Game Over. {novela colectiva

El hombre abrió la puerta que llevaba al exterior del edificio, sacó una pequeña libreta  y comenzó a caminar mientras leía la información que tenía en la mano, hoy era Gaspard Hunter un abogado; frunció el ceño y empezó a buscar algo más en sus bolsillos, cuando tuvo el encendedor que buscaba en la mano, lo encendió para luego quemar aquella hoja. Era peligroso dejar información así suelta, si alguien descubría que era un Lummer probablemente lo matarían o instalarían el chip correctamente en su cuerpo. Había aprendido muy bien a resignarse porque apreciaba su vida, extrañaba ser Frank Dallas pero fingir era mejor que morir.
Guardó la libreta nuevamente en su bolsillo y entró al edificio donde se encontraba su trabajo del día, saludó a varias personas por sus nombres asignados aunque sabía muy bien los verdaderos, ingresó al ascensor donde un joven lo saludó haciendo un gesto con su cabeza.
—Hace un buen clima hoy, ¿no le parece joven O'Connell?—dijo con la finalidad de iniciar una conversación.
—Así es, aunque prefiero los días lluviosos—mencionó el chico.
Dos personas más ingresaron al ascensor, una mujer de cabello cobrizo y una chica que no tenía más de diecinueve años llevando dos vasos de café en la mano, debía ser el asistente de algún abogado.
—¿Alguien se queda en este piso?—preguntó la mujer cuando la puerta se abrió en el piso siguiente. Todos negaron con la cabeza.
—La gente no debería apretar los botones del ascensor si no va a utilizarlo—espetó, pero se calló inmediatamente al ver a aquellos dos uniformados entrar al ascensor.
—Frank Dallas—dijo el más alto con voz ronca dirigiéndose al hombre, mientras el otro empujaba a las dos mujeres y al chico lejos del lugar.
—Mi nombre es Gaspard Hunter—contestó él, nervioso.
El único chico se quedó observando desde afuera, vio como el uniformado sacaba un revolver y apuntaba a la frente de Dallas antes de que el ascensor se cerrarse.
No necesitó escuchar el sonido del disparo, ya se encontraba fuera del edificio corriendo tan rápido como podía, cruzó varias calles antes de llegar a su objetivo, una vieja casa que parecía caerse, tocó el timbre y una  mujer bastante mayor abrió.
—Kyel O'Connell ¿qué lo trae por aquí?— preguntó la anciana.
—Han matado a Frank…los hombres del Ministro lo han asesinado.
La mirada de la mujer cambió totalmente.
—Debes decirle a los demás, Kyel—había un tono sombrío en su voz, que claramente se podía distinguir.
El joven entró a la casa, ahora debía enfrentarse a sus compañeros, Frank había sido quien los había reunido, él era el líder, el hermano mayor, el guía, la persona que lo había aceptado y jamás dudó de él a pesar de su origen. ¿Cómo decirles que el Ministro, su padre, había ordenado el asesinato?, por días como aquellos odiaba ser un O'Connell. El hombre que le había dado la vida era un asesino; sin embargo las cosas no podían seguir siendo así.