Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Haunted {nc.
Página 4 de 6. • Comparte
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: Haunted {nc.
Capítulo 003
Como todos los días, abrí mis ojos encontrándome sola en mi apartamento. Me incorporé en mi cama, quedando sentada, abrazando mis piernas. Suspiré pesadamente y volví a pensar en Jane. Los sucesos de la noche anterior me tenían los pelos de punta, ¿dónde podía estar mi querida amiga? Ella siempre me ayudó en todo y me sentía mal de no estar buscándola en este momento, pero mi cabeza explotaba de dolor y pensamientos, no puedo hacer mucho con la cabeza así. Además, ¿dónde buscaría?
Sacudí mi cabeza y decidí levantarme, tenía que ir a… estudiar. Me dirigí al baño y me di una rápida ducha de agua fría para despabilarme y pensar con un poco de más claridad. Cuando salí del baño envuelta en una toalla, me sequé lo más rápido posible y me puse un simple suéter negro y liso, unos pantalones de tela, anchos, psicodélicos de colores variados, unas Converse y un gorro de lana, ambas prendas del mismo color que el suéter.
Despabilarme no me sirvió de mucho. Jane seguía paseándose por mi cabeza de una manera agotadora. ¿Dónde estás, amiga? Aparece ya.
Decidí dirigirme al infierno de una vez, se me estaba haciendo tarde. Fui caminando y escuchando un poco de música hacia la parada del colectivo. No es el más lindo transporte, pero zafaba, aunque ir rodeada de personas sudadas y hasta viejos… cómo decirlo, un poco necesitados, no era de lo más precioso. Pero bueno, no tenía el suficiente dinero para comprar un auto y no es que mis padres me lo querían dar; si no me daban un techo, menos un auto.
Había demasiada gente, por lo cual yo estaba casi última en la fila para poder entrar al colectivo, pero repentinamente todos se abrieron paso dejándome pasar y llegar a la punta de la fila. Ahí, subí las escaleras y pagué con dos monedas mi boleto. El lugar estaba bastante lleno, no me quise imaginar con la gente que faltaba subir. No había asientos libres, por lo cual tuve que ir casi a la última parte del cole y sostenerme de un caño de metal para no caerme con las sacudidas que daba el coche.
Sentí que un chico que subió después de mí, se colocó justo detrás de donde yo estaba, y un movimiento brusco del conductor hizo dar una sacudida a todas las personas indicando que ya habíamos arrancado el viaje, haciendo así que el muchacho quedara casi pegado a mí, con su mejilla casi rozando la mía si no fuese por su altura, me pasaba por un poco menos de diez centímetros. Sus labios se apoyaron en mi oído y ahí susurró: “En mi casa, luego del colegio. Tengo examen en tres días”, ¿qué demonios? Me giré para verlo con el ceño fruncido, y me encontré con la mirada indiferente de un rizado de ojos verdes. Me encogí de hombros e hice como si nada hubiese pasado.
Pasaron diez minutos y el colectivo ya estaba frente a mi edificio. Todos se abrieron paso de nuevo para dejarme caminar en paz luego de una mirada irritada de mi parte, y así bajé del transporte. Con los audífonos en mis oídos, me dirigí a mi clase de biología la cual era la primera del día escuchando Pink Floyd. Genial. Me declaro una persona sarcástica.
Con mi bolso colgando de mi hombro derecho, me adentré en el aula. Las paredes eran blancas y pálidas, parecía que un hospital me rodeaba. El profesor estaba en su escritorio, mirando unos papeles. La mitad de la clase estaba conversando con sus amigos desde sus asientos correspondientes. Generalmente yo no era de hablar con mucha gente, primero porque me veían como una drogadicta por unos problemas en el año anterior y mi estilo supuestamente hippie, segundo por el simple hecho de que me han visto fumar algún que otro cigarrillo. Jodidamente exagerados, y la verdad la mitad del colegio fuma seguramente.
—Señorita Jones—me llamó el profesor.
En silencio, lo miré confundida y con su dedo me indicó que me acercara a él. Lentamente lo hice, ceñuda. Lo único que logré articular fue un “¿Ajá?”. No creo que esté en problemas, no es que me importara pero últimamente no hice nada malo, supongo.
—Sí, usted. Bueno, la profesora de Literatura me rogó que le comunique que le debe dar, por favor, clases particulares al señor Harry Styles, ya que últimamente le va muy mal y el año anterior tampoco fue el mejor estudiante. Arreglen sus horarios en privado. Sólo le quería comunicar.
Mis ojos estaban más abiertos de lo normal. ¿Me lo decía así, sin más? Está bien, no había mucho para decir, pero, ¿ni siquiera me preguntarán si quiero darle clases? Joder.
Seguramente él era el chico del colectivo. Supongo que a él ya se lo habían comunicado, de otra forma no podía saberlo a menos que sea vidente cosa que creo prácticamente imposible.
Volví a mi asiento todavía sorprendida, y la clase transcurrió para todos normal excepto para mí. Harry Styles era el novio de la chica que hizo correr el rumor de que yo era adicta a las drogas. Poco después de eso, alrededor de una semana después, terminaron la relación. Claro, esto lo sé porque hace un año tenía una única amiga y ésta era bastante chismosa. Bueno, el caso es que no soy tan buena en literatura, o al menos no demuestro demasiados conocimientos como para ser tutora de algún compañero de clases. ¿Harry era tan malo en literatura? No lo creo. Pero bueno, no tenía muchas ganas de hacerle la contra a una profesora tan terca como la de literatura, y menos al alegre y optimista profesor de biología.
Cuando el timbre resonó, fui la primera en recoger todos mis libros y salir como tiro del aula. Realmente, biología era una de las peores clases para mi gusto.
Abrí mi casillero azul, dejando ver mis etiquetas de logos de diversas bandas, mis preferidas, en la puerta interior. Pink Floyd, The Beatles, Nirvana, Morphine, Radiohead, Arctic Monkeys, y otras bandas que me encantaban a pesar de no ser tan conocidas como las anteriores.
—Ya te lo dijeron, ¿verdad?—su ronca voz me hizo dar un respingo.
—¿No sabes toser falsamente? Eso se hace en las películas—gruñí cerrando el casillero.
—Lo siento—esa disculpa era lo más falso que oí en mi vida.
Antes de que pudiese contestar algo, sólo pudiendo regalarle al rizado una mirada enfadada con mis ojos entrecerrados, me tomó por la cintura y me obligó con su mano derecha a agacharme, casi tirándome al suelo. Fue un movimiento brusco por lo cual me mareé al instante, problemas de baja presión. Tres segundos después un chico cayó al suelo donde yo estaba parada hace unos segundos, haciendo un sonido sordo. Un chico lo había empujado, y supongo que si yo hubiese estado ahí me hubiese empujado directamente contra una columna que había en el pasillo.
—Gracias, creo—fruncí el ceño y miré al rizado.
—Entonces en mi casa, como dije hoy en el autobús. Te esperaré junto a aquel auto negro de allá.
Me dejó con la palabra en la boca, y después de apuntar con su dedo índice a un lindo auto moderno, se fue. ¿Se quiere hacer el típico chico misterioso o qué?
El timbre sonó y me aturdió, haciéndome dar un respingo. Ahora tenía clase de psicología, mi preferida. Además, por suerte, el profesor era un hombre extremadamente agradable con el cual me llevaba perfectamente bien, era simpático, directo y gracioso, al menos para mí, y más que nada: enseñaba de una manera muy exitosa y agradable la clase. Era mi profesor preferido, sin duda alguna.
Cuando entré al aula, el profesor estaba dando sus típicos buenos días. Me observó y sonrió, me acerqué a él para darle un beso en la mejilla y me senté en uno de los asientos más cercanos al escritorio del profesor, llamado Jace. Suelo sentarme última, pero esta clase es la excepción. Jace tenía veinticinco años y para ser tan joven era extremadamente inteligente, y no era para nada feo. En realidad, era al contrario, tenía cabello castaño y alborotado junto con unos penetrantes ojos negros. Pero lo veía como un amigo, además de que era ocho años mayor que yo.
—De acuerdo, ¿en qué nos quedamos la clase pasada? ¡Ah, sí! Estábamos en el tema más interesante del año: Freud y las enfermedades mentales humanas, ¿verdad? Bueno, para hablar de Freud necesito que sepan su hipótesis básica. ¿Alguien puede decírmela?
—¿El yo, el superyó y el ello?—tímidamente, una chica en el fondo de la clase pronunció esas palabras.
—¡Exacto! El superyó, las obligaciones, las leyes, lo supuestamente correcto. El ello, los impulsos, lo que tenemos que reprimir aunque no queramos, el deseo que el superyó nos impide cumplir, y el yo es el títere de los anteriores. El que gane, se ganará el poder del yo. Batalla interna, batalla mental.
Así de interesante transcurrió la clase, más que nada con mis aportaciones que con las de los demás. Casi siempre que respondía, Jace me sonreía diciendo algo que los demás no iban a entender, supongo. Era increíble lo bien que me caía, de verdad.
El transcurro del horario escolar se pasó lento, no fue tan interesante como la clase de psicología, para nada. Pero bueno, así iba a ser todos los días. Al menos un poco me despejaba de pensar siempre en Jane. En los recreos estaba sola, en el patio tranquilo, escuchando música que me relajaba instantáneamente.
Cuando estaba entre todos mis compañeros amontonados, y por cierto mi aire se empezaba a ir, pude notar a unos diez metros ese lindo auto negro y a su dueño apoyado en él, con las manos en los bolsillos de su pantalón. Llevaba una remera blanca suelta que dejaba ver en la parte superior de su pecho unos tatuajes de aves, y por encima de ella una campera negra. Chico malo de la historia, ajá.
Puse mis ojos en blancos y con mi bolso colgando de mi hombro me dirigí al coche. Entré sin preámbulos y me senté en el asiento de copiloto, era de cuero y muy cómodo.
—Entra, no importa—ironizó el rizado mirando a través de sus lentes negros hacia el frente.
Jugó con su lengua en el interior de su boca mientras colocaba las llaves en su lugar y ponía al auto en marcha.
El silencio era incómodo, al menos para mí, ya que sentía la mirada de Harry sobre mí, así que pedí mentalmente que él ponga algo de música y eso hizo segundos después. Crazy Little Thing Called Love, me encantaba esa canción. Empecé a tararear y a bailar levemente, como siempre.
Rato después estábamos frente a una linda casa, bastante grande diría yo. Seguramente era de sus padres. Cuando entramos me sorprendí, era una casa totalmente preciosa. Decoración seguramente carísima y de muy buena calidad. No era una casa, era una jodida mansión.
Nos dirigimos a la cocina, que era seguramente más grande que mi apartamento. Había una mesa redonda y grande en el medio de la habitación, donde Harry tiró su mochila con menos ganas que yo de enseñarle literatura y se sentó en una de las sillas. Me senté a su lado lentamente, saqué mi carpeta y mi pluma. Lo miré en plan: “¿Vas a estudiar o qué?”, entonces él se sentó a mi lado de mala gana y sacó sus libros.
—Ahora dime qué no entiendes de la materia más fácil de todas.
—Seguramente eres una de esas que se sientan al principio de la clase y responden todo, ¿verdad?
—No, pero de todas formas si lo fuese, no es motivo de burla. Tener más conocimientos es objeto de… diría esclavitud pero estamos en el siglo XXI.
—Debes ayudarme a escribir una carta, en un principio—cambió de tema.
—¿Sobre qué?
—Para una persona en especial, sin decir para quién, y expresar mis sentimientos hacia ella. Es patético, pero debes ayudarme.
—Dime para quién.
—Todavía no lo sé.
—Entonces no sé cómo ayudarte.
—Si quieres para ti—soltó de repente.
Una parte dentro de mí, la que siempre quiere ser el centro del mundo y sentirse querida por todos, o al menos conocida, se alegró. Fue como si yo le hubiese dado la orden a Harry de que diga eso.
Y el día transcurrió aburrido pero con esos detalles extraños que me hacían pensar cosas extremadamente estúpidas y locas, pero eran las que más se acercaban a la realidad.
Sacudí mi cabeza y decidí levantarme, tenía que ir a… estudiar. Me dirigí al baño y me di una rápida ducha de agua fría para despabilarme y pensar con un poco de más claridad. Cuando salí del baño envuelta en una toalla, me sequé lo más rápido posible y me puse un simple suéter negro y liso, unos pantalones de tela, anchos, psicodélicos de colores variados, unas Converse y un gorro de lana, ambas prendas del mismo color que el suéter.
Despabilarme no me sirvió de mucho. Jane seguía paseándose por mi cabeza de una manera agotadora. ¿Dónde estás, amiga? Aparece ya.
Decidí dirigirme al infierno de una vez, se me estaba haciendo tarde. Fui caminando y escuchando un poco de música hacia la parada del colectivo. No es el más lindo transporte, pero zafaba, aunque ir rodeada de personas sudadas y hasta viejos… cómo decirlo, un poco necesitados, no era de lo más precioso. Pero bueno, no tenía el suficiente dinero para comprar un auto y no es que mis padres me lo querían dar; si no me daban un techo, menos un auto.
Había demasiada gente, por lo cual yo estaba casi última en la fila para poder entrar al colectivo, pero repentinamente todos se abrieron paso dejándome pasar y llegar a la punta de la fila. Ahí, subí las escaleras y pagué con dos monedas mi boleto. El lugar estaba bastante lleno, no me quise imaginar con la gente que faltaba subir. No había asientos libres, por lo cual tuve que ir casi a la última parte del cole y sostenerme de un caño de metal para no caerme con las sacudidas que daba el coche.
Sentí que un chico que subió después de mí, se colocó justo detrás de donde yo estaba, y un movimiento brusco del conductor hizo dar una sacudida a todas las personas indicando que ya habíamos arrancado el viaje, haciendo así que el muchacho quedara casi pegado a mí, con su mejilla casi rozando la mía si no fuese por su altura, me pasaba por un poco menos de diez centímetros. Sus labios se apoyaron en mi oído y ahí susurró: “En mi casa, luego del colegio. Tengo examen en tres días”, ¿qué demonios? Me giré para verlo con el ceño fruncido, y me encontré con la mirada indiferente de un rizado de ojos verdes. Me encogí de hombros e hice como si nada hubiese pasado.
Pasaron diez minutos y el colectivo ya estaba frente a mi edificio. Todos se abrieron paso de nuevo para dejarme caminar en paz luego de una mirada irritada de mi parte, y así bajé del transporte. Con los audífonos en mis oídos, me dirigí a mi clase de biología la cual era la primera del día escuchando Pink Floyd. Genial. Me declaro una persona sarcástica.
Con mi bolso colgando de mi hombro derecho, me adentré en el aula. Las paredes eran blancas y pálidas, parecía que un hospital me rodeaba. El profesor estaba en su escritorio, mirando unos papeles. La mitad de la clase estaba conversando con sus amigos desde sus asientos correspondientes. Generalmente yo no era de hablar con mucha gente, primero porque me veían como una drogadicta por unos problemas en el año anterior y mi estilo supuestamente hippie, segundo por el simple hecho de que me han visto fumar algún que otro cigarrillo. Jodidamente exagerados, y la verdad la mitad del colegio fuma seguramente.
—Señorita Jones—me llamó el profesor.
En silencio, lo miré confundida y con su dedo me indicó que me acercara a él. Lentamente lo hice, ceñuda. Lo único que logré articular fue un “¿Ajá?”. No creo que esté en problemas, no es que me importara pero últimamente no hice nada malo, supongo.
—Sí, usted. Bueno, la profesora de Literatura me rogó que le comunique que le debe dar, por favor, clases particulares al señor Harry Styles, ya que últimamente le va muy mal y el año anterior tampoco fue el mejor estudiante. Arreglen sus horarios en privado. Sólo le quería comunicar.
Mis ojos estaban más abiertos de lo normal. ¿Me lo decía así, sin más? Está bien, no había mucho para decir, pero, ¿ni siquiera me preguntarán si quiero darle clases? Joder.
Seguramente él era el chico del colectivo. Supongo que a él ya se lo habían comunicado, de otra forma no podía saberlo a menos que sea vidente cosa que creo prácticamente imposible.
Volví a mi asiento todavía sorprendida, y la clase transcurrió para todos normal excepto para mí. Harry Styles era el novio de la chica que hizo correr el rumor de que yo era adicta a las drogas. Poco después de eso, alrededor de una semana después, terminaron la relación. Claro, esto lo sé porque hace un año tenía una única amiga y ésta era bastante chismosa. Bueno, el caso es que no soy tan buena en literatura, o al menos no demuestro demasiados conocimientos como para ser tutora de algún compañero de clases. ¿Harry era tan malo en literatura? No lo creo. Pero bueno, no tenía muchas ganas de hacerle la contra a una profesora tan terca como la de literatura, y menos al alegre y optimista profesor de biología.
Cuando el timbre resonó, fui la primera en recoger todos mis libros y salir como tiro del aula. Realmente, biología era una de las peores clases para mi gusto.
Abrí mi casillero azul, dejando ver mis etiquetas de logos de diversas bandas, mis preferidas, en la puerta interior. Pink Floyd, The Beatles, Nirvana, Morphine, Radiohead, Arctic Monkeys, y otras bandas que me encantaban a pesar de no ser tan conocidas como las anteriores.
—Ya te lo dijeron, ¿verdad?—su ronca voz me hizo dar un respingo.
—¿No sabes toser falsamente? Eso se hace en las películas—gruñí cerrando el casillero.
—Lo siento—esa disculpa era lo más falso que oí en mi vida.
Antes de que pudiese contestar algo, sólo pudiendo regalarle al rizado una mirada enfadada con mis ojos entrecerrados, me tomó por la cintura y me obligó con su mano derecha a agacharme, casi tirándome al suelo. Fue un movimiento brusco por lo cual me mareé al instante, problemas de baja presión. Tres segundos después un chico cayó al suelo donde yo estaba parada hace unos segundos, haciendo un sonido sordo. Un chico lo había empujado, y supongo que si yo hubiese estado ahí me hubiese empujado directamente contra una columna que había en el pasillo.
—Gracias, creo—fruncí el ceño y miré al rizado.
—Entonces en mi casa, como dije hoy en el autobús. Te esperaré junto a aquel auto negro de allá.
Me dejó con la palabra en la boca, y después de apuntar con su dedo índice a un lindo auto moderno, se fue. ¿Se quiere hacer el típico chico misterioso o qué?
El timbre sonó y me aturdió, haciéndome dar un respingo. Ahora tenía clase de psicología, mi preferida. Además, por suerte, el profesor era un hombre extremadamente agradable con el cual me llevaba perfectamente bien, era simpático, directo y gracioso, al menos para mí, y más que nada: enseñaba de una manera muy exitosa y agradable la clase. Era mi profesor preferido, sin duda alguna.
Cuando entré al aula, el profesor estaba dando sus típicos buenos días. Me observó y sonrió, me acerqué a él para darle un beso en la mejilla y me senté en uno de los asientos más cercanos al escritorio del profesor, llamado Jace. Suelo sentarme última, pero esta clase es la excepción. Jace tenía veinticinco años y para ser tan joven era extremadamente inteligente, y no era para nada feo. En realidad, era al contrario, tenía cabello castaño y alborotado junto con unos penetrantes ojos negros. Pero lo veía como un amigo, además de que era ocho años mayor que yo.
—De acuerdo, ¿en qué nos quedamos la clase pasada? ¡Ah, sí! Estábamos en el tema más interesante del año: Freud y las enfermedades mentales humanas, ¿verdad? Bueno, para hablar de Freud necesito que sepan su hipótesis básica. ¿Alguien puede decírmela?
—¿El yo, el superyó y el ello?—tímidamente, una chica en el fondo de la clase pronunció esas palabras.
—¡Exacto! El superyó, las obligaciones, las leyes, lo supuestamente correcto. El ello, los impulsos, lo que tenemos que reprimir aunque no queramos, el deseo que el superyó nos impide cumplir, y el yo es el títere de los anteriores. El que gane, se ganará el poder del yo. Batalla interna, batalla mental.
Así de interesante transcurrió la clase, más que nada con mis aportaciones que con las de los demás. Casi siempre que respondía, Jace me sonreía diciendo algo que los demás no iban a entender, supongo. Era increíble lo bien que me caía, de verdad.
El transcurro del horario escolar se pasó lento, no fue tan interesante como la clase de psicología, para nada. Pero bueno, así iba a ser todos los días. Al menos un poco me despejaba de pensar siempre en Jane. En los recreos estaba sola, en el patio tranquilo, escuchando música que me relajaba instantáneamente.
Cuando estaba entre todos mis compañeros amontonados, y por cierto mi aire se empezaba a ir, pude notar a unos diez metros ese lindo auto negro y a su dueño apoyado en él, con las manos en los bolsillos de su pantalón. Llevaba una remera blanca suelta que dejaba ver en la parte superior de su pecho unos tatuajes de aves, y por encima de ella una campera negra. Chico malo de la historia, ajá.
Puse mis ojos en blancos y con mi bolso colgando de mi hombro me dirigí al coche. Entré sin preámbulos y me senté en el asiento de copiloto, era de cuero y muy cómodo.
—Entra, no importa—ironizó el rizado mirando a través de sus lentes negros hacia el frente.
Jugó con su lengua en el interior de su boca mientras colocaba las llaves en su lugar y ponía al auto en marcha.
El silencio era incómodo, al menos para mí, ya que sentía la mirada de Harry sobre mí, así que pedí mentalmente que él ponga algo de música y eso hizo segundos después. Crazy Little Thing Called Love, me encantaba esa canción. Empecé a tararear y a bailar levemente, como siempre.
Rato después estábamos frente a una linda casa, bastante grande diría yo. Seguramente era de sus padres. Cuando entramos me sorprendí, era una casa totalmente preciosa. Decoración seguramente carísima y de muy buena calidad. No era una casa, era una jodida mansión.
Nos dirigimos a la cocina, que era seguramente más grande que mi apartamento. Había una mesa redonda y grande en el medio de la habitación, donde Harry tiró su mochila con menos ganas que yo de enseñarle literatura y se sentó en una de las sillas. Me senté a su lado lentamente, saqué mi carpeta y mi pluma. Lo miré en plan: “¿Vas a estudiar o qué?”, entonces él se sentó a mi lado de mala gana y sacó sus libros.
—Ahora dime qué no entiendes de la materia más fácil de todas.
—Seguramente eres una de esas que se sientan al principio de la clase y responden todo, ¿verdad?
—No, pero de todas formas si lo fuese, no es motivo de burla. Tener más conocimientos es objeto de… diría esclavitud pero estamos en el siglo XXI.
—Debes ayudarme a escribir una carta, en un principio—cambió de tema.
—¿Sobre qué?
—Para una persona en especial, sin decir para quién, y expresar mis sentimientos hacia ella. Es patético, pero debes ayudarme.
—Dime para quién.
—Todavía no lo sé.
—Entonces no sé cómo ayudarte.
—Si quieres para ti—soltó de repente.
Una parte dentro de mí, la que siempre quiere ser el centro del mundo y sentirse querida por todos, o al menos conocida, se alegró. Fue como si yo le hubiese dado la orden a Harry de que diga eso.
Y el día transcurrió aburrido pero con esos detalles extraños que me hacían pensar cosas extremadamente estúpidas y locas, pero eran las que más se acercaban a la realidad.
Invitado
Invitado
Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Temas similares
» you're the one i want {galería.
» Haunted ☾ Capitulo #7☽
» Haunted {muro.
» The Haunted House
» Haunted [Harry & tu]
» Haunted ☾ Capitulo #7☽
» Haunted {muro.
» The Haunted House
» Haunted [Harry & tu]
Página 4 de 6.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.