¿Quien es ese chico? [Logan Lerman]

— ¿Hijo… te encuentras bien? —dijo Kevin luego de que azotara la puerta del coche cuando llegamos a las escaleras de la escuela.
—Perfectamente, si…
—Permíteme ayudarte
—Kevin…—sopesé—Muchas gracias por las molestias que te has tomado conmigo, de verdad, pero puedo llegar solo.
—De ninguna manera, podrías…
—Kevin—renegué—, estaré bien. Cualquier cosa te llamo ¿de acuerdo?

Cerré la puerta detrás de mí y tire de la palanca de la regadera. Con cuidado me asegure de retirar la banda de mi cabeza. Herida que ya no dolía, ni tampoco ardía, solo era bastante incómoda. El agua caía por mi espalda, diáfana y fresca como vino recién salido del refrigerador. Vacié un chorro de champo en mis manos y la esparcí con suavidad desde la nuca hasta lo frontal. Clara era una chiquilla mentirosa. No me sorprendería que se guardara otros secretos...secretos que no tendrían por qué importarme, pero que sin duda me tendrían como vieja metiche observando a través de una ventana hasta pescarla en acción. Siento el jabón resbalar por mis mejillas. En realidad no me afectó mucho saber que tiene a quien juguetearle la banana, después de todo la mayoría de las chicas con las que he salido son chicas que ya salen con tipos. Es decir, que lo que otros han esperado en el noviazgo, yo lo he ganado en una noche. No tengo idea de si Clara sigue siendo aun una doncella intacta, es lo que menos me importa; ella va a ser mía, y todos no tendrán, sino que verán la prueba de ello. Esto lo he visto en un montón de películas, claro que allí lo trágico de la joven es ficticio. Pobre de Clara, no me imagino lo humillante que va ser verse en youtube tal y como Dios la trajo al mundo.
Me enrede una toalla a la cintura y salí de ahí. Bobby no estaba, así que podía hacer la llamada sin necesidad de verle la cara de estúpido.

Sonreí al oír el grito de David << ¡No te atrevas!>> y terminar con su beneficencia.

Lo primero que hice fue marcar el número que me había dado. Clara me contesto de inmediato. La plática en línea no fue para nada extensa, solo le dije con algarabía que me encantaría verla ahora mismo. Me respondió que no le era posible, así que quedamos que para el día de mañana después de mediodía. Solo una chica me había dado largas para vernos: Dana. Pero para ganarme su confianza sería lo más tolerante y amigable que hacía mucho tiempo no había sido con una pija.
Llegue incluso a las 12 menos 10 minutos. Mis clases de la semana estaban justificadas así que no había otra cosa que se interpusiera en mis provenientes actos.


—Siéntate—le señale a mi lado. Como siempre, llevaba su largo cabello suelto y esos anteojos de armazón ancho.
— ¿Y cómo te sientes?
—Supongo que mejor. Decidí quitarme la fea banda. No se veía bien y me molestaba.
—Ya veo —rió tímidamente. << ¿Y cómo no ibas a ver con esos espantosos lentes?>>, pensé.
—No quiero que pierdas tus asignaturas por mi culpa, así que anoche hice esta lista para ver las horas en que nos veremos para los trabajos y todo eso.

<> Efectivamente lo había visto hacer esa lista cuando llegue y simule no estar enterada de lo que había pasado. De hecho hasta había mencionado que mi “prima” era una boba por no ver por donde tiraba. No me contesto pero al menos lo vi esbozar una apenas risilla, lo cual me satisfizo al darme cuenta que su dolor se había ido. Tome el papel, le eche un veloz vistazo (no era tanto lo que pedía), y me volví a él.
— ¿Paseo al parque después de terminar los deberes? —pregunte confundida. Se encogió de hombros.
—Oye, no quiero estar todo el día metido aquí—respondió con diversión—. Pero si no te parece lo puedo borrar.
— ¡No!... me parece una buena idea— me miro con los ojos entreabiertos e ipso facto sus dedos ya estaban quitándome lentamente los anteojos. Me sonroje cuando no parecía querer quitarme la mirada de la cara. Y lo peor fue que yo se que noto el rojo en mis cachetes. Más evidente no pude haber sido.
—Mucho mejor—se trazo una línea en su boca—. No sé porque los usas, tienes un rostro muy bonito.
—Por qué no veo de lejos…
—Te comprare unas lentillas.
—No es necesario, me gusta así.
—No seas tonta, Clara, no es nada. Será algo así como mi pago por ayudarme en todas estas cosas. Y no digas que no, porque de todos modos lo hare.
—Entonces tú dime cuando comenzamos.


Clara, muy entusiasmada se puso de pie. Que desgracia que ninguno de nosotros estuviera allí para advertirle. Logan le mostro su cuaderno de álgebra, acto que le recordó su no ya tan agradable sueño. El muchacho era inteligente, eso ni la peor decepción se lo habría quitado, pero prefería obtener una nota baja que su reputación bajase de nuevo a aparente chico nerd. Por lo visto estaba mal informado, ya que a mi opinión, que alguien fuera vivo para la escuela no era sinónimo de vana popularidad. No le pidió que la tutorara en la materia sino que pasara las respuestas del cuaderno a tablas de contenido en hojas impresas, después que le leyera Orgullo y Prejuicio, puesto que su profesor de Literatura le había dado como Proyecto para este fin de semana una redacción sobre el libro desde que habían regresado de vacaciones de verano y aun no había comenzado a leer; posterior a eso, que le diera los detalles de lo que había entendido de los primeros capítulos para evitarse el esfuerzo en memorizar. Seguidamente, juntos terminaron con una sencilla tarea de economía que tenía pendiente, entre otros trabajos y deberes. Al siguiente día y al siguiente de este y sucesivamente no fueron muy diferentes: Logan le daba tareas, unas se las dejaba en totalidad y en otras se repartían la labor.
Para Clara era un poco difícil estar cambiando de Bobby a ella, y al reverso, sin embargo le gustaba estar más de lo que debía al lado de Logan. Este no había perdido oportunidad de pararse unos instantes a obsérvala, pero no para coquetearle y llevar a cabo su maléfica finalidad, si no, porque aunque se negara rotundamente a aceptarlo le encantaba mirarla por otras razones vagamente sentimentales. Asimismo se hicieron preguntas de si mismos; lo que por ende, Logan se entero que el apellido de su víctima no era Liars sino Maguire.
Dana apenas se había enterado de lo que le había pasado al muchacho, y no lo pensó dos veces para ir a darle una “agradable” y sorpresiva visita.

— ¿Por qué tanto empeño en mentirme? —preguntó de repente.
— ¿A qué te refieres? —dije sin dejar de mirar a la pareja que empujaba animadamente la carriola al otro lado de nosotros.
— ¿Por qué me dices que no tienes novio, luego que si, y ahora resulta que no? No entiendo.
— Enserio, ¿por que tanto interés en saberlo?
—No me contestes con más preguntas, Clara.
No sabía que decir, pues en realidad me apetecía saber porque siempre salía con ese tipo de cuestión. —Mmm, porque es cierto: No quiero y tampoco necesito estar con nadie. Pero lamentablemente las circunstancias….bueno, me obligan a decir algo que no es.
—Creo que comprendo. Eres algo… ¿misteriosa?
—Y torpe…
—También.
— ¡Oye! —rió. Hacía tiempo que no lo había visto reír de esa manera. Fue bochornoso tratar de sostenerle la mirada, y fracasar de la manera más estúpida. Me sujeto del brazo y se acerco más de lo que jamás alguien lo haya hecho. Me gustaba tanto estar con él, lo había dado por perdido, el que hubiera hecho casi nada por no quererle. Bajó la vista a mis labios y yo pose mi atención en los suyos. Mis piernas flaqueaban; podría apostar a que me iba a desmayar o aun mucho peor: vomitar; hábitos no muy favorables que hablen de mi cuando suelo ponerme muy, demasiado nerviosa. Sentí sus labios haciendo tacto. Un escalofrió me recorrió la entrepierna; una sensación que me era desconocida, que no había experimentado antes. Su respiración chocó con mi piel, acariciándola y haciéndome cosquillas. Solo anhelaba que me besara, sin importar lo que ocurriera después.
— ¡Logan!, ¡Por fin te encuentro!—Y de pronto, la fantasía acabó. Un rayo se interpuso entre nosotros como toro inmaculado.
—No sabes lo preocupada que estaba cuando supe lo que te habían hecho—No era necesario ser adivina para darse cuenta de que me lo decía a mí. Ella sabía quién era yo: la torpe chica que casi lo mata—. Apenas me entere esta mañana.
—Dana, estoy bien. ¿Ya lo ves? —Sus magulles no le estaban pareciendo muy monos por lo que me pude dar cuenta.

La noche anterior, pese a que se dio una ducha caliente antes de meterse a la cama, Kevin Konrad no pudo conciliar el sueño; y no precisamente por haber dejado a Logan en aquel estado. Había estado pensando en aquella jovencita que conoció esa tarde, y su increíble parecido con Laura Velasco, esa mujer que había amado con toda la fuerza que se da en el primer amor. Cuando la vio asomarse tímidamente por la espalda de Richard se sumió como estrella fugaz a los recuerdos de su juventud, recobrando inmediatamente la cabeza, recordándose a sí mismo que todo aquello había quedado en el pasado. Mas además, la noticia poco favorable que había recibido sobre su ser humano favorito tampoco le estaba ayudando a tener un descanso como debe ser. El que lo fuese a ver mañana temprano no llegaba a relajarlo, al contrario, tenía miedo de llegar y verlo mucho peor que la última vez. Su ser humano preferido lo era todo para él; no había quien ocupara el espacio de ese ser, más que Logan. El chico de orbes azules era como el hijo que nunca había tenido, el único al que se había atrevido a contarle de él, y prestado a llorar en su hombro tal cual, Logan lo había echo. Y es que ellos dos eran tan parecidos: ambos habían sufrido por amor a temprana edad y perdido a un ser querido, como también a su familia completa. Buscados solamente por interés y, o por compromiso. Se conocían muy bien: Kevin sabia quien era Logan en realidad, y este del sufrimiento del primero.


Visiblemente cansado, entro en el elevador, pidió que se le bajase en el noveno piso y camino lo restante para llegar a la habitación de Nicholas. Se quedo un buen rato observándolo por el vidrio, memorizando las últimas palabras que le había dicho antes de quedarse paralitico de la cabeza a los pies, como un vegetal.

— ¿De verdad eres tan estúpido como para no darte cuenta?
—No me interesa hablar más del asunto.
— ¡Hey! —Me plantó en cara—Ella está esperando un hijo tuyo, Kevin.
—Nick, te he dicho que no. Si lo estuviera no tendría por qué ocultármelo. Me dijo que ya no me amaba, que amaba a otro. Era todo lo que necesitaba oír para dejar de insistirle.
—Eres un caso perdido. — Hizo un movimiento con la cabeza y antes de salir dijo—:
Espero de todo corazón que no sea tarde cuando te arrepientas. Iré a verla, por si te interesa.


Cada que abre los ojos como platos, haciendo su máximo esfuerzo por recuperarse me entra la desesperación; quisiera ser yo el que esté atado a esa cama, luchando por salir de ahí y no él. La fe sigue, no obstante, los análisis apuntan a que las probabilidades de que las cosas mejoren son vanas esperanzas. No importa cuando pague para los mejores hospitales, todo sigue sin cambiar.
—Ayer vi a una niña que me hizo recordar nuestras épocas de oro, hermano.


No podía más que ser un estorbo: Dana, como la llamo Logan me miraba de esa forma tan propia de una novia celosa posesiva. No tenía porque, Logan y yo no éramos más que conocidos. Como me lo había temido: enamorarme de Logan no había sido la mejor brillante idea que haya tenido. Era cierto que sentí una ráfaga de repentina rabia cuando la vi abrazarlo enjundiosa, pero no paso de que decidiera hacerme la desentendida y mirar hacia otro lado mucho menos amoroso. Entonces ahí estaban: la misma pareja con la carriola andante; con las sonrisas sin igual, enamoradísimos, y el carrito desplazándose en bajada. Fue una descarga de adrenalina; correr a la velocidad de la luz. Mis piernas ágilmente saltaban de forma instintiva al tener un arbusto en frente, rodear arboles y a cuanta persona se cruzo de forma ostensible. La carriola agarraba más velocidad, mientras la señora, aterrada, gritaba detrás de su esposo. Es poco decir que la criatura salió disparada en cuanto una de las llantas se atoro en un bordo e hizo frenar en seco al carrito. El bebe solo daba muestras de disfrutarlo con su risilla peculiar, absorto del peligro que estaba corriendo. De un clavado me tumbe en el césped y fue así como el pequeño cayó en mi abdomen.

— ¡Mi bebe!
—Su bebe está bien señora—Se lo pase a la mujer con el semblante lívido.
—Gracias, niña—dijo el hombre— Que Dios te lo pague—dijo la madre más despistada del mundo.
— ¡¿Estás loca?¡ Pudiste haberte matado. Clara, no eres La Mujer Maravilla—Oh no, una reprimenda de Logan Lerman es lo que menos hubiera querido en ese momento; y también lo que menos me hubiera esperado.
—Déjame en paz… ¿está bien?
—Tienes hojas en el pelo, déjame quitártelas…
— No me toques, Dana podría molestarse, y no busco problemas.
—De tu boca sale toda la razón, querida. No te conviene obtener ningún conflicto conmigo…
— ¿Podrías callarte? —Objetó Logan. La chica se cruzo de brazos a la vez que movía el tacón de su zapato Prada.
Tome un respiro y camine al lado contrario de donde Logan y Dana.
—Te devolveré las lentillas. —le prometí.