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sexto sentido
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Re: sexto sentido
se me olvido por completo, sinceramente; lo que ocurre, es que con mi capitulo ya pasamos a la segunda ronda ;-;
Mitchell.
Re: sexto sentido
A LA MIERDA. Y YO CONFIÁNDOME PORQUE ÉRAMOS UN MONTÓN DE TIPAS. Okay, okay, con calma, weonas. D: En esta semana comienzo los exámenes, pero como todos los días agonizo porque últimamente no escribo nada (y cuando trato, no tengo de qué escribir), no dejaré pasar esta oportunidad. De todos modos, no creo que sea para hoy. ._. Posiblemente mañana o así. D: Sólo les pido paciencia, washas.
Kurt.
Re: sexto sentido
Esperen, esperen, si se fue la Gennu:c, ¿eso quiere decir que mi rulos ya no tiene beffos, o qué? D: De por sí que mi amor ya estaba re solito. :misery:
Kurt.
Re: sexto sentido
Bueno antes que nada quiero decir perdón por que se me perdio el link y debí poner mas empeño en la colectiva, lo siento.
Pero aquí me tienen weas, pero ahora como lectora, me podre a leer y analizare a fondo los caps :filo:
ah.
Las quierosirijillo!.
pd: admiren al gato
Pero aquí me tienen weas, pero ahora como lectora, me podre a leer y analizare a fondo los caps :filo:
ah.
Las quierosirijillo!.
pd: admiren al gato
Última edición por Pizza. el Jue 03 Abr 2014, 10:59 pm, editado 1 vez
dragón.
Re: sexto sentido
Capítulo 013
Un solo contacto visual y estás acabado.►
13:45
Edificio Principal
Temperatura interior: 23°
Edificio Principal
Temperatura interior: 23°
Aún recuerdo cuando Christopher, un compañero de clases, del último grado de primaria, intentó tirarme mientras caminaba. Fue un intento suyo —en vano, además—, nadie sabía lo que iba a hacer, hasta que, con un asentimiento hacia sus mejores amigos, me señaló y ellos captaron el mensaje. Era hora del recreo, por lo que cada quien pudo estar en sus propios asuntos. Entre ellos, otro movimiento en falso del neandertal principal. Si no fuera porque tuvimos contacto visual, hubiera caído o al menos tropezado —dependiendo de mis reflejos y el ángulo en el que cayera. Todo ocurrió en un milisegundo, tomando en cuenta que lo que vi debió de haberse considerado para al menos unos diez segundos.
No, no diré que “entonces fue cuando me percaté de mi poder” —capacidad especial, mutación, fallo en mi ADN, denominador deseado por el gusto personal—, porque honestamente, un par de años antes tuve el inoportuno contacto visual con un regordete y calvo vendedor de helados. ¿Acaso pudo cumplir su sueño, revelándose a su jefe —un hombre mediocre que lo más productivo que hacía era hacerles la vida miserable a sus empleados— y teniendo su propio negocio? Diría que sí, pero por lo que pude ver, le faltaba mano dura para perseguir sus deseos y sueños. Lo que sea, varios acontecimientos similares me llenaban la cabeza de dudas infinitas, con respuestas inexistentes, pero en esta ocasión, un malintencionado —pero sobre todo mal planteado— movimiento fue la última gota que necesité para descartar teorías de tener alucinaciones y/o problemas mentales hereditarios. Cuando llegué a casa, apenas tuve la oportunidad de cruzar el umbral, me dirigí a mi computador, y la investigación se llevó a cabo.
Los años pasaron y tuve la oportunidad de controlar este y —posteriormente descubierto— mi segundo poder, concediéndome la travesura de practicar con distintas personas y perfeccionar, pues, mi control y potencia. ¿Y quién lo hubiera creído? Esto, incluyendo años mayormente solitarios, con días de seis horas diarias y consecutivas metida en libros y mi computador, desarrollaron mi consciente intelectual. Convirtiéndome en una prodigio.
Demás anécdotas y hechos, pueden ser comentados en un tiempo más avanzado.
La nublosa representación de mis recuerdos se ven interrumpidas por resoplos y unos que otros empujones. No hace falta más que una mirada para que se aparten.
Mi rostro se mantiene inexpresivo, mi cabeza en alto y mis pisadas un poco más largas de lo que deberían de ser. Error: demostración de nerviosismo o un simple llamado de atención. Aminoro el paso. Sin embargo, no soy lo suficiente afortunada —irónico, la suerte no existe— y de inmediato siento la presencia de un hombre dirigiéndose a mi lado. Aprieto la mandíbula y la relajo, no me permito otro error y me limito a mirarle de reojo, nunca deteniendo mi andar.
Mide —por lo que puedo estimar— un metro con noventa y cinco centímetros, con al menos seis kilogramos de sobrepeso. Su cabello es escaso en la coronilla, lo demás es platinado con puntas negras azabache; su labio superior rozando con una mala imitación de un bigote al estilo Hitler. Sus manos están tras su espalda, descansando en un largo y mal ajustado blazer negro —todo en su vestimenta es negro—; por el ligero ritmo acelerado de su respiración, puedo asegurar que estas están sudando.
—Eres una chica traviesa —gruñe y puedo distinguir un grotesco acento ruso—. Pero tú ya lo sabías, ¿no es así?
No le contesto; no hay ni una diferencia en mi ritmo cardiaco o mi expresión.
—Más te vale no practicar tus tretas de ahora en adelante, en estas cuatro paredes, el resultado a eso no creo que vaya a gustarte —sus ojos adelante, cuidadoso de no hacer contacto visual conmigo. El antiguo guardia le informó bien—. En serio, Cleo, mejor escúchame.
Comete la equivocación de posar una de sus pesadas manos —sí están sudadas, el calor atraviesa la tela de mi sudadera y mi camiseta— sobre mi hombro derecho.
Ya no camino.
La inercia lo obliga a detenerse, igualmente.
Segunda equivocación: me devuelve la mirada. A los ojos.
Lo tengo.
No me aventuro a hacerlo sufrir gravemente, me conformo con acelerarle la respiración, su ritmo cardiaco: me aprovecho de su claustrofobia. Muevo los muros de modo que ellos me acompañan en el acorralamiento que tan satisfactoriamente estoy ejerciendo. Me encargué de desaparecer a la multitud que nos rodea. Mis comisuras se levantan levemente.
—No, tú escúchate, Sergey —me aproximo un paso más, mi voz se convierte en un susurro—. Cuando tu instinto, uno con pureza animal, te advierte que no te acerques ni te sobrepases con la chica dark, obedécelo. No quieres sufrir un segundo infarto, ¿verdad?
Lágrimas en su esclerótica es mi tope de placer.
Por ahora.
Techos sobrios y grises de tres metros de altura se levantan sobre nuestros cuerpos, pisos de cemento alisado tan limpio que refleja nuestras figuras, paredes semejantes sin un solo relieve. Un par de camas, cada una pegada a una pared, paralelamente, cubiertas por una simple sábana blanca, con un bulto como almohada —una de ellas, sin embargo, carga con una guitarra. Siete por seis metros, es lo que mide cada habitación. Una puerta en la pared izquierda es lo más interesante, aunque, por el otro lado lo único que se encuentra es un básico y nada llamativo baño.
Todo aquí es tan frío —no literalmente; hace calor, aumentaron al menos tres grados, pero sí en una manera metafórica— que pesadez invade mi organismo, pero no me dejo vencer, no puedo bajar la guardia.
Un resoplido a mis espaldas aumenta mi estado de alerta. Debo recordar que no estoy sola. Por la agudeza del chillido que suelta enseguida, sé que es una chica. Doy un paso a la izquierda, presintiendo que lo siguiente son zancadas que probablemente terminen por hacerme a un lado.
Estaba en lo cierto.
Una chica —seis centímetros más baja que yo, su cabello es castaño, un tono ligeramente oscuro, y le llega hasta la mitad de la espalda, en un estilo lacio con ligeras ondulaciones, su tez apenas rozando lo que se tomaría por morena—, se apresura a una de las camas —la del lado derecho— y toma la guitarra que descansaba sobre esta.
—¡Mi guitarra! —chilla, de nuevo.
Suspiro mentalmente y cierro la puerta.
Sólo podemos tener contacto visual por un segundo, ya que desvía la mirada rápidamente, mientras continúa idolatrando su instrumento musical, uno de los tres que, ahora sé, sabe tocar, junto con el piano y el cello.
Y su mente completa me ha revelado toda su vida, pensamientos, sentimientos y, por su puesto, su nombre.
Mi compañera de habitación es Lana Solange Bloomfiel Poots.
Chicos y chicas entran sin orden alguno, ni intervalos de tiempo en específico. Lo único que algunos —pocos— tienen en común, es que fueron acompañados por uno de los hombres de seguridad. Incluyéndome.
Durante el primer día de nuestra residencia en nuestro acogedor nuevo hogar —te amo, sarcasmo mío—, todos los demás fueron al comedor-cafetería e interactuaron, en un ridículo intento de actividad social; no obstante, yo permanecí en la habitación. Al cabo de un rato la aburrición fue tal que salí y vagué por los pasillos, memorizando cada recodo y peculiaridad individual de la arquitectura de este monumental edificio. Una cámara de seguridad en cada uno de los pasillos, y también pude notar —cómo no— en algunos de los pisos superiores y unos cuantos inferiores, puertas pesadas de hierro, con sistemas de seguridad de lo más actualizados.
No comí en todo el día de ayer, ni en la mitad principal del de hoy. Mis energías se están agotando, tanto físicas, como mentales.
Traté, por otra parte, hace treinta y siete minutos, escabullirme y hurtar sutilmente una tarjeta de algún empleado —pues la cerradura de la cocina sólo necesita una tarjeta determinada— para buscar comida que estuviera cien por ciento segura, no contuviera algún sedante. Porque, efectivamente, cuando revisé el índice de alimentos disponibles para todos nosotros, descubrí restos de medicamentos utilizados para anestesiar de manera leve la mente de quien las ingiriera. Con lo cual pude deducir que no utilizarían sedantes para caballos en nosotros ni mucho menos, ya que, por lo que vi en la mente del guardia que me tomó a la fuerza al verme bajar las escaleras —apenas con la idea fresca de llevar a cabo mi plan—, necesitan nuestros poderes lo más activamente posibles, pero sin que representen una amenaza para todos estos hombres.
Bien pensado.
Mal ocultado.
Ahora, mis manos están entrelazadas sobre mi regazo, mientras descanso en una silla acolchada moderna de color blanco —en la habitación de treinta por cuarenta metros, con techos de al menos cinco metros, todo mueble es blanco; frente a la multitud de sillas idénticas, aproximadamente treinta de ellas, hay un podio que se alza sobre el suelo unos veinte centímetros, con una larga mesa de granito, y un hombre sentado en cada silla; un total de seis sillas—, en una sección de las últimas filas, pero parte central, igualmente. No hay nadie a mi alrededor, por eso escogí este lugar. Mas la satisfacción no es duradera, Harry y Louise entran a la habitación, el primero murmulla algo que parece ser gracioso, ya que la chica ríe escandalosamente. El castaño, por su parte, sonríe levemente, sin darse el merecido crédito por sus palabras. Y, tras verme y pensar en sentarse cerca, ejecuta lo deseado. Sentándose a mi lado.
Los bancos fueron acomodados con intervalos de medio metro de distancia, aunque el asiento a mi lado derecho, queda de una diferencia de diez centímetros, cuando Harry se sienta en él.
—Hola, Cleo —me saluda y sonríe en lo que creo es una muestra de timidez.
Me esfuerzo en no sorprende por esto último y con ahínco trato de devolverle la sonrisa.
—Hola, Harry.
No se siente cómodo o cuanto menos normal el sonreír, pero cuando percibo un brillo en sus ojos verde-azulados, la mueca ya no es fingida del todo.
Su conversación con Louise prosigue, mientras que Liam ingresa en la habitación. Creo ciegamente en que es una mera coincidencia que escoja el asiento a mi izquierda hasta que, tras su halago y el obvio enfado de Harry, veo sus ojos y descubro el embrollo de sus pensamientos y propuestas.
Se atraganta y comienza a toser descontroladamente. Lágrimas se aproximan, lo sé por sus sentimientos. Me detengo y su sensación de agua atascando sus pulmones desaparece. Me acerco a su oído —la tensión que comienza a recorrer el cuerpo de Harry, de alguna manera, me hace no aproximarme más de lo necesario— y susurro:
—La próxima vez que vayas a jugar con alguien, asegúrate de no tenerme como juguete.
Cuando regreso a mi antigua posición, Lana es la próxima en unírsenos, sólo que en esta ocasión, toma asiento en la silla delante de Harry; sacude su cabello y, revoloteando sus pestañas, le saluda, mientras tanto, este, con un ronco y profundo tono le devuelve el gesto, obteniendo un ligero y casi imperceptible tono carmesí en las mejillas de mi compañera de habitación. Como siguiente acompañante, un rubio de ojos azules que, cuando me mira a los ojos, identifico como Luke Alexander Hemmings Stonnen, marca como suyo durante esta “conferencia” el asiento frente a mí. Me sonríe y levemente, sólo perceptible para mí, asiente con la cabeza.
Me ahorro los pensamientos en busca de cómo responder, cuando un hombre de mediana edad —el que ocupaba el asiento central, ahora de pie—, con canas comenzando a aparecer por su grasosa y de mediano tamaño cabellera, carraspea contra un micrófono, obteniendo la atención de todos, ahora en cada uno de los bancos. Cinco personas —tres hombres, dos mujeres— más están detrás de él, cada uno de ellas sonriendo cínica y descaradamente.
Presiento que una vez más, estaré en lo correcto si digo que esto será un caos total.
- okay:
so... sí, no las culpo si se les hace aburrido o de plano no dijo nada. XD es sólo que demasiadas cosas de todas las materias escolares por mi cabeza porque ya estoy en la primera de las dos semanas de exámenes y:c lo que sea, mi finalidad con este capítulo es dejarles a ver un chequeo a los pensamientos y a mi hermosa niña cleo.<3 ámenla, alábenla, idolátrenla.(?) ahquenoestoysegurasiesaspalabrasexistanoesténbienescritas. so... plz, comenten todas. D:
Kurt.
Re: sexto sentido
:O hueooooon! Escribes la zoooooorraaaaa! Es hermooosooo :lloro: me encanto <3
Mess.
Re: sexto sentido
Bien, vengo a editar rápidamente el comentario ya que estoy enferma y siento que vomitare en el teclado si no me apuro :meh: y mi cerebro no da para mas y eso...
Soo... Cleo es muy ruda, me gusta su actitud, me encanta como atemoriza a todo el que pasa por su camino *-* los intimida pero al mismo tiempo los atrae(? no se presiento que terminara matando a alguien si sigue asi esta bien no, se me hace muy intelectual y como que bitches no se me acerquen me contagiaran su idiotez :meh: equis no. Amo como escribes y todo, es perfecto<3 espero con ansias el próximo capitulo<3
Soo... Cleo es muy ruda, me gusta su actitud, me encanta como atemoriza a todo el que pasa por su camino *-* los intimida pero al mismo tiempo los atrae(? no se presiento que terminara matando a alguien si sigue asi esta bien no, se me hace muy intelectual y como que bitches no se me acerquen me contagiaran su idiotez :meh: equis no. Amo como escribes y todo, es perfecto<3 espero con ansias el próximo capitulo<3
Última edición por Oblivion. el Mar 08 Abr 2014, 7:04 pm, editado 1 vez
Oblivion.
Re: sexto sentido
bueno, me había colgado y eme aquí. vos sabes que amo como escribís, si ya subiste fue como una explosión de belleza en mis ojos y esto lo es más. y cleo fgvhbjnk, la amo, fin. literalmente me imaginé todo, el lugar, todo y me encanto —a pesar de ser terriblemente feo— es decir, que me encanta tu escritura y tu forma de describir, srsly ;__; so, eso, amo todo nvdkjg, ah. espero el siguiente capítulo, ni idea de quien sigue xdd, pero bueno, esop.
ceonella.
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