Vanilla twilight | Louis Tomlinson.

Louis terminó de leer y suspiró profundo, dejó la carta sobre el escritorio y permaneció un rato viendo hacia la nada, sin saber cómo reaccionar o qué hacer.

¿Por qué ella le había escrito? ¿Por qué justamente ese día?

Helena era ahora alguien inalcanzable, algo imposible, y cuando Louis estaba a punto de aceptar que nunca más volvería a saber algo de ella,.. regresa. Sí, era una simple carta que muy a penas ocupaba la mitad de la hoja. No significaba nada, pero sí le hacía ver cuánto la extrañaba.

Si tan sólo no se hubiera ido a Italia...

Pero no, ya no existían los "hubiera", los "tan sólo"; Helena se había ido para cumplir su sueño, para ser una de las fotógrafas más reconocidas y admiradas por el mundo, no para alejarse de él, esa nunca fue su intención. Ella lo único que deseaba era un futuro, y para conseguirlo lo había hecho a un lado, porque él no era nada seguro, nada estable... él era una simple persona con defectos y miedos.

—No ocupas un segundo, Helena —susurró, en medio de la oscuridad de su oficina—. Ocupas todos los segundos.

Y lo hacía.

Louis la recordaba cada minuto de la semana, cada segundo del mes. No podía vivir sin pensar en ella, sin preguntarse como era ahora, como había sido su vida los últimos cuatro años, como... había superado tanto siendo tan frágil.

Sacó de uno de los cajones que rodeaban el escritorio un pequeño cuaderno de cuadricula y arrancó una hoja, después tomo una pluma y empezó a escribir.

«Te amo.
»No, muy directo.

-
Era casi medianoche y Louis ya estaba recostado en la comodidad de su cama, revisando los mensajes que le habían llegado al celular, cuando alguien empezó a tocar desesperadamente la puerta, hasta el punto de casi derribarla. Se levantó de la cama y tiró su celular al suelo, mientras giraba la perilla de la puerta y la abría de par en par.

Del otro lado apareció el rostro de su madre. Una sonrisa adornaba tiernamente sus labios, haciéndola ver mucho más joven.

—Louis… te buscan en la puerta —sonrió—. Es una chica.
—¿Una chica? —preguntó él—. ¿Cuál era su nombre?
—No le pregunté, hijo. Pero tenía el cabello un poco rojizo y ojos verdes…
—¿Helena? ¿Pero…?
—Oh, así que es Helena ¿eh? —Rió— ¿Desde cuándo salen, Louis?
—Mamá, yo... —se interrumpió.

Louis asintió con la cabeza, confundido, y después rodeó a su madre, bajando las escaleras con rapidez, llegando a la puerta principal de la casa al cabo de unos segundos y abriéndola, sin poder creer que ella estuviera allí tan tarde. Pero toda la felicidad que Louis pudiese haber sentido en ese momento, se extinguió al ver los ojos de Helena cubiertos de lágrimas.

Ese día Louis descubrió lo frágil que ella era y se dio cuenta de todo lo que significaba para él. No podía seguir viendo sus lágrimas, lo dañaban, por eso mismo en ese instante se juró nunca dejarla sola, nunca abandonarla ni dejar que alguien le hiciera daño.
-

Pero él jamás pudo cumplir su promesa.

Tomó la hoja de papel y la arrugó hasta que fue imposible hacerlo más, para luego estrellarla contra el escritorio y comenzar a romperla lentamente.

No podía escribirle, había perdido el derecho de saber algo de ella, de escuchar su voz o leer sus palabras. Louis siempre trató de protegerla, pero todos sus intentos por hacerlo salían mal. Todos sus intentos por amarla fallaban. Todo le salía mal, y sus errores se habían vuelto incapaces de corregir.

Entonces pensó que quizá era cierto, ella estaba mejor allá, en Italia, recorriendo el mundo como si no hubiera un mañana, tomándole fotografías a los lugares más hermosos del planeta, y alejándose de todo el mal que había vivido estando con él.

Olvidándose de aquella noche que había cambiado por completo su vida.

ϕ Listo c: allí está el primer capítulo, espero que les haya gustado :B
Por cierto, siempre que ponga algo en cursiva, significa que es un recuerdo ¿vale? $:
ajkslaks espero no haberlas confundido mucho._.
Gracias por leer, nos leemos luego._./