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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 3:24 pm

@ntonella escribió:mierda joe... por que has hecho eso..  :wut: 
la rayis queria quedarse... :lloro: 
continuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Gracias por el maraton.. :P


el penso que era lo mejor para la rayis  :(
jamileth
jamileth


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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 3:24 pm

chelis escribió:Todo parece irreal!!!... Se entrego!!!!... Pero que pasara ahoraaa????



ahora va a tocar juzgarlo  :(
jamileth
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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 3:29 pm

les hare de nuevo maraton  :P 
y va a ser dedicado a @ntonella y a chelis  ;)
jamileth
jamileth


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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 3:59 pm

CAPITULO 23

Miré alrededor de la habitación. Estaba rodeada de amigos y tenía una sonrisa genuina en la cara. La música debía haber estado a todo volumen porque podía sentir la base de los golpeteos a través de los tacones y el Champan bailando en mi copa. Todos eran el espíritu navideño y yo estaba feliz de verme disfrutar.

Me levante de la barra e hice mi camino hacia el baño. Quizá debería haberme saltado esa última copa. Cerré la puerta y luego me estudie en el espejo. Mis ojos grises estaban brillando, no demasiado opacos, y mi piel tenía un ligero rubor rosa en ella. Mi pelo tenía su brillo de regreso y había crecido con mi mejorada dieta. Llevaba rizos. Había ganado alrededor de cinco kilos y mi padre dijo que necesitaba ganar al menos otros cinco más. En realidad no sentía la necesidad. 

Un vestido dorado se aferraba a mi cuerpo y no podía evitar preguntarme si Joe habría de alegrarse al verme así. Este solía ser mi elemento, y lo que me gustaba. Aún me sentía cómoda; todavía estaba teniendo un buen momento, pero había otro lugar más en el que preferiría estar. El lugar no era específico. No podía señalarlo en el mapa o dar direcciones de cómo encontrarlo. El lugar era con Joe, en circunstancias irrelevantes, la geografía no importaba. Terminé mi Champan.

Me lave las manos mientras salía del baño y cogí mi vaso vacío. Lenta y cuidadosamente, hice mi camino de regreso a la pista de baile con mis amigas. Una mano caliente en mi hombro me detuvo y giré la cabeza, esperando que un par de ojos esmeralda estuvieran esperándome para saludarme. 

—Hey, tu.

Sonreí. 

—Hola, Jackson.

—¿A dónde estás huyendo?

—No estoy huyendo, créeme.

Él sonrió, pensando que me estaba refiriendo al acto físico del movimiento. 

—¿Qué hay del baile, entonces?

—Por supuesto.

Asenté mi copa y le permití tomar mi mano. Su toque, sin embargo familiar y cálido, no era emocionante o confortante. Habíamos, durante la mejor parte de dos años, sido un elemento. Pero eso fue hace tiempo. Habíamos terminado las cosas amablemente cuando me fui a la escuela de postgrado y nos habíamos mantenido en contacto lo mejor que pudimos. No fue hasta antes de que escuchase que él estuvo comprometido y se casó en el momento en el que terminé mi Master. Había estado contenta por él. Jackson siempre había sido agradable con uno, el único con el que cada chica soñaba con casarse una vez que terminasen de torturarse por salir con chicos malos. Él había sido demasiado bueno para mí y yo había caminado hasta terminar con él. Al parecer tuvo una prometida. Su divorcio acababa de ser finalizado.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, levantando la mirada hacia el mientras me sostenía en sus brazos, no tan cerca para sentirme incomoda.

—Esta es la primera Víspera de Año Nuevo que tengo que pasar solo en seis años. Estoy haciendo todo bien. —Sonrió para tranquilizarme―. ¿Qué estás haciendo tú?

Parpadeé y permití que mis ojos se mantuviesen cerrados durante el tiempo que fuese necesario. El rostro de Joe era todo lo que vi.

Las manos de Joe eran todo lo que sentía. 

—Lo estoy haciendo bien. 

—Te ves hermosa. 

Hermosa. Ahí estaba esa palabra otra vez. La palabra que solo quise escuchar salir de la boca de Joe. 

—Estás llevando el pelo rizado —continuó Jackson―. Me gusta.

—Gracias.

—¿Cómo está tu padre?

—Está bien. Está listo para la próxima elección.

—¿Y qué hay de las elecciones en tres años? ¿También está preparándose para esas?

Jackson me sonrió. Cuando estábamos juntos, siempre bromeábamos sobre como de extraño podría ser si yo fuese la hija del Presidente. Podría decirle que no se les permitiría visitarme en la Casa Blanca, podría llamar a la Seguridad Secreta para eliminarle si lo intentaba si quiera. Bromearíamos sobre las hipotéticas situaciones pero también sobre mi falta de deseo por tener el título de Primera Hija.

—Sabes que no puedo hablar de eso.

—Lo sé. —Jackson me guiñó el ojo―. Solo estoy jugando contigo.

Le sonreí y él sostuvo mi mirada, un recuerdo agradable pasando entre nosotros. Sus ojos se desviaron y miré alrededor. Las personas estaban charlando y supe que la cuenta regresiva de medianoche debía haber comenzado. Jackson dio un paso delante de mi línea de visión justo cuando estaba a punto de agradecerle el baile.

—¿Qué dices? ¿Un beso, como en los viejos tiempos? —Estaba sonriendo como un tonto y recordé mis antiguos sentimientos por él. Sin importar el poco tiempo estuve con él, sin importar cuanto peligro y frustración tomaba con él, aún me amaba. Recordé como siempre podía hacerme reír. Recordé cómo nunca me hizo llorar.

—¿Por qué no? —Reí, sin esperar que el beso significase algo.

Jackson sonrió y me tomo en sus brazos, la sonrisa nunca dejando su rostro. Mantuve los ojos abiertos durante tanto tiempo como podía sentirme cómoda, sabiendo bien lo que podría ocurrir al segundo que los cerrase. Este era Jackson, mi viejo amigo, mi ex novio. Pero tan pronto como mis parpados se hubieron cerrado, Joe estaba ahí. Podía oler la canela, podía saborearle, podía sentirle, ansiaba estar perdida en él.

Los labios de Joe se movieron con los míos, la sensación familiar explotando de regreso. Me mantuvo cerca y pude sentir sus brazos flexionados tirándome contra su pecho. Deslice mis dedos a través de su oscuro pelo y sentí mis rodillas volverse débiles mientras él mordía ligeramente mi labio inferior. Besé a Joe por no sé cuánto tiempo. Sin duda estábamos en la demostración, sin duda mis amigos verían lo que estaba haciendo. Pero no me importaba; le extrañaba demasiado.

Cuando finalmente abrí los ojos, no era el Jackson de grandes ojos marrones al que vi. No era su hermosa cara infantil o su pelo castaño rojizo. Era Joe, con sus fieros ojos verdes, su fuerte mandíbula, sus amplios hombros, su anguloso rostro y su pelo negro azabache.

Tomé su mano y le conduje por la fiesta, fuera hacia la fría noche de invierno. Joe se quitó la chaqueta y la puso sobre mis hombros.

—Gracias.—Sonreí.

—Eres bienvenida.

Parecía saber exactamente en lo que estaba pensando y se inclinó para besarme otra vez. Dios, como le amaba. Puse todo en ese beso, queriendo que él sepa que, incluso después de estos meses, aún le quería, que aún quería que me necesitase. Quería que él entendiese que había estado sobreviviendo sin él, involuntariamente pero no obstante sobreviviendo. Quería que entendiese que le había perdonado. Quería que supiese que no había elegido esta vida y que si tenía una oportunidad, decidiría en contra de eso.

Joe pareció entenderlo. Me besó como si hubiéramos estado separados durante años en lugar de meros meses. Me sostuvo como si no quisiese que me rompiera. Pero de repente nuestro beso termino y me puso en sus fuertes brazos. Reí, y él me llevó por el césped y al interior de la casa de la piscina.

Estaba oscuro dentro de la pequeña casa y Joe no se molestó en encender las luces. Me dejó y nos tropezamos en la oscuridad hasta que encontramos un sofá. Era pequeño, demasiado pequeño para adaptarnos cómodamente, pero en ese momento, no me importó. Me relajé sobre mi espalda y espere a que Joe se uniese a mí. En poco tiempo, le sentí encima de mí. Su pecho estaba desnudo y pase las manos sobre su piel. Se tomó su tiempo desvistiéndome, explorando mi cuerpo. Sus besos eran gentiles, su tacto era sincero pero podía sentir su desesperación. Ambos sabíamos que no teníamos mucho tiempo juntos. 

Esa noche hicimos el amor, primero en el sofá y luego contra el suelo, todo lo relacionado con nuestra intimidad se veía desesperado pero necesario. Se sentía bien incluso completamente prohibido. Me acurruque a su lado, en el reloj de la pared leyéndose las 3:47 am, y envolvió su brazo a mi alrededor.

—Te he echado mucho de menos —le susurré.

No abrí los ojos para ver si ofrecía una respuesta. Quería creer que él se sentía de la misma forma. Quería creer que me había dicho que me amaba, que nunca podría dejarme otra vez. Caí dormida sintiendo que mis sueños se habían hecho realidad.

Por la mañana, Joe se fue y Jackson había tomado su lugar. Desperté con un cariñoso beso en mi hombro y cuando abrí los ojos, la primera cosa que vi fueron las patas del sofá. Supe, en ese momento, que no había hecho el amor con Joe. Supe que me daría la vuelta y Jackson estaría diciendo “buenos días”. Pero había parecido real. Había necesitado estar con él y mi mente me había permitido hacer eso. 

De mala gana, me di la vuelta para poder hacerle frente. Su pelo castaño era un desastre y sus ojos parecían cansados. Tuve que sonreír.

—¿Dormiste bien?

Asentí, aun cansándome. 

—¿Tu?

Un bostezo escapo de sus labios. 

—¿Ese fue algún beso la pasada noche, verdad?

Reí en alto ante su sarcasmo. 

—Ahora esto es incómodo, ¿cierto? —Perderle como a un amigo no fue una catástrofe. Nos habíamos distanciado desde que se había casado y solo nos veíamos el uno al otro en las aleatorias cenas de cumpleaños y en las ocasionales fiestas de compromiso. 

Jackson sonrió y negó con la cabeza. 

—No. Creo que era algo que ambos necesitábamos.

Posiblemente no sabía cuánto lo había necesitado. 

—Probablemente no es la mejor o más responsable idea que jamás tuvimos —agregó―. Pero con certeza no ha pasado nada.

Le sonreí y besé rápidamente en los labios. 

—Gracias.

Apartó un solitario rizo detrás de mí oreja y sostuvo mi cara en su mano.

—Vamos —dijo eventualmente, su sonrisa aún relajada y genuina―. Te compraré una taza de café.

Pasamos el resto de la mañana sentados ante la cena, vestidos en nuestra ropa formal, riendo como amigos
jamileth
jamileth


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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 4:15 pm

CAPITULO 24
 
Salí por las puertas y miré entorno a la sala de audiencias llena de gente. Miré al suelo debajo de los tacones de aguja mientras las cabezas se dirigían hacia mí. Podía pintar a los otros miembros de la galería susurrando los unos a los otros sobre mí. Sabía exactamente lo que estaban diciendo. Caminé hacia la segunda fila, con la mano de mi padre en mi espalda, el brazo de Samantha vinculado al mío. “¿Qué está haciendo aquí? ¿Va a testificar?” “¿Por qué podría querer ver esto derrumbarse?”

Y tenía respuestas para todas las preguntas, a pesar de que dudo de que alguien las pudiera creer. Podría testificar, no porque hubiese sido llamada para eso, sino porque Ray merecía cualquier castigo que el jurado decidiese impartir. Quería presenciar este juicio para que pudiese conocer la verdad. Pero sobretodo, estaba aquí para verle. No sabía cómo me podría sentir; no sabía que podría hacer, si podría reaccionar ante todo una vez vea a Joe. Pero necesitaba ver su rostro.  Necesitaba saber que él era real.

Justificar esta necesidad era completamente otro asunto. Había discutido conmigo misma durante horas, regañándome porque sabía que estaba mal, preocupada porque sabía que había una fuerte posibilidad de que podría terminar peor herida de lo que hice antes. ¿Qué si no él no me reconocía? ¿Qué podría ocurrirme si Joe actuase como el monstruo que todos creían que era? Una parte de mi deseaba que ese sería el caso. Podría derrumbar todas las esperanzas que había construido, podría prácticamente matarme pero podría recuperarme. Tendría que admitir que estaba loca al enamorarme de él, que mi apego a él era meramente un mecanismo de defensa. Aprendería a vivir con la vergüenza y con el tiempo podría seguir adelante.

¿Pero qué pasaría si sucedía lo contrario? ¿Qué ocurriría si Joe resultaba ser exactamente la persona que yo creía que podía ser? Si ese era el caso, no sería capaz de dejarle ir. La idea de él, la esperanza de algo mejor, podría surgir en mi cabeza y corazón y podría arriesgarme a perder ambas por un hombre al que no podía tener. Me conocía bien para negar que luchara contra cualquiera de esas reacciones, la buena o la mala. Podía aprender a vivir con Joe, una oscura sombra en la parte trasera de mi mente, o podía envolverme en el ensueño, el único donde estuvimos juntos y felices, donde le necesite y él me quiso. La línea entre lo bueno y lo malo había sido eliminada en el momento en que Joe me forzó en su cama y, incluso si había tenido una oportunidad entre el camino de luz o el oscuro, nunca podría estar en paz. 

La mano de mi padre me dirige abajo a la fila de sillas directamente detrás de, escritorio de los fiscales. Durante las primeras fases del proceso, mi padre me había animado a presentar cambios. Lo había declinado, y mi abogado había estado de acuerdo conmigo. Carolina del Norte ya se había ocupado de los cargos. Y, por supuesto, podría parecer increíblemente extraño si presentaba cargos contra un único hombre en lugar de los tres. No había sido notificada de los juicios de Joe y Marshal. Terminaron en cuestión de minutos, ambos hombres declarándose culpables. Marshal fue por secuestro y cómplice de homicidio involuntario de vehículo. Joe se declaró culpable con los mismos cargos con el cargo adicional de violación. Ninguno de los dos tenía algo que perder por suplicar a un policía, otro que el buen favor de Ray.

Mi padre sospechaba que habían llegado a un acuerdo con el estado para aligerar sus condenas si testificaban contra Ray. Supuse que pronto lo averiguaríamos.

Me senté en un gran banco dentro del tribunal y miré al suelo. No sabía cuándo o si iba a verle pero eso no impedía a mi mente divagar de regreso nuestro tiempo juntos. Con Joe nunca habría llevado tacones tan altos. Los suelos descalzos y de madera me complacían mejor que los tacones de aguja de cuero negros y los estampados azulejos. Recordaba cómo me había llevado al piso de arriba sin esfuerzo, como me había sostenido en sus brazos y besado mi sien, como me había apartado el pelo de la cara después de que hicimos el amor para que pudiese mirarme. 

Sentí la mano de Samantha en mi brazo y mi atención se volvió al tribunal. Mientras veía a Ray entrar en la habitación, me di cuenta de que había estado sonriendo. Pero una vez que vi su cara, mi sonrisa rápidamente desapareció y una ola de pánico cayó sobre mí. ¿Siempre se había viso tan aterrado? Su cara redonda parecía endurecida, sus ojos defensivos y volátiles. Era más alto que los dos guardias que le escoltaban, con los hombros amplios y su postura defensiva. Su mirada recorrió la multitud hasta que encontró mi cara, sus finos labios se estiraron a través de sus sucios dientes, con los ojos entrecerrados. Sentí su aliento en mi cara, olí el ron añejo, saboreé la sangre que había arrojado de su lengua. Sentí sus manos en mi pecho, sus piernas alrededor de mí para mantenerme en mi lugar. No quería mostrar debilidad, no quería que viese que aún estaba asustada de él, pero tuve que apartar la mirada. Me volví hacia Samantha quien estaba aferrando mi mano como soporte. Nuestros ojos se encontraron y pude ver que estaba igual de asustada.

—Ese es él, ¿verdad?

Inhalé con fuerza. Sabía que Samantha se estaba refiriendo al hombre que creía que me había herido y secuestrado. Pero Ray no era ese hombre.

—No —susurré y su cara traicionó su confusión.

—¿Estás asustada?

Lo estaba. 

—Sí.

—Podemos irnos si quieres. 

—No —dije rápidamente e intente sonreír―. Necesito hacer esto. Por favor. Por favor quédate aquí conmigo.

—Por supuesto —respondió a mi sonrisa forzada y apretó mi mano.

Ambas nos pusimos de pie mientras la jueza femenina entró en la habitación. Ray realmente no tenía ninguna posibilidad. Podía sentir sus ojos en mí pero me centré en el juez y el interpretador que mi padre había contratado para sentarse al lado del secretario. No extrañaría una palabra a menos que quisiese. Miré al jurado, muchos de los cuales estaban intentando no quedar atrapados mirando en mi dirección. También habían sido escogidos. Ninguno de los jurados masculinos estaba por debajo de los cuarenta y si tuviese que adivinar, podría decir que todos ellos eran padres. La mujer era un poco más diversa. Al menos dos parecían estar por debajo de los treinta y todos aparentaban un carácter fuerte, sin miedo o aprehensión del proceso del que ahora eran parte.

Las declaraciones de apertura del abogado fueron como se esperaba. El fiscal horrorizó al jurado con una increíblemente precisa, increíblemente descriptica narración de la noche en que fui tomada. Pintaron una imagen de suciedad y tristeza con Ray como el líder: sus previos delitos, sus conocimientos de desviado comportamiento. El motivo, como estaba segura de que mi padre notó, no estaba claramente definido. El fiscal mencionó el dinero del rescate e insinuó que Ray estuvo conducido por la furia en una retorcida añoranza de su madre muerta.

El abogado de Ray lo puso incluso en un mejor espectáculo. Prometió al jurado que deslumbraría la pantalla de humo del fiscal. Les recordó que su cliente era juzgado por: homicidio involuntario de vehículo, asesinato, y secuestro –el primero de manera no premeditada, el segundo una falsa acusación y el tercero un acto de decepción, no por parte de Ray sino en su denominación de amigo. Y desesperación. ¿Desesperación? Ray no sabía el significado de la palabra. Desesperación era estar encerrada en un sótano con solo un bol de avena para sustentarte. Desesperación era ser mantenida contra tu voluntad por un indefinido periodo de tiempo. Desesperación era enamorarse de un hombre que sabías que es absolutamente malo para ti. Desesperación era no ser capaz de ver o hablar con ese hombre porque estaba en prisión por la misma cosa que os reunió a los dos. Ray no conocía la desesperación como yo.

Y entonces sucedió, el momento que yo y todos los demás en el tribunal habíamos estado esperando. Fui llamaba al estrado como primer testigo. La victima en casos como este, supongo, esperaba ayudar en el caso del fiscal para parecer patética y herida, dolorida y confusa. Pero para mí, sentía como si muchas de estas cosas estuvieran en mi pasado. Todavía estaba confusa, por supuesto, confusa por mis sentimientos hacia Joe, pero ya no me sentía patética o herida. Mi dolor casi había acabado. 

Así que me puse de pie y alise las arrugas de mi falda. Hasta ese momento, no había sentido cualquier sensación física. Ahora sentía todas: la falda de tela rasgando mis muslos, la seda de la blusa suave sobre mis hombros y pecho, mi rizado pelo rubio haciendo cosquillas en la parte trasera de mi cuello. La encuadernación de cuero de la Biblia contra mi palma mientras tomaba juramento era suave y cálida. La silla de madera se sentía dura contra la parte trasera de mis piernas mientras me sentaba y enfrentaba a la audiencia.

Cientos de ojos estaban fijos en mí y devolví la mirada desafiantemente. Sabía lo que el fiscal iba a preguntare y sabía las repuestas que debía dar. Pero, ¿qué le había contado Ray a su abogado? Esas preguntas iban a ser momentos definitivos de mi testimonio, mis respuestas no practicadas, mis crudas respuestas. Lentamente, el abogado acusador, un hombre joven con un traje caro y gafas modernas, se puso en pie y se acercó a mí, con una sonrisa informal en su rostro. —Hola, Señorita  Winters. ¿Cómo está hoy?

—Estoy bien, gracias, señor Evans.

—Señorita Winters, voy a hacer unas pocas preguntas y quiero que responda lo mejor de su capacidad.¿Entiende?

—Con claridad —respondí con una sonrisa. Estaba intentando mostrar al tribunal que mi discapacidad física no era una mental. Entendía la necesidad de eso, pero aún me enfurecía. Ojalá hubiese sido directo.

— ¿Puede, por favor, decirme lo que le ocurrió en la segunda noche de Septiembre?

Me senté recta en la silla. 

—Habíamos pasado el día en la playa cerca de Southport… — ¿Puede, por favor, decir al jurado quien estaba con usted?

—Julie Walters.

—Por favor continúe.

—Julie y yo pasamos el día en la playa cerca de Southport y cuando comenzó a oscurecer, sugerí que nos dirigiésemos de regreso a la carretera e intentásemos coger un viaje hacia la ciudad. No habíamos estado esperando mucho antes de que un coche girase fuera de control y nos golpease.

Me detuve, sin recordar que detalles había estado contando para omitir y cuales incluir. Esperé por un aviso del abogado.

—¿Cuánto puede recordar del accidente?

—No mucho. Recuerdo ver el coche golpear primero a Julie y luego deslizarse sobre mí. Y luego recuerdo despertar en el maletero. 

—¿Dónde había sido dejada por muerta?

Abrí la boca para responder pero el abogado Evans rápidamente volvió la cabeza hacia el juez. Miré a mi derecha y observé mientras el juez sostenía una objeción. Mirando al intérprete, ella repitió la palabra “especulación” y asentí en un rápido gracias.

—Regresaremos a eso. —Me sonrió Evans―. ¿Puede, por favor, contarnos que ocurrió cuando finalmente fue liberada del maletero del coche?

—La puerta se abrió y vi a tres hombres.

— ¿Alguno de esos hombres está hoy aquí?

Cogí aliento. 

—Sí.

— ¿Podría  señalarles para mí, por favor?

Con lentitud, mis ojos vagaron del abogado a la mesa donde se sentaba Ray. Podía decir por su postura que él encontraba esto divertido. Sus piernas estaban abiertas por debajo de la mesa, sus codos y antebrazos descansaban sobre la superficie, su torso se inclinaba hacia mí. Había una sonrisa torcida en su rostro. Sus ojos me desafiaron a reconocerle.

Con confianza, levante la mano y señalé directamente hacia él. 

—Ese hombre. Él fue el primero que vi.

La boca de Ray se contrajo directamente mientras sostuve su mirada, pero no se movió. No parecía estar respirando. Pestañeé una vez y luego me volví hacia Evans.

— ¿Te dijo algo?

—No a mí, no.

—¿Pero hablo? ¿Qué dijo?

—Le dijo a su hermano que me matase.

— ¿Está segura?

—Sí.

El abogado se detuvo y miró al jurado antes de continuar. 

—¿Qué ocurrió después, Señorita Winters?

—Fui metida en el coche y Ray fue convencido de perdonar mi vida. 

—¿Quién le convenció?

—Su amigo, Joe. —Mi corazón comenzó a latir más rápido.

—¿Joe Prideaux, el tercer hombre en el coche con el acusado Raymond Brich y su hermano, Marshal?

Asentí. 

—Sí. —Se había sentido extraño descubrir el apellido de Joe en los periódicos. Y, mientras lo conocí en el papel, nunca lo había visto decir antes. Prideaux. Era ligeramente hermoso.

—¿Qué hizo el Señor Prideaux para convencer al Señor Birch de perdonar su vida?

—Le dijo a Ray que podían rescatarme.

—¿Alguno de esos hombres todo ese tiempo supo quién era su padre? ¿Tenían una cantidad determinada o un plan en mente?

—Joe averiguó quien era mi padre unos pocos días después. Les ofrecí todo el dinero de mi cuenta, veinticinco mil dólares, pero lo rechazaron.

—Ya veo —dijo Evans lentamente, mirando otra vez al jurado. Giré la cabeza y también les mire. Sus caras eran una mezcla de disgusto y preocupación. Quienes estaban disgustados, no podía decirlo. —Señorita Winters, ¿dónde la llevó el tercer hombre después de descubrir que aún estaba viva?

Esta vez vi al fiscal defensor de pie para expresar su objeción. 

—Parafrasearé —prometió Evans―. ¿Dónde la llevaron los tres hombres después de que decidiesen rescatarla?

—A su casa.

—¿Y dónde se mantuvo usted?

—En el sótano.

—¿Le fue dada comida y agua? ¿Ropa limpia?

—Me daban avena cada mañana  tenía agua potable en el sótano. Cogieron muchas de mis cosas pero me dejaron un par de pantalones. Me dieron alguna de sus camisetas para ponerme.

—¿Tenía acceso al baño?

—Unas pocas veces al día, sí.

—¿Cuánto tiempo la mantuvieron en el sótano?

—Alrededor de siete semanas.

—Señorita Winters, durante esas siete semanas, ¿el Señor Birch le causó algún daño físico?

—Sí.

—Por favor, cuéntenos lo que sucedió.

Cerré los ojos durante un rápido segundo, disponiéndome a no mirar a Ray. Pero cuando los abrí, su cara estaba directamente en mi línea de visión. 

—La primera noche que estuve allí, trató de forzarme. Unas pocas semanas después, me amenazó con un cuchillo y luego me golpeó en la cara.

Ray se sentó con rapidez en la silla y se cruzó de brazos. Su abogado le susurró algo con la mano en frente de la boca para que yo no lo pudiese ver. Ray asintió y la sonrisa desapareció de su rostro, una mirada de preocupación oblicuando sus ojos y arrugando el ceño.

Mire de regreso a Evans quien esperaba pacientemente por mi atención. 

—¿Alguna vez mencionó Ray a Julie Walters?

—Sí. Preguntó por ella después de leer que su cuerpo había sido encontrado.

—¿Qué pregunto?

—¿Cómo de bien la conocía? ¿Quién más la había visto con ella?

—¿Cómo reaccionó el a sus respuestas?

—Estaba enfadado. Dijo que yo debería estar muerta.

—¿Fueron esas sus palabras exactas?

—Sus palabras exactas fueron “necesitamos deshacernos de ella”.

—¿Cómo sabe que no estaba hablando sobre dejarla marchar?

Las lágrimas se iniciaron detrás de mis parpados. En realidad estaba sorprendida de que hubiese llevado tanto tiempo el llorar. Era fácil recordar el tiempo que había pasado con Joe. Pero volver a revivir el tiempo con Ray me recordaba cómo de cerca había estado de la muerte. —Porque le pidió a su hermano que le trajese un cuchillo. Lo sostuvo en mi cuello hasta que sangre.

—¿Él dijo algo?

—Sí. Pero no sé lo que era. No podía verle. Solo pude ver lo que Joe estaba diciendo.

—¿Entonces, que estaba diciendo Joe? —El abogado me tendió su pañuelo y me sequé los ojos.

—Dijo que no había necesidad de matarme. Aún podían conseguir algo de dinero.

—¿Y qué ocurrió después?

—Estuvieron de acuerdo en que debería escribir una carta a cualquiera que pudiese enviar más dinero. Iban a incluir sus demandas.

—¿La carta fue enviada?

—Sí. Ray y Marshal viajaron al día siguiente a Virginia para que pudiesen enviarla.

—¿Y cuánto tiempo después de que esa carta fuese enviada permaneció en cautiverio?

Tuve que pensar en eso. Había ocurrido mucho entre el momento que había escrito esa carta y el momento en el que Joe había vuelto en sí. Parecían semanas, pero en realidad era solo cuestión de días. 

—Se fueron una noche y después regresaron, fui llevada a la orilla al día siguiente donde la policía me encontró.

—¿Por qué la urgencia? Acababan de enviar cartas de demanda.

—Imagino que era porque Ray descubrió quien era mi padre. —Miré a mi padre por primera vez desde que llegue al estrado. Tenía lágrimas en los ojos pero parecía orgulloso de mí. Le di una débil sonrisa e hizo lo posible por devolverla.

—¿Ray tenía miedo de tu padre?

El equipo defensor objetó. Se sostuvo.

—Señorita Winters, solo tengo unas preguntas más —dijo Evans, claramente complacido con la reacción que estaba recibiendo del fiscal de oposición. 

—¿Estaba usted asustada del Señor Birch durante esas siete semanas que la mantuvieron cautiva? 

—Sí.

—¿De qué tenía miedo?

—Tenía miedo de su temperamento. Tenía miedo de que fuese a herirme o matarme.

—¿Por qué?

—Él mató a Julie —solté mientras recordaba cómo de agradable había sido ella―. Él no parecía que tuviese un problema con eso. 

—Señorita Winters, la noche antes de que dejase la casa, otra mujer fue asesinada, ¿verdad?

Esa pregunta me sorprendió. No lo habíamos ensayado después de todo. 

—Sí.

—¿Sabe cómo Carla Lindstrom fue asesinada?

—Leí que él la estrangulo.

—El forense concluyo que ella fue golpeada con fuerza antes de morir.

Contuve la respiración esperando que él dijera algo más.

—¿Sabe dónde encontró la policía su cuerpo?

Sacudí mi cabeza.

 —No.

—Encontraron su cuerpo en el sótano, acostado sobre un colchón viejo.

Cerré los ojos, mis lágrimas se volvieron incontrolables. Podía ver el sótano claramente en mi mente, el viejo mueble, la pared de hormigón y mi cama en el centro del cuarto, no era difícil imaginar el cuerpo de Carla sobre el colchón. Tantas veces pensé que esa cama seria mi última morada.

Cerré mis ojos por un largo momento, la imagen de Carla venía a mí, más y  más vivida.

—No tengo más preguntas adicionales, su señoría —Evans se dirigió a la juez, ella me miro desde debajo de los asientos. Su cara se mantuvo firme pero sus ojos mostraban simpatía, yo debería verme finalmente como la victima que Evans quería que fuera.

El abogado de la defensa se levantó de su asiento. Señor Krieger era un hombre viejo, de la edad de mi padre más o menos, su cabello rubio tenía toques de rubio en las sienes y su corta estatura estaba ineficazmente disfrazada por un traje a rayas, él no me sonreía mientras se acercaba.

—Señorita Winters, ¿qué hacía usted la noche pasada antes de dejar su casa?

La pregunta parecía bastante sencilla, pero me sorprendí ante cuanto me costó encontrar la respuesta. 

—No estaba haciendo nada, durmiendo, supongo.

—¿Con quién estaba?

Me congele.

 —Estaba con Joe —respondí lentamente. Mis ojos parpadearon hacia mi padre y Samantha, quienes me vieron con expresiones preocupadas. Evans parecía tranquilo pero hacia girar su lapicero entres sus dedos a un ritmo intranquilo.

—¿Estaba usted en su cuarto o en el  sótano?

—En el cuarto.

—¿Entonces no se quedaban en el sótano?

—No siempre.

—¿No la última noche que estuvieron ahí, por lo menos?

—No señor.

El abogado dejo escapar una pequeña sonrisa de sus labios, seguí su mirada al jurado, ellos ahora me miraban con un peculiar sentido de maravilla.

—Dígame, ¿que estaban haciendo usted y el señor Prideaux la última noche en su casa?

Apreté la mandíbula. 

—Nosotros estábamos…él estaba… —No sabía cómo expresarlo, estábamos haciendo el amor, al menos era como me sentí en ese momento. Era como me sentía todavía ahora, pero hacer el amor no se veía una cosa correcta para decir ahora.

-¿Estaba usted intimando con el señor Prideaux? —Krieger me salvo de gritarlo.

—Sí —le susurre.

—Ahora hable en voz alta, señorita Winter, deje que la corte la escuche.

—Sí —respondí, sentándome recta en la silla, evitando todas las miradas excepto la del abogado.

—¿Entonces usted estaba distraída?

—¿Distraída de qué?

—De lo que estaba sucediendo en la casa.

Lo mire, tratando de entender que me quería decir. 

—No entiendo la pregunta. 

—¿Era usted consiente, o no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo en el resto de la casa esa noche?

—No señor.

—¿Es seguro decir que sus actividades con el señor Prideaux la mantuvieron distraída?

Me burle de las palabras, nuestras actividades, como el las llamaba, había sido una hermosa noche. No creo que Joe me hubiera usado como distracción.

—Él parecía distraído para empezar, pero no por mí, se inquietó por algunos ruidos que oyó.

—¿Usted no sabía por qué  se hacían los ruidos?

—No, no quiso decirme, pero empezaron después de que Ray llevara a Carla a su habitación del piso de arriba.

—¿Pero no sabe qué paso realmente esa noche entre el señor Birch y la señora Lindstrom?

—No.

-¿Señorita Winter es verdad que usted dejo creer al señor Birch que era incapaz de hablar cuando le conoció?

Sonreí por la manera en que formulo la pregunta. 

—Cuando el señor Birch descubrió que yo estaba viva me llevo a su casa en contra de mi voluntad, sí, yo le deje creer que no podía hablar.

—¿Porque?

—Parecía más fácil  de esa manera.

—No tuvo el coraje de mantener su charada.

Parpadee.

 —Me sentí alentada, sí.

—¿Por quién?

—Por Joe.

—¿Él le prometió algo a cambio de su silencio?

—Me prometió que me mantendría segura de Ray, él sabe cuánto miedo le tenía de él.

—¿No tenía miedo a los otros dos hombres?

—Lo tenía.

—¿Aun así usted se alió con el señor Prideaux porque él le prometió mantenerla segura?

—Sí. —No entendía a donde iba con todo esto, veía como si estuviéramos hablando en círculos.

—¿Vivió con esa promesa?

Trague.

—Ray  no me mato, si eso es lo que quiere decir.

Kriegeur sonrió ante mi respuesta.

 —Señorita Winters usted admitió haber tenido una relación con el Señor Prideaux. ¿Puede decirme cuando empezó?

Tres días antes de que me encontrasen.

—¿Fue consensual?

—No —respondí rápidamente, tratando de convencerme de que era la mejor respuesta que todos necesitaban oír.

—¿Es verdad que el señor Prideaux conocía quien era  su padre antes que el señor Birch y su hermano?

—Sí.

—Más temprano usted dijo que escribió una carta pidiendo ayuda y que el  señor Birch y su hermano condujeron a Virginia para enviarlo por correo, ¿a quién le escribió la carta?

—A mi padre, —dije mirando a Christopher quien devolvió la mirada con confusión. ¿Estaba maravillado por quien era esa mujer sentada frente un juez y un jurado, hablando de cosas que a él ahora no le gustaba siquiera pensar? 

—¿Entonces debió darle a alguien su dirección?

—No.

—¿No? —Krieguer miro alrededor del cuarto de la corte pretendiendo que estaba choqueado por mi respuesta―. ¿Cómo hicieron para saber dónde enviar el correo entonces?

No quería decirlo alto. Mire fijamente al abogado hasta que volvió a hablar.

—Señorita Winters le recuerdo que está bajo juramento.

—La dirección de Joe es un apartado de correo en Delawere la cual el adquirió en internet.

El abogado sonrió otra vez.

—Entonces Joe sabía que su padre podría nunca leer la carta.

—Sí.

—¿Pero el señor Birch no lo sabía?

—No.

-¿Le dijo el señor Prideaux porque falsifico la dirección de la carta? 

De repente era  consciente de cuan tensa me sentía.

Mis manos se apretaban en la silla, mis piernas estaban apretadas con tanta fuerza que me empezaron a doler las rodillas. 

—Dijo que quería más tiempo conmigo.

—¿Es verdad que el señor Prideaux le pregunto si huiría con él?

—Sí. —Y empecé a llorar otra vez.

—Es seguro decir que él había desarrollado sentimientos más fuertes por usted que un simple deseo físico.

El señor Evans se levantó para objetar. Su cara roja de ira, contenida.

—¿El señor Prideaux hablo alguna vez de su afecto por usted?

—Sí.

—¿Que le dijo para hacerle creer que había más interés que el dinero de su padre? 

—Dijo que yo era su todo. —Pude ver los movimientos en la multitud cuando dije esto. Cabezas girando susurrando entre ellos. Un incómodo movimiento en las sillas. Una nueva realidad se había asentado en la cabeza de los de la sala de la corte.

—Interesante —dijo el antes de detenerse y mirar unas notas en su libreta―. Señorita Winters, usted declaro que Joe convenció al señor Birch y a su hermano para mantenerla en el sótano.

—Sí.

—¿Usted sabe porque él hizo esto?

—Él quería rescatarme.

—Bueno, creo que hemos establecido que el dinero no era la motivación del señor Prideaux.

—Tal vez no, pero es la razón por la cual Ray no me mato.

El abogado me miro con fingida desaprobación. 

Señorita Winters, ¿podría usted describir las condiciones del clima la noche que fue tomada?

Me detuve para pensar acerca de esto. 

—Venía una tormenta encamino, había viento.

—¿Estaba la visibilidad deteriorada?

—No.

—¿No?, estaba oscuro y ventoso, ciertamente usted no podría ver como si fuera un día claro.

Me encogí de hombros.

—Pasemos —dijo Krieguer y continúo sin pausa―, fue golpeada por un auto y sobrevivió, cuando su amiga no, ¿tuvo alguna lesión?

—Sí. Algunas de mis costillas fuero rotas.

—¿Algo más?

—Cortes y contusiones en su mayoría.

—¿Se golpeó la cabeza?

—Sí. 

—¿Estaba desorientada y con nauseas cuando despertó? 

—Claro.

—¿Y nunca habló o se movió por si misma hasta que llegó a la  casa?

—No —dije.

—Ya veo, dígame, ¿cómo puede estar segura de que estaba al cien por ciento consciente?

—Estoy segura que no lo estaba. Había sido golpeada por un coche después de todo.

—Entonces estaba con nauseas, confusa y con miedo por su vida, estaba oscuro y hacía viento, perdóneme por preguntar pero todavía no se ha declarado, ¿está completamente sorda, no es así?

Lo mire otra vez.

 —Completamente.

Los labios del abogado no sonreían y sus ojos parecían burlarse de mí. 

—La defensa ha acabado. Su señoría.

Miré su espalda, hasta que me di cuenta de que no había estado respirando. Inhale bruscamente el oxígeno sintiendo un escozor en los pulmones y la garganta. Solté el pañuelo de Evans, que aferraba en mis manos, alisándolo sobre mi regazo antes de mirar al juez. 

—La fiscalía hará su refutación.

Mire hacia atrás a Evans quien estaba aproximándose al estrado. El no hablo hasta que estuvo solo a unos pasos de donde yo estaba sentada.

—¿Señorita Winters puede usted entender lo que le estoy diciendo?

—Sí.

—¿Cuánto tiempo ha sido capaz de leer los labios?

—Empecé a aprender desde los seis años.

—¿Mi  discurso es diferente que el dicho por el señor Krieguer?

Sonreí. 

—Sí, su acento es más del oeste, el señor Krieguer tiene un acento más grueso.

Krieguer frunció el ceño desde su asiento y presiono sus labios juntos, Evans asintió en aprobación y dio unos pasos atrás.

—¿Puedes entender lo que estoy diciendo ahora?

—Sí.

El dio unos pasos más atrás.

—¿Podría decirle a la corte su color favorito?

Le sonreí.

Mi color favorito es el verde.

Él camino hasta el otro lado de la barandilla que separaba la audiencia de los abogados.

 —¿Podría decirle a la corte su película favorita?

Krieguer se paró y objeto, claramente haciendo un esfuerzo por anunciar sus palabras. 

―Las preguntas podrían haber sido fácilmente  ensayadas.

La juez asintió.

 —Señor Evans  creo que dejo claro su punto, la corte es consciente de la habilidad de la señorita Winter de leer los labios.

Evans sonrió. 

—No más preguntas su señoría.

—El testigo es excusado —dijo ella, no podía leer su cara y tuve que recordarme a mí misma que no era el  juzgado.

No era la que sería juzgada, era Ray, el destino del resto de su vida dependía del juez y del jurado, no de mí.

Me puse de pie rápidamente y me sentí mareada, estabilizándome en la barandilla, di unos pocos pasos para recuperar la movilidad y luego cruce rápidamente el suelo de la corte, no tenía que mirar a mí alrededor para saber que todo estaba en silencio, ojos siguiéndome hasta que me senté entre Samantha y mi padre. Con la cabeza en alto y mis pensamientos nadando entre la confusión y la duda, mire al frente y entonces sentí el brazo de mi padre alrededor de mis hombros y me eche a su lado. Giré la cabeza y le mire, sus ojos eran tranquilizadores.

—Te quiero, papa. —Él sonrió y me besó en la frente.

—Yo también te quiero, cariño.
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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 4:28 pm

CAPITULO 25
 
Marshal fue llamado al estrado. En cuanto lo vi siendo escoltado a través de la sala de audiencias, con las manos esposadas en la espalda, con miedo en su rostro y su cuerpo casi temblando, me tomó casi de toda mi energía restante quedarme en mi asiento. Tenía ganas de consolarlo, decirle que nunca quise nada de esto para él, decirle que sus acciones habían redimido a su mal juicio. 

Sus manos fueron puestas en libertad y se frotó las muñecas antes de colocar su mano sobre la Biblia y prestar juramento. Se sentó con la cabeza hacia abajo. No me había mirado ni a su hermano, y me pregunté si era la primera vez que los hermanos se habían visto desde el día de su detención. Ray apretó la mandíbula y miró a la sala de audiencias. Mi corazón se rompió por Marshal.

Vi el intérprete y esperó a que Evans comenzará con su interrogatorio. Marshal mantuvo la cabeza baja mientras contaba su relato completo sobrela noche del 2 de septiembre. Lloró cuando le dijo al jurado que le habían dado instrucciones para matarme si Ray lo ordenaba. Explicó cómo había arrojado el cuerpo de Julie sobre el acantilado y al mar. Sonrió una vez cuando le dijo al tribunal acerca de la comida que me había traído y cuando le había enseñado el lenguaje de signos. Comenzó a temblar cuando se le preguntó acerca de cómo Ray me había herido con un cuchillo por el cuello y me golpeó con fuerza suficiente para dejarme fuera de combate.

En un primer momento, Marshal se limitó a mirar a los abogados y al juez. Mantuvo la mirada fija hasta que Evan le preguntó si alguna vez Ray había mencionado matarme. La mirada de Marshal deambuló rápidamente por la audiencia hasta que me encontró. Mis ojos se llenaron de lágrimas.

―Mi hermano me dijo en varias ocasiones que quería matarla, o que la mataría si no conseguíamos el dinero.

―¿Te acuerdas de las circunstancias exactas?

Marshal suspiró, todavía con la mirada sobre mí. 

―Una vez, cuando estábamos enviando la carta en Virginia. La segunda vez fue cuando volvimos y nos enteramos de quién era su padre.

―¿Cree usted que él era capaz de matarla?

―No quería creerlo ―dijo Marshal, su mirada vacilante volviendo a Evans y a la mesa de Ray―. Pero él cambió tanto. No es el hermano con quien había crecido. Era como si él fuera una persona totalmente diferente.

El señor Evans dio a Marshal un minuto para recobrar la compostura antes de continuar. 

―Señor Birch, vamos a tomar un minuto para hablar de Carla Lindstrom.

―Está bien.

―Ahora, ¿qué pasó la noche en que Ray se enteró sobre el padre de la señorita Winter?

―Bueno, Ray salió y se llevó el coche. Estaba enojado conmigo y con Joe por no estar de acuerdo con su plan para matar a ______________. Regresó unas horas más tarde con esta chica...

―¿Carla Lindstrom?

―Sí.

Evans hizo un gesto para que continuara. Pude ver nuevas lágrimas cayendo de los ojos de Marshal.

―Ray la llevó a casa y comenzó a beber. No sabía por qué la había llevado allí, ya que me había estado diciendo que nadie podía saber que _______________estaba con nosotros. Pero entonces ella bajó las escaleras y las dos chicas se reunieron y a Ray no pareció importarle. Joe estaba enfadado, pero, de todos modos, Ray llevó arriba a Carla. 

―¿Pudo oír los ruidos que venían de la habitación de Ray?

―Sí ―respondió Marshal. Sus labios temblaron.

―¿Podría describirlos?

―Las cosas se estaban rompiendo. Carla estaba gritando y riendo a Ray. Realmente no sabía lo que estaba diciendo.

―¿Sonaba como si estuviera en problemas?

―-Más o menos. Algunas veces. 

―¿Pero usted y el señor Prideaux no hicieron nada para ayudarla?

―No. Ella nunca gritó pidiendo ayuda.

―¿Cuándo finalmente se detuvieron estos ruidos?

―Alrededor de las doce y media, supongo.

―¿Y cuando se dio cuenta de que la señora Lindstrom estaba muerta?

―Hasta el día siguiente, cuando estábamos en la estación de policía.

―¿Qué le pareció que había pasado con ella?

―Pensé que se había desmayado. Estaba muy borracha.

―Ya veo. Señor Birch, ¿le amenazó Ray durante el tiempo que la señorita Winter estuvo detenida en su sótano? 
Marshal miró a Ray, pero éste se negó a ver a su hermano menor. 

―Sí. La primera noche, le dije que deberíamos entregarnos, pero me advirtió que si le decía a alguien, me iba a matar y a ella. En el trabajo, se aseguró de que estábamos siempre juntos, así que no podía hablar a nadie sobre ello. 

―¿Alguna vez pensó que Ray realmente le haría daño a usted o a la señorita Winters?

―A ______________, sí. Pero sabía que si mantenía la boca cerrada, no me haría daño.

―Gracias, señor Birch. No tengo más preguntas.

El señor Evans regresó a su asiento y miró al abogado de Ray. El señor Krieger se recostó en su silla y miró a Marshal. Ray siguió negándose a mirar el banquillo de los testigos.

―Señor Birch ―comenzó finalmente el abogado finalmente―. ¿Cómo se sintió cuando se enteró de que Joe le había escondido la verdad sobre la señorita Winters y su padre?

―No lo sé. Supongo que no estaba realmente enojado ni nada. Sólo confundido.

―¿Confundido por qué?

―Bueno, realmente, por un par de razones. Si su padre era senador, podríamos haber sido capaces de obtener mucho más dinero por ella. Pero también fue aterrador porque, ya sabe, es un senador.

Sonreí.

―Un hombre del poder? ―dijo el abogado solícito.

―Exactamente.

―¿Cree que Joe tenía miedo del poder de su padre?

Evans se puso de pie para objetar, pero el abogado de Ray reformuló su pregunta.

―¿El señor Prideaux le dijo alguna vez que las conexiones del padre de ella lo asustaban o intimidaban?

―No.

―¿Le dijo cuánto tiempo había sabido quién era su padre?

―Nos lo dijo que lo sabía casi desde el primer día.

―No tengo más preguntas ―dijo Krieger con una sonrisa.
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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 4:39 pm

CAPITULO 26
 
Apenas dormí aquella noche. Di varias vueltas. Sabía que estaba manteniendo a Samantha despierta. Joe sería llamado a declarar mañana y de repente mi deseo de verlo comenzó. ¿Qué si no tenía las respuestas que necesitaba? No era yo la que hacía las preguntas. Los abogados podrían torcer nuestra experiencia en prácticamente cualquier cosa que quisieran.

Me quedé mirando por la ventana a la salida del sol, con los ojos pesados, mi cuerpo me reprendió por no dormir.

Samantha me observaba con atención mientras me vestía y me arreglaba el pelo, sabiendo que estaba preocupada por algo, pero sin estar dispuesta a hablar de ello. ¿Se daría cuenta? No sabía si podría mantener mis sentimientos una vez que lo vea.

La multitud en el interior de la sala parecía haber crecido desde ayer, y las miradas que me dieron eran peores que nunca. En realidad no había necesidad de que estuviera aquí. Había testificado, dado mi relato y no había nada que pudiera hacer.

Tomé el mismo asiento del día anterior y esperé a que mi padre hablara con el señor Evans. No me importaba saber su conversación y me senté junto a Samantha, sin decir una palabra.

Ray no me miró cuando entró en la sala de audiencias. Pero lo miré fijamente. Parecía haber cambiado durante la noche. La confianza se había ido y él miraba el suelo. Todavía no parecía arrepentido.

No es que hubiera esperado que se sintiera así.

Todo el mundo se puso de pie mientras la juez entraba en la sala del tribunal. Su rostro escaneó la audiencia, descansando momentáneamente en Samantha y en mí, y luego hizo un gesto para que todos tomaran sus asientos. Una vez sentados, Evans llamó a su primer testigo. Vi al intérprete decir el nombre completo de Joe y contuve la respiración hasta que vi la puerta lateral abrirse.

Un guardia apareció por el pasillo oscuro y después de él apareció una cabeza morena con ojos verdes penetrantes.

Joe.

La cara de Joe era justo como la recordaba, pero sus ojos estaban rodeados por una sombra de color morado oscuro y sus mejillas parecían ligeramente hundidas. Sin embargo, él sostuvo su cabeza en alto, con los hombros hacia atrás, y caminaba con un andar a su paso. ¿Era un acto? No lo podría decir. Sólo podía mirar su rostro hermoso y perfecto.

El guardia liberó sus manos, y Joe torció la muñeca para recuperar la pérdida de sensación. Miró al secretario de la corte mientras confirmaba su juramento. No fue hasta que empezó a tomar asiento que sentí la mano de Samantha cubriendo la mía. Miré hacia abajo y me di cuenta de que había estado agarrando su brazo lo suficientemente apretado para que se volviera de color rojo brillante. Miré a mi amiga y le di una sonrisa de disculpa que ella respondió con un ceño escéptico.

Estoy bien, señalé, sin saber si mi voz aún funcionaría en este momento.

Podemos salir, me recordó.

Negué con la cabeza y tomé su mano, con cuidado de no apretar demasiado fuerte. Pero cuando volví mi atención al testigo, sabía que mi agarre debió haberse sentido como un tornillo. Joe miró hacia mí. Parpadeé, sólo una vez, en su mayoría de puro shock, y luego sentí que mi cuerpo se relajaba. A pesar de que estábamos rodeados de gente, a pesar de que estábamos siendo juzgados por cientos de ojos, y aunque ambos sabíamos que estaba mal, permitimos que este breve momento pasara entre nosotros. Sabía que podía leer mi cara como una cartelera de neón, y mis sentimientos hacia él brotaban de mis ojos y volaron de mis labios mientras lanzaba un pequeño suspiro.

Parecía aliviado de verme. Sus ojos parecían suaves, sus labios pegados en una sonrisa torcida. Quería hablar con él más que nunca. No me importaba quién estuviera viendo, quién estuviera escuchando. Y, si su mirada no hubiera sido tan relajante, hubiera tenido que usar hasta la última gota de mi fuerza de voluntad para no subir sobre el escritorio de Evans y correr a sus brazos. Le devolví la sonrisa mientras sus labios comenzaron a moverse. Deseaba secretamente que estuviera hablándome sólo a mí y no al abogado.

―Sí ―dijo con claridad y me di cuenta de que no había visto la pregunta.

―¿Y puede usted confirmar que era Raymond Birch quien conducía el coche en la noche del 02 de septiembre?

―Sí ―respondió de nuevo, sus ojos todavía en mí.

Miré de nuevo al intérprete.

 ―¿Podría informar al tribunal acerca de la conversación que tuvo lugar después de que el señor Birch golpeara a las dos víctimas con el coche?

Por último, los ojos de Joe se volvieron hacia Evans. 

―Marshal y yo queríamos ir directamente a la policía. Ray tenía ideas diferentes y abogamos por unos minutos. Marshal cedió antes que yo, pero decidimos a moverlas más lejos de la ciudad antes de tirarlas en el océano.

―¿Por qué cedió?

―Sabía que Ray iría a la celda, tal vez la cárcel, a causa de sus delitos pasados. Marshal no se había metido en problemas antes de esto. No quería que tuviera un registro también.

―¿Así que estabas protegiendo tus dos amigos?

―Sí.

―Marshal Birch declaró que una vez que usted se enteró que una de las víctimas estaba viva, fue usted quien les convenció para llevarla de vuelta a la casa. ¿Es esto cierto?

―Sí.

―¿Qué iba a hacer con ella una vez que la tuviera allí?

―Pedir un rescate por ella ―dijo claramente Joe.

―¿Podría decirle al tribunal lo que Raymond Birch quería hacer una vez que se descubrió que la señorita Winters estaba viva?

―Él quería matarla.

―¿Él, durante el cautiverio de la señorita Winter, alguna vez habló de matarla otra vez?

―Sí.

―¿Varias veces?

―Sí.

Sentí la mano de mi padre sobre mi rodilla. Miré y sonreí, asegurándole que estaba todavía viva y que seguía siendo su niña. Mi padre estaba a punto de llorar y la otra mano apretó en un puño apretado.

Joe continuó explicando. 

―Amenazó con cortarle la garganta después de que nos enteramos que su amiga había sido encontrada. La otra vez fue después de haber descubierto quién era su padre. Y una última vez la noche anterior que nos delaté.
Fruncí mis cejas ante esta última afirmación y traté de recordar. Pero no pude. Marshal no lo había mencionado en su testimonio. ¿Cuándo había ocurrido eso? Miré a Evans, esperando que le pidiera a Joe explicar sobre eso, pero él prosiguió.

―Volveremos a eso. ¿Podría decirle al tribunal lo que pasó la primera noche cuando la señorita Winters estuvo en su casa?

Joe asintió y se movió en su silla. 

―Estaba en mi sala de lectura y oí gritar a _______________desde el sótano. Sabía que Ray había estado bebiendo una vez que llegamos a la casa, así que corrí escaleras abajo y lo encontré encima de ella.

―¿Qué estaba haciendo?

Joe negó con la cabeza y sentí que la mano de mi padre buscaba la mía. Solté de mi agarre a Samantha y entrelacé mis dedos con los de mi padre, mi mano libre estaban ligeramente apoyada en el antebrazo.

―Él tenía una mano en su camisa y la otra en sus pantalones.

Mi piel empezó a picar por la memoria. Sabía que todas estas cuestiones eran irrelevantes para los cargos en contra de Ray. Evans estaba usando a Joe como testigo para demostrar que Ray era capaz de matar.

―¿Qué le dijo cuándo le vio?

―Me preguntó si quería ir primero por ella. Dijo que era perfecta porque podía hacer lo que quisiera con ella y no tener que escuchar quejarse cuando estuviera hecho.

Sentí que mi cara enrojecía de vergüenza. Joe se negó a mirarme, y sabía que probablemente estaba matándolo decir estas cosas en voz alta. Sabía también que esto estaba acabando con él por declarar que su amigo es un monstruo insensible con las peores intenciones cuando Joe sabía que sus actos también habían sido muy horribles.

―¿Qué pasó después?

―Tuve que luchar para sacarlo de ella. Luego dijo que estábamos compartiendo todo, incluso a ella.

―¿Alguna vez hizo otro intento de lastimarla?

―La golpeó una vez. La noche antes de que todo terminara, él puso una pistola en su cabeza.

Di un grito ahogado, pero rápidamente cerré la boca. Todas las cabezas en la sala se volvieron hacia mí. Me quedé mirando fijamente a Joe, deseando que continuara.

―Ray dijo que la iba a matar porque había arruinado su vida. Dijo que ella merecía morir y que iba a disfrutar matarla, que no se arrepentiría.

El enorme cuerpo de Ray se levantó de detrás de su escritorio, la silla volando hacia atrás y golpeando la baranda detrás de él. Tenía la cara roja y él estaba gritando, con el dedo apuntando directamente a Joe.

―¡Vete a la mierda, Joe! Sabes que eso no fue lo que... ―pero su abogado tiró de él, colocando la silla antes de que el guardia pudiera llegar a él. Los dos compartieron unas palabras silenciosas que no podía ver y, finalmente, Ray alzó los brazos en derrota. Miré al juez que miró al abogado defensor con una mirada de advertencia.

Evans continuó. 

―¿Qué le hizo parar?

―No lo sé ―respondió Joe rápidamente―. No había nada que pudiera haber hecho para detenerlo físicamente, pero él me preguntó si había algo que quería decirle antes de que la matara. ―Él vaciló y miró en mi dirección―. Le dije lo que pensaba que le haría dar marcha atrás y lo hizo. Le dije que nos iríamos al día siguiente.

―¿Qué pasó después? ―Pero eso no era lo que quería que Evans preguntara. ¿Qué le había dicho Joe a Ray para que me dejara esa noche? ¿Y por qué no me había dicho nada de esto? En mi cabeza se arremolinaban imágenes de la conversación que había sucedido mientras dormía profundamente junto a Joe. Pensé que esa noche había sido tan perfecta, tan ideal. Pero Ray tuvo que arruinarlo por Joe.

―Llamé a la policía a primera hora en la mañana y les dije dónde estaríamos llevándola. No quería que vinieran a la casa porque tenía miedo de que Ray tratara de matarnos a todos si estábamos rodeados. Así que la llevé al banco y dejé que vaciara su cuenta, dando tiempo a la policía y alejarla de forma segura de Ray. 

―¿El señor Birch confesó el asesinato de la señorita Carla Lindstrom esa noche?

―Lo hizo.

―¿Qué fue exactamente lo que dijo?

―Le pregunté por Carla y me dijo que ella no se despertaría pronto. Dijo que disparar a alguien sería más fácil que estrangularle hasta la muerte.

―¿Algo más?

Joe miró a Ray. Su cabeza descansaba en sus manos, con los ojos cerrados. 

―Me dijo que no había querido matarla realmente, que sólo fue una especie de accidente.

―Ya veo. ¿Lo oyó mover su cuerpo al sótano?

Pero el abogado de Ray se opuso.

―Voy a reformular ―dijo Evans antes de que la juez pudiera responder―. Después de que Ray dejara su habitación esa noche, ¿oyó que algo sucedía dentro de la casa?

―-Sí. Le oí arrastrando algo abajo. Estaba hablando solo, gritando y riendo.

―Gracias. No tengo más preguntas.

El abogado de Ray se puso de pie y salió hacia el estrado de testigos.

―Señor Prideaux, ¿puede usted por favor describir su relación con la señorita Winters?

Joe parpadeó y miré sus hombros hundirse. Los alzó de nuevo y respondió la pregunta.

―Bueno, la secuestré...

―No le pregunté lo que le hicieron. Le pedí que describa su relación con ella.

―Es complicada ―dijo Joe con los dientes apretados.

―¿Complicada? ¿Cómo?

Joe parpadeó un par de veces, buscando las palabras adecuadas. 

―Complicada por el hecho de que lo que le hice a ella y lo que quería de ella, no tenía sentido.

―En este momento está cumpliendo una condena de cuatro años por violación y secuestro, ¿no es así?

―Sí.

¿Cuatro años? Mi corazón se hundió. Pensé en todo lo que podría pasar en cuatro años. Tendría treinta años, mi padre podía ser presidente, mi cuerpo y mi mente cambiarían mucho para entonces.

―Esto establece claramente lo que le hizo a la señorita Winters, ahora haga el favor de decirle al tribunal lo que quería de ella

Joe me miró y sonrió. 

―Quería que me amara.

―¿Por qué?

―Porque la amé. Porque quería estar con ella.

Mi cara y cuerpo se congelaron. Grabé en mi mente la manera exacta en que los labios de Joe se movieron mientras él pronunciaba esas palabras. Mi padre se agitó incómodamente a mi lado. Samantha me lanzó una mirada desesperada, pero no había nada que pudiera hacer por cualquiera de ellos. Sabía que ellos no querían saber mis verdaderos sentimientos.

―Pero ya estaba con ella, señor Prideaux, ¿verdad?

―Quería que ella quisiera estar conmigo ―aclaró Joe.

―El señor Birch y la señorita Winters han declarado que usted le ocultó información a Raymond y Marshal sobre la verdad sobre el padre de la señorita Winters y su capacidad de hablar. ¿Podría decirle a la corte por qué hizo esto?

―Pensé que me compraría más tiempo con ella.

―¿Alguna vez intentó pedir rescate por ella?

―Al principio, sí.

―Al principio ―repitió el Sr. Krieger y asintió con la cabeza―. Señor Prideaux, ¿cuándo se enteró de que la señorita Winters podía hablar?

Joe sonrió. 

―Lo descubrí con bastante rapidez. Ella siempre parecía como si quisiera decirme algo.

―¿Y cuándo se enfrentó con ella al respecto?

―El día en que la trajimos a casa ―dijo Joe, mirando del abogado a mí. Su mirada sostuvo la mía de una manera que hizo que los cabellos de mis brazos se erizaran―. Ray y yo fuimos por sus cosas, buscando en cada bolsillo de su bolsa cualquier cosa que nos pudiera ayudar. Marshal la llevó  al interior de la casa y yo la llevé al piso de arriba para limpiarla. Le dije que se terminara con el acto y eventualmente cedió.

Fruncí el ceño ante esto. La primera parte de su respuesta había sido tan insignificante. Cada bolsillo de mi bolsa, ¿cualquier cosa que pudiera ayudarles? ¿Por qué iba hablar sobre eso? ¿Y fue mi imaginación, o había dado énfasis en ello para mí? Tal vez sólo quería encontrar un significado más profundo, sólo quería encontrar algo a que aferrarme.

La siguiente pregunta del señor Krieger obtuvo mi atención.

―Así que una vez que tuvo la confirmación de la capacidad de la señorita Winters de hablar, ¿por qué lo mantuvo de Ray y Marshal?

―Debido a que me daba control.

―¿Control para hacer qué?

―Control para llevar el mando. Control para mantener segura a ______________.

―¿Seguro? Porque ella no estaba a salvo si la violó.

Mi padre apretó mi mano y me miró a los ojos. Él bajó la mirada hacia mí con una expresión asustada y desamparada. Sonreí y le devolví el apretón. Todavía estaba aquí, todavía en una pieza.

―¿No crees que habría sido más seguro si hubiera aceptado el dinero del rescate y la devolviera a su padre?

Joe parpadeó. 

―Supongo.

―Permítame aclarar, señor Prideaux. Usted les hizo creer a Ray y Marshal Birch que usted pediría un rescate por la señorita Winters, algo que admite habría sido para sus mejores intereses, y sin embargo les escondió información para comprar más tiempo con ella.

Fue inteligente lo que el abogado estaba haciendo. Inteligente, pero inevitablemente inútil porque Marshal ya había testificado en contra de su hermano. Krieger quería mostrar al jurado que Joe me había estado manteniendo, no por el dinero del rescate como Joe les había dicho a Ray y Marshal, sino para sus propios propósitos egoístas. Así que, Ray había sido inducido a errar, engañado a hacer cosas que no habría hecho en circunstancias normales. Era una teoría difícil de probar, pero probablemente la única manera que el jurado le daría a Ray alguna simpatía.

―Sí ―respondió Joe, luciendo culpable por primera vez.

―¿Así que admite que retuvo información del señor Birch y su hermano con la intención de prolongar la estancia de la Srta. Winters?

―Sí, pero Ray la habría matado si se enteraba quién era su padre. 

―¿Cómo sabe eso? ―demandó el señor Krieger―. Raymond Birch condujo cientos de kilómetros para enviar por correo una nota de rescate que él creía que sería contestada. Sus acciones nos dicen que, efectivamente, quería pedir un rescate por ella.

―Él también puso una pistola en su cabeza y un cuchillo en su garganta ―dijo Joe, su rostro enrojeció de ira, sus mandíbulas apretadas―. Me dijo que iba a matarla porque ella le había arruinado su vida. Mató a esa chica porque sabía que no lo dejaría matar a ______________.

Pero la juez levantó una mano en advertencia, dejando a Joe saber que estaba fuera de lugar.

―Me gustaría pedir a la corte que las declaraciones del señor Prideaux sean retiradas del expediente. Ellas no son más que especulaciones. ―El Sr. Krieger se volvió hacia la juez.

―¡No fueron especulaciones! ―gritó Joe, poniéndose de pie e inmediatamente sentándose y bajando la cabeza.

―Entonces retiradas ―dictaminó la juez.

―No tengo más preguntas.

Evans estaba fuera de su asiento antes de que el señor Krieger hubiera terminado de hablar, listo para su descargo.

―Señor Prideaux, cuando se encontró por primera vez con la señorita Winters viva en el maletero de su coche, ¿es cierto que convenció a Raymond Birch pedir rescate como una alternativa a la muerte?

―Sí.

―Y, por favor, dígale a la corte, de entre ustedes tres, ¿quién vocalizó su deseo de matar a la Sra. Winters?

―Fue Ray.

―El proceso descansa.

La cabeza de Joe se bajó ante la juez y se excusó. Inmediatamente estuvo fuera de su asiento y rápidamente esposado por los guardias. Sentí que mi garganta comenzaba a cerrarse, un sollozo descansaba justo por encima de mi pecho. No quería que se fuera. Si tan sólo pudiera mirarlo durante otra hora, otros cinco minutos, las cosas mejorarían. Mis piernas temblaron y luché contra el impulso de correr. Sujeté mis manos en puños apretados y apreté la boca en una línea firme por lo que no podía dejar escapar las palabras.

Vi con horror cómo los guardias escoltaron a Joe de la sala, esperé a que se diera la vuelta y me reconociera por última vez. Estaba casi en la puerta antes de que ocurriera. Miró por encima de su hombro, su rostro sereno, su andar firme. Sus ojos verdes atraparon los míos sólo por un breve segundo y le vi sonreír. Me di cuenta que la sonrisa no era para nadie sino para mí, y enterré mi rostro en el pecho de mi padre y rompí a llorar.
jamileth
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Mensaje por jamileth Sáb 18 Ene 2014, 4:44 pm

buenoc chicas les he subido una pequeña maraton mas  :P 
solo quedan los capitulos 27 y 28 junto al epilogo y se acaba esta increible historia :3

cuidense y gracias por leer  :bye:  Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 350222609
jamileth
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Mensaje por @ntonella Sáb 18 Ene 2014, 5:50 pm

Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 4242539333 
gracias por el maraton..
es una lastima que se este por terminar..
continuaaaaaaa
@ntonella
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Mensaje por chelis Mar 21 Ene 2014, 12:54 pm

estoy llorando!!!!!..... Por que la vida es complicada???..... Pooorrrrr queeeeee!!!!!....
Pobre de Marshall!!!!!..... Es solo un niño!!!!!.. Aaaaaahhhhh y ya solo quedan dos caaaapiiiisss y el epílogo!!!!!...
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por jamileth Mar 21 Ene 2014, 8:08 pm

@ntonella escribió:Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 4242539333 
gracias por el maraton..
es una lastima que se este por terminar..
continuaaaaaaa


sii, es tan ahh, esta nove, pero es linda la historia
jamileth
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Mensaje por jamileth Mar 21 Ene 2014, 8:09 pm

chelis escribió:estoy llorando!!!!!..... Por que la vida es complicada???..... Pooorrrrr queeeeee!!!!!....
Pobre de Marshall!!!!!..... Es solo un niño!!!!!.. Aaaaaahhhhh y ya solo quedan dos caaaapiiiisss y el epílogo!!!!!...



noo llores , pero ya subo mas  :P
jamileth
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Mensaje por jamileth Mar 21 Ene 2014, 8:34 pm

CAPITULO 27
 
Volví sola a la habitación del hotel por la tarde. El viento de invierno me quemaba la cara y las manos, pero apenas me di cuenta. Todavía estaba enamorada de Joe y estaba casi segura de que él todavía me amaba. ¿Pero había alguien como Joe capaz de amar en el mejor sentido de la palabra? El amor se supone que sea personalizado, se supone que signifique algo diferente para cada persona. Pero no sabía lo que significaba para Joe. No entendía su definición del amor y ciertamente no parecía compatible con la descripción comúnmente aceptada de la palabra. Pero lo que no entendía ya no me asustaba. Debería haber estado avergonzada, debería haber estado enferma de asco de estar enamorada de un hombre que me había secuestrado y violado. Pero era una chica enferma y masoquista que se iba a la cama todas las noches rezando levantarme en sus brazos.

El hotel donde mi padre, Samantha y yo nos alojamos era un lugar viejo y pintoresco, probablemente uno de los únicos hoteles en la zona que no estaba cerca de la carretera y que no anunciaban promociones especiales gratis de HBO. El alto techo en el vestíbulo estaba pintado con características marítimas y acentuadas con pan de oro.

Asentí con la cabeza al conserje, me dirigí a la escalera de caracol y subí lentamente las escaleras. Las paredes del hotel estaban llenas de fotos antiguas y dibujos de barcos y otras embarcaciones de mar, todas con dos fechas: su viaje inaugural y su desaparición o el día en que se hundió. El nombre del capitán estaba impreso abajo. Me preguntaba si alguien más se estaba quedando en este hotel y si así fuera, ¿encontrarían estas fotos tan deprimentes como yo lo hice? Habría sido mucho mejor haber visto barcos siendo fuertes y vivos en el océano.

¿Por qué inmortalizar algo tan perturbador? Sin duda, ahogarse sería una muerte dolorosa, especialmente para el capitán, que perdió su barco y su vida al mismo tiempo.

Pero, de nuevo, había algo heroico y casi romántico acerca de morir en el mar. Luchas para salvar el barco que amas y que has trabajado durante tantos años, sólo para tener una fuerza más fuerte que el hombre o el buque que finalmente te consume a ti y tu amado. No sería tan malo, supongo.

***
No tuve que aguantar las imágenes durante mucho más tiempo. El juicio terminó dos días más tarde. Después del testimonio de Joe, el Sheriff Michaels fue llamado al estrado junto con el médico que me había visto el día en que fui encontrada. El sheriff discutió los delitos anteriores de Ray, su reputación dentro de la comunidad. La crítica negativa no era sorprendente.

El médico declaró que me habían roto las costillas y que se habían sanado fuera de lugar, como resultado de una lesión que probablemente ocurrió cinco a ocho semanas antes de mi visita.

Ray sorprendió a todos, incluyendo a su abogado creo, por negarse a testificar en su propia defensa. Tal vez él sabía que era una causa perdida, tal vez acababa de rendirse, pero me di cuenta de que el día en que Joe subió al estrado algo dentro de Ray se había roto. Ya no levantaba la cabeza con confianza, fingida o no. Ya no buscaba mi mirada en el público, con la esperanza de intimidarme con su sonrisa. Ya no mostró su frustración o excitación. Se quedó sentado en su silla, mirando por la ventana o por la exploración de los rostros del jurado.

Lo único que le quedaba por hacer a Krieger era llamar a un testigo personaje, un viejo psicólogo criminal y asertivo que dijo que creía que Ray había sufrido algún tipo de trastorno de estrés postraumático, como resultado de la muerte de su madre. Evans tenía un puñado de cartas para jugar, pero eligió la que le dolía más. Le preguntó al psicólogo si todo el mundo que sufre de estrés postraumático tiene antecedentes penales, si todos secuestraban y mataban gente. La respuesta negativa del psicólogo selló el destino de Ray.

Sabía cuál sería el veredicto antes de que se leyera. Los miembros del jurado se esforzaron mucho para mantener una cara seria, pero muchos de ellos miraron a Ray, otros me miraron con un brillo de esperanza en sus ojos. Creo que pensaron que este veredicto iba a cambiar mi vida, que traería un cierre a mi viaje doloroso. Así fue, en algunos aspectos. Pero había sabido todo el tiempo lo que Ray había hecho. Él era culpable de asesinato, secuestro y asalto.

No necesitaba un juez y un jurado para decidir eso por mí.

Volamos a casa la noche en que terminó el juicio. Mi padre tenía que regresar a trabajar y yo no quería nada más que buscar a través de mi vieja mochila. Todavía la tenía. No le había quitado nada. Todo el contenido de la mochila se encontraba en el mismo lugar exacto en el que estaban el día en que la encontré. No sé lo que me inspiró para no tirarla a la basura. No sé por qué no había buscado a través de ella en un intento desesperado para recordarlo. Pero era como una cápsula de tiempo, las cosas en el interior conservaban las semanas pasadas con Joe. Molestarlas sería criminal. Pero ahora se tenía que hacer.

Quería creer que Joe me había dado una señal en los días en la sala de la corte. 

Cada bolsillo de mi saco.


Cualquier cosa que nos pueda ayudar. Esas fueron sus palabras. Sabía que sus ojos me habían dicho que prestara atención y pidiéndome que hiciera algo.

El viaje desde el aeropuerto fue una tortura. Estaba tan cerca, tan convencida de que iba a encontrar algo que iba a cambiar mi vida. Había pensado en cientos de cosas que pudiera encontrar en esa bolsa.

¿Tal vez una carta de Joe, una nota que explicara todo? ¿Tal vez sería su camisa favorita, la que él había accedido a dejarme prestada el tiempo para que oliera a mí cuando se la devolviera? Podría ser algo para recordarlo. ¿Debo tomarlo como una señal de que quería dejarme ir, una señal para que siguiera adelante?

Samantha me dejó en mi casa y me dijo que le enviara un texto si necesitaba algo. Le di un abrazo y le prometí verla al día siguiente. Caminé lentamente por los escalones de mi entrada, sabiendo que ella me observaba hasta que desaparecí detrás de la puerta cerrada. En el segundo en que estaba a salvo dentro, corrí a mi habitación y me deje caer de rodillas a los pies de mi cama. Metí la mano bajo el marco y tire la bolsa en mi regazo. Ropa voló por todas partes, seguido por el viejo maquillaje y unas pocas barras de proteína. Una vez que el contenido del compartimento principal estaba fuera, metí mi mano profundamente en el bolsillo interior, aquella donde había estado mi pasaporte y la mayor parte de mi dinero.

Di un grito ahogado cuando mis dedos tocaron un objeto desconocido. Sabía que era una llave y también sabía que no era mía. No había estado allí antes. No estaba segura de si quería saber qué puerta abría. Así que la dejé allí por el momento y seguí buscando. Había un papel arrugado en la parte inferior de la bolsa, los bordes rígidos.

Hice una pausa, con la mano enterrada en la bolsa. Joe me había estado diciendo algo. Él sabía que iba a ir a casa y buscaría lo que fuera que había dejado en mi bolsa. Pero estaba empezando a vivir mi vida otra vez. Mis amigos ya no me miraban con expresiones tristes. El color había vuelto a mi piel. Mi padre y yo hablábamos, nos poníamos incluso afectuoso a veces. Tenía a Jackson en mi vida, un hombre que ahora era mi amigo, pero sabía que podía ser mucho más si alguna vez quería dar ese paso. Sabía que siempre iba a vivir con el recuerdo de Joe, pero no sabía si quería vivir en esa recuerdo. Sacando esa llave y leyendo lo que sea que estaba escrito en el papel, me traería de nuevo a su mundo. Empezaría suspirando por él de nuevo, empezaría a recordar todas las cosas buenas de él, no todas las cosas terribles que había hecho.

Cerré los ojos y traté de escuchar a mi corazón o a mi cabeza, o lo que me diera una respuesta. Pero al igual que el mundo en que vivía, mi conciencia estaba en silencio. No creía que tuviera el coraje de tirar mi bolsa debajo de mi cama y hacer como si nada hubiera sucedido. Tendría que quemar el contenido para que no hubiera ninguna manera de saber lo que Joe quería que encontrara. Una lágrima rodó por mi rostro.

Esta bolsa había sido mi vida hasta que conocí Joe. Había viajado desde Delaware a la costa de Carolina del Norte. Quemarla sería como quemar una parte de mi vida, la parte equivocada, la que nunca me arrepentía de los acontecimientos que me condujeron a Joe. Mi decisión de dejar la casa había sido por mi propia voluntad. Si sacaba esta llave de su escondite, ¿sería lo suficientemente fuerte para tomar la decisión correcta? Joe todavía influenciaba casi todo lo que hacía. Él estaba en mi mente constantemente aún cuando había aprendido a controlarlo, lo empuje a una esquina de mi mente donde podía limitarme a observarlo y sentir su presencia.

Mis dedos viajaron de regreso a la llave, presionándola en mi palma y luego arrugando el papel cuando lo saqué del bolsillo. Las lágrimas cayeron libremente ahora de mis ojos. No quería hacer esto. No quería sentirlo más, no quería volver a esa vida en la que él llevó a cabo el control de muchas cosas, pero sabía que me rendiría. Así como lo había hecho tantas veces antes, le perdonaría esta última tortura y seguiría amándolo siempre que me dejara. Apreté la llave y el papel en el puño, mis lágrimas me cegaban temporalmente hasta que estuve sollozando en el suelo de mi habitación.

Sabía que Joe querría que fuera fuerte. Él no estaba aquí para consolarme o obligarme a hacer nada, pero el conocimiento de que él quería que encontrara esto era suficiente para que abriera los ojos.

Mis dedos enderezaron el papel, me senté con cuidado en el suelo. Tomé una respiración profunda antes de limpiar mis lágrimas y mirar el papel.
 

______________,
Estoy escribiendo esto, sabiendo que lo que voy a hacer va a hacerte daño probablemente más que cualquier cosa que haya hecho antes. Me odio por hacerte daño, de verdad que sí. Pero quiero que entiendas por qué estoy haciendo esto. Quiero que seas libre de mí, ______________. Quiero que tengas tu vida de nuevo porque fue injusto de mi parte tomar eso de ti. Fue injusto de mi parte pedirte que huyeras conmigo y fue injusto cuando que me di cuenta de lo que querías.


¿Te acuerdas cuando me dijiste que los sentimientos entre nosotros eran meramente circunstanciales, que tú no tenía otra opción? Te dije que no tenias que tener miedo de nosotros y te pedí que nos dieras una oportunidad. Todavía estoy esperando esa oportunidad y como se puede ver por ahora, he cambiado mi opinión sobre el perdón de mis acciones. Es difícil que te conviertas en algo que no te arrepentiste de ser. Conozco la diferencia entre el bien y el mal y sé que lo que te hice estuvo mal, pero no me arrepiento de enamorarme de ti. No me arrepiento de las noches que pasamos juntos y no me arrepentiré de lo que voy a hacer.


Te amo, ______________. Te amo más de lo que puedas comprender, y de nuevo, sé que no es justo de que te diga esto. Debes seguir adelante con tu vida, la curación, la búsqueda de un buen hombre que te trate bien y que amarás por todas las razones correctas. Pero después de todo lo que he hecho contigo, todavía tengo la esperanza de que puedas aprender a amarme, aprender a amar todo lo que soy y no sólo porque me necesites, sino porque me quieres.


La llave que estas sosteniendo ahora en tu mano abre mi apartamento en París. Mis padres me lo dejaron, y yo quiero que lo tengas ahora. Voy a escribirte allí desde donde sea que me encierren. He llamado a la propietaria y le dije tu nombre, le dije que no te esperara, pero en el caso de que te presentaras, que se asegurara de que tienes todo lo que necesitas. Te robé una vez la posibilidad de escapar de tu vida y no quiero hacerlo de nuevo. Ve a París, que no sea por mí, que sea por ti. No sé cuándo voy a ser libre o si te volveré a ver otra vez, pero sabiendo que soy capaz de darte una oportunidad de escapar, entonces debería poder soportar los días y las noches en las que no llego a verte o a sentirte a mi lado.


Voy a aferrarme a la esperanza de que algún día pueda volver a verte. No sé cuándo va a ser y es imposible adivinar las circunstancias, pero lo que puedo decir ahora mismo es que ese momento será el mejor momento de mi vida. Te amo y siempre lo haré. 


Tú significas todo para mí.


Joe.
 

Debajo de su nombre había una dirección. Me quedé mirando el número de la calle por un largo rato antes de volver a leer la carta. Mi cabeza luchaba por aceptar todo lo que acababa de leer y todo lo que yo ya sabía. Joe estaba en prisión, cumpliendo una condena de cuatro años por violación y secuestro. Pero él me amaba, él quería que fuera libre y que viviera mi vida, quería que tomara las decisiones que eran correctas para mí. Sin embargo, mi corazón no se sentía completo. Sentía como si me faltara alguna pieza grande, alguna pieza que cambiaría de un mí a un nosotros. Yo era parte de él ahora y él era sin duda una parte de mí. Al igual como había estado durante esas largas semanas en cautiverio, Joe ahora carecía de la capacidad para tomar decisiones por sí mismo. Me corresponde ahora a mí tomar las decisiones correctas para nosotros.

Cómo encajaría Joe en mi vida, no lo sabía. ¿Volvería de la prisión un día, así pudiéramos tomar lo que habíamos dejado, pasando días enteros en su habitación, haciendo el amor durante horas y horas? ¿O trataríamos de empezar de nuevo? ¿Haría las cosas de la manera correcta, invitarme a salir a una cita, dejar que nuestra relación creciera de forma natural? ¿O simplemente viviríamos con el recuerdo de cada uno, sabiendo que nuestra otra mitad estaba ahí a fuera en el mundo y viviendo su vida? 

Creía que si él sabía que yo era feliz, Joe me dejaría en paz, contento con el conocimiento de que estaba a salvo y bien.

No sabía si ir a París respondería a mis preguntas. No sabía lo que iba a encontrar en el apartamento de Joe, pero sabía que tenía que ir. Tal vez no mañana, tal vez no la semana que viene, pero sabía que en poco tiempo me encontraría de pie frente a la puerta de Joe. Me levanté, encontré mi bolso, buscando mis llaves y puse mi nueva llave en el anillo. Parecía como si perteneciera allí.

Doblé la carta y la puse sobre mi mesa de noche. Sabía que iba a leerla cientos de veces. Apagué las luces y cerré la puerta detrás de mí. Baje las escaleras con una nueva dirección en la vida. No era una decisión de largo plazo, pero me llevaría un par de meses o semanas, sin importar el tiempo que pudiera aguantar.
jamileth
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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

Mensaje por jamileth Mar 21 Ene 2014, 8:42 pm

CAPITULO 28
 
Sentí la llave en el bolsillo y la saqué. La había sostenido tantas veces en los últimos meses. Me había hecho a la idea de venir a París hace semanas con el fin de abrir los ojos a un lado diferente del hombre que amaba. Éste era su apartamento, su vida anterior, y ahora de pie frente a la puerta, estaba completamente aterrada de entrar. Sabía que él no estaría dentro, pero no sabía qué cosa esperar. Podría entrar en este apartamento, pasar por sus cosas, y darme cuenta que no lo conocía en absoluto. Lo que me aterró aún más era la posibilidad de que pudiera darme cuenta de que lo había conocido muy bien. Estar rodeada de sus cosas, sus pertenencias, sus recuerdos, sabía que iba a ser una tortura para mí, un recordatorio constante de lo que no podía tener y lo que no debería querer.

Miré detrás de mí  la escalera de caracol y por un instante consideré correr por ellas y tirar la llave al Sena. El frío mármol del antiguo edificio me calmó, la brisa soplaba mi pelo ligeramente alrededor de mi cara. La puerta de Joe era la única en esta planta. Era alta y negra, hecha de madera gruesa, sin duda pintada para que coincidiera con el trabajo en hierro de la barandilla de la escalera. ¿Cuántas veces había caminado estas escaleras, abierto la puerta y dirigido hacia el interior? Sabía que no era más que una casa de vacaciones ahora, pero tal vez vivió aquí cuando era niño. Cerré los ojos e imaginé a un niño saltando por el patio del edificio, con el pelo negro brillante bajo el sol, sus ojos esmeraldas centellando con emoción. Nunca pensé en Joe como inocente, pero supuse que todos lo fuimos en algún momento.

Mi atención volvió a la puerta. Introduje la llave en la cerradura y giré el picaporte. Mi futuro sería decidido dentro de las paredes de este apartamento, dentro de los restos de la vida de Joe. Me deleitaba con el hecho de que sería mío para decidir, no podía ser tomado por mí. La puerta se abrió sin mucho esfuerzo y pasé por encima de una pila de sobres blancos. Supe al instante que eran todos para mí. Los recopilé en mis manos, los puse sobre una mesita cerca de un azul brillante y dorado jarrón. Pasé mis dedos por el lado liso antes de mirar sobre el resto de la entrada. Los techos eran altos y las paredes estaban pintadas de un amarillo brillante. Un gran espejo redondo colgaba encima de la mesa y le sonreí a mi reflejo. Mis rizos rubios eran más largos de lo que habían sido en un tiempo, mi piel tenía un brillo saludable, y mis ojos grises parecían vivos.

Me quité el abrigo y lo colgué en una percha, me deslicé fuera de mis zapatos y sentí el suave acabado de las baldosas del suelo bajo mis pies. Un largo pasillo estaba a mi izquierda y un pequeño cuarto de baño estaba a mi derecha. Caminé hacia delante y me encontré en la cocina. Todos los aparatos se veían de la época de la Segunda Guerra Mundial, pero la encimera de granito y brillantes detalles rojos de la habitación daba un ambiente contemporáneo. Abrí los armarios y cajones, familiarizándome con todo. No había comida en la casa, sólo cuencos, utensilios, y un ocasional artículo enlatado. Sonreí cuando me encontré con una lata de atún situada al lado de un poco de pasta seca.

Más allá de la cocina estaba el comedor, una habitación oscura con paredes color chocolate y  ajustes dorados por el lugar. Parecía tranquilo y muy formal, tal vez sólo se utilizaba para vacaciones y fiestas de lujo para una cena. Un candelabro de cristal colgaba del techo y la luz de la única ventana en el lado opuesto de la habitación se reflejaba alrededor de los cristales, como un juego de etiqueta de luz. Sabía que Joe sólo usaría este formal cuarto si se le obligaba a hacerlo.

Me volví hacia el vestíbulo, abriendo la ventana de la cocina en mi camino, y miré al pasillo. Fotos colgaban en las paredes y me acerqué de puntillas a la primera. Reconocí al instante a Joe. Era joven, con una sonrisa infantil en su rostro mientras se encontraba en un pequeño bote, orgullosamente sosteniendo una caña de pescar en una mano y un gran bagre en la otra. Su salvavidas naranja brillante casi lo engullía. Me pregunté si la foto había sido tomada en el mismo lago donde vimos la garza azul.

La siguiente foto era un retrato de la familia. Joe era absolutamente el hijo de su padre. Ellos compartían las mismas características fuertes, el mismo pelo oscuro y piel sin defectos, y la misma sonrisa. Pero tenía los ojos de su madre. El pelo castaño claro de ella le caía hasta los hombros. Se sentó entre sus dos hombres, con las manos suavemente cruzadas en su regazo. Se veía elegante y refinada con una sola hebra de perlas alrededor de su cuello. Sus amables ojos verdes brillaban con picardía y la sonrisa torcida en su rostro dejaba a todos saber que ella estaba a cargo de su familia.

Caminé lentamente por el pasillo, examinando cada foto: la graduación de secundaria de Joe, vacaciones familiares, un retrato de la boda de su madre y su padre, cada recuerdo enmarcado ayudó a pintar el cuadro del pasado de Joe. Me di cuenta de que en realidad sabía muy poco sobre él. ¿Es esto lo que le gustaba hacer en su tiempo libre? ¿Pescar y viajar? Ahora tenía dos versiones de Joe. El primero era el hombre que amaba, el único que me había hecho daño y protegido, luchado por mí y renunciado a todo sólo para poder estar conmigo. El segundo era un extraño. Lucía como Joe, pero no sabía nada de él. No sabía de su vida, no conocía sus sueños y ambiciones. Quería creer que con el tiempo, estos dos hombres se convertirían en uno, pero sabía que tenía mucho que aprender.

La primera puerta a la que me volví resultó ser nada más que un armario de ropa, toallas y ropa de cama pulcramente doblada en los estantes. La siguiente era un gran dormitorio con una cama ornamentada con cuatro postes, la madera tallada en varios diseños. Las ventanas estaban cerradas, y cuando di la vuelta al interruptor de la luz, no pasó nada. Crucé el piso de madera y abrí las persianas, la luz del sol caliente al instante inundó el espacio. La cama y un armario pequeño eran los únicos muebles en la habitación. El armario estaba abierto y vacío y había pequeños agujeros en las paredes que se utilizaban para colgar imágenes. Ésta debió haber sido una habitación para invitados o el dormitorio principal de sus padres. Abrí la ventana para quitar el polvo del alféizar y dejé la puerta abierta antes de volver al pasillo.

Llegué a la siguiente y pequeña sala. Las paredes eran de un azul delicado y los muebles blancos hacían que la habitación tuviera un aspecto limpio y brillante. Contuve la respiración ante la última puerta, sabiendo que tenía que ser el espacio de Joe. El mango se atascó así que tuve que empujar para abrir la puerta. Las paredes estaban pintadas casi del mismo tono de gris que su habitación en el lago. No había cuadros o fotografías. La colcha verde de la cama era suave y levanté una de las almohadas, pulsándola en mi cara e inhalándola profundamente, con la esperanza de oler los restos de él.

Me aferré a la almohada, sonriendo. La estantería de Joe era la siguiente. Llegaba hasta el techo y abarcaba casi toda la pared. Libros y encuadernaciones de cuero con títulos en francés e Inglés se organizaban por lo que parecía ser género, aunque no reconocí la mitad de ellos, cuadernos de hojas sueltas estaban en el estante inferior. Recogí la primera, la que parecía ser más antigua, y hojeé las páginas, la fecha en la parte superior eran de hace diez años. La caligrafía de Joe se veía muy similar aunque no tan limpia como lo había sido en la carta que envió. Las páginas estaban llenas de sus lecciones, todas en francés, que no pude leer.

Abrí su armario de grandes puertas, en absoluto sorprendida de encontrar sólo unos pocos artículos colgando en el interior. Una caja de cartón había sido cerrada y empujada a un lado, y unos cuantos pares de zapatos se alineaban ordenadamente en el estante justo por encima de mi cabeza.

Me volví y caminé hacia la ventana, finalmente abriendo las persianas para que el sol pudiera extenderse dentro. Estar en su habitación sólo me hizo extrañarlo más. Era como si fuera un fantasma y casi podía sentir su presencia mirándome mientras me asomaba a través de sus cosas. Pero sabía que estaba vivo y bien, probablemente sentado en la celda de la prisión, tal vez pensando en mí. No me gusta pensar en Joe en prisión, pero la alternativa era imaginarlo aquí conmigo y empujándome demasiado cerca del borde de la locura. Él estaba allí en mis sueños a mi lado cuando cerraba los ojos.

Puse la almohada sobre la cama y quedándome sólo con mi ropa interior. Puse mis jeans y el suéter en la silla junto a la ventana y agarré una de las camisetas de Joe de su armario, me la puse sobre los hombros y abroché los botones. Caminé hacia el vestíbulo y tomé la pila de cartas de la mesa, hojeándolas en mi camino de regreso a la habitación de Joe. Todas ellas se dirigían al apartamento de Prideaux, receptor: Residente actual. Reconocí la letra de Joe y vi que la dirección del remitente era de la Penitenciaría del Estado de Carolina del Norte.

Sentada en la cama, extendí las cartas al frente mío. Había docenas de ellas y miré a través de los sobres, tratando de decidir cuál debía abrir en primer lugar. Finalmente decidí que debería organizarlas por fecha y entrecerré los ojos para leer los números pequeños que estaban en el sello. Abrí la primera carta, sin siquiera sentir mis manos rasgando el sobre. Desplegué el papel como si estuviera en trance y sonreí a mi nombre escrito en la parte superior de la página.


Querida ______________,
Esta es la primera vez que me ha sido permitido escribir a alguien. Ya han pasado casi tres semanas desde la última vez que te vi y el dolor ha aumentado a un nivel casi insoportable. Pero no recuerdo un momento en que mi conciencia ha estado tan clara. Sé que estás probablemente lívida ahora mismo y tienes todo el derecho de estar enojada conmigo. Sabes por qué lo hice, sin embargo, espero que algún día puedas perdonarme.


Mis días los paso sentado en mi celda y pensando en ti, pensando en nuestro tiempo juntos. A menudo tengo que recordarme que soy el culpable, porque es muy fácil echarles la culpa a los demás. A veces te culpo por ser tan hermosa, por estar a un lado de la carretera esa noche, por no combatir cuando deberías haberlo hecho. Más a menudo, culpo a Ray por ser tan borracho, por asustarte tanto que buscaste consuelo en mí, probablemente la peor persona para el puesto de protector. Rara vez puedo culpar a Marshal por ser débil y no rebelarse a mí o a su hermano. Pero he hecho mi confesión y no me retractaré. Estoy ansioso por declararme culpable ante un juez para que pueda empezar mi sentencia. No sé cuánto tiempo va a ser, pero será un gran alivio cuando pueda apuntar una fecha en un calendario y saber que es el día en que pueda ser libre de nuevo.


No estoy seguro de qué más decir. Ni siquiera estoy seguro de por qué escribí esta carta. Todo sigue tan en el aire, en transición, y ni siquiera puedo pensar con claridad. Pero escribiéndote, incluso aunque sé que sólo hay una pequeña posibilidad de que leyeras, me recuerda que tengo algo al que anclarme, algo que me mantendrá cuerdo.


Te quiero.


Tú eres mi todo.


Joe.




Mis manos volaron a la siguiente carta y la rompí, rasgando el papel de la envoltura.


Querida ______________,


Me condenaron hoy. Mi abogado hizo un trato con el juez y me declararon culpable de violación y secuestro. ¿Duele ver esas palabras escritas en el papel? Casi no podía escribir porque he empezado a olvidar todas las cosas malas que sucedieron y sólo elegí recordar lo bueno. No puedo evitar preguntarme qué partes estás recordando, si fuera el caso. Tal vez has empujados de tu mente todo, como una defensa contra el dolor que te causé. Supongo que me lo merezco tanto como me merezco mi sentencia de cuatro años. Debería haber sido siete años, pero el tiempo menor depende de mi testimonio durante el juicio de Ray. No espero mentir o embellecer, lo que quieren es que tome el estrado de los testigos. Dicen que si hago un buen trabajo, seré elegible para la libertad condicional después de veinticuatro meses. No pregunté qué calificaría como un buen trabajo porque sólo quiero decir la verdad, sin una agenda oculta.


Es difícil creer que en unos meses voy a testificar en contra de mi mejor amigo. Sé que a Marshal le han pedido que haga lo mismo y lo he animado a seguir adelante y hacerlo. ¿Es malo convencerlo de que se oponga a su hermano? No creo que lo sea. Ray ya no es la misma persona que era antes.


Estoy tratando de evitar tener la esperanza de que vayas al juicio. Estoy tratando de convencerme de que darás tu testimonio y luego saldrás por Delaware sin estar alrededor para escuchar el veredicto.


Sólo estaré ahí para dar mi testimonio. Puede que ni siquiera oiga hablar de los resultados sino días después de que el juicio haya terminado. No sé si has encontrado la llave que dejé en tu bolso. Es posible que hayas tirado todo lejos, pero si no lo hiciste y si lees esto antes de la prueba, por favor cree que todo lo que digo arriba en esa posición será la verdad. Hay muchas cosas que no te dije. Sé que eres muy perspicaz, pero hay algunas cosas que prefiero mantener ocultas de ti, algunas cosas que podrían asustarte en este día.


Así que resiste con quien sea que esté allí contigo, que sepas que estás segura y que te amo y que todo lo que hago, que cada pensamiento en mi cabeza, es para ti.


Te quiero.


Tú eres mi todo.


Joe.




Pase a través de los sobres hasta que encontré uno que había sido datado justo después del juicio. Mis ojos estaban secos porque no había pestañeado y mi cabeza giraba con las emociones que no podía siquiera comenzar a organizar. ¿Veinticuatro meses? En menos de dos años él podría estar fuera. No sabía cómo debería sentirme con eso. Me asustaba imaginar que podía correr hacia él fuera del dolor, una vez que hubiese puesto a volver a armar mi vida. Me emocionaba imaginar que podía estar con él, de regreso en sus brazos en menos de lo que me tomase el obtener un título de postgrado.


Querida _______________


Dios, como te extraño. Verte hoy fue el mejor regalo que pude haber recibido pero también el mayor dolor que alguna vez he sentido. Te ves exactamente como pensé que lo harías, sin embargo estoy feliz de ver que aún estas llevando el pelo en rizos. Todavía eres cada pedazo de la chica de la que me enamoré, la chica que amo. Podría decir, desde el segundo en que te vi, que no habías encontrado la llave y la carta, lo cual no me sorprende. Sin embargo, tengo la esperanza de que recojas mi pista. Puedo ver las ruedas girando en tu cabeza. El dolor y la confusión en tu rostro cuando hablé sobre la noche que pasamos juntos que casi me destrozo, Blondie. No te dije todo en ese momento porque no quería asustarte. Pensé que iba a perderte esa noche. La mirada en los ojos de Ray no dejó duda en mi mente que era capaz de dispararte. Preguntó si tenía alguna última palabra que decirte y así alcancé tu cara y te dije que te amaba. Que había en esa afirmación que lo hizo cambiar de opinión, nunca lo sabré. Pero él se fue y grité a todo pulmón porque sabía lo que tenía que hacer. Sabía que entregarme sería difícil, dejarte sería casi imposible. Pero ahora tengo esperanzas. Tú me has dado esperanzas.


¿Puedes imaginar lo que sería si aún estuviésemos juntos? ¿Si estuviésemos en la carrera, completamente perdidos de aquellos a quienes una vez conocimos? No sé cuánto tiempo habría durado. Me habría gustado pensar que no crecerías al hartarte de mí y mi infinita necesidad por protegerte de todo. Me gritarías constantemente y te regresaría los gritos porque no podría saber que más hacer. Entonces un día me dejarías. Pero creo que mantendrías nuestro secreto. No creo que volverías a mí. 


Hasta que te vi hoy, no me había permitido pensar en lo que podría ocurrir cuatro años a partir de ahora. Sé que debería dejarte ir, sé que no debería tener la esperanza de una reunión de cualquier tipo. Soy consciente de que lo que tuvimos juntos no estaba en tus intereses y con certeza no merezco una segunda oportunidad. Pero la mirada en tu cara cuando me estaba yendo del tribunal lo dijo todo. Sé que he creado demonios en ti, demonios con los que ahora has de vivir diariamente debido a que sabes que amarme está mal. Pero no siempre lo será, te prometo eso. Prometo que viviré el resto de mi vida intentando ser la personas que mereces, independientemente de si alguna vez consigo verte de nuevo.


Te amo, ______________. Te amo mucho y solo con saber que amas incluso una pequeña parte de mí, la parte mala de mí, vale la pena para mí esperar aquí en prisión.


Eres y siempre serás mi todo.


Joe.




Pasé el resto de la tarde pasando de una carta a otra. Lloré cuando habló de lo mucho que me extrañaba, de cómo pensaba en mí constantemente, como se torturaba recordando las cosas horribles que me había hecho. Pero sonreí cuando habló sobre cómo soñaba conmigo, como cada vez que cerraba los ojos, yo estaba a su lado.
 
A menudo hablaba sobre su vida en la prisión: como se había acostumbrado a la rutina, como había hecho amistad con algunos de los otros presos. Estaba enseñando a su compañero de celda hablar francés. En algunas cartas me contaba historias sobre su infancia, sus años en el colegio. Afirmó que esos recuerdos, los cuales habían parecido tan insignificantes, ahora eran sus más preciadas posesiones. Algunos de los hombres dentro no tenían nada más que horribles pasados llenos de odio y crimen. Pero Joe había sido feliz por una vez y me tenía y sus recuerdos le llevaban a través de los días. 

Mi estómago estaba rugiendo en el momento en que dejé la última de sus cartas. El sol comenzaba a ponerse sobre Paris  y me puse de pie para vestirme. Vagué por las calles hasta que encontré una pequeña tienda donde compré algunas provisiones. No sabía cuánto tiempo podría estar quedándome aquí. Podían ser meses. Podría nunca irme.

Me sentí más segura caminando hacia el apartamento por segunda vez, con una bolsa de papel debajo de mi brazo. Preparé y comí la cena sin prisas ni ceremonias, sobretodo tratando de adaptar mi vida en el apartamento de Joe.

Cuando lo hice, supe que era el momento de alcanzarle. Él me había estado escribiendo durante meses y meses, casi un año, y no había recibido nada de regreso. Su esperanzas y espíritu estaban aún altas, mucho más de lo que podía decir de mí. ¿Qué le ocurriría si recibía una carta mía? ¿Le destrozaría? ¿Solo le alentaría más? 

Y la mejor pregunta era, ¿que podría ocurrirme si le escribía? Parecía obvio que podía depender de la carta de Joe casi cada semana ante la velocidad que él había estado escribiendo, ¿verdad? No, no estaba engañándome esta vez. Sabía que podría escribirle, tenía que escribirle. Tenía muchas preguntas que hacer, mucho que decir. Merecía respuestas

Caminé de regreso a su cuarto y cogí uno de sus cuadernos, hojeando las páginas de atrás y encontrando una en blanco. Me arrastré de nuevo a su cama, lista para componer. No iba a comprometerme con algo permanente, no iba a hacer promesas que no estaba lista para mantener.


Querido Joe,


Llegué a tu apartamento hoy temprano. Nada es como esperaba pero imagino que en realidad no tenía una fuerte idea de lo que podría encontrar. Y he leído todas tus cartas. Otra vez, en realidad no eran lo que esperaba pero parecían ser exactamente lo que necesitaba.


El sentimiento de no conocerte es extraño para mí. Te recuerdo y pienso en ti como una persona, pero entonces vengo aquí y toda mi percepción ha cambiado. Tenías una vida antes de mí, una feliz y sorprendente vida, en realidad no entiendo porque te permitiste tirarlo todo. Probablemente me dirás que es porque yo valía la pena pero no te creería o no quiero creerte. Nadie me ha amado como tú lo has hecho. Tenemos un extraño y poco convencional amor y aún estoy luchando por entenderlo. Es curioso como algo tan aterrador y desconocido puede crecer hasta sentirse tan increíble. Pensar en ti, amarte en la manera que tú lo haces, solía ser terrorífico pero ahora es casi liberador de alguna manera. ¿Eso tiene algún sentido?


Ojala hubiese alguna manera de ver el futuro. Estos dos o tres años van a pasar rápidamente aunque mucho va a pasar. No estoy poniendo mi vida en suspenso por ti, Joe. Me niego a hacer eso y no puedo imaginar que podrías querer de mí. Puedo aprender a vivir sin ti. Puedo decidir qué es lo que es mejor para mí. O no. Puedo decidir si necesito alguna parte de ti o todo de ti. Supongo que solo el tiempo lo dirá y tiempo es exactamente lo que tengo.


¿Recuerdas cuando el tiempo estuvo trabajando contra nosotros? ¿Cuándo dijiste que nuestro tiempo juntos era limitado? Entonces te necesitaba tan desesperadamente. Me protegiste y me diste una razón para tener esperanzas, me mostraste que aún era humana. Me odio a mí misma por darte ese dominio pero al final del día, sé que era lo que necesitaba. Justo como tú necesitabas entregarte para salvarme, yo necesitaba enamorarme de ti para salvarme. Creo que podría haberme extinguido y muerto en ese sótano de no haber sido por ti.


Y te culpo por arruinar lo que teníamos. Había estado preparada para huir contigo, para empezar de nuevo y confiar en ti. Pero tomaste eso de mí. Estaba enfadada y herida por lo que me hiciste, por lo que nos hiciste. Pero lo que hiciste por Julie y lo que hiciste por Carla, lo compensa. Aún estoy viva y respirando; ellas no.


Supongo, de alguna manera, que me diste una oportunidad. Pude sentirlo ocurriendo, ¿lo sabes? Pude sentirme comenzando a sanar y sé que con solo un poco de persuasión, podría empujarte de mi corazón completamente. Dudo que alguna vez salgas de mi mente, pero estoy convencida de que podría aprender a no amarte. Pero, Joe, quiero creer que eres una persona a la que debería amar, que en algún lugar de tu interior hay una persona que me merece. Por favor no creas que quiero que demuestres algo por mí. Quiero encontrarlo por mí misma y no me avergüenzo al decir que estaré buscándolo.


No sé cuánto tiempo estaré en Paris. Me encanta esta ciudad y estar en el apartamento donde solías vivir me hace terriblemente difícil el marcharme. Estaré esperando tus cartas y lo más probable es que volveré a leer todas las anteriores hasta las páginas que se han caído. No quiero una declaración de amor en tu próxima carta. No quiero más confesiones de culpa. Solo quiero que seas tú y escribas desde tu corazón, que te escribas a ti mismo y no a mí ya que tengo todo lo que necesito justo en este apartamento.


Te amo, Joe. Contra mi mejor juicio y sentido, te amo y estoy tomando la decisión consciente para seguir amándote hasta el día en el que muera. Pero por ahora, por favor continua enviándome cartas y averiguaremos esto juntos. Tengo esperanza por los dos.


Tienes mi corazón.

______________. 









bueno chicas solo queda el epilogo  :P 
mañana se los subo *-*
y gracias a las que comentaron :D
cuidense  :bye:
jamileth
jamileth


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Mensaje por Vas happenin? Mar 21 Ene 2014, 8:56 pm

siguela!!!!
Vas happenin?
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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu  TERMINADA - Página 7 Empty Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA

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