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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-

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Mensaje por ᴍᴀʀ. Jue 31 Jul 2014, 4:05 pm

Tori Malik escribió:Hola, Nueva Lectora!
Me ha encantado la nove. Por supuesto ya leí las otras series antes de esta. Pero esta en especial es mi favorita, bueno hasta el momento ya que aún falta la de Zayn. Malik es un chico de muchas sorpresas.
Louis es un completo idiota, no podía haberla seducido tan al fondo para conseguir lo que quería. Bueno su meta era casarse. No lo se explicar.
Si fuera ella me hubiera gustado no saber la verdad, me gustaría mas ser feliz, aún que él no la ame (todavía). Que sufrir por haber sido traicionada por el hombre que ama y su padre.
Espero que la siguas pronto.
También soy Uruguaya, ya eh leído casi todas tus noves pero no puedo comentar ya que no me permite. (Llegue demasiado tarde).
Son magnificas tus adaptaciones. Pero la que de verdad mas me gusto (sin contar la serie)(Y las de Larry, ya que no me atrevo a leerlas) Fue Esposa de Alquiler, fue estupenda. Bueno no seguiré, sino me iré toda la noche haciendo comentarios hacia tus novelas.
Besos  El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 2686721104 
Holaa! ¡Bienvenida!  :luuv:
Me encanta que te encante! Me alegra, si cuando esta termine subiré esa. Oh si. Es un chico de muchas sorpresas.
Es cierto, es injusto que le haya hecho eso, además ella esta tan enamorada, no se merecía que la lastimara de esa forma. :(
En parte hubiera sido mejor que no lo supiera, pero si pasaba más tiempo el daño podría haber sido mucho peor. Estoy de acuerdo con el "todavía". El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 285151902
Ya la sigo. :)
Que genial! Me encanta que también seas Uruguaya!
Aww! Que linda! Gracias! Me alegra que te hayan gustado. :) A mi también me encantó "Esposa de Alquiler", adoré adaptar esa novela. jajajaj! ;)
Besos.
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por ᴍᴀʀ. Jue 31 Jul 2014, 4:35 pm


Capítulo 6




Se durmió porque la pastilla que Louis le consiguió le produjo ese efecto.
Rara vez recurría a tomar la medicina que le prescribían para las migrañas porque la dejaban casi inconsciente.
Cuando se despertó, estaba en la cama y estaba anocheciendo. Le seguía doliendo la cabeza y al ir a incorporarse, sintió náuseas. Su cabeza martilleaba y se llevó la mano a la frente mientras respiraba hondo para tratar de controlar su debilidad. La habitación estaba a oscuras, las cortinas echadas y no había ninguna luz encendida. Louis se había asegurado de que estuviera cómoda.
Había bajado el aire acondicionado y sólo la tapaba una manta. Antes, habría pensado que su consideración era por cariño. Ahora, asumía que debía de ser por su sentimiento de culpabilidad.
Se incorporó y se sentó en el borde un momento, sujetándose la cabeza para orientarse. Después de unos segundos, se levantó y se fue a donde tenía la maleta abierta. Sacó el camisón de seda que con tanta ilusión se había puesto la noche anterior y lo tiró a la papelera. Mejor si no lo volvía a ver.
Revolvió en la maleta, entre los modelos chic, bañadores y la lencería sexy que se había comprado, y sacó un par de vaqueros viejos y una camiseta.
Consideró ponerse zapatos, pero teniendo en cuenta que quería dar un largo paseo por la playa para despejarse la cabeza, decidió que no los necesitaría.
No tenía ni idea de dónde estaba Louis, ni de si seguía en la suite, así que optó por salir al porche. La brisa le alborotó el pelo nada más salir. Respiró hondo y bajó los escalones que daban a la playa.
La noche era cálida y el aire que soplaba era agradable, pero tenía frío hasta los huesos y sintió un escalofrío al hundir los pies en la tierra.
Hipnotizada por la cautivadora vista, se acercó al agua y se rodeó con los brazos por la cintura mientras las olas se acercaban a sus pies. En un momento dado, se detuvo y dejó que el agua le mojara los tobillos. Se quedo allí parada, observando la inmensidad del océano bajo las estrellas. Iba a necesitar un millón de deseos para arreglar el lío en el que estaba.
Sus estúpidos sueños, su ingenuo idealismo... Había sido una tonta por esperar al hombre perfecto.
Deseó poder volver atrás. Debería haber hecho más preguntas. Debería haber reparado en el hecho de que nunca le había dicho que la quería. Había estado convencida de que la adoraba y que con sus actos decía más que con sus palabras.
Otro escalofrío la recorrió y apretó con fuerza los dientes hasta que sintió dolor en la cabeza.
–Suficiente –se dijo.
Llevaba veinticuatro horas castigándose, cuando el culpable era Louis y no ella. No había hecho nada mal. La ingenuidad no era un delito. Amar a alguien tampoco. No iba a disculparse por ofrecer su amor, confianza y compromiso a un hombre que no se lo merecía. El equivocado era él y no ella.
Le quedaba el suficiente ego como para querer guardar las apariencias.
¿Quién podía culparla?
Sintiéndose algo mejor, se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos. Tenía hambre, pero la idea de comer le provocaba náuseas y le dolía tanto la cabeza que no estaba segura de que pudiera tomarse nada.
Todavía estaba a una buena distancia de la suite que compartía con Louis, cuando lo vio a lo lejos acercándose por la arena. Incluso después de tanto pensar para decidir cómo iba a comportarse, no estaba preparada para enfrentarse a él.
¿Cómo podía seguir adelante después de descubrir que no se parecía en nada al hombre con el que se había casado? Parecían desconocidos, unos extraños que iban a vivir juntos y fingir amor ante los demás.
–¿Dónde demonios has estado? –preguntó Louis al acercarse–. Estaba muy preocupado. Fui a ver cómo estabas y te habías ido.
Antes de que pudiera contestar, él la tomó del codo y tiró de ella hacia la luz que desprendía las antorchas alineadas en la playa.
Ashley se apartó y Louis murmuró algo entre dientes.
–¿No se te ha pasado el dolor de cabeza, verdad?
Ella sacudió lentamente la cabeza.
–Maldita sea, Ashley, ¿por qué no has recurrido a mí? Al menos, deberías haberte tomado otra pastilla. Deberías estar en la cama. No has comido nada en veinticuatro horas, estás pálida.
Louis volvió a tirar de ella y se colocó a su lado para volver a la suite.
Incapaz de resistirse, Ashley apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos. Para su sorpresa, la tomó en brazos.
–Deja la cabeza apoyada en mi hombro.
Relajada, hizo lo que le había dicho y por un momento se dejó llevar por la ternura de su abrazo.
La llevó hasta la habitación y la dejó en la cama.
–¿Estás más cómoda sin vaqueros? –le preguntó.
A pesar de haberle preguntado, ya le había desabrochado el botón y le
estaba bajando la cremallera.
Le quitó los pantalones y la dejó en bragas y camiseta. Ashley se quedó tumbada, con la mejilla sobre la almohada, deseando que se le pasara el dolor.
Louis se sentó en el borde de la cama y se quedó a su lado.
–Iré a buscarte otra pastilla, pero creo que no deberías tomártela con el estómago vacío. Puede que te siente mal. Voy a pedir que te traigan una sopa. ¿Quieres algo de beber? ¿Te apetece un zumo?
Al hablar, la acarició el pelo y Ashley tuvo que morderse el labio para evitar que las lágrimas volvieran a rodarle por las mejillas. Aquello no iba a funcionar si rompía a llorar cada vez que era amable con ella.
No estaba haciendo nada diferente a lo que había hecho antes. Era una de las cosas por las que había creído que la amaba, aunque no se lo hubiera dicho con palabras. Siempre se había portado muy bien con ella. Había sido atento, amable, protector... Un hombre no podía fingir todo eso, ¿no?
–Sí, me apetece una sopa –dijo ella.
Siguió acariciándole el pelo y luego detuvo el movimiento de su mano y frunció el ceño.
–¿Te molesta? No me he dado cuenta. Seguro que estás muy sensible a cualquier roce o sonido.
–Es agradable.
–Enseguida vuelvo. Voy a pedirte la sopa. Tienes que llenar el estómago. Quizá también te venga bien para el dolor de cabeza.
Ella cerró los ojos mientras él se ponía de pie y atravesaba la habitación.
Apenas oyó un murmullo mientras hablaba con el servicio de habitaciones. Un momento más tarde, volvió y le puso una mano en la frente.
–Vendrán en pocos minutos. Les he dicho que corría prisa.
–Gracias.
Louis permaneció en silencio unos segundos antes de hablar en tono resignado.
–Haré los preparativos necesarios para volver a casa por la mañana. Quizá sea mejor que estés en un entorno familiar. No quiero que estés sufriendo toda la semana por un dolor de cabeza. Al menos en casa, tendrás a tu familia y amigos cerca. Eso te hará sentir mejor.
–Estaré mejor cuando lleguemos a casa –murmuró.
Dejó inmóvil la mano en el pelo de Ashley y se quedó en silencio mientras parecía pensar las palabras. Su expresión era sombría y su cuerpo estaba tenso.
Llamaron a la puerta y Louis se levantó una vez más.
–Debe de ser la comida.
Salió de la habitación y Ashley aprovechó para incorporarse y se sentó con las piernas cruzadas sobre la cama, acomodándose la almohada en la espalda.
Louis regresó con la mesa rodante y la dejó a los pies de la cama. Tan pronto destapó el cuenco de sopa, el delicioso aroma inundó el ambiente y a Ashley se le hizo la boca agua. Sin embargó, su estómago protestó y le empezó a sudar la frente.
–¿Estás bien? –preguntó Louis, colocando la bandeja delante de ella.
Ella hizo un gesto con la cabeza y tomó la servilleta y los cubiertos con las manos temblorosas.
–Quizá fuera mejor que echara la sopa en una taza. Así habrá menos riesgo de que la derrames.
Ashley asintió y observó cómo servía la sopa en una de las tazas que había en la mesa.
–Toma. Ten cuidado, está caliente.
Ella se llevó la taza a los labios e inhaló, antes de cerrar los ojos y dar el primer sorbo. El calor de la sopa le llegó al estómago y se le extendió por todo el cuerpo.
–¿Está buena? –preguntó mientras se acercaba a la cama, cerca de ella.
–Maravillosa.
La observó dar cuenta de la sopa y luego tomó el bote de pastillas de la mesilla y le sacó otra.
–Toma. Cuando termines, acuéstate y con un poco de suerte podrás dormir hasta por la mañana. Te despertaré a tiempo de tomar el avión.
Aunque seguía enfadada, no podía negar que la estaba cuidando muy bien.
–Gracias.
–Sé que no me crees ahora, pero con el tiempo lo harás, Ashley. Nunca pretendí hacerte daño. Nunca quise que pasara esto. No te hubiera hecho daño por nada del mundo. Ya lo verás, Ashley. Lo nuestro funcionará. Descansa. Te despertaré por la mañana.


La mañana siguiente pasó nebulosa para Ashley. Louis la despertó suavemente y después de asegurarse de que no se le había quitado el dolor de cabeza, le preparó un desayuno ligero. Estuvo pendiente de ella mientras comía y luego prácticamente tuvo que vestirla y arrastrarla hasta el coche que los esperaba.
Llegaron al aeropuerto y una vez en el avión, la acomodó en el asiento y le dio otra pastilla. Le puso una almohada en la cabeza, la tapó con una manta y se aseguró que las ventanillas cercanas estuvieran cerradas. Cayó en un estado dulce de inconsciencia antes de que el avión despegara de la isla y regresaran al frío de Nueva York.
Cuando aterrizaron, Louis tuvo de nuevo que tirar de ella hasta el coche que los aguardaba, llevándose la manta y la almohada del avión para que estuviera cómoda en el asiento trasero. Ashley dormitó sobre su hombro todo el camino hasta llegar al apartamento de Louis, donde suavemente la despertó.
–Estamos en casa, Ashley. Espera dentro del coche mientras yo salgo. Te ayudaré a entrar.
Parpadeó varias veces al ver aparecer el edificio al otro lado de la ventanilla del coche. Sintió una ráfaga de aire frío al bajarse Louis. Habló unos segundos con el portero y luego volvió al coche para ayudarla a salir.
–Con cuidado –le dijo mientras salía a la acera.
La rodeó con su brazo y la guió hasta la puerta que sostenía abierta el portero. Una vez dentro del edificio, tomaron el ascensor y no la soltó hasta llegar a su apartamento.
Sus cosas ya estaban allí. Había hecho la mudanza antes de la boda.
Louis había sugerido que contrataran a una señora para limpiar, lo cual era señal de que no le agradaba cómo mantenía sus cosas. Era una cosa más que tendría que cambiar.
Al entrar en el dormitorio, Louis sacó una de sus camisetas y la dejó en la cama.
–¿Por qué no te quitas la ropa y te pones algo más cómodo? Te avisaré para que cenes algo.
–Prefiero tumbarme en el sofá –dijo tomando la camiseta–. Cuando me duele la cabeza, a veces estoy más cómoda en el sofá. Por cierto, eso me hace pensar en una cosa que no había considerado. Doy por sentado que seguimos... –comenzó y de repente se sintió muy vulnerable e insegura–. Me refiero a que pensaba que seguiríamos durmiendo juntos. No sé si eso es lo que quieres.
Louis se acercó, se inclinó sobre ella y puso las manos a ambos lados de las piernas de Ashley hasta quedarse a la altura de sus ojos.
–Pasarás todas las noches en mi cama. Tengamos o no sexo, estarás a mi lado, en mis brazos.
–Bueno, entonces, de acuerdo –murmuró ella.
–Y ahora –dijo levantándose y dando un paso atrás–, si quieres ponerte más cómoda en el sofá, ponte mi camiseta mientras voy a buscar una manta y unos cojines.
Ella asintió y se quedó mirándolo mientras salía de la habitación. Luego, miró a su alrededor y a todas sus cosas colocadas de cualquier manera. Suspiró.
Cuando se le pasara el dolor de cabeza, ordenaría el apartamento.
Seguramente Louis volvería al trabajo por la mañana, lo cual suponía que tendría tiempo suficiente para pensar las cosas. Arrugó la nariz. Estaría sola.
Siempre estaba rodeada de gente. En su casa, no tenía que mirar muy lejos si quería compañía. Y, a parte de su familia, su círculo de amigos siempre estaba disponible para verse en cualquier momento.
Pero, ¿de qué iba a hablar con ellos ahora? ¿De lo maravilloso que era su matrimonio? ¿De su marido? ¿De la luna de miel interrumpida?
Su cabeza estaba demasiado aturdida como para pensar en aquellas cosas. Se desnudó y se puso la camiseta de Louis. Recogió la ropa que se
acababa de quitar del suelo y la dejó en la bolsa de la ropa sucia. Quizá no le gustara que mezclara sus cosas con las de él, pero no tenía otro sitio donde dejarla. Una cosa más de las que tendría que hacer.
Se fue al salón y vio la manta y los cojines que Louis le había preparado.
Él volvió de la cocina y la ayudó a acomodarse, cubriéndola con la manta hasta los hombros. Luego, se sentó en el borde, cerca de su cabeza.
–¿Te sientes mejor?
Ashley asintió.
–Ya no me duele tanto la cabeza. En unas horas se me habrá pasado. Estoy algo mareada por la medicación. Nunca antes había tenido que tomar más de tres pastillas seguidas.
–Descansa unas horas. Volveré a verte en un rato a ver si quieres cenar algo. Puedo preparar algo o pedir que nos lo traigan –dijo y ella asintió–. Tengo que hacer unas llamadas. Avisaré a tu familia de que hemos vuelto y por qué. Tú intenta recuperarte.
–¿Qué vas a decirles?
–Les diré que te dio un dolor muy fuerte de cabeza y decidimos que estaríamos mejor en casa.
Ella suspiró aliviada y el nudo de su estómago se relajó.
–Querrán venir de inmediato, al menos mi madre. Dile que no se moleste, que la llamaré en cuanto pueda.
–Desde luego. Ahora descansa. Luego nos ocuparemos de la cena.
La besó en la frente, la cubrió hasta la barbilla y lentamente salió y apagó las luces. Ashley le oyó cerrar la puerta de su estudio y se quedó allí sola en la oscuridad.
Suspiró. Si no quería pasar el siguiente año en la cama, aturdida por los efectos de la medicación, iba a tener que ser fuerte. No podía dejar que todo le afectara tanto.
¿Y qué si su marido no la amaba? Tenía que encontrar la manera de ser feliz.
Tenía que aprender a cocinar. Limpiar, también tenía que aprender a limpiar. Tenía que aprender a controlar su lengua y sus reacciones. Eso tenía que ser fácil. Debería sonreír y asentir en vez de soltar risitas histéricas y mover tanto las manos.
La puerta del estudio de Louis se abrió y apareció. Miró hacia donde estaba y luego se acercó.
–¿No puedes dormir? –preguntó–. ¿Necesitas algo?
Ashley sacudió la cabeza y se arropó con la manta.
Se sentó en una butaca frente al sofá. Sus miradas se encontraron y Ashley evitó desviarla, a pesar de que se sentía tentada a hacerlo. No podía seguir evitándolo por mucho que quisiera.
Era difícil para ella porque cada vez que lo veía, una sensación de humillación la recorría.
–He hablado con tus padres. Tu madre está preocupada. Quiere que la llames en cuanto puedas. Tu padre quiere verme por la mañana, si a ti te parece bien. Estaré fuera unas horas.
–Estaré bien –dijo–. Se me ha quitado el dolor de cabeza. No hay motivos para que te quedes en casa cuidándome.
–Si necesitas algo o empiezas a sentirte mal de nuevo, llámame.
Prefería morirse antes que volver a llamarlo al trabajo, pero no estaba dispuesta a decírselo. En vez de eso, asintió y dejó escapar un suspiro.
–¿Te apetece comer algo? –preguntó Louis, rompiendo el tenso silencio–. ¿Qué quieres?
Decidió aprovechar y tender la mano en son de paz, así que se incorporó en el sofá y se quedó apoyada contra el reposabrazos.
–Podrías preparar algo si no te importa. Así podría sentarme en la barra y observar.
Él pareció sorprenderse con la sugerencia, pero enseguida se mostró aliviado.
–Es una buena idea.
Louis se puso de pie y le ofreció su mano.
–Vamos. Llévate la manta si tienes frío. Puedes sentarte en uno de los taburetes de la barra y cubrirte con ella.
Sin soltarla de la mano, se dirigió a la cocina. La acompañó hasta uno de los taburetes y esperó a que se sentara. Luego, la rodeó con la manta.
–¿Qué te apetece esta noche?
Se acercó a la nevera, revisó el contenido y volvió a mirar a Ashley.
–No me importa. Comeré cualquier cosa.
–Estupendo. Llevo tiempo deseando cocinar esta lengua de vaca.
Ashley se quedó sorprendida hasta que se dio cuenta de que le estaba tomando el pelo.
Una sonrisa se dibujó en sus labios y él se la devolvió.
–¿No?
Ella sacudió la cabeza.
Su sonrisa se amplió y se inclinó sobre el mostrador, apoyando la barbilla en la mano.
Louis dejó un paquete en la encimera y luego volvió a la nevera para sacar una cebolla, un puñado de pimientos y una caja de champiñones.
–¿Qué te parece si preparo un salteado? Es fácil y se me da muy bien.
–Suena apetecible.
Lo observó en silencio. Louis fue cortando la verdura. Paró un momento para poner la sartén y luego volvió junto a la tabla de cortar.
Se movía con soltura por la cocina. Tenía las mangas subidas, el primer botón abierto y el entrecejo arrugado por lo concentrado que estaba.
–Dime algo que no se te dé bien –dijo ella.
Louis dejó el cuchillo, echó un vistazo a la sartén y luego volvió a mirarla.
–¿Para qué quieres saber si algo no se me da bien?
–Era una pregunta estúpida. Es sólo que pareces una de esas personas que todo lo hace bien. Ya sabes, alguien que haga lo que haga, lo hace bien.
–Está claro que nunca me has visto intentando jugar al baloncesto. Y digo intentando y no sé si es la palabra correcta. Harry, Niall y Zayn disfrutan torturándome una vez al año en lo que llaman un partido amistoso de baloncesto. Creo que aprovechan para vengarse de todo lo que se les ocurre. Luego están los seis meses siguientes recordándomelo.
Louis se entretuvo terminando de hacer la comida. Cinco minutos más tarde, colocó un plato ante ella mientras él se quedaba de pie al otro lado de la barra, apoyado en el fregadero y con su plato en la mano. Ashley levantó la vista y frunció el ceño.
–¿No vas a sentarte?
–Me gusta mirarte –respondió Louis mientras estudiaba sus facciones–. Prefiero estar lejos de ti.
Ashley sintió que se ruborizaba y rápidamente bajó los ojos al plato. No tenía respuesta para aquello. Le intrigaba que le dijera una cosa así.
Pero quizá lo estaba intentando al igual que ella, que al día siguiente empezaría a hacer las cosas de su lista. No pasaría de un día para otro, pero quizá con el tiempo...
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por ᴍᴀʀ. Jue 31 Jul 2014, 4:39 pm

Hola!
Quería pedirles disculpas por haber dejado de adaptar la nove, había tenido algunos problemas y por eso no pude continuarla, pero a partir de ahora la voy a poder seguir así que espero sus comentarios.
Les dejo un capítulo! Espero que les guste!
Besos. :)
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por Tori Malik Jue 31 Jul 2014, 6:27 pm

Me encanto, Louis es tan tierno. Se que no la cuida por obligación, sino que siente la necesidad y no es para menos luego de todo lo que hizo.
Sera que es solo malestar o ¿viene un bebe en camino?.
Siento que  su situación mejorara pronto.
Tori Malik
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Mensaje por ᴍᴀʀ. Dom 03 Ago 2014, 5:58 pm

Tori Malik escribió:Me encanto, Louis es tan tierno. Se que no la cuida por obligación, sino que siente la necesidad y no es para menos luego de todo lo que hizo.
Sera que es solo malestar o ¿viene un bebe en camino?.
Siento que  su situación mejorara pronto.
Me encanta que te haya encantado. El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 1857533193
Si es cierto,no lo hace por obligación.
Oh, buena pregunta, yo también quisiera saberlo. El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 3232760151
Ojalá.
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por ᴍᴀʀ. Dom 03 Ago 2014, 6:23 pm


Capítulo 7




Ashley se despertó con una sensación de resaca. Aquel era el primer día en su intento de tomar las riendas de su mundo. Bueno, algo así. Más bien era un intento de no tomarse tan en serio la vida. La prudencia y la cautela eran ahora sus aliadas. No habría más mentiras a su alrededor ni sentiría lástima de sí misma.
Louis se había ido del apartamento temprano.
Se había metido en la cama, a su lado, y ambos habían permanecido en silencio en la oscuridad hasta que Ashley se había dormido. En algún momento de la noche, él se había acercado a ella, o quizá fuera ella la que lo había asaltado entre sueños. De cualquier manera, había acabado en sus brazos y se había despertado cuando Louis se había levantado para ducharse.
La había besado en la frente y antes de irse, le había murmurado que volviera a dormirse.
–Bienvenida a tu nueva vida –murmuró y se levantó de la cama.
Durante la ducha, pensó en cómo podía ser su situación. Podía ser horrible o podía hacer algo por mejorarla. Todo dependía del esfuerzo que hiciera en su propia felicidad.
Cuando terminó de arreglarse el pelo y de maquillarse, el resultado le gustó. Ya no se la veía tan demacrada. Cansada sí, pero eso podía justificarlo por el dolor de cabeza.
La primera parada sería para ver a su madre. Si Gloria Copeland no veía pronto a su hija, movería Manhattan para asegurarse de que estaba bien.
Después, tenía cosas que hacer.
Tomó un taxi y sonrió a Alex cuando se acercó para saludarla.
–¿Cómo está, señorita Ashley? ¿Qué tal le va la vida de casada?
–Estoy bien, Alex. He venido a ver a mi madre. ¿Puede avisarla de que he llegado?
Unos segundos más tarde, Ashley salió del ascensor y entró en el amplio apartamento.
–Ashley, cariño –dijo su madre corriendo a saludarla–. Oh, pobrecita. Ven aquí y deja que te vea la cara. ¿Estás mejor de tu dolor de cabeza? Sabía que había demasiadas emociones con la boda, tu mudanza y todos los otros planes.
Estaba preocupada de que fuera demasiado para ti. Deberíamos habernos tomado más tiempo para hacer los preparativos.
Su madre la abrazó y Ashley disfrutó del placer que sólo una madre podía ofrecer.
–¿Ashley? –le preguntó al separarse–. ¿Va todo bien? Ven, siéntate. No tienes buena cara.
Ashley dejó que la llevara hasta el sofá. Se sentó y se acomodó en la esquina, dejándose abrazar por la sensación de familiaridad.
–Estoy bien, mamá. Creo que tienes razón. Ha habido tantas emociones y nervios que cuando llegamos a Saint Angelo todo se me vino encima. El pobre Devon no hacía otra cosa que cuidar de mí y yo estaba aturdida por la medicación.
–Era su deber. Me alegro de que se haya ocupado de mi niña. ¿Te sientes mejor ahora? Estás pálida y tienes ojeras.
–Estoy mejor. Sólo quería venir para que no te preocuparas. Tengo que irme enseguida. Tengo muchas cosas que hacer en nuestro apartamento para poner orden.
–Claro. Pero primero, deja que te prepare una buena taza de té.
–¿Té con hierbabuena?
–Sí –dijo su madre sonriendo.
Ashley suspiró y se relajó en el sofá, dispuesta a permitir que su madre la mimara antes de volver al mundo real. Al cabo de unos minutos, la madre de Ashley regresó con una bandeja y la dejó en la mesa, delante de Ashley. Luego, le dio una taza de humeante té.
Ashley se quedó observando a su madre mientras se acomodaba en el sofá, con una taza de té en las manos.
–Mamá, ¿qué pasó entre papá y tú?
Su madre se quedó sorprendida y miró a Ashley mientras dejaba la taza en el plato.
–¿Qué quieres decir, cariño?
–Aquella vez que os separasteis. Nunca pregunté porque sinceramente quería olvidarlo. Pero ahora que estoy casada... quiero saberlo. Siempre os he visto muy enamorados.
La expresión de su madre se suavizó y dejó la taza en la mesa. Luego, se giró y tomó la mano de Ashley entre las suyas.
–Es normal que te preocupen esas cosas ahora que estás casada. Pero no pienses en ello.
–Lo sé, pero si os pasó a papá y a ti, entonces le puede pasar a cualquiera. ¿Tuvo una aventura? ¿Le perdonaste?
–¡Dios mío, no! –exclamó y sacudió la cabeza–. Sé que fue difícil para Eric y especialmente para ti. Nunca imaginé que pensarías algo así. Debería haberlo adivinado. Estaba tan decidida a que no os afectara que pensé que hacía lo mejor al no daros detalles. Ahora veo que me equivoqué.
–¿Qué pasó entonces? –preguntó Ashley.
–Ahora parece una tontería, pero por aquel entonces estaba convencida de que mi matrimonio estaba acabado. Tu padre estaba haciendo lo que siempre había hecho. Pero no me parecía suficiente y empecé a preocuparme. Quizá sea normal preguntarse en un momento dado qué quieres de una relación o preocuparse de que tal vez tu pareja ya no te ama o no te valora. Tu padre trabajaba muchas horas y estaba continuamente de viaje. Eric y tú ya erais mayores y, de repente, me sentí sola.
–Oh, mamá. Me hubiera gustado saberlo –dijo Ashley–. Debió de ser terrible para ti.
–Lo fue entonces, pero no fue culpa de tu padre. Debió de pillarlo por sorpresa el día en que volvió a casa y se encontró con que había sacado sus cosas y que tenía que buscarse otro sitio para vivir. Me pidió que le dijera qué había pasado, qué había hecho mal y cómo podía arreglarlo. Pero lo cierto era que ni yo misma lo sabía. Sólo sabía que no era feliz y que ya no sabía qué esperar de mi matrimonio o de mi marido. Si yo no lo sabía, ¿cómo iba a saberlo él?
–¿Qué hiciste?
–Me negué a hablar con él durante una semana. No estaba enfadada, pero no sabía qué decirle. Me tomé aquel tiempo para pensar y decidir qué quería decirle. Y durante aquel tiempo, me di cuenta de que la que necesitaba cambiar era yo. Necesitaba descubrir qué me hacía feliz. Cuando por fin accedí a verle, el pobre hombre estaba destrozado. Me sentí culpable por hacerle sufrir de aquella manera, pero supe que no duraríamos si no me recuperaba. Le pedí un tiempo separados.
–¿Y qué pasó? ¿Por qué decidiste dejarle que volviera?
Su madre suspiró y su mirada permaneció perdida.
–Estuvimos separados seis meses y de alguna manera, esos seis meses fueron los mejores de mi vida.
–¡Pero mamá! –exclamó Ashley, abriendo los ojos como platos.
–Lo sé, lo sé, pero escúchame. No he dicho que fueran fáciles. Pero aquellos seis meses me hicieron ver con todo detalle lo que quería que fuera mi vida y con quién quería pasarla. Tuve mis oportunidades. Muchos hombres flirtearon conmigo y hubieran aprovechado cualquier oportunidad para tener una aventura.
Ashley se quedó boquiabierta y su madre sonrió al ver su reacción.
–Cariño, no pensarás que las ganas de tener sexo desaparecen cuando cumples treinta años, ¿verdad? Tuve la oportunidad, sí, pero no lo hice.
–¿Porque amabas a papá?
–Porque no hubiera sido honesto. Tu padre no se lo merecía. Pero no necesitaba estar con nadie más que con él. Me di cuenta de que lo había estado culpando de mi infelicidad. Era fácil decir que me había estado evitando o que dedicaba mucho tiempo al trabajo. Pero lo cierto era que después de que los hijos crecieran y dejaran el nido, no sabía qué quería hacer. Así que descargué mis frustraciones en la persona que tenía más cerca y no asumí la responsabilidad de mis propios fracasos.
–Nunca pensé que...
Su madre sonrió y le acarició la mejilla.
–¿Qué? ¿Que soy una persona como las demás? ¿Que tu madre no es perfecta?
–Sí, supongo –dijo Ashley–. Ha sido un descubrimiento sorprendente. Voy a tener que bajarte del pedestal de las madres.
–Tan sabelotodo como tu padre. Siempre pensé que te parecías mucho a él.
–¿Cómo? No me parezco a papá. Seguramente no le gustará que digas eso. Me desprecia porque no tengo ni su cabeza ni su interés por los negocios.
–Pero tienes un corazón tan grande como tu padre y cuando amas lo das todo. Como William. Se quedó destrozado cuando le pedí que se fuera. Y aunque sabía perfectamente lo que tenía que hacer, fue la decisión más difícil que he tomado jamás. Nuestro matrimonio quedó reforzado. Cuando volvimos juntos, yo era más fuerte, más segura. No lo necesitaba para sentirme completa. Lo quería, pero no dependía de él y ahí estaba la diferencia.
Ashley impulsivamente abrazó a su madre.
–Te quiero, mamá. Gracias por contármelo. Era justo lo que hoy necesitaba.
Su madre le acarició el pelo y le devolvió el abrazo.
–De nada, cariño. Yo también te quiero. Ya sabes que me tienes siempre que me necesites.


Louis se sentó frente a William Copeland mientras acababa de pedirle lo que quería a la camarera. Habían quedado para comer en el restaurante favorito de William, aunque Louis no tenía hambre.
–¿No vas a comer, hijo? –preguntó William mientras la camarera miraba expectante a Louis.
–Tan sólo tomaré un vaso de agua.
Después de que la camarera se fuese, William se inclinó hacia delante. Parecía algo desconcertado.
–Quería hablar contigo acerca de algunos cambios en la organización.
Una alarma sonó en la cabeza de Louis. Dos noches sin dormir y el recuerdo de Ashley llorando estaban acabando con su paciencia. Lo último que necesitaba era que el viejo renegara de su acuerdo. ¿No sería eso el colmo de la ironía?
William debió de advertir la extraña expresión de Louis porque rápidamente continuó.
–No es lo que piensas. Quiero que ocupes mi puesto en Copeland. Sé que acordamos que la fusión con Tricorp sería discreta y pausada, pero estoy pensando retirarme y quiero que tú ocupes mi lugar.
–No lo entiendo –dijo Louis, sacudiendo la cabeza.
William suspiró.
–Estoy enfermo, hijo. He tenido algunos problemas de salud. Quiero dejar los asuntos resueltos porque no quiero que le falte nada a mi familia. Me gustaría que Eric ocupara algún cargo, pero todavía no está preparado. Y lo cierto es que no sé si quiere dedicarse a los negocios familiares. Últimamente me ha dado a entender que sus intereses residen en otras áreas. Y Ashley... Por eso insistí tanto en que os casarais. Quería que sentara la cabeza con un hombre en el que confiara y del que estuviera seguro que la cuidaría bien. Si se supiera que mi salud es débil, aparecerían buitres y se aprovecharían de ella.
–¿Enfermo? ¿Cuánto de enfermo?
–Todavía no lo sé. No te mentiré, pero me ha costado aceptar la verdad. Ni siquiera lo he hablado con Gloria y se va poner muy furiosa cuando se entere. Aun así, todavía no estoy dispuesto a morirme. Quiero disfrutar muchos años de mis hijos y de los nietos que vengan. He trabajado muchas décadas para llegar a donde estoy y ahora quiero retirarme y disfrutar junto a mi mujer viendo a mis nietos jugar. Pero para hacer todo eso, necesito estar seguro de que mi compañía queda en buenas manos. No quiero que Copeland muera y es por eso por lo que quiero que esta fusión funcione. Mi interés no era Tricorp. Para ser sincero, podía haber escogido cualquier otra empresa. Pero me interesé por Tricorp por ti. Tú eres lo que quiero para mi hija y para mi compañía.
–No sé qué decir –murmuró Louis–. Es toda una bomba para el día después de regresar de mi luna de miel.
–Sé que pensabas que era un viejo loco por incluir a mi hija como parte del acuerdo y un canalla manipulador. En eso tienes razón. Sé que  querías esta asociación. Sé que querías que el nombre de Copeland figurara en la nueva cadena de hoteles que tienes planeada y también sé lo que yo quería. Nuestros deseos se alineaban perfectamente. Y a mis hijos no les faltará nada.
–Excepto a Ashley –dijo Louis.
–¿Qué quieres decir? –preguntó William sorprendido.
–Ella quiere un marido que la ame, que encarne todo lo que siempre ha soñado.
–¿Y? ¿No puedes ser tú ese hombre?
Era una buena pregunta para la cual no tenía respuesta.
–¿Cuándo quiere hacer todos esos cambios? –preguntó Louis pasándose la mano por el pelo.
–Quiero presentar mi renuncia tan pronto como todo esté listo. No será ningún secreto que quiero que te hagas cargo tú. Las votaciones no serán ningún problema. Lo más lógico es que seas tú la persona que me sustituya. Tengo mucha influencia en el consejo, me harán caso. Voy a pedir una cita al médico y luego se lo contaré a mi esposa. En adelante, no podré hacer nada sin su permiso.
A pesar de la mordacidad de sus palabras, era evidente que adoraba a su esposa y que no le importaba demasiado que fuera ella la que tomara el control de su vida después de su retiro.
El viejo parecía seguro de sus actos y decisiones y Louis se preguntó hasta qué punto podía culpar a su suegro por hacer lo necesario para asegurarse de que a su familia no le faltara nada. ¿Habría hecho él lo mismo por sus hijos aunque no compartiera sus métodos?
Quería pensar que les habría ofrecido algo más que el consejo de no meterse en problemas.
La imagen de Ashley con un hijo suyo le hizo sentir una fuerte emoción. Enseguida se dio cuenta de que haría lo que fuera por proteger a su hijo.
–Cuídese –dijo Louis, sintiéndose preocupado porque le pasara algo a aquel hombre decidido a ser un padre para él–. Espero que mime a nuestros hijos.
–¿Tenéis pensado darme nietos pronto? –preguntó William, esbozando una amplia sonrisa.
–Quizá. Depende de Ashley. Lo único que quiero es que sea feliz.
–Yo también, hijo, yo también.
La camarera los interrumpió al traer el primer plato de William. El viejo miró la comida y luego volvió a fijar los ojos en Louis.
–Quiero que organices una fiesta, así Ashley podría ejercer de anfitriona. Que sea en un par de semanas. Quiero anunciar mi retiro y mi deseo de que me sucedas. Quiero que todo esto parezca algo natural en la fusión, un cambio de guardia con mi bendición.
–Está bien –dijo Louis.
Al menos, eso esperaba. A lo mejor para entonces, Ashley no estaría tan triste. En aquel momento, pedirle que se mostrara feliz ante docena de invitados era algo impensable.
–De acuerdo. Seguiremos hablando y te daré una lista con los invitados. Tú también puedes invitar a quien quieras. Estoy muy contento de que seas mi yerno. En cuanto te conocí, supe que estaba haciendo lo mejor no sólo para mi compañía, sino para mi hija también.


Nada más entrar en el apartamento, Louis advirtió los cambios. Todo estaba ordenado. No había revistas por el medio, ni zapatos en el suelo, ni bolsos colgados de los pomos de las puertas.
Según siguió avanzando, se le hizo un nudo en el estómago, no había señales de la presencia de Ashley. El aspecto del apartamento era como antes de que ella se mudara.
¿Habría recogido sus cosas y se habría marchado? ¿Habría decidido no dar una oportunidad a su matrimonio?
De pronto oyó un sonido proveniente de la cocina. Se dirigió hacia allí y se dio cuenta de que se había quedado encendida una televisión. Al llegar a la puerta, tuvo que sujetarse para recuperar el equilibrio.
Se sintió aliviado. Seguía allí. Estaba sentada frente a la barra, con el ceño fruncido mientras veía un programa de cocina. Tenía un cuaderno y un lápiz entre las manos y estaba tomando notas. Las superficies brillaban, al igual que el suelo.
El olor a limón era intenso en la estancia.
Llevaba unos vaqueros desgastados y una vieja camiseta. Tenía el pelo recogido en una coleta y no llevaba maquillaje.
Estaba muy guapa, aunque también parecía cansada. Las ojeras eran más pronunciadas y desprendía un aire de fragilidad que enseguida hizo que quisiera protegerla. Pero no podía protegerla de él y era precisamente él el que la había hecho daño.
Conmovido por aquella imagen de vulnerabilidad, le deslizó las manos por los brazos y se inclinó para besarla en el cuello Ella se quedó de piedra y luego se giró.
–Hola, no esperaba que llegaras tan pronto.
–Técnicamente, esta semana no trabajo –dijo retirándose–. He comido con tu padre. Hemos hablado de negocios y ya he acabado. ¿Qué ha pasado con todas tus cosas? –preguntó Louis sin darle mayor importancia mientras sacaba una botella de agua de la nevera.
–He estado colocándolo todo. No tuve tiempo de hacerlo antes de la boda. Estuve demasiado ocupada con otras cosas.
–¿Y la limpieza? ¿Hacía falta que lo hicieras todo hoy? Acabas de recuperarte de un terrible dolor de cabeza.
–Está bien. El dolor de cabeza se me ha quitado. Tan sólo estoy un poco resentida.
–Ve a tumbarte en el sofá. Prepararé algo de cena y veremos la televisión o nos relajaremos.
–No, no –dijo ella poniéndose de pie–. Tengo planeada la cena. ¿Ya tienes hambre? ¿A qué hora quieres que cenemos?
Perplejo por aquel repentino cambio, Louis no dijo nada. Era como si Ashley pretendiera dar una apariencia de normalidad y eso lo aliviaba. Quizá, una vez la tormenta inicial pasara y tuviera tiempo de pensar, se daría cuenta de que las cosas no habían cambiado entre ellos.
Louis estaba a punto de cumplir todas sus metas mucho antes de lo que había planeado. Había avanzado cinco años. La compañía Hoteles Copeland sería suya. Su sueño de lanzar una cadena de hoteles de lujo bajo uno de los nombres más conocidos y reputados de la industria, se haría realidad. Tendría una esposa y familia. Lo tendría todo. La sensación de triunfo lo embargaba.
–No tengo prisa. ¿Por qué no nos sentamos y tomamos algo? ¿Qué estás preparando?
–Nada. Al menos no esta noche. Pensaba encargar algo fuera. Es casi comida casera y lo traen y lo preparan.
–Suena muy bien, gracias. Creo que una buena cena me vendrá bien después de la semana que he tenido. No nos vimos mucho los días previos a la boda, así que ahora podemos recuperar el tiempo perdido.
Había dolor en sus ojos, pero siguió callada, como si volviera a ser consciente de las circunstancias. Odiaba eso. Desearía poder borrarlas de su memoria. Con el tiempo, se le olvidarían. Si le demostraba que podían tener una buena relación, dejaría de tener los nervios a flor de piel y podrían volver a tener la complicidad que habían compartido antes.
Ashley se cuadró de hombros, como si hubiera tomado una decisión.
Luego, levantó la barbilla.
–Ve y siéntate. ¿Quieres vino?
Louis abrió la boca para decir que él se ocuparía, pero vio algo en sus ojos que lo detuvo. Había desesperación, como si estuviera esforzándose en mantener la compostura.
–Me apetece vino. Escoge una botella de las que hay.
Salió de la cocina con el corazón en un puño. Las próximas semanas iban a ser difíciles mientras se hacían a la nueva realidad de su relación. Tenía la seguridad de que iba a funcionar, tan sólo tenía que ser paciente.
Unos minutos más tarde, Ashley apareció en el salón con dos copas y una botella de vino.
Parecía disgustada al dejar las copas en la mesa.
–¿Puedes abrir la botella? –preguntó ella–. No lo consigo con el abrebotellas.
Louis tomó la botella y al hacerlo, rozó sus dedos.
–Relájate, Ashley. Siéntate y yo lo serviré.
Ashley volvió sobre sus pasos y se sentó en el sofá. Lo cierto era que todavía no tenía buen aspecto y no le sorprendería que aún le doliera la cabeza. Fruncía el ceño y parecía cansada.
Abrió la botella y la primera copa fue para ella. Después de servirse la suya, se sentó en la butaca que había en diagonal a ella.
–Tu padre quiere que demos una fiesta en una o dos semanas –dijo él.
–¿Nosotros? –preguntó sorprendida–. ¿Por qué no quiere que la organice mi madre? Ejerce muy bien de anfitriona. Sus fiestas son siempre un éxito.
–Quiere anunciar los cambios que va a hacer próximamente en Copeland. Tu padre quiere dejar la dirección de la compañía. Está pensando en retirarse y dedicarse a su familia.
Ashley parecía abatida.
–No tiene importancia. Conocemos a la mayoría de la gente que asistirá. Elegiremos una empresa de catering y contrataremos una orquesta. Será estupendo.
–Yo me ocuparé, no hay problema. No quiero que te preocupes por ello. Sólo necesito saber cuándo será. Estoy segura de que mi padre y tú estaréis ocupados con... bueno, con lo que sea. Mi madre siempre ha organizado las fiestas de mi padre, así que no hay motivo para que yo no haga lo mismo con las tuyas.
Su voz parecía consternada. Parecía como si fuera a organizar un funeral.
–Estoy seguro de que todos disfrutaremos con lo que organices –dijo él.
Ashley dio un largo trago a su copa y a punto estuvo de vaciarla.
–¿Quieres ver una película? –sugirió él.
–Claro –dijo dejando la copa en la mesa–. Me parece bien lo que pongas.
Louis tomó el mando a distancia, se acercó a ella, se sentó a su lado y estiró el brazo sobre el sofá por encima de la cabeza de Ashley.
La besó suavemente en la frente y apoyó en ella su barbilla durante largos segundos. De alguna manera, la compensaría. Estaba llegando a un momento en su vida y en su trabajo en que todo por lo que había luchado iba a ser suyo. Y quería que ella estuviera allí, en la cima del mundo, junto a él.
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por ᴍᴀʀ. Dom 03 Ago 2014, 6:24 pm

¡Holaa!
Dejo otro cap, espero que les guste! :)
Besos.
ᴍᴀʀ.
ᴍᴀʀ.


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Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:06 pm

Estoy como ¿What?.
Este capítulo me dejo sin palabras, no se decirte lo que sentí cuando lo leí.
Diríamos, que tenia la sensación que en cualquier momento se besarían.  Y que olvidarían de todo, bueno están comenzado de cero.
Me sorprendió mucho la historia de su madre, fue como un ejemplo para ella.
Me imagine un niño corriendo en la casa y jugando futbol con Louis. Tengo la imaginación a cien hoy.
Amé el último enunciado.

Se que soy muy metida pero ¿En que parte de Uruguay vives?.
Bye.
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Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:17 pm

Te seguiré  molestando, ya que quiero pasar de pagina.
Por que tu lo mereces, por ser esta escritora maravillosa.
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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 Empty Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-

Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:31 pm

Amo tus adaptaciones. Seguro debes leer muchos libros.
Me gustaría tener la paciencia de hacerlo, pero no me gusta leer libros solo de mirarlos me desaniman. No me llevo mucho con las letras, soy mas de los números y leyes.
Pero leeré mi primer libro pronto. En fin, amo tus novelas.
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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 Empty Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-

Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:46 pm

Ya pensaste escribir tu propia novela, seguro muchas cosas pasan por esa cabecita.
Odio, mi internet, paso como una hora entre mensajes y mensaje para enviarlos. Pero no importa. 
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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 Empty Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-

Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:49 pm

Debo parecer una niña de 6 años, escribiendo estas estupideces. Pero no tengo más 10.
Bueno 16 añitos.


Última edición por Tori Malik el Dom 03 Ago 2014, 8:04 pm, editado 1 vez
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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 Empty Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-

Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:51 pm

Es que prefiero escribir toda mi vida, que poner solo ¡Síguela!. Me parece tan poco y sin imaginación. Aburrido.
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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 Empty Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-

Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:54 pm

Cual chico es tu debilidad. Haber si adivino ZAYN.
Bueno si te preguntas el mío es....Louis. Bueno todos.
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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA- - Página 4 Empty Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-

Mensaje por Tori Malik Dom 03 Ago 2014, 7:56 pm

Amó tu firma y avatar.
Zayn esta para comérselo.
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