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"La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
12
El 4 de Julio amaneció luminoso, no soplaba la menor brisa; prometía ser un mes caluroso y seco, después de las lluvias torrenciales de primavera. Pero el tiempo no les preocupaba lo más mínimo a ______ y a Joe aquel día. Parecía que no iba a llover durante los fuegos artificiales y el baile de aquella noche, y con eso tenían bastante.
Jonas sonreía al ver a su mujer tan excitada..., prácticamente flotaba. Iban a ir a caballo a la ciudad con los Crowley, comerían en casa de Jenny, luego verían el desfile y oirían los discursos con los Crowley y los Harper. El día se remataría con una cena multitudinaria en el parque, seguido de baile y fuegos artificiales. Como todos los años los Crowley volverían a casa, pero Joe y _____ pasarían la noche en el hogar de Jenny y se quedarían a la comilona del domingo con la familia y los amigos.
Aunque Joe se sentía excitado por las festividades deI día, en secreto temía la noche y la comida del domingo. La relación entre él y Harper seguía igual y no le apetecía enfrentarse con todas aquellas caras inquisitivas y hostiles la tarde del domingo.
______ no compartía en absoluto los temores de su marido; estaba deseando ver a Jenny y a los chiquillos, contemplar los fuegos y bailar otra vez con su marido. Su rostro resplandecía, y bromeaba alegremente con la señora Crowley de carro a carro. Muy a menudo apretaba el brazo de Joe y le sonreía radiante; eso hacía que la perspectiva de la comida del domingo se le hiciera más soportable.
El día no resultó en absoluto mal. Las mujeres mantuvieron separados a Stu y a Joe para que no lo estropearan. Los hombres no se dieron cuenta de tal maniobra y atribuyeron aquella insesperada compatibilidad al dominio que creían tener sobre sí mismos. Joe encontró muy flojos los discursos, sobre todo el que pronunció Grady Snowde, pero se quedó extasiado ante la brillantez del desfile; luego disfrutó muchísimo con la cena y el baile.
Por primera vez en su vida, no se sentía señalado, rechazado en medio de la multitud. Rodeado como estaba por la familia Harper y la familia Crowley, la gente apenas le dedicaba una segunda mirada. Aunque los rostros que volvían a mirarlo mostraban curiosidad y hostilidad, por menos ya no evidenciaban aversión ni recelo. Ya nadie se apartaba de él como si los pudiese contaminar. Y ya no sentía la necesidad de hacer algo salvaje y violento pa mantenerlos a raya. La mujer a la que amaba iba a su lado, podía rodearla con su brazo para que la ternura y la fuerza de ella le infundieran valor. Bailaron casi todas las pieza hasta que estuvieron exhaustos. La gente los miraba con curiosidad: ______ McGowan parecía muy enamorada de Digger Jonas, y él parecía domesticado. Era desalentador para ellos que no se cumplieran sus calamitosas predicciones.
Cuando acabó el baile, comenzaron los fuegos artificiales, y, al mirarlos, Joe creía estallar también en aquell vistosas y elevadas estelas de color, hasta tal punto se sentía colmado de amor y excitación. Deseaba desesperadamente hacer el amor con _____, para celebrar aquella sensación inmensa e intensa que le ardía en el corazón, y le irritó el lento paseo de retorno a casa de los Harper. La joven entretuvo un buen rato en la puerta de la habitación hablando con su hermana, mientras iban en aumento la pasión y el impaciente deseo de él.
Cuando por fin entró en el dormitorio, la atrajo hacia y la besó apasionadamente, tratando torpemente de desabrocharle los botones del vestido. _______ se asustó ante aquella pasión repentina y furiosa e instintivamente se llevó las manos al pecho para mantenerlo a distancia.
-¡Joe! -protestó riendo suavemente.
-____, _____ -murmuraba él, respirando ansiosamente sobre su cuello e introduciéndole las manos dentro del vestido para acariciarle los pechos.
Le quitó la ropa sin dejar de besarla y acariciarla, hasta que un débil gemido de placer se escapó de la garganta de ella. La empujó y ambos cayeron sobre la cama; el ruido que produjeron los muelles del lecho despejó a _____ de aquel trance de placer que Joe le estaba procurando. Cayó de pronto en la cuenta de que el dormitorio de Jenny y de Stu era el contiguo; sólo la pared separaba las camas. Ellos seguramente habían oído el ruido; y oirían los jadeos de su pasión si Joe continuaba acariciándola. Enrojeció de vergüenza; no podía soportar la idea de que su hermana y su cuñado se enteraran de la desenfrenada pasión que la arrastraba. ¿Cómo iba a poder mirarlos a la cara al día siguiente, durante el desayuno, sin enrojecer?
Empujó en vano a su marido por los hombros. Estaba abandonado a su propia pasión, mientras le acariciaba los pechos con la boca y la acababa de desnudar.
-No, Joe, por favor. No. Espera -susurró ansiosamente, pero él apenas la oía.
Le dio un empujón y le dijo con voz casi malhumorada:
-No, Joe, no. Por favor... ¿Y si Stu y Jenny nos oyen?
El comentario le golpeó el cerebro y se separó bruscamente de ella. ¡Maldición! No importaba lo que hubiera conseguido -la granja, la libertad, el placer que era capaz de proporcionarle a _____-, siempre estaría aquello para echarlo todo por tierra. Ella amaba a Stu Harper. Joe podía conducirla a las cimas de la pasión, pero ella seguía amando a Stu, siempre lo amaría. Incluso ahora, cuando habían empezado a hacer el amor, se había acordado de su cuñado. Temía que pudiera oírlos, se avergonzaba de que pudiera descubrir la pasión que sentía por su marido. Sin duda, es Joe quien la acariciaba y la excitaba.
-¡Maldita seas! -silbó con voz endurecida por el dolor al separarse de ella.
_____ lo miró atónita.
-Vaya, Stu podría oírnos, ¿no es eso? -la remedó cruelmente-. Y a nosotros no nos gustaría. ¡Cielos, no! ¡Qué horror debe suponer para él el pensar que dejas que Digger Jonas ponga sus sucios dedos sobre ti! Bueno, adelante, disfruta de tu fidelidad al marido de tu hermana. Duerme sola como una virgen bajo su techo. ¡Yo me largo!
Se dio media vuelta y salió de la habitación. _____ se levantó y dijo perpleja:
-¿Joe?
Cuando corrió tras él era ya tarde: Jonas se había precipitado escaleras abajo y había salido por la puerta principal.
-Joe. ¡Oh, no!
______ vio cómo salía de la casa agarrada a la barandilla para sostenerse en pie.
Después de unos instantes, se estremeció y volvió al cuarto. Pasó toda la noche despierta, pensando y agonizando por la marcha de Joe. No podía comprender por qué la había abandonado tan de repente, tan enfadado. ¿Por qué la había censurado con tanta rudeza? ¿Adónde había. ido? ¿Cuándo, cuándo iba a regresar?
A1 salir el sol, _____ tenía los ojos enrojecidos por la falta de sueño, y Joe seguía sin aparecer. No podía imaginarse cómo iba a encararse con Jenny y Stu y qué iba a decirles. Nunca entenderían la conducta de su esposo; si ella tampoco podía, ¿cómo iba a pretender que ellos la hicieran? La desaprobarían, precisamente ahora que a Jenny había empezado a gustarle Joe. Todo estaba perdido. Por primera vez se sintió realmente enfadada con él. ¿Por qué tenía que comportarse así en casa de su hermana? Con todos aquellos invitados a comer... ¡En buen berenjenal estaba metida! ¿Qué iba a decirles a los parientes y amigos? Ya para empezar les desagradaba su marido, y ahora encima su ausencia en la comida lo haría caer en desgracia para siempre.
Por fin reunió todo su valor, se vistió y salió resueltamente a dar alguna excusa a Jenny y Stu. Se le había ocurrido contarles que Joe había olvidado algo en granja y había tenido que regresar corriendo a casa. No tenía esperanza alguna que la creyesen y en sus rostros leyó que no lo habían hecho. Soportó durante toda la mañana su callada desaprobación; lo sentía por Joe, hubiera preferido ser ella el objeto de tal reprobación. Aunque estaba enfadada con su marido, quería protegerlo de la cólera de los otros, y los dos sentimientos entremezclados la agotaban. Cuando llegaron los invitados, aún fue peor. Además de la desaprobación hacia su marido, se diría que se sentían satisfechos del desconcierto de ella, de que de alguna manera se cumplieran las predicciones. Eso la enseñaría a no desoír sus consejos.
Sólo por orgullo permaneció en casa de su hermana hasta que casi todos los invitados se hubieron marchado. Después de todo, debía dejar que creyeran que ardía en deseos de irse. Pero cuando Stu le hubo preparado los caballos, subió al carro, azuzó a los animales y los obligó a ir a paso rápido. Tenía ganas de refugiarse en su casa. Stu se ofreció a acompañarla, juzgando impensable que se aventurara tantas millas sola. Sin embargo, ella sabía que no podría soportar su compañía; hablaría una y otra vez de Joe, y tendría que salir en su defensa, cuando en realidad sólo tenía ganas de llorar. Por eso se negó a que la acompanara y condujo el carro hacia el hogar lo más deprisa que pudo.
Cuando llegó a la granja, vio que Joe había estado allí; en el fregadero había un plato con los restos de la comida fría propia de un soltero. Así pues, había regresado a casa; por lo menos, no se había marchado definitivamente. Seguro que estaba en el campo trabajando como siempre. Y seguro que permanecería escondido por ahí hasta que ella se hubiera acostado para evitar una escena.
Bueno, pues no iba a salirse con la suya; ella tenía sus planes. Mientras la tarde fue cayendo, se dedicó a remendar y a alimentar el fuego de su enfado. Finalmente subió a su cuarto y apagó la luz; luego se sentó en la oscuridad esperando que su marido regresara. No tardó demasiado en oírle subir las escaleras, tal como había imaginado, con sumo cuidado y sigilo para no despertarla.
-No estoy dormida -dijo,y él dio un brinco.
-¡______! ¿Qué estás haciendo?
-Esperar para hablar contigo
- ¿De qué?
Desvió la mirada. Se sentía un estúpido por haberle reñido la noche pasada. Sabía que amaba a Stu; ella nunca había fingido lo contrario, aunque se acostaba con él. Se daba cuenta de que era una estupidez enfadarse porque ella amara a otro y no quisiera que oyera el ruido que producía al hacer el amor con él.
-iDe qué! -repitió ella asombrada-. De que me dejaras plantada anoche. ¿Qué demonios te pasó? No puedo comprenderlo.
Joe cruzó los brazos; por fin llegaba la regañina que siempre había esperado de _____ y nunca había llegado a producirse.
-Ni adrede hubieras podido hacer algo más apropiado para que toda aquella gente te censurara. Todos venían con la idea fija de que eras un vago y un irresponsable, y, en lugar de quedarte allí para demostrar la clase de persona que realmente eres, sales corriendo, para que confirmen así que eres tal como imaginaban.
El la miraba sorprendido; había esperado que lo riñera por insultar con su conducta a los invitados, a su familia, a ella misma, pero nunca hubiera esperado que se enfadara por no haberse dado la oportunidad de demostrar cómo era.
-De todos modos, me odian. No hay remedio.
-Pero si te conocieran, cambiarían de opinión. Les gustarías, como les gustas a los Crowley, si les dieras la oportunidad de conocerte.
-No creo.
-¿Y tú qué sabes? ¡Por lo menos, podrías intentarlo! Lo único que sabes hacer es salir huyendo.
-iYo no soy un cobarde! No acostumbro jamás a salir huyendo.
-Oh, desde luego, no huyes de una pelea a puñetazos o de un castigo físico. Pero siempre que te encuentras en una situación a la que temes, sales huyendo. Cuando crees que estoy furiosa o cuando has hecho algo de lo que te avergüenzas, te vas de casa tan pronto como puedes y te escondes en el campo durante todo el día.
- ¡No es verdad!
-¡Sí lo es! La forma en que te metes en peleas y aparentas ser duro e irresponsable, el modo en que actúas mal, todo eso no es más que huir. Tienes miedo de la gente, de lo que pueden hacerte y de lo que van a decir de ti. Por eso prefieres mantenerlos a distancia. Huyes de ellos. Huyes para no permitirles que vean cómo eres en realidad.
-¡Cierra el pico! -gritó Joe, dando un puñetazo contra la pared.
______ se amilanó interiormente ante aquel estallido de violencia, pero se mantuvo aparentemente firme.
-Anoche te marchaste para no tener que encararte hoy con toda esa gente. Saliste huyendo de ellos.
Él permanecía inmóvil, tenso como la cuerda de un arco, y la joven temió haber ido demasiado lejos, temió que pudiera romperse ante la presión a la que lo sometía. Con delicadeza, fue hacia él y le tocó el brazo. Jonas retrocedió.
-Por favor, Joe -dijo con voz entrecortada por las lágrimas-. Por lo menos, no huyas de mí. Tengo miedo de quedarme sola, sin ti. Te necesito.
De pronto, él se liberó de la tensión y la cogió entre sus brazos, tan estrechamente que le faltaba la respiración.
-Lo siento, ______- -susurró besándole el cabello-. Lo siento. Juro que no volveré a dejarte sola.
El 4 de Julio amaneció luminoso, no soplaba la menor brisa; prometía ser un mes caluroso y seco, después de las lluvias torrenciales de primavera. Pero el tiempo no les preocupaba lo más mínimo a ______ y a Joe aquel día. Parecía que no iba a llover durante los fuegos artificiales y el baile de aquella noche, y con eso tenían bastante.
Jonas sonreía al ver a su mujer tan excitada..., prácticamente flotaba. Iban a ir a caballo a la ciudad con los Crowley, comerían en casa de Jenny, luego verían el desfile y oirían los discursos con los Crowley y los Harper. El día se remataría con una cena multitudinaria en el parque, seguido de baile y fuegos artificiales. Como todos los años los Crowley volverían a casa, pero Joe y _____ pasarían la noche en el hogar de Jenny y se quedarían a la comilona del domingo con la familia y los amigos.
Aunque Joe se sentía excitado por las festividades deI día, en secreto temía la noche y la comida del domingo. La relación entre él y Harper seguía igual y no le apetecía enfrentarse con todas aquellas caras inquisitivas y hostiles la tarde del domingo.
______ no compartía en absoluto los temores de su marido; estaba deseando ver a Jenny y a los chiquillos, contemplar los fuegos y bailar otra vez con su marido. Su rostro resplandecía, y bromeaba alegremente con la señora Crowley de carro a carro. Muy a menudo apretaba el brazo de Joe y le sonreía radiante; eso hacía que la perspectiva de la comida del domingo se le hiciera más soportable.
El día no resultó en absoluto mal. Las mujeres mantuvieron separados a Stu y a Joe para que no lo estropearan. Los hombres no se dieron cuenta de tal maniobra y atribuyeron aquella insesperada compatibilidad al dominio que creían tener sobre sí mismos. Joe encontró muy flojos los discursos, sobre todo el que pronunció Grady Snowde, pero se quedó extasiado ante la brillantez del desfile; luego disfrutó muchísimo con la cena y el baile.
Por primera vez en su vida, no se sentía señalado, rechazado en medio de la multitud. Rodeado como estaba por la familia Harper y la familia Crowley, la gente apenas le dedicaba una segunda mirada. Aunque los rostros que volvían a mirarlo mostraban curiosidad y hostilidad, por menos ya no evidenciaban aversión ni recelo. Ya nadie se apartaba de él como si los pudiese contaminar. Y ya no sentía la necesidad de hacer algo salvaje y violento pa mantenerlos a raya. La mujer a la que amaba iba a su lado, podía rodearla con su brazo para que la ternura y la fuerza de ella le infundieran valor. Bailaron casi todas las pieza hasta que estuvieron exhaustos. La gente los miraba con curiosidad: ______ McGowan parecía muy enamorada de Digger Jonas, y él parecía domesticado. Era desalentador para ellos que no se cumplieran sus calamitosas predicciones.
Cuando acabó el baile, comenzaron los fuegos artificiales, y, al mirarlos, Joe creía estallar también en aquell vistosas y elevadas estelas de color, hasta tal punto se sentía colmado de amor y excitación. Deseaba desesperadamente hacer el amor con _____, para celebrar aquella sensación inmensa e intensa que le ardía en el corazón, y le irritó el lento paseo de retorno a casa de los Harper. La joven entretuvo un buen rato en la puerta de la habitación hablando con su hermana, mientras iban en aumento la pasión y el impaciente deseo de él.
Cuando por fin entró en el dormitorio, la atrajo hacia y la besó apasionadamente, tratando torpemente de desabrocharle los botones del vestido. _______ se asustó ante aquella pasión repentina y furiosa e instintivamente se llevó las manos al pecho para mantenerlo a distancia.
-¡Joe! -protestó riendo suavemente.
-____, _____ -murmuraba él, respirando ansiosamente sobre su cuello e introduciéndole las manos dentro del vestido para acariciarle los pechos.
Le quitó la ropa sin dejar de besarla y acariciarla, hasta que un débil gemido de placer se escapó de la garganta de ella. La empujó y ambos cayeron sobre la cama; el ruido que produjeron los muelles del lecho despejó a _____ de aquel trance de placer que Joe le estaba procurando. Cayó de pronto en la cuenta de que el dormitorio de Jenny y de Stu era el contiguo; sólo la pared separaba las camas. Ellos seguramente habían oído el ruido; y oirían los jadeos de su pasión si Joe continuaba acariciándola. Enrojeció de vergüenza; no podía soportar la idea de que su hermana y su cuñado se enteraran de la desenfrenada pasión que la arrastraba. ¿Cómo iba a poder mirarlos a la cara al día siguiente, durante el desayuno, sin enrojecer?
Empujó en vano a su marido por los hombros. Estaba abandonado a su propia pasión, mientras le acariciaba los pechos con la boca y la acababa de desnudar.
-No, Joe, por favor. No. Espera -susurró ansiosamente, pero él apenas la oía.
Le dio un empujón y le dijo con voz casi malhumorada:
-No, Joe, no. Por favor... ¿Y si Stu y Jenny nos oyen?
El comentario le golpeó el cerebro y se separó bruscamente de ella. ¡Maldición! No importaba lo que hubiera conseguido -la granja, la libertad, el placer que era capaz de proporcionarle a _____-, siempre estaría aquello para echarlo todo por tierra. Ella amaba a Stu Harper. Joe podía conducirla a las cimas de la pasión, pero ella seguía amando a Stu, siempre lo amaría. Incluso ahora, cuando habían empezado a hacer el amor, se había acordado de su cuñado. Temía que pudiera oírlos, se avergonzaba de que pudiera descubrir la pasión que sentía por su marido. Sin duda, es Joe quien la acariciaba y la excitaba.
-¡Maldita seas! -silbó con voz endurecida por el dolor al separarse de ella.
_____ lo miró atónita.
-Vaya, Stu podría oírnos, ¿no es eso? -la remedó cruelmente-. Y a nosotros no nos gustaría. ¡Cielos, no! ¡Qué horror debe suponer para él el pensar que dejas que Digger Jonas ponga sus sucios dedos sobre ti! Bueno, adelante, disfruta de tu fidelidad al marido de tu hermana. Duerme sola como una virgen bajo su techo. ¡Yo me largo!
Se dio media vuelta y salió de la habitación. _____ se levantó y dijo perpleja:
-¿Joe?
Cuando corrió tras él era ya tarde: Jonas se había precipitado escaleras abajo y había salido por la puerta principal.
-Joe. ¡Oh, no!
______ vio cómo salía de la casa agarrada a la barandilla para sostenerse en pie.
Después de unos instantes, se estremeció y volvió al cuarto. Pasó toda la noche despierta, pensando y agonizando por la marcha de Joe. No podía comprender por qué la había abandonado tan de repente, tan enfadado. ¿Por qué la había censurado con tanta rudeza? ¿Adónde había. ido? ¿Cuándo, cuándo iba a regresar?
A1 salir el sol, _____ tenía los ojos enrojecidos por la falta de sueño, y Joe seguía sin aparecer. No podía imaginarse cómo iba a encararse con Jenny y Stu y qué iba a decirles. Nunca entenderían la conducta de su esposo; si ella tampoco podía, ¿cómo iba a pretender que ellos la hicieran? La desaprobarían, precisamente ahora que a Jenny había empezado a gustarle Joe. Todo estaba perdido. Por primera vez se sintió realmente enfadada con él. ¿Por qué tenía que comportarse así en casa de su hermana? Con todos aquellos invitados a comer... ¡En buen berenjenal estaba metida! ¿Qué iba a decirles a los parientes y amigos? Ya para empezar les desagradaba su marido, y ahora encima su ausencia en la comida lo haría caer en desgracia para siempre.
Por fin reunió todo su valor, se vistió y salió resueltamente a dar alguna excusa a Jenny y Stu. Se le había ocurrido contarles que Joe había olvidado algo en granja y había tenido que regresar corriendo a casa. No tenía esperanza alguna que la creyesen y en sus rostros leyó que no lo habían hecho. Soportó durante toda la mañana su callada desaprobación; lo sentía por Joe, hubiera preferido ser ella el objeto de tal reprobación. Aunque estaba enfadada con su marido, quería protegerlo de la cólera de los otros, y los dos sentimientos entremezclados la agotaban. Cuando llegaron los invitados, aún fue peor. Además de la desaprobación hacia su marido, se diría que se sentían satisfechos del desconcierto de ella, de que de alguna manera se cumplieran las predicciones. Eso la enseñaría a no desoír sus consejos.
Sólo por orgullo permaneció en casa de su hermana hasta que casi todos los invitados se hubieron marchado. Después de todo, debía dejar que creyeran que ardía en deseos de irse. Pero cuando Stu le hubo preparado los caballos, subió al carro, azuzó a los animales y los obligó a ir a paso rápido. Tenía ganas de refugiarse en su casa. Stu se ofreció a acompañarla, juzgando impensable que se aventurara tantas millas sola. Sin embargo, ella sabía que no podría soportar su compañía; hablaría una y otra vez de Joe, y tendría que salir en su defensa, cuando en realidad sólo tenía ganas de llorar. Por eso se negó a que la acompanara y condujo el carro hacia el hogar lo más deprisa que pudo.
Cuando llegó a la granja, vio que Joe había estado allí; en el fregadero había un plato con los restos de la comida fría propia de un soltero. Así pues, había regresado a casa; por lo menos, no se había marchado definitivamente. Seguro que estaba en el campo trabajando como siempre. Y seguro que permanecería escondido por ahí hasta que ella se hubiera acostado para evitar una escena.
Bueno, pues no iba a salirse con la suya; ella tenía sus planes. Mientras la tarde fue cayendo, se dedicó a remendar y a alimentar el fuego de su enfado. Finalmente subió a su cuarto y apagó la luz; luego se sentó en la oscuridad esperando que su marido regresara. No tardó demasiado en oírle subir las escaleras, tal como había imaginado, con sumo cuidado y sigilo para no despertarla.
-No estoy dormida -dijo,y él dio un brinco.
-¡______! ¿Qué estás haciendo?
-Esperar para hablar contigo
- ¿De qué?
Desvió la mirada. Se sentía un estúpido por haberle reñido la noche pasada. Sabía que amaba a Stu; ella nunca había fingido lo contrario, aunque se acostaba con él. Se daba cuenta de que era una estupidez enfadarse porque ella amara a otro y no quisiera que oyera el ruido que producía al hacer el amor con él.
-iDe qué! -repitió ella asombrada-. De que me dejaras plantada anoche. ¿Qué demonios te pasó? No puedo comprenderlo.
Joe cruzó los brazos; por fin llegaba la regañina que siempre había esperado de _____ y nunca había llegado a producirse.
-Ni adrede hubieras podido hacer algo más apropiado para que toda aquella gente te censurara. Todos venían con la idea fija de que eras un vago y un irresponsable, y, en lugar de quedarte allí para demostrar la clase de persona que realmente eres, sales corriendo, para que confirmen así que eres tal como imaginaban.
El la miraba sorprendido; había esperado que lo riñera por insultar con su conducta a los invitados, a su familia, a ella misma, pero nunca hubiera esperado que se enfadara por no haberse dado la oportunidad de demostrar cómo era.
-De todos modos, me odian. No hay remedio.
-Pero si te conocieran, cambiarían de opinión. Les gustarías, como les gustas a los Crowley, si les dieras la oportunidad de conocerte.
-No creo.
-¿Y tú qué sabes? ¡Por lo menos, podrías intentarlo! Lo único que sabes hacer es salir huyendo.
-iYo no soy un cobarde! No acostumbro jamás a salir huyendo.
-Oh, desde luego, no huyes de una pelea a puñetazos o de un castigo físico. Pero siempre que te encuentras en una situación a la que temes, sales huyendo. Cuando crees que estoy furiosa o cuando has hecho algo de lo que te avergüenzas, te vas de casa tan pronto como puedes y te escondes en el campo durante todo el día.
- ¡No es verdad!
-¡Sí lo es! La forma en que te metes en peleas y aparentas ser duro e irresponsable, el modo en que actúas mal, todo eso no es más que huir. Tienes miedo de la gente, de lo que pueden hacerte y de lo que van a decir de ti. Por eso prefieres mantenerlos a distancia. Huyes de ellos. Huyes para no permitirles que vean cómo eres en realidad.
-¡Cierra el pico! -gritó Joe, dando un puñetazo contra la pared.
______ se amilanó interiormente ante aquel estallido de violencia, pero se mantuvo aparentemente firme.
-Anoche te marchaste para no tener que encararte hoy con toda esa gente. Saliste huyendo de ellos.
Él permanecía inmóvil, tenso como la cuerda de un arco, y la joven temió haber ido demasiado lejos, temió que pudiera romperse ante la presión a la que lo sometía. Con delicadeza, fue hacia él y le tocó el brazo. Jonas retrocedió.
-Por favor, Joe -dijo con voz entrecortada por las lágrimas-. Por lo menos, no huyas de mí. Tengo miedo de quedarme sola, sin ti. Te necesito.
De pronto, él se liberó de la tensión y la cogió entre sus brazos, tan estrechamente que le faltaba la respiración.
-Lo siento, ______- -susurró besándole el cabello-. Lo siento. Juro que no volveré a dejarte sola.
Suzzey
Re: "La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
ashhhh deberia decirle que esta enamorado y yaaaa se resuelven todos los problemas
me encantooooooo
como siempre jejejjejeje
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
me encantooooooo
como siempre jejejjejeje
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Julieta♥
Re: "La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
:( casi joe pobresito joe
deberian los dos decir que se aman!!!!
me encanta
siguela
deberian los dos decir que se aman!!!!
me encanta
siguela
andreita
Re: "La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaiiiiii.. tienen que hablaaarrr para aclarar sus sentimientooosss... aaaii joe es un dulcecitoo porfaaaa siguelaaa
chelis
Re: "La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
perdon por no pasar antes esqe e tenido mucha tarea
pero ya volvi siguela pronto porfavor
pero ya volvi siguela pronto porfavor
Nani Jonas
Re: "La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
Y lo tendrán.... Si una persona mas lo pide
Suzzey
Re: "La Estacion Del Arcoiris" Joe Jonas [TERMINADA]
12
El 4 de Julio amaneció luminoso, no soplaba la menor brisa; prometía ser un mes caluroso y seco, después de las lluvias torrenciales de primavera. Pero el tiempo no les preocupaba lo más mínimo a ______ y a Joe aquel día. Parecía que no iba a llover durante los fuegos artificiales y el baile de aquella noche, y con eso tenían bastante.
Jonas sonreía al ver a su mujer tan excitada..., prácticamente flotaba. Iban a ir a caballo a la ciudad con los Crowley, comerían en casa de Jenny, luego verían el desfile y oirían los discursos con los Crowley y los Harper. El día se remataría con una cena multitudinaria en el parque, seguido de baile y fuegos artificiales. Como todos los años los Crowley volverían a casa, pero Joe y _____ pasarían la noche en el hogar de Jenny y se quedarían a la comilona del domingo con la familia y los amigos.
Aunque Joe se sentía excitado por las festividades deI día, en secreto temía la noche y la comida del domingo. La relación entre él y Harper seguía igual y no le apetecía enfrentarse con todas aquellas caras inquisitivas y hostiles la tarde del domingo.
______ no compartía en absoluto los temores de su marido; estaba deseando ver a Jenny y a los chiquillos, contemplar los fuegos y bailar otra vez con su marido. Su rostro resplandecía, y bromeaba alegremente con la señora Crowley de carro a carro. Muy a menudo apretaba el brazo de Joe y le sonreía radiante; eso hacía que la perspectiva de la comida del domingo se le hiciera más soportable.
El día no resultó en absoluto mal. Las mujeres mantuvieron separados a Stu y a Joe para que no lo estropearan. Los hombres no se dieron cuenta de tal maniobra y atribuyeron aquella insesperada compatibilidad al dominio que creían tener sobre sí mismos. Joe encontró muy flojos los discursos, sobre todo el que pronunció Grady Snowde, pero se quedó extasiado ante la brillantez del desfile; luego disfrutó muchísimo con la cena y el baile.
Por primera vez en su vida, no se sentía señalado, rechazado en medio de la multitud. Rodeado como estaba por la familia Harper y la familia Crowley, la gente apenas le dedicaba una segunda mirada. Aunque los rostros que volvían a mirarlo mostraban curiosidad y hostilidad, por menos ya no evidenciaban aversión ni recelo. Ya nadie se apartaba de él como si los pudiese contaminar. Y ya no sentía la necesidad de hacer algo salvaje y violento pa mantenerlos a raya. La mujer a la que amaba iba a su lado, podía rodearla con su brazo para que la ternura y la fuerza de ella le infundieran valor. Bailaron casi todas las pieza hasta que estuvieron exhaustos. La gente los miraba con curiosidad: ______ McGowan parecía muy enamorada de Digger Jonas, y él parecía domesticado. Era desalentador para ellos que no se cumplieran sus calamitosas predicciones.
Cuando acabó el baile, comenzaron los fuegos artificiales, y, al mirarlos, Joe creía estallar también en aquell vistosas y elevadas estelas de color, hasta tal punto se sentía colmado de amor y excitación. Deseaba desesperadamente hacer el amor con _____, para celebrar aquella sensación inmensa e intensa que le ardía en el corazón, y le irritó el lento paseo de retorno a casa de los Harper. La joven entretuvo un buen rato en la puerta de la habitación hablando con su hermana, mientras iban en aumento la pasión y el impaciente deseo de él.
Cuando por fin entró en el dormitorio, la atrajo hacia y la besó apasionadamente, tratando torpemente de desabrocharle los botones del vestido. _______ se asustó ante aquella pasión repentina y furiosa e instintivamente se llevó las manos al pecho para mantenerlo a distancia.
-¡Joe! -protestó riendo suavemente.
-____, _____ -murmuraba él, respirando ansiosamente sobre su cuello e introduciéndole las manos dentro del vestido para acariciarle los pechos.
Le quitó la ropa sin dejar de besarla y acariciarla, hasta que un débil gemido de placer se escapó de la garganta de ella. La empujó y ambos cayeron sobre la cama; el ruido que produjeron los muelles del lecho despejó a _____ de aquel trance de placer que Joe le estaba procurando. Cayó de pronto en la cuenta de que el dormitorio de Jenny y de Stu era el contiguo; sólo la pared separaba las camas. Ellos seguramente habían oído el ruido; y oirían los jadeos de su pasión si Joe continuaba acariciándola. Enrojeció de vergüenza; no podía soportar la idea de que su hermana y su cuñado se enteraran de la desenfrenada pasión que la arrastraba. ¿Cómo iba a poder mirarlos a la cara al día siguiente, durante el desayuno, sin enrojecer?
Empujó en vano a su marido por los hombros. Estaba abandonado a su propia pasión, mientras le acariciaba los pechos con la boca y la acababa de desnudar.
-No, Joe, por favor. No. Espera -susurró ansiosamente, pero él apenas la oía.
Le dio un empujón y le dijo con voz casi malhumorada:
-No, Joe, no. Por favor... ¿Y si Stu y Jenny nos oyen?
El comentario le golpeó el cerebro y se separó bruscamente de ella. ¡Maldición! No importaba lo que hubiera conseguido -la granja, la libertad, el placer que era capaz de proporcionarle a _____-, siempre estaría aquello para echarlo todo por tierra. Ella amaba a Stu Harper. Joe podía conducirla a las cimas de la pasión, pero ella seguía amando a Stu, siempre lo amaría. Incluso ahora, cuando habían empezado a hacer el amor, se había acordado de su cuñado. Temía que pudiera oírlos, se avergonzaba de que pudiera descubrir la pasión que sentía por su marido. Sin duda, es Joe quien la acariciaba y la excitaba.
-¡Maldita seas! -silbó con voz endurecida por el dolor al separarse de ella.
_____ lo miró atónita.
-Vaya, Stu podría oírnos, ¿no es eso? -la remedó cruelmente-. Y a nosotros no nos gustaría. ¡Cielos, no! ¡Qué horror debe suponer para él el pensar que dejas que Digger Jonas ponga sus sucios dedos sobre ti! Bueno, adelante, disfruta de tu fidelidad al marido de tu hermana. Duerme sola como una virgen bajo su techo. ¡Yo me largo!
Se dio media vuelta y salió de la habitación. _____ se levantó y dijo perpleja:
-¿Joe?
Cuando corrió tras él era ya tarde: Jonas se había precipitado escaleras abajo y había salido por la puerta principal.
-Joe. ¡Oh, no!
______ vio cómo salía de la casa agarrada a la barandilla para sostenerse en pie.
Después de unos instantes, se estremeció y volvió al cuarto. Pasó toda la noche despierta, pensando y agonizando por la marcha de Joe. No podía comprender por qué la había abandonado tan de repente, tan enfadado. ¿Por qué la había censurado con tanta rudeza? ¿Adónde había. ido? ¿Cuándo, cuándo iba a regresar?
A1 salir el sol, _____ tenía los ojos enrojecidos por la falta de sueño, y Joe seguía sin aparecer. No podía imaginarse cómo iba a encararse con Jenny y Stu y qué iba a decirles. Nunca entenderían la conducta de su esposo; si ella tampoco podía, ¿cómo iba a pretender que ellos la hicieran? La desaprobarían, precisamente ahora que a Jenny había empezado a gustarle Joe. Todo estaba perdido. Por primera vez se sintió realmente enfadada con él. ¿Por qué tenía que comportarse así en casa de su hermana? Con todos aquellos invitados a comer... ¡En buen berenjenal estaba metida! ¿Qué iba a decirles a los parientes y amigos? Ya para empezar les desagradaba su marido, y ahora encima su ausencia en la comida lo haría caer en desgracia para siempre.
Por fin reunió todo su valor, se vistió y salió resueltamente a dar alguna excusa a Jenny y Stu. Se le había ocurrido contarles que Joe había olvidado algo en granja y había tenido que regresar corriendo a casa. No tenía esperanza alguna que la creyesen y en sus rostros leyó que no lo habían hecho. Soportó durante toda la mañana su callada desaprobación; lo sentía por Joe, hubiera preferido ser ella el objeto de tal reprobación. Aunque estaba enfadada con su marido, quería protegerlo de la cólera de los otros, y los dos sentimientos entremezclados la agotaban. Cuando llegaron los invitados, aún fue peor. Además de la desaprobación hacia su marido, se diría que se sentían satisfechos del desconcierto de ella, de que de alguna manera se cumplieran las predicciones. Eso la enseñaría a no desoír sus consejos.
Sólo por orgullo permaneció en casa de su hermana hasta que casi todos los invitados se hubieron marchado. Después de todo, debía dejar que creyeran que ardía en deseos de irse. Pero cuando Stu le hubo preparado los caballos, subió al carro, azuzó a los animales y los obligó a ir a paso rápido. Tenía ganas de refugiarse en su casa. Stu se ofreció a acompañarla, juzgando impensable que se aventurara tantas millas sola. Sin embargo, ella sabía que no podría soportar su compañía; hablaría una y otra vez de Joe, y tendría que salir en su defensa, cuando en realidad sólo tenía ganas de llorar. Por eso se negó a que la acompanara y condujo el carro hacia el hogar lo más deprisa que pudo.
Cuando llegó a la granja, vio que Joe había estado allí; en el fregadero había un plato con los restos de la comida fría propia de un soltero. Así pues, había regresado a casa; por lo menos, no se había marchado definitivamente. Seguro que estaba en el campo trabajando como siempre. Y seguro que permanecería escondido por ahí hasta que ella se hubiera acostado para evitar una escena.
Bueno, pues no iba a salirse con la suya; ella tenía sus planes. Mientras la tarde fue cayendo, se dedicó a remendar y a alimentar el fuego de su enfado. Finalmente subió a su cuarto y apagó la luz; luego se sentó en la oscuridad esperando que su marido regresara. No tardó demasiado en oírle subir las escaleras, tal como había imaginado, con sumo cuidado y sigilo para no despertarla.
-No estoy dormida -dijo,y él dio un brinco.
-¡______! ¿Qué estás haciendo?
-Esperar para hablar contigo
- ¿De qué?
Desvió la mirada. Se sentía un estúpido por haberle reñido la noche pasada. Sabía que amaba a Stu; ella nunca había fingido lo contrario, aunque se acostaba con él. Se daba cuenta de que era una estupidez enfadarse porque ella amara a otro y no quisiera que oyera el ruido que producía al hacer el amor con él.
-iDe qué! -repitió ella asombrada-. De que me dejaras plantada anoche. ¿Qué demonios te pasó? No puedo comprenderlo.
Joe cruzó los brazos; por fin llegaba la regañina que siempre había esperado de _____ y nunca había llegado a producirse.
-Ni adrede hubieras podido hacer algo más apropiado para que toda aquella gente te censurara. Todos venían con la idea fija de que eras un vago y un irresponsable, y, en lugar de quedarte allí para demostrar la clase de persona que realmente eres, sales corriendo, para que confirmen así que eres tal como imaginaban.
El la miraba sorprendido; había esperado que lo riñera por insultar con su conducta a los invitados, a su familia, a ella misma, pero nunca hubiera esperado que se enfadara por no haberse dado la oportunidad de demostrar cómo era.
-De todos modos, me odian. No hay remedio.
-Pero si te conocieran, cambiarían de opinión. Les gustarías, como les gustas a los Crowley, si les dieras la oportunidad de conocerte.
-No creo.
-¿Y tú qué sabes? ¡Por lo menos, podrías intentarlo! Lo único que sabes hacer es salir huyendo.
-iYo no soy un cobarde! No acostumbro jamás a salir huyendo.
-Oh, desde luego, no huyes de una pelea a puñetazos o de un castigo físico. Pero siempre que te encuentras en una situación a la que temes, sales huyendo. Cuando crees que estoy furiosa o cuando has hecho algo de lo que te avergüenzas, te vas de casa tan pronto como puedes y te escondes en el campo durante todo el día.
- ¡No es verdad!
-¡Sí lo es! La forma en que te metes en peleas y aparentas ser duro e irresponsable, el modo en que actúas mal, todo eso no es más que huir. Tienes miedo de la gente, de lo que pueden hacerte y de lo que van a decir de ti. Por eso prefieres mantenerlos a distancia. Huyes de ellos. Huyes para no permitirles que vean cómo eres en realidad.
-¡Cierra el pico! -gritó Joe, dando un puñetazo contra la pared.
______ se amilanó interiormente ante aquel estallido de violencia, pero se mantuvo aparentemente firme.
-Anoche te marchaste para no tener que encararte hoy con toda esa gente. Saliste huyendo de ellos.
Él permanecía inmóvil, tenso como la cuerda de un arco, y la joven temió haber ido demasiado lejos, temió que pudiera romperse ante la presión a la que lo sometía. Con delicadeza, fue hacia él y le tocó el brazo. Jonas retrocedió.
-Por favor, Joe -dijo con voz entrecortada por las lágrimas-. Por lo menos, no huyas de mí. Tengo miedo de quedarme sola, sin ti. Te necesito.
De pronto, él se liberó de la tensión y la cogió entre sus brazos, tan estrechamente que le faltaba la respiración.
-Lo siento, ______- -susurró besándole el cabello-. Lo siento. Juro que no volveré a dejarte sola.
Julio transcurría caluroso y seco. Había llovido muy poco desde las inundaciones de la primavera, y la falta de agua se agravaba por el intenso calor. Todos los días el sol se levantaba como una bola de fuego, enrojecida por el polvo suspenso en el aire; y se ponía de la misma forma, después dé haber brillado durante el día con calor abrasador.
-Parece como si alguien nos hubiera cubierto con una enorme manta y nos estuviera quitando el aire -comentó ______ a su marido.
Como si el calor no fuera bastante, la joven empezó a encontrarse mal. Cuando se levantaba, sentía náuseas hasta que lograba comer algo sin apetito ninguno, y a veces por la tarde se mareada y tenía que sentarse para no desmayarse. A1 principio, atribuyó el malestar al calor, pero como no le pasaba creyó que había contraído alguna enfermedad de cuidado. Luego se dio cuenta de que hacía bastante tiempo que no tenía la regla, y entonces constató que estaba embarazada.
Se sobresaltó con sólo pensarlo y tuvo que sentarse. Embarazada. Resultaba difícil de creer. No podía estar realmente embarazada, ella no. Esas cosas estaban reservadas a otras mujeres, como Jenny, pero no a ella. Pero poco a poco fue haciéndose a la idea y sonrió. Un bebé..., un hermoso bebé de cabello obscuro y ojos color miel. Cerró los ojos y se imaginó a Joe regresando del campo, asaltado por un clan de pequeñas cabezas de estopa; vio a los chiquillos sonreír, saltar, agarrarse a él, y vio cómo él inclinaba su cabecita para hablar con ellos.
Sintió ganas de salir corriendo para buscar a Joe y compartir con él aquella felicidad. Pero se detuvo a pensar que, si se lo decía, ya no tendría excusa para seguir acostándose con él. Le había dicho que quería hacerlo sólo para tener un niño; él la creía una mujer buena y pura, a quien no le gustaba el sexo sólo por el placer que proporcionaba. Si le decía que estaba embarazada, entonces daría por sentado que ya no querría hacer el amor. Y no podía soportar la simple idea de dejar de acostarse con él hasta que llegase el momento de tener otro hijo. Tampoco podía soportar leer en sus ojos la decepción que le produciría entender hasta qué punto lo deseaba.
La única solución era ocultárselo. No podría hacerlo siempre, pues no tardaría demasiado tiempo en notársele el embarazo. Pero, como mínimo, podría retrasarlo. Por lo menos acortaría un poco el período de abstinencia que se le avecinaba.
Y no se lo dijo, aunque la inquietaba constantemente no haberlo hecho. Ardía en deseos de compartir con él la alegría y se sentía culpable de ocultarle aquella felicidad. Sin embargo, reprimía tales emociones pensando en las consecuencias que debería afrontar si se lo decía.
En otras circunstancias, Joe hubiera notado el cambio que se estaba efectuando en ella, tanto físico como emocional, pero estaba demasiado preocupado por el trigo como para darse cuenta de otras cosas. La sequía no dejaba crecer el cereal, lo estrangulaba. Poco a poco el trigo más joven se apergaminaba y se volvía de color marrón. No cabía duda de que en breve tiempo todos los trigales morirían.
Joe se estrujaba el cerebro tratando de encontrar el modo de impedir lo que parecía una muerte segura, y se le ocurrió utilizar el arroyo que atravesaba las tierras. Primero construyó una presa sobre la corriente; luego cavó zanjas en los trigales, los cuales iban a dar a una zanja mayor que se unía al arroyo. Por allí hizo pasar el agua y así regó los trigales. Tal idea prolongó la vida del cereal, casa que no hicieron otros granjeros menos ingeniosos. Pero el arroyo iba muy bajo y no tardó demasiado en secarse del todo, de modo que de nuevo la sequía comenzó a agostar los campos. Y a Joe ya no le quedaba otro remedio que contemplar cómo sus trigales se secaban y morían poco a poco bajo el sol.
El 4 de Julio amaneció luminoso, no soplaba la menor brisa; prometía ser un mes caluroso y seco, después de las lluvias torrenciales de primavera. Pero el tiempo no les preocupaba lo más mínimo a ______ y a Joe aquel día. Parecía que no iba a llover durante los fuegos artificiales y el baile de aquella noche, y con eso tenían bastante.
Jonas sonreía al ver a su mujer tan excitada..., prácticamente flotaba. Iban a ir a caballo a la ciudad con los Crowley, comerían en casa de Jenny, luego verían el desfile y oirían los discursos con los Crowley y los Harper. El día se remataría con una cena multitudinaria en el parque, seguido de baile y fuegos artificiales. Como todos los años los Crowley volverían a casa, pero Joe y _____ pasarían la noche en el hogar de Jenny y se quedarían a la comilona del domingo con la familia y los amigos.
Aunque Joe se sentía excitado por las festividades deI día, en secreto temía la noche y la comida del domingo. La relación entre él y Harper seguía igual y no le apetecía enfrentarse con todas aquellas caras inquisitivas y hostiles la tarde del domingo.
______ no compartía en absoluto los temores de su marido; estaba deseando ver a Jenny y a los chiquillos, contemplar los fuegos y bailar otra vez con su marido. Su rostro resplandecía, y bromeaba alegremente con la señora Crowley de carro a carro. Muy a menudo apretaba el brazo de Joe y le sonreía radiante; eso hacía que la perspectiva de la comida del domingo se le hiciera más soportable.
El día no resultó en absoluto mal. Las mujeres mantuvieron separados a Stu y a Joe para que no lo estropearan. Los hombres no se dieron cuenta de tal maniobra y atribuyeron aquella insesperada compatibilidad al dominio que creían tener sobre sí mismos. Joe encontró muy flojos los discursos, sobre todo el que pronunció Grady Snowde, pero se quedó extasiado ante la brillantez del desfile; luego disfrutó muchísimo con la cena y el baile.
Por primera vez en su vida, no se sentía señalado, rechazado en medio de la multitud. Rodeado como estaba por la familia Harper y la familia Crowley, la gente apenas le dedicaba una segunda mirada. Aunque los rostros que volvían a mirarlo mostraban curiosidad y hostilidad, por menos ya no evidenciaban aversión ni recelo. Ya nadie se apartaba de él como si los pudiese contaminar. Y ya no sentía la necesidad de hacer algo salvaje y violento pa mantenerlos a raya. La mujer a la que amaba iba a su lado, podía rodearla con su brazo para que la ternura y la fuerza de ella le infundieran valor. Bailaron casi todas las pieza hasta que estuvieron exhaustos. La gente los miraba con curiosidad: ______ McGowan parecía muy enamorada de Digger Jonas, y él parecía domesticado. Era desalentador para ellos que no se cumplieran sus calamitosas predicciones.
Cuando acabó el baile, comenzaron los fuegos artificiales, y, al mirarlos, Joe creía estallar también en aquell vistosas y elevadas estelas de color, hasta tal punto se sentía colmado de amor y excitación. Deseaba desesperadamente hacer el amor con _____, para celebrar aquella sensación inmensa e intensa que le ardía en el corazón, y le irritó el lento paseo de retorno a casa de los Harper. La joven entretuvo un buen rato en la puerta de la habitación hablando con su hermana, mientras iban en aumento la pasión y el impaciente deseo de él.
Cuando por fin entró en el dormitorio, la atrajo hacia y la besó apasionadamente, tratando torpemente de desabrocharle los botones del vestido. _______ se asustó ante aquella pasión repentina y furiosa e instintivamente se llevó las manos al pecho para mantenerlo a distancia.
-¡Joe! -protestó riendo suavemente.
-____, _____ -murmuraba él, respirando ansiosamente sobre su cuello e introduciéndole las manos dentro del vestido para acariciarle los pechos.
Le quitó la ropa sin dejar de besarla y acariciarla, hasta que un débil gemido de placer se escapó de la garganta de ella. La empujó y ambos cayeron sobre la cama; el ruido que produjeron los muelles del lecho despejó a _____ de aquel trance de placer que Joe le estaba procurando. Cayó de pronto en la cuenta de que el dormitorio de Jenny y de Stu era el contiguo; sólo la pared separaba las camas. Ellos seguramente habían oído el ruido; y oirían los jadeos de su pasión si Joe continuaba acariciándola. Enrojeció de vergüenza; no podía soportar la idea de que su hermana y su cuñado se enteraran de la desenfrenada pasión que la arrastraba. ¿Cómo iba a poder mirarlos a la cara al día siguiente, durante el desayuno, sin enrojecer?
Empujó en vano a su marido por los hombros. Estaba abandonado a su propia pasión, mientras le acariciaba los pechos con la boca y la acababa de desnudar.
-No, Joe, por favor. No. Espera -susurró ansiosamente, pero él apenas la oía.
Le dio un empujón y le dijo con voz casi malhumorada:
-No, Joe, no. Por favor... ¿Y si Stu y Jenny nos oyen?
El comentario le golpeó el cerebro y se separó bruscamente de ella. ¡Maldición! No importaba lo que hubiera conseguido -la granja, la libertad, el placer que era capaz de proporcionarle a _____-, siempre estaría aquello para echarlo todo por tierra. Ella amaba a Stu Harper. Joe podía conducirla a las cimas de la pasión, pero ella seguía amando a Stu, siempre lo amaría. Incluso ahora, cuando habían empezado a hacer el amor, se había acordado de su cuñado. Temía que pudiera oírlos, se avergonzaba de que pudiera descubrir la pasión que sentía por su marido. Sin duda, es Joe quien la acariciaba y la excitaba.
-¡Maldita seas! -silbó con voz endurecida por el dolor al separarse de ella.
_____ lo miró atónita.
-Vaya, Stu podría oírnos, ¿no es eso? -la remedó cruelmente-. Y a nosotros no nos gustaría. ¡Cielos, no! ¡Qué horror debe suponer para él el pensar que dejas que Digger Jonas ponga sus sucios dedos sobre ti! Bueno, adelante, disfruta de tu fidelidad al marido de tu hermana. Duerme sola como una virgen bajo su techo. ¡Yo me largo!
Se dio media vuelta y salió de la habitación. _____ se levantó y dijo perpleja:
-¿Joe?
Cuando corrió tras él era ya tarde: Jonas se había precipitado escaleras abajo y había salido por la puerta principal.
-Joe. ¡Oh, no!
______ vio cómo salía de la casa agarrada a la barandilla para sostenerse en pie.
Después de unos instantes, se estremeció y volvió al cuarto. Pasó toda la noche despierta, pensando y agonizando por la marcha de Joe. No podía comprender por qué la había abandonado tan de repente, tan enfadado. ¿Por qué la había censurado con tanta rudeza? ¿Adónde había. ido? ¿Cuándo, cuándo iba a regresar?
A1 salir el sol, _____ tenía los ojos enrojecidos por la falta de sueño, y Joe seguía sin aparecer. No podía imaginarse cómo iba a encararse con Jenny y Stu y qué iba a decirles. Nunca entenderían la conducta de su esposo; si ella tampoco podía, ¿cómo iba a pretender que ellos la hicieran? La desaprobarían, precisamente ahora que a Jenny había empezado a gustarle Joe. Todo estaba perdido. Por primera vez se sintió realmente enfadada con él. ¿Por qué tenía que comportarse así en casa de su hermana? Con todos aquellos invitados a comer... ¡En buen berenjenal estaba metida! ¿Qué iba a decirles a los parientes y amigos? Ya para empezar les desagradaba su marido, y ahora encima su ausencia en la comida lo haría caer en desgracia para siempre.
Por fin reunió todo su valor, se vistió y salió resueltamente a dar alguna excusa a Jenny y Stu. Se le había ocurrido contarles que Joe había olvidado algo en granja y había tenido que regresar corriendo a casa. No tenía esperanza alguna que la creyesen y en sus rostros leyó que no lo habían hecho. Soportó durante toda la mañana su callada desaprobación; lo sentía por Joe, hubiera preferido ser ella el objeto de tal reprobación. Aunque estaba enfadada con su marido, quería protegerlo de la cólera de los otros, y los dos sentimientos entremezclados la agotaban. Cuando llegaron los invitados, aún fue peor. Además de la desaprobación hacia su marido, se diría que se sentían satisfechos del desconcierto de ella, de que de alguna manera se cumplieran las predicciones. Eso la enseñaría a no desoír sus consejos.
Sólo por orgullo permaneció en casa de su hermana hasta que casi todos los invitados se hubieron marchado. Después de todo, debía dejar que creyeran que ardía en deseos de irse. Pero cuando Stu le hubo preparado los caballos, subió al carro, azuzó a los animales y los obligó a ir a paso rápido. Tenía ganas de refugiarse en su casa. Stu se ofreció a acompañarla, juzgando impensable que se aventurara tantas millas sola. Sin embargo, ella sabía que no podría soportar su compañía; hablaría una y otra vez de Joe, y tendría que salir en su defensa, cuando en realidad sólo tenía ganas de llorar. Por eso se negó a que la acompanara y condujo el carro hacia el hogar lo más deprisa que pudo.
Cuando llegó a la granja, vio que Joe había estado allí; en el fregadero había un plato con los restos de la comida fría propia de un soltero. Así pues, había regresado a casa; por lo menos, no se había marchado definitivamente. Seguro que estaba en el campo trabajando como siempre. Y seguro que permanecería escondido por ahí hasta que ella se hubiera acostado para evitar una escena.
Bueno, pues no iba a salirse con la suya; ella tenía sus planes. Mientras la tarde fue cayendo, se dedicó a remendar y a alimentar el fuego de su enfado. Finalmente subió a su cuarto y apagó la luz; luego se sentó en la oscuridad esperando que su marido regresara. No tardó demasiado en oírle subir las escaleras, tal como había imaginado, con sumo cuidado y sigilo para no despertarla.
-No estoy dormida -dijo,y él dio un brinco.
-¡______! ¿Qué estás haciendo?
-Esperar para hablar contigo
- ¿De qué?
Desvió la mirada. Se sentía un estúpido por haberle reñido la noche pasada. Sabía que amaba a Stu; ella nunca había fingido lo contrario, aunque se acostaba con él. Se daba cuenta de que era una estupidez enfadarse porque ella amara a otro y no quisiera que oyera el ruido que producía al hacer el amor con él.
-iDe qué! -repitió ella asombrada-. De que me dejaras plantada anoche. ¿Qué demonios te pasó? No puedo comprenderlo.
Joe cruzó los brazos; por fin llegaba la regañina que siempre había esperado de _____ y nunca había llegado a producirse.
-Ni adrede hubieras podido hacer algo más apropiado para que toda aquella gente te censurara. Todos venían con la idea fija de que eras un vago y un irresponsable, y, en lugar de quedarte allí para demostrar la clase de persona que realmente eres, sales corriendo, para que confirmen así que eres tal como imaginaban.
El la miraba sorprendido; había esperado que lo riñera por insultar con su conducta a los invitados, a su familia, a ella misma, pero nunca hubiera esperado que se enfadara por no haberse dado la oportunidad de demostrar cómo era.
-De todos modos, me odian. No hay remedio.
-Pero si te conocieran, cambiarían de opinión. Les gustarías, como les gustas a los Crowley, si les dieras la oportunidad de conocerte.
-No creo.
-¿Y tú qué sabes? ¡Por lo menos, podrías intentarlo! Lo único que sabes hacer es salir huyendo.
-iYo no soy un cobarde! No acostumbro jamás a salir huyendo.
-Oh, desde luego, no huyes de una pelea a puñetazos o de un castigo físico. Pero siempre que te encuentras en una situación a la que temes, sales huyendo. Cuando crees que estoy furiosa o cuando has hecho algo de lo que te avergüenzas, te vas de casa tan pronto como puedes y te escondes en el campo durante todo el día.
- ¡No es verdad!
-¡Sí lo es! La forma en que te metes en peleas y aparentas ser duro e irresponsable, el modo en que actúas mal, todo eso no es más que huir. Tienes miedo de la gente, de lo que pueden hacerte y de lo que van a decir de ti. Por eso prefieres mantenerlos a distancia. Huyes de ellos. Huyes para no permitirles que vean cómo eres en realidad.
-¡Cierra el pico! -gritó Joe, dando un puñetazo contra la pared.
______ se amilanó interiormente ante aquel estallido de violencia, pero se mantuvo aparentemente firme.
-Anoche te marchaste para no tener que encararte hoy con toda esa gente. Saliste huyendo de ellos.
Él permanecía inmóvil, tenso como la cuerda de un arco, y la joven temió haber ido demasiado lejos, temió que pudiera romperse ante la presión a la que lo sometía. Con delicadeza, fue hacia él y le tocó el brazo. Jonas retrocedió.
-Por favor, Joe -dijo con voz entrecortada por las lágrimas-. Por lo menos, no huyas de mí. Tengo miedo de quedarme sola, sin ti. Te necesito.
De pronto, él se liberó de la tensión y la cogió entre sus brazos, tan estrechamente que le faltaba la respiración.
-Lo siento, ______- -susurró besándole el cabello-. Lo siento. Juro que no volveré a dejarte sola.
Julio transcurría caluroso y seco. Había llovido muy poco desde las inundaciones de la primavera, y la falta de agua se agravaba por el intenso calor. Todos los días el sol se levantaba como una bola de fuego, enrojecida por el polvo suspenso en el aire; y se ponía de la misma forma, después dé haber brillado durante el día con calor abrasador.
-Parece como si alguien nos hubiera cubierto con una enorme manta y nos estuviera quitando el aire -comentó ______ a su marido.
Como si el calor no fuera bastante, la joven empezó a encontrarse mal. Cuando se levantaba, sentía náuseas hasta que lograba comer algo sin apetito ninguno, y a veces por la tarde se mareada y tenía que sentarse para no desmayarse. A1 principio, atribuyó el malestar al calor, pero como no le pasaba creyó que había contraído alguna enfermedad de cuidado. Luego se dio cuenta de que hacía bastante tiempo que no tenía la regla, y entonces constató que estaba embarazada.
Se sobresaltó con sólo pensarlo y tuvo que sentarse. Embarazada. Resultaba difícil de creer. No podía estar realmente embarazada, ella no. Esas cosas estaban reservadas a otras mujeres, como Jenny, pero no a ella. Pero poco a poco fue haciéndose a la idea y sonrió. Un bebé..., un hermoso bebé de cabello obscuro y ojos color miel. Cerró los ojos y se imaginó a Joe regresando del campo, asaltado por un clan de pequeñas cabezas de estopa; vio a los chiquillos sonreír, saltar, agarrarse a él, y vio cómo él inclinaba su cabecita para hablar con ellos.
Sintió ganas de salir corriendo para buscar a Joe y compartir con él aquella felicidad. Pero se detuvo a pensar que, si se lo decía, ya no tendría excusa para seguir acostándose con él. Le había dicho que quería hacerlo sólo para tener un niño; él la creía una mujer buena y pura, a quien no le gustaba el sexo sólo por el placer que proporcionaba. Si le decía que estaba embarazada, entonces daría por sentado que ya no querría hacer el amor. Y no podía soportar la simple idea de dejar de acostarse con él hasta que llegase el momento de tener otro hijo. Tampoco podía soportar leer en sus ojos la decepción que le produciría entender hasta qué punto lo deseaba.
La única solución era ocultárselo. No podría hacerlo siempre, pues no tardaría demasiado tiempo en notársele el embarazo. Pero, como mínimo, podría retrasarlo. Por lo menos acortaría un poco el período de abstinencia que se le avecinaba.
Y no se lo dijo, aunque la inquietaba constantemente no haberlo hecho. Ardía en deseos de compartir con él la alegría y se sentía culpable de ocultarle aquella felicidad. Sin embargo, reprimía tales emociones pensando en las consecuencias que debería afrontar si se lo decía.
En otras circunstancias, Joe hubiera notado el cambio que se estaba efectuando en ella, tanto físico como emocional, pero estaba demasiado preocupado por el trigo como para darse cuenta de otras cosas. La sequía no dejaba crecer el cereal, lo estrangulaba. Poco a poco el trigo más joven se apergaminaba y se volvía de color marrón. No cabía duda de que en breve tiempo todos los trigales morirían.
Joe se estrujaba el cerebro tratando de encontrar el modo de impedir lo que parecía una muerte segura, y se le ocurrió utilizar el arroyo que atravesaba las tierras. Primero construyó una presa sobre la corriente; luego cavó zanjas en los trigales, los cuales iban a dar a una zanja mayor que se unía al arroyo. Por allí hizo pasar el agua y así regó los trigales. Tal idea prolongó la vida del cereal, casa que no hicieron otros granjeros menos ingeniosos. Pero el arroyo iba muy bajo y no tardó demasiado en secarse del todo, de modo que de nuevo la sequía comenzó a agostar los campos. Y a Joe ya no le quedaba otro remedio que contemplar cómo sus trigales se secaban y morían poco a poco bajo el sol.
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