don't open dead inside {novela colectiva}

FIN DE RONDA.

Ya pasaron más de cinco días y Nir no ha dado señales de vida.
Vamos a ponerle un strike y dar comienzo a la segunda ronda de capítulos °-°
Turno de Mapi (o sea mio, duh.)

Una de las cosas que más me gustaba hacer con Kristen era contemplarla mientras dormía. Verla soñando a gusto y en completa calma. Cuando estaba despierta era ruidosa, juguetona y le encantaba descolocar todo a su paso. No habia momento en el que no estuviera hablando o riendo. Su risa era contagiosa, ademas de tener una preciosa sonrisa angelical. Hacia que cualquiera que se viera favorecido por ella se sintiera en el septimo cielo. Ella lo era todo. Para la Navidad iba a pedirle que nos casáramos, aunque fuera una locura ya que apenas acababamos de graduarnos de la universidad.
Todas las cosas que planeaba hacer por ella cruzan por mi mente mientras la miro aterrado y desconsolado mientras tomo sus manos ensangrentadas. Estan frias y amoratadas. El rubio cabello esta hecho una maraña sangrienta sobre su bello rostro sin vida. Esta muerta.
No podria describir lo que siento en este momento. Quisiera gritar hasta que mi cabeza explote y no pueda ver lo que estoy mirando. Si tan solo hubiera tenido una oportunidad para salvarla... pero nunca hubo oportunidad. Ni siquiera dijo que estaba herida, hasta que fue demasiado tarde.


Quince horas antes...

Es la una de la madrugada y está lloviendo a cántaros en los aburridos suburbios de Lake Nona. Afuera, la calle es iluminada ocasionalmente por los relámpagos de la tormenta. Las precipitaciones son cosa de todos los días en Florida, así que el aguacero no habrá de incomodarme mientras haya internet y televisión, ya que estoy solo en esta enorme casa esperando a que todos lleguen. Mis padres quieren tenernos a mi hermano y a mi unos días, para celebrar mi graduación y el primer trabajo de Jeremiah. Tengo la suerte de haber llegado primero que todos, nótese el sarcasmo. Será bueno estar juntos en el lugar en que crecimos, revivir los días en que éramos niños. Mis padres llegarán desde Jacksonville en auto, un medio más que seguro por lo que está pasando en las últimas veinticuatro horas en todo el sur del país. Ojalá Kristen no fuera tan terca y hubiera venido conmigo ayer.
Algo va mal en Seattle. En cualquier canal de televisión que pongas, se está haciendo referencia a los extraños acontecimientos que le han puesto los pelos de punta a la población.
Todo comenzó con el video que se subió hace dos días a youtube y ya tiene más de doce millones de visitas. Parece grabado con una cámara domestica y se puede ver unidades especiales del ejercito de los Estados Unidos avanzando por una calle desierta. Los soldados, a los que se ve al principio de la grabación dentro de un transporte blindado son chicos como de mi edad, con cara de estar pasando bastante miedo. Lo que más me ha llamado la atención es que cuando han saltado del blindado, se han puesto las máscaras antigás, como si temieran respirar algo nocivo. De repente se han puesto a disparar como locos contra algo o alguien y han salido por piernas de nuevo hacia el blindado. Demasiado real para tratarse de una broma.
Google News dice que un laboratorio de investigación biológica ha liberado accidentalmente  algún tipo de virus, un tipo de enfermedad infecciosa y bastante contagiosa. Algunos vecinos han cogido los coches y huido de sus casas con niños y ancianos en busca de lugares más salubres. Por eso el barrio está casi deshabitado, pero nosotros, lo  hombres Bachmeier nunca hemos sido del tipo que se creen todo lo que se dice. Es el gen del cinismo, según dice mamá.
Llamo a Jeremiah para confirmar que recojerá a Kristen del aeropuerto, su vuelo proveniente de Washington salió puntualmente a las diez de la noche. Si bien no estuve muy de acuerdo con que volara en estas circunstancias, ella me aseguró que llamaría de haber algún problema. Sin embargo, no puedo evitar preocuparme. No quisiera admitirlo, pero la chica sabe cuidarse sola.
Abro los ojos. Mierda, ya es de día.
Llamo en voz alta a mis padres. ¿Kristen? ¿Jeremiah? No obtengo respuestas, no hay nadie en casa.
El televisor está sintonizando la CNN. El presentador tiene una cara que no me gusta nada. Acaban de soltar la bomba. El virus es algo mas grave de lo que parecía, es una epidemia.
"Por lo visto los pacientes sufren una fase traumática aguda y tienen tendencias paranoides y agresivas. Hay informes de varios casos de ataques a personal médico en un hospital de Texas. Aun se desconoce la vía exacta de transmisión, pero esta enfermedad es altamente contagiosa. Recomendamos a la población quedarse en casa. Si conoce a alguien que presente síntomas, debe aislarlo de las personas sanas. Es lo más seguro".
Cojo el teléfono para llamar a mi familia. Pero era de esperarse, las lineas están saturadas. Tengo que conformarme con enviarles mensajes de texto y esperar a que respondan.
Salgo al patio a respirar algo de aire fresco. Demasiado silencio. Es normal que la gente este asustada por lo que se dice en la tele, pero hay algo en el aire... algo realmente malo.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo. Es mamá.
–¡Mama! ¿Que ha pasado? ¿Por qué no habéis llegado?
–Ethan... –oigo su voz jadeante, distorsionada por el pánico.
–¿Mama? ¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien? –exijo saber, alarmado.
–Ethan, hijo... huye... –dice en un lamento.
Mierda.  
–Caroline, resiste, resiste... –esa es la desesperada voz de mi padre.
–¡Mamá! ¡Joder! ¿Que está pasando? ¿Donde estáis?
–Huye de Florida, hijo...
Oigo los neumaticos de un auto chirriando estrepitosamente en el asfalto de la pista desierta. Los veo a lo lejos, el auto de mis padres, que viene zigzagueando y se estrella contra un poste de luz, a una calle de la casa. Con el alma saliéndoseme del cuerpo salgo por piernas hacia donde está el auto estrellado. Papá debió estar al volante, algo le ha pasado.
Al mismo tiempo que me voy acercando, veo una caravana de gente que corre detrás del auto con pasos torpes. Mi primera reacción es de desconcierto. Esas personas tienen miembros desmadejados, mordidas y heridas en que matarían a cualquiera, pero están caminando. Sus rostros, desprovistos de cualquier clase de humanidad, lanzan miradas horripilantes. En una milésima de segundo, lo entiendo. Es el virus. Se ha salido de control y la infección ha alcanzado a estas personas, el virus hace que los muertos revivan y ataquen a los vivos. Puedo ver adentro del auto el rostro ensangrentado de mi padre que me ve de lejos y me grita que me aleje. Es entonces cuando los desgraciados golpean los cristales de las ventanillas con los puños. No sienten absolutamente nada cuando destrozan sus manos, golpean los cristales hasta romperlos.
–¡NOOOOOO....!
–¡Ethan, huye! ¡vete de aqui! –me grita mientras sostiene a mi madre, que parece desmayada.
A continuación todo son gritos. Antes de que pueda dar un paso, los muertos vivientes atacan a mis padres ante mis propios ojos. Una mujer le muerde el brazo a mamá y se aferra a ella para comerse su carne. Por el otro lado le pasa lo mismo a papá. No hay nada que pueda hacer por ellos, la vista ha paralizado mi cuerpo por completo.
Entonces oigo detrás de mi el ruido de un violento choque contra el muro del porche. Son Jeremiah y Kristen, quienes salen del auto y corren hacia la puerta de la casa. Algunos monstruos los persiguen, pero ellos parecen estar intactos. Corro hacia ellos y entramos a la casa mientras un par de veloces muertos nos persiguen. Cierro la ´puerta y la bloqueo con un sillón. Estamos rodeados, pero no podrán entrar aquí.
Abrazo a mi novia, ella llora en mis brazos mientras tiembla y gime abrumada por todo lo que ha visto seguramente. Jeremiah, tan duro que es, también contiene los sollozos.
–Nos salvamos por poco, Ethan. El aeropuerto debe ser toda una carnicería en este momento –se va a ver por la ventana–. ¿Es ese el auto de... mama y papa? –pregunta con incredulidad.
Jadeo y asiento, estrechando a Kristen en mis brazos. Jeremiah contempla el auto destrozado, a los malnacidos comiéndose lo que queda de los cuerpos de nuestros padres, y se hunde en un llanto desgarrador.
Las horas transcurren y afuera se oyen muchos más gritos y disparos. Mas gente muerta.
Aun no terminamos de asimilar lo que ha sucedido. Lo poco que sabemos es que esos seres son letales. Carne humana, es lo que quieren. Y lo peor es que se están multiplicando. La señal de televisión, la red ha colapsado y eso solo significa que esto esta pasando en todo el mundo. Estamos jodidos.
Tenemos que irnos de aquí.


–Tranquila amor, saldremos de aqui en seguida –le digo mientras la ayudo a subirse al asiento trasero del jeep. Trato de parecer calmado a pesar del terror.
Mi hermano y yo cargamos unos garrafones de agua en el maletero. Hace sólo una hora comenzó todo y no podemos quedarnos más en la casa. Los muertos vivientes han entrado y organizamos un escape rápido y violento desde el garaje.
Nos proveemos de abrigos, comida, linternas, bolsas térmicas y las dos armas de fuego que hay en casa. Tambien un hacha de leñador y dos bats de beisbol. No queremos llevar nada innecesario… aunque nada parece suficiente si se trata de proteger a mi novia.
A la luz del mediodia, abandonamos los suburbios de Lake Nona en medio de una turba de caníbales hambrientos, que son repelidos gracias al guardabarros del vehiculo. Sin tiempo para llorar a nuestros padres, nos alejamos de nuestro hogar con rumbo a Georgia. Antes de que la red se muriera, alcance a enterarme que hay un bunker del ejército en las afueras de la ciudad. Alli nos dirigimos.


–¿Cariño, estas bien? ¿Necesitas alguna cosa? –le pregunto a Kristen despues de unas dos horas de viaje en silencio. Ella está inusualmente callada, y eso significa que algo no está bien.
–Estoy bien. Solo tengo un poco de sueño –responde esbozando una pequeña sonrisa, que veo a traves del espejo retrovisor.
Su cara tiene un desagradable color amarillento, se ve mas que mal. Se recuesta en el asiento, pero peo que tiene las manos en el estómago y se lo está apretando con fuerza. Jeremiah me mira preocupado al mismo tiempo y me gesticula que debe tener nauseas. Kristen emite un gemido de dolor y deja de moverse. Inmediatemante detengo el coche.
–¿Kristen, amor, que tienes? –me vuelvo a verla otra vez, alarmado.
Ella no me responde. Se ha desmayado.
–Aparca por allí –me urge Jeremiah indicandome algo que parece una estacion de servicio, a unos quinientos metros en la carretera.
Apresuro la marcha y me detengo al borde de la playa de aparcamiento.
Los dos bajamos del auto y mientras Jeremiah va a ver que tiene Kristen, yo voy con el rifle en las manos a inspeccionar el lugar, aparentemente desierto. No he dado ni diez pasos cuando escucho un grito de horror a mis espaldas.
–¡¡ETHAN, ETHAN!!
Es Jeremiah.
Mi hermano y Kristen luchan en el asiento trasero. Voy corriendo para encontrarme con una escena horrorosa.
Kristen le ha mordido el cuello a Jeremiah y le ha arrancado un pedazo de carne. No se a quien mirar primero. La bella chica que amo es ahora un puto monstruo carnívoro. Su cara esta totalmente transformada, tiene la mirada de un demonio.
–¡¡Disparale, disparale!! –alcanza a gritar Jeremiah en medio del forcejeo.
El gatillo se presiona antes de que me de cuenta y la bala impacta en la frente de Kristen, atravesandole el cráneo. Finalmente se ha quedado inmovil.
El rifle cae al suelo y me desplomo en el suelo, temblando. ¿Que diablos he hecho?
Jeremiah esta apoyado contra el jeep, sentado en el suelo en medio de un charco de sangre. Presiona sus manos en el enorme hueco de su cuello, pero no alcanza a cubrir toda la herida.
–Lo siento Ethan. Debieron haberla rasguñado en el aeropuerto –me dice con mucho esfuerzo, mirando el cuerpo de la chica sin vida.
En efecto, su abdomen está descubierto y puedo ver que tiene allí un horrible corte putrefacto. ¿Por qué no dijo nada? Eso significa que Jeremiah tambien ha de convertirse en uno de esos desgraciados. Basta con un rasguño, solo es cuestion de tiempo.
–Joder, Ethan. Me estoy muriendo –dice. No deja de sangrar y no sé que hacer.
La luz del dia esta a punto de extinguirse y veo figuras errantes que se acercan a nosotros, gruñendo en la penumbra.
–Lo siento, lo siento mucho, Jeremiah –estoy llorando como un niño.
–Yo lo siento mas, hermanito –se lamenta–. Perdoname, pero no quiero convertime en uno de esos hijos de puta. Vive, Ethan. Se fuerte.
Y con las fuerzas que le quedan, saca la Sig-Sauer de su bolsillo y se pega un tiro en la cabeza.

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Bueno, como verán, Nir no se conecta ni nos avisa que es lo que le pasa, por lo que saltearemos su turno. Eso quiere decir que le toca a Carla.