cuento de invierno. | nc.

Sinceramente creo que el café es una de las mejores cosas que se podían haber descubierto, pensadlo bien. Lo tomo mucho; cuando estoy cansada, cuando hace frio, por la mañana, después de la comida, en una cita, cuando me siento deprimida... Creo que es una de las pocas cosas que siempre están ahí hasta en los momentos difíciles, aun que no hay comparación con el chocolate, ¡oh dios, ese si es mi talón de Aquiles!

Hoy es uno de esos días en los que me he acostado tarde —tal vez demasiado, ay que me acosté de madrugada mientras discutía con las series que hacían en la tv— por lo que al levantarme necesito una doble ración de cafeína para poder parecer una persona normal, además de una ducha y maquillarme ligeramente para que mis ojeras no se puedan observar. Mientras preparo el café en la máquina de nespreso —la cual siempre que la veo me lleva instintivamente a pensar en el hombre de oro George Clooney— cuando acaba de hacerse mi capuchino aprovecho para coger unas tostadas con un poco de mermelada de arándanos, mi hermana aparece en bata en la cocina aún dormida.

— Kathy, ¿se puede saber que haces? —me pregunta mientras roba una uva del frutero.
— ¿No es obvio? —le pregunto mientras unto mi tostada— El desayuno boba.
— Creía que no te levantarías por un mínimo de una semana, que pronto vuelves a la normalidad.
— Jenna, no quiero hablar de el capullo de James ahora y además no soy de las lloricas que se quedan en su cama. Tengo un trabajo.
— Parece mentira que tu seas la hermana menor —me dice sentándose. Al instante aparece Richard le da un pico y va a por el periodico, a él le parece gracioso mis pintas y la rubia me mira mal.
— ¿Qué? —le pregunto sabiendo que no para de observarme, cosa que odio.
— ¿No podrías ponerte una bata o algo?
— De verdad crees que estar con una camiseta de flash y unos shorts de pijama va a tentar a tu marido —pregunto irónicamente— ¡Ni que estuviera en lencería de victoria's secret!
— Solo te lo sugiero, si te enfrías no será por que no te lo advertí.
— Paranoica —murmuré dejando la cocina.

Jenna era una chica lo bastante simpática y amable como para insultarte de forma que ni te dieras cuenta, además de ser ciertamente celosa por lo que ese tipo de conversaciones son muy a menudo, aun que supongo que el hecho de que Richard la eligiera a ella en vez de a mi demuestra bastante los gustos del moreno. Dejo por un momento de pensar en ella para luego correr hasta mi casa pegada a la de mi hermana ya que solo consta de un salón, una cocina mini y el piso de arriba con baño y habitación.
Me desprendo de mi ropa utilizada como pijama dejándome verme en ropa interior frente al espejo, no puedo evitarlo y ahí está la señal de un amor pasado y culpable de mis lágrimas nocturnas. El tatuaje en forma de corazón sobre mi cadera, es pequeño y tal vez parezca insignificante pero recuerdo perfectamente su símbolo y el día, aquél día.

Ese día, que él me tenía preparada una sorpresa por nuestro año juntos. Recuerdo como me sudaban las manos por el hecho de llevar un pañuelo en la cabeza que cubría mis ojos sin saber donde ibamos, la sensación excitante de la emoción y la adrenalina, cuando llegamos y dijo que había pedido hora lo comprendí, era una promesa falsa. Un símbolo que significara lo que sentíamos y a la vez nos uniera, un corazón. Recuerdo lo nerviosa que me sentía por el hecho de que una de esas agujas tocara mi piel, me imaginaba un dolor infinito. El me cogió de la mano y me dijo:

—Kitty pequeña, todo va a salir bien —me dijo consiguiendo calmar mis nervios. Kitty así me llamaba él de forma cariñosa, decía que le resultaba a nombre de gato y que yo ronroneaba cuando él besaba mi nariz, de ahí el nombre.

Pero no, hoy no iba a derramar lágrimas por verme un estúpido tatuaje permanente. Me puse mis vestido azulón y unos zapatos de tacón bajo para poder caminar bien, si iba a la ciudad no quería acabar muerta.

Antes de entrar a trabajar paso por el starbuks para otro café matutino que me tomaré con Lauren, corro hasta el ascensor antes de que se cierre logrando de forma mágica que los cafés no se derramen. ¡Mierda, Mandy está aquí!
— ¡Katlyn! —excalma emocionada.
— Es Kathelyn —le corrijo.
— Bueno como sea. Ay me he enterado de lo de Dave, lo siento muchísimo cielo —dice falsamente con cara de preocupación y luego pone una enorme sonrisa— Si necesitas algo, solo tienes que decírmelo. Que me lo haya tirado mientras estuvisteis juntos no tiene por que afectar a nuestra amistad profesional, te veré en la reunión.

Y así es como una rubia de plástico te insulta y humilla, en un ascensor de porquería. ¡+10 puntos para Mandy y -20 puntos para Kathy! Olvidaba como es empezar una mañana en el trabajo, le dejo el café encima de la mesa a mi compañera para luego ir corriendo al baño de señoras, por el camino desabrocho algunos de los botones del cuello para respirar mejor.

— Kathelyn no llores.

Demasiado tarde, las palabras de a rubia habían penetrado dentro de mi desde el mismo instante en el que las habían salido de su boca operada. Las imágenes me invaden y el dolor de su ausencia vuelve, las caricias que ya no me das y los besos que ya no te puedo robar mientras de distraías completamente embobado por el partido. No logro encontrar el momento en que se jodió todo, pero fuiste tu el que cambiaste, el que dejó su sonrisa de lado y se acostó con una petarda. La ausencia de su alma junto a la mía se convierte en tristeza, y de la tristeza al odio. El grito ahogado que suelto tapándolo con mis manos, las ganas de romper el cristal me pueden pero debo controlarme. Me mojo la cara y respiro profundamente. Escribiré un libro, ya tengo hasta el titulo: Dave Morrison debe morir.