Pesadilla en la calle Elm.

La pequeña castaña despertó agarrando su corazón a causa de la excitación provocada por el sueño, nunca recordaba bien los detalles, solo recordaba ese largo pasillo garabateado e ir corriendo junto a alguien. Una vez que se recuperó del sueño volteo a ver su cuarto, un suave color azul resaltaba en las paredes junto a un piso de madera pálida que daba un aspecto de comodidad, junto al alfeizar de su ventana había un pequeño sofá y arriba de este un libro, no recordaba haberlo puesto ahí, de hecho no recordaba ese libro “la raíz del miedo” – F.K, no recordaba ese autor, pero no importaba, simplemente supuso que se trataba de su trabajo de psicología y acomodo el libro con los demás.
Alaska se miraba al espejo, muchas personas la llamarían rubia, otras la llamarían castaña, pero en realidad estaba en un color en medio, no era rubia, pero tampoco era castaña, era más bien una rubia-castaña. Si había algo que odiara de ella misma era el blanco color de su piel, una piel tan blanca, en su brazo tenía tres marcas perfectas — intento de suicidio — había dicho su padre, al parecer la muerte de su madre la había afectado seriamente, despejo esos pensamientos con un baño de agua fría. Eligio ponerse un vestido oscuro y un suéter rojo, peino su cabello y se volvió a ver al espejo, tenía ojeras sobre las ojeras.
Justo al otro lado de la casa esta misma historia se repetía con algunas variables, Catherina despertaba entusiasmada por un nuevo día, a diferencia de su hermanastra ella nunca había tenido pesadillas. Tocaba su larga cabellera mientras soltaba un largo bostezo y se ponía a arreglar sus cosas.
Fue al baño a admirar su belleza, tomo una ducha con agua caliente. Salió y volvió a admirarse, observo su habitación con una ceja arriba, rosa, una pared era rosa claro, las demás eran rosa fuerte, el piso estaba cubierto con una fina alfombra blanca y a diferencia de Alaska ella no tenía libros ni un sillón junto a la ventana, ella tenía un balcón y una televisión de plasma. Corrió hacia su armario para sacar un vestido tres tallas más chicas de la que ella debía usar.  
— ¡Mamá Alaska está jalando mi cabello! — gritaba la castaña enojada
— Eso es una jodida mentira ¬ — murmuraba Alaska desde su asiento, el cual se encontraba del otro extremo de la mesa
— ¡Alaska deja a tu hermana de una buena vez! — respondió su madrasta enojada desde el segundo piso de la casa — es más, levántate de ese banco, hoy iras a la escuela sin desayunar
Muy a regañadientes esta se levantó, tomo sus cosas y le robo  un cigarrillo a la señora.
Caminaba lentamente mientras aspiraba un poco de la nicotina, si estaba mal, sin embargo eso la traía sin el menor cuidado, estaba tan sumergida en sus pensamientos que no se dio cuenta del rubio que comenzaba a rodearle los hombros con su brazo.
— ¡Largate Evan! — quito el brazo de su amigo de sus hombros y camino más rápido
— Alguien se levantó del lado equivocado de la cama — uno pensaría que estaría enojado, pero el no era así
— No. No me levante del lado equivocado, solo es lo de Ashton ¬— comenzó el silencio hecho tensión
— Vale, dame un poco — Evan rompió el silencio e inhalo un poco del cigarro que llevaba su amiga — tomate la medicina — añadió señalando las manos de la chica las cuales se encontraban temblando
— Por cierto Diamante quería verte con tantas ansias — dijo en el tono más sarcástico posible y saco un tubo naranja de su mochila y se echó unas pastillas a la boca. Ambos se despidieron y Evan se fue a buscar a su novia
En el camino a casa de Alaska el rubio no podía alejar sus pensamientos de Ashton, el tipo era un idiota, claro de esos idiotas buenos que en lugar de comportarse como imbécil actuaba como payaso y hacía reír a quien se le acercara, aun recordaba la última vez que lo había visto, era de hecho en su fiesta, había estado hablando de un hombre en un suéter o de alguna estúpida leyenda urbana, no recordaba estaba ya bastante borracho.
En la escuela Ally ya había apagado su cigarrillo y metido un chicle de menta a su boca, de esa manera ningún maestro se daría cuenta, se puso un poco de perfume y entro, pese a no querer hacerlo se aferró a una de las correas de la mochila, inhalo fuertemente y entro por las puertas.
Ya iba tarde para la primera clase y se tropezó con una chica rubia de ojos azules, Rita Parker, fue el nombre que soltó antes de despedirse, chica nueva, no conocía a Ashton y la llamo Ally, bueno era de esperarse todos en ese instituto la llamaban Ally.
Entro a su clase de historia pese a las quejas de la profesora y se sentó al final de la fila junto a Fátima.
— Niña ruda, llegas tarde y oliendo a cigarro — susurro la castaña, mientras Alaska ponía los ojos en blanco
— No quería venir en primer lugar — bufo y se acostó en sus brazos — ¿supiste lo de…. — no pudo terminar
— Sí, no digas más
Era un pueblo pequeño, puede que no todos hablaran bien con Ashton, pero definitivamente todos lo conocían y habían asistido a una de sus fiestas por lo menos una vez.
El funeral se iba a llevar acabo en la tarde, pudo reconocer a varios rostros ahí parados, por un lado estaba Ev comiéndose a su hermanastra “repulsivo” fue su primer pensamiento, después fijo la vista en Fátima quien tenía la mirada perdida y hablaba con alguien a quien no reconoció.
Bajaron el ataúd y comenzaron a cubrirlo con tierra, no tenía ganas de irse a casa, por lo que comenzó a caminar sin algún rumbo en específico y llego al pequeño parque del pueblo, se sentó en uno de los columpios y se meció no sin ningún problema, después de todo ella era tan chaparra y odiaba tanto los tacones que sus pies no tocaban el suelo.
Estuvo así mucho tiempo solo sentada, pensando en Ashton y escuchando “November Rain de Gun’s & roses”. Para el momento que se dio cuenta de la hora corrió hacia su casa, en donde la recibieron su madrastra y hermanastra con una mirada que daba a entender que eran superiores. No les tomo importancia, tomo su cena y se subió a su habitación a leer.
Corría lo más rápido que sus piernas le permitían, no recordaba haberse quedado dormida.
— Corre, ya viene por nosotros — decía la voz del muchacho que siempre corría con ella en sus pesadillas
— ¿Quién viene?
— No sé, pero es mejor que corramos lo más rápido posible — ella tropezó haciéndose un moretón en la pierna
— Espera, ¡me duele!
— No tenemos tiempo para esto — el extraño la cargo en la espalda como si no pesara y salió corriendo
Despertó de golpe, todavía estaba en el sofá de su ventana a su lado tenía un plato a medio comer y un libro en su regazo, suspiro aliviada de que solo era un sueño, apoyo la pierna derecha y sintió un dolor punzante venir de su rodilla, lentamente y con cuidado se levantó el vestido — aún no se había retirado la ropa — y vio el hematoma en su pierna, rápidamente se bajó el vestido y puso su pijama, el cual consistía en solo en unos pantalones viejos y una playera negra pegada a su cuerpo.
¿Cómo pudo ser posible? Era solo un sueño ¿cierto?