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"Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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"Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)
Nombre: Una busqueda Desesperada
Autor: All This Time...... Diganme Ale! ñ_ñ
Adaptación: Sip
Advertencias: Si bueno el tema esta en rojo porqe esta medio hot la nove no es TODAA asi am fuerte (? tiene de todo pero lo quize poner en color rojo porque asi ya ps ya estan prevenidas! xD
Otras Páginas: No! solo a qui! :)
Si bueno deben de pensar esta tipa esta loca ya tiene dos noves que apenas empezo y apenas si si tiene tiempo para subir peroo esqe ESTA NOVE ME ENCANTA! xD y la quize compartir! :D espero les guste para las que no me conocen soy Ale de mexico am Guadalajara exactamente! y ya tengo como am 5 noves o 6 pero solo eh terminado 4! creeoo! bueno ya les dejo la sinopsis!.
" Una búsqueda desesperada "
______ , Darcy y Polly tenían que encontrar un marido.
La difunta Nancy Leeward había legado a cada una de sus tres ahijadas una parte de su fortuna, a condición de que se casaran en un año y permanecieran casadas por lo menos seis meses.
______, por culpa de la adicción al juego de su padre, tenía que hacer frente a una deuda que no podía asumir, así que la herencia de Nancy podría ser la solución a sus plegarias...
El millonario griego Nicholas Petronides llevaba deseando acostarse con ella casi tres años, por lo tanto podrían llegar a un acuerdo... aunque él pronto descubriría que tendría que ofrecerle algo más que dinero para conseguirla...
Autor: All This Time...... Diganme Ale! ñ_ñ
Adaptación: Sip
Advertencias: Si bueno el tema esta en rojo porqe esta medio hot la nove no es TODAA asi am fuerte (? tiene de todo pero lo quize poner en color rojo porque asi ya ps ya estan prevenidas! xD
Otras Páginas: No! solo a qui! :)
Si bueno deben de pensar esta tipa esta loca ya tiene dos noves que apenas empezo y apenas si si tiene tiempo para subir peroo esqe ESTA NOVE ME ENCANTA! xD y la quize compartir! :D espero les guste para las que no me conocen soy Ale de mexico am Guadalajara exactamente! y ya tengo como am 5 noves o 6 pero solo eh terminado 4! creeoo! bueno ya les dejo la sinopsis!.
" Una búsqueda desesperada "
______ , Darcy y Polly tenían que encontrar un marido.
La difunta Nancy Leeward había legado a cada una de sus tres ahijadas una parte de su fortuna, a condición de que se casaran en un año y permanecieran casadas por lo menos seis meses.
______, por culpa de la adicción al juego de su padre, tenía que hacer frente a una deuda que no podía asumir, así que la herencia de Nancy podría ser la solución a sus plegarias...
El millonario griego Nicholas Petronides llevaba deseando acostarse con ella casi tres años, por lo tanto podrían llegar a un acuerdo... aunque él pronto descubriría que tendría que ofrecerle algo más que dinero para conseguirla...
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
PRIMERA Y FIEL LECTORA...!!!!! me encanto el argumento soy Bianca pero llamame amm...pues como quieras jaja se ve realmente interesante tu nove siguela pronto porfavor .....espero cap ....SaluDos n.n
Bianca
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
hola segunda lectora la nove esta muy buena me encanta seguilaa porfavor si :)
raqel d' Jonas(NJJ<3
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
HOLA Y BIENVENIDAS! ñ_ñ perdonen la tardanza eh andado ocupada con mi escuela y todo eso ya les subo los primeros capitulos y Bianca te lamaree am ammm Bia! ñ_ñ si (?
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
Cap. 1
-Y como Leland me ha dado carta blanca para llevar todos sus asuntos, pienso arrastrar a esa pequeña zorra ante los tribunales y acabar con ella -le explicó Jennifer Coulter, relamiéndose ante su venganza.
Nicholas Petronides se quedó mirando a la hija de su difunta madrastra, disimulando su interés tras una máscara de amable indiferencia. Nadie podría haber adivinado que, sin quererlo, Jennifer le había proporcionado una información por la que hubiera estado dispuesto a pagar cualquier cosa. _____ Kendall, la modelo conocida como la Reina de Hielo por los periodistas, y la única mujer que le había dado más de un quebradero de cabeza, estaba metida en un serio problema -Leland derrochó una fortuna en ella -continuó Jennifer resentida-. Tendrías que haber visto las facturas. ¡Es increíble lo que se ha gastado sólo en ropas de diseño!
-_____ Kendall es una mujer ambiciosa. Supongo que se propuso sacarle a Leland el máximo posible -comentó Nicholas procurando aplacarla.
Casi podía decirse que él era el único de los conocidos del matrimonio Coulter que nunca se había dejado engañar acerca de las verdaderas razones de la ruptura de la pareja, tres años antes. Tampoco le habían impresionado nunca las quejas de Jennifer. Aquella mujer había nacido en la riqueza, y probablemente moriría siendo aún mucho más rica. Su reconocida avaricia era motivo de más de un chiste entre los miembros de la alta sociedad londinense.
-¡Todo ese dinero desperdiciado! -se lamentó Jennifer con los dientes apretados-. ¡Y ahora encima me entero de que esa zorra consiguió que Leland le hiciera semejante préstamo!
¿Zorra? Definitivamente, pensó Nick, su hermanastra no tenía ni pizca de clase, y mucho menos de discernimiento. Que un hombre tuviera una amante era algo perfectamente normal, pero no una ramera. Sin embargo, Leland había roto las reglas: ningún hombre en sus cabales abandonaba a su esposa para largarse con su amante. Ningún griego, al menos, habría sido tan inconsciente. Leland Coulter se había comportado como un estúpido, llevando la vergüenza a toda su familia.
-Pero, al final, conseguiste lo que te proponías- intervino-: tu marido ha regresado a casa.
-Sí, efectivamente -replicó secamente Jennifer, curvando los labios en una cínica mueca-. Pero sólo después de que le diera un infarto del que tardará meses en recuperarse, y no antes de que esa zorra lo abandonara en el hospital. Se limitó a decirle al médico que me avisara, y después se largó tan fresca como una lechuga. Pero lo que me importa ahora es recuperar el dinero sea como sea. Ya he dado orden a mis abogados para que le envíen una carta...
-Jennifer, a mí me parece que, dadas las circunstancias, estando Leland enfermo y todo eso, tus prioridades son otras. No creo que a tu marido le ayude verte dar el espectáculo en los tribunales -Nicholas vio que de inmediato la mujer se ponía rígida al considerar la situación desde ese punto de vista-. Permíteme que sea yo el que me encargue de este asunto. Me hago responsable de que recuperes el dinero del préstamo.
-¿Lo... lo dices en serio? -tartamudeó Jennifer atónita.
-¿Acaso no somos parientes? -preguntó Nick a su vez dulcemente.
Lenta, muy lentamente, Jennifer asintió, como hipnotizada por la cálida mirada del hombre que tenía delante.
Sin duda, Nicholas Petronides, el auténtico cabeza de familia, contaba con el respeto de todos los miembros del clan. Era un hombre frío, implacable y enormemente seguro de sí mismo. Además, era inmensamente rico y poderoso. Conseguía atemorizar a la gente con su sola presencia. Cuando Leland rompió su matrimonio, Nick había cortado de raíz las quejas y llantos de Jennifer con una simple mirada. De alguna forma, se había enterado de que ella le había sido infiel primero, e, implacable, así se lo hizo saber.
Desde entonces, Jennifer había evitado volver a encontrarse con él. Sólo había conseguido superar el temor que le inspiraba para pedirle consejo acerca de la mejor forma de gestionar la rentable cadena de casinos propiedad de Leland.
-¿Cómo lo conseguirás? -preguntó con la boca seca, sin comprender muy bien todavía cómo había sido capaz de ponerse en sus manos.
-Mis métodos son cosa mía -replicó Nick cortante, dando por concluida aquella conversación.
La impenetrable expresión de su atractivo rostro la hizo estremecerse de pies a cabeza. Sin embargo, se sentía triunfante: Nicholas le había ofrecido su ayuda y aquella zorra muy pronto iba a pasarlo muy mal. Sólo eso le importaba.
Cuando se quedó solo, Nick hizo algo completamente inusual en él: ordenó a su sorprendida secretaria de que no le pasara ninguna llamada y se arrellanó indolente en el sillón de cuero, contemplando la magnífica vista de la City londinense que se extendía frente a él. Ya no necesitaría más duchas frías, pensó, al tiempo que esbozaba una sensual sonrisa. No habría más noches solitarias. Su sonrisa se hizo aún más amplia: la Reina de Hielo iba a ser suya. Después de una espera de más de tres años, estaba a punto de conseguirla.
El que fuera una reconocida aventurera, no mermaba un ápice su extraordinaria belleza. Incluso el mismo Nick, acostumbrado a tratar con las mujeres más hermosas, se había quedado sin habla al verla por primera vez. Le había parecido la mismísima Bella Durmiente de los cuentos: inaccesible, intacta... Su sonrisa se trocó en una amarga mueca. ¡Todo aquello no eran más que tonterías! Durante tres años, aquella mujer había sido la amante de un hombre tan viejo que podía haber sido su abuelo. No había ni pizca de inocencia en ella.
Sin embargo, decidió que no la presionaría con el préstamo. Se portaría como un caballero: le ayudaría a solucionar todos sus problemas económicos y, de ese modo, se ganaría primero su gratitud y después su lealtad. No volvería a mostrarse fría y, en agradecimiento, él estaba dispuesto a rodearla de todos los lujos, a darle cualquier cosa que pudiera necesitar o desear. Ya no tendría siquiera que volver a trabajar.
-Y como Leland me ha dado carta blanca para llevar todos sus asuntos, pienso arrastrar a esa pequeña zorra ante los tribunales y acabar con ella -le explicó Jennifer Coulter, relamiéndose ante su venganza.
Nicholas Petronides se quedó mirando a la hija de su difunta madrastra, disimulando su interés tras una máscara de amable indiferencia. Nadie podría haber adivinado que, sin quererlo, Jennifer le había proporcionado una información por la que hubiera estado dispuesto a pagar cualquier cosa. _____ Kendall, la modelo conocida como la Reina de Hielo por los periodistas, y la única mujer que le había dado más de un quebradero de cabeza, estaba metida en un serio problema -Leland derrochó una fortuna en ella -continuó Jennifer resentida-. Tendrías que haber visto las facturas. ¡Es increíble lo que se ha gastado sólo en ropas de diseño!
-_____ Kendall es una mujer ambiciosa. Supongo que se propuso sacarle a Leland el máximo posible -comentó Nicholas procurando aplacarla.
Casi podía decirse que él era el único de los conocidos del matrimonio Coulter que nunca se había dejado engañar acerca de las verdaderas razones de la ruptura de la pareja, tres años antes. Tampoco le habían impresionado nunca las quejas de Jennifer. Aquella mujer había nacido en la riqueza, y probablemente moriría siendo aún mucho más rica. Su reconocida avaricia era motivo de más de un chiste entre los miembros de la alta sociedad londinense.
-¡Todo ese dinero desperdiciado! -se lamentó Jennifer con los dientes apretados-. ¡Y ahora encima me entero de que esa zorra consiguió que Leland le hiciera semejante préstamo!
¿Zorra? Definitivamente, pensó Nick, su hermanastra no tenía ni pizca de clase, y mucho menos de discernimiento. Que un hombre tuviera una amante era algo perfectamente normal, pero no una ramera. Sin embargo, Leland había roto las reglas: ningún hombre en sus cabales abandonaba a su esposa para largarse con su amante. Ningún griego, al menos, habría sido tan inconsciente. Leland Coulter se había comportado como un estúpido, llevando la vergüenza a toda su familia.
-Pero, al final, conseguiste lo que te proponías- intervino-: tu marido ha regresado a casa.
-Sí, efectivamente -replicó secamente Jennifer, curvando los labios en una cínica mueca-. Pero sólo después de que le diera un infarto del que tardará meses en recuperarse, y no antes de que esa zorra lo abandonara en el hospital. Se limitó a decirle al médico que me avisara, y después se largó tan fresca como una lechuga. Pero lo que me importa ahora es recuperar el dinero sea como sea. Ya he dado orden a mis abogados para que le envíen una carta...
-Jennifer, a mí me parece que, dadas las circunstancias, estando Leland enfermo y todo eso, tus prioridades son otras. No creo que a tu marido le ayude verte dar el espectáculo en los tribunales -Nicholas vio que de inmediato la mujer se ponía rígida al considerar la situación desde ese punto de vista-. Permíteme que sea yo el que me encargue de este asunto. Me hago responsable de que recuperes el dinero del préstamo.
-¿Lo... lo dices en serio? -tartamudeó Jennifer atónita.
-¿Acaso no somos parientes? -preguntó Nick a su vez dulcemente.
Lenta, muy lentamente, Jennifer asintió, como hipnotizada por la cálida mirada del hombre que tenía delante.
Sin duda, Nicholas Petronides, el auténtico cabeza de familia, contaba con el respeto de todos los miembros del clan. Era un hombre frío, implacable y enormemente seguro de sí mismo. Además, era inmensamente rico y poderoso. Conseguía atemorizar a la gente con su sola presencia. Cuando Leland rompió su matrimonio, Nick había cortado de raíz las quejas y llantos de Jennifer con una simple mirada. De alguna forma, se había enterado de que ella le había sido infiel primero, e, implacable, así se lo hizo saber.
Desde entonces, Jennifer había evitado volver a encontrarse con él. Sólo había conseguido superar el temor que le inspiraba para pedirle consejo acerca de la mejor forma de gestionar la rentable cadena de casinos propiedad de Leland.
-¿Cómo lo conseguirás? -preguntó con la boca seca, sin comprender muy bien todavía cómo había sido capaz de ponerse en sus manos.
-Mis métodos son cosa mía -replicó Nick cortante, dando por concluida aquella conversación.
La impenetrable expresión de su atractivo rostro la hizo estremecerse de pies a cabeza. Sin embargo, se sentía triunfante: Nicholas le había ofrecido su ayuda y aquella zorra muy pronto iba a pasarlo muy mal. Sólo eso le importaba.
Cuando se quedó solo, Nick hizo algo completamente inusual en él: ordenó a su sorprendida secretaria de que no le pasara ninguna llamada y se arrellanó indolente en el sillón de cuero, contemplando la magnífica vista de la City londinense que se extendía frente a él. Ya no necesitaría más duchas frías, pensó, al tiempo que esbozaba una sensual sonrisa. No habría más noches solitarias. Su sonrisa se hizo aún más amplia: la Reina de Hielo iba a ser suya. Después de una espera de más de tres años, estaba a punto de conseguirla.
El que fuera una reconocida aventurera, no mermaba un ápice su extraordinaria belleza. Incluso el mismo Nick, acostumbrado a tratar con las mujeres más hermosas, se había quedado sin habla al verla por primera vez. Le había parecido la mismísima Bella Durmiente de los cuentos: inaccesible, intacta... Su sonrisa se trocó en una amarga mueca. ¡Todo aquello no eran más que tonterías! Durante tres años, aquella mujer había sido la amante de un hombre tan viejo que podía haber sido su abuelo. No había ni pizca de inocencia en ella.
Sin embargo, decidió que no la presionaría con el préstamo. Se portaría como un caballero: le ayudaría a solucionar todos sus problemas económicos y, de ese modo, se ganaría primero su gratitud y después su lealtad. No volvería a mostrarse fría y, en agradecimiento, él estaba dispuesto a rodearla de todos los lujos, a darle cualquier cosa que pudiera necesitar o desear. Ya no tendría siquiera que volver a trabajar.
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
Cap. 1: Parte 2
Por suerte para ella, ____ no podía ser más ajena a los planes que estaban forjando para su futuro cuando salió del taxi. Cada uno de sus movimientos estaba dotado de una elegancia especial, innata. Se quedó de pie un momento mirando la casa de su difunta madrina, una mansión georgiana que se alzaba en medio de un cuidado jardín.
Mientras se acercaba a la puerta, tuvo que hacer un gran esfuerzo para contener las lágrimas. Recordó que el mismo día en que hizo su primera aparición pública con Leland, su madrina le había escrito que ya no sería bien recibida en aquella casa. Sin embargo, apenas cuatro meses antes, la anciana había ido a visitarla a Londres para reconciliarse con ella, aunque no le había dicho que estaba mortalmente enferma. ____ se enteró de su muerte cuando ya la habían enterrado.
Había sido convocada a la casa para la lectura del testamento de Nancy, lo que daba a entender que, definitivamente, su madrina le había perdonado por su escandaloso proceder.
Para complicar las cosas, ____ llevaba en el bolso una carta que acababa de recibir y comprometía cualquier posibilidad de felicidad y libertad futuras. En la misma se le recordaba la deuda contraída con Leland, y que ingenuamente ella había supuesto que estaba cancelada desde el momento en que decidieron romper su relación. A fin de cuentas, él se había llevado tres años de su vida, durante los cuales ____ había empleado cada céntimo de lo que ganaba para devolverle el préstamo.
¿Acaso no le parecía suficiente? En aquellos momentos no sólo estaba prácticamente en la bancarrota, si no que sus posibilidades de seguir trabajando estaban seriamente comprometidas por la mala publicidad. Leland era un fatuo, pero ella nunca pensó que fuera mala persona, y mucho menos que necesitara el dinero. ¿Por qué no le daba un poco más de tiempo para recuperarse?
El ama de llaves le abrió la puerta antes de que llamara a la campanilla.
-Señorita Kendall -le saludó fríámente-. La señorita Johnson y la señorita Fielding la esperan en la salita de dibujo. El señor Hartley, el albacea, vendrá enseguida.
-Gracias... no hace falta que me acompañe. Recuerdo bien el camino.
Temerosa del recibimiento que le iban a dispensar las otras dos jóvenes, especialmente una de ellas, se detuvo ante uno de los ventanales que daba a la rosaleda que había sido el orgullo y la alegría de Nancy Leeward. Recordó las deliciosas meriendas infantiles preparadas para las tres niñas, ____, Darcy y Polly, quienes se esforzaban por mostrar sus mejores modales ante Nancy, quien como nunca había tenido niños, mantenía unas ideas bastante anticuadas sobre la forma en que éstos debían comportarse.
Sin embargo, ____ nunca había encajado en aquel ambiente. Tanto Darcy como Polly pertenecían a familias acomodadas, y siempre que iban de visita a Gilbourne llevaban preciosos vestidos, mientras que ____ nunca tenía nada decente que ponerse. Así que, año tras año, Nancy se la llevaba de compras; ¡qué sorprendida se habría quedado su buena madrina si se hubiera enterado de que el padre de ____ revendía aquellos costosos vestidos en cuanto su hija regresaba a su casa!
Su difunta madre, Gwen, había trabajado como señorita de compañía de Nancy, pero ésta siempre la había considerado como una amiga en vez de una empleada. Sin embargo, nunca le había gustado el marido que había elegido.
Por desgracia, Russ Kendall había resultado ser un hombre débil, egoísta y poco digno de confianza, pero también era el único padre que ____ había tenido, y sólo por eso le profesaba una lealtad sin fisuras. Su padre se había esforzado por sacarla adelante, y, a su modo, la quería mucho. Sin embargo, la forma en que se comportaba cuando iba a ver a Nancy era una cruz que a ____ se le hacía difícil soportar.
Invariablemente, y a pesar del evidente disgusto de la dama, Russ se empeñaba en sacarle algo de dinero.
____ apenas podía reprimir un suspiro de alivio cuando por fin se marchaba; sólo entonces era capaz de tranquilizarse y divertirse.
-Me había parecido oír un coche, pero debo haberme equivocado -dijo en voz alta y clara una voz femenina-. Espero que ____ venga pronto, estoy deseando verla.
Al acercarse un poco más a la salita de dibujo, ____ identificó la voz de Polly, tan amable y dulce como la recordaba.
-Pues a mí me da lo mismo -replicó secamente otra mujer-. ¡____, la muñequita parlante...!
-Darcy, no es culpa suya ser tan guapa -le reconvino Polly.
____ no pudo evitar un estremecimiento. Por lo visto, Darcy no le había perdonado todavía lo ocurrido tres años antes, a pesar de que no hubiera sido en absoluto culpa suya: su novio la había dejado plantada el mismo día de la boda, tras confesarle que se había enamorado de una de las damas de honor... precisamente de ____, quien no sólo no había flirteado con el novio en cuestión, sino que no había mostrado nunca el más mínimo interés por él.
-¿Y acaso eso es una excusa para robarle el marido a otra? -preguntó agriamente su amiga.
-No creo que se pueda elegir de quién nos enamoramos -contestó Polly extrañamente emocionada-. ____ debe sentirse muy mal ahora que él ha vuelto con su esposa.
-¿Enamorada? ¡Y un cuerno! -estalló Darcy-. ____ no le habría mirado dos veces si no hubiera sido tan rico. ¿Acaso ya te has olvidado de cómo era su padre? Esa chica lleva la codicia en sus genes. ¿No te acuerdas de cómo Russ le hacía la rosca a Nancy para sacarle los cuartos?
-Recuerdo muy bien lo que le molestaba a ____ que lo hiciera -repuso Polly.
____ sintió que se le hacía un nudo en él estómago. Nada, absolutamente nada había cambiado. Darcy era muy tozuda, y nada ni nadie conseguirían hacerle cambiar de opinión. De golpe, se desvanecieron todas las esperanzas de ____ de que el tiempo hubiera curado todas las heridas.
-No se puede negar que es toda una belleza..., no es extraño que intente aprovecharse de ello- continuó Darcy implacable sobre todo teniendo en cuenta de que eso es lo único que tiene. Nunca me pareció muy inteligente la verdad...
-¿Cómo puedes decir semejante cosa? -le reprochó Polly-. Sabes muy bien que ____ es disléxica.
____ se quedó lívida al escuchar aquella alusión a su secreto mejor guardado.
-Fíjate -continuó Polly-, a pesar de eso ha conseguido ser muy famosa.
-Si tu idea de la fama es salir en los anuncios de champú, supongo que tienes razón -replicó Darcy cínicamente.
En aquel momento ____ decidió que ya había escuchado suficiente, y con un enérgico taconeo se dirigió hacia la estancia, esforzándose por esbozar una deslumbrante sonrisa.
-¡____! -exclamó Polly azorada.
Ella se quedó sin habla al ver que la dulce y morena Polly estaba inequívocamente embarazada.
-¿Cuándo te has casado? -preguntó sorprendida.
-Yo... -la joven enrojeció hasta la raíz del pelo-. No... no lo he hecho.
Atónita, ____ recordó que el padre de Polly era un hombre muy estricto, que había inculcado a su hija su severo concepto de la moral.
-Bueno, no importa -replicó, procurando quitarle hierro al asunto para que su amiga no se sintiera aún más avergonzada.
-Me temo que criar a un hijo sin padre no es tan fácil en el mundo en el que se ha criado Polly como en el tuyo -intervino Darcy. La luz de la tarde sacaba destellos rojizos de su corta melena, mientras sus ojos verdes chispeaban de furia.
____ recordó que Darcy también era madre soltera, pero decidió no decir nada.
-Polly sabe a lo que me refiero.
-¿De verdad...? -empezó a decir Darcy.
-Me estoy mareando -la interrumpió Polly abruptamente.
Sin pensarlo, las dos jóvenes se dirigieron hacia ella. ____ la obligó a sentarse en el sillón más cercano y le sirvió una taza de té, instándola a que se comiera una galleta.
-Quizás debería verte un médico -comentó Darcy preocupada-. La verdad es que cuando estaba embarazada de Zia, jamás estuve enferma...
-Estoy bien... Fui al médico el sábado pasado -respondió-. Estoy un poco cansada, nada más.
Por suerte para ella, ____ no podía ser más ajena a los planes que estaban forjando para su futuro cuando salió del taxi. Cada uno de sus movimientos estaba dotado de una elegancia especial, innata. Se quedó de pie un momento mirando la casa de su difunta madrina, una mansión georgiana que se alzaba en medio de un cuidado jardín.
Mientras se acercaba a la puerta, tuvo que hacer un gran esfuerzo para contener las lágrimas. Recordó que el mismo día en que hizo su primera aparición pública con Leland, su madrina le había escrito que ya no sería bien recibida en aquella casa. Sin embargo, apenas cuatro meses antes, la anciana había ido a visitarla a Londres para reconciliarse con ella, aunque no le había dicho que estaba mortalmente enferma. ____ se enteró de su muerte cuando ya la habían enterrado.
Había sido convocada a la casa para la lectura del testamento de Nancy, lo que daba a entender que, definitivamente, su madrina le había perdonado por su escandaloso proceder.
Para complicar las cosas, ____ llevaba en el bolso una carta que acababa de recibir y comprometía cualquier posibilidad de felicidad y libertad futuras. En la misma se le recordaba la deuda contraída con Leland, y que ingenuamente ella había supuesto que estaba cancelada desde el momento en que decidieron romper su relación. A fin de cuentas, él se había llevado tres años de su vida, durante los cuales ____ había empleado cada céntimo de lo que ganaba para devolverle el préstamo.
¿Acaso no le parecía suficiente? En aquellos momentos no sólo estaba prácticamente en la bancarrota, si no que sus posibilidades de seguir trabajando estaban seriamente comprometidas por la mala publicidad. Leland era un fatuo, pero ella nunca pensó que fuera mala persona, y mucho menos que necesitara el dinero. ¿Por qué no le daba un poco más de tiempo para recuperarse?
El ama de llaves le abrió la puerta antes de que llamara a la campanilla.
-Señorita Kendall -le saludó fríámente-. La señorita Johnson y la señorita Fielding la esperan en la salita de dibujo. El señor Hartley, el albacea, vendrá enseguida.
-Gracias... no hace falta que me acompañe. Recuerdo bien el camino.
Temerosa del recibimiento que le iban a dispensar las otras dos jóvenes, especialmente una de ellas, se detuvo ante uno de los ventanales que daba a la rosaleda que había sido el orgullo y la alegría de Nancy Leeward. Recordó las deliciosas meriendas infantiles preparadas para las tres niñas, ____, Darcy y Polly, quienes se esforzaban por mostrar sus mejores modales ante Nancy, quien como nunca había tenido niños, mantenía unas ideas bastante anticuadas sobre la forma en que éstos debían comportarse.
Sin embargo, ____ nunca había encajado en aquel ambiente. Tanto Darcy como Polly pertenecían a familias acomodadas, y siempre que iban de visita a Gilbourne llevaban preciosos vestidos, mientras que ____ nunca tenía nada decente que ponerse. Así que, año tras año, Nancy se la llevaba de compras; ¡qué sorprendida se habría quedado su buena madrina si se hubiera enterado de que el padre de ____ revendía aquellos costosos vestidos en cuanto su hija regresaba a su casa!
Su difunta madre, Gwen, había trabajado como señorita de compañía de Nancy, pero ésta siempre la había considerado como una amiga en vez de una empleada. Sin embargo, nunca le había gustado el marido que había elegido.
Por desgracia, Russ Kendall había resultado ser un hombre débil, egoísta y poco digno de confianza, pero también era el único padre que ____ había tenido, y sólo por eso le profesaba una lealtad sin fisuras. Su padre se había esforzado por sacarla adelante, y, a su modo, la quería mucho. Sin embargo, la forma en que se comportaba cuando iba a ver a Nancy era una cruz que a ____ se le hacía difícil soportar.
Invariablemente, y a pesar del evidente disgusto de la dama, Russ se empeñaba en sacarle algo de dinero.
____ apenas podía reprimir un suspiro de alivio cuando por fin se marchaba; sólo entonces era capaz de tranquilizarse y divertirse.
-Me había parecido oír un coche, pero debo haberme equivocado -dijo en voz alta y clara una voz femenina-. Espero que ____ venga pronto, estoy deseando verla.
Al acercarse un poco más a la salita de dibujo, ____ identificó la voz de Polly, tan amable y dulce como la recordaba.
-Pues a mí me da lo mismo -replicó secamente otra mujer-. ¡____, la muñequita parlante...!
-Darcy, no es culpa suya ser tan guapa -le reconvino Polly.
____ no pudo evitar un estremecimiento. Por lo visto, Darcy no le había perdonado todavía lo ocurrido tres años antes, a pesar de que no hubiera sido en absoluto culpa suya: su novio la había dejado plantada el mismo día de la boda, tras confesarle que se había enamorado de una de las damas de honor... precisamente de ____, quien no sólo no había flirteado con el novio en cuestión, sino que no había mostrado nunca el más mínimo interés por él.
-¿Y acaso eso es una excusa para robarle el marido a otra? -preguntó agriamente su amiga.
-No creo que se pueda elegir de quién nos enamoramos -contestó Polly extrañamente emocionada-. ____ debe sentirse muy mal ahora que él ha vuelto con su esposa.
-¿Enamorada? ¡Y un cuerno! -estalló Darcy-. ____ no le habría mirado dos veces si no hubiera sido tan rico. ¿Acaso ya te has olvidado de cómo era su padre? Esa chica lleva la codicia en sus genes. ¿No te acuerdas de cómo Russ le hacía la rosca a Nancy para sacarle los cuartos?
-Recuerdo muy bien lo que le molestaba a ____ que lo hiciera -repuso Polly.
____ sintió que se le hacía un nudo en él estómago. Nada, absolutamente nada había cambiado. Darcy era muy tozuda, y nada ni nadie conseguirían hacerle cambiar de opinión. De golpe, se desvanecieron todas las esperanzas de ____ de que el tiempo hubiera curado todas las heridas.
-No se puede negar que es toda una belleza..., no es extraño que intente aprovecharse de ello- continuó Darcy implacable sobre todo teniendo en cuenta de que eso es lo único que tiene. Nunca me pareció muy inteligente la verdad...
-¿Cómo puedes decir semejante cosa? -le reprochó Polly-. Sabes muy bien que ____ es disléxica.
____ se quedó lívida al escuchar aquella alusión a su secreto mejor guardado.
-Fíjate -continuó Polly-, a pesar de eso ha conseguido ser muy famosa.
-Si tu idea de la fama es salir en los anuncios de champú, supongo que tienes razón -replicó Darcy cínicamente.
En aquel momento ____ decidió que ya había escuchado suficiente, y con un enérgico taconeo se dirigió hacia la estancia, esforzándose por esbozar una deslumbrante sonrisa.
-¡____! -exclamó Polly azorada.
Ella se quedó sin habla al ver que la dulce y morena Polly estaba inequívocamente embarazada.
-¿Cuándo te has casado? -preguntó sorprendida.
-Yo... -la joven enrojeció hasta la raíz del pelo-. No... no lo he hecho.
Atónita, ____ recordó que el padre de Polly era un hombre muy estricto, que había inculcado a su hija su severo concepto de la moral.
-Bueno, no importa -replicó, procurando quitarle hierro al asunto para que su amiga no se sintiera aún más avergonzada.
-Me temo que criar a un hijo sin padre no es tan fácil en el mundo en el que se ha criado Polly como en el tuyo -intervino Darcy. La luz de la tarde sacaba destellos rojizos de su corta melena, mientras sus ojos verdes chispeaban de furia.
____ recordó que Darcy también era madre soltera, pero decidió no decir nada.
-Polly sabe a lo que me refiero.
-¿De verdad...? -empezó a decir Darcy.
-Me estoy mareando -la interrumpió Polly abruptamente.
Sin pensarlo, las dos jóvenes se dirigieron hacia ella. ____ la obligó a sentarse en el sillón más cercano y le sirvió una taza de té, instándola a que se comiera una galleta.
-Quizás debería verte un médico -comentó Darcy preocupada-. La verdad es que cuando estaba embarazada de Zia, jamás estuve enferma...
-Estoy bien... Fui al médico el sábado pasado -respondió-. Estoy un poco cansada, nada más.
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
Cap. 1: Parte 3
Justo en aquel instante entró Edward Hartley, el albacea de la madrina, quien sin demasiada ceremonia se sentó y sacó un documento de su maletín.
-Antes de comenzar la lectura del testamento -anunció-, creo mi deber advertirles que sólo podrán entrar en posesión de sus respectivos legados si cumplen escrupulosamente las condiciones establecidas por mi cliente...
-¿Qué quiere decir con eso? -le interrumpió Darcy impaciente.
El señor Hartley se quitó las gafas con gesto de cansancio.
-Supongo que todas ustedes saben que la señora Leeward tuvo un feliz, aunque desgraciadamente corto, matrimonio, y que la prematura y trágica muerte de su esposo, fue una fuente de continuo pesar para ella.
-Sí, lo sabemos -asintió Polly-. La madrina nos contó muchas cosas de Robbie.
-Murió en un accidente de coche, seis meses después de la boda -añadió _____-. A medida que pasaba el tiempo, hablaba de él como si fuera un santo. Parecía pensar que el matrimonio era una especie de Santo Grial, la única esperanza de felicidad para una mujer.
-Antes de morir, la señora Leeward se propuso visitar a cada una de ustedes y, después de hacerlo, decidió modificar su testamento -les informó el señor Hartley-. Le advertí que las condiciones que pensaba imponerles serían muy difíciles de cumplir, si no imposibles. Sin embargo, la señora Leeward era una mujer muy tozuda.
Se produjo un tenso silencio. _____ se dio cuenta de que Polly no parecía entender muy bien lo que ocurría, mientras que Darcy, incapaz de disimular sus sen- timientos, estaba mortalmente preocupada.
El albacea procedió a la lectura del testamento, según el cual Nancy Leeward había dividido su considerable fortuna en tres partes exactamente iguales, que cada una de ellas recibiría con la condición de que se hubieran casado en el plazo de un año, y de que hubieran permanecido así al menos durante otros seis meses. Sólo entonces entrarían en posesión de su parte. Si alguna de ellas no lo conseguía, ésta pasaría al estado.
Cuando Edward Hartley terminó la lectura, _____ estaba pálida como una difunta. Había rogado con toda su alma para que aquel testamento la librara de la deuda que casi había destruido su vida, y en cambio se encontraba con que, de nuevo, la suerte le daba la espalda. Desde que su madre muriera cuando ella era apenas un bebé, hacía casi veintidós años, y debido a la adicción al juego de su padre, nada le había resultado fácil en la vida.
-¡Debe estar bromeando! -estalló Darcy incrédula.
-Nunca podré conseguirlo -murmuró Polly señalando su barriga.
_____ la miró con simpatía. Evidentemente, la pobre chica había sido seducida y abandonada.
-Yo tampoco... -empezó.
-¡Por favor _____ ! ¡Seguro que hasta harán cola para casarse contigo! -exclamó Darcy exasperada.
-¿Con mi estupenda reputación?
-Bueno -continuó Darcy-, todo lo que se nos pide es un hombre y un anillo de boda. Creo que podré conseguirlo si pongo un anuncio en el periódico ofreciendo parte de la herencia a cambio.
-Aunque estoy seguro de que lo dice en broma -intervino Hartley con severidad-, debo advertirle que si utilizara una artimaña semejante, inmediatamente se vería eliminada del testamento.
_____ podía entender muy bien las razones de su madrina para adoptar semejante postura: en los últimos meses había visitado a cada una de las jóvenes, y lo que había visto no había podido por menos que decepcionarla.
Para empezar, aparentemente _____ estaba viviendo en pecado con un hombre casado, mientras que Polly iba camino de convertirse en una madre soltera. En cuanto a Darcy, pensó llena de remordimientos, unos meses después de su cruel humillación en la iglesia había dado a luz una niña. No era de extrañar que la impetuosa pelirroja odiara a los hombres desde entonces.
Justo en aquel instante entró Edward Hartley, el albacea de la madrina, quien sin demasiada ceremonia se sentó y sacó un documento de su maletín.
-Antes de comenzar la lectura del testamento -anunció-, creo mi deber advertirles que sólo podrán entrar en posesión de sus respectivos legados si cumplen escrupulosamente las condiciones establecidas por mi cliente...
-¿Qué quiere decir con eso? -le interrumpió Darcy impaciente.
El señor Hartley se quitó las gafas con gesto de cansancio.
-Supongo que todas ustedes saben que la señora Leeward tuvo un feliz, aunque desgraciadamente corto, matrimonio, y que la prematura y trágica muerte de su esposo, fue una fuente de continuo pesar para ella.
-Sí, lo sabemos -asintió Polly-. La madrina nos contó muchas cosas de Robbie.
-Murió en un accidente de coche, seis meses después de la boda -añadió _____-. A medida que pasaba el tiempo, hablaba de él como si fuera un santo. Parecía pensar que el matrimonio era una especie de Santo Grial, la única esperanza de felicidad para una mujer.
-Antes de morir, la señora Leeward se propuso visitar a cada una de ustedes y, después de hacerlo, decidió modificar su testamento -les informó el señor Hartley-. Le advertí que las condiciones que pensaba imponerles serían muy difíciles de cumplir, si no imposibles. Sin embargo, la señora Leeward era una mujer muy tozuda.
Se produjo un tenso silencio. _____ se dio cuenta de que Polly no parecía entender muy bien lo que ocurría, mientras que Darcy, incapaz de disimular sus sen- timientos, estaba mortalmente preocupada.
El albacea procedió a la lectura del testamento, según el cual Nancy Leeward había dividido su considerable fortuna en tres partes exactamente iguales, que cada una de ellas recibiría con la condición de que se hubieran casado en el plazo de un año, y de que hubieran permanecido así al menos durante otros seis meses. Sólo entonces entrarían en posesión de su parte. Si alguna de ellas no lo conseguía, ésta pasaría al estado.
Cuando Edward Hartley terminó la lectura, _____ estaba pálida como una difunta. Había rogado con toda su alma para que aquel testamento la librara de la deuda que casi había destruido su vida, y en cambio se encontraba con que, de nuevo, la suerte le daba la espalda. Desde que su madre muriera cuando ella era apenas un bebé, hacía casi veintidós años, y debido a la adicción al juego de su padre, nada le había resultado fácil en la vida.
-¡Debe estar bromeando! -estalló Darcy incrédula.
-Nunca podré conseguirlo -murmuró Polly señalando su barriga.
_____ la miró con simpatía. Evidentemente, la pobre chica había sido seducida y abandonada.
-Yo tampoco... -empezó.
-¡Por favor _____ ! ¡Seguro que hasta harán cola para casarse contigo! -exclamó Darcy exasperada.
-¿Con mi estupenda reputación?
-Bueno -continuó Darcy-, todo lo que se nos pide es un hombre y un anillo de boda. Creo que podré conseguirlo si pongo un anuncio en el periódico ofreciendo parte de la herencia a cambio.
-Aunque estoy seguro de que lo dice en broma -intervino Hartley con severidad-, debo advertirle que si utilizara una artimaña semejante, inmediatamente se vería eliminada del testamento.
_____ podía entender muy bien las razones de su madrina para adoptar semejante postura: en los últimos meses había visitado a cada una de las jóvenes, y lo que había visto no había podido por menos que decepcionarla.
Para empezar, aparentemente _____ estaba viviendo en pecado con un hombre casado, mientras que Polly iba camino de convertirse en una madre soltera. En cuanto a Darcy, pensó llena de remordimientos, unos meses después de su cruel humillación en la iglesia había dado a luz una niña. No era de extrañar que la impetuosa pelirroja odiara a los hombres desde entonces.
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
Cap.1: Parte 4
-Es una vergüenza que tu madrina os haya puesto semejantes condiciones para recibir el testamento -se lamentó Selena, la amiga de ____, mientras las dos mujeres examinaban la carta enviada por los abogados de Leland-. Si no lo hubiera hecho, todos tus problemas estarían resueltos.
-Quizá debería haberle contado a Nancy la verdadera razón por la que estaba viviendo en casa de Leland... pero no quería darle a entender que necesitaba ayuda. No hubiera sido justo: detestaba a mi padre, ¿sabes? -replicó ____ reflexivamente, pero sin pizca de autocompasión. Había sufrido tantas y tan amargas decepciones en su vida que ya ni pensaba en ellas.
-Creo que lo que necesitas es un buen asesor legal. Al fin y al cabo, sólo tenías diecinueve años cuando firmaste el préstamo, y lo hiciste bajo una presión tremenda. Realmente, temías por la vida de tu padre -comentó Sel esperanzada.
Desde el otro extremo de la mesa de la cocina, ____ se quedó mirando la pecosa cara de la amiga que, literalmente, la había rescatado ofreciéndole un techo donde cobijarse por el tiempo que le hiciera falta. Selena Blake era la única persona en la que confiaba; nunca se había dejado engañar por la brillante apariencia que hacía que tantas mujeres se mostraran envidiosas cuando no abiertamente hostiles hacia ella. La mujer era ciega de nacimiento y muy independiente; se ganaba la vida trabajando como ceramista, y tenía muchos y buenos amigos.
-Firmé aquel papel con todas las consecuencias para salvar a mi padre -le recordó ____-. Desde entonces, no me ha vuelto a pedir dinero.
-____..., no le ves desde hace tres años -puntualizó su amiga.
-Está realmente avergonzado, Sel, se siente muy culpable.
Selena levantó la cabeza y acarició el lomo de Bounce, su perro labrador, tumbado a su lado.
-Me pregunto quién viene a vernos. No espero a nadie... y nadie excepto los de tu agencia saben que vives aquí -Sel se levantó un instante antes de que sonara el timbre de la puerta, y reapareció al cabo de dos minutos-. Tienes una visita: es un hombre alto, moreno, con una voz muy atractiva. Dice que es amigo tuyo.
-¿Amigo mío? -repitió ____ perpleja.
Sel asintió.
-Debe serlo para haberte encontrado aquí. Bounce le ha hecho el reconocimiento habitual, y parece que le ha dado el visto bueno, así que le he hecho pasar al salón. Escucha, atiéndele mientras yo voy al estudio a terminar el pedido que tengo pendiente.
____ se preguntó a quién habría dejado pasar Sel. Esperaba que no fuera algún horrible periodista.
En cuanto entró en la pequeña estancia, se quedó como clavada en el suelo, incapaz de afrontar la situación que se le venía encima.
-____... ¿cómo estás? -la saludó Nicholas Petronides, extendiendo una mano hacia ella.
Ella dio un paso atrás, como si enfrente tuviera una serpiente; el corazón le latía a toda velocidad. ¿Cómo era posible que Selena hubiera creído que se trataba de un amigo?
-Señor Petronides...
-Llámame Nicholas -le pidió sonriente.
____ parpadeó atónita. Nunca le había visto sonreír antes. En los últimos tres años habían coincidido apenas media docena de veces, y aquella era la primera vez que él parecía reparar en su existencia. En las demás ocasiones, no sólo no le había dirigido la palabra, sino que se había puesto a hablar en griego cuando ella había hecho algún intento por entrar en la conversación.
Sin embargo, plantado delante de ella, parecía incluso divertido ante su evidente confusión.
-No entiendo para qué ha venido hasta aquí... o cómo ha conseguido encontrarme -dijo ____ al fin.
-¿Es que acaso te habías perdido? -repuso Nicholas con voz ronca, recorriendo su cuerpo con la mirada de una forma que a ella le pareció insultante-. A mí me parece que sabes muy bien para qué he venido.
-No tengo la menor idea -replicó ____ con los ojos relucientes de ira como dos zafiros.
-Ahora eres una mujer libre...
«Esto no puede estar pasándome a mí», se dijo ____ incrédula. Procuró mostrarse firme, no dar la menor muestra de debilidad ante aquella mirada implacable.
Recordó un instante de hacía unos seis meses: él la había sorprendido mirándolo, y tomándoselo como una invitación, le devolvió una mirada cargada de puro y simple apetito sexual. No había sido mas que un segundo, pero había bastado para que a ____ se le revolvieran las entrañas.
Mil y una veces se había dicho que no habían sido más que imaginaciones suyas. Que todo lo que aquel arrogante griego sentía por ella no era más que pura indiferencia. A veces conseguía enfadarla por su descortesía, pero llegaba a entender semejante comportamiento, pues, a diferencia de Leland, Petronides nunca hubiera exhibido a una mujer, por hermosa que ésta fuera, en una reunión de negocios.
-Y por eso -continuó Nicholas con la seguridad de un hombre que estaba acostumbrado a conseguir lo que deseaba-, ahora te quiero en mi vida.
Era evidente que ni se planteaba que ella fuera a rechazarlo. Le estaba demostrando bien a las claras la consideración en la que la tenía. Al darse cuenta de su infinito desprecio, ____ estuvo a punto de perder el autocontrol.
-¿De verdad cree que puede presentarse aquí y decirme...?
-Sí -la cortó Nick impaciente-. Déjate de jueguecitos, ya me he dado cuenta de que no te soy indiferente.
____ sintió que la recorría una furia sorda de la cabeza a los pies. Aquel tipo debía creerse un dios. Y sin embargo, reconoció que la primera vez que lo vio, se había quedado fascinada por él. Pocas veces había visto a un hombre tan atractivo, y nunca a ninguno que a la vez fuera tan inteligente, que emanara semejante aura de poder.
Sin embargo, nunca se había sentido atraída por él. De hecho, la mayoría de los hombres no le gustaban, pues era incapaz de confiar en ellos. Nunca ningún hombre la había visto como un ser humano, con emociones y sentimientos; normalmente la consideraban poco más que un trofeo del que alardear delante de otros hombres.
Siempre había sido así desde que era una adolescente, y Nicholas Petronides no había hecho más que comportarse como todos los demás. Y, sin embargo, no podía entender de dónde nacía esa amarga desilusión que recorría su ser.
-Es una vergüenza que tu madrina os haya puesto semejantes condiciones para recibir el testamento -se lamentó Selena, la amiga de ____, mientras las dos mujeres examinaban la carta enviada por los abogados de Leland-. Si no lo hubiera hecho, todos tus problemas estarían resueltos.
-Quizá debería haberle contado a Nancy la verdadera razón por la que estaba viviendo en casa de Leland... pero no quería darle a entender que necesitaba ayuda. No hubiera sido justo: detestaba a mi padre, ¿sabes? -replicó ____ reflexivamente, pero sin pizca de autocompasión. Había sufrido tantas y tan amargas decepciones en su vida que ya ni pensaba en ellas.
-Creo que lo que necesitas es un buen asesor legal. Al fin y al cabo, sólo tenías diecinueve años cuando firmaste el préstamo, y lo hiciste bajo una presión tremenda. Realmente, temías por la vida de tu padre -comentó Sel esperanzada.
Desde el otro extremo de la mesa de la cocina, ____ se quedó mirando la pecosa cara de la amiga que, literalmente, la había rescatado ofreciéndole un techo donde cobijarse por el tiempo que le hiciera falta. Selena Blake era la única persona en la que confiaba; nunca se había dejado engañar por la brillante apariencia que hacía que tantas mujeres se mostraran envidiosas cuando no abiertamente hostiles hacia ella. La mujer era ciega de nacimiento y muy independiente; se ganaba la vida trabajando como ceramista, y tenía muchos y buenos amigos.
-Firmé aquel papel con todas las consecuencias para salvar a mi padre -le recordó ____-. Desde entonces, no me ha vuelto a pedir dinero.
-____..., no le ves desde hace tres años -puntualizó su amiga.
-Está realmente avergonzado, Sel, se siente muy culpable.
Selena levantó la cabeza y acarició el lomo de Bounce, su perro labrador, tumbado a su lado.
-Me pregunto quién viene a vernos. No espero a nadie... y nadie excepto los de tu agencia saben que vives aquí -Sel se levantó un instante antes de que sonara el timbre de la puerta, y reapareció al cabo de dos minutos-. Tienes una visita: es un hombre alto, moreno, con una voz muy atractiva. Dice que es amigo tuyo.
-¿Amigo mío? -repitió ____ perpleja.
Sel asintió.
-Debe serlo para haberte encontrado aquí. Bounce le ha hecho el reconocimiento habitual, y parece que le ha dado el visto bueno, así que le he hecho pasar al salón. Escucha, atiéndele mientras yo voy al estudio a terminar el pedido que tengo pendiente.
____ se preguntó a quién habría dejado pasar Sel. Esperaba que no fuera algún horrible periodista.
En cuanto entró en la pequeña estancia, se quedó como clavada en el suelo, incapaz de afrontar la situación que se le venía encima.
-____... ¿cómo estás? -la saludó Nicholas Petronides, extendiendo una mano hacia ella.
Ella dio un paso atrás, como si enfrente tuviera una serpiente; el corazón le latía a toda velocidad. ¿Cómo era posible que Selena hubiera creído que se trataba de un amigo?
-Señor Petronides...
-Llámame Nicholas -le pidió sonriente.
____ parpadeó atónita. Nunca le había visto sonreír antes. En los últimos tres años habían coincidido apenas media docena de veces, y aquella era la primera vez que él parecía reparar en su existencia. En las demás ocasiones, no sólo no le había dirigido la palabra, sino que se había puesto a hablar en griego cuando ella había hecho algún intento por entrar en la conversación.
Sin embargo, plantado delante de ella, parecía incluso divertido ante su evidente confusión.
-No entiendo para qué ha venido hasta aquí... o cómo ha conseguido encontrarme -dijo ____ al fin.
-¿Es que acaso te habías perdido? -repuso Nicholas con voz ronca, recorriendo su cuerpo con la mirada de una forma que a ella le pareció insultante-. A mí me parece que sabes muy bien para qué he venido.
-No tengo la menor idea -replicó ____ con los ojos relucientes de ira como dos zafiros.
-Ahora eres una mujer libre...
«Esto no puede estar pasándome a mí», se dijo ____ incrédula. Procuró mostrarse firme, no dar la menor muestra de debilidad ante aquella mirada implacable.
Recordó un instante de hacía unos seis meses: él la había sorprendido mirándolo, y tomándoselo como una invitación, le devolvió una mirada cargada de puro y simple apetito sexual. No había sido mas que un segundo, pero había bastado para que a ____ se le revolvieran las entrañas.
Mil y una veces se había dicho que no habían sido más que imaginaciones suyas. Que todo lo que aquel arrogante griego sentía por ella no era más que pura indiferencia. A veces conseguía enfadarla por su descortesía, pero llegaba a entender semejante comportamiento, pues, a diferencia de Leland, Petronides nunca hubiera exhibido a una mujer, por hermosa que ésta fuera, en una reunión de negocios.
-Y por eso -continuó Nicholas con la seguridad de un hombre que estaba acostumbrado a conseguir lo que deseaba-, ahora te quiero en mi vida.
Era evidente que ni se planteaba que ella fuera a rechazarlo. Le estaba demostrando bien a las claras la consideración en la que la tenía. Al darse cuenta de su infinito desprecio, ____ estuvo a punto de perder el autocontrol.
-¿De verdad cree que puede presentarse aquí y decirme...?
-Sí -la cortó Nick impaciente-. Déjate de jueguecitos, ya me he dado cuenta de que no te soy indiferente.
____ sintió que la recorría una furia sorda de la cabeza a los pies. Aquel tipo debía creerse un dios. Y sin embargo, reconoció que la primera vez que lo vio, se había quedado fascinada por él. Pocas veces había visto a un hombre tan atractivo, y nunca a ninguno que a la vez fuera tan inteligente, que emanara semejante aura de poder.
Sin embargo, nunca se había sentido atraída por él. De hecho, la mayoría de los hombres no le gustaban, pues era incapaz de confiar en ellos. Nunca ningún hombre la había visto como un ser humano, con emociones y sentimientos; normalmente la consideraban poco más que un trofeo del que alardear delante de otros hombres.
Siempre había sido así desde que era una adolescente, y Nicholas Petronides no había hecho más que comportarse como todos los demás. Y, sin embargo, no podía entender de dónde nacía esa amarga desilusión que recorría su ser.
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
Nuevaa lectora !!!!!
Siguelaaa :D
Siguelaaa :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
seguilaaa plzzz seguilaaa :)
raqel d' Jonas(NJJ<3
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
Cap.1: Parte 5
-Estás temblando... ¿por qué no te sientas? -Nicholas le señaló un sillón. Como ella no se moviera, se la quedó mirando reprobadoramente-. Tienes ojeras, y has perdido peso, además. Deberías cuidarte más.
____ se propuso no perder los nervios, no darle a entender lo humillada y dolida que se sentía. Aquel hombre no sólo se presentaba por las buenas en casa de Sel para espetarle un montón de inconveniencias, sino que además esperaba que ella se arrojara agradecida a sus pies.
-Su interés por mi bienestar es improcedente e innecesario, señor Petronides -replicó orgullosamente. Decidió sentarse, pues de lo contrario temía no poder contenerse y soltarle un par de merecidos bofetones a aquel insolente.
Él tomó asiento frente a ella, lo que resultó un alivio, ya que su estatura resultaba imponente hasta para una mujer tan alta como ____. Para ser un hombre tan corpulento, se movía con la ligereza y la gracia de un atleta. Era tan moreno como ella rubia, y su atractivo no tenía comparación posible: sus pómulos sólo podían calificarse como espectaculares, la nariz era de una perfección insultante, los labios eran llenos y sensuales.
Pero lo que realmente definía su rostro eran los ojos de un dorado oscuro. Sin embargo, en aquellos instantes, no había ni rastro de delicadeza o emoción en su intensa mirada.
-La mujer de Leland pensaba llevarte ante los tribunales para que respondieras del préstamo -dijo suavemente.
____ se sentó muy rígida, completamente estupefacta.
-¿Cómo te has enterado de lo del préstamo?
Nicholas se limitó a encogerse de hombros, como si estuviera disfrutando con aquella conversación.
-Eso no importa. El caso es que Jennifer ya no va a hacerlo, yo he pagado el préstamo en tu nombre.
Incrédula, ____ se adelantó un poco.
-¿Cómo dices? -apenas podía creer lo que había oído.
-No quería que esa deuda te preocupara, ____. Sólo pretendo mostrarte mis buenas intenciones.
-¿Bu... buenas intenciones? -tartamudeó ____, incapaz de ocultar el terror que sentía.
-Claro -Nicholas alzó una mano para enfatizar sus palabras, evidentemente disfrutando del impacto que habían tenido sus palabras sobre la imperturbable Reina de Hielo-. Ningún hombre decente chantajearía a la mujer que desea llevarse a la cama, ¿no?
-Estás temblando... ¿por qué no te sientas? -Nicholas le señaló un sillón. Como ella no se moviera, se la quedó mirando reprobadoramente-. Tienes ojeras, y has perdido peso, además. Deberías cuidarte más.
____ se propuso no perder los nervios, no darle a entender lo humillada y dolida que se sentía. Aquel hombre no sólo se presentaba por las buenas en casa de Sel para espetarle un montón de inconveniencias, sino que además esperaba que ella se arrojara agradecida a sus pies.
-Su interés por mi bienestar es improcedente e innecesario, señor Petronides -replicó orgullosamente. Decidió sentarse, pues de lo contrario temía no poder contenerse y soltarle un par de merecidos bofetones a aquel insolente.
Él tomó asiento frente a ella, lo que resultó un alivio, ya que su estatura resultaba imponente hasta para una mujer tan alta como ____. Para ser un hombre tan corpulento, se movía con la ligereza y la gracia de un atleta. Era tan moreno como ella rubia, y su atractivo no tenía comparación posible: sus pómulos sólo podían calificarse como espectaculares, la nariz era de una perfección insultante, los labios eran llenos y sensuales.
Pero lo que realmente definía su rostro eran los ojos de un dorado oscuro. Sin embargo, en aquellos instantes, no había ni rastro de delicadeza o emoción en su intensa mirada.
-La mujer de Leland pensaba llevarte ante los tribunales para que respondieras del préstamo -dijo suavemente.
____ se sentó muy rígida, completamente estupefacta.
-¿Cómo te has enterado de lo del préstamo?
Nicholas se limitó a encogerse de hombros, como si estuviera disfrutando con aquella conversación.
-Eso no importa. El caso es que Jennifer ya no va a hacerlo, yo he pagado el préstamo en tu nombre.
Incrédula, ____ se adelantó un poco.
-¿Cómo dices? -apenas podía creer lo que había oído.
-No quería que esa deuda te preocupara, ____. Sólo pretendo mostrarte mis buenas intenciones.
-¿Bu... buenas intenciones? -tartamudeó ____, incapaz de ocultar el terror que sentía.
-Claro -Nicholas alzó una mano para enfatizar sus palabras, evidentemente disfrutando del impacto que habían tenido sus palabras sobre la imperturbable Reina de Hielo-. Ningún hombre decente chantajearía a la mujer que desea llevarse a la cama, ¿no?
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
____ alzó la cabeza, roja de ira.
-¿Acaso te crees que soy una completa *******? -casi gritó.
Tranquilamente, Nicholas Petronides se levantó, divertido ante semejante arrebato.
-Si tenemos en cuenta las decisiones que has ido tomando en tu vida, no sé por qué te asusta mi franqueza.
____ se quedó con la boca abierta, respiraba frenéticamante, como si se estuviera ahogando. De un plumazo, aquel hombre había conseguido acabar con su autodominio.
-Y no hace falta que te disculpes -continuó Nicholas burlón-. Sé muy bien cómo eres en realidad. Primero te pones pálida y luego rígida. He visto los esfuerzos que hacías cada vez que Leland te ponía la mano en público para no rechazarlo. Hubiera resultado muy divertido veros en la cama...
____ logró contenerse haciendo un enorme esfuerzo de voluntad. Deseaba matar a aquel hombre, pero ni siquiera era capaz de articular palabra. Nunca antes había sentido semejante furia, por lo que no tenía ni idea de cómo manejar aquella situación.
-Sin embargo, creo que lo que más le gustaba a Leland era presumir delante de sus amistades: «Miren, tengo a una rubia el doble de alta que yo y tres veces más joven» -continuó Nicholas en el mismo tono-. No creo que fuera demasiado exigente en la cama, ¿verdad? Ya no era ningún crío.
-Eres... eres el ser más vil y despreciable que he visto en mi vida -siseó ____ apartando la vista de él.
-Y yo creo que puedo serte muy útil. Necesitas a alguien como yo -sin previo aviso, le colocó las manos sobre los hombros, obligándola a mirarlo.
-¡Eso es una estupidez! -exclamó ____ forcejeando para liberarse de él. ¡Quítame las manos de encima!
-¿Por qué estás tan enfadada? Ya te he dicho que me haré cargo del préstamo -dijo Nicholas calmosamente-. Pero si tú no quieres... Sé que los abogados de Coulters se han puesto en contacto contigo.
La sola mención de la deuda fue como un chorro de agua fría para ____.
-No puedo pagar ese dinero -confesó al fin. Estaba tan pálida como una estatua de cera-. Ni siquiera una mínima parte.
-¿Por qué te preocupas tanto? -preguntó Nicholas-. Anda, siéntate, no vaya a ser que te caigas redonda. Te repito que no tengo la menor intención de pasarte factura. Por cierto, ¿puedo preguntarte para qué necesitabas ese dinero?
-Tuve algunos problemas financieros -murmuró evasivamente, protegiendo una vez más a su padre, como siempre había hecho.
Intuía que semejante debilidad por parte de su progenitor no sería bien recibida por un hombre tan fuerte. Exhausta y avergonzada, volvió a dejarse caer en el sillón.
Por primera vez se sentía auténticamente asustada ante Nicholas Petronides. En cierto modo, él la poseía, tal y como Leland la había poseído una vez, pero al contrario que el anciano, Nicholas esperaba algo muy concreto a cambio. No se había dejado engañar por sus palabras, ni por su suave voz: en menos de diez minutos la había convertido en una especie de títere.
-No suelo hablar de dinero con las mujeres -dijo Nicholas con suavidad-, y, desde luego, es algo de lo que no pienso volver a hablar contigo.
____ se estremeció incrédula ante aquella perfecta personificación del millonario caballeroso. Recordaba muy bien cómo solía comportarse en las reuniones de negocios con los ejecutivos que estaban a sus órdenes. Parecía un poderoso rey entre simples peones: aquellos hombres, tan bien preparados y trajeados, sudaban como condenados sólo con que él los mirara, acatando todas sus órdenes sin rechistar y temblando de miedo si él fruncía el ceño. Indudablemente, no soportaba tener a idiotas a su alrededor.
Tenía una mente realmente brillante, pero a la vez una personalidad malévola y manipuladora: le gustaba controlar a la gente. En comparación, Leland Coulter resultaba absolutamente inofensivo, ni siquiera había pretendido simular que era su único amigo en un mundo hostil. En aquel momento, sin embargo, sentía cernirse sobre ella una terrible amenaza.
-Sé muy bien a dónde quieres ir a parar -se oyó decir a sí misma.
Nicholas bajó la mirada hacia ella.
-Entonces, ¿a qué viene toda esta comedia?
____ se quedó un tanto desconcertada. No se esperaba que él, simplemente, reconociera que era lo suficientemente lista como para darse cuenta de sus artimañas. Era como si la estrujara una mano de hierro envuelta en un guante de terciopelo.
-Ven a cenar conmigo esta noche -continuó Nicholas suavemente-. Así podremos hablar tranquilamente. Ahora necesitas un poco de tiempo para pensar.
-Nada de eso -replicó ____ al instante; quiso devolverle la mirada desafiante, pero lo único que consiguió fue una extraña sensación, como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Sacudió la cabeza para aclarar un poco sus ideas-. No pienso ser tu amante -declaró.
-¿Acaso te crees que soy una completa *******? -casi gritó.
Tranquilamente, Nicholas Petronides se levantó, divertido ante semejante arrebato.
-Si tenemos en cuenta las decisiones que has ido tomando en tu vida, no sé por qué te asusta mi franqueza.
____ se quedó con la boca abierta, respiraba frenéticamante, como si se estuviera ahogando. De un plumazo, aquel hombre había conseguido acabar con su autodominio.
-Y no hace falta que te disculpes -continuó Nicholas burlón-. Sé muy bien cómo eres en realidad. Primero te pones pálida y luego rígida. He visto los esfuerzos que hacías cada vez que Leland te ponía la mano en público para no rechazarlo. Hubiera resultado muy divertido veros en la cama...
____ logró contenerse haciendo un enorme esfuerzo de voluntad. Deseaba matar a aquel hombre, pero ni siquiera era capaz de articular palabra. Nunca antes había sentido semejante furia, por lo que no tenía ni idea de cómo manejar aquella situación.
-Sin embargo, creo que lo que más le gustaba a Leland era presumir delante de sus amistades: «Miren, tengo a una rubia el doble de alta que yo y tres veces más joven» -continuó Nicholas en el mismo tono-. No creo que fuera demasiado exigente en la cama, ¿verdad? Ya no era ningún crío.
-Eres... eres el ser más vil y despreciable que he visto en mi vida -siseó ____ apartando la vista de él.
-Y yo creo que puedo serte muy útil. Necesitas a alguien como yo -sin previo aviso, le colocó las manos sobre los hombros, obligándola a mirarlo.
-¡Eso es una estupidez! -exclamó ____ forcejeando para liberarse de él. ¡Quítame las manos de encima!
-¿Por qué estás tan enfadada? Ya te he dicho que me haré cargo del préstamo -dijo Nicholas calmosamente-. Pero si tú no quieres... Sé que los abogados de Coulters se han puesto en contacto contigo.
La sola mención de la deuda fue como un chorro de agua fría para ____.
-No puedo pagar ese dinero -confesó al fin. Estaba tan pálida como una estatua de cera-. Ni siquiera una mínima parte.
-¿Por qué te preocupas tanto? -preguntó Nicholas-. Anda, siéntate, no vaya a ser que te caigas redonda. Te repito que no tengo la menor intención de pasarte factura. Por cierto, ¿puedo preguntarte para qué necesitabas ese dinero?
-Tuve algunos problemas financieros -murmuró evasivamente, protegiendo una vez más a su padre, como siempre había hecho.
Intuía que semejante debilidad por parte de su progenitor no sería bien recibida por un hombre tan fuerte. Exhausta y avergonzada, volvió a dejarse caer en el sillón.
Por primera vez se sentía auténticamente asustada ante Nicholas Petronides. En cierto modo, él la poseía, tal y como Leland la había poseído una vez, pero al contrario que el anciano, Nicholas esperaba algo muy concreto a cambio. No se había dejado engañar por sus palabras, ni por su suave voz: en menos de diez minutos la había convertido en una especie de títere.
-No suelo hablar de dinero con las mujeres -dijo Nicholas con suavidad-, y, desde luego, es algo de lo que no pienso volver a hablar contigo.
____ se estremeció incrédula ante aquella perfecta personificación del millonario caballeroso. Recordaba muy bien cómo solía comportarse en las reuniones de negocios con los ejecutivos que estaban a sus órdenes. Parecía un poderoso rey entre simples peones: aquellos hombres, tan bien preparados y trajeados, sudaban como condenados sólo con que él los mirara, acatando todas sus órdenes sin rechistar y temblando de miedo si él fruncía el ceño. Indudablemente, no soportaba tener a idiotas a su alrededor.
Tenía una mente realmente brillante, pero a la vez una personalidad malévola y manipuladora: le gustaba controlar a la gente. En comparación, Leland Coulter resultaba absolutamente inofensivo, ni siquiera había pretendido simular que era su único amigo en un mundo hostil. En aquel momento, sin embargo, sentía cernirse sobre ella una terrible amenaza.
-Sé muy bien a dónde quieres ir a parar -se oyó decir a sí misma.
Nicholas bajó la mirada hacia ella.
-Entonces, ¿a qué viene toda esta comedia?
____ se quedó un tanto desconcertada. No se esperaba que él, simplemente, reconociera que era lo suficientemente lista como para darse cuenta de sus artimañas. Era como si la estrujara una mano de hierro envuelta en un guante de terciopelo.
-Ven a cenar conmigo esta noche -continuó Nicholas suavemente-. Así podremos hablar tranquilamente. Ahora necesitas un poco de tiempo para pensar.
-Nada de eso -replicó ____ al instante; quiso devolverle la mirada desafiante, pero lo único que consiguió fue una extraña sensación, como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Sacudió la cabeza para aclarar un poco sus ideas-. No pienso ser tu amante -declaró.
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
-Todavía no te lo he pedido.
____ rió cínicamente mientras por fin conseguía ponerse en pie.
-No hace falta que lo hagas: ni por un momento he imaginado que ibas a ofrecerme algo más respetable. De todas formas, no tengo la menor intención de seguir hablando de este tema -afirmó, pero al mismo tiempo procuró desviar la mirada-, así que muy pronto se verá si tienes buen o mal perder...
-No he perdido -la interrumpió Nicholas en voz baja-. Puedo ser muy insistente. Si te resistes, lamentaré el tiempo que pierda en conseguirte, pero eso te hará también más deseable.
____ se estremeció sin saber muy bien por qué. Una especie de casi imperceptibles señales de alarma le recorrieron la espina dorsal. Sin poderlo evitar, volvió la cabeza para quedar bajo el hechizo de su malévola mirada.
-Y también me enfadaré mucho contigo -continuó Nicholas entre dientes, acercándose aún más a ella. Tú no tuviste ninguna compasión de Leland, así que, ¿por qué tendría yo que tenerla de ti? Además, pienso tratarte mucho mejor que él: sé lo que les gusta a las mujeres. Y puedo darte lo que necesitas para sentirte segura, feliz, y satisfecha...
____ estaba pasmada, se sentía como un niño a punto de cometer una terrible travesura. Notó que se le aceleraba el pulso, sintió la sangre que le recorría las venas, una corriente tal de excitación y poder que casi la dejó paralizada.
-¿N... Nicholas? -susurró, más confundida que nunca.
-Me gusta cómo dices mi nombre -murmuró.
Ella lo repitió de nuevo, como si fuera una súplica. Nicholas la miró satisfecho, sus ojos convertidos en oro líquido. ____ se echó a temblar, nunca en toda su vida había sido tan consciente de su propio cuerpo. Notó cómo se erguían sus pechos debajo de la camiseta de algodón, casi le dolían los pezones al contacto con la tela.
Justo entonces oyeron un golpe terrible en una de las contraventanas. Asustada, ____ dio un salto hacia atrás.
-Tranquila... ha sido sólo un balonazo -dijo Nicholas haciendo un gesto hacia la calle-. Mira, son esos dos niños que estaban jugando.
Pero ____ no le escuchaba. De repente se dio cuenta de que Nicholas Petronides la apretaba contra él con ambos brazos y que había estado muy cerca de besarla. Y lo que era aún peor: no podía negarse a sí misma que había deseado ese beso con toda su alma.
Se alejó de su lado precipitadamente, llevándose las manos a sus ruborizadas mejillas.
-¡Vete de aquí y no vuelvas nunca más! -gritó.
Nicholas maldijo por lo bajo en griego.
-¿Se puede saber qué es lo que te pasa? -preguntó acusadoramente.
La poca dignidad que a aquellas alturas le quedaba a ____ se desvaneció como por ensalmo. Maldita sea: ella le había alentado y él lo sabía. Aquel hombre debía sentirse tan frustrado y anhelante como ella misma. Se sentía presa de sentimientos contradictorios, a punto de perder el control de sí misma.
-No tengo por qué darte explicaciones -dijo, y se precipitó hacia la puerta principal-. Quiero que te vayas y que no vuelvas nunca más. Si lo haces, te echaré al perro.
Sorprendentemente, Nicholas se echó a reír en aquel tono profundo y oscuro que le era tan peculiar, mirándola como el lobo que acecha a su presa.
-Me parece que ese perro me matará a lametazos... ¿y tú? -preguntó enarcando irónicamente las cejas.
-¡Márchate! -grito ____ casi desesperada, ruborizándose hasta la raíz del pelo.
-¿Y tú? -repitió Nicholas enfatizando cada sílaba-. Creo que por alguna extraña razón, lo que acaba de suceder, aunque a mí me parece que no ha sido nada, a ti te ha puesto excesivamente nerviosa... casi pareces aterrorizada.
____ sintió náuseas: nunca antes la habían calado tan bien. Se sentía observada tan de cerca como un insecto bajo el microscopio.
-¿Por qué permites que lo que no es más que deseo legítimo te avergüence? -continuó Nicholas suavemente-. ¿Por qué no te permites sentir placer?
-¿Placer?
-A mí me parece -respondió mirándola intensamente, a punto ya de marcharse-, que cuando la ambición y el deseo se unen, el resultado no puede ser más placentero.
____ rió cínicamente mientras por fin conseguía ponerse en pie.
-No hace falta que lo hagas: ni por un momento he imaginado que ibas a ofrecerme algo más respetable. De todas formas, no tengo la menor intención de seguir hablando de este tema -afirmó, pero al mismo tiempo procuró desviar la mirada-, así que muy pronto se verá si tienes buen o mal perder...
-No he perdido -la interrumpió Nicholas en voz baja-. Puedo ser muy insistente. Si te resistes, lamentaré el tiempo que pierda en conseguirte, pero eso te hará también más deseable.
____ se estremeció sin saber muy bien por qué. Una especie de casi imperceptibles señales de alarma le recorrieron la espina dorsal. Sin poderlo evitar, volvió la cabeza para quedar bajo el hechizo de su malévola mirada.
-Y también me enfadaré mucho contigo -continuó Nicholas entre dientes, acercándose aún más a ella. Tú no tuviste ninguna compasión de Leland, así que, ¿por qué tendría yo que tenerla de ti? Además, pienso tratarte mucho mejor que él: sé lo que les gusta a las mujeres. Y puedo darte lo que necesitas para sentirte segura, feliz, y satisfecha...
____ estaba pasmada, se sentía como un niño a punto de cometer una terrible travesura. Notó que se le aceleraba el pulso, sintió la sangre que le recorría las venas, una corriente tal de excitación y poder que casi la dejó paralizada.
-¿N... Nicholas? -susurró, más confundida que nunca.
-Me gusta cómo dices mi nombre -murmuró.
Ella lo repitió de nuevo, como si fuera una súplica. Nicholas la miró satisfecho, sus ojos convertidos en oro líquido. ____ se echó a temblar, nunca en toda su vida había sido tan consciente de su propio cuerpo. Notó cómo se erguían sus pechos debajo de la camiseta de algodón, casi le dolían los pezones al contacto con la tela.
Justo entonces oyeron un golpe terrible en una de las contraventanas. Asustada, ____ dio un salto hacia atrás.
-Tranquila... ha sido sólo un balonazo -dijo Nicholas haciendo un gesto hacia la calle-. Mira, son esos dos niños que estaban jugando.
Pero ____ no le escuchaba. De repente se dio cuenta de que Nicholas Petronides la apretaba contra él con ambos brazos y que había estado muy cerca de besarla. Y lo que era aún peor: no podía negarse a sí misma que había deseado ese beso con toda su alma.
Se alejó de su lado precipitadamente, llevándose las manos a sus ruborizadas mejillas.
-¡Vete de aquí y no vuelvas nunca más! -gritó.
Nicholas maldijo por lo bajo en griego.
-¿Se puede saber qué es lo que te pasa? -preguntó acusadoramente.
La poca dignidad que a aquellas alturas le quedaba a ____ se desvaneció como por ensalmo. Maldita sea: ella le había alentado y él lo sabía. Aquel hombre debía sentirse tan frustrado y anhelante como ella misma. Se sentía presa de sentimientos contradictorios, a punto de perder el control de sí misma.
-No tengo por qué darte explicaciones -dijo, y se precipitó hacia la puerta principal-. Quiero que te vayas y que no vuelvas nunca más. Si lo haces, te echaré al perro.
Sorprendentemente, Nicholas se echó a reír en aquel tono profundo y oscuro que le era tan peculiar, mirándola como el lobo que acecha a su presa.
-Me parece que ese perro me matará a lametazos... ¿y tú? -preguntó enarcando irónicamente las cejas.
-¡Márchate! -grito ____ casi desesperada, ruborizándose hasta la raíz del pelo.
-¿Y tú? -repitió Nicholas enfatizando cada sílaba-. Creo que por alguna extraña razón, lo que acaba de suceder, aunque a mí me parece que no ha sido nada, a ti te ha puesto excesivamente nerviosa... casi pareces aterrorizada.
____ sintió náuseas: nunca antes la habían calado tan bien. Se sentía observada tan de cerca como un insecto bajo el microscopio.
-¿Por qué permites que lo que no es más que deseo legítimo te avergüence? -continuó Nicholas suavemente-. ¿Por qué no te permites sentir placer?
-¿Placer?
-A mí me parece -respondió mirándola intensamente, a punto ya de marcharse-, que cuando la ambición y el deseo se unen, el resultado no puede ser más placentero.
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
-Todavía no te lo he pedido.
____ rió cínicamente mientras por fin conseguía ponerse en pie.
-No hace falta que lo hagas: ni por un momento he imaginado que ibas a ofrecerme algo más respetable. De todas formas, no tengo la menor intención de seguir hablando de este tema -afirmó, pero al mismo tiempo procuró desviar la mirada-, así que muy pronto se verá si tienes buen o mal perder...
-No he perdido -la interrumpió Nicholas en voz baja-. Puedo ser muy insistente. Si te resistes, lamentaré el tiempo que pierda en conseguirte, pero eso te hará también más deseable.
____ se estremeció sin saber muy bien por qué. Una especie de casi imperceptibles señales de alarma le recorrieron la espina dorsal. Sin poderlo evitar, volvió la cabeza para quedar bajo el hechizo de su malévola mirada.
-Y también me enfadaré mucho contigo -continuó Nicholas entre dientes, acercándose aún más a ella. Tú no tuviste ninguna compasión de Leland, así que, ¿por qué tendría yo que tenerla de ti? Además, pienso tratarte mucho mejor que él: sé lo que les gusta a las mujeres. Y puedo darte lo que necesitas para sentirte segura, feliz, y satisfecha...
____ estaba pasmada, se sentía como un niño a punto de cometer una terrible travesura. Notó que se le aceleraba el pulso, sintió la sangre que le recorría las venas, una corriente tal de excitación y poder que casi la dejó paralizada.
-¿N... Nicholas? -susurró, más confundida que nunca.
-Me gusta cómo dices mi nombre -murmuró.
Ella lo repitió de nuevo, como si fuera una súplica. Nicholas la miró satisfecho, sus ojos convertidos en oro líquido. ____ se echó a temblar, nunca en toda su vida había sido tan consciente de su propio cuerpo. Notó cómo se erguían sus pechos debajo de la camiseta de algodón, casi le dolían los pezones al contacto con la tela.
Justo entonces oyeron un golpe terrible en una de las contraventanas. Asustada, ____ dio un salto hacia atrás.
-Tranquila... ha sido sólo un balonazo -dijo Nicholas haciendo un gesto hacia la calle-. Mira, son esos dos niños que estaban jugando.
Pero ____ no le escuchaba. De repente se dio cuenta de que Nicholas Petronides la apretaba contra él con ambos brazos y que había estado muy cerca de besarla. Y lo que era aún peor: no podía negarse a sí misma que había deseado ese beso con toda su alma.
Se alejó de su lado precipitadamente, llevándose las manos a sus ruborizadas mejillas.
-¡Vete de aquí y no vuelvas nunca más! -gritó.
Nicholas maldijo por lo bajo en griego.
-¿Se puede saber qué es lo que te pasa? -preguntó acusadoramente.
La poca dignidad que a aquellas alturas le quedaba a ____ se desvaneció como por ensalmo. Maldita sea: ella le había alentado y él lo sabía. Aquel hombre debía sentirse tan frustrado y anhelante como ella misma. Se sentía presa de sentimientos contradictorios, a punto de perder el control de sí misma.
-No tengo por qué darte explicaciones -dijo, y se precipitó hacia la puerta principal-. Quiero que te vayas y que no vuelvas nunca más. Si lo haces, te echaré al perro.
Sorprendentemente, Nicholas se echó a reír en aquel tono profundo y oscuro que le era tan peculiar, mirándola como el lobo que acecha a su presa.
-Me parece que ese perro me matará a lametazos... ¿y tú? -preguntó enarcando irónicamente las cejas.
-¡Márchate! -grito ____ casi desesperada, ruborizándose hasta la raíz del pelo.
-¿Y tú? -repitió Nicholas enfatizando cada sílaba-. Creo que por alguna extraña razón, lo que acaba de suceder, aunque a mí me parece que no ha sido nada, a ti te ha puesto excesivamente nerviosa... casi pareces aterrorizada.
____ sintió náuseas: nunca antes la habían calado tan bien. Se sentía observada tan de cerca como un insecto bajo el microscopio.
-¿Por qué permites que lo que no es más que deseo legítimo te avergüence? -continuó Nicholas suavemente-. ¿Por qué no te permites sentir placer?
-¿Placer?
-A mí me parece -respondió mirándola intensamente, a punto ya de marcharse-, que cuando la ambición y el deseo se unen, el resultado no puede ser más placentero.
____ rió cínicamente mientras por fin conseguía ponerse en pie.
-No hace falta que lo hagas: ni por un momento he imaginado que ibas a ofrecerme algo más respetable. De todas formas, no tengo la menor intención de seguir hablando de este tema -afirmó, pero al mismo tiempo procuró desviar la mirada-, así que muy pronto se verá si tienes buen o mal perder...
-No he perdido -la interrumpió Nicholas en voz baja-. Puedo ser muy insistente. Si te resistes, lamentaré el tiempo que pierda en conseguirte, pero eso te hará también más deseable.
____ se estremeció sin saber muy bien por qué. Una especie de casi imperceptibles señales de alarma le recorrieron la espina dorsal. Sin poderlo evitar, volvió la cabeza para quedar bajo el hechizo de su malévola mirada.
-Y también me enfadaré mucho contigo -continuó Nicholas entre dientes, acercándose aún más a ella. Tú no tuviste ninguna compasión de Leland, así que, ¿por qué tendría yo que tenerla de ti? Además, pienso tratarte mucho mejor que él: sé lo que les gusta a las mujeres. Y puedo darte lo que necesitas para sentirte segura, feliz, y satisfecha...
____ estaba pasmada, se sentía como un niño a punto de cometer una terrible travesura. Notó que se le aceleraba el pulso, sintió la sangre que le recorría las venas, una corriente tal de excitación y poder que casi la dejó paralizada.
-¿N... Nicholas? -susurró, más confundida que nunca.
-Me gusta cómo dices mi nombre -murmuró.
Ella lo repitió de nuevo, como si fuera una súplica. Nicholas la miró satisfecho, sus ojos convertidos en oro líquido. ____ se echó a temblar, nunca en toda su vida había sido tan consciente de su propio cuerpo. Notó cómo se erguían sus pechos debajo de la camiseta de algodón, casi le dolían los pezones al contacto con la tela.
Justo entonces oyeron un golpe terrible en una de las contraventanas. Asustada, ____ dio un salto hacia atrás.
-Tranquila... ha sido sólo un balonazo -dijo Nicholas haciendo un gesto hacia la calle-. Mira, son esos dos niños que estaban jugando.
Pero ____ no le escuchaba. De repente se dio cuenta de que Nicholas Petronides la apretaba contra él con ambos brazos y que había estado muy cerca de besarla. Y lo que era aún peor: no podía negarse a sí misma que había deseado ese beso con toda su alma.
Se alejó de su lado precipitadamente, llevándose las manos a sus ruborizadas mejillas.
-¡Vete de aquí y no vuelvas nunca más! -gritó.
Nicholas maldijo por lo bajo en griego.
-¿Se puede saber qué es lo que te pasa? -preguntó acusadoramente.
La poca dignidad que a aquellas alturas le quedaba a ____ se desvaneció como por ensalmo. Maldita sea: ella le había alentado y él lo sabía. Aquel hombre debía sentirse tan frustrado y anhelante como ella misma. Se sentía presa de sentimientos contradictorios, a punto de perder el control de sí misma.
-No tengo por qué darte explicaciones -dijo, y se precipitó hacia la puerta principal-. Quiero que te vayas y que no vuelvas nunca más. Si lo haces, te echaré al perro.
Sorprendentemente, Nicholas se echó a reír en aquel tono profundo y oscuro que le era tan peculiar, mirándola como el lobo que acecha a su presa.
-Me parece que ese perro me matará a lametazos... ¿y tú? -preguntó enarcando irónicamente las cejas.
-¡Márchate! -grito ____ casi desesperada, ruborizándose hasta la raíz del pelo.
-¿Y tú? -repitió Nicholas enfatizando cada sílaba-. Creo que por alguna extraña razón, lo que acaba de suceder, aunque a mí me parece que no ha sido nada, a ti te ha puesto excesivamente nerviosa... casi pareces aterrorizada.
____ sintió náuseas: nunca antes la habían calado tan bien. Se sentía observada tan de cerca como un insecto bajo el microscopio.
-¿Por qué permites que lo que no es más que deseo legítimo te avergüence? -continuó Nicholas suavemente-. ¿Por qué no te permites sentir placer?
-¿Placer?
-A mí me parece -respondió mirándola intensamente, a punto ya de marcharse-, que cuando la ambición y el deseo se unen, el resultado no puede ser más placentero.
#Alejandra
Re: "Una busqueda Desesperada" (Nick & tu)TERMINADA
Tras dejar caer aquella última ofensa, salió de la casa y se encaminó tranquilamente hacia la limusina. Los dos niños que habían estado jugando al fútbol trataban sin éxito de entablar conversación con el impasible chófer. Nicholas se detuvo a charlar con ellos con una naturalidad que a ____ le pareció desconcertante. Turbada por su propia fascinación, cerró dando un portazo.
Iba a regresar, de eso estaba tan segura como de que al día siguiente volvería a salir el sol. Nerviosa, se puso a dar vueltas por la casa hasta que llegó a la cocina, donde, para su sorpresa, Selena la estaba esperando con expresión preocupada.
-Bounce empezó a gruñir en el estudio. Supongo que debió oírte gritar. Volví a la casa, pero al darme cuenta de que estabais peleando, me quedé fuera -confesó-. Por desgracia, oí más de lo que hubiera querido. Eres un perro muy malo, Bounce: fuiste muy tonto por no morder a ese Nicholas Petronides.
-¿Sabías que él era... ?
-Al principio no, pero luego... me has hablado tantas veces del tan Nicholas.
-¿Sí? -____ respiraba agitadamente. Sel sonrió.
-Te pasabas horas criticándole y quejándote por su comportamiento, por lo que enseguida me di cuenta de que, en cierto modo, te sentías muy atraída por él.
____ soltó una áspera carcajada.
-Habría sido mejor que me lo hubieras dicho, así, por lo menos, habría estado preparada. Mis hormonas han enloquecido en el momento menos oportuno, ¡me siento tan tonta! -se lamentó con los ojos llenos de lágrimas-. Me está entrando un dolor de cabeza terrible...
-No es para menos -murmuró Selena compasivamente-. Nunca te había oído gritar de ese modo.
-Es que nunca he odiado a nadie en mi vida como odio a ese maldito Nicholas Petronides. Me gustaría matarlo, Lena, te lo juro. Y encima, ahora estoy en deuda con él en vez de con Leland...
-Me ha parecido entender que no quiere que le devuelvas el dinero...
-Pienso devolverle hasta el último céntimo, aunque eso sea lo último que haga -replicó ____ con los ojos llameantes.
-Seguramente ha herido tu orgullo, ____, pero a mí me ha parecido sincero. Por lo menos deberías reconocer que ha sido muy generoso por su parte -Sel parecía considerar muy seriamente todo lo ocurrido-. Ese hombre debe estar muy interesado por ti como para haber hecho semejante cosa.
-¡Lena...! -la interrumpió ____ dolida.
-¿No has pensado que puede ser él el tipo con el que te cases? -continuó su amiga burlonamente.
-¡Por Dios Santo, Lena! ¿Es que te has vuelto loca? ¿Cómo se te ha ocurrido semejante cosa?
-El testamento de tu madrina...
-¡Olvídate, Lena! A mí me parece que lo último en lo que pensaría ese hombre es en el matrimonio -se detuvo un instante para pensar la mejor forma de explicárselo a su ingenua amiga sin herir demasiado su sensibilidad-. No tiene el menor interés, digamos romántico, en mí. No es de ese tipo de hombres: es duro, y frío como el hielo...
-A mí no me lo ha parecido en absoluto. Su voz sonaba muy amable. Te sorprendería saber la cantidad de cosas que puedo advertir sólo por el tono de voz.
Iba a regresar, de eso estaba tan segura como de que al día siguiente volvería a salir el sol. Nerviosa, se puso a dar vueltas por la casa hasta que llegó a la cocina, donde, para su sorpresa, Selena la estaba esperando con expresión preocupada.
-Bounce empezó a gruñir en el estudio. Supongo que debió oírte gritar. Volví a la casa, pero al darme cuenta de que estabais peleando, me quedé fuera -confesó-. Por desgracia, oí más de lo que hubiera querido. Eres un perro muy malo, Bounce: fuiste muy tonto por no morder a ese Nicholas Petronides.
-¿Sabías que él era... ?
-Al principio no, pero luego... me has hablado tantas veces del tan Nicholas.
-¿Sí? -____ respiraba agitadamente. Sel sonrió.
-Te pasabas horas criticándole y quejándote por su comportamiento, por lo que enseguida me di cuenta de que, en cierto modo, te sentías muy atraída por él.
____ soltó una áspera carcajada.
-Habría sido mejor que me lo hubieras dicho, así, por lo menos, habría estado preparada. Mis hormonas han enloquecido en el momento menos oportuno, ¡me siento tan tonta! -se lamentó con los ojos llenos de lágrimas-. Me está entrando un dolor de cabeza terrible...
-No es para menos -murmuró Selena compasivamente-. Nunca te había oído gritar de ese modo.
-Es que nunca he odiado a nadie en mi vida como odio a ese maldito Nicholas Petronides. Me gustaría matarlo, Lena, te lo juro. Y encima, ahora estoy en deuda con él en vez de con Leland...
-Me ha parecido entender que no quiere que le devuelvas el dinero...
-Pienso devolverle hasta el último céntimo, aunque eso sea lo último que haga -replicó ____ con los ojos llameantes.
-Seguramente ha herido tu orgullo, ____, pero a mí me ha parecido sincero. Por lo menos deberías reconocer que ha sido muy generoso por su parte -Sel parecía considerar muy seriamente todo lo ocurrido-. Ese hombre debe estar muy interesado por ti como para haber hecho semejante cosa.
-¡Lena...! -la interrumpió ____ dolida.
-¿No has pensado que puede ser él el tipo con el que te cases? -continuó su amiga burlonamente.
-¡Por Dios Santo, Lena! ¿Es que te has vuelto loca? ¿Cómo se te ha ocurrido semejante cosa?
-El testamento de tu madrina...
-¡Olvídate, Lena! A mí me parece que lo último en lo que pensaría ese hombre es en el matrimonio -se detuvo un instante para pensar la mejor forma de explicárselo a su ingenua amiga sin herir demasiado su sensibilidad-. No tiene el menor interés, digamos romántico, en mí. No es de ese tipo de hombres: es duro, y frío como el hielo...
-A mí no me lo ha parecido en absoluto. Su voz sonaba muy amable. Te sorprendería saber la cantidad de cosas que puedo advertir sólo por el tono de voz.
Última edición por #AllThisTime_[Ale] el Dom 23 Oct 2011, 11:21 pm, editado 1 vez
#Alejandra
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