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"Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
Chicas vengo rapidito a subirles cap espero les guste
Capítulo Diez
Aun cuando ya se lo imaginaba, ____ se sintió desfallecer.
Había conseguido mantener la calma delante de Jeannette, pero, ¿qué iba a hacer ahora? Joe no le había dicho nada personal desde que había salido de viaje. Si tenía que hablar con ella, lo hacía con tanta brevedad que casi resultaba peor. Ahora parecía odiarla, así que ¿cómo podía decirle que estaba embarazada?
Jeannette necesitaba a _____ más que nunca, pero tarde o temprano tendría que marcharse, cuando ya no le fiera posible disimular su estado. ¿Y luego qué? No soportaba la idea de que el llegara a enterarse. No quería saber cómo reaccionaría al pensar que le había atrapado. Ya tenía la impresión de que era un estorbo para él... una amante despechada que se interponía en su camino.
Sus pensamientos la atormentaban. No sabía qué hacer. Amaba a Joe. Parte de su ser brincaba de emoción al pensar en el bebé. Pero su parte más sensata estaba aterrorizada. Pensó en su incapacidad para mantener a otra persona, en todos los problemas implícitos que conllevaba ser una madre soltera, en la vergüenza de sus padres por su embarazo fuera del matrimonio. Qué complicación. ¡ Y todo por una noche de debilidad!
La única persona con la que podría haber hablado era con Marla Sayers, pero Marla se encontraba fuera de la ciudad. Había ido con Andy a visitar a su madre. _____ se había relacionado muy poco con su amiga desde que trabajaba para los Herrera. Marla estaba ocupada cuando _____ tenía tiempo libre y a la inversa. Ahora _____ deseaba haberse esforzado más por mantener viva esa amistad. Necesitaba contar con alguien. En ese momento, recordó algo que ya no deseaba que sucediera. Joe le había dicho en una ocasión que él quería ser su mejor amigo. Empezó a llorar. Lloraba por cualquier cosa. Perdió el apetito debido a sus constantes mareos. En ocasiones, se sentía tan cansada que ella misma se asustaba. Tenía ganas de dormir días enteros. Su aspecto físico también empezó a cambiar. Los senos la aumentaron y empezó a perder la cintura. Mientras tanto, se preguntaba qué hacer.
Las llamadas de Joe se habían reducido a una por semana y afortunadamente no había dicho nada de volver. Fue Jeannette quien hizo que todo saliera a la luz.
Mientras _____ le leía una carta una noche, le pregunto sin ningún preámbulo:
—¿Estás embarazada, _____?
La carta cayó de sus manos. ______ buscó en vano una respuesta. Pero, ¿qué podía decirle?
—Si —replicó en un tono desesperado, mirándose los pies. Llevaba puesta una camisa suelta y el pantalón desabrochado; se sentía enorme a pesar de que sólo estaba de dos meses y medio. Era increíble que Joe ya llevara fuera tanto tiempo.
—Ya hace muchos años de ello —murmuro la anciana—. Pero todavía recuerdo cuando llevé a mi hijo en mis entrañas. Fue mi mayor felicidad. Pero no lo es para ti, ¿verdad?
—No sé qué hacer —respondió, negando con la cabeza—. Mis padres se escandalizarán. Son personas de profundas creencias religiosas. Viven en un pequeño pueblo y no me educaron para ser una libertina.
—No me parece que lo seas, ______ —fue la respuesta que recibió—. Debió ocurrir poco antes de que vinieras a trabajar para mí. ¿Amas al padre?
_____ hizo un movimiento de cabeza afirmativo, pero no se atrevió a levantar la mirada.
—¿Y él que dice?
—Él no lo sabe —dijo con labios temblorosos—. Tengo la impresión de que ya no me necesita, fue algo de una sola noche. Yo estaba loca por él y me necesitaba, pero dejó de desearme con la misma rapidez. La situación clásica. Supongo que sentía pánico al darme cuenta que había llegado a los veintiocho años y todavía estaba sola y sin un marido. Bueno, sigo sin marido —añadió levantando la vista—. Pero dentro de muy poco dejaré de estar sola.
¿Estás segura de que ese hombre no quiere casarse contigo y reconocer a su hijo? —preguntó Jeannette después de morderse un labio.
—Es probable que niegue que es suyo —replicó ella—. Me odia. Ya sólo soy un estorbo para él.
—No parece ser un hombre digno de ti—exclamó la anciana—. Estarás mejor sin él, pero, ¿qué vas a hacer, _____?
Buscaré otro trabajo, lo siento, pero, como comprenderá, no puedo quedarme aquí.
—No soy tan vieja como para no poder soportar a un niño —le dijo Jeannette disgustada.
—Por supuesto que no —trato de aplacarla ______—, pero Joe no lo aceptara. Usted sabe. Él y yo discutíamos por todo últimamente. Rechaza el solo hecho de tenerme presente. Siempre ha sido así.
—Lo sé. Creía que las cosas entre vosotros mejorarían con el tiempo, bien lo sabes—admitió la señora—, pero pude advertir que algo no iba bien entre vosotros el día que se marchó.
Y la situación empeorará si supiera que estoy embarazada—añadió _____. Tenía que evitar que Jeannette le hablara del niño, pero sin dejarla saber por qué—. Agradecería que no se lo dijera. Quie... quiero marcharme antes de que él vuelva.
-Entiendo —dijo Jeannette de pronto, con los ojos llenos de tristeza haciendo que el corazón de _____ se acelerara. La anciana suspiró—. Crees que su opinión acera de ti cambiaría si se entera, ¿no es así? Pero, querida, él no es un ogro, y es consciente de que las personas son seres humanos y por lo tanto pueden cometer errores. Quizá puedas darle la oportunidad...
-No —respondió ______—. No puedo permitir que él lo sepa. Por favor, prométame que no se lo dirá.
—Esta bien, cariño. Lo prometo.
-Volveré a mi casa cuanto antes —comentó _____ adelantándose—. No se lo diré a mis padres todavía, pero me iré a mi casa a meditar. Tengo que darme tiempo para ello. Todavía no es muy evidente mi embarazo. Mis padres están tan ocupados que no se darán cuenta. Cuando ya no pueda ocultarlo, estaré trabajando en otra parte.
La anciana estaba desolada.
—Te extrañaré mucho, ______. ¿Hay algo que yo pueda hacer? Incluso en el aspecto económico...
—No —______ se levantó de pronto y abrazó a la anciana con afecto, procurando no hacerla daño—. La quiero, Jeannette Herrera—le dijo con una débil sonrisa—. Nunca la olvidaré.
—Yo tampoco —murmuró Jeannette
______ salió sin volver la vista. Esa misma noche llamó a sus padres, finalizo su contrato de alquiler con los Kennedy y sacó un billete para la mañana siguiente
Le fue difícil dejar la casa y sus recuerdos, sabiendo que nunca volvería a ver a Joe. Tenía el corazón destrozado y despedirse de Jeannette le resultó muy doloroso. Aun cuando tenía suficiente servidumbre y la anciana le prometió que contrataría una enfermera que la cuidase por las noches, _____ sentía remordimientos por marcharse, sin embargo, ya no quedaba otra alternativa. Lo peor, o lo mejor, dependiendo del punto de vista, ya había pasado. Ahora tenía que hacer varios arreglos. Después de todo, no estaría tan mal. Sólo se preguntaba si su niño aceptaría las decisiones que tomara. La criatura tendría que vivir sin un padre, y ese era un estigma que nunca había esperado que ninguno de sus hijos tuviera. Era irónico que cuando Joe tenía la edad de necesitar un hijo y ella estaba a punto de darle uno, él no pudiera enterarse de ello. Sintió una tristeza amarga por los dos.
Jack y Peggy Puente rondaban los cincuenta años. Él era alto y delgado y tenía el pelo negro, y ella era rubia, de baja estatura y ojos azules. Eran muy diferentes, pero resultaba evidente el amor que existía entre ellos. _____ siempre había envidiado la devoción que sentían el uno por el otro, y siempre había esperado encontrarla también. Ahora estaba embarazada, pero no por amor. Su estado se debía al dolor y la pasión de un hombre, nada más.
-Me alegro tanto de tenerte de nuevo en casa —comento Peggy mientras preparaban la cena esa noche. Te hemos extrañado. ¿Has vuelto para quedarte?
—No lo sé —admitió _____—. No estoy segura. Sólo necesito un poco de tiempo para mí misma. Podríamos decir que me encuentro en una etapa de indecisión.
—No nos has contado mucho acerca de tu último trabajo. Trabajabas para una anciana, ¿verdad?
—Sí, una anciana encantadora. Ya la echo de menos.
—Entonces, ¿por qué la has dejado?
_____ luchaba por encontrar una objeción adecuada.
—Deja a la chica en paz —intervino su padre con un gesto de disgusto fingido—. Ya está en casa, ¿no? Y Eso es suficiente —paso un brazo por los hombros de su hija—. Únete a mí, pequeña. Yo te protegeré de la inquisidora.
Peggy rió y le amenazó con un cucharón.
A partir de ese momento ya no hubo más preguntas. _____ se adaptó a la nueva rutina. Ayudaba a su padre a preparar las comidas y a arreglar la casa, mientras Peggy se dedicaba a su trabajo. En sus ratos libres extrañaba a Joe con desesperación y pensaba en el pequeño ser que llevaba en sus entrañas y en como se las arreglaría para sacarle adelante. También se preocupaba por
Jeannette. Le había resultado muy difícil dejar a su amiga.
Fue a ver a su abuelo, que se encontraba recogiendo conchas en la playa, al finalizar su primera semana en casa. Se acercó a él con pereza. Se había puesto una amplia camisa de flores y llevaba el pelo suelto.
—Ya era hora de que volvieras a casa —comento el abuelo, contemplando un caracol que acaba de coger—. Creía que vendrías a verme antes. Yo si he ido a verte.
—Durante cinco minutos, entre dos juegos de pelota del domingo —le acusó ella—. He estado muy ocupada. Alguien tiene que cocinar para mamá y papá.
El viejo rió. Limpió el caracol con su camisa y le dijo:
—¿Ya se lo has contado?
—¿Contarles, qué? —preguntó ella asombrada.
—Lo del niño.
_____ se quedó helada. Su abuelo era muy perceptivo. Se preguntó si se lo habría dicho alguien o simplemente lo habría adivinado.
—Lo he adivinado por tu expresión —aclaró él adelantándose a su pregunta—. La he visto muchas veces y sé reconocer los signos. Recuerda que tu abuela y yo tuvimos seis. Tu padre también lo hubiera advertido si no estuviera tan embebido con tu madre. Ellos nunca se fijan en ti. Yo si.
—Siempre he pensado que tu eres la única persona que me quiere de verdad por mí misma —le dijo con cariño.
—Eres mi nieta favorita. Siempre lo has sido. La mejor de mis quince nietos. Fuiste la única que acudió a mi lado cuando tu abuela murió. Responde, ¿vas a decírselo?
—No puedo —respondió—. Son como dos niños.
—¿Y qué hay del padre?
—Me odia —le confesó con un suspiro.
—¿Crees eso? —preguntó él levantando la vista—. Te apuesto diez a uno a que no es así; de otra manera, ¿por qué hubiera venido?
—¿Venido? —_____ frunció el ceño y volvió la vista en la misma dirección que su abuelo.
De pronto, se sintió enferma. Ella sólo conocía un hombre que fuera tan grande. Levaba puesto un traje gris y parecía tan amenazador como un toro a punto de embestir al torero.
—Supongo que le conoces —le dijo su abuelo riendo.
—Me temo que sí —respondió _____ atemorizada.
—Buenos días—dijo el anciano al recién llegado—. Hace muy buen tiempo para pescar, ¿quiere probar suerte?
—Eso depende de la presa —respondió Joe con frialdad.
Sus ojos reflejaban su furia y estaban fijos en la cara ruborizada de ______.
—Creo que pasearé un poco playa abajo —dijo el abuelo guiñando un ojo a _____—. Grita si me necesitas. Póngale una mano encima —advirtió a Joe en tono amenazador— y sabrá por qué dicen que nosotros los de Georgia, somos tan impulsivos —se alejó silbando una melodía y bajándose su gorra de capitán sobre los ojos.
______ le siguió con la mirada. Le habría gustado que se hubiera quedado.
—Supongo que es tu abuelo —comentó Joe.
—Así es, ¿como está tu abuela? —preguntó ella sin levantar la vista de sus limpios zapatos.
—Enferma —le dijo—. Así que no pudiste soportarlo. La carga de una inválida fue demasiado para ti.
—Ese no fue el motivo por el que me fui.
—Por supuesto que sí.
Se llevó la mano a un bolsillo y sacó un cigarrillo. Lo encendió, sin apartar la vista de ella un solo instante.
—Estuviste a punto de engañarme, _____. Realmente creía en ti, pero todo era una farsa. Dejaste a mi abuela sola en la casa antes que ella pudiera moverse, y saliste corriendo en el momento que yo te di la espalda.
—No salí corriendo —le aclaró ella. Le dije que me marchaba y por que.
—Ni siquiera me dijo que te habías marchado. No me he enterado que te habías ido hasta que he vuelto. Eres una farsante. Eres como el resto de las de tu sexo, sólo a la caza de lo que puedan atrapar.
-¡Rechacé tu coche!, ¿no es así? —le gritó alterada eso asustaba. Si perdía al niño, nunca lo perdonaria.
—¡Márchate, Joe, déjame en paz!
—Ni lo pienses —señaló—. Vas a volver conmigo, señorita Puente. Podrás presentar tu renuncia con un mes de antelación, y luego te irás si lo deseas, pero no desaparecerás cuando se te antoje.
—No volveré contigo —musito.
—Por supuesto que sí. ¿O quieres que les explique a tus padres cuál es nuestra relación? —la desafió, dando una larga calada a su cigarrillo mientras la veía palidecer.
—¿Por qué quieres que vuelva? Tú me odias.
—A mi abuela le gustas —replicó él con voz cortante—. Se esta muriendo. Se ha dado por vencida y todo porque tú la abandonaste. He pasado demasiadas horas de agonía como para permitir que ella se deje morir. Vas a volver a casa conmigo para ayudarme a conseguir que recupere las ganas de vivir.
—¡No puedo! —repitió ella.
Sus ojos se llenaron de lágrimas al levantar la vista.
Amaba sus duras facciones, cada uno de sus rasgos. Su corazón se estaba rompiendo en mil pedazos, y él estaba demasiado ciego como para verlo.
—Está bien. Entonces hablaré con tus padres, dijo y se dio la vuelta.
Ella le agarró de una manga y le dijo con desesperación.
—No puedo volver a Chicago — murmuro.
—¿Por qué no? ¿Tu conciencia te lo impide? —la desafió.
—Tú eres el que siente remordimientos de conciencia. ¿Verdad?—le dijo ella bajando la vista—Ya... ya tengo otro trabajo.
—Cuánto lo siento. Vamos, te ayudaré a recoger tus cosas.
—No es posible que ella haya recaído por mi causa —gimió ella. La destrozaba con la mirada— Ella es lo único que me queda en la vida, no voy a permitir que se muera sin luchar. Si te necesita a ti para seguir con vida te tendrá.
—¿Sin importar lo que me pase a mí? —preguntó ______.
—¿Qué puede pasarte a ti? —exclamó él sin mirarla a los ojos, emprendiendo la marcha hacia la casa. Ya no significo nada para ti, pero pensaba que ella si te importaba.
—Y así es.
—Pues vaya una forma de demostrarlo!
_____ no se molesto en contestarle. Dado su estado de ánimo en ese momento, no serviría de nada. Le siguió el paso arrastrando los pies. Le gustaba andar, pero ahora se cansaba con mucha facilidad. Cuando llegaron a la casa, estaba tan pálida como el papel.
—¡Hola, querida! —exclamó Peggy desde el pórtico. Veo que le ha encontrado, señor Jonas.
—En efecto —replicó. Tiró su cigarrillo y lo enterró en la arena con un zapato—. ¿Y bien? —Preguntó a _____—, ¿se lo digo o no? _____ subió los escalones, evitando la mirada de su madre.
—Tengo que volver a Chicago —le dijo a su madre—. La señora Jonas ha empeorado.
—¡Cuánto lo siento! —comento Peggy, mirando el rostro grave de Joe.
—Yo también —añadió Jack, dando un apretón a su hija en el hombro—. Ya empezaba a acostumbrarme a tenerte de nuevo en casa.
—Volveré antes de lo que crees —informó _____, dando un beso a su padre—. Será mejor que vaya a hacer mi maleta —no volvió la vista hacia atrás.
Joe condujo un coche alquilado hasta el aeropuerto de Savannah sin apartar la vista de la carretera. Cruzaron la hermosa ciudad sureña con sus bonitas casas y gran cantidad de plazas y altos árboles. _____ adoraba su arquitectura y en otras circunstancias habría disfrutad del viaje, pero el hombre que conducía no era el mejor de los compañeros para comentar el recorrido, y no hizo ningún intento por entablar conversación. ¿Qué podía hacer?, se preguntaba una y otra vez.
El viaje en el avión la mataba, lo sabía muy bien. Apenas había despegado el aparato cuando las náuseas la obligaron a correr hacia los lavabos. Se lavó la cara con una toalla de papel húmeda y volvió a su asiento.
—¿Estás bien? —la interrogó Joe con el ceño fruncido.
—He tenido una gripe —le mintió—. No me encuentro bien.
—¿Tienes que tomar alguna medicina? —preguntó él mientras la estudiaba.
_____ la llevaba consigo, pero no le gustaba tomar medicamentos. Temía que pudieran hacer daño al bebé, a pesar de que tanto el médico como el encargado de la farmacia le habían asegurado que no había ningún peligro.
—No me gusta tomar pastillas —le respondió en voz baja.
—¿Te gusta más vomitar? —replicó él.
Echando chispas por los ojos, se volvió en su asiento.
—Odio a los yanquis —le dijo con frialdad.
—No fue eso lo que me dijiste la noche anterior a la intervención quirúrgica de mi abuela —respondió él sosteniendo su mirada.
_____ cerró los ojos. No quería recordar. Sacó una pastilla de su bolso, teniendo buen cuidado de que Joe no viese el prospecto, ya que en letra grande se especificaba que se trataba de un medicamento contra el mareo en las primeras etapas del embarazo. La tragó con ayuda de un sorbo de café.
—Te encuentro rara —le dijo Joe después de un rato.
—No he comido —le indicó tajante—. ¿Cómo esperas que me sienta? Estaba paseando por la playa para ver si mi estomago se asentaba y tan pronto como te vi se volvió a revolver.
Joe sonrió a su pesar.
—¡Dios mío, parece que han pasado siglos desde que te vi por última vez!
—¿De verdad crees eso? Yo confiaba en que pasarían años antes que tuviera que volverte a ver. Me refiero a años luz —añadió con un tono glacial.
Furioso, Joe encendió un cigarrillo.
—¿Te importaría apagarlo?—le desafió—. Me siento bastante mal.
—Estás haciendo las cosas más difíciles. Comentó Joe después de apagar el cigarrillo con un gesto de disgusto.
—Tú también. Siento lo de Jeannette, la quiero mucho, pero no me puedo pasar toda mi vida en Chicago, en especial si tengo que estar cerca de ti. Te odio.
Joe no movió ni un músculo. Parecía haber dejado de respirar. Cogió una revista de la bolsa que había en el respaldo del asiento de delante y empezó a verla, como si nada en el mundo pudiera preocuparle.
_____ se reclinó en su asiento con lágrimas en los ojos. Se sentía, enferma, sola. ¿Qué haría si él adivinaba lo que le pasaba? ¿Qué le diría a Jeannette? Nunca se había sentido tan inútil. Y a él no le importaba. Eso era lo que más la dolía. No le importaba.
De haber visto los ojos negros que estaban fijos sin leer en la revista, quizá hubiera cambiado de opinión. Estaban tan atormentados, que habrían intensificado sus lágrimas.
Horas más tarde, Joe conducía a su casa. A su lado, ______ estaba adormilada, tanto por la pastilla, como por la larga travesía, pensaba meterse en la sauna, pero estaba segura de que Joe no se lo permitiría.
Se había sentido muy mal cuando se despidió de Jeannette, y ahora las dos se verían obligadas a vivir la misma escena.
¿Qué haría para poder marcharse por segunda vez?
Joe sacó su maleta del maletero y lo cerró.
—Toma —le dijo arrojándole la pequeña maleta de fin de semana—. Sirve de algo.
_____ la dejó caer con toda intención, temiendo que el esfuerzo por atraparla pudiese perjudicar al niño. Cayó sobre los escalones y los frascos que llevaba en su interior se hicieron añicos.
—Dios mío, discúlpame — contestó él tajante, inclinándose para recogerla—. No me había dado cuenta de que estuvieses tan débil que no pudieras llevarla. Abre la puerta entonces.
_____ le obedeció sin mirarle.
-Algo más —le dijo él deteniéndose en el exterior, con mirada amenazadora—. No te hagas ninguna ilusión de quedarte mas tiempo que el estrictamente necesario para que ella se recupere. No quiero que te quedes aquí. Cuanto antes salgas de mi vida para siempre mejor, fuiste una diversión muy interesante en aquel momento, pero ya me he cansado de ti. Me estorbas.
—El sentimiento es mutuo. —comentó ella en un murmullo.
La acompañó hasta la puerta de Jeannette y se detuvo antes de abrirla.
—Pasa. Dejaré tus cusas en tu habitación.
______ abrió la puerta y Jeannette levantó la vista. Parecía tener más edad y se la veía cansada, débil y con la palidez de la muerte.
—Oh, Jeannette —exclamo _____, corriendo hasta la cama.
La anciana le tendió ni brazos.
-Mi querida niña—murmuro. Cuánto te he extrañado. ¿Te ha obligado él a venir? ¿Por que estas aquí? ¿Cómo estás? El viaje ha debido ser terrible para ti.
—Si —____ asintió con la cabeza apoyada contra el pelo plateado de la anciana— Pero ahora me alegro de haber venido. ¿Qué es lo que le ha pasado a usted?
—No tengo apetito—le dijo Jeannette con voz cansada—. Ya no tengo deseos de vivir. Te lo dije antes de que te fueras, querida, ya no tengo ningún aliciente por el cual vivir.
—Pero tiene que hacerlo —le dijo _____, sentándose en la cama y cogiéndole una mano. Joe ya ha vuelto.
—Sí. Está en casa diez minutos al día. Y cuando está aquí, maldice como un carretero y da voces a la servidumbre... no sé qué le ha pasado, pero el cambio ha sido terrible.
—¿Y qué hay de la enfermera qué iba a contratar? -pregunto _____.
—Odio a las enfermeras. Levantó la vista para mirarla. Te he extrañado. Lo pasábamos muy bien las dos juntas.
—Yo también le he extrañado, respondió ______ con una sonrisa—, pero no se cuanto voy a poder vivir aquí, hasta que él considere que ya es suficiente. Temo que llegue a darse cuenta.
—Deberías decirle. Te entendería. La culpa no es toda tuya. El hombre también tiene que aceptar su responsabilidad. Sabes que es imposible quedarse embarazada sola; incluso Joe tendría que comprenderlo.
—¿Embarazada?
El hombre que estaba junto a la puerta se había quedado terriblemente pálido. Sus ojos recorrieron a _____ mientras su mente trabajaba velozmente. Sus náuseas, la ropa suelta. La forma en que había evadido la maleta que el le había tirado, su deseo de no acompañarle en el viaje. Cerró los ojos.
—¡Cielo Santo! —murmuró—. Y yo te he obligado a venir, poniendo a la criatura en peligro. ¿Qué he hecho?
Capítulo Diez
Aun cuando ya se lo imaginaba, ____ se sintió desfallecer.
Había conseguido mantener la calma delante de Jeannette, pero, ¿qué iba a hacer ahora? Joe no le había dicho nada personal desde que había salido de viaje. Si tenía que hablar con ella, lo hacía con tanta brevedad que casi resultaba peor. Ahora parecía odiarla, así que ¿cómo podía decirle que estaba embarazada?
Jeannette necesitaba a _____ más que nunca, pero tarde o temprano tendría que marcharse, cuando ya no le fiera posible disimular su estado. ¿Y luego qué? No soportaba la idea de que el llegara a enterarse. No quería saber cómo reaccionaría al pensar que le había atrapado. Ya tenía la impresión de que era un estorbo para él... una amante despechada que se interponía en su camino.
Sus pensamientos la atormentaban. No sabía qué hacer. Amaba a Joe. Parte de su ser brincaba de emoción al pensar en el bebé. Pero su parte más sensata estaba aterrorizada. Pensó en su incapacidad para mantener a otra persona, en todos los problemas implícitos que conllevaba ser una madre soltera, en la vergüenza de sus padres por su embarazo fuera del matrimonio. Qué complicación. ¡ Y todo por una noche de debilidad!
La única persona con la que podría haber hablado era con Marla Sayers, pero Marla se encontraba fuera de la ciudad. Había ido con Andy a visitar a su madre. _____ se había relacionado muy poco con su amiga desde que trabajaba para los Herrera. Marla estaba ocupada cuando _____ tenía tiempo libre y a la inversa. Ahora _____ deseaba haberse esforzado más por mantener viva esa amistad. Necesitaba contar con alguien. En ese momento, recordó algo que ya no deseaba que sucediera. Joe le había dicho en una ocasión que él quería ser su mejor amigo. Empezó a llorar. Lloraba por cualquier cosa. Perdió el apetito debido a sus constantes mareos. En ocasiones, se sentía tan cansada que ella misma se asustaba. Tenía ganas de dormir días enteros. Su aspecto físico también empezó a cambiar. Los senos la aumentaron y empezó a perder la cintura. Mientras tanto, se preguntaba qué hacer.
Las llamadas de Joe se habían reducido a una por semana y afortunadamente no había dicho nada de volver. Fue Jeannette quien hizo que todo saliera a la luz.
Mientras _____ le leía una carta una noche, le pregunto sin ningún preámbulo:
—¿Estás embarazada, _____?
La carta cayó de sus manos. ______ buscó en vano una respuesta. Pero, ¿qué podía decirle?
—Si —replicó en un tono desesperado, mirándose los pies. Llevaba puesta una camisa suelta y el pantalón desabrochado; se sentía enorme a pesar de que sólo estaba de dos meses y medio. Era increíble que Joe ya llevara fuera tanto tiempo.
—Ya hace muchos años de ello —murmuro la anciana—. Pero todavía recuerdo cuando llevé a mi hijo en mis entrañas. Fue mi mayor felicidad. Pero no lo es para ti, ¿verdad?
—No sé qué hacer —respondió, negando con la cabeza—. Mis padres se escandalizarán. Son personas de profundas creencias religiosas. Viven en un pequeño pueblo y no me educaron para ser una libertina.
—No me parece que lo seas, ______ —fue la respuesta que recibió—. Debió ocurrir poco antes de que vinieras a trabajar para mí. ¿Amas al padre?
_____ hizo un movimiento de cabeza afirmativo, pero no se atrevió a levantar la mirada.
—¿Y él que dice?
—Él no lo sabe —dijo con labios temblorosos—. Tengo la impresión de que ya no me necesita, fue algo de una sola noche. Yo estaba loca por él y me necesitaba, pero dejó de desearme con la misma rapidez. La situación clásica. Supongo que sentía pánico al darme cuenta que había llegado a los veintiocho años y todavía estaba sola y sin un marido. Bueno, sigo sin marido —añadió levantando la vista—. Pero dentro de muy poco dejaré de estar sola.
¿Estás segura de que ese hombre no quiere casarse contigo y reconocer a su hijo? —preguntó Jeannette después de morderse un labio.
—Es probable que niegue que es suyo —replicó ella—. Me odia. Ya sólo soy un estorbo para él.
—No parece ser un hombre digno de ti—exclamó la anciana—. Estarás mejor sin él, pero, ¿qué vas a hacer, _____?
Buscaré otro trabajo, lo siento, pero, como comprenderá, no puedo quedarme aquí.
—No soy tan vieja como para no poder soportar a un niño —le dijo Jeannette disgustada.
—Por supuesto que no —trato de aplacarla ______—, pero Joe no lo aceptara. Usted sabe. Él y yo discutíamos por todo últimamente. Rechaza el solo hecho de tenerme presente. Siempre ha sido así.
—Lo sé. Creía que las cosas entre vosotros mejorarían con el tiempo, bien lo sabes—admitió la señora—, pero pude advertir que algo no iba bien entre vosotros el día que se marchó.
Y la situación empeorará si supiera que estoy embarazada—añadió _____. Tenía que evitar que Jeannette le hablara del niño, pero sin dejarla saber por qué—. Agradecería que no se lo dijera. Quie... quiero marcharme antes de que él vuelva.
-Entiendo —dijo Jeannette de pronto, con los ojos llenos de tristeza haciendo que el corazón de _____ se acelerara. La anciana suspiró—. Crees que su opinión acera de ti cambiaría si se entera, ¿no es así? Pero, querida, él no es un ogro, y es consciente de que las personas son seres humanos y por lo tanto pueden cometer errores. Quizá puedas darle la oportunidad...
-No —respondió ______—. No puedo permitir que él lo sepa. Por favor, prométame que no se lo dirá.
—Esta bien, cariño. Lo prometo.
-Volveré a mi casa cuanto antes —comentó _____ adelantándose—. No se lo diré a mis padres todavía, pero me iré a mi casa a meditar. Tengo que darme tiempo para ello. Todavía no es muy evidente mi embarazo. Mis padres están tan ocupados que no se darán cuenta. Cuando ya no pueda ocultarlo, estaré trabajando en otra parte.
La anciana estaba desolada.
—Te extrañaré mucho, ______. ¿Hay algo que yo pueda hacer? Incluso en el aspecto económico...
—No —______ se levantó de pronto y abrazó a la anciana con afecto, procurando no hacerla daño—. La quiero, Jeannette Herrera—le dijo con una débil sonrisa—. Nunca la olvidaré.
—Yo tampoco —murmuró Jeannette
______ salió sin volver la vista. Esa misma noche llamó a sus padres, finalizo su contrato de alquiler con los Kennedy y sacó un billete para la mañana siguiente
Le fue difícil dejar la casa y sus recuerdos, sabiendo que nunca volvería a ver a Joe. Tenía el corazón destrozado y despedirse de Jeannette le resultó muy doloroso. Aun cuando tenía suficiente servidumbre y la anciana le prometió que contrataría una enfermera que la cuidase por las noches, _____ sentía remordimientos por marcharse, sin embargo, ya no quedaba otra alternativa. Lo peor, o lo mejor, dependiendo del punto de vista, ya había pasado. Ahora tenía que hacer varios arreglos. Después de todo, no estaría tan mal. Sólo se preguntaba si su niño aceptaría las decisiones que tomara. La criatura tendría que vivir sin un padre, y ese era un estigma que nunca había esperado que ninguno de sus hijos tuviera. Era irónico que cuando Joe tenía la edad de necesitar un hijo y ella estaba a punto de darle uno, él no pudiera enterarse de ello. Sintió una tristeza amarga por los dos.
Jack y Peggy Puente rondaban los cincuenta años. Él era alto y delgado y tenía el pelo negro, y ella era rubia, de baja estatura y ojos azules. Eran muy diferentes, pero resultaba evidente el amor que existía entre ellos. _____ siempre había envidiado la devoción que sentían el uno por el otro, y siempre había esperado encontrarla también. Ahora estaba embarazada, pero no por amor. Su estado se debía al dolor y la pasión de un hombre, nada más.
-Me alegro tanto de tenerte de nuevo en casa —comento Peggy mientras preparaban la cena esa noche. Te hemos extrañado. ¿Has vuelto para quedarte?
—No lo sé —admitió _____—. No estoy segura. Sólo necesito un poco de tiempo para mí misma. Podríamos decir que me encuentro en una etapa de indecisión.
—No nos has contado mucho acerca de tu último trabajo. Trabajabas para una anciana, ¿verdad?
—Sí, una anciana encantadora. Ya la echo de menos.
—Entonces, ¿por qué la has dejado?
_____ luchaba por encontrar una objeción adecuada.
—Deja a la chica en paz —intervino su padre con un gesto de disgusto fingido—. Ya está en casa, ¿no? Y Eso es suficiente —paso un brazo por los hombros de su hija—. Únete a mí, pequeña. Yo te protegeré de la inquisidora.
Peggy rió y le amenazó con un cucharón.
A partir de ese momento ya no hubo más preguntas. _____ se adaptó a la nueva rutina. Ayudaba a su padre a preparar las comidas y a arreglar la casa, mientras Peggy se dedicaba a su trabajo. En sus ratos libres extrañaba a Joe con desesperación y pensaba en el pequeño ser que llevaba en sus entrañas y en como se las arreglaría para sacarle adelante. También se preocupaba por
Jeannette. Le había resultado muy difícil dejar a su amiga.
Fue a ver a su abuelo, que se encontraba recogiendo conchas en la playa, al finalizar su primera semana en casa. Se acercó a él con pereza. Se había puesto una amplia camisa de flores y llevaba el pelo suelto.
—Ya era hora de que volvieras a casa —comento el abuelo, contemplando un caracol que acaba de coger—. Creía que vendrías a verme antes. Yo si he ido a verte.
—Durante cinco minutos, entre dos juegos de pelota del domingo —le acusó ella—. He estado muy ocupada. Alguien tiene que cocinar para mamá y papá.
El viejo rió. Limpió el caracol con su camisa y le dijo:
—¿Ya se lo has contado?
—¿Contarles, qué? —preguntó ella asombrada.
—Lo del niño.
_____ se quedó helada. Su abuelo era muy perceptivo. Se preguntó si se lo habría dicho alguien o simplemente lo habría adivinado.
—Lo he adivinado por tu expresión —aclaró él adelantándose a su pregunta—. La he visto muchas veces y sé reconocer los signos. Recuerda que tu abuela y yo tuvimos seis. Tu padre también lo hubiera advertido si no estuviera tan embebido con tu madre. Ellos nunca se fijan en ti. Yo si.
—Siempre he pensado que tu eres la única persona que me quiere de verdad por mí misma —le dijo con cariño.
—Eres mi nieta favorita. Siempre lo has sido. La mejor de mis quince nietos. Fuiste la única que acudió a mi lado cuando tu abuela murió. Responde, ¿vas a decírselo?
—No puedo —respondió—. Son como dos niños.
—¿Y qué hay del padre?
—Me odia —le confesó con un suspiro.
—¿Crees eso? —preguntó él levantando la vista—. Te apuesto diez a uno a que no es así; de otra manera, ¿por qué hubiera venido?
—¿Venido? —_____ frunció el ceño y volvió la vista en la misma dirección que su abuelo.
De pronto, se sintió enferma. Ella sólo conocía un hombre que fuera tan grande. Levaba puesto un traje gris y parecía tan amenazador como un toro a punto de embestir al torero.
—Supongo que le conoces —le dijo su abuelo riendo.
—Me temo que sí —respondió _____ atemorizada.
—Buenos días—dijo el anciano al recién llegado—. Hace muy buen tiempo para pescar, ¿quiere probar suerte?
—Eso depende de la presa —respondió Joe con frialdad.
Sus ojos reflejaban su furia y estaban fijos en la cara ruborizada de ______.
—Creo que pasearé un poco playa abajo —dijo el abuelo guiñando un ojo a _____—. Grita si me necesitas. Póngale una mano encima —advirtió a Joe en tono amenazador— y sabrá por qué dicen que nosotros los de Georgia, somos tan impulsivos —se alejó silbando una melodía y bajándose su gorra de capitán sobre los ojos.
______ le siguió con la mirada. Le habría gustado que se hubiera quedado.
—Supongo que es tu abuelo —comentó Joe.
—Así es, ¿como está tu abuela? —preguntó ella sin levantar la vista de sus limpios zapatos.
—Enferma —le dijo—. Así que no pudiste soportarlo. La carga de una inválida fue demasiado para ti.
—Ese no fue el motivo por el que me fui.
—Por supuesto que sí.
Se llevó la mano a un bolsillo y sacó un cigarrillo. Lo encendió, sin apartar la vista de ella un solo instante.
—Estuviste a punto de engañarme, _____. Realmente creía en ti, pero todo era una farsa. Dejaste a mi abuela sola en la casa antes que ella pudiera moverse, y saliste corriendo en el momento que yo te di la espalda.
—No salí corriendo —le aclaró ella. Le dije que me marchaba y por que.
—Ni siquiera me dijo que te habías marchado. No me he enterado que te habías ido hasta que he vuelto. Eres una farsante. Eres como el resto de las de tu sexo, sólo a la caza de lo que puedan atrapar.
-¡Rechacé tu coche!, ¿no es así? —le gritó alterada eso asustaba. Si perdía al niño, nunca lo perdonaria.
—¡Márchate, Joe, déjame en paz!
—Ni lo pienses —señaló—. Vas a volver conmigo, señorita Puente. Podrás presentar tu renuncia con un mes de antelación, y luego te irás si lo deseas, pero no desaparecerás cuando se te antoje.
—No volveré contigo —musito.
—Por supuesto que sí. ¿O quieres que les explique a tus padres cuál es nuestra relación? —la desafió, dando una larga calada a su cigarrillo mientras la veía palidecer.
—¿Por qué quieres que vuelva? Tú me odias.
—A mi abuela le gustas —replicó él con voz cortante—. Se esta muriendo. Se ha dado por vencida y todo porque tú la abandonaste. He pasado demasiadas horas de agonía como para permitir que ella se deje morir. Vas a volver a casa conmigo para ayudarme a conseguir que recupere las ganas de vivir.
—¡No puedo! —repitió ella.
Sus ojos se llenaron de lágrimas al levantar la vista.
Amaba sus duras facciones, cada uno de sus rasgos. Su corazón se estaba rompiendo en mil pedazos, y él estaba demasiado ciego como para verlo.
—Está bien. Entonces hablaré con tus padres, dijo y se dio la vuelta.
Ella le agarró de una manga y le dijo con desesperación.
—No puedo volver a Chicago — murmuro.
—¿Por qué no? ¿Tu conciencia te lo impide? —la desafió.
—Tú eres el que siente remordimientos de conciencia. ¿Verdad?—le dijo ella bajando la vista—Ya... ya tengo otro trabajo.
—Cuánto lo siento. Vamos, te ayudaré a recoger tus cosas.
—No es posible que ella haya recaído por mi causa —gimió ella. La destrozaba con la mirada— Ella es lo único que me queda en la vida, no voy a permitir que se muera sin luchar. Si te necesita a ti para seguir con vida te tendrá.
—¿Sin importar lo que me pase a mí? —preguntó ______.
—¿Qué puede pasarte a ti? —exclamó él sin mirarla a los ojos, emprendiendo la marcha hacia la casa. Ya no significo nada para ti, pero pensaba que ella si te importaba.
—Y así es.
—Pues vaya una forma de demostrarlo!
_____ no se molesto en contestarle. Dado su estado de ánimo en ese momento, no serviría de nada. Le siguió el paso arrastrando los pies. Le gustaba andar, pero ahora se cansaba con mucha facilidad. Cuando llegaron a la casa, estaba tan pálida como el papel.
—¡Hola, querida! —exclamó Peggy desde el pórtico. Veo que le ha encontrado, señor Jonas.
—En efecto —replicó. Tiró su cigarrillo y lo enterró en la arena con un zapato—. ¿Y bien? —Preguntó a _____—, ¿se lo digo o no? _____ subió los escalones, evitando la mirada de su madre.
—Tengo que volver a Chicago —le dijo a su madre—. La señora Jonas ha empeorado.
—¡Cuánto lo siento! —comento Peggy, mirando el rostro grave de Joe.
—Yo también —añadió Jack, dando un apretón a su hija en el hombro—. Ya empezaba a acostumbrarme a tenerte de nuevo en casa.
—Volveré antes de lo que crees —informó _____, dando un beso a su padre—. Será mejor que vaya a hacer mi maleta —no volvió la vista hacia atrás.
Joe condujo un coche alquilado hasta el aeropuerto de Savannah sin apartar la vista de la carretera. Cruzaron la hermosa ciudad sureña con sus bonitas casas y gran cantidad de plazas y altos árboles. _____ adoraba su arquitectura y en otras circunstancias habría disfrutad del viaje, pero el hombre que conducía no era el mejor de los compañeros para comentar el recorrido, y no hizo ningún intento por entablar conversación. ¿Qué podía hacer?, se preguntaba una y otra vez.
El viaje en el avión la mataba, lo sabía muy bien. Apenas había despegado el aparato cuando las náuseas la obligaron a correr hacia los lavabos. Se lavó la cara con una toalla de papel húmeda y volvió a su asiento.
—¿Estás bien? —la interrogó Joe con el ceño fruncido.
—He tenido una gripe —le mintió—. No me encuentro bien.
—¿Tienes que tomar alguna medicina? —preguntó él mientras la estudiaba.
_____ la llevaba consigo, pero no le gustaba tomar medicamentos. Temía que pudieran hacer daño al bebé, a pesar de que tanto el médico como el encargado de la farmacia le habían asegurado que no había ningún peligro.
—No me gusta tomar pastillas —le respondió en voz baja.
—¿Te gusta más vomitar? —replicó él.
Echando chispas por los ojos, se volvió en su asiento.
—Odio a los yanquis —le dijo con frialdad.
—No fue eso lo que me dijiste la noche anterior a la intervención quirúrgica de mi abuela —respondió él sosteniendo su mirada.
_____ cerró los ojos. No quería recordar. Sacó una pastilla de su bolso, teniendo buen cuidado de que Joe no viese el prospecto, ya que en letra grande se especificaba que se trataba de un medicamento contra el mareo en las primeras etapas del embarazo. La tragó con ayuda de un sorbo de café.
—Te encuentro rara —le dijo Joe después de un rato.
—No he comido —le indicó tajante—. ¿Cómo esperas que me sienta? Estaba paseando por la playa para ver si mi estomago se asentaba y tan pronto como te vi se volvió a revolver.
Joe sonrió a su pesar.
—¡Dios mío, parece que han pasado siglos desde que te vi por última vez!
—¿De verdad crees eso? Yo confiaba en que pasarían años antes que tuviera que volverte a ver. Me refiero a años luz —añadió con un tono glacial.
Furioso, Joe encendió un cigarrillo.
—¿Te importaría apagarlo?—le desafió—. Me siento bastante mal.
—Estás haciendo las cosas más difíciles. Comentó Joe después de apagar el cigarrillo con un gesto de disgusto.
—Tú también. Siento lo de Jeannette, la quiero mucho, pero no me puedo pasar toda mi vida en Chicago, en especial si tengo que estar cerca de ti. Te odio.
Joe no movió ni un músculo. Parecía haber dejado de respirar. Cogió una revista de la bolsa que había en el respaldo del asiento de delante y empezó a verla, como si nada en el mundo pudiera preocuparle.
_____ se reclinó en su asiento con lágrimas en los ojos. Se sentía, enferma, sola. ¿Qué haría si él adivinaba lo que le pasaba? ¿Qué le diría a Jeannette? Nunca se había sentido tan inútil. Y a él no le importaba. Eso era lo que más la dolía. No le importaba.
De haber visto los ojos negros que estaban fijos sin leer en la revista, quizá hubiera cambiado de opinión. Estaban tan atormentados, que habrían intensificado sus lágrimas.
Horas más tarde, Joe conducía a su casa. A su lado, ______ estaba adormilada, tanto por la pastilla, como por la larga travesía, pensaba meterse en la sauna, pero estaba segura de que Joe no se lo permitiría.
Se había sentido muy mal cuando se despidió de Jeannette, y ahora las dos se verían obligadas a vivir la misma escena.
¿Qué haría para poder marcharse por segunda vez?
Joe sacó su maleta del maletero y lo cerró.
—Toma —le dijo arrojándole la pequeña maleta de fin de semana—. Sirve de algo.
_____ la dejó caer con toda intención, temiendo que el esfuerzo por atraparla pudiese perjudicar al niño. Cayó sobre los escalones y los frascos que llevaba en su interior se hicieron añicos.
—Dios mío, discúlpame — contestó él tajante, inclinándose para recogerla—. No me había dado cuenta de que estuvieses tan débil que no pudieras llevarla. Abre la puerta entonces.
_____ le obedeció sin mirarle.
-Algo más —le dijo él deteniéndose en el exterior, con mirada amenazadora—. No te hagas ninguna ilusión de quedarte mas tiempo que el estrictamente necesario para que ella se recupere. No quiero que te quedes aquí. Cuanto antes salgas de mi vida para siempre mejor, fuiste una diversión muy interesante en aquel momento, pero ya me he cansado de ti. Me estorbas.
—El sentimiento es mutuo. —comentó ella en un murmullo.
La acompañó hasta la puerta de Jeannette y se detuvo antes de abrirla.
—Pasa. Dejaré tus cusas en tu habitación.
______ abrió la puerta y Jeannette levantó la vista. Parecía tener más edad y se la veía cansada, débil y con la palidez de la muerte.
—Oh, Jeannette —exclamo _____, corriendo hasta la cama.
La anciana le tendió ni brazos.
-Mi querida niña—murmuro. Cuánto te he extrañado. ¿Te ha obligado él a venir? ¿Por que estas aquí? ¿Cómo estás? El viaje ha debido ser terrible para ti.
—Si —____ asintió con la cabeza apoyada contra el pelo plateado de la anciana— Pero ahora me alegro de haber venido. ¿Qué es lo que le ha pasado a usted?
—No tengo apetito—le dijo Jeannette con voz cansada—. Ya no tengo deseos de vivir. Te lo dije antes de que te fueras, querida, ya no tengo ningún aliciente por el cual vivir.
—Pero tiene que hacerlo —le dijo _____, sentándose en la cama y cogiéndole una mano. Joe ya ha vuelto.
—Sí. Está en casa diez minutos al día. Y cuando está aquí, maldice como un carretero y da voces a la servidumbre... no sé qué le ha pasado, pero el cambio ha sido terrible.
—¿Y qué hay de la enfermera qué iba a contratar? -pregunto _____.
—Odio a las enfermeras. Levantó la vista para mirarla. Te he extrañado. Lo pasábamos muy bien las dos juntas.
—Yo también le he extrañado, respondió ______ con una sonrisa—, pero no se cuanto voy a poder vivir aquí, hasta que él considere que ya es suficiente. Temo que llegue a darse cuenta.
—Deberías decirle. Te entendería. La culpa no es toda tuya. El hombre también tiene que aceptar su responsabilidad. Sabes que es imposible quedarse embarazada sola; incluso Joe tendría que comprenderlo.
—¿Embarazada?
El hombre que estaba junto a la puerta se había quedado terriblemente pálido. Sus ojos recorrieron a _____ mientras su mente trabajaba velozmente. Sus náuseas, la ropa suelta. La forma en que había evadido la maleta que el le había tirado, su deseo de no acompañarle en el viaje. Cerró los ojos.
—¡Cielo Santo! —murmuró—. Y yo te he obligado a venir, poniendo a la criatura en peligro. ¿Qué he hecho?
Nani Jonas
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
Wowowowowo!
(Baile de 15 segunds)
Ya Joe sabe q sta embarazadaa!!
Ahhh muero por saber su reaccin! *-*
Siguelaa
SuplicadiitO!
Besosss
Siguela (x 100000)
Att : tu fiel lectoraa! :D
(Baile de 15 segunds)
Ya Joe sabe q sta embarazadaa!!
Ahhh muero por saber su reaccin! *-*
Siguelaa
SuplicadiitO!
Besosss
Siguela (x 100000)
Att : tu fiel lectoraa! :D
Yhosdaly
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
wow siguela pronto xfa
sube ya xfaaaaaaaaaa
necesito cap
sube ya xfaaaaaaaaaa
necesito cap
damned
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
wow...ya se entero...
ojala que el remordimiento lo culpe...
SIGUELA!!!!
ojala que el remordimiento lo culpe...
SIGUELA!!!!
jamileth
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
Pero es qe me mato!
Primero te mato a ti por no seguirla... es qe NO puedes dejarla ahi!!
El ya sabe... me da miedo, no qeria qe se enterara asi... pero bueno
Le va a decir qe es de el o qe?
NO se odia, no se pueden odiar... aaaaaww
Siguelaaa pleasee!!
Te prometo qe me encantaaaa!!
Necesito qe la sigas... enserio!
Sigueeeeee!
Primero te mato a ti por no seguirla... es qe NO puedes dejarla ahi!!
El ya sabe... me da miedo, no qeria qe se enterara asi... pero bueno
Le va a decir qe es de el o qe?
NO se odia, no se pueden odiar... aaaaaww
Siguelaaa pleasee!!
Te prometo qe me encantaaaa!!
Necesito qe la sigas... enserio!
Sigueeeeee!
CrazyxJonas
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
Nani Jonas escribió:aranzhitha escribió::) me encanto el capi segui pronto
creo qe eres nueva lectora asi qe bienvenida :D
chicas les subire un cap mas porqe nose si prodre subir mañana ok
ola si soy nueva lectora
:oops: lo siento por no presentarme
me llamo aranza :) y me encanta tu nove :lol:
asi como tus otras noves sube pronto 8)
aranzhitha
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
Pleaseee sigelaaa!!
Necesito otro cap, en serio!
Pofavor; SIGUELAAAAA!! c:
Necesito otro cap, en serio!
Pofavor; SIGUELAAAAA!! c:
CrazyxJonas
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
chicas dusculpen la tardansa esqe e estado un poco deprimida
y no tengo ganas de nada pero ya no las molesto mas con mis cosas
ahora les subo el cap final muchas gracias por su apoyo y comentar
ame cada uno de ellos las qiero
Capítulo Once
_____ le contempló sin decir nada. Parecía deshecho por lo que acababa de saber de forma tan inesperada, ¿pero cómo se sentía acerca del niño? Atrapado, disgustado... ¿cómo? Sus grandes ojos azules le observaban con cuidado, como un cazador. Joe la miraba fijamente, como si la viese por vez primera.
—Lo siento —, le dijo _____ con voz temblorosa—. Yo no quería volver aquí, tú lo sabias. Si tú no hubieras ido, nunca te habrías enterado.
—¡Dios mío! —Exclamó—. ¿Ese es el motivo por el cuál te marchaste?
—Por supuesto que ese es el motivo —-intervino Jeannette mirándole disgustada. _____ temía que la despreciaras si te enterabas. Me hizo jurarle que guardaria el secreto antes de marcharse.
_____ luchaba por buscar las palabras apropiadas. Se movía inquieta en la cama.
—Le he dicho a tu abuela que el padre no sabe nada — dijo _____, tratando de crear la impresión de que el padre de la criatura no era él. No quería delatarle.
Le suplicó con la mirada que siguiese adelante con su juego, que evitase a su abuela la preocupación de un escándalo.
—No quiero que e él se entere. El niño es mío. Lo tendré y lo cuidaré yo sola.
—No harás tal cosa —le dijo Jeannette—. Te quedarás aquí y yo te ayudaré y si a Joe no le parece bien, puede mudarse a otra parte —añadió, dirigiendo una mirada fulminante a su nieto—. Un niño en la casa podría mantenerme viva muchos años más. Adoro a los niños.
Por fin, Joe consiguió moverse del marco de la puerta y entró en la habitación. Se pasó una mano por el pelo, haciéndolo caer en desorden sobre su frente. _____ bajó la vista hasta la cama para que los recuerdos no la atormentaran.
—Es asombroso que trates de protegerme después dé la forma en que yo te he tratado —dijo Joe en voz baja.
Se dejó caer en la silla que estaba junto a la cama y miro a _____ mientras Jeannette fruncía el ceño. Cogió la mano libre de _____ entre las suyas y miro a su abuela.
—Tengo algo que confesar —le indicó—. Yo soy el hombre que _____ trata de proteger. Acudí a su lado en busca de consuelo la noche anterior a tu intervención quirúrgica, abuela, y gracias a una generosidad mal entendida, ella se entregó a mí. El niño es mió.
—¡Joe! —exclamó _____ con tono lastimero—. ¡Cuánto lo siento!
—Se necesitan dos... — dijo él apretándole la mano.
La cara de Jeannette brillaba de felicidad, sus ojos adquirieron nueva vida y contuvo el aliento.
—¿Entonces ese niño será mi biznieto? —exclamó Jeannette.
—Me temo que sí —respondió Joe con mal humor fingido. Dirigió la mirada hacia la cara avergonzada de _____—. No existe ninguna otra posibilidad de que el padre del niño sea otro.
Los labios de _____ temblaban. Bajó sus ojos llenos de lágrimas a su regazo y las lágrimas cayeron sobre la mano de Joe.
—No —murmuró él—. No llores. Todo saldrá bien.
—Por supuesto que sí, cariño —añadió Jeannette con gentileza.
Extendió la mano y acarició la cabeza de _____—. Joe y yo nos haremos cargo de ti. Un niño —dijo en un suspiro.
Ya no era la anciana derrotada que _____ había encontrado unos minutos antes. De pronto, algo acudió a su mente:
—¡Pero, Santo Dios, Joe, no estáis casados!
—Lo estaremos esta semana —respondió él, con tono imperturbable; se puso de pie— y no te niegues —indicó a la joven que estaba a punto de protestar—. Si lo haces, te juro que llamare a aquel fotógrafo que te hizo la foto con el impermeable para darle un informe que le hará ganar el Premio Pulitzer y enviaré una copia a tus padres, _____. Hablo en serio. Te casaras conmigo, lo quieras o no.
—¡Maldito seas! —exclamó furiosa _____.
—Así que esa es la forma en que la hiciste volver contigo—murmuró Jeannette mientras estudiaba la cara de su nieto. La amenazaste con decirles a sus padres lo que había pasado entre vosotros, ¿verdad?
—Era la única manera de hacerlo —confesó él con un suspiro—. _____ y Jeannette intercambiaron significativas miradas. Joe se acercó a la ventana y descorrió las cortinas.
—Es curioso —dijo él con una sonrisa— Puedo hacer cálculos mentalmente, puedo pelear y vencer a mis competidores en la lucha por un contrato, puedo levantar enormes rascacielos, pero cuando se trata de personas, tardo mucho en conocerlas —se volvió lentamente y miró a _____ de arriba a abajo con gesto apesadumbrado—. _____, hoy te he dicho cosas terribles. Espero que algún día llegues a perdonarme por lo que he dicho y por lo que te he hecho. Si te sirve de consuelo, la situación tampoco me gusta a mí.
Así que no quería al niño, pensó ella. Bueno, eso ya lo sabia, ¿o no? Se sintió envejecer por instantes.
—¿Por qué no vas a acostarte —le dijo Jeannette con dulzura—. Ya me siento mejor. Incluso me atrevo a decir que tomaría una cena monstruosa ahora que ya tengo un aliciente. Sé hacer punto, ¿lo sabías? Haré cien preciosos patitos y gorritos—. Oblígala a descansar, Joe —pidió a su nieto-. Necesita mucho descanso.
—Y mándame a Baxter, quiero que me compre unos sellos —anunció—. Tendremos que poner un anuncio en los periódicos anunciando vuestro matrimonio, _____ debe llamar a sus padres...
Con un gesto, Joe le pidió que salieran de la habitación dejando que Jeannette siguiera pensando en todos los detalles.
_____ se apartó de él inmediatamente y se dirigió a la habitación para huéspedes. Al ver la cama, los recuerdos volvieron a su mente, reviviendo aquella ocasión en que había estado con Joe en el mismo sitio.
Su maleta y sus pertenencias estaban en el armario, única muestra de su presencia. Percibió el aroma a perfume y supo que provenía de los frascos rotos, de su bolsa de cosméticos.
—Te compraré nuevos artículos de tocador —le dijo Joe—. Siento haberte tirado la maleta con ellos. De haber sabido que estabas embarazada, nunca lo habría hecho.
—No te molestes en tratarme como si fuera de cristal —le dijo ella con tono cortante. Se sentó en la cama y se recostó con un suspiro. Estoy tan cansada... —murmuro antes de cerrar sus ojos.
—Cansada, enferma y alterada, y todo por mi culpa —comentó él en voz baja.
Se inclinó y le quitó los zapatos, luego le cubrió las piernas con una manta. De pronto, se sentó a su lado, y _____ abrió los ojos.
—No te haré, daño —le dijo con gentileza. Posó una mano sobre su cabeza y le apartó el pelo de la cara—. Me arrepiento de todo.
_____ cerró los ojos para que no viese sus lágrimas. Podría haber tolerado su enojo, pero su ternura la derrotaba
-Trataba de impedir que te enteraras—dijo con la voz quebrada.
—Lo sé —respondió él—. Abre los ojos, _____ —le dijo tocando sus labios con la mano.
Cuando le miró, reconoció que estaba mirándole con una expresión inexplicable.
—¿Por qué no querías que supiera lo del niño? -preguntó con gentileza.
—Porque no sabia cómo reaccionarías, ni siquiera sabía si aceptarías que el niño era tuyo —respondió inquieta.
—¿Es qué has perdido la razón? —preguntó él—. ¿Cómo podía ser de otro hombre?
—Podrías haberme acusado de haber mantenido relaciones no solo contigo —murmuró ella.
—Por supuesto.
—¿Con quién?
—Con Baxter.
_____ apretó los labios.
Joe sonrió levemente.
—Has dado a la abuela una importante razón para vivir. Ahora ya tiene un motivo por el cuál luchar.
—Sí, ya lo he advertido —respondió, alguien que se alegra de todo esto.
—¿Y tú no? —preguntó él con gentileza. ¿Es que no deseas el niño?
—Por supuesto que sí, pero tú no.
—¿Y eso? —exclamó extrañado.
—No querías ningún compromiso. ¿Recuerdas? —gritó, incorporándose para verle mejor—. «No quiero ataduras», me dijiste, «sólo un interludio placentero».
—Y yo que pensaba que te habías entregado a mí sólo por lástima.
—Sentí lástima de mi misma por ser tan estúpida y...
Joe la obligó a callar, posando sus labios sobre los de ella. _____ trató de echarse hacia atrás, pero él la detuvo colocando una mano en su cuello.
—No —murmuró él—. No te muevas.
—Joe, no lo hagas, por favor...
Pero sus labios la dejaban indefensa y antes de haber podido hacer acopio de la fuerza de voluntad suficiente para resistirse, la vieja magia empezó a apoderarse de ella. Sintió que su boca se suavizaba, abriéndose a sus labios persuasivos. Sintió que su lengua jugaba sobre sus labios, insistente. De pronto, sus brazos la atrajeron en un abrazo cálido y ferviente.
—Oh, Joe —gimio.
Los brazos de _____ subieron a su cuello y su boca respondió hambrienta. En un instante todo el mundo había empezado a girar alrededor.
—Mi hijo —murmuro Joe contra sus labios, haciéndola reclinarse sobre la cama—. Llevas a mi hijo...
______ se dejó ahogar en besos suaves y ardientes, arqueando su cuerpo cuando él empezó a acariciarle los senos. La joven abrió los ojos cuando él levantó la cabeza; sintió frío se dio cuenta de que Joe ya le había desabrocharlo el vestido. La miraba, apreciando los cambios que su incipiente embarazo ya le había efectuado a su organismo.
—Muy hermosa —murmuró él con una sonrisa, apreciando lo que estaba a su vista. — Tus pechos han crecido.
—Están hinchados —Le dijo ella apenada.
—Eso está más oscuro — señaló él, trazando el contorno de un pezón.
Bajó la vista a su estomago, apreciando su ligera hinchazón encima de la braguita tipo bikini que ella llevaba. Titubeó antes de acariciarla, como si temiera hacerle daño. La miró a los ojos.
—¡Un niño! -exclamó sin quitarle la vista de encima—. Nunca he hecho el amor conectándolo con esto —confesó—. Nunca pensé que un niño pudiera ser consecuencia de ello.
—Los hombres nunca piensan eso, ¿verdad? —Preguntó ella con gentileza—. ¿Crees que las mujeres encuentran a los niños en el jardín, entre las flores?
—No —respondió él sonriéndole. Su cara irradiaba ternura, ya no era amenazadora ni fija.
—Siento haberme ido con tanta rapidez —le dijo—. Jeannette me prometió que contrataría a una enfermera, y yo estaba muy asustada...
—Lo supongo —replicó él, inclinándose para besarla en la frente—, Yo me marché como un lobo para lamerme las heridas. Pensé que podría olvidarte, por eso no quería hablar contigo cuando llamaba por teléfono. ¡Cuanto lo siento! Podías habérmelo dicho todo, si las cosas no hubieran estado tan tirantes entre nosotros.
—¿Dices que te marchaste para lamerte las heridas?
—¿Heridas? —preguntó ella, asombrada por su inesperada confesión.
—No me dejaste besarte cuando nos despedimos —comentó él—. Te alejaste de mí como si te molestara.
—¡Oh, no! exclamó ella reteniendo el aliento. ¡No me molestabas! Pensaba que me odiabas; sabia que si permitía que me besaras, sucedería lo mismo que hace un minuto y caería hecha pedazos, permitiéndote adivinar que todo era una farsa.
—¿De eso se trataba? — preguntó él. ¿No era más que un escudo?
—No era más que orgullo. No me querías y yo lo sabía. No quería obligarte a nada.
—¿Qué no te quería? —Joe rió con amargura. Como si lo que estaba escuchando le resultara divertido. Miró su desnudez—. ¡Te deseaba tanto! —Su pecho se alzó con fuerza— Perdí un acuerdo por no poder concentrarme. Me iba a la cama con el recuerdo de tu boca en la mía, y me despertaba llorando porque quería darme la vuelta para despertarte con un beso y no estabas allí. Me he sentido vacío durante semanas, meses, y esperaba que al volver a casa pudiera convencerte de que no habías sido una medicina que tomé para aliviarme. Pero cuando volví me entere con que ya te habías marchado.
—Joe, permíteme decirte algo que quizá tranquilice tu conciencia —le dijo acariciándole el pelo con un gesto de compasión. Después de todo, quizás en cierto sentido él hubiera sufrido tanto como ella—. Yo también te deseaba. No me obligaste.
—Pensé que me odiabas, comentó él entrelazando sus dedos en los de ella—, me odio por la forma en que sucedieron las cesas.
—Yo también estaba preocupada por Jeannette —le indicó ella—. No tanto como tú estoy segura, pero comprendía a la perfección la situación por la que estabas pasando. Sabía que no eras completamente dueño de ti mismo, pero no me importó. Y me diste más placer que el que jamás imaginé. Me enseñaste que todavía no era demasiado vieja para ser mujer.
—¡Eres la mujer más apasionada que he conocido en mi vida, _____!—murmuró él. Sacudió la cabeza al volver a mirar la piel rosada que había descubierto—. Qué hermoso cuerpo tienes, señorita Puente! —Sus dedos trazaron la ruta hasta su abdomen— ¿Vas a permitirme disfrutar de tu cuerpo cuando nos casemos, _____? ¿Querrás dormir conmigo?
Esa era una maravillosa idea que la hacia temblar de placer.
—Si me deseas, respondió ella.
—Claro que te deseo —le dijo riendo— Y tratare de reducir mis viajes todo lo que me sea posible para seguir contigo todas las incidencias del embarazo —miró su cuerpo desnudo por última vez y volvió a abrocharle el vestido. Descansa un poco, querida. Te veré después.
______ se ruborizó ante el pensamiento de estar con él, de dormir en sus brazos. Los dos estaban muy heridos por lo ocurrido en los últimos meses, pero le amaba. Y él la deseaba. Quizá todavía hubiera alguna esperanza.
La boda se celebró una semana después, en un juzgado de paz. Una Jeannette temblorosa, un radiante Baxter, actuaron como testigos de la breve ceremonia, Joe parecía entusiasmado y _____ se sentía sorprendida y complacida por la facilidad con que él había aceptado su nuevo estado de vida. Estaba tan atento y gentil con ella que el mismo Baxter empezó a sonreír. Una mañana, Joe le llevó el desayuno a la cama y no quedando satisfecho con lo que ella había comido, la obligó a comerse todo, dándola de comer él mismo. La ternura con la que la trataba, la hacia sentirse feliz.
Decidieron no emprender ningún viaje de bodas, porque Joe no quiso que _____ volviera a subir a un avión, a pesar de las protestas de ella en el sentido de que ya estaba bien. Debido a eso, Jeannette decidió pasar unos días con una amiga que vivía en la ciudad y no aceptó ser disuadida de su empeño. Necesitaban tiempo para ellos solos, les dijo, y los hizo callar. Ya se sentía bien y quería salir de casa. Partió temprano por la tarde. Joe y _____ cenaron juntos y se dedicaron a ver una película de video. Se trataba de una historia de amor, algo que ella nunca imaginó que le gustara a él. La película era una romance de enredo y ______ estuvo todo el rato riéndose.
—La vi en Nueva York y tuve que alquilarla —le dijo Joe—. La heroína me recuerda mucho a ti. Impulsiva, aventurera y, muy, muy hermosa.
—En realidad me considero simple, comentó _____. Ruborizándose por el cumplido.
—En realidad; estás embarazada —replicó el, mirándola con adoración.
Se encontraban juntos en un sofá pequeño de la enorme sala. Las puertas y las cortinas estaban cerradas y las luces apagadas. A excepción de la imagen del televisor y el ruido producido por el video mientras la película se rebobinaba, la habitación parecía un desierto oscuro.
La respiración de Joe se hizo audible. Acarició el cuello de _____ con gran suavidad. Luego inclinó la cabeza y entonces posó sus labios sobre los suyos. ______ le dejó hacer.
—Te deseo —murmuró él junto a sus labios—. Quiero poseerte en este momento.
_____ abrió la boca cuando él empezó a acariciarla, con manos tiernas y amorosas.
—Joe, los criados...
—Ya son las nueve y se han marchado —volvió a besarla.
Su respiración era muy agitada y se podían oír los latidos de su corazón. ______ gimió antes de hacer su beso mas intenso.
—Oh, _____, no puedo más, déjame... permíteme —le dijo reclinándola contra los cojines.
—Joe, eres tan grande... —protestó ella sin aliento al sentir el peso de su cuerpo excitado.
—No te haré daño —murmuró él—. No le pasará nada al niño.
—Lo sé —contestó ella riendo—. ¡Pero cariño, este sofá es demasiado pequeño!
—Vuelve a llamarme así —murmuró él mientras sus manos se encargaban de desabrocharle el vestido.
—Cariño —le complació.
No tardó en quitarle la camisa, y contuvo el aliento al sentir el vello de su pecho entre sus manos. Le acarició con abandono, encendida por la larga abstinencia, por los recuerdos de su pasión anterior.
—Cariño, yo también te deseo. Te deseo tanto, Joe.
—Te daré mi cuerpo —murmuró él, quitándose el cinturón—. Todo, en un momento. Ha pasado tanto tiempo. Tengo hambre de ti, _____.
Los brazos de ______ le envolvieron cuando él se movió buscando espacio suficiente para poseerla con un movimiento dulce, y lento.
—Sí —exclamó tembloroso y feliz, ella dejó escapar un gemido—. ¡Si! ¡Dios mío! ¡Me haces arder...!
______ quiso repetirlo, pero estaba tan excitada que no pudo articular palabra. Cerró los ojos y dejó que la tensión creciera y creciera hasta que saltó como un resorte y la lanzó a las exquisitas llamas del éxtasis.
Él temblaba. Ella volvía lentamente al mando de la realidad, sintiendo el pesado latir de su corazón, su respiración agitada, la humedad de su piel en la suya, su peso formidable. Acaricio sus hombros y le sonrió a la vez que apoyaba la cabeza en su cuello.
—Joe —murmuró adormilada.
—He perdido el control —respondió él—. Perdóname...
Le mordió con delicadeza y rió al ver que él se estremecía.
—Yo también lo he perdido, así que no tienes por que disculparte.
—Adoro verte en este estado —comentó él contemplando sus ojos azules llenos de satisfacción—. ¿Le habrá pasado algo al niño? —preguntó de pronto.
—No —le dijo ella sonriendo cuando el llevó su mano a su abdomen. Con sus largos dedos la apretó más contra ella—. Simplemente, tendré que tener cuidado durante las últimas seis semanas.
—Ya estás casi de tres meses, ¿no es así?
—Casi. Dentro de un mes y medio empezara a moverse —añadió y rió al ver su expresión de asombro—. ¿No lo sabias, Joe? Suelen dar patadas. En un principio sólo serán pequeños movimientos, pera más tarde podremos distinguir sus pequeños pies y manos. ¡Joe!
Joe tenía los ojos llenos de lágrimas. Lanzó un rugido y escondió la cara en su garganta. Ella le abrazó asombrada.
—Salió a relucir mi ascendencia italiana —murmuró él sin sentirse avergonzado. Mordisqueó su cuello—. Me emociona mucho el pensar en que voy a ser padre —respiró profundamente.
—¿Realmente quieres al niño? —preguntó ella con gentileza.
—Por supuesto que sí. Le querré con locura, ______.
—Yo también —cerró los ojos al volver a acercarle contra ella—. Será alguien de mi propio ser en quien poder volcar mi amor. Mis padres cuentan, pero se aman tanto que ya no hay lugar para otro más.
—Me di cuenta —aceptó él. La besó en la oreja, la sien, los ojos—. Yo sólo he contado con la abuela y siempre he sido el segundo —suspiró—. Hubo una mujer que dijo amarme y sólo quería apoderarse de lo que tenía. Yo también he sido desafortunado en el amor, _____.
______ le acarició la cabeza.
—Joe... yo... —tragó con dificultad, buscando las palabras adecuadas mientras su cuerpo permanecía extrañamente inmóvil—.
-Te importaría mucho si… bueno… si yo... algún día… llegara a enamorarme de ti?
Joe empezó a respirar de nuevo de forma irregular.
—¿Crees que podrías hacerlo? —murmuró titubeante—. He sido muy cruel contigo.
—Sólo porque yo te hice daño sin saberlo —_____ le besó en el cuello—. Oh, Joe —murmuró— si me dejas amarte, ¡creo que sería la mujer más feliz del mundo!
Un sonido extraño escapó de la garganta de él. Deslizó su boca por la mejilla de _____ hasta encontrar sus labios y la besó con entera sumisión. Su cuerpo temblaba y ella advirtió en sus mejillas una humedad que no venía de sus propias lágrimas.
-Permitirte —repitió él con un gemido—. Cielo Santo. ¿No sabes qué es lo que siento por ti? ¿No puedes verlo, oírlo, sentirlo?
—Levantó la cabeza y la miró a los ojos con un hambre que ni una mujer ciega podría dejar de advertir—. ¡_____, yo también te amo! ¡Te amo tanto!
_____ le atrajo a sus brazos, de sus ojos brotaban ardientes lágrimas mientras le besaba, saboreándole, adorándole con su boca, sus manos y su cuerpo. Era un sueño convertido en realidad.
—Ahora hazme el amor —murmuró ella con la voz quebrada, mordisqueando la boca de Joe—. Tómame sin reservas, no nos detendremos ante nada, querido.
El le tomo la cara entre sus manos y posó sus labios en los suyos.
—Sí —murmuró.
La hizo parte de él, la observó estremecerse contra él, contemplándolo, sintiéndolo.
—Así es el verdadero amor —le indicó y todo volvió a empezar.
Ya pasada la medianoche, la llevó a la habitación, dejando sus ropas esparcidas por la sala y el video todavía encendido. Todos se enterarán de lo que hemos hecho —le dijo _____ adormilada.
—Todos son humanos y también están casados —la recordó—. Déjalos que rían un poco. Esta es mi noche de bodas y todo me importa un bledo. Nadie puede esperar que sea prudente en una noche como esta.
—Si hubieras tenido alguna prudencia, yo la habría hecho desaparecer —bromeó ella con mirada soñadora-. Joe, de haber seguido Jeannette mejorando, ¿de todos modos habrías ido a buscarme?
—Por supuesto. Sabes bien que no estaba muy enferma —confesó, sólo se sentía sola y yo también. No podía vivir sin mi corazón, por lo que fui a buscarlo a Georgia para traerlo de nuevo a casa —la apretó más contra su pecho—. Nunca lo dejaré escapar de nuevo.
—Me alegro. ¿Y el niño? ¿De verdad no te importa? La dejó sobre la cama con expresión divertida.
Bueno, déjame demostrarte qué es lo que pienso del niño—abrió las puertas de su armario y de él cayeron una gran cantidad de osos de peluche, guantes y bates de béisbol, muñecas, juguetes mecánicos y mil cosas mas—. Ahora —le dijo con los brazos en jarras—, ¿todavía tienes duda?
—No, querido —respondió ella riendo—. Ya no me queda ninguna.
Le tendió los brazos y Joe volvió a su lado mientras la luz brillaba en los ojos de un oso de peluche. El juguete parecía reírse cuando la luz fue apagada, sumiendo a la habitación en una cálida y secreta oscuridad, llena de amor y nuevas promesas.
FIN
y no tengo ganas de nada pero ya no las molesto mas con mis cosas
ahora les subo el cap final muchas gracias por su apoyo y comentar
ame cada uno de ellos las qiero
Capítulo Once
_____ le contempló sin decir nada. Parecía deshecho por lo que acababa de saber de forma tan inesperada, ¿pero cómo se sentía acerca del niño? Atrapado, disgustado... ¿cómo? Sus grandes ojos azules le observaban con cuidado, como un cazador. Joe la miraba fijamente, como si la viese por vez primera.
—Lo siento —, le dijo _____ con voz temblorosa—. Yo no quería volver aquí, tú lo sabias. Si tú no hubieras ido, nunca te habrías enterado.
—¡Dios mío! —Exclamó—. ¿Ese es el motivo por el cuál te marchaste?
—Por supuesto que ese es el motivo —-intervino Jeannette mirándole disgustada. _____ temía que la despreciaras si te enterabas. Me hizo jurarle que guardaria el secreto antes de marcharse.
_____ luchaba por buscar las palabras apropiadas. Se movía inquieta en la cama.
—Le he dicho a tu abuela que el padre no sabe nada — dijo _____, tratando de crear la impresión de que el padre de la criatura no era él. No quería delatarle.
Le suplicó con la mirada que siguiese adelante con su juego, que evitase a su abuela la preocupación de un escándalo.
—No quiero que e él se entere. El niño es mío. Lo tendré y lo cuidaré yo sola.
—No harás tal cosa —le dijo Jeannette—. Te quedarás aquí y yo te ayudaré y si a Joe no le parece bien, puede mudarse a otra parte —añadió, dirigiendo una mirada fulminante a su nieto—. Un niño en la casa podría mantenerme viva muchos años más. Adoro a los niños.
Por fin, Joe consiguió moverse del marco de la puerta y entró en la habitación. Se pasó una mano por el pelo, haciéndolo caer en desorden sobre su frente. _____ bajó la vista hasta la cama para que los recuerdos no la atormentaran.
—Es asombroso que trates de protegerme después dé la forma en que yo te he tratado —dijo Joe en voz baja.
Se dejó caer en la silla que estaba junto a la cama y miro a _____ mientras Jeannette fruncía el ceño. Cogió la mano libre de _____ entre las suyas y miro a su abuela.
—Tengo algo que confesar —le indicó—. Yo soy el hombre que _____ trata de proteger. Acudí a su lado en busca de consuelo la noche anterior a tu intervención quirúrgica, abuela, y gracias a una generosidad mal entendida, ella se entregó a mí. El niño es mió.
—¡Joe! —exclamó _____ con tono lastimero—. ¡Cuánto lo siento!
—Se necesitan dos... — dijo él apretándole la mano.
La cara de Jeannette brillaba de felicidad, sus ojos adquirieron nueva vida y contuvo el aliento.
—¿Entonces ese niño será mi biznieto? —exclamó Jeannette.
—Me temo que sí —respondió Joe con mal humor fingido. Dirigió la mirada hacia la cara avergonzada de _____—. No existe ninguna otra posibilidad de que el padre del niño sea otro.
Los labios de _____ temblaban. Bajó sus ojos llenos de lágrimas a su regazo y las lágrimas cayeron sobre la mano de Joe.
—No —murmuró él—. No llores. Todo saldrá bien.
—Por supuesto que sí, cariño —añadió Jeannette con gentileza.
Extendió la mano y acarició la cabeza de _____—. Joe y yo nos haremos cargo de ti. Un niño —dijo en un suspiro.
Ya no era la anciana derrotada que _____ había encontrado unos minutos antes. De pronto, algo acudió a su mente:
—¡Pero, Santo Dios, Joe, no estáis casados!
—Lo estaremos esta semana —respondió él, con tono imperturbable; se puso de pie— y no te niegues —indicó a la joven que estaba a punto de protestar—. Si lo haces, te juro que llamare a aquel fotógrafo que te hizo la foto con el impermeable para darle un informe que le hará ganar el Premio Pulitzer y enviaré una copia a tus padres, _____. Hablo en serio. Te casaras conmigo, lo quieras o no.
—¡Maldito seas! —exclamó furiosa _____.
—Así que esa es la forma en que la hiciste volver contigo—murmuró Jeannette mientras estudiaba la cara de su nieto. La amenazaste con decirles a sus padres lo que había pasado entre vosotros, ¿verdad?
—Era la única manera de hacerlo —confesó él con un suspiro—. _____ y Jeannette intercambiaron significativas miradas. Joe se acercó a la ventana y descorrió las cortinas.
—Es curioso —dijo él con una sonrisa— Puedo hacer cálculos mentalmente, puedo pelear y vencer a mis competidores en la lucha por un contrato, puedo levantar enormes rascacielos, pero cuando se trata de personas, tardo mucho en conocerlas —se volvió lentamente y miró a _____ de arriba a abajo con gesto apesadumbrado—. _____, hoy te he dicho cosas terribles. Espero que algún día llegues a perdonarme por lo que he dicho y por lo que te he hecho. Si te sirve de consuelo, la situación tampoco me gusta a mí.
Así que no quería al niño, pensó ella. Bueno, eso ya lo sabia, ¿o no? Se sintió envejecer por instantes.
—¿Por qué no vas a acostarte —le dijo Jeannette con dulzura—. Ya me siento mejor. Incluso me atrevo a decir que tomaría una cena monstruosa ahora que ya tengo un aliciente. Sé hacer punto, ¿lo sabías? Haré cien preciosos patitos y gorritos—. Oblígala a descansar, Joe —pidió a su nieto-. Necesita mucho descanso.
—Y mándame a Baxter, quiero que me compre unos sellos —anunció—. Tendremos que poner un anuncio en los periódicos anunciando vuestro matrimonio, _____ debe llamar a sus padres...
Con un gesto, Joe le pidió que salieran de la habitación dejando que Jeannette siguiera pensando en todos los detalles.
_____ se apartó de él inmediatamente y se dirigió a la habitación para huéspedes. Al ver la cama, los recuerdos volvieron a su mente, reviviendo aquella ocasión en que había estado con Joe en el mismo sitio.
Su maleta y sus pertenencias estaban en el armario, única muestra de su presencia. Percibió el aroma a perfume y supo que provenía de los frascos rotos, de su bolsa de cosméticos.
—Te compraré nuevos artículos de tocador —le dijo Joe—. Siento haberte tirado la maleta con ellos. De haber sabido que estabas embarazada, nunca lo habría hecho.
—No te molestes en tratarme como si fuera de cristal —le dijo ella con tono cortante. Se sentó en la cama y se recostó con un suspiro. Estoy tan cansada... —murmuro antes de cerrar sus ojos.
—Cansada, enferma y alterada, y todo por mi culpa —comentó él en voz baja.
Se inclinó y le quitó los zapatos, luego le cubrió las piernas con una manta. De pronto, se sentó a su lado, y _____ abrió los ojos.
—No te haré, daño —le dijo con gentileza. Posó una mano sobre su cabeza y le apartó el pelo de la cara—. Me arrepiento de todo.
_____ cerró los ojos para que no viese sus lágrimas. Podría haber tolerado su enojo, pero su ternura la derrotaba
-Trataba de impedir que te enteraras—dijo con la voz quebrada.
—Lo sé —respondió él—. Abre los ojos, _____ —le dijo tocando sus labios con la mano.
Cuando le miró, reconoció que estaba mirándole con una expresión inexplicable.
—¿Por qué no querías que supiera lo del niño? -preguntó con gentileza.
—Porque no sabia cómo reaccionarías, ni siquiera sabía si aceptarías que el niño era tuyo —respondió inquieta.
—¿Es qué has perdido la razón? —preguntó él—. ¿Cómo podía ser de otro hombre?
—Podrías haberme acusado de haber mantenido relaciones no solo contigo —murmuró ella.
—Por supuesto.
—¿Con quién?
—Con Baxter.
_____ apretó los labios.
Joe sonrió levemente.
—Has dado a la abuela una importante razón para vivir. Ahora ya tiene un motivo por el cuál luchar.
—Sí, ya lo he advertido —respondió, alguien que se alegra de todo esto.
—¿Y tú no? —preguntó él con gentileza. ¿Es que no deseas el niño?
—Por supuesto que sí, pero tú no.
—¿Y eso? —exclamó extrañado.
—No querías ningún compromiso. ¿Recuerdas? —gritó, incorporándose para verle mejor—. «No quiero ataduras», me dijiste, «sólo un interludio placentero».
—Y yo que pensaba que te habías entregado a mí sólo por lástima.
—Sentí lástima de mi misma por ser tan estúpida y...
Joe la obligó a callar, posando sus labios sobre los de ella. _____ trató de echarse hacia atrás, pero él la detuvo colocando una mano en su cuello.
—No —murmuró él—. No te muevas.
—Joe, no lo hagas, por favor...
Pero sus labios la dejaban indefensa y antes de haber podido hacer acopio de la fuerza de voluntad suficiente para resistirse, la vieja magia empezó a apoderarse de ella. Sintió que su boca se suavizaba, abriéndose a sus labios persuasivos. Sintió que su lengua jugaba sobre sus labios, insistente. De pronto, sus brazos la atrajeron en un abrazo cálido y ferviente.
—Oh, Joe —gimio.
Los brazos de _____ subieron a su cuello y su boca respondió hambrienta. En un instante todo el mundo había empezado a girar alrededor.
—Mi hijo —murmuro Joe contra sus labios, haciéndola reclinarse sobre la cama—. Llevas a mi hijo...
______ se dejó ahogar en besos suaves y ardientes, arqueando su cuerpo cuando él empezó a acariciarle los senos. La joven abrió los ojos cuando él levantó la cabeza; sintió frío se dio cuenta de que Joe ya le había desabrocharlo el vestido. La miraba, apreciando los cambios que su incipiente embarazo ya le había efectuado a su organismo.
—Muy hermosa —murmuró él con una sonrisa, apreciando lo que estaba a su vista. — Tus pechos han crecido.
—Están hinchados —Le dijo ella apenada.
—Eso está más oscuro — señaló él, trazando el contorno de un pezón.
Bajó la vista a su estomago, apreciando su ligera hinchazón encima de la braguita tipo bikini que ella llevaba. Titubeó antes de acariciarla, como si temiera hacerle daño. La miró a los ojos.
—¡Un niño! -exclamó sin quitarle la vista de encima—. Nunca he hecho el amor conectándolo con esto —confesó—. Nunca pensé que un niño pudiera ser consecuencia de ello.
—Los hombres nunca piensan eso, ¿verdad? —Preguntó ella con gentileza—. ¿Crees que las mujeres encuentran a los niños en el jardín, entre las flores?
—No —respondió él sonriéndole. Su cara irradiaba ternura, ya no era amenazadora ni fija.
—Siento haberme ido con tanta rapidez —le dijo—. Jeannette me prometió que contrataría a una enfermera, y yo estaba muy asustada...
—Lo supongo —replicó él, inclinándose para besarla en la frente—, Yo me marché como un lobo para lamerme las heridas. Pensé que podría olvidarte, por eso no quería hablar contigo cuando llamaba por teléfono. ¡Cuanto lo siento! Podías habérmelo dicho todo, si las cosas no hubieran estado tan tirantes entre nosotros.
—¿Dices que te marchaste para lamerte las heridas?
—¿Heridas? —preguntó ella, asombrada por su inesperada confesión.
—No me dejaste besarte cuando nos despedimos —comentó él—. Te alejaste de mí como si te molestara.
—¡Oh, no! exclamó ella reteniendo el aliento. ¡No me molestabas! Pensaba que me odiabas; sabia que si permitía que me besaras, sucedería lo mismo que hace un minuto y caería hecha pedazos, permitiéndote adivinar que todo era una farsa.
—¿De eso se trataba? — preguntó él. ¿No era más que un escudo?
—No era más que orgullo. No me querías y yo lo sabía. No quería obligarte a nada.
—¿Qué no te quería? —Joe rió con amargura. Como si lo que estaba escuchando le resultara divertido. Miró su desnudez—. ¡Te deseaba tanto! —Su pecho se alzó con fuerza— Perdí un acuerdo por no poder concentrarme. Me iba a la cama con el recuerdo de tu boca en la mía, y me despertaba llorando porque quería darme la vuelta para despertarte con un beso y no estabas allí. Me he sentido vacío durante semanas, meses, y esperaba que al volver a casa pudiera convencerte de que no habías sido una medicina que tomé para aliviarme. Pero cuando volví me entere con que ya te habías marchado.
—Joe, permíteme decirte algo que quizá tranquilice tu conciencia —le dijo acariciándole el pelo con un gesto de compasión. Después de todo, quizás en cierto sentido él hubiera sufrido tanto como ella—. Yo también te deseaba. No me obligaste.
—Pensé que me odiabas, comentó él entrelazando sus dedos en los de ella—, me odio por la forma en que sucedieron las cesas.
—Yo también estaba preocupada por Jeannette —le indicó ella—. No tanto como tú estoy segura, pero comprendía a la perfección la situación por la que estabas pasando. Sabía que no eras completamente dueño de ti mismo, pero no me importó. Y me diste más placer que el que jamás imaginé. Me enseñaste que todavía no era demasiado vieja para ser mujer.
—¡Eres la mujer más apasionada que he conocido en mi vida, _____!—murmuró él. Sacudió la cabeza al volver a mirar la piel rosada que había descubierto—. Qué hermoso cuerpo tienes, señorita Puente! —Sus dedos trazaron la ruta hasta su abdomen— ¿Vas a permitirme disfrutar de tu cuerpo cuando nos casemos, _____? ¿Querrás dormir conmigo?
Esa era una maravillosa idea que la hacia temblar de placer.
—Si me deseas, respondió ella.
—Claro que te deseo —le dijo riendo— Y tratare de reducir mis viajes todo lo que me sea posible para seguir contigo todas las incidencias del embarazo —miró su cuerpo desnudo por última vez y volvió a abrocharle el vestido. Descansa un poco, querida. Te veré después.
______ se ruborizó ante el pensamiento de estar con él, de dormir en sus brazos. Los dos estaban muy heridos por lo ocurrido en los últimos meses, pero le amaba. Y él la deseaba. Quizá todavía hubiera alguna esperanza.
La boda se celebró una semana después, en un juzgado de paz. Una Jeannette temblorosa, un radiante Baxter, actuaron como testigos de la breve ceremonia, Joe parecía entusiasmado y _____ se sentía sorprendida y complacida por la facilidad con que él había aceptado su nuevo estado de vida. Estaba tan atento y gentil con ella que el mismo Baxter empezó a sonreír. Una mañana, Joe le llevó el desayuno a la cama y no quedando satisfecho con lo que ella había comido, la obligó a comerse todo, dándola de comer él mismo. La ternura con la que la trataba, la hacia sentirse feliz.
Decidieron no emprender ningún viaje de bodas, porque Joe no quiso que _____ volviera a subir a un avión, a pesar de las protestas de ella en el sentido de que ya estaba bien. Debido a eso, Jeannette decidió pasar unos días con una amiga que vivía en la ciudad y no aceptó ser disuadida de su empeño. Necesitaban tiempo para ellos solos, les dijo, y los hizo callar. Ya se sentía bien y quería salir de casa. Partió temprano por la tarde. Joe y _____ cenaron juntos y se dedicaron a ver una película de video. Se trataba de una historia de amor, algo que ella nunca imaginó que le gustara a él. La película era una romance de enredo y ______ estuvo todo el rato riéndose.
—La vi en Nueva York y tuve que alquilarla —le dijo Joe—. La heroína me recuerda mucho a ti. Impulsiva, aventurera y, muy, muy hermosa.
—En realidad me considero simple, comentó _____. Ruborizándose por el cumplido.
—En realidad; estás embarazada —replicó el, mirándola con adoración.
Se encontraban juntos en un sofá pequeño de la enorme sala. Las puertas y las cortinas estaban cerradas y las luces apagadas. A excepción de la imagen del televisor y el ruido producido por el video mientras la película se rebobinaba, la habitación parecía un desierto oscuro.
La respiración de Joe se hizo audible. Acarició el cuello de _____ con gran suavidad. Luego inclinó la cabeza y entonces posó sus labios sobre los suyos. ______ le dejó hacer.
—Te deseo —murmuró él junto a sus labios—. Quiero poseerte en este momento.
_____ abrió la boca cuando él empezó a acariciarla, con manos tiernas y amorosas.
—Joe, los criados...
—Ya son las nueve y se han marchado —volvió a besarla.
Su respiración era muy agitada y se podían oír los latidos de su corazón. ______ gimió antes de hacer su beso mas intenso.
—Oh, _____, no puedo más, déjame... permíteme —le dijo reclinándola contra los cojines.
—Joe, eres tan grande... —protestó ella sin aliento al sentir el peso de su cuerpo excitado.
—No te haré daño —murmuró él—. No le pasará nada al niño.
—Lo sé —contestó ella riendo—. ¡Pero cariño, este sofá es demasiado pequeño!
—Vuelve a llamarme así —murmuró él mientras sus manos se encargaban de desabrocharle el vestido.
—Cariño —le complació.
No tardó en quitarle la camisa, y contuvo el aliento al sentir el vello de su pecho entre sus manos. Le acarició con abandono, encendida por la larga abstinencia, por los recuerdos de su pasión anterior.
—Cariño, yo también te deseo. Te deseo tanto, Joe.
—Te daré mi cuerpo —murmuró él, quitándose el cinturón—. Todo, en un momento. Ha pasado tanto tiempo. Tengo hambre de ti, _____.
Los brazos de ______ le envolvieron cuando él se movió buscando espacio suficiente para poseerla con un movimiento dulce, y lento.
—Sí —exclamó tembloroso y feliz, ella dejó escapar un gemido—. ¡Si! ¡Dios mío! ¡Me haces arder...!
______ quiso repetirlo, pero estaba tan excitada que no pudo articular palabra. Cerró los ojos y dejó que la tensión creciera y creciera hasta que saltó como un resorte y la lanzó a las exquisitas llamas del éxtasis.
Él temblaba. Ella volvía lentamente al mando de la realidad, sintiendo el pesado latir de su corazón, su respiración agitada, la humedad de su piel en la suya, su peso formidable. Acaricio sus hombros y le sonrió a la vez que apoyaba la cabeza en su cuello.
—Joe —murmuró adormilada.
—He perdido el control —respondió él—. Perdóname...
Le mordió con delicadeza y rió al ver que él se estremecía.
—Yo también lo he perdido, así que no tienes por que disculparte.
—Adoro verte en este estado —comentó él contemplando sus ojos azules llenos de satisfacción—. ¿Le habrá pasado algo al niño? —preguntó de pronto.
—No —le dijo ella sonriendo cuando el llevó su mano a su abdomen. Con sus largos dedos la apretó más contra ella—. Simplemente, tendré que tener cuidado durante las últimas seis semanas.
—Ya estás casi de tres meses, ¿no es así?
—Casi. Dentro de un mes y medio empezara a moverse —añadió y rió al ver su expresión de asombro—. ¿No lo sabias, Joe? Suelen dar patadas. En un principio sólo serán pequeños movimientos, pera más tarde podremos distinguir sus pequeños pies y manos. ¡Joe!
Joe tenía los ojos llenos de lágrimas. Lanzó un rugido y escondió la cara en su garganta. Ella le abrazó asombrada.
—Salió a relucir mi ascendencia italiana —murmuró él sin sentirse avergonzado. Mordisqueó su cuello—. Me emociona mucho el pensar en que voy a ser padre —respiró profundamente.
—¿Realmente quieres al niño? —preguntó ella con gentileza.
—Por supuesto que sí. Le querré con locura, ______.
—Yo también —cerró los ojos al volver a acercarle contra ella—. Será alguien de mi propio ser en quien poder volcar mi amor. Mis padres cuentan, pero se aman tanto que ya no hay lugar para otro más.
—Me di cuenta —aceptó él. La besó en la oreja, la sien, los ojos—. Yo sólo he contado con la abuela y siempre he sido el segundo —suspiró—. Hubo una mujer que dijo amarme y sólo quería apoderarse de lo que tenía. Yo también he sido desafortunado en el amor, _____.
______ le acarició la cabeza.
—Joe... yo... —tragó con dificultad, buscando las palabras adecuadas mientras su cuerpo permanecía extrañamente inmóvil—.
-Te importaría mucho si… bueno… si yo... algún día… llegara a enamorarme de ti?
Joe empezó a respirar de nuevo de forma irregular.
—¿Crees que podrías hacerlo? —murmuró titubeante—. He sido muy cruel contigo.
—Sólo porque yo te hice daño sin saberlo —_____ le besó en el cuello—. Oh, Joe —murmuró— si me dejas amarte, ¡creo que sería la mujer más feliz del mundo!
Un sonido extraño escapó de la garganta de él. Deslizó su boca por la mejilla de _____ hasta encontrar sus labios y la besó con entera sumisión. Su cuerpo temblaba y ella advirtió en sus mejillas una humedad que no venía de sus propias lágrimas.
-Permitirte —repitió él con un gemido—. Cielo Santo. ¿No sabes qué es lo que siento por ti? ¿No puedes verlo, oírlo, sentirlo?
—Levantó la cabeza y la miró a los ojos con un hambre que ni una mujer ciega podría dejar de advertir—. ¡_____, yo también te amo! ¡Te amo tanto!
_____ le atrajo a sus brazos, de sus ojos brotaban ardientes lágrimas mientras le besaba, saboreándole, adorándole con su boca, sus manos y su cuerpo. Era un sueño convertido en realidad.
—Ahora hazme el amor —murmuró ella con la voz quebrada, mordisqueando la boca de Joe—. Tómame sin reservas, no nos detendremos ante nada, querido.
El le tomo la cara entre sus manos y posó sus labios en los suyos.
—Sí —murmuró.
La hizo parte de él, la observó estremecerse contra él, contemplándolo, sintiéndolo.
—Así es el verdadero amor —le indicó y todo volvió a empezar.
Ya pasada la medianoche, la llevó a la habitación, dejando sus ropas esparcidas por la sala y el video todavía encendido. Todos se enterarán de lo que hemos hecho —le dijo _____ adormilada.
—Todos son humanos y también están casados —la recordó—. Déjalos que rían un poco. Esta es mi noche de bodas y todo me importa un bledo. Nadie puede esperar que sea prudente en una noche como esta.
—Si hubieras tenido alguna prudencia, yo la habría hecho desaparecer —bromeó ella con mirada soñadora-. Joe, de haber seguido Jeannette mejorando, ¿de todos modos habrías ido a buscarme?
—Por supuesto. Sabes bien que no estaba muy enferma —confesó, sólo se sentía sola y yo también. No podía vivir sin mi corazón, por lo que fui a buscarlo a Georgia para traerlo de nuevo a casa —la apretó más contra su pecho—. Nunca lo dejaré escapar de nuevo.
—Me alegro. ¿Y el niño? ¿De verdad no te importa? La dejó sobre la cama con expresión divertida.
Bueno, déjame demostrarte qué es lo que pienso del niño—abrió las puertas de su armario y de él cayeron una gran cantidad de osos de peluche, guantes y bates de béisbol, muñecas, juguetes mecánicos y mil cosas mas—. Ahora —le dijo con los brazos en jarras—, ¿todavía tienes duda?
—No, querido —respondió ella riendo—. Ya no me queda ninguna.
Le tendió los brazos y Joe volvió a su lado mientras la luz brillaba en los ojos de un oso de peluche. El juguete parecía reírse cuando la luz fue apagada, sumiendo a la habitación en una cálida y secreta oscuridad, llena de amor y nuevas promesas.
FIN
Nani Jonas
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
me encanto la nove....ç
tan lindo todo termino...
awww....joe y la rayis van a ser papas....
me encanto
ne encanto..
tan lindo todo termino...
awww....joe y la rayis van a ser papas....
me encanto
ne encanto..
jamileth
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
Awuaaa amee el finall!!! *_*
Mill graciasss!!!
Besosss!!
y espero q tu depresion se pase!
Besoss!!
Mill graciasss!!!
Besosss!!
y espero q tu depresion se pase!
Besoss!!
Yhosdaly
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
chicas muchas gracias me alegra qe les aya gustado y
aqi les dejo el link de la nueva nove ok para si gustan pasarse
El Dulce Sabor De la Venganza - Joe y tu
https://onlywn.activoforo.com/t7879-el-dulce-sabor-de-la-venganza-joe-y-tu
espero les guste :D
aqi les dejo el link de la nueva nove ok para si gustan pasarse
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espero les guste :D
Nani Jonas
Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada
Esqe yo morii.
No soy muy sentimental con las novelas, pero esta me hiso llorar, osea estoy llorando...
Y casi nuca me pasa eso, lo qe dice mucho de la nove
La ame, pero en serio.... es como qe nose qe decir para qe entiendas cuanto me gusto la noveee *-*
Waaa fue todo perfecto, hermosooo!!
Mil gracias por subirla, de verdad...
Y siento no haber comentado antes, pero voy a trasada en varia novelas y todo por las tareas ¬¬
De todas formas me pasare por tu noeva nove ok? c:
Me enamore de estaaa! ♥
No soy muy sentimental con las novelas, pero esta me hiso llorar, osea estoy llorando...
Y casi nuca me pasa eso, lo qe dice mucho de la nove
La ame, pero en serio.... es como qe nose qe decir para qe entiendas cuanto me gusto la noveee *-*
Waaa fue todo perfecto, hermosooo!!
Mil gracias por subirla, de verdad...
Y siento no haber comentado antes, pero voy a trasada en varia novelas y todo por las tareas ¬¬
De todas formas me pasare por tu noeva nove ok? c:
Me enamore de estaaa! ♥
CrazyxJonas
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