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Mensaje por vicj directioner Sáb 19 Abr 2014, 9:23 pm

CAPITULO 19 TERCERA PARTE


--¿Por qué no lo dejamos un momento al aire y...? --dejo la frase sin acabar.
--¿Y después lo curas? --responde Niall. Es como si sintiese pena por mí, como si supiese lo perdida que estoy.
--Eso. Mientras tanto, cómete esto.
Le pongo unas peras secas partidas por la mitad en la mano y vuelvo al arroyo a lavarle el resto de la ropa.
Una vez la tengo puesta a secar, examino el contenido del botiquín; son cosas bastante básicas: vendas, píldoras para la fiebre, medicinas para el dolor de estómago. Nada del calibre de lo que necesito para curarlo.
--Vamos a tener que experimentar --admito.
Sé que las hojas para las rastrevíspulas acaban con la infección, así que empiezo por ellas. A los pocos minutos de apretar la sustancia verde masticada en la herida,la pus empieza a bajarle por la pierna. Me digo que es buena señal y me muerdo con fuerza el interior de la mejilla, porque estoy a punto de echar fuera el desayuno.
--¿_____? --dice Niall. Lo miro a los ojos y sé que debo de tener la cara verde--. ¿Y ese beso? --me dice moviendo los labios, pero sin emitir sonido alguno. Me echo a reír, porque todo esto es tan asqueroso que no puedo soportarlo--. ¿Va todo bien? --me pregunta, en un tono más inocente de lo normal.
--Es que..., es que no se me dan bien estas cosas. No tengo ni idea de qué estoy haciendo y odio la pus. ¡Puaj! --Me permito exclamar mientras limpio la primera ronda de hojas y aplico la segunda--. ¡Puaaaaj!
--¿Cómo puedes cazar?
--Créeme, matar animales es mucho más sencillo que esto. Aunque, por lo que sé, podría estar matándote.
--¿Puedes darte un poco más de prisa?
--No. Cierra el pico y cómete las peras.
Después de tres aplicaciones y de lo que parece un cubo entero de pus, la herida tiene mejor aspecto. Como la inflamación ha bajado un poco, veo la profundidad del corte de Cato: llega hasta el hueso.
--¿Y ahora qué, doctora Everdeen? --pregunta Niall.
--Puedo ponerle un poco de pomada para las quemaduras. Creo que ayudaría con la infección. ¿Lo vendo? --Lo hago y todo parece mucho más manejable cuando está cubierto de algodón blanco y limpio, aunque, comparado con la venda estéril, el borde de sus calzoncillos parece sucio y lleno de bacterias. Saco la mochila de Rue--. Toma, cúbrete con esto y te lavo los calzoncillos.
--Oh, no me importa que me veas.
--Eres como el resto de mi familia. A mí sí me importa, ¿Si?
Me vuelvo y miro el arroyo hasta que los calzoncillos caen en la corriente. Debe de sentirse un poco mejor si es capaz de lanzarlos.
--¿Sabes? Para ser una cazadora letal eres un poco aprensiva --dice Niall mientras le lavo la ropa interior entre dos piedras--. Ojalá te hubiese dejado darle la ducha a Zayn.
--¿Qué te ha enviado hasta ahora? --le pregunto, arrugando la nariz al recordar la escena.
--Nada de nada. --De repente, se da cuenta de algo y hace una pausa--. ¿Por qué? ¿A ti sí?
--La medicina para las quemaduras --respondo, casi con timidez--. Ah, y pan.
--Siempre supe que eras su favorita.
--Vamos ya, si ni siquiera soporta estar en la misma habitación que yo.
--Porque se parecen --murmura Niall, aunque no le hago caso, porque no es momento para ponerme a insultar a Zayn, que es mi primer impulso.
Dejo que Niall se adormile mientras se le seca la ropa, pero, a última hora de la tarde, me da miedo que siga, así que le sacudo un poco el hombro.
--Niall, tenemos que irnos ya.
--¿Irnos? --pregunta, como si estuviese aturdido--. ¿Adonde?
--Lejos de aquí. Quizás arroyo abajo, a algún lugar en el que podamos escondernos hasta que te pongas más fuerte. --Lo ayudo a vestirse y le dejo los pies descalzos para caminar por el agua; después lo levanto. Se queda pálido en cuanto apoya peso en la pierna--. Vamos, puedes hacerlo.
Pero no puede; al menos, no por mucho tiempo. Recorremos cincuenta metros aguas abajo, él apoyado sobre mi hombro, y me doy cuenta de que va a desmayarse. Lo siento en la orilla, le pongo la cabeza
entre las rodillas y le doy unas palmaditas torpes mientras examino la zona. Aunque está claro que me encantaría subirme a un árbol, no puede ser. Por otro lado, la cosa podría estar peor: hay algunas rocas que forman unas pequeñas estructuras similares a cuevas. Elijo una que está unos veinte metros por encima del arroyo. Cuando Niall logra volver a levantarse, lo llevo medio a rastras hasta la cueva. La verdad es que me gustaría buscar un sitio mejor, pero habrá que conformarse con éste, porque mi aliado está rendido: cara blanca como la cal, jadeos y, aunque acaba de empezar a refrescar un poco, él tiembla.
Cubro el suelo de la caverna con una capa de agujas de pino, desenrollo el saco de dormir y lo meto dentro. Le doy un par de píldoras con agua cuando está despistado, pero se niega a comer, ni siquiera admite la fruta. Después se queda tumbado y me mira fijamente, y yo fabrico una especie de cortina con vides para ocultar la entrada. El resultado no es satisfactorio; un animal no lo miraría dos veces, pero un humano notaría en seguida que es artificial. La rompo en pedazos, frustrada.
--_____ --me llama. Me vuelvo y le aparto el pelo de los ojos--. Gracias por encontrarme.
--Tú lo habrías hecho de ser al contrario --respondo.
Tiene la frente ardiendo, como si la medicina no tuviese efecto. De repente, sin más, me asusta que se muera.
--Sí. Mira, si no regreso... --empieza.
--No digas eso, no he sacado todo esa pus para nada.
--Lo sé, pero, por si acaso... --intenta seguir.
--No, Niall, ni siquiera quiero hablar del tema --insisto, poniéndole los dedos en los labios para callarlo.
--Pero...
Siguiendo un impulso, me inclino y lo beso para que deje de hablar. De todos modos, es algo que seguramente tendría que haber hecho ya, puesto que, como bien dijo, se supone que estamos locamente enamorados. Es la primera vez que beso a un chico e imagino que tendría que causarme alguna impresión, pero sólo noto que sus labios tienen una temperatura poco natural por culpa de la fiebre. Me aparto y lo arropo con el borde del saco.
--No te vas a morir. Te lo prohibo, ¿Si?
--Si --susurra él.
Salgo al fresco aire nocturno justo cuando el paracaídas cae del cielo. Deshago rápidamente el nudo con la esperanza de que sea una medicina de verdad para tratar la pierna de Niall. Sin embargo, me encuentro con
una olla de caldo caliente.
Zayn no podía haberme enviado un mensaje más claro: un beso equivale a una olla de caldo. Casi lo oigo gruñir: «Se supone que estás enamorada, preciosa, y el chico se está muriendo. ¡Dame algo con lo que pueda trabajar!».
Y tiene razón: si quiero mantener vivo a Niall debo darle a la audiencia algo más por lo que preocuparse. Los amantes trágicos desesperados por volver juntos a casa..., dos corazones latiendo al ritmo de uno..., romance.
Como nunca he estado enamorada, va a ser complicado. Pienso en mis padres, en que mi padre siempre le llevaba regalos a mi madre cuando iba al bosque; a mi madre se le iluminaba la cara al oír sus botas llegando a la puerta, y estuvo a punto de rendirse cuando él murió.
--¡Niall! --exclamo, intentando poner aquel tono especial que usaba mi madre con mi padre. Se ha dormido otra vez, pero lo despierto con un beso, lo que parece sorprenderlo. Después sonríe, como si se alegrara de estar allí tumbado y poder mirarme por los siglos de los siglos. Se le dan bien estas cosas. Yo sostengo la olla en alto--. Niall, mira lo que te ha enviado Zayn.
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Mensaje por vicj directioner Dom 20 Abr 2014, 3:17 pm

Miren lo que encontre es hermoso
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Mensaje por vicj directioner Miér 23 Abr 2014, 7:32 pm

CAPITULO 20


Me paso una hora tratando de convencer a Niall para que se trague el caldo, suplicándole, amenazándole y, sí, besándolo, hasta que al final, sorbito a sorbito, vacía la olla. Entonces dejo que se quede dormido y me ocupo de mí; me zampo una cena de granso y raíces mientras veo el informe diario en el cielo. No hay muertes. De todos modos, Niall y yo le hemos ofrecido un día bastante interesante a la audiencia, así que, con suerte, los Vigilantes nos concederán una noche tranquila.
La costumbre hace que empiece a buscar un buen árbol para acurrucarme, antes de caer en la cuenta de que eso se acabó, al menos por un tiempo. No puedo dejar a Niall sin protección en el suelo. No toqué nada en el lugar de su último escondite junto al arroyo (¿cómo iba a ocultar nada?), y estamos a cuarenta y cinco metros escasos de allí, aguas abajo. Me pongo las gafas, preparo las armas y me dispongo a montar guardia.
La temperatura baja rápidamente y, en pocos minutos, estoy helada
como un polo. Al final me doy por vencida y me meto en el saco de dormir con Niall. Está calentito y me acurruco con gusto hasta que me doy cuenta de que está algo más que calentito: es un horno, porque el saco está reflejando la fiebre de Niall.
Le pongo la mano en la frente y compruebo que está ardiendo y seca. No sé qué hacer. ¿Lo dejo en el saco y espero a que el exceso de calor lo haga sudar la fiebre? ¿Lo saco y espero a que el aire nocturno lo refresque? Acabo humedeciendo una venda y colocándosela en la cabeza. Parece poca cosa, pero no me atrevo a tomar ninguna decisión drástica.
Me paso la noche medio sentada, medio tumbada al lado de Niall, refrescando la venda e intentando no pensar en que soy más vulnerable ahora que me he aliado con él que cuando estaba sola. Anclada en el suelo, en guardia, con un enfermo a mi cargo. Sin embargo, sabía que estaba herido y, a pesar de ello, vine a por él. Tengo que confiar en que el instinto que me hizo ir a buscarlo fuese acertado.
Cuando el cielo adquiere un tinte rosado, veo la capa de sudor sobre el labio de Niall y descubro que le ha bajado la fiebre, no hasta la temperatura normal, pero sí varios grados. Como la noche anterior, cuando recogía vides, me encontré con uno de los arbustos de bayas que me había enseñado Rue, salgo a recoger la fruta y la aplasto en la olla del caldo, mezclándola con agua fría.
--Me desperté y no estabas --me dice Niall, intentando levantarse, cuando llego a la cueva--. Estaba preocupado por ti.
--¿Que tú estabas preocupado por mí? --pregunto, sin poder evitar la risa, mientras lo tumbo otra vez--. ¿Te has echado un vistazo últimamente?
--Creía que Cato y Clove te habían encontrado. Les gusta cazar de noche --sigue diciendo él, todavía muy serio.
--¿Clove? ¿Quién es?
--La chica del Distrito 2. Sigue viva, ¿no?
--Sí. Estamos ellos, nosotros, Thresh y Britanny. Es el Nombre de la chica del 5. ¿Cómo te sientes?
--Mejor que ayer. Esto es mucho mejor que el lodo: ropa limpia, medicinas, un saco de dormir... y tú.
Ah,ok, volvemos al tema del romance. Le toco la mejilla, y él me coge la mano y se la lleva a los labios. Recuerdo que eso mismo hacía mi padre con mi madre y me pregunto dónde lo habrá visto Niall, porque seguro que no ha sido entre su padre y esa bruja con la que se casó.
--Se acabaron los besos hasta que comas --le digo.
Lo ayudo a apoyar la espalda en la pared y él se traga
obedientemente las cucharadas de papilla de bayas que le doy, aunque otra vez se niega a probar el granso.
--No has dormido --me dice.
--Estoy bien --respondo, a pesar de que me encuentro agotada.
--Duerme un poco. Yo vigilaré. Te despierto si pasa algo. _____ --sigue diciendo, al verme vacilar--, no puedes estar despierta para siempre.
En eso tiene razón, en algún momento tendré que dormir, y mejor hacerlo ahora que Niall está relativamente alerta y tenemos la luz del sol a nuestro favor.
--Si, pero sólo unas cuantas horas; después me despiertas.
Ahora hace demasiado calor para el saco de dormir, así que lo coloco sobre el suelo de la cueva y me tumbo encima, con el arco cargado en una mano, por si tengo que disparar en cuestión de segundos. Niall se sienta a mi lado, apoyado en la pared, con la pierna mala estirada delante de él y los ojos clavados en el mundo exterior.
--Duérmete --me dice en voz baja, y me aparta los mechones de pelo que me caen sobre la frente. A diferencia de los besos y caricias de mentira que nos hemos dado hasta ahora, este gesto resulta natural y tranquilizador. No quiero que se pare, y él no lo hace; me sigue acariciando el pelo hasta que me quedo dormida.
Demasiado, he dormido demasiado. Lo sé en cuanto abro los ojos y veo que ya no es por la tarde. Niall está a mi lado, en la misma posición. Me incorporo, sintiéndome algo a la defensiva, aunque llevo días sin encontrarme tan bien.
--Niall, se suponía que ibas a despertarme en un par de horas.
--¿Para qué? Aquí no ha pasado nada. Además, me gusta verte dormir; no frunces el ceño, lo que mejora mucho tu aspecto.
Obviamente, eso me hace fruncir el ceño, y él sonríe. Entonces me doy cuenta de lo secos que tiene los labios. Le toco la mejilla y está tan caliente como una estufa de carbón. Me asegura que ha estado bebiendo, pero a mí me parece que los contenedores están llenos. Le doy más píldoras para la fiebre y me quedo a su lado mientras se bebe primero un litro de agua y después otro. Le curo las heridas leves, las quemaduras y las picaduras, que tienen mejor aspecto. A continuación me preparo mentalmente y le quito la venda a la pierna.
Se me cae el alma a los pies, porque está peor, mucho peor. Ya no hay pus al aire, pero se ha hinchado más, y la piel, tirante y reluciente, está inflamada. Entonces veo las líneas rojas que le empiezan a subir por la pierna: septicemia. Si no recibe atención médica, morirá; las hojas
masticadas y la pomada no cambiarán nada en absoluto, necesitamos medicinas fuertes para la infección, medicinas del Capitolio. No tengo ni idea de cuánto podría costar algo tan potente; si Zayn recoge las donaciones de todos los patrocinadores, ¿será suficiente? Lo dudo. Los regalos suben de precio cuanto más duran los juegos; lo que sirve para comprar una comida completa en el primer día, sólo da para una galleta salada en el decimosegundo. Y la clase de medicamento que necesita Niall es cara desde el principio.
--Bueno, está más hinchado, pero no hay pus --digo, con voz temblorosa.
--Sé lo que es la septicemia, _____, aunque mi madre no sea sanadora.
--Simplemente significa que vas a tener que sobrevivir a los otros, Niall. Te curarán en el Capitolio, cuando ganemos.
--Sí, buen plan --responde, pero me da la impresión de que lo hace por mí.
--Tienes que comer y mantenerte fuerte. Voy a hacerte una sopa.
--No enciendas un fuego, no merece la pena.
--Ya veremos.
Cuando meto la olla en el arroyo, me asombra el calor brutal que hace. Juraría que los Vigilantes están subiendo la temperatura poco a poco por el día y bajándola al máximo por la noche. Sin embargo, el calor de las piedras cocidas al sol junto al arroyo me da una idea; quizá no haga falta encender una hoguera.
Me coloco sobre una gran roca plana, a medio camino entre el arroyo y la cueva. Después de purificar media olla de agua, la coloco al sol y añado varias piedras calientes del tamaño de huevos. Soy la primera en reconocer que no valgo mucho como cocinera, pero, como la sopa consiste, básicamente, en echarlo todo dentro de una olla y esperar, es una de mis especialidades. Pico el granso hasta que es poco más que papilla y aplasto algunas de las raíces de Rue. Por suerte, las dos cosas se habían asado antes, así que sólo hay que calentar. Gracias al sol y las rocas, el agua está ya caliente. Echo dentro la carne y las raíces, cambio las rocas frías por otras calientes y voy en busca de alguna verdura que le dé un poco de sabor. No tardo en descubrir unos cebollinos que crecen en la base de unas rocas. Perfecto. Los pico y los meto en la olla, vuelvo a cambiar las rocas, le pongo la tapa y dejo que todo se cueza.
No he visto muchas presas por aquí, pero no me siento cómoda dejando a Niall solo mientras cazo, así que coloco una docena de trampas de lazo y espero tener suerte. Me pregunto cómo les irá a los
demás tributos sin su principal fuente de alimentación. Al menos tres de ellos, Cato, Clove y Britanny, dependían de ella, aunque seguramente Thresh no. Tengo la sensación de que comparte algunos de los conocimientos de Rue sobre cómo alimentarse de la tierra. ¿Estarán luchando entre ellos? ¿Buscándonos? Quizá uno nos haya localizado y esté esperando el momento oportuno para atacar. La idea hace que vuelva a la cueva.
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Mensaje por happy*eva Vie 25 Abr 2014, 5:44 am

Jajjajaj si eso es lo buenooo pero creo que ya se estan acostumbrandose a piyarme jiji ooo que fone eso bueno yo tengo una amiga que tiene anemia la verdad te entiendo los remedios diarios que tiene que tomarby avese me da pena ya que eso de las inyecciones en serio no entiendo cono aun sige soportandoloo
guaaaaaa que ricoo la segistee diablis fue tan sjejdnieke jijiji aaa ya me voyy cjauu
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Mensaje por vicj directioner Vie 25 Abr 2014, 8:21 pm

happy*eva escribió:Jajjajaj si eso es lo buenooo pero creo que ya se estan acostumbrandose a piyarme jiji ooo que fone eso bueno yo tengo una amiga que tiene anemia la verdad te entiendo los remedios diarios que tiene que tomarby avese me da pena ya que eso de las inyecciones en serio no entiendo cono aun sige soportandoloo
guaaaaaa que ricoo la segistee diablis fue tan sjejdnieke jijiji aaa ya me voyy cjauu
Pues yo tengo que entregar un trabajo final y todavia no lo he empezado Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 3098243176 ,los medicamentos son asquerosos ewww
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Mensaje por vicj directioner Lun 28 Abr 2014, 8:14 am

CAPITULO 20 SEGUNDA PARTE


Niall está tumbado sobre el saco de dormir, a la sombra de las rocas. Aunque se anima un poco cuando entro, está claro que se siente fatal. Le pongo una tela fresca en la cabeza, pero se calienta en cuanto le toca la piel.
--¿Quieres algo? --le pregunto.
--No, gracias. Espera, sí: cuéntame un cuento.
--¿Un cuento? ¿Sobre qué?
No soy una gran cuentacuentos, se parece mucho a cantar. Sin embargo, de vez en cuando, Prim me saca alguno.
--Uno que sea alegre. Cuéntame el día más feliz que puedas recordar.
Dejo escapar un sonido, mezcla de suspiro y exasperación. ¿Que le cuente algo alegre? Me va a costar más trabajo que hacer la sopa. Me devano los sesos en busca de buenos recuerdos, pero la mayoría son sobre Harry y yo cazando en el bosque, y, por algún motivo, me parece que no les gustarían ni a Niall ni a la audiencia. Eso me deja a Prim.
--¿Te he contado alguna vez cómo conseguí la cabra de Prim? --pregunto, y él sacude la cabeza y espera, ilusionado, así que empiezo, aunque con precaución, porque mis palabras se van a oír por todo Panem.
Está claro que la gente ha sumado dos más dos y sabe de mi caza furtiva, pero no quiero buscarles problemas a Harry, Sae la Grasienta, la carnicera y los agentes de la paz de casa que me compran la carne, y eso es justo lo que haría si anunciase públicamente que ellos también infringen la ley.
·
Ésta es la verdadera historia de cómo conseguí el dinero para la cabra de Prim, Lady. Un viernes de mayo por la noche, el día antes del décimo cumpleaños de Prim, Harry y yo nos fuimos al bosque en cuanto acabó el colegio, porque yo quería recoger lo suficiente para comprarle un regalo a mi hermana. Pensaba en una tela nueva para un vestido o en un cepillo para el pelo.
Nuestras trampas habían funcionado bien y el bosque estaba repleto de verduras, pero no más que cualquier otra noche de viernes. Decepcionada, regresamos a casa, aunque Harry decía que nos iría mejor
al día siguiente. Estábamos descansando un momento junto a un arroyo cuando lo vimos: un joven ciervo, probablemente de un año, por su aspecto; empezaban a salirle los cuernos, pequeños y cubiertos de terciopelo. Estaba preparado para huir, pero dudaba de nosotros, porque no estaba acostumbrado a los humanos. Era precioso.
Quizá dejó de ser tan precioso cuando recibió los dos flechazos, uno en el cuello y el otro en el pecho: Harry y yo habíamos disparado a la vez. El ciervo intentó correr, pero tropezó y el cuchillo de Harry le cortó el cuello antes de que el animal supiese lo que pasaba. Por un momento sentí una punzada de dolor ante la muerte de algo tan joven y tierno, aunque después me gruñó el estómago al pensar en toda aquella carne joven y tierna.
¡Un ciervo! Harry y yo sólo habíamos cazado tres en total. El primero era una hembra que tenía una pata herida, así que casi no contaba. Sin embargo, de aquella experiencia habíamos aprendido a no llevar la presa a rastras hasta el Quemador, porque había sido el caos: compradores pujando por las piezas e intentando arrancarlas ellos mismos. Sae la Grasienta había intervenido y nos había enviado con la cierva a la carnicera, pero el animal estaba destrozado, le habían quitado trozos de carne y tenía la piel llena de agujeros. Aunque todos pagaron lo justo, la presa perdió valor.
Por eso, cuando cazamos el ciervo, esperamos a que oscureciese para meternos por el agujero de la alambrada que estaba más cerca de la carnicera. A pesar de que todos supieran que cazábamos, no era buena cosa que nos vieran arrastrar un ciervo de sesenta y ocho kilos por las calles del Distrito 12 a plena luz del día, como si se lo restregásemos en las narices a los funcionarios.
La carnicera, una mujer bajita y regordeta llamada Rooba, abrió la puerta trasera cuando llamamos. Con Rooba no se regatea: ella te da un precio y tú lo tomas o lo dejas; pero es un precio justo. Aceptamos su oferta por el ciervo y ella añadió un par de filetes de venado que podríamos recoger después de que lo despiezase. Incluso dividiendo el dinero entre los dos, ni Harry ni yo habíamos tenido tanto junto en nuestra vida. Decidimos guardarlo en secreto y sorprender a nuestras familias con la carne y el dinero a la noche siguiente.
En realidad, así es como conseguí el dinero para la cabra, pero a Niall le dije que vendí un antiguo medallón de plata de mi madre. Eso no le hace mal a nadie. Después sigo con la historia a partir de la tarde del cumpleaños de Prim.
Harry y yo fuimos al mercado de la plaza a comprar telas para el
vestido de Prim. Mientras acariciaba un trozo de grueso algodón azul, algo me llamó la atención. Al otro lado de la Veta vivía un anciano con un pequeño rebaño de cabras; no sé su verdadero nombre, pero todos lo llaman el hombre de las cabras. Tiene las articulaciones hinchadas y retorcidas en extraños ángulos, además de una tos seca que demuestra que trabajó muchos años en las minas. Pero es un tipo con suerte: en algún momento consiguió ahorrar lo suficiente para comprar las cabras, y ahora tiene algo que hacer en su vejez, en vez de morirse de hambre poco a poco. Aunque es sucio e impaciente, sus cabras están limpias y su leche es buena, si tienes dinero para pagarla.
Una de las cabras, una blanca con manchas negras, estaba tumbada en un carro y no resultaba difícil averiguar por qué: algo, probablemente un perro, le había mordido la paletilla, y se le había infectado. Estaba mal, el hombre de las cabras tenía que levantarla para ordeñar, pero se me ocurrió que conocía a la persona perfecta para curarla.
--Harry --susurré--, quiero esa cabra para Prim.
Tener una cabra podía cambiarte la vida en el Distrito 12; esos animales se alimentan de casi cualquier cosa, la Pradera es un lugar perfecto para darles de comer, y pueden proporcionar casi cuatro litros de leche al día: para beber, para hacer queso y para vender. Ni siquiera va contra la ley.
--Está malherida --dijo Harry--. Será mejor que le echemos un vistazo más de cerca.
Nos acercamos y compré una taza de leche para compartir; después nos pusimos delante de la cabra, como si sintiésemos curiosidad y no tuviésemos nada mejor que hacer.
--Dejenla en paz --dijo el hombre.
--Sólo estamos mirando --respondió Harry.
--Bueno, pues miren rapido. Va directa a la carnicería. Casi nadie compra su leche y, si la compran, pagan la mitad.
--¿Qué te da la carnicera por ella? --le pregunté.
--Espera a ver --contestó el hombre, encogiéndose de hombros. Me volví y vi que Rooba se acercaba a nosotros--. Qué bien que aparezcas --le dijo el hombre de las cabras cuando llegó--. Esta chica de aquí le ha echado el ojo a tu cabra.
--No, si ya está apalabrada --repuse, intentando sonar despreocupada.
--No lo está --dijo Rooba, mirándome de arriba abajo; después miró hacia la cabra con el ceño fruncido--. Mira esa paletilla, seguro que la mitad del bicho estará tan podrido que no me valdrá ni para salchichas.
--¿Qué? Teníamos un trato.
--Teníamos un trato por un animal con unas cuantas marcas de dientes, no por esto. Véndesela a la chica, si es lo bastante tonta para comprarla.
Antes de alejarse, vi que Rooba me guiñaba un ojo.
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Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 Empty Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO

Mensaje por vicj directioner Lun 28 Abr 2014, 8:58 pm

 Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 2686721104 CAPITULO 20 TERCERA PARTE  Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 2686721104 

El hombre de las cabras estaba enfadado, pero seguía queriendo quitarse la cabra de encima. Tardamos media hora en acordar un precio, y ya teníamos a nuestro alrededor a una multitud de espectadores deseosos de dar su opinión. Era un trato excelente si la cabra vivía, pero un robo si se moría. Todos querían llevar razón, mientras yo me limitaba a llevarme la cabra.
Harry se ofreció a cargar con ella; creo que quería ver la cara de Prim tanto como yo. En un momento de absoluta felicidad, compré un lazo rosa y se lo até al cuello, y después corrimos a mi casa.
La reacción de Prim cuando entramos con la cabra fue para verla; hay que recordar que es la misma chica que lloró hasta que logró salvar a aquel horroroso gato viejo, Buttercup. Estaba tan emocionada que empezó a llorar y a reír a la vez; mi madre no estaba tan segura, al ver la herida, pero las dos se pusieron a trabajar con ella, aplicándole hierbas y engatusando al animal para que se tragase sus brebajes.
·
--Suenan como tú --dice Niall. Casi se me había olvidado que estaba conmigo.
--Oh, no, Niall, ellas saben hacer magia. Esa cosa no podría haberse muerto ni queriendo --respondo, aunque me muerdo la lengua, porque me doy cuenta de lo que le parecerá mi afirmación a él, que se muere en mis incompetentes manos.
--No te preocupes, que no quiero --bromea--. Termina la historia.
--Bueno, eso es todo. Sólo que recuerdo que aquella noche Prim insistió en dormir con Lady en una manta junto al fuego y que, justo antes de dormirse las dos, la cabra le lamió la mejilla, como si le diese un beso de buenas noches o algo así. Ya estaba loca por ella.
--¿Todavía llevaba puesto el lazo rosa?
--Creo que sí. ¿Por qué?
--Intento imaginármelo --responde, pensativo--. Ahora entiendo por qué fue un día feliz.
--Bueno, sabía que esa cabra era una mina de oro.
--Sí, claro que me refería a eso, no a la inmensa alegría que le diste a tu hermana, a la que quieres tanto que ocupaste su lugar en la cosecha --dice Niall, en tono irónico.
--La cabra se ha amortizado con creces --insisto, con aire de superioridad.
--Bueno, no se atrevería a lo contrario, teniendo en cuenta que le salvaste la vida. Pretendo hacer lo mismo.
--¿De verdad? ¿Y cuánto decías que me has costado?
--Muchos problemas. No te preocupes, te lo pagaré con intereses.
--No dices más que tonterías --respondo, y le toco la frente. La fiebre no hace más que subir--. Aunque estás un poco más fresco.
El sonido de las trompetas me sorprende; me pongo en pie de un salto y me asomo corriendo a la entrada de la cueva; no quiero perderme ni una sílaba. Es mi nuevo mejor amigo, Claudius Templesmith, y, como esperaba, nos invita a un banquete. Bueno, no tenemos tanta hambre y, literalmente, descarto su propuesta moviendo la mano con indiferencia, hasta que dice:
--Una cosa más: puede que algunos esten ya rechazando mi invitación, pero no se trata de un banquete normal. Cada uno de ustedes necesita una cosa desesperadamente. --Sí que necesito algo desesperadamente, algo para curar la pierna de Niall--. En la Cornucopia, al alba, encontraran lo que necesitan en una mochila marcada con el número de su distrito. Piensenlo bien antes de descartarlo. Para algunos, será su última oportunidad.
Se acabó, sólo quedan sus palabras, flotando en el aire. Niall me coge de los hombros por detrás y me asusta.
--No --me dice--. No vas a arriesgar la vida por mí.
--¿Y quién ha dicho que piense hacerlo?
--Entonces, ¿no vas?
--Claro que no voy, ¿por quién me tomas? ¿Crees que voy a meterme en una barra libre con Cato, Clove y Thresh? No seas estúpido --respondo, ayudándolo a volver a la cama--. Dejaré que luchen entre ellos y veremos quién sale en el cielo mañana por la noche; después pensaremos en un plan.
--Qué mal mientes, _____, no sé cómo has sobrevivido tanto tiempo. --Empieza a imitarme--. «Sabía que esa cabra era una mina de oro. Estás un poco más fresco. Claro que no voy.» --Sacude la cabeza--. Será mejor que no te dediques a las cartas, porque perderías hasta la camisa.
--Si, sí que voy, ¡y no puedes detenerme! --exclamo, con la cara roja de rabia.
--Puedo seguirte, al menos un trecho. Quizá no llegue a la Cornucopia, pero, si voy detrás de ti gritando tu nombre, seguro que alguien me encuentra. Así moriré, y punto.
--No podrías recorrer ni cien metros con esa pierna.
--Entonces, me arrastraré. Si tú vas, yo voy.
Es lo bastante cabezón y, quizá, lo bastante fuerte para hacerlo, para salir aullando por el bosque detrás de mí. Aunque no lo encuentre un tributo, podría hacerlo otra cosa, y él no puede defenderse. Si quiero ir sola, voy a tener que emparedarlo aquí dentro. Además, ¿quién sabe el daño que podría hacerle el esfuerzo?
--¿Y qué se supone que debo hacer? ¿Sentarme a verte morir? --digo, porque tiene que saber que no es una opción, que la audiencia me odiaría y, sinceramente, yo también me odiaría si ni siquiera lo intentara.
--No me moriré, te lo prometo, si tú me prometes que no irás.
Estamos en tablas. Sé que no puedo convencerlo de esto, así que no lo intento y finjo aceptarlo a regañadientes.
--Entonces tendrás que hacer lo que te diga, beberte el agua, despertarme cuando te lo pida y comerte toda la sopa, ¡aunque esté asquerosa!
--De acuerdo. ¿Está ya?
--Espera aquí.
El aire se ha vuelto frío, aunque el sol no se ha puesto. Yo tenía razón, los Vigilantes están jugando con la temperatura. Me pregunto si uno de los tributos necesitará desesperadamente una buena manta. La sopa sigue calentita en su olla de hierro y, de hecho, tampoco está tan asquerosa.
Niall se la come sin quejarse, e incluso rebaña la olla para demostrar su entusiasmo. Divaga sobre lo deliciosa que está, lo que debería animarme, de no ser porque sé lo que le hace la fiebre a la gente. Es como escuchar a Zayn antes de que el alcohol lo deje del todo incoherente. Le doy otra dosis de la medicina para la fiebre antes de se le vaya por completo la cabeza.
Cuando me acerco al arroyo para lavarme, sólo puedo pensar en que morirá si no acudo al banquete. Lo mantendré con vida un par de días y después la infección le llegará al corazón, al cerebro o a los pulmones y acabará con él. Y yo me quedaré aquí sola, otra vez, esperando a los demás.
Estoy tan perdida en mis pensamientos que casi me pierdo el paracaídas, aunque flota delante de mis narices. Salto a cogerlo, lo saco del agua y arranco la tela plateada para conseguir el frasco. ¡Zayn lo ha conseguido! Ha conseguido la medicina, no sé cómo, habrá convencido a un grupo de románticos idiotas para que vendieran sus joyas. ¡Puedo salvar a Niall! Sin embargo, es un frasco muy pequeño, debe de ser muy
fuerte para curar a alguien tan enfermo. Empieza a corroerme la duda, así que destapo el frasco y lo huelo; se me cae el corazón a los pies cuando me llega el aroma dulzón. Para asegurarme, me echo una gota en la punta de la lengua: no cabe duda, es jarabe somnífero. Es una medicina común en el Distrito 12, barata para ser medicina, aunque muy adictiva. Casi todos han tomado una dosis en algún momento. Nosotras tenemos un poco en casa, y mi madre se la da a los pacientes histéricos, de modo que se duerman y ella pueda coser una herida fea, tranquilizarlos o sólo mitigar su dolor durante la noche. Sólo hace falta un poquito, un frasco de este tamaño podría tumbar a Niall durante un día entero, pero ¿de qué me sirve eso? Me pongo tan furiosa que estoy a punto de tirar al arroyo el último regalo de Zayn, hasta que caigo en la cuenta: ¿un día entero? Es más de lo que necesito.
Aplasto un puñado de bayas para que no se note tanto el sabor y añado algunas hojas de menta, por si acaso. Después, regreso a la cueva.
--Te he traído un regalo. He encontrado otro arbusto de bayas un poco más abajo.
Niall abre la boca sin vacilar para tragarse el primer bocado, pero, acto seguido, frunce un poco el ceño.
--Están muy dulces.
--Sí, son almezas; mi madre las utiliza para hacer mermelada. ¿Es que no las habías probado antes? --pregunto, metiéndole la siguiente cucharada en la boca.
--No --responde él, casi perplejo--, pero me suena el sabor. ¿Almezas?
--Bueno, no es fácil encontrarlas en el mercado, son silvestres --respondo; otra cucharada dentro, sólo me queda una.
--Son tan dulces como el jarabe --dice él, tomándose la última--. Jarabe.
Niall abre mucho los ojos al darse cuenta de la verdad, pero yo le tapo con fuerza la boca y la nariz, obligándolo a tragar en vez de a escupir. Él intenta vomitar la papilla, pero es demasiado tarde: ya empieza a perder la conciencia. Mientras se va, leo en sus ojos que no me lo perdonará nunca.
Me echo atrás y lo miro con una mezcla de tristeza y satisfacción. Se ha manchado la barbilla con una de las bayas, así que se la limpio.
--¿Quién era la que no podía mentir, Niall? --digo, aunque sé que no puede oírme.
Da igual: el resto de Panem sí puede.
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Mensaje por vicj directioner Miér 30 Abr 2014, 9:25 pm

CAPITULO 21

En las horas que quedan para que anochezca me dedico a recoger rocas y hacer todo lo posible por camuflar la abertura de la cueva. Es un proceso lento y arduo, pero, después de mucho sudar y mover cosas de sitio, me siento satisfecha: ahora la cueva parece formar parte de una pila de rocas de mayor tamaño, como muchas de las que tenemos cerca. Todavía puedo llegar hasta Niall a través de un pequeño agujero, pero no se ve desde el exterior. Eso es bueno, porque esta noche tendremos que compartir saco de nuevo. Además, si no regreso del banquete, Niall estará escondido, aunque no del todo atrapado. En cualquier caso, dudo que pueda aguantar mucho más sin medicinas. Si muero en el banquete, es muy probable que el Distrito 12 no tenga vencedor este año.
Me como unos cuantos pececillos de esta parte del arroyo, que tienen un montón de espinas, lleno todos los contenedores de agua y la purifico, y limpio mis armas. Me quedan nueve flechas en total. Medito si debo dejarle a Niall el cuchillo para que tenga alguna protección mientras no esté con él, pero no tiene sentido. El chico estaba en lo cierto: su última defensa es el camuflaje. Sin embargo, a mí sí podría servirme el cuchillo. ¿Quién sabe con qué me encontraré?
Estoy bastante segura de algunas cosas; por ejemplo, de que Cato, Clove y Thresh, como mínimo, estarán cerca cuando empiece el banquete. No estoy segura de qué hará Britanny, ya que la confrontación directa no es ni su estilo, ni su punto fuerte. Es más pequeña que yo y va desarmada, a no ser que haya conseguido alguna arma después. Probablemente se quedará en algún lugar cercano y esperará a ver qué puede rapiñar. Sin embargo, los otros tres... Voy a tener las manos llenas. La habilidad para matar desde lejos es mi mayor ventaja, pero sé que tendré que entrar en la pelea para conseguir esa mochila, la que tiene el número 12, según dijo Claudius Templesmith.
Observo el cielo con la esperanza de contar con un adversario menos al alba, pero no aparece nadie. Mañana habrá rostros ahí arriba, porque los banquetes siempre tienen víctimas.
Me arrastro hasta el interior de la cueva, me coloco las gafas y me acurruco al lado de Niall. Por suerte, esta noche he podido dormir bien; tengo que quedarme despierta. Aunque en realidad no creo que nos ataquen esta noche, tengo que estar despierta al alba.
Esta noche hace frío, muchísimo frío, como si los Vigilantes hubiesen introducido una corriente de aire helado en el estadio, suposición que puede ser correcta. Me tumbo junto a Niall dentro del saco e intento absorber todo el calor que le provoca la fiebre. Resulta extraño estar tan cerca de forma física de alguien que está mentalmente tan lejos. El chico ahora mismo podría estar en el Capitolio o en el Distrito 12, incluso en la luna, por lo que a mí respecta. No me había sentido tan sola desde que entré en los juegos.
«Tienes que aceptar que será una mala noche, ya está», me digo.
Aunque intento no hacerlo, no puedo evitar pensar en mi madre y Prim, preguntarme si lograrán dormir un poco esta noche. A estas alturas de los juegos, con un acontecimiento tan importante como el banquete, seguramente habrán cancelado las clases. Mi familia puede verlo en ese cacharro lleno de estática que tenemos en casa o unirse a la multitud en la plaza, para verlo en las nítidas pantallas gigantescas. En casa tendrá intimidad, pero en la plaza recibirán apoyo, los vecinos les dedicarán palabras amables y les darán algo de comida, si pueden. Me pregunto si el panadero las habrá buscado, sobre todo ahora que Niall y yo formamos equipo, y habrá cumplido su promesa de procurar que mi hermana tenga el estómago lleno.
En el Distrito 12 deben de estar bastante contentos, porque casi nunca nos quedan participantes cuando el juego está tan avanzado. Seguro que todos están emocionados con Niall y conmigo, sobre todo desde nuestro reencuentro. Si cierro los ojos, me imagino cómo le gritan a las pantallas, animándonos; veo sus caras vitoreándonos, la de Sae la Grasienta, la de Madge e incluso las de los agentes de la paz que me compran la carne.
Y Harry. Lo conozco, él no estará gritando y lanzando vítores, sino que observará cada momento y cada detalle, e intentará hacerme volver a casa a fuerza de voluntad. ¿Estará deseando que Niall también lo consiga? Harry no es mi novio, pero ¿lo sería si le abriese esa puerta? Habló de huir juntos. ¿Era una idea práctica para aumentar nuestras probabilidades de supervivencia fuera del distrito? ¿O era algo más?
Me pregunto qué pensará de tanto besuqueo.
A través de una grieta en las rocas veo la luna avanzar por el cielo. Cuando calculo que faltan unas tres horas para el alba, empiezo a prepararme. Procuro dejarle a Niall cerca el agua y el botiquín de primeros auxilios; lo demás no le servirá de nada si no regreso, y ni siquiera estas cosas podrán mantenerlo vivo mucho tiempo. Después de pensarlo un poco, le quito la chaqueta y me la pongo encima de la mía. Él
no la necesita, ya que está dentro del saco y con la fiebre muy alta; además, durante el día, si no estoy con él para quitársela, se asará vivo con ella. Ya tengo las manos entumecidas por el frío, así que cojo el par de calcetines de reserva de Rue, les hago agujeros para los dedos y me los pongo. Ayuda un poco. Lleno su mochilita de comida, una botella de agua y vendas, me meto el cuchillo en el cinturón, y cojo el arco y las flechas. Cuando estoy a punto de irme, recuerdo la importancia de mantener la rutina de amantes trágicos y me inclino sobre Niall para darle un largo beso. Me imagino los suspiros llorosos del Capitolio y finjo que me enjugo las lágrimas. Después me meto por la abertura de las rocas y salgo a la noche.
Mi aliento forma nubéculas blancas al entrar en contacto con el aire; hace tanto frío como en una noche de noviembre en casa, una noche en los bosques, linterna en mano, en la que corro a reunirme con Harry en un lugar previamente acordado para acurrucamos juntos bebiendo una infusión, envueltos en mantas, con la esperanza de que pase por allí alguna presa conforme se acerque la mañana.
«Oh, Harry --pienso--, si estuvieras aquí para guardarme las espaldas...»
Me muevo todo lo deprisa que me atrevo. Las gafas son extraordinarias, aunque sigo echando mucho de menos el uso de mi oído izquierdo. No sé qué hizo la explosión, pero creo que ha estropeado algo de forma irreparable. Da igual, si vuelvo a casa seré tan asquerosamente rica que podré pagar a alguien para que oiga por mí.
El bosque siempre parece distinto por la noche; incluso con las gafas, todo tiene un ángulo desconocido, como si los árboles, flores y piedras del día se hubiesen ido a dormir y hubiesen enviado como sustitutos a unas versiones más siniestras. No intento nada peligroso, como escoger una nueva ruta, sino que vuelvo al arroyo y sigo el mismo recorrido de vuelta al escondite de Rue, cerca del lago. Por el camino no veo ni rastro de los demás tributos, ni una nube de vaho, ni una rama moviéndose. O soy la primera o los otros se buscaron un sitio ayer por la noche. Cuando me meto en la maleza para esperar a que empiece a correr la sangre, todavía queda más de una hora, quizá dos, para que amanezca.
Mastico un par de hojas de menta: mi estómago no da para más. Por suerte, tengo la chaqueta de Niall además de la mía; si no, habría tenido que moverme para entrar en calor. El cielo adquiere un tono de mañana gris brumosa y sigue sin haber ni rastro de los demás. La verdad es que no me sorprende, ya que todos han destacado por su fuerza, capacidad asesina o astucia. ¿Supondrán que llevo a Niall  comigo? Dudo que la
Britanny y Thresh sepan que está herido, lo que me viene bien, porque quizá así crean que él me cubre cuando vaya a por la mochila.
Pero ¿dónele la han puesto? El estadio ya está lo bastante iluminada para quitarme las gafas. Oigo los cantos de los pájaros diurnos, ¿no es ya la hora? Durante un segundo me entra el pánico de estar en el sitio equivocado. Sin embargo, no, recuerdo bien que Claudius Templesmith habló de la Cornucopia, y aquí está. Y aquí estoy. Entonces, ¿dónde está mi banquete?
Justo cuando el primer rayo de sol se refleja en la Cornucopia de oro, noto movimiento en el llano. El suelo delante de la boca del cuerno se divide en dos y surge una mesa redonda con un mantel blanco como la nieve. En la mesa hay cuatro mochilas, dos negras grandes con los números 2 y 11, una mediana verde con el número 5, y una diminuta naranja (lo cierto es que podría llevarla colgada de la muñeca) que debe de tener un 12.
A los pocos segundos de oír el clic de la mesa al encajar en el suelo, una figura sale corriendo de la Cornucopia, agarra la mochila verde y se aleja a toda prisa. ¡Es Britanny! ¡Ella era la única capaz de salir con una idea tan genial y arriesgada! Los demás seguimos colocados alrededor del llano, analizando la situación, y ella ya tiene su mochila. Además, nos ha atrapado, porque nadie quiere perseguirla, no con las otras mochilas sobre la mesa, vulnerables. Britanny debe de haber dejado allí las otras a propósito, porque sabía que robar una con otro número haría que alguien la persiguiese. ¡Ésa tendría que haber sido mi estrategia! Mientras yo experimento sorpresa, admiración, rabia, celos y, por último, frustración, su mata de pelo rojizo ya ha desaparecido entre los árboles, fuera del alcance de mi arco. Ummm. Siempre temo a los otros, pero quizá sea Britanny la verdadera contrincante.
Encima, me ha costado tiempo, porque ahora queda claro que tengo que ser la siguiente. Si alguien llega a la mesa antes que yo, no le costará llevarse mi paquete y largarse. Sin vacilar, salgo corriendo hacia la mesa y noto el peligro antes de verlo. Por suerte, el primer cuchillo se dirige a mi lado derecho, así que lo oigo y soy capaz de desviarlo con el arco. Me vuelvo, tenso la cuerda y lanzo una flecha directa al corazón de Clove. Ella se vuelve lo justo para evitar un blanco mortal, pero la punta le agujerea el antebrazo izquierdo. Aunque es una pena que no sea zurda, me basta para frenarla durante unos segundos, ya que tiene que sacarse la flecha del brazo y examinar la gravedad de la herida. Yo me sigo moviendo y coloco otra flecha de forma automática, como sólo sabe hacer alguien que lleva muchos años cazando.
Ya he llegado a la mesa, cojo la mochilita naranja, meto la mano entre las correas y me la pongo en el brazo, porque es demasiado pequeña para encajar en cualquier otra parte de mi anatomía. Me vuelvo para disparar de nuevo cuando el segundo cuchillo me da en la frente. Me hace un corte encima de la ceja derecha, me ciega un ojo y me llena la boca de sangre. Me tambaleo y retrocedo, pero consigo lanzar la flecha que tengo preparada hacia mi atacante, más o menos. En cuanto sale, sé que no acertaré; entonces Clove se me echa encima, me derriba boca arriba y me sujeta los hombros contra el suelo con las rodillas.
«Se acabó», pienso, y, por el bien de Prim, espero que sea rápido.
Sin embargo, ella quiere saborear el momento, incluso cree tener tiempo. Sin duda, Cato está cerca, protegiéndola, esperando a Thresh y, posiblemente, a Niall. Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 2333868493   :buho:  Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 3229597093
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Mensaje por vicj directioner Jue 01 Mayo 2014, 3:34 pm

CAPITULO 21 SEGUNDA PARTE

--¿Dónde está tu novio, Distrito 12? ¿Sigue vivo? --me pregunta.
--Está aquí al lado, cazando a Cato --respondo; bueno, mientras
hablemos, seguiré viva. Grito a todo pulmón--: ¡Niall!
Clove me da un puñetazo a la altura de la tráquea, lo que sirve a la
perfección para callarme. Sin embargo, mueve la cabeza de uno a otro
lado, por lo que entiendo que, durante un instante, ha pensado que le
estaba diciendo la verdad. Como no aparece ningún Niall para salvarme,
se vuelve de nuevo hacia mí.
--Mentirosa --dice, sonriendo--. Está casi muerto, Cato sabe bien
dónde cortó. Seguramente lo tienes atado a la rama de un árbol mientras
intentas que no se le pare el corazón. ¿Qué hay en esa mochilita tan
linda? ¿La medicina para tu chico amoroso? Qué pena que no la vaya a
ver. --Clove se abre la chaqueta y veo que está forrada con una
impresionante colección de cuchillos. Selecciona con parsimonia uno de
aspecto casi delicado, con una cruel hoja curva--. Le prometí a Cato que,
si me dejaba acabar contigo, le daría a la audiencia un buen espectáculo.
--Me retuerzo para intentar desequilibrarla, pero no lo consigo. Pesa
demasiado y me tiene bien cogida--. Olvídalo, Distrito 12, vamos a matarte,
igual que a tu lamentable aliada..., ¿cómo se llamaba? ¿La que iba
saltando por los árboles? ¿Rue? Bueno, primero Rue, después tú y
después creo que dejaremos que la naturaleza se encargue del chico
amoroso. ¿Qué te parece? Bien, ¿por dónde empiezo?
Me limpia con la manga de la chaqueta la sangre de la herida, sin
mucha delicadeza. Me observa la cara durante un momento, volviéndola a
un lado y otro, como si fuese un bloque de madera y estuviese decidiendo
qué diseño tallar. Intento morderle la mano, pero ella me coge el pelo de la
parte de arriba de la cabeza y me obliga a apoyarla en el suelo.
--Creo... --Parece tan contenta que sólo le falta ronronear--. Creo que
empezaré con tu boca.
Aprieto los dientes mientras ella traza, burlona, el perfil de mis labios
con la punta del cuchillo.
No voy a cerrar los ojos. El comentario sobre Rue me ha puesto
furiosa, lo bastante furiosa como para morir con alguna dignidad, creo. Mi
último acto de desafío será mirarla a los ojos hasta que no pueda seguir
viendo, lo cual no será mucho, pero lo haré. No gritaré, moriré invicta, a mi
discreta manera.
--Sí, creo que ya no te hacen mucha falta los labios. ¿Quieres enviarle
un último beso al chico amoroso? --me pregunta. Reúno sangre y saliva en
la boca, y se lo escupo todo a la cara. Ella se pone roja de rabia--. De
acuerdo, vamos a empezar.
Me preparo para el atroz dolor que se avecina, pero, cuando siento
que la punta del cuchillo me hace el primer corte en el labio, una fuerza
terrible arranca a Clove de mi cuerpo; la oigo gritar. Al principio estoy
demasiado aturdida para entender qué ha pasado. ¿Ha venido Niall a
salvarme, de algún modo? ¿Acaso los Vigilantes han enviado un animal
salvaje para aumentar la diversión? ¿Es que un aerodeslizador se la ha
llevado por los aires?
Entonces me apoyo en los brazos dormidos para levantarme y veo
que no es nada de eso: Clove cuelga de los brazos de Thresh, a treinta
centímetros del suelo. Dejo escapar un grito ahogado al verlo así, erguido
sobre mí, sosteniendo a Clove como si fuese una muñeca de trapo.
Recordaba que era grande, pero es enorme, mucho más poderoso de lo
que creía. Incluso parece haber ganado peso en el estadio. Le da la vuelta
a Clove y la tira al suelo.
Cuando grita, doy un salto, porque nunca lo había oído levantar la
voz, siempre hablaba en susurros.
--¿Qué le has hecho a la niñita? ¿La has matado?
Clove está retrocediendo a cuatro patas, como un insecto
desesperado, demasiado atónita para acordarse de llamar a Cato.
--¡No! ¡No, no fui yo!
--Has dicho su nombre, te he oído. ¿La has matado? --Otra idea hace
que se le retuerza la cara de rabia--. ¿La cortaste en trocitos como ibas a
cortar a esta chica?
--¡No! No, yo no... --Clove ve la piedra que tiene Thresh en la mano,
del tamaño de una pequeña barra de pan, y pierde el control--. ¡Cato!
--chilla--. ¡Cato!
--¡Clove! --oigo gritar a Cato, pero calculo que está demasiado lejos
para ayudarla.
¿Qué estaba haciendo? ¿Intentaba atrapar a Britanny o a Niall?
¿O esperaba a que apareciese Thresh y se ha equivocado por completo
con su ubicación?
Thresh estrella con fuerza la roca en la sien de Clove. No sangra, pero
veo la marca en el cráneo y sé que está perdida; sin embargo, le queda
algo de vida, porque veo que se le mueve rápidamente el pecho y deja
escapar un gemido.
Cuando Thresh se vuelve hacia mí con la piedra levantada, sé que no
me serviría de nada correr; además, no tengo ninguna flecha preparada en
el arco, puesto que la última salió volando en dirección a Clove. Estoy
atrapada en la ira de sus extraños ojos castaño dorado.
--¿Qué quería decir? ¿Qué era eso de que Rue era tu aliada?
--Yo..., yo..., nosotras formamos un equipo. Volamos en pedazos las
provisiones. Intenté salvarla, de verdad, pero él llegó primero. Distrito 1
--respondí.
Quizá si sabe que ayudé a Rue decida utilizar un método menos lento
y sádico para acabar conmigo.
--¿Y lo mataste?
--Sí, lo maté, y a ella la cubrí de flores. Y canté hasta que se durmió.
Se me llenan los ojos de lágrimas; me abruman Rue, el dolor de
cabeza, el miedo a Thresh y los gemidos de la chica moribunda, que está
a unos metros.
--¿Hasta que se durmió? --pregunta Thresh, con voz áspera.
--Hasta que se murió, canté hasta que se murió. Vuestro distrito... me
envió pan. --Levanto la mano, pero no para coger la flecha que nunca
alcanzaría, sino para limpiarme la nariz--. Hazlo deprisa, ¿Si, Thresh?
Veo emociones contradictorias en el rostro de Thresh, que baja la
roca y me apunta con el dedo, casi como si me acusara.
--Te dejo ir sólo esta vez, por la niñita. Tú y yo estamos en paz. No
nos debemos nada, ¿entiendes?
Asiento, porque entiendo lo de las deudas, lo de odiar. Entiendo que,
si Thresh gana, tendrá que volver a casa y enfrentarse a un distrito que ya
ha roto todas las reglas para darme las gracias, y él ahora rompe las
reglas para dármelas también. Y entiendo que, por ahora, Thresh no me va
a aplastar el cráneo.
--¡Clove!
La voz de Cato está mucho más cerca; sé, por el dolor que refleja,
que ya ha visto a la chica en el suelo.
--Será mejor que corras, chica de fuego --dice Thresh.
No hace falta que me lo diga dos veces: me vuelvo y huyo de Thresh,
Clove y el sonido de la voz de Cato. Cuando llego al bosque, miro atrás
durante un segundo; Thresh y las dos mochilas grandes desaparecen por
el llano hacia la zona que todavía no he visto. Cato se arrodilla al lado de
Clove, lanza en mano, suplicándole que se quede con él. Dentro de nada
se dará cuenta de que es inútil, de que no puede salvarla. Me meto entre
los árboles, limpiándome sin parar la sangre que me tapa el ojo, huyendo
como la criatura salvaje y herida que soy. Al cabo de unos minutos, oigo el
cañon y sé que Clove ha muerto y que Cato estará siguiéndonos la
pista a Thresh o a mí. Estoy aterrada, débil por la herida en la cabeza y
trémula. Cargo una flecha en el arco, pero Cato puede alcanzar la misma
distancia con la lanza que yo con la flecha.
Lo único que me calma es que Thresh tiene la mochila de Cato con la
cosa que necesita desesperadamente. Si tuviese que apostar por alguien,
diría que Cato va por Thresh, no por mí. De todos modos, no freno
cuando llego al agua, me meto dentro con las botas puestas y avanzo
arroyo abajo. Me quito los calcetines de Rue que estaba usando como
guantes y me los pongo en la frente para intentar cortar el flujo de sangre;
sin embargo, se empapan en pocos minutos.
No sé cómo, pero consigo llegar a la cueva; me meto entre las rocas
y, a la escasa luz, me quito la mochilita naranja del brazo, corto el cierre y
tiro el contenido al suelo: una caja delgada con una aguja hipodérmica. Sin
vacilar, le meto la aguja a Niall en el brazo y presiono el émbolo poco a
poco.
Me llevo las manos a la cabeza y las dejo caer sobre el regazo,
resbaladizas por la sangre.
Lo último que recuerdo es una polilla verde y plateada, de belleza
exquisita, que aterriza en la curva de la muñeca.
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Mensaje por vicj directioner Vie 02 Mayo 2014, 7:43 pm

CAPITULO 22




El sonido de la lluvia sobre el tejado de nuestra casa me devuelve el conocimiento. No obstante, lucho por volver a dormirme, envuelta en un cálido capullo de mantas, a salvo en mi hogar. Soy vagamente consciente de que me duele la cabeza, quizá tenga la gripe y por eso me dejan quedarme en la cama, aunque me da la impresión de que llevo mucho tiempo dormida. La mano de mi madre me acaricia la mejilla y yo no la
aparto, como hubiese hecho de estar despierta, porque no quiero que sepa lo mucho que necesito ese contacto suyo, lo mucho que la echo de menos, aunque siga sin confiar en ella. Entonces me llega una voz, la voz equivocada, no la de mi madre, y me asusto.
--_____ --dice--. _____, ¿me oyes?
Abro los ojos y se desvanece la sensación de seguridad. No estoy en casa, no estoy con mi madre; estoy en una cueva oscura y fría, con los pies descalzos helados a pesar del saco, y en el aire noto un inconfundible olor a sangre. La cara demacrada y pálida de un chico entra en mi campo de visión y, después de un sobresalto inicial, me siento mejor.
--Niall.
--Hola. Me alegro de volver a verte los ojos.
--¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?
--No estoy seguro. Me desperté anoche y estabas tumbada a mi lado, en medio de un charco de sangre aterrador. Creo que por fin has dejado de sangrar, aunque será mejor que no te sientes ni nada.
Me llevo la mano a la cabeza con precaución: me la ha vendado. Ese gesto tan simple me hace sentir débil y mareada. Niall me acerca una botella a los labios y bebo con ganas.
--¿Estás mejor? --le pregunto.
--Mucho mejor. Lo que me inyectaste en el brazo hizo efecto. Esta mañana ya no tenía la pierna hinchada.
No parece enfadado conmigo por haberlo engañado, drogado e ido al banquete. Quizá ahora esté demasiado destrozada y espere a después para decírmelo, cuando esté más fuerte. Sin embargo, por el momento es todo amabilidad.
--¿Has comido? --le pregunto.
--Siento decir que me tragué los tres trozos de granso antes de darme cuenta de que podríamos necesitarlo para después. No te preocupes, vuelvo a seguir una dieta estricta.
--No, no pasa nada. Tienes que comer. Iré a cazar pronto.
--No demasiado pronto, ¿si? Deja que te cuide un poco.
La verdad es que no me queda otra opción. Niall me da para comer trocitos de granso y pasas, y me hace beber mucha agua. Me restriega los pies para calentarlos y los envuelve en su chaqueta antes de subirme el saco de dormir hasta la barbilla.
--Todavía tienes las botas y los calcetines mojados, y el tiempo no ayuda --dice.
Oigo un trueno y veo los relámpagos iluminar el cielo a través de una abertura en las rocas. La lluvia entra en la cueva por varios agujeros en el
techo, aunque Niall ha construido una especie de toldo sobre mi cabeza y la parte superior de mi cuerpo metiendo el cuadrado de plástico entre las rocas que tengo encima.
--¿Qué habrá provocado la tormenta? Es decir, ¿quién es el objetivo? --pregunta Niall.
--Cato y Thresh --digo, sin pensar--. Britanny estará en su guarida, donde sea, y Clove..., ella me cortó y después... --No puedo terminar la frase.
--Sé que Clove está muerta, la vi en el cielo por la noche. ¿La mataste tú?
--No, Thresh le aplastó el cráneo con una roca.
--Qué suerte que no te cogiese a ti también.
--Lo hizo, pero me dejó marchar --respondo.
Al recordar lo sucedido durante el banquete se me revuelven las tripas. Por supuesto, no me queda más remedio que contárselo todo, las cosas que me callé porque él estaba demasiado enfermo para preguntarlas y las que no estaba lista para revivir, como la explosión, mi oído, la muerte de Rue, el chico del Distrito 1 y el pan. Todo eso me lleva a lo que pasó con Thresh y en cómo había pagado su deuda, por así llamarla.
--¿Te dejó ir porque no quería deberte nada? --pregunta Niall, sin poder creérselo.
--Sí. No espero que lo entiendas. Tú siempre has tenido lo necesario, pero, si vivieras en la Veta, no tendría que explicártelo.
--Y no lo intentes. Está claro que soy demasiado tonto para saberlo.
--Es como lo del pan. Parece que nunca consigo pagarte lo que te debo.
--¿El pan? ¿Qué? ¿De cuando éramos niños? --pregunta--. Creo que podemos olvidarlo. Es decir, acabas de revivirme.
--Pero no me conocías. No habíamos hablado nunca. Además, el primer regalo siempre es el más difícil de pagar. Ni siquiera estaría aquí para salvarte si tú no me hubieses ayudado entonces. De todos modos, ¿por qué lo hiciste?
--¿Por qué? Ya lo sabes --responde Niall, y yo sacudo un poco la cabeza, aunque me duele--. Zayn decía que costaría mucho convencerte.
--¿Zayn? ¿Qué tiene que ver con esto?
--Nada. Entonces, Cato y Thresh, ¿eh? Supongo que sería mucho pedir que se matasen entre ellos.
Sin embargo, esa idea sólo sirve para entristecerme.
--Creo que Thresh nos hubiese caído bien, y que en el Distrito 12 podríamos haber sido amigos.
--Entonces, esperemos que Cato lo mate, para no tener que hacerlo nosotros --responde Niall, en tono lúgubre.
No me gustaría nada que Cato matase a Thresh; de hecho, no quiero que muera nadie más, pero no es el tipo de cosa que los vencedores van diciendo por el estadio. A pesar de que hago todo lo posible por evitarlo, noto que se me llenan los ojos de lágrimas.
--¿Qué te pasa? --me pregunta Niall, mirándome con cara de preocupación--. ¿Te duele mucho?
Le doy otra respuesta que, aun siendo cierta, puede interpretarse como un breve momento de debilidad, en vez de algo más radical.
--Quiero irme a casa, Niall --le digo en tono lastimero, como una niña pequeña.
--Te irás, te lo prometo --responde él, y se inclina para darme un beso.
--Quiero irme ahora.
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Mensaje por vicj directioner Vie 02 Mayo 2014, 8:05 pm

CAPITULO 22 SEGUNDA PARTE


--Vamos a hacer una cosa: duérmete y sueña con casa; antes de que te des cuenta, estarás allí de verdad, ¿si?
--Si --susurro--. Despiértame si necesitas que monte guardia.
--Yo estoy bien y descansado, gracias a Zayn y a ti. Además, ¿quién sabe cuánto durará esto?
¿A qué se refiere? ¿A la tormenta? ¿Al breve respiro que nos da? ¿A los juegos en sí? No lo sé, pero estoy demasiado cansada y triste para preguntar.
Cuando Niall me despierta, ya es de noche. La lluvia se ha convertido en un aguacero que convierte las goteras de antes en auténticos ríos. Niall ha colocado la olla del caldo para recoger lo peor y ha cambiado de posición el plástico para evitar que me caiga demasiada agua. Me siento un poco mejor, puedo sentarme sin marearme mucho y estoy muerta de hambre, igual que Niall. Está claro que esperaba a que me despertase para comer, por lo que está deseando ponerse a ello.
No queda mucho: dos trozos de granso, un pequeño revoltijo de raíces y un puñado de fruta seca.
--¿Deberíamos racionarlo? --me pregunta.
--No, mejor nos lo terminamos. De todos modos, el granso se está poniendo malo, y sólo nos faltaría acabar enfermos por comer carne en mal estado.
Divido la comida en dos pilas iguales e intentamos comérnosla despacio, pero tenemos tanta hambre que acabamos en un par de minutos y mi estómago no se siente muy satisfecho.
--Mañana será día de caza --digo.
--No podré servirte de mucha ayuda. No he cazado nunca.
--Yo cazaré y tú cocinarás. También puedes recolectar verduras.
--Ojalá hubiese una especie de arbusto del pan por aquí --comenta Niall.
--El pan que me enviaron del Distrito 11 todavía estaba caliente --respondo, suspirando--. Toma, mastica esto --añado, pasándole un par de hojas de menta y metiéndome unas cuantas en la boca.
Resulta difícil ver la proyección en el cielo con la tormenta, pero es lo bastante clara para saber que hoy no ha muerto nadie, así que Cato y Thresh todavía no se han encontrado.
--¿Adónde fue Thresh? Es decir, ¿qué hay al otro lado del círculo? --le pregunto a Niall.
--Un campo; hasta donde alcanza la vista no hay más que hierbas que llegan a la altura de los hombros. No lo sé, quizás algunas tengan grano. Hay zonas de distintos colores, pero no se ven caminos.
--Seguro que algunas tienen grano y seguro que Thresh sabe cuáles. ¿Entraste?
--No, nadie tenía muchas ganas de perseguir a Thresh por la hierba. Ese sitio tenía un aire siniestro. Cada vez que miraba al campo no hacía más que pensar en cosas escondidas: serpientes, animales rabiosos y arenas movedizas. Ahí podría haber cualquier cosa.
No se lo digo, pero las palabras de Niall me recuerdan a cuando nos advertían que no fuésemos más allá de las alambradas del Distrito 12. Durante un instante no puedo evitar la comparación con Harry, que vería el campo como una posible fuente de comida, además de como una amenaza. Thresh también lo veía así, no cabía duda. No es que Niall sea lo que se dice blando, y ha demostrado que no es un cobarde; sin embargo, supongo que hay cosas que no se ponen en duda cuando tu casa siempre huele a pan recién hecho, mientras que Harry se lo cuestiona todo. ¿Qué pensaría Niall de las irreverentes bromas que nos gastamos todos los días mientras incumplimos la ley? ¿Se asombraría de las cosas que decimos sobre Panem? ¿De las diatribas de Harry contra el Capitolio?
--Quizás haya un arbusto del pan en ese campo --digo--. Quizá por eso Thresh parece mejor alimentado ahora que cuando empezaron los juegos.
--O eso, o tiene unos patrocinadores muy generosos --responde Niall--. Me pregunto qué tendríamos que hacer para que Zayn nos enviase un poco de pan.
Arqueó las cejas antes de recordar que él no sabe nada del mensaje
que nos envió Zayn hace un par de noches: un beso equivale a una olla de caldo. Tampoco es algo que pueda soltar sin más, porque decirlo en voz alta haría al público sospechar que nos inventamos nuestro romance para ganarnos su simpatía y eso no nos daría nada de comer. Tengo que volver a poner las cosas en su sitio de un modo que resulte creíble. Algo sencillo, para empezar. Le estrecho una mano.
--Bueno, probablemente gastó muchos recursos para ayudarme a dejarte fuera de combate --comento, en tono travieso.
--Sí, en cuanto a eso --responde él, entrelazando sus dedos con los míos--, no se te ocurra volver a hacerlo.
--¿O qué?
--O..., o... --No se le ocurre nada bueno--. Espera, dame un minuto.
--¿Hay algún problema? --pregunto, sonriendo.
--El problema es que los dos seguimos vivos, lo que, en tu cabeza, refuerza la idea de que hiciste lo correcto.
--Sí que hice lo correcto.
--¡No! ¡No lo hagas, _____! --Me aprieta la mano con fuerza, haciéndome daño, y noto por su voz que está enfadado de verdad--. No mueras por mí. No me harías ningún favor, ¿de acuerdo?
--Quizá también lo hice por mí, Niall --respondo; aunque me sorprende su intensidad, entiendo que es una oportunidad excelente para conseguir comida, así que intento seguirle el rollo--. Quizá lo hice por mí, Niall, ¿se te había ocurrido pensarlo? Quizá no eres el único que..., que se preocupa por... qué pasaría si...
Estoy susurrando, las palabras no se me dan tan bien como a Niall, y, mientras hablo, la idea de perderlo de verdad vuelve a golpearme y me doy cuenta de lo mucho que me dolería su muerte. No es sólo por los patrocinadores, no es por lo que pasaría al volver a casa y no es que no quiera estar sola; es él, no quiero perder al chico del pan.
--¿Qué pasaría si qué, _____? --me pregunta, en voz baja.
Ojalá pudiera cerrar las compuertas, bloquear este momento y ponerlo fuera del alcance de los entrometidos ojos de Panem, aunque significara perder comida. Lo que yo sienta es asunto mío.
--Ésa es la clase de tema que Zayn me dijo que evitara --respondo, a la evasiva, aunque Zayn nunca me haya dicho nada parecido. De hecho, seguramente me está maldiciendo a voces por soltar la pelota en un momento con tanta carga emotiva. Pero, de algún modo, Niall recoge la pelota.
--Entonces tendré que rellenar los huecos yo solo --dice, acercándose.
Es el primer beso del que ambos somos plenamente conscientes.
Ninguno está debilitado por la enfermedad o el dolor, ni tampoco desmayado; no nos arden los labios de fiebre ni de frío. Es el primer beso que de verdad hace que se me agite algo en el pecho, algo cálido y curioso. Es el primer beso que me hace desear un segundo.
Sin embargo, el segundo beso no llega. Bueno, sí, pero no es más que un besito en la punta de la nariz, porque Niall se ha distraído con algo.
--Creo que tu herida vuelve a sangrar. Vamos, túmbate. De todos modos, es hora de dormir. Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 3098243176
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Mensaje por vicj directioner Vie 02 Mayo 2014, 9:26 pm

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FATAN 5 CAPITULOS Y LA NOVELA TERMINA :(L): 
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Mensaje por vicj directioner Sáb 03 Mayo 2014, 4:37 pm

CAPITULO 21 PARTE TRES


Ya tengo los calcetines bastante secos, así que me los pongo y obligo a Niall a ponerse de nuevo su chaqueta, porque es como si el frío húmedo se me metiese en los huesos y él debe de estar helado. Además, insisto en hacer el primer turno de guardia, aunque ninguno de los dos creemos que alguien aparezca con este tiempo. No obstante, él sólo acepta a condición de que yo también me meta en el saco, y tiemblo tanto que no tendría sentido negarme. A diferencia de hace dos noches, cuando notaba que Niall estaba a varios kilómetros de mí, ahora mismo me abruma su proximidad. Cuando nos tumbamos, él me baja la cabeza para que use su brazo de almohada, mientras me pone encima el otro brazo, como si deseara protegerme, incluso dormido. Hace mucho tiempo que nadie me abraza así; desde que mi padre murió y dejé de confiar en mi madre, ningún brazo me ha hecho sentir tan a salvo.
Con la ayuda de las gafas, me quedo mirando las gotas de agua caer en el suelo de la caverna. Son rítmicas y tranquilizadoras, y doy unas cuantas cabezadas que me hacen despertar de golpe, con sentimiento de culpa y enfadada por mi debilidad. Después de tres o cuatro horas no puedo aguantarlo más y despierto a Niall, porque se me cierran los ojos. A él no parece importarle.
--Mañana, cuando todo esté más seco, buscaré un lugar muy alto en los árboles para que los dos podamos dormir en paz --le prometo justo antes de dormirme.
·
Sin embargo, el tiempo no mejora. El diluvio continúa, como si los Vigilantes intentaran ahogarnos a todos. Los truenos son tan fuertes que parecen sacudir el suelo, y Niall sopesa la idea de salir a buscar comida, de todos modos, pero le digo que, con esta tormenta, no tiene sentido. No podría ver lo que tiene delante de sus narices y acabará chorreando como recompensa. Sabe que tengo razón, aunque empieza a dolemos el estómago.
El día se arrastra hasta convertirse en noche y el tiempo sigue igual.
Zayn es nuestra única esperanza, pero no nos llega nada, ya sea por falta de dinero (todo costará ya una suma exorbitante) o porque no esté satisfecho con nuestra actuación. Probablemente lo segundo. Soy la primera que reconoce que hoy no hemos estado lo que se dice fascinantes: muertos de hambre, débiles por las heridas, intentando no reabrirlas. Estamos acurrucados juntos, envueltos en el saco, sí, pero sobre todo para calentarnos. Lo más emocionante que hemos hecho es dormir.
No sé bien cómo darle un empujoncito al romance. Aunque el beso de anoche estuvo bien, tengo que pensarme con detenimiento qué hacer para conseguir el siguiente. En la Veta, y también entre los comerciantes, hay chicas que saben cómo manejarse en estos temas, pero nunca he tenido mucho tiempo para esto, ni tampoco ganas. En cualquier caso, un solo beso ya no basta; de ser así, anoche habríamos conseguido comida. Mi instinto me dice que Zayn no busca sólo afecto físico, que quiere algo más personal, el tipo de cosas que intentaba que contase sobre mí en las prácticas para la entrevista. Se me da fatal, pero a Niall no. Quizás el mejor enfoque sea hacer que hable él.
--Niall --digo, como si nada--, en la entrevista dijiste que estás enamorado de mí desde que tienes uso de razón. ¿Cuándo empezó esa razón?
--Bueno, a ver... Supongo que el primer día de clase. Teníamos cinco años y tú llevabas un vestido de cuadros rojos y el pelo..., el pelo recogido en dos trenzas, en vez de una. Mi padre te señaló cuando esperábamos para ponernos en fila.
--¿Tu padre? ¿Por qué?
--Me dijo: «¿Ves esa niñita? Quería casarme con su madre, pero ella huyó con un minero».
--¿Qué? ¡Te lo estás inventando!
--No, es completamente cierto. Y yo respondí: «¿Un minero? ¿Por qué quería un minero si te tenía a ti?». Y él respondió: «Porque cuando él canta... hasta los pájaros se detienen a escuchar».
--Eso es verdad, lo hacen. Es decir, lo hacían --digo.
Pensar en el panadero diciéndole eso a Niall me desconcierta y, ante mi sorpresa, me emociona. Me parece que mi renuencia a cantar, la forma en que rechazo la música no se debe en realidad a que lo considere una pérdida de tiempo. Podría ser porque me recuerda demasiado a mi padre.
--Así que, ese día, en la clase de música, la maestra preguntó quién se sabía la canción del valle. Tú levantaste la mano como una bala. Ella te
puso de pie sobre un taburete y te hizo cantarla para nosotros. Te juro que todos los pájaros de fuera se callaron.
--Vamos ya --repuse, riéndome.
--No, de verdad. Y, justo cuando terminó la canción, lo supe: estaba perdido, igual que tu madre. Después, durante los once años siguientes, intenté reunir el valor suficiente para hablar contigo.
--Sin mucho éxito.
--Sin mucho éxito. Así que, en cierto modo, el que saliese mi nombre en la cosecha fue un golpe de buena suerte.
Durante un instante siento una alegría casi absurda y después no entiendo nada, porque se supone que estamos inventándonos estas cosas, fingiendo estar enamorados, no estándolo de verdad.
Pero lo que cuenta Niall suena a verdad: la parte sobre mi padre y los pájaros, y es cierto que canté el primer día del colegio, aunque no recuerdo la canción. Y ese vestido de cuadros rojos... existía, lo heredó Prim y acabó tan desgastado que quedó hecho trizas después de la muerte de mi padre.
Eso también explicaría otra cosa: por qué Niall se arriesgó a una paliza por darme el pan aquel horrible día. Entonces, si todos los detalles son ciertos..., ¿podría serlo lo demás?
--Tienes una... memoria asombrosa --comento, vacilante.
--Lo recuerdo todo sobre ti --responde él, poniéndome un mechón suelto detrás de la oreja--. Eras la única que no se daba cuenta.
--Ahora sí.
--Bueno, aquí no tengo mucha competencia.
Quiero retirarme, cerrar de nuevo las compuestas, pero sé que no puedo, es como si oyese a Zayn susurrándome al oído: «¡Dilo, dilo!». Así que trago saliva y me arranco las palabras.
--No tienes mucha competencia en ninguna parte.
Esta vez, soy yo la que se inclina para besarlo.
Apenas se han tocado nuestros labios cuando el estruendo del exterior nos sobresalta. Saco el arco, con la flecha lista para disparar, pero no se oye nada más. Niall se asoma entre las rocas y da un salto; antes de que pueda detenerlo, sale a la lluvia y me pasa algo, un paracaídas plateado atado a una cesta. La abro de inmediato y dentro hay un banquete: panecillos recién hechos, queso de cabra, manzanas y, lo mejor, una sopera llena de aquel increíble estofado de cordero con arroz salvaje, el mismo plato del que le hablé a Louis Tomlinson cuando me preguntó por lo que más me había impresionado del Capitolio.
--Supongo que Zayn por fin se ha hartado de vernos morir de
hambre --comenta Niall al meterse en la cueva, con el rostro iluminado como el sol.
--Supongo.
Sin embargo, en mi cabeza oigo las palabras engreídas, aunque ligeramente exasperadas, de Zayn: «Sí, eso es lo que busco, preciosa».
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Mensaje por vicj directioner Dom 04 Mayo 2014, 3:24 pm

CAPITULO 23


--Será mejor que nos tomemos el estofado con calma, ¿recuerdas la primera noche en el tren? La comida pesada me hizo vomitar, y ni siquiera estaba muriéndome de hambre por aquel entonces.
--Tienes razón. ¡Podría tragármelo entero de un bocado! --comento, pesarosa, aunque no lo hago. Nos comportamos con bastante sensatez; cogemos un panecillo cada uno, media manzana, y una ración de estofado y arroz del tamaño de un huevo. Me obligo a comer el estofado en cucharaditas diminutas (nos han enviado hasta cubiertos y platos), saboreando cada bocado. Cuando terminamos, me quedo mirando el plato con anhelo--. Quiero más.
--Yo también. Vamos a hacer una cosa: esperamos una hora y, si no lo echamos, nos servimos más.
--De acuerdo. Va a ser una hora muy larga.
--Quizá no tanto --responde él--. ¿Qué estabas diciendo justo antes de que llegase la comida? Algo sobre no tener... competencia..., que soy lo mejor que te ha pasado...
--No recuerdo haber dicho eso último --digo, esperando que aquí esté demasiado oscuro para que las cámaras recojan mi rubor.
--Ah, es verdad, eso era lo que estaba pensando yo. Ven aquí, me estoy helando.
Le hago sitio dentro del saco y nos sentamos con la espalda apoyada en la pared de la cueva, yo con la cabeza sobre su hombro, él rodeándome con los brazos. Noto cómo si Zayn me diese un codazo para que siga con la actuación.
--Entonces, ¿ni siquiera te has fijado en las otras chicas desde que teníamos cinco años?
--Me fijaba en casi todas, pero tú eras la única que me dejaba huella.
--Seguro que a tus padres les encantaba que te gustase una chica de
la Veta.
--No mucho, pero no me importaba nada. De todos modos, si volvemos, ya no serás una chica de la Veta, serás una chica de la Aldea de los Vencedores.
Es cierto, si ganamos nos darán una casa a cada uno en la parte de la ciudad reservada para los vencedores de los Juegos del Hambre. Hace tiempo, cuando empezaron los juegos, el Capitolio construyó una docena de casas elegantes en cada distrito. En el nuestro, obviamente, sólo una estaba ocupada; en la mayoría no había vivido nadie. En ese momento, se me ocurre una idea inquietante.
--Entonces... ¡nuestro único vecino será Zayn!
--Ah, será maravilloso --responde Niall, abrazándome con fuerza--: Zayn, tú y yo. Y muy acogedor: picnics, cumpleaños, largas noches de invierno junto al fuego recordando viejas historias de los Juegos del Hambre...
--¡Te lo dije, me odia! --exclamo, pero no puedo evitar reírme de ver a Zayn convertido en mi nuevo amigo.
--Sólo a veces. Cuando está sobrio, no lo he oído decir ni una cosa negativa sobre ti.
--¡Si nunca está sobrio!
--Claro, ¿en qué estaría pensando? Ah, sí, es Cinna el que te quiere, más que nada porque no intentaste huir cuando te prendió fuego. Por otro lado, Zayn... Bueno, si fuera tú, lo evitaría en todo momento. Te odia.
--Creía que habías dicho que yo era su favorita.
--A mí me odia todavía más. No creo que la gente, en general, sea lo suyo.
Sé que al público le gustará que nos divirtamos a costa de Zayn. Lleva tanto tiempo en los juegos que es casi como un viejo amigo para algunos espectadores y, después de su caída del escenario en la cosecha, todos lo conocen. Seguro que ya lo han sacado de la sala de control para entrevistarlo sobre nosotros. No tengo ni idea de qué mentiras se habrá inventado, aunque está en desventaja, porque casi todos los mentores tienen un compañero, otro vencedor para ayudarlos, mientras que él tiene que estar listo para entrar en acción en cualquier momento. Más o menos como yo cuando estaba sola en el estadio. Me pregunto cómo lo llevará con la bebida, la atención y la tensión de intentar mantenernos con vida.
Es curioso: Zayn y yo no nos llevamos bien en persona, pero quizá Niall tenga razón en que somos parecidos, porque parece capaz de comunicarse conmigo mediante los regalos. Como cuando supe que estaba cerca del agua porque él no me la enviaba, que el somnífero no era
sólo para aliviar el dolor de Niall, y ahora, que tenemos que vivir el romance. En realidad, no se ha esforzado mucho por conectar con Niall. Quizá crea que un cuenco de caldo no es más que un cuenco de caldo para Niall, mientras que yo veré lo que conlleva.
Se me ocurre algo, y me asombra que haya tardado tanto en surgir, quizá sea porque hasta ahora Zayn no me había provocado ninguna curiosidad.
--¿Cómo crees que lo hizo? --pregunto.
--¿Quién? ¿El qué?
--Zayn. ¿Cómo crees que ganó los juegos?
Niall se lo piensa un rato antes de responder. Zayn es fuerte, pero no una maravilla física como Cato o Thresh. Tampoco es especialmente guapo, no tanto como para que le lloviesen los regalos; y es tan hosco que resulta difícil imaginar que alguien formase equipo con él. Sólo pudo ganar de una forma, y Niall lo dice justo cuando yo misma llego a la conclusión.
--Fue más listo que los demás.
Asiento y dejo el tema, pero, en secreto, me pregunto si Zayn permaneció sobrio lo bastante para ayudarnos a Niall y a mí porque pensaba que quizá tuviéramos el ingenio suficiente para sobrevivir. Quizá no siempre fuera un borracho; quizá, al principio, intentara ayudar a los tributos, pero al final le resultó insoportable. Debe de ser horrible guiar a dos niños y verlos morir, año tras año. Entonces me doy cuenta de que, si salgo de aquí, ése será mi trabajo, convertirme en mentora de la tributo del Distrito 12. La idea es tan repulsiva que me la quito de la cabeza.
Pasa media hora y decido que tengo que comer otra vez. Niall tiene tanta hambre que no se resiste. Mientras me sirvo dos racioncitas más de estofado de cordero y arroz, oímos el himno. Niall se asoma a la grieta de las rocas para mirar el cielo.
--Esta noche no habrá nada --le digo, más interesada en el estofado que en el cielo--. Si hubiera pasado algo, habría sonado el cañon.
--_____ --dice Niall en voz baja.
--¿Qué? ¿Quieres que compartamos también un panecillo?
--_____ --repite, pero no quiero hacerle caso.
--Voy a partir uno, y guardaré el queso para mañana --insisto; veo que Niall me mira--. ¿Qué?
--Thresh ha muerto.
--No puede ser.
--Habrán disparado el cañón durante los truenos y no lo oímos.
--¿Estás seguro? Es decir, está lloviendo a cántaros, no sé cómo ves
algo.
Lo aparto de las rocas y me asomo al cielo oscuro y lluvioso. Durante diez segundos veo de refilón una foto de Thresh y después nada. Así de simple.
Me dejo caer hasta quedar sentada junto a las rocas, olvidando por un momento nuestro objetivo. Thresh está muerto. Debería alegrarme, ¿no? Un tributo menos al que enfrentarse, y uno poderoso. Sin embargo, no lo estoy, sólo puedo pensar en que Thresh me dejó ir, me dejó huir por Rue, que murió con una lanza clavada en el estómago...
--¿Estás bien? --me pregunta Niall.
Me encojo de hombros, evasiva, y me sujeto los codos con las manos para pegármelos más al cuerpo. Tengo que enterrar el verdadero dolor, porque ¿quién va a apostar por un tributo que no deja de lloriquear cuando muere uno de sus contrincantes? Lo de Rue fue distinto: éramos aliadas y ella era tan joven..., pero nadie entendería mi pena por el asesinato de Thresh. La palabra me hace parar en seco: ¡asesinato! Por suerte, no lo he dicho en voz alta, eso no me ganaría ningún punto en el estadio. En vez de eso, digo:
--Es que..., si no hubiésemos ganado nosotros..., quería que lo hiciese Thresh, porque me dejó ir y por Rue.
--Sí, ya lo sé, pero esto significa que estamos un paso más cerca del Distrito 12. --Me pone un plato de comida en las manos--. Come, todavía está caliente.
Le doy un mordisco al estofado para que todos vean que de verdad no me importa, pero es como comer pegamento y me cuesta mucho tragar.
--También significa que Cato estará buscándonos.
--Y que vuelve a tener provisiones --añade Niall.
--Seguro que está herido.
--¿Por qué lo dices?
--Porque Thresh no se habría rendido sin luchar. Es muy fuerte...; es decir, era muy fuerte. Y estaban en su territorio.
--Bien. Cuanto más herido esté Cato, mejor. Me pregunto cómo le irá a Britanny.
--Bah, seguro que le va bien --digo, malhumorada. Sigo enfadada porque ella pensó en esconderse en la Cornucopia y yo no--. Es probable que nos cueste menos coger a Cato que a ella.
--Quizá se cacen entre ellos y nosotros podamos irnos a casa --dice Niall--, aunque será mejor que pongamos especial cuidado en las guardias. Me he quedado dormido unas cuantas veces.
--Yo también, pero esta noche no.
Terminamos de comer en silencio y Niall se ofrece para la primera guardia. Yo me escondo en el saco de dormir a su lado y me cubro la cara con la capucha para que las cámaras no la vean. Sólo necesito unos momentos de intimidad para poder sentir lo que quiera sin que nadie lo sepa. Bajo la capucha le digo adiós en silencio a Thresh y le agradezco que me dejara seguir viva; le prometo recordarlo y, si puedo, hacer algo por ayudar a su familia y a la de Rue, en caso de que gane. Después me escapo al mundo de los sueños con la tranquilidad que me dan el estómago lleno y la cálida presencia de Niall a mi lado. Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO - Página 10 2686721104
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Mensaje por happy*eva Lun 05 Mayo 2014, 8:25 am

Olisss volviii lo siento por la demora bueno creo que ya te as acostumbrado aque desaparesca por un largoooo tiempo jijiji ;)
Ooo lo veso ayy creo que me dara un infartooo esto es tan akbejwheje guaa como que falta poquito para que terminee ok necesito tener internet para cuando susseda y que segiras lo otros libross!??? Oo porfiss di que sii osio niaal te comera toda tu comidaa jaja estoy loca no pero es que amo este libro que si no siges los otros creo que morire ;)
Oki sigiendo con lo del libro ayy zayn sera su vesino en esa cosa de casa que dijo jajaj ya lo quiero ver vueno ayy esto es tan emosionante jijij oki ya me voyy aproveche de pasar ya que me encuentro en recreoo oye tienes twitter si tienes me lp dejas para aegirte okiss bueno chauu cuidatee besoss :)
happy*eva
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