la vida de ruthless door.

Habían pasado varias semanas desde que no veía a mi Ruth, y ya no sabía qué hacer. Pensé en cambiar mi orientación sexual porque actué varios días como una triste adolescente. Tendría que usar ambas manos para contar cuántas veces vi Diario de una Pasión. Y también vino la dosis de canciones de Jake Bugg y mucho helado. Había perdido la escritura de mis manos. Dos palabras, tengo un bloqueo. Bueno.. tres. Estaba tan deprimido, y lo sabía, lo tenía claro. 
No sabía para dónde ir. Sin mi paciente favorita me sentía perdido, demasiado. Desde que volví de Londres a Boston las cosas no iban del todo bien. Seguí con mi trabajo de psicólogo y tenía mis turnos, pero Ruth no fue a ninguno de ellos. Y me preocupé, demasiado.
Hoy iría a ver a su madre, Lydia Door. Vaya mujer. Muy bella, una Lori Singer. Madre soltera con dos hijos. —Ruth y su hermano mayor, el cual no conocía— Las conversaciones con ella eran un tanto tediosas. Comenzaban con malos tratos de su parte, también el humo de cigarrillo en la sala y luego terminaba con una Lydia enojada echándote de su casa. Iba la parte de supervivencia donde tenías que esquivar a Jecka, el perro que tiene en la entrada. Un nombre muy gracioso para un perro, pero este perro no era gracioso, ni cariñoso, con los desconocidos se volvía loco, un Alex DeLarge perruno. 
Hablar con Lydia lo consideraba un plan B, una última opción.


Ya para la hora de la cena me acerqué a la casa de Lydia, establecida en unos acogedores y humildes suburbios. Toque unas varias veces el timbre, sí, soy irritante. Esperé unos minutos, mientras los ladridos de Jecka me aturdían. Escuché unos pasos y al cabo de otros minutos, ella salió por la puerta. Me miró de arriba a abajo, sonrió y luego me abrazó, así de golpe. Me sorprendió, bastante, pues ella no era así, o no lo aparentaba. 

—Per-perdón Ed, es que, hace tanto tiempo que no te veía.—soltó un tanto tímida y acabo con el cálido abrazo.
—Sí, la verdad que sí.—dije suave mientras pensaba.—No te recuerdo así, sabes.—
—Eres mi recuerdo más cercano de Ruth desde que se fue de casa.—silencio. De esos en los que las miradas toman su lugar en la situación.—Vale, pasa pasa, no nos quedemos afuera con este frío.—sonrió y entramos. La casa estaba distinta, y desordenada, pero linda de todos modos. Noté en Lydia una melancolía grande, y en su casa también. Un ambiente triste, algo pasaba aquí.
Nos sentamos en la mesa, ella me aviso que estaban a punto de cenar, junto a su hijo Jake, el hermano de Ruth. Me invitó amablemente y por lo que se veía, el tal Jake aún no llegaba. Pollo y papas, rico, no había cenado y estaba seguro que esto lo iba a devorar. 

—Hablando de Ruth, ¿qué tal sus sesiones Ed? No he hablado por años con ella, me gustaría saber cómo esta.—
—Pues de eso vengo a hablar.—solté un suspiro.—Ella no ha aparecido por semanas, casi un mes. No sé cómo, ni sé a dónde. Estábamos en Londres y ella sólo, se fue, con Finnick, su hijo. Busqué por su casa, a la cual no pude entrar lamentablemente, busqué por todos los lugares a donde ella iba, busqué en la casa de su ex novio, Ryan, y no me fue para nada bien. No sé dónde más intentar Lydia, pensé que tu sabías algo, básicamente eres mi última esperanza.—terminé de hablar y ella sólo miró hacia abajo, perdió los ojos en el suelo y no respondió. Subió el rostro y me miró con unos ojos demasiado, tristes. Iba a soltar palabras cuando el golpe de la puerta interrumpió. Alguien entró enfadado, muy enfadado.

—¡¿Dónde mierda estas Lydia?!—entró alguien sin ningún revuelo. Era joven, tal vez algo más joven que yo, que me encontraba en plenos 23 años. Cabello castaño claro, al igual que Lydia, y ojos verdes. Un mini Corey Haim, muy joven. 
—Jackie, ¡ya llegaste! Vaya.. no pensé que tan temprano cariño.—mintió, sí lo sabía, pero tal vez ella no quería que viniera, y menos en ese estado.
—No me importa, sólo quiero saber quién es este.—me señaló, de mala gana.
—Soy Edward Drew, estoy ayudando a que tu hermana no se muera sabes, y creo yo que debería tratar con más respeto a Lydia.—
—¿Otro de tus novios mamá? Que rápida eres. ¿Y de qué maldita hermana estas hablando?—
—¡Oye! Te dije que trates bien a Lydia ¿te quedó claro? Y estoy hablando de Ruthless Door, tu hermana.—no iba del todo bien esta junta. Lydia sólo se escondía detrás de mi mientras este tal Jake tiraba mierdas. Sabía que había algo detrás de esto, alguna violencia por parte de Jake a Lydia, lo sabía porque se notaba el alma podrida que había obtenido el joven, y lo mal que la trataba a su propia madre.
—No conozco a ninguna Ruthless.—dijo eso y yo sólo miré a Lydia, muy confundido.
—Sí.. Jake, tienes una hermana menor.—dijo muy despacio y bajo la mujer que hace rato se encontraba protegiéndose detrás de mi espalda. 
—Vaya, noche de sorpresas mamá. Nuevo novio, una hermana menor y qué más ¿tengo un hijo y no lo sabía? Ya estoy un tanto cansado de sus estupideces.—
—La que debería estar cansada de tales cosas es tu madre, respétala porque no eres más que un simple capullo, no te sientas superior.—solté y él sólo observo por unos segundo el panorama y se fue, a su habitación asumo.—Lydia, perdón, pero será mejor que me vaya. No permitas que este chico te haga algo, cualquier cosa sabes mi número, volveré mañana a la mañana quizás. Respuestas sobre Ruth si encuentro, te las daré, no te preocupes.—ella asintió rápido y yo me fui. Vaya situación Ed, vaya.


Luego de unos días de la aparición del tal Jake en la casa de Lydia, comencé a buscar más detalladamente a Ruth, y supe por fin, dónde estaba. En Texas, sí, Texas. Me costó averiguar bastante esto pero supe porque pude entrar a su casa. Pasajes en colectivo se dirigían ahí, y estaba todo revuelto. Íbamos a buscarla, ya mismo. 
Avise en la clínica otro retraso por los libros. Sí bueno mentí, necesitaba hacerlo. 
Corrí a la casa de Dean, uno de mis mejores amigos. Tal vez él me iba a acompañar, le había contado hace varios días mi estado actual con Ruth y mi deber de buscarla. Claro que él sólo soltó unas buenas palabras para apoyarme y me sirvió. Dean era de esas personas muy responsables e inteligentes que se preocupan por el más mínimo error. A veces se limita a varias cosas y no sabe el concepto de arriesgarse, pues le da miedo. Ojalá que esta vez, venga conmigo.

—Hermano, ¿por qué me citaste aquí? Sabes que esta cafetería es horrible y que la que cocina aquí era mi ex novia, gran lugar para hablar eh.—
—Eso no importa ahora, necesito que vengas conmigo a Texas pero ya.—
—¡¿A Texas?! ¿Por qué?—soltó más despacio luego de darse cuenta que el "A Texas" lo había dicho tan alto que capto la atención. 
—Es por Ruth, averigüé que ella está allí, no sé bien en dónde pero sé que se encuentra ahí, tal vez en Amarillo, es uno de sus colores favoritos, siempre asocia todo.—
—Te gusta.—
—¿El qué?—
—Ella, Ruthless.—
—No es eso, me preocupo por ella, ya sabes..—
—Pues si te preocupa tanto para que no te guste, pues como digas. Ahora mueve tu trasero, nos vamos a Texas.—que respuestas Dean, no me lo esperaba de ti. Tenía razón, sí que la tenía, pero ahora lo que más importaba es que, nos dirigíamos a Texas. Ruth, espérame. 

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