We had some good times, didn't we?

— Cambiaste, Dallas.
— Dime algo que no sepa ya, Nicolai.
— No. De verdad cambiaste. De alguien dulce y que jamás dañaría a una mosca, pasaste a ser una perra sin corazón.
— Todo el mundo cambia, Nico.
— Tal vez, pero no todos nos acostamos con el mejor amigo de quienes amamos.

— ¿Cuándo pensabas decirme lo tuyo con Dallas, eh?
— ¿De qué hablas, Nicolai?
— Sabes perfectamente de lo que hablo, Holder. Dime ¿valió la pena hacerlo y saber perfectamente que nuestra amistad se terminaría?
— Nico, yo... no sabía lo que hacía. Lo siento.
— Eso. De verdad siéntelo, porque tú para mí ya no existes. Ah, y te imploro que no me digas "Nico", solo mis amigos pueden hacerlo.

— Este... ¿hola, Mason?
— ¿Qué quieres, Holder?
— Se supone que este es el momento donde me dices "gracias por salvarme la vida, amigo".
— En primera ¿cuándo dije que quería que me salvaran? y seamos honestos... tu y yo no somos amigos, Holder.

 

— Mason me odia, Hold.
— Claro que no lo hace, Cait... y en todo caso de ser así, nos odiaría a todos ahora.
— Sabes que es verdad lo que digo. Él ya no...
— ¿Él ya no...?
— Ya no me ama... Mason ya no me quiere, Holder. ¿Sabes que es lo peor? Que él tiene razón, soy una estúpida por darme cuenta de mis sentimientos por él tan tarde.
— Ahora sabes que tenía razón en cuanto aclararas todo, Cait. Y créeme cuando te digo que Mason te sigue amando... se ve en sus ojos cuando te mira.

— Mason... escúchame por favor.
— No. Ahora tú escúchame a mí, Caitlin. Que irónico es todo esto ¿no crees? digo, solo hasta que casi muero fue que te diste cuenta de lo que sientes por mí.
— Yo...
— ¿Y si no lo hubiese intentado, ah? Claro, yo seguiría como el perro faldero detrás de ti ¿no? Solo olvídalo, Caitlin. Olvida todos los te amo que te dije, todas las palabras de ruego que te hice para que me tomaras en cuenta... bórralo de tu memoria... así como yo te borrare de la mía y de mi corazón.

− Dime, Myralli… ¿te gustaría que tu hermano se enterará de la verdadera razón por la que estás aquí?
− Prometiste no decirle a nadie mi secreto, Mason.
− ¡Al igual que tu prometiste no reemplazarse o dejarme a un lado! Pero claro…, una prefiere estar de mosca muerta con cualquier imbécil de ojos bonitos que seguir apoyando a su mejor amigo… −se detuvo para agarrar el brazo de la morena, que estaba a punto de darle la bofetada del año al oji azul− Ni se te ocurra tocarme, Turner.
− ¡No puedes hacerme esto, Mason! ¡¿Qué mierda te pasa?! ¡Mírate! –vocifero la oji marrón desprendiéndose del agarre− Mira en la mierda de persona en que te has convertido… dime ¿te gusta?
− Me encanta.

 

− Creo que no tomaste de buena forma el rechazo, Mason.
− Mira quien habla… ¡nada más y nada menos que Sebastien Parker! – Sonrió con burla extendiendo sus brazos hacia arriba− El idiota que la primera vez que se declaró, sufrió una desilusión –finalizo con el rostro serio y mirando con frialdad al castaño enfrente de él.
− Verdaderamente te convertiste en una mierda de persona, Cardiggan.
− Oh dios… −expresó fingiendo estupefacción− ¿sabías que eso mismo me dijo Myralli aquel día? Vaya, ustedes sí que tienen una conexión… −comento con cara de interés dibujando una sonrisa de burla en su rostro− tal vez la próxima vez que lo intentes te diga que sí.
− Idiota.
− Aunque para eso… primero deberás alejarla de William, pero vamos… tanto tu como él son una mierda de persona.

Mason simplemente se quedó sentado sobre aquel tronco grueso y viejo, alejado de todos sus acompañantes. Elevó sus piernas, depositándolas arriba del tronco y sosteniéndolas con sus brazos alrededor de éstas. Miró a distancia a todos… se quedó viendo como platicaban los unos con los otros, como se reían de alguna estupidez o de algo gracioso que hayan escuchado, como sonreían y como estaban acompañados todos, sin excepción alguna… salvo él. La soledad se había vuelto su única amiga, aunque le costaba admitir el hecho de que aquello dolía, el ser excluido de absolutamente todo el mundo, estar solo día y noche, no tener a nadie a quien contarle todo lo que te agobia, lo que te entristece, lo que te hiere. Y si, el oji azul sabía que solamente él tenía la culpa, y realmente, dudaba mucho que alguien llegase a perdonar la mierda de persona en la que se había convertido.

Hasta la persona más bondadosa de todo el mundo puede convertirse en el mismo demonio, y Mason sentía que se perdía más a sí mismo con el pasar de los días.

— ¿Qué pasa, Young?
— No lo sé, cambiaste, Mason.
— ¿En serio? Bueno…, tuve que sentarme a ver cómo te enamorabas de otro –se calló el oji azul por unos segundos tratando de ignorar el nudo en la garganta− ¿Dime si tú no cambiarías con eso?

− Dime, Myra… de verdad, necesito que alguien me explique porque Mason cambio tan drásticamente… por favor.
− Se perdió, Cait. Mason se perdió en el abismo del desamor, del vacío y de la desilusión, así de simple. Cayó dentro y toco fondo, pero nadie estuvo ahí para sacarlo, nadie estuvo ahí tendiéndole la mano para ayudarlo, y ahora se estancó. La amargura y la negrura se volvieran su hogar, y creo que nos costará sacarlo de ahí.

− ¿Cuánto es que me amas, Mason? –pregunto con voz baja la morena recostada sobre el pecho del oji azul mientras ambos veían el cielo plagado de estrellas estando acostados sobre el pasto húmedo.
Solo escuchaban el sonido de sus respiraciones y los sonidos que proporcionaba la naturaleza a estas horas de la noche…, la mayoría de sus acompañantes se hallaban dormidos en sus casas de acampar. Caitlin solo atino a apretar más el agarre del abrazo a modo de espera para la respuesta.
− ¿Quieres saber que tan grande es mi amor por ti, Cait? –cuestiono el castaño volteando a verla y acercando con lentitud su boca al oído de la oji marrón para susurrarle:− De aquí a la luna y de regreso por un millón de veces.

− Mira, rubia de pacotilla –hablo Caitlin señalando a Juliette mientras mantenía una cara sería, pero portando unos ojos llenos de frialdad total−. Aléjate de los dos Turner, no eres nadie en este campamento así que te invito a que te ahorres un problema, no te metas conmigo y nadie saldrá lastimado acá ¿me entendiste o te lo explico con peras y manzanas?
− ¿Celos, Young? –Juliette quería cavar su propia tumba en estos momentos por hablar.
− ¿De ti? –Caitlin trataba de contener la carcajada que estaba por salir de su boca, inhalo y fijo sus ojos en la rubia− No me vengas con esas estupideces ahora, Juliette, aunque bueno, ¿qué esperar de ti? Todas son unas rubias huecas por acá –se burló cruzándose de brazos−. Solo abre los ojos, pequeña ilusa… no significas absolutamente nada para Daniel, ni siquiera sabía quién eras hace un par de días –la blonda sitió como si le atravesaran miles de estacas en el pecho−; y para Myra, bueno, trata de buscar una suplente para mi lugar… no eres nadie, Juliette.