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Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
Lo siento por no pasarme antes por la nove, es que eh estado ocupada con la escuela, pero ya me estoy poniendo al corriente con la novela, síguela!
aranzhitha
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
continuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
@ntonella
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
pero... porque los malditos tienen que volver???
chelis
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
aranzhitha escribió:Lo siento por no pasarme antes por la nove, es que eh estado ocupada con la escuela, pero ya me estoy poniendo al corriente con la novela, síguela!
no te preocupes :D
somos dos ocupadas con la escuela :P
jamileth
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
CAPITULO 14
Me instalé en la cama, teniendo la esperanza de dormir el resto del día en lugar de mirar fijamente al techo y preguntarme lo que estaba ocurriendo en el piso de arriba. Pero no tuve éxito. Las paredes del sótano comenzaron a cerrarse después de unas pocas horas. El techo y el suelo se empujaron juntos y pronto estuve confinada en mi colchón, el resto del mundo convirtiéndose infinitamente pequeño comparado con la preocupación en mi cabeza.
El polvo paró de caer y había rodado a mi lado, mirando distraidamente a la pared, cuando el colchón comenzó a sacudirse. Me di la vuelta y me senté, con una sonrisa en mi cara porque sabía que Joe había mantenido su promesa y venido a verme. Pero sus ojos verdes no eran los que me devolvían la mirada. Marshal estaba de pie sobre la cama, con una sonrisa de culpa en su infantil rostro. Se sentó y me desplacé al borde del colchón.
—No te haré daño. —Frunció el ceño, claramente enfadado porque no confiaba en él por ahora.
Asentí, creyéndole completamente. Miró las escaleras antes de alcanzar el bolsillo de su sudadera.
—Te compré algo. —Sonrió y me tendió una barra de chocolate.
Le devolví la sonrisa.
—Gracias. Eres bienvenido.
Le sonreí antes de abrir la barra de caramelo. El chocolate estaba ligeramente fundido y manchaba mis dedos. Rompí un pedazo y lo puse en mi lengua. Si los huevos de Joe habían sabido increíbles, el chocolate de Marshal estaba cerca de la euforia. La dulce sorpresa casi me hizo olvidar mis modales y apenas tenía medio camino hecho antes de levantar la mirada y tratar de ofrecerle un pedazo a Marshal. —No —dijo, empujando el ofrecimiento de mi mano de regreso a mis labios—. Parece que lo necesitas más que yo. —Se dio unas palmadas en el estómago y me sonrió.
Me reí y puse otro pedazo en mi boca.
—______________, ¿odias estar aquí?
Su pregunta me sorprendió. No había asumido que podría dar mucha importancia a cómo me encontraba en este lugar. Asentí con la cabeza.
—Sí.
—No te culpo. A mí tampoco me gusta mucho.
— ¿Por qué?
— ¿Por qué? —Me dio una cuestionante mirada, y asentí con la cabeza—. No me gusta lo que hemos hecho. No me gusta que mi hermano y Joe estén manteniéndote aquí, hiriéndote en la manera que lo hace. Realmente pareces agradable y no creo que merezcas algo de esto.
—Gracias.
Quería decirle que debía irse, alejarse de todas estas locuras. Pero él ya sabía lo que estaba pensando.
—Ojala pudiese escapar. Pero Ray no lo podría permitir. ¿Tienes algunos hermanos o hermanas?
Negué con la cabeza.
—Suerte. —Me sonrió—. Ray solía ser un gran hermano mayor. Solía involucrarme en sus asuntos, y él solía enseñarme cosas, como jugar a la pelota y recoger a chicas. —Se sonrojó.
Sonreí y le hice un gesto para que continuara.
—Pensé que sería divertido, dejar la casa de mis padres y vivir con mi hermano mayor y su mejor amigo. Ray me consiguió un trabajo y me dio mi propio cuarto. Se sentía bien ser libre de las reglas de mi padre. Pero entonces llegaste tú y no tenía nada de libertad. Ray no me dejará irme mientras aún estés aquí. Me observa tan cerca cómo te observa a ti. Creo que tiene miedo de que cuente algo a alguien.
Tragué saliva y miré a Marshal. ¿En realidad estaba tan asustado como yo? ¿Estaba siendo prisionero como yo?
—No sé porque estoy contándote esto. Imagino que solo no tengo a nadie más con el que hablar. Pero, ______________, no quiero que nada te suceda. No quiero que nada me suceda. Ray me aterra. Podría intentar ayudarte, pero tengo miedo de que nos mate a ambos.
—No te preocupes por mí. —Señalé, parpadeando para contener las lágrimas de compasión que sentía por Marshal.
Me miró fijamente sin comprender, sin entender lo que le había dicho. Lentamente, una sonrisa reemplazó su ceño fruncido.
—Pero creo que Joe se siente diferente a mi hermano. No parece importarle que estés aún aquí.
Asentí con la cabeza, estando de acuerdo con él.
—Joe siempre ha sido capaz de hacer entrar en razón a Ray. Nunca me escucha.
— ¿Por qué?
—Hace unos años, cuando mi madre estaba muriéndose... —Los ojos de Marshal dejaron los míos y echó un vistazo a las escaleras.
—Mierda —juró y agarró el envoltorio de mis manos, metiéndolo dentro de su bolsillo. Me recosté en la cama y vi los zapatos de Joe bajar lentamente las escaleras. Marshal se puso de pie y se apartó unos pocos pasos del colchón, esperando a Joe para llegar al último escalón antes de decir algo.
—Joe —comenzó a decir, actuando como si estuviese sorprendido de verle—. Acabo de...
Joe no estaba mirándome, pero pude ver los músculos de su cuello apretarse con ira. Señaló a la puerta. Marshal asintió y subió las escaleras, sin arriesgar una segunda mirada detrás de él. Joe esperó hasta que la puerta se cerrara completamente antes de girarse y mirarme.
— ¿Qué fue todo eso?
—Me trajo comida.
Joe rió disimuladamente y rodó los ojos.
—También se siente como un prisionero. Ray no le dejará marchar hasta que me vaya.
—Él no es mi problema.
—Es solo un niño. No debería tener que estar atrapado en el medio de esto.
—Puede marcharse cuando quiera.
—Tiene miedo de su hermano. Él no va a...
—De nuevo, no es mi problema, y desde luego no es el tuyo.
Fruncí el ceño, alejándome de él y cruzando los brazos. Marshal me entendía, al menos en algún nivel, y me había mostrado bondad sin esperar o recibir nada a cambio. Era más de lo que podía decir de Joe.
Joe se dejó caer de rodillas y avanzó lentamente hacia mí. Sus fuertes brazos rodearon mis hombros y guió mi cabeza de regreso al colchón. Empezó a tirar de la manta hasta mi barbilla, pero se detuvo cuando la reconoció como suya.
—Me estaba preguntando dónde estaba. —Me sonrió y no pude evitar devolverle la sonrisa—. No estés enfadado conmigo, ______________. Se irán a trabajar y te compensaré mañana.
Suspiré y miré sus ojos esmeraldas. Parecían arrepentidos y cansados, oscuros círculos empezando a formarse bajo ellos. Sus labios, por otro lado parecían casi tan buenos como la barra de chocolate que había acabado de terminar.
—Quieres besarme ahora, ¿verdad? —La sonrisa de Joe se amplió y mis ojos volvieron de sus labios a sus ojos.
Negué con la cabeza, inútilmente tratando de esconder mi sonrisa.
—Sí, lo quieres —dijo, su cara moviéndose más cerca hacia la mía.
—No —susurré, olvidando completamente porque estaba enfadada con él.
— ¿Y qué pasa si yo quiero besarte?
Parpadeé.
—No me opondría.
— ¿Y qué pasa si no quiero besarte?
—No me pondría a llorar. —Sonreí juguetonamente.
La cara de Joe se puso seria.
—Solo dame tiempo, me aseguraré de que nunca quieras llorar otra vez.
Me besó antes de que pudiera pararle para preguntar lo que quería decir. Se sentía como si nunca me pudiera alejar, como si nunca me dejaría marcharme. No tenía miedo de su posesión. Me había acostumbrado a ella en el pasado par de días. La esperaba y casi la necesitaba.
Le sentí gemir contra mis labios antes de apartarse.
— ¿Qué te dio? ¿Chocolate?
Asentí, cerrando los labios, temiendo tener algo pegado a los dientes.
—Sabes increíble. —Joe me sonrió y se inclinó para besarme de nuevo.
Me reí bajo sus labios y le permití besarme hasta que ambos nos quedamos sin respiración. Caí dormida envuelta en sus brazos esa noche, con la cara hundida en su pecho.
jamileth
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
CAPITULO 15
Me liberó al final y movió sus dedos en mi pelo.
—¿Qué haremos hoy?
La pregunta me pilló por sorpresa. Podría pensar en un millar de cosas que podríamos hacer, todas tenían que ver con que me liberara, pero sabía que no serían posibles.
—¿Podemos salir?
—Está lloviendo. —Joe frunció el ceño y tocó mis labios con sus dedos. Podía adivinar lo que quería hacer.
—No me importa —insistí con el tema.
—Está bien. —Joe me sonrió y me dejó justo frente a la puerta. No estaba bromeando. La lluvia caía pesadamente y el cielo estaba oscuro con nubes bajas. Di un paso en el descansillo y pude sentir el chisporroteo en mi cara.
—¿Sabes? Éste es uno de los sonidos que más echo de menos. La lluvia. Me recuerdo pensando en lo relajante que es el sonido de la lluvia contra mi ventana. Podría pasarme horas escuchándolo. —Cerré los ojos, queriendo no ver si tenía respuesta. Me quedé así por un minuto, tratando de recordar el sonido exacto de la lluvia, pero fue interrumpido por los brazos de Joe a mi alrededor. Me levantó del suelo y llevó hasta la calzada como un niño en los brazos de su padre. La fría lluvia caía sobre mis brazos y piernas, recorriendo mi piel en pequeños ríos. Las gotas lluvias caían de forma aleatoria, pero ligeras. Katen comenzó a dar vueltas en círculo. Aceleró más y más.
Estábamos riéndonos cuando me dejó en el suelo, mis pies eran casi incapaces de mantener mi mareado cuerpo de pie. Encontré su húmeda cara y su pelo cayendo en sus salvajes ojos.
—Gracias —dije suavemente—. Pero creo que ya estoy lista para entrar. —Algunas ráfagas de viento pasaron por mí.
Empecé a caminar hacia la casa. A mitad del camino, me di la vuelta para ver si me había seguido.
—Podría ser siempre así, _______________—dijo entre el sonido de la lluvia. El viento soplaba y su húmedo pelo y sus perfectos ojos almendra brillaron.
—¿Así cómo? —dije, desconociendo si el viento era lo suficientemente alto para poder alzar la voz.
—Tú y yo, juntos.
Lo observé atentamente. Podría entender perfectamente lo que quería decir, pero simplemente mis ojos no lo creían.
—______________, di algo —dijo.
Sacudí mi cabeza.
—Joe, ¿podemos hablar de esto dentro?
—Dímelo, ______________. Dime si quieres estar así conmigo.
—Vamos dentro —dije antes de darme la vuelta y entrar de nuevo a la casa. Sus palabras eran puras locuras. Las cosas no podían quedarse de la manera en las que estaban. Simplemente no podían.
Abrí la puerta y ya estaba prácticamente dentro cuando Joe me tomó y me dio la vuelta para encararle.
—Piénsalo —dijo de nuevo—. Lo pensé esta noche y me di cuenta de lo que necesitamos hacer.
—¿Y qué es lo que necesitamos?
Él agarró mi camiseta húmeda y la sacó por la cabeza.
—Podemos irnos —dijo él—. ¿No quieres irte de aquí?
—Por supuesto que quiero irme.
—Entonces, vámonos. —Trabajaba con el botón de mis vaqueros cuando le empujé.
—Joe, esto no tiene sentido. Ya sabes que no quiero estar aquí. Y sabes que estás manteniéndome aquí por algo.
—Ese dinero ya no me importa. No me ha importado desde hace mucho. —Se quitó su camiseta y la tiró al suelo.
—Entonces, ¿qué estoy haciendo aquí? —Las lágrimas amenazaron con salir de mis ojos.
—¿No es obvio?
—No. No es obvio.
—Estás aquí porque quiero que estés conmigo. Estás aquí porque necesitaba que te dieras cuenta de que querías estar conmigo, también.
Sacudí la cabeza y retrocedí unos pasos más, levantando las manos defensivamente mientras se acercaba a mí.
Joe pareció herido por mi gesto, pero no se detuvo.
—¿No es lo que quieres? ¿Estar conmigo? Tú misma lo dijiste, estás asustada y sintiendo algo que no es real. Pero sí lo es, ______________, porque yo siento lo mismo.
Las lágrimas cayeron alrededor de mi cara. Lo había dicho, era verdad. No entendía mis sentimientos hacia Joe,pero sabía que había una fuerte posibilidad de que simplemente era la situación.
—Anoche fue una tortura para mí. No me di cuenta de lo mucho que me habías afectado hasta que llegaron a casa y no pude estar más contigo. Lo que estoy sintiendo no es simplemente un amor ciego. Es más que eso…
—Lo que sentimos —empecé a decir—, quizá sea real mientras estemos aquí. Si me llevas a otra casa en contra de mi voluntad no va a…
-No será en contra de tu voluntad —dijo Joe, dando unos cuantos pasos más cerca.
—¿Crees que iría de buena gana?
—¿No irías?
Sacudí la cabeza y llevé las manos a mi corazón.
—Joe, tienes que entender algo. Lo que hemos pasado aquí ha salvado mi vida. Literalmente, me has traído de vuelta desde la muerte, me has dado una razón para continuar, me has dado esperanza. Te necesitaba a ti y a la ilusión de fuerza que me brindaste. Pero mira las circunstancias. No tengo otra opción.
—¿Crees que no? —Sus brazos se cruzaron en su pecho.
—Podría haber luchado contra ti. Pero era una pérdida de tiempo.
—Podrías haber mantenido tus emociones fuera de todo esto.
Tragué con fuerza.
—Lo intenté. —¿No lo había hecho? No quería enamorarme de Joe, sabía que estaba mal, pero no pude pararme.
—Mira, no quiero manipular la situación. Piensas que no tienes elección, pero creo que sí. Creo que me quieres tanto como me necesitas.
—Pues entonces dame pruebas.
—Eso es lo que intento —dijo él, cerrando el espacio entre nosotros— . Huye conmigo. Te mostraré lo genial que es estar juntos.
—No, Joe. ¿Cómo podría funcionar? ¿Qué pasará cuando llegue el día en que ya no me quieras? ¿O el día en que ya no te quiera? Probablemente viviremos con este terrible secreto. No puedes pretender que las últimas seis semanas no han pasado.
—El día en que deje de quererte nunca llegará.
—¡No digas eso! ¡No lo sabes! —le grité, apartando sus manos de mí.
—Sí, lo sé —Me miró, claramente decepcionado con que le estuviera retando. Su desnudo pecho se movía con cada respiración que tomaba y sus músculos parecían tensos. Su cuadrada mandíbula estaba apretada, sus altos pómulos hacían sombras en los hoyos de su cara bajo las luces del salón.
—Joe —dije, tratando de hablar suavemente—. Nunca funcionaría.
—Tienes miedo de darnos una oportunidad.
—Estoy asustada.
—______________. —Su cara se suavizó y puso sus manos sobre mis hombros. No lo detuve—. Por favor, no me tengas miedo. No tengas miedo de nosotros.
En ese momento, no fui capaz de pensar en una razón válida, sólo una voz que me gritara que estaba loca incluso solo por considerar el no estar de acuerdo con él. Pero entonces recordé qué me había traído aquí.
—Te olvidas de algo. Si te dejo, Ray se saldrá con la suya. Tú y Marshal, también. Julie se merece más que eso.
Sus manos recorrieron mis brazos.
—Sabía que no dejarías eso atrás. Puedes quedarte aquí, en contra de tu voluntad y con un falso sentimiento de felicidad, esperando a que alguien te encuentre y para darte cuenta de que tus sentimientos hacia mí eran meramente una ilusión. O, podemos irnos y podrás vivir con una pequeña culpa que todo esto conlleva.
—No sería pequeña. Acabaría consumiéndome.
—No sabes eso. Te haré tan feliz que no tendrás tiempo para pensar en ella siquiera.
—Ya he aceptado el hecho de que está muerta, Joe. No sería capaz de vivir con el conocimiento de que Ray sigue por ahí suelto.
—Es algo que debes acarrear, Rubia. Si lo descubren, todos nos vamos con él. Si escapas conmigo, él también lo hará.
—¿Por qué le proteges? —pregunté. Soltó mis brazos y puso una mano en su nuca.
¿Por qué importa?
—Quiero saberlo. Si comprendo el por qué, quizá sea capaz de contestarte.
Los ojos verdes de Joe vieron mi mentira.
—Y una mierda.
—Genial. Dímelo entonces solo porque quieres que sea feliz. Solo porque confías en mí y quieres que yo lo haga también.
Joe tomó una profunda respiración y caminó hacia el sofá.
—Está bien —dijo él, sentándose y haciéndome señas para que me acercara—. Te diré la verdad, pero tienes que prometerme algo.
—Está bien —dije, uniéndome a él en el sofá.
Tomó mis manos y las besó.
—Prométeme que pensarás en nosotros. Prométeme que nos darás la idea de una oportunidad.
Ya lo había hecho. No necesitaba prometerlo porque ya estaba pasando. Pero sonreí y asentí.
—Ray y yo crecimos juntos. Te dije que había pasado veranos con su familia, pero él también venía a visitarnos a Paris. Sus padres no podían controlarlo, así que lo enviaron a vivir con nosotros durante unos meses. No era un mal tipo, simplemente era muy enérgico. Pero cuando su madre se dio cuenta de que tenía cáncer, él cambió. Se reprimió de todo lo que estaba sintiendo y se quedó a su lado durante un año. Dejó el colegio para poder cuidar de su madre y no hablaba con nadie más que con Marshal y yo. Él culpó a su padre porque siempre insistía en fumar dentro de la casa.
»El día del funeral, le encontré en su habitación. Estaba sentado en la cama, con una botella de veneno para ratas en una mano y con unos ansiolíticos en la otra. Me dijo, con una cara completamente insensible, que pretendía matar a su padre y después suicidarse. Me tomó horas quitarle esa idea. Marshal era muy joven entonces y no habría entendido lo que pasaba.
»Desde entonces, Ray ha estado dependiendo de mí. Él vino conmigo a Charleston y trabajó por un tiempo mientras yo iba al instituto. Me daba cuenta de que estaba reprimiendo muchas cosas. Empezó a beber mucho y a meterse en muchas peleas. Marshal y yo éramos los únicos que podían calmarlo, así que cuando Marshal terminó el instituto, hablamos y decidimos que era mejor para Ray si nos íbamos de la ciudad y nos mudáramos aquí. Era como un hermano para mí. No podría dejarlo solo. Podrían matarlo o meterlo en prisión.
Miré a Joe. Sus ojos verdes me miraban con tristeza. Su historia, mientras aclaraba la estrafalaria relación entre los tres hombres, no me hizo sentir ninguna simpatía por Ray.
—Sé que lo odias y no te culpo. También deberías odiarme. —Joe me dio una débil sonrisa—. Pero lo dejaré si aceptas huir conmigo. Podríamos empezar de nuevo. Dejarlo todo atrás.
Dejarlo todo atrás. Eso era exactamente lo que estaba haciendo cuando Ray me golpeó con su auto. El pensamiento de seguir con mi vida no me emocionaba. Pero el pensamiento de empezar una nueva vida con Joe no parecía ideal tampoco. ¿Podríamos tener una vida normal? Parecía imposible.
—¿Joe? ¿Por qué confías en mí? ¿No tendrías miedo de que si huimos, podría dejarte a la primera de cambio? ¿No te preocuparía que estuviera dispuesta a ir contigo solo para largarme?
—El primer día, estaría jodidamente nervioso. Pero el segundo día sería un poco mejor. Al final de la primera semana, ya podría dormir. — Me sonrió y tomó mis manos.
—¿No estarías siempre vigilándome, asegurándote de que no huya?
—No. Haría esa promesa para ti. Nos daría una oportunidad, nunca podría forzarte a que te quedaras.
—¿Cómo sé que me dices la verdad? —pregunté, viendo su cara para ver si era un farol.
—No puedes. Pero solo piensa en ello —dijo Joe, besándome en la frente.
Lo haré —prometí, un poco exhausta por toda la información que había recibido.
Él se levantó.
—Te haré el desayuno. ¿Qué quieres?
—Lo que sea está bien. —Traté de forzar una sonrisa.
Joe asintió y caminó hacia la cocina. Miré alrededor y tomé una profunda inhalación. Había mucho en lo que pensar, mucho que tener en cuenta. Necesitaba una distracción para que mi cabeza pudiera centrarse el algo diferente mientras mi corazón pensaba qué hacer. Sabía que si escuchaba a mi cabeza, mi corazón se rompería, así que tomé el control remoto y encendí la televisión. Pasando por los canales, mi cuerpo se congeló cuando una cara familiar apareció en la pantalla. Me levanté y acerqué a la pequeña televisión y caí sobre mis rodillas. Mi mano se levantó para tocar la pantalla, la cual reflejaba la cara de mi padre.
—Sen Christopher Campbell, —decía la mención en la parte baja de la pantalla.
¿Me estaba buscando? ¿Estaba haciendo pública la ayuda? No. No podía ser. Su cara era suave y estaba sonriendo. Su pelo gris estaba liso y separado. Estaba llevando su traje favorito, el que le dije que le hacía parecer más republicano de lo necesario.
No había más menciones. Apareció para ser escuchado para algo y sonrió eventualmente.
—Estoy seguro de que mi hija les habría dicho que la educación diferenciada para aquellos alumnos con necesidades especiales son de mayor importancia ahora más que nunca. Mi hija fue afortunada de ser enviada a un colegio privado, pero también hay muchos niños que lo necesitan y no pueden permitirse ese lujo. La ley que el Presidente está tratando de poner en orden a través del Senado lo logrará todo menos eliminar aquellos fundamentos federales que están investigando para los discapacitados. Un gran porcentaje de la población americana se verá agobiada si ésta es aprobada.
La pantalla cambió y la cara del presentador apareció.
—Y tu hija, ciertamente, ha conseguido bastante, ¿verdad?
—Sí. —Mi padre sonrió. Parecía orgulloso de mí—. Ella está viviendo la prueba de que una discapacidad física no tiene por qué interferir en un futuro exitoso.
Una fotografía mía y de mi padre en mi graduación salió en la pantalla. Tenía una ligera sonrisa en mi cara, pero mi padre estaba realmente feliz por mí.
—¿Se unirá ella a tu grupo en algún futuro cercano?
Mi padre suspiró y sonrió.
—Se le ha ofrecido un trabajo. Solo quiero que sea feliz y si por mi fuera, entonces me consideraría afortunado. Es una brilla mujer joven.
Sonreí. Finalmente estaba haciendo algo bien. La pantalla se volvió negra. Joe estaba de pie detrás de mí, mirando a la puerta con una mirada defensiva en los ojos. Lentamente, mi cabeza se dio la vuelta para seguir su movimiento. Ray estaba en el umbral de la puerta, sus ojos estaban mirándome y sus puños estaban apretados.
bueno chicas aqui hay dos caps :D
joe y rayita *-*
cuidense
:bye:
jamileth
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
Maldicion!!!!!!!...... esto si que es mala suerte!!!!.... aaaaahhhh sigue porfiiiiissss
chelis
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
CAPITULO 16
Me protegió del puñetazo de Ray. Mi visión desde su espalda era limitada, pero Joe mantuvo las manos en alto para evitar los golpes de Ray. Sus labios se movían a mil por minuto.
Marshal estaba de pie en la puerta, sus ojos corriendo a toda velocidad entre Ray y Joe, ocasionalmente hacia mí. Parecía confuso y deseé que hablara, que extrayera algo de la furia de Ray lejos de Joe. Las manos de Ray volaban en todas direcciones, señalando la televisión, el sótano y a mí. No podría detenerse y sus gritos eran tan erráticos, que apenas podía decir lo que él estaba diciendo.
—¿La hija de un jodido senador? ¿Has estado escondiendo esto de mí todo el tiempo?
Joe alargó el brazo detrás de su espalda para tocarme y luego se movió rápidamente para evitar que Ray me agarrase.
Joe se lanzó hacia delante y dio un fuerte empujón al pecho de Ray, causándole tropezar hacia atrás y casi perder el equilibrio.
Ray se rió y miró directamente a mis ojos.
―También has estado follándotela, ¿verdad?
Me ruboricé, toda mi cara estaba encendida. Miré hacia Joe, quien estaba de pie con las manos bajadas a los lados, listas para ser utilizadas si las necesitaba.
—Para responder a tu primera pregunta, importa porque una vez que se den cuenta de que se fue, seremos una mierda cargados de problemas si descubren que la hemos tenido.
Las manos de Ray se lanzaron en frustración.
—No me jodas, Joe. Claramente ya no estás en esto por el dinero o podrías haber escrito una nota de rescate hace tiempo.
Joe sacudió la cabeza y no podía decir si estaba de acuerdo o negando las alegaciones de Ray.
—¡Hay tres de nosotros involucrados! —gritó Ray―. ¡No voy a ir a prisión solo porque sintieses la necesidad de dormir con ella! ¡Necesita marcharse!
Joe volvió a sacudir la cabeza otra vez, con los brazos extendidos, buscándome detrás de su espalda.
—¡Eres tan culpable como lo soy yo! Asesinato, secuestro... ¿qué mierda es más importante?
De repente sus cabezas se volvieron hacia Marshal. Había estado de pie ahí tan escultural y aún así apenas había olvidado que estaba en el cuarto.
—Ella solo debería llamar a su padre, tiene el dinero conectado a su cuenta. Podemos dejarla en algún lugar fuera de la ciudad, en un lugar que pueda caminar con seguridad y nosotros podemos conducir hasta México.
La cabeza de Ray dio media vuelta para hacerme frente.
—¿Cuánto crees que puedes conseguir?
Depende del por qué lo estoy pidiendo, le señalé.
—Puedes hablar —dijo Joe―, lo han descubierto.
Tome un profundo respiro y me alejé de él. Su mano se cerró sobre mi brazo.
—Lo que me envié dependerá del por qué lo estoy pidiendo.
La cara de Ray se distorsiono en una disgustada sonrisa burlona.
—Suena como una jodida retrasada —se rió y miró a Joe.
Me trague la furia en mi garganta y me volví hacia Marshal. Estaba mirándome como si apenas me conociese, la preocupación y la confusión se reflejaba en sus ojos.
—Él no me podría enviar nada si pensase que estoy en problemas. Solo enviaría a personas para encontrarme.
—¿En qué podrías necesitar una gran suma de dinero? —Los ojos de Marshal se encontraron con los míos. Podía decir que estaba intentando pensar una manera de lograr sacarme de esta casa. De sacarnos a ambos.
—Podría estar ayudando a una amiga. Si le cogiese en un buen día, imagino que podría conseguir diez, quizá quince mil.
Marshal asintió y sonrió.
—Eso debería funcionar. Eso será suficiente para que lográsemos salir del país.
Miró a su hermano y mis ojos siguieron su mirada. Ray estaba diciéndole algo que no podía entender. La sonrisa desapareció del rostro de Marshal y sus manos se apretaron. Al mismo tiempo, los brazos de Joe rodearon mis hombros y me tiró a su lado.
—No permitiré que hagas eso —dijo Marshal a su hermano―. Haré cualquier cosa para detenerte.
Ray giró la cara hacia Joe, sus ojos vagando sobre mi cuerpo. — ¿Y tú estás de acuerdo con él?
Miré a Joe, quien asintió lentamente.
—Entonces estamos jodidos. Si ella se va, regresará por nosotros. ¡Estaremos huyendo el resto de nuestras vidas!
Nadie habló durante un minuto. Miré frenéticamente a los tres hombres, esperando que alguien hablase.
Joe parecía que estaba pensando. Ray me miró y Marshal metió con torpeza sus manos en los bolsillos de su chaqueta.
—No te mantendrás en silencio, ¿verdad? ―Ray preguntó finalmente.
—No me creerías si dijese que sí.
Ray rodó los ojos en acuerdo y miró a Joe.
—No tendrías que hacer nada. Podría encargarme de todo y tú solo podrías ir a vivir tu vida como si esto nunca hubiese sucedido.
Los brazos de Joe se tensaron a mi alrededor y su mano vino hacia mi cabeza, forzando mi cara contra su pecho. Podía sentir que estaba diciendo algo que obviamente no quería que yo viera. Las vibraciones en su pecho eran suaves y lentas, reconfortantes pero sus misterios me impedían relajarme. Su mano libero mi cabeza y me giré para ver el rostro de Ray rojizo de ira.
—Jódete, Joe. ¡Jamas vuelvas a hablar de ella otra vez! —gritó Ray mientras retrocedía hacía la puerta.
Se giró y se fue en un santiamén, la lluvia de fuera solo se vio durante un segundo mientras él salía por la puerta. Miré a Marshal, quien no se había movido. Estaba mirando a Joe como si hubiese cometido el error más grande de su vida.
—No deberías haberla traído aquí. Sabes cómo...
Pero Joe debió haberle interrumpido porque paró de hablar y apartó la mirada. Estaba tratando de suprimir la ira, podía decir que era mucha. Quería correr a través de la habitación hasta él, agradecerle y pedirle perdón por no contarle toda la verdad. Sabía que estar de pie hacia Ray no había sido fácil para él. Sabía que elegir una vida de fugitivo no era lo que Marshal quería. Esa vida no podría ser más fácil que su vida como un prisionero aquí.
Joe me llevó hasta las escaleras antes de que pudiese decir algo a Marshal. No podía ver alguna expresión en su cara.
Mire de regreso a Marshal cuando alcanzamos las escaleras.
—Gracias —dije e instantáneamente sentí el brazo de Joe jalándome hacia las escaleras. Me tropecé en los primeros escalones, esperando que Marshal respondiera. Su rostro se puso más y más preocupado a medida que la distancia entre nosotros crecía.
Eres bienvenida, señaló justo antes de que Joe me levantara del último escalón y lo perdiera de vista.
jamileth
Re: Sufriendo en el Silencio Joe y Tu TERMINADA
CAPITULO 17
—Deberíamos hablar... —Pero sus manos en mi rostro me interrumpieron. Agarró mi barbilla con sus fuertes dedos, todavía manteniendo mi cabeza y forzándome a mirarle. Esperaba que dijese algo pero no lo hizo. En lugar de eso, su mano cubrió mi boca al tiempo que bajaba su cabeza para besar mi cuello y mi pecho. ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Qué quería? No había hecho nada para enfadarle esta vez y todo lo que sabía era que él estaba tomando su ira contra Ray hacia mí. Luché contra él, tratando de quitar su atención de lo que parecía determinado a conseguir. Empujé su pecho, con mis piernas golpeé las suyas, pero nada ayudó. No podía hablar, su mano cubría mi cara y besó mi cuello con tanta furia que se sentía como si podría ahogarme. Mi pecho comenzó a agitarse y él levantó la mirada, liberando mi cara solo para besarme de nuevo. No podía continuar, no podía frenarle.
Con pánico, lleve mis manos a su rostro y aparte su cabeza con todas mis fuerzas.
―¡Joe, detente! —grité tan pronto como mis labios estuvieron libres. No había sido capaz de empujarle más lejos. Su cuerpo aún estaba sujetándome a la cama, pero su cabeza estaba lo bastante levantada para que pudiese centrarme en su cara.
Sus ojos se abrieron y me miró pero no dijo una palabra. No había alma detrás de sus ojos verdes, ni rastro de una persona. Parecía poseído. Con un rápido movimiento, agarró mis muñecas con sus manos y las llevo sobre mi cabeza. Cinco largos dedos aseguraron mis brazos al cabecero, su boca de nuevo tomando posesión de la mía. Grité contra sus labios, agitando las piernas mientras él comenzaba a desabotonarse los pantalones. Mi cabeza golpeó de atrás a delante hasta que fui capaz de liberarme de su beso.
—¡Joe, no hagas esto! —suplique.
Todo lo que habíamos construido, toda confianza que tenía en él estaba desapareciendo. Las lágrimas brotaron de mis ojos. Sollocé, pero a él no parecía importarle o notarlo. Cuanto más luchaba, con más fuerza él me sostenía y más me asustaba.
Lo sentí llegar a mis bragas, empujando a un lado la tela y posicionándose para que pudiese forzar su camino. Retorcí mis caderas lejos de él, teniendo la esperanza de que podría liberar mis manos para que pudiese detenerle. Pero su agarre solo se volvió más fuerte y su mano libre empujó mi muslo, forzándome a regresar debajo de él.
—Joe, me estás haciendo daño —lloré, sin saber si mi voz era siquiera coherente. Pero pareció entenderlo. Me miró brevemente antes de cerrar los ojos. Su pecho se agitaba mientras tomaba un profundo respiro. Removió su mano de mi pierna y dejó ir mis muñecas. Rodó fuera de mí e instintivamente me enrolle lejos de él, con las rodillas dobladas contra mi pecho, mis brazos protegiendo mi corazón y mi cabeza.
Lloré en voz alta, sin preocuparme de que Marshal me escuchase, sin importarme si Joe me miraba. Era demasiado. Todo era demasiado. El ultimátum de Joe, su falta de control, la ira de Ray. No podía hacerle frente, y quise que la muerte viniese y me llevase. Quizá si lloraba durante bastante tiempo, la Muerte podría escucharme y salvarme del infierno.
Me estremecí cuando sentí la mano de Joe a mi lado.
—¡No me toques! —grité y sentí su mano moverse sobre mi hombro. Trataba de girarme sobre mi espalda para que así pudiese hacerle frente, pero sacudí su mano, rodé de la cama y me puse de pie. No podía soportar mirarle, pero no podía persuadirme de apartar la mirada. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero su cuerpo estaba posicionado defensivamente, listo para saltar y detenerme si intentaba huir por la puerta.
—______________, lo siento.
—¡No! ¡No te atrevas a hablarme! —Todavía estaba sollozando y mi visión estaba borrosa por las lágrimas―. Todo lo que dijiste... todo lo que me prometiste... ¿cómo pude siquiera creer una de las palabras que dices?
Joe se sentó y balanceó las piernas a un lado de la cama. Moví la cabeza y me alejé de él.
—¡No te acerques más! —Mantuve la mano en alto, como si eso pudiera pararle.
—Lo sé. —Sus ojos me suplicaron―. Tienes todo el derecho para estar enfadada conmigo. Pero me detuve, ______________.
—¡No me importa que te detuvieses! —No había gritado desde mucho antes de que mi madre muriese y estuviese forzada a vivir con mi padre―. Mírame, Joe. ¡Esta soy yo atemorizada de ti! ¡Esta soy yo sintiendo algo que prometiste que nunca sentiría de nuevo! ¡Esta soy yo dándome cuenta de que nunca debería, que nunca podría estar contigo!
—No quieres decir eso —dijo, su rostro firme y demandante, viendo a través de mi mentira.
—Como el infierno que no. ¡No me toques! —Joe trató de alcanzarme y abofeteé su mano.
—No hagas esto, por favor. Sabes cuánto significas para mí.
—¡Estás enfermo Joe! —grité en su cara, mis lágrimas secándose mientras mi ira aumentaba―. No significo nada para ti y esto solo lo prueba. ¡Todo lo que te importa es el control y el poder que tienes sobre mí y me odio por darte eso!
—Eso no es verdad. —Su rostro se suavizó y trató de alcanzarme de nuevo. Negué con la cabeza y retrocedí lejos de él hasta que sentí la pared contra mi espalda.
—Estás enfermo —susurré otra vez, apartando el pelo de mis ojos.
Joe no dijo nada y dio unos pocos pasos para cerrar la distancia entre nosotros. Aparté la mirada cuando me alcanzó, parpadeando lejos las nuevas lágrimas.
— Mírame —dijo, girando mi cara hacia la suya. Habló lentamente―. Significas todo para mí.
Le miré, alejando su mano de mi rostro y me volteé para poder alejarme. Sus brazos volaron al frente de mí, dando puñetazos contra la pared mientras bloqueaba mi camino. Sabía que estaba atrapada física y emocionalmente. No me dejaría marchar hasta que le hubiese perdonado. No podría descansar, no podría dormir, no podría funcionar hasta que le hubiese perdonado. Sabía que no debería, sabía que estaba mal. Pero también sabía que no podría rendirme.
Giré la cabeza, casi con miedo de mirarle esta vez. ¿Eran esas lágrimas en sus ojos? ¿Estaban sus labios temblando? Sentí algo romperse dentro de mí y colapsé en el suelo. ¿Al final de todo me había atrapado? ¿Estaba mi cuerpo rindiéndose?
Joe me tomo en sus fuertes brazos y me tiró cerca de su cuerpo.
—Lo prometiste —grité en su pecho―. Prometiste que no necesitaría tenerte miedo. Quise confiar en ti, quise creer que esto podía funcionar... —pero no pude continuar. Mis sollozos estaban ahogándome y tenía que luchar para respirar, mis manos aferrándose a sus brazos tan fuertes como podía, con miedo de que él nunca me dejaría marchar y que podía caer a través del suelo, para nunca ser vista otra vez.
Finalmente me permití descansar contra él, sus brazos envolviéndome y mi tristeza era una prensa protectora. Mi cuerpo dolía, mi pecho ardía del llanto, mis ojos casi se cerraban por lo hinchados que estaban y mi cabeza daba vueltas. Podía sentir los dedos de Joe deslizarse por mi pelo, sus labios en lo alto de mi cabeza, su corazón latiendo contra mi mejilla. ¿Realmente podía significar tanto para este hombre? ¿Podía este desastre humano ser su todo? Estaba rota y desesperada. ¿Por qué podía posiblemente querer que esto?
Nos quedamos en el suelo de su cuarto hasta que estuve calmada. No entendía lo que me había ocurrido. Joe me había hecho daño, me había molestado, me condujó a un punto de quiebre. Sin embargo, aún le necesitaba. Le necesitaba para ayudarme a trabajar a calmar mi ira, le necesitaba para sostenerme mientras encontraba la fuerza para perdonarle, le necesitaba para estar a mi lado cuando quisiese volver tocarle. Mi respiración se volvió estable y mi cabeza se sintió ligera. Mi corazón todavía latía erráticamente. Me apartó de su pecho y alzó mi cara hacia la suya. Besó con suavidad mis labios y deslizó un ligero dedo sobre mis parpados cerrados. Con miedo y vergüenza abrí mis ojos y le miré. Estaba mirándome.
—Todo —repitió―. Significas todo para mí. Y siento herirte.
Forcé a mi cabeza a asentir en entendimiento mientras mi mejor sentido prevenía a mis labios de hablar. Quién sabe lo que podría haber dicho. Podría haberle hechizado, profesado mi amor, besado... todo. Nos miramos fijamente el uno al otro durante un largo rato, sus expresiones faciales nunca alterándose. Creí en él. Creí que me consideraba ser su todo. Pero eso no quería decir que no tuviese miedo de lo que eso significaba.
—Debería ir al piso de abajo —dije eventualmente, sin embargo, no me moví. Estar lejos de Joe podría permitirme pensar con claridad.
Joe negó con la cabeza, sus ojos encontrándose con los míos, su ceño fruncido con preocupación.
—Vas a quedarte conmigo desde ahora. No voy a dejarte ir de mi lado con Ray amenazándote.
—No lo quiero saber, ¿verdad?
—Creo que puedes imaginártelo.
Asentí y Joe sonrió, besándome de nuevo.
—No permitiré que eso ocurra.
Tome unos pocos respiros profundos y miré fuera de la ventana. La lluvia caía en cascada por el cristal, haciendo imposible ver algo. Deseé que mis ojos pudiesen hacer lo mismo, llorar lo suficiente para que Joe no pudiese ver en mi cabeza. Parecía saber todo lo que estaba pensando. Incluso en mi desesperación y locura, él podía verlo todo.
Sus dedos giraron mi cara.
—Vamos a la cama. Deberías dormir.
Al final sonreí. Dormir sonaba perfecto. Joe me ayudo a ponerme de pie y me acompañó a la cama. Descorrió las mantas para mí y luego me envolvió cómodamente una vez que subí. Me volví en mi lado y cerré los ojos, sintiendo el colchón sacudirse mientras Joe se rendía a mi lado. Sus brazos se envolvieron entorno a mí, su mano encontró la mía por debajo de las mantas y entrelazamos nuestros dedos. Estuve dormida antes de que pudiese apreciar el sentimiento.
jamileth
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