Laughing Out Loud.

Capítulo 01

life is a seesaw, when you're young everything looks difficult and distorted. not find an optimal solution and also you find all stupid and useless... without cause or struggle.

— ¿Esa cosa se come?

Pongo los ojos en blanco —exageradamente, a decir verdad— y le doy otra mordida a mi pan tostado. El descerebrado de mi hermano mayor molesta con mi afición por la mermelada de moras ¿y que tiene eso de malo? ¡Él le coloca cátsup a la sopa! No entiendo la manera en la que su cerebro trabaja, pero, sin él mi vida fuera totalmente aburrida y miserable.

—Cristopher —lo reprende mamá. Ella va montada en sus altísimos tacones de charol, con su estupendo cabello negro azabache recogido en un molote. Lleva un ajustado y apropiado traje de vestir, impoluto, en color crema con su camisa blanca. Toda elegante. Y yo… bueno. Yo llevo mis viejos y mugrosos Converse negros y mi largo cabello castaño con un aspecto abrumadoramente desarreglado.
— Mamá, hoy llegaré tarde —avisa mi hermano, dándole un sorbo a su leche— Se recorrieron algunas horas en la universidad, así que tengo que componer el horario en el trabajo para cubrir mi turno.
—Toph, estoy pensando seriamente en que me tatúes algo —mi hermano me echa una ojeada reprendedora toda-increíble-ojos-grises y yo me encojo de hombros— Tú te lo pierdes.
—Ni tatuajes ni leches, Jodie Elizabeth —mamá me apunta con la espátula embarrada de aceite de oliva.

Y vuelvo a poner los ojos en blanco.

Ésta es la discusión anual. Es imposible que mi hermano sea un tatuador magnífico y no lleve ni una gota de tinta en la piel. Es algo raro para alguien que ama tanto dibujar cosas casi imborrables en las pieles y lo hace tan genial. Cristopher en serio tiene talento. Pero aún no sabe qué ama más. Si su preparación en la Universidad para ser un gran Abogado o vivir entre los tatuadores más reconocidos de todo Chicago.

Es más fácil lo segundo. Pero es su vida y a mí me importa un comino.

—Ambos son anticuados —les digo con la boca llena y sacudo las migajas de pan de entre mis dedos— Igual, falta un año para que cumpla los dieciocho, así que podré hacer con mi cuerpo lo que quiera.
—Mientras vivas en esta casa sigues mis reglas, señorita —mi madre arruina su bonito rostro con ese entrecejo fruncido. Ella no era así. No era así antes de que papá se fuera al mundo de los muertos. Él era el vivo retrato de sex appeal. Con bonito cabello castaño, profunda voz masculina, ojos azules, tez blanca y estupendos tatuajes en su cuerpo musculoso. Cuando Toph decidió colocarse un aro negro en el labio superior por poco le da un ataque al corazón a mi madre, pero él es grande y creo que le quiere más.
—Da igual —hago un ademán con la mano y me retiro a cepillarme los dientes. Compruebo mi aspecto en el espejo y sonrío perezosa. Daría lo que fuera por volver a la cama a dormir. Llevo una camisa de franela con motivos cuadrados en negro y rojo, debajo una de camiseta desmangada blanca, mis vaqueros favoritos y una capa de rímel en las pestañas.

Cojo la mochila y las llaves de mi auto y grito un adiós antes de cerrar la puerta principal.




— ¡Harry! —escucho a una distancia demasiado larga. Es como una súplica silenciosa. Un dolor de oídos y de cabeza. Dios— ¡Harry! —y otra vez— ¡Harry! —por la mierda. El sonido, cada vez más cerca, es lastimero para mí. Intento esconderme y apartarme de esa desagradable resonancia. Pero no puedo— Te lo advertí —y antes de que pueda estar consciente de todo lo que me rodea, tengo a mi hermano de 7 años saltando en mi cama, aplastando mi estómago y mis partes nobles y sensibles. Me levanto inmediatamente, aventando al pequeño Flynn Styles a la moqueta.
—Qué divertido —se carcajea el pequeño, mientras cojeo hacia el baño y cierro la puerta en las narices de mamá.
— ¡Harry Edward Styles! —chilla completamente fuera de sí, mientras me desvisto y enciendo el grifo del agua de la regadera. Odio sus malditos intentos de ser buena madre cuando nunca está en casa. Si pudiera odiarla, la odiaría con furor, pero la quiero demasiado. No puedo odiar a quién me dio la vida y me defiende de papá. A quién me apoya. Pero odio que se haya olvidado de mí después de Flynn— Harry —murmura lentamente, desistiendo. Los increíbles golpeteos en la puerta cesan y escucho cuando se apoya sobre la madera y suspira.

Me meto bajo el chorro de agua y dejo que todo mi odio se filtre.

—Hijo —recupera el aliento y comienzo a enjabonarme y lavarme el cabello. De seguro falta poco para la hora de entrada y por ello está gritando como una posesa. No es culpa mía. Tuve que perder mi fin de semana haciendo el trabajo de recuperación de Biología, la profesora Collins me dio una oportunidad para pasar la materia y no quiero que por mi culpa me quiten el internet y mi auto.

Bien. Sí fue culpa mía perder el fin de semana y dormirme a altas horas de la noche. Pero no hay vuelta atrás.

Cierro el grifo y me envuelvo en una esponjosa toalla blanca. Me cepillo los dientes y salgo del baño desenredando mis rizos. Mamá está sentada en el puff azul marino donde juego con la consola. Ruedo los ojos instantáneamente.

—Harry, ya basta de tus malos tratos y tus actos inmaduros —cruza sus largas y bonitas piernas entalladas dentro de un pantalón negro de vestir mientras se acomoda su americana rosa. Suspiro, cojo algunas prendas que me colocaré y comienzo a ponerme crema hidratante mientras escucho a mamá parlotear a cerca de mi mala actitud frente a la vida. En como pierdo el tiempo en cosas que no me servirán de nada. En que dejará de apoyarme frente a papá y que comience a estudiar y a mejorar mis notas. Agh.
—Mamá, ¿podemos hablar en la noche? —me meto en una camiseta negra de algodón y apoyo mi peso en una pierna— Necesito prepararme para la escuela. Llegaré tarde si sigo tardándome una mierda.
—Mejora tu vocabulario, brabucón —rueda los ojos, toda huraña posible y se levanta. Cuadrando los hombros y alzando el mentón como toda una temeraria. Já— Esto no ha acabado aquí, jovencito…

Y se va al fin.



Mientras cruzo el campus de la preparatoria en esta mañana templada, me concentro en la música que reproducen los casquillos de mi iPod. Tengo tanto sueño que podría quedarme dormida en el pasto. Si no fuera por qué mamá me llenó el tanque el domingo por la tarde me habría quedado tirada en medio del tráfico.

No habría sido muy bueno que digamos.

Caminando hacia mis amigos, capto el increíble cabello castaño de mi mejor amigo. Los problemas desaparecen en cuanto visualizo su largo y musculoso cuerpo. Lo amo tanto, es como un hermano para mí. Nadie me sostuvo mientras lloraba por la pérdida de papá más que él. Está riendo con Cassie, Gus, Bjrön, Zayn y están allí las chicas. No visualizo a toda la pandilla, pero está la mitad de mi corazón. Ava corre hacia mí y me abraza con fuerza.

— ¡Jo! —le devuelvo el furtivo abrazo y le doy un sonoro beso en la mejilla. Mi preciosa mejor amiga y yo enganchamos nuestros brazos y caminamos lo que resta del camino riendo levemente— Sabes que te amo ¿verdad? —achico la mirada y asiento— Luces terriblemente mal, ¿qué te hizo esta vez el hijo de puta de Toph?

Echo la cabeza hacia atrás y me carcajeo.

—Nada, Ava —nos sonreímos— No dormí casi nada anoche, estuve viendo maratón de series por la TV hasta la madrugada. No es sano para mí… —me río— Cons, soñé contigo anoche… algo extraño. Creo que hablamos mucho por teléfono ayer en la tarde —Carter y ella bajan de las gradas y las cuatro nos sentamos en el pasto sintético de la cancha de fútbol americano.
—Yo no soñé nada —me dice la castaña haciendo una mueca graciosa y las cuatro reímos. Nos colocamos en un círculo y Carter comienza a peinarme el cabello con los dedos.
— ¿Te levantaste tarde hoy? —me pregunta a mis espaldas y sonrío mientras Ava y Constance se enfrascan en una conspiradora conversación.
—Algo así —me encojo de hombros— Me cortaré el cabello hasta los hombros, ya me harté de esta maraña de pelo…
—Estás loca, Jodie —siento sus hábiles dedos trenzándolo— Es muy largo, tardará siglos en que te crezca con esta magnitud. Si lo haces, Jo, amaneces sin dedos…
— ¡Carr! —me río y ella me corea, terminando la trenza, amarrándola con una gomita y apoyando la barbilla en mi hombro. Le beso una mejilla y sonríe.
—Nena, ¿me acompañas a mi casillero? —levanto la cabeza para encontrar al Adonis y le sonrío de medio lado.
—Ahora vuelvo, chicas —Carter me echa una ojeada cargada de dobles intenciones y sofoco una palabrota. No es de una dama. No es de una dama. Repito este mantra mentalmente mientras Hazz me ayuda a levantarme y emprendemos nuestro camino rumbo a la enorme escuela.
—Estoy harto de mi madre, Jo —su mandíbula tensa lo explica todo. Largo un prolongado suspiro y le paso un brazo por la cintura, apoyando la cabeza a un costado de su pecho. El me pasa un brazo por los hombros y siento como su cuerpo se relaja— Y no malgastes palabras, nena, estoy harto de tratar de enmendar el daño que yo mismo he causado… pero no puedo, cada que Flynn aparece es como si yo dejara de existir. Es sólo él. Sé que es inmaduro, es un niño… pero, no, no puedo con esto. Hay veces en las que desearía irme a la mierda.
—Ya lo sé, Hazz, sé cómo se siente. Recuerda que Toph es el centro del universo de mi madre y no por ello estoy odiándolo —trago saliva y esquivamos un montón de cuerpos— Soy la réplica de papá, por ello procura no verme ni un pelo. Pero acá estoy… y tú me has ayudado mucho —levanto la cabeza para encontrarme con sus hoyuelos y su intensa mirada esmeralda— Te quiero mucho, Hazz, sin ti estaría perdida…
—Te quiero más, nena —hunde la nariz en mi cabello y me besa después. Cierro los ojos con una sonrisa tonta en el rostro. Cuando hace ese tipo de cosas tiernas y cursis con mi cabeza un centenar de mariposas asesinas causan revuelo en mi estómago.

Y creo que no es normal.

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Capítulo 03

what I want right now are my chocolates, my costume inspector and a round of applause and praise for being so great.

—Tu piel es de gallina. — Dice soplándome en el cuello.
Le miro de reojo. Dejo escapar un exagerado bufido y me corro dos asientos lejos de él. Sin embargo, parece que su nuevo pasatiempo es hacerme enfadar, y nada le cuesta arrastrarse en el banco. Los pies cruzados y dándose impulso con las manos, mientras sopla en mi brazo. Mis vellos están de punta.
—Quítate, imbécil. — Le doy un manotazo que, estando segura, sólo le provoca sutiles cosquillas. Cierro los ojos por un segundo, negando con desesperación. —No molestes, chico. Estoy bastante ocupada como para preocuparme por ti.
Observo con detenimiento su rostro, deleitándome sólo un poco con sus ojos azules. Mi color preferido, y del que nadie sabe. 
—Me llamo Cassidy, no chico. — Replica sin más. Balancea sus pies como el travieso que es, y me pregunto si habrá llegado a una etapa de madurez o ni siquiera sabe qué significa. Por supuesto, yo estoy lejos de ser la señorita perfección, mas creo que le gano tanto a él como a Bjrön. Pero mi hermano es un caso diferente. 
Yo no siento horrendas cosquillas cuando estoy cerca de él. Y si eso pasa en un mundo completamente alternativo, le quitaría esos lindos ojos que tiene. Creo yo que, probablemente, Ava se negaría a tener un novio con dos huecos tremendos. 
Igualmente, el asunto no trata de Bjrön. Es Cassidy el maleante vivaracho que causaba problemas. Como buena persona que me considero, y por supuesto que dejo en el pasado las veces que escondía los pantalones de mi primo, Gus. Estoy limpia, justo como cuando salgo de una relajada y refrescante ducha; así que sí, soy una buena persona. Por eso debo mantener al chico alejado de mí. Sin problemas, todo es mejor.
—Whoa. — Alzo mis cejas. Escucho como resopla, y entre medio de caprichos me dispongo a buscar entre mis pertenencias, hasta dar con la pequeña caja de jugo. Meto la pajilla y le doy un sorbo. Durazno, delicioso. 
—Callan, me haré el bobo y negaré que no me prestas atención. — Su mirada refleja exasperación, logrando que casi me ahogue. Él no es precioso, yo lo soy. —Pero debes tener bien en claro que, si estás aquí hablando conmigo y permitiendo que entablemos una conversación sin insultos de por medio es porque te preocupas por mí. No quieres hacer ni decir nada que pueda dañarme. — Esta vez, sí logro atragantarme. Escupo un poco, y limpio con la manga de mi sudadera las gotitas que corren por la comisura de mis labios. 
—No puede ser, chico. — Dejo la cajita a mi lado y aprieto mis puños, clavándome las uñas. —Eres un iluso. 
Siento que coloca su mano en mi espalda, dando ligeras palmadas. Me sorprende. Ya estoy en perfectas condiciones, ¿qué es lo que hacía? Muerdo mi labio con frustración. 
—Como sea. — aleja su mano y, extrañamente me siento… afligida. —Al fin comprobé mi teoría, ¡Al fin puedo molestar a Harry! — Suelta unas risas y se levanta del banco. Sacude sus pantalones, y despeina sus cabellos. Aún sigo mirándolo como estúpida, sin comprender la absurda situación. 
—¿De qué hablas? — Inquiero frunciendo los labios. 
Cassidy da ligeros saltitos en su lugar, ocasionando unas disimuladas carcajadas por su porte infantil. 
—Soplaré en su cuello, su piel será de gallina y podré molestarlo con eso. Y quien sabe, tal vez se ponga tan nervioso como tú. 
Mi boca se abre, y de repente, Callan Innokentiy se queda sin palabras. Lo único que puedo hacer es, contemplar cómo se aleja con una sonrisa de triunfo y un plan maquiavélico detallándose en su cabeza. 
—¡Maldito niño! — Chillo histérica, por más que este en un sitio público. —Te conviene que no digas nada. 
Aprieto mis dientes y pataleo llena de cólera. 
Es un tremendo manipulador.

—Es un día soleado, ¿a qué no? — Le propino un codazo juguetón a Harry. —Bastante bonito, diría yo, aunque prefiero la lluvia y la humedad. Mucho más especial, ¿no crees, Hazzoldo? — Suelto una pequeña carcajada ante el ridículo apodo.
—Cass, nos conocemos bastante, tu refrigerador es mío, y viceversa. Parece que recién sabes de mí, e intentas aportar alguna plática para romper el hielo. 
Pongo los ojos en blanco. Es inevitable. 
—Ay, claro. Sólo intento quebrar el silencio incómodo que creaste desde que te separaste de Jo. — Cruzo los brazos y hago un puchero. —¡Y no intentes negarlo! O peor, cambiar de tema, porque sabes que es cierto. — Le señalo con el dedo, acusándolo a la vez que entrecierro los ojos. 
Se indigna, lo sé. Conozco esa expresión mejor que mi propia mueca de arrepentimiento.
—¡Es un perfecto y cómodo silencio, Cass! — Exclama alzando los brazos. —No le veo el punto a todo esto, y tampoco sé porque Jo está involucrada. — Responde haciéndose el confundido. ¡Claro, claro! Dios, finge tan mal. Aun no comprendo cómo se hace el inocente en mi casa, justo cuando sale el tema de la comida.
—¡Yo no he sido! —Dice cada vez. —He estado durmiendo como un bebé.
Y claro, el pobre y lindo de Cassidy tiene que hacer las compras como si fuera un empleado. Uno al que le pagan muy mal. Todavía sigo reclamando mi caja de pizza, y mi bolsa de chocolatines. 
—Como sea. —Tengo una especie de déjà vu en ese momento, mas aparto tales pensamientos. —Jo es genial, y por eso la involucro. Además, creo que estar tanto tiempo juntos te hace mal. — Seguimos caminando con paso lento por los pasillos, dirigiéndonos a nuestra clase. Una de las pocas que teníamos juntos. Harry hace un ademán para que continúe, a regañadientes. Lo más probable es que quiera acabar con todo esto de una vez. —Claramente hace que un humor horrible, sin ánimos para bromas, te ataque insaciablemente. Te hace insoportable, Hazzoldo. 
Me aplaudo internamente cuando siento un leve empujón. Le hago reír, y eso es bueno. Sé de su cabreo con Blake. 
Vaya que no entiendo a esa chica. Así como tampoco entiendo a Liam y su grandiosidad paciente e ignorante que muestra en cuanto cruza el umbral del instituto como la despiadada reina de Narnia. 
Me gusta comparar a los demás como los jodidos personajes de Disney. Por ejemplo, Finnick es el Capitán Garfio. Y pobre de mí cuando se entere que lo llamo así a escondidas. El cocodrilo puede ser mi aliado, y no quiero eso. No hay que confiarse de ellos.
—Muévete, Cass. — Es lo que oigo, y de inmediato apresuro mis pasos. Sujeto la manga de mi mochila con fuerza cuando mi campo de visión se centra en Constance, quién está algo cerca de nosotros. Sin embargo, me centralizo en sus sonrojadas mejillas, y me pregunto qué le pasa. 
Qué mundo extraño.
El piquete de investigador se ha infiltrado sin querer. No sé porqué quiero saber qué le pasa. Tal vez, podría ser el inspector Cassie por un día. Grandes hazañas me esperan, y el círculo de amigos es bastante grande como para desaprovechar los rumores.