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la vida de ruthless door.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: la vida de ruthless door.
te amo te amo te amoArtaud escribió:pelotudeando en originales vi que habías subido y ?!?!?!??!?!?!? casi me da un ACV. Me morí. Ed es un amor de persona, sabés. Lydia, pobrecita, pero más lástima me da el tarado de Jake, por algo será así, supongo. Esta novela es de mis preferidas tuyas, capaz que por el tema psicología y porque me gusta cómo narrás a los personajes, Ruth es divina además. Bueno, estoy del celular así que perdón el comentario corto y perdón si hay alguna falta gramatical u ortográfica. Te amo. ♡
ceonella.
capitulo 006.
get your kicks on rout 66.
Capítulo 06.
Tomamos con Dean el auto alquilado más rápido del mundo, si queríamos llegar ya, pues, es ya. Boston queda bastante lejos de Texas, por lo que decidimos adentrarnos en Chicago, y allí, tomar la ruta 66. Dean era el más entusiasmado en esto, había soñado varias veces con la ruta, y yo, yo estaba preocupado por Ruth.
Me volvía loco a veces durante la carretera, mi compañero —insoportable— de viaje, hablaba y hablaba de cada lugar, me mostraba todas las atracciones turísticas y teníamos que parar cada cinco minutos a conocer lugares. Missouri, Illinois, Oklahoma, todo en la ruta. Pero lo disfrutaba, salvo esos almuerzos que eran más de tres lomitos de vaca, no lo soportaba, demasiada carne. Dean, sonrisa de oreja a oreja.
Quería llegar a Texas, lo más rápido posible, ni siquiera tenía claro si Ruth seguía ahí, pero no perdía nada con intentar.
Llegamos a una tiendita en uno de los pueblitos de la ruta. De esas que acostumbras a ver en las películas viejas, muy linda por cierto.
—Mmm llevaré estos cinco paquetes, estas botellas y veo si llevo algo más.—le dijo entusiasmado Dean a la señorita que estaba en la pequeña caja.
—¡Dean! Deberías dejar de comer tanto, asustas a la seño..—estaba terminando la oración cuando la vi, detrás de la caja pasando los alimentos grasos y poco saludables que llevaba mi amigo. Quinn Williams.
—Hola Ed.—dijo tan serena y tranquila. Vaya que hacía bastante tiempo que no sabía nada de ella. Supongo que ella de mi tampoco, no sabíamos nada ambos.
—Qui-quinn, tanto.. tanto tiempo ¡joder mucho tiempo!—solté con risas.
—¿De dónde se conocen?—nos miró Dean un poco divertido.
—Ah, em ella es Quinn, una vieja amiga de la secundaria.—
—Hum, con que amiga eh, tu cara demuestra que fueron más que amigos ¿me equivoco?—Quinn sólo reía como solía hacerlo y yo, yo me sonroje como siempre, un total idiota. Dean a veces me hacía quedar mal, pero de todas formas lo quería. Golpee su pecho para demostrarle cariñosamente que sí, estaba equivocado, o tal vez no.
—¡Auch! Eso dolió, ¿sabías?—
—Me llamo Quinn un gusto.—se presentó por fin, la amiga que consideré el amor de mi vida.
—Yo soy Dean Gerard a todos los servicios que necesite señorita.—ella volvió a reir.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo Ed? Hace mucho que no te veía.—contó algo apenada. Le conté sobre mi lugar en la clínica como psicólogo y también sobre los libros que estaba llevando a cabo. Aunque parezca muy apresurado, también hablé sobre Ruth y de nuestro camino con Dean en la ruta.
Se sorprendió, bastante, pero luego comentó que le encantaría seguir con nosotros, algo que me pareció raro, pues dejar tu trabajo para seguir a dos tontos e ir por la ruta 66 en busca de una joven con un problema psicológico, vaya coraje. El hombre al que llamó “Robert” —que asumo que era el dueño de la tienda— le dio el permiso de irse y tomar un descanso del trabajo que tenía. Sí, Quinn Williams nos iba a acompañar a buscar a Ruthless Door. Joder.
No es que estaba enojado porque Quinn, decidiera venir. Tanto tiempo sin verla, y que así como así venga a un viaje conmigo y el gordo de Dean a buscar a Ruthless por la ruta 66. Me parecía algo raro, tenía un presentimiento malo de la reacción de Ruth, pero lo más importante es encontrarla. Por favor.
+++
Amarillo. Dean, Ed y Quinn están presentes. Hum.. vaya equipo.
El centro era bastante lindo, los lugares turísticos —que si no hubiese sido por Dean no los conoceríamos— también tenían lo suyo. Busque y pregunté por Ruth a cualquier persona que pasaba. “¿No vieron a una chica rubia.. de un metro 1,60 tal vez y que suele usar ropa vieja?” Cero respuestas, nadie sabía nada de ella y comenzaba a preocuparme.
Pensé varias veces y me adentré en un motel, con un estilo particular, uno del lejano oeste. Lindo lugar. Dean y Quinn seguían mis pasos, por suerte, sin ninguna queja. A veces es hacían preguntas como ¿por qué estamos aquí? o ¿estás seguro? Sólo les respondía que sí, estaba muy seguro.
+++
—Ed, amigo, no quiero decepcionarte o arruinarte la ilusión, pero por aquí no puede estar. Es un poco imposible encontrarla, no sabemos nada de ella, ni de a dónde fue, ni cuándo. Lo siento pero, tendríamos que volver a casa. Pasaron bastantes días, no lo sé..—tomó mi hombro queriendo hacerme retroceder y no avanzar. No pararía jamás.
—Ed, creo que Dean tiene razón, lo más seguro es que vuelvas a casa y descansemos todos. Ruthless volverá.—no respondí.
—¿Ed?—
—Ed es en serio, por tú bien, por el de Dean, no podemos estar días viajando por un ruta, tú casi no has comido.—exclamó Quinn, aún así, no respondí.
—¿Ruthless?—allí estaba. Sentada en la barandilla que suele tener un balcón, su cabello estaba más rubio de lo actual, casi blanco. Mucho más delgada, y noté que era ella porque cantaba una canción de Frank Sinatra, una de sus favoritas. Llevaba la ropa casual de siempre y no podía verle el rostro, estaba de espaldas. Un paso y podía caer. —Ruthless, soy yo, Edward.—le dije sonriente mientras Dean y Quinn miraban un tanto, asombrados.
—Llegué un poco tarde al turno, perdón.—se dio vuelta y sonrió, luego me abrazó y lloró. Ruth, no me vuelvas a asustar así.
Libro nuevo en camino; “Amarillo en casa.”
- laa:
- aquí nuevo cap, ya sé que es corto pero quería terminarlo así idk. espero que les guste, o si alguien lo lee, besos
Última edición por ceonella. el Lun 08 Feb 2016, 9:46 pm, editado 1 vez
ceonella.
capitulo 007.
you gotta show the world that something good can work for you.
Capítulo 07.
Desde la ida de Ruth intenté cuidarla más de lo normal, por lo tanto, se vino a vivir conmigo. Había mucho por cambiar, y lo íbamos a lograr juntos. Era un punto en toda la historia. Un hincapié en todo este camino. No volver a cometer errores que parezcan pequeños, pero impactan fuerte.
Ruth era más que una simple paciente, era una amiga, un cariño, una obsesión, parte de un proyecto para estudiar la mente humana, pero siempre, un amor. Era difícil comprenderla según muchos psicólogos, pero no, ellos eran los que no entendían, los complejos, porque Ruthless es un universo más, una galaxía no conocida que quiere que la conozcan. Una divina de otro planeta, con pensamientos e ideologías que, son demasiado brillantes, para este mundo.
Defendía a Ruth como si fuese a la última persona que defendería, como si explicarles letra por letra a todos los doctores presentes valiera la pena. Y valía, pero esos doctores no me prestarías atención, porque según ellos, con Ruthless no hay esperanza. Pero siempre la habrá, de eso estoy seguro.
Entre Ruth y Quinn no todo iba bien. Ambas tan distintas como el aceite y el agua, pero de alguna forma lograría que se lleven bien. Podría proponermelo. Las apreciaba a las dos, porque una era una caja de recuerdos, de nostalgia e inocencia pura, y otra era mi locura actual, mis sentimientos en este momento. No podía vivir sin ninguna de las dos.
+++
Tenía pensado viajar a Berlín. Quería basar una de mis nuevas novelas y libros infantiles en algo de ahí. Tal vez el punto de vista de un niño —en este caso, la mente de Ruth— sobre todo lo ocurrido en Auschwitz. Sí, sería un desafío, pero me inspiraría, otra vez en la señorita Door, y tal vez en obras como Forrest Gump. Tenía muchas ideas, me estaba concentrando más en Ruth y en los libros, que en mi trabajo como psicólogo y en mis pacientes.
—Estas trabajando mucho en esos libros ¿sabes?—Quinn se asomó y posó sus brazos alrededor de mi cuello, mientras acariciaba mi cabello.
—Sí.. creo que he estado demasiado metido en esto.—noté desde lejos a Ruth, observando lo cariñosa que estaba Quinn conmigo. No era una mirada muy linda.
—¿Por qué no descansas? Podría ayudarte Eddie..—comenzó a desbotonar mi camisa.
—No no no, estoy muy bien Quinn. Em.. sabes.. em.. ¿podrías imprimirme estos bocetos? Pienso hacer cuentos con dibujos, como en el principito. ¡Fantástico! ¡¿No?! ¡Muy bueno! ¡Muy divertido! Adiós..—fui a mi habitación de mi departamento, y sólo solté un suspiro largo. En qué me estaba metiendo.
+++
The view of Eastie.
Caminaba muy emocionada por las calles de Boston, junto a mis zapatos favoritos y mi cartera más expensa. Vidriera por vidriera, sonrisa, lápiz labial de un tono rosa pastel y lo más importante, actitud. Volví a Boston porque recibí unos mensajes de un viejo amigo de la primaria, el inteligente Edward Drew. ¿Qué será de su vida? ¿Seguirá con la psicología? Una pena si es así, un tipo con una mente tan creativa y digna de admirar, debería estar lejos, triunfando.
Me pidió apuro, y era de esperarse, Ed siempre quería todo en orden y rápido, era bastante perfeccionista.
Llegué a la dirección marcada en el mensaje. Todo marchaba a la perfección.
—¡Eastie Holland!—saludó asombrado mientras me habría la puerta.
—¡La misma!—le dije para luego darle un fuerte abrazo y pasar a su casa. —Tanto tiempo Ed. ¿qué era el temita que tanto querías contarme?—
—Vale al grano.—dijo y reí.—Es una historia muy larga pero estoy tratando a una paciente, va.. mucho más que una paciente para mi..—
—Mmm olé una chica, ¿y en dónde entro yo?—
—Vale vale, resulta que como estudio psicología, digamos que esta chica tiene varios problemas cuales debo solucionar. Y uno de esos son las amistades. No las tiene, y pensaba en una gran amiga como tú para ella, ya sabes, divertida, fiestera, coqueta, demás.—
—Osea que ¿quieres que finja ser amiga de una paciente tuya? Wow.—
—No es necesario que finjas, podrías ser su amiga, es una chica muy buena.—
—¡Pero esta enferma Ed!—
—¡Oye! No, Ruth no esta enferma, sólo es diferente, y necesita nuestra ayuda.—
—Ok, esta bien, pero me la debes.—
—¿Tanto te va a costar socializar con una persona?—
—Tú me entiendes.—
—Si me explicaras, sí, porque en este mismo instante no entiendo.—
—Bueno... ya es que sabes cómo soy..—
—No no no, sólo espero que hagas eso, que la trates bien, que la quieras tanto como yo.—
—Esta bien capullo, no te preocupes.—sonreí y golpeé su hombro, Ambos reímos.
The view of Ed.
Eastie a veces era muy torpe o prejuiciosa pero no es que ella quisiese serlo, sólo salía naturalmente. La apreciaba, por más que no pareciera, era una fiel amiga, y quería una como ella para Ruth. Porque siento que Ruth merece todo, e iba a lograr todo para que este bien. Cueste lo que cueste.
+++
Dean había vuelto a Chicago en busca de algunas cosas para su nuevo departamento en Boston, cerca del mío. Quinn seguía presente en mi mente y me confundía aún más. Ella decidió quedarse en Boston y eso me preocupó demasiado porque esta noticia no le agradó a Ruth. Eastie estaba en camino a entablar una linda amistad con Ruthless y yo, yo seguía metido en los libros. Mamá se enorgullecía más y y gritaba mi nombre en las bibliotecas. Lydia, mamá de Ruth, decidió venir a citas conmigo, para poder algún día, volver a hablar con su amada hija.
¿Ryan? Bueno, ese capullo no se acercaría más a Ruthless, y yo estaba seguro de eso. ¿Jake? Menos. Tenía que pensar en Finnick, en su familia, en mis amigos, en poder darles una vida saludable a todos ¿no? De eso se trata ser psicólogo. Hacer algo bien.
Se vienen cambios, muchos cambios señores.{Libro publicado; noche de cambios.
ceonella.
capitulo 008.
argumentative and you've got the face on.
Capítulo 08.
Los libros sumaban, y uno como persona también lo hacía. Sumé, resté, multipliqué y dividí, todo en una sola actitud, cambiar. Como seres humanos, también sentimos, y todo lo que sentimos, nos marca. Sentimos amor, sentimos inocencia, enojo, miedo, pero hay algo curioso sobre el miedo: su mayor intensidad no se da antes ni durante un ataque, sino después. El miedo barre con tu seguridad y con tus certezas, ya no sabés quién es quien. Pero incluso cuando la paranoia barrió con todas las seguridades sólo hay dudas, hay un único refugio seguro, el amor.
Cuando el enemigo no tiene rostro, puede esconderse en todas partes. Cuando no se sabe en quién confiar, se sabe de quién desconfiar, de todos. Conocer a las personas por sus acciones es más o menos fácil. Conocerlas por sus intenciones es casi imposible. Las intenciones se esconden detrás de las palabras, los gestos y las acciones. Por eso es complejo reconocer a un enemigo, porque la intención es difícil de ver.
Y con el amor, bueno, ese es medio obvio ¿no? Te confunde, te enloquece, pero te cura, te alivia, te llena completamente. Nos hace adicto a eso que amamos, nos convierte en locos, locos.. ¿buenos? Todos los adictos tienen algo en común: demasiado dolor. Y yo sé que ahí donde hay demasiado dolor, hay demasiado amor. Demasiado amor puede ahogar, puede anular. Amar demasiado, o ser demasiado amado, puede ser tan peligroso como no amar, o no ser amado. Pero siempre ahí, donde hay dolor, hay amor. Demasiado amor. Y por eso duele.
Yo amo a Ruthless.
+++
Mi tiempo con Ruth iba bien, ella todavía no comprendía por qué la gente me saludaba cuando iba por la calle con ella, por qué me tomaban fotos, por qué quería autógrafos míos, y sí, eran por los libros. Se habían convertido en una escapatoria para todos los adolescentes y adultos y por un momento me sentí bien, y no obligado. Sentí frescura en mi mente y suavidad en mis manos. Aunque me desvelaba escribiendo y rompía la tranquilidad de mis ojos y mente, me sentía bien.
Me alejé bastante de mi trabajo como psicólogo, pero seguía trabajando con Ruth. Su madre cada día me agradecía mediante cartas por todo lo que estaba haciendo con su hija. Ella comprendía mi fuerte amor por Ruthless y me apoyaba cada vez más, más fuerte. Y eso era Lydia, una mujer muy muy fuerte.
Mi mañana comenzó con Finn y Ruth levantándome, vivir juntos era una bendición para mi porque mi vida de ser gris se tornó en colores lindos y llamativos. En vez de levantarme a tomar café y ver por las noticias como gente fallecía o como los problemas políticos afectaban países, me levantaba a tomar café pero con la compañía más bella que pude tener, una madre con su hijo.
Finn concurría al jardín de niños de 4 años y se lo veía muy alegre con eso. Venía cada día con dibujos pero uno me sorprendió mucho. Dos niños, uno a cada extremo de un viejo muro, los unía un corazón. Finn me explicaba que eran dos niños que tenían diferentes vidas pero un mismo amor. Para su edad, era increíble. Tan increíble que decidí escribir algo sobre esto, sí. ¿Cómo? ¿Sobre qué? No lo sé, sólo hacerlo.
The view of Ruthless.
Mi vida se basa en distintas cosas en mi cabeza. Nunca me describo, nunca hablo de mi verdadero yo, sólo lo escondo. Hablo de los gustos más particulares que tengo en la vida, como los trenes, el yogurt, las mariposas, las bicicletas —cuales no se usar— y los globos. Pero por alguna razón, nadie me hace caso. Es como pararse frente a un escenario, pero el público esta dado vuelta. Mis ojos se van a la punta de mi nariz, mi pelo desordenado y mi sonrisa revoltosa, hacen que la gente se vaya de mi cercanía. Dices que estas, pero no estas.
A veces pienso y me pongo triste, como si no quisiese ser yo ¿se entiende? Estamos llenos de nostalgia, de lo que hubiéramos podido ser. Siempre pensamos que es mucho más feliz el que hubiéramos sido sino fuéramos lo que somos. Somos una de las tantas posibilidades de lo que hubiéramos podido ser. Si queremos ser lo que hubiéramos podido ser.. entonces hay que hacer correcciones. ¿No?
El futuro es imperfecto porque es impreciso, improbable porque nadie puede afirmar lo que será porque no sabe ni siquiera si será. El condicional compuesto supone una condición: ¿qué hubiera pasado sí?. Pero ese sí, hipotético, tampoco existe. No existe lo que debiera ni lo que pudiera ser, solo existe lo que es y lo que fue. El ser, se define por el hacer. El que es, hace. El que no hace, hubiera podido hacer. Es la acción lo que saca de la inercia de la angustia.
Es bastante difícil ser una persona normal si nos ponemos a pensar. Si no eres privilegiado o especial, carga con ello. Pero hay algo peor en ser normal o no privilegiado, y es ser aquel humano incompleto. Incompleto de ideas, vacío, hecho a la mitad. Y así era yo, incompleta. Sé sumar 2+2 pero no 2+3, porque hasta ahí llego, me quedo corta. Se correr para la derecha pero si mi objetivo esta en la izquierda, jamás lo consigo. Sé pensar que robar esta mal, pero lo olvido y robo algo. Sé que muchas cosas están mal, pero las olvido, y genero un caos. Esa soy yo, ese ser para nada privilegiado ni normal, sino vacío.
Siempre te dicen en la vida que no te preocupes por cómo eres o serás, sólo vive feliz que no pasará nada, pero no, no es así. Es un cuento falso. Porque al más mínimo intento de ser feliz, viene la tristeza. Abunda en los incompletos, porque estamos a falta de fuerza y amor. Por eso, lo único que nos complementa, es pura tristeza y culpa. Esa culpa, la típica ¿por qué soy así? Por mi culpa. Y vivimos así, culpables.
+++
Hoy Ed me llevaría a otra de esas aburridas caminatas, donde lo paraban muchas personas y se volvía agotador. No, no sabía quiénes eran estos individuos aburridos como las caminatas donde me los cruzaba. Me enojaba de todos modos, querían robarme a Ed. ¡No se los iba a permitir!
A cabo de dos segundos que salimos de casa, sí, lo pararon. Me puse a saltar lejos, algo que me divertía, saltar. En plenos saltos, choqué con alguien y caí seco. Ay ay ay. ¿Quién será? Aquel que tuvo el atrevimiento de molestar a mis queridos saltos.
—Perdón.. ¿estas bien?—preguntó una voz masculina y muy bonita, pero no podía ver de quién provenía porque mis cabellos caían por todo mi rostro. Soplé los pelos rubios y por fin observé su rostro. Demostraba soberbia, pero también dulzura. Me estaba emocionado. Estaba sintiéndome.. no sé.. ¿feliz?
—¡Sí sí!—me levanté de golpe y grité, oh, ¿ups?—Perdón perdón..—
—No te disculpes, esta todo bien.—dijo riendo. Me miró por un largo tiempo, sin quitar la sonrisa. Yo tiraba de mi viejo vestido y jugaba con el aire y con mis ojos, mirando a cualquier dirección que no sea su rostro. De todas formas cruzamos miradas y reímos, no, nunca me pasó.
En este hermoso momento, llegó Ed casi corriendo de esos tipos que lo seguían y seguían. Se estaba escondiendo. Me vio y cambio su rostro de alegría a uno de preocupación. Era fácil reconocer sus rostros, tenía muchos pero yo los recordaba ya que los conectaba con las letras de la sopa, algunas saben bien, otras no.
—¿Ruthless? Te estaba buscando, ¿qué haces sola? ¿Te lastimaron? ¡¿Le hiciste algo?!—la última pregunta fue una B rotunda para el chico con el que choqué. Sí, la B de la sopa sabe muy mal.
—Hey calma, sólo chocamos y la ayudé, nada más.—
—Ruthless, te he dicho miles de veces que no hables con desconocidos.—había tomado fuerte mi brazo y me acercó a su torso para poder decirme al oído todo.
—Estoy perfecta.—
—Bien, contaste hasta diez, estas A o T, dime por favor Ruth.—sip, sentí mucha vergüenza cuando me trata con sus términos raros, que por alguna razón entiendo.
—Le hablas como si fuese un robot, y es una chica.—dijo el joven lindo a Ed. Oh no. Reí y reí.
—Tú no tienes ni idea de con quién estas tratando ¿vale? Déjame trabajar en paz.—
—Eres el de los libros, el nuevo John Green quizás. Libros aburridos para adolescentes aburridos.—
—¿Trabajo?—pregunté.
—Ruth vayámonos ahora.—enojado, respondió Ed.
—¿Así que Ruth? Michael, un gusto.—sonreí y quise agarrar su mano como si fuese la pata de un gato pequeño. Ed se enojó mucho más de lo que ya estaba enojado y me obligo a irme.
Tal vez no volvería a ver a Michael, pero me había ilusionado. Me hubiese gustado saber más de él. Qué cosas hace, qué le gusta, si ama a los animales, si le gustan los globos, si prefiere ducha antes que baño, si sabe contar hasta 100, muchas cosas. Pero me iba a quedar así, incompleta.
ceonella.
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