We had some good times, didn't we?

— ¿A qué refieres, Mason?
— Del que deberías estar enamorada es de mí no de él. Yo soy quien te conoce de antes, yo sé cuándo mientes y cuando dices la verdad. Soy yo quien se da cuenta de cuando te sientes decaída o feliz, o cuando simplemente quieres que alguien desaparezca de la faz de la tierra. Sé cuándo tus intenciones por ayudar a alguien son sinceras o por conveniencia. Yo conozco tu verdadera historia, se quién eres realmente, y así, con todos tus defectos me llegue a enamorar como un loco de ti. Soy yo, soy la única persona que te conoce a la perfección, Caitlin... yo debería estar ocupando ese puesto en tu corazón, no Daniel.
— Mason...
— Y sinceramente, ya me estoy hartando de esperar por esa oportunidad, que sé que jamás vendrá.

El oji azul se retiró, dejando a la morena con los latidos del corazón latiendo a un ritmo acelerado, con la respiración entre cortada y con las lágrimas cayendo de sus ojos... ¿cuándo se daría cuenta Mason que Caitlin ya lo amaba y que lo último que querría en esta vida sería lastimarlo?
Al parecer, todos seguían pensando que ella no tenía corazón.

− Te amo, Lorreine… te amo como jamás pensé llegar a hacerlo
− También te amo, Lysandro.
Y Lorreine sintió un alivio enorme al decir esas palabras por primera vez en su vida.

— Me gustas, Lorreine... y no hablo de un gusto simplemente sexual.
— Vaya forma de declarársele a alguien, Zep.

Las lágrimas comenzaron a salir sin control por sus ojos, su vista comenzaba a tornarse borrosa debido al líquido salado, sus pies solo corrían y corrían, su mente aun no sabía a donde se dirigían sus pasos. Simplemente seguía corriendo, pensando que a la vez, podría escapar de aquel bestial dolor que consumía su interior. La gente pensaba que Lorreine Jenkins no tenía corazón, bueno... en estos momentos, estaba segura que todo pedazo de él había desaparecido por completo.
Choco contra alguien, y antes de ver quien era, unos brazos la rodearon, dándole el soporte que tanto necesitaba para no caer en esos momentos...
— Todo pasara, Lore, todo pasara —y el saber que Zeppelin era quien la tenía acunada en sus brazos, solo causo que el llanto aumentara de nivel conforme abrazaba con firmeza al rubio.

− ¿Me dirás de una vez que rayos te paso como para ponerte en este estado, preciosa? –interrogo Zeppelin con interés verdadero mientras acariciaba la espalda de la morena y jugaba con su pelo, logrando relajarla y que los sollozos disminuyeran cada vez más y más.
− Él… −y otro llanto salió de su boca, se arrullo dentro del cuello del rubio, y aquel, sintió una conmoción verdadera… tanto por el estado emocional en que se hallaba la peli negra, y por la posición en que estaban los dos… en forma física.
− Lore… sé que es difícil, pero si no me dices, no podré ayudarte.
− Él solo jugo conmigo, Zep… solo se burló de mí y de mis sentimientos –pronuncio entre los sollozos y el oji azul solo atino a apretar más el agarre de sus brazos alrededor de ella−. Dime… ¿tan cruel parezco que merezco que jueguen conmigo?
− Comparada conmigo… tu eres un terrón de azúcar, Lorreine –puntualizo el joven Hitchcock siguiendo con las caricias en la melena larga y sedosa de su amor platónico−. Y créeme, tú no mereces nada de eso.
− Gracias, Zep, después de todo, no eres tan cruel que digamos –comento dando por cerrado el tema y proporcionándole una sonrisa al rubio.

— Caitlin.
— Dime, Daniel.
— Te amo...
Y la confusión e inseguridad lograron lo que querían... que la morena huyera en cuanto una situación se saliera de control, y para ella, el amor siempre sería algo incontrolable.

Lorreine solo quería llorar, sacar todo el dolor que contenía desde hace días en cuanto se había enterado la infidelidad de Lysandro. La garganta le ardía… desde que lo supo, no había derramado una sola lágrima, pero ya no podía contener más el dolor que la desgarraba por dentro. Y lo hizo. Lloró como nunca lo había hecho, y en el fondo, sabía que quién gritaba y lloraba era su corazón… ¿Cuándo alguien llegaría a amarla de verdad?

— ¿Terminaste con el drama, Myralli?
— ¿Sabes algo, Caitlin? La única mal agradecida acá eres tu... jamás sabes apreciar las amistades de tus amigos o el apoyo que ellos te den... simplemente te acercas sabiendo bien si te conviene o no hacerlo, todo para tu propio beneficio, ah.
— Cierra la boca, Turner... realmente no me conoces, así que, guárdate tus palabras y ahorra esa saliva para usarla con alguien que de verdad quiera escucharlas.
— Creo que todos tenían razón después de todo.
— ¿Con que?
— De que eres una perra fría y sin corazón —Caitlin sintió como mil estacas se clavaban en su corazón al escuchar aquellas palabras de su ex amiga.
— Creo que debo darte un premio por haber llegado a esa conclusión, pequeña.
— Realmente espero, que para cuando te des cuenta de todo el daño que causas... no sea demasiado tarde, Cait.
— Primero, no acortes mi nombre... es Caitlin para ti; y segundo, no me siento ni me sentiré culpable de nada por la sencilla razón de que nadie aquí me importa.
La joven Turner se fue sin chistar y sin objetar algo más a la conversación. Caitlin se quedó viendo como la melena oscura desaparecía y se sentó sobre una roca para pensar... para ella era mejor que las personas se mantuvieran alejadas, así ellos no llegaran a sufrir por una traición y la morena por el arrepentimiento.

Tenía tiempo que Caitlin Young no se sentía tan sola... y realmente odiaba ese sentimiento.

El agua del mar estaba helada a estas horas de la noche... eran casi la una de la madrugada cuando Mason salió de su casa de campaña, tratando de ser lo más sigiloso posible para no despertar a Sam. Se adentró al mar más y más, hasta que sus pies dejaron de sentir la superficie de la arena. Dejo de patalear y de usar las manos, y se dejó caer dentro del mar profundo... donde solo la luna era testigo del acto suicida que hacía en esos momentos. Los recuerdos comenzaron a proyectarse como luces en su cabeza... y en la mayoría, el rostro de Caitlin se vislumbraba. Su vida estaba pasando frente a sus ojos. Tristeza, felicidad, amargura, soledad y negrura... todo eso paso por su mente en tan pocos segundos con sus ojos cerrados, su respiración detenida y su cuerpo flotando. Lo último que Mason recordó antes de caer en el abismo, fue el sentir como alguien lo jalaba. Tal vez y la muerte ya había venido por él.