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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Sixteen Devils. {1/2.
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Re: Sixteen Devils. {1/2.
para mañan lo tengo, es que juro que es el cap más largo que he escrito en mi vida.
pero es que tengo que segur hasta donde he pensado, porque si no, no tiene sentido cortarlo.
pero es que tengo que segur hasta donde he pensado, porque si no, no tiene sentido cortarlo.
khaleesi.
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Re: Sixteen Devils. {1/2.
Katrina Mikaelson.
Camino por los pasillos de la casa. Observo cada pequeño y minúsculo detalle que, juntos, componen y establecen la armonía de ese hogar, que se ha convertido desde el primer momento en refugio. Suspiro y niego con la cabeza; por más que las puertas parezcan atractivas a primera vista, no son lo suficientemente sólidas en mi cabeza para sacarme de ese lugar siquiera un rato.
La escuela no era exactamente un elemento en mi vida que me diera placer, sin embargo, extraño esa sensación de normalidad. ¡Qué cosas digo! Todo parecía ser pura mierda meses atrás. Pero, encontrándome en la situación que estoy, las clases de álgebra de la profesora Tate parecían ser el paraíso en la tierra.
Steve no nos da descanso. Es entrenar o entrenar. Comer, dormir. Nada más. Igual, no espero demasiada variedad, ya que después de todo todos tenemos un mismo objetivo. Sin embargo, distintas dificultades. Charlotte parece estar haciendo un muy buen trabajo con lo suyo. ¿Ryan? Mmm… creería que por el mismo nivel; aunque, las pocas veces que lo he visto, lo he encontrado en la cocina, con la cabeza metida en la heladera. Según él, está practicando, pero no tengo ni puta idea como puede hacer eso, si tiene dos rosquillas atoradas en cada lateral de su mandíbula.
—Katrina…— Me estremezco y giro la cabeza. El perímetro adelante mío no es muy amplio, por lo que con un simple enfoque de vista, puedo asegurarme que no hay nada ni nadie. “Pero ese susurro…” Juro haber percibido un tono escalofriante, llamándome. Quizás es uno de los chicos, o incluso Raissa, exigiendo mi presencia en el piso de abajo. Pero la voz de aquella muchacha es más fina, más dulce –por más que a veces parezca ser la nota exacta de la perdición de cordura en un audio-. Éste… no tengo ni idea, nunca lo he escuchado antes.
Decidida a no estar más en soledad, me doy media vuelta y camino por donde he realizado el trayecto anterior. Giro a la izquierda, giro a la derecha y vuelvo a gira hacia la izquierda.
“¿Pero qué demonios?” Hasta donde sé, esto es una residencia, no un maldito laberinto. Vuelvo a iniciar el trote, eventualmente, un tanto frustrado y desesperado, con la intención de salir de ese embrollo. Siento el tono de llamada instalado en mi celular sonar, y sé por defecto que alguien me está solicitando. Deslizo el dedo por la pantalla, mientras ésta se ilumina con el nombre de ‘Damon’ escrito sobre ella.
—Dime. — Contesto, un tanto fría. Pero el oji-azul ya me conoce, una mueca generalmente es lo más parecido a una sonría mía.
—¿Se puede saber dónde estás? Steve te busca. — Sentencia. Ruedo los ojos y suspiro.
—Estoy vagando por la casa. Estaba aburrida, dile que enseguida voy. — Retorno, tratando de evitar una futura discusión con el mayor.
—No creo que estar practicando con tus poderes para, en un futuro muy cercano, salvar tu culo de una muerte bajo unos ancianos horrendos, crueles e insensibles sea exactamente una actividad que entre en el término “aburrido” — Golpeo mi cabeza contra la pared y me mantengo apoyada contra ella, mientras escucho tal comentario exagerado de parte de mi compañero.
—Pues, me aburro fácil. Dile a Steve que ya voy, que no sea tan jodido, Dios. — Antes de que Damon pueda siquiera intentar replicar, termino la comunicación. Inspiro y expiro. Me siento agobiada, confundida y sin tener idea de a dónde voy.
—Será mejor que a fin de mes pueda cortarles las cabezas a éstos viejos, porque si no todo ésta mierda habrá sido en vano. — Murmuro, guardando el móvil en mi bolsillo trasero para luego darme vuelta.
Pero, una vez que lo hago, el desconcierto me ataca como si de una epidemia se tratara. Ya no me encuentro en el pasillo, si no en un cuarto totalmente pálido. Sin absolutamente nada. Es pequeño… muy pequeño. Mi pulso se acelera, los latidos de mi corazón retumban en mi cabeza.
Giro ciento ochenta grados y deslumbro algo que no había notado antes: Una puerta. También es blanca, sin embargo, ésta refleja un temor que puedo percibir desde mi lugar. No me siento cómoda, mi fobia comienza a atacar nuevamente; pero no quiero tocar ese picaporte, lo desconocido me aterra y más en éstas circunstancias.
Abro y cierro los ojos, abro y cierro los ojos; pero nada.
Nada hasta ese momento.
Alzo la vista y diviso una pequeña mancha roja en el margen superior de la puerta. Entrecierro los ojos tratando de averiguar que es, pero no necesito mucho más tiempo, porque ella me lo demuestra por sí sola. La gota, pronto empieza a crecer de manera precipitada. Las paredes a mi alrededor se empiezan a teñir de rojo sangre… quizás sea sangre. No quiero pensar eso, no quiero siquiera sospecharlo. ¿Podrá ser? No. Imposible.
El pánico se apodera de mi cuerpo. Cascadas furiosas de tinte carmesí comienzan a inundar esa habitación. El ruido me hace recordar a aquella visita que tuvimos una vez a las Cataratas del Niágara.
Pienso y recalculo, la única manera de salir de ese lugar, es pasando por la puerta, que casualmente está cubierta por una cortina de algo que se asemeja a sangre.
La huída no parece ser mucho mejor que la estadía, sin embargo, quedarme en una eventual pileta de líquido viscoso… prefiero la primera.
Doy unos pequeños saltos y coloco mi brazo antes de caminar hacia la puerta. Respiro hondo y coloco mi mano en la perilla de la puerta, para finalmente abrirla.
Trastabillo y me caigo. Me toco el cabello, pero éste se encuentra… seco.
Mi respiración posee un ritmo entre-cortado, y éste se acelera al darme cuenta que no estoy mojada, no tengo nada, ni una mancha roja. Me toco el pelo, acaricio aquella chaqueta que me protege de la helada furibunda.
“Helada…” Me susurro mentalmente. Miro fijamente el suelo cubierto por tierra y pasto que parece fallecer lentamente con el paso del tiempo, y mis sospechas se confirman. Mis ojos tiritan y decido levantar la vista para acabar con esto de una vez por todas: No me encuentro en la casa.
Giro la cabeza a la izquierda, luego a la derecha y luego a mi derecha otra vez; cubriendo los trescientos sesenta grados de paisaje frondoso que me rodean: Estoy en el bosque.
Niego con la cabeza, terminando ésta por palpitar ante tal estrés monumental.. ¿Qué me está pasando?
Unas ramas crujen al levantarme, la oscuridad me viste por segunda vez en tan solo unos minutos. No diviso nada, la noche se estanca y todo lo que quiero es ver una luz. Me siento confundida, irritada, y por primera vez en mucho tiempo… completamente atemorizada.
Pero a pesar de estar experimentando lo que será almacenada por mi memoria como una de las peores mierdas en mi vida, no puedo quedarme allí, como si fuera uno más de esos árboles: quieta, esperando a que me talen por la mitad.
Comienzo a recorrer el lugar, pero me detengo cuando presiento un sonido desde atrás. Giro la cabeza con lentitud, y pronto, un árbol prendido en llamas se dirige hacia mí. Con rapidez, esquivo aquel objeto de tamaño colosal y veo como se estrella y rompe otro al compás de su accionar.
Otorgo una última mirada rápida hacia atrás, pero ésta se detiene en dos cuerpos que vienen trotando.
Los ojos de Keyla y el cuerpo de Liam destacan entre negro, se acercan decididos, pero emanando un atisbo de temor y duda.
—¡¿Qué mierda fue eso?! — Les exijo. Contemplo la futura respuesta que ellos me puedan otorgar, pero nada. Pasan por mi lado y ni una sola palabra. Y pronto… el desastre me resguarda bajo sus alas infernales.
Una tormenta se desata. Relámpagos, lluvia, un clima par nada favorable. Objetos comienzan a volar a mi alrededor. Los esquivo, sin embargo, juro haber visto uno pasar justo por el centro de mi eje. Es como si no estuviera ahí…
A lo lejos veo a unos ancianos con túnicas, desparramados por todo lugar que está al alcance de mi vista. A lo lejos, veo a Alice que aparece y desaparece, mientras lucha con un ser que desconozco. Detrás de ella, Charlotte parece concentrada, con sus manos tiesas, pero atenta a todo aquello que toca el límite de su espacio. Cierra su puño, y un relámpago cae cerca de uno de los ancianos.
Mi vista se ve interceptada por Connor, que coloca sus manos enfrente de su estómago y lanza algo… como si fuera una esfera de energía. Sea lo que sea, lanza a dos de ellos al instante lejos de Keira, quien le agradece con un simple asentimiento de cabeza.
Todo es un lío. Empiezo a ver negro, me desconcentro y no sé qué hacer. No quiero seguir viendo, no quiero seguir experimentando. Cierro los ojo con fuerza y pienso en mi casa, en aquel lugar que nos alberga, pienso en todos…
Abro lo ojos y la luz me encandila. Coloco una mano en mi frente como visera improvisada, pero pierdo el equilibrio. Miro hacia abajo y todo lo que veo son unos diez metros que me separan del suelo. Estoy en la orilla de un balcón, parada y estoy a punto de caerme. Abro los ojos de par en par, imaginándome ninguna otra cosa más que una tragedia. La muerte segura. Pierdo el equilibrio y me voy hacia delante, no tengo intenciones de reaccionar rápido, es demasiado tarde. O al menos eso pienso…
Algo me sostiene con fuerza desde mi remera, un brazo se cruza sobre mi estómago y me lanza de vuelta hacia atrás. Caigo con dureza sobre el cemento y me golpeo la cabeza. El shock no es un elemento sorpresa en ésta situación. Pienso que quizás, en el peor de los casos, estoy de vuelta en otra pesadilla vívida. Pero me relajo al ver una mirada que reconozco como la de Raissa, lo cual me tranquiliza de inmediato.
—¡Lo sabía! Dios mío, ¿Estás bien, Katrina? — No puedo evitar sentir culpa por aquella preocupación producida. Si no hubiera venido hacia los pasillos, quizás no me hubiera sucedido todo esto. —No hay culpa, yo… simplemente lo presentí, y tuve que venir. — “Cierto, lee mentes” Me susurro para mis adentros, sin embargo, por la leve sonrisa de aquellos dueña de ojos celestiales, sé que me ha escuchado… de nuevo.
—¿Qué pasó? — Siento la voz de Steve por atrás, y varios pasos que lo suceden. Trago con fuerza y miro con temor a todos, sintiéndome agobiada y amedrentada.
—Katrina… dime. — Incita Raissa con tranquilidad. Respiro hondo y exhalo con mayor fuerza. Es difícil. Tan difícil que siento las lágrimas arremolinarse y cristalizando mis ojos con más rapidez que nunca. Pero debo advertirles. Comunicarles aquellos que vi, y el último susurro que me golpeó antes de volver.
—Yo… yo… vi todo — La confusión no parece abandonar n un poco aquellos cuerpos que me rodean. —. Vi… los vi luchando. A ustedes, los ancianos. Era una pesadilla. Y… — Me estanco y siento que se me sube el almuerzo a la garganta. No quiero hablar más, pero si atraso algo tan malo como eso, solo puede empeorar. Miro a Steve, suspiro y me dirijo a los demás. La voz se me quiebra, pero logro susurrar, por más bajo que sea. —Dicen que se preparen… que… la batalla no el único sufrimiento que tendrán. Se… se metieron en mi cabeza, me hicieron imaginar cosas. Me harán sufrir mucho más. Y… — Observo el piso y aprieto la mandíbula. La sentencia está lista. —Se lo harán a ustedes también. A todos… La muerte parecerá el cielo comparado con lo que tienen planeado con nosotros…
La escuela no era exactamente un elemento en mi vida que me diera placer, sin embargo, extraño esa sensación de normalidad. ¡Qué cosas digo! Todo parecía ser pura mierda meses atrás. Pero, encontrándome en la situación que estoy, las clases de álgebra de la profesora Tate parecían ser el paraíso en la tierra.
Steve no nos da descanso. Es entrenar o entrenar. Comer, dormir. Nada más. Igual, no espero demasiada variedad, ya que después de todo todos tenemos un mismo objetivo. Sin embargo, distintas dificultades. Charlotte parece estar haciendo un muy buen trabajo con lo suyo. ¿Ryan? Mmm… creería que por el mismo nivel; aunque, las pocas veces que lo he visto, lo he encontrado en la cocina, con la cabeza metida en la heladera. Según él, está practicando, pero no tengo ni puta idea como puede hacer eso, si tiene dos rosquillas atoradas en cada lateral de su mandíbula.
—Katrina…— Me estremezco y giro la cabeza. El perímetro adelante mío no es muy amplio, por lo que con un simple enfoque de vista, puedo asegurarme que no hay nada ni nadie. “Pero ese susurro…” Juro haber percibido un tono escalofriante, llamándome. Quizás es uno de los chicos, o incluso Raissa, exigiendo mi presencia en el piso de abajo. Pero la voz de aquella muchacha es más fina, más dulce –por más que a veces parezca ser la nota exacta de la perdición de cordura en un audio-. Éste… no tengo ni idea, nunca lo he escuchado antes.
Decidida a no estar más en soledad, me doy media vuelta y camino por donde he realizado el trayecto anterior. Giro a la izquierda, giro a la derecha y vuelvo a gira hacia la izquierda.
“¿Pero qué demonios?” Hasta donde sé, esto es una residencia, no un maldito laberinto. Vuelvo a iniciar el trote, eventualmente, un tanto frustrado y desesperado, con la intención de salir de ese embrollo. Siento el tono de llamada instalado en mi celular sonar, y sé por defecto que alguien me está solicitando. Deslizo el dedo por la pantalla, mientras ésta se ilumina con el nombre de ‘Damon’ escrito sobre ella.
—Dime. — Contesto, un tanto fría. Pero el oji-azul ya me conoce, una mueca generalmente es lo más parecido a una sonría mía.
—¿Se puede saber dónde estás? Steve te busca. — Sentencia. Ruedo los ojos y suspiro.
—Estoy vagando por la casa. Estaba aburrida, dile que enseguida voy. — Retorno, tratando de evitar una futura discusión con el mayor.
—No creo que estar practicando con tus poderes para, en un futuro muy cercano, salvar tu culo de una muerte bajo unos ancianos horrendos, crueles e insensibles sea exactamente una actividad que entre en el término “aburrido” — Golpeo mi cabeza contra la pared y me mantengo apoyada contra ella, mientras escucho tal comentario exagerado de parte de mi compañero.
—Pues, me aburro fácil. Dile a Steve que ya voy, que no sea tan jodido, Dios. — Antes de que Damon pueda siquiera intentar replicar, termino la comunicación. Inspiro y expiro. Me siento agobiada, confundida y sin tener idea de a dónde voy.
—Será mejor que a fin de mes pueda cortarles las cabezas a éstos viejos, porque si no todo ésta mierda habrá sido en vano. — Murmuro, guardando el móvil en mi bolsillo trasero para luego darme vuelta.
Pero, una vez que lo hago, el desconcierto me ataca como si de una epidemia se tratara. Ya no me encuentro en el pasillo, si no en un cuarto totalmente pálido. Sin absolutamente nada. Es pequeño… muy pequeño. Mi pulso se acelera, los latidos de mi corazón retumban en mi cabeza.
Giro ciento ochenta grados y deslumbro algo que no había notado antes: Una puerta. También es blanca, sin embargo, ésta refleja un temor que puedo percibir desde mi lugar. No me siento cómoda, mi fobia comienza a atacar nuevamente; pero no quiero tocar ese picaporte, lo desconocido me aterra y más en éstas circunstancias.
Abro y cierro los ojos, abro y cierro los ojos; pero nada.
Nada hasta ese momento.
Alzo la vista y diviso una pequeña mancha roja en el margen superior de la puerta. Entrecierro los ojos tratando de averiguar que es, pero no necesito mucho más tiempo, porque ella me lo demuestra por sí sola. La gota, pronto empieza a crecer de manera precipitada. Las paredes a mi alrededor se empiezan a teñir de rojo sangre… quizás sea sangre. No quiero pensar eso, no quiero siquiera sospecharlo. ¿Podrá ser? No. Imposible.
El pánico se apodera de mi cuerpo. Cascadas furiosas de tinte carmesí comienzan a inundar esa habitación. El ruido me hace recordar a aquella visita que tuvimos una vez a las Cataratas del Niágara.
Pienso y recalculo, la única manera de salir de ese lugar, es pasando por la puerta, que casualmente está cubierta por una cortina de algo que se asemeja a sangre.
La huída no parece ser mucho mejor que la estadía, sin embargo, quedarme en una eventual pileta de líquido viscoso… prefiero la primera.
Doy unos pequeños saltos y coloco mi brazo antes de caminar hacia la puerta. Respiro hondo y coloco mi mano en la perilla de la puerta, para finalmente abrirla.
Trastabillo y me caigo. Me toco el cabello, pero éste se encuentra… seco.
Mi respiración posee un ritmo entre-cortado, y éste se acelera al darme cuenta que no estoy mojada, no tengo nada, ni una mancha roja. Me toco el pelo, acaricio aquella chaqueta que me protege de la helada furibunda.
“Helada…” Me susurro mentalmente. Miro fijamente el suelo cubierto por tierra y pasto que parece fallecer lentamente con el paso del tiempo, y mis sospechas se confirman. Mis ojos tiritan y decido levantar la vista para acabar con esto de una vez por todas: No me encuentro en la casa.
Giro la cabeza a la izquierda, luego a la derecha y luego a mi derecha otra vez; cubriendo los trescientos sesenta grados de paisaje frondoso que me rodean: Estoy en el bosque.
Niego con la cabeza, terminando ésta por palpitar ante tal estrés monumental.. ¿Qué me está pasando?
Unas ramas crujen al levantarme, la oscuridad me viste por segunda vez en tan solo unos minutos. No diviso nada, la noche se estanca y todo lo que quiero es ver una luz. Me siento confundida, irritada, y por primera vez en mucho tiempo… completamente atemorizada.
Pero a pesar de estar experimentando lo que será almacenada por mi memoria como una de las peores mierdas en mi vida, no puedo quedarme allí, como si fuera uno más de esos árboles: quieta, esperando a que me talen por la mitad.
Comienzo a recorrer el lugar, pero me detengo cuando presiento un sonido desde atrás. Giro la cabeza con lentitud, y pronto, un árbol prendido en llamas se dirige hacia mí. Con rapidez, esquivo aquel objeto de tamaño colosal y veo como se estrella y rompe otro al compás de su accionar.
Otorgo una última mirada rápida hacia atrás, pero ésta se detiene en dos cuerpos que vienen trotando.
Los ojos de Keyla y el cuerpo de Liam destacan entre negro, se acercan decididos, pero emanando un atisbo de temor y duda.
—¡¿Qué mierda fue eso?! — Les exijo. Contemplo la futura respuesta que ellos me puedan otorgar, pero nada. Pasan por mi lado y ni una sola palabra. Y pronto… el desastre me resguarda bajo sus alas infernales.
Una tormenta se desata. Relámpagos, lluvia, un clima par nada favorable. Objetos comienzan a volar a mi alrededor. Los esquivo, sin embargo, juro haber visto uno pasar justo por el centro de mi eje. Es como si no estuviera ahí…
A lo lejos veo a unos ancianos con túnicas, desparramados por todo lugar que está al alcance de mi vista. A lo lejos, veo a Alice que aparece y desaparece, mientras lucha con un ser que desconozco. Detrás de ella, Charlotte parece concentrada, con sus manos tiesas, pero atenta a todo aquello que toca el límite de su espacio. Cierra su puño, y un relámpago cae cerca de uno de los ancianos.
Mi vista se ve interceptada por Connor, que coloca sus manos enfrente de su estómago y lanza algo… como si fuera una esfera de energía. Sea lo que sea, lanza a dos de ellos al instante lejos de Keira, quien le agradece con un simple asentimiento de cabeza.
Todo es un lío. Empiezo a ver negro, me desconcentro y no sé qué hacer. No quiero seguir viendo, no quiero seguir experimentando. Cierro los ojo con fuerza y pienso en mi casa, en aquel lugar que nos alberga, pienso en todos…
Abro lo ojos y la luz me encandila. Coloco una mano en mi frente como visera improvisada, pero pierdo el equilibrio. Miro hacia abajo y todo lo que veo son unos diez metros que me separan del suelo. Estoy en la orilla de un balcón, parada y estoy a punto de caerme. Abro los ojos de par en par, imaginándome ninguna otra cosa más que una tragedia. La muerte segura. Pierdo el equilibrio y me voy hacia delante, no tengo intenciones de reaccionar rápido, es demasiado tarde. O al menos eso pienso…
Algo me sostiene con fuerza desde mi remera, un brazo se cruza sobre mi estómago y me lanza de vuelta hacia atrás. Caigo con dureza sobre el cemento y me golpeo la cabeza. El shock no es un elemento sorpresa en ésta situación. Pienso que quizás, en el peor de los casos, estoy de vuelta en otra pesadilla vívida. Pero me relajo al ver una mirada que reconozco como la de Raissa, lo cual me tranquiliza de inmediato.
—¡Lo sabía! Dios mío, ¿Estás bien, Katrina? — No puedo evitar sentir culpa por aquella preocupación producida. Si no hubiera venido hacia los pasillos, quizás no me hubiera sucedido todo esto. —No hay culpa, yo… simplemente lo presentí, y tuve que venir. — “Cierto, lee mentes” Me susurro para mis adentros, sin embargo, por la leve sonrisa de aquellos dueña de ojos celestiales, sé que me ha escuchado… de nuevo.
—¿Qué pasó? — Siento la voz de Steve por atrás, y varios pasos que lo suceden. Trago con fuerza y miro con temor a todos, sintiéndome agobiada y amedrentada.
—Katrina… dime. — Incita Raissa con tranquilidad. Respiro hondo y exhalo con mayor fuerza. Es difícil. Tan difícil que siento las lágrimas arremolinarse y cristalizando mis ojos con más rapidez que nunca. Pero debo advertirles. Comunicarles aquellos que vi, y el último susurro que me golpeó antes de volver.
—Yo… yo… vi todo — La confusión no parece abandonar n un poco aquellos cuerpos que me rodean. —. Vi… los vi luchando. A ustedes, los ancianos. Era una pesadilla. Y… — Me estanco y siento que se me sube el almuerzo a la garganta. No quiero hablar más, pero si atraso algo tan malo como eso, solo puede empeorar. Miro a Steve, suspiro y me dirijo a los demás. La voz se me quiebra, pero logro susurrar, por más bajo que sea. —Dicen que se preparen… que… la batalla no el único sufrimiento que tendrán. Se… se metieron en mi cabeza, me hicieron imaginar cosas. Me harán sufrir mucho más. Y… — Observo el piso y aprieto la mandíbula. La sentencia está lista. —Se lo harán a ustedes también. A todos… La muerte parecerá el cielo comparado con lo que tienen planeado con nosotros…
- abrid(?):
En serio que parecía ser mucho más. al menos word me decía eso.
pero bueno. espero que les guste, que no les resulte tedioso -confieso que es mi mayor miedo- y nada. que lo disfruten un poquito(?) estoy siendo un poco pesimista, pero es que estoy muy muy muy nerviosa. (??????) espero que cumpla con las expectativas, y la personalidad de katrina, solo hubieron 2 capis de katrina y uno de connor, creo. (?) so, me guié por las fichas, jiii. en fin. puse code al texto, porque soy cuchi y yo que sé, me gusta que las cosas estén así. (?) si molesta, pongo el verdana 13 y sha. (???????) esop. las quiero mucho y sigue no me acuerdo quien. (?)<33333
khaleesi.
---
Re: Sixteen Devils. {1/2.
Te puedo decir, Pushi, que lo único que no me gusto de tu capitulo fue cuando se terminó
Pero comencemos por el principio(?
MUJER, me confundiste más que la cresta en cada párrafo. Es que al principio pensé, “oh, mira qué lindo, está en la escuela”, y después BAM que no, está en la casa y yo como: “y ahora??? ” Pero tranquila, es genial, porque tienes que releer las cosas y rebuscar en lo que está pasando para poder entender, si me comprendes(?
La actitud de Katrina me cae bien, es que, a pesar de ser fría es una chica tranquila y no anda discutiendo tanto. Al menos, no como el resto de los chicos. Junto con Raissa, son las más “pacificas” por así decirlo(? Eso creo, no sé. O las menos gritonas xd
Pero me gusta su actitud demasiado. Y AMO COMO ESCRIBES. En serio, adoro como narras y describes y los diálogos y todo todo todo ;-; en serio
Lo de la habitación blanca y la puerta. Eso…pues eso me asusto demasiado es que, yo habría gritado o me habría desmayado o habría salido corriendo tan rápido como Sonic o no sé ;-; es que, fue perturbador.
Y luego lo del bosque. Te prometo que en la parte del bosque pensé que todo estaba pasando de verdad, loco Y estaba como: “ ¿PERO QUE CARAJOS?” pero después fui llegándole xd lo del balcón…lo del balcón, como todo tu capitulo, me confundió.
Pero fue genial, más cuando llego Raissa :’) No estoy diciendo que me alegro de la visión terrorífica ni de nada malo, es que tu capitulo me encanto <3 No es para nada tedioso, deja los nervios, escribes genial
Steph, sigues tú, espero tu capi nena
hange.
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