The Roadtrip

“Tú tentaste a un pequeñito, no solo de edad, también de fe. Qué vergüenza mirarte, ¡Que tristeza Candice! Que deshonra para tus padres que añoran tanto al Señor tener una hija como tú, ¿no crees?"

— ¿Qué te pasa a ti? —Penny sacó de sus pensamientos y recuerdos a Candice.
— Nada, ¿por qué?
— Estás rara hace tiempo, pensé que todo cambiaría.
— Las pesadillas han acabado.
— Bueno, algo es algo… porque realmente ya no me dejabas dormir.
— Que pesada te pones, Lane.

Pero hablando seriamente, ¿Qué le sucedía a la chica Zimmerman realmente? Ni ella misma lo sabía, y eso la hacía sentir terrible, quería volver a ser ella con desesperación. No quería pensar tampoco que era por todo el asunto del bebé, porque para ser sinceros… ella no creía que lo era.
La chica después de toda la situación pasada se había llenado de pesadillas, y la mayoría de las personas saben que las pesadillas no eran muy gratas. No era nada gratificante despertarse en medio de la noche, con fiebre, sudada, gritando y esas cosas; dejando a prácticamente todos los que la rodeaban preocupada. Las pesadillas constaban prácticamente en bebés, bebés y Tyler. Quizás si en parte (aunque ella no quería aceptarlo), era por lo del bebé. Pero bueno, nadie podía negar que era una experiencia traumática

— Creo que iré donde Tyler un rato.
— Haz lo que quieras.
— Yo también te quiero, Penny.

La rubia de ojos verdes le enseño su dedo del medio, Zuzu solo atinó a tirarle un beso en forma de irónia. ¿Quién pensaría que terminarían siendo tan amigas? Después de todos los problemas que había tenido con sus supuestos amigos, había notado que al final del viaje solo tenía tres personas en quien confiar: Penny, Tyler y por supuesto su hermana, quien a pesar de todo era su confidente.

Candice caminó tratando de buscar a Tyler, pensó encontrarlo pero solo era Harry… solo tuvo que darse cuenta cuando vio a Apple junto a él. Parecían dos gomas de mascar según Zuzu.
Y claro su búsqueda tuvo éxito, pero un nudo en su estómago se formó al ver a Diane con Tyler. ¿Celos? Imposible, eso no era digno de Candice Zimmerman. ¿Pero a quién quería mentirle? Tyler había pasado a ser su amigo a ser su propiedad y al parecer la única que no lo entendía era la ojiazul. ¿Qué hacer en ese caso? Odiaba meterse entre ellos dos porque aunque nadie lo creyese Candice sentía que sobraba en la relación de “amistad” de Diane y Tyler.

— Tyler. —Terminó por decir la rubia. Aquella estaba parada al otro lado de la camioneta. El rizado solo se volteó y una sonrisa se tornó en sus labios.
— Hey… ¿qué pasa? —El chico le habló con una media sonrisa. La rubia sintió la incomodidad de la castaña.
— Hablamos después, Tyler.

La chica se fue de allí dejándolos solos, Candice quedó mirando unos segundos a Tyler… tan guapo, tan buen chico cuando se lo proponía, aunque Zuzu no podía decir absolutamente nada de él porque siempre fue un excelente chico junto a ella.

— ¿Qué? —Le dijo él junto a una media sonrisa.
— Estoy cansada.
— Ven. —Dijo haciendo un gesto con sus manos para que ella se acercara.

Zuzu lo dudó unos segundos pero terminó por abrazarlo, ¿Qué sentía por Tyler en este momento? Nadie lo sabía, era una gran pregunta que se hacía todos los días al ver su sonrisa.

— Caminemos.
— ¿Dónde?
— No lo sé, solo vamos.

La chica se zafó del rizado y comenzó a buscar en sus apretados pantalones sus cigarrillos dándose cuenta que estaban en su bolsillo trasero, saco la cajetilla y le ofreció uno a Tyler, este aceptó. Ambos se colocaron el cigarrillo en la boca, la rubia buscó su encendedor y prendió el del ojiverde y luego el de ella.

Como amaba el cigarrillo.

— Le gustas. —Dijo ella para después botar el humo.
— ¿Dé que hablas?
— Diane, la santita.
— Oh vamos…
— ¿Qué? ¿Me lo negarás?
— Dime que no te convertirás en esas chicas celosas…
—  No estoy celosa, Ivanoff.
— ¿Segura? —Este la miró con una sonrisa, ella le dio un golpe. — Vamos… admítelo, ¿ves? Cada día te importo más.
— Te dejo soñar.
— De hecho debería ser importante en tu vida.

Zuzu se detuvo, miro a todos los lados y luego soltó una risa desagradable.

— Ya, ¿y por qué? Nadie es lo suficientemente importante en mi vida.
— Casi fuimos padres.
— Agradezcámosle a ese casi.
— Estás siendo bastante idiota en este momento.
— No me llames idiota, tú eres un idiota.
— Es un bebé, sigue siendo una vida.
— No seguiré discutiendo este tema, lo del bebé ya es un asunto pasado… ya fue y de hecho no lo alcanzó a ser.
— No sé porque algo me dice que algo tomaste.
— Y no sé por qué algo me dice que te cortes el cabello, ¿ves? Nuestros instintos nos dicen a ambos cosas diferentes.
— Eres una pendeja.
— Sí, lo soy. No te olvides que tengo diecisiete años, no me iba a poner a criar a un bebé en medio de un viaje donde no sé qué pasará conmigo.

Un silencio se formó en ambos, ya llevaban con esta discusión varios días, y a pesar de que Zuzu quería arreglar las cosas parece que no funcionaba del todo. Ya no sabía qué hacer, porque al parecer esta discusión siempre estaría presente en su vida.
Cuando menos lo notó Tyler estaba caminando para la dirección contraria, volviendo al lugar donde estaban.

— ¡Eso, huye de la conversación! Así es más fácil, ¿no? —Le gritó enojada.
— Yo no soy el que huye, Candice. —Este se volteó a observarla. Se detuvo ahí. — ¿Sabes lo que pasará con todo esto? Te quedarás sola, porque estás siendo jodidamente egoísta con todos, y lo peor es que no te das cuenta y cuando eso pase nadie estará a tu lado. Y ojo, que te lo estoy diciendo yo… y eso que te tengo cariño.

La rubia se quedó parada ahí sin decirle nada, solo observando como él se iba porque una parte de ella lo sabía muy bien, se quedaría sola… porque eso era parte de la vida, olvidar. Y aunque nadie lo creyese Candice era una chica fácil de olvidar. Candice se había perdido a ella misma, necesitaba reencontrarse y no veía muchas opciones de hacerlo.

Cuando menos se dio cuenta las lágrimas estaban corriendo por sus mejillas, odiaba ese puto sentimiento. ¿Cómo se llamaba? Ah sí, tristeza. Lo odiaba, odiaba llorar, odiaba a Diane, odiaba a Tyler, odiaba el lugar, odiaba la situación y por sobre todo… se odiaba a si misma por no ser lo suficientemente fuerte y aguantarse ese llanto que se había aguantado por tanto tiempo.
No le importó mucho dejarse caer en el suelo, acercó sus piernas a su cara y se hundió en ella, tratando de olvidar todo, necesitaba soledad; porque para ser sinceros estaba algo cansada de estar rodeada de gente y sentirse tan vacía.

El momento que más amaba Sam era cuando todos se iban a dormir, le gustaba quedarse fumándose algún cigarro y bebiendo, estos días había estado algo solitario y bueno tampoco le molestaba siendo sinceros, a Sam le agradaba la soledad.
El castaño le dio una calada a su cigarrillo y miró el paisaje seco que lo enfrentaba, miró a su lado y creyó estar alucinando… era Zuzu quien venía caminando hacia él, no la veía de la mañana cuando había visto que iba con Tyler. Aquella se sentó unos pasos más lejos que él, haciendo que inertemente esté se parase y caminará donde ella. La rubia se sintió bastante sorprendida hasta pensó que su corazón se saldría porque bueno… Sam había sido prácticamente el chico que LE GUSTABA realmente.

— Mira… no quiero sonar tosca pero, ¿Qué quieres?
— Nunca pensé que llegarás a hablarme de esa manera.
— Oh dios mío sonaste igual a la directora de mi colegio evangélico. —Soltó una risa la rubia.
— ¿Has estado fumando marimba? —Dijo en tono gracioso.
— Oh dios mío… dime que no le has dicho así a la marihuana.
— Sí, ¿Qué tiene?
— Se llama marihuana, no de esa forma rara. De todos modos no, ¿por qué?
— Tus ojos.
— Ah. —La chica solo soltó un monosílabo porque sabía exactamente que sus ojos estaban así por tanto llorar. — Pensé que estaban todos durmiendo.
— Si quieres me voy a acostar, no querría molestar a la princesa Zuzu. —Aquella le dio un golpecito en el hombro.
— No sabía que fueras tan bueno para las bromas.
— Bueno Candice… mucho gusto, soy Samuel; para los amigos Sam.

Aquella le sonrió mostrando todos sus dientes, le parecía graciosa toda la situación… aun así le siguió el juego. Cambio el cigarrillo que tenía en su mano derecha a la izquierda.

— Mucho gusto Sam, soy Candice… pero todos me llaman Zuzu.
— Lindo sobrenombre.
— Lo sé, todo lo que viene de mí es maravilloso.
— Dale, con esa autoestima llegarás lejos.
— No sé si lo dices irónicamente o enserio.
— Hablo enserio señorita Zimmerman.
— Que pesado eres. —Ambos soltaron una risa. — ¿Y qué paso? ¿La nena no te dio la pasada entonces ahora quieres coger conmigo?
— Eres una chica muy fina para decir las cosas.
— Solo dilo.
— No, creo que Fauna se ha dado cuenta que no soy el chico para ella.
— Siempre lo supe.
— ¿Qué? —Dijo haciéndose el desentendido.
— Que siempre lo supe, Sam… tú necesitabas a una chica que te hiciera sentir este viaje único, una chica que te hiciera sentir placer, una chica que te hiciera sentir libertad  y la nena esa jamás te lo iba hacer sentir.
— Es mi idea o te estás describiendo.
— No, tú te estás imaginando esas cosas conmigo que es distinto.
— Lo siendo si alguna vez te trate mal. —Dijo cambiando de tema. Ambos se quedaron en silencio un momento. — Es solo que pensaba que eras una idiota que quería atención.
— Amo la atención, espero que lo sepas y te quede claro.
— Lo sé, de todos modos este viaje se está haciendo bastante loco.
— Sí, por eso me iré.
— ¿Qué? —El chico se sintió derrotado en ese momento, no se podía ir, no ahora que habían comenzado a hablar. — No.
— ¿Y por qué no?

«Porque me gustas.» Pensó.

— Porque quizás no lo has notado pero este viaje realmente desestresa, ¿quieres volver a tu rutina?
— No es muy distinta a mi rutina esta vida, tengo problemas, los escondo y me voy de fiesta. Casi iguales.
— Me gustas, esas es la razón.

Sam no podía creer haberle dicho aquello, pero lo había hecho. Zuzu… bueno Zuzu simplemente estaba anonadada mirándolo y sintiendo su corazón latir más rápido que nunca.

— No puedes llegar y decirme estas cosas. —Dijo con una risa nervios. — Tú… tú no sabes cuánto lloré por ti siendo que jamás me permití llorar por un chico, no actúes como si yo jamás hubiera estado enamorada de ti, no actúes como si yo jamás hubiera luchado por ti… porque lo hice.
— Candice…
— Esto me da otra razón para irme.

La chica se levantó literalmente sin su dignidad, derrotada y confundida. ¿Por qué Sam lo hacía ahora? Siendo que ella moría por él, no desmentía que había estado con todos, pero ella lo amaba a él, Zuzu solo quería escuchar esa palabra de su boca hace unos meses y ella era capaz de dejarlo todo, pero ahora que lo escuchaba… prefería salir arrancando.

Comenzó a caminar, a caminar y a caminar sin saber a qué dirección ir, el frío hacía que su piel se colocara chinita y siempre había odiado aquello, frotaba sus brazos con cuidado hasta que una mano en su hombro la descoloco, pensó lo peor de todo pero solo se encontró con esos ojos que la calmaban. Era Violet, asustada y confundida.

— Vámonos, llamemos a Zarah y larguémonos de acá por favor. —Le suplicó Candice a su hermana menor.
— No te dejaré, no ahora. —La hermana pequeña tomó la mano de su hermana mayor. — Vamos… no estamos tan lejos.
— Es en San diego.
— Busquemos un teléfono y esperemos.

Era la única forma de sentirse segura, ahora Candice se sentía en casa… quería sentirse en casa.

Sam despertó ya que su boca estaba tan seca como un maní, saboreo su boca. Amarga… así se encontraba, el cigarrillo le había pasado la cuenta anoche, y al parecer la pequeña botella de whisky que tenía a su lado enterrada en la arena, su cabeza iba a reventar probablemente.
Se sentó con cautela y comenzó a mirar como el cielo estaba más azul que nunca. Recordó lo de anoche y rogó que fuera un sueño o una ilusión o hasta una pesadilla, pero que no fuera realidad. Trato de levantarse y se fue un poco al lado, estaba bastante mareado aún, solo sabía que quería agua y si más no recordaba Diane tenía en su carpa. Comenzó a caminar cuando notó que estaban varios despiertos, se sintió confundido por la hora. Entonces notó que Tyler venía donde él.
Además estaba: Penny, Daniel, Myra, Diane, Trevor,  Juliette y Harry.

— ¿¡Dónde está Zuzu!? —Dijo exaltado. Tyler estaba más que enojado y Sam lo notó al segundo que lo tomo de su camisa.
— Primero que todo suéltame. —Este quitó las manos del rizado de su ropa. Una voz en él le decía que se calmara, nadie quería conocer a Sam enojado.
— Solo dime donde mierda está.
— Tyler cálmate. —Dijo Penny enojada.
— A ver, Sam… ¿estuviste con Zuzu anoche? ¿Y Violet? —Hablo esta vez Daniel.
— Con Candice sí, con Violet no.

Y en ese segundo Tyler se le abalanzó a Sam, este no tuvo una reacción rápida ya que cayó al suelo. Y bueno… se tiraron algunos golpes pero nada grave. Sam se seguía diciendo a sí mismo que se calmara. Entre Trevor  y Daniel los separaron.

— Solo dinos donde está. —Hablo el rizado de nuevo.
— Se fue. —Todos se quedaron en silencio al escuchar a Sam.
— ¿Qué? —Dijo Penny.
— Eso, se fue… se fue porque estaba cansados de todos y sobre todo de ti Ivanoff.

Y eso fue la gota que derramo el vaso. Tyler le dio un empujón y un golpe, pero entonces la voz de Sam se borró totalmente del mapa y su enojo creció, la cara de Sam había desaparecido. Y en menos de un segundo Tyler estaba tirado en el suelo con la nariz sangrando, el castaño solo notó que Trevor lo tenía agarrado de los brazos, este se zafó enojadísimo y se fue por su cuenta.

Sam maldijo hasta a la persona que menos pensaba, estaba enojado, cansado y quería mandar todo a la mierda. A veces se cuestionaba por qué mierda le gustaba Zuzu, sentía que debió haber cerrado su bocota.
Cuando caminó lo suficientemente lejos se sentó, revisó en sus bolsillos y sacó el último cigarrillo que le quedaba, lo colocó en su boca, lo prendió y le dio una buena calada. Necesitaba relajarse.

A los minutos después sintió unos pasos detrás de él, miró y era la rubia que se llamaba Juliette. Era linda.

— Tyler está furioso… no paraba de preguntarse porque no hiciste nada para impedir que se fuera.
— Zuzu está bien grandecita, ella sabe qué hacer.
— Te quedará un moretón bien feo. —Le dijo la rubia sentándose a su lado.
— Supongo, no sé… honestamente sigo algo exaltado así que no siento el dolor.
— Espérate un poco más. —Ambos soltaron una risa. — Soy Juliette.
— Lo sé, Jules.
— Pensé que no me habías notado.
— Creí que yo era el invisible acá. Te noté desde que llegaste, solo que no te hable.
— No eres invisible, solo eras el amigo de Fauna.
— Ja, que graciosa.
— ¿No quieres tocar ese tema?
— No sé, ¿Cómo esta Caitlin?
— Oh vaya, que gracioso. —Ambos soltaron una risa.
— Me has caído bien, mereces una calada de mi último cigarro.
— No sé fumar.
— ¿Me estás jodiendo? —Está negó. — Bueno, entonces no…
— Pero nadie ha dicho que no quiero aprender.
— Oh Vaya…

El castaño botó las cenizas que le quedaban al cigarro y se lo entregó.

— Ponlo en la boca. Luego aspiras fuerte, debes sentir que el humo pasa por tus pulmones. —Ella intento y terminó tosiendo. — Oh, soy malo explicándolo. Intenta de nuevo, pero hazlo bien.

La rubia esta vez lo hizo bien.

— Sabe asqueroso, y casi sentí que mi corazón se iba a salir.
— Típico, después  te acostumbras.

Aquella le sonrió a Sam y este le devolvió la sonrisa.

— ¿Y qué hablaste con Zuzu antes que se fuera? —Sam la quedó mirando, tratando de analizar lo que iba a decir.
— Nada importante…

Ahora que Zuzu se iba, Sam sentía que debía comenzar de nuevo quizás.
Y comenzando por Jules no era mala idea.