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"Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada - Página 3 Empty Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Nani Jonas Lun 31 Oct 2011, 1:03 pm

chicas perdon por no subir esqe la universidad me absorbe
mucho pero ahora de recompensa les subire 2 caps :D
enserio mil disculpas
Nani Jonas
Nani Jonas


http://misadatacionesnanijonas.blogspot.mx/

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"Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada - Página 3 Empty Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Nani Jonas Lun 31 Oct 2011, 2:10 pm

Capítulo Cuatro
____ se presentó a trabajar a la mañana siguiente a las ocho y media en punto. Se había puesto un traje gris que hacia resaltar el azul pálido de sus ojos, la camisa hacia juego con la chaqueta, llevaba recogido el pelo en un moño. No le daría a Joseph Jonas ningún motivo para que se quejara de su aspecto.
Cuando llegó frente a la casa, un jardinero de edad avanzada y baja estatura le dijo que llevara el coche al garaje. Volvió a encender el motor con cierta dificultad. El viejo Ford amarillo tenía la costumbre de no querer arrancar cuando estaba caliente.
Se sintió inquieta al aparcar junto a un Rolls Royce y un Mercedes, y bajó de su coche con cuidado para no manchar ni uno de los dos elegantes automóviles. Era evidente que Joe no quería que su destartalado coche fuera visto delante de su casa. Eso la irritó.
Estaba llena de resentimiento cuando al fin llegó a la puerta principal. Nunca haría su presentación por la puerta de servicio.
La criada le abrió.
—Pase usted. La señora Jonas todavía está dormida, pero el señor Joe quiere desayunar con usted en el comedor. Sígame, por favor.
Desayunar con Joe, se dijo. ¿Qué más podía desear una empleada?
Éste se encontraba ya en la cabecera de la mesa con una taza de café y un plato de rebanadas de pan tostado frente a él. Levanto la vista cuando ella entro. _____ le dirigió una mirada fría e inexpresiva.
—Ahora es usted la que parece un bloque de hielo —le espetó el.
—No soy de hielo —replicó ella —. Y no quiero desayunar.
—Sí, es demasiado obvio que son pocas las veces que come. Va a trabajar aquí, necesitará estar bien alimentada. Mi abuela y yo hemos llegado a un acuerdo sobre usted.
_____ se sentó y le miró llena de sospechas.
—No tengo secretaria privada y dado que estará aquí todo el día, todos los días... —su tono era irónico—y dado que ella sólo necesitará sus servicios unas horas al día, hemos decidido compartirla.
—¿Y sí no acepto? —preguntó ella con un estremecimiento.
—No está en posición de elegir —le recordó—. A menos que quiera volver a su pueblo y casarse con Henry.
—Eso seria todavía peor que trabajar con usted.
—¿Debo sentirme halagado? —preguntó él muy seco. Levantó su cara y pareció relajarse un poco al observar el rostro de ella—. Debe llevar mucho maquillaje —dijo distraído.
—¿Qué? —exclamó ella sorprendida.
—Sus rasgos —le dijo—. Son demasiado perfectos para ser alas U tala
—Uso agua y jabón —señaló—. Nada más. No me gustan las cosas artificiales.
—A mi tampoco —replicó él, sus dedos bronceados jugaban con su cucharilla de café.
Llevaba puesta una chaqueta azul con camisa blanca y una corbata moteada Era el atuendo más adecuado para un hombre de negocios. Tenía unos fuertes músculos y _____ podía ver como se flexionaban por debajo de su chaqueta. Su pelo parecía todavía húmedo a la luz del día y había una ligera sombra en su cara afeitada, lo cual denotaba que necesitaba hacerlo con frecuencia. Su boca le fascinaba. Seguía recordando cómo la había sentido sobre la suya, su experiencia. Era el tipo de hombre que siempre tiene a su alcance a la mujer que quisiera, en secreto se alegró de que su resistencia no fuera que ser puesta a prueba ante el.
—Es muy frágil —murmuró la joven mientras se servía café.
—¿Qué?
—Su abuela —replicó—. ¿Cómo se ha roto la cadera?
—Aprendiendo a bailar break dance.
_____ casi se atragantó con el café.
—Sí —le explicó él tranquilo—. Tiene algunas cintas de video con los pasos del baile y trataba de imitar una vuelta un poco complicada cuando se cayó y se golpeó con una piedra de la chimenea.
—¡Pero tiene setenta y cinco años! —exclamó _____.
—Pero le gusta el rock duro —continuó él—. Le gustan las películas de acción, flirtea con todos los hombres y bebe más que yo cuando le viene en gana.
_____ apenas podía creer lo que oía.
—Una dama excepcional —comento.
—Lo es, pero su corazón está débil y no quiero perturbarla—añadió con mirada fría—. —No la conozco, pero lo haré y, si encuentro algo que no concuerde con la información que he recibido de usted, la echaré de aquí a patadas si es preciso.
—Mi madre dice que hay que tomarse las cosas con filosofía, le dijo con una sonrisa.
—Ría mientras pueda —contestó él con un tono amable—. ¿Ha terminado ya de desayunar? Me gustaría que empezáramos.
—¿Que empezaremos a qué?
—A trabajar, por supuesto. Iremos a ver el posible lugar de emplazamiento de una nueva construcción. Quiero que venga conmigo para que tome algunas notas.
—Pe... Pero, ¿y la señora Jonas?
—La abuela no se despertará hasta dentro de varias horas. Estuvo viendo películas de vídeo hasta las cuatro de la mañana —le indicó, poniéndose de pie.
—Pero me pidió que estuviese aquí a las ocho y media —protestó ella.
—Ya le dije que asumiría el papel de casamentera—la recordó.
Ella le miró de arriba abajo, tratando de adoptar una expresión disgustada.
—Lo siento mucho, Joe, pero usted no es mi tipo. No me gustan los hombres grandes.
—¿No? —preguntó él con una sonrisa maliciosa. Le tendió una mano y la hizo ponerse de pie con gentileza. Luego, la cogió de la cintura y la levantó para poder mirarla a los ojos sin agacharse—. Esta complexión tiene sus ventajas. No se discute mucho—ella tenía las manos sobre sus hombros. Su proximidad la perturbaba tanto que sentía los latidos de su corazón. Sus ojos eran impresionantes. Su nariz tenía un abierto aire romano, tan recta y grande. Su frente era amplia y su boca fina, había un hoyuelo en la barbilla. Nunca le habían gustado las barbillas con hoyuelos, pero esta era realmente atractiva.
—¿Es de ascendencia italiana? —preguntó sin pensarlo.
—Sí. Mi abuelo era italiano.
—Tiene un aire... tan romano.
—Ya me lo han dicho más de una vez —respondió con una sonrisa que hizo que el hoyuelo de su barbilla resaltara mas.
La atrajo más a su cuerpo hasta hacer que su cabeza quedara al lado de la suya. En esa posición, _____ podía percibir en su aliento el aroma del café.
—¿Por qué ha aceptado el trabajo?
La inquietaba. Podía sentir su aliento contra sus labios y la fuerza de acero que le permitía tenerla levantada del suelo con tanta facilidad.
—Lo... lo necesito —murmuro.
—Existen otros trabajos en Chicago —la recordó.
—¿Qué podría encontrar sin recomendaciones?
—Nada en realidad —aceptó él antes de alejarla un poco. Pero al retirar la mirada de sus ojos—. Sus ojos eran azules ayer. Hoy grises.
—¿De verdad?
—¿La pongo nerviosa, señorita Puente? —la incitó con voz melosa.
—No juegue conmigo —le dijo ella en un murmullo.
—¿No quería alguien con quien jugar? —la recordó—. Me lo dijo ayer antes de que se alejara en ese trasto amarillo que utiliza como coche.
—Mi coche no es un trasto y no me refería a esta clase de juegos.
—¿No? Hoy en día la mayoría de las mujeres quieren jugar a hacer el amor —le dijo dejándola en el suelo, después de acercar su boca a la suya.
—Yo no pertenezco a esa mayoría —le indicó intentando liberarse—. Suélteme.
—¿Le doy miedo?
—Yo no pertenezco a su mundo, Joe —respondió mirándole a los ojos—. No me haga esto. No soy ninguna amenaza ni para usted ni para su abuela.
—No estoy seguro de esto último, _____ —le dijo en voz baja. Inclinó la cabeza un poco más y con los labios acarició los de ____. Luego, levantó la cabeza y vio la expresión confusa de la joven.
—Dónde vamos a ir y qué quiere que haga? —preguntó ella.
—Al sector norte quiero ver un terreno en el que es probable que realice un proyecto. Necesito que tome algunas notas. No me acostumbro a llevar magnetófono. Ésos malditos aparatos no me inspiran la menor confianza.
—No tengo bolígrafo ni papel para tomar notas...
—Venga conmigo.
_____ le siguió, sintiéndose una enana a su lado.
La llevó a una estancia que tenía las paredes forradas de madera, una chimenea de piedra y una mullida alfombra. En el centro se encontraba una gran mesa de roble. Aquel despacho la intimidaba tanto como su dueño.
Joe abrió un cajón y sacó una libreta y un bolígrafo. _____ los guardó en su bolso mientras él la observaba con mirada inescrutable. La joven recordó que él no quería que es tuviera allí, y se valdría de cualquier pretexto para librarse de ella. Cuando llegaron al garaje, Joe se dirigió al Mercedes y ella lo miró de soslayo. Esperaba que utilizara el Rolls Royce.
—El Rolls es de mi abuela —le explicó él, abriéndole la puerta. Le gusta todo lo que sea elegante. Yo prefiero algo más discreto y eficiente —lanzó una mirada de conmiseración al Ford _____.
—El jardinero me ha dicho que lo deje aquí —le aclaró ella en tono gélido—. He pensado que usted no quiere que esté delante la casa porque podría extrañarles a algunos de sus amigos.
—La mayoría de mis amigos están muertos o fuera del país —comentó él, acomodándose a su lado—. Me importa un bledo el lugar en el que lo deje.
—Lo siento —contestó ella, inquieta.
De soslayo, estudió su perfil. No era un dechado de belleza, pero su cara irradiaba fuerza y decisión.
—¿Es hija única? —preguntó él mientras conducía.
—Sí ¿y usted?
—Tuve un hermano menor que yo —respondió. Lo mataron en Vietnam a un kilómetro de donde yo me encontraba.
_____ contempló su bolso.
—Debió de ser un golpe muy fuerte para su abuela.
—Le lloró durante largo tiempo. Jackie era un joven muy alegre. Bromeaba con ella, le regalaba flores. Siempre estaba haciendo algo emocionante. Nunca he podido sustituirle ante ella, yo apenas tengo tiempo de divertirme.
—Puedo imaginármelo tratando de bailar break dance —murmuro ella.
—¿Qué es lo que quiere construir? —_____ cambió de tema.
—¿En el terreno que vamos a ver? Un asilo.
—¿Otro? Chicago ya está lleno de ellos.
—No en esta parte de la ciudad —replicó él—. Este será para personas de edad muy avanzada y, su precio estaría muy por debajo del de los demás.
—No me diga que tiene un punto débil —bromeó la chica.
—Lo hago sólo por mi abuela —paró delante de un semáforo en rojo—, pero no crea que siempre se sale con la suya respecto a mi. Deseché la idea de tener mujer e hijos hace tiempo.
—¿Qué le hace pensar que yo puedo sentir algún interés sobre usted? —su indignación era evidente.
—Le gusta besarme —contestó con una sonrisa audaz.
—También me gustan las mazorcas de maíz. ¿Qué tiene que ver una cosa con a otra?
Antes de contestarla, la miró de arriba abajo para volver a concentrar su atención en el tráfico.
—Entonces es curiosa. Quizá yo también lo sea.
—¿A qué se refiere? —se sintió obligada a preguntar.
—Al sexo.
_____ volvió la cabeza y durante unos segundos se dedicó a contemplar por la ventanilla los rascacielos y el tráfico.
—Me parece que usted ha olvidado todo lo que aún me queda por aprender.
—Fui un aventurero en mi juventud —admitió él—. Y en una o dos ocasiones, las cosas tomaron un peligroso cariz, pero tenía un gran instinto de conservación.
Su tono de voz había adquirido un dejo extraño y _____ le miro con curiosidad.
— ¿y alguien le hizo mucho daño? —añadió sin pensarlo.
—¿Le ha contado mi abuela algo? —su reacción la habría intimidado si no hubiesen estado en el coche.
—Nada acerca de su vida privada, se lo aseguro —replicó, bajando la vista—.
—Yo estuve a punto de casarme una vez. Era un buen chico. Muy elegante, de buena familia y con mucho dinero, —sonrió con amargura—. Nos entendíamos de maravilla. Habría hecho cualquier cosa por él. Fue mi primer amor y siempre se comporto como un caballero conmigo. Quería casarse, no seducirme, así que me presento a su madre. Yo estaba en el segundo año de mi carrera —_____ observó distraídamente a quien viajaba en un taxi que pasó junto a ellos.
—Es obvio que no se casó con él —comentó Joe.
—Estaba aterrorizada. Yo era una chica provinciana. No le cansaré con los detalles. Baste decir que después de una semana en su casa, aguantando los insultos de su madre, comprobando lo distinto que era su modo de vida del mío, a rompí el compromiso y regresé a casa. Dejé la universidad, no podía vivir con el recuerdo. Tardé mucho tiempo en darme cuenta que se trataba de un fino consentido.
—Más tarde me enteré de que se había casado con una chica de una empresa de cosméticos.
—Puede que las citas no le hayan salido bien...
—Se equivoca —le corrigió ella—. Tuve mucha suerte. Él bebía y hacía todo lo que su madre le pedía. Una vez la etapa inicial hubiera pasado, me habría muerto de tristeza.
—Es muy difícil para un hombre tomar la iniciativa, dijo mirándola de soslayo—. No podemos saber qué es lo que quiere una mujer sin que se nos diga.
Estaba sorprendida de lo fácil que le resultaba hablar con el, dando la impresión que se conocían de toda la vida.
¿Por qué no?
Apoyó la cabeza en el respaldo de su asiento y se ajusto su cinturón de seguridad para estar más cómoda. El asiento forrado era realmente confortable, el aire acondicionado hacía que el calor asfixiante fuese soportable.
—Me daría mucha vergüenza —le sonrió—. No puedo imaginarme desnuda delante de un hombre.
—¿Como se imagina que las personas hacen el amor, encerradas en un armario oscuro?
—De noche, por supuesto, y con las luces apagadas.
—Dios mío —exclamó él.
—¿No es así?
—No estoy preparado para dar respuestas sobre las formas de hacer el amor.
_____ se ruborizó y desvió la vista de nuevo hacia la ventanilla. No se había dado cuenta del giro que habla tomado la conversación. Avergonzada, trató de cambiar de tema.
—¿Cuánto falta para llegar al lugar de construcción?—preguntó—. No recuerdo haber visto nada relacionado con una construcción. ¿Ya existen planos, o...?
—Deje de decir tonterías —le indicó él con gentileza—. Mi intención no ha sido mortificarla.
Su gentileza era inesperada y no fue bien recibida, la hacía vulnerable y no podía permitirlo. Levantó la barbilla.
—No se preocupe. ¿Qué me dice del edificio?
—Es fascinante —murmuró él, deteniéndose frente a otra señal de trafico—. Creía que yo era el único que lo hacía.
—¿Hacer qué?
—Olvídelo —extendió un brazo y le dio una palmadita en la cabeza. No se le escapo la inmediata reacción y la expresión de pánico que apareció en sus ojos azules que le miraban fijamente— ¿Por qué esta nerviosa?
—No me gusta estar tan cerca del enemigo —replicó ella.
—¿De verdad? —insistió él con una sonrisa.
El semáforo ya está en verde.
—¿Más maniobras evasivas?—se burló él, pero lo obligo a concentrar su atención en el volante y la tensión se rompió.
El sitio de la futura construcción estaba ya muy cerca. Joe encendió la radio y ambos se dedicaron a escuchar las noticias hasta que llegaron a su destino.
En realidad. _____ no sabia qué iba a ver; quizá un terreno baldío ya nivelado, pero se encontró con un viejo edificio abandonado y en condiciones deplorables.
—¿Donde va a construir el nuevo asilo? ¿Debajo o encima de éste?
—Primero tendremos que derribar éste y nivelar el terreno —le dijo.
—¿Es muy costoso ese proceso?
—Por supuesto. Cualquier construcción lo es —aparcó el coche y la ayudo a bajar.
—¿Ya lo ha comprado? —preguntó ella.
—¿Cree que estaría perdiendo el tiempo aquí? —le contesto Joe.
—Tiene usted un carácter muy difícil —respondió _____.
—Siga haciéndolo —le dijo él, cruzándose de brazos—. Siga definiendo mis defectos. No se sienta culpable por ello.
—Es usted odioso, insolente, arrogante, insensible…
—Solo cuento con una hora antes de marcharme para asistir a una reunión con el consejo —le indicó él mirando su reloj.
—… y cabezota —.concluyó ella para complacerle.
—Muy bien. Ahora, ¿le gustaría escuchar una relación de sus defectos?
—Ya los tengo —señaló ella con presteza—. Soy cortés, amistosa, amable, prudente, alegre y una bendición para el mundo. Luchó por no reír, pero lo absurdo de sus halagos le hizo sonreír.
Se volvió de espaldas y estalló en carcajadas.
—¿Quiere que tome algunas notas?—preguntó ______, adoptando un aire de secretaria eficiente.
—¿Por qué? ¿Es que debo presentar un informe acerca de usted?, preguntó él, metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón.
—¡Me refiero al proyecto de construcción! ¿No me ha hecho venir para ayudarle en eso?
Joe levantó la vista y miró a su alrededor—. Venga.
Empezó a andar calle abajo, _____ casi tenía que correr para ir a su paso.
Se podía percibir claramente los olores de la ciudad y su ruido, y añoraba su hogar y el romper de las olas del Atlántico en las playas de arenas blancas de su lugar de procedencia.
—¿Dónde vamos? —preguntó casi sin aliento.
Sus altos tacones empezaban a molestarla.
—¿Por qué usa esas cosas? —Preguntó él dirigiendo la mirada a sus pies—. ¿No teme romperse el cuello cada vez que se los pone?
—Están de moda —se defendió ella.
—Son ridículos. La próxima vez, venga con zapatos bajos.
—¿Y cómo iba yo a saber que iba a tener que embarcarme en una auténtica expedición después de desayunar?
—Supongo que usted esperaba limitarse a mantener una agradable charla sólo interrumpida por la redacción de alguna carta ocasional para mi abuela que sirviera para cubrir las apariencias—la provocó.
—Su abuela necesita a alguien que la acompañe —respondió disgustada.
Hacia mucho calor y su enojo no la ayudaba en nada. Se aparto de la frente un mechón de pelo.
—A excepción de la doncella, el resto del personal está en edad de jubilarse. ¿Qué pasaría si llega a caerse?
—Usted no es enfermera —respondió él con gesto adusto.
—Fui auxiliar de enfermera —le informó—. He hecho muchas cosas en mi vida y esa ha sido una de ellas. Además, ¿no necesita una secretaria que se encargue de sus asuntos?
Joe se paró y la contempló furioso. Sin embargo, no la contradijo.
—Puedo darle tres o cuatro referencias sobre mi persona —añadió ella—. Dos de ellas son de sacerdotes, uno de la ciudad y otro de mi pueblo. Lo único malo que recuerdo haber hecho en la vida es cruzar una calle de forma imprudente y durante la temporada turística. Eso es considerado en Seagrove como un acto de valor, más que un crimen —sus ojos azules estaban fijos en la cara de Joe—. Empezaré a buscar otro trabajo mañana por la mañana—prometió. Sólo me gustaría que me permitiera permanecer con ella hasta que lo encuentre. ¿Le parece justo?
—Está bien —aceptó él con el ceño fruncido.
—Es lo mejor ya que no confía en mi. Mi abuelo tampoco confiaría en usted, comentó _____ con una sonrisa—. Cree que Chicago está llena de maleantes. Pasó varios días sin hablar a mis padres cuando salí de casa para venir aquí. Me llama con cierta frecuencia para saber si he sido victima de un acto de gamberrismo.
—Supongo que es todo un personaje —le indicó Joe.
—Es una verdadera calamidad —aceptó ella—, fue pescador hasta que las circunstancias le obligaron a vender su barco. Se jubiló y se dedica a hacer de todo. No es el mismo desde que murió mi abuela. Dice que sin ella, el mundo no tiene sentido para él.
—¿De qué murió ella?
—Un ataque al corazón. Aquello nos afectó mucho a todos, trató de reprimir las lágrimas. Hacia sólo un año del incidente y todavía el corazón le sangraba—. Mis otros abuelos, los padres de mi padre murieron hace muchos años. Yo no llegué a conocerlos. Los maternos han sido para mí mis segundos padres. Mi padre y yo nunca hemos podido comunicarnos de la misma forma en que mi abuelo y yo.
—¿Fueron felices en su matrimonios, sus abuelos?
—Acababan de celebrar sus bodas de oro poco antes de que ella muriera. Decidieron ir al cine para celebrarlo y volvieron a casa para hacerlo —explicó con una sonrisa maliciosa—. Siempre había que llamar antes de entrar a su casa. Les gustaba estar en la cama y mamá los sorprendió en una ocasión haciendo el amor
Joe sacó una cajetilla de cigarrillos sin encender y se quedó contemplándola.
— ¿Usted fuma? —_____ no recordaba haberlo visto con uno encendido
_____ suspiró y volvió a guardar el paquete en el bolsillo su camisa—. Llevo dos semanas sin fumar.
—¿Lo ha dejado de pronto?
—Si y todavía no me he acostumbrado a no tener algo en las manos.
—Podría dedicarse a hacer punto. Me han dicho que es... —_____ se agachó pata evadir un golpe fingido de él—. ¡Los caballeros no deben golpear a las damas!
—Yo soy de Chicago, no del sur —la recordó.
—Lo sé, su acento le delata a cada instante.
—No tengo ningún acento.
—Si fuera a casa conmigo, vendrían incluso de kilómetros a la redonda sólo para oírle hablar.
—Mira quién fue a hablar de acentos —le dijo él con tono burlón.
—Pues yo no tengo acento —respondió arrastrando las palabras intencionadamente—. Al menos soy de Georgia.
Joe hizo un movimiento de cabeza. Tenía la mirada ocupada en todas partes, midiendo, calculando.
—¿Qué buscamos? —inquirió ella.
—Se lo diré cuando lo encuentre. Apunte esto.
Empezó a dictarle mientras andaba y _____ no perdió ni una sola de sus palabras. Cuando terminaron de recorrer el solar, ______ estaba a punto de desfallecer de cansancio, pero las ideas seguían brotando del cerebro de Joe.
El hombre volvió a contemplar el edificio abandonado y empezó a mencionar los nombres de posibles contratistas, grupos de demolición, funcionarios públicos municipales, inspectores de edificios. Luego, hizo observaciones acerca del mismo terreno, empleando términos que ella tuvo que pedirle que se los deletreara. Era evidente que conocía muy bien su trabajo.
—También necesitaré presupuestos —murmuró para sí mismo—. Pediré a Reynolds que venga con los planos.
—Tengo que pensar hasta en el más mínimo detalle antes de embarcarme en un proyecto.
—Me gustaría que me explicara más cosas acerca de su trabajo—exclamó ella con interés genuino.
—Si de verdad le interesa, se lo diré durante la comida.
—Me gustaría mucho —_____ esperaba que volvieran a casa, pero la llevó al muy elegante restaurante Chez Pierre, el sitio donde había sido restada.
—No —suplicó mientras Joe la ayudaba a bajar del coche y dejaba las llaves, al portero para que lo aparcara.
—Vamos —insistió él con firmeza—. Vamos. Nadie la reconocerá.
—Y así fue en efecto. Ni siquiera la recepcionista. Fueron llevados a una mesa apartada, junto a una ventana que daba a un hermoso jardín.
— ¡Qué bonito! —Exclamó la joven al ver la gran variedad de flores—. -Me encantan las flores.
—Ya lo habia adivinado.
Ella le miró intrigada.
—No es difícil suponer que a una mujer le gusten las flores
—Me gusta ver crecer las plantas —confesó ella suspirando—. Pero en casa no puedo hacerlo, los Kennedy son alérgicos al polen. Nunca me atrevería a poner flores en mi casa. Han sido muy buenos.
—Me imagino que se refiere a sus caseros.
—Así es. Trataron de vivir con sus pensiones de jubilación, pero las circunstancias les obligó a alquilar un apartamento. Está construido en su garaje. Vivo allí desde que llegué.
—Es bonito —comentó él.
—Pero demasiado pequeño —añadió riendo—, claro que tiene de que puedo ir andando hasta la orilla del lago los fines de semana.
—Parece que extraña las playas de su tierra.
—Sí. Me gustaba coleccionar conchas y contemplar el Atlántico durante una tormenta —respondió emocionada—. Pueden verse las olas hasta perderse en el horizonte.
—Parece que es usted una de esas mujeres que se enfrenta a la furia de un huracán permaneciendo en una playa. Supongo que también le gusta contemplar las tormentas de casa.
—Tanto el abuelo como yo no somos temerarios. Pero si me gusta la aventura,
—Apostaría cualquier cosa a que es un signo de algo —murmuró Joe pensativo.
—Si se refiere a la astrología, soy Sagitario.
—Amante de la libertad, aventurera, le gusta estar enterada y es apasionada —señaló él.
—¿Cóma lo sabe?
—Porque yo tambien soy Sagitario.
—Yo habría dicho que Leo.
—No, yo fui un regalo de Navidad. Nací precisamente el día de Nochebuena. ¿Y usted?
—Un día después. El 25 de diciembre.
—¡Qué coincidencia!
—Debería haber nacido en enero —suspiró ella—. Me gustan las esmeraldas, y esas son las piedras de Tauro.
—Pero la turquesa es la mejor —comento él—. Es la piedra de los Sagitario. Yo la prefiero.
_____ volvió la vista hacia las manos de Joe. Eran grandes muy bronceadas, denotaban mucha fuerza. Llevaba una enorme sortija de plata con una turquesa engarzada en el dedo meñique de su mano derecha.
—No la había visto —le indicó ella.
—No lleva ninguna joya —señaló él, un poco sorprendido.
—Tengo algunas, pero nunca me las pongo. Soy muy descuidada. Suelo perder las cosas.
El camarero les llevó la carta y _____ pidió un filete y una ensalada, Joe eligió lo mismo.
—A mi me gusta mucho la carne —le dijo él—, Sobre todo las carnes rojas.
—Roja y casi cruda, por lo que le ha dicho al cantarero.
—Es raro que un filete casi crudo esté duro, ¿no lo sabía?
Durante la comida la trató con toda cortesía, Su charla era realmente agradable. Le explicó detalladamente todas las notas que ella había tomado, y los pasos preliminares que se necesitarían para construir el edificio. Contestó todas sus preguntas y satisfizo su curiosidad por completo. _____ sintió que su escapada llegase al final.
Jeannette los esperaba en la sala de la casa a su vuelta.
—Por fin llegáis —lanzó una mirada de disgusto a Joe. Te has escapado con mi nueva acompañante en su primer día de trabajo. Seguro que la has hecho trabajar tanto, que ahora odia el empleo.
—Recuerda que hemos hecho un pacto —le recordó él con una sonrisa y dándole un beso en la frente—. Pero ya es toda tuya.
Joe volvió la mirada hacia _____, que se había dejado caer en un sillón y se preguntaba si podría quitarse los zapatos sin que se lo reprocharan—. Necesitaré esas notas mañana por la mañana.
—Pensé que tenía que asistir a una reunión —preguntó _____ de pronto.
—¡Maldita sea! —replicó él—. Se me había olvidado. Será mejor que llame por teléfono,
Cuando salió de la habitación, Jeannette Jonas sonrió, es algo que sucede por primera vez desde hace mucho—le comentó a _____ en un murmullo—. Nunca se le olvidan sus reuniones. ¿Qué le has hecho?
—Le he preguntado cuál es el proceso a seguir antes de hacer un edificio —respondió con sencillez—, Es muy interesante.
—Siempre lo he considerado así —respondió la anciana—. Querida. ¿Qué podemos hacer hoy? Quizá sea conveniente que nos demos un baño, tomemos el sol y escuchemos música. No he traído traje de baño —respondió ______—, pero me gustaría sentarme al sol —recordando el cínico comentario de Joe, preguntó—. ¿Qué tipo de música le gusta escuchar?
—Me gustan Bruce Springsteen y Lionel Ritchie; además de Jackson y Prince.
—¡Qué bien! —Respondió _____ con un suspiro—.
—Tú y yo vamos a ser grandes amigas! —Exclamó la anciana—. Ayúdame a ponerme de pie y escapemos antes de que Joe vuelva a acapararte. Podrás trabajar en esas notas más tarde.
—Necesito marcharme antes de las seis —aventuró _____.
—Cuando tú quieras. Me aseguraré de que cuentes con el tiempo necesario. Ven conmigo.
______ se preguntaba si sería prudente mencionar que había prometido a Joe dedicarse a buscar otro trabajo al día siguiente. Reprimiendo un suspiro de tristeza, siguió a la anciana. Le costaba más trabajo del que pensaba dejar aquella casa. A pesar de haber pasado sólo dos días desde que conoció a los Jonas, tenía la impresión de que iba a dejar a unos familiares. Era extraño, se dijo, que pensara en ellos en esos términos.
Nani Jonas
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"Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada - Página 3 Empty Re: "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Nani Jonas Lun 31 Oct 2011, 2:11 pm

Capítulo Cinco
Cuando _____ llegó a casa de los Jonas a la mañana siguiente Joe ya se había marchado. Mientras esperaba que Jeannette se levantara, leyó en el periódico ofertas de trabajo, como había decidido. Él había dejado muy claro que no quería que estuviera allí. _____ no quería que discutiera con su abuela por ella. Llamó por teléfono a una oficina, pero el puesto ya había sido cubierto, fue informada, pero todavía estaba vacante un puesto de secretaría y concertó una entrevista para el.
Cortó la comunicación con cierta esperanza. Era una secretaria en un despacho de abogados, y pensó que tal iba gustarle.
La tarde anterior, Joe se había marchado a su reunión sin despedirse y no había vuelto a casa cuando ella se fue. La señora la había convencido de que dejase la preparación de sus notas para el día siguiente y se dedicó a ello inmediatamente.
Terminó justo en el momento en que Jeannette hizo su aparición. Llevaba puesto un pantalón corto y una camisa amplia.
—Perdona, _____. Se me han pegado las sabanas. Joe me ha puesto una película policíaca en la televisión y no pude dormir hasta terminarla.
—No duerme lo suficiente —le reprochó _____ con gentileza.
-¡Dormir! —exclamó con disgusto ha anciana—. Ya tengo mis años. ¿Quién quiere dormir a mi edad? Ya voy camino del gran sueño, bien lo sabes, _____. Entonces descansare. Mientras llega el gran momento, quiero hacer todo lo que no pude cuando era más joven. Pienso vivir plenamente mis últimos años de mi vida.
—Es usted una mujer muy fuerte, ¿verdad? —preguntó _____ con afecto.
—Tan fuerte como un par de botas de combate —fue la respuesta que recibió—. Debes tener presente que fui periodista especializada en sucesos delictivos. Ése no es un trabajo para una cara bonita.
_____ se dirigió a abrir la puerta para salir al jardín.
—¿Por que no te penes ropa más cómoda? —Preguntó la anciana al ver que la joven llevaba puesto un vestido verde muy formal, tacones altos y que se había recogido el pelo—. Así pareces una ejecutiva. Ven con pantalón mañana y déjate el pelo suelto.
—¿No le molesta? Quizá Joe…
—Joe no es tu jefe. Lo soy yo. Además, nos veremos libres de él durante dos semanas. Va a construirme un asilo —comentó con una risita mientras se sentaban en cómodas hamacas al lado de la piscina.
—¿Será para usted? —preguntó _____,
—No, pero me encantara ser dueña de una de las unidades. Así podría hacer lo que me diera la gana sin que Joe estuviera vigilándome como un halcón. Jackie era muy diferente —murmuró, casi para sí misma—. Tenía un espíritu libre, como el mío.
—¿Su otro nieto?
¿Quien te ha hablado de él?
—Joe
La mujer se reclinó en su silla.
—Sí, Jackie era muy alocado, pero Joe es amable y considerado y, cuando se le olvida quién es el que manda, es un buen compañero. Tenemos nuestras discusiones. Tiene un genio tan vivo como el mío, y le gusta que las cosas se hagan a su modo. Sólo me gustaría que se ocupara más de si mismo. Esa empresa terminara matándole algún día.
—Supongo que la empresa ocupa en su vida el lugar de una mujer e hijos —dijo _____ pensando en voz alta.
—Así es —respondió Jeannette—. Hice de casamentera con él durante un tiempo, después de que Connie le dejara, pero él no ha querido aceptar ningún tipo de compromiso. Me siento responsable.
_____ quería saber más sobre el asunto, pero no deseaba ser una entrometida. Jeannette leyó la pregunta en sus ojos.
—Connie trabajaba de secretaria. Era mucho mas joven que Joe. Él tenía dinero y ella quería llevar una vida de grandeza.
Joe le compró pieles y joyas y le regaló un coche. Me di de cuáles eran las intenciones de ella, y cometí el error de decírselo. Ella se puso en contra mía como una tigresa —añadió con una risa amarga—. Decidió que tenia que librarse de mí, para tener el campo libre con Joe.
—No puede hablar en serio —exclamó _____.
—¿No? —Jeannette analizó con cuidado la expresión de asombro joven—. No, no pensó en asesinarme, pero dedicó cada noche en que estábamos a solas a decirme que quería que me fuera de casa. Hizo todo lo que estuvo a su alcance para conseguirlo. Joe no lo sabía. A pesar de lo que yo pensaba de Connie, no iba a decirle nada a Joe. Él la amaba, y yo no quería verle sufrir, sus cansados ojos se llenaron de recuerdos—. Cuando ella vio que no podía deshacerse de mí, ideó formas más sutiles de atormentarme. Me rompía mis pequeños tesoros, hacía comentarios diciendo lo mal que me veía. Llegó un momento en que ya no pude soportarlo y tuve que hablar con Joe —contuvo el aliento un segundo—. Pero él no me creyó, _____. Sabía que Connie no me gustaba y pensó que yo estaba celosa.
—Debió de amarla mucho —comentó _____ con gentileza. Ya se imaginaba la situación. Joe era de esos hombres que se entregan por completo, nunca a medias.
—La adoraba, querida. Yo me sentía muy herida, pero lo disimule. Le comenté que me iría a vivir a otro sitio cuando se casaran —bajó la vista—. La fecha para la boda ya estaba fijada. Invitaciones fueron repartidas. Ella se compro el vestido de novia.
—¿Y luego? —_____ la escuchaba con interés.
—La semana anterior a la ceremonia, Connie vino a verme. No sabía que Joe se encontraba en casa. Quería vanagloriarse, mostrarme que había triunfado. Lo hizo de forma tan cruel que me alteró mucho, y me dio un ataque al corazón. Nunca olvidare su expresión al darse cuenta de que Joe se encontraba en la habitación. Trató de justificarse, pero Joe no quiso ni siquiera escucharla. Él pidió una ambulancia y fui trasladada al hospital —Jeannette miró sus arrugadas manos—. Nunca supe qué se dijeron, pero el matrimonio fue cancelado. Joe nunca se ha perdonado el no haber creído en mí. He pasado meses enteros tratando de convencerle de que ya no tiene importancia, pero no ha vuelto a traer a una chica a casa desde entonces. Me siento culpable y responsable de ello, pero no hay nada que yo pueda hacer.
—¿Qué fue de ella? —preguntó _____.
—Lo ignoro —respondió Jeannette—. Me gusta pensar que fue devorada por los tiburones, pero no siempre se cumplen nuestros deseos, ya lo sabes. Me sorprende cómo se ciegan los hombres con una mujer, incluso los más inteligentes.
—Todos padecemos de esa misma ceguera —la replicó _____.
—Tienes razón —le dijo Jeannette con ojos brillantes—. Quizá yo también esté amargada. Connie pudo haber sido mi última esperanza de tener biznietos. Temo que Joe no vuelva a entregar nunca su corazón.
—Podría adoptar uno —insinuó la joven.
—Eres una bendición para mi, chiquilla. No te marches —exclamó la anciana con una risa franca.
______ desvió la mirada. Si las cosas salían como estaba planeado, pronto se despediría. La oportuna llegada de Baxter con la comida la sacó de tener que confesar que su estancia allí estaba a punto de terminar.
Ya eran más de las ocho de la noche y ______ estaba a punto de marcharse cuando Joe entró por la puerta principal. Se le veía cansado. Llevaba la chaqueta en el brazo y el cuello de la camisa desabrochado. La fina tela permitía ver su fuerte musculatura. Su ajustado pantalón hacia resaltar los músculos de sus piernas.
Bajo la luz de la lámpara, parecía más moreno y su pelo negro brillaba con tonos azulados. Él levantó la vista de un papel que tenía en la mano cuando ella venía por el pasillo con su chaqueta de en la mano.
—¿Ha pasado en limpio mis notas? —preguntó él.
—¿Como ha estado mi abuela?
—Hablando por teléfono. Ha tomado una cena ligera y esta en sus habitaciones para hablar con una amiga.
Joe se pasó una mano por el pelo en un gesto que hizo que ella recordara a Clark Gable, era evidente que estaba agotado.
—Yo... ya he hecho lo que me pidió —añadió la joven.
«Qué? —, insistió él después de una larga pausa.
—Creo que ya he encontrado otro trabajo —contestó ella, fingiendo un gesto de alegría—. Es un puesto de secretaria en un despacho de abogados. Tengo una entrevista con ellos mañana por la mañana.
—¿Se ha cansado de este trabajo? —le espetó él.
—Usted me pidió que buscara otro —respondió ella indignada.
—Mi abuela ya se ha acostumbrado a usted. Tendré que soportar sus reproches, si la dejo marcharse.
______ no parecía encontrar las palabras adecuadas. Miraba lo cansado que estaba y quería acariciarle, tranquilizarle. Daba la impresión de que había tenido un día muy duro.
—¡Qué ojos tan expresivos! —Murmuró él, acercándose más y alzó una mano para coger la barbilla—. ¿Sientes lástima de mí? —preguntó con una sonrisa cansada.
—Tienes el aspecto de haber sido atropellado por un tanque, indicó ella con un tono muy suave.
—Así me siento. He tenido una reunión muy importante y aún no he comido.
—Ha quedado algo de carne de la cena en el frigorífico. —¿Ya has cenado tú? —preguntó él con la mirada fija en la de ______.
—Si —respondió ella.
Había estado a punto de contestarle lo contrario, ya que quería estar a su lado. Además, se preguntaba si la pequeña ensalada que había tomado podría ser considerada como cena.
Tengo que volver a casa. Espero una llamada telefónica. Está bien —le indicó él, viéndola dirigirse hacia la puerta.
Ella se detuvo frente a la puerta y se volvió preocupada. Parecía muy solo. Él la detuvo con la mirada.
—Baxter se va a las ocho, al igual que la doncella y el jardinero. Ninguno de ellos vive aquí con nosotros.
Ya eran las ocho y media. _____ se había enfrascado en una animada conversación con Jeannette y no había encontrado la forma de escapar antes sin ofenderla.
Joe dejó caer su chaqueta y corbata en un sillón del corredor.
—Creo que puedo arreglármelas sin cenar.
—Puedo preparar algo —murmuró ella.
—¿Y qué hay de tu llamada telefónica? —preguntó él con una ligera sonrisa.
—No quería causar problemas —contestó ella, bajando la vista.
—No lo harás. Odio tener que comer solo. Se dio la vuelta y ella le siguió hasta la cocina. Abrió el frigorífico y preparo una ensalada, un plato de embutidos y pan tostado.
______ se comió un sándwich de jamón mientras preparaba el café. Sirvió dos tazas de humeante café y sonrió al ver los esfuerzos de Joe por manipular la delicada taza con sus gruesos dedos.
Para sus manos necesita un tazón —murmuro. No son tan grandes —respondió él riendo.
Extendió su mano libre y capturó una de las de ______ para observar la diferencia de tamaños. Los delicados dedos de ella parecían más pequeños todavía entre los de él. ______ pensó que sus manos eran realmente varoniles, tan bronceadas y encallecidas por el trabajo rudo, pero con las uñas muy bien arregladas y las muñecas cubiertas de vello negro.
—Tiene demasiado vello —comentó ella sin pensarlo, levantando la vista hasta su pecho y observando el cuello abierto de su camisa.
—En todo el cuerpo. ¿No le gustan los hombres velludos, señorita Puente?
______ trató de retirar su mano de entre las suyas, pero él la tuvo cautiva con un movimiento firme y sensual.
—No sé —respondió ella confundida.
—Averigüémoslo—comentó él atrayéndola.
¡Cielo Santo!, qué fuerte era. Se vio levantada de su silla antes poder protestar, El parecía un emperador romano, sonriendo, venciendo su resistencia con gran facilidad.
—Señor Jonas...
Joe, dio un tirón más a su mano, obligándola a caer sentada sus rodillas. Bajo ella, sintió la fuerza de los músculos de sus piernas, la movió para hacerla reclinar la mejilla contra la parte superior de uno de sus brazos. ______ pudo advertir el aroma loción, olor sensual y oriental, y él rió al ver su expresión.
—Ahora, siente —le indicó él, metiéndole la mano por debajo de la camisa. Oprimió su mano abierta contra la espesa mata de vello.
No era justo, se dijo ella, mirándole a la cara. Sentía que su fuerza de voluntad no la ayudaría nada. Él movía su mano, observándola mientras la enseñaba a tocarle.
—Muy bien.
—No le he pedido que me dé clases —murmuro ella con voz baja.
—No, no me lo has pedido —admitió él con una expresión de paciencia—. Pero creo que te vendría bien.
—Contrataré un gigoló —prometió ella—. Déjame marcharme, por favor.
—¿Por qué? —volvió a llevar su mano hasta su pecho y la detuvo allí—. No te he pedido nada. Todavía.
—Ni ahora ni nunca —le corrigió ella—. Trabajo para tu abuela. Mis obligaciones no incluyen satisfacer tus apetitos.
—No creo que pudieras hacerlo, ______ —sus palabras la asombraron—. No tienes idea de cómo hacerlo, ¿o sí?
—Así es, respondió irritada—. Razón por la cual debe dar gracias al cielo. ¡Así no tendrás que preocuparte de que te persiga!
—¿Por qué no? —Joe acarició sus labios con el pulgar—. Quizá me gustaría ser perseguido por ti.
—Pues yo no disfrutaría—murmuro ella. Tratando de romper la presión del brazo que la sujetaba. ¿Quieres dejar de tratarme como a un juguete nuevo?
—No pienso en ti en esos términos —le dijo él, conteniendo el aliento, al deshacerle el moño con una mano. _______ trató de detenerle, peno sólo consiguió soltar unos cuantos mechones de largo pelo castaño, así que desistió. Joe dejó las horquillas sobre la mesa y acaricio el pelo que había caído sobre sus hombros.
—Parece satén —señaló en voz baja—. Ya había olvidado lo sensual que es el pelo.
—¿Es que has estado saliendo con mujeres calvas? —Pregunto ella con una risa nerviosa—. Ya te has divertido bastante. Permíteme irme a casa.
La mano de Joe había llegado a su cara produciendo efectos devastadores al alcanzar sus mejillas y detenerse en sus ojos, Sus ojos habían perdido su expresión alegre; ahora estaban serios, inquisitivos.
—No pareces tener veintiocho años, _______. Te deseo —añadió, inclinando la cabeza.
Antes de que ella pudiese encontrar la respuesta adecuada, la boca de Joe ya se había apoderado de la suya. Quiso protestar, pero la verdad era que le gustaba. Con sus labios la obligó a abrir los suyos y permitir la lenta y rítmica penetración de su lengua. ______ introdujo aun más los dedos entre el espeso vello pectoral y eso provocó en él un estremecimiento.
—Sí—murmuro contra sus labios, Me gusta.
________ abrió los ojos; éstos se habían vuelto tan grises como lluviosos. Volvió a contraer los dedos y él sonrió con una sonrisa posesiva que insinuaba conquista, una dominación. Sin duda era un hombre que hacia que la pasión pareciera natural. Su cuerpo respondió a la creciente pasión, acercándose a él como si tuviese voluntad propia.
—Lo sientes, ¿no es así? —murmuro él.
Con la mano libre la hizo volver hacia él, hasta hacer que su pecho se oprimiese contra el suyo. La besó meciéndola para rozar sus senos una y otra vez, haciendo que sus pezones empezaran a endurecerse.
—Me gusta eso —comentó él.
Deslizo su boca por el cuello de _______, aspirando su aroma. Ella bajo la cara para esconderla en su hombro. Los labios de Joe acariciaron sus párpados, obligando a sacar la cara de su refugio.
—______... —volvió a decirle antes de besarla de nuevo, en esta ocasión ya no había ningún juego. Arqueó su cuerpo al de ella y la obligo a abrir los labios. Irradió una explosión y sensual que la hizo temblar en sus brazos.
—Ya había olvidado lo hermoso que es besar —musitó contra los labios abiertos. Podría embriagarme con tu boca.
—Por favor, sigue —se oyó decirle a sí misma.
—¿Cómo podría detenerme cuando estoy tan hambriento?, comentó él antes de volver a inclinar la cabeza. La joven abrió más la boca para que tomase lo que quisiera.
—¿Si decidiera tomarte, respondería tu cuerpo de la misma forma? —preguntó él.
Ella gimió y la boca de Joe, se volvió más exigente, la presión de sus brazos empezaba a hacerle daño. Con un abandono inesperado, se acerco más a él para que advirtiese la fuerza con la que lo deseaba.
Los ojos de Joe brillaban de pasión y tenía la boca apretada con firmeza. Bajó la mirada hasta sus senos, y llevó una mano hasta el botón superior de su camisa. Lo desabrochó con la mirada fija en la suya en espera de una señal de protesta que le hiciera detenerse.-
—Voy a desnudarte hasta la cintura, _______ —le indicó en voz baja—, Y voy a alimentarme de ti, con la mirada y con la boca.
______, temblaba de pasión, no quería negarle nada de lo que quisiera. Arqueo el cuerpo hacia él en actitud de entrega. Pero cuando Joe estaba a punto de quitarle el sujetador, oyeron abrirse una puerta en el pasillo.
Sin pensarlo, ______ se puso de pie e intento abrocharse lo más deprisa posible los botones de su camisa.
Joe se reclinó en su asiento. Había un extraño brillo en sus ojos que ______ no consiguió captar. Extendió la mano y cogió las horquillas con las que había mantenido sujeto el moño.
—Toma, no olvides esto,
—Gracias. —las guardó y se miró en sus ojos negros.
Los dedos de Joe acariciaron los suyos al entregarle las horquillas.
—Olvida la entrevista de mañana. Quédate —le pidió el.
—Joe, no estoy dispuesta a acostarme contigo —le dijo ella con firmeza mientras sentían unos pasos que se acercaban
—Esta bien —aceptó él con facilidad.
—Jo.. —empezó ella dirigiendo la mirada hacia la puerta.
—No te presionaré —prometió él—. No puedo ofrecerte ningún futuro _____, y puesto que no puedo hacerlo, tampoco quiero ningún compromiso por tu parte. Creo que me he expresado con suficiente claridad. No necesito decirte que no… —empleó una frase sumamente vulgar. Sonriendo con malicia al ver su expresión de enojo.
—Tienes una boca muy sucia —comentó ella
—La tuya es exquisita —señaló él con deseo—. Nunca he probado algo mas suave y apetitoso.
—Me voy a casa —exclamó ella, cogió su bolso y estuvo a punto de chocarse con Jeannette al llegar a la puerta.
—Hola, querida —dijo la anciana—, Creía que ya te habías ido. Joe, Clara me ha invitado a jugar al bridge mañana noche ¿Puedes llevarme?
—Por supuesto —respondió él.
—No quiero que discutáis —indicó Jeannette, malinterpretando el silencio que existía entre ellos— Y no trates de echarla, Joe, de lo contrario me iré a un asilo.
—¡Dios nos libre! Te expulsarían al cabo de tres días! —dijo Joe de excelente humor, la abuela se limitó a dedicar un gruñido a su nieto y sonreír.
-Te veré mañana, querida. Buenas noches. Buenas noches —replicó la joven sonriente.
En su casa, permaneció despierta largo rato, pensando en el interludio que había pasado entre los brazos de aquel hombre. Ella hubiera deseado que el le hubiese abierto el vestido, deseado que la hubiera mirado y acariciado.- Tembló al darse cuenta de que nunca había experimentado ese tipo de deseo. ¿Sería una locura por su parte haber aceptado quedarse? Joe le había dicho que no quería ningún compromiso por su parte, pero, ¿qué haría ella si él la presionaba? No podría negarse. ¿Qué era lo que él quería? ¿Un romance pasajero, alguien para tener a su lado, pero sobre bases no permanentes? Decidió confiar en que todo saliera bien. Y procuraría relacionarse lo menos posible con Joe. Él nunca la amaría y ella no buscaba sólo una aventura. Tendría que encontrar forma de decirle que sólo deseaba ser su amiga, y que no quería tener una aventura amorosa con él. Hacía tiempo que había abandonado la idea de llegar a tener esposo e hijos ya que sus noviazgos no habían llegado muy lejos. Los hombres buenos estaban casados y los solteros que quedaban lo estaban por razones obvias. Había aprendido que la mayoría de los hombres sólo buscaban aventuras pasajeras. Nunca algo permanente. Ellos sabían que podían disponer de todas las ventajas del matrimonio pero sin sus responsabilidades. Sin embargo, ______ lo quería todo: tarta nupcial, alianzas e intercambio de votos. Quizás había dejado pasar demasiado tiempo para intentarlo, Ya era demasiado tarde. Se quedaría soltera para siempre. ¿Y eso qué le importaba?, se dijo irritada. ¿No era mejor que arriesgar todo con un hombre que resultara ser un jugador empedernido, un alcohólico, o un mujeriego? No, supuesto que no. Con esa optimista idea, cerró los ojos y finalmente se quedó dormida.

Listo chicas espero les guste
Nani Jonas
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Mensaje por CrazyxJonas Lun 31 Oct 2011, 3:34 pm

Waaaaaaaaaa!! quieres matarmee!!! xdd
Los ame.... ame los cap!
pero es qe no puede haber nad mas genial!! *-*
Y este Joe es taaaaaaaaaaaan sexii, no pero es qe me encantaaa!
Y si no la sigues.... no se qe va a pasar conmigo porqe te juero qe AMO la novee!!
Yaa y es como qe se me acabaron las palabras u.u
pero de verdad me gustoo... TODO
Y la abuela de Joe me cae muy bien jajajaja solo a ella se le ocurriria aprender a bailar a esa edad!
Y esa Connie ¬¬ quien se cree!
Yayaya.... SIGUELAAA!
y qe se qede.... se tiene qe qedar, obvio 1313 c:
CrazyxJonas
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Mensaje por Nani Jonas Mar 01 Nov 2011, 2:18 pm

CrazyxJonas escribió:Waaaaaaaaaa!! quieres matarmee!!! xdd
Los ame.... ame los cap!
pero es qe no puede haber nad mas genial!! *-*
Y este Joe es taaaaaaaaaaaan sexii, no pero es qe me encantaaa!
Y si no la sigues.... no se qe va a pasar conmigo porqe te juero qe AMO la novee!!
Yaa y es como qe se me acabaron las palabras u.u
pero de verdad me gustoo... TODO
Y la abuela de Joe me cae muy bien jajajaja solo a ella se le ocurriria aprender a bailar a esa edad!
Y esa Connie ¬¬ quien se cree!
Yayaya.... SIGUELAAA!
y qe se qede.... se tiene qe qedar, obvio 1313 c:
♥️

No no qiero qe mueras por mi culpa "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada - Página 3 2039594227 me alegra qe te guste la nove porqe al pareser tu eres la
unica :( qieres qe te la suba toda mañana o seguimos como hasta ahora tu decide ok :D
Nani Jonas
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Mensaje por adina Mar 01 Nov 2011, 2:24 pm

hey no solo tienes una seguidora, a mi me encanta la nove y no comentaba xq nunca me deja, pero sabes q tienes una fiel lectora :) sube mas plis
adina
adina


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Mensaje por CrazyxJonas Mar 01 Nov 2011, 3:15 pm

Nani Jonas escribió:
CrazyxJonas escribió:Waaaaaaaaaa!! quieres matarmee!!! xdd
Los ame.... ame los cap!
pero es qe no puede haber nad mas genial!! *-*
Y este Joe es taaaaaaaaaaaan sexii, no pero es qe me encantaaa!
Y si no la sigues.... no se qe va a pasar conmigo porqe te juero qe AMO la novee!!
Yaa y es como qe se me acabaron las palabras u.u
pero de verdad me gustoo... TODO
Y la abuela de Joe me cae muy bien jajajaja solo a ella se le ocurriria aprender a bailar a esa edad!
Y esa Connie ¬¬ quien se cree!
Yayaya.... SIGUELAAA!
y qe se qede.... se tiene qe qedar, obvio 1313 c:
♥️

No no qiero qe mueras por mi culpa "Un Negocio Arriesgado" - Joe y tu Terminada - Página 3 2039594227 me alegra qe te guste la nove porqe al pareser tu eres la
unica :( qieres qe te la suba toda mañana o seguimos como hasta ahora tu decide ok :D

Yo no creo qe yo sea la unica... La mas fiel obvio wjsaksjkasa okno
Pero nose... talvez las demas no pueden comentar (? en fin...
Siguela asi de a poco... no me gusta esperar pero tampoco quiero terminarla asi de repentee!! :D
Bueno, tu sabes qe me fascina esta nove... es tan genial *-*
Asi qe siguelaaa!! c:
Y no te preocupes... ♥️
CrazyxJonas
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Mensaje por damned Mar 01 Nov 2011, 8:44 pm

wow x dios tienes k seguirla
ahorita mismo !!!
me facina tu nove y d no ser por Jeannette}hubiera pasado
algo mas en la cocina!!!
ahhhhh enserio sube pronto xfaaaaa
damned
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Mensaje por CrazyxJonas Miér 02 Nov 2011, 4:29 am

Sisisi!
Please siguelaa!! c:
CrazyxJonas
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Mensaje por jamileth Miér 02 Nov 2011, 8:54 am

siguela..
no me he pasado porque estuve en la casa de
mi tia.. >.< y no e podido conectarme ...
tienes que seguirla....

siguela...
jamileth
jamileth


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Mensaje por Nani Jonas Miér 02 Nov 2011, 9:12 am

ok chicas aqi les dejo un cap gracias por sus comentarios
las qiero

Capítulo Seis
_____ se dedicó de lleno a su trabajo con los Herrera. Su horario era extraño y en ocasiones agotador, pero se sentía bien.
Joe entraba y salía. Raras veces le pedía que tomara notas o le mecanografiase una carta, así que pasaba la mayor parte del tiempo con Jeannette. La anciana tenía un enorme repertorio de temas verdaderamente interesantes de su trabajo como periodista. Le encantaba describir a _____ crímenes horrendos y ella la escuchaba con franca admiración.
El verano cedió paso al otoño. _____ disfrutaba cada momento del día como nunca lo había hecho. La mansión de los Jonas tenía grandes y hermosos jardines y, cuando no estaba ocupada en sus cosas, le gustaba recorrerlos y deleitarse con la maravillosa vegetación. Recibió una gran sorpresa cuando Joe fue a buscarla, por lo general él permanecía en su despacho.
Desde aquel ardiente intercambio. Él había guardado siempre distancias entre ellos. Pero no obstante la evitaba, y de haber sido otro, ella lo habría interpretado como un evidente gesto de Jeannette ya le había hablado mucho de su pasado. Había estado despierta durante largo tiempo, pero pronto se había dado cuenta de que Joe podía encender y apagar sus emociones con increíble facilidad. Así que ella había hecho frente a sus cambios de humor, reprimiendo sus propias emociones todo lo que le posible. Y le había funcionado. Se había convertido más en un amigo que en su jefe y le era fácil tomárselo como tal, olvidando lo ocurrido el primer día que trabajó para él.
—¿Me necesita la señora Jonas? —le preguntó a Joe con una sonrisa.
Llevaba puesto un pantalón blanco y un jersey rosa. Se había dejado el pelo suelto, y unas sandalias ligeras protegían sus pequeños pies.
—No, respondió él con pereza, ajustando su paso al de ella-. Sus pantalones grises y su camisa blanca, con el botón del cuello sin abrochar, le sentaban realmente bien.
—¿Te preocupa algo, jefe?
—No —insistió él sonriendo al mirarla.
—Pues has vuelto a casa más temprano, ¿o es que se te ha hecho tarde para ir a trabajar?
Llevaba una hoja en la mano y la mordisqueo mientras se dirigían hacia la casa. Era un día hermoso. Los capullos estaban a punto de abrir y los pájaros cantaban.
—Tengo algo para ti —le dijo él.
—¿Para mí? —exclamó ella sorprendida.
—Si—murmuro—. Sígueme.
La llevó a un lado de la casa y le enseñó una porción recién arada de unos tres metros cuadrados.
—¿Para mi? —repitió _____ con alegría en sus ojos. Su sonrisa era más brillante que el sol.
—Para ti—respondió él, riendo al ver su sorpresa—. Siembra aquí lo que quieras.
—¡Joe! —En un impulso, _____ se arrojó en sus brazos y le dio un fuerte abrazo—. Muchas gracias.
—No tienes nada que agradecer —respondió él cogiéndola de los hombros—. Es sólo una muestra de agradecimiento por el bien que nos has traído. Mi abuela te idolatra, ¿lo sabías?
—El afecto es mutuo. Es una persona encantadora—suspiró _____.
Cerró los ojos y reclinó la cabeza contra su pecho. Le parecía lo más natural estar en sus brazos a la sombra de los árboles. Podía oír los latidos de su corazón, y en la sien sentía su propia respiración agitada e irregular.
—_____…
Su tono de voz presagiaba problemas y ella no estaba dispuesta a enfrentarse a ellos. Todavía no se apartó de él, sonriéndole para evitar el rechazo. No le miraba a la cara. No podía hacerlo.
—¿Qué puedo sembrar aquí? —se preguntó en voz alta. Joe se acercó a ella por la espalda, la cogió de la cintura y la hizo apoyarse: en su pecho.
—El nombre del jardinero es Harry. Pide todo lo que desees.
—No, no es necesario. Yo misma compraré lo que se me antoje.
—Te acabo de decir que se lo pidas a él.
—Tirano.
Joe deslizó sus manos hacia arriba hasta dejarlas justo debajo de sus senos. El corazón de _____ dio un vuelco. Él lo advirtió y dejó escapar una carcajada.
—Estamos a plena luz de día —la recordó—. Nunca lo haría público; si acaso te ayuda a tranquilizarte.
Ella sabía a la perfección a qué se refería y se mordió un labio. A él le gustaba bromear, ya lo sabía. En realidad, no hablaba en serio. Ella era joven, atractiva, y estaba a mano; él era demasiado varonil. Tenía que recordarlo y eso hacia para mantener todo bajo control. Y así sucedió hasta que Inclinó la cabeza y la besó en el cuello.
______ contuvo la respiración y emitió un gemido, lo cual hizo que todo cambiara. Lenta, muy lentamente, él la hizo volverse, teniéndola sujeta. La miró a los ojos con tal deseo que ella sintió como si la estuviese desnudando. Dejó caer la cabeza contra pecho, casi sin aliento.
—Lo he intentado —murmuró él—. Dios sabe cuánto lo he intentado—apretó las manos sobre su cintura. De pronto se inclinó y la levantó.
_____ se agarró a sus hombros cuando él se dio vuelta y la llevó al invernadero, que se encontraba a varios metros. Estaba vacío. Por regla general, el jardinero descansaba los lunes y la señora Jonas dormía su siesta del mediodía.
La dejó en el suelo con suma gentileza. Sus enormes manos le tomaron la cara y la miró a los ojos con intensidad. Tenía la respiración agitada y ella podía advertir los latidos de su corazón
—En una ocasión vi un cuadro de un hada —murmuro Joe—. Tenía el pelo castañoo y largo, ojos azules y un esbelto y hermoso cuerpo como el tuyo. Cada vez que te veo, quisiera que te desnudaras, _____. Quiero enseñarte a hacer el amor. Ese es el motivo por el cual he intentado a toda costa no hacer esto...
Sus bocas se fundieron; primero con suavidad y luego con violencia, primero jugueteando, después con ansiedad. _____ se puso de puntillas y le pasó los brazos por el cuello. Su boca respondió con la misma fuerza. No se sorprendió cuando él la acerco aun más contra él, para hacerla sentir la tangible evidencia de la necesidad que sentía por ella.
—No estás oponiendo la menor resistencia —le dijo Joe, levantando la cabeza.
—No, es verdad —respondió ella con una sonrisa.
—¿Tampoco estás sorprendida? —insistió él.
—No.
Sus manos le desabrocharon la camisa y se deslizaron bajo la prenda para acariciar su desnuda y velluda piel. Al sentir su contacto, el cuerpo de Joe se puso tenso.
—Lo siento —dijo ella deteniéndose.
Joe respiraba lentamente como si estuviera luchando por mantener el control.
Cubrió sus manos con las suyas y las acaricio.
—Está bien —respondió.
Sus labios se posaron en su frente. _____ seguía sin hacer ningún gesto de rechazo.
—No recuerdo cuándo fue la última vez que me excité de esta forma.
—¿Te molesta? —preguntó ella, levantando la vista para mirarle a los ojos.
—Un poco. No, no te alejes —protestó cuando ella intentó alejarse.
______ llevó una mano hasta el hoyuelo de su barbilla. Dado que a él no parecía preocuparle, a continuación exploró su boca, luego su amplia frente y sus espesas cejas.
—Me gusta tu cara —le dijo—. Es muy personal.
—No es atractiva —murmuró él.
—No pero sí sensual —respondió sonriendo. Joe abrió los ojos y la miró con ternura.
—Tú eres igual.
Ella bajó la vista hasta su amplio pecho y contempló su musculatura.
—¿Ya has tomado una decisión? —preguntó él.
—¿Decisión acerca de qué? —preguntó ella sorprendida.
—Acerca de si te gustan los hombres velludos o no —comentó riendo.
—Si quieres saber la verdad —confesó ella—, nunca había estado cerca como ahora de un hombre que tuviera la camisa quitada.
—¿Y qué pasó con aquel prometido tuyo?
—Usaba camiseta —respondió riendo—. Ni siquiera llegué a verlo en bañador. Supongo que eso le hacía sentirse incómodo, no había pensado en ello —observaba la cabeza y hombros de Joe con verdadero interés—. Y nunca había visto a nadie como tu. Ni siquiera en revistas.
Joe apretó los labios, su control empezaba a desaparecer.
—Estás jugando con fuego —murmuro—. Ten cuidado. _____ respiré profundamente, y levantó la vista hasta su boca.
—¿No te gustaría seducirme? —preguntó—. Ya tengo veintiocho años. Puedo morir uno de estos días sin haber sabido lo que es ser mujer.
Él llevó las manos a su cintura y la apretó con tal fuerza que la hizo gemir. Su cara estaba rígida y en sus ojos brillaba un fulgor raro.
—Complicaría las cosas demasiado —respondió él después de un rato—. Mi abuela te necesita. Si permitiera que eso sucediera, te perdería. No miento cuando hablo de compromisos, _____. No los deseo y tu quizás si.
Tragándose su orgullo y el dolor que sus palabras le producían, ella consiguió sonreírle.
—¿Es que eres tan bueno en la cama? —preguntó con malicia.
—Tengo bastante experiencia —respondió el—. El sexo puede llegar a ser un vicio. Es muy difícil detenerse una vez que empiezas. Nos volveríamos dependientes el uno del otro, y no quiero que eso suceda.
—Ya tienes cuarenta años —le recordó ella en voz baja y tranquila.
—Pues moriré siendo un solterón —señaló, encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa—. ______ —añadió muy serio—, hubo una mujer. No entraré en detalles, pero recibí un golpe muy duro. Todavía no me he recuperado.
—Comprendo —respondió ella.
Lo sabía todo, pero no quería decírselo.
—Tu abuela dice que se ha pasado toda la vida preocupándose de las apariencias y que ahora va a deshacerse de todos sus prejuicios y trabas para empezar a vivir de verdad. ¿No te diriges tú en sentido contrario?
—¡Mira ahora quién está dando lecciones sobre el peligro de una relación seria! —exclamó él con una sonora carcajada.
—No es eso. A mi tampoco me resulta fácil mantener relaciones pasajeras. No estoy hecha para las aventuras de una noche. No creo en las relaciones puramente físicas. Quiero tener un amigo además de un amante.
—Pues yo puedo ser tu mejor amigo, si tú quieres, _____ —le indicó—. Y tu amante, si también lo deseas.
—Me encantaría hacer el amor contigo, Joe, pero tienes razón. Sólo complicaría más las cosas —señaló con un suspiro.
—De cualquier modo —murmuró él, inclinándose sobre su boca—, me gusta besarte de vez en cuando.
La besó con lentitud, _______ se encendió como el fuego a medida que el beso se fue haciendo más profundo. Cuando levantó la cabeza, _____ temblaba y estaba sonrojada.
—Sí —exclamó él al verla—, así te pondrías si llegara a hacerte...
—Joe —gimió ella, tendiéndole los brazos.
—No —dijo él en voz baja.
La abrazó y la meció contra él hasta que dejó de temblar y los dos volvieron a respirar con normalidad.
______ cerró los ojos, sintiéndose cansada, pero segura y protegida. Frotó la mejilla contra su pecho y sonrió.
—Me gustan los hombres velludos —dijo en un murmullo.
—A mi me gustan las mujeres de ojos azules grandes y… Me temo que me gustan demasiado —se apartó de ella, tomo con afecto de un mechón de su pelo—. Vamos, dime qué que quieres sembrar y luego iremos a comer con la abuela.
—Está bien.
_____ ya se imaginaba todas las flores que no tardarían en crecer, mientras se dirigían hacia la casa. Joe iba a su lado. Le deseaba, se dijo ella llena de deseo. Impulsivamente, le tendió una mano, la cogió con cariño y entrelazó sus dedos. ______ no recordaba haber sido más feliz en su vida.
Entraron en la casa y cuando se dirigían hacia la sala, Baxter tenía la cara desencajada.
—Señor Joe —exclamó sin aliento—. Es su abuela, temo que se trata de un ataque al corazón.

Nani Jonas
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Mensaje por Nani Jonas Miér 02 Nov 2011, 12:28 pm

chicas qiero invitarlas a qe lean mis one shots y diganme
su opinion porfavor :D

El Chico Malo De La Escuela Joe y tu:
https://onlywn.activoforo.com/t7786-el-chico-malo-de-la-escuela-joe-y-tu

La Bella y El Nerd Joe y tu:
https://onlywn.activoforo.com/t7785-la-bella-y-el-nerd-joe-y-tu
Nani Jonas
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Mensaje por jamileth Miér 02 Nov 2011, 2:04 pm

porque joe simplemente no se olvida lo que le hizo
la otra mujer ....y se queda con la rayis.. :D

siguela....
jamileth
jamileth


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Mensaje por CrazyxJonas Miér 02 Nov 2011, 5:57 pm

Wow.... pero qe es lo qe le paso a la abuela!? (me da flojera escribir todo su nombre xdd)
Aaaaaaaaww pero es qe no puedes hacernos estoo!!
Como tan malaa! xD
Yaya... yo quiero qe Joe sea su amante, su amigo, su pareja, el padre de sus hijos TODO!
Please tienes qe segurla, en serio!
Se qe siempre digo lo mismo xdd pero es qe es verdad!
Me encantaa!! waaa siguelaa!!
Y yo me paso por tus shots! c:
CrazyxJonas
CrazyxJonas


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Mensaje por Nani Jonas Jue 03 Nov 2011, 2:05 pm

Capítulo Siete
Las horas siguientes transcurrieron como en una pesadilla. Joe llamó a una ambulancia y al medico de la familia. Jeannette tenía la respiración alterada, estaba fría y sus mejillas habían perdido el color. Sus ojos parecían haberse hundido en su delgada cara. Por su experiencia anterior, _____ estaba casi segura de que le esperaban tiempos difíciles a la anciana, se sentó en la cama junto a ella y le cogió una mano, luego, empezó a dedicarle palabras de aliento mientras Joe paseaba de un lado a otro de la habitación esperando a la ambulancia.
El sonido de una sirena anunció por fin su llegada, unos minutos más tarde, estaba camino del hospital. Joe fue en ella y ____ los siguió en su destartalado Ford. Cuando llegó, encontró a Joe en la sala de espera de la sección de urgencias. Había varias personas más, todas con expresión preocupada. ____ consiguió sentarse entre Joe y una señora obesa que tema una criatura en brazos que no dejaba de llorar, y cogió su mano entre las suyas. En la otra mano de Joe había un cigarrillo encendido el primero que ella le veía fumar.
—¿Has sabido algo? —preguntó en voz baja.
—Nada —Joe tenía la mirada fija en una pared y, distante se llevó el cigarrillo a la boca.
_____ apoyó la cabeza en su hombro, agotada. Había visto muchas situaciones como esa cuando trabajaba en el hospital, por supuesto, pero los parientes siempre eran para ella unos desconocidos. Este era un caso muy distinto. Quería mucho a la señora Jonas.
Miró la cara inexpresiva de Joe y sintió ganas de llorar. Parecía como si el mundo se estuviera acabando para él, y no había nada que ella pudiera hacer para ayudarle. Estaba sumido en un tono privado, debatiéndose entre la esperanza y la desolación.
—Lo siento mucho —le dijo en voz baja—. Quisiera poder hacer algo.
—No desesperes, _____ —le dijo apretándole la mano.
Ella cerró los ojos y apretó la mano de Joe lentamente; los minutos pasaban lentamente, las personas iban y venían, subiendo la voz. Los niños lloraban y luego reían. Pasó mucho rato antes de que un medico vestido de blanco acudiese en busca Joe.
Joe se alejó con él. EL doctor hablaba y Joe le escuchaba; su mirada era cada vez más sombría. El médico le dio la mano, asintió con la cabeza y se marchó.
Joe permaneció inmóvil un minuto. Luego, volvió la vista ____, le hizo una señal indicándole que le esperara y se fue por un corredor. Cuando volvió, su aspecto era todavía peor.
—¿Has venido en tu coche?
—Sí, mi coche está fuera —Joe la siguió hacia la salida. _____ se preguntaba si debería decirle algo. Finalmente, decidió esperar hasta que ya estuvieran fuera del hospital.
Joe se sentó a su lado, apenas dándose cuenta de dónde se sentaba. Encendió otro cigarrillo mientras ella trataba de poner coche en marcha. Gracias a Dios, en esa ocasión el Ford se portó bien y no tardó en salir del aparcamiento.
—El médico no cree que se trate de un ataque al corazón, comentó Joe minutos más tarde—. Considera que lo más probable es que se trate de una angina de pecho, pero no puede dar un diagnóstico definitivo todavía. No lo hará hasta que no le hagan una serie de pruebas, incluyendo un cardiograma que se hará mañana si se encuentra un poco mejor.
—Oh —murmuró _____, sabía lo que eso significaba, que revelaría si había un bloqueo o una válvula defectuosa
El corazón de la anciana. Una lectura positiva sobre cualquiera de esas dos posibilidades podría implicar una operación a corazón abierto. ¡Pobre Jeannette!
—La han llevado a la unidad de cuidados intensivos —Joe se pasó una mano por el pelo—. Eso significa que sólo se le podrá visitar tres veces al día durante períodos de diez minutos Voy a volver a su lado, pero necesito cambiarme de ropa y coger mi coche.
—¿Hay algo que yo pueda hacer? —preguntó ella.
—Sí, puedes quedarte en casa y atender mis asuntos durante los próximos días. No puedo enfrentarme al mundo de los negocios y cuidar de la abuela al mismo tiempo.
—Iré a mi apartamento para coger algo de ropa —aceptó sin protestar—. Si me das una lista de las personas que pueden llamar y qué es lo que debo decirles, yo me haré cargo del resto —tardó en una esquina y el viejo coche protestó. Fue entonces cuando Joe se dio cuenta de dónde estaba.
—¡Asi que este trasto funciona!—exclamó, mirando la remendada tapicería del Ford.
_____ volvió la vista hacia él.
—¡Calla! —le dijo—. Si lo insultas, se parará en medio de la calle.
—¿Cómo no puedes insultar a algo como esto? —Preguntó incrédulo-. No sabía que estuviera en estas condiciones, si no ya te hubiera comprado algo mejor.
—No va a comprarme nada, señor Herrera —le aclaró—. Puedo mantenerme yo sola, muchas gracias.
—Con sándwiches de atún y un coche que te puede dejar tirada en cualquier momento.
—Me gusta este coche. Tiene personalidad.
—Lo que tiene —replicó él, cuando ya estaban cerca de la casa—, es un montón de años. ¿Cuántas veces necesitas pisar los frenos para que funcionen? —Le exigió, ____ se ruborizó y sus ojos ardieron de furia— Cogerás el Mercedes si tienes que ir a algún lado —le indicó tajante— Me llevaré el Rolls al hospital.
—Joe…
—No discutas conmigo, cariño —señaló en voz baja y con una mirada que, viniendo de él, la obligó a permanecer callada _____ dejó su coche en el garaje y apagó el motor.
Joe bajó del vehículo, le abrió la puerta y buscó un llavero en sus bolsillos. Lo puso en su mano y le cerró los dedos alrededor.
—No discutas—insistió mirándola a los ojos—. Está asegurado contra todo riesgo. Si le abollas el parachoques, no te reclamare nada. ¿Estás de acuerdo?
—No sé si sabré conducirlo —confesó con un suspiro.
—Es igual que el tuyo, sólo que más pequeño.
—Más pequeño y mucho más caro.
—¿Y qué tiene eso de malo? —murmuró él y consiguió esbozar sonrisa, inclinó la cabeza y le dio un beso ligero en los labios—.Vamos, te preparare la lista.
Tardaron varios minutos en elaborar la lista de posibles llamadas. Joe tenía negocios en todas partes, incluyendo un proyecto Sudamérica que esperaba ser inscrito y que exigiría su presencia en aquel lugar una vez que se formalizara el documento
—¿Y qué hay del sector norte? —preguntó ella.
—Cuento con varios ejecutivos —la recordó—. La clave del éxito, está en contar con subalternos eficientes y saber cuánto y cuándo delegar. Saldré adelante de cualquier forma —añadió con un suspiro—, ese no es un problema que necesite una solución. El de la abuela sí —miró su reloj— Si no estoy allí dentro de una hora perderé el tercer turno de visita. ¿Tienes toda la información necesaria? —preguntó mientras _____ repasaba la lista cuidadosamente.
—Creo que si —aceptó ella—. No tardaré mucho. Sólo necesito traer algunas cosas de mi apartamento.
Él asintió e inició la marcha por el pasillo
—Joe —le llamó.
—¿SÍ? —se volvió con lentitud como si llevase un gran peso sobre los hombros.
—Es tan fuerte como un par de botas de combate—le indico—. Ella misma me lo dijo. Si fuese jugadora, apostaría todo a su favor.
—Yo también, _____. Pero ya tiene setenta y cinco años.
—Mi abuelo tiene ochenta y tres y sigue cuidando su jardín—le animó ella.
—Me gustas, _____ Puente —comentó él antes de empezar a subir la escalera.
_____ se sentía intimidada conduciendo el Mercedes, pero consiguió llegar a su apartamento sin incidentes que lamentar. Informó a los Kennedy de lo que ocurría y de que estaría ausente unos días. La pareja le pidió que no se preocupara y se ofreció a ayudarla en lo que fuese necesario. Su amabilidad casi la hizo llorar. Les dio las gracias y volvió a la casa solitaria. Baxter le abrió con expresión preocupada. Llevaba veinte años trabajando para los Jonas.
—¿Alguna noticia del hospital? —preguntó ella al entrar,
—No, señorita. Confiaba en que sí —dijo, sintiéndose decaída.
—Si, señorita. Nosotros también —respondió el mayordomo-. Tiene un espíritu indomable.
—Es una dama muy singular —aceptó ella—. El señor Jonas me ha dicho que se encuentra en el mejor hospital. Hoy en día se puede hacer mucho por los problemas cardíacos —comentó tratando de darle aliento,
—La culpa la tienen esos guisos que tanto le gustan —gruño Baxter—. La cocinera se los da por complacerla y ella se lo agradece, pero no son sanos para una persona de corazón débil.
—¡Vaya! —Exclamó ella con expresión maliciosa—. Se lo diré al señor Jonas. Él se encargará de ella.
El mayordomo logró esbozar una sonrisa, pero se contuvo en el acto,
—Señorita, si algo ocurre cuando ya me haya marchado…-
—Yo le mantendré informado, Baxter —le interrumpió. No la conozco desde hace tanto tiempo como ustedes, pero la aprecio de verdad.
El anciano asintió con la cabeza y volvió a sus menesteres. _____ avanzó por el corredor, pero se detuvo de pronto. ¿Cuál seria la habitación para huéspedes? Sabia cuál era la de la señora Jonas y siguió adelante. Abrió la puerta siguiente.
Se asomó sin entrar. En ella se encontraba una cama gigantesca y estaba decorada en tonos verdes. Incluso sin fijarse en la ropa que se encontraba sobre un sillón, supo en el acto que se trataba de la habitación de Joe. Cerró la puerta y se dirigió a la siguiente. Estaba decorada en tonos pasteles. Era realmente bonita y sin duda alguna se trataba de la habitación para huéspedes. Entró y dejó su maleta encima de la cama. La maleta estaba muy desgastada por el uso y desentonaba con la lujosa tela del edredón, por lo que la bajó y la dejó en el suelo. Volvió al despacho y se sentó frente al enorme escritorio de Joe.
Él no llamó, pero si lo hicieron otras personas. La mayoría estaban en su lista, pero una de ellas era una tal señora Cade que no se encontraba en la lista y que parecia conocerle muy bien. _____ trató de hacer frente a sus preguntas mientras ardía de celos.
—Quiero que me llame tan pronto como llegue —señalo con determinación—. Siento lo de su abuela, pero es urgente. ¿Qué diablos creía que era un problema cardíaco? Su temperamento escocés e irlandés salió a la superficie. Se produjo un tenso silencio en el otro lado de la línea.
—Nadie me ha hablado nunca en ese tono —fue la respuesta que recibió,
—Yo acabo de hacerlo —le contestó ____ tajante—. Y si quiere hablar con Joe, tendrá que esperar a que él tenga tiempo para llamarla. Es probable que usted nunca haya tenido a un familiar debatiéndose entre la vida y la muerte, pero ahora él está destrozado y lo último que necesita es ser molestado por una mujer histérica.
—Es usted una insolente... ¿quién es usted? —exigió la voz
—Soy la mala de la película —le dijo ____, dando por terminada la conversación.
Joe la mataría, se dijo sintiéndose miserable, pero esa horrible mujer debía haber sido menos ruda e insensible
Hubo varias llamadas más que _____ atendió lo mejor que pudo y poco después de las nueve, el teléfono dejó de sonar
Joe llegó treinta minutos más tarde.
-¿Y bien? —preguntó _____, poniéndose de pie, cansada de estar sentada.
Joe la miró, pasándose una mano por el pelo. Parecía agotado. Necesitaba afeitarse y había nuevas arrugas de preocupación alrededor de sus ojos y de su boca. Llevaba arremangadas las mangas de la camisa y la chaqueta colgada de un brazo. La arrojó sobre un sillón y estiró.
—Está despierta y echando más maldiciones que un carretero –comentó-. Le han dado algo para calmarle el dolor. El doctor Simpson podrá decirme algo más mañana después del cardiograma —con expresión de agotamiento, se dejó caer en el sillón en el que se encontraba su chaqueta—. _____, me ha dicho que puede tratarse de uno o varios bloqueos. He mencionado la posibilidad de que sea necesario intervenirla quirúrgicamente. Sus enzimas están normales, lo cual indica que no fue un ataque al corazón, pero su respiración no es regular y tiene una arritmia. Si es lo que él supone, se pondrá peor y tarde o temprano sufrirá un ataque cardiaco. Ya ha sufrido varios conatos, pero no me dijo nada por no preocuparme —añadió con una risa triste.
—Conozco algo ese tipo de operaciones —comentó ____—. Son de las de bajo índice de riesgo y la mayoría de los pacientes están de vuelta en su casa después de una semana.
-Eso me ha dicho el médico —aceptó él— pero van a ser unos cuántos días extremadamente largos.
—Yo te ayudaré a sobrellevarlos —se ofreció con una sonrisa—. ¿Quieres que te prepare algo de cenar?
—No creo que pueda comer nada, ____.
—¿Quieres café o una copa, entonces?
-La copa y luego el café.
Joe se puso de pie y se dirigió al escritorio para revisar las llamadas telefónicas. Hizo una mueca de disgusto y preguntó.
—¿Cuánto hace que ha llamado?
—¿Te refieres a la señora Cade? —____ evadió su mirada—. Alrededor de una hora —añadió.
—¿Qué quería? —insistió él mirándola a la cara.
—No me lo ha dicho —respondió apoyándose en uno y otro pie—. Sólo ha dicho que era urgente.
Joe se puso de pie mientras ella le servía la copa y se la entregaba.
—Gracias —replicó con tono ausente sin levantar la vista del papel.
—Es muy mal educada —espetó _____ sin poder contenerse—. Y yo también he sido grosera con ella. Si es amiga tuya, creo que te pedirá explicaciones.
—Hace algunos meses fue algo más que una amiga —le aclaró alejándose-. Me haré cargo de estas llamadas. Buenas noches _____.
Sabía exactamente que había querido decirle. «Gracias, chica, pero quítate de mi vista; estoy ocupado». Su actitud lo indicaba.
—Baxter pidió que le llamaras para decirle cómo está la señora Herrera —comentó, dirigiéndose hacia la puerta.
—Baxter puede esperar —señaló tajante.
Se sentó frente al escritorio y levantó el auricular del teléfono. Ni siquiera alzó la vista antes de empezar a marcar el número de la señora Cade.
_____ se sintió muy molesta y cerró la puerta al salir.
Bueno. Ahora sabía quién era esa mujer. Era obvio que se trataba de una de sus mujeres. Se sentía vacía y tenía frío. Se dirigió a la habitación para huéspedes y se puso un camisón de algodón. Bien, parecía que pronto se quedaría sin trabajo. Si Jeanette tenía que ser operada, necesitaría una enfermera y no una acompañante. Aunque en su momento Joe la habría tolerado, e incluso había bromeado con ella, su marcha no le quitaría el sueño. En más de una ocasión, le había dicho con toda claridad que no quería ningún compromiso. ¿Dónde encajaba esa mujer en su vida? ¿Sería ese tipo de mujeres frías, insensibles y agresivas las que le atraían? Era evidente que su antigua prometida pertenecía a ese género. Rió con amargura. Era una lástima que ella no fuese atrevida. De lo contrario, hubiera podido salir en camisón para tratar de seducirle.
Seducirle. Pensó en esa idea durante un minuto y después la apartó de su mente. Era inoportuno pensar en eso, teniendo a su abuela enferma de gravedad. Pobre Jeannette. Sentía verdadero cariño por ella. Iba a extrañar mucho a la viejecita.
Minutos más tarde, estaba frente al espejo cepillándose el pelo cuando la puerta se abrió de pronto y Joe apareció en la habitación. Estaba muy preocupado. Se había puesto la chaqueta de nuevo y había una expresión de enojo en sus ojos negros, Durante unos segundos, _____ pensó que ni siquiera se había dado cuenta de que ella ya se había puesto el camisón.
—Tengo que salir —le dijo tajante—. ¿Te importaría estar pendiente del teléfono y contestar las llamadas que se produzcan? Ya he comunicado al hospital el número donde se me puede localizar.
Los ojos azules de ____ le acariciaron como si fuesen sus manos. Su cara estaba contraída y tenía los ojos rojos. Ya tenía bastante con la preocupación de su abuela para que ahora viniera esa mujer a alterarle más. Ella sabía a dónde iba. No necesitaba que él se lo dijera
—Estaré pendiente —le aseguró con tono frío.
En ese momento, él se fijó en lo que llevaba puesto ella, advirtió un brillo de deseo en sus atormentados ojos, Esbozó una sonrisa al advertir lo fina que era la tela del camisón, tanto que permitía ver los suaves contornos de su cuerpo. Con el pelo suelto cayéndole sobre los hombros, _____ parecía un hada.
—No sé por qué, pero me había imaginado que dormirías con pijama.
—En realidad prefiero dormir sólo con la ropa interior —le dijo con suavidad—, pero eso es cuando estoy en casa.
—No te preocupes por mí —murmuró él—. Me molesta tener que romper tus hábitos
—Ya se lo he dicho, señor Herrera. No suelo dar representaciones privadas —dejó el cepillo sobre el vestidor—. ¿Algo más?
—Sí, pero no tengo tiempo —comentó con una sonrisa maliciosa volviendo a mirar su cuerpo y luego la cama.
—Desecha esos pensamientos —comento con tono seco.
—¿Por que?
Ella le recorrió con la mirada, lo cual le perturbó, ya que frunció el ceño. Bruscamente, cerró la puerta y se dirigió hacia ella.
—No —exclamó _____, poniéndose de pie.
Eso empeoró las cosas ya que su camisón tema un escote muy profundo y permitía ver las curvas de sus senos
Pero él siguió avanzando Sólo se detuvo cuando estuvo precisamente junto a ella. Posó sus cálidas manos sobre sus hombros.
_____ sentía que su corazón latía con violencia y su cuerpo reaccionaba a su cercanía. Le adoraba. Su aroma masculino y el junto a ella la enloquecían.
—Tienes que salir —le recordó sin aliento.
—Lo sé —acaricio su pelo.
—Joe —le dijo levantando la vista. Él la cogió por la barbilla, la miró a los ojos advirtiendo la angustia que había en ellos, sin comprenderla.
Joe cerró los suyos. Apoyó su frente contra la suya
—No sientas miedo de mi, _____ —le dijo en voz baja—. No quiero nada de ti, sólo un poco de apoyo. ¿Está bien? Algo que me ayude a soportar las próximas horas —acaricio su nariz con la suya.
Sus enormes manos bajaron hasta la cintura de _____ en una caricia suave. Luego, de pronto, y con un rápido movimiento subió las manos y las puso debajo de los senos de ella. La joven sintió la presión y empezó a temblar, porque deseaba saber qué sentiría si colocaba sus manos allí.
—Entonces, ¿por qué... por que vas a su lado? —preguntó con amargura, reprochándose la forma en que su cuerpo reaccionaba ante él.
—Vaya, vaya —murmuró él—. ¿Eso es lo que crees, _____ que voy a ahogar mis preocupaciones y frustraciones en los brazos de esa mujer?
—¿No es así? —preguntó ella molesta.
—Eso sería eso como estar sentado en un criadero de ostras y mandar traer una sopa de ostras de otra parte? —preguntó él.
—Soy una reprimida, ¿lo recuerdas? ¡Ni siquiera sé cómo hacer el amor!
Joe rió en voz baja, como si sus celos le gustasen.
—______ Puente, a veces cometes grandes errores. Para tu información, la señora Cade ya no es mi amante. Ahora es vicepresidente ejecutiva de una de mis subcontratistas.
-¿Vicepresidente?
—Ejecutiva —repitió él, mirando sus senos— Y ese asunto urgente tiene que ver con el proyecto sudamericano. Ella tiene a su cargo las negociaciones gubernamentales. Acaba de regresar y tengo que reunirme con ella... y su marido —subrayó—, para determinar cuál debe ser o nuestro siguiente paso.
—Oh —comentó _____, mordiéndose un labio.
—¿Tienes frío? —preguntó Joe de pronto
— No. ¿Por qué? —respondió distraída.
—Entonces debes estar muy excitada —murmuró con malicia, pasando un dedo sobre el pezón erecto.
_____ lanzó un grito y trató de retroceder.
—Esto no te dejará embarazada —le prometió él, poniendo una mano por su espalda para detenerla— Mira cariño —le indicó, incitándola a bajar la vista a su camisón.
Con la otra mano desató la cinta que mantenía el corpiño de la prenda en su sitio y muy lentamente lo deslizó dejando al descubierto los senos de la joven.
_____ contuvo el aliento y levantó una mano para cubrirse, pero Joe la guió hasta su cálido pecho.
—Estáte quieta —murmuro en voz baja.
Bajó el camisón hasta su cintura mientras ella temblaba ante la sensación nueva de que los ojos de un hombre contemplaran su desnudez; él se apartó para mirarla mejor, haciéndola ruborizarse
—Si no tuviese que ir a ver a trabajar —le dijo en un murmullo—, te llevaría a la cama y te desnudaría del todo para dejarte sentir mi boca en cada centímetro de tu cuerpo.
Los labios de _____ temblaban al igual que su cuerpo. Se sentía arder por un ruego que nunca bahía sentido hasta ese momento; estaba a merced de un deseo desconocido
—¿A... aquí también? —preguntó ella; señalando su pecho. —Ahí sobre todo —la cogió por la cintura y la levantó hasta que sus senos quedasen a la altura de su boca. Abrió los labios y acarició con la lengua uno de sus pezones.
_____ se echó hacia atrás, con las manos en su cabeza, y lanzó un gemido. La respiración de Joe se arderá, como si su exclamación lo hubiera excitado aún más. _____ sintió que la llevaba a la cama la tumbaba en ella. De pronto se encontró sola.
Abrió los ojos y le vio de pie frente a ella, con la mirada insistente y la cara inexpresiva, contemplando su desnudez parcial.
—No quiero hacer algo de lo que luego me arrepienta, _____ sé que tú no estás preparada aún para ello.
Con gran dignidad, ______ se sentó y se subió al corpiño de camisón, tratando de evitar que él viese las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
—Bueno, no puedes culpar a una chica por intentarlo —le dijo tono ligero— Las solteronas tenemos que buscar nuestra experiencia donde podamos.
—No eres ninguna solterona. Eres una mujer hermosa, sensible, sensual. Te deseo muchísimo, pero esta noche no puede ser.
—No, tienes que trabajar —concluyó por él.
Joe estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo y se apartó.
—Así es. Tengo que trabajar. Estate pendiente del teléfono, por favor —salió sin mirar atrás y cerró la puerta con violencia.
_____ permaneció despierta hasta que oyó entrar a Alfonso en la habitación. Eran las dos de la madrugada. Se encontraba tan cansada, que pensó que no tardaría en conciliar el sueño. Rezó por el cardiograma no revelara la necesidad de una intervención quirúrgica. Dado que Jeannette era la única persona a la que Joe tenía, seria algo terrible para él.
Tendría que quedarse con él por el momento. Tal vez no la amaba tanto como para comprometerse, pero necesitaba a alguien ¿de quién más podía disponer? Por extraño que fuese, ella era la más allegada a él aparte de su abuela.
Habían tenido muchas ocasiones de conversar durante esas semanas y creía comprenderle. Al menos, podría proporcionarle la sensación de seguridad, se dijo con amargura.
Fue con él al hospital a la mañana siguiente. Le practicaron a Jeannette el cardiograma y, aquella misma tarde, el médico les informó de que era necesario operar urgentemente. La operación iba a realizarse la mañana siguiente,
Joe fue a ver a su abuela y volvió muy inquieto. _____ trató de hacerle comer algo, pero él se negó. Finalmente, volvió a casa para informar al personal de lo que ocurría y atender la correspondencia. No fue a ver a Jeannette porque Joe se lo impidió. Pensaba que podía alterar a la anciana. _____ estaba en desacuerdo con él, pero no se lo diría por nada del mundo. Toda operación tenía sus riesgos y sabía que las próximas setenta y dos horas serían decisivas. La anciana podía morir, él tenía que saberlo y esperaba con ansiedad las horas de visita. _____ no quería privarle de esos preciosos minutos con ella. Así que le deseó suerte y trató de mantenerse ocupada en la casa, atendiendo las llamadas telefónicas y preguntándose cómo sobreviviría cuando tuviese que dejar a Joe.
Ya en la tarde, cuando Joe volvió, y la servidumbre ya se había marchado. _____ le había preparado una ensalada y unos sándwiches por si quería comer algo. Salió al pasillo para preguntarle si le apetecía algo, pero él no advirtió su presencia y se dirigió inmediatamente a su despacho.
Ella pensó que saldría pronto y sirvió una taza de café. Recordó los largos y terribles días anteriores a la muerte de su abuela, la angustia de la espera, la proximidad de la muerte y la desesperación de no poder hacer nada. Debía ser peor para un hombre, se dijo. Mucho peor.
Recorrió la cocina una y otra vez con expresión preocupada. Su camisa y su pantalón vaquero la molestaban. Estaba cansada y deseaba irse a la cama, pero no podía dejarle solo, armándose de valor, colocó la taza de café y los embutidos en una bandeja, llamó a la puerta del despacho y entro.
Joe estaba con un vaso en la mano. La miró con expresión acusadora y ojos llenos de dolor y preocupación
—¿Qué diablos quieres? —le exigió.
—Te traigo algo de comer y por favor deja de regañarme—replicó sin dejarse amedrentar por su mal humor,
—No tengo hambre —exclamó sirviéndose más whisky—. Márchate.
Ella dejó la bandeja encima de una mesa y se sentó junto a él. Llevaba puestos los pantalones de un traje y una camisa blanca con el botón del cuello desabrochado. Como no se había afeitado, su aspecto era bastante desaseado
—Te he dicho... —empezó de nuevo.
—Te he oído. Come algo y toma un poco de café —ella cogió lataza y bebió un sorbo.
—¡Maldita seas!
—Las solteronas somos muy tercas —le indicó—, pero si se nos caso, nos marchamos.
—No sé si me gustará lo que has traído.
Cogió un sándwich y vio que era de jamón, Joe dio un sorbo al café con la mirada perdida.
—¿Qué voy a hacer si muere, _____?
—¿Una vieja ave de rapiña como tu? —se burló, negándose a hablar en serio—. Saldrás adelante, lo mismo que ella haría si los papeles estuviesen invertidos, Pero de estar en tu lugar, yo no, me daría por vencida —añadió—. Una mujer que a los setenta cinco años aprende break dance no va a permitir que una intervención quirúrgica acabe con ella.
—Siempre eres así —le dijo él con el ceño fruncido—. Siempre valiente y optimista. Eres única, _____ —dio otro sorbo a su café—nunca he tenido a nadie más que a la abuela y, este ultimo año, mi mundo ha girado única y exclusivamente a su alrededor—levantó la vista y la miró a los ojos—. Ella suele hablar cuando—Joe estaba sentado en un sillón con una botella de whisky—tiene confianza en su interlocutor. Sé que confía en ti. Te ha hablado de Connie, ¿verdad?
No podía mentir
—Si —admitió.
—Ella trató de advertirme y no le hice caso —le dijo mirándose las manos—. Estaba tan loco por esa mujer que no quise creer lo que me decía. Debido a ello, la abuela sufrió un ataque al corazón. Me he sentido culpable desde entonces. Casi he vivido como un monje —se rió con amargura—. No he permitido que nadie se acerque a mí. He tenido miedo de enamorarme.
—¿Vas a seguir castigándote el resto de tus días por no creer en ella una sola vez? Ella no quiere que hagas eso, Joe.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. Ya no confío en mis juicios, _____. No tengo confianza en las mujeres.
—Te comprendo —admitió ella.
Le miró a los ojos y se sintió conmovida por la vulnerabilidad que vio en ellos.
—Quisiera poder decirte algo que te ayudara, pero no encuentro las palabras adecuadas.
—Me desespera sentirme inútil. No hay nada que pueda hacer, excepto esperar —comentó él mirando el contenido de su taza.
—Y sé que odias el tener que esperar —le indicó ella—. Pero tienes que recordar que está en manos de los mejores médicos, que es muy fuerte y que tiene mucha fuerza de voluntad.
—Todo eso me lo he repetido cientos de veces, pero no puedo estar seguro de ello, así como los médicos tampoco pueden estar seguros —dejó la taza de café sobre la mesa y dio otro sorbo al whisky
—Eso no te ayuda en nada —le dijo _____.
—Tengo que elegir entre esto o una mujer —confesó con risa amarga y levantó la vista hacia ella—, y la única que conozco me está prohibida.
—Joe.
—No quiero que hagas ese sacrificio por mí —exclamó, llevando un dedo sobre sus labios para hacerla callar.
—No se trata de un sacrificio —le señaló ella en un murmullo—. Te deseo.
—______...
—Sé que no soy hermosa—continuó ella—, soy demasiado delgada y mi cara deja mucho que desear, pero tengo veintiocho años, maldita sea, y he estado reservándome para el hombre y el momento oportunos —le miró con los ojos llenos de lágrimas— Sé que no me ofreces el consabido «y vivieron muy felices». Eso no me importa. Esta noche necesitas a alguien con desesperación yo quiero ser ese alguien. Puedes pensar en mí como en una medicina de mal sabor... —se contuvo con una risa temblorosa.
—De mal sabor—se burló él. Se inclinó y la besó con gran suavidad—. Eres muy atractiva, _____ Puente, y te deseo desesperadamente, pero...
—Déjame darte un poco de confort. —murmuró ella—. Sé demasiado bien lo larga que esta noche va a ser para ti. Me quedare tus brazos y te ayudaré. Puedes tomarme si lo deseas.
—______, corres el riesgo de quedarte embarazada —recordó él, dejando escapar un suspiro.
—No hay ningún riesgo—le mintió para acallar su conciencia. Posó su boca sobre la suya lentamente. Quizá nunca hubiera nada entre ambos, y quizá estuviera cometiendo un error, pero siempre recordaría ese momento, y aquel pobre hombre atormentado podría enfrentarse a su problema al día siguiente un poco más tranquilo, lo tomó en sus brazos con un fuerte gemido, Joe la beso casi con violencia, con hambre. Su corazón latía con tuerza contra su pecho y tenía la respiración agitada. Segundos más tarde, la cogió en brazos y la llevó a su habitación.
_____ se estremeció al mirarle. Se imaginó con él en la cama, sin nada que se interpusiese entre ellos, y contuvo el aliento. Uno morena y una blanca, un cuerpo musculoso contra uno suave... Joe la dejó encima de su cama suavemente y encendió la luz una lámpara de noche. Luego, se sentó a su lado y la contempló durante largo rato. Deslizó los dedos de su mano, debajo del pantalón vaquero para acariciar su vientre y ella se puso tensa.
—¿Te gusta? —preguntó él con gentileza al ver su expresión de temor.
Extendió la mano. Sus dedos jugueteaban acariciando. Y sus ojos no abandonaban los de ella.
—Eres muy suave.
—Tu mano es enorme, murmuro ella.
Dirigió la vista a su camisa. Se la quitó, dejándola caer a su lado, y contempló el sujetador de encaje.
—Ahora esto —señaló jugueteando con el broche que estaba delante.
Joe levantó la vista para observar como con suavidad abría el broche. Y, despacio, muy despacio, aparto la prenda de sus senos. Los miró con una expresión que ella no pudo definir, sus pezones se ponían erectos al ser contemplados.
Los dedos de Joe los acariciaron, haciendo que su cuerpo se estremeciera por el inesperado placer que empezó a invadirla.
—No sé si estoy sobrio, _____. No debería continuar...
—______, exclamó ella con voz ahogada. Todo su cuerpo ardía y se agitaba preguntándose por que no podía controlarse—. Por favor.
Vio el gesto que brillaba en los ojos de Joe. Este llevó la mano hasta su camisa.
—¿Serás una amante apasionada, _____? —Preguntó riendo. — Veámoslo —abrió la boca, envolviéndola en su calor y _____ se estremeció y produjo un gemido por la sensación que le produjeron sus dientes, luego la lengua entró en su boca mientras sus manos la sujetaban por la espalda y la levantaban para facilitar su labor.
La boca de Joe inició un camino descendente hasta su estómago. Le quitó los pantalones y las braguitas y, después llevó su boca a la parte interna de sus muslos. Ella gimió desde lo más profundo de su garganta, y empezó a moverse con involuntarios movimientos sensuales.
Joe la tocó en sitios que hicieron que las lágrimas afloraran sobre sus ojos. _____ se enterró a la almohada, preguntándose si lograría sobrevivir. El placer crecía y la ahogaba.
Abrió los ojos cuando él levantó la cara para mirarla. Ella sabía que los ojos los tenía llenos de lágrimas. Sentía la boca lastimada la mirada de Joe a recorrió, deteniéndose en los inquietos movimientos.
Enderezándose, se llevo las manos a su camisa abierta y se la quito, dejando al descubierto su pecho, luego se desprendió del resto de sus ropas. Los ojos de _____ le recorrían como si fuesen manos, llenos de curiosidad. Joe dijo que su abuela solía apreciar la fuerte musculatura de su bronceado pecho, su estomago plano, sus caderas estrechas y sus poderosas piernas. Era exactamente tal y como ella le había imaginado, la imagen de una estatua que cierta vez había visto en un museo uno que la habla hecho ruborizarse. Pero Joe no era una estatua. Era de carne y hueso. Mientras la miraba, el volvió a su, lado y sintió el calor de su cuerpo.
Joe la besó con suavidad y ternura mientras sus manos volvían a buscar sus senos, en un silencio sólo roto por las agitadas respiraciones y el violento latir de los dos corazones. Deslizó sus dedos hasta su estómago para luego deslizarse a sus muslos, acariciando la piel aterciopelada.
La estimuló hasta hacerla gemir de pasión.
Volvió a llevar los labios hasta sus senos, su ombligo, sus muslos. Ella se agitaba convulsivamente con movimientos que denotaban que había perdido por completo el control.
Después, _____ sintió el peso de su cuerpo encima de ella, y se miró en el fondo de sus negros y atormentados ojos.
—Por favor—murmuró con la voz quebrada, los ojos húmedos y las manos clavadas en sus hombros. Por favor.
Joe pasó las manos por debajo de su cabeza, con la mirada fija en la suya, tan cerca que _____ podía ver las manchas del iris.
—Por favor —volvió a suplicarle ella, con una necesidad que nunca había sentido.
—Despacio, cariño—murmuró él. Con una mano acarició sus muslos, acomodándola, calmándola. Descendió sobre ella muy lentamente, tenía la mirada fija en su cara para saber al instante si la estaba haciendo daño.
Pero fue fácil. Un pequeño titubeo, una ligera presión; ella estaba tan excitada que no sintió el menor dolor. _____ haría cualquier cosa, todo el dolor sólo incrementaría el deseo que sentía por el.
—Te... quiero —exclamó ahogada. Sus ojos suplicaban, su cuerpo pedía el de él—. ¡Joe! ¡Joe!
Él volvió a descender sobre ella, sonriendo y conteniendo su propio deseo, sorprendida por la intensidad de su pasión. _____ temblaba y tenía los ojos tan llenos de deseo que le excitó aún más.
_____ ajustó su ritmo al de Joe.
Él la cogió de las muñecas y colocó sus manos a cada lada de su cabeza. Ella esbozó una sonrisa cuando incrementó el ritmo. Sentía el placer que le proporcionaba al verla mover la cabeza de un lado a otro, y oír los pequeños gritos que escapaban de su garganta.
Quería ser gentil con ella, pero su pasión era demasiado intensa. Con un gruñido, cerro los ojos y se dejó perder en ella, sintiéndose caer en las olas que de pronto le ahogaron.
_____ lloraba. Él contuvo el aliento y, tenso, la miró a la cara. Intentó relajarse y sólo entonces se dio cuenta de que la tenía cogida por las muñecas. La soltó y, con gentileza, llevó las manos a su cara, haciéndola mirarle.
—_____ —le dijo en voz baja.
Ella le miró con sus ojos tan azules como el cielo.
—¿Te he hecho daño, pequeña? —frunció el ceño, acariciando sus labios hinchados—. No quería ser tan rudo.
—¿Hacerme daño? —Consiguió decirle sin aliento—. Yo... Joe —titubeó-. ¿Es... es normal sentirse así la primera vez?
—¿Has disfrutado? —preguntó él sintiendo que perdía la respiración. La vio ruborizarse y rió—. Dios mío. La primera vez...
—Quizá se deba a que he pasado demasiado tiempo sin conocer a un hombre —Le dijo con mirada interrogante.
—No empieces a pensar que hay algo malo en ti —señaló él con gentileza.
Le apartó el pelo de los ojos, deleitándose con el placer que le producía sentir su cuerpo bajo el suyo.
—He ido muy despacio, _____. Te enloquecí antes de poseerte, eso es todo. Y has sido muy afortunada —añadió.
—Sólo duró un segundo —comentó ella mirándole a los ojos—. Pero creí morir.
—Muerte de placer —respondió él—. Sí, yo también la sentí. Una dulce locura—le besó con suavidad—. Duerme aquí conmigo.
—Creo que ya lo he hecho —murmuró ella.
—Eso ha sido amar —respondió él—. Duerme en mis brazos y, cuando hayamos descansado, volveremos a amarnos.
Qué extraño que lo llamara así, se dijo _____ adormecida, sabiendo que para él no era más que una satisfacción física, solo sexo. Ella, sin embargo, lo había interpretado como una salvaje unión, una comunión de almas, una fusión espiritual. Le vio moverse a su lado y quitar el edredón. La cama estaba dispuesta a recibirlos. Ella se enderezó y le miró con descaro, viéndole sonreír al darse cuenta de su admiración.
—Y decías que no podrías hacerlo con la luz encendida —la recordó con una sonrisa maliciosa.
—Casi no sabia lo que estábamos haciendo —admitió ella—. Nunca había imaginado que sería así. Además, estuviste todo el tiempo mirándome —le indicó ruborizándose.
—Tenia que hacerlo. Necesitaba saber si te hacía daño. Temía que no te atrevieras a decírmelo.
—Oh —bajó la vista hasta su pecho—. Durante toda mi vida he temido este momento. Imaginaba que sería muy doloroso... —rió en voz baja—. Y no me he dado cuenta de lo que ocurría hasta que ya todo había pasado.
—Lo sé. Dios mío, nunca había tenido a alguien como tu—murmuró y la sonrisa desapareció de sus labios—. He hecho cosas que nunca había hecho antes. Tus ojos me incitaban a continuara cuando intentaba contenerme. Me has invitado, me has poseído con la misma fuerza con la que yo te he poseído a ti —la miro casi sin respiración, gozando de su exquisita desnudez. —Esperaba que te quejaras y luego simplemente me toleraras. En lugar de ello, me has devorado, me has hechizado. No creo que pueda olvidar nunca esta noche.
—Me alegro —respondió, adorándole con la mirada—, porque yo tampoco podré olvidarla.
—¿No hay remordimientos? —preguntó él con toda seriedad.
—Ninguno.
—¡Gracias a Dios! Si estoy ebrio. _____, no quiero volver a estar nunca sobrio —la acarició con las manos, fascinado con su suavidad.
Empezó a respirar despacio, pero eso no le ayudó en nada. Volvía a ocurrir.
Los ojos de ______ brillaron con una nueva luz.
-Enséñame —le dijo en un murmullo antes de besarle.
Joe dejó escapar un gemido ronco y sus manos se posaron en sus caderas.
El amanecer llegó de pronto y demasiado rápidamente. _____ despertó, sintiendo una rara incomodidad. Inmediatamente miró a su lado y vio que Joe se había marchado. Joe. Contuvo la respiración. ¡Joe!
Se enderezó y al instante advirtió en su cuerpo una serie de señales que le recordaron bruscamente lo ocurrido. Había hecho el amor con él. Y no sólo una vez. Se ruborizó y se mordió un labio. ¿Ahora qué? Todo había cambiado y, como él había dicho, no había forma de dar marcha atrás. Miró el reloj y se sorprendió de que ya fueran las diez de la mañana. La intervención quirúrgica todavía no había finalizado. Saltó de la cama, recogió sus ropas y se marchó a su habitación.
Se duchó y vistió, y salió corriendo sin siquiera desayunar.
La servidumbre se habría enterado de dónde había pasado la noche. No sabía como se enfrentaría a ellos, o a Joe. Tampoco a su abuela, si es que Jeannette sobrevivía. Tenía que hacerlo. Tenía que vivir, por el bien de Joe. ¿Sentiría él lo ocurrido? Esperaba que no. Pasara lo que pasara, al menos le quedaría su recuerdo. Le adoraría, para bien o para mal, durante el resto de sus días.

Disfrutenlo
Nani Jonas
Nani Jonas


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