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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Capitulo 13.
Se encontraba en su habitación. Las paredes pintadas de un chillón color rosado con diferentes pósters esparcidos por todos lados se le hacia dolorosamente familiar. El edredón que cubría su cama, de un color verde marino, estaba descorrido, como sí alguien lo hubiera jalado hacia atrás, dejando al descubierto su sábanas de color blanco. Era su habitación, sin dudas, pero había algo, algo raro en la manera en que su sofá parecía levemente movido hacia adelante, en como sus cuadernos estaban regados a lo largo y ancho del piso. Pronto supo la razón de tanto desorden. Ella misma lo había causado, parecía que estaba buscando algo que colocarse por la manera en que movía el perchero de su closet de un lado a otro, sin embargo, supo que no era así. No estaba buscando algo que ponerse, era otra cosa, algo diferente...
Un grito desgarró el aire nuevamente. Le costó comprender que salia de sus propios labios resecos. Su garganta estaba irritada del constante abuso a sus cuerdas vocales cada que vez que gritaba. Un dolor le escoció debajo de la piel, quemandola justo debajo de la cien. Apurruñó los ojos en un esfuerzo de esfumar el dolor, pero el dolor fue más fuerte que ella y nuevamente se desmayó. No sabía como, pero en algún lugar de su inconsciente sabia que pronto despertaría y la nube negra en la que flotaba desaparecería Deseó quedarse así, hundida en entre sus pensamientos, apenas consciente del dolor en su cuerpo.
A los minutos despertó por tercera vez. Su cabeza aún retumbaba, dándole cada ves oleadas más pequeñas de dolor, parecidos a los que sufría cuando se saltaba el desayuno y a las pocas horas el dolor de cabeza atacaba. Ella había experimentado el agotamiento físico, mental y espiritual desde que llegó a ese lugar en múltiples ocasiones Cuando estaban totalmente perdidas, huyendo de las explosiones. Cuando salieron por primera vez del refugio. Cuando acabaron en una casa desconocida antes de ser trasladada allí. Sí, se había familiarizado con el agotamiento, pero el que sentía en esos momentos era mil veces peor.
Sus huesos parecían hechos de plomo, regios a moverse sin causarle molestias, le dolía hasta el último centímetro de su cuerpo. Solo era consciente del frío suelo que tocaban sus manos, aunque había algo más, algo pegostoso... Se obligó a si misma a abrir los ojos.
El lugar estaba tristemente iluminado por una chandellier de bombillos apagados que colgaba desde el techo. La habitación lucia colores despampanantes: Morado y amarillo chillón. Carecía de muebles, así como también de ventanas. Era larga y su vista no alcanzaba a mirar hasta el fondo. Bajó la mirada y tuvo que contener un chillido. Estaba amarrada a la pared por lo que parecían cadenas doradas, fínisimas pero resistentes que la rodeaban de las muñecas y los tobillos. Era obvio que debió realizar algún movimiento indebido, pues la muñeca izquierda presentaba un corte y abajo de ella había un pequeño charco de sangre. Se percató que no llevaba el conjunto de falda y top, si uno una especie de vestido blanco que la cubría hasta las rodillas llena de moretones. Intentó moverse pero su cuerpo le reclamó con una oleada de dolor. ¿Qué le habían hecho?
- ¿No vas a comer?
_________. se limitó a mirar fijamente el plato color rojo ladrillo que tenía frente a sus narices. ¿Cómo se atrevía, siquiera, a pensar en comida? No, ella no quería comer, ni dormir ni salir a pasear, ella quería recuperar a su mejor amiga. El recuerdo de la castaña gritando a todo pulmón antes de ser levantada y sedada por los hombres de aquel lugar estaba grabado en su cerebro como marca al fuego. Sin darse cuenta, había cerrado la mano en un puño alrededor de la cucharilla que tenía en su mano. Si tan solo la hubiera arrastrado con ella, si no hubiera dejado que fuera detrás de Kylie...
- ________. -La voz de Harry le llegó como un susurro. Lejano y ajeno a ella.
El castaño se pasó las manos por el cabello sin saber que más hacer para que reaccionara. Desde que la habían sacado de aquel lugar, dos días atrás, ________. no había dicho una sola palabra, por no mencionar que evitaba a Niall a toda costa. Caminó unos pasos, intentando descifrar que podría haberla dejado de esa manera. Niall le había asegurado que no las habían maltratado en aquel lugar, que para el tiempo en que la sacó lo más traumatico que vivió fue haber visto a Kylie moreteada por todo el cuerpo. Y, pensó Harry, _________. había visto cosas peores en su estancia allí. Soltó un largo y tedioso suspiro. Sabía que la chica seguía en algún estado de shock, quizás profundo, quizás leve, pero lo estaba. Sintió pena por ella, sintió... Sintió que ella no debería estar allí, sufriendo, que definitivamente, haría cualquier cosa por devolverla a su vida real. Posó una mano sobre el hombro de la pelinegra con buena intención. Aquello la hizo reventar.
________. se levantó tan rápido como una exhalación, tirando la silla destarlada detrás de ella y haciendo que el plato se vertiera sobre la mesa. Miró con ojos vacuos al castaño, que se echó hacia atrás.
- ¡No me toques! -Chilló, levantando los brazos.
- _________., yo... -Harry dio un paso vacilante hacia adelante. Se arrepintió al instante.
La pelinegra se llevó las manos a la cabeza, tapándose los oídos y gritó. No era un grito de temor, ni de rabia o ria, era un grito de desesperación pura.
- ¡No me toques, aléjate de mi! -Gritó, moviendo la mirada a todas direcciones- ¡No me toques, no me toques! -Repitió.
Harry se mantuvo alejado, viéndola con una mirada llena de dolor. ________. se apretaba las manos contra la cabeza, como sí quisiera, de algún inútil modo, apagar el ruido del mundo y de sus pensamientos al mismo tiempo. Verla así, sufriendo, hizo que su estomago diera un vuelco. La chica seguía repitiendo una y otra vez esa frase hasta que su voz se convirtió en un murmullo suave e inescuchable. Entonces Harry dio un paso hacia adelante, lentamente y al ver que la pelinegra no retrocedía dio y otro. Se encontraba solo a un paso de ella, extendió las manos.
Y _________. negó con la cabeza, ella no se había percatado, pero estaba llorando.
- Déjame, Harry, déjame. -Su voz se rompió. Y sus ojos parecían desorbitados, viendo al vacío.- No está. Mi mejor amiga no está...
Cayó al suelo, debilitada repentinamente. En parte debido al shock en el que aún se encontraba, en parte porque no había probado comida en dos días. Sus rodillas chocaron contra el suelo, enterrándose apenas un centímetro en la tierra del refugio. Se hizo un ovillo sobre si misma, llorando y gimoteando. Sabía que no debía, que tenía que ser fuerte y rescatar a María. ¿Pero cómo hacerlo si nadie allí la apoyaba? Ella sola no podía, ni siquiera sabia donde quedaba el lugar.
Unas manos grandes y cálidas la rodearon por los hombros, levántandola de la pegostosa tierra. Esta vez no gritó ni se movió frenéticamente, las manos de Harry le eran familiares ya. El castaño la separó del suelo y se sentó con las piernas extendidas a su lado. La movió suavemente hasta que el rostro de la chica quedó sobre su pecho. Se veía tan frágil, tan delicada, y sin embargo, él sabía que _________. era capas de soportar cualquier tipo de dolor para salvar a los suyos. Era fuerte, recia, testaruda y delicada al mismo tiempo. _________. se dejó mover por él y pegó la mejilla de la tela negra de su camiseta. Ya no chillaba, se limitaba a llorar en silencio. Se quedaron así, él cogiéndola por los hombros con sus brazos y ella llorando hasta la última lágrima apoyada en su pecho, sin decirse nada el uno al otro, pues no había nada que decir. Lloró, lloró y lloró hasta que su corazón se sintió vacío y sin emociones, hasta que botó toda la inútil frustración.
Entonces, cuando Harry se percató de que ya no caían lágrimas y la chica estaba absorta viendo al infinito movió lentamente las brazos y atajó el rostro de _________. entre sus manos. Los ojos de ella estaban hinchados y perdidos.
- Hey... Hey. -Susurró, con una voz suave y aterciopelada- Mírame, por favor.
________. aún se sentía a millones de kilómetros de distancia, como si su cuerpo no le perteneciera. Sin embargo era perfectamente capas de sentir el cosquilleo que le proporcionaba el tacto de Harry en su rostro y el aliento, cálido y acogedor, chocando levemente en su rostro. Enfocó la mirada en los ojos azules del castaño.
- Yo estoy aquí, ¿Ves? -Levantó las cejas- Soy real. Te acompaño, estoy contigo, pero no puedo seguir así sí tu no sales de ese hueco oscuro en el que estás. No puedo hacer nada por mi cuenta si no reaccionas.
Los dedos del castaño se movieron unos centímetros sobre sus cachetes, acariciándolos con un toque suave. Le costó mucho más de lo que se imaginó, pero logró hablar.
- Estoy aquí, Harry. -Dijo. Su voz tembló, pero logró pronunciar las palabras completas.
Harry sonrió levemente y asintió con la cabeza, sin dejar de acariciarle las mejillas encendidas como un tomate debido al llanto.
- Bien. Quédate conmigo, ________. Grita, patalea, llora, cúlpame de todo pero no te encierres nuevamente. Te necesito aquí conmigo. Vamos a regresar, a buscar a María y sacarla de allí, pero te necesito aquí ¿Vale? -Su voz era profunda, lenta y acogedora, como en un sueño.
- Vale.
- Tu... Tu... ¿Cómo te llamas? -Un murmullo le llegó a los oídos- No recuerdo. Chica, chica, despierta.
María podía escuchar aquella voz ajena, desconocida, hablándole desde un lugar cercano. Se encontraba hundida profundamente en algún sitio recóndito de su mente, tanto, que le costó lo que pareció una eternidad recordar donde estaba. La imagen de la habitación, de las cadenas y de su muñeca ensangrentada apareció detrás de sus párpados cerrados, junto con el dolor nuevamente. Soltó un pequeño quejido cuando sus sentidos se activaron nuevamente. Ojalá se hubiera quedado dormida o inconsciente para no tener que sentir como cada hueso y músculo de su cuerpo le dolía.
- ¿Hola? ¿Ya estás despierta? -Nuevamente la voz chillona golpeó contra sus tímpanos.
Con un tremendo esfuerzo, abrió los ojos. La sorpresa de encontrarse con un rostro increíblemente cercano al suyo hizo que un grito ronco saliera de sus labios y al instante se echó hacia atrás, pegando completamente la espalda de la pared, haciéndose ella misma otro golpe. Soltó una maldición en voz tan baja que apenas ella misma se escuchó y luego, con paciencia enfocó la vista. Lo primero que vio fue una mata espesa de cabello negro azabache, seguido por unos ojos café oscuro y una cara de facciones fuertes y a la vez flacuchas. Era un hombre, o a juzgar por la edad, un chico que sería solo unos años menor que ella. Su corazón retomó lentamente su ritmo normal. Quiso hablar pero su garganta estaba extremadamente seca, así que tuvo que sacar fuerzas de donde no las tenía.
- ¿Tú... Quién eres? -Preguntó. Su voz era ronca, frágil.
- Jack. -Respondió, su voz delató que era incluso menor que ella. Un abismo de sonrisa apareció en su rostro- Pensé que estabas muerta. Y no quería compartir está habitación con una mujer muerta.
María pudo haber dicho millones de cosas en ese momento. Pudo haberle sacado en cara que ella no tenía ni la más mínima idea de quien era. Podía haberle gritado, insultado, lo que fuera. Sin embargo, las palabras que salieron de su boca no se acercaban a ninguna de esas opciones.
- No soy una mujer, apenas tengo 17. -Murmuró con voz cansina.
- Yo tengo trece. -Respondió Jack.
Por algún motivo el chico no presentaba cansancio a los niveles que ella sí. Le echó un vistazo. El pelinegro solo vestía un pantalón blanco sucio por todos lados y llevaba el torso casi infantil desnudo, lleno de cortes y moretones. Su cara, que desprendía cierta luz, cierta vida, demostraba signos de agotamiento físico, pero él no los dejaba salir a la vista tan fácilmente. También llevaba los tobillos amarrados, más las manos estaban libres. María suspiró.
- ¿Tú que hiciste? -Preguntó. Seguía cansada, y juraría que algún punto se desmayaría, sin embargo, no estar sola era una ventaja.
- Intenté huir. -Dijo, como sí fuera lo más normal.- Pero fallé.
La rubia sintió un hueco en el corazón. No quería ni imaginarse las torturas por las que aquel niño tuvo que pasar, apenas soportaba la idea. Cerró los ojos y asintió, dándole a entender que lo había escuchado. Estaba tan cansada, tan agotada. Entonces un olor le llegó a la nariz. Era un olor suave, lleno de algo natural... Abrió nuevamente los ojos y se encontró con Jack, el cual le extendía un pedazo de manzana. ¿De donde la había sacado? El chico respondió antes de que ella formulara la pregunta.
- Una bandeja de comida apareció hace horas. Saqué lo más que pude, pero tu seguías inconsciente -Explicó- Por eso es que no tengo tan mala cara como tú.
María quiso extender la mano y tomar el pedazo de manzana por su cuenta, sin embargo el látigo que envolvía sus muñecas le escozo la piel. Hizo una mueca de dolor, un poco más y se desgarraría por completo la piel de su muñeca. Jack extendió un poco más el brazo y le dio de comer.
- No las fuerces. Si las fuerzas, nunca se irán. -Dijo, introduciendo ya el segundo pedazo de manzana. María masticó, agradecida- Trata de no hacerlo, y desaparecerán.
Jack le sonrió nuevamente y ella tragó antes de hablar.
- ¿Nos van a matar? -Preguntó, aunque ya sabia la respuesta.
El chico le dio el último pedazo de manzana, se limpió las manos del pantalón y ladeó la cabeza.
- Sí. Pero solo me alegro de no estar solo -Dijo con voz suave.
María sabía que el chico no lo decía de manera egoísta ni malévola Simplemente decía la verdad: Era menos aterrador si tenías a alguien a tu lado. María tragó el último trozo de manzana y habló.
- Pienso lo mismo.
Se encontraba en su habitación. Las paredes pintadas de un chillón color rosado con diferentes pósters esparcidos por todos lados se le hacia dolorosamente familiar. El edredón que cubría su cama, de un color verde marino, estaba descorrido, como sí alguien lo hubiera jalado hacia atrás, dejando al descubierto su sábanas de color blanco. Era su habitación, sin dudas, pero había algo, algo raro en la manera en que su sofá parecía levemente movido hacia adelante, en como sus cuadernos estaban regados a lo largo y ancho del piso. Pronto supo la razón de tanto desorden. Ella misma lo había causado, parecía que estaba buscando algo que colocarse por la manera en que movía el perchero de su closet de un lado a otro, sin embargo, supo que no era así. No estaba buscando algo que ponerse, era otra cosa, algo diferente...
Un grito desgarró el aire nuevamente. Le costó comprender que salia de sus propios labios resecos. Su garganta estaba irritada del constante abuso a sus cuerdas vocales cada que vez que gritaba. Un dolor le escoció debajo de la piel, quemandola justo debajo de la cien. Apurruñó los ojos en un esfuerzo de esfumar el dolor, pero el dolor fue más fuerte que ella y nuevamente se desmayó. No sabía como, pero en algún lugar de su inconsciente sabia que pronto despertaría y la nube negra en la que flotaba desaparecería Deseó quedarse así, hundida en entre sus pensamientos, apenas consciente del dolor en su cuerpo.
A los minutos despertó por tercera vez. Su cabeza aún retumbaba, dándole cada ves oleadas más pequeñas de dolor, parecidos a los que sufría cuando se saltaba el desayuno y a las pocas horas el dolor de cabeza atacaba. Ella había experimentado el agotamiento físico, mental y espiritual desde que llegó a ese lugar en múltiples ocasiones Cuando estaban totalmente perdidas, huyendo de las explosiones. Cuando salieron por primera vez del refugio. Cuando acabaron en una casa desconocida antes de ser trasladada allí. Sí, se había familiarizado con el agotamiento, pero el que sentía en esos momentos era mil veces peor.
Sus huesos parecían hechos de plomo, regios a moverse sin causarle molestias, le dolía hasta el último centímetro de su cuerpo. Solo era consciente del frío suelo que tocaban sus manos, aunque había algo más, algo pegostoso... Se obligó a si misma a abrir los ojos.
El lugar estaba tristemente iluminado por una chandellier de bombillos apagados que colgaba desde el techo. La habitación lucia colores despampanantes: Morado y amarillo chillón. Carecía de muebles, así como también de ventanas. Era larga y su vista no alcanzaba a mirar hasta el fondo. Bajó la mirada y tuvo que contener un chillido. Estaba amarrada a la pared por lo que parecían cadenas doradas, fínisimas pero resistentes que la rodeaban de las muñecas y los tobillos. Era obvio que debió realizar algún movimiento indebido, pues la muñeca izquierda presentaba un corte y abajo de ella había un pequeño charco de sangre. Se percató que no llevaba el conjunto de falda y top, si uno una especie de vestido blanco que la cubría hasta las rodillas llena de moretones. Intentó moverse pero su cuerpo le reclamó con una oleada de dolor. ¿Qué le habían hecho?
- ¿No vas a comer?
_________. se limitó a mirar fijamente el plato color rojo ladrillo que tenía frente a sus narices. ¿Cómo se atrevía, siquiera, a pensar en comida? No, ella no quería comer, ni dormir ni salir a pasear, ella quería recuperar a su mejor amiga. El recuerdo de la castaña gritando a todo pulmón antes de ser levantada y sedada por los hombres de aquel lugar estaba grabado en su cerebro como marca al fuego. Sin darse cuenta, había cerrado la mano en un puño alrededor de la cucharilla que tenía en su mano. Si tan solo la hubiera arrastrado con ella, si no hubiera dejado que fuera detrás de Kylie...
- ________. -La voz de Harry le llegó como un susurro. Lejano y ajeno a ella.
El castaño se pasó las manos por el cabello sin saber que más hacer para que reaccionara. Desde que la habían sacado de aquel lugar, dos días atrás, ________. no había dicho una sola palabra, por no mencionar que evitaba a Niall a toda costa. Caminó unos pasos, intentando descifrar que podría haberla dejado de esa manera. Niall le había asegurado que no las habían maltratado en aquel lugar, que para el tiempo en que la sacó lo más traumatico que vivió fue haber visto a Kylie moreteada por todo el cuerpo. Y, pensó Harry, _________. había visto cosas peores en su estancia allí. Soltó un largo y tedioso suspiro. Sabía que la chica seguía en algún estado de shock, quizás profundo, quizás leve, pero lo estaba. Sintió pena por ella, sintió... Sintió que ella no debería estar allí, sufriendo, que definitivamente, haría cualquier cosa por devolverla a su vida real. Posó una mano sobre el hombro de la pelinegra con buena intención. Aquello la hizo reventar.
________. se levantó tan rápido como una exhalación, tirando la silla destarlada detrás de ella y haciendo que el plato se vertiera sobre la mesa. Miró con ojos vacuos al castaño, que se echó hacia atrás.
- ¡No me toques! -Chilló, levantando los brazos.
- _________., yo... -Harry dio un paso vacilante hacia adelante. Se arrepintió al instante.
La pelinegra se llevó las manos a la cabeza, tapándose los oídos y gritó. No era un grito de temor, ni de rabia o ria, era un grito de desesperación pura.
- ¡No me toques, aléjate de mi! -Gritó, moviendo la mirada a todas direcciones- ¡No me toques, no me toques! -Repitió.
Harry se mantuvo alejado, viéndola con una mirada llena de dolor. ________. se apretaba las manos contra la cabeza, como sí quisiera, de algún inútil modo, apagar el ruido del mundo y de sus pensamientos al mismo tiempo. Verla así, sufriendo, hizo que su estomago diera un vuelco. La chica seguía repitiendo una y otra vez esa frase hasta que su voz se convirtió en un murmullo suave e inescuchable. Entonces Harry dio un paso hacia adelante, lentamente y al ver que la pelinegra no retrocedía dio y otro. Se encontraba solo a un paso de ella, extendió las manos.
Y _________. negó con la cabeza, ella no se había percatado, pero estaba llorando.
- Déjame, Harry, déjame. -Su voz se rompió. Y sus ojos parecían desorbitados, viendo al vacío.- No está. Mi mejor amiga no está...
Cayó al suelo, debilitada repentinamente. En parte debido al shock en el que aún se encontraba, en parte porque no había probado comida en dos días. Sus rodillas chocaron contra el suelo, enterrándose apenas un centímetro en la tierra del refugio. Se hizo un ovillo sobre si misma, llorando y gimoteando. Sabía que no debía, que tenía que ser fuerte y rescatar a María. ¿Pero cómo hacerlo si nadie allí la apoyaba? Ella sola no podía, ni siquiera sabia donde quedaba el lugar.
Unas manos grandes y cálidas la rodearon por los hombros, levántandola de la pegostosa tierra. Esta vez no gritó ni se movió frenéticamente, las manos de Harry le eran familiares ya. El castaño la separó del suelo y se sentó con las piernas extendidas a su lado. La movió suavemente hasta que el rostro de la chica quedó sobre su pecho. Se veía tan frágil, tan delicada, y sin embargo, él sabía que _________. era capas de soportar cualquier tipo de dolor para salvar a los suyos. Era fuerte, recia, testaruda y delicada al mismo tiempo. _________. se dejó mover por él y pegó la mejilla de la tela negra de su camiseta. Ya no chillaba, se limitaba a llorar en silencio. Se quedaron así, él cogiéndola por los hombros con sus brazos y ella llorando hasta la última lágrima apoyada en su pecho, sin decirse nada el uno al otro, pues no había nada que decir. Lloró, lloró y lloró hasta que su corazón se sintió vacío y sin emociones, hasta que botó toda la inútil frustración.
Entonces, cuando Harry se percató de que ya no caían lágrimas y la chica estaba absorta viendo al infinito movió lentamente las brazos y atajó el rostro de _________. entre sus manos. Los ojos de ella estaban hinchados y perdidos.
- Hey... Hey. -Susurró, con una voz suave y aterciopelada- Mírame, por favor.
________. aún se sentía a millones de kilómetros de distancia, como si su cuerpo no le perteneciera. Sin embargo era perfectamente capas de sentir el cosquilleo que le proporcionaba el tacto de Harry en su rostro y el aliento, cálido y acogedor, chocando levemente en su rostro. Enfocó la mirada en los ojos azules del castaño.
- Yo estoy aquí, ¿Ves? -Levantó las cejas- Soy real. Te acompaño, estoy contigo, pero no puedo seguir así sí tu no sales de ese hueco oscuro en el que estás. No puedo hacer nada por mi cuenta si no reaccionas.
Los dedos del castaño se movieron unos centímetros sobre sus cachetes, acariciándolos con un toque suave. Le costó mucho más de lo que se imaginó, pero logró hablar.
- Estoy aquí, Harry. -Dijo. Su voz tembló, pero logró pronunciar las palabras completas.
Harry sonrió levemente y asintió con la cabeza, sin dejar de acariciarle las mejillas encendidas como un tomate debido al llanto.
- Bien. Quédate conmigo, ________. Grita, patalea, llora, cúlpame de todo pero no te encierres nuevamente. Te necesito aquí conmigo. Vamos a regresar, a buscar a María y sacarla de allí, pero te necesito aquí ¿Vale? -Su voz era profunda, lenta y acogedora, como en un sueño.
- Vale.
- Tu... Tu... ¿Cómo te llamas? -Un murmullo le llegó a los oídos- No recuerdo. Chica, chica, despierta.
María podía escuchar aquella voz ajena, desconocida, hablándole desde un lugar cercano. Se encontraba hundida profundamente en algún sitio recóndito de su mente, tanto, que le costó lo que pareció una eternidad recordar donde estaba. La imagen de la habitación, de las cadenas y de su muñeca ensangrentada apareció detrás de sus párpados cerrados, junto con el dolor nuevamente. Soltó un pequeño quejido cuando sus sentidos se activaron nuevamente. Ojalá se hubiera quedado dormida o inconsciente para no tener que sentir como cada hueso y músculo de su cuerpo le dolía.
- ¿Hola? ¿Ya estás despierta? -Nuevamente la voz chillona golpeó contra sus tímpanos.
Con un tremendo esfuerzo, abrió los ojos. La sorpresa de encontrarse con un rostro increíblemente cercano al suyo hizo que un grito ronco saliera de sus labios y al instante se echó hacia atrás, pegando completamente la espalda de la pared, haciéndose ella misma otro golpe. Soltó una maldición en voz tan baja que apenas ella misma se escuchó y luego, con paciencia enfocó la vista. Lo primero que vio fue una mata espesa de cabello negro azabache, seguido por unos ojos café oscuro y una cara de facciones fuertes y a la vez flacuchas. Era un hombre, o a juzgar por la edad, un chico que sería solo unos años menor que ella. Su corazón retomó lentamente su ritmo normal. Quiso hablar pero su garganta estaba extremadamente seca, así que tuvo que sacar fuerzas de donde no las tenía.
- ¿Tú... Quién eres? -Preguntó. Su voz era ronca, frágil.
- Jack. -Respondió, su voz delató que era incluso menor que ella. Un abismo de sonrisa apareció en su rostro- Pensé que estabas muerta. Y no quería compartir está habitación con una mujer muerta.
María pudo haber dicho millones de cosas en ese momento. Pudo haberle sacado en cara que ella no tenía ni la más mínima idea de quien era. Podía haberle gritado, insultado, lo que fuera. Sin embargo, las palabras que salieron de su boca no se acercaban a ninguna de esas opciones.
- No soy una mujer, apenas tengo 17. -Murmuró con voz cansina.
- Yo tengo trece. -Respondió Jack.
Por algún motivo el chico no presentaba cansancio a los niveles que ella sí. Le echó un vistazo. El pelinegro solo vestía un pantalón blanco sucio por todos lados y llevaba el torso casi infantil desnudo, lleno de cortes y moretones. Su cara, que desprendía cierta luz, cierta vida, demostraba signos de agotamiento físico, pero él no los dejaba salir a la vista tan fácilmente. También llevaba los tobillos amarrados, más las manos estaban libres. María suspiró.
- ¿Tú que hiciste? -Preguntó. Seguía cansada, y juraría que algún punto se desmayaría, sin embargo, no estar sola era una ventaja.
- Intenté huir. -Dijo, como sí fuera lo más normal.- Pero fallé.
La rubia sintió un hueco en el corazón. No quería ni imaginarse las torturas por las que aquel niño tuvo que pasar, apenas soportaba la idea. Cerró los ojos y asintió, dándole a entender que lo había escuchado. Estaba tan cansada, tan agotada. Entonces un olor le llegó a la nariz. Era un olor suave, lleno de algo natural... Abrió nuevamente los ojos y se encontró con Jack, el cual le extendía un pedazo de manzana. ¿De donde la había sacado? El chico respondió antes de que ella formulara la pregunta.
- Una bandeja de comida apareció hace horas. Saqué lo más que pude, pero tu seguías inconsciente -Explicó- Por eso es que no tengo tan mala cara como tú.
María quiso extender la mano y tomar el pedazo de manzana por su cuenta, sin embargo el látigo que envolvía sus muñecas le escozo la piel. Hizo una mueca de dolor, un poco más y se desgarraría por completo la piel de su muñeca. Jack extendió un poco más el brazo y le dio de comer.
- No las fuerces. Si las fuerzas, nunca se irán. -Dijo, introduciendo ya el segundo pedazo de manzana. María masticó, agradecida- Trata de no hacerlo, y desaparecerán.
Jack le sonrió nuevamente y ella tragó antes de hablar.
- ¿Nos van a matar? -Preguntó, aunque ya sabia la respuesta.
El chico le dio el último pedazo de manzana, se limpió las manos del pantalón y ladeó la cabeza.
- Sí. Pero solo me alegro de no estar solo -Dijo con voz suave.
María sabía que el chico no lo decía de manera egoísta ni malévola Simplemente decía la verdad: Era menos aterrador si tenías a alguien a tu lado. María tragó el último trozo de manzana y habló.
- Pienso lo mismo.
Letswalkinthesun
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Ho dios pobre de las chicas
los matarán? dime que no
haaa cuanta intriga jajaja
bueno me encantó es increíble la forma en la escribes es genial
Siguela cuando puedas
Besos
los matarán? dime que no
haaa cuanta intriga jajaja
bueno me encantó es increíble la forma en la escribes es genial
Siguela cuando puedas
Besos
Invitado
Invitado
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
¡Hoolis María! ajshsj, nuevamente, no puedo responderte, pero lo leerás pronto!
LO SÉ, LA INTRIGA ES GENIAL
Muchisimas gracias María, que bueno que te guste la novela, de verdad<3.
Dentro de unos minutitos subo el siguiente capítulo.
Beeesos xx.
LO SÉ, LA INTRIGA ES GENIAL
Muchisimas gracias María, que bueno que te guste la novela, de verdad<3.
Dentro de unos minutitos subo el siguiente capítulo.
Beeesos xx.
Letswalkinthesun
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Capitulo 14.
Estiró lenta, muy lentamente los brazos hacia adelante. Sus ojos se cerraron, esperando ya el repentino choque de dolor que le azotaban las muñecas cada vez que hacia un movimiento indebido. Sin embargo, esta vez no sintió absolutamente nada. Fascinada, abrió los ojos para ver sus brazos extendidos en su totalidad. Una sonrisa surcó el rostro de Jack.
- ¡Ya se fueron! -Dijo, mirándola con asombro.
- Por fin. -Murmuró María, dejando expresar el momentáneo alivio.
Se sobó las muñecas, haciendo pequeñas muecas de dolor. Sí bien ya no tenía la molesta cadena dorada alrededor de su piel, aún tenía las consecuencias de la misma grabada en su cuerpo. Sus muñecas estaban terriblemente desgarradas, presentaban costras sin cerrar en diferentes líneas donde la cadena la había escocido la piel, así como aún le dolían cuando las movía. Pero, incluso así, se sentía muchísimo mejor sin las cadenas de las manos, pues la que la sostenían de los tobillos seguían allí, recias a desaparecer. Se preguntó porque a Jack lo habrían liberado, el chico podía caminar a su antojo por toda la habitación, mientras ella apenas y podía dar tres pasos lejos de la pared.
- Aún sangras. -El pelinegro se sentó a su lado y sostuvo una de sus muñecas con sumo cuidado- Eres torpe, te moviste mucho.
- Gracias por señalar lo obvio. -María recostó la cabeza de la pared, entrecerrando los ojos.- ¿Cómo es que tú no tienes ninguna cicatriz en las muñecas?
- Yo ya he estado aquí antes. -Explicó el chico sin muchos rodeos al tiempo que dejaba caer con cuidado la muñeca de ella- Cuando me encontraron, así que sabía lo que tenía que hacer para que me quitaran los amarres.
- Ah. -Fue todo lo que se le ocurrió decir.
Para su sorpresa Jack desgarró el dobladillo de su pantalón. María no sabia mucho de telas, nada en realidad, pero le sorprendió la facilidad con la que el chico quitó un tajo de su única prenda. Luego repitió la misma acción con el dobladillo de la pierna izquierda. La castaña quiso preguntarle que para que rayos hacia todo eso, pero obtuvo la respuesta de inmediato. Las manos de Jack se dirigieron a su brazo, y lo levantó para envolver su muñeca con el trozo de tela, cuidadosamente, de manera que le apretara lo suficiente para detener el pequeño hilo de sangre sin lastimarla.
- Dame tu otro brazo. -Pidió, esperando con las manos extendidas.
María lo hizo sin rechistar y le extendió el brazo restante, Jack repitió el mismo movimiento, vendándole la muñeca. Cuando terminó, tuvo que admitir que el vendaje surtía efecto, al menos ya no sentía la piel palpitarle bajo las heridas. Sin poder controlarlo: Lloró.
Jack no esperaba aquello. Esperó un amable "Gracias" de su parte, quizás solo un asentimiento de cabeza o algo así, no que la chica se pusiera a llorar desconsoladamente. No sabía que hacer, él nunca tuvo hermanas y desde muy pequeño había perdido a su mamá. Era la primera vez que se encontraba en una situación así.
- ¿Te hice daño? -Murmuró con algo de temor. María negó con la cabeza.- Entonces... ¿Por qué lloras?
La castaña se secó las lágrimas, aunque era inútil, más y más seguían saliendo de sus ojos para rodar luego por sus mejillas. No eran lágrimas de dolor, al menos no del físico. Lloraba pues había recordado repentinamente a su hermano menor. Jack, de alguna manera, le recordaba a su hermano, aunque el chico tenía trece, y su hermano apenas ocho. Abrió la boca para explicarle el porqué de su llanto, sin embargo los brazos delgaduchos de Jack la rodearon en un extraño pero confortable abrazo. María apoyó la cabeza en sus hombros. Solo hasta ese momento se dio cuenta de una cosa: Era bastante probable que nunca jamás volvería a ver a su hermano, o a su mamá, o a su papá. Qué tenía que aceptar la idea de que su vida anterior era solo un recuerdo, uno doloroso, pero un recuerdo que no sabría si tendría oportunidad de repetir. Que ahora estaba allí, en ese lugar, sin saber que le deparaba el futuro. Tenía que vivir por el hoy, no por el ayer. Pasaron los minutos sin que ninguno de los dos se moviera hasta que María dejó de llorar.
- ¿Mejor? -Fue todo lo que dijo Jack, retirando lentamente los brazos.
- Jack... -María se estrujó los ojos y se limpió el resto de las lágrimas de los cachetes- Gracias.
El chico le sonrió automáticamente Una de esas sonrisas que incluso los amigos más cercanos no te dan, de esas que iluminan el alma de las personas. A María se le derritió el corazón. No sabía nada de ese niño, absolutamente nada que no fuera su nombre y su edad, pero en ese momento decidió que, si ella salía con vida, haría todo lo posible porque él también lo hiciera. Estuvo a punto de abrir la boca, pero un ruido la interrumpió.
Unos agujeros negros, perfectamente cortados del suelo se abrieron, dejando salir dos tubos que encima cargaban una bandeja. María, desde donde estaba sentada, no pudo ver que contenían las bandejas. Sin embargo Jack se levantó y con mirada incrédula le dijo.
- Son unas bebidas.
Era la quinta vez que daba vueltas impacientemente alrededor de la molesta carpa color rojo. Sus nervios cada vez se hacían más palpables, más reales. Sintió que algún momento se la comerían viva si no hacia algo al respecto. Pateó una roca pequeña con la punta de su bota con desdén. A ella no le gustaba, en lo absoluto, que la excluyeran, y menos de decisiones importantes. Harry le había prometido que llamaría a una reunión para plantear la búsqueda de María, y en ese preciso momento estaba cumpliendo con su palabra. Varios miembros del refugio se encontraban dentro de esa carpa, incluidos Harry, Tyron y Niall. _________. había pataleado, gritado e incluso insultado al castaño cuando éste le dijo que no podía estar presente en la reunión, pues sus sentimientos taparían a la razón y la lógica. Sin embargo, después de que Harry le explicara por octava vez que no podía entrar, ella entendió. No le gustaba, pero dejó de quejarse.
Ahora allí estaba, rodeando la carpa como algún tipo de animal hambriento en busca de una presa débil. Cada vez que pensaba en lo que podrían estar diciendo allí adentro su corazón daba un vuelco, pues sabía que muchas cosas estaban en riesgo. Pero tenían que aceptar, debían aceptar. Era un ser humano del que estaban hablando, una adolescente, una vida. Era de su mejor amiga de la que hablaban. Estaba sumida en sus pensamientos, tanto que apenas se percató cuando chocó contra una persona. Levantó la mirada y se encontró con el cabello rapado de Alicia.
- ¿Qué haces tú...? -Las palabras se le trabaron en la boca.
Recordó vagamente a Harry, contándole que tanto ella como la otra mujer habían salido ilesas de aquel lugar. Alicia debía ser la otra mujer de la que el castaño había hablado. Ladeó la cabeza, esfumando la pregunta de su mente.
- Lo siento, es que venía a decirles que ya me voy. -Dijo la mujer, encogiéndose de hombros- Quería agradecerles por haberme sacado de allí.
- ¿Irte? ¿A donde? -La voz de _________. sonaba incrédula. Pero las reglas eran claras: Solo dos días de estancia, y los de Alicia ya habían caducado.
- Hay más refugios, y yo conozco los alrededores, estaré bien. -Le contestó la mujer antes de agregar- ¿Están ocupados?
- Si, están en una reunión. -Respondió apresuradamente la pelinegra.
Alicia se encogió de hombros. Al parecer, pensó __________., la mujer era pasible, inmutable. Soltó un suspiro y le sonrió a la muchacha.
- Entonces, me iré. -Y sin más, se dio la vuelta.
_________. se le quedó observando hasta que se perdió entre la gente del refugio. Era curioso como la mujer no se había inmutado, como aceptaba la situación sin rechistar. Se preguntó sí quizás así la habían entrenado en ese lugar, a aceptar las ordenes que se les daba sin cuestionarlas. Ese pensamiento la distrajo unos segundos de la realidad. Pensó en el rostro regordete de Merlius, en su sonrisa torcida y llena de ira contenida. Sintió como su corazón se aceleraba, ella pensó que había experimentado el odio antes en su vida, pero se dio cuenta que no, pues la rabia, el rencor, todo lo que sentía hacia ese despreciable hombre solo se podía traducir como odio. Sin darse cuenta, cerró la mano en un puño. ¡Joder! ¿Por qué se estaban tardando tanto allí adentro?
- ¿Llevas aquí afuera todo el rato?
La voz de Harry la tomó por sorpresa, haciendo que soltara un respingo. Nuevamente se había perdido en sus pensamientos y conjeturas de una manera tan profunda que logró aislarse completamente de la realidad. Su cerebro se centró en lo que pasaba en ese preciso instante: Harry había salido, y le estaba hablando. Los nervios corrieron una vez más por sus venas, llenándola de ansiedad.
- Sí, sí... -Las palabras salían atropelladamente de su boca. Tomó una bocanada de aire para calmarse y agregó:- ¿Qué decidieron?
- Vamos a tomar un descansó, tenemos que despedir a los que se van hoy y anunciar el almuerzo, es solo un segundo antes de seguir...
Pero _________. ya no lo escuchaba, había salido disparada con paso firme hacia el interior de la carpa roja. Adentro se encontraban más personas de la que ella había esperado. Unas doce personas se esparcían adentro de la carpa, algunas aún seguían conjuntas alrededor de la mesa, otras hablaban sin preocupación un poco más allá y otras más ya habían empezado a comer. Eso solo hizo que su cólera creciera incluso más. ¿Cómo ellos podían estar tan relajados cuando sabían que afuera una vida corría peligro? Los miró a todos de hito en hito y todos le devolvieron la mirada. Parecían sorprendidos de que alguien que no formara parte de su grupo hubiera interrumpido allí, como si se tratara de un lugar sagrado y ella lo estuviera profanando. Escuchó unos pasos secos detrás de ella y supo que Harry entró en la carpa. Nadie hablaba, se limitaban a observarla con desconcierto, y ella mirándolos como sí pudiera ver sus almas. El que rompió el silencio fue Niall.
- __________., no deberías estar aquí... -Empezó, pero se calló al ver la mirada de la chica clavada en él.
- Ustedes están comiendo, hablando, riendo, cuando afuera hay alguien que los necesita. -Dijo, conteniendo las lágrimas de rabia en su interior. Su voz era firme y dura.- ¡Actúen, hagan algo por el amor de Dios! ¡No se pueden quedar quietos, sin hacer nada al respecto! ¡Es una vida humana de la que estamos hablando! ¿Lo entienden? ¡UNA VIDA! y ustedes, ustedes mejor que nadie deben saber que mientras discuten torpemente ella pierde tiempo. ¡Y ni siquiera deberían considerarlo! Si no salen, si no la buscamos, la estamos condenando.
Hizo una pausa en busca de alguna respuesta, pero nadie se movió, nadie hizo nada. Se limitaron a respirar y mirarla aún incrédulamente. __________. los miró detenidamente uno por uno, rogando que se dieran cuenta a través de su mirada que tenían que hacer algo. Esta vez Tyron tomó la palabra.
- Verás, hay mucho que tomar en cuenta... -Carraspeó la garganta- Es un camino peligroso, eso nada más para llegar, ¿Luego qué? no sabemos donde la mantienen y el lugar es enorme. Por no mencionar si no sabemos si siquiera está viv...
- ¡No lo diga! No se atreva siquiera a sugerir que está muerta. -Rugió __________. al calvo hombre- Usted hizo que arriesgáramos nuestra vida, la mía, la de Harry, la de Chayanne, la de los gemelos, la de María para ir a buscar a su hija, incluso cuando era zona roja, y lo sabe. -________. se percató de que gritaba, más no bajó el tono- Usted sabe, sabe lo desgarrador que no es tener a alguien a su lado, de no saber si está viva o no... Pero yo sé que lo está, yo sé que está viva, que está resistiendo con todas sus fuerzas. Así que por favor, por favor, no deje que mi mejor amiga muera esperando... No deje...
La garganta se le cerró debido al llanto que empezó a brotar. Maldijo en su interior por haber sido tan débil nuevamente, pero está vez no lo dejó ir más allá. Tragó grueso y se limpió las mejillas. Tenía que ser fuerte.
- Si se quedan sin hacer nada al respecto. Cruzados de brazos, entonces no son mejores que esa gente. Son exactamente igual de desalmados. -Lo dijo con voz temblada, con una calma que incluso le sorprendió a ella.
Se dio media vuelta, lista para salir de allí pues no tenía nada más que agregar, así como tampoco soportaba verles las caras sin que le respondieran, pero entonces Harry la tomó de los brazos, deteniéndola.
- Yo voy con ella, salimos en media hora. El quien quiera, venga con nosotros. Sino, no se atrevan a hablarme nunca más en su vida.
________. se le quedó mirando, estupefacta. Harry salió de la carpa y ella hizo lo mismo, aún sin poder creerlo. El castaño estaba arriesgando su vida para ir junto a ella a rescatar a María, a alguien que ni siquiera era cercano a él. Aquello hizo que llorara otra vez, aunque no tuvo mucho tiempo de hacerlo pues la instante los gemelos, Chayenne, Tyron, Niall y otros tres más que ella no conocía salieron de la carpa.
- Vamos con ustedes.
- No te creo. -Dijo María, dibujando arabescos invisibles en el suelo mientras escuchaba a Jack hablar. El muchacho asintió.
- ¡Es cierto! Me caí del techo, y solamente me raspé la rodilla.
María se había acostumbrado tan solo en tres días a la voz infantil del chico, a la manera en que constantemente hacia muecas con sus cejas o levantaba levemente la comisura del labio al hablar, como sí imitara a alguien. Ya le era familiar el toque de sus dedos larguiruchos de pianista, así como al leve sonido que hacia al caminar con los pies descalzos por la habitación en la que los tenían encerrados. Agradeció que si tenía que esperar a la muerte, fuera con alguien como él. Hacia ya unas tres horas que se habían bebido el contenido de los vasos que llegaron en las bandejas. Eran de in líquido rosado, como jugo de rosas, pero sin sabor alguno. María había notando una instantánea mejoría en su cuerpo al instante en que tomó el primer trago, y para el tiempo en que lo terminó, casi no sentía dolor, aunque las cicatrices seguían allí sobre su piel, como un diario grabado en su cuerpo. Se había preguntado internamente para que los mantenían vivos si al final los matarían. Sin embargo, no quiso hacer la pregunta en voz alta, no quería atormentar a Jack.
Llevaban varios minuto hablando sobre sus vidas anteriores, sobre como eran antes de que todo empezara. María le contó como era de regreso en su mundo. Le contó sobre su familia, sobre sus clases y amigos, sobre como amaba leer y sus artistas preferidos, Jack había escuchado cada detalle con fascinante atención. Ahora era ella la que lo escuchaba.
- Yo vivía alejado de la ciudad, en una granja. -Dijo, moviendo las manos mientras hablaba- Eran una de las pocas que había fuera de aquí, viví allí con mi papá. No teníamos muchos muebles lujosos ni nada por el estilo, no éramos ricos... -Se encogió de hombros- Pero no ser ricos era lo mejor que nos pudo pasar. Teníamos lo justo, y yo tenía un perro. Bingo, gracias a él me caí del tejado, aunque sé que no me crees. -Soltó una risa suave y su mirada se perdió- ¿En tu mundo sucede ese momento del día cuando amanece, y todo se torna oscuro, muy oscuro antes de ver el primer rayo de sol? -María asintió- Ah, pensé que no, pero bueno... Es mi momento preferido. Le fastidiaba a mi papá que me levantara siempre antes del amanecer para verlo, pero no podía perdérmelo.
- Yo suelo dormir mucho... Solía. -Corrigió la castaña con una sonrisa- Recuerdame que un día tengo que ver el amanecer.
- Era bonito vivir allí. -Continuó Jack- Cuando todo explotó y empezó la crisis, yo no sabía mucho, acababa de cumplir los once, pero la devastación tardó en llegar a la granja, vivimos normalmente por mucho más tiempo que las demás personas de la ciudad...
- Jack. -María carraspeó la garganta y dejó de dibujar cosas invisibles para mirarlo- ¿Qué pasó hace dos años aquí?
- Merlius. -El muchacho la miró, había cierto dolor en sus ojos.- Él tenía dos hijas, al principio nadie lo creyó, pero luego las dio a conocer. Son mayores que yo, creo que deben tener unos... Rayos. -Frunció el ceño- Unos 17 o 18. No recuerdo sus rostros, nadie lo hace, solo las mostró una vez, según mi padre, cuando eran bebés. Corrían rumores de que sus hijas no eran humanas, que había algo mal con ellas, y que Merlius haría lo que fuera por solucionarlo. Nunca he visto a Merlius, solo sé lo que mi padre me decía de él. Según mi padre, siempre había sido un hombre corrupto, muy inteligente, pero que había cometido un error aunque tenía gente que lo apoyaba. Hasta que llegó el día en que...
Pero entonces un ruido los interrumpió. María alzó la mirada y su corazón se heló bajo su pecho. Una pequeña ranura se abrió en la pared hasta formar la forma de una puerta, alguien la empujó, interrumpiendo en la habitación. Era uno de ellos llevaba el traje azul oscuro pegado a su piel, así como también el cabello rapado al ras. El miedo la invadió de inmediato, no era una buena señal. Al instante soltó un grito, esperando que el hombre se detuviera más no lo hizo. Iban por ella, era su tiempo, la matarían... Sin embargo los pasos del hombre iban dirigidos hacia Jack.
- ¡NO! -Rugió María.
La chica se abalanzó sobre el pelinegro, cubriéndolo en mayor parte con su cuerpo lo más que podía. Las cadenas enseguida le laceraron la piel de los tobillos, hundiéndose en ella como cuchillos al fuego. El dolor era insoportable, casi cegador, pero ella estaba impulsada por protegerlo. El hombre no se inmutó, agarró al muchacho por un brazo y lo levantó, Jack no puso resistencia, pero María no lo dejaba ir. Se aferró a su pierna con todas sus fuerzas, rugiéndole al hombre que lo dejara ir.
- Suéltame, estaré bien, por favor... -Le pidió Jack con voz suave.
Algo cálido y resbaladizo cayó en su frente. Jack estaba llorando. María pudo sentir como cada pedazo de su alma se quebraba ante la visión y se aferró a él con más ahínco. No se lo podían llevar, ella dijo que lo protegería, que lo haría... El hombre le asestó una patada justo debajo de las costillas, le dolió, pero no le soltó. Jack seguía pidiéndole que lo dejara, que lo hiciera pero ella no lo haría.
- ¡Suéltalo, monstruo, suéltalo! -Gritó, aunque le dolía terriblemente hacerlo- ¡ES SOLO UN NIÑO!
El hombre le asestó otra patada que le terminó de sacar el aire de los pulmones. Su visión se empezaba a nublar victima del dolor insoportable. Sintió como sus manos se abrían poco a poco contra su voluntad, hizo un último intento de retener a Jack entre su agarre pero entonces el hombre hundió algo con fuerza sobre su espalda. El golpe la mareó y finalmente cayó, no lloró, pues no encontraba fuerzas, el dolor era insoportable, hasta un punto más allá de lo normal. Sus ojos captaron el rostro de Jack. Murmuraba algo... algo... "Gracias" eso era lo que murmuraba. Eso fue lo último que vio antes de que el dolor la arrastrara a la inconsciencia.
Estiró lenta, muy lentamente los brazos hacia adelante. Sus ojos se cerraron, esperando ya el repentino choque de dolor que le azotaban las muñecas cada vez que hacia un movimiento indebido. Sin embargo, esta vez no sintió absolutamente nada. Fascinada, abrió los ojos para ver sus brazos extendidos en su totalidad. Una sonrisa surcó el rostro de Jack.
- ¡Ya se fueron! -Dijo, mirándola con asombro.
- Por fin. -Murmuró María, dejando expresar el momentáneo alivio.
Se sobó las muñecas, haciendo pequeñas muecas de dolor. Sí bien ya no tenía la molesta cadena dorada alrededor de su piel, aún tenía las consecuencias de la misma grabada en su cuerpo. Sus muñecas estaban terriblemente desgarradas, presentaban costras sin cerrar en diferentes líneas donde la cadena la había escocido la piel, así como aún le dolían cuando las movía. Pero, incluso así, se sentía muchísimo mejor sin las cadenas de las manos, pues la que la sostenían de los tobillos seguían allí, recias a desaparecer. Se preguntó porque a Jack lo habrían liberado, el chico podía caminar a su antojo por toda la habitación, mientras ella apenas y podía dar tres pasos lejos de la pared.
- Aún sangras. -El pelinegro se sentó a su lado y sostuvo una de sus muñecas con sumo cuidado- Eres torpe, te moviste mucho.
- Gracias por señalar lo obvio. -María recostó la cabeza de la pared, entrecerrando los ojos.- ¿Cómo es que tú no tienes ninguna cicatriz en las muñecas?
- Yo ya he estado aquí antes. -Explicó el chico sin muchos rodeos al tiempo que dejaba caer con cuidado la muñeca de ella- Cuando me encontraron, así que sabía lo que tenía que hacer para que me quitaran los amarres.
- Ah. -Fue todo lo que se le ocurrió decir.
Para su sorpresa Jack desgarró el dobladillo de su pantalón. María no sabia mucho de telas, nada en realidad, pero le sorprendió la facilidad con la que el chico quitó un tajo de su única prenda. Luego repitió la misma acción con el dobladillo de la pierna izquierda. La castaña quiso preguntarle que para que rayos hacia todo eso, pero obtuvo la respuesta de inmediato. Las manos de Jack se dirigieron a su brazo, y lo levantó para envolver su muñeca con el trozo de tela, cuidadosamente, de manera que le apretara lo suficiente para detener el pequeño hilo de sangre sin lastimarla.
- Dame tu otro brazo. -Pidió, esperando con las manos extendidas.
María lo hizo sin rechistar y le extendió el brazo restante, Jack repitió el mismo movimiento, vendándole la muñeca. Cuando terminó, tuvo que admitir que el vendaje surtía efecto, al menos ya no sentía la piel palpitarle bajo las heridas. Sin poder controlarlo: Lloró.
Jack no esperaba aquello. Esperó un amable "Gracias" de su parte, quizás solo un asentimiento de cabeza o algo así, no que la chica se pusiera a llorar desconsoladamente. No sabía que hacer, él nunca tuvo hermanas y desde muy pequeño había perdido a su mamá. Era la primera vez que se encontraba en una situación así.
- ¿Te hice daño? -Murmuró con algo de temor. María negó con la cabeza.- Entonces... ¿Por qué lloras?
La castaña se secó las lágrimas, aunque era inútil, más y más seguían saliendo de sus ojos para rodar luego por sus mejillas. No eran lágrimas de dolor, al menos no del físico. Lloraba pues había recordado repentinamente a su hermano menor. Jack, de alguna manera, le recordaba a su hermano, aunque el chico tenía trece, y su hermano apenas ocho. Abrió la boca para explicarle el porqué de su llanto, sin embargo los brazos delgaduchos de Jack la rodearon en un extraño pero confortable abrazo. María apoyó la cabeza en sus hombros. Solo hasta ese momento se dio cuenta de una cosa: Era bastante probable que nunca jamás volvería a ver a su hermano, o a su mamá, o a su papá. Qué tenía que aceptar la idea de que su vida anterior era solo un recuerdo, uno doloroso, pero un recuerdo que no sabría si tendría oportunidad de repetir. Que ahora estaba allí, en ese lugar, sin saber que le deparaba el futuro. Tenía que vivir por el hoy, no por el ayer. Pasaron los minutos sin que ninguno de los dos se moviera hasta que María dejó de llorar.
- ¿Mejor? -Fue todo lo que dijo Jack, retirando lentamente los brazos.
- Jack... -María se estrujó los ojos y se limpió el resto de las lágrimas de los cachetes- Gracias.
El chico le sonrió automáticamente Una de esas sonrisas que incluso los amigos más cercanos no te dan, de esas que iluminan el alma de las personas. A María se le derritió el corazón. No sabía nada de ese niño, absolutamente nada que no fuera su nombre y su edad, pero en ese momento decidió que, si ella salía con vida, haría todo lo posible porque él también lo hiciera. Estuvo a punto de abrir la boca, pero un ruido la interrumpió.
Unos agujeros negros, perfectamente cortados del suelo se abrieron, dejando salir dos tubos que encima cargaban una bandeja. María, desde donde estaba sentada, no pudo ver que contenían las bandejas. Sin embargo Jack se levantó y con mirada incrédula le dijo.
- Son unas bebidas.
Era la quinta vez que daba vueltas impacientemente alrededor de la molesta carpa color rojo. Sus nervios cada vez se hacían más palpables, más reales. Sintió que algún momento se la comerían viva si no hacia algo al respecto. Pateó una roca pequeña con la punta de su bota con desdén. A ella no le gustaba, en lo absoluto, que la excluyeran, y menos de decisiones importantes. Harry le había prometido que llamaría a una reunión para plantear la búsqueda de María, y en ese preciso momento estaba cumpliendo con su palabra. Varios miembros del refugio se encontraban dentro de esa carpa, incluidos Harry, Tyron y Niall. _________. había pataleado, gritado e incluso insultado al castaño cuando éste le dijo que no podía estar presente en la reunión, pues sus sentimientos taparían a la razón y la lógica. Sin embargo, después de que Harry le explicara por octava vez que no podía entrar, ella entendió. No le gustaba, pero dejó de quejarse.
Ahora allí estaba, rodeando la carpa como algún tipo de animal hambriento en busca de una presa débil. Cada vez que pensaba en lo que podrían estar diciendo allí adentro su corazón daba un vuelco, pues sabía que muchas cosas estaban en riesgo. Pero tenían que aceptar, debían aceptar. Era un ser humano del que estaban hablando, una adolescente, una vida. Era de su mejor amiga de la que hablaban. Estaba sumida en sus pensamientos, tanto que apenas se percató cuando chocó contra una persona. Levantó la mirada y se encontró con el cabello rapado de Alicia.
- ¿Qué haces tú...? -Las palabras se le trabaron en la boca.
Recordó vagamente a Harry, contándole que tanto ella como la otra mujer habían salido ilesas de aquel lugar. Alicia debía ser la otra mujer de la que el castaño había hablado. Ladeó la cabeza, esfumando la pregunta de su mente.
- Lo siento, es que venía a decirles que ya me voy. -Dijo la mujer, encogiéndose de hombros- Quería agradecerles por haberme sacado de allí.
- ¿Irte? ¿A donde? -La voz de _________. sonaba incrédula. Pero las reglas eran claras: Solo dos días de estancia, y los de Alicia ya habían caducado.
- Hay más refugios, y yo conozco los alrededores, estaré bien. -Le contestó la mujer antes de agregar- ¿Están ocupados?
- Si, están en una reunión. -Respondió apresuradamente la pelinegra.
Alicia se encogió de hombros. Al parecer, pensó __________., la mujer era pasible, inmutable. Soltó un suspiro y le sonrió a la muchacha.
- Entonces, me iré. -Y sin más, se dio la vuelta.
_________. se le quedó observando hasta que se perdió entre la gente del refugio. Era curioso como la mujer no se había inmutado, como aceptaba la situación sin rechistar. Se preguntó sí quizás así la habían entrenado en ese lugar, a aceptar las ordenes que se les daba sin cuestionarlas. Ese pensamiento la distrajo unos segundos de la realidad. Pensó en el rostro regordete de Merlius, en su sonrisa torcida y llena de ira contenida. Sintió como su corazón se aceleraba, ella pensó que había experimentado el odio antes en su vida, pero se dio cuenta que no, pues la rabia, el rencor, todo lo que sentía hacia ese despreciable hombre solo se podía traducir como odio. Sin darse cuenta, cerró la mano en un puño. ¡Joder! ¿Por qué se estaban tardando tanto allí adentro?
- ¿Llevas aquí afuera todo el rato?
La voz de Harry la tomó por sorpresa, haciendo que soltara un respingo. Nuevamente se había perdido en sus pensamientos y conjeturas de una manera tan profunda que logró aislarse completamente de la realidad. Su cerebro se centró en lo que pasaba en ese preciso instante: Harry había salido, y le estaba hablando. Los nervios corrieron una vez más por sus venas, llenándola de ansiedad.
- Sí, sí... -Las palabras salían atropelladamente de su boca. Tomó una bocanada de aire para calmarse y agregó:- ¿Qué decidieron?
- Vamos a tomar un descansó, tenemos que despedir a los que se van hoy y anunciar el almuerzo, es solo un segundo antes de seguir...
Pero _________. ya no lo escuchaba, había salido disparada con paso firme hacia el interior de la carpa roja. Adentro se encontraban más personas de la que ella había esperado. Unas doce personas se esparcían adentro de la carpa, algunas aún seguían conjuntas alrededor de la mesa, otras hablaban sin preocupación un poco más allá y otras más ya habían empezado a comer. Eso solo hizo que su cólera creciera incluso más. ¿Cómo ellos podían estar tan relajados cuando sabían que afuera una vida corría peligro? Los miró a todos de hito en hito y todos le devolvieron la mirada. Parecían sorprendidos de que alguien que no formara parte de su grupo hubiera interrumpido allí, como si se tratara de un lugar sagrado y ella lo estuviera profanando. Escuchó unos pasos secos detrás de ella y supo que Harry entró en la carpa. Nadie hablaba, se limitaban a observarla con desconcierto, y ella mirándolos como sí pudiera ver sus almas. El que rompió el silencio fue Niall.
- __________., no deberías estar aquí... -Empezó, pero se calló al ver la mirada de la chica clavada en él.
- Ustedes están comiendo, hablando, riendo, cuando afuera hay alguien que los necesita. -Dijo, conteniendo las lágrimas de rabia en su interior. Su voz era firme y dura.- ¡Actúen, hagan algo por el amor de Dios! ¡No se pueden quedar quietos, sin hacer nada al respecto! ¡Es una vida humana de la que estamos hablando! ¿Lo entienden? ¡UNA VIDA! y ustedes, ustedes mejor que nadie deben saber que mientras discuten torpemente ella pierde tiempo. ¡Y ni siquiera deberían considerarlo! Si no salen, si no la buscamos, la estamos condenando.
Hizo una pausa en busca de alguna respuesta, pero nadie se movió, nadie hizo nada. Se limitaron a respirar y mirarla aún incrédulamente. __________. los miró detenidamente uno por uno, rogando que se dieran cuenta a través de su mirada que tenían que hacer algo. Esta vez Tyron tomó la palabra.
- Verás, hay mucho que tomar en cuenta... -Carraspeó la garganta- Es un camino peligroso, eso nada más para llegar, ¿Luego qué? no sabemos donde la mantienen y el lugar es enorme. Por no mencionar si no sabemos si siquiera está viv...
- ¡No lo diga! No se atreva siquiera a sugerir que está muerta. -Rugió __________. al calvo hombre- Usted hizo que arriesgáramos nuestra vida, la mía, la de Harry, la de Chayanne, la de los gemelos, la de María para ir a buscar a su hija, incluso cuando era zona roja, y lo sabe. -________. se percató de que gritaba, más no bajó el tono- Usted sabe, sabe lo desgarrador que no es tener a alguien a su lado, de no saber si está viva o no... Pero yo sé que lo está, yo sé que está viva, que está resistiendo con todas sus fuerzas. Así que por favor, por favor, no deje que mi mejor amiga muera esperando... No deje...
La garganta se le cerró debido al llanto que empezó a brotar. Maldijo en su interior por haber sido tan débil nuevamente, pero está vez no lo dejó ir más allá. Tragó grueso y se limpió las mejillas. Tenía que ser fuerte.
- Si se quedan sin hacer nada al respecto. Cruzados de brazos, entonces no son mejores que esa gente. Son exactamente igual de desalmados. -Lo dijo con voz temblada, con una calma que incluso le sorprendió a ella.
Se dio media vuelta, lista para salir de allí pues no tenía nada más que agregar, así como tampoco soportaba verles las caras sin que le respondieran, pero entonces Harry la tomó de los brazos, deteniéndola.
- Yo voy con ella, salimos en media hora. El quien quiera, venga con nosotros. Sino, no se atrevan a hablarme nunca más en su vida.
________. se le quedó mirando, estupefacta. Harry salió de la carpa y ella hizo lo mismo, aún sin poder creerlo. El castaño estaba arriesgando su vida para ir junto a ella a rescatar a María, a alguien que ni siquiera era cercano a él. Aquello hizo que llorara otra vez, aunque no tuvo mucho tiempo de hacerlo pues la instante los gemelos, Chayenne, Tyron, Niall y otros tres más que ella no conocía salieron de la carpa.
- Vamos con ustedes.
- No te creo. -Dijo María, dibujando arabescos invisibles en el suelo mientras escuchaba a Jack hablar. El muchacho asintió.
- ¡Es cierto! Me caí del techo, y solamente me raspé la rodilla.
María se había acostumbrado tan solo en tres días a la voz infantil del chico, a la manera en que constantemente hacia muecas con sus cejas o levantaba levemente la comisura del labio al hablar, como sí imitara a alguien. Ya le era familiar el toque de sus dedos larguiruchos de pianista, así como al leve sonido que hacia al caminar con los pies descalzos por la habitación en la que los tenían encerrados. Agradeció que si tenía que esperar a la muerte, fuera con alguien como él. Hacia ya unas tres horas que se habían bebido el contenido de los vasos que llegaron en las bandejas. Eran de in líquido rosado, como jugo de rosas, pero sin sabor alguno. María había notando una instantánea mejoría en su cuerpo al instante en que tomó el primer trago, y para el tiempo en que lo terminó, casi no sentía dolor, aunque las cicatrices seguían allí sobre su piel, como un diario grabado en su cuerpo. Se había preguntado internamente para que los mantenían vivos si al final los matarían. Sin embargo, no quiso hacer la pregunta en voz alta, no quería atormentar a Jack.
Llevaban varios minuto hablando sobre sus vidas anteriores, sobre como eran antes de que todo empezara. María le contó como era de regreso en su mundo. Le contó sobre su familia, sobre sus clases y amigos, sobre como amaba leer y sus artistas preferidos, Jack había escuchado cada detalle con fascinante atención. Ahora era ella la que lo escuchaba.
- Yo vivía alejado de la ciudad, en una granja. -Dijo, moviendo las manos mientras hablaba- Eran una de las pocas que había fuera de aquí, viví allí con mi papá. No teníamos muchos muebles lujosos ni nada por el estilo, no éramos ricos... -Se encogió de hombros- Pero no ser ricos era lo mejor que nos pudo pasar. Teníamos lo justo, y yo tenía un perro. Bingo, gracias a él me caí del tejado, aunque sé que no me crees. -Soltó una risa suave y su mirada se perdió- ¿En tu mundo sucede ese momento del día cuando amanece, y todo se torna oscuro, muy oscuro antes de ver el primer rayo de sol? -María asintió- Ah, pensé que no, pero bueno... Es mi momento preferido. Le fastidiaba a mi papá que me levantara siempre antes del amanecer para verlo, pero no podía perdérmelo.
- Yo suelo dormir mucho... Solía. -Corrigió la castaña con una sonrisa- Recuerdame que un día tengo que ver el amanecer.
- Era bonito vivir allí. -Continuó Jack- Cuando todo explotó y empezó la crisis, yo no sabía mucho, acababa de cumplir los once, pero la devastación tardó en llegar a la granja, vivimos normalmente por mucho más tiempo que las demás personas de la ciudad...
- Jack. -María carraspeó la garganta y dejó de dibujar cosas invisibles para mirarlo- ¿Qué pasó hace dos años aquí?
- Merlius. -El muchacho la miró, había cierto dolor en sus ojos.- Él tenía dos hijas, al principio nadie lo creyó, pero luego las dio a conocer. Son mayores que yo, creo que deben tener unos... Rayos. -Frunció el ceño- Unos 17 o 18. No recuerdo sus rostros, nadie lo hace, solo las mostró una vez, según mi padre, cuando eran bebés. Corrían rumores de que sus hijas no eran humanas, que había algo mal con ellas, y que Merlius haría lo que fuera por solucionarlo. Nunca he visto a Merlius, solo sé lo que mi padre me decía de él. Según mi padre, siempre había sido un hombre corrupto, muy inteligente, pero que había cometido un error aunque tenía gente que lo apoyaba. Hasta que llegó el día en que...
Pero entonces un ruido los interrumpió. María alzó la mirada y su corazón se heló bajo su pecho. Una pequeña ranura se abrió en la pared hasta formar la forma de una puerta, alguien la empujó, interrumpiendo en la habitación. Era uno de ellos llevaba el traje azul oscuro pegado a su piel, así como también el cabello rapado al ras. El miedo la invadió de inmediato, no era una buena señal. Al instante soltó un grito, esperando que el hombre se detuviera más no lo hizo. Iban por ella, era su tiempo, la matarían... Sin embargo los pasos del hombre iban dirigidos hacia Jack.
- ¡NO! -Rugió María.
La chica se abalanzó sobre el pelinegro, cubriéndolo en mayor parte con su cuerpo lo más que podía. Las cadenas enseguida le laceraron la piel de los tobillos, hundiéndose en ella como cuchillos al fuego. El dolor era insoportable, casi cegador, pero ella estaba impulsada por protegerlo. El hombre no se inmutó, agarró al muchacho por un brazo y lo levantó, Jack no puso resistencia, pero María no lo dejaba ir. Se aferró a su pierna con todas sus fuerzas, rugiéndole al hombre que lo dejara ir.
- Suéltame, estaré bien, por favor... -Le pidió Jack con voz suave.
Algo cálido y resbaladizo cayó en su frente. Jack estaba llorando. María pudo sentir como cada pedazo de su alma se quebraba ante la visión y se aferró a él con más ahínco. No se lo podían llevar, ella dijo que lo protegería, que lo haría... El hombre le asestó una patada justo debajo de las costillas, le dolió, pero no le soltó. Jack seguía pidiéndole que lo dejara, que lo hiciera pero ella no lo haría.
- ¡Suéltalo, monstruo, suéltalo! -Gritó, aunque le dolía terriblemente hacerlo- ¡ES SOLO UN NIÑO!
El hombre le asestó otra patada que le terminó de sacar el aire de los pulmones. Su visión se empezaba a nublar victima del dolor insoportable. Sintió como sus manos se abrían poco a poco contra su voluntad, hizo un último intento de retener a Jack entre su agarre pero entonces el hombre hundió algo con fuerza sobre su espalda. El golpe la mareó y finalmente cayó, no lloró, pues no encontraba fuerzas, el dolor era insoportable, hasta un punto más allá de lo normal. Sus ojos captaron el rostro de Jack. Murmuraba algo... algo... "Gracias" eso era lo que murmuraba. Eso fue lo último que vio antes de que el dolor la arrastrara a la inconsciencia.
Letswalkinthesun
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Me encantó
Pobre de jack noooo
siguela cuando puedas linda
Besos y muchos abrazos
Pobre de jack noooo
siguela cuando puedas linda
Besos y muchos abrazos
Invitado
Invitado
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
holaaaaa! volvi, y antes de lo previsto! el suspenso me encanta, pero me deja con tanta intriga que necesito leer! así que pasarme por acá, fue lo primero que hice jajajaja amo tu nove! seguila pronto si? nos leemos en la segunda estrella a la derecha! voy para allá... vos entendes XDDDDD love you!
Invitado
Invitado
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
¡Qué bueno que te halla encantado el cap ! Muchas gracias de verdad por leer la novela Maria <3.
ajshsjs, amarás a Jack ya verás.
Dentro de unos minutitos subo el siguiente capítulo!
Besoos <3.
---------------------.
Rooociiiiii <3. Ohmygod, que bueno que te guste la intriga porque de eso va la novela ajshsjk.
Muchas gracias por pasarte por aquí y leerla, de verdad<3.
Beesoos love you too<3.
ajshsjs, amarás a Jack ya verás.
Dentro de unos minutitos subo el siguiente capítulo!
Besoos <3.
---------------------.
Rooociiiiii <3. Ohmygod, que bueno que te guste la intriga porque de eso va la novela ajshsjk.
Muchas gracias por pasarte por aquí y leerla, de verdad<3.
Beesoos love you too<3.
Letswalkinthesun
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Capitulo 15.
Un ruido hueco invadió sus oídos segundos antes de que surgiera una bandeja con un vaso de líquido rosado encima. María observó el vaso con el mismo desprecio que vio a los cinco anteriores y cerró nuevamente los ojos. No tenía manera de saber que tanto tiempo había transcurrido desde que se llevaron a Jack, y eso solo la estaba desesperando. Intentó guiarse por el medio más fácil que encontró: Contar los segundos. Pero, por más que lo intentaba siempre terminaba perdiendo el conteo, a veces porque la memoria se le iba, vagando por sus recuerdos anteriores, otras porque dejaba que el sueño, el cansancio y el dolor se la llevaran antes de regresar en súbito golpe a la consciencia. Así que la única manera que tenía de intentar medir el tiempo era aquella, ver cuantas veces le enviaban la bebida rosada. Hasta el momento, iban seis. No había probado ni una sola gota de ninguno de los vasos. Se rehusaba a dejar que la sanaran, a dejar que repararan las heridas que ellos mismos habían causado. ¿Cual era el punto? La herían, la dejaban moribunda y luego le enviaban esas bebidas extrañas que la dejaban como nueva. No tenía ningún sentido, en lo absoluto. Aunque su cuerpo chillaba de dolor cada vez que veía que renovaban la bebida por una más nueva y fresca, concentró toda su fuerza de voluntad en no tomarla. Ella estaba segura de que estaba hecha un desastre, pues tosía esporadicamente sangre por la boca, gracias a las patadas bajo sus costillas. Había llegado a un punto en que ya no era completamente consciente del dolor. Sabía que probablemente una de sus costillas estaba rota, así como que tenía golpes por todo el cuerpo, el cabello hecho una maraña de nudos y sangre y la boca rota, ya no lo sentía. El dolor estaba allí, pero su cerebro lo asimilaba como algo común en su organismo. Intentaba con todas sus fuerzas no pensar en Jack, pero le era inútil. La imagen se repetía una y otra vez bajo sus parpados. Los gritos, el llanto, todo. Cada vez, su corazón crujía un poco más. No era justo, pensó, que alguien tan inocente sufriera de esa manera. El ruido metálico del tubo hundiéndose otra vez en el suelo le llegó débilmente a los oídos pues ya empezaba a arrastrarse hacia el abismo de la inconsciencia. No estaba dormida, tampoco despierta. Flotaba en una nube desequilibrada de recuerdos, ruidos, olores y dolor. Flashes de su vida anterior parpadeaban entre la oleada de memorias. El cumpleaños de su hermano, la playa, su colegio, la cocina de su casa un día por la mañana. Eran tantas cosas, hasta que un golpe de dolor la invadió.
- ¿Estás segura? -Era su voz. Su propia voz, era ella la que hablaba, pero era como sí su cuerpo no le perteneciera.
- Sí, al menos eso escuché. -India, una de las que estudiaba con ella alzó los hombros- Vamos, María, ya conoces a los de aquí.
- Lo sé, lo sé. -Hizo una mueca.- Bueno, entonces supongo que nos vemos el viernes.
Estaba en su colegio, en su antigua vida nuevamente. Era ella, su cuerpo, su cabello, sus ojos, su voz, todo, pero no... No era posible.
- ¡María! ¡María!
La castaña podía sentir el dolor desaparecer poco a poco, arrastrándola fuera de su visión. Sintió algo líquido bajarle por la garganta, algo frío. Sin querer, se atragantó, intentando responder. Abrió los ojos de golpe y se inclinó hacia un lado para escupir y lograr respirar nuevamente. Al principio todo era un borrón morado, negro y blanco. Su corazón palpitaba a mil por hora, su cabeza le dolía presa de un dolor nuevo que aún le ardía en la frente. Se llevó una mano hacia la cabeza, presionando suavemente y soltó un suspiro cuando se percató de que al menos no había cortes. Unas manos la tomaron por la espalda e hicieron que involuntariamente echara la cabeza hacia atrás. El rostro de Jack apareció ante ella.
- Tienes que beber esto, anda bebe. -Le insistió. María quiso negarse pero Jack inclinó el vaso en su boca.
El líquido la invadió nuevamente y no tuvo otra opción que tomar. Tragó hasta la última gota que cayó en sus labios. Jack retiró el vaso y esperó, aún sosteniéndola por la espalda. María cerró los ojos, bajo su piel, podía sentir el efecto rápido y calmado de la bebida. El dolor en su cabeza fue el primero en desparecer, seguido por el de sus costillas, sus piernas y por último su labio roto. Aún le quedaban las heridas en la superficie de la piel, sin embargo el dolor ya no existía al menos en su mayor parte. Parpadeó y se sentó lentamente, con cuidado, descubriendo que ya no poseía las cadenas en los tobillos. Miró al chico. Seguía con los mismos cabellos azabache alborotados en la coronilla, los ojos café oscuro y las mejillas redondas, había múltiples moretones extras en su abdomen, igual que su espalda, la cual solo podía ver una parte pero estaba roja, llena de cortes, el chico le ofreció una sonrisa vaga y María se abalanzó sobre el, sin pensarlo dos veces, y lo abrazó.
- Estás vivo... -Murmuró en una mezcla de llanto, risa y alivio. Los brazos larguiruchos del chico le respondieron el abrazo.
- Estoy magullado, pero bien. -Le aseguró con cariño.
María lo estrechó entre sus brazos lo más que pudo hasta que los huesos le dolieron y lo soltó. Dejó que la sensación de alivio, de tranquilidad, de paz, la invadiera siquiera unos segundos antes de alzar la mano y despeinar su cabello. Lo había extraño una barbaridad, y solo hasta ese momento se dio cuenta de que estaría devastada si el chico no estuviera allí con ella.
- ¿Qué te hicieron, Jack? -Preguntó, acurrucándose contra la pared.
- Me interrogaron. -El pelinegro se sentó, pegando la espalda a la pared y suspiró- Yo no tenía las respuestas que querían y entonces... Bueno, ya viste, me golpearon un poco más y me dejaron quieto.
- Jack... -Comenzó a decir, pero el chico negó con la cabeza.
- Eso me lo esperaba, me esperaba algo peor incluso. -Hizo una pausa- Lo que no esperé era que te lanzaras contra el guardia. Gracias, María.
La chica sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. Haría eso mil veces más si eso significaba tenerlo con vida. Le apretó la mano como respuesta y soltó un largo suspiro. Se limpió las lágrimas que aún resbalaban por su mejilla y se giró, mirándolo de frente.
- Jack, vamos a escaparnos. Vamos a salir de aquí.
_________. tenía los vellos del cuello erizados, a la espera. Tenía la vista clavada en un sitio fijo, sin moverla, al igual que Chayenne, la cual estaba igualmente quieta a un lado de ella. Ambas podrían pasar por estatuas sin ningún problema, apenas se notaba el movimiento de su respiración.
Habían caminado todo el día sin parar siquiera un momento, marchando como pequeñas hormigas en una ciudad desierta. Más de una vez estuvieron tentados de abandonar la misión, incluso más cuando, solo a dos horas de haber abandonado el refugio, empezó a llover. La lluvia les había aplacado los ánimos de continuar, era difícil intentar leer los graffitis en la paredes de los edificios, que, según le contó Tyron, era su manera de identificar caminos. Ella veía todos exactamente igual, sin embargo, poco a poco fue entendiendo su sistema. Una flecha rota significaba un camino rojo, un área peligrosa. Dos flechas cruzadas significaba una doble vía, o que más adelante habrían dos caminos por el que tendrían que elegir uno. Un semi-circulo con un triangulo hacia abajo significaba que en esa área se encontraba un refugio. Se encontraron más de una vez por el camino equivocado, y se tuvieron que devolver. Sus pies les dolían rotos gracias a la dura suela de sus botas, estaban aún empapados por la lluvia, hambrientos y con un cargamento pesado a sus espaldas. En realidad, pensó _________., eran bastantes persistentes. Ahora estaban cerca, tan cerca que ella casi podía ver a su mejor amiga nuevamente, viva. El pensamiento la colocó aún más en alerta. Harry, Niall y Tyron habían entrado por un pequeño pasadizo colateral, dejandoles a ella, Chayenne y los gemelos las indicaciones de que esperaran por una señal para entrar. Pero ya llevaban más de quince minutos allá adentro. ________. hizo un pequeño ruido de desesperación.
- ¡¿Por qué no salen aún?! -Rugió por lo bajo, sin despegar la mirada de la altísimas paredes de ladrillo blanco.- Ya deberían haber llegado, hacer algo...
- _________., cálmate -Le pidió Chayenne, echándo un vistazo a su reloj- Dentro de cualquier momento saldrán.
- ¿Qué pasa si los atraparon? Oh por Dios... -_________. ahogó un grito en su garganta y se apartó de la pared.
No podría soportar la idea de que los hubieran descubierto. Ellos tenían que estar bien, tenían que haber llegado y dar la señal en cualquier momento. Su corazón empezó a palpitar más rápido de lo normal, su ansiedad estaba creciendo cada vez más y más. Los minutos pasaban y ellos no salían no daban señal de estar vivos allá adentro. Negó con la cabeza y señaló el lugar.
- Tenemos que entrar. -Dijo, mirando a los gemelos- No podemos seguir perdiendo más tiempo.
- ¿Estás loca? -La mujer despegó la mirada de la pared y la miró con el ceño fruncido- Ellos dijeron que nos quedáramos aquí, no podemos entrar.
- ¡Llevan quince minutos allí! Quizás tuvieron una complicación... -________. clavó la mirada en la mujer- ¿Por qué no podemos? Si ellos pasaron, nosotros también...
- Estás loca. -Sentenció Chayenne, meneando la cabeza- No nos iremos, vamos a esperar, tal y como dijeron.
- ¡Pero...! -Comenzó, sin embargo, algo la calló.
Un ruido suave, tan suave que pudo pasar perfectamente inadvertido. Sin embargo, ella lo notó. Se giró en seco para ver de donde provenía pero no veía de donde. Daniel, uno de los gemelos, levantó la mano hacia uno de los sitios más alejados de la pared.
- Esa es la señal, vamos. -Dijo, saliendo del callejón.
________. sintió un vuelco en el corazón. La discusión entre ella y Chayene se acabó, ahora ambas, junto con Marcus, corrían solo unos pasos más atrás de Daniel. La pelinegra no sabía como iban a llegar allí sin que nadie los viera, pues el pequeño hueco por el que se asomaba la cabellera castaña de Harry parecía increíblemente lejano. De alguna manera lograron cruzar la distancia sin ser vistos. Los gemelos pasaron primero, seguidos por Chayene y luego por _________. Allí se percató de donde había provenido el ruido que ella escuchó: Así abrieron la entrada al lugar. Pasó por entre los escombros y vió por el rabillo del ojo como Harry acomodaba algo antes guiarla a través de un pasillo iluminado que desembocaba hacia una puerta. Los demás estaban reunidos allí.
- ¿Por que se tardaron tanto? -Preguntó _________., recuperando la respiración.
- Demasiados guardias. -Respondió Harry antes de señalar a sus espaldas- Eso disfrazará el hueco por unas horas, pero tenemos que darnos prisa. Vamos a separarnos, Niall y Chayene, Daniel y Marcus, y tu y yo. -Dijo, señalando a ________.- Salgan de aquí en dos horas sino han encontrado a María.
De repente, antes de que ella pudiera siquiera decir algo, todos se dispersaron y pronto quedaron solamente ellos dos en el pasillo. ¿Y que pasaba sino la encontraban en dos horas? Miró a Harry y éste pareció leerle los pensamientos.
- También tengo que protegerlos a ellos. Si pasan dos horas y no la encontramos, tu sales con ellos y yo me quedo. ¿Sí? -_________. asintió- Vale, y una cosa más.
- ¿Qué? Harry, si es otra mala noticia no puedo...
Pero no pudo terminar su frase. Los labios de Harry se posaron sobre los de ella, interrumpiéndola a mitad de frase. Fue un beso intenso, lleno de sentimientos que ella no pudo descifrar. Sus labios se hundieron más en los de ella y pronto todo se detuvo, como una ráfaga de viento. De pronto ya no tenía el suave contacto de sus labios.
- En marcha.
Un ruido hueco invadió sus oídos segundos antes de que surgiera una bandeja con un vaso de líquido rosado encima. María observó el vaso con el mismo desprecio que vio a los cinco anteriores y cerró nuevamente los ojos. No tenía manera de saber que tanto tiempo había transcurrido desde que se llevaron a Jack, y eso solo la estaba desesperando. Intentó guiarse por el medio más fácil que encontró: Contar los segundos. Pero, por más que lo intentaba siempre terminaba perdiendo el conteo, a veces porque la memoria se le iba, vagando por sus recuerdos anteriores, otras porque dejaba que el sueño, el cansancio y el dolor se la llevaran antes de regresar en súbito golpe a la consciencia. Así que la única manera que tenía de intentar medir el tiempo era aquella, ver cuantas veces le enviaban la bebida rosada. Hasta el momento, iban seis. No había probado ni una sola gota de ninguno de los vasos. Se rehusaba a dejar que la sanaran, a dejar que repararan las heridas que ellos mismos habían causado. ¿Cual era el punto? La herían, la dejaban moribunda y luego le enviaban esas bebidas extrañas que la dejaban como nueva. No tenía ningún sentido, en lo absoluto. Aunque su cuerpo chillaba de dolor cada vez que veía que renovaban la bebida por una más nueva y fresca, concentró toda su fuerza de voluntad en no tomarla. Ella estaba segura de que estaba hecha un desastre, pues tosía esporadicamente sangre por la boca, gracias a las patadas bajo sus costillas. Había llegado a un punto en que ya no era completamente consciente del dolor. Sabía que probablemente una de sus costillas estaba rota, así como que tenía golpes por todo el cuerpo, el cabello hecho una maraña de nudos y sangre y la boca rota, ya no lo sentía. El dolor estaba allí, pero su cerebro lo asimilaba como algo común en su organismo. Intentaba con todas sus fuerzas no pensar en Jack, pero le era inútil. La imagen se repetía una y otra vez bajo sus parpados. Los gritos, el llanto, todo. Cada vez, su corazón crujía un poco más. No era justo, pensó, que alguien tan inocente sufriera de esa manera. El ruido metálico del tubo hundiéndose otra vez en el suelo le llegó débilmente a los oídos pues ya empezaba a arrastrarse hacia el abismo de la inconsciencia. No estaba dormida, tampoco despierta. Flotaba en una nube desequilibrada de recuerdos, ruidos, olores y dolor. Flashes de su vida anterior parpadeaban entre la oleada de memorias. El cumpleaños de su hermano, la playa, su colegio, la cocina de su casa un día por la mañana. Eran tantas cosas, hasta que un golpe de dolor la invadió.
- ¿Estás segura? -Era su voz. Su propia voz, era ella la que hablaba, pero era como sí su cuerpo no le perteneciera.
- Sí, al menos eso escuché. -India, una de las que estudiaba con ella alzó los hombros- Vamos, María, ya conoces a los de aquí.
- Lo sé, lo sé. -Hizo una mueca.- Bueno, entonces supongo que nos vemos el viernes.
Estaba en su colegio, en su antigua vida nuevamente. Era ella, su cuerpo, su cabello, sus ojos, su voz, todo, pero no... No era posible.
- ¡María! ¡María!
La castaña podía sentir el dolor desaparecer poco a poco, arrastrándola fuera de su visión. Sintió algo líquido bajarle por la garganta, algo frío. Sin querer, se atragantó, intentando responder. Abrió los ojos de golpe y se inclinó hacia un lado para escupir y lograr respirar nuevamente. Al principio todo era un borrón morado, negro y blanco. Su corazón palpitaba a mil por hora, su cabeza le dolía presa de un dolor nuevo que aún le ardía en la frente. Se llevó una mano hacia la cabeza, presionando suavemente y soltó un suspiro cuando se percató de que al menos no había cortes. Unas manos la tomaron por la espalda e hicieron que involuntariamente echara la cabeza hacia atrás. El rostro de Jack apareció ante ella.
- Tienes que beber esto, anda bebe. -Le insistió. María quiso negarse pero Jack inclinó el vaso en su boca.
El líquido la invadió nuevamente y no tuvo otra opción que tomar. Tragó hasta la última gota que cayó en sus labios. Jack retiró el vaso y esperó, aún sosteniéndola por la espalda. María cerró los ojos, bajo su piel, podía sentir el efecto rápido y calmado de la bebida. El dolor en su cabeza fue el primero en desparecer, seguido por el de sus costillas, sus piernas y por último su labio roto. Aún le quedaban las heridas en la superficie de la piel, sin embargo el dolor ya no existía al menos en su mayor parte. Parpadeó y se sentó lentamente, con cuidado, descubriendo que ya no poseía las cadenas en los tobillos. Miró al chico. Seguía con los mismos cabellos azabache alborotados en la coronilla, los ojos café oscuro y las mejillas redondas, había múltiples moretones extras en su abdomen, igual que su espalda, la cual solo podía ver una parte pero estaba roja, llena de cortes, el chico le ofreció una sonrisa vaga y María se abalanzó sobre el, sin pensarlo dos veces, y lo abrazó.
- Estás vivo... -Murmuró en una mezcla de llanto, risa y alivio. Los brazos larguiruchos del chico le respondieron el abrazo.
- Estoy magullado, pero bien. -Le aseguró con cariño.
María lo estrechó entre sus brazos lo más que pudo hasta que los huesos le dolieron y lo soltó. Dejó que la sensación de alivio, de tranquilidad, de paz, la invadiera siquiera unos segundos antes de alzar la mano y despeinar su cabello. Lo había extraño una barbaridad, y solo hasta ese momento se dio cuenta de que estaría devastada si el chico no estuviera allí con ella.
- ¿Qué te hicieron, Jack? -Preguntó, acurrucándose contra la pared.
- Me interrogaron. -El pelinegro se sentó, pegando la espalda a la pared y suspiró- Yo no tenía las respuestas que querían y entonces... Bueno, ya viste, me golpearon un poco más y me dejaron quieto.
- Jack... -Comenzó a decir, pero el chico negó con la cabeza.
- Eso me lo esperaba, me esperaba algo peor incluso. -Hizo una pausa- Lo que no esperé era que te lanzaras contra el guardia. Gracias, María.
La chica sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. Haría eso mil veces más si eso significaba tenerlo con vida. Le apretó la mano como respuesta y soltó un largo suspiro. Se limpió las lágrimas que aún resbalaban por su mejilla y se giró, mirándolo de frente.
- Jack, vamos a escaparnos. Vamos a salir de aquí.
_________. tenía los vellos del cuello erizados, a la espera. Tenía la vista clavada en un sitio fijo, sin moverla, al igual que Chayenne, la cual estaba igualmente quieta a un lado de ella. Ambas podrían pasar por estatuas sin ningún problema, apenas se notaba el movimiento de su respiración.
Habían caminado todo el día sin parar siquiera un momento, marchando como pequeñas hormigas en una ciudad desierta. Más de una vez estuvieron tentados de abandonar la misión, incluso más cuando, solo a dos horas de haber abandonado el refugio, empezó a llover. La lluvia les había aplacado los ánimos de continuar, era difícil intentar leer los graffitis en la paredes de los edificios, que, según le contó Tyron, era su manera de identificar caminos. Ella veía todos exactamente igual, sin embargo, poco a poco fue entendiendo su sistema. Una flecha rota significaba un camino rojo, un área peligrosa. Dos flechas cruzadas significaba una doble vía, o que más adelante habrían dos caminos por el que tendrían que elegir uno. Un semi-circulo con un triangulo hacia abajo significaba que en esa área se encontraba un refugio. Se encontraron más de una vez por el camino equivocado, y se tuvieron que devolver. Sus pies les dolían rotos gracias a la dura suela de sus botas, estaban aún empapados por la lluvia, hambrientos y con un cargamento pesado a sus espaldas. En realidad, pensó _________., eran bastantes persistentes. Ahora estaban cerca, tan cerca que ella casi podía ver a su mejor amiga nuevamente, viva. El pensamiento la colocó aún más en alerta. Harry, Niall y Tyron habían entrado por un pequeño pasadizo colateral, dejandoles a ella, Chayenne y los gemelos las indicaciones de que esperaran por una señal para entrar. Pero ya llevaban más de quince minutos allá adentro. ________. hizo un pequeño ruido de desesperación.
- ¡¿Por qué no salen aún?! -Rugió por lo bajo, sin despegar la mirada de la altísimas paredes de ladrillo blanco.- Ya deberían haber llegado, hacer algo...
- _________., cálmate -Le pidió Chayenne, echándo un vistazo a su reloj- Dentro de cualquier momento saldrán.
- ¿Qué pasa si los atraparon? Oh por Dios... -_________. ahogó un grito en su garganta y se apartó de la pared.
No podría soportar la idea de que los hubieran descubierto. Ellos tenían que estar bien, tenían que haber llegado y dar la señal en cualquier momento. Su corazón empezó a palpitar más rápido de lo normal, su ansiedad estaba creciendo cada vez más y más. Los minutos pasaban y ellos no salían no daban señal de estar vivos allá adentro. Negó con la cabeza y señaló el lugar.
- Tenemos que entrar. -Dijo, mirando a los gemelos- No podemos seguir perdiendo más tiempo.
- ¿Estás loca? -La mujer despegó la mirada de la pared y la miró con el ceño fruncido- Ellos dijeron que nos quedáramos aquí, no podemos entrar.
- ¡Llevan quince minutos allí! Quizás tuvieron una complicación... -________. clavó la mirada en la mujer- ¿Por qué no podemos? Si ellos pasaron, nosotros también...
- Estás loca. -Sentenció Chayenne, meneando la cabeza- No nos iremos, vamos a esperar, tal y como dijeron.
- ¡Pero...! -Comenzó, sin embargo, algo la calló.
Un ruido suave, tan suave que pudo pasar perfectamente inadvertido. Sin embargo, ella lo notó. Se giró en seco para ver de donde provenía pero no veía de donde. Daniel, uno de los gemelos, levantó la mano hacia uno de los sitios más alejados de la pared.
- Esa es la señal, vamos. -Dijo, saliendo del callejón.
________. sintió un vuelco en el corazón. La discusión entre ella y Chayene se acabó, ahora ambas, junto con Marcus, corrían solo unos pasos más atrás de Daniel. La pelinegra no sabía como iban a llegar allí sin que nadie los viera, pues el pequeño hueco por el que se asomaba la cabellera castaña de Harry parecía increíblemente lejano. De alguna manera lograron cruzar la distancia sin ser vistos. Los gemelos pasaron primero, seguidos por Chayene y luego por _________. Allí se percató de donde había provenido el ruido que ella escuchó: Así abrieron la entrada al lugar. Pasó por entre los escombros y vió por el rabillo del ojo como Harry acomodaba algo antes guiarla a través de un pasillo iluminado que desembocaba hacia una puerta. Los demás estaban reunidos allí.
- ¿Por que se tardaron tanto? -Preguntó _________., recuperando la respiración.
- Demasiados guardias. -Respondió Harry antes de señalar a sus espaldas- Eso disfrazará el hueco por unas horas, pero tenemos que darnos prisa. Vamos a separarnos, Niall y Chayene, Daniel y Marcus, y tu y yo. -Dijo, señalando a ________.- Salgan de aquí en dos horas sino han encontrado a María.
De repente, antes de que ella pudiera siquiera decir algo, todos se dispersaron y pronto quedaron solamente ellos dos en el pasillo. ¿Y que pasaba sino la encontraban en dos horas? Miró a Harry y éste pareció leerle los pensamientos.
- También tengo que protegerlos a ellos. Si pasan dos horas y no la encontramos, tu sales con ellos y yo me quedo. ¿Sí? -_________. asintió- Vale, y una cosa más.
- ¿Qué? Harry, si es otra mala noticia no puedo...
Pero no pudo terminar su frase. Los labios de Harry se posaron sobre los de ella, interrumpiéndola a mitad de frase. Fue un beso intenso, lleno de sentimientos que ella no pudo descifrar. Sus labios se hundieron más en los de ella y pronto todo se detuvo, como una ráfaga de viento. De pronto ya no tenía el suave contacto de sus labios.
- En marcha.
Letswalkinthesun
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
awwwww la BESO quiero mas quiero mas quiero mas esta novela esta de ataque me ENCANTA sube mas pronto please:ilusion:
isabellita102
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Hola nueva lectora reportandose me encanta esta novela es muy Ajasdjsdkjakdjaskaksd preciosa SIGUELA PRONTO :canto:
LilyStyles
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
NUEVA LECTORA
ME ENCANTA ESTA NOVE
SIGUELA PLEASE
NO LA DEJES ASI
HAZZA LA BESO
LA BESO
LA BESO
QUE EMOCION
:enamorado:
Karen20
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Ho jack no murió no murió que alegría
Pero lo que si me impacto fue que harry la beso osea la beso awww que lindo me encantó cada día haces que me enamoré más de tu novela
Siguela cuando puedas linda
Besos muchos besos
Pero lo que si me impacto fue que harry la beso osea la beso awww que lindo me encantó cada día haces que me enamoré más de tu novela
Siguela cuando puedas linda
Besos muchos besos
Invitado
Invitado
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Ohpordios, ¡Gracias Isabela! Qué bueno que te guste tanto la novela ajshs, en serio, muchas gracias por leer<3. ¡Dentro de unos minutos subo el siguiente cap!
---------.
¡Hola Lily! Bienvenida a la novela, muchas gracias por leer<2. Me alegra mucho que te halla gustado ainss *-*-* Besooos!
----------.
Hello Karen, bienvenida a la novelita n_n!
Jhajshs, ¡QUÉ BUENO QUE TE GUSTE LA NOVELA !
Muchas gracias por leer y comentar, besoos<3.
--------------.
Maríaaaaa<3. Lo sé, ya puedes respirar, Jack sigue vivo :D!
Qué bueno que te halla gustado el capítulo! De verdad muchisimas gracias por leer y por siempre comentar cosas tan geniales<3.
Subiré el capitulo dentro de unos minutitos.
Beesoos :love:
---------.
¡Hola Lily! Bienvenida a la novela, muchas gracias por leer<2. Me alegra mucho que te halla gustado ainss *-*-* Besooos!
----------.
Hello Karen, bienvenida a la novelita n_n!
Jhajshs, ¡QUÉ BUENO QUE TE GUSTE LA NOVELA !
Muchas gracias por leer y comentar, besoos<3.
--------------.
Maríaaaaa<3. Lo sé, ya puedes respirar, Jack sigue vivo :D!
Qué bueno que te halla gustado el capítulo! De verdad muchisimas gracias por leer y por siempre comentar cosas tan geniales<3.
Subiré el capitulo dentro de unos minutitos.
Beesoos :love:
Letswalkinthesun
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Capitulo 16.
- Tiene que haber un modo de salir de aquí.
María suspiró y se alejó de la pared en la que estaba apoyada. Había intentando de todo para abrir un hueco en la habitación, o descubrir la puerta por la cual entró el guardia cuando se llevaron a Jack, pero todo era en vano. Las paredes seguían cerradas, sin siquiera un rasguño. Los puños les dolían y, aunque no querían admitirlo, su confianza empezaba a flaquear. Quizás no saldrían de allí.
- La hay. -Jack se levantó del suelo. Era un poco más bajo que la castaña- Solo que no la hemos descubierto aún.
- Ya eso lo sé. -Murmuró la chica, paseando la mirada por la habitación- ¿Por qué nos mantendrían con vida? Digo, tiene que haber una manera, ¿Cierto? De que vean cuando necesitamos los vasos, cuando estamos hambrientos...
- ¿Qué quieres decir? -De pronto, Jack se sentía mucho más curioso sobre lo que ella hablaba.
- Piensa. La comida que nos envían, los vasos que nos dan cuando estamos débiles, como los cambian si no están frescos... Tiene que haber una manera de que sepan cuando necesitamos comer o beber. No están viendo.
Jack pudo sentir como todo encajaba lentamente. Todo lo que ella decía era cierto, no les enviaban comida siempre, en realidad, solo lo hacían cuando ellos estaban quietos, hambrientos. Los vasos tampoco aparecían tan fácilmente, solo llegaban cuando ellos estaban heridos, cuando no podían siquiera levantarse del suelo. Además, ¿Cómo iban a saber si habían comido o no, sino lo estaban viendo? Alzó la mirada hacia el techo, las paredes, incluso la paseó por el suelo. Entonces lo vio. Era algo pequeño, tanto que fácilmente pudo haber pasado desapercibido, pero allí estaba, tenía que ser. Donde aún relucían las flácidas cadenas doradas, pegado a la pared, había un diminuto círculo del mismo color. De repente, encontró una falla en el plan.
- Si no están viendo, nos están escuchando. Deben saber que queremos escapar. -Dijo sin mucho ánimo.
- Hay que intentarlo. No creo que no escuchen, creo que solo nos ven... O ya hubieran intentado colocarnos las cadenas nuevamente. -María suspiró y se dejó caer en el suelo- Sígueme el juego, tenemos que intentar.
Se tumbó contra la pared, lo suficientemente lejos para no tapar el dispositivo e intentó lucir el mejor rostro de cansancio, dolor y sufrimiento que pudo fingir. Se retorció sobre ella misma, hecha un ovillo sobre el suelo, con las piernas presionadas contra las costillas y la cara recostada sobre las rodillas. Jack la observó, y creyó por un momento que en realidad se sentía débil. Vaya que era buena. Se sentó a su costado, rodeándola con un brazo al tiempo que simulaba preocupación y consuelo. No tuvieron que actuar mucho tiempo, pues a los pocos minutos dos cilindros aparecieron, surgiendo del suelo junto con sus bebidas color rosa pálido.
- ¿Ahora qué hacemos? -Murmuró Jack, mirando fijamente los vasos.
- Beberlos. -María se levantó con lentitud y pesadez, se puso de pie y agregó- Intenta ponerte donde la cámara no te capte.
El chico asintió, y, aún siguiendo con la actuación, la tomó de un brazo para ayudarla a caminar. María hizo lo propio y se apoyó en él, fingiendo lo mejor que podía un dolor inexistente. Cuando estuvieron lo bastante cerca de los cilindros se colocaron detrás de los mismos, tomaron el vaso y tragaron hasta la última gota. El efecto surgió; en realidad no se sentían mal, pero ahora estaban repletos de energía. Dejaron los vasos vacíos nuevamente sobre el cilindro.
- Ahora. -Murmuró María, agachándose detrás del mismo y abrazándolo con ambas manos.
Jack se sorprendió, sin embargo hizo lo mismo, abrazando al cilindro restante. María solo esperaba que aquello funcionara, de otra manera, quedaría sin ideas. Esperaron pacientemente, tan pegados al cilindro que el frío que desprendía el material se les pegaba a la piel. Solamente pasaron segundos, aunque a ellos les pareció una eternidad antes de que sintieran la leve vibración. Los cilindros empezaron a bajar lentamente. Cuando casi se los había tragado el suelo saltaron sobre ellos, agachados lo más que podían. El hueco en el suelo se abría ante ellos. Jack le dio una última mirada a María antes de que el suelo los engullera y cerrara sobre sus cabezas. La oscuridad se los tragó. No se escuchaba o se veía nada, solamente se sentía el leve movimiento de los cilindros. La castaña notó un leve tambaleo y luego: Luz.
Era una luz amarilla y mortecina, debían de estar en algún nivel inferior del lugar. Al instante sus ojos se encontraron con los de Jack, el cual estaba tan sorprendido como ella. Se bajaron de un saltito de los cilindros. Estaban en una habitación vacía, pintada de un color completamente blanco. Solo estaban ellos y los cilindros que les sirvieron de escapatoria. Aunque estaban emocionados por haber logrado salir de allí, aún quedaba mucho camino.
- ¿Ahora hacia donde? -Preguntó Jack, mirando a todos lados.
María no había pensado en eso. No había pensado en que harían una vez que lograran abandonar la habitación. En realidad, seguía sorprendida que hubieran llegado tan lejos. Sin embargo no tuvo tiempo de responder, el sonido de gritos la invadieron. Tenían que moverse. Jack la agarró de la mano y la jaló con él. Para ser un chico flacucho de trece años, era bastante fuerte.
- Vamos, vamos. -La apremió.
Salieron disparados por la primera puerta que se atravesó en su camino. Cuando la abrieron, se percataron del pandemónium que había afuera.
_______. caminaba como una alma errante detrás de Harry, tan pegada a él como una sombra. El castaño le había dado dos reglas básicas antes de adentrarse en aquel lugar: Que no se separa de él y que gritara si alguien la cogía por sorpresa. Por los momentos, estaba cumpliendo muy bien ambas, aunque por suerte nadie se había topado en su camino. Los pasillos laterales por los que transitaban estaban completamente vacíos, a excepción de una o dos personas que aún estaban allí. Chayenne había creado una distracción en el patio central de aquella fortaleza, tirando un explosivo que, si bien no destruyó casi nada, causó la suficiente conmoción para atraer toda la atención allí y despejar el resto del lugar. También habían tirado varias bombas de gas esparcidas sin ningún orden por el resto del sitio. _______. caminaba atenta a todo lo que ocurría a su alrededor, cuando pasaron por una de las barandas, corriendo tan rápido como se les hizo posible, miró hacia abajo, intentando reconocer los rostros de las personas, más no reconoció a nadie. No sabían donde se encontraban los demás, solo esperaba encontrar a su amiga y que todos salieran de allí ilesos. El castaño se adentró en una habitación y ella lo siguió, desembocando en una escalera caracol. ________. la reconoció al instante.
- ¡Para, para! -Gritó, jalándolo por la camisa para que se detuviera.
Harry casi se cayó hacia atrás, en parte debido a que lo cogió completamente desprevenido, en parte a la fuerza del jalón. Se tambaleó levemente hasta que se logró equilibrar. Bajó la mirada hacia _______. y frunció el ceño, confundido.
- ¿Qué sucede, estás herida? -Preguntó, evaluándola con la mirada.
______. pudo sentir como al instante su corazón se aceleraba, como la sangre le inundaba las mejillas y el recuerdo del beso la golpeó nuevamente. Fue tan rápido, tan fugaz e inesperado que apenas tuvo tiempo de apreciarlo, además, siguieron como si nada. ¿De que estaba hablando? Había una guerra allá fuera y ella solo pensaba en un beso. Se reprochó a si misma por eso y despejó sus pensamientos antes de hablar.
- Conozco éstas escaleras, se activan en contacto con la suela del zapato, tenemos que bajar descalzos. -Dijo antes de descalzarse ambas botas y cogerlas con la mano- Anda, has lo mismo. -Lo apremió al ver que no se movía.
- Perdón, es que no estoy acostumbrado a recibir órdenes. -Bromeó antes de hacer lo mismo.- Gracias. -Agregó.
Bajaron los escalones rápidamente, corriendo. Cuando llegaron al rellano en el que terminaba la escalera se tomaron un par de segundos para volver a colocarse el calzado. Harry se acercó lentamente a la siguiente puerta, y se detuvo para mirarla.
- No te separes de mí. -Repitió, mirando a __________. Ella asintió con la cabeza.
- No lo haré.
Afuera todo era una masa de confusión de personas corriendo de un lado al otro, gas esparcido y pequeños objetos destruidos en el suelo. Harry se deslizó por el costado derecho de la pared, seguido por _______. Ella intentaba recordar donde quedaba el gran salón en el que tuvieron la cena con Merlius, pues algo le decía que él estaría allí, pero le era inútil, no reconocía ninguna de las puertas entre tanto caos. Siguieron corriendo, al parecer Harry solo quería salir de la zona central y ubicarse en un lugar donde tuvieran más visibilidad de todo el patio central.
- ¿A donde vamos? -Le preguntó la chica, siguiéndolo de cerca. Harry se detuvo para mirarla.
- Creo saber donde la tienen, pero queda lejos y solo nos quedan diez minutos. -Le respondió- Vam...
Pero no pudo terminar su frase. Un ruido estruendoso seguido de una oleada lejana de calor los invadió. Al principio _________. llegó a pensar que se había quemado, pues sentía la piel ardiéndole a causa del explosivo lanzado cerca de ellos, sin embargo, estaba intacta, al igual que Harry. Para su sorpresa, el chico la cogió de la mano. Por primera vez, ella se percató de la genuina preocupación en sus ojos, de como nuevamente parecía mucho mayor de lo que era. Como si hubiera vivido mil vidas; una peor que la otra.
- Tenemos que irnos. -Dijo, jalándola.
________. se quedó estupefacta, sin moverse. ¿Irse? no habían encontrado María, no había... Ella no podía irse, de ninguna manera. Se quedó plantada sin hacer nada y Harry volvió a jalarla sin hacerle daño, más no la movió.
- ________. tenemos que irnos, tengo que sacarte de aquí. -_______. lo escuchó, más no se movió.
- Yo no me voy de aquí sin haber encontrado a María.
- Por favor... -Otro explosivo resonó cerca de ellos. Harry soltó una maldición y sin pensarlo dos veces la levantó del suelo- Te sacaré de aquí, así sea a rastras.
A ella la tomó completamente por sorpresa ese movimiento. De repente se encontró en el aire, cargada en el hombro del castaño. Pataleó y chilló, pero él no la soltó mientras caminaba hacia adelante.
- ¡Suéltame, HARRY SUÉLTAME! -Rugió, realmente enfadada.
Harry la llevó cargada hasta el pasillo más cercano antes de bajarla y se plantó frente a ella con el rostro increíblemente serio.
- Vale, detente. No te voy a dejar aquí, ¿Entiendes? Joder, te llevaré afuera y regresaré yo por ella, tal como dije al principio. Pero tú no te vas a quedar aquí ni un momento más, ________. -Dijo con la voz calmada, pero igualmente seria.
- ¿Por qué no? Harry, ella es mi mejor amiga... -Él negó con la cabeza.
- Porque no soportaría saber que saliste herida por mi culpa.
Se detuvieron en seco cuando el tercer explosivo resonó a unos cuantos metros de ellos. Estaban semi escondidos en una habitación en la que recién habían entrado cuando sonó. María sentía que sus piernas no daban para más, su respiración estaba agitada, tenía sudor por todo su abdomen, bajo el incomodo vestido blanco desgarrado y manchado que tenía puesto. Sin quererlo, echó un vistazo hacia afuera, no se podía ver mucho, más pudo captar una que otra persona herida, ninguna que ella reconociera. Ladeó la mirada y se encontró con el rostro de Jack. El chico tenía una expresión de auténtico terror en su rostro, lleno de miedo. María se dio cuenta entonces de que en realidad él no era más que un niño, que apenas tenía trece años y debía de estar mucho más conmocionado por todo eso que ella. Lo rodeo con un brazo y él retiró la mirada de la escena para verla a ella.
- Vamos a salir de aquí. -Le dijo, sonriendo levemente.
Aunque él no lo dijo, le agradeció por el gesto. Cerraron la puerta detrás de ellos y observaron la habitación que se abría a su alrededor. María la reconoció: Era el salón donde cenaron. Su cerebro recordó esa noche, al igual que recordó la puerta que se encontraba justo detrás de la larga mesa de cristal. Sus energías subieron al tope.
- ¿María? -Murmuró Jack y la movió por los hombros al ver que no reaccionaba. Ella asintió.
- Esa puerta, por ahí hay una salida. -Dijo sin preocuparse en que la esperanza se filtrara por su voz.
Corrieron nuevamente hacia allí. Parecía que ya nadie caminaba, todos corrían, por el motivo que fuera, pero lo hacían. Al pasar la puerta se encontraron con la rotonda de paredes blancas y pasillos del mismo color que ella ya conocía. Lo guió por el que ella pensó era el correcto y con todas sus energías corrieron por el. Ella podía sentirlo, estaban tan cerca, tan cerca... La puerta de hierro se alzó ante ellos y ella la empujó. Ni siquiera se molestó en pensar que quizás estuviera cerrada, pues no era una posibilidad para ella. Cuando entró, chocó de lleno con alguien. Estuvo a punto de pensar que fue Jack, sin embargo, cuando fijó la mirada, los cabellos rubios se adueñaron de sus ojos.
Niall la tomó por los brazos, evitando que se cayera y la sujetó. Estaban tan cerca, tan increíblemente cera, ella podía sentir su aliento pegándole en el rostro, el suave cosquilleo de la yema de sus dedos en sus brazos... Y entonces se zafó.
- Estás viva. -La voz de Niall estaba llena de alivio. Los ojos azules del rubio centellaron- ¿Qué te hicieron, María? -Sus ojos la recorrieron, llenos de dolor. Ella sabia que debía de lucir horrible, llena de sangre, cortaduras y moretones. Niall dio un paso hacia adelante y la castaña se echó hacia atrás.
- No me toques... -Murmuró, y estiró un brazo para tomar a Jack de modo protectivo- Ni a él.
- ¿Quién es...? -Niall los veía lleno de confusión- No voy a hacerles daño. Tú me conoces...
- ¡Me entregaste a ellos! ¡Y no volviste por mi! -Gritó María. Jack intentó calmarla pero no lo logró- Yo confiaba en ti, ¿Sabes? Confiaba a ciegas.
Chaneye y los gemelos aparecieron, asomando la cabeza entre los escombros del hueco gigante en la pared. María apretó la mano de Jack, de repente empezó a sentirse increíblemente débil. Al igual que él.
- María... Te explicaré todo más tarde, te lo juro. Pero tenemos que salir de aquí. -Le pidió con voz suplicante. Ella asintió.
- Saca a Jack. Yo puedo caminar, él está débil... -Dijo, y empezó a caminar.
Niall no replicó y dejó que Jack se apoyara en él para caminar. Con la mano libre ayudó a María también. Él sabia porque lo estaba tratando así, porque no lo dejaba ayudar, pero ¿Cómo le explicaría? El único que sabía la verdad era Harry, nadie más. Pero él no quería ganarse su odio, quería su confianza. Lograron atravesar el hueco en la pared y el aire libre los atravesó a los tres como un suspiro. Se sentía tan bien. Los demás ya iban más adelantados que ellos. María caminaba pesadamente, al igual que Jack, semi apoyados en Niall, sin embargo lograron llegar hasta un callejón vacío. Al instante se tumbó en el suelo junto con el chico que cayó apoyado en sus hombros. Era más que obvio que el efecto de las bebidas rosadas estaba pasando y que el agotamiento se estaba apoderando de ellos.
- Lo logramos. -Murmuró el pelinegro, cansado. María hizo un intento de sonrisa.
- Lo hicimos.
Apretó la mano de su nuevo amigo entre la de ella y se quedó quieta mientras Niall hablaba con Chayene y los demás sobre como regresarían al refugio. Levantó la mano libre para tomar del agua que el rubio le ofreció y luego se la pasó a Jack. El muchacho estaba tan o más cansado que ella, sin embargo el agua lo reanimó un poco. Cerró los ojos y se apoyó nuevamente en el hombro de ella.
- Hey, Jack, abre los ojos... -María lo removió levemente.
- ¿Qué? -El pelinegro se incorporó lentamente sin saber que quería ella.
- Está amaneciendo.
Los ojos de ambos se fijaron en el firmamento. El cielo empezaba a tornarse de un color naranja, rompiendo con la oscuridad poco a poco, lentamente a medida que el sol avanzaba. Se tomaron de las manos. María pudo notar que Jack estaba llorando, pero supo que no era un llanto de tristeza, sino de felicidad por volver a ver el amanecer. Ella le sonrió aunque supo que el chico no la vio pues seguía con la vista pegada al cielo y volvió la mirada para mirar a Niall. El rubio sintió la mirada de ella sobre él y la observó sin decir nada. María no lo odiaba, estaba dispuesta a dejar que le explicara todo.
Una mano en su hombro hizo que despegara la mirada y una cabellera negra se abalanzó sobre ella. _______. la abrazó.
- ¡María!
- Tiene que haber un modo de salir de aquí.
María suspiró y se alejó de la pared en la que estaba apoyada. Había intentando de todo para abrir un hueco en la habitación, o descubrir la puerta por la cual entró el guardia cuando se llevaron a Jack, pero todo era en vano. Las paredes seguían cerradas, sin siquiera un rasguño. Los puños les dolían y, aunque no querían admitirlo, su confianza empezaba a flaquear. Quizás no saldrían de allí.
- La hay. -Jack se levantó del suelo. Era un poco más bajo que la castaña- Solo que no la hemos descubierto aún.
- Ya eso lo sé. -Murmuró la chica, paseando la mirada por la habitación- ¿Por qué nos mantendrían con vida? Digo, tiene que haber una manera, ¿Cierto? De que vean cuando necesitamos los vasos, cuando estamos hambrientos...
- ¿Qué quieres decir? -De pronto, Jack se sentía mucho más curioso sobre lo que ella hablaba.
- Piensa. La comida que nos envían, los vasos que nos dan cuando estamos débiles, como los cambian si no están frescos... Tiene que haber una manera de que sepan cuando necesitamos comer o beber. No están viendo.
Jack pudo sentir como todo encajaba lentamente. Todo lo que ella decía era cierto, no les enviaban comida siempre, en realidad, solo lo hacían cuando ellos estaban quietos, hambrientos. Los vasos tampoco aparecían tan fácilmente, solo llegaban cuando ellos estaban heridos, cuando no podían siquiera levantarse del suelo. Además, ¿Cómo iban a saber si habían comido o no, sino lo estaban viendo? Alzó la mirada hacia el techo, las paredes, incluso la paseó por el suelo. Entonces lo vio. Era algo pequeño, tanto que fácilmente pudo haber pasado desapercibido, pero allí estaba, tenía que ser. Donde aún relucían las flácidas cadenas doradas, pegado a la pared, había un diminuto círculo del mismo color. De repente, encontró una falla en el plan.
- Si no están viendo, nos están escuchando. Deben saber que queremos escapar. -Dijo sin mucho ánimo.
- Hay que intentarlo. No creo que no escuchen, creo que solo nos ven... O ya hubieran intentado colocarnos las cadenas nuevamente. -María suspiró y se dejó caer en el suelo- Sígueme el juego, tenemos que intentar.
Se tumbó contra la pared, lo suficientemente lejos para no tapar el dispositivo e intentó lucir el mejor rostro de cansancio, dolor y sufrimiento que pudo fingir. Se retorció sobre ella misma, hecha un ovillo sobre el suelo, con las piernas presionadas contra las costillas y la cara recostada sobre las rodillas. Jack la observó, y creyó por un momento que en realidad se sentía débil. Vaya que era buena. Se sentó a su costado, rodeándola con un brazo al tiempo que simulaba preocupación y consuelo. No tuvieron que actuar mucho tiempo, pues a los pocos minutos dos cilindros aparecieron, surgiendo del suelo junto con sus bebidas color rosa pálido.
- ¿Ahora qué hacemos? -Murmuró Jack, mirando fijamente los vasos.
- Beberlos. -María se levantó con lentitud y pesadez, se puso de pie y agregó- Intenta ponerte donde la cámara no te capte.
El chico asintió, y, aún siguiendo con la actuación, la tomó de un brazo para ayudarla a caminar. María hizo lo propio y se apoyó en él, fingiendo lo mejor que podía un dolor inexistente. Cuando estuvieron lo bastante cerca de los cilindros se colocaron detrás de los mismos, tomaron el vaso y tragaron hasta la última gota. El efecto surgió; en realidad no se sentían mal, pero ahora estaban repletos de energía. Dejaron los vasos vacíos nuevamente sobre el cilindro.
- Ahora. -Murmuró María, agachándose detrás del mismo y abrazándolo con ambas manos.
Jack se sorprendió, sin embargo hizo lo mismo, abrazando al cilindro restante. María solo esperaba que aquello funcionara, de otra manera, quedaría sin ideas. Esperaron pacientemente, tan pegados al cilindro que el frío que desprendía el material se les pegaba a la piel. Solamente pasaron segundos, aunque a ellos les pareció una eternidad antes de que sintieran la leve vibración. Los cilindros empezaron a bajar lentamente. Cuando casi se los había tragado el suelo saltaron sobre ellos, agachados lo más que podían. El hueco en el suelo se abría ante ellos. Jack le dio una última mirada a María antes de que el suelo los engullera y cerrara sobre sus cabezas. La oscuridad se los tragó. No se escuchaba o se veía nada, solamente se sentía el leve movimiento de los cilindros. La castaña notó un leve tambaleo y luego: Luz.
Era una luz amarilla y mortecina, debían de estar en algún nivel inferior del lugar. Al instante sus ojos se encontraron con los de Jack, el cual estaba tan sorprendido como ella. Se bajaron de un saltito de los cilindros. Estaban en una habitación vacía, pintada de un color completamente blanco. Solo estaban ellos y los cilindros que les sirvieron de escapatoria. Aunque estaban emocionados por haber logrado salir de allí, aún quedaba mucho camino.
- ¿Ahora hacia donde? -Preguntó Jack, mirando a todos lados.
María no había pensado en eso. No había pensado en que harían una vez que lograran abandonar la habitación. En realidad, seguía sorprendida que hubieran llegado tan lejos. Sin embargo no tuvo tiempo de responder, el sonido de gritos la invadieron. Tenían que moverse. Jack la agarró de la mano y la jaló con él. Para ser un chico flacucho de trece años, era bastante fuerte.
- Vamos, vamos. -La apremió.
Salieron disparados por la primera puerta que se atravesó en su camino. Cuando la abrieron, se percataron del pandemónium que había afuera.
_______. caminaba como una alma errante detrás de Harry, tan pegada a él como una sombra. El castaño le había dado dos reglas básicas antes de adentrarse en aquel lugar: Que no se separa de él y que gritara si alguien la cogía por sorpresa. Por los momentos, estaba cumpliendo muy bien ambas, aunque por suerte nadie se había topado en su camino. Los pasillos laterales por los que transitaban estaban completamente vacíos, a excepción de una o dos personas que aún estaban allí. Chayenne había creado una distracción en el patio central de aquella fortaleza, tirando un explosivo que, si bien no destruyó casi nada, causó la suficiente conmoción para atraer toda la atención allí y despejar el resto del lugar. También habían tirado varias bombas de gas esparcidas sin ningún orden por el resto del sitio. _______. caminaba atenta a todo lo que ocurría a su alrededor, cuando pasaron por una de las barandas, corriendo tan rápido como se les hizo posible, miró hacia abajo, intentando reconocer los rostros de las personas, más no reconoció a nadie. No sabían donde se encontraban los demás, solo esperaba encontrar a su amiga y que todos salieran de allí ilesos. El castaño se adentró en una habitación y ella lo siguió, desembocando en una escalera caracol. ________. la reconoció al instante.
- ¡Para, para! -Gritó, jalándolo por la camisa para que se detuviera.
Harry casi se cayó hacia atrás, en parte debido a que lo cogió completamente desprevenido, en parte a la fuerza del jalón. Se tambaleó levemente hasta que se logró equilibrar. Bajó la mirada hacia _______. y frunció el ceño, confundido.
- ¿Qué sucede, estás herida? -Preguntó, evaluándola con la mirada.
______. pudo sentir como al instante su corazón se aceleraba, como la sangre le inundaba las mejillas y el recuerdo del beso la golpeó nuevamente. Fue tan rápido, tan fugaz e inesperado que apenas tuvo tiempo de apreciarlo, además, siguieron como si nada. ¿De que estaba hablando? Había una guerra allá fuera y ella solo pensaba en un beso. Se reprochó a si misma por eso y despejó sus pensamientos antes de hablar.
- Conozco éstas escaleras, se activan en contacto con la suela del zapato, tenemos que bajar descalzos. -Dijo antes de descalzarse ambas botas y cogerlas con la mano- Anda, has lo mismo. -Lo apremió al ver que no se movía.
- Perdón, es que no estoy acostumbrado a recibir órdenes. -Bromeó antes de hacer lo mismo.- Gracias. -Agregó.
Bajaron los escalones rápidamente, corriendo. Cuando llegaron al rellano en el que terminaba la escalera se tomaron un par de segundos para volver a colocarse el calzado. Harry se acercó lentamente a la siguiente puerta, y se detuvo para mirarla.
- No te separes de mí. -Repitió, mirando a __________. Ella asintió con la cabeza.
- No lo haré.
Afuera todo era una masa de confusión de personas corriendo de un lado al otro, gas esparcido y pequeños objetos destruidos en el suelo. Harry se deslizó por el costado derecho de la pared, seguido por _______. Ella intentaba recordar donde quedaba el gran salón en el que tuvieron la cena con Merlius, pues algo le decía que él estaría allí, pero le era inútil, no reconocía ninguna de las puertas entre tanto caos. Siguieron corriendo, al parecer Harry solo quería salir de la zona central y ubicarse en un lugar donde tuvieran más visibilidad de todo el patio central.
- ¿A donde vamos? -Le preguntó la chica, siguiéndolo de cerca. Harry se detuvo para mirarla.
- Creo saber donde la tienen, pero queda lejos y solo nos quedan diez minutos. -Le respondió- Vam...
Pero no pudo terminar su frase. Un ruido estruendoso seguido de una oleada lejana de calor los invadió. Al principio _________. llegó a pensar que se había quemado, pues sentía la piel ardiéndole a causa del explosivo lanzado cerca de ellos, sin embargo, estaba intacta, al igual que Harry. Para su sorpresa, el chico la cogió de la mano. Por primera vez, ella se percató de la genuina preocupación en sus ojos, de como nuevamente parecía mucho mayor de lo que era. Como si hubiera vivido mil vidas; una peor que la otra.
- Tenemos que irnos. -Dijo, jalándola.
________. se quedó estupefacta, sin moverse. ¿Irse? no habían encontrado María, no había... Ella no podía irse, de ninguna manera. Se quedó plantada sin hacer nada y Harry volvió a jalarla sin hacerle daño, más no la movió.
- ________. tenemos que irnos, tengo que sacarte de aquí. -_______. lo escuchó, más no se movió.
- Yo no me voy de aquí sin haber encontrado a María.
- Por favor... -Otro explosivo resonó cerca de ellos. Harry soltó una maldición y sin pensarlo dos veces la levantó del suelo- Te sacaré de aquí, así sea a rastras.
A ella la tomó completamente por sorpresa ese movimiento. De repente se encontró en el aire, cargada en el hombro del castaño. Pataleó y chilló, pero él no la soltó mientras caminaba hacia adelante.
- ¡Suéltame, HARRY SUÉLTAME! -Rugió, realmente enfadada.
Harry la llevó cargada hasta el pasillo más cercano antes de bajarla y se plantó frente a ella con el rostro increíblemente serio.
- Vale, detente. No te voy a dejar aquí, ¿Entiendes? Joder, te llevaré afuera y regresaré yo por ella, tal como dije al principio. Pero tú no te vas a quedar aquí ni un momento más, ________. -Dijo con la voz calmada, pero igualmente seria.
- ¿Por qué no? Harry, ella es mi mejor amiga... -Él negó con la cabeza.
- Porque no soportaría saber que saliste herida por mi culpa.
Se detuvieron en seco cuando el tercer explosivo resonó a unos cuantos metros de ellos. Estaban semi escondidos en una habitación en la que recién habían entrado cuando sonó. María sentía que sus piernas no daban para más, su respiración estaba agitada, tenía sudor por todo su abdomen, bajo el incomodo vestido blanco desgarrado y manchado que tenía puesto. Sin quererlo, echó un vistazo hacia afuera, no se podía ver mucho, más pudo captar una que otra persona herida, ninguna que ella reconociera. Ladeó la mirada y se encontró con el rostro de Jack. El chico tenía una expresión de auténtico terror en su rostro, lleno de miedo. María se dio cuenta entonces de que en realidad él no era más que un niño, que apenas tenía trece años y debía de estar mucho más conmocionado por todo eso que ella. Lo rodeo con un brazo y él retiró la mirada de la escena para verla a ella.
- Vamos a salir de aquí. -Le dijo, sonriendo levemente.
Aunque él no lo dijo, le agradeció por el gesto. Cerraron la puerta detrás de ellos y observaron la habitación que se abría a su alrededor. María la reconoció: Era el salón donde cenaron. Su cerebro recordó esa noche, al igual que recordó la puerta que se encontraba justo detrás de la larga mesa de cristal. Sus energías subieron al tope.
- ¿María? -Murmuró Jack y la movió por los hombros al ver que no reaccionaba. Ella asintió.
- Esa puerta, por ahí hay una salida. -Dijo sin preocuparse en que la esperanza se filtrara por su voz.
Corrieron nuevamente hacia allí. Parecía que ya nadie caminaba, todos corrían, por el motivo que fuera, pero lo hacían. Al pasar la puerta se encontraron con la rotonda de paredes blancas y pasillos del mismo color que ella ya conocía. Lo guió por el que ella pensó era el correcto y con todas sus energías corrieron por el. Ella podía sentirlo, estaban tan cerca, tan cerca... La puerta de hierro se alzó ante ellos y ella la empujó. Ni siquiera se molestó en pensar que quizás estuviera cerrada, pues no era una posibilidad para ella. Cuando entró, chocó de lleno con alguien. Estuvo a punto de pensar que fue Jack, sin embargo, cuando fijó la mirada, los cabellos rubios se adueñaron de sus ojos.
Niall la tomó por los brazos, evitando que se cayera y la sujetó. Estaban tan cerca, tan increíblemente cera, ella podía sentir su aliento pegándole en el rostro, el suave cosquilleo de la yema de sus dedos en sus brazos... Y entonces se zafó.
- Estás viva. -La voz de Niall estaba llena de alivio. Los ojos azules del rubio centellaron- ¿Qué te hicieron, María? -Sus ojos la recorrieron, llenos de dolor. Ella sabia que debía de lucir horrible, llena de sangre, cortaduras y moretones. Niall dio un paso hacia adelante y la castaña se echó hacia atrás.
- No me toques... -Murmuró, y estiró un brazo para tomar a Jack de modo protectivo- Ni a él.
- ¿Quién es...? -Niall los veía lleno de confusión- No voy a hacerles daño. Tú me conoces...
- ¡Me entregaste a ellos! ¡Y no volviste por mi! -Gritó María. Jack intentó calmarla pero no lo logró- Yo confiaba en ti, ¿Sabes? Confiaba a ciegas.
Chaneye y los gemelos aparecieron, asomando la cabeza entre los escombros del hueco gigante en la pared. María apretó la mano de Jack, de repente empezó a sentirse increíblemente débil. Al igual que él.
- María... Te explicaré todo más tarde, te lo juro. Pero tenemos que salir de aquí. -Le pidió con voz suplicante. Ella asintió.
- Saca a Jack. Yo puedo caminar, él está débil... -Dijo, y empezó a caminar.
Niall no replicó y dejó que Jack se apoyara en él para caminar. Con la mano libre ayudó a María también. Él sabia porque lo estaba tratando así, porque no lo dejaba ayudar, pero ¿Cómo le explicaría? El único que sabía la verdad era Harry, nadie más. Pero él no quería ganarse su odio, quería su confianza. Lograron atravesar el hueco en la pared y el aire libre los atravesó a los tres como un suspiro. Se sentía tan bien. Los demás ya iban más adelantados que ellos. María caminaba pesadamente, al igual que Jack, semi apoyados en Niall, sin embargo lograron llegar hasta un callejón vacío. Al instante se tumbó en el suelo junto con el chico que cayó apoyado en sus hombros. Era más que obvio que el efecto de las bebidas rosadas estaba pasando y que el agotamiento se estaba apoderando de ellos.
- Lo logramos. -Murmuró el pelinegro, cansado. María hizo un intento de sonrisa.
- Lo hicimos.
Apretó la mano de su nuevo amigo entre la de ella y se quedó quieta mientras Niall hablaba con Chayene y los demás sobre como regresarían al refugio. Levantó la mano libre para tomar del agua que el rubio le ofreció y luego se la pasó a Jack. El muchacho estaba tan o más cansado que ella, sin embargo el agua lo reanimó un poco. Cerró los ojos y se apoyó nuevamente en el hombro de ella.
- Hey, Jack, abre los ojos... -María lo removió levemente.
- ¿Qué? -El pelinegro se incorporó lentamente sin saber que quería ella.
- Está amaneciendo.
Los ojos de ambos se fijaron en el firmamento. El cielo empezaba a tornarse de un color naranja, rompiendo con la oscuridad poco a poco, lentamente a medida que el sol avanzaba. Se tomaron de las manos. María pudo notar que Jack estaba llorando, pero supo que no era un llanto de tristeza, sino de felicidad por volver a ver el amanecer. Ella le sonrió aunque supo que el chico no la vio pues seguía con la vista pegada al cielo y volvió la mirada para mirar a Niall. El rubio sintió la mirada de ella sobre él y la observó sin decir nada. María no lo odiaba, estaba dispuesta a dejar que le explicara todo.
Una mano en su hombro hizo que despegara la mirada y una cabellera negra se abalanzó sobre ella. _______. la abrazó.
- ¡María!
Letswalkinthesun
Re: Alternos. [Harry Styles, Niall Horan & tú]
Que bueno que ya estén bien
Jack es un amor lo ame a ése niño
Que sabe harry de niall?
haaaa el suspenso vuelve me encanta
Siguela cuando puedas
Linda besotes y muchos abrazotes
Jack es un amor lo ame a ése niño
Que sabe harry de niall?
haaaa el suspenso vuelve me encanta
Siguela cuando puedas
Linda besotes y muchos abrazotes
Invitado
Invitado
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