Pesadilla en la calle Elm.

La impresión de Chris fue más que notoria al escuchar las palabras de Sam. Estos últimos días se había estado negando que esos sueños volvieron, se había convencido que era un estúpido truco de su mente debido a otras preocupaciones presentes en su vida. Cerró los ojos e inspiró fuertemente. Al abrirlos, vio el miedo en la mirada de su amiga y le dolía, le dolía no poder hacer nada por ella. Pero no podía estar a salvo ni ella misma.

-¿Chris, algo que me quieras decir? – inquirió sam al ver la mirada de su amiga.
-No, sólo que me preocupo. Por ti. – Sam la abrazó y Chris le devolvió el abrazo.
-Sé que hay algo más que no me quieres decir. – Rompió el abrazo y miró expectante a que Christina aclarara el porqué de su comportamiento.
-No sé nada de Daniel, desde que se enteró de la muerte de Ashton desapareció, no ha devuelto mis llamadas, ni mis mensajes, sabes que puede llegar a ser muy impulsivo cuando quiere. – desvarió, no era el motivo por el que Sam preguntaba, pero era otra de las razones por las que estaba preocupada, al fin y al cabo era uno de sus mejores amigos.
-Le preguntaré a Jaime, pero si no se ha comunicado contigo, no lo ha hecho con nadie. – Sam sacó su teléfono y comenzó a marcar el número de su novio, dando el tema de Freddy por terminado.

***

Luego del instituto, caminó directamente a su casa. Todo el día había estado pensando en lo que le había dicho Sam, él no podía haber vuelto, se negaba a creerlo, al igual que se negaba a aceptar los sueños que le impedían dormir en la noche. Desde la muerte de Ashton todos están paranoicos, ella incluida. Sólo es su mente liberando su miedo a través de los sueños, convirtiéndolos en pesadillas.

Al llegar a su casa, subió a su habitación, sabía que sería ridículo avisar a su madre o a su padre de su llegada ya que ninguno de ellos se encontraba en casa. Cerró la puerta a sus espaldas, tiró su mochila en la cama y caminó hacia el baño que había en su recámara. Quitó su blusa y luego miró las vendas que cubría parte de su estómago. Las quitó con manos temblorosas y las botó. Abrió el tercer cajón de su mueble de baño y sacó las nuevas vendas. Se miró al espejo, la cortada aún estaba ahí, era un rasguño, grande y un poco profundo, pero no lo profundo suficiente para tocar algún órgano, por lo que no sintió la necesidad de avisarle a nadie. Además de que no tenía idea cómo explicar lo sucedido. Ocurrió en un sueño. Dijo en su mente y rió, ni ella lograba creerlo. Le resultaba más sencillo pensar que su gata lo había hecho, pero si decía eso estaba segura de que su madre no tardaría ni dos segundos en sacar a su mascota de la casa. Tomó las vendas que reposaban en su mano y las envolvió en su estomago, cubriendo su herida.

Tomó la blusa del piso, se la colocó de nuevo y salió del baño. Se sentó en la cama y abrió la mochila, sacó unos cuadernos y comenzó a hacer la tarea. Unos segundos después sintió como Olly subía a la cama y se acomodaba a su lado. Acarició su pequeña cabeza y escuchó como su gata comenzaba a ronronear.

-Te quiero pequeña, sólo no me vuelvas a  rasguñar. – besó la cabeza de Olly y continuó con su tarea.

***

Luego de una cena con sus padres donde el único tema de discusión habían sido negocios y el pobre joven que había muerto hace unos días, subió cansada a su habitación, siempre era la misma tediosa rutina, ya había olvido lo que se sentía tener una amena conversación con sus padres o el sentimiento de felicidad que sentía cuando su madre la esperaba luego del instituto, pero ya se había acostumbrado.

Cerró la puerta, asegurándose que Olly estuviera dentro de la habitación. Ya una vez le había sucedido que se había olvidado de meter a la gata en su recámara, no le gustaría tener que escuchar los gritos de su madre de nuevo. Localizó a Olly mirando a la ventana desde la cama. Esta estaba claramente enojada y sólo había una persona que lograba que la gata sacara su lado callejero. Suspiré frustrada y me acerqué a la ventana, abriéndola.

-No contestas mis llamadas o mensajes pero te apareces en mi ventana en medio de la noche. Te juro que no te entiendo Daniel. – habló Chris mirando enojada a su amigo.
-Se quedó sin batería – el castaño sacó su celular y se lo mostró. Chris cerró los ojos al oler a dani.
-Estas borracho – ayudó a Daniel a entrar a su recamara antes de que cayera, no sería lindo verlo caer desde el segundo piso – tienes diecisiete años, te pueden meter a un reformatorio por esto ¿sabías?.
-Suenas como mi hermano. – El castaño bufó y se recostó en la cama de Chris. Ella tomó en brazos a Olly y la encerró en el baño, para luego volver y sentarse en la orilla de la cama.
-¿Hermano?
-Sí, tengo un hermano, un ridículo hermano que se creé la mejor persona del mundo.
-Hemos sido amigos por años, y ¿hasta ahora me entero de que tienes un hermano?
-Sí, nadie sabe que lo tengo, es embarazoso decir que es pariente mío.
-He ido miles de veces a tu casa, sólo he visto a tu madre.
-El no vivía con nosotros, volvió hace una semana. – Daniel bufó, no quería hablar de su hermano. Pero sabía que Chris era más que curiosa.
-¿Volvió?
- Luego del divorcio dividieron custodias, papá se quedó con él, mamá se quedó conmigo, él no estuvo muy contento de irse con papá pero era menor de edad, no tenía otra opción. Ahora como tiene diecinueve puede alejarse de papá y vino con nosotros para joderme la vida. ¿Podemos cambiar de tema?
-De acuerdo, ¿dónde estuviste estos dos últimos días?- Daniel abrió los ojos sólo para ver los cristalinos de Chris. Pudo ver la preocupación en ellos, pero la culpabilidad desapareció al saber que sólo era por ser su “amigo”.
-Por ahí. – escuchó la risa sarcástica de Christina, pero no la miró.
-¿Por ahí? ¿Sólo eso vas a decir?, Niall no dejaba de llamarme preguntando por ti, yo no dejaba de llamarte a ti esperando que aún siguieras con vida y llegas tranquilamente a mi cuarto a las diez de la noche, borracho y aún así ¿no me das ni más de dos palabras cuando te pido una explicación? – La castaña limpió las lágrimas que habían salido, había estado preocupada por él y a él no le importaba.
-Si – levantó los hombros indiferente.
-Sal de mi casa – Chris apuntó a la ventana. – Llámame cuando recuperes la cordura y todo el alcohol desaparezca de tu organismo ¿quieres?
-Sus deseos son ordenes- se levantó de la cama hizo una leve reverencia, salió por la ventana y bajó por el árbol que había subido.

Claramente su amigo era un idiota cuando quería, o cuando el alcohol nublaba su razonamiento coherente. Suspiró frustrada, limpió las lágrimas que habían escapado de sus ojos y le mandó un mensaje de texto a Sam y a Niall. “Daniel está bien.” Su amiga le respondió inmediatamente, Niall lo hizo al menos una media hora después. “Lo sé, llegó a mi casa. Gracias Chris.” Luego de leer el mensaje, apagó el teléfono y lo guardó en el primer cajón de su mesa de noche. Se cambió, poniéndose la piyama y se acostó debajo de las sabanas. Estaba cansada, todo lo que había pasado hoy era más de lo que podía soportar. Esperando conseguir aunque sea un poco de paz, cerró los ojos, cayendo en un profundo sueño.  

Al igual que las veces anteriores, se encontraba en un salón de clases, pero este tenía un toque infantil que aún no lograba recordar por qué se le hacía tan parecido. Era de noche, todo era iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana. Las lágrimas se acumularon en los ojos de Chris, pero se negaba a dejarlas salir. Miró los pequeños pupitres que habían a su alrededor, todos tenía un nombre impreso en ellos, pero parecía que el tiempo había hecho que esos nombres llegaran a hacer ilegibles.

Escuchó unos pasos en el pasillo, sentía como su corazón comenzaba a latir más rápidamente y su respiración se aceleraba. No se movía, temía que el más mínimo movimiento delatara su ubicación, pero lo que no sabía es que estaba exactamente donde él quería que estuviera.

La puerta se abrió de golpe, y unos segundos después alguien entró. Chris miraba asustada como él caminaba lentamente en su dirección. No podía ver su rostro ya que el sombrero lo ocultaba de la luz de la luna. Lo único que veía era su macabra sonrisa y su rara vestimenta. Con cada paso que él daba Christina caminaba hacia atrás, intentando alejarse de él. Sabía que debía buscar una salida, pero sus ojos se negaban a apartarse de la figura que tenía enfrente. La risa del hombre resonó por las paredes al momento en el que Chris se topó con la pared. Ella contuvo un sollozo cuando lo tuvo a centímetros de su cuerpo.

-¿Por qué tan asustada? ¿Ya no me reconoces?- ella se negó a responder, además de que sabía de que su voz estaba atorada en su garganta y ningún sonido saldría de su boca por más que quisiera. – Christina – susurró su nombre, pero el tono en el que lo dijo sólo hizo que se estremeciera ante el miedo. – Me duele saber que no me recuerdas, pensé que esta sería marca suficiente – pasó una de sus garras por su estómago, señalando la herida. – La hice ayer, no sabía que tenías tan mala memoria. – rió de nuevo, las lágrimas de Chris resbalaban por su mejillas, ya no podía retenerlas más. – No hay problema, puedo hacerte una nueva. – sintió el frio metal en su rostro, encima de la ceja, luego un rápido pero profundo rasguño hizo que se encogiera del dolor. La sangre que comenzaba a caer por su rostro le aseguró que era un poco más profundo que el anterior. – No intentes negarme – susurró en su oído – porque he vuelto, te guste o no.

Despertó debido al sonido de la alarma, su respiración estaba agitada y sentía el sudor resbalar por su frente. Su cabeza dolía, demasiado. Acercó una mano a su frente para limpiar el sudor, pero apartó la mano debido al dolor que sintió al tocar arriba de su ceja. El color escarlata del líquido que corría entre sus dedos llamó su atención, era sangre. Tomó un espejo que reposaba en su mesa de noche y miró su reflejo. Vio el corte que estaba donde había tocado anteriormente.

-Olly , te dije que no me rasguñaras de nuevo. – regañó a su gata, pero al ver que no estaba cerca de la cama su corazón se detuvo por un momento. – ¿Olly? – escuchó un suave maullido a lo lejos. Se levantó y abrió la puerta del baño, sólo para ver a su gata acostada en la alfombra. Ella nunca salió del baño.