Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 45 de 57. • Comparte
Página 45 de 57. • 1 ... 24 ... 44, 45, 46 ... 51 ... 57
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
*<3LaHippieMel<3* escribió:PERDONA SI NO HE ENTRADO SOLO EH TENIDO TIEMPO PARA ALGUANS Y CON ESO D K ESTOY EN ULTIMO AÑO NO DEBO FALTAR 7.7
PERDON!
ME ENCANTO EL MARATON...BUENO PA MI LO FUE!
POBRE DILETTA Y CUANDO DESPERTO LA RAYIS TODA HAPPY Y OBVIO JUNTO CON LAS OLAS!!!
SIGUELA!!!! ME ENCANTA!!!
no te preocupes te entiendo :D
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Angie Jonas Malik escribió:AAAAA AURYYY DON'T HATE ME PLEASEE!!! SERIO SO SORRY POR DESAPARECERME ES QUE POS ANDO METIDA DE CABEZA EN LO DEL LIBRO Y LA UNI Y POS TOY MAS CHIFLADA DE LO NORMAL KLDFJASKLDFLASKJGF SO SORRY, DONT HATE!!! MIRA QUE YO TE ILOVEOO ^^
CON RESPECTO A LA NOVE.... OGM, SUFRI DOS INFARTOS SEGUIDOS, CASI LLORO, PRO LUEGO DESPERTÓ E IGUAL CASI LLORO PERO ESTA VEZ DE FELICIDAD, OJALA QUE LA DILETTA SE REPONGA POR COMPLETO! :(
AGAIAN SO SORRY POR NO PASAR, PRO PUES ACA ESTOY AGAIN :D
TKMMMMM :hug:
no te preocupes
ademas no podria odiarte :)
y que tal va lo de yu libro?
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Noventa y tres
—¡Mamá, mamá, no te lo vas a creer! —______ entra en casa gritando como una loca—. ¡Mamá! ¡Le estaba leyendo un texto de Kant a Diletta y se ha despertado! Se ha recuperado, ¿te das cuenta?
Simona se levanta de la mesa donde está ayudando a Matteo con los deberes. Se acerca a ella. La mira. La abraza. La estrecha. Levanta los ojos al cielo y luego los cierra, suspirando para sí esa frase.
—Bendito sea Dios.
Después la deja libre de nuevo.
—______, estoy muy contenta. Ven, vamos un momento a tu habitación. Matteo, tú sigue con los ejercicios. Si no, no te llevo al campo a jugar al balón.
—Pero mamá...
—Silencio y a lo tuyo, que no sabes nada. Serás un futbolista maravilloso, pero si no estudias no juegas, ¿está claro? Exactamente al contrario de lo que hacen ellos.
Matteo resopla.
—Qué coñazo. —Y hojea rápidamente el libro, intentando comprender algo.
Simona abre la puerta de la habitación de ______ y, en cuanto entra, la cierra de nuevo.
—Bien, ______, estoy muy feliz por tu amiga. No sabes cuánto.
—Lo sé, mamá, también yo.
—Me lo imagino. Oye, no he querido molestarte hasta hoy porque, comparado con lo que estabas pasando, ciertas cosas se volvían irrelevantes... Insignificantes.
______ entrecierra los ojos.
—Claro, mamá, es así. Pero tranquila, que yo he seguido estudiando todo este tiempo.
Simona se arregla el cabello.
—De hecho, no es de eso de lo que te quería hablar. Los estudios no me preocupan.
—Ah. ¿Y de qué era, mamá?
—______, dime la verdad. ¿Tienes novio?
______ se queda desconcertada un instante.
—Bueno... sí, ya te dije que salía con una persona.
—Ya, estás saliendo... Nunca se sabe bien qué quiere decir este «salir», pero me parece que indica un panorama bastante general.
—De todos modos, ahora no tengo ganas de hablar de eso, mamá.
Simona se queda en silencio un instante. ______ la mira e intenta plantearle la pregunta del modo más educado posible.
—¿Hemos acabado? ¿Me puedo ir ya?
—No. Te acuerdas de que tú y yo quedamos en que nos lo podíamos decir todo, ¿verdad?
______ se queda en silencio un instante.
—Sí, ya sé que quedamos en eso. Y yo siempre te lo he contado todo.
______ intenta no pensar en esas quince o dieciséis cosas que, por alguna extraña razón, se ha olvidado contarle.
—Hay algo que me gustaría saber. Dijiste que el chico con el que te veías era algo mayor que tú.
______ la mira y esboza una pequeña sonrisa. No hay nada que hacer, a las madres no se les escapa nada. Sobre todo si fingen no saberlo.
—Sí, un poco...
—¿Qué poco?
—¿De verdad lo quieres saber?
—Pues claro. Por eso te lo estoy preguntando.
______ se lo piensa un momento. Decide lanzarse.
—Bueno, dentro de poco cumplirá treinta y siete años.
Pumba.
Simona no espera un segundo. Le suelta un bofetón en toda la cara.
—¡Ayyy! —______ se ha quedado sin respiración y sin palabras. Por un momento le entran ganas de reír. Pero le escuece la mejilla—. Ayyy... —Se lo piensa mejor. Se masajea la cara y se mira la mano desconcertada, como si fuese a encontrar algún rastro en ella—. ¡Me has hecho daño!
—¡Pues claro! ¿Creías que iba a acariciarte acaso?
—Pero mamá, dijiste que nos lo podíamos contar todo...
—¡Sí, pero no todo todo! Dime, te lo pido por favor. Dime, qué le digo yo ahora a tu padre.
—¡Pues no se lo cuentes!
—Claro, porque según tú no se dio cuenta de nada cuando se armó el lío del agente de seguros. Pero ¿qué pretendía? ¿Qué vino a hacer aquí?
—Nada, sólo quería conoceros.
Simona mira a ______ con los ojos como platos.
—¿Para decirme qué, ______, eh? ¿Para hacer qué? ¿Hay alguna otra cosa que deba saber?
—Claro que no, mamá. No vas a ser abuela, por ahora. —______ se queda pensando un momento—. ¡Al menos eso creo!
Simona se echa las manos a la cabeza.
—¡______!
—Estaba bromeando, mamá. Venga, no pasa nada. No hay ningún peligro.
—¿Qué quiere decir eso? —Simona la mira, ahora un poco más tranquila. Sólo un poco.
—Mira, mamá, ahora no tengo ganas de hablar. Vino tan sólo para presentarse, para que os quedaseis más tranquilos.
—¡Pues sí! Después de este notición vamos a estar de un tranquilo que no veas... Treinta y siete años. No te digo; treinta y siete...
—Dentro de poco.
—Claro... Muy bien, sobre todo, no te vayas a olvidar de felicitar al falso agente de seguros. —Y Simona sale de la habitación dando un portazo.
______ se va al espejo. Se mira la cara. Se la masajea un poco. Sonríe. Bueno, sea como sea, lo importante es que se lo he dicho. Ahora lo sabe. Entonces se saca el Nokia del bolsillo y escribe un mensaje a toda velocidad.
«Amor, estoy muy feliz. ¡Mi amiga está bien, se ha despertado! Después he hablado con mi madre. ¡Se lo he dicho! ¡Un beso espacial!»
El móvil de Nick emite un bip. Está en su despacho, buscando desesperadamente la idea para los japoneses. Lee el mensaje. Y responde de inmediato.
«¡Bien! Yo también me siento feliz. Pero ¿qué le has dicho a tu madre? ¿Que tu amiga está bien?»
Lo envía.
______ sonríe y responde a una velocidad increíble.
«No... ¡Que nosotros estamos bien!»
Nick lo lee. Se inquieta.
«Pero ¿le has hablado de nuestra, digamos, pequeña... "diferencia"?»
«Sí.»
«¿Y qué te ha dicho?»
«Nada. Ha dejado que un bofetón hablase por ella. Ah no. Espera... ¡También ha dicho que te felicitará por tu cumpleaños!»
—¡Mamá, mamá, no te lo vas a creer! —______ entra en casa gritando como una loca—. ¡Mamá! ¡Le estaba leyendo un texto de Kant a Diletta y se ha despertado! Se ha recuperado, ¿te das cuenta?
Simona se levanta de la mesa donde está ayudando a Matteo con los deberes. Se acerca a ella. La mira. La abraza. La estrecha. Levanta los ojos al cielo y luego los cierra, suspirando para sí esa frase.
—Bendito sea Dios.
Después la deja libre de nuevo.
—______, estoy muy contenta. Ven, vamos un momento a tu habitación. Matteo, tú sigue con los ejercicios. Si no, no te llevo al campo a jugar al balón.
—Pero mamá...
—Silencio y a lo tuyo, que no sabes nada. Serás un futbolista maravilloso, pero si no estudias no juegas, ¿está claro? Exactamente al contrario de lo que hacen ellos.
Matteo resopla.
—Qué coñazo. —Y hojea rápidamente el libro, intentando comprender algo.
Simona abre la puerta de la habitación de ______ y, en cuanto entra, la cierra de nuevo.
—Bien, ______, estoy muy feliz por tu amiga. No sabes cuánto.
—Lo sé, mamá, también yo.
—Me lo imagino. Oye, no he querido molestarte hasta hoy porque, comparado con lo que estabas pasando, ciertas cosas se volvían irrelevantes... Insignificantes.
______ entrecierra los ojos.
—Claro, mamá, es así. Pero tranquila, que yo he seguido estudiando todo este tiempo.
Simona se arregla el cabello.
—De hecho, no es de eso de lo que te quería hablar. Los estudios no me preocupan.
—Ah. ¿Y de qué era, mamá?
—______, dime la verdad. ¿Tienes novio?
______ se queda desconcertada un instante.
—Bueno... sí, ya te dije que salía con una persona.
—Ya, estás saliendo... Nunca se sabe bien qué quiere decir este «salir», pero me parece que indica un panorama bastante general.
—De todos modos, ahora no tengo ganas de hablar de eso, mamá.
Simona se queda en silencio un instante. ______ la mira e intenta plantearle la pregunta del modo más educado posible.
—¿Hemos acabado? ¿Me puedo ir ya?
—No. Te acuerdas de que tú y yo quedamos en que nos lo podíamos decir todo, ¿verdad?
______ se queda en silencio un instante.
—Sí, ya sé que quedamos en eso. Y yo siempre te lo he contado todo.
______ intenta no pensar en esas quince o dieciséis cosas que, por alguna extraña razón, se ha olvidado contarle.
—Hay algo que me gustaría saber. Dijiste que el chico con el que te veías era algo mayor que tú.
______ la mira y esboza una pequeña sonrisa. No hay nada que hacer, a las madres no se les escapa nada. Sobre todo si fingen no saberlo.
—Sí, un poco...
—¿Qué poco?
—¿De verdad lo quieres saber?
—Pues claro. Por eso te lo estoy preguntando.
______ se lo piensa un momento. Decide lanzarse.
—Bueno, dentro de poco cumplirá treinta y siete años.
Pumba.
Simona no espera un segundo. Le suelta un bofetón en toda la cara.
—¡Ayyy! —______ se ha quedado sin respiración y sin palabras. Por un momento le entran ganas de reír. Pero le escuece la mejilla—. Ayyy... —Se lo piensa mejor. Se masajea la cara y se mira la mano desconcertada, como si fuese a encontrar algún rastro en ella—. ¡Me has hecho daño!
—¡Pues claro! ¿Creías que iba a acariciarte acaso?
—Pero mamá, dijiste que nos lo podíamos contar todo...
—¡Sí, pero no todo todo! Dime, te lo pido por favor. Dime, qué le digo yo ahora a tu padre.
—¡Pues no se lo cuentes!
—Claro, porque según tú no se dio cuenta de nada cuando se armó el lío del agente de seguros. Pero ¿qué pretendía? ¿Qué vino a hacer aquí?
—Nada, sólo quería conoceros.
Simona mira a ______ con los ojos como platos.
—¿Para decirme qué, ______, eh? ¿Para hacer qué? ¿Hay alguna otra cosa que deba saber?
—Claro que no, mamá. No vas a ser abuela, por ahora. —______ se queda pensando un momento—. ¡Al menos eso creo!
Simona se echa las manos a la cabeza.
—¡______!
—Estaba bromeando, mamá. Venga, no pasa nada. No hay ningún peligro.
—¿Qué quiere decir eso? —Simona la mira, ahora un poco más tranquila. Sólo un poco.
—Mira, mamá, ahora no tengo ganas de hablar. Vino tan sólo para presentarse, para que os quedaseis más tranquilos.
—¡Pues sí! Después de este notición vamos a estar de un tranquilo que no veas... Treinta y siete años. No te digo; treinta y siete...
—Dentro de poco.
—Claro... Muy bien, sobre todo, no te vayas a olvidar de felicitar al falso agente de seguros. —Y Simona sale de la habitación dando un portazo.
______ se va al espejo. Se mira la cara. Se la masajea un poco. Sonríe. Bueno, sea como sea, lo importante es que se lo he dicho. Ahora lo sabe. Entonces se saca el Nokia del bolsillo y escribe un mensaje a toda velocidad.
«Amor, estoy muy feliz. ¡Mi amiga está bien, se ha despertado! Después he hablado con mi madre. ¡Se lo he dicho! ¡Un beso espacial!»
El móvil de Nick emite un bip. Está en su despacho, buscando desesperadamente la idea para los japoneses. Lee el mensaje. Y responde de inmediato.
«¡Bien! Yo también me siento feliz. Pero ¿qué le has dicho a tu madre? ¿Que tu amiga está bien?»
Lo envía.
______ sonríe y responde a una velocidad increíble.
«No... ¡Que nosotros estamos bien!»
Nick lo lee. Se inquieta.
«Pero ¿le has hablado de nuestra, digamos, pequeña... "diferencia"?»
«Sí.»
«¿Y qué te ha dicho?»
«Nada. Ha dejado que un bofetón hablase por ella. Ah no. Espera... ¡También ha dicho que te felicitará por tu cumpleaños!»
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Noventa y cuatro
Varios días después. Diletta sigue mejorando.
—¿Te das cuenta? —Olly camina como loca por la pequeña habitación del hospital. Diletta la mira divertida—. No. Yo creo que no te das cuenta... ¿Y vosotras? O sea, ¿al menos vosotras os dais cuenta o no? ¡Ésta se ha vuelto loca!
______ está sentada en la silla vuelta de revés. Erica está apoyada en la pared.
—¿De qué?
—Dilo y acaba de una vez.
Olly se detiene de improviso.
—¿En serio no sabéis de qué estoy hablando? Ésta ha estado a punto de irse sin más, pafff... —Olly chasquea los dedos—, por culpa de un imbécil que conducía a toda velocidad. Y no había probado la cosa más buena del mundo. Más que la pizza del Gianfornaio. Más que el helado del Alaska, San Crispino y Settimocielo juntos, más que la nieve y el mar, que la lluvia y el sol...
Erica la mira.
—¿Y qué es, la droga?
—No, mucho mejor... ¡El sexo! —Olly se acerca a Diletta y le coge las manos—. No puedes correr estos riesgos. Ya no. Te lo pido por favor, confía en mí. Déjate ir, coge esa deliciosa manzana.
______ se hecha a reír.
—Pues claro. Una manzana. Piensa que se jugaron el paraíso por esa fruta.
Olly extiende los brazos.
—Eso mismo. Diletta, puedes estar tranquila, no puede ocurrirte nada peor. Y de todos modos me he equivocado de fruta. Me refería a una banana.
Diletta patalea bajo las sábanas.
—¡Olly! ¿Por qué siempre tienes que ser tan grosera?
—Perdona, pero creo que no te entiendo... ¿Grosero es quien dice la palabra adecuada en el momento oportuno? ¿El que dice la verdad? ¡Entonces soy grosera de remate! Pero no me avergüenzo de ello. Porque también soy tu amiga.
Olly se aparta de la cama de Diletta y se dirige a la puerta de la habitación. La abre. Se asoma al pasillo.
—Ven.
Vuelve a entrar con una gran sonrisa. Todas la miran con curiosidad.
—¿Y ahora? ¿A quién habrá llamado?
______ no sabe qué pensar. Erica aún menos. Diletta la mira curiosa. Aunque tiene sus sospechas.
—Aquí está, ¿te acuerdas de él?
Efectivamente. Justo lo que sospechaba.
Filippo, ese chico tan encantador de quinto A, está en la puerta, con un ramo de magníficas rosas rojas en la mano.
—Hola, Diletta... Pregunté a tus amigas cómo estabas y Olly me dijo que podía venir a verte, de modo que... aquí estoy.
Olly se acerca a Diletta.
—Bueno, adiós, nosotras nos vamos. Estaremos aquí fuera, estudiando por si necesitas algo.
Diletta se sonroja. Luego le dice en voz baja:
—¿Y no podías avisarme? ¡Mira qué pinta tengo! No llevo ni una gota de maquillaje, estoy hecha polvo, con la cabeza vendada...
—Chissst. —Olly le da un beso—. Tranquila. Así se excita aún más. Y si quieres meterte ya en «faena», no te preocupes, estaremos aquí fuera vigilando. Tómate tu tiempo.
Diletta intenta darle un golpe.
—Pero ¡qué dices! —Y con el gesto casi se arranca el catéter del brazo.
Olly se aparta a tiempo y evita el golpe riéndose. Luego coge a Erica y a ______ del brazo y las escolta hasta la salida.
—Adiós, nosotras nos vamos. —Al salir le guiña un ojo a Filippo—. ¿Entendido?
Él sonríe mientras Olly sale de la habitación. Luego ve un jarrón con unas margaritas marchitas junto a la ventana.
—¿Puedo?
—Claro, claro. —Diletta se arregla un poco, se echa hacia atrás irguiendo la espalda.
Filippo coge las flores viejas y las tira en la papelera que hay debajo de la mesa. Luego enjuaga el jarrón en el lavamanos, lo vuelve a llenar con agua fresca y pone dentro sus espléndidas rosas. Las coloca con mimo.
—Ya está, así tienen espacio y se abrirán... En un par de días estarán preciosas.
Diletta sonríe.
—Yo, en cambio, necesitaré un poco más.
—No es verdad — Filippo la mira—. Estás tan guapa como lo estabas en el instituto. En realidad, el año pasado suspendí a propósito para poder seguir viéndote...
—Sí, y yo voy y me lo creo.
Filippo se echa a reír.
—Digamos que era algo inevitable y entonces me dije, por lo menos podré seguir viéndola.
Luego la mira fijamente a los ojos. Diletta, un poco azorada, golpea la sábana con la mano, como para arreglarla.
—Ufff, que calor, ¿eh...?
—Sí. —Filippo sonríe y coge una silla—. ¿Puedo?
—Claro.
—Gracias. —Y se sienta—. Es que está llegando el verano. Pero nosotros no tenemos prisa.
Fuera de la habitación. Olly tiene pegada la oreja a la puerta e intenta escuchar lo que dicen. ______ le tira de un brazo.
—Venga, déjala tranquila... ¿Qué más te da?
—Cómo que qué más me da, ¿estás de broma? Ha sido idea mía, hasta le he obligado a traer flores.
Erika le da un empujón.
—Está bien, pero ¿no irás a decirme que también elegiste tú esas magníficas rosas?
—No, eso no. Pero la idea ha sido mía. Diletta siempre quiso ir... a ver la Gran Manzana... Pero ¡como por el momento está aquí atrapada, por lo menos que vea la Gran Banana!
—Contigo es imposible, Olly. Eres una borde total.
Empiezan a empujarse y a reír, a correr por el pasillo, bajo la mirada molesta de alguna enfermera. Luego ven pasar a una monja y empiezan a jugar en broma.
—¡Tuya! —empieza Olly, al tiempo que le da un manotazo a ______.
—¡Tuya! —______ le da a Erica al vuelo, que, veloz como un rayo se vuelve y toca de nuevo Olly.
—¡Tuya! ¡Y no vale devolverla!
—Jo, así no se puede jugar.
Erica mira al fondo del pasillo.
Se da cuenta de que los padres de Diletta están a punto de entrar en la habitación.
—¡Oh no, chicas! Se supone que teníamos que montar guardia.
—¡No te preocupes! —Olly se pone la mano abierta cerca de la boca, más borde que de costumbre a propósito—. ¡Filippo lo tiene todo pensado!
Luego toca a la monja, se echa a reír y sale corriendo del hospital, seguida por sus amigas.
Y llegan otros días. Ahora más tranquilos.
—¿Estáis todas en casa? Pero esta noche salimos, ¿no? Venga, que hay una fiesta en el Goa, una pasada, con el DJ Coko. Y otros ingleses además, que se van alternando en las consolas.
—Olly, no falta nada para la Selectividad, tenemos que estudiar, y tú también deberías.
—Pero, ______, estamos perdiendo los mejores años de nuestra vida.
—Espera, ¿quién dijo eso?
—Zero.
—¿Seguro?
—No. Renato...
—Sí, vete a cantárselo a mis padres y ya veremos qué te responden.
Varios días después. Diletta sigue mejorando.
—¿Te das cuenta? —Olly camina como loca por la pequeña habitación del hospital. Diletta la mira divertida—. No. Yo creo que no te das cuenta... ¿Y vosotras? O sea, ¿al menos vosotras os dais cuenta o no? ¡Ésta se ha vuelto loca!
______ está sentada en la silla vuelta de revés. Erica está apoyada en la pared.
—¿De qué?
—Dilo y acaba de una vez.
Olly se detiene de improviso.
—¿En serio no sabéis de qué estoy hablando? Ésta ha estado a punto de irse sin más, pafff... —Olly chasquea los dedos—, por culpa de un imbécil que conducía a toda velocidad. Y no había probado la cosa más buena del mundo. Más que la pizza del Gianfornaio. Más que el helado del Alaska, San Crispino y Settimocielo juntos, más que la nieve y el mar, que la lluvia y el sol...
Erica la mira.
—¿Y qué es, la droga?
—No, mucho mejor... ¡El sexo! —Olly se acerca a Diletta y le coge las manos—. No puedes correr estos riesgos. Ya no. Te lo pido por favor, confía en mí. Déjate ir, coge esa deliciosa manzana.
______ se hecha a reír.
—Pues claro. Una manzana. Piensa que se jugaron el paraíso por esa fruta.
Olly extiende los brazos.
—Eso mismo. Diletta, puedes estar tranquila, no puede ocurrirte nada peor. Y de todos modos me he equivocado de fruta. Me refería a una banana.
Diletta patalea bajo las sábanas.
—¡Olly! ¿Por qué siempre tienes que ser tan grosera?
—Perdona, pero creo que no te entiendo... ¿Grosero es quien dice la palabra adecuada en el momento oportuno? ¿El que dice la verdad? ¡Entonces soy grosera de remate! Pero no me avergüenzo de ello. Porque también soy tu amiga.
Olly se aparta de la cama de Diletta y se dirige a la puerta de la habitación. La abre. Se asoma al pasillo.
—Ven.
Vuelve a entrar con una gran sonrisa. Todas la miran con curiosidad.
—¿Y ahora? ¿A quién habrá llamado?
______ no sabe qué pensar. Erica aún menos. Diletta la mira curiosa. Aunque tiene sus sospechas.
—Aquí está, ¿te acuerdas de él?
Efectivamente. Justo lo que sospechaba.
Filippo, ese chico tan encantador de quinto A, está en la puerta, con un ramo de magníficas rosas rojas en la mano.
—Hola, Diletta... Pregunté a tus amigas cómo estabas y Olly me dijo que podía venir a verte, de modo que... aquí estoy.
Olly se acerca a Diletta.
—Bueno, adiós, nosotras nos vamos. Estaremos aquí fuera, estudiando por si necesitas algo.
Diletta se sonroja. Luego le dice en voz baja:
—¿Y no podías avisarme? ¡Mira qué pinta tengo! No llevo ni una gota de maquillaje, estoy hecha polvo, con la cabeza vendada...
—Chissst. —Olly le da un beso—. Tranquila. Así se excita aún más. Y si quieres meterte ya en «faena», no te preocupes, estaremos aquí fuera vigilando. Tómate tu tiempo.
Diletta intenta darle un golpe.
—Pero ¡qué dices! —Y con el gesto casi se arranca el catéter del brazo.
Olly se aparta a tiempo y evita el golpe riéndose. Luego coge a Erica y a ______ del brazo y las escolta hasta la salida.
—Adiós, nosotras nos vamos. —Al salir le guiña un ojo a Filippo—. ¿Entendido?
Él sonríe mientras Olly sale de la habitación. Luego ve un jarrón con unas margaritas marchitas junto a la ventana.
—¿Puedo?
—Claro, claro. —Diletta se arregla un poco, se echa hacia atrás irguiendo la espalda.
Filippo coge las flores viejas y las tira en la papelera que hay debajo de la mesa. Luego enjuaga el jarrón en el lavamanos, lo vuelve a llenar con agua fresca y pone dentro sus espléndidas rosas. Las coloca con mimo.
—Ya está, así tienen espacio y se abrirán... En un par de días estarán preciosas.
Diletta sonríe.
—Yo, en cambio, necesitaré un poco más.
—No es verdad — Filippo la mira—. Estás tan guapa como lo estabas en el instituto. En realidad, el año pasado suspendí a propósito para poder seguir viéndote...
—Sí, y yo voy y me lo creo.
Filippo se echa a reír.
—Digamos que era algo inevitable y entonces me dije, por lo menos podré seguir viéndola.
Luego la mira fijamente a los ojos. Diletta, un poco azorada, golpea la sábana con la mano, como para arreglarla.
—Ufff, que calor, ¿eh...?
—Sí. —Filippo sonríe y coge una silla—. ¿Puedo?
—Claro.
—Gracias. —Y se sienta—. Es que está llegando el verano. Pero nosotros no tenemos prisa.
Fuera de la habitación. Olly tiene pegada la oreja a la puerta e intenta escuchar lo que dicen. ______ le tira de un brazo.
—Venga, déjala tranquila... ¿Qué más te da?
—Cómo que qué más me da, ¿estás de broma? Ha sido idea mía, hasta le he obligado a traer flores.
Erika le da un empujón.
—Está bien, pero ¿no irás a decirme que también elegiste tú esas magníficas rosas?
—No, eso no. Pero la idea ha sido mía. Diletta siempre quiso ir... a ver la Gran Manzana... Pero ¡como por el momento está aquí atrapada, por lo menos que vea la Gran Banana!
—Contigo es imposible, Olly. Eres una borde total.
Empiezan a empujarse y a reír, a correr por el pasillo, bajo la mirada molesta de alguna enfermera. Luego ven pasar a una monja y empiezan a jugar en broma.
—¡Tuya! —empieza Olly, al tiempo que le da un manotazo a ______.
—¡Tuya! —______ le da a Erica al vuelo, que, veloz como un rayo se vuelve y toca de nuevo Olly.
—¡Tuya! ¡Y no vale devolverla!
—Jo, así no se puede jugar.
Erica mira al fondo del pasillo.
Se da cuenta de que los padres de Diletta están a punto de entrar en la habitación.
—¡Oh no, chicas! Se supone que teníamos que montar guardia.
—¡No te preocupes! —Olly se pone la mano abierta cerca de la boca, más borde que de costumbre a propósito—. ¡Filippo lo tiene todo pensado!
Luego toca a la monja, se echa a reír y sale corriendo del hospital, seguida por sus amigas.
Y llegan otros días. Ahora más tranquilos.
—¿Estáis todas en casa? Pero esta noche salimos, ¿no? Venga, que hay una fiesta en el Goa, una pasada, con el DJ Coko. Y otros ingleses además, que se van alternando en las consolas.
—Olly, no falta nada para la Selectividad, tenemos que estudiar, y tú también deberías.
—Pero, ______, estamos perdiendo los mejores años de nuestra vida.
—Espera, ¿quién dijo eso?
—Zero.
—¿Seguro?
—No. Renato...
—Sí, vete a cantárselo a mis padres y ya veremos qué te responden.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Noventa y cinco
Brainstorming. Reunión en la oficina. Intuiciones. Fantasías. Hipótesis.
—No, eso no sirve. Está muy visto.
—¡Demasiado irreal!
—Quieren algo natural.
—¿Qué os parece una ciudad donde todos trabajen como camellos y se pasen el caramelo como si fuese una droga?
Todos miran a Andrea Soldini.
—Vale, vale, era sólo una idea.
Y pasa una semana volando, sin resultados.
Y ese día, en la oficina. Nick se da cuenta de que su teléfono está sonando. Lo coge y mira la pantalla. Sonríe. Nada. No ha podido resistirlo.
—Hola, ______.
—Eh... Hola. ¿No me dices nada?
Nick se hace el duro por teléfono.
—¿Por qué, qué tendría que decirte? ¿Tenía que recordarte algo...?
—¡El que tenía que acordarse de algo eres tú! ¡Hoy es dieciocho de mayo! Mi cumpleaños.
Nick se ríe por lo bajini y, antes de hablar, vuelve a ponerse serio.
—Es verdad, amor, perdona, perdona, ahora mismo paso a buscarte.
—Sí si, pero ésta no te la perdono... ¿Cómo no vas a acordarte de este día? Qué mal. Mi primer cumpleaños contigo, juntos, y, sobre todo..., ¡cumplo dieciocho años!
—Tienes razón, perdóname. En un minuto me reúno contigo.
—No sé si... —______ mira de repente su teléfono. ¿Será posible? Me ha colgado. Nick me ha colgado. Vaya, han cambiado las tornas. Éste se debe de haber vuelto loco.
A los pocos minutos, Nick le envía un mensaje.
«Baja, tesoro... estoy a la puerta de tu casa.»
______ lo lee. Claro, qué fácil. Te olvidas de mi cumpleaños y luego pretendes arreglarlo. Ya veremos si eres capaz de hacerlo.
______ baja y se monta en el coche. Está de morros, tiene los brazos cruzados y, rápidamente, pone los pies en el salpicadero a propósito.
—¿Qué tienes que decir?
—Cariño, perdóname, perdóname...
Intenta besarla y ella se resiste.
—¡Ni hablar! ¡Ni siquiera habrás pensado en mi regalo!
—Bueno, te lo haré dentro de unos días; a lo mejor algo precioso.
______ le da un puñetazo en el hombro.
—¡Ay!
—No me importa que sea algo precioso, lo grave es que te hayas olvidado.
—Tienes razón, pero ya sabes, el trabajo, esta publicidad para los japoneses...
—Oye, ya no puedo más con esa historia. ¡Mejor te lías directamente con una japonesa!
—Hummm... lo pensaré; no me disgusta, ya sabes, una hermosa geisha.
______ le da otro puñetazo.
—¡Ay, sólo estaba bromeando!
—¡Pues yo no!
Nick arranca y se van.
—He hecho una reserva en un lugar muy bonito, ¿te apetece?
______ sigue haciéndose la enfadada.
—No lo sé, vamos y ya veré si se me pasa. Todos menos tú se han acordado hoy de mi cumpleaños.
—¿Quiénes son todos?
—Pues todos. Y son muchos. Por no hablar de los regalos que he recibido en estos días. En especial de los SS...
—¿Y esos quiénes son? —Nick la mira preocupado.
—Los Sufrientes Suspirantes. Aunque en estos momentos tienen más posibilidades que tú, porque por lo menos se han acordado.
Nick sonríe.
—Cariño, intentaré hacérmelo perdonar; dame al menos otra oportunidad. A todo el mundo se le concede una segunda chance.
______ se vuelve hacia él.
—Ok, te doy una. Veremos lo que haces con ella.
Nick sonríe de nuevo.
—Haré buen uso. —Luego mira por la ventana y, al ver un puesto de diarios, se acerca—. ¿Me haces un favor?
—Dime.
Le señala el quiosco que queda enfrente.
—Ve y tráeme Il Messaggero, es que hoy no he tenido tiempo de leerlo.
______ suelta un resoplido.
—Trabajas demasiado.
Se baja, en seguida. Nick rebusca dentro de su bolsa. Nada. Todavía nada. Mira hacia fuera, preocupado, no vaya a ser que ______ regrese y lo descubra. ______ acaba de pagar y está a punto de volver al coche. Nick abre la ventana.
—Por favor, ¿me traes también Dove?
—¡Jo, me lo podrías haber dicho antes!
—¡Tienes razón, disculpa, lo siento!
—Amor significa no tener que decir nunca lo siento... Tú mismo me hiciste ver la película y ahora te olvidas. ¿Quieres algo más?
—No, gracias.
—¿Seguro?
—Sí.
Nick le sonríe. ______ da media vuelta de nuevo y vuelve al quiosco. Nick se pone a rebuscar otra vez. Mientras lo hace vigila a ______. La vigila y sigue buscando. ______ acaba de pagar, coge los periódicos y se da la vuelta para regresar al coche. Justo a tiempo. Nick sonríe. Lo encontré. Aquí está. Todo en orden. Perfecto. ¡Es perfecto! ______ sube de nuevo al coche.
—Disculpa, pero estaba pensando, ¿de verdad necesitabas ahora todos estos periódicos? Vamos a cenar... es mi cumpleaños... ¿qué necesidad tienes de leer?
—Tienes razón. Son para después. Hay un artículo que me han recomendado.
______ se encoge de hombros. Nick arranca. Pone un CD. Intenta distraerla de alguna manera.
—Bueno, ¡dices que habías recibido muchos regalos! ¿Te han regalado algo bonito?
—Bonito no... ¡Una pasada!
—Venga, dime alguno.
—Veamos, mis padres unos pendientes preciosos de perlas con pequeños diamantes alrededor. El tacaño de mi hermano me ha sacado un abono para el Blockbuster..., yo creo que más para él que para mí. ¡Lo que no sabe es que allí no alquilan pelis porno! Mis tías y mis primos me darán sus regalos en la fiesta que celebraremos la semana que viene. Mi padre quiere hacer algo a lo grande, con una orquesta que toque valses y todo eso, en el hotel de un amigo suyo.
—¡Qué bien! Finalmente conoceré a tu familia.
—¡Pues claro, no faltaba más! Mira, después de olvidarte de mi cumpleaños, será un milagro si vuelves a verme.
—Vaya manera de dar una segunda oportunidad.
—¡Es que tú me pides imposibles! ¡¿Tú crees que es buena idea hacer que conozcas a toda mi familia?! ¡Te será más fácil encontrar una idea para los japoneses!
—Ni me lo recuerdes. ¿Y tus amigas las Olas, qué te han regalado?
—Aún no lo sé. Se están haciendo las misteriosas. No se cuándo me lo piensan dar.
Nick se ríe por lo bajini.
—Ah, ya veo.
______ mira por la ventana.
—¿Adónde vamos?
—Es un sitio que hay por aquí cerca, donde se come muy bien. Se llama Da Renatone, está en Maccarese.
—No lo conozco.
Nick sigue conduciendo. ______ mira la carretera, que de improviso se bifurca. Nick continúa recto.
—Pero si querías ir a Maccarese, tenías que haber girado a la derecha... hacia Fregene.
—Tienes razón, me he equivocado, pero puedo seguir por aquí y así me incorporo en la próxima salida. —Nick acelera un poco, mientras mira su reloj. Vamos bien de tiempo. ______ está más tranquila ahora. Sube el volumen de la música. Continúa mirando por la ventana. Nick se pasa también la segunda salida.
—¡Eh, te has vuelto a equivocar!
Nick sonríe.
—¿Sigo teniendo todavía mi segunda oportunidad? Puede que haya hecho bien en equivocarme...
Y toma a toda velocidad la curva a la derecha, que conduce a los bajos de un gran edificio. Donde hay un aparcamiento.
—Aquí estamos. Fiumicino. Y éstos —se saca algo del bolsillo—, son dos billetes para París. ¡Feliz cumpleaños!
______ se le echa encima.
—¡Entonces no te habías olvidado! —Y lo besa, emocionada.
—No. Los periódicos eran una excusa para ver si llevabas encima el carnet de identidad. Por suerte he visto que sí, de lo contrario hubiese tenido que confesarte todo mi plan.
______ lo mira extasiada. Justo en ese momento, el CD llega a la pista diez. Suena una canción. Oh Happy Day.
Nick mira la hora. Enrico y sus compilation. Es increíble. Como un reloj suizo. Y a los acordes de esa canción, ______ vuelve a besarlo.
—Así no vale. Tenías sólo una oportunidad. ¡No tenías también que hacer que me enamorase!
Nick se aparta y la mira con sorpresa.
—¿Por qué? Creía que ya lo estabas. En ese caso no vamos a ninguna parte. Yo sólo llevo a París a mujeres locamente enamoradas.
______ hace como si fuese a pegarle. Se detiene.
—Pero hay un problema.
—Es verdad, no había pensado en ello. Tienes que avisar a tus padres. Bueno, invéntate una excusa, de todos modos, volvemos mañana por la noche.
—No, eso es lo de menos —sonríe ______—. Ya ves... ¡mentira más, mentira menos! Además, ahora que ya tengo dieciocho años, mi madre y yo nos lo podremos decir todo en serio, pero todo. —Entonces se acuerda del último bofetón. A lo mejor sería preferible inventarse algo—. Pero de todos modos ése es un problema menor. Lo que pasa es que no me he traído nada.
Nick baja y abre el portaequipajes. Saca dos maletas idénticas, una azul y una burdeos.
—Ésta es la mía —y señala la azul—, y ésta es la tuya. Espero que te guste todo lo que he elegido para ti. Creo que he acertado con las medidas. En lo referente al gusto, a lo mejor he acertado en algo. No pretendo imponerte nada. A mí me gustas siempre, te vistas como te vistas. Y si decides no vestirte, entonces, ¡me gustas aún más!
______ lo abraza. Luego se baja del coche. Y entran los dos en el aeropuerto con sus flamantes maletas de ruedas que difieren tan sólo en el color. Se ríen, bromean. Viajeros jóvenes sin citas importantes. A no ser con su sonrisa.
—¡Qué fuerte! No veo la hora de abrir la maleta, me muero de curiosidad... ¡A saber lo que me habrás comprado!
—Bueno... —Nick sonríe—. Ha sido un atrevimiento. De todos modos, era difícil que te gustase algo, así que he procurado que por lo menos me gustase a mí.
—¡Dios mío! Sólo espero no tener que ir vestida con una bata de colores estilo superhéroe japonés!
—Ya lo verás. De todos modos estaremos lejos, nadie te conocerá.
______ se detiene.
—Dame un momento para llamar a casa. —Marca rápidamente un número sin ni siquiera buscarlo en la agenda—. ¿Si? Hola, mamá, soy ______.
—Ya lo veo. ¿Dónde estás?
—¿Estás preparada? En el aeropuerto. Me acaban de regalar una maleta llena de ropa nueva para mí. Estoy a punto de subirme a un avión —se detiene y tapa el micrófono—.¿A qué hora salimos, Nick?
—A las siete y cuarenta, como en la canción de Battisti. Pero ¡nosotros no vamos a dejarnos, nos vamos juntos...! —Y le explica rápidamente las etapas del viaje.
______ sonríe y destapa de nuevo el micrófono.
—Salimos a las siete y cuarenta para París. Llegamos al Roissy-Charles de Gaulle. Después alquilamos un coche y nos vamos al hotel a cambiarnos. Más tarde, iremos a tomar algo a la orilla izquierda del Sena, cena en Montparnasse, y mañana excursión a Eurodisney, después de una visita turística por el centro. Regreso por la noche. Por supuesto, estamos solos él y yo. Y cuando digo él, me refiero al falso agente de seguros que conociste.
Silencio del otro lado. ______ aguarda un momento y empieza a hablar de nuevo.
—Mami, no te habrá dado un patatús, ¿eh?
—No.
—Lo sabía. Estoy con mis amigas, que me han preparado una fiesta y después me pensaba quedar a dormir en casa de Olly.
—Vale, así está mucho mejor. No te acuestes muy tarde, no comas ni bebas demasiado. Mándame un mensaje para confirmarme que te quedas en su casa. No apagues el teléfono.
—Ok, mamá.
—Ah, otra cosa...
—Dime.
—Felicidades, cariño mío.
—Gracias, mamá. Oye, si sigues así, pierdo el avión.
—Boba... que te diviertas.
______ cuelga.
—¡Se lo he dicho!
Nick le sonríe.
—¡Corre o vamos a perder el avión de verdad!
Y echan a correr arrastrando sólo sus maletas nuevas. Ligeros. Sin miedo. Sin prisa. Sin tiempo. Con la mano perdida en la del otro. Y nada más. Ninguna cita, ninguna preocupación, ningún empeño. Nada. Más ligeros que una nube.
Brainstorming. Reunión en la oficina. Intuiciones. Fantasías. Hipótesis.
—No, eso no sirve. Está muy visto.
—¡Demasiado irreal!
—Quieren algo natural.
—¿Qué os parece una ciudad donde todos trabajen como camellos y se pasen el caramelo como si fuese una droga?
Todos miran a Andrea Soldini.
—Vale, vale, era sólo una idea.
Y pasa una semana volando, sin resultados.
Y ese día, en la oficina. Nick se da cuenta de que su teléfono está sonando. Lo coge y mira la pantalla. Sonríe. Nada. No ha podido resistirlo.
—Hola, ______.
—Eh... Hola. ¿No me dices nada?
Nick se hace el duro por teléfono.
—¿Por qué, qué tendría que decirte? ¿Tenía que recordarte algo...?
—¡El que tenía que acordarse de algo eres tú! ¡Hoy es dieciocho de mayo! Mi cumpleaños.
Nick se ríe por lo bajini y, antes de hablar, vuelve a ponerse serio.
—Es verdad, amor, perdona, perdona, ahora mismo paso a buscarte.
—Sí si, pero ésta no te la perdono... ¿Cómo no vas a acordarte de este día? Qué mal. Mi primer cumpleaños contigo, juntos, y, sobre todo..., ¡cumplo dieciocho años!
—Tienes razón, perdóname. En un minuto me reúno contigo.
—No sé si... —______ mira de repente su teléfono. ¿Será posible? Me ha colgado. Nick me ha colgado. Vaya, han cambiado las tornas. Éste se debe de haber vuelto loco.
A los pocos minutos, Nick le envía un mensaje.
«Baja, tesoro... estoy a la puerta de tu casa.»
______ lo lee. Claro, qué fácil. Te olvidas de mi cumpleaños y luego pretendes arreglarlo. Ya veremos si eres capaz de hacerlo.
______ baja y se monta en el coche. Está de morros, tiene los brazos cruzados y, rápidamente, pone los pies en el salpicadero a propósito.
—¿Qué tienes que decir?
—Cariño, perdóname, perdóname...
Intenta besarla y ella se resiste.
—¡Ni hablar! ¡Ni siquiera habrás pensado en mi regalo!
—Bueno, te lo haré dentro de unos días; a lo mejor algo precioso.
______ le da un puñetazo en el hombro.
—¡Ay!
—No me importa que sea algo precioso, lo grave es que te hayas olvidado.
—Tienes razón, pero ya sabes, el trabajo, esta publicidad para los japoneses...
—Oye, ya no puedo más con esa historia. ¡Mejor te lías directamente con una japonesa!
—Hummm... lo pensaré; no me disgusta, ya sabes, una hermosa geisha.
______ le da otro puñetazo.
—¡Ay, sólo estaba bromeando!
—¡Pues yo no!
Nick arranca y se van.
—He hecho una reserva en un lugar muy bonito, ¿te apetece?
______ sigue haciéndose la enfadada.
—No lo sé, vamos y ya veré si se me pasa. Todos menos tú se han acordado hoy de mi cumpleaños.
—¿Quiénes son todos?
—Pues todos. Y son muchos. Por no hablar de los regalos que he recibido en estos días. En especial de los SS...
—¿Y esos quiénes son? —Nick la mira preocupado.
—Los Sufrientes Suspirantes. Aunque en estos momentos tienen más posibilidades que tú, porque por lo menos se han acordado.
Nick sonríe.
—Cariño, intentaré hacérmelo perdonar; dame al menos otra oportunidad. A todo el mundo se le concede una segunda chance.
______ se vuelve hacia él.
—Ok, te doy una. Veremos lo que haces con ella.
Nick sonríe de nuevo.
—Haré buen uso. —Luego mira por la ventana y, al ver un puesto de diarios, se acerca—. ¿Me haces un favor?
—Dime.
Le señala el quiosco que queda enfrente.
—Ve y tráeme Il Messaggero, es que hoy no he tenido tiempo de leerlo.
______ suelta un resoplido.
—Trabajas demasiado.
Se baja, en seguida. Nick rebusca dentro de su bolsa. Nada. Todavía nada. Mira hacia fuera, preocupado, no vaya a ser que ______ regrese y lo descubra. ______ acaba de pagar y está a punto de volver al coche. Nick abre la ventana.
—Por favor, ¿me traes también Dove?
—¡Jo, me lo podrías haber dicho antes!
—¡Tienes razón, disculpa, lo siento!
—Amor significa no tener que decir nunca lo siento... Tú mismo me hiciste ver la película y ahora te olvidas. ¿Quieres algo más?
—No, gracias.
—¿Seguro?
—Sí.
Nick le sonríe. ______ da media vuelta de nuevo y vuelve al quiosco. Nick se pone a rebuscar otra vez. Mientras lo hace vigila a ______. La vigila y sigue buscando. ______ acaba de pagar, coge los periódicos y se da la vuelta para regresar al coche. Justo a tiempo. Nick sonríe. Lo encontré. Aquí está. Todo en orden. Perfecto. ¡Es perfecto! ______ sube de nuevo al coche.
—Disculpa, pero estaba pensando, ¿de verdad necesitabas ahora todos estos periódicos? Vamos a cenar... es mi cumpleaños... ¿qué necesidad tienes de leer?
—Tienes razón. Son para después. Hay un artículo que me han recomendado.
______ se encoge de hombros. Nick arranca. Pone un CD. Intenta distraerla de alguna manera.
—Bueno, ¡dices que habías recibido muchos regalos! ¿Te han regalado algo bonito?
—Bonito no... ¡Una pasada!
—Venga, dime alguno.
—Veamos, mis padres unos pendientes preciosos de perlas con pequeños diamantes alrededor. El tacaño de mi hermano me ha sacado un abono para el Blockbuster..., yo creo que más para él que para mí. ¡Lo que no sabe es que allí no alquilan pelis porno! Mis tías y mis primos me darán sus regalos en la fiesta que celebraremos la semana que viene. Mi padre quiere hacer algo a lo grande, con una orquesta que toque valses y todo eso, en el hotel de un amigo suyo.
—¡Qué bien! Finalmente conoceré a tu familia.
—¡Pues claro, no faltaba más! Mira, después de olvidarte de mi cumpleaños, será un milagro si vuelves a verme.
—Vaya manera de dar una segunda oportunidad.
—¡Es que tú me pides imposibles! ¡¿Tú crees que es buena idea hacer que conozcas a toda mi familia?! ¡Te será más fácil encontrar una idea para los japoneses!
—Ni me lo recuerdes. ¿Y tus amigas las Olas, qué te han regalado?
—Aún no lo sé. Se están haciendo las misteriosas. No se cuándo me lo piensan dar.
Nick se ríe por lo bajini.
—Ah, ya veo.
______ mira por la ventana.
—¿Adónde vamos?
—Es un sitio que hay por aquí cerca, donde se come muy bien. Se llama Da Renatone, está en Maccarese.
—No lo conozco.
Nick sigue conduciendo. ______ mira la carretera, que de improviso se bifurca. Nick continúa recto.
—Pero si querías ir a Maccarese, tenías que haber girado a la derecha... hacia Fregene.
—Tienes razón, me he equivocado, pero puedo seguir por aquí y así me incorporo en la próxima salida. —Nick acelera un poco, mientras mira su reloj. Vamos bien de tiempo. ______ está más tranquila ahora. Sube el volumen de la música. Continúa mirando por la ventana. Nick se pasa también la segunda salida.
—¡Eh, te has vuelto a equivocar!
Nick sonríe.
—¿Sigo teniendo todavía mi segunda oportunidad? Puede que haya hecho bien en equivocarme...
Y toma a toda velocidad la curva a la derecha, que conduce a los bajos de un gran edificio. Donde hay un aparcamiento.
—Aquí estamos. Fiumicino. Y éstos —se saca algo del bolsillo—, son dos billetes para París. ¡Feliz cumpleaños!
______ se le echa encima.
—¡Entonces no te habías olvidado! —Y lo besa, emocionada.
—No. Los periódicos eran una excusa para ver si llevabas encima el carnet de identidad. Por suerte he visto que sí, de lo contrario hubiese tenido que confesarte todo mi plan.
______ lo mira extasiada. Justo en ese momento, el CD llega a la pista diez. Suena una canción. Oh Happy Day.
Nick mira la hora. Enrico y sus compilation. Es increíble. Como un reloj suizo. Y a los acordes de esa canción, ______ vuelve a besarlo.
—Así no vale. Tenías sólo una oportunidad. ¡No tenías también que hacer que me enamorase!
Nick se aparta y la mira con sorpresa.
—¿Por qué? Creía que ya lo estabas. En ese caso no vamos a ninguna parte. Yo sólo llevo a París a mujeres locamente enamoradas.
______ hace como si fuese a pegarle. Se detiene.
—Pero hay un problema.
—Es verdad, no había pensado en ello. Tienes que avisar a tus padres. Bueno, invéntate una excusa, de todos modos, volvemos mañana por la noche.
—No, eso es lo de menos —sonríe ______—. Ya ves... ¡mentira más, mentira menos! Además, ahora que ya tengo dieciocho años, mi madre y yo nos lo podremos decir todo en serio, pero todo. —Entonces se acuerda del último bofetón. A lo mejor sería preferible inventarse algo—. Pero de todos modos ése es un problema menor. Lo que pasa es que no me he traído nada.
Nick baja y abre el portaequipajes. Saca dos maletas idénticas, una azul y una burdeos.
—Ésta es la mía —y señala la azul—, y ésta es la tuya. Espero que te guste todo lo que he elegido para ti. Creo que he acertado con las medidas. En lo referente al gusto, a lo mejor he acertado en algo. No pretendo imponerte nada. A mí me gustas siempre, te vistas como te vistas. Y si decides no vestirte, entonces, ¡me gustas aún más!
______ lo abraza. Luego se baja del coche. Y entran los dos en el aeropuerto con sus flamantes maletas de ruedas que difieren tan sólo en el color. Se ríen, bromean. Viajeros jóvenes sin citas importantes. A no ser con su sonrisa.
—¡Qué fuerte! No veo la hora de abrir la maleta, me muero de curiosidad... ¡A saber lo que me habrás comprado!
—Bueno... —Nick sonríe—. Ha sido un atrevimiento. De todos modos, era difícil que te gustase algo, así que he procurado que por lo menos me gustase a mí.
—¡Dios mío! Sólo espero no tener que ir vestida con una bata de colores estilo superhéroe japonés!
—Ya lo verás. De todos modos estaremos lejos, nadie te conocerá.
______ se detiene.
—Dame un momento para llamar a casa. —Marca rápidamente un número sin ni siquiera buscarlo en la agenda—. ¿Si? Hola, mamá, soy ______.
—Ya lo veo. ¿Dónde estás?
—¿Estás preparada? En el aeropuerto. Me acaban de regalar una maleta llena de ropa nueva para mí. Estoy a punto de subirme a un avión —se detiene y tapa el micrófono—.¿A qué hora salimos, Nick?
—A las siete y cuarenta, como en la canción de Battisti. Pero ¡nosotros no vamos a dejarnos, nos vamos juntos...! —Y le explica rápidamente las etapas del viaje.
______ sonríe y destapa de nuevo el micrófono.
—Salimos a las siete y cuarenta para París. Llegamos al Roissy-Charles de Gaulle. Después alquilamos un coche y nos vamos al hotel a cambiarnos. Más tarde, iremos a tomar algo a la orilla izquierda del Sena, cena en Montparnasse, y mañana excursión a Eurodisney, después de una visita turística por el centro. Regreso por la noche. Por supuesto, estamos solos él y yo. Y cuando digo él, me refiero al falso agente de seguros que conociste.
Silencio del otro lado. ______ aguarda un momento y empieza a hablar de nuevo.
—Mami, no te habrá dado un patatús, ¿eh?
—No.
—Lo sabía. Estoy con mis amigas, que me han preparado una fiesta y después me pensaba quedar a dormir en casa de Olly.
—Vale, así está mucho mejor. No te acuestes muy tarde, no comas ni bebas demasiado. Mándame un mensaje para confirmarme que te quedas en su casa. No apagues el teléfono.
—Ok, mamá.
—Ah, otra cosa...
—Dime.
—Felicidades, cariño mío.
—Gracias, mamá. Oye, si sigues así, pierdo el avión.
—Boba... que te diviertas.
______ cuelga.
—¡Se lo he dicho!
Nick le sonríe.
—¡Corre o vamos a perder el avión de verdad!
Y echan a correr arrastrando sólo sus maletas nuevas. Ligeros. Sin miedo. Sin prisa. Sin tiempo. Con la mano perdida en la del otro. Y nada más. Ninguna cita, ninguna preocupación, ningún empeño. Nada. Más ligeros que una nube.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Noventa y seis
—Ésta es nuestra habitación.
—¡Es preciosa! —Apenas acaba de dejar su maleta encima de la cama y ______ ya la está abriendo llena de curiosidad.
—Me está volviendo loca, te lo juro... ¡Quiero ver!
Y observa divertida todas las cosas elegidas a ciegas para ella. Una camiseta de algodón ligero, color lila. Unos pantalones un poco más claros. Un par de zapatos Geox con algún adorno brillante. Una cazadora negra de piel. Una camisa blanca de cuello grande, largo y en punta y puños rígidos; estilo Robespierre, para que haga juego con París. El resto de la tela es transparente, de una seda ligera y elegante. Y también, oculto debajo del resto, hay un vestido largo, negro. ______ lo coge, lo desdobla. Se lo pone por encima. Es precioso. Con un escote profundo, provocativo. Se abrocha a la espalda, dejando los hombros al descubierto. Y cae suavemente, hasta cubrir unos espléndidos zapatos de raso negro, de tacón alto; elegantes, con pequeñas hebillas laterales. Modernos como ella cuando se los pone. Y más. Ella camina, desfila, se ríe, mientras baila en esa habitación.
Luego baja por una gran escalinata, del brazo de él. Hasta el hall del hotel. Rey y reina de una noche fantástica. Única. Casi imperceptible, tanta es su belleza. Cogen un taxi y cenan junto al Sena. Marisco, champán, pan crujiente, una baguette a rebanadas para mojar en la salsa del pescado. Tan especial, tan bueno, tan fuerte, tan caliente. Como la lubina a la sal, fresca, con unas gotas de limón, ligera como el aceite que la baña apenas junto con un poco de perejil finamente picado. Y más champán. Un delicado francés se acerca con una pequeña guitarra. Otro con unos bigotes curiosos, estilo de Dalí, aparece por detrás. Lleva una armónica entre las manos. Y tocan divertidos, a pesar de haberlo hecho mil veces, La vie en rose. Y una señora mayor, olvidándose de su edad, ya no tan joven, se levanta de una mesa que hay al fondo del local y empieza a bailar. Y cierra los ojos, y levanta los brazos al cielo, dejándose llevar por la música. Y un hombre que no la conoce, no la deja sola. Se levanta él también. Se le acerca. Ella le sonríe. Abre los ojos y coge esas manos que la buscan. A lo mejor lo estaba esperando. Quién sabe. Y siguen bailando juntos, pequeños héroes que no sienten vergüenza ante esas notas que hablan de amor. Y se miran a los ojos y sonríen sin malicia, sabedores de que algún día alguien los recordará. Y ______ y Nick los miran desde lejos. Se toman de las manos y sonríen, cómplices de esa espléndida magia, de esa extraña fórmula, de ese código secreto que empieza y termina sin un porqué, sin reglas, como una marea inesperada en una noche de amor sin luna. Después llega la crema pastelera, un solo cuenco y dos cucharillas. ______ y Nick combaten divertidos, en una extraña lucha por el último bocado. Luego se toman un passito de Pantelleria, una sorpresa italiana en medio de esos sabores tan franceses. ______ acaba de tomar un sorbo cuando se apagan las luces. Se queda con la copa suspendida en el aire. A lo lejos, por la ventana del restaurante se ven los reflejos de la luz en el Sena. Antiguos edificios de una belleza sin igual iluminan la noche. En el restaurante empieza a sonar una música suave. Y del fondo de la cocina una puerta doble se abre y, como por arte de magia, aparece un cocinero con su gorro alto y blanco. Lleva una mano delante, ligeramente abierta. Está protegiendo algo. Por detrás de sus dedos aparece una luz. Y, libre en parte, esa llamita baila entre los dedos del hombre. Atraviesa pequeñas corrientes de sabores diferentes por el restaurante. De repente, el cocinero aparta la mano. Y se ilumina por completo la tarta que lleva.
Nata, fresas y un semifrío crocante de nueces y melaza. El cocinero llega hasta la mesa y la deja en el centro. Todo el local se prepara. Cantan juntos en una lengua extraña, mezcla de francés e italiano «Cumpleaños feliz...». ______ espera el momento oportuno y se inclina apagando todas las velas. Alguien saca una foto, otro enciende alguna luz. Todos aplauden felices. ______ sonríe un poco azorada y da las gracias. Y luego, sin más, por salir del paso, por hacerles reír, mete un dedo en la tarta y, como si fuese una niña, se lo lleva a la boca. Nick aprovecha esa sana y dulce distracción. Se mete la mano en la chaqueta y, cual hábil ladrón, le deja algo frente al plato.
—Felicidades, amor. Gracias por haberme dado una segunda oportunidad.
Y ______ conmovida, aturdida, sorprendida por la fiesta, sonríe... y lo ve. Un pequeño estuche brilla azulado junto al plato de borde decorado.
—¿Es para mí?
Nick mira a ______. Le sonríe. Ella se queda en silencio. No se cree lo que están viendo sus ojos. Lo abre. Y poco a poco asoma del estuche, como el amanecer. Y cada una de las luces del local, cada vela, hasta el más mínimo reflejo se aúnan para poner de relieve su belleza simple. Lo saca. Un precioso colgante, refinado, ligero, elegante, ilumina de repente el rostro de ______. Una pequeña luna roja, formada con el polvo de un montón de diminutos diamantes y un único diamante en el centro en forma de corazón. ______ la mira fijamente. Miles de reflejos bailan en la piedra, más que un arco iris enloquecido. Baila el azul, el rojo, el azul celeste, el naranja. Hasta las mejillas de ______ adquieren el color de la emoción.
—Es precioso.
Nick le sonríe.
—¿Te gusta? Lo diseñé yo mismo en Vivani, en via delle Vite. Huele la caja...
______ se la acerca a la nariz.
—Hummm, ligero, delicado. ¿Qué es?
—Le eché dos gotas de esta esencia... —Nick se saca del bolsillo una pequeña botellita. La abre. Deja caer un poco en su dedo índice—. Es para ti. Es una creación tuya. —Y le toca ligeramente el cuello, acariciándola casi por detrás de las orejas. ______ cierra los ojos. Respira el fresco aroma.
—¡Es buenísimo!
—Es esencia de jazmín.
Nick se levanta, coge el colgante, se sitúa a espaldas de ______. Le pasa un brazo alrededor. Deja el diamante en su pecho. Coge con cuidado los pequeños hilos de oro blanco. Le levanta el pelo con la mano, encuentra el broche y lo cierra. Deja caer lentamente la pequeña gota. Ésta se detiene, en equilibrio sobre el fresco escote. ______ abre los ojos y ve su reflejo en el espejo que hay frente a ella. De inmediato se lleva la mano izquierda al pecho, por debajo del colgante, se da la vuelta, inclina levemente la cabeza y sonríe.
—Es precioso...
—No, tú eres preciosa.
En el local siguen tocando. El hombre y la mujer que antes bailaban ahora se ríen. Se están tomando un merlot joven en la barra. Entra un ruidoso grupo de muchachos y topa con su propia alegría. Pero la mesa de ______ y Nick está vacía. Se hallan ya lejos, en la noche parisina, abrazados bajo las estrellas subidas en la Torre Eiffel. La miran desde abajo. Nubes altas, y luna, y barcas que se cruzan, y plazas, y ascensores, y turistas que se asoman y se besan y señalan con la mano en el vacío algo que está más allá, a lo lejos, que se ve desde allí arriba. En las postales no parece tan grande. Y un taxi para dar una vuelta. Los Champs-Elysées y Pigalle y un saludo desde fuera al museo del Louvre con la promesa de regresar pronto. Luego un recuerdo del último Mundial de Fútbol, sin olvidar el famoso cabezazo, y también la frase «¡Devolvednos la Gioconda!». Dejarse llevar, bajarse del taxi, pagar, dar un paseo perdidos en la noche. Caminar junto al Sena, Montmartre, la iglesia de la Sainte Chapeüe. Entran, jóvenes, turistas inexpertos que se pierden en la belleza de esos vitrales, de esas mil cien escenas bíblicas a las que los fieles denominan «la entrada al paraíso»... Y sentirse tan felices que ni siquiera tienen valor para desear nada más, para atreverse, de avergonzarse hasta de rezar, a no ser que sea para pedir no despertar de ese sueño. Llegar así, simples egoístas de felicidad, al hotel.
—¡Ufff... estoy alucinada! —______ se deja caer de espaldas en la cama. Y de una patada precisa arroja sus zapatos nuevos, que caen lejos. Nick se quita la chaqueta y la cuelga en una percha que mete en el armario.
—Tengo una cosa para ti.
—¿Más?
______ se incorpora y se apoya sobre los codos.
—¡Es demasiado! Ya has hecho un montón de cosas preciosas.
—No es mío. —Nick se acerca a la cama con un paquete—. Es de parte de las Olas.
______ lo coge. Un paquete perfectamente envuelto con una nota en el centro.
—El paquete lo ha envuelto Erica, sé lo cuidadosa que es. La letra de la nota, sin embargo, es de Olly. —______ la abre y empieza a leer. «¡Hola, chica de dieciocho años fugada! Nos gustaría estar a todas contigo en este momento... pero ¡¡¡también con él!!! ¡Nick nos encanta! Al enterarnos de la sorpresa que pensaba darte, todas nuestras defensas cayeron... ¡Puede hacer lo que quiera con las Olas! Vaya, que una buena orgía no estaría mal, ¿eh?»
______ deja de leer un momento. No hay nada que hacer, Olly es incorregible. Sigue. «Era una broma... De todos modos, te queremos y queremos estar cerca de ti a nuestra manera. ¡Haz buen uso de esto! En fin, ¡hazle ver las estrellas parisinas!»
______ no sabe qué pensar. ¿Qué será? Toca el paquete, lo aprieta. Nada. No se le ocurre nada. Lo mira y lo remira, le da vueltas en las manos. Nada. Se decide a abrirlo. Rompe el papel y en seguida lo entiende todo. Sonríe divertida y se lo pone por delante. Un camisón de seda azul oscuro, lleno de encajes y transparencias. Empieza a bailar con él en la mano hasta detenerse ante el espejo. ______ inclina la cabeza, mirándose. Nick está tumbado en la cama, apoyado sobre un brazo y mira su reflejo. Sus miradas se cruzan. Él sonríe.
—Venga, ¿no te lo vas a probar?
—Sí. Pero cierra los ojos.
______ empieza a desnudarse, se da cuenta de que los ojos de Nick están un poco activos.
—No me fío. —Y apaga la luz. Reflejos nocturnos y la luz de alguna farola lejana y de estrellas ocultas se cuelan entre las cortinas cerradas de la habitación. ______ se acerca a la cama, se sube a ella por el lado de Nick, pero permanece apoyada sobre las rodillas. Parece que la hayan dibujado con ese contraluz azul.
—Bien... —Voz cálida y sensual—. ¿Qué tal me queda?
Nick abre los ojos. La acaricia suavemente con una mano, buscando el tejido de seda. Baja por las piernas y sigue hacia arriba, más arriba, hasta las caderas, pero no encuentra nada.
—¿Eres una nube acaso? —Y ______ se ríe—. Pues claro, ¿has visto que camisón más ligero? Casi no se nota.
Y un beso, y otra carcajada. Y una noche que pierde sus confines. Y al final las estrellas francesas se ven obligadas a admitirlo. Sí. Otra victoria más.
Al día siguiente, un fantástico desayuno en la cama. Cruasanes y huevos escalfados, zumo de naranja y pequeños dulces. Y periódicos italianos que ni siquiera se han abierto. Y se van en un coche alquilado directamente en el hotel. En cuanto se lo traen, se suben con un mapa lleno de indicaciones que les ha escrito encima el joven conserje.
Nick conduce mientras ______ le hace de copiloto.
—Derecha, izquierda, derecha de nuevo, sigue recto... al final tienes que girar a la izquierda. —Y se ríe mientras le da un pequeño mordisco a la baguette que se ha traído.
Nick la mira.
—Eh, hay que ver lo que comes...
______ acaba de masticar. Cambia de expresión.
—Sí, es raro, ¿verdad? No será que...
Nick la mira preocupado.
—¿______...?
Ella sonríe.
—Todo bajo control. Me bajó la semana pasada. Es que cuando estoy feliz me entra hambre.
Y siguen por la carretera que sale de París, pero sin alejarse demasiado.
—Mira, allí, es allí. —______ señala un cartel—. Eurodisney, tres kilómetros. Ya casi hemos llegado.
Poco después aparcan y se bajan.
Y echan a correr cogidos de la mano. Sacan las entradas y entran.
Rápidamente, se pierden entre otras personas que sonríen como ellos, chiquillos de todas las edades en busca de sueños.
—¡Mira, mira, ahí está Mickey! —______ le aprieta la mano—. ¡Nick, hazme una foto!
—¡No tengo cámara!
—No me lo puedo creer. Lo has organizado todo a la perfección y vas y te olvidas lo más simple, la máquina de fotos.
—¡Eso tiene fácil remedio! —Y se compran de inmediato una Kodak de usar y tirar. Y el apretón de manos con Mickey queda inmortalizado al momento. Después un beso a Donald, el abrazo de Goofy y el saludo de Chip y Chop, y otra foto con Cenicienta.
—¡Ahora sí que estás preciosa con esa corona en la cabeza!
______ lo mira extrañada.
—Pero ¡si yo no tengo ninguna corona! —Entonces ______ mira a Cenicienta, una chica muy hermosa que está a su lado, alta, rubia, etérea, con una sonrisa verdaderamente de fábula. ______ le echa una mirada fulminante a Nick, que sonríe.
—Uy, disculpa..., me he confundido. —Y Nick sale corriendo, con ______ persiguiéndolo. La Cenicienta se queda allí, sin decir una palabra, parada ante su castillo, mirándolos. Luego se encoge de hombros y sonríe a nuevos visitantes. Por supuesto, no puede entender que también aquello es una fábula.
Y Nick y ______ continúan con su paseo, se suben a las Montañas Rocosas y después entran en el mundo de Peter Pan, navegan con el capitán Garfio, se dejan caer por el Oeste, comen algo en un saloon y al final, de repente, van a parar al futuro, a bordo de una máquina del tiempo. Tropiezan con Leonardo da Vinci y atraviesan las épocas más diversas. Desde las cavernas hasta el Renacimiento, de la Revolución francesa a los años veinte.
—Oye, podré decirle a mi madre que he estado estudiando historia.
Y siguen, continúan. Se montan en las Space Mountain. Una montaña rusa a velocidad supersónica, sobre el vacío, apuntando hacia la luna para, una vez alcanzada, girar de golpe a la derecha, dejándola atrás y caer de nuevo, con los pelos de punta y el corazón en la garganta latiendo a mil por hora. Las manos muy apretadas sobre el pasamanos de hierro, gritando hasta desgañitarse, con los ojos cerrados, la propia felicidad alocada, irrefrenable, ilimitada.
—Lo hemos probado todo...
—Sí, sí, no nos falta nada.
—Dios mío, estoy muerta. Y sudada... Mira la camiseta se me pega.
Nick se acerca y la toca.
—Está empapada, en cuanto lleguemos al coche te la cambias.
—Sí, me pondré la sudadera que llevaba ayer. ¿Qué es eso? ¡Mazorcas de maíz! —______ echa a correr como una niña por una pequeña plazoleta de estilo antiguo, francés, disneyano. Se acerca al vendedor de mazorcas y, tras un momento de vacilación, señala una con su dedo índice, fino, tímido. Nick se le acerca, paga y le sonríe. Joven papá de esa niña que tuvo demasiado pronto y que no se le parece ni siquiera un poco.
—Gracias... —Y un mordisco a la mazorca y un beso a él, y otro mordisco y otro beso. Largo. Muy largo. Demasiado largo. Y alguien sonríe y mueve la cabeza. Y pensamientos casi cinematográficos. Mi padre, mi héroe. O mejor aún: El amor no tiene edad.
—Eh... —Nick mira su reloj—. Nos tenemos que ir. El avión sale dentro de poco.
—No me importaría perderlo. Pero mañana tengo el último examen de historia.
Y se van corriendo, dejando una mazorca mordisqueada lanzada al vuelo en una papelera, al borde de la carretera. Después ______ se cambia de camiseta detrás de la puerta del portaequipajes, en un extraño vestidor parisino.
—¡Creía que por lo menos me harías una exhibición de ballet... o qué sé yo... un cancán!
—Sí, claro, ¡da gracias de que no te muerda dos veces!
—Vamos. —Y Nick se ríe, se monta en el coche y salen en la noche. Cuando te sientes así, hasta la broma más estúpida es un buen pretexto para estar alegres. Dejan el coche en el parking. Después una pequeña cola, la documentación, el asiento asignado, las pequeñas maletas de ruedas. Nick se saca algo del bolsillo. Pasa el control. Cuando le toca a ______ suena algo. Se le acerca un gendarme francés. Coge un pequeño detector de metales y se lo pasa a ______ por encima buscando a saber qué.
—______ —dice Nick a sus espaldas—, ¿qué has robado?
—¡La Copa del Mundo! —______ empieza a cantar feliz—. Po po po po po po po...
—Calla, pórtate bien, estáte quieta... ¡que no nos van a dejar salir! —Pero ______ sigue cantando.
—¡Además, no se la robamos, la ganamos! —También Nick empieza a cantar—. Po po po po po po po... —Y abraza a ______ feliz. Y se van, dando la espalda, pero juntos, no como en ciertas canciones...
Y nubes ligeras, y una puesta de sol a lo lejos, que desaparece lentamente por el horizonte. El avión se mueve un poco. ______ se aprieta fuerte a Nick. Poco a poco, el vuelo recupera la estabilidad y ella se queda dormida. Nick la mira, apoyada en él, le acaricia el cabello, suavemente, con la mano izquierda. Se lo arregla, lo aparta para ver mejor la línea de su rostro, delicada, dibujada de un modo perfecto y natural. Esas cejas que escapan, pero sin hacer ruido, en pos de quién sabe qué sueño. El de una niña que se ha pasado el día corriendo tras su felicidad y que por una vez le ha dado alcance.
El avión da un pequeño salto, luego otro más fuerte. Se oyen los motores. ______ se despierta de repente y se abraza a Nick asustada.
—¿Qué ocurre? ¡Socorro!
—Chissst... tranquila, tranquila, no pasa nada. —Y la abraza—. Acabamos de aterrizar.
______ suelta un largo suspiro, después sonríe. Se frota los ojos y mira por la ventanilla.
—Volvemos a estar en Roma.
Y no hay cola, ningún equipaje que esperar, el coche listo en el parking.
—Espera, llamaré a mi casa.
______ conecta su teléfono móvil, y en cuanto acaba de escribir el pin, comienzan a entrarle varios mensajes. Los abre. Son todas llamadas de casa. Instantes después desaparece todo, está entrando una llamada. ______ mira la pantalla. Se pone un dedo en los labios, haciéndole señas a Nick para que esté callado. Abre el teléfono.
—¡Hola, mamá!
—¡Sí, hola! Me tenías preocupada. Lo tenías apagado. Hace dos horas que te estoy llamando. ¿Dónde estabas?
______ mira a Nick. Vale, voy a intentarlo de nuevo.
—Mamá, estaba en Eurodisney.
Simona suelta un resoplido.
—¡Otra vez con esa historia! Claro que sí, y yo soy la reina Isabel. ¿Se puede saber qué estás haciendo?
______ se encoge de hombros y sonríe a Nick. Ya lo ves, mi madre no me cree.
—Nada, mamá, estaba dando una vuelta por el centro con mis amigos.
—Sí, tú siempre estás dando vueltas con tus amigos, y siempre por lugares donde no hay cobertura. Qué extraño. Si por ti fuese se arruinarían todas las compañías telefónicas. No se sabe bien por qué, pero tu teléfono no tiene cobertura en ninguna parte.
—Se ve que me regalasteis uno malo.
—Sí, sí, no te hagas la graciosa, que antes o después te vas a enterar. ¿Se puede saber dónde estabas? Dijiste que tú y yo nos lo íbamos a contar siempre todo...
—Sí, pero después del bofetón algo cambió.
—Eso sólo fue un daño colateral. No siempre se puede estar de acuerdo.
______ lo piensa un poco.
—Ok, como quieras, ya te lo dije ayer, mamá. He estado en Eurodisney, hemos llegado corriendo al aeropuerto de París porque nos retrasamos, pero al final conseguimos coger el avión de las ocho... Por eso lo tenía apagado. Y ahora acabo de llegar a Fiumicino. —Silencio—. Mamá...
—Sí, sigo aquí, afortunada tú, que siempre tienes ganas de bromear. Bien, ¿cuándo vendrás a casa?
______ mira a Nick y después su reloj. Extiende los brazos como diciendo, es la segunda vez que intento decírselo y ella no me cree... Nick le hace una seña como diciendo está loca, luego le indica con un dedo que tardarán una hora.
—En hora y media estoy ahí.
—¡No más tarde! —Y cuelga.
Se pierden, de nuevo en Roma, en un tráfico suave. Autovía. Alguno de los conductores está nervioso y cambia continuamente de carril intentando adelantar a todos, va de derecha a izquierda. Está impaciente. Al final sigue su camino. Se aleja. Con los cristales tintados y un Peugeot lleno de alerones, como si así fuese más veloz. Nick en cambio conduce tranquilo. De vez en cuando la mira. ______ esta ordenando algo en su bolsa. Cuando se vuelve de un viaje, todo parece ir más lento. Se siente uno más sereno. Irse, en ocasiones ayuda a ver mejor la propia existencia, mirar en qué punto se encuentra. Cuánto camino se ha hecho, adonde nos dirigimos o por dónde nos estamos perdiendo y, sobre todo, si se es feliz. Y cuánto.
Justo en ese momento, suena el móvil de Nick. Dos bips. Un mensaje. Se saca el Motorola del bolsillo. Un sobrecito parpadea. Lo abre. Es de Pietro. Hace tiempo que no habla con él. Pero lo que lee es lo último que hubiese querido saber.
«Hola. Estamos todos con Flavio. Su padre ha muerto.»
Nick no se lo puede creer.
—No.
______ se vuelve asustada hacia él.
—¿Qué ha pasado?
—Se ha muerto el padre de un amigo mío. Flavio. Flavio, lo conociste. ¿Sabes quién es? El marido de Cristina... La que dices que no te soporta.
______ lo lamenta.
—Lo siento. Aunque no lo conozca mucho.
Han llegado ya a casa de ______.
—No tenía que ser así. Maldita sea. Cuánto lo siento. Menos mal que ya he regresado. Me voy a verlo.
______ sonríe.
—Por supuesto. Llámame cuando quieras, si te apetece. En serio, cuando quieras. Dejaré el móvil encendido.
______ le da un ligero beso. Y se va. Entonces se detiene un momento y sonríe.
—¡Eh, ahí detrás te dejo mi maleta! Te la dejo. Ya iré a buscarla con más calma...
—Desde luego. Cuando quieras.
Nick espera a que ______ entre en el portal. Un pequeño saludo desde lejos y se aleja en la noche.
—Ésta es nuestra habitación.
—¡Es preciosa! —Apenas acaba de dejar su maleta encima de la cama y ______ ya la está abriendo llena de curiosidad.
—Me está volviendo loca, te lo juro... ¡Quiero ver!
Y observa divertida todas las cosas elegidas a ciegas para ella. Una camiseta de algodón ligero, color lila. Unos pantalones un poco más claros. Un par de zapatos Geox con algún adorno brillante. Una cazadora negra de piel. Una camisa blanca de cuello grande, largo y en punta y puños rígidos; estilo Robespierre, para que haga juego con París. El resto de la tela es transparente, de una seda ligera y elegante. Y también, oculto debajo del resto, hay un vestido largo, negro. ______ lo coge, lo desdobla. Se lo pone por encima. Es precioso. Con un escote profundo, provocativo. Se abrocha a la espalda, dejando los hombros al descubierto. Y cae suavemente, hasta cubrir unos espléndidos zapatos de raso negro, de tacón alto; elegantes, con pequeñas hebillas laterales. Modernos como ella cuando se los pone. Y más. Ella camina, desfila, se ríe, mientras baila en esa habitación.
Luego baja por una gran escalinata, del brazo de él. Hasta el hall del hotel. Rey y reina de una noche fantástica. Única. Casi imperceptible, tanta es su belleza. Cogen un taxi y cenan junto al Sena. Marisco, champán, pan crujiente, una baguette a rebanadas para mojar en la salsa del pescado. Tan especial, tan bueno, tan fuerte, tan caliente. Como la lubina a la sal, fresca, con unas gotas de limón, ligera como el aceite que la baña apenas junto con un poco de perejil finamente picado. Y más champán. Un delicado francés se acerca con una pequeña guitarra. Otro con unos bigotes curiosos, estilo de Dalí, aparece por detrás. Lleva una armónica entre las manos. Y tocan divertidos, a pesar de haberlo hecho mil veces, La vie en rose. Y una señora mayor, olvidándose de su edad, ya no tan joven, se levanta de una mesa que hay al fondo del local y empieza a bailar. Y cierra los ojos, y levanta los brazos al cielo, dejándose llevar por la música. Y un hombre que no la conoce, no la deja sola. Se levanta él también. Se le acerca. Ella le sonríe. Abre los ojos y coge esas manos que la buscan. A lo mejor lo estaba esperando. Quién sabe. Y siguen bailando juntos, pequeños héroes que no sienten vergüenza ante esas notas que hablan de amor. Y se miran a los ojos y sonríen sin malicia, sabedores de que algún día alguien los recordará. Y ______ y Nick los miran desde lejos. Se toman de las manos y sonríen, cómplices de esa espléndida magia, de esa extraña fórmula, de ese código secreto que empieza y termina sin un porqué, sin reglas, como una marea inesperada en una noche de amor sin luna. Después llega la crema pastelera, un solo cuenco y dos cucharillas. ______ y Nick combaten divertidos, en una extraña lucha por el último bocado. Luego se toman un passito de Pantelleria, una sorpresa italiana en medio de esos sabores tan franceses. ______ acaba de tomar un sorbo cuando se apagan las luces. Se queda con la copa suspendida en el aire. A lo lejos, por la ventana del restaurante se ven los reflejos de la luz en el Sena. Antiguos edificios de una belleza sin igual iluminan la noche. En el restaurante empieza a sonar una música suave. Y del fondo de la cocina una puerta doble se abre y, como por arte de magia, aparece un cocinero con su gorro alto y blanco. Lleva una mano delante, ligeramente abierta. Está protegiendo algo. Por detrás de sus dedos aparece una luz. Y, libre en parte, esa llamita baila entre los dedos del hombre. Atraviesa pequeñas corrientes de sabores diferentes por el restaurante. De repente, el cocinero aparta la mano. Y se ilumina por completo la tarta que lleva.
Nata, fresas y un semifrío crocante de nueces y melaza. El cocinero llega hasta la mesa y la deja en el centro. Todo el local se prepara. Cantan juntos en una lengua extraña, mezcla de francés e italiano «Cumpleaños feliz...». ______ espera el momento oportuno y se inclina apagando todas las velas. Alguien saca una foto, otro enciende alguna luz. Todos aplauden felices. ______ sonríe un poco azorada y da las gracias. Y luego, sin más, por salir del paso, por hacerles reír, mete un dedo en la tarta y, como si fuese una niña, se lo lleva a la boca. Nick aprovecha esa sana y dulce distracción. Se mete la mano en la chaqueta y, cual hábil ladrón, le deja algo frente al plato.
—Felicidades, amor. Gracias por haberme dado una segunda oportunidad.
Y ______ conmovida, aturdida, sorprendida por la fiesta, sonríe... y lo ve. Un pequeño estuche brilla azulado junto al plato de borde decorado.
—¿Es para mí?
Nick mira a ______. Le sonríe. Ella se queda en silencio. No se cree lo que están viendo sus ojos. Lo abre. Y poco a poco asoma del estuche, como el amanecer. Y cada una de las luces del local, cada vela, hasta el más mínimo reflejo se aúnan para poner de relieve su belleza simple. Lo saca. Un precioso colgante, refinado, ligero, elegante, ilumina de repente el rostro de ______. Una pequeña luna roja, formada con el polvo de un montón de diminutos diamantes y un único diamante en el centro en forma de corazón. ______ la mira fijamente. Miles de reflejos bailan en la piedra, más que un arco iris enloquecido. Baila el azul, el rojo, el azul celeste, el naranja. Hasta las mejillas de ______ adquieren el color de la emoción.
—Es precioso.
Nick le sonríe.
—¿Te gusta? Lo diseñé yo mismo en Vivani, en via delle Vite. Huele la caja...
______ se la acerca a la nariz.
—Hummm, ligero, delicado. ¿Qué es?
—Le eché dos gotas de esta esencia... —Nick se saca del bolsillo una pequeña botellita. La abre. Deja caer un poco en su dedo índice—. Es para ti. Es una creación tuya. —Y le toca ligeramente el cuello, acariciándola casi por detrás de las orejas. ______ cierra los ojos. Respira el fresco aroma.
—¡Es buenísimo!
—Es esencia de jazmín.
Nick se levanta, coge el colgante, se sitúa a espaldas de ______. Le pasa un brazo alrededor. Deja el diamante en su pecho. Coge con cuidado los pequeños hilos de oro blanco. Le levanta el pelo con la mano, encuentra el broche y lo cierra. Deja caer lentamente la pequeña gota. Ésta se detiene, en equilibrio sobre el fresco escote. ______ abre los ojos y ve su reflejo en el espejo que hay frente a ella. De inmediato se lleva la mano izquierda al pecho, por debajo del colgante, se da la vuelta, inclina levemente la cabeza y sonríe.
—Es precioso...
—No, tú eres preciosa.
En el local siguen tocando. El hombre y la mujer que antes bailaban ahora se ríen. Se están tomando un merlot joven en la barra. Entra un ruidoso grupo de muchachos y topa con su propia alegría. Pero la mesa de ______ y Nick está vacía. Se hallan ya lejos, en la noche parisina, abrazados bajo las estrellas subidas en la Torre Eiffel. La miran desde abajo. Nubes altas, y luna, y barcas que se cruzan, y plazas, y ascensores, y turistas que se asoman y se besan y señalan con la mano en el vacío algo que está más allá, a lo lejos, que se ve desde allí arriba. En las postales no parece tan grande. Y un taxi para dar una vuelta. Los Champs-Elysées y Pigalle y un saludo desde fuera al museo del Louvre con la promesa de regresar pronto. Luego un recuerdo del último Mundial de Fútbol, sin olvidar el famoso cabezazo, y también la frase «¡Devolvednos la Gioconda!». Dejarse llevar, bajarse del taxi, pagar, dar un paseo perdidos en la noche. Caminar junto al Sena, Montmartre, la iglesia de la Sainte Chapeüe. Entran, jóvenes, turistas inexpertos que se pierden en la belleza de esos vitrales, de esas mil cien escenas bíblicas a las que los fieles denominan «la entrada al paraíso»... Y sentirse tan felices que ni siquiera tienen valor para desear nada más, para atreverse, de avergonzarse hasta de rezar, a no ser que sea para pedir no despertar de ese sueño. Llegar así, simples egoístas de felicidad, al hotel.
—¡Ufff... estoy alucinada! —______ se deja caer de espaldas en la cama. Y de una patada precisa arroja sus zapatos nuevos, que caen lejos. Nick se quita la chaqueta y la cuelga en una percha que mete en el armario.
—Tengo una cosa para ti.
—¿Más?
______ se incorpora y se apoya sobre los codos.
—¡Es demasiado! Ya has hecho un montón de cosas preciosas.
—No es mío. —Nick se acerca a la cama con un paquete—. Es de parte de las Olas.
______ lo coge. Un paquete perfectamente envuelto con una nota en el centro.
—El paquete lo ha envuelto Erica, sé lo cuidadosa que es. La letra de la nota, sin embargo, es de Olly. —______ la abre y empieza a leer. «¡Hola, chica de dieciocho años fugada! Nos gustaría estar a todas contigo en este momento... pero ¡¡¡también con él!!! ¡Nick nos encanta! Al enterarnos de la sorpresa que pensaba darte, todas nuestras defensas cayeron... ¡Puede hacer lo que quiera con las Olas! Vaya, que una buena orgía no estaría mal, ¿eh?»
______ deja de leer un momento. No hay nada que hacer, Olly es incorregible. Sigue. «Era una broma... De todos modos, te queremos y queremos estar cerca de ti a nuestra manera. ¡Haz buen uso de esto! En fin, ¡hazle ver las estrellas parisinas!»
______ no sabe qué pensar. ¿Qué será? Toca el paquete, lo aprieta. Nada. No se le ocurre nada. Lo mira y lo remira, le da vueltas en las manos. Nada. Se decide a abrirlo. Rompe el papel y en seguida lo entiende todo. Sonríe divertida y se lo pone por delante. Un camisón de seda azul oscuro, lleno de encajes y transparencias. Empieza a bailar con él en la mano hasta detenerse ante el espejo. ______ inclina la cabeza, mirándose. Nick está tumbado en la cama, apoyado sobre un brazo y mira su reflejo. Sus miradas se cruzan. Él sonríe.
—Venga, ¿no te lo vas a probar?
—Sí. Pero cierra los ojos.
______ empieza a desnudarse, se da cuenta de que los ojos de Nick están un poco activos.
—No me fío. —Y apaga la luz. Reflejos nocturnos y la luz de alguna farola lejana y de estrellas ocultas se cuelan entre las cortinas cerradas de la habitación. ______ se acerca a la cama, se sube a ella por el lado de Nick, pero permanece apoyada sobre las rodillas. Parece que la hayan dibujado con ese contraluz azul.
—Bien... —Voz cálida y sensual—. ¿Qué tal me queda?
Nick abre los ojos. La acaricia suavemente con una mano, buscando el tejido de seda. Baja por las piernas y sigue hacia arriba, más arriba, hasta las caderas, pero no encuentra nada.
—¿Eres una nube acaso? —Y ______ se ríe—. Pues claro, ¿has visto que camisón más ligero? Casi no se nota.
Y un beso, y otra carcajada. Y una noche que pierde sus confines. Y al final las estrellas francesas se ven obligadas a admitirlo. Sí. Otra victoria más.
Al día siguiente, un fantástico desayuno en la cama. Cruasanes y huevos escalfados, zumo de naranja y pequeños dulces. Y periódicos italianos que ni siquiera se han abierto. Y se van en un coche alquilado directamente en el hotel. En cuanto se lo traen, se suben con un mapa lleno de indicaciones que les ha escrito encima el joven conserje.
Nick conduce mientras ______ le hace de copiloto.
—Derecha, izquierda, derecha de nuevo, sigue recto... al final tienes que girar a la izquierda. —Y se ríe mientras le da un pequeño mordisco a la baguette que se ha traído.
Nick la mira.
—Eh, hay que ver lo que comes...
______ acaba de masticar. Cambia de expresión.
—Sí, es raro, ¿verdad? No será que...
Nick la mira preocupado.
—¿______...?
Ella sonríe.
—Todo bajo control. Me bajó la semana pasada. Es que cuando estoy feliz me entra hambre.
Y siguen por la carretera que sale de París, pero sin alejarse demasiado.
—Mira, allí, es allí. —______ señala un cartel—. Eurodisney, tres kilómetros. Ya casi hemos llegado.
Poco después aparcan y se bajan.
Y echan a correr cogidos de la mano. Sacan las entradas y entran.
Rápidamente, se pierden entre otras personas que sonríen como ellos, chiquillos de todas las edades en busca de sueños.
—¡Mira, mira, ahí está Mickey! —______ le aprieta la mano—. ¡Nick, hazme una foto!
—¡No tengo cámara!
—No me lo puedo creer. Lo has organizado todo a la perfección y vas y te olvidas lo más simple, la máquina de fotos.
—¡Eso tiene fácil remedio! —Y se compran de inmediato una Kodak de usar y tirar. Y el apretón de manos con Mickey queda inmortalizado al momento. Después un beso a Donald, el abrazo de Goofy y el saludo de Chip y Chop, y otra foto con Cenicienta.
—¡Ahora sí que estás preciosa con esa corona en la cabeza!
______ lo mira extrañada.
—Pero ¡si yo no tengo ninguna corona! —Entonces ______ mira a Cenicienta, una chica muy hermosa que está a su lado, alta, rubia, etérea, con una sonrisa verdaderamente de fábula. ______ le echa una mirada fulminante a Nick, que sonríe.
—Uy, disculpa..., me he confundido. —Y Nick sale corriendo, con ______ persiguiéndolo. La Cenicienta se queda allí, sin decir una palabra, parada ante su castillo, mirándolos. Luego se encoge de hombros y sonríe a nuevos visitantes. Por supuesto, no puede entender que también aquello es una fábula.
Y Nick y ______ continúan con su paseo, se suben a las Montañas Rocosas y después entran en el mundo de Peter Pan, navegan con el capitán Garfio, se dejan caer por el Oeste, comen algo en un saloon y al final, de repente, van a parar al futuro, a bordo de una máquina del tiempo. Tropiezan con Leonardo da Vinci y atraviesan las épocas más diversas. Desde las cavernas hasta el Renacimiento, de la Revolución francesa a los años veinte.
—Oye, podré decirle a mi madre que he estado estudiando historia.
Y siguen, continúan. Se montan en las Space Mountain. Una montaña rusa a velocidad supersónica, sobre el vacío, apuntando hacia la luna para, una vez alcanzada, girar de golpe a la derecha, dejándola atrás y caer de nuevo, con los pelos de punta y el corazón en la garganta latiendo a mil por hora. Las manos muy apretadas sobre el pasamanos de hierro, gritando hasta desgañitarse, con los ojos cerrados, la propia felicidad alocada, irrefrenable, ilimitada.
—Lo hemos probado todo...
—Sí, sí, no nos falta nada.
—Dios mío, estoy muerta. Y sudada... Mira la camiseta se me pega.
Nick se acerca y la toca.
—Está empapada, en cuanto lleguemos al coche te la cambias.
—Sí, me pondré la sudadera que llevaba ayer. ¿Qué es eso? ¡Mazorcas de maíz! —______ echa a correr como una niña por una pequeña plazoleta de estilo antiguo, francés, disneyano. Se acerca al vendedor de mazorcas y, tras un momento de vacilación, señala una con su dedo índice, fino, tímido. Nick se le acerca, paga y le sonríe. Joven papá de esa niña que tuvo demasiado pronto y que no se le parece ni siquiera un poco.
—Gracias... —Y un mordisco a la mazorca y un beso a él, y otro mordisco y otro beso. Largo. Muy largo. Demasiado largo. Y alguien sonríe y mueve la cabeza. Y pensamientos casi cinematográficos. Mi padre, mi héroe. O mejor aún: El amor no tiene edad.
—Eh... —Nick mira su reloj—. Nos tenemos que ir. El avión sale dentro de poco.
—No me importaría perderlo. Pero mañana tengo el último examen de historia.
Y se van corriendo, dejando una mazorca mordisqueada lanzada al vuelo en una papelera, al borde de la carretera. Después ______ se cambia de camiseta detrás de la puerta del portaequipajes, en un extraño vestidor parisino.
—¡Creía que por lo menos me harías una exhibición de ballet... o qué sé yo... un cancán!
—Sí, claro, ¡da gracias de que no te muerda dos veces!
—Vamos. —Y Nick se ríe, se monta en el coche y salen en la noche. Cuando te sientes así, hasta la broma más estúpida es un buen pretexto para estar alegres. Dejan el coche en el parking. Después una pequeña cola, la documentación, el asiento asignado, las pequeñas maletas de ruedas. Nick se saca algo del bolsillo. Pasa el control. Cuando le toca a ______ suena algo. Se le acerca un gendarme francés. Coge un pequeño detector de metales y se lo pasa a ______ por encima buscando a saber qué.
—______ —dice Nick a sus espaldas—, ¿qué has robado?
—¡La Copa del Mundo! —______ empieza a cantar feliz—. Po po po po po po po...
—Calla, pórtate bien, estáte quieta... ¡que no nos van a dejar salir! —Pero ______ sigue cantando.
—¡Además, no se la robamos, la ganamos! —También Nick empieza a cantar—. Po po po po po po po... —Y abraza a ______ feliz. Y se van, dando la espalda, pero juntos, no como en ciertas canciones...
Y nubes ligeras, y una puesta de sol a lo lejos, que desaparece lentamente por el horizonte. El avión se mueve un poco. ______ se aprieta fuerte a Nick. Poco a poco, el vuelo recupera la estabilidad y ella se queda dormida. Nick la mira, apoyada en él, le acaricia el cabello, suavemente, con la mano izquierda. Se lo arregla, lo aparta para ver mejor la línea de su rostro, delicada, dibujada de un modo perfecto y natural. Esas cejas que escapan, pero sin hacer ruido, en pos de quién sabe qué sueño. El de una niña que se ha pasado el día corriendo tras su felicidad y que por una vez le ha dado alcance.
El avión da un pequeño salto, luego otro más fuerte. Se oyen los motores. ______ se despierta de repente y se abraza a Nick asustada.
—¿Qué ocurre? ¡Socorro!
—Chissst... tranquila, tranquila, no pasa nada. —Y la abraza—. Acabamos de aterrizar.
______ suelta un largo suspiro, después sonríe. Se frota los ojos y mira por la ventanilla.
—Volvemos a estar en Roma.
Y no hay cola, ningún equipaje que esperar, el coche listo en el parking.
—Espera, llamaré a mi casa.
______ conecta su teléfono móvil, y en cuanto acaba de escribir el pin, comienzan a entrarle varios mensajes. Los abre. Son todas llamadas de casa. Instantes después desaparece todo, está entrando una llamada. ______ mira la pantalla. Se pone un dedo en los labios, haciéndole señas a Nick para que esté callado. Abre el teléfono.
—¡Hola, mamá!
—¡Sí, hola! Me tenías preocupada. Lo tenías apagado. Hace dos horas que te estoy llamando. ¿Dónde estabas?
______ mira a Nick. Vale, voy a intentarlo de nuevo.
—Mamá, estaba en Eurodisney.
Simona suelta un resoplido.
—¡Otra vez con esa historia! Claro que sí, y yo soy la reina Isabel. ¿Se puede saber qué estás haciendo?
______ se encoge de hombros y sonríe a Nick. Ya lo ves, mi madre no me cree.
—Nada, mamá, estaba dando una vuelta por el centro con mis amigos.
—Sí, tú siempre estás dando vueltas con tus amigos, y siempre por lugares donde no hay cobertura. Qué extraño. Si por ti fuese se arruinarían todas las compañías telefónicas. No se sabe bien por qué, pero tu teléfono no tiene cobertura en ninguna parte.
—Se ve que me regalasteis uno malo.
—Sí, sí, no te hagas la graciosa, que antes o después te vas a enterar. ¿Se puede saber dónde estabas? Dijiste que tú y yo nos lo íbamos a contar siempre todo...
—Sí, pero después del bofetón algo cambió.
—Eso sólo fue un daño colateral. No siempre se puede estar de acuerdo.
______ lo piensa un poco.
—Ok, como quieras, ya te lo dije ayer, mamá. He estado en Eurodisney, hemos llegado corriendo al aeropuerto de París porque nos retrasamos, pero al final conseguimos coger el avión de las ocho... Por eso lo tenía apagado. Y ahora acabo de llegar a Fiumicino. —Silencio—. Mamá...
—Sí, sigo aquí, afortunada tú, que siempre tienes ganas de bromear. Bien, ¿cuándo vendrás a casa?
______ mira a Nick y después su reloj. Extiende los brazos como diciendo, es la segunda vez que intento decírselo y ella no me cree... Nick le hace una seña como diciendo está loca, luego le indica con un dedo que tardarán una hora.
—En hora y media estoy ahí.
—¡No más tarde! —Y cuelga.
Se pierden, de nuevo en Roma, en un tráfico suave. Autovía. Alguno de los conductores está nervioso y cambia continuamente de carril intentando adelantar a todos, va de derecha a izquierda. Está impaciente. Al final sigue su camino. Se aleja. Con los cristales tintados y un Peugeot lleno de alerones, como si así fuese más veloz. Nick en cambio conduce tranquilo. De vez en cuando la mira. ______ esta ordenando algo en su bolsa. Cuando se vuelve de un viaje, todo parece ir más lento. Se siente uno más sereno. Irse, en ocasiones ayuda a ver mejor la propia existencia, mirar en qué punto se encuentra. Cuánto camino se ha hecho, adonde nos dirigimos o por dónde nos estamos perdiendo y, sobre todo, si se es feliz. Y cuánto.
Justo en ese momento, suena el móvil de Nick. Dos bips. Un mensaje. Se saca el Motorola del bolsillo. Un sobrecito parpadea. Lo abre. Es de Pietro. Hace tiempo que no habla con él. Pero lo que lee es lo último que hubiese querido saber.
«Hola. Estamos todos con Flavio. Su padre ha muerto.»
Nick no se lo puede creer.
—No.
______ se vuelve asustada hacia él.
—¿Qué ha pasado?
—Se ha muerto el padre de un amigo mío. Flavio. Flavio, lo conociste. ¿Sabes quién es? El marido de Cristina... La que dices que no te soporta.
______ lo lamenta.
—Lo siento. Aunque no lo conozca mucho.
Han llegado ya a casa de ______.
—No tenía que ser así. Maldita sea. Cuánto lo siento. Menos mal que ya he regresado. Me voy a verlo.
______ sonríe.
—Por supuesto. Llámame cuando quieras, si te apetece. En serio, cuando quieras. Dejaré el móvil encendido.
______ le da un ligero beso. Y se va. Entonces se detiene un momento y sonríe.
—¡Eh, ahí detrás te dejo mi maleta! Te la dejo. Ya iré a buscarla con más calma...
—Desde luego. Cuando quieras.
Nick espera a que ______ entre en el portal. Un pequeño saludo desde lejos y se aleja en la noche.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Ame los capitulos!!!
Estuvieron buenisimoos :)
Siiguela :D
Estuvieron buenisimoos :)
Siiguela :D
maiih* [:
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
aaaaaaaaiiiiiiiiii que lindoooosss caaaaapiiiissss
porfaaa siiiiguelaaaa.... mira que nick es un principeeee!!!!! ..... aaaaiiiii que lindoooo
chelis
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
MARATON!!! estuvieron iincreiibles!!!
sorry por no pasarme antes la tarea, examenes, siento
Qe se pusieron todos mis maestros de acuerdo
en-contra de mi :(
siGue!!! PRONTO!!!
sorry por no pasarme antes la tarea, examenes, siento
Qe se pusieron todos mis maestros de acuerdo
en-contra de mi :(
siGue!!! PRONTO!!!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Chiiicas escuchen la cancion de la pelii :3
Es hermosaaa
Se llama: Scusa se ti chiamo amore de Massimo di cataldo
Es hermosaaa
Se llama: Scusa se ti chiamo amore de Massimo di cataldo
maiih* [:
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
JONATICAS!
NO SE OLVIDEN DE VOTAR POR LOS JONAS EN MTV A LA LUCHA [url=http://www.mtvla.com/alalucha][url=http://www.mtvla.com/alalucha]http://www.mtvla.com/alalucha[/url][/url]
ESTAS SON LAS RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS
¿En qué año lanzaron su película Jonas Brothers: The 3D Concert Experience?
- 2009
¿En qué álbum de la banda está el éxito S.O.S?
- Jonas Brothers
¿Cómo se llamaba llamaba la banda en sus inicios?
- Sons of Jonas
¿Cómo se llamó el álbum debut del trío?
- It's about time
¿En la portada de qué álbum de la banda aparecían los tres hermanos con paraguas?
- A Little Bit Longer
PARA LAS QUE AMAN A LOS JONAS
NO NOS PODEMOS DEJAR GANAR DE LAS BELIBERS
JONATICAS AL PODER!!!!!!!! POR QUE JB SIGNIFICA JONAS BROTHERS
NO SE OLVIDEN DE VOTAR POR LOS JONAS EN MTV A LA LUCHA [url=http://www.mtvla.com/alalucha][url=http://www.mtvla.com/alalucha]http://www.mtvla.com/alalucha[/url][/url]
ESTAS SON LAS RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS
¿En qué año lanzaron su película Jonas Brothers: The 3D Concert Experience?
- 2009
¿En qué álbum de la banda está el éxito S.O.S?
- Jonas Brothers
¿Cómo se llamaba llamaba la banda en sus inicios?
- Sons of Jonas
¿Cómo se llamó el álbum debut del trío?
- It's about time
¿En la portada de qué álbum de la banda aparecían los tres hermanos con paraguas?
- A Little Bit Longer
PARA LAS QUE AMAN A LOS JONAS
NO NOS PODEMOS DEJAR GANAR DE LAS BELIBERS
JONATICAS AL PODER!!!!!!!! POR QUE JB SIGNIFICA JONAS BROTHERS
Paulihh-27
Página 45 de 57. • 1 ... 24 ... 44, 45, 46 ... 51 ... 57
Temas similares
» Perdona Si te Llamo Amor [Harry Styles y Tu]
» Perdona si te llamo amor [Larry Stylinson]
» 'Perdona si te llamo Amor' - Joseph Jonas & tu.
» Perdona si te llamo amor [Adaptada] ~ Zayn Malik y tu ~
» ♪Amor sangriento♪ ♫Amor de Vampiros♫ (Nick Y Tu)
» Perdona si te llamo amor [Larry Stylinson]
» 'Perdona si te llamo Amor' - Joseph Jonas & tu.
» Perdona si te llamo amor [Adaptada] ~ Zayn Malik y tu ~
» ♪Amor sangriento♪ ♫Amor de Vampiros♫ (Nick Y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 45 de 57.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.