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El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Capítulo 9
A la mañana siguiente, Louis despertó a Ashley para saber cómo se sentía. Ashley le aseguró que estaba bien, aunque seguía teniendo el estómagorevuelto. Lo cierto era que quería que se marchara.
Después de que se marchara a trabajar, se metió en la ducha y se quedó un largo rato bajo el chorro del agua caliente. Luego, se secó el pelo y se lo recogió en una coleta.
Estaba asustada ante la perspectiva de estar embarazada. En algunos momentos, esperaba no estarlo. En otros, tenía la ridícula esperanza de que un embarazo pudiera... Aunque sabía que un hijo no podía mejorar su relación, en el fondo confiaba en que Louis llegara a sentir algo.
Tomó un desayuno ligero para asentar el estómago. No estaba segura de si aquel malestar matutino era debido a un embarazo o a su frágil estado emocional de los últimos días.
Su nerviosismo fue en aumento al tomar el taxi hacia la consulta del médico. En la clínica, rellenó los papeles y esperó impaciente a que la enfermera la llamara. Después de contestar un montón de preguntas, le pidieron que orinara en un bote, le sacaron sangre y le dijeron que esperara.
Fueron los veinte minutos más largos de su vida, hasta que la enfermera por fin volvió a llamarla.
–¿Y bien? –preguntó Ashley, incapaz de permanecer callada más tiempo.
–Está embarazada, señora Tomlinson –dijo la enfermera sonriendo–. A juzgar por la fecha de su última menstruación, debe de estar de unas seis semanas. Le haremos una ecografía para determinar con más exactitud la fecha.
Ashley sintió el estómago en la garganta. Empezó a sudar y la visión se le empezó a nublar.
–¿Está bien? –preguntó la enfermera.
–Sí –respondió Ashley tragando saliva–, tan sólo un poco sorprendida.
–Lo importante es que descanse y se lo tome con calma. Los análisis determinarán si todo está bien. Si hay algún problema, la avisaremos. Pídale a la recepcionista una cita con el médico y entonces le haremos la primera ecografía.
Ashley salió de la clínica algo aturdida. Se había llevado una gran sorpresa.
El taxi la dejó en el restaurante en el que había quedado con sus amigas y una vez dentro, las buscó.
En un rincón, Pippa se puso de pie y la saludó con la mano. Tabitha y Carly se dieron la vuelta y la miraron agitando las manos.
Ashley estuvo a punto de salir corriendo, desesperada por llegar junto a sus amigas.
–Cuéntanos –dijo Pippa sin darle tiempo a quitarse el abrigo.
–¿Estás embarazada? –preguntó Tabitha.
Ashley se dejó caer en su asiento. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
Sus amigas se quedaron mirándola sorprendidas mientras rompía a llorar.
–Dios mío, Ashley, ¿qué ocurre? No pasa nada, cariño, ya te quedarás embarazada –dijo Carly.
Tabitha y Pippa le pasaron un brazo por cada lado y se estrecharon con ella.
–Estoy embarazada –anunció entre sollozos.
La miraron con perplejidad. Pippa se hizo cargo de la situación y tomó una servilleta para secarle las lágrimas a Ashley. Las demás esperaron en silencio a que su amiga se tranquilizara.
–¿Qué está pasando? –preguntó Pippa–. No tienes buena cara, Ashley. Últimamente no eres la misma. ¿A santo de qué te pusiste anoche ese horrible vestido y te hiciste ese peinado?
–¡Pippa! –intervino Tabitha–. ¿No ves que no se encuentra bien?
–Tiene razón –dijo Carly–. Somos sus amigas y la queremos. Podemos decirle que no tiene buen aspecto.
–Creo que lo que están intentando decirte es que no pareces feliz y estamos preocupadas por ti.
–Todo es un desastre –dijo Ashley mientras las lágrimas volvían a aflorar.
–Tenemos todo el día. Cuéntanos qué te pasa.
Les contó toda la historia, incluyendo todos los detalles hasta llegar a su desastrosa noche de bodas y su decisión de conseguir que Louis se enamorara de ella.
Las tres mujeres se quedaron de piedra.
–Ese hijo de perra –dijo Pippa con los ojos encendidos por la ira–. Lo odio.
–Yo también –añadió Tabitha.
–Me gustaría darle una patada entre las piernas –murmuró Carly.
–¿No vas a aguantar esto, verdad? –preguntó Pippa.
–No sé qué hacer –contestó Ashley.
–Mírame, cariño –dijo Carly tomándole la mano a Ashley. Eres una mujer muy guapa, adorable y generosa. Eres perfecta tal como eres. El único que necesita cambiar es ese canalla con el que te has casado. Estoy tan enfadada ahora mismo que no puedo ni pensar. Ese hombre no te merece.
–Estoy de acuerdo –convino Pippa.
Tabitha abrazó con fuerza a Ashley, antes de secarle las lágrimas de las mejillas.
–Alguien que te quiere de verdad no espera que cambies.
–Os quiero, chicas. No os imagináis la falta que me hacíais.
–Me gustaría que nos lo hubieras contado antes –dijo Pippa–. Nadie debería soportar lo que has soportado sola. Para eso están las amigas. Te queremos.
–¿Qué haría sin vosotras? –dijo Ashley esbozando una sonrisa.
–¿Qué vas a hacer? –preguntó Tabitha preocupada.
Ashley respiró hondo. Le resultaba difícil aceptar la decisión que su corazón había tomado.
–Voy a decirle que no puedo hacerlo.
–Me alegro por ti –dijo Pippa.
–¿Vas a dejarlo? –preguntó Carly.
–No puedo seguir con él. Me merezco algo mejor. Me merezco un hombre que me ame y que no quiera que cambie. Estoy cansada de pretender ser alguien que no soy. Me gusta como soy y no la persona en que me he convertido.
–Así se habla –dijo Tabitha–. Y no te preocupes por el bebé. Sabes que tus padres te apoyarán y nosotras estaremos contigo. Te acompañaremos al médico. Incluso estaremos a tu lado en el parto.
–Calla ya antes de que me vuelvas a hacer llorar.
–¿Quieres que alguna vaya contigo? –preguntó Carly ansiosa–. No quiero que pases por esto sola. Pippa puede acompañarte. Se le da muy bien asustar a la gente que hace daño a los que quiere.
–No –dijo Ashley cuadrándose de hombros–. Esto es algo que tengo que hacer sola. Es hora de que recupere el control de mi vida y de mi futuro, algo que perdí en el momento en el que Louis entró en mi vida.
–Estoy muy orgullosa de ti, Ashley –dijo Tabitha.
–Todas lo estamos –añadió Pippa.
Ashley se quedó mirando a sus amigas y sintió que la angustia del pecho desaparecía. Todo saldría bien. Tenía familia y las mejores amigas del mundo y, a partir de aquel momento, un hijo del que ocuparse.
En el instante en el que la enfermera le había confirmado que había una vida creciendo dentro de ella, todo el mundo de Ashley se había transformado. Sus prioridades habían cambiado y había decidido que haría lo mejor para su hijo y para ella.
La tranquilidad se apoderó de ella. Seguía asustada y con el corazón destrozado. Eso no cambiaría de la mañana a la noche. Pero sabía lo que debía hacer y no podía escapar al inevitable camino que por una vez había elegido ella y no al revés.
Louis no podía concentrarse. Había enviado un correo electrónico al destinatario equivocado y había contestado a otro pensando que era otra persona.
Estaba preocupado por Ashley. No había querido dejarla sola esa mañana, pero ella había insistido en que estaba bien y que se fuera a trabajar. Aun así, tenía una extraña sensación en el pecho que no se le iba. Algo no iba bien.
Descolgó el teléfono para llamar a Ashley, pero se abrió la puerta y le interrumpieron. Levantó la mirada y frunció el ceño. Su secretaria no le había anunciado ninguna visita y sabía que no tenía ninguna reunión en aquel momento.
Para su sorpresa, Eric Copelan entró y se paró ante el escritorio de Louis, apoyando las manos en la madera.
–¿Qué demonios le has hecho a mi hermana?
–¿De qué demonios estás hablando? Estoy empezando a cansarme de que la gente me pregunte qué es lo que le he hecho. Si lo que quieres saber es por qué nos fuimos anoche de la fiesta, te diré que le dolía la cabeza y no quería que sufriera. Así que me la llevé a casa y la metí en la cama.
–No sé si sabrás que Ashley sufre dolores de cabeza cuando hay algo que la pone nerviosa o la incómoda. Me parece muy curioso que haya vuelto de su luna de miel a los dos días y que desde entonces no haya dejado de tener dolores de cabeza.
Aquello fue como un puñetazo para Louis, que volvió a sentarse mientras Eric permanecía de pie frente a él.
–Mi hermana no parece feliz –continuó Eric–. No sé qué demonios está pasando, pero no me gusta lo que veo. Ha cambiado y algo me dice que es por tu culpa.
–Quizá haya madurado por fin. Su familia no le ha hecho ningún favor mimándola y protegiéndola del mundo que la rodea.
Eric lo miró disgustado.
–Su familia la quiere como es. Todos la cuidamos y la queremos. La apreciamos por la persona cándida y tierna y nunca haríamos nada por cambiarla. Aquel que lo pretendiera, no la merecería.
Eric se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta. De pronto se detuvo y se giró hacia Louis.
–No sé a qué acuerdo has llegado con mi padre, pero se ha equivocado. No eres el hombre adecuado para mi hermana. El hombre ideal se habría dado cuenta de su suerte. Te lo advierto, voy a estar vigilándote. Si Ashley no vuelve a ser la de siempre, iré tras de ti. No tenía pensado suceder a mi padre en los negocios, pero si la opción es tenerte en la familia y hacer la vida de mi hermana miserable, tendré que cambiar de idea.
Louis apretó los labios al oír el ultimátum de Eric, que al instante salió por la puerta.
Se quedó mirando por la ventana después de la repentina visita de Eric y luego miró el teléfono. De repente no se atrevía a hacer la llamada. Hacía semanas que no lo llamaba al trabajo ni que le enviaba mensajes como solía hacer antes. No se había dado cuenta hasta entonces. Había estado muy ocupado después de la boda con todo el asunto del retiro de William y las obras del nuevo hotel.
Se había concentrado en el futuro, confiando en que con el tiempo, Ashley superara aquel triste estado de ánimo y se diera cuenta de que las cosas entre ellos no habían cambiado. Pero ahora tenía una extraña sensación en el estómago al reparar en que todo había cambiado, especialmente ella.
De repente sonó el interfono y Louis alzó la cabeza, molesto. ¿Qué quería su secretaria?
–Señor Tomlinson, ha venido su mujer a verlo.
Sintió una subida de adrenalina.
–Dile que entre –dijo Louis, poniéndose de pie.
Estaba atravesando la habitación, cuando la puerta se abrió y apareció Ashley. Louis se detuvo, conmovido por su mala cara. Estaba pálida y tenía los ojos hinchados.
De pronto estaba nervioso y odiaba esa sensación.
–Necesitaba hablar contigo, Louis.
–Muy bien –dijo sentándose frente a ella.
Contuvo el aliento. Una sensación de intranquilidad lo embargó.
–Estoy embarazada –dijo sin ninguna emoción.
No dio ninguna muestra de alegría y su reacción lo sorprendió.
–Eso es maravilloso.
Pero por su expresión, a ella no se lo parecía. Estaba conteniendo las lágrimas.
–No puedo seguir con esto.
Se alarmó y sintió un escalofrío en la espalda.
–¿Qué quieres decir?
Ella se levantó y tuvo la impresión de que la estaba perdiendo en más de un sentido. Le temblaban las manos mientras trataba de mantener el control de sus emociones.
–Este matrimonio... Preguntaste cuánto tiempo haría falta para saber si funcionaría. Lo cierto es que nunca iba a funcionar. He tardado en darme cuenta, pero creo que me merezco más. Los dos nos merecemos más. Te mereces una mujer a la que puedas amar y con quién no estés obligado a casarte. Yo me merezco un hombre que me ame y que quiera casarse conmigo. Alguien que no quiera hacerme cambiar, que me acepte con mis defectos –dijo, y las lágrimas le nublaron la vista–. Creí que podría hacer que te enamoraras de mí. Ha sido un error intentarlo. Me ha costado darme cuenta, pero no puedo ser alguien que no soy. Querrías a otra persona mientras la verdadera Ashley no recibiría amor. Y no puedo hacerme eso ni hacérselo a mi hijo. Quiero sentirme orgullosa como madre y como mujer. Tengo que quererme y estar en paz conmigo misma y ¿sabes una cosa? Lo estoy. Quizá no fuera perfecta, pero era feliz siendo yo misma y mi familia y mis amigos me aceptaban así. Algún día aparecerá un hombre que me aceptará tal como soy. Hasta entonces, prefiero estar sola y ser honesta conmigo misma.
Se quedó tan sorprendido de su declaración que se quedó donde estaba mientras ella se dirigía hacia la puerta. Cuando pudo reaccionar, se dio la vuelta y la llamó, pero la puerta ya se había cerrado tras ella. Se quedó aturdido y desconcertado.
El pánico se apoderó de él. Le temblaban las piernas. Se sentó de nuevo en el sofá y hundió el rostro entre las manos.
¿Qué había hecho? Había destrozado algo precioso y nunca se perdonaría por ello.
Zayn tenía razón, al igual que Eric y Ashley. No la merecía. Lo habían visto con claridad mientras él permanecía ciego. En su arrogancia, había asumido que estaba en lo cierto y que sabía lo que era mejor para Ashley. Había intentado cambiarla y era perfecta tal cual era. Ni siquiera se había dado cuenta de que echaba de menos las cosas que decía que le molestaban: las llamadas al trabajo para decirle que lo quería, los repentinos ataques de afecto, su simpatía con los demás...
No había limpiado y ordenado el apartamento porque le apeteciera. Había borrado toda huella de su presencia porque había pensado que eso era lo que él quería. Había intentado dar la imagen de esposa perfecta para agradarle. Incluso había intentado aprender a cocinar por él. Había pasado de ser un soplo de aire fresco a no ser ni sombra de lo que era. Ya no brillaba y todo por él.
Los ojos se le llenaron de lágrimas. Había hecho añicos algo muy bello. Había rechazado su amor. Era él el que no le llegaba ni a la suela de los zapatos.
De repente se dio cuenta de lo que quizá había estado luchando contra lo que había sentido desde el primer momento en que había puesto los ojos en ella. La amaba. Pero no a la nueva Ashley. Amaba a la Ashley impulsiva, apasionada y brillante. Y todo aquello que más amaba era lo que había intentado desterrar.
La adoraba y estaba dispuesto a pasar el resto de su vida compensándola por todo el daño que la había hecho.
Antes tenía que asegurarse de que no saliera de su vida para siempre.
Después de que se marchara a trabajar, se metió en la ducha y se quedó un largo rato bajo el chorro del agua caliente. Luego, se secó el pelo y se lo recogió en una coleta.
Estaba asustada ante la perspectiva de estar embarazada. En algunos momentos, esperaba no estarlo. En otros, tenía la ridícula esperanza de que un embarazo pudiera... Aunque sabía que un hijo no podía mejorar su relación, en el fondo confiaba en que Louis llegara a sentir algo.
Tomó un desayuno ligero para asentar el estómago. No estaba segura de si aquel malestar matutino era debido a un embarazo o a su frágil estado emocional de los últimos días.
Su nerviosismo fue en aumento al tomar el taxi hacia la consulta del médico. En la clínica, rellenó los papeles y esperó impaciente a que la enfermera la llamara. Después de contestar un montón de preguntas, le pidieron que orinara en un bote, le sacaron sangre y le dijeron que esperara.
Fueron los veinte minutos más largos de su vida, hasta que la enfermera por fin volvió a llamarla.
–¿Y bien? –preguntó Ashley, incapaz de permanecer callada más tiempo.
–Está embarazada, señora Tomlinson –dijo la enfermera sonriendo–. A juzgar por la fecha de su última menstruación, debe de estar de unas seis semanas. Le haremos una ecografía para determinar con más exactitud la fecha.
Ashley sintió el estómago en la garganta. Empezó a sudar y la visión se le empezó a nublar.
–¿Está bien? –preguntó la enfermera.
–Sí –respondió Ashley tragando saliva–, tan sólo un poco sorprendida.
–Lo importante es que descanse y se lo tome con calma. Los análisis determinarán si todo está bien. Si hay algún problema, la avisaremos. Pídale a la recepcionista una cita con el médico y entonces le haremos la primera ecografía.
Ashley salió de la clínica algo aturdida. Se había llevado una gran sorpresa.
El taxi la dejó en el restaurante en el que había quedado con sus amigas y una vez dentro, las buscó.
En un rincón, Pippa se puso de pie y la saludó con la mano. Tabitha y Carly se dieron la vuelta y la miraron agitando las manos.
Ashley estuvo a punto de salir corriendo, desesperada por llegar junto a sus amigas.
–Cuéntanos –dijo Pippa sin darle tiempo a quitarse el abrigo.
–¿Estás embarazada? –preguntó Tabitha.
Ashley se dejó caer en su asiento. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
Sus amigas se quedaron mirándola sorprendidas mientras rompía a llorar.
–Dios mío, Ashley, ¿qué ocurre? No pasa nada, cariño, ya te quedarás embarazada –dijo Carly.
Tabitha y Pippa le pasaron un brazo por cada lado y se estrecharon con ella.
–Estoy embarazada –anunció entre sollozos.
La miraron con perplejidad. Pippa se hizo cargo de la situación y tomó una servilleta para secarle las lágrimas a Ashley. Las demás esperaron en silencio a que su amiga se tranquilizara.
–¿Qué está pasando? –preguntó Pippa–. No tienes buena cara, Ashley. Últimamente no eres la misma. ¿A santo de qué te pusiste anoche ese horrible vestido y te hiciste ese peinado?
–¡Pippa! –intervino Tabitha–. ¿No ves que no se encuentra bien?
–Tiene razón –dijo Carly–. Somos sus amigas y la queremos. Podemos decirle que no tiene buen aspecto.
–Creo que lo que están intentando decirte es que no pareces feliz y estamos preocupadas por ti.
–Todo es un desastre –dijo Ashley mientras las lágrimas volvían a aflorar.
–Tenemos todo el día. Cuéntanos qué te pasa.
Les contó toda la historia, incluyendo todos los detalles hasta llegar a su desastrosa noche de bodas y su decisión de conseguir que Louis se enamorara de ella.
Las tres mujeres se quedaron de piedra.
–Ese hijo de perra –dijo Pippa con los ojos encendidos por la ira–. Lo odio.
–Yo también –añadió Tabitha.
–Me gustaría darle una patada entre las piernas –murmuró Carly.
–¿No vas a aguantar esto, verdad? –preguntó Pippa.
–No sé qué hacer –contestó Ashley.
–Mírame, cariño –dijo Carly tomándole la mano a Ashley. Eres una mujer muy guapa, adorable y generosa. Eres perfecta tal como eres. El único que necesita cambiar es ese canalla con el que te has casado. Estoy tan enfadada ahora mismo que no puedo ni pensar. Ese hombre no te merece.
–Estoy de acuerdo –convino Pippa.
Tabitha abrazó con fuerza a Ashley, antes de secarle las lágrimas de las mejillas.
–Alguien que te quiere de verdad no espera que cambies.
–Os quiero, chicas. No os imagináis la falta que me hacíais.
–Me gustaría que nos lo hubieras contado antes –dijo Pippa–. Nadie debería soportar lo que has soportado sola. Para eso están las amigas. Te queremos.
–¿Qué haría sin vosotras? –dijo Ashley esbozando una sonrisa.
–¿Qué vas a hacer? –preguntó Tabitha preocupada.
Ashley respiró hondo. Le resultaba difícil aceptar la decisión que su corazón había tomado.
–Voy a decirle que no puedo hacerlo.
–Me alegro por ti –dijo Pippa.
–¿Vas a dejarlo? –preguntó Carly.
–No puedo seguir con él. Me merezco algo mejor. Me merezco un hombre que me ame y que no quiera que cambie. Estoy cansada de pretender ser alguien que no soy. Me gusta como soy y no la persona en que me he convertido.
–Así se habla –dijo Tabitha–. Y no te preocupes por el bebé. Sabes que tus padres te apoyarán y nosotras estaremos contigo. Te acompañaremos al médico. Incluso estaremos a tu lado en el parto.
–Calla ya antes de que me vuelvas a hacer llorar.
–¿Quieres que alguna vaya contigo? –preguntó Carly ansiosa–. No quiero que pases por esto sola. Pippa puede acompañarte. Se le da muy bien asustar a la gente que hace daño a los que quiere.
–No –dijo Ashley cuadrándose de hombros–. Esto es algo que tengo que hacer sola. Es hora de que recupere el control de mi vida y de mi futuro, algo que perdí en el momento en el que Louis entró en mi vida.
–Estoy muy orgullosa de ti, Ashley –dijo Tabitha.
–Todas lo estamos –añadió Pippa.
Ashley se quedó mirando a sus amigas y sintió que la angustia del pecho desaparecía. Todo saldría bien. Tenía familia y las mejores amigas del mundo y, a partir de aquel momento, un hijo del que ocuparse.
En el instante en el que la enfermera le había confirmado que había una vida creciendo dentro de ella, todo el mundo de Ashley se había transformado. Sus prioridades habían cambiado y había decidido que haría lo mejor para su hijo y para ella.
La tranquilidad se apoderó de ella. Seguía asustada y con el corazón destrozado. Eso no cambiaría de la mañana a la noche. Pero sabía lo que debía hacer y no podía escapar al inevitable camino que por una vez había elegido ella y no al revés.
Louis no podía concentrarse. Había enviado un correo electrónico al destinatario equivocado y había contestado a otro pensando que era otra persona.
Estaba preocupado por Ashley. No había querido dejarla sola esa mañana, pero ella había insistido en que estaba bien y que se fuera a trabajar. Aun así, tenía una extraña sensación en el pecho que no se le iba. Algo no iba bien.
Descolgó el teléfono para llamar a Ashley, pero se abrió la puerta y le interrumpieron. Levantó la mirada y frunció el ceño. Su secretaria no le había anunciado ninguna visita y sabía que no tenía ninguna reunión en aquel momento.
Para su sorpresa, Eric Copelan entró y se paró ante el escritorio de Louis, apoyando las manos en la madera.
–¿Qué demonios le has hecho a mi hermana?
–¿De qué demonios estás hablando? Estoy empezando a cansarme de que la gente me pregunte qué es lo que le he hecho. Si lo que quieres saber es por qué nos fuimos anoche de la fiesta, te diré que le dolía la cabeza y no quería que sufriera. Así que me la llevé a casa y la metí en la cama.
–No sé si sabrás que Ashley sufre dolores de cabeza cuando hay algo que la pone nerviosa o la incómoda. Me parece muy curioso que haya vuelto de su luna de miel a los dos días y que desde entonces no haya dejado de tener dolores de cabeza.
Aquello fue como un puñetazo para Louis, que volvió a sentarse mientras Eric permanecía de pie frente a él.
–Mi hermana no parece feliz –continuó Eric–. No sé qué demonios está pasando, pero no me gusta lo que veo. Ha cambiado y algo me dice que es por tu culpa.
–Quizá haya madurado por fin. Su familia no le ha hecho ningún favor mimándola y protegiéndola del mundo que la rodea.
Eric lo miró disgustado.
–Su familia la quiere como es. Todos la cuidamos y la queremos. La apreciamos por la persona cándida y tierna y nunca haríamos nada por cambiarla. Aquel que lo pretendiera, no la merecería.
Eric se dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta. De pronto se detuvo y se giró hacia Louis.
–No sé a qué acuerdo has llegado con mi padre, pero se ha equivocado. No eres el hombre adecuado para mi hermana. El hombre ideal se habría dado cuenta de su suerte. Te lo advierto, voy a estar vigilándote. Si Ashley no vuelve a ser la de siempre, iré tras de ti. No tenía pensado suceder a mi padre en los negocios, pero si la opción es tenerte en la familia y hacer la vida de mi hermana miserable, tendré que cambiar de idea.
Louis apretó los labios al oír el ultimátum de Eric, que al instante salió por la puerta.
Se quedó mirando por la ventana después de la repentina visita de Eric y luego miró el teléfono. De repente no se atrevía a hacer la llamada. Hacía semanas que no lo llamaba al trabajo ni que le enviaba mensajes como solía hacer antes. No se había dado cuenta hasta entonces. Había estado muy ocupado después de la boda con todo el asunto del retiro de William y las obras del nuevo hotel.
Se había concentrado en el futuro, confiando en que con el tiempo, Ashley superara aquel triste estado de ánimo y se diera cuenta de que las cosas entre ellos no habían cambiado. Pero ahora tenía una extraña sensación en el estómago al reparar en que todo había cambiado, especialmente ella.
De repente sonó el interfono y Louis alzó la cabeza, molesto. ¿Qué quería su secretaria?
–Señor Tomlinson, ha venido su mujer a verlo.
Sintió una subida de adrenalina.
–Dile que entre –dijo Louis, poniéndose de pie.
Estaba atravesando la habitación, cuando la puerta se abrió y apareció Ashley. Louis se detuvo, conmovido por su mala cara. Estaba pálida y tenía los ojos hinchados.
De pronto estaba nervioso y odiaba esa sensación.
–Necesitaba hablar contigo, Louis.
–Muy bien –dijo sentándose frente a ella.
Contuvo el aliento. Una sensación de intranquilidad lo embargó.
–Estoy embarazada –dijo sin ninguna emoción.
No dio ninguna muestra de alegría y su reacción lo sorprendió.
–Eso es maravilloso.
Pero por su expresión, a ella no se lo parecía. Estaba conteniendo las lágrimas.
–No puedo seguir con esto.
Se alarmó y sintió un escalofrío en la espalda.
–¿Qué quieres decir?
Ella se levantó y tuvo la impresión de que la estaba perdiendo en más de un sentido. Le temblaban las manos mientras trataba de mantener el control de sus emociones.
–Este matrimonio... Preguntaste cuánto tiempo haría falta para saber si funcionaría. Lo cierto es que nunca iba a funcionar. He tardado en darme cuenta, pero creo que me merezco más. Los dos nos merecemos más. Te mereces una mujer a la que puedas amar y con quién no estés obligado a casarte. Yo me merezco un hombre que me ame y que quiera casarse conmigo. Alguien que no quiera hacerme cambiar, que me acepte con mis defectos –dijo, y las lágrimas le nublaron la vista–. Creí que podría hacer que te enamoraras de mí. Ha sido un error intentarlo. Me ha costado darme cuenta, pero no puedo ser alguien que no soy. Querrías a otra persona mientras la verdadera Ashley no recibiría amor. Y no puedo hacerme eso ni hacérselo a mi hijo. Quiero sentirme orgullosa como madre y como mujer. Tengo que quererme y estar en paz conmigo misma y ¿sabes una cosa? Lo estoy. Quizá no fuera perfecta, pero era feliz siendo yo misma y mi familia y mis amigos me aceptaban así. Algún día aparecerá un hombre que me aceptará tal como soy. Hasta entonces, prefiero estar sola y ser honesta conmigo misma.
Se quedó tan sorprendido de su declaración que se quedó donde estaba mientras ella se dirigía hacia la puerta. Cuando pudo reaccionar, se dio la vuelta y la llamó, pero la puerta ya se había cerrado tras ella. Se quedó aturdido y desconcertado.
El pánico se apoderó de él. Le temblaban las piernas. Se sentó de nuevo en el sofá y hundió el rostro entre las manos.
¿Qué había hecho? Había destrozado algo precioso y nunca se perdonaría por ello.
Zayn tenía razón, al igual que Eric y Ashley. No la merecía. Lo habían visto con claridad mientras él permanecía ciego. En su arrogancia, había asumido que estaba en lo cierto y que sabía lo que era mejor para Ashley. Había intentado cambiarla y era perfecta tal cual era. Ni siquiera se había dado cuenta de que echaba de menos las cosas que decía que le molestaban: las llamadas al trabajo para decirle que lo quería, los repentinos ataques de afecto, su simpatía con los demás...
No había limpiado y ordenado el apartamento porque le apeteciera. Había borrado toda huella de su presencia porque había pensado que eso era lo que él quería. Había intentado dar la imagen de esposa perfecta para agradarle. Incluso había intentado aprender a cocinar por él. Había pasado de ser un soplo de aire fresco a no ser ni sombra de lo que era. Ya no brillaba y todo por él.
Los ojos se le llenaron de lágrimas. Había hecho añicos algo muy bello. Había rechazado su amor. Era él el que no le llegaba ni a la suela de los zapatos.
De repente se dio cuenta de lo que quizá había estado luchando contra lo que había sentido desde el primer momento en que había puesto los ojos en ella. La amaba. Pero no a la nueva Ashley. Amaba a la Ashley impulsiva, apasionada y brillante. Y todo aquello que más amaba era lo que había intentado desterrar.
La adoraba y estaba dispuesto a pasar el resto de su vida compensándola por todo el daño que la había hecho.
Antes tenía que asegurarse de que no saliera de su vida para siempre.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Hola!
Realmente estoy muy triste por Louis, pero también comprendo a Ashley, no merecía seguir de esa manera, debe ser horrible estar en su situación. :S
Espero que les haya gustado el capítulo!
Faltan dos capítulos para que termine la nove. Después de que termine empiezo con la de Zayn que es la última de la serie.
Comenten y pronto subiré nuevo cap. :)
Besos.
Realmente estoy muy triste por Louis, pero también comprendo a Ashley, no merecía seguir de esa manera, debe ser horrible estar en su situación. :S
Espero que les haya gustado el capítulo!
Faltan dos capítulos para que termine la nove. Después de que termine empiezo con la de Zayn que es la última de la serie.
Comenten y pronto subiré nuevo cap. :)
Besos.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Que tierno el capítulo..
Dios mío. Al fin se dio cuenta que estaba ciego, que no veía ni un centímetro sobre su nariz y que la amaba. No teniendo porque luchaba contra su amor, si es lo mas bello, el dijo que quería hacerle la mujer mas feliz. Y eso lograría si hubiera dado su amor desde el principio. Y no ocultado.
Pero con el error se aprende, ¿cierto?.
Louis ahora aprenderá.....
¿Qué? Solo dos capítulos, y la parte de Zayn.
Si aguante...
Dios mío. Al fin se dio cuenta que estaba ciego, que no veía ni un centímetro sobre su nariz y que la amaba. No teniendo porque luchaba contra su amor, si es lo mas bello, el dijo que quería hacerle la mujer mas feliz. Y eso lograría si hubiera dado su amor desde el principio. Y no ocultado.
Pero con el error se aprende, ¿cierto?.
Louis ahora aprenderá.....
¿Qué? Solo dos capítulos, y la parte de Zayn.
Si aguante...
Tori Malik
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Estoy de acuerdo, si se hubiera dado cuenta de lo que sentía antes, no habría pasado todo eso.Tori Malik escribió:Que tierno el capítulo..
Dios mío. Al fin se dio cuenta que estaba ciego, que no veía ni un centímetro sobre su nariz y que la amaba. No teniendo porque luchaba contra su amor, si es lo mas bello, el dijo que quería hacerle la mujer mas feliz. Y eso lograría si hubiera dado su amor desde el principio. Y no ocultado.
Pero con el error se aprende, ¿cierto?.
Louis ahora aprenderá.....
¿Qué? Solo dos capítulos, y la parte de Zayn.
Si aguante...
Exacto. Esperemos que Louis aprenda.
Sip, sólo dos. :S
Besos.
ᴍᴀʀ.
Penúltimo capítulo.
Capítulo 10
Ashley se protegió con su abrigo al salir del taxi ante el edificio del apartamento de sus padres. No tenía ninguna gana de verlos, pero quería acabar cuanto antes con aquello y necesitaba el consuelo de su madre.
Louis la había llamado una docena de veces antes de apagar el móvil para que dejara de sonar. Ahora querría hablar con ella. Le daría otra reprimenda sobre ser impulsiva y todos los adjetivos que quisiera usar para definirla. Luego le diría que no había motivos para no tener un buen matrimonio y demás.
Entró en el apartamento y se quitó el abrigo.
–¿Mamá? ¿Papá?
Gloria Copeland salió de la cocina y le dio la bienvenida con una sonrisa.
–Hola, cariño. ¿Qué te trae hoy aquí? Deberías haberme avisado para haber tenido algo preparado.
–¿Dónde está papá? Necesito hablar con él, bueno, con los dos.
–Iré a buscarlo –dijo Gloria frunciendo el ceño–. ¿Pasa algo?
–Sí, más o menos.
Su madre se alarmó.
–Ve a sentarte al salón. Enseguida vamos.
Su madre desapareció a toda prisa y Ashley se fue al amplio salón. En lugar de sentarse, se acercó a la chimenea, agradeciendo su calor. Tenía frío.
Al momento, oyó los pasos de sus padres y lentamente se giró.
–Ashley, querida, ¿qué ocurre? –preguntó su padre.
Se quedaron a cierta distancia, impacientes y preocupados. Ashley respiró hondo.
–He dejado a Louis y estoy embarazada.
Gloria se llevó las manos a la cara y William frunció el entrecejo y entornó la mirada.
–¿Qué demonios ha pasado?
–Lo sabes bien. ¿Cómo has podido, papá?
–Maldita sea, le dije que no te lo contara.
–Y no lo hizo. Lo descubrí en nuestra noche de bodas. ¿Puedes imaginarte lo horrible que fue descubrir que mi padre había comprado a mi marido?
–William, ¿de qué está hablando?
Ashley sintió alivio de que al menos su madre no lo supiera. No habría sido capaz de soportar una doble decepción.
–Me incluyó como parte del acuerdo con Tricorp. Obligó a Louis a casarse conmigo o no había acuerdo.
–Maldita sea, no fue eso. Haces que suene como si... –dijo William y se pasó una mano por el pelo–. Tan sólo quería lo mejor para ti. Pensé que Louis cuidaría de ti. Parecía el hombre perfecto.
–Puedo cuidarme yo sola. No necesito que ningún hombre lo haga. Quiero un hombre que me quiera por cómo soy, no porque mi padre quiere hacer negocios con él.
–Oh, cariño –dijo Gloria, acercándose para abrazar a Ashley–. Lo siento mucho.
Ashley cerró los ojos, disfrutando del amor y el reconocimiento que Louis le había negado.
–¿Y qué me dices de tu embarazo? ¿Cuándo lo has sabido?
–Fui al médico esta mañana. Después fui a ver a Louis.
–Ashley, ¿estás segura? –preguntó William–. No me creo que Louis no sienta nada por ti. ¿De verdad quieres tirarlo todo por la borda por la manera en que os conocisteis? Entiendo que estés enfadada y asumo toda la culpabilidad. Louis nunca quiso engañarte. Fue idea mía desde el principio.
Ashley tuvo que tomarse unos segundos para contener las lágrimas.
–No le gusta cómo soy. Piensa que soy caprichosa, irresponsable, impulsiva y demasiado confiada. Quiere que cambie en todo. ¿Cómo puedes pensar que es el hombre con el que quiero estar? ¿De veras crees que quiero seguir casada con él? ¿Qué lección estaría enseñándole a mi hijo si me quedo junto a un hombre que no me valora?
–No puedo creer que hayas hecho esto, William –dijo su madre, rodeándola por los hombros y mirando furiosa a su marido.
–Ashley, no te enfades conmigo por favor. Eres mi única hija y quería asegurar tu futuro. Pensé que Louis y tú haríais una buena pareja. Me equivoqué y no sabes cuánto lo siento.
–No vas a romper este acuerdo –dijo Ashley–. No castigarás a Louis porque no me ame. Si piensas que es la mejor opción para los negocios, entonces déjame a un lado. Me gustaría poder tomar mis propias decisiones en el futuro sin ser manipulada.
–Te quiero, pequeña. Por favor, créeme. No pretendía hacerte daño. Louis trató de hacerme entrar en razón, pero no lo escuché. Quería que te lo contara todo, no quería ocultarte nada, pero lo até de pies y manos y lo lamento –dijo William y con los brazos abiertos, se acercó a su hija para abrazarla–. Sabes que puedes contar con tu madre y conmigo para lo que necesites y que te ayudaremos con el bebé.
–Lo sé. Yo también te quiero, papá, pero de ahora en adelante deja que sea yo la que cometa mis propios errores. Me he enamorado de un hombre al que no le gusta mi verdadero yo.
–¿Quieres que mande a alguien a recoger tus cosas? Sabes que puedes quedarte aquí el tiempo que haga falta.
Ashley sacudió la cabeza.
–Voy a quedarme con Pippa hasta que decida lo que voy a hacer. Necesito encontrar un trabajo mejor. Ahora tengo un hijo en el que pensar. Ha llegado la hora de que baje de las nubes y madure.
¿Cuánto tiempo iba a seguir ignorándolo? Louis no dejaba de pasear por su despacho. No había podido trabajar en los tres días que hacía que Ashley lo había dejado. Tampoco había conseguido dormir.
Quería que regresara, que volviera a tener sus cosas repartidas por el apartamento y ser capaz de percibir su olor nada más entrar en una habitación. Quería hacerla sonreír y que volviera a ser feliz.
Si al menos contestara el teléfono o alguno de los mensajes de texto que le había enviado. Quería saber que estaba bien. La preocupación lo estaba devorando. Estaba embarazada. ¿Y si volvía a tener uno de aquellos dolores de cabeza? ¿Quién la cuidaría?
Si al menos le hablara, le diera la oportunidad de decirle que la quería... Le había aportado alegría a su vida y no se había dado cuenta hasta que se había ido.
El teléfono sonó y estuvo a punto de tirarlo al tratar de ver si era Ashley quien llamaba. Se llevó una desilusión al ver que era Harry.
–¡Ha sido una niña! –exclamó Harry–. Una preciosa niña que ha nacido hace una hora.
Louis cerró los ojos.
–Me alegro mucho. ¿Cómo está Rachel?
–Está muy bien. Estoy muy orgulloso de ella. Se ha portado muy bien en el parto. Es mucho más fuerte que yo. Estaba a punto de desmayarme cuando la pequeña ha salido. Es tan guapa como su madre.
–Dale saludos de mi parte. Me alegro mucho por vosotros.
–¿Va todo bien, Louis? No pareces contento.
Louis se quedó pensativo. No quería estropearle aquel momento de felicidad a su amigo.
–No. Ashley está embarazada y me ha dejado.
–Pensé que estaba locamente enamorada de ti. ¿Qué ha pasado? ¿De cuánto está?
–No tengo ni idea. No sé nada. Vino hace tres días a verme a mi despacho, me dijo que estaba embarazada y que se iba.
–No sabes cuánto lo siento. ¿Hay algo que pueda hacer?
–Sí –dijo Louis, dejándose caer en su sillón–. Dame algún consejo, necesito que vuelva.
–Muy bien, primera pregunta: ¿la quieres? ¿No pensarás que por estar embarazada debéis seguir estando casados?
–La amo. Hice algunas cosas mal, pero la amo. No sé si alguna vez conseguiré que me crea.
–Vas a tener que hacer algo grande que no deje lugar a dudas. Vas a tener que ponerte de rodillas y suplicar.
–Si me perdona, no me importará –murmuró Louis–. Bueno, ¿no tienes una hija de la que ocuparte?
–Está durmiendo con su madre, pero sí, voy a volver con ellas. Es una sensación única, Louis Así que ponte en marcha y soluciona las cosas.
–Lo haré, gracias amigo.
–De nada. Cuenta conmigo para lo que quieras.
Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para convencer a Ashley de que le diera otra oportunidad.
Ashley se sentó en el sofá de Pippa y se cobijó bajo la manta, mientras tomaba té y veía nevar. Llevaba dos días nevando y la ciudad estaba cubierta por un manto blanco. Echaba de menos su apartamento y más aún el de Louis a pesar de que nunca lo había considerado su hogar. En noches como aquella, se habrían acomodado frente a la chimenea a ver una película.
–¿Cómo te sientes? –preguntó Pippa, sentándose a su lado–. ¿Sigues con náuseas?
Quizá fueran las hormonas, pero desde que estaba en casa de Pippa, se emocionaba cada vez que su amiga se ponía protectora con ella.
–Sí y no. Ya no sé si es el embarazo o lo triste que estoy. Nada me apetece.
–Estoy segura de que son las dos cosas –dijo Pippa–. ¿Has hablado ya con Louis?
Ashley dejó la taza y suspiró.
–No, soy una cobarde.
–No, no lo eres. Hacía falta agallas para ir a su despacho y plantarle cara. Estoy muy orgullosa de ti.
A Ashley volvieron a humedecérsele los ojos.
–Dios mío, tengo que poner fin a esto. Pippa, lo tienes todo: eres lista, cocinas muy bien, eres guapa y eres la mejor amiga que se puede tener.
–Y sorprendentemente sigo soltera.
–Eso es porque eres muy quisquillosa, como debe ser. Debería aprender de ti.
El timbre de la puerta sonó y Pippa hizo una mueca.
–Como sea otro vendedor... Ya van dos esta semana.
–¿Esperas algo? Quizá sea el pedido del supermercado.
–No, estoy segura de que lo encargué para mañana, pero quizá tengas razón. Enseguida vuelvo.
–Siéntate –dijo Ashley–. No has parado en toda la mañana y yo no he hecho nada más que descansar y quejarme.
Pippa puso los ojos en blanco y se sentó, mientras Ashley se dirigió a la puerta. Al abrirla, se sorprendió al ver allí a Louis bajo los copos de nieve que caían. Parecía llevar una semana sin dormir.
–Hola, Ashley.
–Hola, ¿qué estás haciendo aquí? –preguntó, aferrándose a la puerta.
Él rió con amargura.
–Hace una semana que no veo a mi mujer. No me devuelve las llamadas ni los mensajes. No tengo ni idea de si está bien o dónde está viviendo y todavía me preguntas qué estoy haciendo aquí.
Ashley tragó saliva. Sabía que no era cortés dejarlo allí fuera en mitad de la nevada, pero no quería que pasara.
–Iba a ir mañana a recoger mis cosas –dijo tratando de controlar su voz para que no temblara–, si no te parece mal.
–No, no me parece bien. ¿Podemos ir a hablar a alguna parte?
–No creo que sea una buena idea –dijo ella, negando con la cabeza.
–Estamos casados, estás esperando un hijo mío y ¿no te parece que tengamos nada de qué hablar?
Ashley cerró los ojos y se llevó instintivamente la mano a la frente.
–¿Va todo bien? –preguntó Pippa, apareciendo por detrás de Ashley–. ¿Quién es?
–Sí, todo va bien. Es Louis –dijo Ashley, levantando la mano para tranquilizar a su amiga.
–Avísame si me necesitas.
Ashley volvió a girarse hacia Louis.
–Sé que tenemos que hablar. Es sólo que todavía no estoy preparada. Esto ha sido muy duro para mí, Louis.
–Lo sé, cariño –dijo él dando un paso adelante–. Hay muchas cosas que tengo que decirte y que demostrarte. Pero no puedo hacerlo si no hablas conmigo. Dame esta tarde, por favor. Si aún así no quieres tener nada conmigo, yo mismo te llevaré al apartamento y te ayudaré a recoger tus cosas.
Ella se quedó mirándolo, desconcertada por el tono de súplica en su voz.
–Necesito ir a por mi abrigo –dijo ella.
La expresión de alivio de su rostro fue innegable. Sus ojos se llenos de esperanza.
–Y unos zapatos –dijo él–. Te he traído varios del apartamento. No seguro de si tenías aquí los que más te gustan.
–¿Me has traído zapatos?
–Sí, seis pares. Están en el baúl del coche.
–Voy a por el abrigo. Si me has traído un par de botas, eso sería perfecto.
–Enseguida vuelvo. Espera aquí. No quiero que te caigas con el hielo.
Se giró y corrió al coche. Ella se quedó allí mirándolo mientras revolvía entre las cajas. Después, entró en el apartamento y cerró la puerta. Se apresuró a ir al salón y tomó un cepillo de la mesa para peinarse.
–Ashley, ¿qué está pasando? –preguntó Pippa.
–No estoy del todo segura, pero Louis quiere hablar. Me ha pedido que le dé esta tarde y luego me llevará a su apartamento a recoger mis cosas si eso es lo que quiero. Se comporta de una manera extraña.
–Es lógico. Lo dejaste después de decirle que estabas esperando un hijo suyo –dijo Pippa–. Llámame luego. Quiero que me lo cuentes todo.
Ashley le lanzó un beso a Pippa y fue al armario a buscar un abrigo y una bufanda. También sacó un gorro y se lo puso antes de enfilar hacia la puerta.
Al abrirla, Louis estaba allí con un par de botas en la mano.
–Espera, te ayudaré a ponértelas.
Apoyó la mano en el hombro de Louis para no perder el equilibrio mientras él se las ponía.
Cuando se las acabó de poner, se levantó y la tomó de la mano para ayudarla a bajar los escalones y acompañarla hasta el coche.
–¿Adónde vamos? –preguntó Ashley una vez se pusieron en marcha.
–Ya lo verás –dijo entrelazando sus dedos con los de ella–. Confía en mí, Ashley. Sé que es mucho pedir y sé que no tengo derecho a pedírtelo, pero por esta vez confía en mí.
La sinceridad de sus palabras la conmovió. Parecía estar sufriendo tanto como ella. Aquello no tenía sentido para ella. Sabía que no celebraba la ruptura de su matrimonio, pero con el acuerdo todavía en pie, estaba consiguiendo lo que siempre había querido sin la carga de una esposa.
Al llegar al refugio, Ashley se sorprendió.
–¿Qué estamos haciendo aquí?
Louis salió del coche, lo rodeó y le abrió la puerta.
–Ven. Hay algo que quiero enseñarte.
Dejó que la ayudara a salir del coche y entraron al edificio. Como de costumbre, la mascota del refugio, el gato Barry, estaba durmiendo en la recepción.
Para su sorpresa, Louis la llevó por el pasillo en el que estaban las jaulas. Nunca había estado antes allí, así qué ¿cómo sabía moverse por el refugio?
Se detuvo ante la habitación que utilizaban para que se conocieran las mascotas y sus nuevos dueños antes de que se los llevaran a casa. La miró con una sonrisa nerviosa y abrió la puerta. Dentro estaban Molly y otros voluntarios del refugio y cuando Louis y Ashley entraron, empezaron a dar gritos de alegría.
–¿Qué está pasando? –preguntó Ashley.
–Saluda a tus empleados –dijo él–. A partir de ahora eres la directora del refugio de animales de Copeland.
–No lo entiendo –dijo Ashley abriendo los ojos como platos–. ¿No vamos a cerrar?
–No, no nos cierran. Gracias a tu marido. Nos ha facilitado los fondos necesarios para seguir funcionando. No sólo podemos seguir abiertos, sino que tenemos dinero para hacer mejoras y conseguir publicidad para encontrar hogares para los animales.
Se soltó del abrazo de Molly y volvió junto a Louis.
–¿Has hecho esto por mí?
–Lo hice antes de que te fueras. Hablé de ello con tu padre la noche de la fiesta. Lo amenacé con no ocupar su puesto si se negaba a financiar el refugio. Sé lo mucho que significan estos animales para ti.
Ashley se quedó boquiabierta. Quería abrazarlo, pero sabía que no era lo que quería. Además, parecía nervioso, como si estuviera preocupado porque no agradeciera lo que había hecho.
La vista se le nubló y sintió que el corazón se le encogía. Lo quería mucho.
–Gracias –murmuró–. Nunca podré agradecértelo lo suficiente. Lo es todo para mí.
–Tú lo eres todo para mí –dijo él y antes de que Ashley dijera nada, se giró hacia los demás–. Nos gustaría quedarnos con vosotros a celebrarlo, pero tengo que llevar a Ashley a otro sitio.
Después de despedirse de todos, volvieron al coche. Ashley se sentó en su asiento. Se sentía esperanzada, aunque no sabía muy bien por qué. Algo había cambiado en Louis.
–¿Qué has querido decir ahí dentro cuando has dicho que lo soy todo para ti, Louis?
Él se aferró al volante.
–Exactamente eso. Tengo que decirte muchas cosas, pero te pido que seas paciente conmigo. No quiero tener esta conversación en el coche mientras conduzco, son poder mirarte o tocarte. Así que te pido que esperes un poco. Quiero llevarte a un sitio en el que podamos hablar y puedas escuchar todo lo que tengo que decirte.
Parecía temer que se negara, así que para aliviar su evidente nerviosismo, puso la mano en su pierna.
–De acuerdo, Louis, te escucharé.
Louis la había llamado una docena de veces antes de apagar el móvil para que dejara de sonar. Ahora querría hablar con ella. Le daría otra reprimenda sobre ser impulsiva y todos los adjetivos que quisiera usar para definirla. Luego le diría que no había motivos para no tener un buen matrimonio y demás.
Entró en el apartamento y se quitó el abrigo.
–¿Mamá? ¿Papá?
Gloria Copeland salió de la cocina y le dio la bienvenida con una sonrisa.
–Hola, cariño. ¿Qué te trae hoy aquí? Deberías haberme avisado para haber tenido algo preparado.
–¿Dónde está papá? Necesito hablar con él, bueno, con los dos.
–Iré a buscarlo –dijo Gloria frunciendo el ceño–. ¿Pasa algo?
–Sí, más o menos.
Su madre se alarmó.
–Ve a sentarte al salón. Enseguida vamos.
Su madre desapareció a toda prisa y Ashley se fue al amplio salón. En lugar de sentarse, se acercó a la chimenea, agradeciendo su calor. Tenía frío.
Al momento, oyó los pasos de sus padres y lentamente se giró.
–Ashley, querida, ¿qué ocurre? –preguntó su padre.
Se quedaron a cierta distancia, impacientes y preocupados. Ashley respiró hondo.
–He dejado a Louis y estoy embarazada.
Gloria se llevó las manos a la cara y William frunció el entrecejo y entornó la mirada.
–¿Qué demonios ha pasado?
–Lo sabes bien. ¿Cómo has podido, papá?
–Maldita sea, le dije que no te lo contara.
–Y no lo hizo. Lo descubrí en nuestra noche de bodas. ¿Puedes imaginarte lo horrible que fue descubrir que mi padre había comprado a mi marido?
–William, ¿de qué está hablando?
Ashley sintió alivio de que al menos su madre no lo supiera. No habría sido capaz de soportar una doble decepción.
–Me incluyó como parte del acuerdo con Tricorp. Obligó a Louis a casarse conmigo o no había acuerdo.
–Maldita sea, no fue eso. Haces que suene como si... –dijo William y se pasó una mano por el pelo–. Tan sólo quería lo mejor para ti. Pensé que Louis cuidaría de ti. Parecía el hombre perfecto.
–Puedo cuidarme yo sola. No necesito que ningún hombre lo haga. Quiero un hombre que me quiera por cómo soy, no porque mi padre quiere hacer negocios con él.
–Oh, cariño –dijo Gloria, acercándose para abrazar a Ashley–. Lo siento mucho.
Ashley cerró los ojos, disfrutando del amor y el reconocimiento que Louis le había negado.
–¿Y qué me dices de tu embarazo? ¿Cuándo lo has sabido?
–Fui al médico esta mañana. Después fui a ver a Louis.
–Ashley, ¿estás segura? –preguntó William–. No me creo que Louis no sienta nada por ti. ¿De verdad quieres tirarlo todo por la borda por la manera en que os conocisteis? Entiendo que estés enfadada y asumo toda la culpabilidad. Louis nunca quiso engañarte. Fue idea mía desde el principio.
Ashley tuvo que tomarse unos segundos para contener las lágrimas.
–No le gusta cómo soy. Piensa que soy caprichosa, irresponsable, impulsiva y demasiado confiada. Quiere que cambie en todo. ¿Cómo puedes pensar que es el hombre con el que quiero estar? ¿De veras crees que quiero seguir casada con él? ¿Qué lección estaría enseñándole a mi hijo si me quedo junto a un hombre que no me valora?
–No puedo creer que hayas hecho esto, William –dijo su madre, rodeándola por los hombros y mirando furiosa a su marido.
–Ashley, no te enfades conmigo por favor. Eres mi única hija y quería asegurar tu futuro. Pensé que Louis y tú haríais una buena pareja. Me equivoqué y no sabes cuánto lo siento.
–No vas a romper este acuerdo –dijo Ashley–. No castigarás a Louis porque no me ame. Si piensas que es la mejor opción para los negocios, entonces déjame a un lado. Me gustaría poder tomar mis propias decisiones en el futuro sin ser manipulada.
–Te quiero, pequeña. Por favor, créeme. No pretendía hacerte daño. Louis trató de hacerme entrar en razón, pero no lo escuché. Quería que te lo contara todo, no quería ocultarte nada, pero lo até de pies y manos y lo lamento –dijo William y con los brazos abiertos, se acercó a su hija para abrazarla–. Sabes que puedes contar con tu madre y conmigo para lo que necesites y que te ayudaremos con el bebé.
–Lo sé. Yo también te quiero, papá, pero de ahora en adelante deja que sea yo la que cometa mis propios errores. Me he enamorado de un hombre al que no le gusta mi verdadero yo.
–¿Quieres que mande a alguien a recoger tus cosas? Sabes que puedes quedarte aquí el tiempo que haga falta.
Ashley sacudió la cabeza.
–Voy a quedarme con Pippa hasta que decida lo que voy a hacer. Necesito encontrar un trabajo mejor. Ahora tengo un hijo en el que pensar. Ha llegado la hora de que baje de las nubes y madure.
¿Cuánto tiempo iba a seguir ignorándolo? Louis no dejaba de pasear por su despacho. No había podido trabajar en los tres días que hacía que Ashley lo había dejado. Tampoco había conseguido dormir.
Quería que regresara, que volviera a tener sus cosas repartidas por el apartamento y ser capaz de percibir su olor nada más entrar en una habitación. Quería hacerla sonreír y que volviera a ser feliz.
Si al menos contestara el teléfono o alguno de los mensajes de texto que le había enviado. Quería saber que estaba bien. La preocupación lo estaba devorando. Estaba embarazada. ¿Y si volvía a tener uno de aquellos dolores de cabeza? ¿Quién la cuidaría?
Si al menos le hablara, le diera la oportunidad de decirle que la quería... Le había aportado alegría a su vida y no se había dado cuenta hasta que se había ido.
El teléfono sonó y estuvo a punto de tirarlo al tratar de ver si era Ashley quien llamaba. Se llevó una desilusión al ver que era Harry.
–¡Ha sido una niña! –exclamó Harry–. Una preciosa niña que ha nacido hace una hora.
Louis cerró los ojos.
–Me alegro mucho. ¿Cómo está Rachel?
–Está muy bien. Estoy muy orgulloso de ella. Se ha portado muy bien en el parto. Es mucho más fuerte que yo. Estaba a punto de desmayarme cuando la pequeña ha salido. Es tan guapa como su madre.
–Dale saludos de mi parte. Me alegro mucho por vosotros.
–¿Va todo bien, Louis? No pareces contento.
Louis se quedó pensativo. No quería estropearle aquel momento de felicidad a su amigo.
–No. Ashley está embarazada y me ha dejado.
–Pensé que estaba locamente enamorada de ti. ¿Qué ha pasado? ¿De cuánto está?
–No tengo ni idea. No sé nada. Vino hace tres días a verme a mi despacho, me dijo que estaba embarazada y que se iba.
–No sabes cuánto lo siento. ¿Hay algo que pueda hacer?
–Sí –dijo Louis, dejándose caer en su sillón–. Dame algún consejo, necesito que vuelva.
–Muy bien, primera pregunta: ¿la quieres? ¿No pensarás que por estar embarazada debéis seguir estando casados?
–La amo. Hice algunas cosas mal, pero la amo. No sé si alguna vez conseguiré que me crea.
–Vas a tener que hacer algo grande que no deje lugar a dudas. Vas a tener que ponerte de rodillas y suplicar.
–Si me perdona, no me importará –murmuró Louis–. Bueno, ¿no tienes una hija de la que ocuparte?
–Está durmiendo con su madre, pero sí, voy a volver con ellas. Es una sensación única, Louis Así que ponte en marcha y soluciona las cosas.
–Lo haré, gracias amigo.
–De nada. Cuenta conmigo para lo que quieras.
Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para convencer a Ashley de que le diera otra oportunidad.
Ashley se sentó en el sofá de Pippa y se cobijó bajo la manta, mientras tomaba té y veía nevar. Llevaba dos días nevando y la ciudad estaba cubierta por un manto blanco. Echaba de menos su apartamento y más aún el de Louis a pesar de que nunca lo había considerado su hogar. En noches como aquella, se habrían acomodado frente a la chimenea a ver una película.
–¿Cómo te sientes? –preguntó Pippa, sentándose a su lado–. ¿Sigues con náuseas?
Quizá fueran las hormonas, pero desde que estaba en casa de Pippa, se emocionaba cada vez que su amiga se ponía protectora con ella.
–Sí y no. Ya no sé si es el embarazo o lo triste que estoy. Nada me apetece.
–Estoy segura de que son las dos cosas –dijo Pippa–. ¿Has hablado ya con Louis?
Ashley dejó la taza y suspiró.
–No, soy una cobarde.
–No, no lo eres. Hacía falta agallas para ir a su despacho y plantarle cara. Estoy muy orgullosa de ti.
A Ashley volvieron a humedecérsele los ojos.
–Dios mío, tengo que poner fin a esto. Pippa, lo tienes todo: eres lista, cocinas muy bien, eres guapa y eres la mejor amiga que se puede tener.
–Y sorprendentemente sigo soltera.
–Eso es porque eres muy quisquillosa, como debe ser. Debería aprender de ti.
El timbre de la puerta sonó y Pippa hizo una mueca.
–Como sea otro vendedor... Ya van dos esta semana.
–¿Esperas algo? Quizá sea el pedido del supermercado.
–No, estoy segura de que lo encargué para mañana, pero quizá tengas razón. Enseguida vuelvo.
–Siéntate –dijo Ashley–. No has parado en toda la mañana y yo no he hecho nada más que descansar y quejarme.
Pippa puso los ojos en blanco y se sentó, mientras Ashley se dirigió a la puerta. Al abrirla, se sorprendió al ver allí a Louis bajo los copos de nieve que caían. Parecía llevar una semana sin dormir.
–Hola, Ashley.
–Hola, ¿qué estás haciendo aquí? –preguntó, aferrándose a la puerta.
Él rió con amargura.
–Hace una semana que no veo a mi mujer. No me devuelve las llamadas ni los mensajes. No tengo ni idea de si está bien o dónde está viviendo y todavía me preguntas qué estoy haciendo aquí.
Ashley tragó saliva. Sabía que no era cortés dejarlo allí fuera en mitad de la nevada, pero no quería que pasara.
–Iba a ir mañana a recoger mis cosas –dijo tratando de controlar su voz para que no temblara–, si no te parece mal.
–No, no me parece bien. ¿Podemos ir a hablar a alguna parte?
–No creo que sea una buena idea –dijo ella, negando con la cabeza.
–Estamos casados, estás esperando un hijo mío y ¿no te parece que tengamos nada de qué hablar?
Ashley cerró los ojos y se llevó instintivamente la mano a la frente.
–¿Va todo bien? –preguntó Pippa, apareciendo por detrás de Ashley–. ¿Quién es?
–Sí, todo va bien. Es Louis –dijo Ashley, levantando la mano para tranquilizar a su amiga.
–Avísame si me necesitas.
Ashley volvió a girarse hacia Louis.
–Sé que tenemos que hablar. Es sólo que todavía no estoy preparada. Esto ha sido muy duro para mí, Louis.
–Lo sé, cariño –dijo él dando un paso adelante–. Hay muchas cosas que tengo que decirte y que demostrarte. Pero no puedo hacerlo si no hablas conmigo. Dame esta tarde, por favor. Si aún así no quieres tener nada conmigo, yo mismo te llevaré al apartamento y te ayudaré a recoger tus cosas.
Ella se quedó mirándolo, desconcertada por el tono de súplica en su voz.
–Necesito ir a por mi abrigo –dijo ella.
La expresión de alivio de su rostro fue innegable. Sus ojos se llenos de esperanza.
–Y unos zapatos –dijo él–. Te he traído varios del apartamento. No seguro de si tenías aquí los que más te gustan.
–¿Me has traído zapatos?
–Sí, seis pares. Están en el baúl del coche.
–Voy a por el abrigo. Si me has traído un par de botas, eso sería perfecto.
–Enseguida vuelvo. Espera aquí. No quiero que te caigas con el hielo.
Se giró y corrió al coche. Ella se quedó allí mirándolo mientras revolvía entre las cajas. Después, entró en el apartamento y cerró la puerta. Se apresuró a ir al salón y tomó un cepillo de la mesa para peinarse.
–Ashley, ¿qué está pasando? –preguntó Pippa.
–No estoy del todo segura, pero Louis quiere hablar. Me ha pedido que le dé esta tarde y luego me llevará a su apartamento a recoger mis cosas si eso es lo que quiero. Se comporta de una manera extraña.
–Es lógico. Lo dejaste después de decirle que estabas esperando un hijo suyo –dijo Pippa–. Llámame luego. Quiero que me lo cuentes todo.
Ashley le lanzó un beso a Pippa y fue al armario a buscar un abrigo y una bufanda. También sacó un gorro y se lo puso antes de enfilar hacia la puerta.
Al abrirla, Louis estaba allí con un par de botas en la mano.
–Espera, te ayudaré a ponértelas.
Apoyó la mano en el hombro de Louis para no perder el equilibrio mientras él se las ponía.
Cuando se las acabó de poner, se levantó y la tomó de la mano para ayudarla a bajar los escalones y acompañarla hasta el coche.
–¿Adónde vamos? –preguntó Ashley una vez se pusieron en marcha.
–Ya lo verás –dijo entrelazando sus dedos con los de ella–. Confía en mí, Ashley. Sé que es mucho pedir y sé que no tengo derecho a pedírtelo, pero por esta vez confía en mí.
La sinceridad de sus palabras la conmovió. Parecía estar sufriendo tanto como ella. Aquello no tenía sentido para ella. Sabía que no celebraba la ruptura de su matrimonio, pero con el acuerdo todavía en pie, estaba consiguiendo lo que siempre había querido sin la carga de una esposa.
Al llegar al refugio, Ashley se sorprendió.
–¿Qué estamos haciendo aquí?
Louis salió del coche, lo rodeó y le abrió la puerta.
–Ven. Hay algo que quiero enseñarte.
Dejó que la ayudara a salir del coche y entraron al edificio. Como de costumbre, la mascota del refugio, el gato Barry, estaba durmiendo en la recepción.
Para su sorpresa, Louis la llevó por el pasillo en el que estaban las jaulas. Nunca había estado antes allí, así qué ¿cómo sabía moverse por el refugio?
Se detuvo ante la habitación que utilizaban para que se conocieran las mascotas y sus nuevos dueños antes de que se los llevaran a casa. La miró con una sonrisa nerviosa y abrió la puerta. Dentro estaban Molly y otros voluntarios del refugio y cuando Louis y Ashley entraron, empezaron a dar gritos de alegría.
–¿Qué está pasando? –preguntó Ashley.
–Saluda a tus empleados –dijo él–. A partir de ahora eres la directora del refugio de animales de Copeland.
–No lo entiendo –dijo Ashley abriendo los ojos como platos–. ¿No vamos a cerrar?
–No, no nos cierran. Gracias a tu marido. Nos ha facilitado los fondos necesarios para seguir funcionando. No sólo podemos seguir abiertos, sino que tenemos dinero para hacer mejoras y conseguir publicidad para encontrar hogares para los animales.
Se soltó del abrazo de Molly y volvió junto a Louis.
–¿Has hecho esto por mí?
–Lo hice antes de que te fueras. Hablé de ello con tu padre la noche de la fiesta. Lo amenacé con no ocupar su puesto si se negaba a financiar el refugio. Sé lo mucho que significan estos animales para ti.
Ashley se quedó boquiabierta. Quería abrazarlo, pero sabía que no era lo que quería. Además, parecía nervioso, como si estuviera preocupado porque no agradeciera lo que había hecho.
La vista se le nubló y sintió que el corazón se le encogía. Lo quería mucho.
–Gracias –murmuró–. Nunca podré agradecértelo lo suficiente. Lo es todo para mí.
–Tú lo eres todo para mí –dijo él y antes de que Ashley dijera nada, se giró hacia los demás–. Nos gustaría quedarnos con vosotros a celebrarlo, pero tengo que llevar a Ashley a otro sitio.
Después de despedirse de todos, volvieron al coche. Ashley se sentó en su asiento. Se sentía esperanzada, aunque no sabía muy bien por qué. Algo había cambiado en Louis.
–¿Qué has querido decir ahí dentro cuando has dicho que lo soy todo para ti, Louis?
Él se aferró al volante.
–Exactamente eso. Tengo que decirte muchas cosas, pero te pido que seas paciente conmigo. No quiero tener esta conversación en el coche mientras conduzco, son poder mirarte o tocarte. Así que te pido que esperes un poco. Quiero llevarte a un sitio en el que podamos hablar y puedas escuchar todo lo que tengo que decirte.
Parecía temer que se negara, así que para aliviar su evidente nerviosismo, puso la mano en su pierna.
–De acuerdo, Louis, te escucharé.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Hola!
Louis ya esta intentando recuperar a Ash, fue re tierno lo del refugio. Esperemos que Ashley lo perdone. Se merecen ser felices.
Espero que les haya gustado el capítulo. Comenten y pronto les dejaré el último.
Besos.
Louis ya esta intentando recuperar a Ash, fue re tierno lo del refugio. Esperemos que Ashley lo perdone. Se merecen ser felices.
Espero que les haya gustado el capítulo. Comenten y pronto les dejaré el último.
Besos.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Este hombre no es tierno, es un pedacito de azúcar.
Daría todo para tener un hombre como Louis en mi vida.
El es tan cariñoso, dulce, amoroso cuando quiere.
Es verdad, notas lo que tienes luego que lo pierdes.
Síguela pronto, quiero saber que Louis dirá Ash.
Daría todo para tener un hombre como Louis en mi vida.
El es tan cariñoso, dulce, amoroso cuando quiere.
Es verdad, notas lo que tienes luego que lo pierdes.
Síguela pronto, quiero saber que Louis dirá Ash.
Tori Malik
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Si lo es. :luuv:Tori Malik escribió:Este hombre no es tierno, es un pedacito de azúcar.
Daría todo para tener un hombre como Louis en mi vida.
El es tan cariñoso, dulce, amoroso cuando quiere.
Es verdad, notas lo que tienes luego que lo pierdes.
Síguela pronto, quiero saber que Louis dirá Ash.
¿Quién no? Yo también quiero uno!
Completamente cierto.
Ya la sigo. ;)
Besos.
ᴍᴀʀ.
Último Capítulo.
Capítulo 11
Louis no dejó de apretar el acelerador mientras se dirigían a las afueras de la ciudad. Estaba impaciente y el tiempo corría en su contra, pero las carreteras estaban resbaladizas y no quería poner en peligro a su esposa y a su hijo.
Su esposa e hijo. Aquellas palabras eran muy poderosas. La mujer a la que amaba y a la que tanto daño había hecho y el hijo que esperaba en su vientre. Su creación, su familia, algo que sólo le pertenecía a él.
¿Qué haría si no tuviera una segunda oportunidad para enmendar sus errores?
Solo él podía conseguir que lo perdonara.
El viaje a Greenwich, Connecticut, llevó más tiempo del que le habría gustado. Ambos estaban nerviosos e inquietos y permanecieron en silencio.
Cuando llegaron ante la casa que quería enseñarle a Ashley, sólo quedaba una hora de luz.
Aparcó junto a la acera, al lado del camino privado, y apagó el motor. A su lado, Ashley frunció el ceño, confundida.
Rodeó el coche y le abrió la puerta. La ayudó a salir y luego le colocó la bufanda y el gorro para que no tuviera frío, antes de que le diera la mano y tirara de ella hacia la carretera.
–Esto es muy bonito –comentó Ashley mirando las colinas nevadas que los rodeaban.
Sus labios mostraban una dulce sonrisa y Louis sintió que se le encogía el corazón. Quería que todos los días estuviera así de feliz y guapa.
Se detuvo antes de la curva cerrada que daba la carretera. Sin soltarla de la mano, la hizo girarse hacia él. El corazón le latía desbocado en el pecho.
Sus alientos eran visibles. Los copos de nieve empezaron a caer otra vez.
–Ashley.
–Dime, Louis.
Su voz sonó dulce y clara en mitad del silencio que los rodeaba.
Sentía un nudo en la garganta. Tenía tanto que decir que no sabía por dónde empezar.
–Maldita sea, te quiero. Estoy intentando encontrar las palabras para expresar todo lo que quiero decirte y lo único en lo que puedo pensar es en que te quiero tanto que no puedo vivir sin ti. No me hagas vivir sin ti, Ashley.
Sus expresivos ojos se abrieron como platos. Se quedó boquiabierta y sacudió la cabeza como si no supiera qué decir ante aquella declaración.
–Entonces, ¿por qué? Si me amas, ¿por qué quieres que cambie de forma de ser? Tú no amas a la verdadera Ashley, sino a la imagen de la esposa perfecta que te has hecho en la cabeza. Bueno, tengo que decirte que no soy ella y que nunca lo seré.
Estaba muy guapa cuando se enfadaba. Sus ojos recobraban vida y sus mejillas se sonrojaban.
–Tratar de hacerte cambiar fue mi mayor error. He sido un estúpido –dijo y tomándola de los hombros, la miró a los ojos para añadir–: Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida. No quería darme cuenta. Cuando tu padre sugirió que nos casáramos, me sentó mal y no me gustó que se entrometiera. Pero lo cierto era que no me importaba casarme y sentar la cabeza contigo. Me estaba comportando como un inmaduro porque me estaban obligando a casarme. Y cuando lo descubriste, me quedé hecho polvo porque lo último que quería era hacerte daño. Me sentí acorralado. Así que reaccioné sintiéndome frustrado y dije todas aquellas tonterías acerca de que podíamos mantener un buen matrimonio. Quería que todo siguiera igual para no tener que enfrentarme a la vulnerabilidad que sentía cada vez que la cuestión del amor surgía.
Siguió mirándolo como si no tuviera idea de qué decir.
–Me dabas miedo, Ashley. Apareciste en mi vida y la pusiste patas arriba. Eras lo único que no podía controlar. Odiaba lo nervioso que me ponía cada vez que estábamos en la misma habitación. Pensé que si conseguía controlarte, no brillarías tanto y podría contener mis reacciones cada vez que me sonrieras. El problema nunca fuiste tú, sino yo.
Incapaz de mantener por más tiempo las manos apartadas de ella, dio un paso adelante y la atrajo hacia él hasta que sintió su aliento en el rostro.
–Eres lo mejor de mi mundo. Eres mi vida y no puedo imaginármela sin ti. Lo que hice fue imperdonable. Sólo quiero asegurarte que si me admites de nuevo en tu vida, nunca volverás a tener motivos para dudar de mí. Te demostraré cada día que eres el centro de mi universo. Querías un hombre que te amara, que te aceptara por cómo eres. No busques más, Ashley. Lo tienes delante. Ningún hombre te amará como yo te amo.
Sus ojos enormes brillaban como dos exquisitas piedras preciosas azules. Unas lágrimas asomaron, pero no llegaron a rodar. Abrió la boca para decir algo, pero él la detuvo besándola. Llevaba toda la semana desesperado por volver a sentirla así de cerca y en aquel momento la tenía en sus brazos.
–No digas nada todavía. Aún hay algo que quiero enseñarte.
Se separó de ella, la tomó de la mano y tiró de ella por la carretera. Al rodear la curva pronunciada, Ashley se detuvo y se quedó mirando la impresionante casa que se levantaba en lo alto de la colina.
–Querías un hogar en el que hubiera niños jugando con sus mascotas. Te quiero, Ashley. Tan sólo necesito una oportunidad para demostrarte que estás a salvo conmigo y que te amaré y cuidaré todos los días de mi vida. A ti y a nuestros hijos.
–¿Te alegras por el bebé?
–Por supuesto. No se me ocurre nada mejor que vivir en esta casa contigo y con nuestro hijo o hija, y su media docena de hermanos.
–Eso me gusta.
Louis le acarició el pelo y la besó dulcemente.
–Te quiero, te quiero más de lo que nunca pensé que se pudiera querer a alguien. Eso me asusta, no voy a negarlo, pero más me asusta perderte. Danos una oportunidad y te enseñaré a confiar en mí de nuevo.
Ella lo abrazó y apoyó la frente en su cuello.
–Yo también te quiero, Louis. Te quiero tanto que eres la única persona capaz de hacerme tanto daño. Pero también tienes el poder de hacerme más feliz que nadie en todo el mundo.
–Quiero que seas feliz, que vuelvas a sonreír y haré lo que haga falta para conseguirlo.
Ella se apartó y sonrió con picardía.
–Entonces, ¿por qué no me enseñas mi nueva casa?
Louis tardó unos segundos en recuperar la compostura para poder hablar.
–La compra todavía no está cerrada, pero la casa lleva vacía seis meses y tengo las llaves. Te la enseñaré.
Ella lo tomó del brazo mientras se encaminaban a la entrada.
–¿Te imaginas a nuestros hijos jugando aquí y los perros persiguiéndoles?
–¿Sabes lo mejor? Ver la sonrisa de su madre iluminar el mundo de su padre todos y cada uno de los días de su vida.
Su esposa e hijo. Aquellas palabras eran muy poderosas. La mujer a la que amaba y a la que tanto daño había hecho y el hijo que esperaba en su vientre. Su creación, su familia, algo que sólo le pertenecía a él.
¿Qué haría si no tuviera una segunda oportunidad para enmendar sus errores?
Solo él podía conseguir que lo perdonara.
El viaje a Greenwich, Connecticut, llevó más tiempo del que le habría gustado. Ambos estaban nerviosos e inquietos y permanecieron en silencio.
Cuando llegaron ante la casa que quería enseñarle a Ashley, sólo quedaba una hora de luz.
Aparcó junto a la acera, al lado del camino privado, y apagó el motor. A su lado, Ashley frunció el ceño, confundida.
Rodeó el coche y le abrió la puerta. La ayudó a salir y luego le colocó la bufanda y el gorro para que no tuviera frío, antes de que le diera la mano y tirara de ella hacia la carretera.
–Esto es muy bonito –comentó Ashley mirando las colinas nevadas que los rodeaban.
Sus labios mostraban una dulce sonrisa y Louis sintió que se le encogía el corazón. Quería que todos los días estuviera así de feliz y guapa.
Se detuvo antes de la curva cerrada que daba la carretera. Sin soltarla de la mano, la hizo girarse hacia él. El corazón le latía desbocado en el pecho.
Sus alientos eran visibles. Los copos de nieve empezaron a caer otra vez.
–Ashley.
–Dime, Louis.
Su voz sonó dulce y clara en mitad del silencio que los rodeaba.
Sentía un nudo en la garganta. Tenía tanto que decir que no sabía por dónde empezar.
–Maldita sea, te quiero. Estoy intentando encontrar las palabras para expresar todo lo que quiero decirte y lo único en lo que puedo pensar es en que te quiero tanto que no puedo vivir sin ti. No me hagas vivir sin ti, Ashley.
Sus expresivos ojos se abrieron como platos. Se quedó boquiabierta y sacudió la cabeza como si no supiera qué decir ante aquella declaración.
–Entonces, ¿por qué? Si me amas, ¿por qué quieres que cambie de forma de ser? Tú no amas a la verdadera Ashley, sino a la imagen de la esposa perfecta que te has hecho en la cabeza. Bueno, tengo que decirte que no soy ella y que nunca lo seré.
Estaba muy guapa cuando se enfadaba. Sus ojos recobraban vida y sus mejillas se sonrojaban.
–Tratar de hacerte cambiar fue mi mayor error. He sido un estúpido –dijo y tomándola de los hombros, la miró a los ojos para añadir–: Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida. No quería darme cuenta. Cuando tu padre sugirió que nos casáramos, me sentó mal y no me gustó que se entrometiera. Pero lo cierto era que no me importaba casarme y sentar la cabeza contigo. Me estaba comportando como un inmaduro porque me estaban obligando a casarme. Y cuando lo descubriste, me quedé hecho polvo porque lo último que quería era hacerte daño. Me sentí acorralado. Así que reaccioné sintiéndome frustrado y dije todas aquellas tonterías acerca de que podíamos mantener un buen matrimonio. Quería que todo siguiera igual para no tener que enfrentarme a la vulnerabilidad que sentía cada vez que la cuestión del amor surgía.
Siguió mirándolo como si no tuviera idea de qué decir.
–Me dabas miedo, Ashley. Apareciste en mi vida y la pusiste patas arriba. Eras lo único que no podía controlar. Odiaba lo nervioso que me ponía cada vez que estábamos en la misma habitación. Pensé que si conseguía controlarte, no brillarías tanto y podría contener mis reacciones cada vez que me sonrieras. El problema nunca fuiste tú, sino yo.
Incapaz de mantener por más tiempo las manos apartadas de ella, dio un paso adelante y la atrajo hacia él hasta que sintió su aliento en el rostro.
–Eres lo mejor de mi mundo. Eres mi vida y no puedo imaginármela sin ti. Lo que hice fue imperdonable. Sólo quiero asegurarte que si me admites de nuevo en tu vida, nunca volverás a tener motivos para dudar de mí. Te demostraré cada día que eres el centro de mi universo. Querías un hombre que te amara, que te aceptara por cómo eres. No busques más, Ashley. Lo tienes delante. Ningún hombre te amará como yo te amo.
Sus ojos enormes brillaban como dos exquisitas piedras preciosas azules. Unas lágrimas asomaron, pero no llegaron a rodar. Abrió la boca para decir algo, pero él la detuvo besándola. Llevaba toda la semana desesperado por volver a sentirla así de cerca y en aquel momento la tenía en sus brazos.
–No digas nada todavía. Aún hay algo que quiero enseñarte.
Se separó de ella, la tomó de la mano y tiró de ella por la carretera. Al rodear la curva pronunciada, Ashley se detuvo y se quedó mirando la impresionante casa que se levantaba en lo alto de la colina.
–Querías un hogar en el que hubiera niños jugando con sus mascotas. Te quiero, Ashley. Tan sólo necesito una oportunidad para demostrarte que estás a salvo conmigo y que te amaré y cuidaré todos los días de mi vida. A ti y a nuestros hijos.
–¿Te alegras por el bebé?
–Por supuesto. No se me ocurre nada mejor que vivir en esta casa contigo y con nuestro hijo o hija, y su media docena de hermanos.
–Eso me gusta.
Louis le acarició el pelo y la besó dulcemente.
–Te quiero, te quiero más de lo que nunca pensé que se pudiera querer a alguien. Eso me asusta, no voy a negarlo, pero más me asusta perderte. Danos una oportunidad y te enseñaré a confiar en mí de nuevo.
Ella lo abrazó y apoyó la frente en su cuello.
–Yo también te quiero, Louis. Te quiero tanto que eres la única persona capaz de hacerme tanto daño. Pero también tienes el poder de hacerme más feliz que nadie en todo el mundo.
–Quiero que seas feliz, que vuelvas a sonreír y haré lo que haga falta para conseguirlo.
Ella se apartó y sonrió con picardía.
–Entonces, ¿por qué no me enseñas mi nueva casa?
Louis tardó unos segundos en recuperar la compostura para poder hablar.
–La compra todavía no está cerrada, pero la casa lleva vacía seis meses y tengo las llaves. Te la enseñaré.
Ella lo tomó del brazo mientras se encaminaban a la entrada.
–¿Te imaginas a nuestros hijos jugando aquí y los perros persiguiéndoles?
–¿Sabes lo mejor? Ver la sonrisa de su madre iluminar el mundo de su padre todos y cada uno de los días de su vida.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Hola!
Ya terminó la novela.
Espero que les haya gustado y la hayan disfrutado.
Gracias a las todas las lectoras, a las que han comentado y a las que no. Gracias por haber estado. :)
Voy a continuar próximamente con la última novela de la serie, de la cuál Zayn es el personaje. Cuando cree el tema les dejo el link.
Nos leemos pronto.
Besos.
Si quieren leer más de mis adaptaciones, este es el LINK de mi galería.
Ya terminó la novela.
Espero que les haya gustado y la hayan disfrutado.
Gracias a las todas las lectoras, a las que han comentado y a las que no. Gracias por haber estado. :)
Voy a continuar próximamente con la última novela de la serie, de la cuál Zayn es el personaje. Cuando cree el tema les dejo el link.
Nos leemos pronto.
Besos.
Si quieren leer más de mis adaptaciones, este es el LINK de mi galería.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
.
No Quiero Quererte {ZM}
Cuarta y última novela de la serie.
Cuarta y última novela de la serie.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Louis es tan tierno y hermoso, como quería tener un hombre así.
Al fin se declaro a ella. Le va comprar una casa para vivir con su familia, y animales. Están tierno lo amo.
Perdón el corto comentario es que los últimos capítulos siempre me quedo sin imaginación. Y no se que poner.
A la nove de Zayn.....
Al fin se declaro a ella. Le va comprar una casa para vivir con su familia, y animales. Están tierno lo amo.
Perdón el corto comentario es que los últimos capítulos siempre me quedo sin imaginación. Y no se que poner.
A la nove de Zayn.....
Tori Malik
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Si, así es.Tori Malik escribió:Louis es tan tierno y hermoso, como quería tener un hombre así.
Al fin se declaro a ella. Le va comprar una casa para vivir con su familia, y animales. Están tierno lo amo.
Perdón el corto comentario es que los últimos capítulos siempre me quedo sin imaginación. Y no se que poner.
A la nove de Zayn.....
Es demasiado tierno. Me encantó!
Algunas veces me pasa algo parecido. :/
Pronto la comienzo. :)
Besos.
ᴍᴀʀ.
Re: El Beso De La Inocencia {Louis Tomlinson} -TERMINADA-
Me alegra que te haya gustado. :)tortugitastyles escribió:aaw slindo
ᴍᴀʀ.
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