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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
siguelaaaaaaaaaaaaa!!!
siguelaaaaaaaaaaaa!! :bounce:
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shamm
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
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http://jbvenezuela.activoforo.com/t8259-lo-mejor-que-me-paso-despues-del-conciertonick-y-tu
http://jbvenezuela.activoforo.com/t9236-nick-jonas-y-tu#309648
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http://jbvenezuela.activoforo.com/t6136-yo-no-puedo-enamorarme-de-ti-nick-y-tu-romantica-l
http://jbvenezuela.activoforo.com/t5465-don-t-fforget-nick-y-tu-romantica
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http://jbvenezuela.activoforo.com/t7764-el-gran-cambio-de-mi-vida
http://jbvenezuela.activoforo.com/t8017-introducing-me-nick-y-tu-romantica
http://jbvenezuela.activoforo.com/t5281p945-demasiados-problemas-a-mi-corta-edadnick-y-tuhot-y-romantica#327675
http://jbvenezuela.activoforo.com/t6619p330-seduccion-en-el-dormitorio-nick-y-tu-hot#327673
http://jbvenezuela.activoforo.com/t6794p510-en-la-cama-de-un-millonario-nick-y-tu-hot#327676
http://jbvenezuela.activoforo.com/t8820-te-llevo-en-la-piel-nicktu
http://jbvenezuela.activoforo.com/t8709-staynick-y-tu
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Florjudith96
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
OMJ!!
Mil disculpas por no haber subido cap
pero la escuela no me dejaba mucho tiempo
ahorita les subo los caps que les debo
las quiero :hug:
Mil disculpas por no haber subido cap
pero la escuela no me dejaba mucho tiempo
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las quiero :hug:
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Noventa y nueve
Y pasan los días. Días de estudio. Días de amor. Días importantes.
Nick está reunido con todo su equipo.
—Bien, vuestras propuestas son buenas, muy buenas, pero todavía les falta algo. No sé qué, pero algo... —Mira a su alrededor—. ¿Dónde se ha metido Andrea Soldini?
—¡Ah, seguramente lo que falta es él!
Dario extiende los brazos al tiempo que Michela, Giorgia y otras personas del equipo se echan a reír.
Justo en ese momento, entra Andrea Soldini jadeante.
—He tenido que salir un minuto, disculpad, tenía que enviar un paquete.
Nick lo mira.
—¿Cómo? Ahora no teníamos que enviar nuevas pruebas, ¿no?
—No. —Andrea Soldini se muestra un poco nervioso—. Era algo privado.
Nick suspira.
—Os lo pido por favor, sólo falta una semana. Las pruebas que hagamos, si es que llegamos a hacerlas, las enviaremos por e-mail y solamente para su aprobación. Hasta el próximo domingo, tenéis que dedicaros en cuerpo y alma. No podéis ni respirar, ni comer, ni dormir.
Dario levanta la mano.
—¿Se puede follar si mientras tanto se piensa en la idea?
—¡Si después se te ocurre algo, sí!
—¿Qué dices? Eso no se piensa dos veces... Se te ocurre y basta...
Todos se echan a reír. Una de las chicas se pone roja. Nick vuelve a poner orden en la reunión.
—Por favor, ¡ya vale! Venga, sigamos trabajando. ¿Por dónde íbamos?
Justo en ese momento suena su móvil.
—Disculpadme un instante. —Nick se va hacia la ventana—.¿Sí?
—Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos a ti, Nick... ¡¿Creías que se me había olvidado?!
Nick mira su reloj. Es verdad. Hoy es 11 de junio. Es mi cumpleaños.
—______, no te lo vas a creer. El que no se acordaba era yo.
—Bueno, ya lo arreglaré yo por los dos. He hecho una reserva en un lugar fantástico y eres mi invitado. ¿Podrás pasarme a recoger a las nueve?
Nick suspira. En realidad, le gustaría trabajar. O mejor dicho, debería. De repente ve Lugano cada vez más cercano.
—Sí. Pero no podré llegar antes de las nueve y media.
—De acuerdo. Buen trabajo entonces, y hasta luego.
Nick cierra su teléfono móvil. Se da la vuelta. Todos los chicos del equipo llevan en la cabeza unos gorritos de colores y sobre la mesa hay una gran bandeja llena de exquisita repostería. A su lado hay una bolsa de Mondi recién abierta.
—¡Felicidades, jefe! ¡Casi se nos olvida también a nosotros por culpa de esta maldita LaLuna!
Andrea Soldini tiene una botella en la mano.
—Había bajado a por esto... Lo he dejado todo aquí fuera. ¡Sabía que antes o después te distraerías!
Nick sonríe azorado.
—Gracias, chicos, gracias.
Dario, Giorgia y Michela se le acercan con un paquete en la mano.
—Felicidades, boss...
—No teníais por qué...
—Ya lo sabemos, pero así esperamos obtener un pequeño aumento.
—Es de parte de todos nosotros...
Nick abre el paquete. Entre sus manos aparece un precioso lector de Mp3 y un CD, Moon, en el que han escrito «Felicidades... ¡así no cambiamos de tema! ¡Tu estupendo equipo!».
Andrea Soldini destapa la botella y empieza a servir champán en los vasos de plástico que Darío le va pasando.
—Venga, coged un vaso, id pasándolos.
Finalmente, todos tienen uno. De modo que Nick levanta el suyo. De repente, se hace el silencio en la habitación. Nick se aclara la voz.
—Bueno, me alegra que os hayáis acordado. Me ha gustado mucho el regalo, la idea del CD es muy divertida... Cuando queréis... ¡ya veo que sois creativos y se os ocurren ideas! ¡De modo que espero que pronto deis con una que nos permita tener nuestra anhelada, sufrida y merecida victoria! —Levanta el vaso—. ¡Por todos nosotros, conquistadores de LaLuna!
Todos lo siguen sonrientes, deseándole felicidades, jefe, felicidades, Nick. Feliz cumpleaños... Nick sonríe mientras entrechoca su vaso de plástico con el de los demás. Toma un sorbo. Pero pequeño. No quiere exagerar. Y, sobre todo, lo que más le gustaría para su cumpleaños sería encontrar de una vez por todas la maldita idea para los japoneses.
Por la tarde, todo el equipo está trabajando con empeño, a los acordes del CD. Alguno le trae una propuesta, un apunte, alguna vieja idea. Andrea Soldini ha encontrado un viejo anuncio aparecido en un periódico hace un montón de tiempo.
—Esto no estaba mal, Nick. —Y deja la revista sobre la mesa frente a él.
Nick se inclina hacia delante para verlo mejor. Andrea Soldini aprovecha para meterle algo en el bolsillo. Nick no se da cuenta de nada y continúa observando con atención el viejo anuncio. Luego niega con la cabeza.
—No... no funciona. Está pasado de moda. No da más de sí.
Andrea Soldini se encoge de hombros.
—Lástima, bueno, al menos yo lo he intentado... —Y se aleja.
Luego sonríe por lo bajini. Puede que, en cuanto al anuncio, su propuesta no haya funcionado. Pero en lo que respecta al resto... le ha salido a la perfección.
Y pasan los días. Días de estudio. Días de amor. Días importantes.
Nick está reunido con todo su equipo.
—Bien, vuestras propuestas son buenas, muy buenas, pero todavía les falta algo. No sé qué, pero algo... —Mira a su alrededor—. ¿Dónde se ha metido Andrea Soldini?
—¡Ah, seguramente lo que falta es él!
Dario extiende los brazos al tiempo que Michela, Giorgia y otras personas del equipo se echan a reír.
Justo en ese momento, entra Andrea Soldini jadeante.
—He tenido que salir un minuto, disculpad, tenía que enviar un paquete.
Nick lo mira.
—¿Cómo? Ahora no teníamos que enviar nuevas pruebas, ¿no?
—No. —Andrea Soldini se muestra un poco nervioso—. Era algo privado.
Nick suspira.
—Os lo pido por favor, sólo falta una semana. Las pruebas que hagamos, si es que llegamos a hacerlas, las enviaremos por e-mail y solamente para su aprobación. Hasta el próximo domingo, tenéis que dedicaros en cuerpo y alma. No podéis ni respirar, ni comer, ni dormir.
Dario levanta la mano.
—¿Se puede follar si mientras tanto se piensa en la idea?
—¡Si después se te ocurre algo, sí!
—¿Qué dices? Eso no se piensa dos veces... Se te ocurre y basta...
Todos se echan a reír. Una de las chicas se pone roja. Nick vuelve a poner orden en la reunión.
—Por favor, ¡ya vale! Venga, sigamos trabajando. ¿Por dónde íbamos?
Justo en ese momento suena su móvil.
—Disculpadme un instante. —Nick se va hacia la ventana—.¿Sí?
—Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos a ti, Nick... ¡¿Creías que se me había olvidado?!
Nick mira su reloj. Es verdad. Hoy es 11 de junio. Es mi cumpleaños.
—______, no te lo vas a creer. El que no se acordaba era yo.
—Bueno, ya lo arreglaré yo por los dos. He hecho una reserva en un lugar fantástico y eres mi invitado. ¿Podrás pasarme a recoger a las nueve?
Nick suspira. En realidad, le gustaría trabajar. O mejor dicho, debería. De repente ve Lugano cada vez más cercano.
—Sí. Pero no podré llegar antes de las nueve y media.
—De acuerdo. Buen trabajo entonces, y hasta luego.
Nick cierra su teléfono móvil. Se da la vuelta. Todos los chicos del equipo llevan en la cabeza unos gorritos de colores y sobre la mesa hay una gran bandeja llena de exquisita repostería. A su lado hay una bolsa de Mondi recién abierta.
—¡Felicidades, jefe! ¡Casi se nos olvida también a nosotros por culpa de esta maldita LaLuna!
Andrea Soldini tiene una botella en la mano.
—Había bajado a por esto... Lo he dejado todo aquí fuera. ¡Sabía que antes o después te distraerías!
Nick sonríe azorado.
—Gracias, chicos, gracias.
Dario, Giorgia y Michela se le acercan con un paquete en la mano.
—Felicidades, boss...
—No teníais por qué...
—Ya lo sabemos, pero así esperamos obtener un pequeño aumento.
—Es de parte de todos nosotros...
Nick abre el paquete. Entre sus manos aparece un precioso lector de Mp3 y un CD, Moon, en el que han escrito «Felicidades... ¡así no cambiamos de tema! ¡Tu estupendo equipo!».
Andrea Soldini destapa la botella y empieza a servir champán en los vasos de plástico que Darío le va pasando.
—Venga, coged un vaso, id pasándolos.
Finalmente, todos tienen uno. De modo que Nick levanta el suyo. De repente, se hace el silencio en la habitación. Nick se aclara la voz.
—Bueno, me alegra que os hayáis acordado. Me ha gustado mucho el regalo, la idea del CD es muy divertida... Cuando queréis... ¡ya veo que sois creativos y se os ocurren ideas! ¡De modo que espero que pronto deis con una que nos permita tener nuestra anhelada, sufrida y merecida victoria! —Levanta el vaso—. ¡Por todos nosotros, conquistadores de LaLuna!
Todos lo siguen sonrientes, deseándole felicidades, jefe, felicidades, Nick. Feliz cumpleaños... Nick sonríe mientras entrechoca su vaso de plástico con el de los demás. Toma un sorbo. Pero pequeño. No quiere exagerar. Y, sobre todo, lo que más le gustaría para su cumpleaños sería encontrar de una vez por todas la maldita idea para los japoneses.
Por la tarde, todo el equipo está trabajando con empeño, a los acordes del CD. Alguno le trae una propuesta, un apunte, alguna vieja idea. Andrea Soldini ha encontrado un viejo anuncio aparecido en un periódico hace un montón de tiempo.
—Esto no estaba mal, Nick. —Y deja la revista sobre la mesa frente a él.
Nick se inclina hacia delante para verlo mejor. Andrea Soldini aprovecha para meterle algo en el bolsillo. Nick no se da cuenta de nada y continúa observando con atención el viejo anuncio. Luego niega con la cabeza.
—No... no funciona. Está pasado de moda. No da más de sí.
Andrea Soldini se encoge de hombros.
—Lástima, bueno, al menos yo lo he intentado... —Y se aleja.
Luego sonríe por lo bajini. Puede que, en cuanto al anuncio, su propuesta no haya funcionado. Pero en lo que respecta al resto... le ha salido a la perfección.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Cien
Las ocho y media. Nick entra agotado en el ascensor de su casa. Se mira al espejo. En su cara se aprecia perfectamente toda la fatiga de ese día. Sobre todo el estrés de no haber encontrado aún una idea ganadora. Las puertas del ascensor se abren. Nick mete la mano en el bolsillo de la chaqueta. Saca las llaves. Le basta con abrir un poco la puerta de la entrada para que el cansancio le desaparezca de golpe.
Eh, pero ¿qué pasa? ¿Quién ha entrado? Por todo el salón hay repartidas pequeñas velas perfumadas, encendidas. Las llamas bailan movidas por una ligera brisa. Una música suave se difunde por toda la casa. Un perfume de cedro hace que resulte más limpia y fresca. En el centro del salón, en el suelo, hay dos recipientes de barro, grandes y bajos, de color claro, llenos de pétalos de rosa. Y de ellos emana un perfume aún más fuerte, embriagador. Nick no sabe qué pensar. Sólo otra persona tiene las llaves de casa. Y nunca las ha devuelto. Miley. Pero en ese preciso instante, su duda, ese miedo, esa extraña preocupación, se desvanece. Una suave música japonesa de sonidos antiguos, ancestrales, ritmos secos, inconfundibles. De la penumbra del dormitorio sale ella. Un kimono blanco, con pequeños dibujos bordados en plata, lo mismo que la cinta que le ciñe la cintura. Pequeñas sandalias en los pies, y el paso corto, rítmico, típico de las auténticas japonesas. Las manos juntas frente al pecho. El cabello recogido, tan sólo un pequeño mechón castaño claro ha logrado escapar de esa extraña captura.
—Aquí estoy, mi señor... —Y sonríe.
Nick tiene ante sí a la geisha más hermosa que haya existido jamás. ______.
—¿Cómo lo has hecho?
—No me haga preguntas, mi señor... Hoy tus deseos son órdenes. —Y le quita la chaqueta, que deja bien doblada sobre el sillón de la sala. Lo hace sentar, le quita los zapatos, los calcetines, los pantalones, la camisa.
—Pero quisiera saber cómo lo has hecho.
—Un esclavo tuyo lo hizo posible, señor.
______ hace que Nick se ponga un suave kimono negro.
—Y me pidió que te diese esto. —______ le entrega una nota a Nick.
La abre.
«Querido Nick, te he cogido sin que te dieses cuenta las llaves del bolsillo y se las he dado a ______. Ella se ha hecho una copia y me las ha devuelto. Como podrás ver, vuelven a estar en tu bolsillo. Creo que, en ocasiones, vale la pena arriesgarse por una buena velada. Posdata: yo invito al champán. A lo demás... no. Espero que no me despidas. De no ser así, bueno, a lo mejor me he arriesgado demasiado, pero espero que al menos haya valido la pena... Andrea Soldini.»
Nick dobla la nota. Justo en ese momento, oye que descorchan una botella a sus espaldas. ______ está sirviendo en dos copas el champán. Le ofrece una a Nick.
—Por el amor que desees, mi señor, y por tu sonrisa más bella que espero esboces siempre por mí.
Y brindan con sus copas. Un leve tintineo se expande por el salón, mientras Nick bebe el champán frío, helado, perfecto, seco. Como la mano de ______, que poco después lo conduce hacia el baño. Le quita el kimono y lo ayuda a entrar en la bañera que poco antes preparara.
—Relájate, amor. —Y Nick se sumerge en el agua caliente, pero no en exceso. Temperatura perfecta. En el borde de la bañera hay unos pequeños cuencos con velas de sándalo dentro. En el fondo, se disuelven pequeños cristales de sales minerales azules. Y poco a poco la bañera se llena de una espuma ligera que perfuma el agua. Nick se deja resbalar hacia dentro, mete la cabeza bajo el agua, cierra los ojos. En medio de ese silencio, la música llega muy lejana y suave al agua. Todo como amortiguado. Todo tranquilo. Estoy soñando, piensa. Y se relaja por completo. Incluso su pelo ondea dejándose acunar por esa calma acuática. Poco después, algo le roza las piernas. Nick se echa hacia arriba, emerge de nuevo, escupe un poco de agua. Y la ve. ______. Como una pequeña pantera. Se sube sobre él completamente desnuda. Apoya una pierna, luego la otra, las dobla. Luego un brazo y después el otro, y así sigue avanzando, seca todavía, dentro de esa agua hecha de pequeñas burbujas perfumadas. Con la boca abierta, sedienta de amor, se deja resbalar sobre él, sobre su cuerpo. Y baja cada vez más, hasta sumergirse también. Ahora sólo se ve su espalda y sus cabellos mojados, que se abren perdidos en esa agua, como un pulpo asustado que de repente abre sus tentáculos, como unos fuegos artificiales que explotan en el cielo de noche. Y emerge otra vez, mojada, con el agua resbalándole por la cara, por el cuello, por sus senos. Y lo besa. Y otro beso más. Y otro. De dos bocas perdidas, que resbalan, que se encuentran, que no se detienen, que se aman. Y hacia abajo de nuevo sin pudor, como una geisha perfecta que halla en el placer de su hombre su única felicidad. Hasta el fondo. Hasta colorear esa agua azul y perfumada de posible vida.
Poco después, ______ lo está duchando y lo seca con una enorme toalla. Hace que se tienda en la cama. Se le monta desnuda sobre la espalda y lo rocía con un poco de aceite templado, mantenido hasta entonces en una olla de agua caliente.
—Oh... está caliente.
—Ahora se enfría. —Y con sus fuertes manos de jugadora de voleibol, la campeona ______ golpea esos músculos, suavizándolos, relajándolos, obligándolos a abandonarse. Luego se tiende sobre él y recorre su espalda con su seno. Y continúa hacia abajo, hasta masajearle las lumbares, y las piernas, y de nuevo hacia arriba. Trabajando los dorsales, el cuello, el trapecio. Y otra vez hacia abajo. Como una pastilla de jabón, lisa, enloquecida, que corre arriba y abajo... y no se detiene jamás.
—Se llama body massage.
Nick no puede casi hablar.
—¡Yo creo que tú no vas al instituto Mamiani!
Se echan a reír y vuelven a hacer el amor y Nick se queda dormido. Se despierta. Y no se lo puede creer.
—¿Qué estás haciendo, ______?
Está tendida a su lado y sonríe divertida.
—¡He preparado la cena! —Pero sobre una mesa muy especial. Ha colocado el mejor sushi y el mejor sashimi encima de ese extraño y blando plato. Su abdomen. En el fondo, es como si fuese una pequeña bandeja.
—Eh, ahí está la soja... ¡ten cuidado de que no se te caiga, porque debe de estar muy caliente! —Y se ríen, mientras ______ le pasa los palillos dentro de un pequeño sobre de papel.
Nick no puede creer lo que están viendo sus ojos.
—Tú estás loca...
—¡Por ti!
Nick los saca y los separa.
—¿Y tú no comes?
—Después, mi señor.
Nick mira el sushi y después el sashimi. No sabe por dónde empezar. Todo tiene muy buena pinta.
—Oh... pero espabila, Nick, ¡que yo también tengo hambre!
Nick mueve la cabeza.
—Eres un magnífico ejemplar de geisha borde. —Y empieza a comer como un perfecto Nick-San auténtico. Lo prueba todo, y de vez en cuando le da un poco a ______, que sonríe divertida. Muerde maliciosa, arrancando trozos de sushi de aquellos pequeños palillos. Luego ______ se levanta y sirve una magnífica cerveza Sapporo en dos vasos.
—Hummm, está buenísima. ¡Lo has preparado todo a la perfección, ______! No hubiese querido otra cosa, en serio, ha sido maravilloso.
______ inclina la cabeza hacia un lado.
—¿En serio?
—En serio.
—Entonces, ¿vas a perdonar a Andrea Soldini?
—Pienso ascenderlo.
______ se echa a reír. Lo coge de la mano.
—Ven. —Y acaban desnudos en el salón—. Toma.
______ le da una nota. Nick la abre.
«Quisiera que éste fuese el mejor cumpleaños de tu vida. Pero también quisiera que fuese el peor de todos los que celebraremos juntos todavía. Y me gustaría no haber perdido todo este tiempo. Y me gustaría no perder más. Y me gustaría que lo celebrásemos cada día, como si fuese nuestro "feliz no cumpleaños", como en aquel cuento. Más aún. Me gustaría que nosotros fuésemos un cuento de hadas. Me gustaría seguir viviendo este sueño contigo sin despertar nunca. Felicidades, mi amor.»
Nick dobla la nota. Tiene los ojos brillantes. Hermoso. Muy hermoso. Después la mira.
—Dime que es verdad, que no estoy soñando. Y sobre todo dime que nunca más chocarás con otro.
______ se echa a reír, luego coge a Nick por los hombros y lo conduce con dulzura.
—Ven. Es para ti.
Un paquete enorme, todo él envuelto, está escondido en una esquina del salón.
—Pero ¿cómo te has apañado para traerlo?
—No me lo preguntes. Tengo la espalda hecha polvo. ¡Venga, ábrelo! —Nick empieza a romper el papel—. Bueno, ¿sabes una cosa? ¡Tus vecinos me han ayudado!
—¡No me lo puedo creer! Si has conseguido que te ayudase el tipo ese que siempre me está denunciando y me envía a la policía a casa, es que debes de tener extraños poderes.
Nick acaba de desenvolver el paquete y, al ver el regalo, se queda sin palabras.
—El mar y el arrecife... La escultura que estaba en Fregene, en el local de Mastín.
—Sí, te gustó tanto... La he traído para ti.
—Cariño, ¿cómo lo has hecho? ¡Es un regalo precioso! Demasiado. A saber lo que te habrá costado.
—¡No te preocupes por eso, más que un creativo pareces un contable! ¡A ti qué te importa! Es bonito hacer un regalo sin pensar en lo que cuesta. Claro, que este verano tendré que trabajar para Mastín de friegaplatos, o de camarera, o directamente de fregona, pero eso no es nada comparado con la satisfacción de verlo ahora en tu salón. Eso no tiene precio.
Nick mira la escultura perplejo.
______ se da cuenta.
—¿Qué pasa, no te gusta? Puedes ponerla en el baño, o en la cocina, o fuera en la terraza, o tirarla... Es tu regalo, ¿sabes?... ¡Puedes hacer lo que quieras con él! ¡No vayas a pensar que quiero decorarte la casa!
—Tranquila, tranquila, sólo estaba pensando. Es la cosa más bella que nunca me hayan regalado. No tienes ni idea, he pensado a menudo en ella, pero creía que Mastín no estaba dispuesto a venderla.
—También yo. De hecho, por las dudas de si no me la daba, te compré también esto. —Y ______ saca un pequeño paquete—. Toma, de todos modos era para hoy.
—Pero ¡______, es demasiado! ¡Me lo podrías dar en otra ocasión!
—¡Venga ya, contable de sentimientos, en otra ocasión habrá otro regalo! Ábrelo ya y déjate de historias.
Nick lo abre.
—¡Una digital! ¡Es preciosa!
—¡Así, la próxima vez que vayamos a Eurodisney no tendremos problema! —______ sonríe—. Además, ¿a ti te parece normal que tú, un supercreativo que es lo que eres... tengas de todo y te falte una máquina fotográfica? Siempre te puede ser útil. A lo mejor ves algo, se te ocurre una idea, entonces aprietas un botón... clic, y la haces tuya.
Nick sonríe.
—Ponte ahí, al lado de la escultura. Quiero estrenarla ahora mismo.
______ se esconde detrás y se asoma con timidez, cubriendo su desnudez.
—Lo hago sólo por ti. Yo soy muy vergonzosa. Venga, hazla ya, antes de que cambie de idea.
Nick la encuadra. Está hermosísima en esa penumbra del salón, abrazada a aquella blanca escultura.
—Ya está. Mira. —Nick se acerca a ______ y le muestra la foto—. Podría ser un cuadro. Ya tengo el título. El mar, el arrecife... y el amor. —Se dan un beso.
—¿A qué hora tienes que volver a casa?
—No tengo que volver. Les dije a mis padres que me iba a estudiar a casa de Olly y que después me quedaría a dormir allí.
Nick le sonríe.
—¿Lo ves...? A veces estudiar sirve de algo.
Las ocho y media. Nick entra agotado en el ascensor de su casa. Se mira al espejo. En su cara se aprecia perfectamente toda la fatiga de ese día. Sobre todo el estrés de no haber encontrado aún una idea ganadora. Las puertas del ascensor se abren. Nick mete la mano en el bolsillo de la chaqueta. Saca las llaves. Le basta con abrir un poco la puerta de la entrada para que el cansancio le desaparezca de golpe.
Eh, pero ¿qué pasa? ¿Quién ha entrado? Por todo el salón hay repartidas pequeñas velas perfumadas, encendidas. Las llamas bailan movidas por una ligera brisa. Una música suave se difunde por toda la casa. Un perfume de cedro hace que resulte más limpia y fresca. En el centro del salón, en el suelo, hay dos recipientes de barro, grandes y bajos, de color claro, llenos de pétalos de rosa. Y de ellos emana un perfume aún más fuerte, embriagador. Nick no sabe qué pensar. Sólo otra persona tiene las llaves de casa. Y nunca las ha devuelto. Miley. Pero en ese preciso instante, su duda, ese miedo, esa extraña preocupación, se desvanece. Una suave música japonesa de sonidos antiguos, ancestrales, ritmos secos, inconfundibles. De la penumbra del dormitorio sale ella. Un kimono blanco, con pequeños dibujos bordados en plata, lo mismo que la cinta que le ciñe la cintura. Pequeñas sandalias en los pies, y el paso corto, rítmico, típico de las auténticas japonesas. Las manos juntas frente al pecho. El cabello recogido, tan sólo un pequeño mechón castaño claro ha logrado escapar de esa extraña captura.
—Aquí estoy, mi señor... —Y sonríe.
Nick tiene ante sí a la geisha más hermosa que haya existido jamás. ______.
—¿Cómo lo has hecho?
—No me haga preguntas, mi señor... Hoy tus deseos son órdenes. —Y le quita la chaqueta, que deja bien doblada sobre el sillón de la sala. Lo hace sentar, le quita los zapatos, los calcetines, los pantalones, la camisa.
—Pero quisiera saber cómo lo has hecho.
—Un esclavo tuyo lo hizo posible, señor.
______ hace que Nick se ponga un suave kimono negro.
—Y me pidió que te diese esto. —______ le entrega una nota a Nick.
La abre.
«Querido Nick, te he cogido sin que te dieses cuenta las llaves del bolsillo y se las he dado a ______. Ella se ha hecho una copia y me las ha devuelto. Como podrás ver, vuelven a estar en tu bolsillo. Creo que, en ocasiones, vale la pena arriesgarse por una buena velada. Posdata: yo invito al champán. A lo demás... no. Espero que no me despidas. De no ser así, bueno, a lo mejor me he arriesgado demasiado, pero espero que al menos haya valido la pena... Andrea Soldini.»
Nick dobla la nota. Justo en ese momento, oye que descorchan una botella a sus espaldas. ______ está sirviendo en dos copas el champán. Le ofrece una a Nick.
—Por el amor que desees, mi señor, y por tu sonrisa más bella que espero esboces siempre por mí.
Y brindan con sus copas. Un leve tintineo se expande por el salón, mientras Nick bebe el champán frío, helado, perfecto, seco. Como la mano de ______, que poco después lo conduce hacia el baño. Le quita el kimono y lo ayuda a entrar en la bañera que poco antes preparara.
—Relájate, amor. —Y Nick se sumerge en el agua caliente, pero no en exceso. Temperatura perfecta. En el borde de la bañera hay unos pequeños cuencos con velas de sándalo dentro. En el fondo, se disuelven pequeños cristales de sales minerales azules. Y poco a poco la bañera se llena de una espuma ligera que perfuma el agua. Nick se deja resbalar hacia dentro, mete la cabeza bajo el agua, cierra los ojos. En medio de ese silencio, la música llega muy lejana y suave al agua. Todo como amortiguado. Todo tranquilo. Estoy soñando, piensa. Y se relaja por completo. Incluso su pelo ondea dejándose acunar por esa calma acuática. Poco después, algo le roza las piernas. Nick se echa hacia arriba, emerge de nuevo, escupe un poco de agua. Y la ve. ______. Como una pequeña pantera. Se sube sobre él completamente desnuda. Apoya una pierna, luego la otra, las dobla. Luego un brazo y después el otro, y así sigue avanzando, seca todavía, dentro de esa agua hecha de pequeñas burbujas perfumadas. Con la boca abierta, sedienta de amor, se deja resbalar sobre él, sobre su cuerpo. Y baja cada vez más, hasta sumergirse también. Ahora sólo se ve su espalda y sus cabellos mojados, que se abren perdidos en esa agua, como un pulpo asustado que de repente abre sus tentáculos, como unos fuegos artificiales que explotan en el cielo de noche. Y emerge otra vez, mojada, con el agua resbalándole por la cara, por el cuello, por sus senos. Y lo besa. Y otro beso más. Y otro. De dos bocas perdidas, que resbalan, que se encuentran, que no se detienen, que se aman. Y hacia abajo de nuevo sin pudor, como una geisha perfecta que halla en el placer de su hombre su única felicidad. Hasta el fondo. Hasta colorear esa agua azul y perfumada de posible vida.
Poco después, ______ lo está duchando y lo seca con una enorme toalla. Hace que se tienda en la cama. Se le monta desnuda sobre la espalda y lo rocía con un poco de aceite templado, mantenido hasta entonces en una olla de agua caliente.
—Oh... está caliente.
—Ahora se enfría. —Y con sus fuertes manos de jugadora de voleibol, la campeona ______ golpea esos músculos, suavizándolos, relajándolos, obligándolos a abandonarse. Luego se tiende sobre él y recorre su espalda con su seno. Y continúa hacia abajo, hasta masajearle las lumbares, y las piernas, y de nuevo hacia arriba. Trabajando los dorsales, el cuello, el trapecio. Y otra vez hacia abajo. Como una pastilla de jabón, lisa, enloquecida, que corre arriba y abajo... y no se detiene jamás.
—Se llama body massage.
Nick no puede casi hablar.
—¡Yo creo que tú no vas al instituto Mamiani!
Se echan a reír y vuelven a hacer el amor y Nick se queda dormido. Se despierta. Y no se lo puede creer.
—¿Qué estás haciendo, ______?
Está tendida a su lado y sonríe divertida.
—¡He preparado la cena! —Pero sobre una mesa muy especial. Ha colocado el mejor sushi y el mejor sashimi encima de ese extraño y blando plato. Su abdomen. En el fondo, es como si fuese una pequeña bandeja.
—Eh, ahí está la soja... ¡ten cuidado de que no se te caiga, porque debe de estar muy caliente! —Y se ríen, mientras ______ le pasa los palillos dentro de un pequeño sobre de papel.
Nick no puede creer lo que están viendo sus ojos.
—Tú estás loca...
—¡Por ti!
Nick los saca y los separa.
—¿Y tú no comes?
—Después, mi señor.
Nick mira el sushi y después el sashimi. No sabe por dónde empezar. Todo tiene muy buena pinta.
—Oh... pero espabila, Nick, ¡que yo también tengo hambre!
Nick mueve la cabeza.
—Eres un magnífico ejemplar de geisha borde. —Y empieza a comer como un perfecto Nick-San auténtico. Lo prueba todo, y de vez en cuando le da un poco a ______, que sonríe divertida. Muerde maliciosa, arrancando trozos de sushi de aquellos pequeños palillos. Luego ______ se levanta y sirve una magnífica cerveza Sapporo en dos vasos.
—Hummm, está buenísima. ¡Lo has preparado todo a la perfección, ______! No hubiese querido otra cosa, en serio, ha sido maravilloso.
______ inclina la cabeza hacia un lado.
—¿En serio?
—En serio.
—Entonces, ¿vas a perdonar a Andrea Soldini?
—Pienso ascenderlo.
______ se echa a reír. Lo coge de la mano.
—Ven. —Y acaban desnudos en el salón—. Toma.
______ le da una nota. Nick la abre.
«Quisiera que éste fuese el mejor cumpleaños de tu vida. Pero también quisiera que fuese el peor de todos los que celebraremos juntos todavía. Y me gustaría no haber perdido todo este tiempo. Y me gustaría no perder más. Y me gustaría que lo celebrásemos cada día, como si fuese nuestro "feliz no cumpleaños", como en aquel cuento. Más aún. Me gustaría que nosotros fuésemos un cuento de hadas. Me gustaría seguir viviendo este sueño contigo sin despertar nunca. Felicidades, mi amor.»
Nick dobla la nota. Tiene los ojos brillantes. Hermoso. Muy hermoso. Después la mira.
—Dime que es verdad, que no estoy soñando. Y sobre todo dime que nunca más chocarás con otro.
______ se echa a reír, luego coge a Nick por los hombros y lo conduce con dulzura.
—Ven. Es para ti.
Un paquete enorme, todo él envuelto, está escondido en una esquina del salón.
—Pero ¿cómo te has apañado para traerlo?
—No me lo preguntes. Tengo la espalda hecha polvo. ¡Venga, ábrelo! —Nick empieza a romper el papel—. Bueno, ¿sabes una cosa? ¡Tus vecinos me han ayudado!
—¡No me lo puedo creer! Si has conseguido que te ayudase el tipo ese que siempre me está denunciando y me envía a la policía a casa, es que debes de tener extraños poderes.
Nick acaba de desenvolver el paquete y, al ver el regalo, se queda sin palabras.
—El mar y el arrecife... La escultura que estaba en Fregene, en el local de Mastín.
—Sí, te gustó tanto... La he traído para ti.
—Cariño, ¿cómo lo has hecho? ¡Es un regalo precioso! Demasiado. A saber lo que te habrá costado.
—¡No te preocupes por eso, más que un creativo pareces un contable! ¡A ti qué te importa! Es bonito hacer un regalo sin pensar en lo que cuesta. Claro, que este verano tendré que trabajar para Mastín de friegaplatos, o de camarera, o directamente de fregona, pero eso no es nada comparado con la satisfacción de verlo ahora en tu salón. Eso no tiene precio.
Nick mira la escultura perplejo.
______ se da cuenta.
—¿Qué pasa, no te gusta? Puedes ponerla en el baño, o en la cocina, o fuera en la terraza, o tirarla... Es tu regalo, ¿sabes?... ¡Puedes hacer lo que quieras con él! ¡No vayas a pensar que quiero decorarte la casa!
—Tranquila, tranquila, sólo estaba pensando. Es la cosa más bella que nunca me hayan regalado. No tienes ni idea, he pensado a menudo en ella, pero creía que Mastín no estaba dispuesto a venderla.
—También yo. De hecho, por las dudas de si no me la daba, te compré también esto. —Y ______ saca un pequeño paquete—. Toma, de todos modos era para hoy.
—Pero ¡______, es demasiado! ¡Me lo podrías dar en otra ocasión!
—¡Venga ya, contable de sentimientos, en otra ocasión habrá otro regalo! Ábrelo ya y déjate de historias.
Nick lo abre.
—¡Una digital! ¡Es preciosa!
—¡Así, la próxima vez que vayamos a Eurodisney no tendremos problema! —______ sonríe—. Además, ¿a ti te parece normal que tú, un supercreativo que es lo que eres... tengas de todo y te falte una máquina fotográfica? Siempre te puede ser útil. A lo mejor ves algo, se te ocurre una idea, entonces aprietas un botón... clic, y la haces tuya.
Nick sonríe.
—Ponte ahí, al lado de la escultura. Quiero estrenarla ahora mismo.
______ se esconde detrás y se asoma con timidez, cubriendo su desnudez.
—Lo hago sólo por ti. Yo soy muy vergonzosa. Venga, hazla ya, antes de que cambie de idea.
Nick la encuadra. Está hermosísima en esa penumbra del salón, abrazada a aquella blanca escultura.
—Ya está. Mira. —Nick se acerca a ______ y le muestra la foto—. Podría ser un cuadro. Ya tengo el título. El mar, el arrecife... y el amor. —Se dan un beso.
—¿A qué hora tienes que volver a casa?
—No tengo que volver. Les dije a mis padres que me iba a estudiar a casa de Olly y que después me quedaría a dormir allí.
Nick le sonríe.
—¿Lo ves...? A veces estudiar sirve de algo.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Ciento uno
Más tarde. Noche. Noche profunda. Luces apagadas. Un viento suave que viene de lejos, del mar. La luna llena ilumina la terraza. Las cortinas bailan levemente. En la penumbra de la habitación, Nick está despierto. Mira a ______ mientras duerme. Lleva puesta su camisa azul celeste. Qué extraña es la vida... Aquí estoy, he celebrado mis treinta y siete años con una chica que acaba de cumplir dieciocho. Estaba a punto de casarme. Y, de repente, sin ni siquiera un porqué, me quedé solo. Miley ni siquiera se ha acordado hoy de felicitarme, ni un mensaje, ni una llamada. Puede que haya optado precisamente por no felicitarme. Pero ¿por qué? ¿Por qué quiero justificarla? Tengo la impresión de que mi vida resulta incierta, caótica, con el riesgo, ¿qué digo?, la certeza casi, de pifiarla en el trabajo e ir a parar a Lugano. Y sin embargo, en este momento soy feliz.
Nick la mira mejor. Y mi felicidad depende de ella. De ti... Pero ¿quién eres tú? ¿Podemos ser de verdad un cuento de hadas? ¿No es más fácil que tú te acabes cansando de esto? Te quedan todavía tantas cosas por hacer que yo ya he hecho... A lo mejor te encuentras a alguien más divertido que yo. Más joven. Más simplemente estúpido. Alguien que te pueda hacer sentir de tu edad, uno que todavía tenga ganas de ir a la discoteca y bailar hasta las cuatro de la mañana, y hablar de cosas inútiles, idiotas pero livianas, hermosas, cosas que carecen de final, que no sirven para nada, que no tienen que significar algo por fuerza, pero que hacen reír tanto... Y hacen sentir tan bien. Cómo echo de menos las cosas estúpidas.
De repente, ______ se agita. Como si estuviese oyendo esos pensamientos. Se pone boca abajo y, a pesar de que sigue durmiendo, sube las piernas y las dobla. Una posición cómica, extraña, imperfecta. Y justo en ese momento, Nick la ve. Nítida. Clara. Perfecta. Se le acaba de ocurrir la idea. Se baja de inmediato de la cama, coge la cámara digital que le acaba de regalar ______. Sube despacio las persianas. E, iluminada por la luna, se apodera de esa imagen. Clic. Y espera. ______ se vuelve un poco. Y otra vez clic, otra foto. Y más espera. Y silencio. Y noche. Y otro clic, y clic. Y al cabo de media hora, de nuevo clic. Foto. Una tras otra, roba esas imágenes. Las rapta. Las hace suyas. Las aprisiona en esa máquina encantada. Luego se dirige a su ordenador, las descarga, las salva. Poco después, clica sobre esas imágenes acabadas de salir, frescas todavía de creatividad. Y trabaja en ellas con el Photoshop. Y las aclara, las colorea, modifica cosas. También el cielo real de la ventana empieza a aclararse. Está rayando el alba. Nick continúa trabajando. Va a la cocina y se prepara un café. Después regresa a su ordenador y sigue trabajando. Son casi las nueve cuando acaba.
—Cariño, despierta.
______ se da la vuelta en la cama. Nick está a su lado. Le sonríe cuando ella abre los ojos.
—Pero ¿qué hora es?
—Las nueve. Te he traído el desayuno.
Apoyado en la mesita de al lado hay un café con leche todavía humeante, un yogur, un zumo de naranja y cruasanes.
—¡Hasta cruasanes! Eso quiere decir que tú has salido ya... ¿Cuánto hace que estás despierto?
—¡No he dormido!
—¿Qué? —______ se incorpora—. ¿Y por qué, te sentías mal? ¿No estaba bueno el sashimi?
—No, todo estaba buenísimo, y tú eres hermosísima. Y, sobre todo, has estado perfecta.
______ muerde un cruasán.
—Tú también...
—No, tú más...
—Bueno —toma un poco de zumo de naranja—, digamos que la geisha tiene el dominio de la situación en esos casos... Y te aseguro que no pretendo ser vulgar...
—Lo sé. Has estado perfecta mientras dormías.
—¿Por qué? ¿Qué he hecho?
—Me has inspirado. Ven.
______ termina de beber su zumo y baja de la cama. Sigue a Nick al salón. Y al llegar no se lo puede creer. Colgadas de la pared hay tres grandes fotos suyas, dormida en las posturas más extrañas.
—Eh..., pero ¿qué ha pasado?
Nick sonríe.
—Nada, eres tú mientras duermes...
—Ya lo veo, pero debía de tener una pesadilla. Me debió de sentar mal el sushi o el sashimi... Mira ésa... Estoy totalmente contorsionada. A saber lo que estaría soñando.
—No lo sé. Pero me has hecho soñar a mí. Se me ha ocurrido la idea.
Nick se acerca a la primera foto, en la que aparece ______ con las piernas encogidas.
—Mira, aquí tenemos a una chica que duerme de un modo extraño, que tiene malos sueños... —Nick se desplaza hacia la segunda foto. En ésta, ______ está torcida, un brazo le cae de la cama y toca el suelo—. Tiene pesadillas. —Nick pasa a la tercera foto. ______ está boca abajo, con las nalgas levantadas, las sábanas tensas—. Mejor dicho, tiene unas pesadillas espantosas...
—¡Madre mía, aquí estaba mal en serio!
Entonces Nick se detiene ante la cuarta y última foto. Está vuelta contra la pared.
—¡Y aquí está la idea! —Le da la vuelta. ______ duerme tranquila. Tiene una expresión serena, beatífica, con las manos alrededor de la almohada y una leve sonrisa, casi un pequeño gesto de satisfacción. Está preciosa. Y encima, aparece el paquete de caramelos con un enorme eslogan: «Sueñas... con LaLuna».
Nick la mira feliz.
—¿Qué? ¿Te gusta? ¡Para mí es preciosa, tú eres preciosa, mejor dicho, tú y LaLuna resultáis preciosas!
______ observa de nuevo la sucesión de fotos.
—Sí, ¡es muy fuerte! ¡Bravo, mi amor!
Nick no cabe en sí de gozo. Abraza a ______ y la levanta, la cubre de besos.
—Qué feliz soy... Por favor, dime que serás mi modelo... La chica de los jazmines se convierte en la chica de los caramelos. Por favor, dime que la que estará en los carteles serás tú.
—Pero quizá no me quieran a mí, Nick...
—¿Qué dices? ¡Tú eres perfecta, eres la nueva Venus de los caramelos, eres la Gioconda dulce! Estarás en todas las vallas del mundo, todos te verán, serás conocida en las tierras más lejanas, serás famosa en los lugares más dispersos. Vaya, ¡que si algún día volvemos a Eurodisney, serán Mickey y los demás los que vendrán a pedirte un autógrafo!
—Pero Nick...
—Por favor, dime que sí.
—Sí.
—Ok. Gracias. —Nick va corriendo hacia las fotos, las descuelga una tras otra, las recoge, las deja sobre la mesa para ponerlas en orden y las mete dentro de una carpeta.
—¿Nos vamos? ¿Estás lista? Te acompaño y luego me voy directo a la oficina.
—No te preocupes, tengo mi ciclomotor.
—¿Estás segura? Entonces, ¿puedo irme?
—Venga, vete. Yo me arreglo con calma y después me voy.
—¿Tranquilamente? Pues claro. Tú aquí puedes hacer lo que te parezca, quédate el tiempo que quieras, vuelve a la cama si te apetece, acaba de desayunar, date un baño, una ducha, mira la tele... Pero yo me tengo que ir... —Nick coge la carpeta, se pone la chaqueta y se dirige hacia la puerta. Entonces se detiene y vuelve atrás.
______ se ha quedado quieta en medio del salón.
Le da un beso larguísimo en los labios.
—Perdona, amor, no sé dónde tengo la cabeza. —Se aparta y deja escapar un largo suspiro—. Gracias, ______. Has vuelto a salvarme por segunda vez. —Y sale corriendo del salón.
Más tarde. Noche. Noche profunda. Luces apagadas. Un viento suave que viene de lejos, del mar. La luna llena ilumina la terraza. Las cortinas bailan levemente. En la penumbra de la habitación, Nick está despierto. Mira a ______ mientras duerme. Lleva puesta su camisa azul celeste. Qué extraña es la vida... Aquí estoy, he celebrado mis treinta y siete años con una chica que acaba de cumplir dieciocho. Estaba a punto de casarme. Y, de repente, sin ni siquiera un porqué, me quedé solo. Miley ni siquiera se ha acordado hoy de felicitarme, ni un mensaje, ni una llamada. Puede que haya optado precisamente por no felicitarme. Pero ¿por qué? ¿Por qué quiero justificarla? Tengo la impresión de que mi vida resulta incierta, caótica, con el riesgo, ¿qué digo?, la certeza casi, de pifiarla en el trabajo e ir a parar a Lugano. Y sin embargo, en este momento soy feliz.
Nick la mira mejor. Y mi felicidad depende de ella. De ti... Pero ¿quién eres tú? ¿Podemos ser de verdad un cuento de hadas? ¿No es más fácil que tú te acabes cansando de esto? Te quedan todavía tantas cosas por hacer que yo ya he hecho... A lo mejor te encuentras a alguien más divertido que yo. Más joven. Más simplemente estúpido. Alguien que te pueda hacer sentir de tu edad, uno que todavía tenga ganas de ir a la discoteca y bailar hasta las cuatro de la mañana, y hablar de cosas inútiles, idiotas pero livianas, hermosas, cosas que carecen de final, que no sirven para nada, que no tienen que significar algo por fuerza, pero que hacen reír tanto... Y hacen sentir tan bien. Cómo echo de menos las cosas estúpidas.
De repente, ______ se agita. Como si estuviese oyendo esos pensamientos. Se pone boca abajo y, a pesar de que sigue durmiendo, sube las piernas y las dobla. Una posición cómica, extraña, imperfecta. Y justo en ese momento, Nick la ve. Nítida. Clara. Perfecta. Se le acaba de ocurrir la idea. Se baja de inmediato de la cama, coge la cámara digital que le acaba de regalar ______. Sube despacio las persianas. E, iluminada por la luna, se apodera de esa imagen. Clic. Y espera. ______ se vuelve un poco. Y otra vez clic, otra foto. Y más espera. Y silencio. Y noche. Y otro clic, y clic. Y al cabo de media hora, de nuevo clic. Foto. Una tras otra, roba esas imágenes. Las rapta. Las hace suyas. Las aprisiona en esa máquina encantada. Luego se dirige a su ordenador, las descarga, las salva. Poco después, clica sobre esas imágenes acabadas de salir, frescas todavía de creatividad. Y trabaja en ellas con el Photoshop. Y las aclara, las colorea, modifica cosas. También el cielo real de la ventana empieza a aclararse. Está rayando el alba. Nick continúa trabajando. Va a la cocina y se prepara un café. Después regresa a su ordenador y sigue trabajando. Son casi las nueve cuando acaba.
—Cariño, despierta.
______ se da la vuelta en la cama. Nick está a su lado. Le sonríe cuando ella abre los ojos.
—Pero ¿qué hora es?
—Las nueve. Te he traído el desayuno.
Apoyado en la mesita de al lado hay un café con leche todavía humeante, un yogur, un zumo de naranja y cruasanes.
—¡Hasta cruasanes! Eso quiere decir que tú has salido ya... ¿Cuánto hace que estás despierto?
—¡No he dormido!
—¿Qué? —______ se incorpora—. ¿Y por qué, te sentías mal? ¿No estaba bueno el sashimi?
—No, todo estaba buenísimo, y tú eres hermosísima. Y, sobre todo, has estado perfecta.
______ muerde un cruasán.
—Tú también...
—No, tú más...
—Bueno —toma un poco de zumo de naranja—, digamos que la geisha tiene el dominio de la situación en esos casos... Y te aseguro que no pretendo ser vulgar...
—Lo sé. Has estado perfecta mientras dormías.
—¿Por qué? ¿Qué he hecho?
—Me has inspirado. Ven.
______ termina de beber su zumo y baja de la cama. Sigue a Nick al salón. Y al llegar no se lo puede creer. Colgadas de la pared hay tres grandes fotos suyas, dormida en las posturas más extrañas.
—Eh..., pero ¿qué ha pasado?
Nick sonríe.
—Nada, eres tú mientras duermes...
—Ya lo veo, pero debía de tener una pesadilla. Me debió de sentar mal el sushi o el sashimi... Mira ésa... Estoy totalmente contorsionada. A saber lo que estaría soñando.
—No lo sé. Pero me has hecho soñar a mí. Se me ha ocurrido la idea.
Nick se acerca a la primera foto, en la que aparece ______ con las piernas encogidas.
—Mira, aquí tenemos a una chica que duerme de un modo extraño, que tiene malos sueños... —Nick se desplaza hacia la segunda foto. En ésta, ______ está torcida, un brazo le cae de la cama y toca el suelo—. Tiene pesadillas. —Nick pasa a la tercera foto. ______ está boca abajo, con las nalgas levantadas, las sábanas tensas—. Mejor dicho, tiene unas pesadillas espantosas...
—¡Madre mía, aquí estaba mal en serio!
Entonces Nick se detiene ante la cuarta y última foto. Está vuelta contra la pared.
—¡Y aquí está la idea! —Le da la vuelta. ______ duerme tranquila. Tiene una expresión serena, beatífica, con las manos alrededor de la almohada y una leve sonrisa, casi un pequeño gesto de satisfacción. Está preciosa. Y encima, aparece el paquete de caramelos con un enorme eslogan: «Sueñas... con LaLuna».
Nick la mira feliz.
—¿Qué? ¿Te gusta? ¡Para mí es preciosa, tú eres preciosa, mejor dicho, tú y LaLuna resultáis preciosas!
______ observa de nuevo la sucesión de fotos.
—Sí, ¡es muy fuerte! ¡Bravo, mi amor!
Nick no cabe en sí de gozo. Abraza a ______ y la levanta, la cubre de besos.
—Qué feliz soy... Por favor, dime que serás mi modelo... La chica de los jazmines se convierte en la chica de los caramelos. Por favor, dime que la que estará en los carteles serás tú.
—Pero quizá no me quieran a mí, Nick...
—¿Qué dices? ¡Tú eres perfecta, eres la nueva Venus de los caramelos, eres la Gioconda dulce! Estarás en todas las vallas del mundo, todos te verán, serás conocida en las tierras más lejanas, serás famosa en los lugares más dispersos. Vaya, ¡que si algún día volvemos a Eurodisney, serán Mickey y los demás los que vendrán a pedirte un autógrafo!
—Pero Nick...
—Por favor, dime que sí.
—Sí.
—Ok. Gracias. —Nick va corriendo hacia las fotos, las descuelga una tras otra, las recoge, las deja sobre la mesa para ponerlas en orden y las mete dentro de una carpeta.
—¿Nos vamos? ¿Estás lista? Te acompaño y luego me voy directo a la oficina.
—No te preocupes, tengo mi ciclomotor.
—¿Estás segura? Entonces, ¿puedo irme?
—Venga, vete. Yo me arreglo con calma y después me voy.
—¿Tranquilamente? Pues claro. Tú aquí puedes hacer lo que te parezca, quédate el tiempo que quieras, vuelve a la cama si te apetece, acaba de desayunar, date un baño, una ducha, mira la tele... Pero yo me tengo que ir... —Nick coge la carpeta, se pone la chaqueta y se dirige hacia la puerta. Entonces se detiene y vuelve atrás.
______ se ha quedado quieta en medio del salón.
Le da un beso larguísimo en los labios.
—Perdona, amor, no sé dónde tengo la cabeza. —Se aparta y deja escapar un largo suspiro—. Gracias, ______. Has vuelto a salvarme por segunda vez. —Y sale corriendo del salón.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Ciento dos
—¿Está Leonardo?
—Está en su despacho, hablando por teléfono...
Nick no espera un segundo y entra en el despacho de Leonardo sin ni siquiera llamar a la puerta.
—¿Estás listo? La encontré. La tengo. Está aquí dentro. —Nick señala la carpeta.
Leonardo contempla incrédulo a Nick y su entusiasmo.
—Perdona, amor, pero ha entrado un loco y te tengo que dejar... te llamo más tarde. —Leonardo cuelga el teléfono—. ¿Qué ocurre? ¿Qué llevas ahí dentro?
—Esto.
Nick abre la carpeta y apoya sobre la mesa una tras otra, en secuencia, las tres fotos. ______ durmiendo de las maneras más extrañas. Boca abajo pero encogida, con un brazo por el suelo, con el culo en pompa. Se detiene. Espera un segundo. Capta de este modo aún más la atención de Leonardo, que ahora lo está mirando con curiosidad, atento, con los sentidos alerta. Como un sabueso que acecha a su presa.
—¿Estás listo? ¡Ta-chán! —Y deja sobre la mesa la última foto. ______ durmiendo beatíficamente bajo los caramelos y con el eslogan encima: «Sueñas... con LaLuna».
Leonardo la mira. Se queda en silencio. Luego toca la foto con delicadeza. Casi preocupado por si la estropea. Se levanta, da la vuelta a la mesa, se dirige hacia Nick. Lo abraza.
—Lo sabía, lo sabía... Sólo tú podías conseguirlo. Eres el más grande, el mejor.
Nick se escabulle del abrazo.
—Espera, Leonardo, espera a celebrarlo. ¿Cuál es la fecha límite para la entrega?
—Mañana.
—Pues enviémoslas ahora mismo. Probemos, venga, veamos qué dicen.
Leonardo se detiene un momento a pensarlo, luego se decide y sonríe.
—Sí, tienes razón, es inútil esperar. Venga, vamos.
Se van corriendo los dos a la sala donde están los ordenadores del equipo gráfico y rápidamente le dan un lápiz de memoria a una ayudante.
—¡Giulia, recupere las fotos que hay aquí dentro!
La chica se pone de inmediato a hacer el trabajo que le piden.
—Así, muy bien. Ahora prepare un mail para los japoneses, añada las cuatro fotos como adjunto y apártese, por favor. —Nick se sienta en el lugar de Giulia y empieza a escribir a toda prisa en inglés. Lo envía.
Leonardo lo mira un poco perplejo.
—Nick, ¿no será un poco atrevido escribirle una cosa así a su director de marketing?
—Me pareció un tipo con sentido del humor... Y en el fondo no está tan mal escribir que en Italia ya hemos empezado a soñar. De todos modos, Leo, el único problema de verdad es si les gusta o no.
Se quedan ambos frente al ordenador, esperando una respuesta. Nick se levanta y se coloca de pie, al lado de Leo.
—Me lo estoy imaginando. —Nick cierra los ojos—. Acaba de descargar su correo. Está abriendo los adjuntos... Bien, ahora está imprimiendo las fotos... Las deja secar. —Nick abre los ojos y mira a Leonardo. Luego mira hacia lo alto y sigue imaginando—. Ahora se las está llevando a la sala de reuniones, las cuelga en los paneles, ahora coge el teléfono, convoca a toda la comisión...
Leonardo mira su reloj.
—Bien, acaban de entrar. Algunos toman asiento. Las miran. Otro se levanta, quiere verlas de cerca. Llega el director. Las quiere ver de muy cerca. Da la vuelta a la mesa, se dirige al panel, mira la primera, la segunda, la tercera, se detiene ante la última. Un buen rato. Un poco más aún. Luego se vuelve hacia los demás... ha llegado el momento decisivo. Ahora o sonríe o niega con la cabeza. Ya han tomado una decisión. En este momento, el director le está encargando a alguien que responda a nuestro mail... La respuesta tendría que estar entrando ahora.
Nick y Leonardo se acercan de nuevo al ordenador. No hay ningún mensaje todavía. Nada.
—El director está indeciso. Aún lo está pensando —Leonardo interviene.
—Puede ser que alguien haya dicho algo. A lo mejor quieren un eslogan diferente.
—Puede ser. Pero no es buena señal que nos hagan esperar tanto.
—Depende. No news, good news... —Y justo en ese instante, aparece escrito en la pantalla: «Tiene un nuevo mensaje de correo.»
Nick se sienta de nuevo frente al ordenador. Clica encima y hace desaparecer el aviso. Un icono abajo a la derecha indica que el servidor está descargando el correo. Nick espera. Lo abre. En la lista de correos recibidos aparece en primer lugar la dirección electrónica de los japoneses. Nick se vuelve hacia Leonardo. Lo mira. Éste le hace una señal con la cabeza.
—¿A qué esperas? Venga, ábrelo.
Nick selecciona el correo con el ratón. Lo abre. «Incredible. We're dreaming too...» .
Nick no puede creer lo que están viendo sus ojos. Da un grito de alegría. Se levanta del ordenador, empieza a dar saltos de felicidad, luego se abraza a Leonardo. Se ponen a bailar juntos, arrastrando también a Giulia, que baila con ellos, feliz, aunque sólo sea por solidaridad y por un natural sentido del deber. Y justo en ese momento pasan Giorgia, Michela, Dario y Andrea Soldini. Los ven que están saltando como locos, dando gritos de felicidad, bailando... Leonardo y Nick parecen haberse vuelto locos. Giulia, agotada, se ha dejado caer en su silla. Todos entran en la sala. Pero Andrea Soldini es más rápido y corre junto a Nick.
—¿Es lo que estoy pensando? Dime que es lo que estoy pensando.
Nick afirma con los ojos, con la cabeza, con todo.
—iSí! ¡Sí! ¡Sí!
—¡¡¡No me digas!!! —Y todos se ponen a bailar juntos. Andrea da saltos sobre sí mismo, practica una extraña danza mexicana, una vaga imitación del baile final de Bruce Willis en El último Boy Scout. Luego baila al lado de Nick.
—Dime una sola cosa... no te enfadarías por la botella de champán, ¿verdad?
—¿Enfadado? ¡Fue precisamente tu regalo el que nos ha hecho ganar!
Y siguen bailando así, alegres, bulliciosos, cansados, desenfrenados, relajados al fin, abandonando toda la tensión acumulada en días y más días de trabajo.
Marcello, Alessia, el resto de las personas de su equipo están asomados a la puerta. Los han oído gritar. Alessia sonríe. Lo ha entendido todo. Nick la ve desde lejos y le guiña el ojo. Luego levanta el brazo con el puño cerrado, en señal de victoria. Alessia mira a Marcello y, sin preguntarle siquiera, entra en la habitación y se acerca a Nick:
—Felicidades, de verdad. Seguramente lo habéis hecho muy bien. Como de costumbre, por lo demás.
Nick deja de bailar, suelta un largo suspiro, intentando recuperar el aliento.
—Te aseguro que esta vez no estaba seguro de conseguirlo.
—La verdad es que era una prueba difícil.
—No. Es que tú no estabas.
Se miran un instante. Luego se abrazan. Alessia se aparta y lo mira.
—¿Podré llamarte siempre jefe?
—No. Sigue llamándome Nick.
Marcello, al ver esa escena, se aleja, seguido del resto de su equipo.
—¿Está Leonardo?
—Está en su despacho, hablando por teléfono...
Nick no espera un segundo y entra en el despacho de Leonardo sin ni siquiera llamar a la puerta.
—¿Estás listo? La encontré. La tengo. Está aquí dentro. —Nick señala la carpeta.
Leonardo contempla incrédulo a Nick y su entusiasmo.
—Perdona, amor, pero ha entrado un loco y te tengo que dejar... te llamo más tarde. —Leonardo cuelga el teléfono—. ¿Qué ocurre? ¿Qué llevas ahí dentro?
—Esto.
Nick abre la carpeta y apoya sobre la mesa una tras otra, en secuencia, las tres fotos. ______ durmiendo de las maneras más extrañas. Boca abajo pero encogida, con un brazo por el suelo, con el culo en pompa. Se detiene. Espera un segundo. Capta de este modo aún más la atención de Leonardo, que ahora lo está mirando con curiosidad, atento, con los sentidos alerta. Como un sabueso que acecha a su presa.
—¿Estás listo? ¡Ta-chán! —Y deja sobre la mesa la última foto. ______ durmiendo beatíficamente bajo los caramelos y con el eslogan encima: «Sueñas... con LaLuna».
Leonardo la mira. Se queda en silencio. Luego toca la foto con delicadeza. Casi preocupado por si la estropea. Se levanta, da la vuelta a la mesa, se dirige hacia Nick. Lo abraza.
—Lo sabía, lo sabía... Sólo tú podías conseguirlo. Eres el más grande, el mejor.
Nick se escabulle del abrazo.
—Espera, Leonardo, espera a celebrarlo. ¿Cuál es la fecha límite para la entrega?
—Mañana.
—Pues enviémoslas ahora mismo. Probemos, venga, veamos qué dicen.
Leonardo se detiene un momento a pensarlo, luego se decide y sonríe.
—Sí, tienes razón, es inútil esperar. Venga, vamos.
Se van corriendo los dos a la sala donde están los ordenadores del equipo gráfico y rápidamente le dan un lápiz de memoria a una ayudante.
—¡Giulia, recupere las fotos que hay aquí dentro!
La chica se pone de inmediato a hacer el trabajo que le piden.
—Así, muy bien. Ahora prepare un mail para los japoneses, añada las cuatro fotos como adjunto y apártese, por favor. —Nick se sienta en el lugar de Giulia y empieza a escribir a toda prisa en inglés. Lo envía.
Leonardo lo mira un poco perplejo.
—Nick, ¿no será un poco atrevido escribirle una cosa así a su director de marketing?
—Me pareció un tipo con sentido del humor... Y en el fondo no está tan mal escribir que en Italia ya hemos empezado a soñar. De todos modos, Leo, el único problema de verdad es si les gusta o no.
Se quedan ambos frente al ordenador, esperando una respuesta. Nick se levanta y se coloca de pie, al lado de Leo.
—Me lo estoy imaginando. —Nick cierra los ojos—. Acaba de descargar su correo. Está abriendo los adjuntos... Bien, ahora está imprimiendo las fotos... Las deja secar. —Nick abre los ojos y mira a Leonardo. Luego mira hacia lo alto y sigue imaginando—. Ahora se las está llevando a la sala de reuniones, las cuelga en los paneles, ahora coge el teléfono, convoca a toda la comisión...
Leonardo mira su reloj.
—Bien, acaban de entrar. Algunos toman asiento. Las miran. Otro se levanta, quiere verlas de cerca. Llega el director. Las quiere ver de muy cerca. Da la vuelta a la mesa, se dirige al panel, mira la primera, la segunda, la tercera, se detiene ante la última. Un buen rato. Un poco más aún. Luego se vuelve hacia los demás... ha llegado el momento decisivo. Ahora o sonríe o niega con la cabeza. Ya han tomado una decisión. En este momento, el director le está encargando a alguien que responda a nuestro mail... La respuesta tendría que estar entrando ahora.
Nick y Leonardo se acercan de nuevo al ordenador. No hay ningún mensaje todavía. Nada.
—El director está indeciso. Aún lo está pensando —Leonardo interviene.
—Puede ser que alguien haya dicho algo. A lo mejor quieren un eslogan diferente.
—Puede ser. Pero no es buena señal que nos hagan esperar tanto.
—Depende. No news, good news... —Y justo en ese instante, aparece escrito en la pantalla: «Tiene un nuevo mensaje de correo.»
Nick se sienta de nuevo frente al ordenador. Clica encima y hace desaparecer el aviso. Un icono abajo a la derecha indica que el servidor está descargando el correo. Nick espera. Lo abre. En la lista de correos recibidos aparece en primer lugar la dirección electrónica de los japoneses. Nick se vuelve hacia Leonardo. Lo mira. Éste le hace una señal con la cabeza.
—¿A qué esperas? Venga, ábrelo.
Nick selecciona el correo con el ratón. Lo abre. «Incredible. We're dreaming too...» .
Nick no puede creer lo que están viendo sus ojos. Da un grito de alegría. Se levanta del ordenador, empieza a dar saltos de felicidad, luego se abraza a Leonardo. Se ponen a bailar juntos, arrastrando también a Giulia, que baila con ellos, feliz, aunque sólo sea por solidaridad y por un natural sentido del deber. Y justo en ese momento pasan Giorgia, Michela, Dario y Andrea Soldini. Los ven que están saltando como locos, dando gritos de felicidad, bailando... Leonardo y Nick parecen haberse vuelto locos. Giulia, agotada, se ha dejado caer en su silla. Todos entran en la sala. Pero Andrea Soldini es más rápido y corre junto a Nick.
—¿Es lo que estoy pensando? Dime que es lo que estoy pensando.
Nick afirma con los ojos, con la cabeza, con todo.
—iSí! ¡Sí! ¡Sí!
—¡¡¡No me digas!!! —Y todos se ponen a bailar juntos. Andrea da saltos sobre sí mismo, practica una extraña danza mexicana, una vaga imitación del baile final de Bruce Willis en El último Boy Scout. Luego baila al lado de Nick.
—Dime una sola cosa... no te enfadarías por la botella de champán, ¿verdad?
—¿Enfadado? ¡Fue precisamente tu regalo el que nos ha hecho ganar!
Y siguen bailando así, alegres, bulliciosos, cansados, desenfrenados, relajados al fin, abandonando toda la tensión acumulada en días y más días de trabajo.
Marcello, Alessia, el resto de las personas de su equipo están asomados a la puerta. Los han oído gritar. Alessia sonríe. Lo ha entendido todo. Nick la ve desde lejos y le guiña el ojo. Luego levanta el brazo con el puño cerrado, en señal de victoria. Alessia mira a Marcello y, sin preguntarle siquiera, entra en la habitación y se acerca a Nick:
—Felicidades, de verdad. Seguramente lo habéis hecho muy bien. Como de costumbre, por lo demás.
Nick deja de bailar, suelta un largo suspiro, intentando recuperar el aliento.
—Te aseguro que esta vez no estaba seguro de conseguirlo.
—La verdad es que era una prueba difícil.
—No. Es que tú no estabas.
Se miran un instante. Luego se abrazan. Alessia se aparta y lo mira.
—¿Podré llamarte siempre jefe?
—No. Sigue llamándome Nick.
Marcello, al ver esa escena, se aleja, seguido del resto de su equipo.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Ciento tres
Nick se lo explica todo a todos. Les muestra las fotos. Da algunas indicaciones acerca de los próximos pasos a seguir. Luego va a su despacho y llama por teléfono a ______.
—¡Hola! ¡Ha funcionado! ¡Hemos ganado! ¡Eres la modelo ideal, natural, perfecta! Eres la imagen de LaLuna... O mejor dicho, ¡tú eres LaLuna!
______ se echa a reír al otro lado del teléfono.
—¿En serio?
—Sí. Nos hemos puesto a bailar como locos en cuanto ha llegado la respuesta del Japón. Y ya he hablado con el director. Tú serás la imagen de marca... en todo el mundo. —Se detiene un momento—. Siempre que quieras, claro.
—Claro que quiero, amor.
Nick se queda un momento en silencio.
—Gracias, ______. Sin ti no lo habría conseguido.
—Por supuesto que sí. A lo mejor hubieses tardado más, pero lo hubieses conseguido igual.
Nick sonríe.
—¿Y tú qué estás haciendo?
—¡Nada, he estado dando vueltas desnuda por la casa y me ha encantado! Puede que hasta me hayan visto los vecinos... pero ya sabes lo que pasa, ahora ya somos amigos. Ni siquiera han llamado a la policía. Luego me he vuelto a meter en la cama, he escuchado música, me he quedado dormida, me he vuelto a despertar... Te he buscado en la cama, luego he recordado que te habías ido a la oficina. Entonces me he dado una ducha, me he preparado una macedonia, me he comido un yogur que aún no estaba caducado... y he respondido al teléfono.
—Bien. —Nick se queda pensativo—. ¿Y has respondido al teléfono?
—Era una broma... Pero sólo porque no ha llamado nadie...
—Boba. ¿Y no has estudiado nada?
—¡Jo, te pareces a mi madre!
—A partir de mañana, seré peor que tu madre. Acuérdate de que tienes la Selectividad, estaré pegado a ti como tu sombra, te obligaré a estudiar. Yo ya he aprobado. Ahora te toca aprobar a ti.
—¡Vaya, y yo que me esperaba otro viajecito!
—Después de la Selectividad.
—Pero es que después de la Selectividad me voy con las Olas.
—¿Y cuándo volvéis?
—Cuando vuelva, habré vuelto... ¿Qué pasa, no me vas a esperar? Eh, esta victoria no irá a cambiarte, no irá a subírsete a la cabeza este éxito internacional, ¿no?
—El éxito no es nada si no tienes con quien compartirlo.
—Muy bien, pues tú compártelo conmigo. Ahora me tengo que ir a casa.
—¿No me vas a esperar?
—No, no puedo. Has dicho algo tan bonito que quiero guardármelo toda la noche.
—Pero...
—¡No digas nada más que me lo estropeas! —Y cuelga.
Nick se queda mirando el teléfono. ______ y su mágica locura. ______ y su joven belleza. ______ y su fuerza, ______ y su poesía. ______ y su libertad. ______, la chica de los jazmines. ______ y LaLuna. Luego se acuerda de que tiene que dar otras indicaciones para los carteles y la campaña promocional. Empieza a hacer algunas llamadas de trabajo. Pero es inevitable. Nada sucede por casualidad. Y hasta un éxito puede convertirse en un problema.
Nick se lo explica todo a todos. Les muestra las fotos. Da algunas indicaciones acerca de los próximos pasos a seguir. Luego va a su despacho y llama por teléfono a ______.
—¡Hola! ¡Ha funcionado! ¡Hemos ganado! ¡Eres la modelo ideal, natural, perfecta! Eres la imagen de LaLuna... O mejor dicho, ¡tú eres LaLuna!
______ se echa a reír al otro lado del teléfono.
—¿En serio?
—Sí. Nos hemos puesto a bailar como locos en cuanto ha llegado la respuesta del Japón. Y ya he hablado con el director. Tú serás la imagen de marca... en todo el mundo. —Se detiene un momento—. Siempre que quieras, claro.
—Claro que quiero, amor.
Nick se queda un momento en silencio.
—Gracias, ______. Sin ti no lo habría conseguido.
—Por supuesto que sí. A lo mejor hubieses tardado más, pero lo hubieses conseguido igual.
Nick sonríe.
—¿Y tú qué estás haciendo?
—¡Nada, he estado dando vueltas desnuda por la casa y me ha encantado! Puede que hasta me hayan visto los vecinos... pero ya sabes lo que pasa, ahora ya somos amigos. Ni siquiera han llamado a la policía. Luego me he vuelto a meter en la cama, he escuchado música, me he quedado dormida, me he vuelto a despertar... Te he buscado en la cama, luego he recordado que te habías ido a la oficina. Entonces me he dado una ducha, me he preparado una macedonia, me he comido un yogur que aún no estaba caducado... y he respondido al teléfono.
—Bien. —Nick se queda pensativo—. ¿Y has respondido al teléfono?
—Era una broma... Pero sólo porque no ha llamado nadie...
—Boba. ¿Y no has estudiado nada?
—¡Jo, te pareces a mi madre!
—A partir de mañana, seré peor que tu madre. Acuérdate de que tienes la Selectividad, estaré pegado a ti como tu sombra, te obligaré a estudiar. Yo ya he aprobado. Ahora te toca aprobar a ti.
—¡Vaya, y yo que me esperaba otro viajecito!
—Después de la Selectividad.
—Pero es que después de la Selectividad me voy con las Olas.
—¿Y cuándo volvéis?
—Cuando vuelva, habré vuelto... ¿Qué pasa, no me vas a esperar? Eh, esta victoria no irá a cambiarte, no irá a subírsete a la cabeza este éxito internacional, ¿no?
—El éxito no es nada si no tienes con quien compartirlo.
—Muy bien, pues tú compártelo conmigo. Ahora me tengo que ir a casa.
—¿No me vas a esperar?
—No, no puedo. Has dicho algo tan bonito que quiero guardármelo toda la noche.
—Pero...
—¡No digas nada más que me lo estropeas! —Y cuelga.
Nick se queda mirando el teléfono. ______ y su mágica locura. ______ y su joven belleza. ______ y su fuerza, ______ y su poesía. ______ y su libertad. ______, la chica de los jazmines. ______ y LaLuna. Luego se acuerda de que tiene que dar otras indicaciones para los carteles y la campaña promocional. Empieza a hacer algunas llamadas de trabajo. Pero es inevitable. Nada sucede por casualidad. Y hasta un éxito puede convertirse en un problema.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Ciento cinco
Los días sucesivos están llenos de alegría. Esa felicidad que confiere el equilibrio, el sentirse serenos, el no buscar más de lo que se tiene.
Nick y ______ estudian juntos, leen libros, reposan, repasan. Nick se encuentra de repente en la escuela y se da cuenta de que no recuerda nada de aquello que tanto había estudiado. Luego le pregunta a ella y se queda sorprendido.
—Pero entonces iba en serio cuando decías que estabas en casa estudiando.
—¡Pues claro! También yo quiero ser madura.
—¿Como yo?
—Sí, como cuando te caes del árbol...
Y reír y bromear y perderse en el sexo y reencontrarse en el amor.
Y sentados en el sofá, él trabajando con el ordenador, ella con el marcador, subrayando...
Y cenas tranquilas y música. Nick va hacia el equipo de música y pone la balada n.° 1 en sol menor opus 23 de Federico Chopin. ______ va, lo quita y pone a Beyonce. Nick regresa de su estudio y vuelve a poner su música clásica. ______ pone de nuevo a Beyoncé. Al final se encuentran frente al equipo para reconciliarse.
—Vale, ______, no discutamos. Hagamos una cosa: escuchemos éste. —Y pone Transfiguration, de Henry Jackman.
—Eh, qué pasada éste, Nick... Se parece a ese que siempre estás escuchando... Bach, ¿no?
Y después un DVD, una película que se les había pasado, o que ya habían visto pero no juntos, pero que de todos modos les había gustado a ambos. Gladiator, Después de una noche, Nothing Hill, Lost in Translation, ¿Conoces a Joe Black?, y también Taxi Driver, y El último tango en París y Closer y Pretty Woman. De lo sublime a lo ridículo. Y no necesariamente en el orden adecuado.
Y después un cóctel cómico, una macedonia loca, una ensalada inventada... endivias, con maíz, paté de foie gras, piñones, nueces, vinagre balsámico. Y otra aún más loca, con trocitos de naranja siciliana, pasas, hinojo y lechuga morada. Acompañada por un vino bien frío, un sauvignon elegido al azar y guardado en la nevera una hora antes, perfecto ahora, como las horas del amor. Y cada segundo que pasa es un beso que señala el tiempo, es una marca para recordar que ese instante no se ha perdido.
Estudiar de noche, repasar de día con las amigas, mientras él prepara la campaña en su oficina. Y después a comer al Pantheon, como dos jóvenes turistas que sienten curiosidad por Roma pero que no tienen tiempo de visitar museos, monumentos e iglesias hablando en inglés.
Pero no tienen la menor duda acerca de la pregunta. «Disculpe, ¿usted me ama o no?»
—Ahora tengo que estudiar.
—Y yo tengo que trabajar. —Y se echan a reír como diciendo: «No lo sé, pero estoy en ello.»
Los días sucesivos están llenos de alegría. Esa felicidad que confiere el equilibrio, el sentirse serenos, el no buscar más de lo que se tiene.
Nick y ______ estudian juntos, leen libros, reposan, repasan. Nick se encuentra de repente en la escuela y se da cuenta de que no recuerda nada de aquello que tanto había estudiado. Luego le pregunta a ella y se queda sorprendido.
—Pero entonces iba en serio cuando decías que estabas en casa estudiando.
—¡Pues claro! También yo quiero ser madura.
—¿Como yo?
—Sí, como cuando te caes del árbol...
Y reír y bromear y perderse en el sexo y reencontrarse en el amor.
Y sentados en el sofá, él trabajando con el ordenador, ella con el marcador, subrayando...
Y cenas tranquilas y música. Nick va hacia el equipo de música y pone la balada n.° 1 en sol menor opus 23 de Federico Chopin. ______ va, lo quita y pone a Beyonce. Nick regresa de su estudio y vuelve a poner su música clásica. ______ pone de nuevo a Beyoncé. Al final se encuentran frente al equipo para reconciliarse.
—Vale, ______, no discutamos. Hagamos una cosa: escuchemos éste. —Y pone Transfiguration, de Henry Jackman.
—Eh, qué pasada éste, Nick... Se parece a ese que siempre estás escuchando... Bach, ¿no?
Y después un DVD, una película que se les había pasado, o que ya habían visto pero no juntos, pero que de todos modos les había gustado a ambos. Gladiator, Después de una noche, Nothing Hill, Lost in Translation, ¿Conoces a Joe Black?, y también Taxi Driver, y El último tango en París y Closer y Pretty Woman. De lo sublime a lo ridículo. Y no necesariamente en el orden adecuado.
Y después un cóctel cómico, una macedonia loca, una ensalada inventada... endivias, con maíz, paté de foie gras, piñones, nueces, vinagre balsámico. Y otra aún más loca, con trocitos de naranja siciliana, pasas, hinojo y lechuga morada. Acompañada por un vino bien frío, un sauvignon elegido al azar y guardado en la nevera una hora antes, perfecto ahora, como las horas del amor. Y cada segundo que pasa es un beso que señala el tiempo, es una marca para recordar que ese instante no se ha perdido.
Estudiar de noche, repasar de día con las amigas, mientras él prepara la campaña en su oficina. Y después a comer al Pantheon, como dos jóvenes turistas que sienten curiosidad por Roma pero que no tienen tiempo de visitar museos, monumentos e iglesias hablando en inglés.
Pero no tienen la menor duda acerca de la pregunta. «Disculpe, ¿usted me ama o no?»
—Ahora tengo que estudiar.
—Y yo tengo que trabajar. —Y se echan a reír como diciendo: «No lo sé, pero estoy en ello.»
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Awwwwwww
Ame los capitulos
estuvieron hermosos!!
Siguela pronto :D
Ame los capitulos
estuvieron hermosos!!
Siguela pronto :D
maiih* [:
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Holaaaaaa!!!!! Tenia tiempo q no me pasa por aki...
y Lo Siento Mucho... :sad:
Todavia estoy leyendo la nove, se me hace un pokito
Dificil entenderla pro ya le estoy agarrando el hilo :)
Siguela Pronto :D
y Lo Siento Mucho... :sad:
Todavia estoy leyendo la nove, se me hace un pokito
Dificil entenderla pro ya le estoy agarrando el hilo :)
Siguela Pronto :D
GlodDeJonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Tantoo tiempo sin comentar :( Pero te juro que he estado a la par de los caps! Solo que como mi iPod no agarraba Inter y yo odiaba leer en la pc siempre copiaba y pegaba los caps en word y me los pasaba al blackberry jajajaja pero siempre que entraba a la pc copiaba los caps apurada y olvidadaba comentar por lo emocionada que
estaba por leer jajajaja pero solucione el problema con mi iPod y ahora todo esta bajo control :D
Cada vez que veo la cantidad de caps que tiene la nove, siempre pienso "Si, si! Ojalá no acabe nunca :')" AMO esta nove con cada fibra de mi ser, es lo mas tierno que jamás he leído, me encanta lo contemporánea que es, lo divertida que es, tan sencilla, relajada, PERFECTA, hermosa! No hago más que soñar con tener y poder dar regalos d cumpleaños así de bellos jajajaja :arre:
Me emcione MUCHO con lo de LaLuna lol :D
SIGUELAAAA AMO ESTA NOVEEEE
estaba por leer jajajaja pero solucione el problema con mi iPod y ahora todo esta bajo control :D
Cada vez que veo la cantidad de caps que tiene la nove, siempre pienso "Si, si! Ojalá no acabe nunca :')" AMO esta nove con cada fibra de mi ser, es lo mas tierno que jamás he leído, me encanta lo contemporánea que es, lo divertida que es, tan sencilla, relajada, PERFECTA, hermosa! No hago más que soñar con tener y poder dar regalos d cumpleaños así de bellos jajajaja :arre:
Me emcione MUCHO con lo de LaLuna lol :D
SIGUELAAAA AMO ESTA NOVEEEE
Dayi_JonasLove!*
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