulsé un largo suspiro y tomo aire para contestar.
—No me di cuenta —respondí rápidamente, pero aún así pude sentir mi voz quebrada—. Quise ayudarle a la señora Martha a limpiar la cocina porque Nick había ido a recoger el carro y se me fue el tiempo.
No era verdad, pero tampoco mentira, era un verdad a medias porque si ayudé a Martha con la limpieza, pero no exactamente porque Nick haya ido por su auto, sino que el limpiar me tranquilizaba tanto y hacía que me perdiera de todo.
Y ahora sólo quiero tirarme en mi cama, fumar uno, o dos, tres, quizá cuatro cigarrillos y sentir un pequeño metal en mis brazos. Sólo eso.
—No sé por qué no te creo —empezó, pero di la vuelta y la miré con la cara más decaída que pude—, te ves cansado. Te dejé empanadas, y calienta leche si tienes hambre.
Movió su silla hacia mí, pero fui más rápido y me acerque a ella. Le dí un beso en la frente y dejé que ella me diera uno también.
—Buenas noches —dijo y se fue.
Exhale y moví la boca para que las ganas de llorar se fueran, le di masajes a mi quijada y traté de pensar en otras cosas pero aún así sentía que pronto comenzaría a hacerlo. Un dolor en mi pecho se instaló, haciendo que mi cuerpo pesara veinte kilos más.
Cerré la puerta de mi habitación detrás de mi, le puse seguro y caminé entre la oscuridad hasta llegar a la lampara que está en el escritorio. Me senté en mi cama y sin querer me fui de espaldas cayendo encima de mis cuadernos y libros. Me siento tan terriblemente cansado que ahora mismo deseo dormir y no despertar nunca.
Sentía que caía en el sueño, pero mi boca comenzó a protestar en busca de su único calmante. Me levanté de la cama con las pocas fuerzas que tenía y fui por mi pequeño escape del mundo, quité mis horribles botas viejas y gastadas de los pies en el camino. Regresé a la cama con la caja ya abierta y un cigarro en una mano, lo puse en mi boca, lo prendí y di la calada más grande que nunca había hecho. El humo tocó mis pulmones que ya aclamaban el veneno metiéndome en un estado de relajación que no había sentido en todo el día.
No podía describir cómo me sentía, era tan bien, tan relajante, tan ver-un-amanecer-desde-la-hermosa-casa-de-Sunshine pero multiplicado por diez. Me sentía tan lejano a lo que pasaba a mi alrededor, ajeno a las preguntas estúpidas que aún vagan en mi cabeza del tan raro recibimiento de Sunshine en la madrugada, ajeno de la pelea que se estaba llevando a cabo afuera de mi casa, ajeno de lo que me había dicho hace horas mi jefa, ajeno de esos ojos azules que no lograba sacar de mi cabeza desde hace dos semanas.
Sacudí la cabeza en un acto reflejo, intentando alejar todo eso de mi. Di otra calada al cigarrillo mientras buscaba mi mochila y sacaba la hermosa laptop que me regaló Liam hace unos días. Tenía mi propio computador, pero era de hace cuatro años y era más lento que el infierno, entonces Liam tan buen amigo me regaló una laptop semi-usada que tenía guardada por ahí y gracias a la beca de la Universidad no me preocupo por las cuentas del internet u otras cosas escolares, es un alivio. Aunque casi no lo ocupo, hoy quería entrar a tumblr porque lo tenía muy olvidado, eso es muy raro en mi.
Estoy muy cansado, pero quiero ver que hay de nuevo por ahí.
Prendí el computador y puse la contraseña que me pedía, "músicaychocolate". ¿A quién se le ocurre esa contraseña?
Después de revisar las pocas carpetas que tenía y eliminar cosas que a mi no me interesaban en lo más mínimo abrí el navegador en mi página favorita, me dí cuenta que tenía tres mensajes y casi salto en mi cama por los veinte nuevos seguidores que tenía, de no haber sido porque estaba desecho. Fui directo a la bandeja y respondí el primero y segundo con un saludo, porque no podía escribir más, pero el tercero...
El humo del cigarro que había inhalado antes se me atoró en la garganta haciéndome toser fuertemente. Nadie nunca me había preguntado eso, o algo parecido y yo nunca me había puesto a pensarlo.
Yo no tengo depresión, sólo que me gusta sentir dolor, soy algo así como extremadamente masoquista, además, yo merezco sufrir. No quiero morir, no soy de esas personas que se entristecen por cualquier cosa, no doy pretextos a mis actos contra mí mismo y lo más importante, no estoy triste, ¿es que acaso no me ven sonreír todo el tiempo? ¿Cómo se atreven a llamarme depresivo sin siquiera conocerme?
Cerré fuertemente el aparato, me pregunté si no se había roto la pantalla, o dañado algo, pero el mensaje abarcaba casi toda mi cabeza que el pensamiento se esfumó rápidamente. Mi boca se sentía rara así que di otra calada aguantando el humo en mi organismo lo más que pude y lo expulsé. Tal vez eso me ayude a pensar mejor.
Me recosté mirando el techo de mi habitación, poniendo los pies encima de los tubos casi oxidados que sostenían el colchón de lado de la cabecera.
En realidad yo no sé mucho acerca de esas cosas, pero puedo asegurarme a mí mismo que no tengo nada de eso.
Miré a mi lado la caja abierta. ¿Lastimarse a sí mismo es depresión? No, no lo es. Lastimarse a sí mismo es una forma de sacar el dolor que uno tiene dentro, así no sentirse mal todo el tiempo, y supongo que las personas que no lo hacen si están deprimidas. Uhm, ya me revolví.
Cerré los ojos en un intento de alejar mis pensamientos de esas cuchillas —por lo menos una vez— e inhale por última vez de mi cigarro. El humo me ayudaba a alejarme de las confusas preguntas que me hacía, dejando un pequeñísimo hilo de pensamientos a flote que no alcanzaba a descifrar. Y es por esto que me encanta fumar; me relaja tanto...
Mi mente se fue oscureciendo y adentrándose más en mis sueños borrosos donde predominaban mis recuerdos de cuando era niño, cuando era feliz.
Desperté sudado y con el corazón a mil, de nuevo. Esa pesadilla donde Sunshine veía mis brazos apareció de nuevo pero esta vez fue en su casa, y raramente, ella me decía 'cariño'. Miré el reloj en el escritorio, eran las tres de la madrugada, igual que ayer. No de nuevo, me quejé.
Aún estaba con los pies en la cabecera de mi cama, mis libros esparcidos abajo de mi y las cuchillas estaban regadas alrededor de la caja, con la cajetilla de cigarros abierta. Que raro, por lo general yo no me muevo mucho en sueños, pero éste no es un simple sueño.
Tallé mis ojos porque los sentía pesados, una sensación mi instaba a tomar una de las cuchillas, sabía que si luchaba contra el impulso perdería, pero aún así lo hice. Terminé con el filo en mis manos temblorosas y sudadas, de nuevo esa sensación de llorar se agrandó dentro de mi, logrando que soltara las primeras lagrimas. ¿De que lloraba? No lo sabía, pero quería hacerlo. Soy una maldito llorón que no sabe ni el por qué del llanto, y por si fuera poco, la gente dice que tengo depresión.
No, no de nuevo con eso.
Respiré hondo al darme cuenta que mi llanto había incrementado, iba a despertar a mi tía. Entonces sentí algo cayendo en mi abdomen, levanté mi cabeza para ver y me sentí pésimo al descubrir mi brazo con la manga del suéter arriba del codo, unas gotas de sangre cayendo de mi nuevo corte y la navaja en mi otra mano que temblaba horriblemente.
¿Qué hice?
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Capítulo 10.
❛❛—what if i help you with this subject.
Me sentí fatal, entonces, siguiendo con lo que ya había empezado, hice otros cortes más a ambos brazos manchando un poco mi playera, y accidentalmente un par de gotas cayó en la colcha. ¡Maldición!
Fui al baño a limpiarme y regresé a la habitación tirándome de nuevo en la cama, regresando a mis sueños donde predominaban ojos azules y amaneceres espectaculares.
{****}
Entré a la primera clase de hoy diez minutos antes que todos, evitando toparme con gente indeseada, como Vera. Suspiré de alegría cuando me senté en mi lugar habitual, sacando mi libro y la tarea que consistía en un ensayo sobre el cambio y la devaluación de la moneda a lo largo del siglo XIX, no entiendo por qué se me ocurrió escoger esta materia cuando yo estudio para psicología, y ahí claramente no se ocupan las matemáticas. Oh, cierto, porque Niall estaba aquí para su carrera en Ingeniería industrial.
Alguien entró a la sala y me sacó de mi lista de maldiciones hacia Niall, es Alexia.
—Hey —dijo suavemente y me sonrió, le devolví el gesto.
Decidí que sería divertido si me burlo un poco de ella.
—¿Por qué nos iluminas con tu presencia?
Ella me miró con mala cara sentándose a mi lado, suspiró haciéndome pensar que tal vez fui un poco rudo, tal vez.
—Reprobaré la materia porque no entiendo ni una joda de matemáticas —rodó los ojos y sé que es verdad por su tono. Al menos no se enojó por lo que dije.
—Linda expresión —me burlé. Ella dejo de buscar en su bolso para mirarme mal de nuevo, pero se me ocurrió una idea para hacerla sentir bien—. Que tal si te ayudo con la materia —le sonreí—, sin Niall tengo mucho tiempo libre —recordé con tristeza. Sin Niall, por primera vez en ocho años.
Vi como sus ojos se iluminaron un poco, me miró por un momento en silencio y después se tiró encima de mi envolviendo sus brazos a mi alrededor.
—Te lo agradezco tanto, Harry —me dio un beso en la mejilla y después tomó lugar en su asiento, buscando de nuevo en su bolso.
—De nada —dije en un susurro mirando cuan desesperada estaba por encontrar no-sé-qué-cosa. Vi que sacó un pequeño frasco de pastillas y se llevó dos a la boca con alivio en su cara, debe estar enferma. Aún faltaban cinco minutos para empezar la clase, pero conociendo bien la materia el profesor y todos los demás llegarán diez minutos después aún.
—Hoy, por favor. ¿En mi casa? —preguntó sacando su libro. Asentí—. De acuerdo, entonces ¿a qué hora puedes?
Pensé en las cosas que tenía que hacer hoy, miércoles. Mis tareas están adelantadas por días, semanas incluso, así que puedo darme el lujo de ayudar a Alexia. Además de eso, tengo que ir al gimnasio, pero es hasta las seis, y las dos últimas horas escolares de hoy fueron canceladas, así que tengo libre de doce a cinco.
—Saliendo de clases, supongo —me las arreglé para decir. Ella levantó la cabeza que descansaba encima de su libro y me sonrió. —Pero necesito ir a casa por mi computadora y mis apuntes, ya que hoy sólo necesitábamos el libro —me excusé.
—Claro, podría acompañarte e ir de ahí a mi casa.
Mi cara se puso pálida cuando lo dijo. Me mordí el labio para no decir algo de lo que después me arrepentiría, pero es que nadie conoce mi casa además de Niall y Liam, mucho menos a mi madre. Y no es que me avergüence, pero es que no quiero que me tenga lástima. ¿Y si lo hace? No lo creo, no creo que lo haga.
—De acuerdo —le aseguré y me aseguré a mi mismo, nos aseguré. No será tan malo, sólo hago que espere afuera y voy rápidamente por mis cosas. Ella asintió recargando su cabeza en el libro de nuevo.
Bajé más de las mangas de mi suéter azul marino, un hábito mío cuando estoy ansioso. Escuché pasos afuera y miré como Liam entraba maldiciendo la pantalla de su celular, probablemente su padre.
El pensamiento de que Sunshine y Liam no se llevan bien pasó por mi mente, haciendo que me preparara para lo que venía, probablemente gritos.
Ella alzó su cabeza al mismo tiempo que Liam sacaba la vista de su teléfono, ambos se miraron y noté la incomodidad de Liam al reconocerla y el ceño fruncido de Sunshine cuando lo escaneó de arriba a abajo.
—Tú —murmuraron ambos, pero noté que el tono de Liam era más agudo. Creo que aún le tiene miedo.
—Hola, Liam —saludé incómodamente, sobando la parte trasera de mi cuello. Ambos voltearon a verme, poniéndome nervioso, no soporto cuando la gente me mira y no disimula al hacerlo. —Ella es... —empecé diciendo, pero el me cortó.
—Sé quien es —le dio una mirada fugaz, con miedo en los ojos.
—¡Claro que sabes quien soy! —le dijo Sunshine, un octavo por encima de su voz—. ¡Madito roba hermanas, eres un... un tonto!
Sus mejillas están rojas por el enojo y su respiración es irregular. Veo que le tiene mucho coraje.
Una pequeña risa se me escapó por su gran insulto, dirigiendo su atención a mi. Oh, no.
—¡No te rías! —espetó. Si las miradas mataran...
Creo que se dio cuenta de su rabieta y trató de tranquilizarse, se sentó de nuevo en su lugar sin mirar de nuevo a Liam. Me encogí de hombros hacia él, pero sólo conseguí que una sonrisa maliciosa creciera en su cara y pienso que va a hacerla enojar de nuevo.
Caminó hacia nosotros pero siguió en línea recta hasta la mitad de la sala y se sentó, su lugar habitual. Volteé para verlo sacar su libro y me dedicó una sonrisa tranquilizadora, al menos no va a hacerla enojar. Le sonreí de vuelta y me acomodé en mi lugar, miré de reojo a la chica a mi lado pero preferí no hacerlo; ella no quitaba esa asesina mirada de mi cara. Casi podía decir que era tóxica.
—¿Qué? —susurré para que sólo ella me escuche.
—¿Cómo... cómo se te ocurre hablarle a ese... idiota ladrón? —bufó, en el mismo tono que yo.
—Sunshine —dijó Liam a nuestras espaldas, ella volteó por instinto pero puedo asegurar que no lo hubiera hecho si lo hubiera pensado—, sucede que Harry es mi amigo, mucho antes que fuera tuyo por lo que veo.
Auch.
La cara de Alexia se tornó roja al instante, y maldecí a Liam por provocarla de nuevo, aunque estoy seguro que esa no fue su intención. Vi un rastro de pánico en la cara de Liam, pero inmediatamente puso un semblante socarrón. No sabe a lo que se mete, ni yo lo sé.
—¡Eres un jodido! ¡Un jodido que le gusta molestar como una piedra en el sostén!
Ella se tapó la boca al darse cuenta de sus palabras, aunque a mi parecer no fueron tan hirientes. Yo abrí los ojos a tope para darle más dramatismo, la miré con la boca abierta y también a Liam, él estaba igual que yo, pero sabía que no fingía. Recuperó la compostura y cruzó las manos encima del escritorio.
—Lo qué quieras, Abejorro —Quiero creer que lo último fue para hacerla enojar aún más, no tuve que mirarla para comprobarlo, su respiración era escandalosa e irregular de nuevo. —Aún así, Harry es mío.
Me sentía como un objeto, como un costal de papas por el que luchan Sunshine y Liam para ver quien es el elegido para tenerlo. Me alaga y a la vez me da nauseas, no permitiré que sigan peleando. ¿No fue mucho cuando eran pequeños? Bajé la vista a mi libro y esperé a que se calmaran, sé que ella no haría nada.
—Harry —él murmuró lo suficientemente alto para que ella escuchara. Vi que Sunshine apretó sus manos en puños haciendo que sus nudillos se volvieran blancos. No volteé a verlo, él sabía que lo escuchaba. —Te espero en mi casa a las seis.
El profesor entró al aula antes de que Sunshine fuera por Liam y lo estrangulara, le hubiera agradecido por su presencia pero no podía abrir la boca. Él nos echó un vistazo a los tres, quedándose más tiempo en Sun ya que se notaba su enojo a kilómetros, pero ella no quitaba su vista de Liam, después lo vio a él y finalmente a mi.
—Veo que les gusta la clase como para llegar muy temprano —dijo, logrando captar la atención de Alexia quien se acomodó de nuevo en su lugar.
Los tres miramos al frente para empezar la clase que claramente no iba a haber porque no estaba nadie. Eché un último vistazo a Liam y éste me guiñó un ojo. Ay, no.
{****}
Seguí a Sunshine a su auto para pasar a mi casa por mi material. El día escolar al fin se había acabado pero ahora tenía que lidiar con algo más y sabía que ella no se quedaría callada. Estoy seguro.
—¿Qué tienes que hacer en casa de Liam a las seis? —preguntó entrando al auto.
Lo sabía, no se quedaría callada. Casi puedo decir que la conozco.
—Vamos al gimnasio —respondí en un suspiro.
No hablamos mas del tema y agradezco eso. Lo único que escuchaba en el camino era mi voz diciéndole por donde se tenía meter Sunshine para llegar a mi casa. El camino estaba blanco por la gran nevada que hizo ayer en la noche, se veía hermoso como los copos de nieve cubrían gran parte de los arboles y casas. Me pregunto cómo se vería la casa de Sunshine.
Cada vez que nos acercamos más a mi casa me pongo más nervioso. ¿Qué le diré a ella? ¿Qué le diré a mamá? Si es que está, claro. Últimamente ella y mi tía se les ha dado por salir en las tardes y no regresar hasta las cinco o seis.
Ella no dijo nada cuando aparcamos afuera de mi casa. Tiene la misma sonrisa que tuvo todo el camino y apagó el coche. Salí rápidamente sin decirle nada y caminé directo a la puerta. Me di cuenta de que me había seguido cuando la puerta ya estaba abierta. ¡Diablos! Di un largo suspiro antes de dejarla entrar y cerrar la puerta tras nosotros. Bien, esto va a ser rápido, sólo tengo que correr a mi habitación, tomar la laptop del escritorio y regresar.
Le sonreí a Sun incómodamente cuando ella me miró, pero la sonrisa que me devolvió quitó un peso de encima, tranquilizándome. Pensé que los niños fumando en la esquina la habían asustado, o lo mal cuidado que está el vecindario, pero no. A veces me da miedo sus cambios de humor, como hace rato se enojó con Liam y ahora está sería y tranquila, asusta.
Un ruido en la cocina me hizo saber que tenía que hacer un cambio de planes; mamá estaba aquí. No quería ser descortés así que llevé a Sunshine a la cocina, a presentarla con mi mamá.
—Mamá —la llamé—, traje a alguien.
Ambos entramos a mi pequeña y pobre cocina encontrándonos con mi mamá que estaba sentada en un taburete de la isla cortando vegetales. Yo le había dicho que no hiciera eso porque después se puede caer cuando se siente en su silla. Le di una mirada de reproche pero no me hizo caso por la chica que estaba a mi lado. Se le iluminaron los ojos y sonrió, nunca la había visto sonreír así.
—Hola —saludó.
—Mucho gusto, soy Sunshine —se presentó.
Me moví incómodamente en los talones, miré mis manos presa del nerviosismo.
—Eh... —empecé, mi mente se puso en blanco, dejándome sin nada que decir— voy arriba por las cosas —avisé con las mejillas rojas y salí escaleras arriba. Uf, no pensé que fuera tan difícil e incomodo presentar una amiga a mi madre.
Tomé lo necesario para la tutoría y bajé corriendo las escaleras. Me encontré a mi madre y Sunshine riendo casualmente, mi amiga ya estaba frente a mi mamá con los codos recargados. Ambas miraron en mi dirección cuando entré y noté como mi mamá me guiñaba un ojo. Uhmm.
—Harry, ¿me puedes ayudar a llegar a la silla? —preguntó.
—Uhm... claro.
Caminé hacia ella y la tomé de la cintura ayudándola a sentarse, puse la manta en sus piernas y le besé la frente haciéndola reír. Me gusta cuando se ríe. Pude notar la mirada de Sunshine todo el tiempo pero no quise verla, sabía que tendría una mirada de lástima. Le di una sonrisa a mi mamá y tuve que girar mi cabeza a la castaña para ver si estaba lista, ella tenía un semblante de adoración en el rostro, no había otra cosa que lo definiera. Me miró y pestañeó.
—Ha sido un gusto conocerte, Anne, pero tenemos que irnos —se despidió Sunshine. Mi mamá la miró confusa y después a mi.
—Le ayudaré a estudiar —expliqué—. Regresaré antes de las cinco, no te preocupes —la tranquilicé. Desde que llegué tarde el sábado pasado ha estado muy estricta respecto a los horarios.
—De acuerdo. Vayan con cuidado, por favor —pidió.
Asentí y le di un último beso en la frente, caminamos a la puerta y salimos.
No fue tan mal como lo había pensado.
Fui al baño a limpiarme y regresé a la habitación tirándome de nuevo en la cama, regresando a mis sueños donde predominaban ojos azules y amaneceres espectaculares.
Entré a la primera clase de hoy diez minutos antes que todos, evitando toparme con gente indeseada, como Vera. Suspiré de alegría cuando me senté en mi lugar habitual, sacando mi libro y la tarea que consistía en un ensayo sobre el cambio y la devaluación de la moneda a lo largo del siglo XIX, no entiendo por qué se me ocurrió escoger esta materia cuando yo estudio para psicología, y ahí claramente no se ocupan las matemáticas. Oh, cierto, porque Niall estaba aquí para su carrera en Ingeniería industrial.
Alguien entró a la sala y me sacó de mi lista de maldiciones hacia Niall, es Alexia.
—Hey —dijo suavemente y me sonrió, le devolví el gesto.
Decidí que sería divertido si me burlo un poco de ella.
—¿Por qué nos iluminas con tu presencia?
Ella me miró con mala cara sentándose a mi lado, suspiró haciéndome pensar que tal vez fui un poco rudo, tal vez.
—Reprobaré la materia porque no entiendo ni una joda de matemáticas —rodó los ojos y sé que es verdad por su tono. Al menos no se enojó por lo que dije.
—Linda expresión —me burlé. Ella dejo de buscar en su bolso para mirarme mal de nuevo, pero se me ocurrió una idea para hacerla sentir bien—. Que tal si te ayudo con la materia —le sonreí—, sin Niall tengo mucho tiempo libre —recordé con tristeza. Sin Niall, por primera vez en ocho años.
Vi como sus ojos se iluminaron un poco, me miró por un momento en silencio y después se tiró encima de mi envolviendo sus brazos a mi alrededor.
—Te lo agradezco tanto, Harry —me dio un beso en la mejilla y después tomó lugar en su asiento, buscando de nuevo en su bolso.
—De nada —dije en un susurro mirando cuan desesperada estaba por encontrar no-sé-qué-cosa. Vi que sacó un pequeño frasco de pastillas y se llevó dos a la boca con alivio en su cara, debe estar enferma. Aún faltaban cinco minutos para empezar la clase, pero conociendo bien la materia el profesor y todos los demás llegarán diez minutos después aún.
—Hoy, por favor. ¿En mi casa? —preguntó sacando su libro. Asentí—. De acuerdo, entonces ¿a qué hora puedes?
Pensé en las cosas que tenía que hacer hoy, miércoles. Mis tareas están adelantadas por días, semanas incluso, así que puedo darme el lujo de ayudar a Alexia. Además de eso, tengo que ir al gimnasio, pero es hasta las seis, y las dos últimas horas escolares de hoy fueron canceladas, así que tengo libre de doce a cinco.
—Saliendo de clases, supongo —me las arreglé para decir. Ella levantó la cabeza que descansaba encima de su libro y me sonrió. —Pero necesito ir a casa por mi computadora y mis apuntes, ya que hoy sólo necesitábamos el libro —me excusé.
—Claro, podría acompañarte e ir de ahí a mi casa.
Mi cara se puso pálida cuando lo dijo. Me mordí el labio para no decir algo de lo que después me arrepentiría, pero es que nadie conoce mi casa además de Niall y Liam, mucho menos a mi madre. Y no es que me avergüence, pero es que no quiero que me tenga lástima. ¿Y si lo hace? No lo creo, no creo que lo haga.
—De acuerdo —le aseguré y me aseguré a mi mismo, nos aseguré. No será tan malo, sólo hago que espere afuera y voy rápidamente por mis cosas. Ella asintió recargando su cabeza en el libro de nuevo.
Bajé más de las mangas de mi suéter azul marino, un hábito mío cuando estoy ansioso. Escuché pasos afuera y miré como Liam entraba maldiciendo la pantalla de su celular, probablemente su padre.
El pensamiento de que Sunshine y Liam no se llevan bien pasó por mi mente, haciendo que me preparara para lo que venía, probablemente gritos.
Ella alzó su cabeza al mismo tiempo que Liam sacaba la vista de su teléfono, ambos se miraron y noté la incomodidad de Liam al reconocerla y el ceño fruncido de Sunshine cuando lo escaneó de arriba a abajo.
—Tú —murmuraron ambos, pero noté que el tono de Liam era más agudo. Creo que aún le tiene miedo.
—Hola, Liam —saludé incómodamente, sobando la parte trasera de mi cuello. Ambos voltearon a verme, poniéndome nervioso, no soporto cuando la gente me mira y no disimula al hacerlo. —Ella es... —empecé diciendo, pero el me cortó.
—Sé quien es —le dio una mirada fugaz, con miedo en los ojos.
—¡Claro que sabes quien soy! —le dijo Sunshine, un octavo por encima de su voz—. ¡Madito roba hermanas, eres un... un tonto!
Sus mejillas están rojas por el enojo y su respiración es irregular. Veo que le tiene mucho coraje.
Una pequeña risa se me escapó por su gran insulto, dirigiendo su atención a mi. Oh, no.
—¡No te rías! —espetó. Si las miradas mataran...
Creo que se dio cuenta de su rabieta y trató de tranquilizarse, se sentó de nuevo en su lugar sin mirar de nuevo a Liam. Me encogí de hombros hacia él, pero sólo conseguí que una sonrisa maliciosa creciera en su cara y pienso que va a hacerla enojar de nuevo.
Caminó hacia nosotros pero siguió en línea recta hasta la mitad de la sala y se sentó, su lugar habitual. Volteé para verlo sacar su libro y me dedicó una sonrisa tranquilizadora, al menos no va a hacerla enojar. Le sonreí de vuelta y me acomodé en mi lugar, miré de reojo a la chica a mi lado pero preferí no hacerlo; ella no quitaba esa asesina mirada de mi cara. Casi podía decir que era tóxica.
—¿Qué? —susurré para que sólo ella me escuche.
—¿Cómo... cómo se te ocurre hablarle a ese... idiota ladrón? —bufó, en el mismo tono que yo.
—Sunshine —dijó Liam a nuestras espaldas, ella volteó por instinto pero puedo asegurar que no lo hubiera hecho si lo hubiera pensado—, sucede que Harry es mi amigo, mucho antes que fuera tuyo por lo que veo.
Auch.
La cara de Alexia se tornó roja al instante, y maldecí a Liam por provocarla de nuevo, aunque estoy seguro que esa no fue su intención. Vi un rastro de pánico en la cara de Liam, pero inmediatamente puso un semblante socarrón. No sabe a lo que se mete, ni yo lo sé.
—¡Eres un jodido! ¡Un jodido que le gusta molestar como una piedra en el sostén!
Ella se tapó la boca al darse cuenta de sus palabras, aunque a mi parecer no fueron tan hirientes. Yo abrí los ojos a tope para darle más dramatismo, la miré con la boca abierta y también a Liam, él estaba igual que yo, pero sabía que no fingía. Recuperó la compostura y cruzó las manos encima del escritorio.
—Lo qué quieras, Abejorro —Quiero creer que lo último fue para hacerla enojar aún más, no tuve que mirarla para comprobarlo, su respiración era escandalosa e irregular de nuevo. —Aún así, Harry es mío.
Me sentía como un objeto, como un costal de papas por el que luchan Sunshine y Liam para ver quien es el elegido para tenerlo. Me alaga y a la vez me da nauseas, no permitiré que sigan peleando. ¿No fue mucho cuando eran pequeños? Bajé la vista a mi libro y esperé a que se calmaran, sé que ella no haría nada.
—Harry —él murmuró lo suficientemente alto para que ella escuchara. Vi que Sunshine apretó sus manos en puños haciendo que sus nudillos se volvieran blancos. No volteé a verlo, él sabía que lo escuchaba. —Te espero en mi casa a las seis.
El profesor entró al aula antes de que Sunshine fuera por Liam y lo estrangulara, le hubiera agradecido por su presencia pero no podía abrir la boca. Él nos echó un vistazo a los tres, quedándose más tiempo en Sun ya que se notaba su enojo a kilómetros, pero ella no quitaba su vista de Liam, después lo vio a él y finalmente a mi.
—Veo que les gusta la clase como para llegar muy temprano —dijo, logrando captar la atención de Alexia quien se acomodó de nuevo en su lugar.
Los tres miramos al frente para empezar la clase que claramente no iba a haber porque no estaba nadie. Eché un último vistazo a Liam y éste me guiñó un ojo. Ay, no.
Seguí a Sunshine a su auto para pasar a mi casa por mi material. El día escolar al fin se había acabado pero ahora tenía que lidiar con algo más y sabía que ella no se quedaría callada. Estoy seguro.
—¿Qué tienes que hacer en casa de Liam a las seis? —preguntó entrando al auto.
Lo sabía, no se quedaría callada. Casi puedo decir que la conozco.
—Vamos al gimnasio —respondí en un suspiro.
No hablamos mas del tema y agradezco eso. Lo único que escuchaba en el camino era mi voz diciéndole por donde se tenía meter Sunshine para llegar a mi casa. El camino estaba blanco por la gran nevada que hizo ayer en la noche, se veía hermoso como los copos de nieve cubrían gran parte de los arboles y casas. Me pregunto cómo se vería la casa de Sunshine.
Cada vez que nos acercamos más a mi casa me pongo más nervioso. ¿Qué le diré a ella? ¿Qué le diré a mamá? Si es que está, claro. Últimamente ella y mi tía se les ha dado por salir en las tardes y no regresar hasta las cinco o seis.
Ella no dijo nada cuando aparcamos afuera de mi casa. Tiene la misma sonrisa que tuvo todo el camino y apagó el coche. Salí rápidamente sin decirle nada y caminé directo a la puerta. Me di cuenta de que me había seguido cuando la puerta ya estaba abierta. ¡Diablos! Di un largo suspiro antes de dejarla entrar y cerrar la puerta tras nosotros. Bien, esto va a ser rápido, sólo tengo que correr a mi habitación, tomar la laptop del escritorio y regresar.
Le sonreí a Sun incómodamente cuando ella me miró, pero la sonrisa que me devolvió quitó un peso de encima, tranquilizándome. Pensé que los niños fumando en la esquina la habían asustado, o lo mal cuidado que está el vecindario, pero no. A veces me da miedo sus cambios de humor, como hace rato se enojó con Liam y ahora está sería y tranquila, asusta.
Un ruido en la cocina me hizo saber que tenía que hacer un cambio de planes; mamá estaba aquí. No quería ser descortés así que llevé a Sunshine a la cocina, a presentarla con mi mamá.
—Mamá —la llamé—, traje a alguien.
Ambos entramos a mi pequeña y pobre cocina encontrándonos con mi mamá que estaba sentada en un taburete de la isla cortando vegetales. Yo le había dicho que no hiciera eso porque después se puede caer cuando se siente en su silla. Le di una mirada de reproche pero no me hizo caso por la chica que estaba a mi lado. Se le iluminaron los ojos y sonrió, nunca la había visto sonreír así.
—Hola —saludó.
—Mucho gusto, soy Sunshine —se presentó.
Me moví incómodamente en los talones, miré mis manos presa del nerviosismo.
—Eh... —empecé, mi mente se puso en blanco, dejándome sin nada que decir— voy arriba por las cosas —avisé con las mejillas rojas y salí escaleras arriba. Uf, no pensé que fuera tan difícil e incomodo presentar una amiga a mi madre.
Tomé lo necesario para la tutoría y bajé corriendo las escaleras. Me encontré a mi madre y Sunshine riendo casualmente, mi amiga ya estaba frente a mi mamá con los codos recargados. Ambas miraron en mi dirección cuando entré y noté como mi mamá me guiñaba un ojo. Uhmm.
—Harry, ¿me puedes ayudar a llegar a la silla? —preguntó.
—Uhm... claro.
Caminé hacia ella y la tomé de la cintura ayudándola a sentarse, puse la manta en sus piernas y le besé la frente haciéndola reír. Me gusta cuando se ríe. Pude notar la mirada de Sunshine todo el tiempo pero no quise verla, sabía que tendría una mirada de lástima. Le di una sonrisa a mi mamá y tuve que girar mi cabeza a la castaña para ver si estaba lista, ella tenía un semblante de adoración en el rostro, no había otra cosa que lo definiera. Me miró y pestañeó.
—Ha sido un gusto conocerte, Anne, pero tenemos que irnos —se despidió Sunshine. Mi mamá la miró confusa y después a mi.
—Le ayudaré a estudiar —expliqué—. Regresaré antes de las cinco, no te preocupes —la tranquilicé. Desde que llegué tarde el sábado pasado ha estado muy estricta respecto a los horarios.
—De acuerdo. Vayan con cuidado, por favor —pidió.
Asentí y le di un último beso en la frente, caminamos a la puerta y salimos.
No fue tan mal como lo había pensado.
Invitado
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Capítulo 11.
❛❛—all that happened when she was looking for me after I left home.
Cuando llegamos a su casa lo primero que hizo fue ofrecerme comida, por supuesto que acepté. En la cocina su madre estaba preparando la comida, así que el ofrecimiento se pospuso. Me pregunté si no tendrían a alguien que les cocine ya que, bueno, tienen dinero, pero por lo que sé —y me dijeron—, no tienen ya que no hay que hacer gran cosa en la cocina porque sólo viven cuatro personas en la casa.
Empezamos a estudiar en la mesa que estaba en el patio trasero, con la preciosa vista del barranco. Sunshine me tenía que llamar cada cinco minutos porque me perdía en el paisaje, ahora cubierto de nieve haciendolo parecer aún más mágico que aquella vez.
Después de veinte minutos tratando de explicarle el método para pasar un problema al lenguaje algebraico, lo obtuvo. Me sentí bien por ella, va aprendiendo muy rápido, o lo más rápido que puede.
—¿Estás seguro que está bien, sin ningún error? —preguntó por quinta vez, mordiéndose las uñas. Supongo que es un hábito desde niña.
—Muy seguro, está genial —le sonreí para tranquilizarla.
No funcionó, primero me vio raro por segundos, después quitó la vista de mi, parecía que estaba incomoda.
—¿Sucede algo? —la pregunta salió de mi boca antes de que lo hubiera pensado.
Ella alzó la vista pero parecía que no me mirara, me estaba evitando.
—No —suspiró—. Estaba pensando.
Por supuesto que no estaba pensando. No quería que se sintiera incomoda, además estamos en su casa y sé que debo ser cortés.
—Si tienen dudas, pregunta, no hay problema. Para eso estoy aquí.
Me miró por unos largos segundos y sacudió la cabeza.
—Tengo una pregunta, pero no es de la materia —soltó por fin.
—¿Entonces?
—De... —estaba mirando más allá de mi, de verdad que no quería verme— ¿Sabes?, es muy incomodo y personal, mejor sigamos con la tarea.
Volvió la vista a su cuaderno, pero no, si quiere preguntarme algo que lo haga.
—Puedes preguntarme lo que quieras, no te sientas incomoda, además, estamos en tú casa.
Suspiró dejando el lápiz de lado.
—De acuerdo, pero, prométeme que no te enojaras.
No sabía a donde quería llegar con esto, tampoco que tipo de pregunta iba a hacer, pero de algo si estaba completamente seguro, no me iba a gustar. Aún así acepté, también dejé mis cosas de lado y esperé a que hablara.
—Eh, bueno... —empezó tartamudeando dejándome sin aliento. Ni una sola vez la había escuchado tan nerviosa para tartamudear, debe ser muy malo, muy importante o algo. Carraspeó mirando sus manos, yo la observaba fijamente. —Quiero, quiero saber si tu papá.. —me tensé de inmediato, ya sé por donde va la cosa— eh, si tu padre le hizo eso a tu mamá —murmuró bajando la voz cada vez más hasta que lo último se escuchó como un pequeñísimo susurro.
Mi vista estaba clavada en la mesa, me había dejado sin habla. Sabía que en cualquier momento iba a ocurrir esto porque Sunshine es muy entrometida desde que la conozco, lo cual, increíble y sorprendentemente no me afecta o me molesta. Inclusive, creo que me gusta.
Creo que me quedé callado mucho tiempo porque ella volvió a hablar.
—Olvídalo, no debí preguntarlo, ¿verdad?
—No, está bien —traté de sonreír, funcionó. Suspiré, llenando a mis pulmones de aire, y a mi cabeza de palabras que me empujaban a contestar. —No, él se fue poco después del... eh, accidente.
Su semblante se llenó de alivio. Suspiré, sabía que no se quedaría sólo con esa respuesta, empezaría a preguntar más y más y después quizá se aleje de mi por todo esto. Y espero que eso suceda.
La madre de Sunshine llegó avisándonos que la comida estaba lista, antes de que pudiera empezar a bombardearme de preguntas.
Entramos al enorme comedor de veinte lugares, donde ya estaba sentada Romina quien me recibió con un abrazo y besó ambas mejillas, dijo que así se saludaba en Italia, o algo. Sunshine la ignoró y se sentó cerca de la cabecera, donde supongo debe ir su padre, que ahora que lo pienso aún no conozco. Romina volvió a su lugar frente a Sun, pero dejando un lugar que supongo es para Bea. Yo me senté a lado de mi gran y entrometida amiga.
Poco después llegó el señor, que no era más que un presidente ejecutivo con dinero encerrado en el cuerpo de un adolescente. Era alto, de ojos azules y castaño, igual a Sunshine, y muy, muy simpático. Todos estábamos ya en la mesa.
—¿Te gusta algún deporte? —preguntó ya que aún no servían la comida.
—No —dije simplemente—. Practico kick boxing y me interesa un poco el golf, pero no soy fanático de ellos.
—¡Esto es genial! —se carcajeó—. Harry, eres el único chico que conozco que no le gustan los deportes. Me gustas, te has ganado puntos, muchacho.
Sonreí agradeciéndole. Sunshine le dio un golpe en el hombro pero después le sonrió.
—A mi tampoco me gustan —dijo después—, pero podríamos ir algún día al campo de golf que está en Londres, si gustas, por supuesto —me miró, esperando una respuesta.
—Claro.
Poco después llegó Bea con una charola de plástico. Comimos pizza casera que estaba deliciosa, no sin antes dar gracias a Dios. Según Bea porque le gustaba mucho la pizza, pero Sunshine dijo que era porque lo había aprendido hace unos meses y desde entonces no paraba de hacerla, agregó que tres veces a la semana la comían, a lo cual su madre le dio un zape haciéndonos reír a todos.
Amaba esta familia.
Cuando terminamos Max se levantó y se despidió diciendo que tenía que regresar a la oficina. Me ofrecí con Bea a levantar la mesa pero no me dejó, diciendo que tenemos que terminar de estudiar, pero yo no quería terminar de estudiar porque si terminaba de estudiar Sunshine me bombardearía de preguntas y yo no soy un fanático de las preguntas, mucho menos si son acerca de mi, pero tuve que aceptar.
Salimos de nuevo al patio trasero, pero Sun caminó al árbol enorme, me hizo una seña para que me acercara. Ambos nos sentamos recargándonos en el tronco, cubriéndonos de la nieve que empezaba a caer de nuevo. Nos llenamos de un silencio que no era incomodo, pero me ponían nervioso los silencios así que hablé.
—Creo que deberíamos estudiar; tengo que estar en casa a las cinco y el trasporte se tardará en pasar.
Ella asintió pero no dijo nada, y tampoco se movió, estaba como ausente mirando un arbusto de flores. Tampoco me moví, era inútil si yo me iba porque quien necesita estudiar es ella.
—¿Puedo hacerte otra pregunta, Harry? —murmuró después.
—Eh, si.
—¿Por qué fue el accidente? —preguntó con miedo, quizá miedo de que me enoje con ella y me marche, quizá otra cosa.
Suspiré debatiéndome si debería contarle o no, el único que sabía la historia era Niall y ya no está. Me acomodé mejor en el pasto estirando mis piernas completamente, Sunshine hizo lo mismo pero sus pies llegaban hasta un poco más abajo de mi rodilla. Asentí en su dirección y busqué las palabras para empezar una historia que nunca he contado a nadie.
—Acababa de cumplir los trece —empecé, con el corazón acelerado—, mi papá acababa de llegar de una cantina, típico de él —me temblaba la voz—. Me mandó a mi habitación pero no le hice caso, me dijo «Eres un maldito bastardo que me arruinó la vida, niño hijo de puta» y se acercó a mi con... con un cinturón en mano.
Me dio un mal sabor de boca tan solo pronunciarlo.
Vi de reojo que Sun se tapaba la boca, no quería mirarla por eso tenía la vista en la puerta de la cocina. Esperé a que mi voz y mi respiración no sonaran tan desubicadas, odiaba cuando me temblaba la voz, porque sé que cuando me empieza a temblar la voz voy a llorar.
—Si te afecta tanto no lo hagas, no digas —susurró mirando hacia arriba, a mi.
Negué, ya había empezado y ahora tenía que terminar.
—Me aventó y caí boca abajo en un sillón, después —tragué en seco, sintiendo el dolor en la garganta, mi cabeza empezaba a punzar de un lado y aún me temblaba la voz— empezó a golpearme. Cuando terminó mi madre apenas había llegado del trabajo, me vio pero no dejé que se acercara así que corrí fuera de la casa. Eso fue la cosa más estúpida que pude haber hecho —cerré los ojos, me picaban pero no permitiría que saliera alguna lagrima. Suspiré con la mandíbula apretaba. —No sabía a donde ir y para ser más exactos, a los cinco minutos de correr no sabía donde estaba, me dolía la espalda y el trasero por, tú sabes. Estuve cuatro horas vagando por el pueblo vecino sin darme cuenta, era de noche ya, y milagrosamente encontré a la mamá de Niall ahí. Se ofreció a llevarme a casa y acepté. Dobló en una esquina pero nos detuvimos al ver una ambulancia y dos autos casi destrozados en medio, ambos salimos de su carro a ver e inmediatamente reconocí el auto de mamá...
A estas alturas ya había empezado a soltar unas lagrimas, maldiciéndome por hacerlo cuando no quería. Pero el mundo no es una fabrica de conceder deseos...
El recuerdo del accidente aún estaba fresco, y eso me provocaba nauseas. Mordí mi labio en un intento de sofocar los sollozos que ya venían. Tomé un respiro y continué con la historia.
—Lo vi al mismo tiempo que Maura, la madre de Niall, pero cuando intentó detenerme yo ya había empezado a correr. Los paramédicos no me dejaron pasar y después de que Maura llegara a mi lado le explicaron que un borracho iba a exceso de velocidad y se desvió del carril impactando de frente a mi mamá. Lo que escuché fue que el impacto provocó que las piernas de mi madre quedaran atrapadas, en el hospital dijeron que se le destrozaron los huesos. Todo eso sucedió por ir a buscarme cuando salí de la casa.
La culpa en mi voz era más que notoria, casi se sentía en el ambiente.
Creo que mi labio estaba a punto de sangrar, pero no me importaba mientras no mostrara algún indicio de debilidad. Limpié las pocas lágrimas que solté con la manga de mi suéter, aún con la mandíbula apretada me obligué a ver a Sun. Sin esperarlo me abrazó, de esos como el que me dio cuando me encontró golpeado en el pasillo. Ese tipo de abrazos que calman el alma y la llenan de alivio. De ese tipo de abrazos que me gustaría recibir siempre.
Y yo también la abracé, porque quería aferrarme a mi pedazo de tierra en medio de un océano.
Ya eran cinco para las cinco, afortunadamente Sunshine se ofreció a llevarme a casa y me ahorré veinte minutos. El camino se llenó de preguntas incomodas, tratando de no tocar el tema de hace rato, al menos no fue tan malo.
Abrí la puerta del coche y saqué un pie a la calle cubierta de nieve, lo que me recuerda que en una semana es navidad y yo no he comprado regalos. Esperé un segundo por si Sun quería decir algo pero no lo hizo y salí completamente. Cerré la puerta y me incliné a la ventana.
—Gracias por, eh... traerme —sonreí. Di unos pasos atrás dispuesto a entrar a casa.
—Harry...
Me incliné de nuevo en la ventana.
—¿Sí?
—Uhm, mi mamá me pidió que te dijera que estás invitado a pasar la navidad con nosotros —parecía incomoda, de nuevo—. Tú y tu familia, así que... uhm, ¿qué dices?
Me rasqué la nuca, no sé si mamá vaya a querer, aunque lo más probable es que sí.
—Le preguntaré a mi mamá —aseguré—. Entonces, te veo mañana.
—Claro. Hasta mañana —se despidió y arrancó el auto.
Empezamos a estudiar en la mesa que estaba en el patio trasero, con la preciosa vista del barranco. Sunshine me tenía que llamar cada cinco minutos porque me perdía en el paisaje, ahora cubierto de nieve haciendolo parecer aún más mágico que aquella vez.
Después de veinte minutos tratando de explicarle el método para pasar un problema al lenguaje algebraico, lo obtuvo. Me sentí bien por ella, va aprendiendo muy rápido, o lo más rápido que puede.
—¿Estás seguro que está bien, sin ningún error? —preguntó por quinta vez, mordiéndose las uñas. Supongo que es un hábito desde niña.
—Muy seguro, está genial —le sonreí para tranquilizarla.
No funcionó, primero me vio raro por segundos, después quitó la vista de mi, parecía que estaba incomoda.
—¿Sucede algo? —la pregunta salió de mi boca antes de que lo hubiera pensado.
Ella alzó la vista pero parecía que no me mirara, me estaba evitando.
—No —suspiró—. Estaba pensando.
Por supuesto que no estaba pensando. No quería que se sintiera incomoda, además estamos en su casa y sé que debo ser cortés.
—Si tienen dudas, pregunta, no hay problema. Para eso estoy aquí.
Me miró por unos largos segundos y sacudió la cabeza.
—Tengo una pregunta, pero no es de la materia —soltó por fin.
—¿Entonces?
—De... —estaba mirando más allá de mi, de verdad que no quería verme— ¿Sabes?, es muy incomodo y personal, mejor sigamos con la tarea.
Volvió la vista a su cuaderno, pero no, si quiere preguntarme algo que lo haga.
—Puedes preguntarme lo que quieras, no te sientas incomoda, además, estamos en tú casa.
Suspiró dejando el lápiz de lado.
—De acuerdo, pero, prométeme que no te enojaras.
No sabía a donde quería llegar con esto, tampoco que tipo de pregunta iba a hacer, pero de algo si estaba completamente seguro, no me iba a gustar. Aún así acepté, también dejé mis cosas de lado y esperé a que hablara.
—Eh, bueno... —empezó tartamudeando dejándome sin aliento. Ni una sola vez la había escuchado tan nerviosa para tartamudear, debe ser muy malo, muy importante o algo. Carraspeó mirando sus manos, yo la observaba fijamente. —Quiero, quiero saber si tu papá.. —me tensé de inmediato, ya sé por donde va la cosa— eh, si tu padre le hizo eso a tu mamá —murmuró bajando la voz cada vez más hasta que lo último se escuchó como un pequeñísimo susurro.
Mi vista estaba clavada en la mesa, me había dejado sin habla. Sabía que en cualquier momento iba a ocurrir esto porque Sunshine es muy entrometida desde que la conozco, lo cual, increíble y sorprendentemente no me afecta o me molesta. Inclusive, creo que me gusta.
Creo que me quedé callado mucho tiempo porque ella volvió a hablar.
—Olvídalo, no debí preguntarlo, ¿verdad?
—No, está bien —traté de sonreír, funcionó. Suspiré, llenando a mis pulmones de aire, y a mi cabeza de palabras que me empujaban a contestar. —No, él se fue poco después del... eh, accidente.
Su semblante se llenó de alivio. Suspiré, sabía que no se quedaría sólo con esa respuesta, empezaría a preguntar más y más y después quizá se aleje de mi por todo esto. Y espero que eso suceda.
La madre de Sunshine llegó avisándonos que la comida estaba lista, antes de que pudiera empezar a bombardearme de preguntas.
Entramos al enorme comedor de veinte lugares, donde ya estaba sentada Romina quien me recibió con un abrazo y besó ambas mejillas, dijo que así se saludaba en Italia, o algo. Sunshine la ignoró y se sentó cerca de la cabecera, donde supongo debe ir su padre, que ahora que lo pienso aún no conozco. Romina volvió a su lugar frente a Sun, pero dejando un lugar que supongo es para Bea. Yo me senté a lado de mi gran y entrometida amiga.
Poco después llegó el señor, que no era más que un presidente ejecutivo con dinero encerrado en el cuerpo de un adolescente. Era alto, de ojos azules y castaño, igual a Sunshine, y muy, muy simpático. Todos estábamos ya en la mesa.
—¿Te gusta algún deporte? —preguntó ya que aún no servían la comida.
—No —dije simplemente—. Practico kick boxing y me interesa un poco el golf, pero no soy fanático de ellos.
—¡Esto es genial! —se carcajeó—. Harry, eres el único chico que conozco que no le gustan los deportes. Me gustas, te has ganado puntos, muchacho.
Sonreí agradeciéndole. Sunshine le dio un golpe en el hombro pero después le sonrió.
—A mi tampoco me gustan —dijo después—, pero podríamos ir algún día al campo de golf que está en Londres, si gustas, por supuesto —me miró, esperando una respuesta.
—Claro.
Poco después llegó Bea con una charola de plástico. Comimos pizza casera que estaba deliciosa, no sin antes dar gracias a Dios. Según Bea porque le gustaba mucho la pizza, pero Sunshine dijo que era porque lo había aprendido hace unos meses y desde entonces no paraba de hacerla, agregó que tres veces a la semana la comían, a lo cual su madre le dio un zape haciéndonos reír a todos.
Amaba esta familia.
Cuando terminamos Max se levantó y se despidió diciendo que tenía que regresar a la oficina. Me ofrecí con Bea a levantar la mesa pero no me dejó, diciendo que tenemos que terminar de estudiar, pero yo no quería terminar de estudiar porque si terminaba de estudiar Sunshine me bombardearía de preguntas y yo no soy un fanático de las preguntas, mucho menos si son acerca de mi, pero tuve que aceptar.
Salimos de nuevo al patio trasero, pero Sun caminó al árbol enorme, me hizo una seña para que me acercara. Ambos nos sentamos recargándonos en el tronco, cubriéndonos de la nieve que empezaba a caer de nuevo. Nos llenamos de un silencio que no era incomodo, pero me ponían nervioso los silencios así que hablé.
—Creo que deberíamos estudiar; tengo que estar en casa a las cinco y el trasporte se tardará en pasar.
Ella asintió pero no dijo nada, y tampoco se movió, estaba como ausente mirando un arbusto de flores. Tampoco me moví, era inútil si yo me iba porque quien necesita estudiar es ella.
—¿Puedo hacerte otra pregunta, Harry? —murmuró después.
—Eh, si.
—¿Por qué fue el accidente? —preguntó con miedo, quizá miedo de que me enoje con ella y me marche, quizá otra cosa.
Suspiré debatiéndome si debería contarle o no, el único que sabía la historia era Niall y ya no está. Me acomodé mejor en el pasto estirando mis piernas completamente, Sunshine hizo lo mismo pero sus pies llegaban hasta un poco más abajo de mi rodilla. Asentí en su dirección y busqué las palabras para empezar una historia que nunca he contado a nadie.
—Acababa de cumplir los trece —empecé, con el corazón acelerado—, mi papá acababa de llegar de una cantina, típico de él —me temblaba la voz—. Me mandó a mi habitación pero no le hice caso, me dijo «Eres un maldito bastardo que me arruinó la vida, niño hijo de puta» y se acercó a mi con... con un cinturón en mano.
Me dio un mal sabor de boca tan solo pronunciarlo.
Vi de reojo que Sun se tapaba la boca, no quería mirarla por eso tenía la vista en la puerta de la cocina. Esperé a que mi voz y mi respiración no sonaran tan desubicadas, odiaba cuando me temblaba la voz, porque sé que cuando me empieza a temblar la voz voy a llorar.
—Si te afecta tanto no lo hagas, no digas —susurró mirando hacia arriba, a mi.
Negué, ya había empezado y ahora tenía que terminar.
—Me aventó y caí boca abajo en un sillón, después —tragué en seco, sintiendo el dolor en la garganta, mi cabeza empezaba a punzar de un lado y aún me temblaba la voz— empezó a golpearme. Cuando terminó mi madre apenas había llegado del trabajo, me vio pero no dejé que se acercara así que corrí fuera de la casa. Eso fue la cosa más estúpida que pude haber hecho —cerré los ojos, me picaban pero no permitiría que saliera alguna lagrima. Suspiré con la mandíbula apretaba. —No sabía a donde ir y para ser más exactos, a los cinco minutos de correr no sabía donde estaba, me dolía la espalda y el trasero por, tú sabes. Estuve cuatro horas vagando por el pueblo vecino sin darme cuenta, era de noche ya, y milagrosamente encontré a la mamá de Niall ahí. Se ofreció a llevarme a casa y acepté. Dobló en una esquina pero nos detuvimos al ver una ambulancia y dos autos casi destrozados en medio, ambos salimos de su carro a ver e inmediatamente reconocí el auto de mamá...
A estas alturas ya había empezado a soltar unas lagrimas, maldiciéndome por hacerlo cuando no quería. Pero el mundo no es una fabrica de conceder deseos...
El recuerdo del accidente aún estaba fresco, y eso me provocaba nauseas. Mordí mi labio en un intento de sofocar los sollozos que ya venían. Tomé un respiro y continué con la historia.
—Lo vi al mismo tiempo que Maura, la madre de Niall, pero cuando intentó detenerme yo ya había empezado a correr. Los paramédicos no me dejaron pasar y después de que Maura llegara a mi lado le explicaron que un borracho iba a exceso de velocidad y se desvió del carril impactando de frente a mi mamá. Lo que escuché fue que el impacto provocó que las piernas de mi madre quedaran atrapadas, en el hospital dijeron que se le destrozaron los huesos. Todo eso sucedió por ir a buscarme cuando salí de la casa.
La culpa en mi voz era más que notoria, casi se sentía en el ambiente.
Creo que mi labio estaba a punto de sangrar, pero no me importaba mientras no mostrara algún indicio de debilidad. Limpié las pocas lágrimas que solté con la manga de mi suéter, aún con la mandíbula apretada me obligué a ver a Sun. Sin esperarlo me abrazó, de esos como el que me dio cuando me encontró golpeado en el pasillo. Ese tipo de abrazos que calman el alma y la llenan de alivio. De ese tipo de abrazos que me gustaría recibir siempre.
Y yo también la abracé, porque quería aferrarme a mi pedazo de tierra en medio de un océano.
Ya eran cinco para las cinco, afortunadamente Sunshine se ofreció a llevarme a casa y me ahorré veinte minutos. El camino se llenó de preguntas incomodas, tratando de no tocar el tema de hace rato, al menos no fue tan malo.
Abrí la puerta del coche y saqué un pie a la calle cubierta de nieve, lo que me recuerda que en una semana es navidad y yo no he comprado regalos. Esperé un segundo por si Sun quería decir algo pero no lo hizo y salí completamente. Cerré la puerta y me incliné a la ventana.
—Gracias por, eh... traerme —sonreí. Di unos pasos atrás dispuesto a entrar a casa.
—Harry...
Me incliné de nuevo en la ventana.
—¿Sí?
—Uhm, mi mamá me pidió que te dijera que estás invitado a pasar la navidad con nosotros —parecía incomoda, de nuevo—. Tú y tu familia, así que... uhm, ¿qué dices?
Me rasqué la nuca, no sé si mamá vaya a querer, aunque lo más probable es que sí.
—Le preguntaré a mi mamá —aseguré—. Entonces, te veo mañana.
—Claro. Hasta mañana —se despidió y arrancó el auto.
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Bien, el capítulo doce aún lo estoy terminando y por lo que veo estará un poco largo, así que lo dividiré en partes, aún no se cuantas xd. Al igual, puede que los demás capítulos sean igual y tenga que dividirlos, o no. Espero que les vaya gustando la historia y me dejen un lindo comentario. Muchas gracias por pasarse, leer y eso.
Invitado
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Oh mi dios, oh mi dios, aún no termino de leer los capítulos, pero estoy en eso, aunque ya quiero leer el doce :buho: ¿cuándo lo subirás? ya quiero leerlo, ¿ya lo dije? bueno xd. Sabes que estaré aquí esperando el capítulo. dajsdadk.
Invitado
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Despues de leer tu novela puedo morir libremente
Dios es que escribes tan bien que cada vez la historia atrapa mas que antes, cada vez me creo mas cada minuscula palabra que relates, eres una gran escritora y yo ame tu novela :)
Soy Mili puedes decirme como quieras no tengo problema jaja espero que la sigas pronto porque me dejaste con mas ganas de Harry y Sunshine :3
Por ultimo quería sugerirte si no te podias pasar por las audiciones de mi nueva colectiva :) seria un placer tenerte alli en serio, amo como escribes ! Las audiciones estan en mi firma por si quieres, de todas formas gracias y no dudes que me seguire pasando obvio!
Besossss !
Dios es que escribes tan bien que cada vez la historia atrapa mas que antes, cada vez me creo mas cada minuscula palabra que relates, eres una gran escritora y yo ame tu novela :)
Soy Mili puedes decirme como quieras no tengo problema jaja espero que la sigas pronto porque me dejaste con mas ganas de Harry y Sunshine :3
Por ultimo quería sugerirte si no te podias pasar por las audiciones de mi nueva colectiva :) seria un placer tenerte alli en serio, amo como escribes ! Las audiciones estan en mi firma por si quieres, de todas formas gracias y no dudes que me seguire pasando obvio!
Besossss !
katara.
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
espero subirlo hoy, linda, como sabrás, no estoy en mi casa y mucho menos usando mi pc, por lo que mi tiempo en el foro es apenas de minutos, así que se me dificulta escribir, pero realmente he escrito mucho que puede para que saque un pedazo y lo suba. Agradezco que lo hagas, cariño.marmalade. escribió:Oh mi dios, oh mi dios, aún no termino de leer los capítulos, pero estoy en eso, aunque ya quiero leer el doce :buho: ¿cuándo lo subirás? ya quiero leerlo, ¿ya lo dije? bueno xd. Sabes que estaré aquí esperando el capítulo. dajsdadk.
Invitado
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Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
me alegra mucho que te encante, Mili<3.Mills. escribió:Despues de leer tu novela puedo morir libremente
Dios es que escribes tan bien que cada vez la historia atrapa mas que antes, cada vez me creo mas cada minuscula palabra que relates, eres una gran escritora y yo ame tu novela :)
Soy Mili puedes decirme como quieras no tengo problema jaja espero que la sigas pronto porque me dejaste con mas ganas de Harry y Sunshine :3
Por ultimo quería sugerirte si no te podias pasar por las audiciones de mi nueva colectiva :) seria un placer tenerte alli en serio, amo como escribes ! Las audiciones estan en mi firma por si quieres, de todas formas gracias y no dudes que me seguire pasando obvio!
Besossss !
sjkhdgfjskadh me haces sentir tan especial que creo que lloraré, enserio, cariño. precio mucho tu comentario, que me ayuda mucho porque creo que aún tengo fallas en escribir, pero espero arreglar, de verdad que lo aprecio mucho<3.
yo también espero seguirla pronto, pero como ahora no estoy en mi casa y mucho menos tengo mi propia pc, mi tiempo para estar en el foro y escribir está súper reducido.
estaría encantada de audicionar, pero como he dicho antes ahora no dispongo de mucho tiempo para escribir, quizá si llegara a poner horarios con mi amiga tendría oportunidad, todo depende de ella xd.
chau<333
Invitado
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Capítulo 12.
❛❛—I don't know skating.
PRIMERA PARTE.
Marqué el número de Niall en el sucio teléfono publico esperando que no esté haciendo algo importante, como comer. Tengo que buscar un celular porque no puedo seguir gastando mis monedas.
Al tercer pitido contestó con ese típico tono alegre, había veces en las que me irritaba que estuviera tan feliz, pero luego recordaba que al menos uno de los dos debía serlo.
—¿Qué has hecho? —preguntó luego de saludarnos.
Me limité a mirar la casa frente a mi, pequeña y vieja al igual que todas alrededor.
—Pues, ahora también le doy tutorías a Sunshine —sonreí, ya me imagino su cara de loco pervertido.
—No —su tono es más alegre ahora—. Sabía que te ibas a quedar en buenas manos, esa chica es...
—Es terrible en matemáticas, sólo eso —lo corté a mitad de la frase, es malo dejar hablar mucho a Niall en temas que involucran a dos personas y sus sentimientos.
Le oí suspirar, aunque no estoy muy seguro si fue un suspiro o está comiendo.
—¿Estás comiendo? —la pregunta salió de mi boca sin previo aviso.
—No. Oye, hemos hablado tan poco que se me olvidó contarte; mamá me esta haciendo seguir una dieta.
No puedo evitar reírme por la broma, nunca había escuchado a Niall decir algo relacionado con dieta, era como si 'Niall' y 'dieta' no estuvieran destinadas para una misma frase, a menos que un 'odia' esté entre ambas. Él soltó un quejido cuando se dio cuenta que no iba a parar de reír.
—No es broma —gruñó—, espera un momento.
Mientras él se fue por no sé qué yo traté de controlar mi risa, pero regresaba cada vez que imaginaba a Niall comiendo verduras, o haciendo ejercicio.
—Lunes: un plato de cereal con leche, un vaso de jugo y un yogurt natural por la mañana; un sandwich de atún en el almuerzo; sopa de verduras, una pechuga asada y agua simple en la tarde...
—Tienes que estar bromeando —le digo sin rastro de humor, mi risa había desaparecido con las primeras diez palabras—. Eso es maltrato y privación de la libertad, Niall.
—Dile eso a mi madre —resopló.
Bueno, Maura no era la mejor persona para ponerse a discutir la nutrición de Niall, en primera, porque es su hijo, y segundo, porque puede que termine en dieta yo también, como esa vez que convenció a mi mamá para inscribirnos en ese curso gratis para aprender dibujo.
—Este... ¿y cómo la llevas? —me fui por la evasiva.
—Tengo miles de galletas y papas escondidas en mi habitación, aún no tengo problemas —se rió un poco. Me alegro que aún no haya perdido su humor.
—Eso es genial —dije, compartiendo su felicidad—. Tengo que irme, Niall —avisé cuando los dos nos quedamos callados.
—Lo sé, eres un tipo muy ocupado —suspiró—. Por cierto, deberías conseguirte un celular, no puedo creer que lo perdieras, necesito molestar a alguien de vez en cuando y aún no conozco a nadie... —la voz de que mi crédito se estaba acabando lo interrumpió a media frase haciendo que se quejara.
—Tal vez compre uno después de que mi tía regrese a su casa —murmuré rápido.
—¿Va a regresar a su casa? ¿No se iba a quedar permanentemente?
—No, después te explico bien, me tengo que ir. Cuídate, rubio.
—Igualmente, castaño —me mandó un beso que estoy seguro se escuchó del otro lado de la calle y colgué.
Acomodé mejor la mochila que colgaba de mi hombro, caminé en línea recta hacia la casa de Liam para ir al gimnasio.
{***}
Cerré mi casillero después de meter libros que ya no iba a ocupar. Agaché la cabeza y tomé fuerte de la correa de mi mochila, empecé a caminar entre todos los cuerpos que andaban de aquí para allá. Mi última clase del día al fin había llegado, después de cinco horas sin hacer nada porque yo ya había hecho todo. Debería dejar de adelantarme en todas las clases, al menos, unos días.
Alguien me golpeó en el hombro y casi me tiraba pero alcancé a agarrarme de la pared.
—Fíjate, inútil —murmuró una voz rasposa pero aguda. Ni siquiera lo miré, seguí mi camino hasta las escaleras para subir al segundo piso.
Entré a la sala y me senté en el primer lugar que tenía nombre de "Harry-se-va-a-sentar-aquí-hoy". Aún tenía diez minutos de más así que decidí perder el tiempo en ver a la araña que estaba en una esquina del techo.
—¿Harry? —la voz de Sunshine me asustó, provocando que tirara mi libro. Se rió un poco, estaba afuera de la sala y sólo asomaba la cabeza.
—¿Qué sucede?
No quería saber que sucedía, pero tampoco era como si le fuera a decir «No tengo ganas de escucharte y no quiero verte tampoco». Eso sería muy grosero.
Hoy era un de esos días en los que sólo quería tirarme donde sea y cerrar los ojos mientras escucho Coldplay y The 1975.
—Hay una pista de patinaje cerca de casa, mi familia no quiere acompañarme y de verdad, de verdad quiero ir, así que ¿podrías acompañarme tú?
—Uhm, no lo sé —dudé—. Tengo que trabajar hoy y además, no sé patinar —confesé avergonzado.
—Eh... —parecía cohibida— en la mañana convencí a tu jefa para que te diera el día libre —sus mejillas estaban rojas, digno de tomarle una foto.
No me sorprende que lo haya hecho, seguramente, sólo le dijo a Martha que íbamos a divertirnos e inmediatamente ella aceptó. Lo medité lo más que pude, aunque no habían muchas opciones, porque o iba con ella, o ella me obligaba a ir. Si lo pienso bien, ambas son muy diferentes.
—De acuerdo —acepté—. Pero te recuerdo que no sé...
—Sí, lo que quieras, yo puedo enseñarte.
Eso sonó tan, pero tan mal.
—¡No en ese sentido, pervertido! —se marchó con las mejillas más rojas que en mi vida haya visto.
Sunshine ya estaba esperándome cuando salí de clase, ambos caminamos al estacionamiento y me quedé parado al no ver a su Camaro, su hermoso Camaro muy bien cuidado. Ella siguió hasta una motocicleta negra al final de una larga fila de coches, le colgaban dos cascos del manubrio y parecía nueva.
—¿Qué te parece? —preguntó con una sonrisa. Tragué en seco. Nunca había subido una motocicleta, pero no creo que sea tan malo.
—Es genial.
—Bien —se montó al frente y me pasó un casco mientras Sun se ponía el otro. Me lo puse y me subí detrás de ella. El motor ronroneó limpiamente una vez que me agarré de ambos lados de la motocicleta y salió del estacionamiento con muchas miradas encima de nosotros. Genial, ya no puedo pasar desapercibido ahora.
El viento se sentía fantástico al chocar con mi cara, y la adrenalina de ir cada vez más rápido me encantaba. Era deliciosa la forma en que el frío me daba escalofríos en la espina dorsal y muy dentro de mi sabía que no sólo era eso, sólo que aún no lograba descifrarlo.
—Se siente increíble, ¿verdad? —preguntó cuando un semáforo en rojo la hizo detenerse.
—Si, ¿es tuya?
Soltó una risita, y negó.
—Es de mi papá —aclaró, aún riendo—. Pero ni tú, ni yo va a decir nada, ¿de acuerdo?
Me guiño un ojo a través del espejo retrovisor. Supe que la había tomado sin permiso, y me gustaba. Asentí.
Poco después aparcó en el estacionamiento de lo que parecía una cancha de hockey, sacudimos nuestra ropa de la nieve y entramos al lugar.
Era enorme una vez que pasabas el estrecho pasillo, y estaba vacío además de la chica que atendía en la cafetería de ahí. Sun me llevó por unas escaleras directo a una oficina que se encontraba a lado de los vestidores, debajo de la pista.
—Hola, querida —saludó un señor vestido deportivamente. Quiero creer que era el entrenador.
—Hola, John. Mi papá me ha dicho que te espera en casa para otra partida.
Ambos rieron. Me rasqué el cuello, no fue hasta entonces que John me notó.
—Hola, muchacho.
—Buenas tardes —le ofrecí una sonrisa que él devolvió.
—Bueno, los dejo, tengo que vencer a tu padre por quinta vez —le guiño un ojo a Sunshine y caminó a la salida.
—Prométeme que lo dejarás ganar una vez, al menos —dijó ella un poco alto para que escuchara.
Salimos de la oficina y subimos las escaleras hasta la cafetería. Sunshine pidió un café negro cargado y yo un chocolate. Nos sentamos en los taburetes de la barra.
—¿Partida de qué? —pregunté cuando la chica se fue a hacer el pedido.
—De XBox, mi padre es fanático de los videojuegos.
Hizo un ademán para restarle importancia.
—Oh.
—Por cierto, tu madre dijo que no llegaras después de las siete, aunque no creo que nos quedemos tanto tiempo.
—Mi madre ¿qué?
Sabía que ya había acordado todo desde mucho antes que le dijera que si, pero ¿cómo consiguió el número de mi casa?
—Le pedí permiso a ella también, no te preocupes —sonrió.
—Claro que lo hiciste —suspiré, hoy no estaba de ganas para preguntar tanto, así que me conformé con saber que mi madre no se preocuparía por mi. Acomodé mi cabello hacia atrás en vano porque regresó a mi frente. Creo que me falta un corte, de cabello. Cerré los ojos cuando el pensamiento de navajas vino a mi. Si tan sólo pudiera...
—Aquí esta su pedido —dijo la chica interrumpiendo mis pensamientos y se fue de nuevo.
Ambos tomamos nuestros vasos y dimos un sorbo a la bebida. El chocolate no estaba mal, pero prefería el de Mattmew.
—¿Quieres patinar ya? —preguntó. La miré de reojo, estaba sonriéndome.
—No sé patinar —le recordé.
Se bajó del taburete y caminó a un mostrador a lado de la cafetería. La seguí unos segundos después. Me quedé parado con mi vaso entre ambas manos, las cuales estaban frías.
—¿De qué número calzas? —la pregunta fue amortiguada por un ruido de muchas cajas.
Marqué el número de Niall en el sucio teléfono publico esperando que no esté haciendo algo importante, como comer. Tengo que buscar un celular porque no puedo seguir gastando mis monedas.
Al tercer pitido contestó con ese típico tono alegre, había veces en las que me irritaba que estuviera tan feliz, pero luego recordaba que al menos uno de los dos debía serlo.
—¿Qué has hecho? —preguntó luego de saludarnos.
Me limité a mirar la casa frente a mi, pequeña y vieja al igual que todas alrededor.
—Pues, ahora también le doy tutorías a Sunshine —sonreí, ya me imagino su cara de loco pervertido.
—No —su tono es más alegre ahora—. Sabía que te ibas a quedar en buenas manos, esa chica es...
—Es terrible en matemáticas, sólo eso —lo corté a mitad de la frase, es malo dejar hablar mucho a Niall en temas que involucran a dos personas y sus sentimientos.
Le oí suspirar, aunque no estoy muy seguro si fue un suspiro o está comiendo.
—¿Estás comiendo? —la pregunta salió de mi boca sin previo aviso.
—No. Oye, hemos hablado tan poco que se me olvidó contarte; mamá me esta haciendo seguir una dieta.
No puedo evitar reírme por la broma, nunca había escuchado a Niall decir algo relacionado con dieta, era como si 'Niall' y 'dieta' no estuvieran destinadas para una misma frase, a menos que un 'odia' esté entre ambas. Él soltó un quejido cuando se dio cuenta que no iba a parar de reír.
—No es broma —gruñó—, espera un momento.
Mientras él se fue por no sé qué yo traté de controlar mi risa, pero regresaba cada vez que imaginaba a Niall comiendo verduras, o haciendo ejercicio.
—Lunes: un plato de cereal con leche, un vaso de jugo y un yogurt natural por la mañana; un sandwich de atún en el almuerzo; sopa de verduras, una pechuga asada y agua simple en la tarde...
—Tienes que estar bromeando —le digo sin rastro de humor, mi risa había desaparecido con las primeras diez palabras—. Eso es maltrato y privación de la libertad, Niall.
—Dile eso a mi madre —resopló.
Bueno, Maura no era la mejor persona para ponerse a discutir la nutrición de Niall, en primera, porque es su hijo, y segundo, porque puede que termine en dieta yo también, como esa vez que convenció a mi mamá para inscribirnos en ese curso gratis para aprender dibujo.
—Este... ¿y cómo la llevas? —me fui por la evasiva.
—Tengo miles de galletas y papas escondidas en mi habitación, aún no tengo problemas —se rió un poco. Me alegro que aún no haya perdido su humor.
—Eso es genial —dije, compartiendo su felicidad—. Tengo que irme, Niall —avisé cuando los dos nos quedamos callados.
—Lo sé, eres un tipo muy ocupado —suspiró—. Por cierto, deberías conseguirte un celular, no puedo creer que lo perdieras, necesito molestar a alguien de vez en cuando y aún no conozco a nadie... —la voz de que mi crédito se estaba acabando lo interrumpió a media frase haciendo que se quejara.
—Tal vez compre uno después de que mi tía regrese a su casa —murmuré rápido.
—¿Va a regresar a su casa? ¿No se iba a quedar permanentemente?
—No, después te explico bien, me tengo que ir. Cuídate, rubio.
—Igualmente, castaño —me mandó un beso que estoy seguro se escuchó del otro lado de la calle y colgué.
Acomodé mejor la mochila que colgaba de mi hombro, caminé en línea recta hacia la casa de Liam para ir al gimnasio.
Cerré mi casillero después de meter libros que ya no iba a ocupar. Agaché la cabeza y tomé fuerte de la correa de mi mochila, empecé a caminar entre todos los cuerpos que andaban de aquí para allá. Mi última clase del día al fin había llegado, después de cinco horas sin hacer nada porque yo ya había hecho todo. Debería dejar de adelantarme en todas las clases, al menos, unos días.
Alguien me golpeó en el hombro y casi me tiraba pero alcancé a agarrarme de la pared.
—Fíjate, inútil —murmuró una voz rasposa pero aguda. Ni siquiera lo miré, seguí mi camino hasta las escaleras para subir al segundo piso.
Entré a la sala y me senté en el primer lugar que tenía nombre de "Harry-se-va-a-sentar-aquí-hoy". Aún tenía diez minutos de más así que decidí perder el tiempo en ver a la araña que estaba en una esquina del techo.
—¿Harry? —la voz de Sunshine me asustó, provocando que tirara mi libro. Se rió un poco, estaba afuera de la sala y sólo asomaba la cabeza.
—¿Qué sucede?
No quería saber que sucedía, pero tampoco era como si le fuera a decir «No tengo ganas de escucharte y no quiero verte tampoco». Eso sería muy grosero.
Hoy era un de esos días en los que sólo quería tirarme donde sea y cerrar los ojos mientras escucho Coldplay y The 1975.
—Hay una pista de patinaje cerca de casa, mi familia no quiere acompañarme y de verdad, de verdad quiero ir, así que ¿podrías acompañarme tú?
—Uhm, no lo sé —dudé—. Tengo que trabajar hoy y además, no sé patinar —confesé avergonzado.
—Eh... —parecía cohibida— en la mañana convencí a tu jefa para que te diera el día libre —sus mejillas estaban rojas, digno de tomarle una foto.
No me sorprende que lo haya hecho, seguramente, sólo le dijo a Martha que íbamos a divertirnos e inmediatamente ella aceptó. Lo medité lo más que pude, aunque no habían muchas opciones, porque o iba con ella, o ella me obligaba a ir. Si lo pienso bien, ambas son muy diferentes.
—De acuerdo —acepté—. Pero te recuerdo que no sé...
—Sí, lo que quieras, yo puedo enseñarte.
Eso sonó tan, pero tan mal.
—¡No en ese sentido, pervertido! —se marchó con las mejillas más rojas que en mi vida haya visto.
Sunshine ya estaba esperándome cuando salí de clase, ambos caminamos al estacionamiento y me quedé parado al no ver a su Camaro, su hermoso Camaro muy bien cuidado. Ella siguió hasta una motocicleta negra al final de una larga fila de coches, le colgaban dos cascos del manubrio y parecía nueva.
—¿Qué te parece? —preguntó con una sonrisa. Tragué en seco. Nunca había subido una motocicleta, pero no creo que sea tan malo.
—Es genial.
—Bien —se montó al frente y me pasó un casco mientras Sun se ponía el otro. Me lo puse y me subí detrás de ella. El motor ronroneó limpiamente una vez que me agarré de ambos lados de la motocicleta y salió del estacionamiento con muchas miradas encima de nosotros. Genial, ya no puedo pasar desapercibido ahora.
El viento se sentía fantástico al chocar con mi cara, y la adrenalina de ir cada vez más rápido me encantaba. Era deliciosa la forma en que el frío me daba escalofríos en la espina dorsal y muy dentro de mi sabía que no sólo era eso, sólo que aún no lograba descifrarlo.
—Se siente increíble, ¿verdad? —preguntó cuando un semáforo en rojo la hizo detenerse.
—Si, ¿es tuya?
Soltó una risita, y negó.
—Es de mi papá —aclaró, aún riendo—. Pero ni tú, ni yo va a decir nada, ¿de acuerdo?
Me guiño un ojo a través del espejo retrovisor. Supe que la había tomado sin permiso, y me gustaba. Asentí.
Poco después aparcó en el estacionamiento de lo que parecía una cancha de hockey, sacudimos nuestra ropa de la nieve y entramos al lugar.
Era enorme una vez que pasabas el estrecho pasillo, y estaba vacío además de la chica que atendía en la cafetería de ahí. Sun me llevó por unas escaleras directo a una oficina que se encontraba a lado de los vestidores, debajo de la pista.
—Hola, querida —saludó un señor vestido deportivamente. Quiero creer que era el entrenador.
—Hola, John. Mi papá me ha dicho que te espera en casa para otra partida.
Ambos rieron. Me rasqué el cuello, no fue hasta entonces que John me notó.
—Hola, muchacho.
—Buenas tardes —le ofrecí una sonrisa que él devolvió.
—Bueno, los dejo, tengo que vencer a tu padre por quinta vez —le guiño un ojo a Sunshine y caminó a la salida.
—Prométeme que lo dejarás ganar una vez, al menos —dijó ella un poco alto para que escuchara.
Salimos de la oficina y subimos las escaleras hasta la cafetería. Sunshine pidió un café negro cargado y yo un chocolate. Nos sentamos en los taburetes de la barra.
—¿Partida de qué? —pregunté cuando la chica se fue a hacer el pedido.
—De XBox, mi padre es fanático de los videojuegos.
Hizo un ademán para restarle importancia.
—Oh.
—Por cierto, tu madre dijo que no llegaras después de las siete, aunque no creo que nos quedemos tanto tiempo.
—Mi madre ¿qué?
Sabía que ya había acordado todo desde mucho antes que le dijera que si, pero ¿cómo consiguió el número de mi casa?
—Le pedí permiso a ella también, no te preocupes —sonrió.
—Claro que lo hiciste —suspiré, hoy no estaba de ganas para preguntar tanto, así que me conformé con saber que mi madre no se preocuparía por mi. Acomodé mi cabello hacia atrás en vano porque regresó a mi frente. Creo que me falta un corte, de cabello. Cerré los ojos cuando el pensamiento de navajas vino a mi. Si tan sólo pudiera...
—Aquí esta su pedido —dijo la chica interrumpiendo mis pensamientos y se fue de nuevo.
Ambos tomamos nuestros vasos y dimos un sorbo a la bebida. El chocolate no estaba mal, pero prefería el de Mattmew.
—¿Quieres patinar ya? —preguntó. La miré de reojo, estaba sonriéndome.
—No sé patinar —le recordé.
Se bajó del taburete y caminó a un mostrador a lado de la cafetería. La seguí unos segundos después. Me quedé parado con mi vaso entre ambas manos, las cuales estaban frías.
—¿De qué número calzas? —la pregunta fue amortiguada por un ruido de muchas cajas.
- hey!<6:
Si bueno, no es lo mejor del mundo, pero algo es algo y como ya había dicho (y si no lo hice pues lo hago ahora), no quiero que en la fic sea pura depresión y me quiero cortar las venas, es la vida de un adolescente normal que sólo está trastornado por cosas del pasado, algunas personas magnifican tanto las cosas que lo hace ver como que la vida de aquella persona es tan miserable que no disfruta de nada, bueno, yo he tenido experiencias malas que en realidad no pueden joderte tanto sabiendo controlarlas y eso es lo que harry hace, controlar sus emociones para el momento donde está solo, cuando puede sufrir sin ser juzgado. Bueno, esto sólo lo decía por si alguien se le ocurría preguntar por qué no había tanto dolor en la lectura, pues les recuerdo, son los pensamientos de Harry, quien sabe controlar sus emociones y mostrar sólo aquellas que quiere que la gente vea, por eso trata no pensar tanto en lo malo que ha hecho para no tener cara de perro todo el tiempo. So, el capítulo aún no estoy segura de cuantas partes tendrá, pero será un poco largo quiero pensar, espero subir la segunda parte entre semana o el sábado sin falta. Por último, bienvenidas sean de nuevo, las amo, no olviden lavarse los dientes.<3
Invitado
Invitado
Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
asdfghjklñ Harry y yo ya tenemos algo en común: no sabemos patinar lol. Siguela pronto, besos ily xx
Shelley
Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
hermosaaa gracias por publicar nuevo
capitulo :3 :P no sabes cuanto estrañe la
novela pensé que la hicas a cancelar :c...
el capitulo fue per-fect ....aunque hazza no sabe
patinar y el nayal esta de nieta :o eso debe
ser una tortura para el duende pobrecillo
eeeeeeeeeeen fin gracias gracias por publicar
un nuevo capitulo te amo :*(eso sono muy lesbianico >.<
jejejejeje ) adiós
capitulo :3 :P no sabes cuanto estrañe la
novela pensé que la hicas a cancelar :c...
el capitulo fue per-fect ....aunque hazza no sabe
patinar y el nayal esta de nieta :o eso debe
ser una tortura para el duende pobrecillo
eeeeeeeeeeen fin gracias gracias por publicar
un nuevo capitulo te amo :*(eso sono muy lesbianico >.<
jejejejeje ) adiós
gracegarcia
Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
skdhjcmg ¿no sabes patinar? omg yo aprendí a patinar sobre hielo cuando tenía ocho años, pero patinar en asfalto es mucho más difícil, lo digo por experiencia. Claro, linda.<333Ana(: escribió:asdfghjklñ Harry y yo ya tenemos algo en común: no sabemos patinar lol. Siguela pronto, besos ily xx
chau :lizzena:
Invitado
Invitado
Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
No hay de que, linda. Yo también extrañaba escribir :c pero buee, jamás la cancelaría.gracegarcia escribió:hermosaaa gracias por publicar nuevo
capitulo :3 :P no sabes cuanto estrañe la
novela pensé que la hicas a cancelar :c...
el capitulo fue per-fect ....aunque hazza no sabe
patinar y el nayal esta de dieta :o eso debe
ser una tortura para el duende pobrecillo
eeeeeeeeeeen fin gracias gracias por publicar
un nuevo capitulo te amo :*(eso sono muy lesbianico >.<
jejejejeje ) adiós
Muchas gracias.
Gracias a ti por leer, lo aprecio mucho. No mucho, sólo un poco (¿?)
chau<3.
Invitado
Invitado
Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}
Yo también fui a patinar sobre hielo pero tenia tanto miedo de caer que no me solté casi de la barandilla y cuando tenia 10 años mis padres me compraron unos patines de ruedas y la primera vez que los puse caí muchas veces y no he vuelto a ponerlos lol (también fue porque le rompí el freno a uno xdd) Osea que mis experiencias sobre ese tema son malas. Chau, xxmatthew. escribió:skdhjcmg ¿no sabes patinar? omg yo aprendí a patinar sobre hielo cuando tenía ocho años, pero patinar en asfalto es mucho más difícil, lo digo por experiencia. Claro, linda.<333Ana(: escribió:asdfghjklñ Harry y yo ya tenemos algo en común: no sabemos patinar lol. Siguela pronto, besos ily xx
chau :lizzena:
Shelley
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