Knight of Hell |

j a y b i r d

Capítulo 003

Katie Cronwell. Elemental de agua. Nevada Estados Unidos, 2013.

Después de tanto tiempo mis ojos volvían a sentir la intensa luz de sol pero no podía abrirlos, por más que quisiera, una fuerza extraña y poderosa impedía hacerme cargo del control de mi cuerpo. Aun no estaba del todo consciente, fue extraño como de un momento a otro imágenes pasaban por mi cabeza. ¿Dónde estaba? ¿Que había pasado? ¿Por cuanto tiempo habré estado encerrada? Entonces, fue cuando recordé todo. Como quien yo creía que era el amor de mi vida me había clavado una daga en el pecho sin sentimiento alguno de culpa. ¿Esa daga seguiría clavada en mí? De repente reviví. Mis pulmones se llenaron de aire en un respiro profundo y pude abrir mis ojos, observando el cielo lleno de nubes blancas y un fondo celeste. Me levanté lentamente observando a mi alrededor, viendo a un hombre de avanzada edad que me miraba con horror. Miré hacia abajo y allí estaba el ataúd, donde había pasado quien sabe cuanto tiempo. Cuando devolví mi mirada al hombre este corría en dirección contraria a mí. Lo alcancé fácilmente, porque él era muy lento y yo muy rápida. Me paré frente a él y lo hice caer al suelo.
-Dios mio- Exclamó el hombre con los ojos bien abiertos. Supongo que no vería todos los días a una chica saliendo de un ataúd. Él tenía la daga en la mano y quiso clavarla en mi pierna en su defensa pero nuevamente fui más rápida y tomé su muñeca. -No me hagas nada- Rogaba con temor. Le quite la daga para tenerla en mi poder y lo ayudé a levantarse, él estaba cada vez más sorprendido hasta que por fin hablé.
-¿Dónde estoy? ¿Y quién es usted? ¿Cómo me encontró?-  
-Estás en Nevada, yo tan solo pasaba por aquí rumbo a mi casa, la encontré ahí y creí que estaba muerta- Respondió aun asustado.
-No te mataré si me llevas a tu casa y me permites darme un aseo- 
-¿Pero que le diré a mi familia?- 
-Déjate de preguntas, en el camino lo pensaremos- El hombre asintió y comenzó a caminar. Yo iba unos pocos pasos más atrás observando todo. Arena y más arena era lo que divisaba a mi alrededor. -¿No trae agua con usted?- Le pregunté al hombre secando el sudor de mi frente. El sol era intenso y no había nada de sombra en kilómetros a la redonda.
-Toma- Sacó de su bolsa una cantimplora color marrón que parecía la piel de algún animal. Bebí un poco y aunque no estaba fría mi garganta se alivió.
-¿Falta mucho para llegar?- Pregunté resoplando, si que hacía calor.
-Un poco más, llamaré a mi nieta para que venga a buscarme- Lo miré raro pero no dije nada, estaba harta de caminar entre la arena, un carro tirado por caballos no vendría nada mal. -¿Qué hace?- Me hizo seña de que no hablara mientras acercaba algo a su oreja. El viejo estaba loco, se puso a hablar. Separó esa cosa de su oreja cuando terminó de hablar y me miró. 
-¿Qué es lo que acabas de hacer?- Pregunté confusa.
-Llamé a mi nieta- Respondió con naturalidad. Maldita sea, el viejo estaba loco.
-Mejor buscaré a alguien cuerdo, suerte- Iba a irme rápidamente cuando un extraño rugido se escuchó. Aquel fuerte ruido se iba acercando cada vez más a nosotros y además levantaba arena que volaba en todas las direcciones. Entrecerré mis ojos y puse mi mano delante de ellos para protegerme. -¿Que demonios es eso?- Quedé impactada al ver aquella cosa roja sobre cuatro ruedas.
-Te dije que mi nieta vendría a buscarnos, no estoy loco- Ahora era yo quien estaba impactada por culpa del viejo.
-¡Otra vez vagando por aquí! Te dije que estás grande para andar solo- Rezongó al viejo y me quedó mirando. -¡Sube al auto!- Le ordenó sin sacar su mirada de la mía. -Con que hoy era el día- Afirmó con una media sonrisa.
-¿Día de qué? ¿También estás chiflada como el viejo?- Bufé molesta y empecé a caminar.
-¿Cuál de las elementales eres?- Al escuchar esa pregunta frené de golpe y volteé a mirarla.
-¿Qué sabes tu de mí y de mis hermanas?- Pregunté desafiante.
-Lo suficiente, vamos, en el camino te cuento- Se dirigió nuevamente a la cosa roja y yo aun no me movía -Vamos, tu tienes más poder que yo, no tienes de que temer- Otra vez el rugido de aquella cosa se hizo oír.
-Necesito que me expliques muchas cosas- Me subí a su lado, aquel asiento era muy cómodo, todo brillaba y veía cosas que jamás en mi vida había visto. La cosa se puso en movimiento y a gran velocidad salimos a un camino, al fin dejaba de ver arena y el verde de algunos arbustos sobresaltaba en aquel lugar desierto.
-¿Cuál de las elementales eres?- Preguntó sin quitar su atención del camino. El viento volaba mi cabello y me hacía sentir viva, al fin estaba sintiéndome bien.
-Soy Katherine Blaire, elemental de agua- Yo tampoco la miraba, a lo lejos, pero cada vez más cerca por la velocidad a la que íbamos podía divisar un pueblo, pero era realmente extraño, nada se me hacía familiar. 
-Supongo que tienes muchas preguntas, te diré lo fundamental para que no quedes como una loca frente a la familia- Comenzó a hablar. -Eres Katie Williams, mi cyber amiga y estudiante de intercambio, vienes de Holanda y tienes 18 años-
-¿Porqué inventar eso?-
-Porque estamos en el año 2013 y todo es muy diferente a tu época, no es tan malo, te acostumbrarás-
-¿Sabes donde están mis hermanas?-
-No, pero seguramente al otro lado del mundo, ellas estarán bien, preocúpate por ti ahora, y nada de utilizar poderes frente a los mortales, ellos creerán que eres una chica ordinaria como cualquier otra-
-El viejo dice que estamos en Nevada ¿Donde me encuentro realmente?- Pregunté un tanto desconfiada.
-Estás en Estados unidos, más precisamente en Reno, una ciudad que pertenece al condado de Washoe, dentro de Nevada-
-No entiendo nada ¿Qué es esta cosa en al que andamos?-
-Estás sobre mi nuevo auto descapotable- Sonrió con emoción -Es un Volkswagen Golf Cabrio 1.4, esto es un auto y vas a ver muchísimos diferentes por la ciudad- Era cierto, pasaban muchísimos... autos, de diferentes colores, más grandes, más pequeños, era una completa locura. De pronto comenzaron a verse estructuras que parecían llegar al cielo, era de día, pero aun así había muchas luces de colores encendidas. 
-Necesito descansar- Que irónico, hacia más de un siglo que no despertaba pero estaba realmente agotada y muy confundida.
-Ya, aquí es- Entramos a un lugar cercado y luego de pasar por un camino de tierra el auto se detuvo frente a una gran casa.
-¿Este es tu hogar?-
-Si, es mi casa y de mis abuelos, mis padres casi nunca están así que despreocúpate- Ayudó al viejo a bajar y le ordenó que entrase a la casa, luego lo hicimos nosotras.
-Este lugar es enorme- Parecía un palacio pero en miniatura.
-Si esto te parece enorme espera que te lleve a Las Vegas- Rió.
-¿Qué es eso?- Pregunté incrédula. 
-Ya verás, en cuanto te acostumbres al siglo XXI te llevaré allá- Caminó escaleras arriba, yo solo la seguía. -Esta es mi habitación, la compartiremos hasta que el cuarto de huéspedes esté en condiciones, espero no te moleste- Negué con la cabeza. -Ven, te enseñaré el baño- Las paredes del baño brillaban, casi podías ver tu reflejo en ellas, eran de un color gris azulado que daba un clima muy armónico al lugar. -Presta atención- Miré hacia donde estaba y movió una palanca o algo así y agua comenzó a caer como una fuerte lluvia.
-¡Agua!- Estaba tan desesperada que sin siquiera quitarme la ropa me metí bajo el chorro, estaba templada.
-¿Estás loca? Debes quitarte la ropa para bañarte. yo no te miraré- Volteó y me encerró en aquel lugar.
-Oye, no me dejes sola-
-No lo haré, solo quiero que tengas privacidad, donde estás ahora es una ducha tras una mampara, con el tiempo te acostumbrarás. Usa para tu pelo shampoo y crema, sin los frascos que tienes a tus pies.
-Oh está bien- Abrí uno de ellos y heché sobre mi mano aquel líquido espeso de color brillante y lo puse en mi pelo. -¿Ahora qué?-
-Frotalo en tu cabeza y cierra los ojos o te entrará shampoo y te arderá- Rió -Siento que esto será más difícil de lo que pensaba-
Luego de que me sentí realmente limpia cerré la canilla y abrí la mampara, enseguida me alcanzó un trapo y me enseñó como colocarlo en mi cabeza para no mojar todo el baño, luego me dijo que eso se llamaba toalla y puso otra alrededor de mi cuerpo. Volvimos al cuarto y mientras yo me secaba ella revolvía su armario, era realmente extraña la vestimenta en el siglo XXI, supongo que deberé acostumbrarme.
-Nunca me dijiste tu nombre-
-Oh lo siento, soy Jessie Williams- Volteó con unas prendas en sus manos -Esto te irá perfecto- Me entregó la ropa y volteó para que me cambiara. A los minutos le dije que podía mirar y eso hizo. -Te queda genial, somos la misma talla- Sonrió -Por si no lo sabes llevas puesto un short de jean y una musculosa blanca.
-Es extraño no usar vestidos- Sonreí.
-En tu epoca deberían morirse de calor ¿No?- Asentí -Ponte estas sandalias- Eran negras y se ataban alrededor de mi tobillo, era muy cómodo caminar sobre ellas. -Ahora, bajemos a comer algo y luego si quieres te acuestas ¿Está bien?- Asentí.  
La cocina era tan increíble como toda la casa, lujo por donde mirase, creo que podría acostumbrarme a esto, además Jessie parecía una buena chica. Luego de que terminé de comer aquel trozo de carne exquisito fui directo a la cama, creo que debía reponer energías, hacías demasiados años no me movía y mis músculos me lo hacían sentir. fue hermoso recostarme en aquel lecho suave y esponjoso, se sentía como estar recostada en las mismísimas nubes. Sin dudas, me acostumbraría a el siglo XXI.