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lunar phase | audiciones cerradas.
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Re: lunar phase | audiciones cerradas.
¿ally también va por liam? *se vuelve a suicidar*paularamirez escribió:Ni entiendo porque te suicidas. De seguro tu o Ally quedan.GreenSky escribió:*se suicida*paularamirez escribió:YoGreenSky escribió:¿quien va por liam?
yo no entiendo por qué decís eso, escribís hermoso. <3
Última edición por GreenSky♥ el Lun 23 Dic 2013, 1:19 pm, editado 1 vez (Razón : puse: "laim" :facepalm:)
demons.
Re: lunar phase | audiciones cerradas.
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Nombre: Blue Windy.Representante: Frida Gustavsson
Pareja: Louis Tomlinson
- Special A.:
La luz del sol a la una de la tarde, era de todo, menos agradable. Claro, excepto si quieres obtener un bronceado que afectara a cada centímetro de tu cuerpo –al menos que no te quites el sostén-, en ese caso sí.
Una suave brisa acariciaba de forma constante mi cara, logrando que un par de cabellos rebeldes hicieran cosquillas en él al moverse. La velocidad era solamente un factor que sumar a la hora de todo el viento que se estampaba. Había querido caminar, y tomar un poco de aire. Relajarme, y distanciarme un poco de todo lo que había sucedido en los últimos días.
Pertenecer a Special A. no era exactamente un pase directo a la tranquilidad. Todo Tomlinson College parecía tener intenciones de querer saber y deducir tu próximo movimiento –desde el más mínimo, como ir al baño; hasta quizás lo más privados, como que nota te sacaste en lenguas extranjeras-.
Claro, que estar en el grupo más privilegiado no te salvaban de los rumores molestos e insistentes. Y muchas veces, éstos corrían más rápido que la propia pólvora quemándose.
Para mi desgracia, uno de los más mediáticos del año pasado, fue que yo estaba saliendo con el hijo de los dueños de Tomlinson College: Louis Tomlinson. Arrogante, asquerosamente simpático, un idiota y mi mayor competencia. O al menos eso creía, porque no teníamos nada que ver. Yo me dedicaba al Tenis, y él se especializaba en fútbol. No había motivo alguno para que ambos nos cruzáramos, sin embargo, siempre algo lo colocaba en mi camino como una piedra enorme el cual no podía saltear.
Nunca tuve algo con él, ni nunca lo tendríamos.
Los bloques de cemento que conformaban la vereda desaparecían por debajo de mis pies. Mi mano se alternaba al costado de mi cuerpo hacia atrás y hacia delante creyendo que eso me daría más velocidad, o al menos el impulso necesario para moverme más rápido.
Si no me apuraba, llegaría tarde.°°°
La clase de álgebra avanzaba más lento de lo que yo hubiera deseado. El aburrimiento se demostraba claramente en mi posición física: Mi cabeza estaba apoyada en mí mano derecha como si pesara más de lo que mi cuello pudiera sostener, y la izquierda se cerraba alrededor de un lápiz mientras lo golpeaba contra el pupitre.
Las matemáticas nunca habían sido mi primera opción, no obstante, esto no significaba que no fuera buena en ellas.
El profesor terminaba de explicar unas cuentas que tendríamos que hacer para la siguiente clase, cuando la campana anunció el receso tan ansiado.
Todos agarraron sus pertenencias, y corrieron hacia el pasillo para liberarse del encierro del aula.
-¡Emily!- Siento como alguien me llama. Me di la vuelta, y mi mejor amiga trotaba hacia mí con una sonrisa radiante. –Viniste bastante agitada esta mañana ¿No?- Reí por lo bajo, mientras dándole la razón, asentí con la cabeza.
-Quise tomar aire, Sky. Pero…
-Se te hizo tarde- Finalizó por mí. Una vez más, me había quitado las palabras de la boca, gracias a que ella sabía perfectamente como era. –Tendrás que sacarte esa costumbre, amiga.
-Por supuesto que sí- Escuché detrás de mío. No fue necesario agudizar mis oídos para saber con quién estábamos tratando. Bufé por lo bajo, mientras que con una simple mirada le supliqué a Skylar que me ayudara a salir de ésta. No quería hablar, puesto que, es obvio que cuando uno detesta a alguien, hace todo lo posible por mantenerse alejado de él. Al menos en mi caso, yo intentaba eso cuando no estábamos compitiendo.
-Yo tengo cosas que hacer, nos vemos luego Ems- Mi apodo fue lo último que pronunció antes de desaparecer por los pasillos del colegio, dejándome en la completa soledad –trágicamente- con la compañía de Louis. No quería darme vuelta, quería salir corriendo, porque cada encuentro con Louis significaba drama. Drama para mí, drama para cualquiera que fuera testigo de los acontecimientos que creaban nuestras discusiones.
Una vez, ahora que recuerdo, con Louis jugamos al tenis de mesa –mejor conocido vulgarmente como ping pong-. Estábamos empatados 40 a 40, y quedaba solo un minuto para que terminara el receso –sí, gastaba mi tiempo libre en intentos por ganarle a Louis-. En fin, Louis me empezó a desafiar todavía más, y a retarme diciendo que en ese tiro no podría ni llegar a quebrar la muñeca para pegarle con la paleta a la pelota. Mi orgullo estaba por las nubes, y no iba a dejar que mi dignidad se cayera por los suelos –al menos no más-. Así que, sin más tiempo que desperdiciar, golpeé la pelotita contra la mesa pintada de verde, y posteriormente la golpeé. La lucha estuvo equitativa, ninguno bajaba de nivel, sin embargo una sola mirada de Louis durante el juego fue suficiente para que bajara la guardia. Louis casi me gana, sin embargo yo lo rematé… para peor.
La pelota rebotó y rompió un vidrio, además de noquear a la profesora de lengua y literatura, que estaba a punto de jubilarse.
“Al menos le adelanté las vacaciones” Pensé positivamente. Pero, esa fue una historia para que Louis me la recordara todas la veces que pudiera, con el mensaje subliminal de “Yo soy mejor” entre palabras.
-Ni siquiera sabes de que estábamos hablando- Espeté, animándome a darme vuelta y encararlo. Y ahí estaba de nuevo: Pelo ligeramente alborotado hacia arriba, sonrisa cínica y burlona, y esa mirada… Esos ojos celestes. Mis pensamientos eran automáticamente criticados por mi sub consciente: No podía pensar ningún halago hacia el muchacho que me torturaba de lunes a viernes, y cuando quería, los fines de semana. No obstante, vamos, era casi imposible no notar esos ojos.
-Oh, sí lo sé, Emily- Indicó, ensanchando su sonrisa aún más. –Tarde, de nuevo.
-No llegué tarde-Negué con la cabeza, mientras estrechaba mis ojos. Mis brazos se cruzaron enfrente de mi pecho en señal de protesta.
-Casi- Señaló con su dedo índice. -¿Sabes? La próxima vez que estés en un apuro como ese, podría pasarte a buscar.-Levanté la ceja, y solté una risa irónica. No creía que estuviera dispuesto a hacer un favor como ese, en realidad, ningún favor en general.
-¿Qué es? ¿Alguna clase de broma?- Gruñí. Louis se colocó la mano en el pecho, mientras hacía una mueca de falsa ofensa.
-No- Negó dramáticamente. Mi mirada estudiaba cada centímetro de su rostro, tratando de emplear los métodos que había aprendido en la serie ‘Miénteme’. No pude encontrar ninguna mentira, a diferencia del nerviosismo de un criminal –aunque no sé porque lo consideraba tal- el mantenía firmes sus facciones en estado burlesco. Decidí dejar de “luchar” y giré sobre mi propio eje lista para irme. Sin embargo, una vez más, la voz de Louis me detuvo. –Solo mi intento de caridad- Sus palabras me causaron gracia, y al mismo tiempo una ofensa, y grande.
-¡Sabía que no te podías resistir!- Aclamé mientras estampé mi dedo contra su pecho, pese a eso, Louis no se movió ni un centímetro.
-Culpable- Levantó las manos en señal de paz, pero no había señal de rendición en él –Pero sí, podría traerte alguna vez- Levanté una ceja, sin creer sus palabras. –Serías afortunada. Imagínate bajando del auto de Louis Tomlinson- Mis manos se cernieron alrededor de las riendas de mi mochila, y la subieron ligeramente encima de mi hombro. Una sonrisa auténtica se formó en mi cara, mientras inclinaba sutilmente mi cabeza hacia un costado.
-¿Afortunada?- Inquirí. Louis asintió con su inconfundible egocentrismo, y yo volví a hacer una mueca. Sin esperar a dirigir más palabras a él, o que él me las dirigiera a mí, retrocedí unos pasos y finalmente me di vuelta alejándome de él. –Preferiría que me llevaran al infierno, Louis- Aseguré, seguido de una risa jocosa.°°°
La limosina me vino a recoger a las siete de la tarde en punto. Nunca tenía por qué quejarme de mi chofer, y al parecer nunca tendría que hacerlo. Walt era una persona muy responsable, y como no, un excelente hombre. Tenía 41 años, más no aparentaba esa edad, sino menos. Sin embargo, él vivía para su pequeño hijo, Ben, y su esposa –que era muy agradable- Jane.
Miraba a través de los vidrios, con la tranquilidad de que no me miraban a mí –ya que eran polarizados-
El viaje se hacía más corto hacia casa. Special A. podía ser un lugar privilegiado, sin embargo, como todo privilegio había que luchar por él. Y así se formaban descansadamente los días agotadores.
Mis ansias por llegar a casa solo era cuestión de comodidad, y no tanto de la necesidad cariñosa que brindaba un hogar. Es más, me sentía sorprendida cada vez que encontraba a alguien dentro de los metros cuadrados que rodeaban mi vivienda.
Mamá y papá trabajaban todo el día, o simplemente llegaban a casa cuando yo ya estaba descansando para ir al siguiente día al instituto; y para colmo, se levantaba bien temprano antes de que siquiera les pudiera decir un pobre “hola”.
No los veía muy a menudo, sin embargo, eso no borraba el hecho de que los quisiera. Dicen que la distancia solo refuerza el amor, pero ese no era mi caso. El amor que yo les tenía era puro agradecimiento por todo lo que me habían otorgado, y lo que habían hecho por mí.
Los extrañaba, si, pero no por eso iba a hacer un berrinche cada vez que se fueran.
Unas rejas enormes se alzaron frente a la vereda mientras la limusina se detenía exactamente al costado.
-¿Si?- Habló alguien a través del comunicador que estaba colocado en el muro que limitaba la entrada de mi casa. Su voz dulce y amable me confirmó que era la única mucama posible en mi casa: Olga.
-Traigo a la señorita Recker- Indicó Walt. Olga emitió un sonido de asentimiento, y posteriormente las puertas se abrieron de forma automática.
Mi transporte recorrió una entrada iluminada por el sol y decorada por unos arbustos. Luego, una fuente redonda se centraba justo en el medio armonizando el ambiente con el sonido producido por la cascada del agua. La limusina recorrió la rotonda producida, y se estacionó justo enfrente de los escalones que luego tendría que subir para llegar a la puerta.
Ni bien tuve la oportunidad, bajé de la limusina y le agradecí a Walt por haberme traído.
Traspasé las puertas de madera, y me encontré con el interior de mi casa.
Una enorme escalera se ajustaba alineada perfectamente, a sus costados nada m{as que porta retratos familiares desde hace años.
-¿Hola?- Pregunté. Nadie contestaba, y si mis predicaciones estaban en lo correcto, nadie iba a contestar.
Caminé escaleras arriba con una velocidad de trote, mientras ansiaba llegar y descansar de una vez por todas.
Divisé mi habitación al final del pasillo, contenta por estar al fin en un lugar privado y tranquilo. Me bañaría, luego me pondría en pijamas y quizás llamaría a Skylar o Hayley, para hablar con ellas o de seguro terminar contando mil y un razones para odiar a Louis Tomlinson.
Recorría el pasillo con ansias, cuando pasé por la habitación de mis padres y escuché el sonido de la aspiradora recorriendo la alfombra. Me volví entonces unos pasos atrás para saludar a Olga, quien se encargaba de esa tarea y muchas más.
-Olga- La llamé, mientras que ella reaccionó y me dedicó una cálida sonrisa.
-Emily, suponía que correrías a tu habitación- Declaró, mientras yo simplemente reí y le otorgué un abrazo.
Olga era una señora de ya avanzada edad. O bueno, no tanto ya que poseía cincuenta primaveras encima. Su pelo canoso se encontraba corto y levemente ondulado, dejando a sus ojos celestes toda la atención de su rostro.
-Sí. Es difícil comenzar después de unas vacaciones, pero bueno…- Suspiré y coloqué mis brazos en forma de jarra. –Ya me acostumbraré. – Olga asintió y rió ante mis palabras.
-Eso espero- Indicó, mientras me señalaba en forma cómplice. Olga suele ser la mayoría de las veces una mamá sustituta para mí, y es lógico, ya que mis papás –como bien saben- no están y ella muchas veces es mi única compañía en casa.
-Me voy a duchar, y quizás me quede el resto del día echada en cama- Aclaré, imitando un gesto bastante holgazán. Ella asintió, mientras yo me empezaba a retirar de la habitación. Pero me tuve que detener a los pocos segundos, en el marco de la puerta, ya que parecía ser que Olga tenía unas palabras más que otorgarme.
-Oh, y Emily- Anunció captando mi atención- Llamó una amigo tuyo- ¿Amigo mío? La información parecía ser bastante sospechosa, ya que, conociendo a mis amigos, ellos llamarían a mi celular antes que a mi casa. Era mucho más rápido y fácil para contactarme.
Fruncí el ceño ante una señal de confusión, y me crucé de brazos.
-¿Amigo?
-Sí, me dijo que tenía que hablar- Prosiguió. No se me ocurría nadie de quien estuviera hablando, por lo que decidí hacerle la pregunta más directa.
-¿Dijo como se llamaba?- Interrogué, esperando ansiosa la respuesta, ya que me intrigaba hasta los nervios.
-Oh, claro que sí, espera que lo recuerde- Olga golpeteó su dedo índice delicadamente contra su pera, haciéndome saber que estaba haciendo un esfuerzo por recordar. Pensé que se iba a dar vencida fácilmente contra la duda, pero no fue necesario, ya que ella misma anunció la identidad. –Si!- Chasqueó los dedos. –Se llamaba Louis. Louis Tomlinson- Si mi quijada no hubiera estado pegada por naturaleza, ésa se hubiera caído fácilmente contra el piso en ofensa. ¿Por qué me llamaría? ¿Qué necesidad de irrumpir mi línea telefónica? Cobré la compostura y nuevamente me dediqué a enfocarme en el castaño que tantas pesadillas me causaba.
-¿Y qué quería?- Indagué, levantando una ceja.
-Dijo que tenía asuntos pendientes contigo, eso nomás- Soltó mi mucama. Respiré hondo, y luego solté el aire comprimido por mi pecho. Parpadeé unas veces, y finalmente luego de unos segundos cortos –pero intensos- de debate, decidí tomar ese baño que tanto ansiaba. El agua significaba relajación, distracción, y calma en el alma. Y en ese momento quizás necesitaría trescientos litros de agua.
-Oh, claro que tenemos asuntos pendientes Olga- Sentencié mientras cruzaba la puerta y agradecía por tener el número de teléfono de Louis entre el marcado rápido. En ocasiones como éstas, servía mucho.
- The great escape:
- Cada historia tiene un comienzo, y la mía –por lo menos- lo tiene un poco confuso.
O eso creía a mis cinco años cuando sentía gritar a mis padres, junto al sonido de otros objetos que –en ese momento- no sabía reconocer como platos rotos, sillas de maderas desparramadas, y otros contactos con la pared desconocido.
Un oso de peluche marrón se agitaba alegremente dentro de mis palmas diminutas. El nombre del juguete se llamaba simplemente Oso. Sabía que mi originalidad no me iba a llevar lejos, pero vamos, tenía apenas cinco años.
La distracción pareció ser una oportunidad perfecta para salir sigilosa con mi oso de peluche en mano por la cocina. Mis pasos, al ser tan pequeños, no hicieron ningún sonido. Y mucho menos si éstos contrastaban contra los gritos de mamá y papá.
El aire golpeó frío, y repentino contra mi cara. Mis rulos que ya estaban formados, golpearon contra mi mejilla mientras se deslizaban delicadamente hacia abajo con cada movimiento. Era invierno, y estaba segura que la temperatura no superaba los dos grados. Caminé, y caminé. Mis pies se hundían bajo la nieve fría y sólida, era uno de los inviernos más helados en Londres. Mis ojos recorrían el horizonte iluminado por la luz cálida del sol, las nubes paseaban cordialmente por el cielo formando figuras abstractas en él. Unos metros más adelante, un lago se estancaba justo entre medio del paisaje culminado por árboles. No era para bañarse en él, al menos no generalmente. Pero si para disfrutarlo cuando el agua se congelaba, y se solidificaba, regalando diversión para quien se animara a patinar sobre el estanque de agua.
Con facilidad, divisé a un niño de mechas rubias que se estaba riendo furtivamente al lado de la orilla. Sus ojos celestes se iluminaban cual luz celestial, esos orbes me resultaron hipnotizadores… casi fuera de éste mundo. Sentía que eran alguna clase de… refugio.
Con timidez, me quedé parada en el medio del campo blanquecino. Mis manos se acobijaban detrás mi espalda, mientras estrujaban al oso de peluche que tanto adoraba. Una brisa fue suficiente para balancear mis mechas castañas sobre mi cara y que sin remedio alguno me hicieran cosquillas en ella.
Quería acercarme… sentía una necesidad, un deber. Un bien.
Pero no podía, era un extraño. Mamá me había enseñado a no acercarme a gente desconocida, a personas que quizás –en el peor de los casos- querrían hacerme daño. Pero dentro, muy dentro, a tan corta edad, sabía que él no era dañino.
Podía confiar en él…
Con la confianza, y la inocencia de un niño, me obligué a encaminarme hacia ese niño que tanto me fascinaba.
El infante juguetón se encontraba sumido en la forma en que su trineo rojo manzana se deslizaba fácilmente por la sustancia fría y blanca. Las alternativas se encontraban en rojo, y no me quedaba otra opción que seguir marcando mi camino hacia aquel niño.
A tan solo unos metros, con la timidez más grave del universo, mis ojos hicieron contacto con los de él. Sus labios se fruncieron, y haciendo contraste con su palidez facial, sus mejillas se encendieron.
Estuvimos un rato mirándonos, hasta que él caminó directamente hasta pararse firme delante de mío. Con un suave, pero decidido movimiento, se retiró su chaleco color azul marino y lo dejó colgado en su mano. Lo miró, y antes de que pudiera negarme, extendió su palma abierta ofreciéndome el abrigo.
Me empecé a preguntar porque ese préstamo, porque esa manera de comenzar… y luego decidí observarme a mí misma. Tenía apenas una remera fina de mangas largas cubriendo mi torso. Por supuesto, éste no era lo suficientemente grueso, o no era la cantidad necesaria para abrigarme.
Mis ojos emitieron movimiento hasta su mano, y luego hasta su cara. El niño rió, y sacudió su cabeza mientras me lo colocaba alrededor de los hombros y luego me observaba nuevamente.
-Gracias…- murmuré retraídamente. Mis ojos vagaron hasta su sonrisa, que cada vez se iluminaba más.
-De nada- El silencio se presentó, sin invitar a la incomodidad. Era un mutismo agradable, y reconfortante. Saber que estaba allá afuera, sin tener que escuchar los gritos molestos, me otorgaba una paz que no sabía comprender a mi escasa edad. Y más todavía, si de éste momento resultaba una futura amistad con el muchacho de aquellos ojos celestes.
-Soy Laila- Pronuncié por lo bajo. A pesar de las ansias, todavía estaba un poco insegura. Sin embargo, quería conocerlo, y que me conociera.
-Hola Laila- Espetó él. –Soy Niall- En menos de lo que hubiera creído, Niall, me estrechó entre sus brazos aferrándome a un cálido abrazo, que me hizo dejar de lado el frío invernal.
Lo reconfortada que me hizo sentir ese simple acto, con lo fácil que dejé que esa demostración de afecto se transformara de una sorpresa, a un encanto; me hizo saber futuramente, de que mi salida, mi gran escape ya se había presentado hace tiempo.
Y que él…
Él solo era un comienzo.
- Surprise babe:
- Miro las estrellas, y la nostalgia me invade por completo. Éstas están siendo opacadas, mientras algunas personas ansiosas lanzan fuegos artificiales al cielo.
Meto mis manos en los bolsillos de mi campera para darles refugio del frío que azota Londres. Sin embargo, sé que la verdadera helada se encuentra en mi interior; específicamente en mi corazón. ¿Como pude ser tan estúpida? Harry hizo todo lo posible por llevarme con él a la gira. Me habló, me trató de sobornar, e incluso peleamos; pero ni todo eso pudo hacerme cambiar de opinión. Yo no estaba preparada para afrontar meses y meses lejos de mi ciudad, no estaba preparada para ir con él hacia países que desconocía. Pero no me dí cuenta que tampoco estaba preparada para estar lejos de Harry. El miedo me había impedido notar lo que realmente no quería afrontar: una relación.
Tantas veces jodida, tantas veces engañada... Abrir mi corazón no había ido fácil, y menos si ésto implicaba también entregarme a los medios. Si no hubiera sido por el apoyo de Harry, la prensa me habría comido viva. Pero... Harry.
Camino, y me siento en un banco que otorga vista hacia el Big Ben. Faltan apenas unos minutos para que la hora llegue, las campanas suenen, y un nuevo año comience. Un comienzo sin Harry.
Revuelvo mi palma adentro de mi saco negro, y palpo la pantalla de mi celular. Lo saco, y reviso con esperanza el buzón de entrada.
Ningún mensaje nuevo
Suspiro pesadamente y guardo el dispositivo móvil en su lugar.
Trato de aguantar las lágrimas, pero siento como un líquido tibio, pero sobre todo doloroso, se acumula en mis ojos. Agito los párpados en un intento de contener la tristeza, pero me es imposible. Siento como un sabor salado llega hacia mis labios, indicándome que la desgracia de llorar me ha llegado. Lo extraño, lo extraño tanto.
Mis pensamientos nostálgicos son interurmpidos por un ruido a mi izquierda. Trato de no mirar quien se ha sentado a mi lado, pero me es inevitable no notar a alguien totalmente cubierto, de pies a cabeza a tan solo unos centímetros de mí.
No quiero parecer maleducada, ni nada por el estilo, por lo que decido quedarme un rato más.
"Pasaré año nuevo al lado de un dark que no conozco... genial" Me susurro a mi misma.
Una campanada anuncia que quedan tan solo unos cuatro escasos minutos para las doce. Me limpio los signos de tristeza que mis emociones han dejado por mi cara, y me dispongo a levantarme. Pero una voz me indica que quizás no debería hacer lo contrario.
-Quédate- Me indica el desconocido. Frunzo el ceño y dudo ante mis futuras acciones. -No me molesta que estés aquí...- Dice de nuevo. Me atemorizo un poco, sus palabras me están haciendo dudar de la decisión que he tomado.
-Pues... yo- Comienzo, pensando bien mis palabras. No quiero que salga algo inapropiado, o denigrante. -Tengo que irme, se hace tarde...- Trato de caminar, pero nuevamente sus palabras me detienen.
-¿Tarde? ¿Para qué?- Se echa para atrás y estira los brazos señalando a su alrededor. -Faltan minutos para año nuevo. ¿Adonde quieres ir que no has ido todavía?- "A los brazos de Harry" Dice una vocecita en mi cabeza. Niego, mientras miro con más atención al hombre que me habla. La oscuridad tapa cualquier rasgo suyo, y su capucha me hace imposible tener una idea sobre su identidad.
Y tiene razón, ¿Adonde pretendo ir? Les dije a mis padres que iba a pasar año nuevo sola. Mis amigas se fueron de viaje, y no me queda nadie más. Al fin y al cabo, quedé sola.
-No sé...- Murmuro. Siento una risa de parte de él.
-¿No sé? ¿No tienes a nadie?- Pregunta. Mi cabeza se mueve de un costado a otro afirmando su interrogación. -Pues, yo sí tengo a alguien. Pero no me quiso acompañar...- Anuncia. Es una coincidencia, ¿Quizás así se sentiría Harry? No creo. De todas maneras no puedo evitar sentirme un poco incómoda con la conversación que estoy teniendo.
-Es una lástima ¿Porque no la vas a buscar?
-Porque ya la vine a buscar, pero no se ha dado cuenta...- No puedo evitar sentirme sorprendida por sus palabras. Si lo mío se siente feo, entonces lo de él debe ser... terrible.
No sé que decir, o como actuar. Pero, me quiero ir.
-Bueno...- Anunció, con un tono simpático. Quizás un poco -demasiado- falso. -Me tengo que ir. Nos... vemos- "En otra vida" Pienso.
Mis pies toman rumbo lejos de mi posición actual. Camino no despacio, pero tampoco muy rápido. Sin embargo mi caminata no dura mucho , ya que siento como me toman de la muñeca y me detienen al instante.
-¿Pero que...?- Me vana violar, cuando extraño desesperadamente a mi novio. Lo sé. Sin embargo, no puedo evitar sentir como el aire se me quita precipitadamente de mi pecho, cuando el chico que antes estaba cubierto, se destapa completamente. -Tú...- Harry está de pie frente a mí. Sus hoyuelos se marcan mientras me sonríe, matándome de un tiro. Mi corazón parece recibir descagas eléctrica, y eso es solo un empujón para que me lance a sus brazos.
-¿Te lanzas a los brazos de un acosador?- Me pregunta mientras ríe. Me separo y le pego en el brazo..
-¡Casi me matas del susto!- El oji-verde no puede evitar sonreir de nuevo, de seguro a sabiendas que me ha sorprendido.
-Quería venir...- Murmura mirándome a los ojos.
-¿Pero... como? Hablé con los chicos, iban a dar un concierto en Nueva York.
-Una mentirita blanca- Indica, haciéndome agregar una cosa más a la lista de "cosas que hacen por cómplices"- Nos quedamos un rato en silencio, mirándonos, sin pronunciar sonido alguno. La brisa nos envuelve, y los gritos lejanos de la gente llega a mis oidos.
"Diez... nueve...
-Yo era esa persona que habías venido a buscar...- Pronuncio, recordando las palabras que había dicho el "desconocido" por el cual se había hecho pasar. Harry asiente lentamente, mientras me toma de la mejilla.
Ocho... siete... seis
-Eres la única que siempre buscaré, y que al fin encontré...- Susurra, acercándose lentamente hacia mi. Antes de que el frío siga azotando mi boca, el calor de los labios de Harry me cubren por completo.
Nuestras bocas se mueven como un suave vals vienés, con toda la elegancia y delicadeza que exige. Estamos solos... pero estamos solos juntos. Y eso me hace sentir la chica más afortunada del mundo.
Cinco... cuatro
Porque Harry cruzó todo un continente para acompañarme. Porque el vino para quererme, comenzar un nuevo año juntos. Y ésto, me hace tremendamente bien. Porque ya no tengo miedo, ya no tengo temor... Y estoy dispuesta a todo en éste año nuevo.
Tres... dos... uno
Las campanas suenan, los fuegos artificiales son lanzados, la gente vitorea; más bien yo solo puedo pronunciar dos palabras que indican todo un comienzo nuevo. Uno junto a Harry.
-Te amo...- Digo, contra sus labios. Harry sonríe, y como siempre había soñado, me corresponde con las mismas simples, potentes, y tan ansiadas palabras.
-Te amo.
¿Porqué quieres quedar? Pues el título me llamó bastante la atención, entré y quedé totalmente maravillada con la trama. La fantasía, el suspenso y misterio es de mis géneros favoritos para leer, y mucho más para escribir. Me siento totalmente cómoda tratando con temas como los mencionados, y mejor si involucra el romance. Hay un millón de caminos para tomar en la novela, y eso me fascina, ya que uno puede llevar al límite su creatividad y originalidad.
Audiciono, aunque no estoy muy segura, simplemente por el hecho de que compito con un montón de maravillosas y talentosas escrito; sin embargo, a pesar de eso, prefiero audicionar y perder, que ni siquiera haberlo intentado. Sería un honor estar en la colectiva, y si no es asi, pues ya compartiremos otra novela.
ahi tenés mi ficha Lily, espero que esté todo bien <33333
besotes. xx
khaleesi.
---
Re: lunar phase | audiciones cerradas.
pusha, todos van por lou :ccc y gianni no quedará. ah.
Invitado
Invitado
Re: lunar phase | audiciones cerradas.
Deya, plz xDDD es que Special A. tiene un lugar en nuestros corazones :jum:
Gianina, no jodas
yo estoy con vos, Lizzie Boo, y no se quien mas
osea, que pedo
Gianina, no jodas
yo estoy con vos, Lizzie Boo, y no se quien mas
osea, que pedo
khaleesi.
---
Re: lunar phase | audiciones cerradas.
Pushi. escribió:ahora me dicen quienes van por el culón, sha
*se mete en la conversación* YO! Lo más gracioso es que audicionamos con la misma representante... FRIDA TE AMO <3. De todas maneras, mi audición es bastante inútil .
Invitado
Invitado
Re: lunar phase | audiciones cerradas.
Pushi. escribió:Deya, plz xDDD es que Special A. tiene un lugar en nuestros corazones :jum:
Gianina, no jodas
yo estoy con vos, Lizzie Boo, y no se quien mas
osea, que pedo
pushosho weona debias ir por Niall
ahora ya hay mas competencia
dragón.
Re: lunar phase | audiciones cerradas.
Leí mucho spam Deya esta aquí :corre: Pushi también, ay. Entre a ver como esta la cosa y todo, ahora estoy mucho más nerviosa.
Sophia.
Re: lunar phase | audiciones cerradas.
ostras. Deya va por Harry mierda, mierda ¿que hago ahora? Veré si más tarde te puedo dejar mi ficha.
Invitado
Invitado
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