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Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
Ops! gran problema =O pobre emily
nick tiene que resolver esto... lo resolverá verdad?
Siguela!!
nick tiene que resolver esto... lo resolverá verdad?
Siguela!!
andre D' jonas
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
OMG!!! Qe terribleeee!!!
El plan no funciono para nada, al contrario!!!
Yo sabia qe las cartas no eran para Nick 8) xdd
Pero no me imagino qe pasara con Emily despues de esto!!!
Tienes qe seguirlaaaaa!!!
Esta en la mejor parteee!!
Me encantaaaa!!.... Ojala Nick pueda hacer algo antes de qe sea demaciado tarde :s
SIGUELAAAA PLEASEE!
El plan no funciono para nada, al contrario!!!
Yo sabia qe las cartas no eran para Nick 8) xdd
Pero no me imagino qe pasara con Emily despues de esto!!!
Tienes qe seguirlaaaaa!!!
Esta en la mejor parteee!!
Me encantaaaa!!.... Ojala Nick pueda hacer algo antes de qe sea demaciado tarde :s
SIGUELAAAA PLEASEE!
CrazyxJonas
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
Ohh no no no!
Rayos ahora todo se complico :/
Espero que Nick pueda resolver esto!!!
Siiguela ;)
Rayos ahora todo se complico :/
Espero que Nick pueda resolver esto!!!
Siiguela ;)
maiih* [:
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
mil gracias por los coments, que bn que les guste la adaptacion
no es muy larga pero aun le quedan unos caps
ahorita edito y subo,
thanksss <3
no es muy larga pero aun le quedan unos caps
ahorita edito y subo,
thanksss <3
Andiie
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
24
La peor de mis pesadillas se ha hecho realidad: estoy sentada en el comedor, oprimida por el corsé, y a solas con Lady Victoria.
Por lo calmada que está, tomando su sopa, parece que no se ha enterado de lo de Emily, y tengo que procurar que siga sin enterarse.
¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¿Cómo pudo pasarme algo tan importante como que Emily necesitaría el consentimiento de su padre?
Estoy segura de que Nick se ha ido derecho a la cabaña, pero me mata no saber qué estará pasando. De pronto echo en falta algo tan simple como poder llamar por teléfono. ¡Así al menos podríamos estar en contacto! Estar aquí sentada, consumida por las dudas, es una auténtica tortura.
Al sentarnos a la mesa Lady Victoria me preguntó dónde estaba Emily y tuve que inventarme algo. De hecho ya ni recuerdo qué le dije.
Los minutos pasan lentamente, y no puedo dejar de preguntarme qué estará pasando en la pequeña cabaña, a unos kilómetros de aquí. ¿Estará Nick gritando a Trent y Emily? ¿Le habrá dicho Trent que no se alejará de Emily, pase lo que pase?
El único momento en el que dejo de pensar en ello es cuando la voz de Lady Victoria me recuerda de repente su siempre agradable presencia.
—Rebecca, querida, no se encorve de esa manera. En muy poco elegante.
Aunque me irrita hacerle caso, me siento derecha al instante. Lady Victoria tiene esa habilidad de las madres para hacerte obedecer en cuanto te dicen algo. Debería haberme encorvado aún más para fastidiarla, pero el corsé no me lo permite.
Si alguna vez vuelvo a viajar al pasado y encuentro al tipo que inventó el corsé, tendré unas palabras con él.
Un sirviente coloca ante mí un plato con un trozo enorme de buey asado, y me fijo en Lady Victoria para coger el mismo tenedor que ella, sujetar el cuchillo de la misma manera, y cortar la carne en trozos pequeña como ella. Verla comer es como ver uno de esos videos en los que te enseñan normas de etiqueta en la mesa.
La verdad es que una parte de mí siente cierta lástima por ella. Su vida se rige por estrictas normas y prohibiciones, y me apostaría lo que fuera a que todo eso no es más que una fachada. Estoy segura de que toda esa obsesión deriva del hecho de que su marido tenía una amante y lo único que ella podía hacer era fingir ante los demás que eran un matrimonio modelo.
No es de extrañar que le preocupen tanto las apariencias. Su marido la engañaba y tuvo un hijo con otra mujer, pero ella se aseguró de hacer creer a todo el mundo que su vida era perfecta. Ella misma pareced perfecta, y da la impresión de que no tuviera ni una sola preocupación. Quizá no debería haberla juzgado con tanta dureza.
—Los rosales ya están en flor —digo, tratando de ser amable—. Emily y yo estuvimos paseando ayer por los jardines y su perfume flota por el aire.
Lady Victoria me mira fijamente mientras mastica.
—Sí, los jardines se ponen preciosos en esta época del año. Mi difunto esposo hizo que los diseñaran de manera que el perfume de las rosas acompañe todo el tiempo a quien pasea por ellos.
Su difunto marido… No puedo creer que lo haya mencionado, se hace un silencio sepulcral, igual que si hubiera caído una bomba, y como no sé muy bien qué decir, tomo otro bocado y espero a que pase ese momento tan tenso.
¿Cuántos platos nos servirán esta noche? Espero que sólo tres. No creo que pueda soportar tener que seguir aquí sentada mucho más tiempo. Hay veces que sirven hasta cinco o seis. Además, esta conversación forzada no ayuda nada, y es cuestión de tiempo que antes o después suelte algo sobre
Emily sólo por evitar el incómodo silencio.
De pronto, como si se hubiera dado cuenta del error que ha cometido al mencionar a su marido, Lady Victoria aprieta con tal fuerza los cubiertos, que los nudillos se le ponen blancos.
Deja el tenedor en el plato y mueve los dedos, y luego suelta también el cuchillo y se masajea la mano y a muñeca. Una mueca de dolor cruza su rostro, pero de inmediato vuelve a coger el tenedor y el cuchillo, como confiando en que no me haya dado cuenta.
—¿Le ocurre algo? —le pregunto.
—Parece que empiezan a pasarme factura todos estos años haciendo costura —responde.
Y la verdad es que me sorprende un poco que lo admita, ella que no le teme a nada, ella, que no tiene defecto alguno.
—¿Qué se nota? —le pregunto.
—A veces siento un hormigueo en las manos.
—Probablemente sea Síndrome del túnel carpiano.
Ella se me queda mirando patidifusa, y yo me encojo de hombros.
—Un nervio pinzado —le explico—. Trate de mantener la mano recta durante la noche, poniéndose una tablilla y vendándola, al cabo de unas semanas debería dolerle menos.
¿Por qué estoy dándole consejos? Por mí como si se le cae la mano.
—Gracias —me contesta ella en un tono quedo. Sin embargo, apenas un segundo después parece recordar que somos enemigas acérrimas, y añade—: Tiene el codo apoyado en la mesa.
—Ay, perdón.
Me echo hacia atrás y bajo las manos al regazo.
—¿Por qué piensa a que Emily no debería casarse con Denworth? — me pregunta Lady Victoria mirando su tenedor, como si me lo estuviera preguntando de un modo casual.
—¿Perdón?
No es posible que se haya enterado… ¿O sí? Ay, Dios mío, Nick se pondrá furioso si es así. Y yo que creía que los rumores no habían llegado a sus oídos… No sé, como últimamente pasa tanto tiempo en cama porque dice que no se encuentra bien… Pero puede que su doncella se o haya dicho, o que oyera a unos sirvientes hablan do fuera, en el pasillo.
—Las oí a Emily y a usted hablando de ello —me dice—. Según parece, usted cree que no debería casarse con Denworth. ¿Por qué?, dígame.
Vaya, así que no sabe nada. Lady Victoria sólo alza la vista un instante, como si le molestara incluso dirigirse a mí. ¿Tanto le desagrado?
Ahora soy yo quien disimulo mirando mi tenedor mientras intento decidir si inventarme una razón poderosa, un argumento de peso que Lady Victoria pueda comprender, o si simple y llanamente debería decirle la verdad. Dudo que una mujer como ella crea en el amor. ¿O tal vez sí? Lo cierto es que estaba totalmente a favor de que Emily se casase con Denworth. Dijo que era su deber y no añadió una palabra más.
—Se merece algo mejor —le contesto.
Lady Victoria se queda mirándome con un aire de superioridad.
—¿Mejor que un barón? No lo creo. Además, tiene tantas posibilidades de ser feliz con Lord Denworth como con cualquier otro hombre, o quizá incluso más.
No me chocan tanto sus palabras, como el hecho de que parece que verdaderamente piense lo que ha dicho por cómo lo ha dicho, como si fuera algo que no se puede rebatir.
—¿Cómo podría se Emily feliz con un matrimonio así? Denworth es mucho mayor que ella.
Lady Victoria deja el tenedor en el plato para mirarme a los ojos, por primera vez no me intimidan. De hecho, es como si se hubiesen suavizado un poco, y en ese memento pienso que veinte años atrás debió de ser una mujer muy hermosa.
—Mi esposo tenía casi cincuenta y cinco años cuando nos casamos, y yo sólo veinte.
—¿Y lo amaba?
Del silencio que sigue deduzco que no. No, por supuesto que no. Pero… ¿por qué intenta convencerme entonces de que Emily sería feliz casándose con un hombre al que no ama? Jugueteo con un trozo de grasa delo asado y me quedo callada, preguntándome si admitirá esa contradicción.
—Al principio no lo amaba —me responde—. No llegué a amarlo hasta los últimos tres o cuatro años, antes de que muriera.
Alzo la vista hacia ella. ¿Los últimos tres o cuatro años? Pero eso significaría que… Ésa debe ser la razón por la que el difunto duque esperaba que la mujer de las cartas se cansase y desapareciese de su vida. Probablemente estaba llegando por fin a un entendimiento con su esposa y como sentía que estaba en la cuerda floja, esperaba que ella nunca descubriera que tenía una hija, fruto de sus infidelidades. ¿Pero por qué se negaría a ayudar a esa mujer y a la pequeña? Sabía que lo necesitaban.
Lady Victoria me mira a los ojos, y por un instante me parece verla morderse el labio, pero no puede ser. Para ella el decoro está por encima de todo.
—Sí, llegué a amarlo —continúa—, pero me resistí durante mucho tiempo, durante años. Y ahora, cuando pienso en todos esos años perdidos, me lamento y desearía poder recuperarlos.
Yo me quedo mirándola sorprendida. Durante todo ese tiempo yo había pensado que no podía tener ninguna razón para comportarse como una amargada, que lo hacía porque se creía superior a todo el mundo, pero ahora veo que me equivocaba. La suya es la historia de amor más difícil y trágica que he oído, mucho peor que las de las obras de Shakespeare. Sólo ahora comprendo que su obsesión con las normas es el escudo tras el que oculta su dolor.
—Son muy pocas las personas que se casan están enamoradas, señorita Rebecca —me dice—, y aún menos las que siguen estándolo después de unos años. Emily tiene tan poca idea de lo que quiere como yo entonces, y se casará con Lord Denworth igual que yo me casé con mi difunto marido porque es lo que se espera de ella.
Poco puede imaginar lady Victoria lo que está ocurriendo a sólo unos kilómetros de aquí. Además, ella tuvo suerte se enamoró del duque, pero me niego a creer que un tipo de cincuenta y un años tenga tanto en común con Emily como alguien de su edad, alguien que puede que esté enamorado de ella.
—¿Y no le parece que debería ser Emily quien tomase esa decisión?
—La decisión nunca será suya —responde Lady Victoria en un tono más suave.
Y durante casi un segundo, mientras me mira, creo que en realidad está tratando de decirme que está de acuerdo conmigo, que aunque las cosas no funcionen así la decisión debería ser de Emily, pero luego vuelve a fastidiarlo todo cuando m riñe de nuevo.
—Tiene otra vez el codo en la mesa.
Yo pongo los ojos en blanco pero quito el codo y me siento derecha. Supongo que hay cosas que no se pueden cambiar.
Andiie
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
Pd: Este cap me gusta mucho <3 haha ... mañana subo mas, las quiero!
La cena termina, y pasan las horas, pero Nick y Emily siguen sin regresar. Él se marchó esta mañana para traerla, ¿qué pueden estar haciendo? Además, se suponía que Emily sólo iba a pasar una noche fuera… y a este paso van a ser dos.
Voy de un lado de un lado a otro de la mansión como un león enjaulado. Paso por delante de la biblioteca, del estudio, de las habitaciones de invitados, por las cocinas…
No alcanzo a imaginar por qué tardan tanto. ¿Y si ha pasado algo? ¿Y si los han arrestado, o los han asesinado, o les han robado? Al fin y al cabo estamos en 1815; puede haber pasado cualquier cosa.
O quizá hayan ido directamente a ver a su padre; los tres. Dios mío, ¿y si resulta que el padre de Emily está loco y quiere vengarse de ella por haber ido contra sus deseos? Por lo que dijo Nick parecía que Emily lo tenía difícil con él. ¿Y si he arruinado su vida?
¿Qué demonios estarán haciendo? No creo que pueda pasarme otra noche dando vueltas en la cama. Lo único que quiero es que esto acabe; quiero irme a casa, al siglo XXI, donde estas cosas no pasan.
El siglo XXI… No puedo creer que en estos últimos días apenas haya pensado en ello. Los dos primeros días no podía pensar en otra cosa, pero últimamente, con este asunto de Emily, los insultos de Nick y las normas de Lady Victoria… en fin, supongo que todo eso me ha tenido absorta.
Tengo que encontrar el modo de volver. No puedo quedarme aquí, como si ésta fuera mi vida de verdad.
La auténtica Rebecca llegará dentro de un par de semanas, y cuando llegue se descubrirá el pastel y todo el mundo sabrá que soy una impostora. Tengo que idear un plan, una estrategia… lo que sea.
¿Pero cómo voy a volver a mi tiempo?
Puede que si enfoco mis energías de un modo positivo eso se resuelva por sí solo. Ya sé, eso no tiene mucho sentido, ¿Pero qué otras opciones tengo? Por ahora sigo atrapada en este siglo.
Mis pasos me han llevado al ala oeste, y me entretengo mirando los cuadros a la luz de la palmatoria que llevo. En este pasillo la mayoría son paisajes: idílicas lomas redondeadas, vastos prados verdes, majestuosos montes… No consiguen aplacar mi inquietud, pero son bonitos, y de pronto, cuando estoy mirando una pintura de un mar encrespado, cuyas olas choca contra los acantilados, oigo una voz. ¡Es Emily! ¡Ha vuelto!
Me agarro las faldas y echo a correr. Mis pisadas resuenan en el pasillo, y cuando tuerzo una esquina la veo subiendo las escaleras. Ella me oye, y cuando se vuelve se le ilumina la mirada.
Suspiro de alivio al ver que no hay lágrimas rodando por sus mejillas. Eso es buena señal, ¿no?
—¿Dónde está Nick?
Emily frunce los labios y si rostro se tiñe de preocupación.
—Ha ido a hablar con mi padre.
Yo me detengo a unos pasos, como si de pronto se hubiera levantado un muro entre nosotras.
—¿Olvidaste que necesitabas su consentimiento para casarte? —le pregunto—. Yo no tenía ni idea; no es así como funciona en… América.
Ella inspira.
—Supongo que con la emoción se me olvidó.
—Bueno —me encojo de hombros porque no sé qué más decir—. ¿Y te ha dicho cuándo volverá?
Emily asiente.
—En un par de días. La finca de mi padre está a un día de aquí, y tendrá que parar en una posada para hacer noche.
Vaya… Va a viajar un día entero de ida y otro de vuelta, y se va hospedar en una posada para arreglar el desaguisado que yo he provocado. Seguro que está furioso conmigo.
—Bueno, y… ¿qué tal anoche? ¿Lo pasaste bien al menos? —le pregunto a Emily.
—Ah, sí. Trent trajo una cesta de picnic con comida y cenamos a la luz de las velas.
—¡Ah, qué bien! —le digo yo con tono de fingido entusiasmo.
Es la primera vez que una conversación con Emily me resulta forzada y me siento incómoda, como si fuésemos un par de extrañas. Nunca la había visto tan preocupada. Sus hombros y su rostro están tensos cuando se supone que debería estar risueña y habladora por haber estado anoche con Trent.
Dios mío, he metido la pata hasta el fondo. Si Nick no consigue arreglar esto, Emily descubrirá que ha puesto su vida en manos de una extraña. Y yo la he traicionado; he traicionado su confianza. Cómo odio todo esto…
—Bueno, pues… me voy a la cama. Quizá mañana sepamos algo más —le digo, ansiosa por alejarme antes de que no pueda contenerme y le cuente la verdad.
De una cosa estoy segura: esta noche no voy a pegar ojo.
Lo días siguientes se me hacen eternos, y no puedo dejar de pensar en todas las cosas que podrían estar yendo mal, en las que podrían estar yendo bien, y en la que podrían no estar yendo ni mal ni bien. Y además de todo eso pienso también en mi vida.
¿Y si el tiempo sigue pasando en el siglo XXI? ¿Y si están buscándome y mi madre está preocupadísima? ¿Y si creen que me han raptado?
Me costó tanto convencer a mi madre para que me dejara ir a ese viaje que seguro que ahora estará echándose la culpa por hacérmelo permitido. Dios mío, y seguro que ha tenido que llamar a mi padre, y sé lo mucho que odia tener que hacer eso.
¿qué voy a decirles si cuando vuelva me encuentro con que llevo desaparecida un mes? “Ay, perdonen, es que he estado pasando unos días en 1815, y me entretuve saboteando un matrimonio concertado. Ya se lo pueden imaginar. Y también he ido a algún que otro baile, y he llevado corsé y todas esas cosas. La verdad es que ha sido divertido”.
Cuando Eliza entra en mi habitación esa mañana ya estoy sentada en la banqueta, cepillándome el cabello. Ésta debe ser la primera vez que no me ha hecho falta que venga a despertarme y a levantarme de la cama. Y creo que precisamente ésa es la parte de su trabajo que más la divierte, el oírme protestar cuando descorre las cortinas y me destapa de un tirón.
—Su Gracia, el señor duque, pregunta por usted, señorita.
Mi mano se detiene con el cepillo en el aire.
—¿Qué?
—Desea verla —me dice Elisa, quitándome el cepillo para acabar de hacerlo ella.
—¿Ya ha vuelto?
Eliza asiente.
—Vaya.
Trago saliva. Ha llegado el momento de la verdad. ¿Habrá logrado que el padre de Emily dé su consentimiento, o es ya oficial que he arruinado la vida de Emily? ¿Irá a decirme que lo he fastidiado todo y que él tenía razón?
Ya me he acostumbrado al ritual de vestirme con la ayuda de Eliza, pero esta vez me hace demasiado corto, de hecho, cuando me dirijo al estudio de Nick me siento como un reo camino de la horca, y sigo preguntándome qué irá a decirme, aunque estoy segura de que no me va a gustar.
Cuando entro no me ve llegar porque está en su mesa escribiendo —con pluma y tinta— y me quedo observándolo. Tan enfrascado está, que pasa un rato observándolo. Tan enfrascado está, que pasa un rato antes de que note mi presencia, el tiempo suficiente para que me fije en lo guapo que está cuando se concentra en algo, con los ojos entornados y lo labios fruncidos. Me pregunto cómo sería besarle.
¿Pero cómo se me ocurren esas cosas? ¡Si lo detesto! ¿Por qué iba a querer besarle? Justo en ese momento Nick alza la vista, y le sonrío para tratar de disimular mis pensamientos.
—Siéntate, por favor —me dice poniéndose de pie.
Yo me siento en una silla frente a su escritorio, lo más derecha posible, con las manos en el regazo y los tobillos cruzados. Debe estar pegándoseme algo de Lady Victoria.
Nick rodea la mesa para ponerse frente a mí, y se apoya en ella.
—Te has pasado de la raya con lo que has hecho con Emily —me dice.
Yo aprieto los dientes para no responderle. Antes de enfadarme tengo que saber dónde quiere llegar con esto.
—Actuaste a mis espaldas y orquestaste el plan más absurdo y arriesgado que se le pueda ocurrir a nadie. Todavía no puedo creer que hicieras algo así.
—Pero…
Nick levanta la mano para cortarme.
—Ni siquiera voy a relatarte lo que tuve que hacer para convencer a su padre para que diera su consentimiento. Y da gracias a que el señor Rallsmouth es lo bastante rico como para mantener a Emily, porque su padre me ha dicho que de aquí en adelante ella no volverá a ver un penique suyo.
De todo lo que me dice, lo único que oyen mis oídos es que ha logrado convencer a su padre.
—¿Entonces funcionó? —Una sonrisa se extiende por mi rostro y me pongo en pie de un salto—. ¿Va a casarse con el señor Rallsmouth?
Nick se aparta de la mesa.
—¿Es que no has escuchado una sola palabra de lo que te he dicho? Has cometido una serie de equivocaciones muy graves; has…
—¡Pero tenía razón! ¡Y gracias a mí Emily va a casarse con el amor de su vida!
Nick da un paso adelante, quedándose apenas a unos centímetros de mí.
—¡Te equivocas! ¡Te entrometiste en algo que no te concernía!
Sus palabras hacen que las chispas de la ira prendan en mí.
—¡Según tú, parece que no debería meterme en nada porque soy una doña nadie, una chica del vulgo!
—Le espeto apretando los puños—. ¡Pero Alguien tenía que hacerlo y tú no estabas por la labor!
—¡No deberías haberte inmiscuido! —ruge Nick
—¡Y tú no deberías haberme empujado a hacerlo! —le replico, golpeándolo en el pecho con un dedo acusatorio—. ¡Deberías haber estado al lado de Emily Cuando te necesitaba!
La estrecha distancia entre nosotros se acorta de pronto cuando Nick aprieta sus labios contra los míos, tan de improvisto que ni siquiera me da tiempo a cerrar los ojos. Toma mi rostro entre ambas manos para atraerme hacia él, y durante una milésima de segundo me quedo aturdida,
sin saber qué hacer, pero al final cierro los ojos y me dejo llevar. Las rodillas me flaquean cuando respondo al beso, conteniendo la respiración, y me aferro a los brazos de Nick porque me siento mareada. Sus labios son cálidos y suaves y…
Y es entonces cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, de quién estoy besando— de pronto acude a mi mente la noche del baile, cuando me dijo que yo no era una dama, y al recordarlo me duele tanto como cuando ocurrió. Nick me considera indigna de él.
¿Cómo he podido dejar que esto ocurra? Al apartarme de él choco con la pared, y el ruido hace que Nick abra los ojos de golpe.
—Yo… yo… —balbuceo.
Me giro tan rápido que la falda del vestido se me enreda entre las piernas, y tras esperar un instante a que se quede quieta, salgo del estudio corriendo.
25
La cena termina, y pasan las horas, pero Nick y Emily siguen sin regresar. Él se marchó esta mañana para traerla, ¿qué pueden estar haciendo? Además, se suponía que Emily sólo iba a pasar una noche fuera… y a este paso van a ser dos.
Voy de un lado de un lado a otro de la mansión como un león enjaulado. Paso por delante de la biblioteca, del estudio, de las habitaciones de invitados, por las cocinas…
No alcanzo a imaginar por qué tardan tanto. ¿Y si ha pasado algo? ¿Y si los han arrestado, o los han asesinado, o les han robado? Al fin y al cabo estamos en 1815; puede haber pasado cualquier cosa.
O quizá hayan ido directamente a ver a su padre; los tres. Dios mío, ¿y si resulta que el padre de Emily está loco y quiere vengarse de ella por haber ido contra sus deseos? Por lo que dijo Nick parecía que Emily lo tenía difícil con él. ¿Y si he arruinado su vida?
¿Qué demonios estarán haciendo? No creo que pueda pasarme otra noche dando vueltas en la cama. Lo único que quiero es que esto acabe; quiero irme a casa, al siglo XXI, donde estas cosas no pasan.
El siglo XXI… No puedo creer que en estos últimos días apenas haya pensado en ello. Los dos primeros días no podía pensar en otra cosa, pero últimamente, con este asunto de Emily, los insultos de Nick y las normas de Lady Victoria… en fin, supongo que todo eso me ha tenido absorta.
Tengo que encontrar el modo de volver. No puedo quedarme aquí, como si ésta fuera mi vida de verdad.
La auténtica Rebecca llegará dentro de un par de semanas, y cuando llegue se descubrirá el pastel y todo el mundo sabrá que soy una impostora. Tengo que idear un plan, una estrategia… lo que sea.
¿Pero cómo voy a volver a mi tiempo?
Puede que si enfoco mis energías de un modo positivo eso se resuelva por sí solo. Ya sé, eso no tiene mucho sentido, ¿Pero qué otras opciones tengo? Por ahora sigo atrapada en este siglo.
Mis pasos me han llevado al ala oeste, y me entretengo mirando los cuadros a la luz de la palmatoria que llevo. En este pasillo la mayoría son paisajes: idílicas lomas redondeadas, vastos prados verdes, majestuosos montes… No consiguen aplacar mi inquietud, pero son bonitos, y de pronto, cuando estoy mirando una pintura de un mar encrespado, cuyas olas choca contra los acantilados, oigo una voz. ¡Es Emily! ¡Ha vuelto!
Me agarro las faldas y echo a correr. Mis pisadas resuenan en el pasillo, y cuando tuerzo una esquina la veo subiendo las escaleras. Ella me oye, y cuando se vuelve se le ilumina la mirada.
Suspiro de alivio al ver que no hay lágrimas rodando por sus mejillas. Eso es buena señal, ¿no?
—¿Dónde está Nick?
Emily frunce los labios y si rostro se tiñe de preocupación.
—Ha ido a hablar con mi padre.
Yo me detengo a unos pasos, como si de pronto se hubiera levantado un muro entre nosotras.
—¿Olvidaste que necesitabas su consentimiento para casarte? —le pregunto—. Yo no tenía ni idea; no es así como funciona en… América.
Ella inspira.
—Supongo que con la emoción se me olvidó.
—Bueno —me encojo de hombros porque no sé qué más decir—. ¿Y te ha dicho cuándo volverá?
Emily asiente.
—En un par de días. La finca de mi padre está a un día de aquí, y tendrá que parar en una posada para hacer noche.
Vaya… Va a viajar un día entero de ida y otro de vuelta, y se va hospedar en una posada para arreglar el desaguisado que yo he provocado. Seguro que está furioso conmigo.
—Bueno, y… ¿qué tal anoche? ¿Lo pasaste bien al menos? —le pregunto a Emily.
—Ah, sí. Trent trajo una cesta de picnic con comida y cenamos a la luz de las velas.
—¡Ah, qué bien! —le digo yo con tono de fingido entusiasmo.
Es la primera vez que una conversación con Emily me resulta forzada y me siento incómoda, como si fuésemos un par de extrañas. Nunca la había visto tan preocupada. Sus hombros y su rostro están tensos cuando se supone que debería estar risueña y habladora por haber estado anoche con Trent.
Dios mío, he metido la pata hasta el fondo. Si Nick no consigue arreglar esto, Emily descubrirá que ha puesto su vida en manos de una extraña. Y yo la he traicionado; he traicionado su confianza. Cómo odio todo esto…
—Bueno, pues… me voy a la cama. Quizá mañana sepamos algo más —le digo, ansiosa por alejarme antes de que no pueda contenerme y le cuente la verdad.
De una cosa estoy segura: esta noche no voy a pegar ojo.
***
Lo días siguientes se me hacen eternos, y no puedo dejar de pensar en todas las cosas que podrían estar yendo mal, en las que podrían estar yendo bien, y en la que podrían no estar yendo ni mal ni bien. Y además de todo eso pienso también en mi vida.
¿Y si el tiempo sigue pasando en el siglo XXI? ¿Y si están buscándome y mi madre está preocupadísima? ¿Y si creen que me han raptado?
Me costó tanto convencer a mi madre para que me dejara ir a ese viaje que seguro que ahora estará echándose la culpa por hacérmelo permitido. Dios mío, y seguro que ha tenido que llamar a mi padre, y sé lo mucho que odia tener que hacer eso.
¿qué voy a decirles si cuando vuelva me encuentro con que llevo desaparecida un mes? “Ay, perdonen, es que he estado pasando unos días en 1815, y me entretuve saboteando un matrimonio concertado. Ya se lo pueden imaginar. Y también he ido a algún que otro baile, y he llevado corsé y todas esas cosas. La verdad es que ha sido divertido”.
Cuando Eliza entra en mi habitación esa mañana ya estoy sentada en la banqueta, cepillándome el cabello. Ésta debe ser la primera vez que no me ha hecho falta que venga a despertarme y a levantarme de la cama. Y creo que precisamente ésa es la parte de su trabajo que más la divierte, el oírme protestar cuando descorre las cortinas y me destapa de un tirón.
—Su Gracia, el señor duque, pregunta por usted, señorita.
Mi mano se detiene con el cepillo en el aire.
—¿Qué?
—Desea verla —me dice Elisa, quitándome el cepillo para acabar de hacerlo ella.
—¿Ya ha vuelto?
Eliza asiente.
—Vaya.
Trago saliva. Ha llegado el momento de la verdad. ¿Habrá logrado que el padre de Emily dé su consentimiento, o es ya oficial que he arruinado la vida de Emily? ¿Irá a decirme que lo he fastidiado todo y que él tenía razón?
Ya me he acostumbrado al ritual de vestirme con la ayuda de Eliza, pero esta vez me hace demasiado corto, de hecho, cuando me dirijo al estudio de Nick me siento como un reo camino de la horca, y sigo preguntándome qué irá a decirme, aunque estoy segura de que no me va a gustar.
Cuando entro no me ve llegar porque está en su mesa escribiendo —con pluma y tinta— y me quedo observándolo. Tan enfrascado está, que pasa un rato observándolo. Tan enfrascado está, que pasa un rato antes de que note mi presencia, el tiempo suficiente para que me fije en lo guapo que está cuando se concentra en algo, con los ojos entornados y lo labios fruncidos. Me pregunto cómo sería besarle.
¿Pero cómo se me ocurren esas cosas? ¡Si lo detesto! ¿Por qué iba a querer besarle? Justo en ese momento Nick alza la vista, y le sonrío para tratar de disimular mis pensamientos.
—Siéntate, por favor —me dice poniéndose de pie.
Yo me siento en una silla frente a su escritorio, lo más derecha posible, con las manos en el regazo y los tobillos cruzados. Debe estar pegándoseme algo de Lady Victoria.
Nick rodea la mesa para ponerse frente a mí, y se apoya en ella.
—Te has pasado de la raya con lo que has hecho con Emily —me dice.
Yo aprieto los dientes para no responderle. Antes de enfadarme tengo que saber dónde quiere llegar con esto.
—Actuaste a mis espaldas y orquestaste el plan más absurdo y arriesgado que se le pueda ocurrir a nadie. Todavía no puedo creer que hicieras algo así.
—Pero…
Nick levanta la mano para cortarme.
—Ni siquiera voy a relatarte lo que tuve que hacer para convencer a su padre para que diera su consentimiento. Y da gracias a que el señor Rallsmouth es lo bastante rico como para mantener a Emily, porque su padre me ha dicho que de aquí en adelante ella no volverá a ver un penique suyo.
De todo lo que me dice, lo único que oyen mis oídos es que ha logrado convencer a su padre.
—¿Entonces funcionó? —Una sonrisa se extiende por mi rostro y me pongo en pie de un salto—. ¿Va a casarse con el señor Rallsmouth?
Nick se aparta de la mesa.
—¿Es que no has escuchado una sola palabra de lo que te he dicho? Has cometido una serie de equivocaciones muy graves; has…
—¡Pero tenía razón! ¡Y gracias a mí Emily va a casarse con el amor de su vida!
Nick da un paso adelante, quedándose apenas a unos centímetros de mí.
—¡Te equivocas! ¡Te entrometiste en algo que no te concernía!
Sus palabras hacen que las chispas de la ira prendan en mí.
—¡Según tú, parece que no debería meterme en nada porque soy una doña nadie, una chica del vulgo!
—Le espeto apretando los puños—. ¡Pero Alguien tenía que hacerlo y tú no estabas por la labor!
—¡No deberías haberte inmiscuido! —ruge Nick
—¡Y tú no deberías haberme empujado a hacerlo! —le replico, golpeándolo en el pecho con un dedo acusatorio—. ¡Deberías haber estado al lado de Emily Cuando te necesitaba!
La estrecha distancia entre nosotros se acorta de pronto cuando Nick aprieta sus labios contra los míos, tan de improvisto que ni siquiera me da tiempo a cerrar los ojos. Toma mi rostro entre ambas manos para atraerme hacia él, y durante una milésima de segundo me quedo aturdida,
sin saber qué hacer, pero al final cierro los ojos y me dejo llevar. Las rodillas me flaquean cuando respondo al beso, conteniendo la respiración, y me aferro a los brazos de Nick porque me siento mareada. Sus labios son cálidos y suaves y…
Y es entonces cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, de quién estoy besando— de pronto acude a mi mente la noche del baile, cuando me dijo que yo no era una dama, y al recordarlo me duele tanto como cuando ocurrió. Nick me considera indigna de él.
¿Cómo he podido dejar que esto ocurra? Al apartarme de él choco con la pared, y el ruido hace que Nick abra los ojos de golpe.
—Yo… yo… —balbuceo.
Me giro tan rápido que la falda del vestido se me enreda entre las piernas, y tras esperar un instante a que se quede quieta, salgo del estudio corriendo.
Andiie
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
YA ! QEEEEEEEEEEEEEEEE! own fue rapido ni yo me lo esperaba jajajajajjaj own ame el capitulo :B
Sigue ! sigue jajajajaj me encanto *.* ♥
Sigue ! sigue jajajajaj me encanto *.* ♥
Lisy
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
~ c l a u d i a ♥ escribió:YA ! QEEEEEEEEEEEEEEEE! own fue rapido ni yo me lo esperaba jajajajajjaj own ame el capitulo :B
Sigue ! sigue jajajajaj me encanto *.* ♥
AMO LA FOTO QUE TIENES DE SKANDAR <33333333
me encanta!
Andiie
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
oh mi dios ese beso fue como mmm¡¡ esq la mente tiene poder jaja ella lo penso y el actuo¡¡
ya era hora¡¡ fue tan hermoso¡¡ no la dejes ahi o morire por el suspenso¡¡
SIGUE¡¡
ya era hora¡¡ fue tan hermoso¡¡ no la dejes ahi o morire por el suspenso¡¡
SIGUE¡¡
manuh♥
Re: Prada&Prejuicio- Adaptación [Nick&Tu]
Me encanto me encanto me encanto mucho mucho
Awwwww nick la quiera
Esbhermoso
Lo ame
Ya okey te espero mañana no quiero q acabe
Las buenas noves acaban muy rpido pfff
Me chocanhshs
Sigeeed
Awwwww nick la quiera
Esbhermoso
Lo ame
Ya okey te espero mañana no quiero q acabe
Las buenas noves acaban muy rpido pfff
Me chocanhshs
Sigeeed
Heaven.Foster
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