don't open dead inside {novela colectiva}

El dolor en mi rodilla era horrible, la sangre salía de aquella herida al igual que mis lágrimas, y es que si eres un niño de 10 años andando en bicicleta por primera vez, debes ponerte la seguridad en todo el cuerpo. Caminé lentamente a casa, mientras mi madre me miraba preocupada con una sonrisa triste.
¿Por qué no salía a recibirme? Mi madre tan solo me miraba por aquella ventana de la cocina, mientras yo me acercaba cada vez más a la puerta.
Cuando entré lo primero que hice fue sentarme, ya que el comedor estaba junto a la cocina.
─ Te he preparado algo que te hará mejorar ─Escuché a mi madre decir con su voz tan dulce de siempre.
Yo la ignoré, aún molesto porque no me ayudó. ¿Qué madre deja a su hijo ahí cuando se ha caído?
Dejó un plato de mi comida favorita y se sentó junto a mí, mientras me miraba con los ojos tristes.
─ ¿Que sucede, cariño?
─ ¿Por qué no me fuiste a recoger? Veías todo de la cocina y no hiciste nada ─Le dije molesto.
Abrió los labios para hablar, pero justo en ese momento hizo una mueca de dolor y se apretó el pecho. En ese momento me di cuenta que mi madre estaba sufriendo un ataque al corazón.
Veía todo ello con algo de tristeza y rabia a la vez, pienso que posiblemente mi madre hubiese sido así, pero no, ella decidió ser una estúpida cobarde y huir cuando la cosa se puso seria.
Mi madre, si se le puede llamar así, nos abandonó a mí y a mi padre cuando cumplí los tres meses de nacido, mi padre es un mueblista y en ese tiempo el negocio era pequeño y no alcanzaba para nuestras necesidades más básicas, así que ella huyó y dejó a mi padre con un bebé que cuidar. Él con todas sus fuerzas trató de sacar adelante el negocio y a la vez ser padre-madre. Es mi ejemplo a seguir y la persona que más amo en la vida, sin él yo no sería nada, literalmente claro, porque yo seguiría siendo un espermatozoide dentro de su... Mejor dejemos eso de lado.
Tenía que prepararme para ir al trabajo, ya que debo pagar la universidad, estaba estudiando para ser arquitecto y no es muy barata la carrera.
─ Hijo, debes ir al trabajo ─Dijo mi padre entrando a la habitación.
─ Sí, papá ─Le dije mientras acomodaba algunos mechones de mi desordenado cabello.
Mi padre salió y yo tomé la mochila y fui directo a la cocina para tomar el desayuno, ya que, a pesar de estar muy ocupados, nunca dejamos de desayunar juntos.
─ Y cuéntame, ¿cuándo es que traerás una chica a casa?
Casi escupí la leche que recientemente había entrado a mi boca, hace un año mi padre intenta hacerme salir con chicas, ya que no quiere que muera solo.
─ Padre, sabes que estoy enfocado en otras cosas, no quiero desconcentrarme de mis estudios y menos aún del trabajo, además, ninguna chica a llamado mi atención ─Le explique con las mismas palabras que siempre repito cuando saca el tema.
─ El amor verdadero llega en el momento menos indicado, para salvarte de tu propia soledad ─Dijo mi padre con una sonrisa dulce ─Bien, me tengo que ir. Adiós, hijo.
Nos despedimos con un abrazo y él salió de la casa, unos minutos después salí yo, ya que debía lavar las tazas que ocupamos.

Aún no podía quitar de la cabeza como a Sthepen le comía el brazo un zombie y es que aún no podía entender de donde habían salido.
Corría sin dirección alguna, tan solo tratando de escapar, hasta que a lo lejos vi una cabellera rubia, noté que no era uno de esos idiotas caníbales.
La tomé del brazo y ella me preguntó si me encontraba bien, seguramente el estado en que me encontraba era fatal.
— Eso creo —Dije yo algo inseguro— ¿Hay zombies cerca?
— Revisé el área y estaba despejado —Dijo ella con una voz dulce.
No pude evitar sentir la necesidad de abrazarla, así que lo hice. Sentí como se le erizaba la piel, pero a la vez la calidez que su cuerpo transmitía al mío.
— ¿Cómo te llamas? —Preguntó una vez que la solté
— Harry, ¿y tú? —Le pregunté sonriendo, ahora me encontraba algo más calmado.
— Daphne —Dijo extendiendo su mano la cual yo tomé.
Caminamos hacía un lugar que no conocía, a la vez que yo le contaba lo que me había sucedido y ella me contó que estaba de niñera, ya que debía cuidar a unos niños de su clase de defensa personal.
— ¿Quién es él? —Preguntó una de las niñas con miedo— ¿Nos hará daño?
— Claro que no, nena. Él es Harry —Les dijo ella a los niños— Harry, ellos son Alex, Manuel, Alicia, Rick y la fea de Sofía —Me los presentó y yo reí ante su gesto infantil.
— Creo que deberíamos ir a buscar suministros —Dije to, al ver que nl tenían nada— Vi una tienda cerca, mientras corría hacía acá, pero habían algunos zombies alrededor.
— Deberíamos conseguir un auto —Dijo Daphne mirándome.
— Esperen aquí —Dije saliendo del agujero en el que nos encontrábamos.
Corrí hacía la camioneta que estaba estacionada unos metros antes de donde nos encontrábamos, agradecía el hecho de que no hubiera ningún zombie cerca y pude sacarla fácilmente de allí. Tenía puestas las llaves, lamento decirle, señor dueño de la camioneta, que nos quedaremos con ella.
Estacioné la camioneta roja en frente de donde se escontraban escondidos y salí con una sonrisa de ella.
— ¿Qué les parece? —Pregunté viendo sus caras asombradas
— ¿De dónde la has sacado? —Me preguntó ella subiendo a los niños a la camioneta.
— Un mago jamás revela sus secretos —Dije guiñando y sonriendole.
Empecé a conducir camino a la tienda, mientras los niños iban molestándose y hablando en la parte de atrás.
A medida que nos empezamos a acercar, más zombies aparecían, lo que hacía a los niños gritar.
— Chicos, tranquilos —Les dijo Daphne tranquila — Si los escuchan vendrán por ustedes y les comerán el poco cerebro que tienen.
Comencé a reír, mientras uno que otro de los niños reclamaba y los otros estaban en silencio.
Me estacioné frente a la tienda y miré a los lados, un montón de muertos venían hacía nosotros.
— Entraré a sacar todos los suministros que pueda, ustedes quedensé aquí y no salgan por nada.
Bajé de la camioneta y corrí a la entrada de la tienda, trataba de forzarla y abrirla, pero no podía. Una gran cantidad de esos muertos empezó a acercarse a mí. Estaba cavando mi propia tumba.