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Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Me encanta*O* Y ahora es cuando parece un desierto al nadie presentarse como voluntario por Peeta.. Okno:') asdfghjklñ
Ahora que vuelvo a leer lo de Haymitch.. Va hacia el capitolio seguro, tengo mis razones, pero se dirije a ellos si o si..
Gracias por dejarme estar con Finnick! Me encanta, solo una lastima lo ultimo..
Ahora que vuelvo a leer lo de Haymitch.. Va hacia el capitolio seguro, tengo mis razones, pero se dirije a ellos si o si..
Gracias por dejarme estar con Finnick! Me encanta, solo una lastima lo ultimo..
MalfoyAnne
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Hey cuando llegue a mi casa les subo la continuacion del cap xoxoxo
vicj directioner
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Estoy totalmente deacuerdo con Haymitch aunque estaba tomado sabia lo que hacia lo amoMalfoyAnne escribió:Me encanta*O* Y ahora es cuando parece un desierto al nadie presentarse como voluntario por Peeta.. Okno:') asdfghjklñ
Ahora que vuelvo a leer lo de Haymitch.. Va hacia el capitolio seguro, tengo mis razones, pero se dirije a ellos si o si..
Gracias por dejarme estar con Finnick! Me encanta, solo una lastima lo ultimo..
Finnick :(
vicj directioner
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
CAPITULO 2 SEGUNDA PARTE
Porque reconozco su nombre, aunque nunca he hablado directamente con él. Niall Horan.
No, sin duda hoy la suerte no está de mi parte.
Lo observo avanzar hacia el escenario; altura media, bajo y fornido, cabello rubio que le cae sobre la frente. En la cara se le nota la conmoción del momento, se ve que lucha por guardarse sus emociones, pero en sus ojos azules constato la alarma que tan a menudo encuentro en mis presas. De todos modos, sube con paso firme al escenario y ocupa su lugar.
Effie Trinket pide voluntarios; nadie da un paso adelante. Sé que tiene dos hermanos mayores, los he visto en la panadería, aunque seguramente a uno se le haya pasado la edad para ofrecerse voluntario, y el otro no lo hará. Es lo normal. El amor fraternal tiene sus límites para casi todo el mundo en el día de la cosecha. Lo que he hecho yo es algo radical.
El alcalde empieza a leer el largo y aburrido Tratado de la Traición, como hace todos los años en este momento (es obligatorio), pero no escucho ni una palabra.
«¿Por qué él?», pienso. Después intento convencerme de que no importa, de que Niall Horan y yo no somos amigos, ni siquiera somos vecinos y nunca hablamos. Nuestra única interacción real sucedió hace muchos años, y seguro que él ya la ha olvidado; sin embargo, yo no, y sé que nunca lo haré.
Fue durante la peor época posible. Mi padre había muerto en un accidente minero hacía tres meses, en el enero más frío que se recordaba. Ya había pasado el entumecimiento causado por la pérdida, y el dolor me atacaba de repente, hacía que me doblase y que los sollozos me estremeciesen. «¿Dónde estás? --gritaba una voz en mi interior--. ¿Adónde has ido?» Por supuesto, nunca recibí respuesta.
El distrito nos había concedido una pequeña suma de dinero como compensación por su muerte, lo bastante para un mes de luto, después del cual mi madre habría tenido que conseguir un trabajo. El problema fue que no lo hizo. Se limitaba a quedarse sentada en una silla o, lo más habitual, acurrucada debajo de las mantas de la cama, con la mirada perdida. De vez en cuando se movía, se levantaba como si la empujase alguna urgencia, para después quedarse de nuevo inmóvil. No le afectaban las súplicas constantes de Prim.
Yo estaba aterrada. Aunque ahora supongo que mi madre se había encerrado en una especie de oscuro mundo de tristeza, en aquel momento sólo sabía que había perdido a un padre y a una madre. A los once años, con una hermana de siete, me convertí en la cabeza de familia; no había alternativa. Compraba comida en el mercado, la cocinaba como podía, e intentaba que Prim y yo estuviésemos presentables porque, si se hacía público que mi madre ya no podía cuidarnos, nos habrían enviado al orfanato de la comunidad. Había crecido viendo a aquellos chicos en el colegio: la tristeza, las marcas de bofetadas en la cara, la desesperación que les hundía los hombros. No podía dejar que le pasara a Prim, a la dulce y diminuta Prim, que lloraba cuando yo lloraba sin tan siquiera saber la razón, que cepillaba y trenzaba el cabello de mi madre antes de irnos al colegio, que seguía limpiando el espejo de afeitarse de mi padre todas las noches porque odiaba la capa de polvo de carbón que siempre cubría la Veta. El orfanato la habría aplastado como a un gusano, así que mantuve en secreto nuestras dificultades.
Al final, el dinero voló y empezamos a morirnos de hambre poco a poco. No hay otra forma de describirlo. No dejaba de decirme que todo iría bien si podía aguantar hasta mayo, sólo hasta el ocho de mayo, porque entonces cumpliría doce años, y podría pedir las teselas y conseguir aquella valiosa cantidad de cereales y aceite que serviría para alimentarnos. El problema era que quedaban varias semanas y cabía la posibilidad de que no llegáramos vivas.
Morirse de hambre no era algo infrecuente en el Distrito 12. ¿Quién no ha visto a las víctimas? Ancianos que no pueden trabajar; niños de una familia con demasiadas bocas que alimentar; los heridos en las minas. Todos se arrastran por las calles y, un día, te encuentras con uno de ellos sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared o tirado en la Pradera, u oyes gemidos en una casa y los agentes de la paz acuden a llevarse el cadáver. El hambre nunca es la causa oficial de la muerte: siempre se trata de pulmonía, congelación o neumonía, pero eso no engaña a nadie.
La tarde de mi encuentro con Niall Horan, la lluvia caía en implacables mantas de agua helada. Había estado en la ciudad intentando cambiar algunas ropas viejas de bebé de Prim en el mercado público, sin mucho éxito. Aunque había ido varias veces al Quemador con mi padre, me asustaba demasiado aventurarme sola en aquel lugar duro y mugriento. La lluvia había empapado la chaqueta de cazador de mi padre que llevaba puesta, y yo estaba muerta de frío. Llevábamos tres días comiendo agua hervida con algunas hojas de menta seca que había encontrado en el fondo de un armario; cuando cerró el mercado, temblaba tanto que se me cayó la ropa de bebé en un charco lleno de barro, pero no la recogí porque temía que, si me agachaba, no podría volver a levantarme. Además, nadie quería la ropa.
No podía volver a casa; allí estaban mi madre, con sus ojos sin vida, y mi hermana pequeña, con sus mejillas huecas y sus labios cuarteados. No podía entrar sin esperanza alguna en aquella habitación llena de humo por culpa de las ramas húmedas que había cogido al borde del bosque cuando se nos acabó el carbón para la chimenea.
Me encontré dando tumbos por una calle embarrada, detrás de las tiendas que servían a la gente más acomodada de la ciudad. Los
comerciantes vivían sobre sus negocios, así que, básicamente, estaba en sus patios. Recuerdo las siluetas de los arriates sin plantar que esperaban al verano, de las cabras en un establo, de un perro empapado atado a un poste, hundido y derrotado en el lodo.
En el Distrito 12 están prohibidos todos los tipos de robo, que se castigan con la muerte. A pesar de eso, se me pasó por la cabeza que quizás encontrara algo en los cubos de basura, ya que para esos había vía libre. Puede que un hueso en la carnicería o verduras podridas en la verdulería, algo que nadie salvo mi desesperada familia estuviese dispuesto a comer. Por desgracia, acababan de vaciar los cubos.
Cuando pasé junto a la panadería, el olor a pan recién hecho era tan intenso que me mareé. Los hornos estaban en la parte de atrás y de la puerta abierta de la cocina surgía un resplandor dorado. Me quedé allí, hipnotizada por el calor y el exquisito olor, hasta que la lluvia interfirió y me metió sus dedos helados por la espalda, obligándome a volver a la realidad. Levanté la tapa del cubo de basura de la panadería, y lo encontré completa e inhumanamente vacío.
De repente, alguien empezó a gritarme y, al levantar la cabeza, vi a la mujer del panadero diciéndome que me largara, que si quería que llamase a los agentes de la paz y que estaba harta de que los mocosos de la Veta escarbaran en su basura. Las palabras eran feas y yo no tenía defensa. Mientras ponía con cuidado la tapa en su sitio y retrocedía, lo vi: un chico de pelo rubio asomándose por detrás de su madre. Lo había visto en el colegio, estaba en mi curso, aunque no sabía su nombre. Se juntaba con los chicos de la ciudad, así que ¿cómo iba a saberlo? Su madre entró en la panadería, gruñendo, pero él tuvo que haber estado observando cómo me alejaba por detrás de la pocilga en la que tenían su cerdo y cómo me apoyaba en el otro lado de un viejo manzano. Por fin me daba cuenta de que no tenía nada que llevar a casa. Me cedieron las rodillas y me dejé caer por el tronco del árbol hasta dar con las raíces. Era demasiado, estaba demasiado enferma, débil y cansada, muy cansada.
«Que llamen a los agentes de la paz y nos lleven al orfanato --pensé--. O, mejor todavía, que me muera aquí mismo, bajo la lluvia.»
Oí un estrépito en la panadería, los gritos de la mujer de nuevo y el sonido de un golpe, y me pregunté vagamente qué estaría pasando. Unos pies se arrastraban por el lodo hacia mí y pensé: «Es ella, ha venido a echarme con un palo».
Pero no era ella, era el chico, y en los brazos llevaba dos enormes panes que debían de haberse caído al fuego, porque la corteza estaba ennegrecida.
Su madre le chillaba: «¡Dáselo al cerdo, crío estúpido! ¿Por qué no? ¡Ninguna persona decente va a comprarme el pan quemado!».
El chico empezó a arrancar las partes quemadas y a tirarlas al comedero; entonces sonó la campanilla de la puerta de la tienda y su madre desapareció en el interior, para atender al cliente.
El chico ni siquiera me miró, aunque yo sí lo miraba a él, por el pan y por el verdugón rojo que le habían dejado en la mejilla. ¿Con qué lo habría golpeado su madre? Mis padres nunca nos pegaban, ni siquiera podía imaginármelo. El chico le echó un vistazo a la panadería, como para comprobar si había moros en la costa, y después, de nuevo atento al cerdo, tiró uno de los panes en mi dirección. El segundo lo siguió poco después y, acto seguido, el muchacho volvió a la panadería arrastrando los pies y cerró la puerta con fuerza.
Me quedé mirando el pan sin poder creérmelo. Eran panes buenos, perfectos en realidad, salvo por las zonas quemadas. ¿Quería que me los llevase yo? Seguro, porque los tenía a mis pies. Antes de que nadie pudiese ver lo que había pasado, me metí los panes debajo de la camisa, me tapé bien con la chaqueta de cazador y me alejé corriendo. Aunque el calor del pan me quemaba la piel, los agarré con más fuerza, aferrándome a la vida.
Cuando llegué a casa, las hogazas se habían enfriado un poco, pero por dentro seguían calentitas. Las solté en la mesa y las manos de Prim se apresuraron a coger un trozo; sin embargo, la hice sentarse, obligué a mi madre a unirse a nosotras en la mesa y serví unas tazas de té caliente. Raspé la parte quemada del pan y lo corté en rebanadas. Nos comimos uno entero, rebanada a rebanada; era un pan bueno y sustancioso, con pasas y nueces.
Puse mi ropa a secar junto a la chimenea, me metí en la cama y disfruté de una noche sin sueños. Hasta el día siguiente no se me ocurrió la posibilidad de que el chico quemara el pan a propósito. Quizá hubiera soltado las hogazas en las llamas, sabiendo que lo castigarían, para poder dármelas. Sin embargo, lo descarté, seguro que se trataba de un accidente. ¿Por qué iba a hacerlo? Ni siquiera me conocía. En cualquier caso, el simple gesto de tirarme el pan fue un acto de enorme amabilidad con el que se habría ganado una paliza de haber sido descubierto. No podía explicarme sus motivos.
Comimos pan para desayunar y fuimos al colegio. Fue como si la primavera hubiese llegado de la noche a la mañana: el aire era dulce y cálido, y había nubes esponjosas. En clase, pasé junto al chico por el pasillo, y vi que se le había hinchado la mejilla y tenía el ojo morado.
Estaba con sus amigos y no me hizo caso, pero cuando recogí a Prim para volver a casa por la tarde, lo descubrí mirándome desde el otro lado del patio. Nuestras miradas se cruzaron durante un segundo; después, él volvió la cabeza. Yo bajé la vista, avergonzada, y entonces lo vi: el primer diente de león del año. Se me encendió una bombilla en la cabeza, pensé en las horas pasadas en los bosques con mi padre y supe cómo íbamos a sobrevivir.
·
Hasta el día de hoy, no he sido capaz de romper la conexión entre este chico, Niall Horan, el pan que me dio esperanza y el diente de león que me recordó que no estaba condenada. Más de una vez me he vuelto en el pasillo del colegio y me he encontrado con sus ojos clavados en mí, aunque él siempre aparta la vista rápidamente. Siento como si le debiese algo, y odio deberle cosas a la gente. Quizá debería haberle dado las gracias en algún momento, porque así me sentiría menos confusa. Lo pensé un par de veces, pero nunca parecía ser el momento oportuno, y ya nunca lo será, porque nos van a lanzar a un campo de batalla en el que tendremos que luchar a muerte. ¿Cómo voy a darle las gracias allí? La verdad es que no sonaría sincero, teniendo en cuenta que estaré intentando cortarle el cuello.
El alcalde termina de leer el lúgubre Tratado de la Traición, y nos indica a Niall y a mí que nos demos la mano. La suya es consistente y cálida, igual que aquellas hogazas de pan. Me mira a los ojos y me aprieta la mano, como para darme ánimos, aunque quizá no sea más que un espasmo nervioso.
Nos volvemos para mirar a la multitud, mientras suena el himno de Panem.
«En fin --pienso--. Hay veinticuatro chicos, sería mala suerte que tuviese que matarlo yo.»
Aunque, últimamente, no hay quien se fíe de la suerte
vicj directioner
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
La puta que me parió, ya leí Los Juegos Del Hambre, pero si es con Niall leo de vuelta *-*
Seguila que me muero.
Seguila que me muero.
Kenia Styles
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Ola nueva lectora, soy de chile ;) oooo la ame la verdad es muy buena espero que la sigas pronto porque tengo mucha curiosidad ya que nunca la avia le ido ni escuchado su nombre bueno en fin me encanta siguel porfis
happy*eva
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
No rayis la suerte no estaba a tu favor esta vez...
&& Oww Niall yo tambien quiero que tu seas mi liente de leon!! XD jeje es broma XD
Sabes estoy ansiosa porque subas la parte en la que el confiesa su amor por ella :3
.::AbyDeHoran::.
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Bienvenida a esta adaptacion de Los Juegos Del Hambre con nuestro tierno irlandes.Kenia Styles escribió:La puta que me parió, ya leí Los Juegos Del Hambre, pero si es con Niall leo de vuelta *-*
Seguila que me muero.
PD:No mueras ya la sigo :bye:
vicj directioner
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Bienvenida te va a gustar :bye:happy*eva escribió:Ola nueva lectora, soy de chile ;) oooo la ame la verdad es muy buena espero que la sigas pronto porque tengo mucha curiosidad ya que nunca la avia le ido ni escuchado su nombre bueno en fin me encanta siguel porfis
vicj directioner
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Todas queremos que Niall sea nuestro diente de leonquinesa Malfoy Potter escribió:No rayis la suerte no estaba a tu favor esta vez...&& Oww Niall yo tambien quiero que tu seas mi liente de leon!! XD jeje es broma XDSabes estoy ansiosa porque subas la parte en la que el confiesa su amor por ella :3
Todo a su tiempo,no te comas las uñas ;)
vicj directioner
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
LOL de hecho XDvicj directioner escribió:Todas queremos que Niall sea nuestro diente de leonquinesa Malfoy Potter escribió:No rayis la suerte no estaba a tu favor esta vez...&& Oww Niall yo tambien quiero que tu seas mi liente de leon!! XD jeje es broma XDSabes estoy ansiosa porque subas la parte en la que el confiesa su amor por ella :3
Todo a su tiempo,no te comas las uñas ;)
Cuales si ni tengo :( Jum!! las tengo demasiado corta [Todo porque en deportes me las revisan ¬.¬]
.::AbyDeHoran::.
Re: Los Juegos del Hambre(Niall,Harry y tu) AVISO
Oh Maestros :¬¬:quinesa Malfoy Potter escribió:LOL de hecho XDvicj directioner escribió:Todas queremos que Niall sea nuestro diente de leonquinesa Malfoy Potter escribió:No rayis la suerte no estaba a tu favor esta vez...&& Oww Niall yo tambien quiero que tu seas mi liente de leon!! XD jeje es broma XDSabes estoy ansiosa porque subas la parte en la que el confiesa su amor por ella :3
Todo a su tiempo,no te comas las uñas ;)
Cuales si ni tengo :( Jum!! las tengo demasiado corta [Todo porque en deportes me las revisan ¬.¬]
vicj directioner
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