Beautiful Destination 《 Larry Stylinson》TERMINADA

Acabada la competición, Louis se reunió con Harry a la entrada del colegio, quien lo esperaba impaciente y con cara angustiada, lo que preocupó sobremanera a Louis.


-¿Ha pasado algo, Harry?- Dijo, alzando una mano para tocar la cara del muchacho. Este, sin decir nada, se la cogió y lo llevó a rastras. Lo condujo a través del jardín, se coló detrás de un árbol y con suavidad hizo que se apoyara en él. Así, poniendo las manos a ambos lados de Louis, lo miró fijamente, aliviado al ver aquellos ojos de nuevo. Aún respiraba entrecortadamente cuando se acercó todavía más y lo besó, desesperada y dulcemente, probando esos labios que tanto necesitaba. Por un momento pensó que igual Louis se había asustado, pero cuando hizo ademán de separarse, Louis alzó la mano y acercó su cara de nuevo a la suya, no quería que se alejara.


-Eres como una droga, Louis- Le dijo cuando hubo terminado, abrazándolo con todas sus fuerzas.


-Bien, así siempre estarás conmigo.


-Sabes que si me dejas moriré, lo sabes, ¿verdad?- Preguntó, a tiempo que se separaba para mirarlo de nuevo a los ojos. Louis se sorprendió muchísimo, era la primera vez que alguien le decía algo como eso. Era la primera vez que alguien le decía que lo necesitaba. Comenzó a llorar sin poder evitarlo al tiempo que se le escapa una suave e inocente risa que embelesó a Harry, quien era la primera vez que oía la verdadera risa de Louis. Y sin parar de reír, le contestó.


-Yo también moriré si me dejas, Harry, no lo olvides.- Dicho esto, detuvo su risa de golpe y rompió a llorar de verdad, las lágrimas se agolpaban en sus ojos para después caer en rápidos torrentes por sus mejillas. Harry cogió su rostro con una mano inclinándolo hacia un lado para poder limpiar sus lágrimas, primero a la izquierda, después a la derecha, hasta que Louis dejó de llorar.


-Siempre te hago llorar.- Le dijo, apenado.


-Eso no te servirá de excusa para alejarte de mí.


-Lo se, es muy difícil desengancharse, ya sabes.


-Si, y que lo digas.- Ambos rieron y se encaminaron fuera del recinto, cogidos de la mano sin darse cuenta, aunque nadie pasaba por allí en ese momento y aunque hubiera pasado alguien, incluso algún conocido, no se hubieran separado, no en ese momento, después de lo que habían pasado. Y es que ninguno de los dos tenía conciencia de lo que su relación podría suponer para otras personas, porque para ellos era lo mejor que les había pasado, y no lo veían como algo extraño, como les sucede a mucha gente. Después de todo, no te enamoras de una persona por que sea del sexo opuesto o del mismo, te enamoras por otras muchas razones: porque cuando sus miradas se cruzan se te acelera el corazón; porque cada vez que te habla, su voz se cuela dentro de ti y sientes un cosquilleo que no puedes explicar porque sientes que si no estuviera ahí, morirías; incluso a veces no sabes porqué, pero te gusta, y eso es más que suficiente.


Siguieron caminando sin rumbo fijo, ninguno tenía nada que hacer el resto del día y por nada del mundo querían separarse en ese momento. Se mantuvieron así hasta que a Harry se le ocurrió una idea.


-Ya se a donde te voy a llevar ahora.


-¡Sorpréndeme!


-Es un sitio muy conocido por aquí, pero deduzco que, como eres nuevo por aqui no habrás ido nunca.


-Perdona mi ignorancia.


-Para eso me tienes a mi.- Dicho esto se encaminaron hacia la estación, cuando llegaron Harry se dispuso a explicarle la ruta a su compañero.- Bueno, solo hay que bajar una parada antes de la que bajamos para volver a casa, queda cerca de la estación.


-Pero por ahí sólo se ven montañas y algunos edificios- Ante esto Harry no respondió, tan solo esbozó una pequeña sonrisa. 


Tal como había dicho Louis más allá de la estación solo se veía montaña y locales. Pero Harry, que parecía saber lo que hacía, guió a Louis a través de unas cuantas calles y pronto encontraron, tras dar la vuelta en una ezquina, unas escaleras de piedra que ascendían colina arriba. Las subieron, y al llegar a la cima se abrió ante ellos una gran explanada que daba paso a un enorme templo budista. Había bastante gente, alguna rezando, otra tomando algo en unas mesas de piedra bajo los árboles y otros contemplando la hermosa vista del mar. 


-Aprobado.- Felicitó Louis a Harry.- Esto es muy bonito.


-Como puedes ver este sitio es bastante famoso, aunque la mayor parte de la gente llega en autobús o en coche desde el otro lado. La entrada que usamos nosotros es poco conocida.


Harry le siguió explicando cosas sobre el lugar, mientras el otro lo escuchaba con mucho interés, y lo condujo a través de la explanada hasta el altar, donde le explicó la historia del templo. Después lo llevo hacia la derecha, allí Louis pudo ver una gran fuente en cuyo fondo reposaban infinidad de monedas.


-Supongo que ya lo habrás visto en algún otro sitio, pero se dice que si echas una moneda a la fuente y pides un deseo, se cumple.


-Si.


-¿No quieres probar?-Por respuesta Louis se sentó en el borde y acarició el agua con la punta de los dedos.


-Hace tiempo que dejé de creer en esas cosas.- Dijo con una sonrisa resignada en los labios. 


Mucha gente necesita creer en algo, que le ayude a hacer más llevadera su vida. Y ese “algo” recibe muchos nombres a lo largo y ancho del planeta, pero en el fondo todo es lo mismo, necesitamos que haya alguien velando por nosotros, creer que hay alguien preocupándose por ti y que no dejará que te pase nada malo, incluso después de la muerte. Y eso muchas veces nos hace fuertes, nos da el valor necesario para realizar aquello que queremos o para vivir con menos preocupaciones. Pero hay gente que, como Louis simplemente no puede creer en nada, porque si de verdad hubiera alguien, ¿qué lo llevó a darle esa vida a él? Si de verdad “algo” velara por él, ¿cómo no podría odiarlo por darle ese destino? Así que, en vez de vivir odiándolo, Louis decidió que simplemente no creería en él nunca más.


Ante esto, Harry decidió que lo mejor era llevárselo de allí y lo condujo por detrás del edificio hacia un mirador. Desde ese punto y a esa hora se podía ver como el sol comenzaba a ser engullido por el mar. Ambos se acercaron a la barandilla, sintiendo la suave brisa marina rozar sus rostros y removerles el cabello y por un momento ambos respiraron tranquilos, sintiendo esa libertad que transmitía aquel viento y sintiendo la presencia del otro justo al lado. Poco a poco abrieron los ojos, que sin darse cuenta habían cerrado por un momento y, despertando de sus ensoñaciones, decidieron comprar unos refrescos y sentarse en las mesas de piedra a charlar. Estuvieron allí hasta que se hizo de noche y decidieron que ya era hora de regresar. 


Harry observó como Louis entraba en casa, sin poder evitar preocuparse por si su madre le haría algo. Siempre esperaba impaciente, desde su cuarto, que se apagaran las luces de la casa y después permanecía atento a cualquier ruido que pudiera oír hasta que se quedaba dormido. Ese día pretendía hacer lo mismo, pero nada más girar el pomo de la puerta se dio cuenta que pasaba algo. Apenas pudo reaccionar cuando una mano le agarró el brazo y tiró fuerte de él hacia dentro, lo aprisionó y le tapo la boca con un pañuelo empapado en algo. Cuando despertó tenía los ojos y la boca tapados y estaba atado de manos y piernas a una silla. Se dio cuenta rápidamente que no había salido de casa, y fue entonces cuando, más haya del ruido de los pasos que recorrían la estancia, revolviendo sus cajones y tirando todo por suelo, pudo oír un golpe seguido de un grito en la casa de al lado. “¡Louis!”, pensó, dándose cuenta enseguida de que estaba pasando algo, e intentó zafarse de su encierro desesperadamente, pero lo único que consiguió fue hacerse daño en las muñecas. Entonces pudo oír a su secuestrador hablar por teléfono.


-Va a tener que pagarnos una cuantiosa suma... ¿Espera que me crea eso? ... Más le vale hacerme caso si quiere volver a verle... ¡Se lo demostraré!- Dicho esto se acercó a Harry y, después de propinarle una buena patada en el estómago y sacarle la mordaza de la boca, le pasó el teléfono.- Saluda a tu papi.


-P-papá.- La voz al otro lado del teléfono le contestó.


- Tan inútil como siempre, tú sigue así. Lo único que sabes hacer es hacerme malgastar el dinero, eres un imbecil.-Harry no dijo nada, tan solo bajó la cabeza, apesadumbrado. 


El secuestrador siguió hablando por el teléfono a gritos mientras Harry no podía más que pensar en Louis. ¿Estaría bien?¿Le había golpeado su madre? “¡Louis, Louis, Louis!” Su mente estaba en blanco, tan preocupado estaba que no se dio cuenta que el secuestrador colgaba y lo levantaba bruscamente. Tan solo reaccionó cuando le dijo con voz amenazadora.


-Te sacaremos de aquí por si acaso, de tu papá dependerá el que salgas de esta ileso.- Y dicho esto le asestó un fuerte golpe en la cabeza, que lo dejó inconsciente.


Con el mismo dolor de cabeza se despertó Louis a la mañana siguiente. Esta vez le había empujado contra la esquina de la mesa. Como siempre, se marchó sin desayunar y salió lo más rápido posible de casa, a pesar de que su madre ya se había ido. Se quedó esperando a Harry pero éste no apareció. Pasó una hora allí hasta que decidió llamarlo, se acercó a la puerta de su casa y tocó el timbre, pero nadie respondió. Siguió insistiendo en vano y cada vez más preocupado. Entonces pensó que quizás se había retrasado mucho y Harry ya se había ido y, por muy raro que le pareciera, se aferró a esa esperanza antes de pensar que algo malo le había pasado. Sus esperanzas se esfumaron al ver que Harry no había ido ese día a clase. La mañana se le hizo larga e insoportable, no paraba de pensar qué le podía haber pasado y se comía la cabeza intentando averiguar dónde podría estar. Al acabar las clases fue junto a Sophie, pero ella tampoco lo había visto y, desesperanzado, fue a trabajar, pues a pesar de todo no podía dejar tirado al Señor George.


Cuando volvió a casa, después de dejar sus cosas dentro, volvió a probar suerte llamando al timbre de Harry varias veces e incluso golpeando suavemente la puerta, pero nuevamente no hubo respuesta. Decidió quedarse allí un rato, esperando, y se sentó al pie de la puerta. Sin darse cuenta se quedó dormido, y no despertó hasta que el frío se hizo insoportable. Fue entonces cuando se dio cuenta que su madre ya estaría en casa, rápidamente se dispuso a entrar, pero se dio cuenta que se había dejado las llaves en la mochila, dentro de casa. “¡Oh, no! ¿Y ahora que hago? No puedo despertarla, y Harry no está... Harry” Decidió mantener la calma, no era la primera vez que se quedaba fuera de casa toda la noche así que volvió a la puerta de Harry y se acurrucó. Al cabo del rato volvió a dormirse y esta vez lo despertó alguien que lo zarandeaba desesperadamente.


-¡Louis! ¡Louis! ¿Estás bien?


- ¿Harry?- Louis despertó por completo y pudo ver ante él a Harry quien lo miraba preocupado.- ¡Harry! ¡Has vuelto!- Se levanto de golpe y lo abrazó, el otro soltó un gruñido de dolor ante el gesto.- ¿Harry?... ¡Dios, ¿que te ha pasado?!- pero Harry no repondió-Estás lleno de golpes por todas partes.


-Entremos primero.- Dicho esto abrió la puerta y guió a Louis a través del pasillo hasta el salón, donde Louis pudo ver el desastre que habían montado.


-¿¡Quien ha hecho esto!? Harry, explícame ya lo que ha pasado, por que si no, voy a entrar en pánico.


-Louis verás... por dónde empezar.


-¡Espera, espera!


-¿Qué?


-Hay que curarte esas heridas primero, aun sangras... ¿Dónde está el botiquín?


-Voy por el.


-¡No! Tú quédate quieto y dime dónde está.


-En el baño, la segunda puerta a la derecha.- Louis se levantó corriendo y al rato regresó con el botiquín.


-Creo que será mejor que te des primero una ducha.- le sugirió a Harry


-Tienes razón, tengo un aspecto algo lamentable.


-¡Anda!- Louis lo animó a ir, y se quedó esperando hasta que regresó, nervioso, cuando lo vio llegar comenzó con la tarea.


-Quítate la camiseta.-Harry obedeció y dejó que Louis comenzara a curar todas sus magulladuras, esbozando gestos de dolor cuando tocaba ciertas zonas. Y mientras el otro le curaba, comenzó a explicarle lo que había pasado, era más fácil si no le miraba a los ojos, le daba menos vergüenza. Harry  le contó que su padre era un importante “señor de negocios” que manejaba y poseía ingentes cantidades de dinero. Y debido a eso muchas veces era secuestrado para pedir un rescate a cambio. No solía ser nada grave, ya que su padre enseguida pagaba la suma que le pedían, pero siempre le golpeaban, era inevitable.


-¿Y entonces que haces aquí, tú solo, sin protección? ¿Por qué nadie más está aquí contigo?


-Louis tu sabes que a veces tus padres no son las personas que más te quieren.


-Pero tu padre no.


-No es como tu madre, pero mi padre no me considera su hijo.


Louis no sabía qué hacer, quería preguntarle muchas cosas, quería que le contara por qué decía eso, pero no quería molestarlo porque sabía lo que dolía recordar esa clase de cosas. Pero Harry estaba dispuesto a contárselo todo, porque una vez que conoces a alguien por el que tienes esos sentimientos, no puedes evitar querer que sepa todo de ti. Así que se dispuso a empezar, tomó aire y lentamente comenzó a hablar.


-Te contaré una historia... “Había una vez un hombre que lo tenía todo, todo lo que pudiera desear, tenía terrenos, mansiones, toda clase de riquezas y sirvientes. Un buen día decidió que ya estaba harto de ver siempre las mismas caras e hizo despedir a todos sus empleados y contrató unos nuevos. Entre ellos había una criada joven y hermosa, que le hizo ver que puede que lo tuviera todo, pero le faltaba lo más importante: el amor. Se enamoró perdidamente de ella, tanto que por ella estaba dispuesto a dejarlo todo, todas las riquezas y todo lo que poseía para estar a su lado. Ella se enamoró también y ambos decidieron escapar de aquello y, gracias al dinero de aquel hombre, empezaron una nueva vida. Así pasaron los años, hasta que un buen día sucedió el milagro: la mujer quedó embarazada, un hermoso niño, fruto de su amor iba a nacer para traerles más felicidad de la que ya tenían... Pero entonces sucedió la tragedia: la mujer murió durante el parto y aquel pequeño que se suponía que iba a ser una bendición se convirtió en una maldición. El hombre enloqueció debido a la pena, la tristeza y la desesperación y culpó al niño de todo. Para escapar del dolor, se refugió en su trabajo y mandó encerrar al niño en una casa, donde fue criado a lo largo de los años por distintos sirvientes hasta que fue lo suficiente mayor como para vivir por su cuenta...” Mi padre compró esta casa y me mandó aquí. Fue lo único que hizo, no me habla, no me llama sólo se acuerda de mi cuando sucede algo como esto.


-Quieres decir ¿Sucede muy a menudo?


-No, no, pero ya ha sucedido bastantes veces.


-Harry


-Tranquilo, ya estoy acostumbrado.


-¡No digas eso!- Louis se echó a llorar, desconsolado, no podía creer cómo podía decir que estaba acostumbrado a esa clase de cosas, cuando él sabía que uno jamás se puede acostumbrar a eso. Le dolía porque sabía que Harry lo hacía para no preocuparle, pero sabía que eso no era cierto.- N-No... No me mientas.


-Louis - Harry le acarició la cara, tratando de calmarlo y al cabo de un rato consiguió que dejara de llorar. Entonces se dio cuenta de que seguía temblando.- Oye, Louis, estás temblando, ¿te pasó algo?- Se acordó de pronto de los ruidos que había oído la noche del secuestro.- ¡Es cierto! Ayer oí unos ruidos en tu casa. Te ha vuelto a hacer algo.


-Tranquilo, ya no duele... Es solo que tengo frío, pasé demasiado tiempo fuera.


-Mierda, sí que hace frío. Ven, date tu también una ducha caliente y después métete en la cama.- Dicho esto Harry se levantó y le preparó la ducha a Louis, quien la agradeció sobremanera. También le dejó una camiseta y un pantalón suyos para que se cambiara.

Salió del baño y pudo ver que Harry lo esperaba fuera, apoyado contra la pared, sereno.


-Me sorprende que estés tan tranquilo.- Le comentó el otro.


-Es porque tú estás aquí. Normalmente cuando me devuelven estoy bastante tiempo acurrucado en la cama, temblando de miedo.- Ante estás palabras Louis se acercó y lo abrazó con toda su alma, intentando transmitirle todo lo que sentía por él, dándole su apoyo.- Tienes el pelo empapado, cogerás un resfriado. Ven, que te lo seco.
A Louis esto le pilló de sorpresa, pero se dejó hacer. Harry lo sentó en un taburete dentro del baño y se dispuso a secarle el pelo. Louis no pudo evitar cerrar los ojos cuando las manos del otro comenzaron a acariciar su melena, sus orejas, su frente. Eran unas manos grandes, gentiles y cálidas, que como tantas otras veces provocaban que una descarga recorriera todo su cuerpo, comenzando por el punto en que sus pieles se rozaban. Por su parte, Harry disfrutaba de aquello, comprendiendo que había tenido la mejor idea del mundo, su pelo era tan suave y tan liso que se le escapaba constantemente entre los dedos. Cuando hubo terminado se dirigieron a la cama, sin pensárselo dos veces, ambos se metieron en la misma, en la cama de Harry que era lo suficientemente grande para que cupieran los dos. No se plantearon siquiera el dormir separados, por que les parecería tan absurdo si alguien se lo dijera que ni lo pensaban. Sus reacciones ante estas cosas eran naturales, no encontraban nada extraño ni nada malo en hacer lo que hacían. Es más, todo lo que decidían lo hacían por instinto, por que se querían, con naturalidad, sin pararse a pensar si estaba bien o mal, porque sabían que no había nada malo en ello y así lo demostraban. Después de todo, ¿qué puede haber de malo en que dos personas se quieran? 


Se tumbaron de lado, mirando el uno para el otro y Harry pasó su brazo alrededor de Louis, atrayéndolo hacia sí, para darle calor. Louis respondió pegándosele todo lo que pudo colocando las manos en su pecho. No dijeron nada, simplemente se quedaron así, disfrutando de la presencia del otro hasta que se quedaron dormidos.

La mañana siguiente se despertaron tarde ya que, por primera vez en mucho tiempo, ambos durmieron tranquilos. Era ya mediodía cuando Harry abrió los ojos y pudo ver que Louis seguía dormido, con una tranquila expresión en el rostro. Lo despertó despacio, moviéndole suavemente el pelo y llamando su nombre casi en un susurro.


-Louis ya es hora de despertar.


-¿Mmmh?


-Ya es más de mediodía.- Dijo riendo ante el mal despertar de Louis.


-Mediodía... ¡No hemos ido a clase!- Dijo, despertando de golpe.


-Ey, tranquilo, por un día no pasa nada.


-Oh, bueno, entonces déjame quedarme así un rato más- Dijo, acercándose más a Harry y arropándose con el edredón.- Es la primera vez que duermo tan bien.


-Yo también, y todo gracias a ti.- Respondió el otro, revolviéndole el pelo a Louis a tiempo que este se quejaba pero se dejaba hacer.


Nunca nadie había tratado al chico con tanto cariño como Harry lo hacía, y aunque al principio resultaba extraño, era increíble la rapidez con la que se había acostumbrado a aquello, tanto que ahora ya no podría vivir sin ello. Es algo que le pasa a mucha gente: vives sin algo y crees que no lo necesitas, que estás bien así ya que siempre lo has estado, pero de repente alguien llega y te da eso que te faltaba y entonces lo que no entiendes es cómo has podido estar sin ello tanto tiempo. Así, descubres que jamás podrás vivir de nuevo si te falta. Eso le pasaba a Louis, y aunque por esa misma razón le daba miedo, había decidido que se enfrentaría a ello por mucho que le costara. Louis era, lo que se dice: un valiente. Algunos prefieren ignorar estas cosas o apartarlas cuando llegan, por miedo a ser engañados o a que se lo arrebaten todo, pero Louis había decidido confiar en Harry  y lo haría siempre.


Permanecieron un rato así, decidiendo que podrían hacer el resto de la mañana, hasta que a Harry le rugieron las tripas y decidieron que lo mejor era, antes de nada, desayunar. A pesar de lo poco que había en la casa comieron lo que pudieron, por que no les apetecía a ninguno ir a ningún otro sitio.


-Sería genial que esto pudiera ser así todos los días.


-Solo un año más, y te prometo que te llevaré lejos de aquí.- A pesar de que Harry vivía solo y no sería un impedimento para Louis quedarse allí, ambos sabían que, de momento, eso no podía ser. Aunque le angustiaba pensar en lo que su madre podía hacerle, podría ser incluso peor si escapaba de casa y desaparecía de repente, ella podía llamar a la policía y denunciar su desaparición. ¡Quién sabe si sería capaz de culpar a Harry o de decidir encerrar a Louis en casa para que aquello no volviera a pasar! Y a pesar de todo, Louis era incapaz de ser él quien fuera a la policía, ni se le pasaba por la cabeza. Después de todo, su madre era su madre, y lo seguiría siendo a pesar de todo lo que le hiciera. Ella lo había traído al mundo y ella lo había criado, al menos hasta hacía unos años, y Louis tenía ese extraño sentido de la responsabilidad que tienen muchas personas, que no nos permite ver que eso no funciona así, que por mucho que una persona sea tu “madre” porque lleván la misma sangre, si en la práctica no se comporta como tal, entonces no tiene derecho a llamarse “madre”. Pero eso era algo que Louis no podía ver, por mucho que se lo dijeran o por mucho que Harry lo intentara. Y eso él lo sabía, por eso no decía nada, creía que le dolería mucho más Louis y lo único que haría sería empeorar las cosas. 


-¿Qué quieres hacer ahora?- Le preguntó, intentando cambiar de tema, para que ni él ni Louis se deprimieran.


-Nada. Me gustaría quedarme aquí, contigo.


-Mmmh. Déjame ver, quizás tenga alguna película por ahí que podamos ver.


-Me gustan las películas, aunque he visto muy pocas.


-¡Son mi único vicio! Aparte de ti, claro, siempre que consigo ahorrar algo de dinero, me compro una.


-Pues veamos una película.- Dicho esto, Harry se puso a rebuscar en unos cajones hasta que dio con el que buscaba, dentro había varias películas de distintos géneros. Las repasó todas y luego miró con gesto divertido a Louis. “Me pregunto si le dará miedo” Pensó Harry examinando la expresión curiosa de Louis. Al final decidió que escogería esa.


-¿Qué te parece esta?- Le preguntó enseñándosela.


- Es de terror.


-¿Te dan miedo?-Louis puso cara de malas pulgas. Aquello era un reto, lo sabía, estaba probando su aguante. Pues bien, le daría una lección.


-No, no- Dijo, no muy convencido, a pesar de todo, iba a ser la primera película de terror que veía y, aunque no creía que le fuera a dar miedo, tenía sus dudas. 


-¡Perfecto! Vamos allá, entonces.


Harry preparó todo e invitó a Louis a sentarse junto a él en el sofá, cosa que este aceptó sin rechistar, todavía no muy convencido de que fuera buena idea hacerse el valiente. La película comenzó sin ningún percance y cuando Louis se comenzaba a relajar, llegaron las escenas de miedo.


-¡Aaaaah! ¡Avísame cuando pase, avísame cuando pase!- gritó, enterrando la cabeza en el pecho de Harry y aferrándose con ambas manos a su camiseta. El otro no podía haber esperado mejor reacción, a pesar de que sospechaba que Louis iba a hacer eso, le pillo de sorpresa cuando pasó y no pudo más que sonreír, divertido, y darle palmaditas en la espalda.


-Es solo una película, ya está, ya puedes mirar- Le dijo, a tiempo que el otro iba girando la cabeza lentamente, sin separarse de él, preparado para la próxima escena. Así se pasaron toda la película, entre gritos y risas y reproches.


- ¡Acabó!-Exclamó Harry.


-Maldito ser despiadado que me haces ver estas cosas.


-¡Pero si dijiste que no te daba miedo!


-Si, bueno, la gente dice muchas cosas de las que se arrepiente.- Ante esto, Harry no pudo más que reír.- ¡Y no te rías!


-Lo siento, lo siento ¿Quieres verla otra vez?


-¡Harry! 


-Vamos, vamos, si te veías lindo- Intentó calmarlo éste, abrazándolo y acariciándole la cabeza. Como respuesta, Louis débil a esas muestras de cariño, giró la cabeza avergonzado, sin decir nada.- Ven aquí, anda.- Y dicho esto lo atrajo hacia sí y lo besó tiernamente, como tantas otras veces. Y como tantas otras veces, Louis volvió a sentir esa corriente eléctrica, ese escalofrío recorriendo cada parte de su ser. Por que a pesar de la costumbre de estar con él, sus sentimientos eran tan intensos que jamás dejaría de sentir eso por muchas veces que lo hiciera o por mucho tiempo que pasase.


-Harry- Dijo cuando se separaron, incapaz de discurrir nada mejor. Ante esto el otro volvió a reír y decidió lo que podrían hacer ahora.


-Oye, ¿te apetece ir a ver a Sophie? Acabamos de desayunar y no tengo hambre, pero por ir a hacerle una visita.


-¡Es verdad! Debe estar preocupada, fui a preguntarle si sabía donde estabas y aun no le he dicho que has vuelto.


-¿Fuiste a buscarme con Sophie?


-¡Te busque por todas partes! Y no estabas en ningún sitio, nadie abría la puerta.


-Lo siento.


-No lo sientas, no fue culpa tuya ¡Venga, vamos a ver a Sophie!


-Bueno, será mejor que nos cambiemos de ropa.


-Pues vas a tener que prestarme algo.


-Claro, claro, vamos.


Harry le dejó algo de ropa al otro y ambos fueron a visitar a Sophie, que se alegró sobremanera al verlos llegar juntos de nuevo. Ninguno de ellos sabía qué decirle si les preguntaba qué había pasado con Harry esos días, pero Sophie sabía más de lo que aparentaba e intuía que era mejor no preguntar, así que se limitó a charlar un rato con ellos y después de que la convencieron que no iban a comer nada a pesar de que ella los invitara, los dejó ir. Fue entonces cuando Louis comentó algo que le había estado rondando en la cabeza durante todo el día, pero le daba vergüenza decírselo al otro.


-Harry. Necesito ayuda.


-¿Cómo?


-Para entrar en casa, es que ayer cuando llegué me dejé las llaves en la mochila cuando fui a ver si estabas en casa.-Le explicó


-¿Y ahora cómo vas a hacer?


-Bueeno tengo unas de repuesto.


-No me digas que están en el tejado o algo así.


-Bueno, no exactamente. Están en el alféizar de la ventana.


-La del piso de arriba, deduzco, ¿y cómo las dejas ahí?


-Es que tenemos una escalera, pero ella se debió dar cuenta, porque hoy me he fijado y no la he visto.


-¡Esa... !- Harry apretó los puños, dispuesto a soltar toda clase de “definiciones” que le fueran bien a la madre de Louis, pero éste lo detuvo.


-¡No está muy alta!


-¿Qué?- Preguntó un poco confundido.


-Que la ventana no está muy alta quizás entre los dos...


-Ooooh, ya entiendo- Harry miró divertido a Louis no se esperaba eso, y menos que se hubiera atrevido a pedírselo, viniendo de él- Quieres subirte encima mío para tomarla, ¿eh?


-Básicamente. sí.- Respondió el otro, avergonzado, aunque en le fondo se alegraba de no tener que pronunciar la pregunta.


-¿Y crees que así la alcanzarás?


-Eso espero.


-Pues cuando acabes en la librería me esperas y vamos juntos, procuraré no salir muy tarde.


-¡Bien!


Dicho esto se despidieron para ir a sus respectivos trabajos. El resto de la tarde pasó rápida, sobre todo para Louis, que cuando se dio cuenta ya estaba esperando fuera a que Harry llegara a recogerlo. Este no se hizo de rogar, a los pocos minutos ya estaba allí, contento de ver a Louis pero preocupado a la vez. A pesar de que bromeara sobre el tema de tomar la llave, no podía evitar sentirse angustiado y enfadado porque Louis se viera en la situación de tener que esconder una llave para poder entrar en casa. Le carcomía la frustración de saber lo que pasaba y sentirse impotente por no poder hacer nada, tanto que a veces lo asaltaban las pesadillas, pesadillas en las que siempre aparecía Louis. No quería ni pensarlo. Se repetía una y otra vez que solo tenía que esperar unos meses, siete meses más, solo siete... Pero eran siete largos meses en los que podía pasar de todo, por eso no dormía bien, a parte de sus preocupaciones habituales, ahora era mucho peor. Quería protegerlo, pero no podía, lo único de lo que era capaz era de estar a su lado, y a pesar de que a Louis eso le bastaba, para Harry no era suficiente. 


Dejando sus pensamientos de lado saludó a Louis y marcharon de camino a casa. Cuando llegaron, como todos los días, la madre de Louis no estaba aún  en casa así que se apresuraron a coger la susodicha llave. Harry fue conducido por el otro al lado derecho de la casa, donde a no mucha altura se podía ver una ventana. 


-Bueno, adelante, sube y cuidado, no vayas a caerte.


-Bien. Bien... Debo estar loco.


-Yo soy el que está loco, Louis, si no ya te hubiera sacado de aquí.


-Harry no.


-Ya, ya, tranquilo, venga sube.


-Ok- Louis subió, apesadumbrado, sabía más o menos en lo que pensaba Harry sabía que en parte se sentía culpable de todo eso y le dolía mucho. Intentaba hacer que se sintiera mejor, mostrarle que a él le bastaba con que estuvieran juntos, pero sabía que a Harry eso no le bastaba y se odiaba a sí mismo por no tener el valor de hacer frente a todo aquello. Dejó de pensar en eso cuando casi se resbala y puso atención a lo que hacía. Con sumo cuidado se elevó en los hombros de Harry y cuidándose de no caer cuando éste se elevó también. En precario equilibrio, alzó las manos y comprobó que podía tocar el alféizar con ellas. Comenzó a rebuscar y al final halló la llave en una esquina.


-¡La tengo!-Exclamó con victoria


-Ahora baja con cuidado.


-¿Cómo lo hago?- Harry comenzó a decirle cómo debía hacer y cuando parecía que ya estaba en el suelo, se resbaló y cayó hacia atrás, encima de unos arbustos. Harry se dio la vuelta preocupado pero viendo la imagen de Louis allí tirado y después de comprobar que estaba ileso, no pudo evitar reír. 


-Si, si, tu ríete.


-Ven, dame la mano, que te ayudo.


-Siiii...- Louis agarró la mano que le tendía Harry pero, al contrario de lo que este pensaba, no lo utilizó para elevarse, si no para arrastrarle con él. Así, Harry tuvo que hacer movimientos para no caer de cara en el arbusto, pero acabo cayendo igual, de espaldas.


-Muy gracioso, Louis- Refunfuñó, ante lo cual el aludido se rió.- Pues me voy a cobrar mi compensación.


-¿Tu q...?- No pudo terminar su frase, por que Harry se colocó enseguida encima suyo y lo besó. Pero esta vez no fue un beso como los demás, esta vez la preocupación y la impotencia llevaron a Harry a besarlo desesperadamente, como si fuera la última vez que lo iba a hacer. Recorrió sus labios con ternura y los lamió dulcemente, haciendo que Louis cerrara los ojos de golpe y soltara un casi inaudible gemido. Sin poder evitarlo presionó su boca, buscando su lengua, ante lo cual Louis se vio indefenso, no sabía qué debía hacer, así que se dejó llevar por el otro. La sensación fue indescriptible para ambos, una mezcla de sentimientos los recorría, haciendo latir sus corazones a tal velocidad que parecía que se les iban a salir del pecho. Louis le agarró de la camiseta con una mano, mientras con la otra recorría su pelo, bajando por la mejilla para terminar en el cuello, dando a entender que podía seguir.
Cuando terminaron se miraron, avergonzados pero contentos. Harry se levantó y ayudó a subir a Louis quien esta vez no hizo ademán de empujar al otro. Sin decir nada caminaron hasta la entrada, cogidos de la mano. 


-Bueno, será mejor que entres ya.


-Si.


-Hasta mañana.


-Hasta mañana.- Harry se dio la vuelta y comenzó a soltar la mano de Louis pero cuando sólo las puntas de sus dedos se estaban tocando, se dio media vuelta de golpe y lo volvió a besar, tomandolo desprevenido.


-Te quiero.- Se dijeron a la vez cuando se separaron y no pudieron evitar reír. Tras echar un último vistazo, Louis abrió la puerta de su casa y entró. No le dio tiempo a llegar a las escaleras cuando oyó que su madre entraba en casa... Por un momento no lo entendió, ¿cómo estaba ya allí si no había oído el coche? No podía ser que lo hubiera hecho adrede y los hubiera visto... “No nos ha visto... Dime que no nos ha visto” Por desgracia, las sospechas de Louis pronto se vieron confirmadas. 


Su madre entró despacio, pero una vez tuvo la puerta cerrada, comenzó a correr hacia él chillando. Llevaba un cuchillo en la mano.

-¡Demonio! ¿¡Qué te has creído!? ¡¡Te he visto darle un beso al vecino!! ¡¡¡A otro hombre!!!


-Mamá... Eso...


-¡¡Son dos hombres!! ¡Es pecado! ¡Eres un demonio! – Cada vez estaba más alterada, levantaba el cuchillo y lo bajaba, amenazadoramente.


-Es peligroso, mamá.


-¡¡¡Calla!!! ¡¡No me hables!! ¡¡Te odio!! ¡Eres una desgracia, una maldición! ¡Ojalá no hubieras nacido! ¡¡Todo es culpa tuya!! ¡Y ahora cometes pecado... demonio!- Dicho esto alzó el cuchillo, al tiempo que Louis se tapaba la cara con los brazos. 


La sangré salió a borbotones, salpicando todo el suelo y a su madre, que cuando se dio cuenta comenzó a chillar y corrió al baño. Louis mareado, se levantó a duras penas, apretándose el brazo que le ardía de dolor, y caminó hacia la puerta. Cuando se dio cuenta pudo oír que alguien la estaba golpeando y llamando su nombre. Era Harry.


-¡Harry!


-¡Louis! ¡Louis, ¿estás bien?!


-Harry - Con sus últimas fuerzas llegó a la puerta y la abrió de golpe, cayendo agotado en los brazos de Harry.


-Harry ¡mira lo que te ha hecho! Hay que llamar al hospital ahora mismo.


-Harry no... Al hospital...


-Lo siento, Louis, no permitiré que mueras.- Dicho esto lo cogió en brazos y lo llevó a su casa, rápidamente llamó a una ambulancia que tardó en llegar apenas unos minutos que al chico le parecieron dos horas, y después de rogar y rogar, le permitieron acompañar a Louis al hospital. La ambulancia iba muy lenta, lentísima, para Harry quien no dejó de pensar durante todo el trayecto que no llegarían a tiempo. Además no podía ver a Louis los médicos lo habían colocado en el asiento del copiloto mientras ellos, detrás, trataban al otro. Las luces se convirtieron en borrones de luz y los coches que dejaban atrás en apenas unas manchas de diversos colores que Harry no podía distinguir. Se dio cuenta de que no era a causa de la velocidad, si no de que estaba llorando. Y al final, llegaron al hospital.

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¡Hola! Aquí dos capítulos que ya tenía echos y pues como no tenía nada que hacer los subí, bueno espero les guste y comenten, vamos no pierden nada con poner un me gusta pues así yo sabre que les gusta bueno les mando muchos besos y abrazos  :(L):  :(L):  :(L):